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Deontologia
Publicado el Mayo 22, 2019 por Ricardo
Deontologia:
Trata, pues, del espacio de la libertad del hombre sólo sujeto a la responsabilidad que le
impone su conciencia. Asimismo, Bentham considera que la base de la deontologia se debe
sustentar en los principios losó cos de la libertad y el utilitarismo, lo cual signi ca que los
actos buenos o malos de los hombres sólo se explican en función de la felicidad o bienestar
que puedan proporcionar asuntos estos muy humanistas. Para Bentham la deontologia se
entiende a partir de sus nes (el mayor bienestar posible para la mayoria, y de la mejor forma
posible)
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de la salud, incluso existen leyes apoyadas en la deontologia como es el Código Deontológico
y Bioético del Psicólogo Colombiano, Ley 1090 de 2006 en el cual el Dr. Nelson Ricardo
Vergara C.Psicólogo investigador y gestor de éste código y ley (Psicologia Hoy 2005 y COLPSIC),
deja ver claramente la base losó ca Humanista liberal y utilitarista benthamista, muy
apropiada para la psicologia moderna y que no menos se hace notar también en la constitución
Colombiana de 1991. Este es un claro ejemplo de la fuerza y la solidez del concepto
deontológico aplicado y expresado en las leyes democráticas más modernas.
Su concepto básico es que obrar “de acuerdo a la ética” se corresponde con obrar de acuerdo a
un código prede nido. Un apartamiento de una norma previamente de nida, en general por
escrito, constituye una actitud o un comportamiento no-ético. Por tanto, hablamos del
argumento supremo que ha de orientar cualquier conducta.
Por el contrario, existe otra rama, denominada Teleología, que de ne el obrar éticamente como
aquella actitud o comportamiento que contempla el bien para la mayoría, determinando qué es
correcto y qué no lo es en función del resultado a alcanzar, pues la Teleología es el tratado
sobre el n, de ahí que el n último solo es correcto en cuanto sea un bien para todos, sin
distinción alguna, ni acepción entre las personas.
Deontologia profesional
Deontologia profesional hace referencia al conjunto de principios y reglas éticas que regulan y
guían una actividad profesional. Estas normas determinan los deberes mínimamente exigibles
a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por este motivo, suele ser el propio
colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su vez, se encarga de recogerlas por
escrito en los códigos deontológicos. A día de hoy, prácticamente todas las profesiones han
desarrollado sus propios códigos y, en este sentido, puede hablarse de una deontologia
profesional periodística, de una deontologia profesional médica, deontologia profesional de los
abogados, etc.
Es importante no confundir deontologia profesional con ética profesional. Cabe distinguir que
la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos de un colectivo
profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontologia profesional, mientras que, tal como
se apuntaba al comienzo del articulo, la deontologia profesional es el conjunto de normas
vinculantes para un colectivo profesional.
Índice
1. Deontologia:
2. Deontologia profesional
2.1. Introducción
2.2. Origen del concepto
2.3. Objetivos
2.4. Ética y moral
2.5. Deontologia y Ética profesional
2.6. Relevancia de la ética en el periodismo
2.7. La deontologia como ética profesional
2.8. La conciencia profesional
2.9. La costumbre y la responsabilidad profesional
2.10. Colegios profesionales
2.11. Autorregulación
2.12. El código deontológico periodístico
2.13. Bibliografía adicional
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2.14. Véase también
2.15. Enlaces externos
Introducción
Las normas deontológicas son incomprensibles sin la referencia al contexto o grupo social en el
que son obligatorias. La obligación se circunscribe a ese grupo, fuera del cual pierden la
obligatoriedad.
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Según este marco teórico, el n de una acción debe ser conseguir la máxima felicidad para
el mayor número de personas. De este modo, toda acción que conduzca a ese n, será
aceptada como moralmente correcta.
Conocimiento (Ciencia): Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina ordenada
que constituye una rama particular del saber humano. Disciplina losó ca. La ética como
disciplina losó ca intenta a través de métodos de análisis y experiencia propios de la losofía,
elaborar los conceptos y argumentos para comprender la dimensión moral de la persona.
La moral se puede justi car desde tres perspectivas: la Metaética (viendo qué son los juicios
morales como juicios de valor), la Ética normativa y mediante la propuesta de unas reglas
prácticas para la discusión, escapando del “todo vale”.
Metaética: Con este término se designa al estudio sobre la signi cación, el sentido y la
evolución histórica de los conceptos éticos. En un principio se distinguen dos grandes grupos
de teorías: Las Cognoscitivistas o Descriptivistas (dicen que podemos conocer la ética o moral
en términos de conocimiento verdadero) y las No cognoscitivistas o no descriptivas (en las que
no cabe conocimiento propiamente dicho). Dentro de las Descriptivistas, distinguimos las
naturalistas (sostienen que los términos éticos describen propiedades observables de las
cosas); con el utilitarismo como ejemplo. Y, por otro lado, las teorías no naturalistas (creen que
los juicios de valor son verdaderos o falsos, pero las características de las cosas no son
observables por la experiencia); con el intuicionismo como ejemplo. Dentro de las teorías No
Descriptivistas, podemos encontrar el Emotivismo (que sostiene que con a rmaciones
morales no expresamos conocimiento, sino emociones con las que intentamos in uir o incidir
en las emociones y comportamientos de los demás); y el Prescriptivismo (que enuncia que al
hacer juicios morales no describimos las cosas “que son”, sino “las que deberían ser”; es decir,
expresamos imperativos, enunciamos normas).
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Para Aristóteles, el orden social en los modos de vida está directamente ligado con el orden
natural de los mismos. Aristóteles considera que, lo bueno es hacia lo que tienden las cosas de
forma natural. Dicho de otra forma, todo aquello que es natural es, según este autor, bueno.
Sin embargo, esta teoria no está libre de critica. Es, precisamente, la absolutización de su
postura la que genera más desacuerdo, ya que no podemos probar, a ciencia cierta, que lo
natural puro exista. Por otra parte, muchas cosas de las que consideramos “naturales”, nos
vienen dadas por la cultura. Además, no podemos olvidar el hecho de que la naturaleza
evoluciona, no es estática, por lo que si ésta es susceptible de cambio, lo bueno también se
vería afectado.
Al igual que sucede con la teoría de Aristóteles, la teoría de Kant también es objeto de critica:
En primer lugar, a Kant se le puede criticar que, al relacionar la ética con cómo deben hacerse
las cosas, está universalizando el concepto, porque presupone que todos debemos entenderla
del mismo modo. No obstante, la ética está ligada a la moral, y ésta también es particular a
cada persona. Por lo tanto, probablemente el deber, no es visto igual por todos.
En segundo lugar, Kant establece cómo hay que actuar, pero no nos dice si eso es bueno o no.
La ética no se re ere sólo a la forma, sino también al fondo de las cosas.
Por último, Kant olvida por completo el sentimiento humano: según él tenemos que actuar en
base al deber y no en base a lo que de verdad queremos hacer. En este sentido, actuar
conforme al deber nos aleja de la felicidad.
Objetivos
Todo profesional está y debe estar sometido a controles sociales más o menos rigurosos que
permitan exigirle responsabilidades de muy diversa índole en relación con sus actos, de ahí la
necesidad de establecer unos principios éticos. Independientemente de la propia conciencia,
que debiera ser quién más rigiera el cumplimiento de los códigos morales, existe la gura de
los colegios profesionales para mantener, promover y defender la deontologia. Éstos vigilan el
cumplimiento de determinados niveles de exigencia, de competencia y de calidad en el
desempeño del trabajo de sus colegiados.
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Para que se pueda pedir responsabilidad por actuaciones profesionales se precisan dos
requisitos: la independencia y la libertad. El profesional debe ser independiente en el momento
de tomar decisiones y debe ser enteramente libre de ejecutarlas.
Ética y moral
Estos dos términos proceden uno del griego,<êthos> (=carácter), y otro del latin, <mos−moris>
(=costumbre). Ambos tienen la misma raiz semántica y por tanto la misma signi cación original.
Por ello Ética y Moral, etimológicamente, se identi can y se de nen como la “ciencia de las
costumbres”. Sin embargo, con el tiempo ambos vocablos han evolucionado hacia
signi caciones distintas.
El concepto de ética y el de moral están sujetos a diferentes usos dependiendo de cada autor,
época o corriente losó ca. Por este motivo es necesario identi car las características de
ambos términos para poder establecer las distinciones y semejanzas pertinentes.
La moral hace referencia a todas aquellas normas de conducta que son impuestas por la
sociedad, se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y
poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época
histórica. El n último que persiguen estas reglas morales es orientar la conducta de los
integrantes de esa sociedad.
En ambos casos se tratan de normas, de percepciones, y de “deber ser”. Sin embargo, moral y
ética presentan ciertas diferencias:
MORAL ÉTICA
Nace en el seno de una sociedad Surge en la interioridad de una persona, como resultado
y por tanto, ejerce una in uencia de su propia re exión y su propia elección. Pueden
Ejerce presión externa y destaca Destaca la presión del valor captado y apreciado
su aspecto coercitivo, impositivo internamente como tal. El fundamento de la norma ética
Por
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1. El primer nivel reside en la Moral, es decir, en las normas de origen externo que condicionan
la mentalidad del individuo.
3. El tercer nivel es la Ética axiológica como conjunto de normas originadas en una persona
dada una re exión previa sobre ciertos valores.
Mientras que la Ética se apoya en la razón y depende de la loso a; la Moral se apoya en las
costumbres y la conforman un conjunto de elementos normativos, que la sociedad acepta
como válidos.
Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante destacar las
principales diferencias entre ellos:
individual/profesional)
Una de las diferencias cuando hablamos de “ética” y “deontologia” es que la primera hace
directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una función
de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la concreción y diseño
de códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se invita al seguimiento de
un camino muy concreto y a la formación ética de los comunicadores.
De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética individual.
Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es la que rige el
comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede situar la ética
profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su actividad laboral. Los
principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos similares a los de la ética
general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y moral de un
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código ético, se requiere el estudio de la actividad profesional en si misma y no es su ciente la
labor de un lósofo que desconozca la profesión.
La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas especi cas o
“aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o mal
profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona éticamente
aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus deberes menos en el
ejercicio de sus responsabilidades profesionales. La ética general de las profesiones se plantea
en términos de principios: el principio de bene cencia, el principio de autonomía, el principio
de justicia y el principio de no male cencia El deontologismo plantea los temas éticos en
términos de normas y deberes.
Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los principios
ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las normas aplican los
principios a situaciones más o menos concretas, más o menos genéricas. Las normas suelen
hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea en términos genéricos. Pero también
los principios se hacen inteligibles cuando adquieren concreción normativa y hacen referencia a
las situaciones en las que se invocan y se aplican. En términos generales un principio enuncia
un valor o meta valiosa. Las normas, en cambio, intentando realizar el principio bajo el que se
subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas situaciones.
Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de aplicación de los
principios sea más amplio y general que las normas especi cas que caen bajo dicho principio.
Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las actuaciones
profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y proporcionar esos servicios
(principio de bene cencia). Como toda actuación profesional tiene como destinatario a otras
personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su dignidad, autonomia y
derechos seria el segundo criterio (principio de autonomia). Las actuaciones profesionales se
llevan a cabo en un ámbito social con demandas múltiples que hay que jerarquizar y recursos
más o menos limitados que hay que administrar con criterios de justicia (principio de justicia).
Y, en todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar a nadie que pueda quedar
implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no male cencia).
La espina dorsal de la que subyacen todas las criticas del periodismo es que este ha dejado de
cumplir con su función principal y propia, es decir, acercar a los ciudadanos la información
necesaria para que puedan tomar mejores decisiones, orientarse en la vida pública, conocer
aquello que no pueden vivir de forma directa y controlar a quienes ejercen el poder. A lo que
hay que sumar, que lejos de garantizar la salud del sistema democrático, la práctica periodística
estaría incluso poniéndolo en la cuerda oja. No es de extrañar, por tanto, que denunciar la
crisis del periodismo, e incluso, pronosticar su desaparición como lo conocemos, sea algo
habitual. Se llega a rmar que la profesión periodística se transformaría en una rama del
espectáculo y hasta su disolución en los bene cios de una tecnología que permitiría la
“autoinformación”.
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léxico y un lenguaje tópicos, con unos mimetismos rancios ni tampoco con un inmovilismo
empresarial y profesional”.
La materia prima del periodismo es, altamente sensible y frágil, y motivo de disputa de los
poderes públicos, se trata pues de una mercancia valiosa. Es, principalmente, un bien público,
es decir, aquel que corresponde a todos los ciudadanos por el solo hecho de serlo, por lo que
se encuentra al mismo nivel que la educación, la salud o la justicia. Pero esto es asi, según
Bettetini y Fumagalli, siempre y cuando la información sea “verdadera y en algún modo
esencial, mientras que toque temas relevantes, aquellos sobre los cuales es necesario decidir,
tomar partido, tanto en el ámbito público como en el privado”.
La ética está de este modo vinculada a la práctica del periodismo ya que como se ha dicho
antes, si se concibe a la información como un bien público, cuya circulación libre y contenido
veraz e independiente garantizan la vida democrática de una comunidad, el manejo
responsable de esta sensible materia prima es condición de la actividad periodistica. Los
ciudadanos son los encargados de juzgar tanto a periodistas como a medios, ya que ante ellos
deben dar cuenta de la responsabilidad que contrajeron con la sociedad al hacerse cargo de la
tarea de buscar y difundir información. Se trata de un deber constitucional. Sin embargo, los
principales dilemas éticos de los periodistas no están ya en los valores que se enumeran en los
códigos deontológicos. Por ejemplo, la libertad de expresión puede considerarse un valor
reconocido, al menos legislativamente, en la mayoría de los países democráticos del continente.
Por el contrario, los problemas éticos fundamentales son de origen interno y derivan de la
inédita crisis de identidad que atraviesa la profesión.
Tantos condicionantes, favorecen que los periodistas eviten la re exión, y se limiten a cumplir
la tarea con el único n de retener el puesto de trabajo; en consecuencia, renunciar a su
responsabilidad social y seguir erosionando el único capital capaz de protegernos en épocas
turbulentas: la credibilidad de los ciudadanos.
Más que un código deontológico del periodista general, más que una declaración de principios,
los periodistas necesitan en la actualidad incorporar una conciencia ética y un convencimiento
sobre las implicancias que tiene la tarea de informar, que oriente el trabajo cotidiano y hacer
frente a las presiones a las que la profesión está sometida. Este sentido ético para la práctica
cotidiana solo seria posible si se desarrolla y se comparte y discute con los colegas.
Intercambiar experiencias y debatir los dilemas éticos seria poner en marcha una práctica
saludable, que los periodistas suelen dejar de lado, como re exionar sobre la profesión.
La primera se podría centrar en determinar y per lar el bien de una determinada profesión
(aportación al bien social) y la deontologia, por su parte, se centraría en de nir cuáles son las
obligaciones concretas de cada actividad.
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La conciencia profesional
2) Nivel de los deberes especí cos, aprendidos, asumidos y personalizados por socialización
ética. Cada persona tiene que haberse socializado en el código deontológico de su profesión.
3) Nivel de madurez y equilibrio psíquico. Para que la conciencia profesional pueda funcionar
hay que gozar de un grado de madurez mínimo.
La costumbre son normas que crean una sociedad y que le dan un hecho jurídico palpable.
Tienen al igual que ocurre con las leyes, consecuencias cuando son violadas. El profesional
debe regirse por su código de ética propio, pero también tiene que tener en cuenta un marco
de costumbre.
Una profesión cualquiera debe tener un periodo de aprendizaje, una preparación previa
especializada y casi siempre formal, que se debe completar con una formación permanente
que se completa con el paso del tiempo y la vivencia de distintas situaciones en la vida
profesional a las que enfrentarse.
Colegios profesionales
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Los Colegios Profesionales, tal como los de ne la ley, “son corporaciones de derecho público,
amparadas por la ley y reconocidas por el Estado, con personalidad jurídica propia y plena
capacidad para el cumplimiento de sus nes, entre los que se encuentra la ordenación del
ejercicio de las profesiones”. Además, son las corporaciones que elaboran los códigos
deontológicos.
a) Fijar una serie de criterios de carácter cienti co-funcional para el ejercicio de la profesión,
con el objetivo de dar operatividad y e cacia a las actividades ejercidas en el ámbito cubierto
por las normas establecidas.
Retomando la idea de que la deontologia profesional es uno de los órdenes reguladores del
ejercicio de una profesión, en una situación intermedia entre el derecho y la moral, es
necesario hacer una serie de precisiones. Las normas de la deontologia profesional, aun
sentidas como vinculantes entre los miembros del colectivo, se alejan del carácter coercitivo del
derecho. El derecho es siempre coactivo, y la deontologia profesional puede o no imponer
sanciones y, en el caso de aplicarse, son menos graves que las impuestas por el derecho. La
sanción más grave que puede imponer la deontologia profesional es la exclusión de la
profesión.
Por otro lado, las sanciones de la deontologia profesional en aquellas profesiones que no
exigen para su ejercicio la colegiación obligatoria son sanciones sociales difusas; es decir, que
aparte de no llegar al grado de gravedad de la sanción juridica, no tienen por qué estar
necesariamente institucionalizadas. Un ejemplo de sanciones sociales difusas -en este sentido
de informalidad, cercanas a la moral- emitidas por la deontologia puede ser la consideración de
exclusión del colectivo profesional de un miembro, sin llegar ésta a ser una sanción no
formalizada.
Autorregulación
La deontologia es uno de los tres órdenes normativos que regulan el ejercicio de las
profesiones, junto al Derecho y la moral. Cabe señalar que las normas deontológicas se
encuentran a medio camino entre los otros dos órdenes normativos.
Código deontológico
Los códigos deontológicos quizás sean los mecanismos de autorregulación más conocidos que
se pueden poner en marcha en el ámbito de la comunicación social, la psicología, la medicina,
entre otras profesiones, pero no son el único instrumento: libros de estilo, estatutos de
redacción, convenios, etc., todos contribuyen a que una comunidad profesional je sus propios
límites, en muchos países esta regulación es a través de colegios profesionales.
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No se debe confundir la deontología con los códigos deontológicos. La deontología tiene un
carácter más amplio, y puede incluir normas que no guren en ningún código particular. El
código deontológico es la aplicación de la deontología a un campo concreto.
Esta síntesis de la ética profesional del periodista, aparentemente tan sencilla de comprender,
remite a temas epistemológicos relacionados con las nociones de «verdad» y «objetividad», así
como de «información» y de «valor periodístico», exigiendo una re exión en torno a ellas que
no se puede eludir si se quiere precisar a qué se está re riendo esta regla. Ningún periodista
puede adquirir un compromiso ético al respecto en forma seria, sin re exionar sobre el preciso
signi cado de dichos conceptos, de hecho se trata de algo imprescindible para estos
profesionales.
Hugo Aznar, profesor de Ética Pública y de Periodismo en la Universidad C. Herrera CEU, señala
en su artículo «Los códigos éticos no sirven» que pese a que lo códigos deontológicos
elaborados por distintas entidades y organizaciones son distintos en cuanto a su contenido,
tipología y alcance, todos comparten un objetivo común: sirven para mejorar el tratamiento
informativo de algunas de las cuestiones sociales de mayor actualidad. Además, Aznar en su
libro La comunicación responsable. La autorregulación de los medios expone que la existencia
de un código deontológico se debe al cumplimiento de dos requisitos obvios. El primero, la
capacidad cultural de codi car normas de conducta. El segundo, la existencia de una actividad
profesional que se plantee las normas morales propias de esa actividad.
