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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE ZACATECAS

“FRANCISCO GARCÍA SALINAS”

UNIDAD ACADÉMICA DE DERECHO

DERECHO DEL TRABAJO II

“EL DERECHO LABORAL Y EL SINDICALISMO EN MÉXICO”

Alumna: Andrea Sofía Elizabeth Sánchez Dueñas


7° “I”

Dr. José Pedro Enrique Herrera Hernández

Introducción
En este trabajo abordaremos el surgimiento del derecho laboral en México que va
de la mano con los Sindicatos, sus antecedentes, entre otras cosas que forman
hoy en día los pilares de las luchas sociales sindicales de nuestro México actual.

Este tema es de suma importancia puesto que el derecho del trabajo nos va a
ayudar a establecer una relación digna entre obrero y patrón, dándoles a los dos
los beneficios que desean obtener de dicha relación sin ‘perjudicar la integridad
del otro. Y los Sindicatos son un medio para que esta relación se lleve a cabo de
la mejor manera o intervenir si alguno de los dos incumple su parte.

En teoría eso debería de ser, pero conforme vaya avanzando este trabajo, nos
iremos dando cuenta de la falta tan grave que han hecho los sindicatos en su
mayoría a la gente obrera, no favoreciéndoles en ninguno de los sentidos, es por
eso que hoy en día la mayoría de las personas desconocen la función verdadera
que debieran tener los sindicatos y los relacionan con todo lo contrario a lo que
debería ser su función, pero se podría decir que los sindicatos se lo han ganado a
pulso por el mal manejo que han hecho de defender la integridad de la gente
obrera.
Para comenzar con lo que nos concierne que son los sindicatos, empezare
primero por desmenuzar algunos de los antecedentes del derecho laboral, puesto
que creo son de relevancia ya que este es el que le da vida a los sindicatos.

Derecho Laboral antecedentes anteriores a 1810

En lo general la mayoría de los autores señalan que el derecho laboral tiene sus
antecedentes en el siglo XX después de la revolución de 1910 que dio paso a que
se conformara la constitución de 1917 que fue donde se conformó este derecho
como tal, por lo tanto los sucesos anteriores a esta fecha de relevancia vienen
siendo mínimos, casi inexistentes y no tienen tanta relación con lo que llevamos
actualmente, pero es importante saberlos para tener una mejor noción de cómo
han ido evolucionando las cosas hasta nuestra actualidad.

“Estos acontecimientos comprenden propiamente dos periodos de la historia


nacional: el que podría denominarse pre colonial y el colonial.

El primero comprendería los años anteriores a la conquista de México por

España, y el segundo, de este acontecimiento al inicio de la lucha por la

Independencia.”1

El periodo Pre colonial

Este comprendería del los años 1521 a 1821, este último el año en que se
consuma la independencia.

Dos son los ordenamientos que se citan en este periodo de la historia de México,
que tienen alguna relación con el fenómeno de la prestación de servicios: las
Leyes de Indias y las Ordenanzas de Gremios.

1
Márquez Guerrero Porfirio “Fuentes y Antecedentes del Derecho mexicano del trabajo” p. 3
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3684/12.pdf
Se menciona como prestación de servicios puesto que en los documentos
políticos encontrados de esas fechas no mencionan alguna relación laboral o
dicha con ese nombre, por eso se toman estos dos que son lo que se asemeja a
un ordenamiento de las relaciones laborales.

Como señala Mario de la Cueva, el autor mexicano más importante de todos los
tiempos en el derecho mexicano del trabajo, “en las Leyes de Indias España creó
el monumento legislativo más humano de los tiempos modernos. Esas Leyes,
cuya inspiración se encuentra en el pensamiento de la reina Isabel la Católica,
estuvieron destinadas a proteger al indio de América, al de los antiguos imperios
de México y Perú, y a impedir la explotación despiadada que llevaban a cabo los
encomenderos...” 2

Pero como señalan los autores en estos ordenamientos no existe algo que denote
la igualdad entre indio y amo, más bien serian como actos de misericordia que
podía tener el amo hacia su esclavo indio.

