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Su obra estuvo influenciada por la del español Ignacio Zuloaga. Seguidor del
modernismo pictórico y considerado precursor del muralismo. Desde 1904 cursa
estudios artísticos en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, de la que fue
profesor en 1909.
Fue ilustrador para la editorial Cultura, y entre 1905 y 1910, dibujante para el
Museo Nacional de Historia. Con un estilo propio reconocido por la creación de
una estética relacionada con México, pintó rostros indígenas, criollos y mestizos,
costumbres de la calle y el colorido nacional en óleos y dibujos como La leyenda
de los volcanes (1911), Ofrenda (1913), Tehuana (1914) o El cofrade de san
Miguel (1917).
Entre 1914 y 1918 hizo numerosos bocetos para la composición Nuestros dioses,
representación del sincretismo mexicano, pensada para ser un mural en el Teatro
Nacional. El trabajo no fue concluida. Casado con Rosario Arellano en 1914, con
quien tuvo a su único hijo, el químico José Francisco Herrán Arellano. Su esposa
fue modelo para su obra Tehuana.
Los estudiosos del arte mexicano han calificado la obra de Saturnino Herrán como
“modernista-costumbrista”. Esto quiere decir que, a diferencia de la mayoría de los
pintores de la época, Herrán adoptó como tema de sus obras las costumbres
cotidianas del pueblo de México. Así, gracias a su dominio de la técnica y a su
capacidad para reflejar diversos estados de ánimo, Herrán pudo describir de forma
novedosa las tradiciones y formas de vida de grupos y personas que hasta
entonces habían sido ignorados por los diversos pintores y corrientes artísticas del
periodo.
Obras
La criolla de mantón
La cosecha
El Quetzal
Nuestros Dioses