El mundo de hoy somete a los profesionales a grandes retos, como la inmigración y el racismo,
catástrofes y tragedias humanitarias, con ictos armados, violencia de género, etc., y es en estos
temas donde el periodista debe estar especialmente atento a las recomendaciones vertidas en
los códigos deontológicos.
Bibliografía adicional
Véase también
Deontología profesional
Deontología profesional periodística
Enlaces externos
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Resumen
Content on the Web: journalistic ethics and information ethics, an inseparable pair for the
expansion of digital journalism
Summary
Never before has the role of information has increased accountability and, in turn, is the
greatest obstacles. Accountability is the reporter assigned to a democratic society, who assert
their fundamental right to be informed truthfully and without concealment premeditated
(Vázquez, 1991). He had never seen this model because they never had universalized society
that right along the historical discourse. But we must bear in mind that the reporter is now
cornered by a host of alternatives insurmountable is obliged to send the company a full ow of
news, information, images etc.., But in turn is subjected to all kinds of prohibitions conventional,
ethical, moral, legal etc. “State secrets of state, business and trade, etc .-, that prohibit the most
inspired data sources, should be faithful to his personal and professional awareness, but was
forced to respect the so-called” principles of public interest ” which are, in short, “governmental
interests” of the political class and a dimension concerned, required by pressure groups and
speci c interests.
Durante miles de años la mente humana se fue conformando para resultar e caz en mundos
chicos: vivíamos en comunidades y tribus muy pequeñas, de treinta o cincuenta personas,
según nos señalan los descubrimientos arqueológicos. Era un mundo de pequeñas
comunidades que se movían en búsqueda de comida, tratando de sobrevivir, los vínculos se
limitaban a la propia familia o la tribu y sus vecinos próximos. El hombre creía conocer todo el
mundo porque conocía su comunidad; ignoraba que existían otras sociedades y moría con la
convicción de que conocía a toda la gente.
Y hoy este fenómeno cambiante que es la imaginación tiene que cambiar de escala, pasar del
mundo chico al mundo grande, El gran esfuerzo que eso requiere no va a cumplirse de un día al
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siguiente. He aquí el problema con que chocamos en la actualidad: no somos capaces de
pensar en esas escalas globales y planetarias, pero vivimos en un mundo muy diversi cado,
complicado e inestable donde fácilmente nuestras cosas pueden cambiar como consecuencia
de hechos que no dependen de nosotros.
El hombre sabe que no tiene in uencia sobre las cosas grandes; se limita a las pequeñas
porque entiende que las puede dominar. Esa tendencia a limitar el pensamiento es un símbolo
de nuestra incapacidad para comprender el mundo en que vivimos, un mundo globalizado.
Pensamos que vivimos en una pequeña aldea, en una calle breve, en una casa, En esos
tamaños se mueve nuestra imaginación. Ésta es la principal de las contradicciones de la mente
humana.
Como periodistas, la tensión entre lo local y lo global nos toca particularmente. Para aquellos
que trabajan en el centro del mundo, todo lo que allí sucede tiene automáticamente calor
central por sí mismo. Pero para los que trabajamos en la gran periferia es muy importante
entender que debemos buscar lo universal en cualquier tema, aquello que revela el mundo
entero en una gota de agua. Porque una gota de agua contiene al mundo, pero hay que saber
encontrar el mundo en una gota de agua.
Cada vez que nos proponemos escribir acerca de un tema, debemos preguntarnos qué tiene de
universal: cuál metáfora, símbolo o signo que nos permita pasar de lo pequeño a lo grande.
Debemos hacer una re exión porque sólo si encontramos este vínculo, este pasaje entre lo
local y lo universal, nuestro texto tendrá peso y valor. Sólo así el lector descubrirá en nuestro
texto, junto a la historia concreta, un mensaje universal, una pista que le ayude a descifrar las
leyes del mundo.
¿Por qué algunos textos pueden vivir cien años y otros textos mueren
al día siguiente de su publicación? Por una diferencia capital: los
textos que viven cien caños son aquellos en los que el autor mostró,
a través de un apequeño detalle, la dimensión universal, cuya
grandeza dura. Los textos que carecen de este vínculo desaparecen.
R. Kapuscinski nos explica como el ser humano en su memoria genética primitiva sigue viendo
el mundo actual como una aldea, una tribu, un barrio, una calle, donde no cave lo universal
porque no tiene idea de tal cosa.
La realidad actual a puesto al individuo en un con icto que no consigue comprender, como
puede el periodista conseguir entender y escribir una realidad que no vive que no concibe por
cultura moral o religión, pero debe de informar para cumplir así con su misión, pues esto es lo
que sucede cuando desde occidente se cubren noticias, que ocurren allende los mares en
lugares donde no existe un Dios como nosotros lo concebimos, no existe una lengua como
nosotros la hablamos no existe una moral como nosotros vemos, es cuando llegamos a la
conclusión de que somos una aldea, una tribu, un barrio o una calle, pero también somos un
universo, diverso amplio desigual, pero que nos une una cosa, que la humanidad somos todos
y nuestra naturaleza humana nos iguala, nos guste o nos disguste.
Al mismo tiempo, la relevancia de los medios crece a medida que avanza el siglo. Los jóvenes
periodistas que hoy se desempeñan en el pequeño territorio de la prensa escrita van a trabajar
en una civilización donde nuestra tarea importará cada día más por dos razones: la primera,
porque es una profesión a través de la cual se puede manipular a la opinión pública; la
segunda, porque los mecanismos de los medios construyen un mundo virtual que reemplaza al
mundo real.
La manipulación de los modos en que piensa la gente, una práctica de enorme difusión, se
emplea en numerosos sentidos y medidas. Ya no existe la censura como tal, con excepción de
ciertos países; en su lugar se utilizan otros mecanismos –que de nen qué destacar, qué omitir,
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qué cambiar- para manipular de manera más sutil. Eso importa a los poderosos de este
mundo, siempre tan atentos a los medios, porque así dominan la imagen que dan a conocer a
la sociedad y operan sobre la mentalidad y la sensibilidad de las sociedades que gobiernan.
Con respecto a la construcción del mundo virtual, es valioso recordar que hasta 30 ó 40 años
atrás hombres y mujeres conocíamos la historia que nos enseñaban en las escuelas y a través
del relato de nuestras familias, dos vertientes que formaban parte de la memoria colectiva de
las sociedades a las que pertenecíamos. Hoy, en cambio, con el desarrollo de los medios,
vivimos en un mundo donde la historia se ha vuelto doble, donde conviven dos historias
simultáneas: aquella que aprendimos en la escuela y en la familia, de manera personal, y la que
nos inculcan los medios, que jamos – a veces subconscientemente- a través de la televisión, la
radio, los métodos de distribución electrónica. El gran problema se presenta cuando, con el
tiempo, esta acumulación de construcciones de los medios nos hace vivir cada vez menos en la
historia real y cada vez más en la cticia. Es la primera vez que algo así ocurre a la humanidad.
Enfrentamos un fenómeno cultural del que no sabemos cuáles podrán ser sus consecuencias.
Millones y millones de personas en todos los continentes aprendieron una historia irreal de
esos acontecimientos a través de las noticias que mostró la televisión. Esa construcción cticia
fue la única historia que conocimos, la única que hubo y quedó, porque las voces alternativas –
los pocos libros que aparecieron sobre Ruanda de antropólogos, sociólogos y otros
especialistas- no pueden ofrecer la misma accesibilidad que los medios masivos. La gente
común conoce la historia del mundo a través de los grandes medios.
Como ésa, cada vez más historias virtuales ocupan el lugar del mundo real en nuestro
imaginario. Esas manipulaciones nos alejan de las historias y problemas reales que suceden en
las diversas civilizaciones. Vivimos en un mundo de tantas culturas que solamente un reducido
grupo de especialistas es capaz de entender y aprender algo de lo que está pasando. El resto
accede al discurso fragmentado y super cial que los grandes medios condensan en un minuto:
se trata de un problema que seguiremos sufriendo mientras las noticias muevan tanto dinero,
estén in uidas por el capital y compitan como productos de los dueños de los medios.
Hemos pasado por varios siglos de evolución, tenemos cuenta de todo lo acontecido a través
de la historia, desde que el humano es capaz de plasmar de alguna manera lo que le acontece
en su entorno próximo, utilizando diferentes plataformas de comunicación como la pintura
rupestre, jeroglí cos, creación de alfabetos, arquitectura, arte y toda forma de comunicación
humana.
En pocos años, las nuevas tecnologías han revolucionado los métodos tradicionales con los que
contaba el hombre hasta el momento, para comunicarse, radio televisión y prensa escrita.
Hoy en día en Internet nos es posible conseguir todo tipo de información que necesitemos.
Desde información de un personaje publico hasta información de cualquier ciudadano
anónimo, podemos hacernos con un artículo escrito y publicado hace días incluso meses,
información histórica literaria, cientí ca etc. La inmensa cantidad de datos que transitan por la
“superautopistas de la información” nos hacen en muchas ocasiones la vida más fácil para
quienes necesitamos información al momento sin tener que recurrir a las vías hasta hace unos
años usadas (bibliotecas, centros de documentación, museos, Hemerotecas etc.).
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5. Contenidos en Internet: No todo lo que reluce es oro
Según Lucía Marín por lo general, la información que el usuario encuentra en Internet es
legítima y le reportará numerosos bene cios. Pero la realidad demuestra que un porcentaje,
reducido si cabe, de las informaciones que se puede encontrar en su navegación son
potencialmente ilícitas o nocivas.
Pero es necesario comenzar aclarando cual es la diferencia que existe entre ilícito y nocivo, ya
que ambos conceptos son relativos. Ni toda la información es considerada ilícita por los
mismos estados, ni toda es nociva o perjudicial para todas las personas.
Son contenidos ilícitos los merecedores de una respuesta penal: la utilización de Internet para
la difusión de pornografía infantil, la difusión de contenidos racistas o xenófobos, la apología
del terrorismo, las difamaciones o las violaciones de la propiedad intelectual. Son nuevas
formas de ataque a valores jurídicos protegidos: la libertad e indemnidad (libre de daños o
perjuicios) sexual, la dignidad humana, el derecho al honor o el derecho de propiedad
intelectual. Existe cierto consenso entre los estados occidentales en cali car como delito este
tipo de contenidos.