Por otra parte tenemos las Ordenanzas de los Gremios, pero estas estaban en su
mayoría dirigida a los españoles, puesto que en casi todo el ordenamiento se
excluyen a los negros e indios, pero las condiciones laborales no eran el objetivo
principal de este ordenamiento, si no la de distribuir la capacidad de consumo
entre los habitantes de la ciudad.

Este ordenamiento dejó de tener vigencia aun antes de la independencia, cuando


las Cortes establecieron la libertad de trabajo y de industria, mediante Ley del 8 de
junio de 1813.3

Los Antecedentes de 1810 a 1910

Como se ha apuntado anteriormente, el lapso de cien años antes referido es


susceptible de dividirse en varios periodos: el que va de 1810 a 1821, que
corresponde propiamente a la guerra de independencia, pero durante el cual

2
Ibídem p6
3
Ibídem p 8
fueron expedidos diversos documentos de gran importancia; el comprendido de
1821, aunque tal vez más propiamente de 1824, año en que se expide la primera
Constitución realmente vigente, hasta 1857 en que se expide la segunda
Constitución Federal, periodo durante el cual se suscitan múltiples movimientos
políticos y militares, así como documentos jurídicos de interés; finalmente, el que
comprende de 1857 a 1910, en que se inicia la Revolución Mexicana, periodo
dentro del cual se producen acontecimientos de gran trascendencia, tales como la
Guerra de Reforma, la llamada “intervención francesa”, la dictadura del general
Porfirio Díaz, dentro de la que se encuentran ya las primeras manifestaciones
sociales que constituyen antecedentes directos e inmediatos a la propia
Revolución.

En estos solo hare mención, puesto que si bien son de relevancia notoria, lo que
más nos interesa de este trabajo es ver la historia y evolución de los sindicatos
que mencionare a continuación.

Orígenes del Sindicalismo Mexicano

Estos se remontan a la segunda mitad del S. XIX, fue en esta época del
capitalismo industrial donde los trabajadores empezaron a revelarse pese a las
condiciones tan desfavorables que existían en los centros de trabajo que en forma
unilateral y arbitraria fijaban los dueños de las fábricas, minas y talleres y que
tenían que ver con la duración de la jornada, tarifas, salarios, comportamiento
durante la jornada e incluso con la moral de los trabajadores.

Con jornadas extensas de trabajo desde 14 a 16 horas diarias, salarios bajísimos,


malos tratos del patrón que incluso llegaban hasta a agredir físicamente a sus
trabajadores, así como condiciones de trabajo insalubres y peligrosas, y a todo
esto agregarle que no tenían ninguna ley que los protegiera.

Los trabajadores de las minas protagonizaron gran cantidad de luchas —motines,


huelgas— desde la época colonial, pero fueron los obreros textiles quienes en
forma más organizada y después de pasar por una etapa de mutualismo,
transformaron esas sociedades de ayuda mutua en organismos de resistencia.
Fue entonces que se inicia la larga lucha por la reducción de la jornada, mejores
salarios, mejoras en las condiciones de trabajo y el reconocimiento de sus
organizaciones de clase. Durante este periodo se llevaron a cabo muchas
huelgas, entre las que destacan las realizadas en las fábricas textiles de San
Ildefonso y La Colmena (1865), en el Estado de México; La Fama Montañesa
(1868), La Hormiga (1875), en el Distrito Federal; El Mayorazgo y La Economía,
en Puebla y la Trinidad en Tlaxcala (1884). En otros sectores también se
realizaron huelgas importantes como la de los mineros de Real del Monte en 1872,
en Pachuca, Hidalgo y la del mineral de Pinos Altos, Chihuahua, en 1883; los
artesanos, por su parte, llevaron a cabo varias huelgas, la más conocida fue en la
rama de la sombrerería en 1875. Ya casi al final del siglo se incorporaron a la
lucha los ferrocarrileros, otro de los sectores más combativos, y sobre todo
solidario, de la clase obrera mexicana.4

Todas estas confrontaciones se empezaron a dar en masa por que los


trabajadores notaron que en lo individual se encontraban en desventaja contra al
patrón, pero si lo hacían en grupo tenían mas oportunidad de que se les hiciera
caso o mejor dicho se hiciera lo justo.

