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CASOELaccidente
CASOELaccidente
EL ACCIDENTE
— ¿Bueno?
— Hola má. Oye, hablo para pedirte un permiso
— ¿Permiso para qué?
— Pues mira, estábamos acá cenando en las hamburguesas cuando nos
llamó Yoyis para invitarnos a una fiesta en su casa.
— ¿Vas con Javier y Miguel?
— Sí, má. Mira, la fiesta es para festejar su cumpleaños. No llegaría
muy tarde a casa.
— ¿Pero te trae Javier, verdad?
— Sí, má.
— Bueno, hijo, ándale, ve a tu fiesta. Nada más cuídate mucho, eh.
— Sí, má, no te preocupes. ¡Gracias!
La Sra. Margarita* no se imaginaba que esa noche iba a recibir una de las peores
noticias de su vida: su hijo Lalo había muerto en un accidente automovilístico.
Lalo tenía apenas 18 años, acababa de terminar la prepa, y tenía poco tiempo
trabajando en una farmacia como mensajero. Lalo quería estudiar una licenciatura pero
por cuestiones académicas no pudo comenzar ese semestre, de manera que tomó el puesto
de mensajero para ganar unos pesos. Esa noche había quedado de cenar con unos amigos
de la prepa, y le había hablado a su mamá para pedirle permiso. Siempre había sido un
joven responsable. Ahora le decían a Margarita que el cuerpo de su hijo estaba tirado en
medio de una avenida.
*
Todos los nombres y apodos han sido cambiados para proteger las intimidades de los personajes.
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ÉTICA, RESPONSABILIDAD SOCIAL Y TRANSPARENCIA
Margarita vivía sola desde hacía un par de años. Tenía 45 años y hacía 2 se había
separado de su esposo, quien murió poco tiempo después. Ella era la encargada de una
tienda de zapatos en el centro de la ciudad, y con eso apenas le alcanzaba para mantener a
su familia.
Lalo se dirigía con Javier y Miguel a una fiesta a la que los habían invitado. Javier
y Miguel eran hermanos. Acababan de cenar y estaban contentos por la invitación, que
había salido de pronto. Javier iba manejando un auto compacto que les había prestado su
papá. Los tres jóvenes decidieron que la mejor ruta era ir por el Eje Central. Javier
circulaba por el carril de extrema izquierda, cuando en el retrovisor vio que una
camioneta se dirigía a gran velocidad en el mismo carril. Como Javier no se quitó, la
camioneta con vidrios polarizados tuvo que frenar de golpe. A Javier no sólo le echaron
las altas, sino que el conductor de la camioneta los insultó con el claxon. Javier siguió su
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ÉTICA, RESPONSABILIDAD SOCIAL Y TRANSPARENCIA
camino un poco asustado, dejando la Suburban atrás. Unas cuadras después la camioneta
comenzó a pegarse mucho a la defensa del pequeño auto donde iban los tres amigos.
Asustado, Javier intentó cambiar de carril y bajar la velocidad, pero la camioneta le dio
un golpe directo, no muy fuerte, pero que sí asustó a los muchachos. Javier aceleró y trató
de orillarse, pero la camioneta era más rápida y se preparaba para otra embestida.
Espantados, los dos jóvenes escaparon a toda prisa. Un vecino llamó a la ambulancia,
y a la policía. Al llegar las patrullas, tomaron la declaración del dueño del coche chocado
y de otros testigos del siniestro. Todos estaban horrorizados e indignados. Javier estaba
bañado en su propia sangre y tuvo que ser llevado al hospital enseguida. Miguel tampoco
daba señales de vida.
La patrulla tardó un buen rato en llegar. El dueño del coche que estaba estacionado y
al que le chocó la camioneta, llamó a su seguro. Estaba precisamente hablando con el
ajustador, cuando vio aparecerse a uno de los jóvenes que conducía la camioneta. Vio que
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ÉTICA, RESPONSABILIDAD SOCIAL Y TRANSPARENCIA
10 de septiembre
La búsqueda
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ÉTICA, RESPONSABILIDAD SOCIAL Y TRANSPARENCIA
Margarita sabía que no había sido sólo un accidente. La noche en que fue a
reconocer el cuerpo, tuvo la oportunidad de platicar con uno de los vecinos quien le relató
lo que vio. Ella sabía de los dos jóvenes alcoholizados que bajaron de la camioneta y que
huyeron. Ella sabía que había sido un asesinato y no un accidente.
Margarita sabía que si habían extorsionado al agente del Ministerio Público, éste
no iba a contestar nada. Así que salió directamente a las instalaciones de una
radiodifusora importante con el fin de exponer su caso, y denunciar los hechos que vivía.
Desesperada, Margarita no sabía qué hacer. Ya todo lo que estaba en sus manos lo
había hecho. Entonces fue a visitar a la mamá de Javier y Miguel para ver cómo estaban.
Javier estaba en estado de coma. Su hermano menor había sufrido serios golpes en la
cabeza y los doctores no se atrevían a hacer un diagnóstico de cómo quedaría de sus
facultades mentales. La mamá estaba desolada. No sabían tampoco si podrían procurar
todos los gastos médicos necesarios. Margarita intentó hablar con los padres acerca de la
desaparición del expediente, y de lo que había hecho ella para buscar justicia. A los
padres de los jóvenes no les interesó nada, prefirieron dejar las cosas como estaban para
no meterse en problemas.
—¿Para qué pelear si a mis niños no les devuelven la salud?
—Para que no les pase a otros —dijo Margarita.
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ÉTICA, RESPONSABILIDAD SOCIAL Y TRANSPARENCIA
—De nada sirve. Prefiero usar el dinero para pagar doctores que para sobornar a
un juez —fue la respuesta del padre.