Por el contrario, no lo hay para los contenidos nocivos. Éstos, aunque dañinos para
determinadas personas en base a sus valores éticos, religiosos o políticos, no son merecedores
de respuesta penal.
Aunque los ejemplos que pueden encontrarse de contenidos ilícitos y nocivos en la Red pueden
ser numerosos, hay que destacar que las acciones que han despertado más atención y
reacciones más intensas han sido todas aquellas relacionadas con la pornografía, y en especial
con la pornografía infantil.
Son los proveedores de contenidos los responsables civil y penalmente por actos propios, esto
es un principio general del derecho, reconocido en todas las legislaciones. El problema esta
cuando el proveedor de contenidos ilícitos se ampara en el anonimato, en estos casos la
posible responsabilidad recae en los intermediarios técnicos a los que difícilmente se les puede
aplicar los criterios tradicionales de la prensa escrita, que no sirven en las redes digitales dada
la fugacidad de los contenidos y la di cultad de localizar el origen o el destino de la
información.
En una era en la que la tecnología aparece como condición esencial de posibilidad y como
característica de éxito para lo que se emprenda, quedan atrás otras posibilidades que hasta el
momento se han utilizado y que son inherentes a la condición humana.
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urgente respuesta, están a la espera de ser reformulados. De dicha reformulación, que nos
encamina hacia una cuarta generación de los derechos humanos.
Los llamados derechos de la solidaridad constituyen una tercera generación que se concreta en
la segunda mitad del siglo XX. Esta vez, su motor impulsor será la acción de determinados
colectivos que reclaman legítimos derechos. Se comienzan a con gurar en forma de
declaraciones sectoriales que protegen los derechos de colectivos discriminados grupos de
edad, minorías étnicas o religiosas, países del Tercer Mundo, que estén afectados por alguna de
las múltiples manifestaciones que cobra la discriminación económica social. La globalización
económica, así como la ideológica y simbólica, la transición de la sociedad de información a la
sociedad del conocimiento, la integración del mundo a través de la extensión universal de los
medios de comunicación de masas, así como los fenómenos de multiculturalismo provocado
por los ujos migratorios, son claros síntomas de que algo sustancial está cambiando.
El gran atractivo de Internet es su naturaleza abierta. Los intentos de restringir el libre ujo de
información en Internet, así como los intentos de restringir lo que puede decirse por el
teléfono, supondrían una limitación onerosa y nada razonable de los bien establecidos
principios de intimidad y libertad de expresión. La aparente inmaterialidad de los ataques
precisa otras formas de análisis. En el mundo real, los ataques a los derechos humanos en
forma de acciones políticas tienen una traducción casi inmediata en términos de hambre,
discriminación, ujos migratorios o de refugiados, recorte de libertades civiles, etc. En el
ciberespacio, dichas acciones cobran incierto carácter de invisibilidad frente al escrutinio
público. La contaminación del aire, de la tierra o del agua puede ser mensurada de forma
objetiva a través de dispositivos y aparatos diseñados a tal efecto, y los datos así obtenidos
pueden constituirse en infraestructura de políticas de regeneración del medio ambiente.
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Por el contrario, no resulta tan sencillo medir el
grado de contaminación o intoxicación en una
información, o detectar en un producto
audiovisual el modelo de sociedad o los valores
que se transmiten de forma soterrada. No
resulta sencillo, por ejemplo, evaluar el
impacto discriminatorio que pueda subyacer
en una política educativa que puede tener
como efecto la laceración de distintos niveles
de capacidad de acceso y uso de los medios informáticos y telemáticos por parte de
estudiantes de diferentes clases sociales.
Por otro lado, los regímenes democráticos también han percibido que Internet aparece como
uno de los foros públicos donde los ciudadanos tienen una mayor capacidad de organización
horizontal, donde pueden quedar en entredicho los tradicionales intereses de los actores
sociales que han monopolizado habitualmente el acceso a los medios de comunicación e
intentan actuar en consecuencia para mantener su in uencia social. En este caso no nos
encontramos con medidas empresariales o gubernamentales abiertamente contrarias al
derecho a la libre expresión de las ideas, pero sí con campañas de sensibilización social sobre
una serie de conductas delictivas llevadas a cabo a través de Internet –pornografía infantil,
propaganda racista, apología del terrorismo y la violencia, etc.- que parecen pedir a gritos la
censura previa y la catalogación de los contenidos de las páginas Web en supuesta defensa de
los valores morales. Que quede claro: nos oponemos, por inmoral y represora de las libertades
básicas, a cualquier medida reaccionaria de corte ultraconservador o fundamentalista tanto en
su vertiente política (dictaduras, democracias puritanas y ultraconservadoras) como religiosa
(neocatólica, protestante-radical, musulmana o sionista) que propugne restricciones a la libre
circulación de la información y las personas por Internet, porque es mucho peor el remedio que
la posible enfermedad.
En conclusión, como nos re ere Jesús Mosterín en su libro La naturaleza humana, la realidad es
compleja, y diferentes puntos de vista son a veces requeridos para dar cuenta de sus diferentes
aspectos. Nuestra conciencia moral ha de tener en cuenta la diversidad de nuestros problemas
morales, y ha de ser lo su cientemente exible como para adoptar diferentes perspectivas para
tratar de problemas distintos. Algunas de las teorías éticas funcionan bien a ciertos niveles,
pero son inútiles en otros. Por ejemplo, la ética Kantiana enfatiza el efecto de nuestras acciones
en los demás humanes, pero se olvida de sus efectos en nosotros mismos o en la biosfera.
En general, los enfoques contractualistas de la ética sirven para realizar cuestiones como el
cumplimiento de las promesas o el pago de las deudas, pero fracasan cuando se aplican a
nuestras relaciones con los infantes o con los animales. El utilitarismo analiza bien alguna de
estas cuestiones, pero no proporciona una plataforma able para asegurar las libertades
individuales o para enfocar la problemática ecológica. Ninguna teoría ética simple es la panacea
de todos los problemas morales. El con icto moral entre perspectivas o intuiciones diferentes
es a veces inevitable. A lo más que podemos aspirar es a alcanzar un compromiso práctico, que
tenga en cuenta todos los aspectos relevantes de la cuestión.
La Física ha avanzado mucho más que la ética, pero ni siquiera en física hemos logrado la teoría
uni cada; mucho menos en ética. No existe la teoría o esquema ético que solucione todos
nuestros problemas morales por aplicación uniforme del mismo principio, regla o fórmula. En
física aplicamos teorías distintas en campos diversos: en cosmología usamos la teoría general
de la relatividad, pero en física de partículas preferimos la teoría cuántica de campos. El
enjuiciar las actuaciones humanas no es más sencillo que el describirlas. No hay teoría social ni
fórmula simple que nos permita resumir y predecir la conducta humana en todos sus detalles.
Si la hubiera, no necesitaríamos leer el diario para enterarnos de lo que pasa; nos bastaría con
hacer deducciones a partir de la fórmula. Tampoco (todavía menos) hay una fórmula simple
que resuma la ética. Las ofrecidas hasta ahora no funcionan más que en ciertos casos. Ojalá
hubiera tal fórmula mágica, tal máquina conceptual de justi car morales. Nos ahorraría
muchos dilemas y quebraderos de cabeza. Mientras no se encuentre, tendremos que seguir
reconstruyendo inacabablemente nuestra propia moral, como en la metáfora del barco de
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Neurath, que se va reconstruyendo mientras navega; tendremos que seguir avanzando a
tientas en la oscuridad, por ensayo y error, echando mano en nuestras deliberaciones de todos
los heteróclitos recursos de los que disponemos, desde nuestras inclinaciones congénitas hasta
nuestras teorías losó cas, desde los datos cientí cos objetivos hasta nuestra subjetiva
experiencia de la vida, desde el cálculo hasta la compasión. Ojalá fuera todo más sencillo, pero
no lo es.
Por lo precisado con anterioridad de lo difícil por no decir imposible, que le resulta al ser
humano el ponerse de acuerdo, y re exionar sobre la ética o moral casualmente por la visión
diferente que cada uno tiene del otro, es esta una misión arto difícil, intentada por el hombre
desde que este puede comunicarse de alguna forma hasta hoy en día pero sin mayor éxito.
Bibliografía
KAPUSCINSKI, R. (2005): Los cinco sentidos del periodista (estar, ver, oír, compartir,
pensar) Ediciones APM, Madrid
DEL ARCO, J. (2004): Ética para la sociedad de la red. Ed. Dykinson, S.L., Madrid
MARÍN L. (2000): Los contenidos ilícitos y nocivos en internet Ed. Fundación Retevisión,
Madrid
MOSTERÍN, J. (2006) La naturaleza humana Ed. Espasa Calpe, Madrid
Notas
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Deontologia
Publicado el Octubre 6, 2016 (Updated: Mayo 16, 2019) por deontologia
Deontologia:
(del griego δέον “debido” + λόγος “Tratado”; término introducido por Jeremy Bentham en
su Deontology or the Science of Morality/Deontologia o la ciencia de la moralidad, en 1889)
hace referencia a la rama de la ética cuyo objeto de estudio son los fundamentos del deber y
las normas morales. Se re ere a un conjunto ordenado de deberes y obligaciones morales que
tienen los profesionales de una determinada materia. La deontologia es conocida también bajo
el nombre de “teoria del deber” y, al lado de la axiologia, es una de las dos ramas principales de
la ética normativa.
Trata, pues, del espacio de la libertad del hombre sólo sujeto a la responsabilidad que le
impone su conciencia. Asimismo, Bentham considera que la base de la deontologia se debe
sustentar en los principios losó cos de la libertad y el utilitarismo, lo cual signi ca que los
actos buenos o malos de los hombres sólo se explican en función de la felicidad o bienestar
que puedan proporcionar asuntos estos muy humanistas. Para Bentham la deontologia se
entiende a partir de sus nes (el mayor bienestar posible para la mayoria, y de la mejor forma
posible)
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americanas.
