Está en la página 1de 2

EL NIHILISMO INVISIBLE

por Diego González

El mejor truco que el diablo inventó,


fue convencer al mundo de que no existía.
-Charles Baudelaire-

En la saga de libros que cuentan las aventuras de Harry Potter, sobre el villano
principal hay una particularidad muy llamativa, y es que no se lo nombra. En
este universo ficticio, todos los protagonistas saben de quien se habla o a quien
se refieren cuando alguien dice "el innombrable" o "aquel que no se nombra".
Hay una explicación obviamente que tiene que ver con la naturaleza mágica de
la historia pero eso no es lo importante para nosotros en este momento. En
donde sí creo que debemos detenernos, es en la sensación de respeto y
distancia que se marca, cuando algo ni siquiera puede ser dicho. Algo es tan
terrible, tan maligno, tan mortal que, mejor no vayamos a poner esa palabra en
nuestras bocas.

Nietzsche a través de diferentes metáforas y figuras, nos cuenta de la mano de


Zaratustra, qué es el nihilismo, cómo opera y cuáles son sus peligros
fulminantes. Y nosotros inevitablemente, un poco como últimos hombres que
somos, tendemos a hablar de él como si fuera algo más. Entonces, y por
nuestra propia imprudencia, el nihilismo se mezcla en nuestro todo, se
convierte en una tonalidad más del colorinche de problemas y males que
vamos arrastrando por la vida. Y de este modo también, es que corremos el
grandísimo riesgo de pensar que el nihilismo es algo que leemos, aprendemos,
pero que le pasa a los demás, o peor aún, que en nosotros no hay nada de
nihilismo ya operando, casi como si fuéramos inmunes a él. Y así es como
nace el nihilismo invisible. Silencioso, sigiloso, imperceptible, el nihilismo
invisible se instala en nosotros, se desliza como justamente lo hizo la serpiente
en la garganta del pastor. Por eso, si hablamos de nihilismo como si fuéramos
panelistas en un programa de la tarde, podemos llegar a perder de vista al
nihilismo en nosotros mismos, ya posicionado en nuestras vidas.

En la película La Historia Sin Fin (1984), se nos presenta a La Nada, como el


peligro máximo de un mundo que está de a poco colapsando. Este enemigo,
La Nada, no llega de un día para el otro, no tiene una entrada triunfal en la que
rompe y estalla todo en pocos segundos. Por el contrario, es algo que está
desarrollándose, es algo que ya está viniendo, es algo que no frena, pero que
casi nadie sabe qué es y mucho menos, cómo se lo combate. Avanza lento,
silencioso pero sin detenerse, avanza operando la desintegración absoluta de
su presa. La primera vez que se lo muestra, tiene el aspecto de lobo feroz, de
ojos demoníacos que está oculto. Oculto, detrás de unos arbustos apenas se
deja ver, pero ahí está. Apenas se lo ve, pero ya está.

En uno de sus artículos, Mónica Cragnolini dijo lo siguiente:


"No se puede leer el Zarathustra y permanecer siendo el mismo, porque
este libro, como todas las obras de Nietzsche, es una provocación, una
exigencia, un estallido. El Zarathustra exige decisiones".

Exige decisiones. Y tal vez la más importante sea, darle el lugar que
corresponde a esta sabiduría, la sabiduría de Zaratustra: "hablan de mí, pero
nadie ¡piensa en mí!".-

También podría gustarte