Pero esto no fue nada fácil y hasta cierto punto fue peligroso ya que al principio el
asociarse de esta manera era considerado un delito, un ejemplo de esto fue que
con la llegada de Porfirio Díaz al poder las organizaciones obreras fueron
fuertemente deprimidas al grado de que la mayoría desapareció, ya que
asesinaban a sus dirigentes, entre otras cosas.

Porfirio Díaz al establecer su “paz” se dedico a industrializar el país dejando entrar


a empresas extranjeras y ellas eran la que controlaban en gran medida la
economía del país y fue bueno en cierto punto por que creció la economía, pero
no fue bueno para toda la población, al contrario ahí se pudo dar una connotación

4
González Guerra José, Gutiérrez Castro Antonio, “El sindicalismo en Mexico, Historia, Crisis y perspectivas”
p 14
http://www.relats.org/documentos/LyR.Mexico.CENPROS.pdf
de la gran diferencia de clases que había en México, los ricos se hacían más ricos
y los pobres más pobres.

Esta situación de miseria, desigualdad y opresión política, fue creando un gran


descontento en la población, sobre todo entre los campesinos y los obreros que en
muchas ocasiones recurrieron a formas de lucha pacíficas, pero por la cerrazón
del régimen con frecuencia derivaron en francas sublevaciones en contra del
dictador. La prensa obrera, pese a las restricciones y persecuciones que
enfrentaba, resurgió nuevamente con periódicos como Regeneración, Diario del
Hogar, El Hijo del Ahuizote, Vésper, La Voz de Juárez, El Colmillo Público,
etcétera. Ejemplos de estas luchas que adquirieron características
insurreccionales, fueron las huelgas de Cananea en 1906 y de Río Blanco en
1907. En la preparación y organización de estas huelgas tuvieron un papel
relevante los militantes del Partido Liberal Mexicano, fundado por un grupo de
revolucionarios encabezados por Ricardo Flores Magón y cuyo objetivo era el
derrocamiento de la dictadura porfirista. 5

Todas estas luchas eran deprimidas con cárcel, y hasta la muerte, y con la cual la
población cada vez estaba en mas descontento y no fue hasta en el año de 1910
con la reelección que la población llega a un hartazgo y se inicia la revolución.

Pero esto trajo consigo otra lucha de poderes entre los dos bandos que por obvias
razones afectaba a la población, fue por eso que En los meses de octubre y
noviembre de 1914 se llevó a cabo una convención en Aguascalientes tendiente a
lograr un acuerdo entre las diferentes facciones que se disputaban la dirección del
movimiento. No fue posible lo anterior pues las posiciones de unos y otros eran
prácticamente irreconciliables, sobre todo entre las sostenidas por Carranza y
Obregón, por un lado, y las de Villa y Zapata por el otro.

La situación en la ciudad de México se volvió caótica con la entrada y salida de


tropas de una u otra facción; empezaron a escasear los productos de primera
necesidad y los comerciantes sólo aceptaban el papel moneda emitido por las
fuerzas que tuvieran el control de la ciudad. Ante esto, los trabajadores optaron
5
ibídem p 19
por demandar el pago de sus salarios en oro; para lograrlo, la Federación de
Sindicatos Obreros del Distrito Federal —surgida en estos años— y el Sindicato
Mexicano de Electricistas, convocaron a una huelga general, misma que se llevó a
efecto durante los meses de julio y agosto de 1916. Ésta fue reprimida duramente,
los dirigentes fueron acusados de traidores y recluidos en la cárcel; amenazados
con pasarlos por las armas aunque finalmente los dejaron libres, menos al
dirigente del SME, Ernesto Velasco, que permaneció preso hasta 1918. 6

Las actividades políticas de los Flores Magón entre 1900 y 1910 son consideradas
precursoras de la Revolución mexicana promovida por el movimiento anti
reeleccionista de Francisco I. Madero, sin embargo cabe señalar que aunque
Jesús simpatizaba con Madero e incluso llegó a colaborar con él en su gobierno
provisional, Ricardo y Enrique no compartían el proyecto Maderista.