Su concepto básico es que obrar “de acuerdo a la ética” se corresponde con obrar de acuerdo a
un código prede nido. Un apartamiento de una norma previamente de nida, en general por
escrito, constituye una actitud o un comportamiento no-ético. Por tanto, hablamos del
argumento supremo que ha de orientar cualquier conducta.
Por el contrario, existe otra rama, denominada Teleología, que de ne el obrar éticamente como
aquella actitud o comportamiento que contempla el bien para la mayoría, determinando qué es
correcto y qué no lo es en función del resultado a alcanzar, pues la Teleología es el tratado
sobre el n, de ahí que el n último solo es correcto en cuanto sea un bien para todos, sin
distinción alguna, ni acepción entre las personas.
Deontologia profesional
Deontologia profesional hace referencia al conjunto de principios y reglas éticas que regulan y
guían una actividad profesional. Estas normas determinan los deberes mínimamente exigibles
a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por este motivo, suele ser el propio
colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su vez, se encarga de recogerlas por
escrito en los códigos deontológicos. A día de hoy, prácticamente todas las profesiones han
desarrollado sus propios códigos y, en este sentido, puede hablarse de una deontologia
profesional periodística, de una deontologia profesional médica, deontologia profesional de los
abogados, etc.
Es importante no confundir deontologia profesional con ética profesional. Cabe distinguir que
la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos de un colectivo
profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontologia profesional, mientras que, tal como
se apuntaba al comienzo del articulo, la deontologia profesional es el conjunto de normas
vinculantes para un colectivo profesional.
Contenido
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1 Introducción
3 Objetivos
4 Ética y moral
10 Colegios profesionales
11 Autorregulación
Introducción
Las normas deontológicas son incomprensibles sin la referencia al contexto o grupo social en el
que son obligatorias. La obligación se circunscribe a ese grupo, fuera del cual pierden la
obligatoriedad.
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valorativo, no logró esa transformación por el mero hecho de acuñar
un nuevo término. Es decir, aun hoy, cuando nos referimos al término
deontologia, seguimos relacionando está con la ética y/o la moral.
Conocimiento (Ciencia): Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina ordenada
que constituye una rama particular del saber humano. Disciplina losó ca. La ética como
disciplina losó ca intenta a través de métodos de análisis y experiencia propios de la losofía,
elaborar los conceptos y argumentos para comprender la dimensión moral de la persona.
La moral se puede justi car desde tres perspectivas: la Metaética (viendo qué son los juicios
morales como juicios de valor), la Ética normativa y mediante la propuesta de unas reglas
prácticas para la discusión, escapando del “todo vale”.
Metaética: Con este término se designa al estudio sobre la signi cación, el sentido y la
evolución histórica de los conceptos éticos. En un principio se distinguen dos grandes grupos
de teorías: Las Cognoscitivistas o Descriptivistas (dicen que podemos conocer la ética o moral
en términos de conocimiento verdadero) y las No cognoscitivistas o no descriptivas (en las que
no cabe conocimiento propiamente dicho). Dentro de las Descriptivistas, distinguimos las
naturalistas (sostienen que los términos éticos describen propiedades observables de las
cosas); con el utilitarismo como ejemplo. Y, por otro lado, las teorías no naturalistas (creen que
los juicios de valor son verdaderos o falsos, pero las características de las cosas no son
observables por la experiencia); con el intuicionismo como ejemplo. Dentro de las teorías No
Descriptivistas, podemos encontrar el Emotivismo (que sostiene que con a rmaciones
morales no expresamos conocimiento, sino emociones con las que intentamos in uir o incidir
en las emociones y comportamientos de los demás); y el Prescriptivismo (que enuncia que al
hacer juicios morales no describimos las cosas “que son”, sino “las que deberían ser”; es decir,
expresamos imperativos, enunciamos normas).
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Podemos señalar una serie de características que conforman la Ética de la Virtud según
Aristóteles.
Para Aristóteles, el orden social en los modos de vida está directamente ligado con el orden
natural de los mismos. Aristóteles considera que, lo bueno es hacia lo que tienden las cosas de
forma natural. Dicho de otra forma, todo aquello que es natural es, según este autor, bueno.
Sin embargo, esta teoria no está libre de critica. Es, precisamente, la absolutización de su
postura la que genera más desacuerdo, ya que no podemos probar, a ciencia cierta, que lo
natural puro exista. Por otra parte, muchas cosas de las que consideramos “naturales”, nos
vienen dadas por la cultura. Además, no podemos olvidar el hecho de que la naturaleza
evoluciona, no es estática, por lo que si ésta es susceptible de cambio, lo bueno también se
vería afectado.
Al igual que sucede con la teoría de Aristóteles, la teoría de Kant también es objeto de critica:
En primer lugar, a Kant se le puede criticar que, al relacionar la ética con cómo deben hacerse
las cosas, está universalizando el concepto, porque presupone que todos debemos entenderla
del mismo modo. No obstante, la ética está ligada a la moral, y ésta también es particular a
cada persona. Por lo tanto, probablemente el deber, no es visto igual por todos.
En segundo lugar, Kant establece cómo hay que actuar, pero no nos dice si eso es bueno o no.
La ética no se re ere sólo a la forma, sino también al fondo de las cosas.
Por último, Kant olvida por completo el sentimiento humano: según él tenemos que actuar en
base al deber y no en base a lo que de verdad queremos hacer. En este sentido, actuar
conforme al deber nos aleja de la felicidad.
Objetivos
Todo profesional está y debe estar sometido a controles sociales más o menos rigurosos que
permitan exigirle responsabilidades de muy diversa índole en relación con sus actos, de ahí la
necesidad de establecer unos principios éticos. Independientemente de la propia conciencia,
que debiera ser quién más rigiera el cumplimiento de los códigos morales, existe la gura de
los colegios profesionales para mantener, promover y defender la deontologia. Éstos vigilan el
cumplimiento de determinados niveles de exigencia, de competencia y de calidad en el
desempeño del trabajo de sus colegiados.
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públicas y les dota de la potestad de imponer una determinada disciplina a todos los
profesionales pertenecientes a este colectivo.
Para que se pueda pedir responsabilidad por actuaciones profesionales se precisan dos
requisitos: la independencia y la libertad. El profesional debe ser independiente en el momento
de tomar decisiones y debe ser enteramente libre de ejecutarlas.
Ética y moral
Estos dos términos proceden uno del griego,<êthos> (=carácter), y otro del latin, <mos−moris>
(=costumbre). Ambos tienen la misma raiz semántica y por tanto la misma signi cación original.
Por ello Ética y Moral, etimológicamente, se identi can y se de nen como la “ciencia de las
costumbres”. Sin embargo, con el tiempo ambos vocablos han evolucionado hacia
signi caciones distintas.
El concepto de ética y el de moral están sujetos a diferentes usos dependiendo de cada autor,
época o corriente losó ca. Por este motivo es necesario identi car las características de
ambos términos para poder establecer las distinciones y semejanzas pertinentes.
La moral hace referencia a todas aquellas normas de conducta que son impuestas por la
sociedad, se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y
poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época
histórica. El n último que persiguen estas reglas morales es orientar la conducta de los
integrantes de esa sociedad.
En ambos casos se tratan de normas, de percepciones, y de “deber ser”. Sin embargo, moral y
ética presentan ciertas diferencias:
MORAL ÉTICA
Nace en el seno de una sociedad Surge en la interioridad de una persona, como resultado
y por tanto, ejerce una in uencia de su propia re exión y su propia elección. Pueden
muy poderosa en la conducta de coincidir o no con la moral recibida.
Ejerce presión externa y destaca Destaca la presión del valor captado y apreciado
1. El primer nivel reside en la Moral, es decir, en las normas de origen externo que condicionan
la mentalidad del individuo.
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3. El tercer nivel es la Ética
axiológica como conjunto de
normas originadas en una
persona dada una re exión
previa sobre ciertos valores.
Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante destacar las
principales diferencias entre ellos:
individual/profesional)
Una de las diferencias cuando hablamos de “ética” y “deontologia” es que la primera hace
directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una función
de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la concreción y diseño
de códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se invita al seguimiento de
un camino muy concreto y a la formación ética de los comunicadores.
De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética individual.
Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es la que rige el
comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede situar la ética
profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su actividad laboral. Los
principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos similares a los de la ética
general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y moral de un
código ético, se requiere el estudio de la actividad profesional en si misma y no es su ciente la
labor de un lósofo que desconozca la profesión.
La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas especi cas o
“aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o mal
profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona éticamente
aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus deberes menos en el
ejercicio de sus responsabilidades profesionales. La ética general de las profesiones se plantea
en términos de principios: el principio de bene cencia, el principio de autonomía, el principio
de justicia y el principio de no male cencia El deontologismo plantea los temas éticos en
términos de normas y deberes.
Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los principios
ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las normas aplican los
principios a situaciones más o menos concretas, más o menos genéricas. Las normas suelen
hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea en términos genéricos. Pero también
los principios se hacen inteligibles cuando adquieren concreción normativa y hacen referencia a
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las situaciones en las que se invocan y se aplican. En términos generales un principio enuncia
un valor o meta valiosa. Las normas, en cambio, intentando realizar el principio bajo el que se
subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas situaciones.
Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de aplicación de los
principios sea más amplio y general que las normas especi cas que caen bajo dicho principio.
Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las actuaciones
profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y proporcionar esos servicios
(principio de bene cencia). Como toda actuación profesional tiene como destinatario a otras
personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su dignidad, autonomia y
derechos seria el segundo criterio (principio de autonomia). Las actuaciones profesionales se
llevan a cabo en un ámbito social con demandas múltiples que hay que jerarquizar y recursos
más o menos limitados que hay que administrar con criterios de justicia (principio de justicia).
Y, en todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar a nadie que pueda quedar
implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no male cencia).
