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Sobre el sentido de la vida.

Qué sentido tendría explicar el sentido de algo tan complejo que después de un arduo trabajo,
vislumbra su forma de manera nebulosa y jamás de manera concreta debido a la naturaleza de
la misma. El problema no es el objeto en sí, sino el observador, uno mismo; porque
justamente lo que vuelve una tarea dificilísima es la dependencia del observador mismo que
ya es un límite y limita al objeto exterior con el que está obligado a descubrir algún sentido.
Me explico más claramente...
El observador moldea la realidad exterior que se le presenta, de una manera determinada, el
observador no podrá jamás saber más allá de su mero estado de observador (ya sea en un
estado racional o meditativo) puesto que es el observador mismo el que es su propio límite y
limita lo que es. El observador contempla de modo racional o meditativo solamente lo que se
le representa a su razón o meditación. Lo exterior: es. Y el observador lo moldea y al
moldearlo de manera irremediable (pues corresponde con su naturaleza respectiva) ya se
limita a sí mismo. Si cogemos una manzana roja que yo, correspondiendo a mi naturaleza de
observador, veo que es en efecto una manzana roja por medio de la vista, o que es una figura
delimitada por una forma regularmente esférica ovalada por medio de un razonamiento o que
es un conjunto de energía vibracional que me manifiesta algo más que una manzana misma,
por medio de algún estado meditativo; siempre estaré presenciando lo que se me representa.
¿Pero, qué me hace confiar en que lo que veo es lo que es y no de modo contrario que lo que
es se me representa según mi naturaleza? Y aquí el problema; un daltónico verá una manzana,
mas no el color real de la misma, un extasiado verá un objeto distinto en altura, anchura,
profundidad, color, sabor y/u olor. Hasta aquí ya existen diversas maneras de ver un
determinado objeto, tan sólo con los sentidos. Ya con otros la cosa se complica, si bien con
una manzana cual sea, no tanto, pero sí con una idea y más con: lo que es.
El calor, por ejemplo, nosotros no lo podemos ver, sólo sentir. Otros animales pueden verlo,
nosotros necesitamos colorearle para poder verlo. Las hormigas carecen de visión y por
medio de sus antenas y sus pelos construyen inmensas colonias y mapean su entorno, mas su
entorno se les muestra tal y como su estado natural lo demanda pues no puede ir contra su
naturaleza y si intentasen explicar lo exterior, lo explicarían desde su estado de observador
correspondiente, le dan forma al exterior desde su percepción natural y lo limitan al mismo
tiempo por –imaginemos un poco- un lugar infinito, oscuro y cavernoso que en ocasiones
existe una materia pegajosa unas veces benigna y otras mortal (que nosotros llamamos agua).
Podría extenderme en este tema, pero lo bueno es que a partir de esta idea se ejercite la
mente.
Queda explicado cómo es que nosotros no podemos escapar de nuestra naturaleza y que todo
lo que se nos presente por variopintos caminos, ya queda limitado a causa de nuestra
naturaleza, y que lo único verdaderamente seguro que nos proporciona es lo que se nos
representa del exterior.
Ya que sabemos lo que somos, queda ahora hacer el arduo esfuerzo, no por querer saber cuál
es el sentido de la vida, sino perseguir eso tan confuso, sutil y que siempre se nos escapa en
las cosas más pequeñas y los momentos más absurdos y simples que nuestra naturaleza nos
brinda, o si se quiere, en los momentos más gloriosos y complejos.
Ya que la prueba más innegable de que existe un intelecto que es causa de sí mismo y de
todo, tan inmenso y tan nimio, tan infinito y tan finito, tan presente y tan imaginario, tan lo
todo y tan la nada; creador de la materia y de sus incontables formas es ya no la vida misma,
me atrevería a decir que es Lo real mismo. Lo real que se nos presenta a nosotros,
Observadores, como La realidad, nuestra realidad limitada por nuestras naturalezas diversas
(si es que es correcto llamar nuestra a la realidad que se nos presenta).
Bueno, y qué es para mí la vida (o para mí mejor dicho: La realidad) Pues una confusión.
La realidad es una Confusión, pero como soy un Observador que lo que se le representa le es
distinto a aquel otro Observador en tanto a significado de ideas como ya hicimos ver con el
ejemplo de la manzana, pues bien, para mis caprichos o para darle algún sentido a todo lo que
me rodea, la Idea de Confusión de La Realidad es una Fusión de todo, de todos los
pensamientos, ideas, errores, bellezas, aberraciones, absurdos y aprehensiones, cosas buenas
y malas, malas y malvadas, malvadas y maléficas, maléficas y perversas, complejo y simple.
Una explosión de diversas cosas, de tan variopintas representaciones que uno podría: ser un
loco, un santo, un filósofo, un científico, un desvirtuado, un iniciado, un ermitaño, un
libertino, un poeta, un novelista, un artista. Uno podría sufrir el síndrome de Stendhal con la
simple contemplación de la realidad y quien sabe, terminar sufriendo toda su vida, o vivir en
perpetuo éxtasis digno de los bienaventurados. Uno podría ser un pesimista o tener una
voluntad tal que todo exija potencia, quizá para ser similar al intelecto de Lo real. Uno podría
o no podría. O mejor dicho, podría y no podría. Todo sería y no sería. Un pesimista a veces y
un legionario de la voluntad. Un santo y un hereje. Un observador condenado a su naturaleza
o una potencia, y no es que quizá me estoy contradiciendo, porque la confusión de la realidad
es la con-fusión de la realidad.
Lo que es una belleza es también una desgracia porque entonces ¿Dónde está el punto de
apoyo para cualquier idea que se tenga? Si todo es y no es.
Esto se debe quedar a la consideración de cada quien, al grado de riqueza pensante, de
riqueza cultural, al grado de sentido común. Hay cosas que deberían pensarse, pero no
compartirse, porque quién sabe si serán no bien ni mal, sino correctamente asimiladas. Ya
que para el asesino estará bien cometer cualquier clase de nefandeces o para el religioso de
cualquier tipo sólo su ser todo se afianzará más en su doctrina, al igual que el que no lo es de
ningún modo, sólo se afianzará más en lo que él cree que es.
Y así como para mí, La Realidad es una Fusión de todo, no significa que este sea el sentido
de La Realidad misma, al fin y al cabo, sigo estando sometido a mi naturaleza de Observador
y sigo estando sometido a los límites que acarrea el ser algo.
O quizás me vi forzado a plantear un axioma, -la idea del Observador- para a partir de ahí
darle forma a lo que me rodea y lo que soy, a mi pensamiento.

Claudio Liberato Zepeda Rentería.

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