En el exilio desde 1904, Ricardo y Enrique impulsaron la creación del Partido


Liberal Mexicano (PLM) que publicó su Programa en 1906 en Saint Louis,
Missouri y desde esa época comenzaron a organizar una revolución
social mediante insurrección y huelgas para derrocar el gobierno de Porfirio Díaz.
Así, los Flores Magón a través del PLM influyeron y promovieron la Huelga de
Cananea y de Río Blanco, la Rebelión de Acayucan y varias insurrecciones en
pequeños poblados del norte del país como parte de un plan para extender la
revolución a todo el territorio nacional. Sin embargo tanto el gobierno de Díaz
como el de Roosevelt en los Estados Unidos persiguieron y reprimieron
implacablemente el movimiento insurreccional del Partido Liberal.

En 1908 organizaron nuevas insurrecciones en la frontera con los Estados Unidos


que fueron derrotadas por falta de recursos y organización.

La huelga de Cananea, Sonora, ocurrió en junio de 1906, destacándose como los


aspectos más importantes que los trabajadores solicitaban la determinación de
una jornada de trabajo de ocho horas; el trato igual para los trabajadores
mexicanos en relación con los extranjeros; la concesión de un salario mínimo, así
como la destitución de algún trabajador de confianza de la empresa Cananea
6
Ibídem p 20
Consolidated Cooper Co. Por otra parte, las peticiones de los trabajadores fueron
apoyadas a través de una manifestación, la cual fue reprimida por elementos de la
empresa, y según se dice, con la intervención de fuerzas armadas extranjeras,
provenientes del estado de Arizona en los Estados Unidos de América, lo que
provocó muertos y heridos entre los trabajadores, principalmente.

Estos acontecimientos vienen a crear un ambiente de descontento e indignación


en contra del régimen, que contribuyó a provocar años más tarde el movimiento
revolucionario que finalmente derrocaría al general Díaz. La huelga de Río Blanco,
Veracruz, se produjo en enero de 1907 y fue la culminación de otros
acontecimientos, entre los que destacan: la creación de una organización patronal
en los estados de Puebla y Tlaxcala; la elaboración de un reglamento patronal,
sumamente lesivo para los trabajadores; la declaración de una huelga en
diciembre de 1906; el sometimiento del conflicto al presidente de la República,
general Porfirio Díaz; la declaración de un paro patronal para evitar la solidaridad
de otros trabajadores de la misma industria textil; el laudo pronunciado por el
presidente de la República el 4 de enero de 1907, que resultó esencialmente
favorable a las empresas; la negativa por actos de violencia por parte de éstos,
que incluye el ataque a la tienda de raya, propiedad de un francés apellidado
Garcin; finalmente, la represión por parte del ejército. Respecto de los
acontecimientos de orden estrictamente político, vinculados a los problemas
laborales, destaca el Programa del Partido Liberal Mexicano, dirigido por Ricardo
Flores Magón y lanzado el 1o. de julio de 1906. En el Programa de referencia
destaca la fijación de una jornada máxima de ocho horas; de un salario mínimo de
un peso ($1.00) para la generalidad del país; la reglamentación de algunas
actividades especiales; la prohibición del empleo de los menores de catorce años;
el otorgamiento de alojamientos higiénicos a los trabajadores, cuando la
naturaleza del trabajo lo requiera; la determinación de la responsabilidad patronal
en caso de accidentes de trabajo y el consecuente pago de indemnizaciones;
algunas medidas de protección al salario, tales como la prohibición de imposición
de multas o de practicar descuentos a los salarios, supresión de tiendas de raya y
obligación de pago del salario en efectivo; limitación de la contratación de
trabajadores extranjeros; respeto al principio de igualdad del salario, así como el
establecimiento del descanso semanal obligatorio. Como puede verse, los
principios contenidos en el Programa citado fueron considerados en la redacción
del artículo 123 constitucional, del cual se convierte en antecedente directo.

Una vez derrotadas las fuerzas de Villa y confinadas en Morelos las de Zapata, en
septiembre de 1916, Venustiano Carranza, convocó a un Congreso Constituyente
para debatir y aprobar una nueva Constitución. En el Congreso participaron
solamente dos corrientes, una formada por los carrancistas y la otra por los
obregonistas, aunque en ésta última participaron diputados como Francisco J.
Múgica, Heriberto Jara y algunos representantes obreros, que fue determinante
para que al final se aprobara una versión muy avanzada de Constitución, diferente
al proyecto mandado por Carranza, destacando artículos como el 27 y 123, que
recogieron las demandas más sentidas de los trabajadores del campo y la ciudad.