La espina dorsal de la que subyacen todas las criticas del periodismo es que este ha dejado de
cumplir con su función principal y propia, es decir, acercar a los ciudadanos la información
necesaria para que puedan tomar mejores decisiones, orientarse en la vida pública, conocer
aquello que no pueden vivir de forma directa y controlar a quienes ejercen el poder. A lo que
hay que sumar, que lejos de garantizar la salud del sistema democrático, la práctica periodística
estaría incluso poniéndolo en la cuerda oja. No es de extrañar, por tanto, que denunciar la
crisis del periodismo, e incluso, pronosticar su desaparición como lo conocemos, sea algo
habitual. Se llega a rmar que la profesión periodística se transformaría en una rama del
espectáculo y hasta su disolución en los bene cios de una tecnología que permitiría la
“autoinformación”.
La materia prima del periodismo es, altamente sensible y frágil, y motivo de disputa de los
poderes públicos, se trata pues de una mercancia valiosa. Es, principalmente, un bien público,
es decir, aquel que corresponde a todos los ciudadanos por el solo hecho de serlo, por lo que
se encuentra al mismo nivel que la educación, la salud o la justicia. Pero esto es asi, según
Bettetini y Fumagalli, siempre y cuando la información sea “verdadera y en algún modo
esencial, mientras que toque temas relevantes, aquellos sobre los cuales es necesario decidir,
tomar partido, tanto en el ámbito público como en el privado”.
La ética está de este modo vinculada a la práctica del periodismo ya que como se ha dicho
antes, si se concibe a la información como un bien público, cuya circulación libre y contenido
veraz e independiente garantizan la vida democrática de una comunidad, el manejo
responsable de esta sensible materia prima es condición de la actividad periodistica. Los
ciudadanos son los encargados de juzgar tanto a periodistas como a medios, ya que ante ellos
deben dar cuenta de la responsabilidad que contrajeron con la sociedad al hacerse cargo de la
tarea de buscar y difundir información. Se trata de un deber constitucional. Sin embargo, los
principales dilemas éticos de los periodistas no están ya en los valores que se enumeran en los
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códigos deontológicos. Por ejemplo, la libertad de expresión puede considerarse un valor
reconocido, al menos legislativamente, en la mayoría de los países democráticos del continente.
Por el contrario, los problemas éticos fundamentales son de origen interno y derivan de la
inédita crisis de identidad que atraviesa la profesión.
Tantos condicionantes, favorecen que los periodistas eviten la re exión, y se limiten a cumplir
la tarea con el único n de retener el puesto de trabajo; en consecuencia, renunciar a su
responsabilidad social y seguir erosionando el único capital capaz de protegernos en épocas
turbulentas: la credibilidad de los ciudadanos.
Más que un código deontológico del periodista general, más que una declaración de principios,
los periodistas necesitan en la actualidad incorporar una conciencia ética y un convencimiento
sobre las implicancias que tiene la tarea de informar, que oriente el trabajo cotidiano y hacer
frente a las presiones a las que la profesión está sometida. Este sentido ético para la práctica
cotidiana solo seria posible si se desarrolla y se comparte y discute con los colegas.
Intercambiar experiencias y debatir los dilemas éticos seria poner en marcha una práctica
saludable, que los periodistas suelen dejar de lado, como re exionar sobre la profesión.
La primera se podría centrar en determinar y per lar el bien de una determinada profesión
(aportación al bien social) y la deontologia, por su parte, se centraría en de nir cuáles son las
obligaciones concretas de cada actividad.
La conciencia profesional
La conciencia humana es individual, pero tiene varias dimensiones: la conciencia re exiva
(porque es consciente de si misma) y la conciencia ética, que añade a la conciencia individual la
condición de ser, además, una conciencia responsable. Es decir, que con la primera cada
persona se relaciona con las demás, pero la conciencia ética nos responsabiliza en la forma de
trato hacia esas otras personas. Además de estas dos hay una clase de conciencia más,
constituida como un concepto muy importante relacionado con la deontologia profesional: la
conciencia profesional.
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Se puede hablar de cuatro niveles de la conciencia profesional:
2) Nivel de los deberes especí cos, aprendidos, asumidos y personalizados por socialización
ética. Cada persona tiene que haberse socializado en el código deontológico de su profesión.
3) Nivel de madurez y equilibrio psíquico. Para que la conciencia profesional pueda funcionar
hay que gozar de un grado de madurez mínimo.
La costumbre son normas que crean una sociedad y que le dan un hecho jurídico palpable.
Tienen al igual que ocurre con las leyes, consecuencias cuando son violadas. El profesional
debe regirse por su código de ética propio, pero también tiene que tener en cuenta un marco
de costumbre.
El sentimiento de responsabilidad
también se puede ir desarrollando
a lo largo de la trayectoria vital y
profesional de una persona.
Una profesión cualquiera debe tener un periodo de aprendizaje, una preparación previa
especializada y casi siempre formal, que se debe completar con una formación permanente
que se completa con el paso del tiempo y la vivencia de distintas situaciones en la vida
profesional a las que enfrentarse.
Colegios profesionales
a) Fijar una serie de criterios de carácter cienti co-funcional para el ejercicio de la profesión,
con el objetivo de dar operatividad y e cacia a las actividades ejercidas en el ámbito cubierto
por las normas establecidas.
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relevancia juridica estatal, lo que otorga a la deontologia ciertas coincidencias con el Derecho
en lo que se re ere a la utilización de un procedimiento judicial.
Retomando la idea de que la deontologia profesional es uno de los órdenes reguladores del
ejercicio de una profesión, en una situación intermedia entre el derecho y la moral, es
necesario hacer una serie de precisiones. Las normas de la deontologia profesional, aun
sentidas como vinculantes entre los miembros del colectivo, se alejan del carácter coercitivo del
derecho. El derecho es siempre coactivo, y la deontologia profesional puede o no imponer
sanciones y, en el caso de aplicarse, son menos graves que las impuestas por el derecho. La
sanción más grave que puede imponer la deontologia profesional es la exclusión de la
profesión.
Por otro lado, las sanciones de la deontologia profesional en aquellas profesiones que no
exigen para su ejercicio la colegiación obligatoria son sanciones sociales difusas; es decir, que
aparte de no llegar al grado de gravedad de la sanción juridica, no tienen por qué estar
necesariamente institucionalizadas. Un ejemplo de sanciones sociales difusas -en este sentido
de informalidad, cercanas a la moral- emitidas por la deontologia puede ser la consideración de
exclusión del colectivo profesional de un miembro, sin llegar ésta a ser una sanción no
formalizada.
Autorregulación
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deontologia, por su parte, puede o no incluir sanciones, y siempre serán menos graves que las
relacionadas con el Derecho (surgidas de instituciones juridicas).
Código deontológico
Los códigos deontológicos quizás sean los mecanismos de autorregulación más conocidos que
se pueden poner en marcha en el ámbito de la comunicación social, la psicología, la medicina,
entre otras profesiones, pero no son el único instrumento: libros de estilo, estatutos de
redacción, convenios, etc., todos contribuyen a que una comunidad profesional je sus propios
límites, en muchos países esta regulación es a través de colegios profesionales.
Contenido
2 Bibliografía adicional
3 Véase también
4 Enlaces externos
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De la variedad de códigos de ética periodísticos, es posible formular una normativa que
sintetice lo fundamental de estos principios éticos:
Esta síntesis de la ética profesional del periodista, aparentemente tan sencilla de comprender,
remite a temas epistemológicos relacionados con las nociones de «verdad» y «objetividad», así
como de «información» y de «valor periodístico», exigiendo una re exión en torno a ellas que
no se puede eludir si se quiere precisar a qué se está re riendo esta regla. Ningún periodista
puede adquirir un compromiso ético al respecto en forma seria, sin re exionar sobre el preciso
signi cado de dichos conceptos, de hecho se trata de algo imprescindible para estos
profesionales.
Hugo Aznar, profesor de Ética Pública y de Periodismo en la Universidad C. Herrera CEU, señala
en su artículo «Los códigos éticos no sirven» que pese a que lo códigos deontológicos
elaborados por distintas entidades y organizaciones son distintos en cuanto a su contenido,
tipología y alcance, todos comparten un objetivo común: sirven para mejorar el tratamiento
informativo de algunas de las cuestiones sociales de mayor actualidad. Además, Aznar en su
libro La comunicación responsable. La autorregulación de los medios expone que la existencia
de un código deontológico se debe al cumplimiento de dos requisitos obvios. El primero, la
capacidad cultural de codi car normas de conducta. El segundo, la existencia de una actividad
profesional que se plantee las normas morales propias de esa actividad.
El mundo de hoy somete a los profesionales a grandes retos, como la inmigración y el racismo,
catástrofes y tragedias humanitarias, con ictos armados, violencia de género, etc., y es en estos
temas donde el periodista debe estar especialmente atento a las recomendaciones vertidas en
los códigos deontológicos.
Bibliografía adicional
Véase también
Deontología profesional
Deontología profesional periodística
Enlaces externos
Resumen
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1991). Nunca se había visto esto porque jamás el modelo de la sociedad había universalizado
este derecho a lo largo del discurrir histórico. Pero, tenemos que tener en cuenta que hoy el
informador está acorralado por un sinfín de alternativas insuperables: está obligado a
transmitir a la sociedad un caudal completo de noticias, información, imágenes etc., pero a su
vez se le somete a todo tipo de prohibiciones convencionales, éticas, morales, jurídicas etc. –
secretos o ciales, de Estado, comerciales y empresariales, etc.-, que le prohíben las más
inspiradas fuentes de datos; debe ser el a su conciencia individual y profesional, pero se le
obliga a respetar los denominados “principios de interés público”, que son, en de nitiva,
“intereses o ciales” de clase política y con una dimensión interesada, exigidos por grupos de
presión y de intereses muy concretos.
