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¿CÓMO ELEGIR LA PAREJA IDEAL?

Catequesis juvenil de orientación cristiana

¿Qué nos enseñan las Sagradas Escrituras?


Medita estos textos y saca conclusiones de cada uno de ellos.

 “El mayordomo oró así: Yahvé , Dios de mi patrón Abraham, haz que me vaya bien hoy y muestra tu
benevolencia para con mi patrón Abraham. Voy a quedarme junto a la fuente, ahora que las
muchachas de la ciudad vienen a buscar agua. La joven a quien yo le dijere: ‘Inclina tu cántaro para
que yo pueda tomar agua”, y ella me respondiere: ‘Toma y voy también a dar de beber a tus camellos’,
haz que sea ella la que tú has destinado a tu servidor Isaac. Dame a conocer de este modo tu cariño
para con mi patrón” (Gn 24, 12-14).
 “Sansón se enamoró de una mujer del valle de Sorec llamada Dalila. Los jefes de los filisteos le dijeron
a ésa: ‘Enamóralo y averigua de dónde saca tanta fuerza y cómo podríamos vencerlo y amarrarlo. Te
daremos cada uno de nosotros mil cien monedas de plata’....Dalila adormeció a Sansón sobre sus
rodillas y llamó a un hombre que le cortara las siete trenzas de su cabellera. Inmediatamente empezó a
debilitarse y se le fu su fuerza... Entonces lo apresaron los filisteos, le sacaron los ojos y lo llevaron a
Gaza. Allí lo ataron con dos cadenas de bronce y lo hicieron dar vueltas al molino de la cárcel” (Jue 16,
4- 21).
 “Una mujer buena es un don excelente, reservado para el que teme al Señor” (Eclo 26, 3)

¿Qué nos enseña la Iglesia, nuestra Madre y Maestra?

“A la preparación próxima del matrimonio llevados por el impulso ciego y sin freno de la
pertenece de una manera especial la elección del pasión, ni solamente por razones de lucro o por otro
consorte, porque de aquí depende en gran parte la motivo menos noble, sino guiados por amor recto y
felicidad del futuro matrimonio, ya que un cónyuge verdadero y por afecto leal hacia el futuro cónyuge,
puede ser al otro de gran ayuda para llevar la vida buscando además en el matrimonio aquellos fines
conyugal cristianamente, o, por el contrario, crear por los que Dios lo ha instituido.
serios peligros y dificultades. No dejen, en fin, de pedir para dicha
Para que no padezcan, pues, por toda la elección el prudente y tan estimable consejo de sus
vida las consecuencias de una imprudente elección, padres, a fin de precaver, con el auxilio del
deliberen seriamente los que deseen casarse antes conocimiento más maduro y de la experiencia que
de elegir la persona con la que han de convivir para ellos tienen en las cosas humanas, toda
siempre, y en esta deliberación tengan presente las equivocación perniciosa, y para conseguir también
consecuencias que se derivan del matrimonio, en más copiosa la bendición divina prometida a los que
orden , en primer lugar, a la verdadera religión de guardan el cuarto mandamiento: “Honra a tu padre
Cristo, y además en orden a sí mismo, al otro y a tu madre (que es el primer mandamiento que va
cónyuge, a la futura prole y a la sociedad humana y acompañado con recompensa) para que te vaya
civil. bien y tengas larga vida sobre la tierra”. (Pío XI,
Imploren con asiduidad el auxilio divino Encíclica Casti Connubii, 71).
para que elijan según la prudencia cristiana, no

¿Por qué es tan importante la elección del cónyuge? ¿En qué etapa de la preparación al matrimonio
tiene lugar la elección? ¿Cómo debe ser la elección?
¿Cuáles son los criterios que deben guiar la elección?
¿En qué consiste la recta intención al elegir?
¿Puedes encontrar “tres cinturones de seguridad” para acertar en la elección?

Un testimonio de vida: Jerzy Ciesielski

“Nunca olvidaré a un muchacho, estudiante del politécnico de Cracovia, del que todos sabían que
aspiraba con decisión a la santidad. Ese era el programa de su vida; sabía que había sido ‘creado para cosas
grandes’, como dijo una vez San Estanislao de Kostka. Y al mismo tiempo ese muchacho no tenía duda alguna
de que su vocación no era ni el sacerdocio ni la vida religiosa; sabía que tenía que seguir siendo laico. Le
apasionaba el trabajo profesional, los estudios de ingeniería. Buscaba una compañera para su vida y la
buscaba de rodillas, con la oración. No podré olvidar una conversación en la que, después de un día especial
de retiro, me dijo: ‘Pienso que ésta debe ser mi mujer, es Dios quien me la da’. Como si no siguiera las voces
del propio gusto, sino en primer lugar la voz de Dios. Sabía que de Dios viene todo bien, e hizo una buena
elección. Estoy hablando de Jerzy Ciesielski, desaparecido en un trágico incidente en Sudán, donde había sido
invitado para enseñar en la universidad, y cuyo proceso de beatificación ha sido ya iniciado” (Juan Pablo II,
Cruzando el umbral de la esperanza, 139-140).

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