Fue aquí donde se establece también el reparto justo de tierras entre los
campesinos y los ejidos que vienen siendo un tipo pequeño de sindicatos.

Con el tiempo se entró a una etapa de tolerancia, y para posteriormente llevar el


derecho de constituir sindicatos a un plano de reconocimiento como Derecho
Humano, siendo reconocido así por el artículo 23 de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos en su cuarto punto que a la letra dice; “Toda persona tiene
derecho a fundar sindicatos y a sindicarse para la defensa de sus intereses”, así
como por ordenamientos como el Convenio número 87 de la Organización
Internacional del Trabajo.

En diciembre de 1916 las diputaciones de Veracruz y de Yucatán presentaron


reformas al proyecto en las que propusieron algunas normas concretas en favor
de los trabajadores, como el principio de la jornada máxima de ocho horas, el
descanso semanal o hebdomadario, así como la prohibición del trabajo nocturno
industrial de las mujeres y de los menores. A partir de entonces, diversos
diputados debatieron en las sesiones del Congreso Constituyente, algunos
defendiendo las posiciones tradicionales y con ello el proyecto original, como
Fernando Lizardi, quien fuera catedrático y director de la Facultad de Derecho de
la UNAM; otros proponiendo reformas para incorporar expresamente los derechos
laborales a la Constitución, como Héctor Victoria de Yucatán; Heriberto Jara de
Veracruz; Froylán Manjarrez de Puebla, quien planteó que se dedicara un capítulo
o título de la Constitución a las cuestiones de trabajo; Alfonso Cravioto de Hidalgo,
quien propuso la idea del derecho constitucional del trabajo como los nuevos
derechos de la persona obrera, paralelos a los viejos derechos del hombre. Una
vez que Carranza tuvo noticia del debate, encargó a José Natividad Macías,
diputado por el estado de Guanajuato, que apoyara la adopción de un título
especial sobre el trabajo, constituyéndose una comisión con Pastor Rouaix,
entonces secretario de Fomento, el licenciado Lugo y el diputado Rafael de los
Ríos del Distrito Federal, que formuló el anteproyecto que después de algunos
cambios y ajustes se convirtió en el artículo 123, el cual fue aprobado el 23 de
enero de 1917 por unanimidad de votos.

Entonces podemos ver que la constitución de 1917 vino a ser el cambio notorio
para las condiciones de los trabajadores pero en los periodos siguientes se
siguieron dando muchas huelgas porque no en todos los casos los patrones
respetaban lo dictado o aún faltaban derechos que implementarles a los
trabajadores.

Hay una época conocida como la edad de oro del movimiento sindical que fue en
la década de los treinta.

La crisis económica que estalló en todo el sistema capitalista a partir de 1929 y


que se prolongó hasta bien entrada la década, también afectó a México. De
manera que las organizaciones sindicales reaccionaron con acciones y
movilizaciones para resarcir la pérdida del poder adquisitivo de sus salarios, pero
además, invocando la Ley Federal del Trabajo de 1931, empezaron a exigir la
firma de contratos colectivos en las empresas y la sindicalización de los
trabajadores, de manera que en varios sectores se llevaron a cabo procesos de
unidad que culminaron con la constitución de sindicatos nacionales como el
ferrocarrilero en 1933, el minero metalúrgico en 1934, el petrolero en 1935 y la
Confederación de Trabajadores de México en 1936. La crisis económica y social
en que se debatía el país, vino a complicarse con las declaraciones de junio de
1935, del llamado “Jefe Máximo de la Revolución”, Plutarco Elías Calles, donde
criticaba las luchas, movilizaciones y huelgas de los trabajadores tachándolas de
7
“injustifi cadas” y pidiendo mano dura al gobierno de Lázaro Cárdenas.

El movimiento sindical reaccionó inmediatamente y a convocatoria del Sindicato


Mexicano de Electricistas, se reunieron las organizaciones sindicales más
representativas (menos la CROM y la CGT, consideradas callistas) y después de
varios días de discusiones acordaron constituir el Comité Nacional de Defensa
Proletaria (CNDP) y firmar un Pacto de Unidad entre las organizaciones
participantes. Dicho Pacto contenía, entre otros puntos, llevar a cabo un Congreso
Nacional Obrero Campesino para unificar al proletariado en una sola central
nacional.