Content on the Web: journalistic ethics and information ethics, an inseparable pair for the
expansion of digital journalism
Summary
Never before has the role of information has increased accountability and, in turn, is the
greatest obstacles. Accountability is the reporter assigned to a democratic society, who assert
their fundamental right to be informed truthfully and without concealment premeditated
(Vázquez, 1991). He had never seen this model because they never had universalized society
that right along the historical discourse. But we must bear in mind that the reporter is now
cornered by a host of alternatives insurmountable is obliged to send the company a full ow of
news, information, images etc.., But in turn is subjected to all kinds of prohibitions conventional,
ethical, moral, legal etc. “State secrets of state, business and trade, etc .-, that prohibit the most
inspired data sources, should be faithful to his personal and professional awareness, but was
forced to respect the so-called” principles of public interest ” which are, in short, “governmental
interests” of the political class and a dimension concerned, required by pressure groups and
speci c interests.
Durante miles de años la mente humana se fue conformando para resultar e caz en mundos
chicos: vivíamos en comunidades y tribus muy pequeñas, de treinta o cincuenta personas,
según nos señalan los descubrimientos arqueológicos. Era un mundo de pequeñas
comunidades que se movían en búsqueda de comida, tratando de sobrevivir, los vínculos se
limitaban a la propia familia o la tribu y sus vecinos próximos. El hombre creía conocer todo el
mundo porque conocía su comunidad; ignoraba que existían otras sociedades y moría con la
convicción de que conocía a toda la gente.
Y hoy este fenómeno cambiante que es la imaginación tiene que cambiar de escala, pasar del
mundo chico al mundo grande, El gran esfuerzo que eso requiere no va a cumplirse de un día al
siguiente. He aquí el problema con que chocamos en la actualidad: no somos capaces de
pensar en esas escalas globales y planetarias, pero vivimos en un mundo muy diversi cado,
complicado e inestable donde fácilmente nuestras cosas pueden cambiar como consecuencia
de hechos que no dependen de nosotros.
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El hombre sabe que no tiene in uencia sobre las cosas grandes; se limita a las pequeñas
porque entiende que las puede dominar. Esa tendencia a limitar el pensamiento es un símbolo
de nuestra incapacidad para comprender el mundo en que vivimos, un mundo globalizado.
Pensamos que vivimos en una pequeña aldea, en una calle breve, en una casa, En esos
tamaños se mueve nuestra imaginación. Ésta es la principal de las contradicciones de la mente
humana.
Como periodistas, la tensión entre lo local y lo global nos toca particularmente. Para aquellos
que trabajan en el centro del mundo, todo lo que allí sucede tiene automáticamente calor
central por sí mismo. Pero para los que trabajamos en la gran periferia es muy importante
entender que debemos buscar lo universal en cualquier tema, aquello que revela el mundo
entero en una gota de agua. Porque una gota de agua contiene al mundo, pero hay que saber
encontrar el mundo en una gota de agua.
Cada vez que nos proponemos escribir acerca de un tema, debemos preguntarnos qué tiene de
universal: cuál metáfora, símbolo o signo que nos permita pasar de lo pequeño a lo grande.
Debemos hacer una re exión porque sólo si encontramos este vínculo, este pasaje entre lo
local y lo universal, nuestro texto tendrá peso y valor. Sólo así el lector descubrirá en nuestro
texto, junto a la historia concreta, un mensaje universal, una pista que le ayude a descifrar las
leyes del mundo.
¿Por qué algunos textos pueden vivir cien años y otros textos
mueren al día siguiente de su publicación? Por una diferencia
capital: los textos que viven cien caños son aquellos en los que el
autor mostró, a través de un apequeño detalle, la dimensión
universal, cuya grandeza dura. Los textos que carecen de este
vínculo desaparecen.
R. Kapuscinski nos explica como el ser humano en su memoria genética primitiva sigue viendo
el mundo actual como una aldea, una tribu, un barrio, una calle, donde no cave lo universal
porque no tiene idea de tal cosa.
La realidad actual a puesto al individuo en un con icto que no consigue comprender, como
puede el periodista conseguir entender y escribir una realidad que no vive que no concibe por
cultura moral o religión, pero debe de informar para cumplir así con su misión, pues esto es lo
que sucede cuando desde occidente se cubren noticias, que ocurren allende los mares en
lugares donde no existe un Dios como nosotros lo concebimos, no existe una lengua como
nosotros la hablamos no existe una moral como nosotros vemos, es cuando llegamos a la
conclusión de que somos una aldea, una tribu, un barrio o una calle, pero también somos un
universo, diverso amplio desigual, pero que nos une una cosa, que la humanidad somos todos
y nuestra naturaleza humana nos iguala, nos guste o nos disguste.
Al mismo tiempo, la relevancia de los medios crece a medida que avanza el siglo. Los jóvenes
periodistas que hoy se desempeñan en el pequeño territorio de la prensa escrita van a trabajar
en una civilización donde nuestra tarea importará cada día más por dos razones: la primera,
porque es una profesión a través de la cual se puede manipular a la opinión pública; la
segunda, porque los mecanismos de los medios construyen un mundo virtual que reemplaza al
mundo real.
La manipulación de los modos en que piensa la gente, una práctica de enorme difusión, se
emplea en numerosos sentidos y medidas. Ya no existe la censura como tal, con excepción de
ciertos países; en su lugar se utilizan otros mecanismos –que de nen qué destacar, qué omitir,
qué cambiar- para manipular de manera más sutil. Eso importa a los poderosos de este
mundo, siempre tan atentos a los medios, porque así dominan la imagen que dan a conocer a
la sociedad y operan sobre la mentalidad y la sensibilidad de las sociedades que gobiernan.
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Con respecto a la construcción del mundo virtual, es valioso recordar que hasta 30 ó 40 años
atrás hombres y mujeres conocíamos la historia que nos enseñaban en las escuelas y a través
del relato de nuestras familias, dos vertientes que formaban parte de la memoria colectiva de
las sociedades a las que pertenecíamos. Hoy, en cambio, con el desarrollo de los medios,
vivimos en un mundo donde la historia se ha vuelto doble, donde conviven dos historias
simultáneas: aquella que aprendimos en la escuela y en la familia, de manera personal, y la que
nos inculcan los medios, que jamos – a veces subconscientemente- a través de la televisión, la
radio, los métodos de distribución electrónica. El gran problema se presenta cuando, con el
tiempo, esta acumulación de construcciones de los medios nos hace vivir cada vez menos en la
historia real y cada vez más en la cticia. Es la primera vez que algo así ocurre a la humanidad.
Enfrentamos un fenómeno cultural del que no sabemos cuáles podrán ser sus consecuencias.
Millones y millones de personas en todos los continentes aprendieron una historia irreal de
esos acontecimientos a través de las noticias que mostró la televisión. Esa construcción cticia
fue la única historia que conocimos, la única que hubo y quedó, porque las voces alternativas –
los pocos libros que aparecieron sobre Ruanda de antropólogos, sociólogos y otros
especialistas- no pueden ofrecer la misma accesibilidad que los medios masivos. La gente
común conoce la historia del mundo a través de los grandes medios.
Como ésa, cada vez más historias virtuales ocupan el lugar del mundo real en nuestro
imaginario. Esas manipulaciones nos alejan de las historias y problemas reales que suceden en
las diversas civilizaciones. Vivimos en un mundo de tantas culturas que solamente un reducido
grupo de especialistas es capaz de entender y aprender algo de lo que está pasando. El resto
accede al discurso fragmentado y super cial que los grandes medios condensan en un minuto:
se trata de un problema que seguiremos sufriendo mientras las noticias muevan tanto dinero,
estén in uidas por el capital y compitan como productos de los dueños de los medios.
Hemos pasado por varios siglos de evolución, tenemos cuenta de todo lo acontecido a través
de la historia, desde que el humano es capaz de plasmar de alguna manera lo que le acontece
en su entorno próximo, utilizando diferentes plataformas de comunicación como la pintura
rupestre, jeroglí cos, creación de alfabetos, arquitectura, arte y toda forma de comunicación
humana.
En pocos años, las nuevas tecnologías han revolucionado los métodos tradicionales con los que
contaba el hombre hasta el momento, para comunicarse, radio televisión y prensa escrita.
Hoy en día en Internet nos es posible conseguir todo tipo de información que necesitemos.
Desde información de un personaje publico hasta información de cualquier ciudadano
anónimo, podemos hacernos con un artículo escrito y publicado hace días incluso meses,
información histórica literaria, cientí ca etc. La inmensa cantidad de datos que transitan por la
“superautopistas de la información” nos hacen en muchas ocasiones la vida más fácil para
quienes necesitamos información al momento sin tener que recurrir a las vías hasta hace unos
años usadas (bibliotecas, centros de documentación, museos, Hemerotecas etc.).
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los usuarios de Internet, las empresas del sector las primeras interesadas en limpiar de escoria
la Red.
Según Lucía Marín por lo general, la información que el usuario encuentra en Internet es
legítima y le reportará numerosos bene cios. Pero la realidad demuestra que un porcentaje,
reducido si cabe, de las informaciones que se puede encontrar en su navegación son
potencialmente ilícitas o nocivas.
Pero es necesario comenzar aclarando cual es la diferencia que existe entre ilícito y nocivo, ya
que ambos conceptos son relativos. Ni toda la información es considerada ilícita por los
mismos estados, ni toda es nociva o perjudicial para todas las personas.
Son contenidos ilícitos los merecedores de una respuesta penal: la utilización de Internet para
la difusión de pornografía infantil, la difusión de contenidos racistas o xenófobos, la apología
del terrorismo, las difamaciones o las violaciones de la propiedad intelectual. Son nuevas
formas de ataque a valores jurídicos protegidos: la libertad e indemnidad (libre de daños o
perjuicios) sexual, la dignidad humana, el derecho al honor o el derecho de propiedad
intelectual. Existe cierto consenso entre los estados occidentales en cali car como delito este
tipo de contenidos.
Por el contrario, no lo hay para los contenidos nocivos. Éstos, aunque dañinos para
determinadas personas en base a sus valores éticos, religiosos o políticos, no son merecedores
de respuesta penal.
Aunque los ejemplos que pueden encontrarse de contenidos ilícitos y nocivos en la Red pueden
ser numerosos, hay que destacar que las acciones que han despertado más atención y
reacciones más intensas han sido todas aquellas relacionadas con la pornografía, y en especial
con la pornografía infantil.
Son los proveedores de contenidos los responsables civil y penalmente por actos propios, esto
es un principio general del derecho, reconocido en todas las legislaciones. El problema esta
cuando el proveedor de contenidos ilícitos se ampara en el anonimato, en estos casos la
posible responsabilidad recae en los intermediarios técnicos a los que difícilmente se les puede
aplicar los criterios tradicionales de la prensa escrita, que no sirven en las redes digitales dada
la fugacidad de los contenidos y la di cultad de localizar el origen o el destino de la
información.
En una era en la que la tecnología aparece como condición esencial de posibilidad y como
característica de éxito para lo que se emprenda, quedan atrás otras posibilidades que hasta el
momento se han utilizado y que son inherentes a la condición humana.
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J. Del Arco habla de la necesidad de una cuarta generación de Derechos Humanos : El
desarrollo social y moral del ser humano no ha sido nunca opaco al desarrollo de las realidades
técnicas cientí cas. Dichas realidades se constituyen como condición de posibilidad para el
cambio social, la emergencia de nuevos valores, la aparición de nuevos paradigmas éticos y, en
de nitiva, el advenimiento de nuevas formas de organización social. Por esa razón resulta
necesario re exionar constantemente sobre el sentido de la relación entre los desarrollos
técnicos y el entorno humano. Resulta evidente constatar que la tecnociencia está presente
como uno de los hechos con guradores de la realidad actual, y que el mundo ha cambiado de
forma sustancial a partir de ese impulso. Pero también debemos entenderlo como un
fenómeno multidimensional que proyecta su in uencia de una manera directa sobre las
realidades morales, psicológicas y sociales. Es por esta razón por la que según el profesor
Manuel Maceiras es necesario considerar dos programas de acción distintos pero
convergentes. El primero, de carácter teórico, estudia la forma en que la tecnociencia está
modelando la identidad y la conciencia humanas. Los nuevos medios técnicos extienden el
ámbito de la expresión y la comunicación a otros espacios hasta ahora vedados a los
individuos. El segundo objetivo es de carácter político pragmático, y nos previene frente a la
necesidad de elaborar políticas coherentes que reconozcan las nuevas necesidades humanas
para aprovechar dichos medios, y los nuevos derechos que son inherentes al suceso mismo del
vivir en una sociedad tecnológica, son las llamadas exigencias políticas de la tecnociencia.
Los llamados derechos de la solidaridad constituyen una tercera generación que se concreta en
la segunda mitad del siglo XX. Esta vez, su motor impulsor será la acción de determinados
colectivos que reclaman legítimos derechos. Se comienzan a con gurar en forma de
declaraciones sectoriales que protegen los derechos de colectivos discriminados grupos de
edad, minorías étnicas o religiosas, países del Tercer Mundo, que estén afectados por alguna de
las múltiples manifestaciones que cobra la discriminación económica social. La globalización
económica, así como la ideológica y simbólica, la transición de la sociedad de información a la
sociedad del conocimiento, la integración del mundo a través de la extensión universal de los
medios de comunicación de masas, así como los fenómenos de multiculturalismo provocado
por los ujos migratorios, son claros síntomas de que algo sustancial está cambiando.
El gran atractivo de Internet es su naturaleza abierta. Los intentos de restringir el libre ujo de
información en Internet, así como los intentos de restringir lo que puede decirse por el
teléfono, supondrían una limitación onerosa y nada razonable de los bien establecidos
principios de intimidad y libertad de expresión. La aparente inmaterialidad de los ataques
precisa otras formas de análisis. En el mundo real, los ataques a los derechos humanos en
forma de acciones políticas tienen una traducción casi inmediata en términos de hambre,
discriminación, ujos migratorios o de refugiados, recorte de libertades civiles, etc. En el
ciberespacio, dichas acciones cobran incierto carácter de invisibilidad frente al escrutinio
público. La contaminación del aire, de la tierra o del agua puede ser mensurada de forma
objetiva a través de dispositivos y aparatos diseñados a tal efecto, y los datos así obtenidos
pueden constituirse en infraestructura de políticas de regeneración del medio ambiente.
Por el contrario, no resulta tan sencillo medir el grado de contaminación o intoxicación en una
información, o detectar en un producto audiovisual el modelo de sociedad o los valores que se
transmiten de forma soterrada. No resulta sencillo, por ejemplo, evaluar el impacto
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discriminatorio que pueda subyacer en una política
educativa que puede tener como efecto la laceración de
distintos niveles de capacidad de acceso y uso de los
medios informáticos y telemáticos por parte de
estudiantes de diferentes clases sociales.
Por otro lado, los regímenes democráticos también han percibido que Internet aparece como
uno de los foros públicos donde los ciudadanos tienen una mayor capacidad de organización
horizontal, donde pueden quedar en entredicho los tradicionales intereses de los actores
sociales que han monopolizado habitualmente el acceso a los medios de comunicación e
intentan actuar en consecuencia para mantener su in uencia social. En este caso no nos
encontramos con medidas empresariales o gubernamentales abiertamente contrarias al
derecho a la libre expresión de las ideas, pero sí con campañas de sensibilización social sobre
una serie de conductas delictivas llevadas a cabo a través de Internet –pornografía infantil,
propaganda racista, apología del terrorismo y la violencia, etc.- que parecen pedir a gritos la
censura previa y la catalogación de los contenidos de las páginas Web en supuesta defensa de
los valores morales. Que quede claro: nos oponemos, por inmoral y represora de las libertades
básicas, a cualquier medida reaccionaria de corte ultraconservador o fundamentalista tanto en
su vertiente política (dictaduras, democracias puritanas y ultraconservadoras) como religiosa
(neocatólica, protestante-radical, musulmana o sionista) que propugne restricciones a la libre
circulación de la información y las personas por Internet, porque es mucho peor el remedio que
la posible enfermedad.
En conclusión, como nos re ere Jesús Mosterín en su libro La naturaleza humana, la realidad es
compleja, y diferentes puntos de vista son a veces requeridos para dar cuenta de sus diferentes
aspectos. Nuestra conciencia moral ha de tener en cuenta la diversidad de nuestros problemas
morales, y ha de ser lo su cientemente exible como para adoptar diferentes perspectivas para
tratar de problemas distintos. Algunas de las teorías éticas funcionan bien a ciertos niveles,
pero son inútiles en otros. Por ejemplo, la ética Kantiana enfatiza el efecto de nuestras acciones
en los demás humanes, pero se olvida de sus efectos en nosotros mismos o en la biosfera.
En general, los enfoques contractualistas de la ética sirven para realizar cuestiones como el
cumplimiento de las promesas o el pago de las deudas, pero fracasan cuando se aplican a
nuestras relaciones con los infantes o con los animales. El utilitarismo analiza bien alguna de
estas cuestiones, pero no proporciona una plataforma able para asegurar las libertades
individuales o para enfocar la problemática ecológica. Ninguna teoría ética simple es la panacea
de todos los problemas morales. El con icto moral entre perspectivas o intuiciones diferentes
es a veces inevitable. A lo más que podemos aspirar es a alcanzar un compromiso práctico, que
tenga en cuenta todos los aspectos relevantes de la cuestión.
La Física ha avanzado mucho más que la ética, pero ni siquiera en física hemos logrado la teoría
uni cada; mucho menos en ética. No existe la teoría o esquema ético que solucione todos
nuestros problemas morales por aplicación uniforme del mismo principio, regla o fórmula. En
física aplicamos teorías distintas en campos diversos: en cosmología usamos la teoría general
de la relatividad, pero en física de partículas preferimos la teoría cuántica de campos. El
enjuiciar las actuaciones humanas no es más sencillo que el describirlas. No hay teoría social ni
fórmula simple que nos permita resumir y predecir la conducta humana en todos sus detalles.
Si la hubiera, no necesitaríamos leer el diario para enterarnos de lo que pasa; nos bastaría con
hacer deducciones a partir de la fórmula. Tampoco (todavía menos) hay una fórmula simple
que resuma la ética. Las ofrecidas hasta ahora no funcionan más que en ciertos casos. Ojalá
hubiera tal fórmula mágica, tal máquina conceptual de justi car morales. Nos ahorraría
muchos dilemas y quebraderos de cabeza. Mientras no se encuentre, tendremos que seguir
reconstruyendo inacabablemente nuestra propia moral, como en la metáfora del barco de
Neurath, que se va reconstruyendo mientras navega; tendremos que seguir avanzando a
tientas en la oscuridad, por ensayo y error, echando mano en nuestras deliberaciones de todos
los heteróclitos recursos de los que disponemos, desde nuestras inclinaciones congénitas hasta
nuestras teorías losó cas, desde los datos cientí cos objetivos hasta nuestra subjetiva
experiencia de la vida, desde el cálculo hasta la compasión. Ojalá fuera todo más sencillo, pero
no lo es.
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Por lo precisado con anterioridad de lo difícil por no decir imposible, que le resulta al ser
humano el ponerse de acuerdo, y re exionar sobre la ética o moral casualmente por la visión
diferente que cada uno tiene del otro, es esta una misión arto difícil, intentada por el hombre
desde que este puede comunicarse de alguna forma hasta hoy en día pero sin mayor éxito.
Bibliografía
KAPUSCINSKI, R. (2005): Los cinco sentidos del periodista (estar, ver, oír, compartir,
pensar) Ediciones APM, Madrid
DEL ARCO, J. (2004): Ética para la sociedad de la red. Ed. Dykinson, S.L., Madrid
MARÍN L. (2000): Los contenidos ilícitos y nocivos en internet Ed. Fundación Retevisión,
Madrid
MOSTERÍN, J. (2006) La naturaleza humana Ed. Espasa Calpe, Madrid
Notas
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