Del 21 al 24 de febrero de 1936, se llevó a cabo el Congreso Nacional de Unifi


cación Obrera y Campesina convocado por el Comité Nacional de Defensa
Proletaria. Participaron en este Congreso las organizaciones integrantes de este
comité, como fue el caso de la CSUM, con fuerte presencia de líderes comunistas
como Valentín Campa, la Confederación General de Obreros y Campesinos de
México (CGOCM), creada en 1933 por Vicente Lombardo Toledano y la Cámara
Nacional del Trabajo, así como los grandes sindicatos nacionales de industria
(petroleros, mineros, electricistas, ferrocarrileros). Después de aprobar sus
estatutos y elegir al primer comité ejecutivo, surgió la Confederación de
Trabajadores de México (CTM), con Vicente Lombardo Toledano como secretario
general, teniendo como lema: “Por una sociedad sin clases”. La intención era, en
principio, que las organizaciones campesinas se adhirieran a la nueva central,
pero el presidente Cárdenas salió al paso y dijo que los campesinos formarían su
propia organización, surgiendo así la Confederación Nacional Campesina (CNC).
Después de la embestida,
7
Ibídem P 24
Después de la embestida callista contra el movimiento sindical y el gobierno de
Cárdenas, fueron algunos sectores patronales los que se sumaron a esta
campaña. El pretexto fue la huelga en la Vidriera Monterrey. Los trabajadores de
la Vidriera se habían organizado en un sindicato que se incorporó a la CGOCM.
En seguida emplazaron a la empresa por firma de un contrato colectivo, ante la
negativa patronal, estallaron la huelga el 1 de febrero de 1936. Los dueños de
empresas, bancos, comercios, medios de comunicación, la jerarquía católica y
hasta la CGT, emprendieron una campaña de presión y de calumnias en contra de
los trabajadores huelguistas. Hay que tomar en cuenta que en Monterrey los
trabajadores estaban “organizados” en sindicatos patronales, mejor conocidos
como “blancos”, impulsados y patrocinados por los propios empresarios. El Comité
Nacional de Defensa Proletaria acudió en apoyo de los trabajadores de la Vidriera
y exigió al gobierno una pronta respuesta a los ataques de la patronal y sus
aliados, que incluso realizaron un paro de tres días en protesta por la decisión de
la Junta Central de Conciliación y Arbitraje del Estado que declaró legal la huelga.
El presidente Cárdenas se trasladó a Monterrey y en diferentes actos refrendó su
apoyo a las luchas de los trabajadores y a los empresarios, en su propia sede, les
manifestó que “quienes se encuentren cansados de la lucha social pueden
entregar sus industrias a los obreros o al gobierno, pues eso sería más lógico y
más de acuerdo con las circunstancias y el interés de la nación”.

Después de todo esto, terminada la segunda Guerra Mundial se vino un auge


económico que duro hasta finales de los años setenta a. Este auge alcanzó a
nuestro país, la economía en su conjunto empezó a experimentar un crecimiento
constante, fenómeno que se conocería como “el milagro mexicano”, aunque otros
le llamaron “desarrollo estabilizador”. 8

Al mejorar la condición económica del país por ende mejoro la condición de toda la
población, especialmente el de la clase obrera. Prueba de lo anterior, fue que pese
a la devaluación del peso en abril de 1954, el descontento popular no llegó a

8
Ibidem p 30
mayores y las demandas de aumento a los salarios fueron mínimas y terminaron
una vez que el gobierno anunció un aumento salarial de un 10 por ciento.

En este contexto a mediados de los cincuenta se da un intento por unifi car, en


una sola central, al movimiento sindical. La iniciativa partió de la CTM y su
dirigente Fidel Velázquez, formándose el Bloque de Unidad Obrera (BUO), con la
propia CTM, las viejas centrales CROM y CGT y los sindicatos de electricistas,
telefonistas y ferrocarrileros; varias organizaciones se abstuvieron de participar,
entre ellas la CROC y la Federación Nacional de Trabajadores de Industrias y
Comunicaciones Eléctricas que agrupaba a varios sindicatos electricistas. La
estabilidad social fue rota por varios conflictos que se dieron a partir de 1956 en
varios sectores de trabajadores: maestros, telegrafistas, petroleros, ferrocarrileros,
mineros, textiles, entre otros. Las luchas se dieron por un aumento a los salarios y
por la democratización de las organizaciones sindicales. Fue el caso de la Sección
IX del magisterio donde se dio un movimiento por el mejoramiento de los salarios
de los maestros encabezado por Othón Salazar; de las secciones 34 y 35 del
sindicato petrolero y la lucha por la democratización del sindicato de telefonistas.
Sin duda la lucha más importante de este periodo fue la que dieron los
ferrocarrileros cuyo sindicato seguía en manos de dirigentes espurios al servicio
de la empresa y plegados al gobierno.

En los años setenta llega a su fin “el milagro mexicano”; la economía detiene su
ritmo de crecimiento y al mismo tiempo se producen alzas constantes en los
precios de las mercancías, produciéndose un fenómeno económico al que se
llamó “recesión con inflación”. El nuevo gobierno, encabezado por Luis Echeverría
Álvarez, consciente de esta situación, anunció que se tomarían una serie de
medidas económicas para enfrentar la crisis. Se crearon varios organismos
tripartitos en donde empresarios, trabajadores y gobierno discutían y trataban de
darle salida a los problemas, se crearon nuevas instituciones para apoyar, mejorar
y proteger, el ingreso de los trabajadores. Fue el caso del Infonavit, la
Procuraduría Federal de la Defensa del Trabajo, el Banco Obrero, el Comité
Nacional Mixto de Protección al Salario, el Fonacot y la Procuraduría de la
Defensa del Consumidor.

Conclusiones

Para dar finalizado este trabajo, podemos decir que Los sindicatos desarrollan una
labor de estudio al preparar la información pertinente previa a una negociación
colectiva, o antes de elaborar el pliego petitorio que acompaña a un
emplazamiento a huelga, para ello deben de reunir y analizar datos relacionados
al comportamiento económico que ha tenido la empresa, la industria a la que
pertenece la empresa, su zona económica o incluso el comportamiento de la
economía nacional, así como también el incremento al salario mínimo.

Otro punto fundamental del objeto que tiene un sindicato es la búsqueda de


mejora de las condiciones de los trabajadores, esto realizándolo mediante la
negociación colectiva, para lo cual tendrá como medio de presión en caso de que
se negara el patrón el derecho de huelga, que se traduce en la suspensión
temporal de actividades realizada por una coalición de trabajadores. Esta
negociación reflejará sus resultados en un contrato colectivo de trabajo en el cual
se establecerán los mejoramientos a las condiciones laborales que tienen como
piso de partida las ya consagradas en nuestras normas como lo son nuestra
Constitución y la Ley Federal del Trabajo, esto quiere decir que, en consecuencia,
lógica, las condiciones de los contratos colectivos de trabajo siempre deberán de
ser mejores que las establecidas en la Ley.

El tercer punto que persigue el objeto de todo sindicato radica en la defensa de los
derechos de los trabajadores, tanto en lo individual como en lo colectivo, ya sea
que representen y brinden asesoría a sus agremiados cuando están por recibir
una sanción por parte del patrón, o ante un despido, así como también defenderse
de manera colectiva cuando el patrón deje de cumplir las condiciones establecidas
en los contratos colectivos que tienen el carácter de obligatorias.

Además de estos tres puntos que hemos tocado como parte del objeto de las
organizaciones sindicales, también se encuentra el implementar programas de
bienestar social que ayuden a la economía de los trabajadores, como lo pueden
ser convenios con escuelas, clínicas, centros vacacionales, o incluso como parte
del mismo sindicato contar con estos servicios para sus agremiados, lo cual en la
mayoría de ocasiones no está en el radar de estas organizaciones, pero derivado
de la reforma a la Ley Federal del Trabajo de mayo de 2019 y de la facultad de los
trabajadores de no pertenecer y no pagar cuotas a estas organizaciones, tendrán
que reforzar para hacer atractivo a la vista de los trabajadores la pertenencia a un
sindicato.

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