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1 Corintios 10:1-13 (Creciendo hacia la madurez)

La madurez es necesaria para agradar a Dios – parte 2

Semana pasada empezamos a mirar estos vs. acerca del


crecimiento hacia la madurez, y sabemos que el contexto
habla del uso de la libertad cristiana, en Cristo tenemos
libertad para actuar y tomar decisiones, pero debemos ser
maduros al punto de que en el uso de nuestra libertad no
actuemos como necios, como tontos, como arrogantes y
egoístas. Por eso en el uso de la libertad cristiana, el creyente
maduro muchas veces renunciará su derecho, aquello que es
legítimo por una causa mayor, el crecimiento del hermano
débil, el progreso del evangelio, el deseo de agradar a Dios
por sobre todas las cosas.
Hemos visto el primer punto del sermón que con una vida
cristiana superficial no es posible madurar, no se logra las
renuncias, no se prioriza agradar a Dios. 1. La madurez nos
guarda de una espiritualidad superficial – 1-5
La conclusión del cap. 9 hablo de que sin disciplina, sin
dedicación, sin dominio propio no es posible alcanzar la meta,
y uno termina descualificado, desaprobado.
En el cap. 10 presenta un ejemplo negativo para enseñar una
lección positiva, presenta un pueblo que tenía todo para
avanzar en madurez, para agradar a Dios, pero no lo hicieron,
y este pueblo es nuestra familia, gente como nosotros, que
desfrutaron de las mismas bendiciones, pero no se cuidaron, y
cayeron en pecado, cayeron frente las tentaciones y no
agradaron a Dios.
Un pueblo que experimentó la salvación de Dios, que tuvo la
presencia de Dios, El propio Cristo estuvo con ellos, o sea,
tuvieron todo para progresar, crecer, madurar, pero no
hicieron, y la consecuencia no agradaron a Dios.
Experimentaron la corrección, la disciplina de Dios.
La generación arriba de 20 años pereció en el desierto, y Dios
no los dejó entrar en la tierra prometida, incluido dos grandes
siervos de Dios, Arón y Moisés. (Num. 1:45-46 dice que eran
603.550, - 2, solo dos entraron en la tierra)
¿Dios puede no agradarse con un creyente? Sí. Podemos
entristecer el Espíritu de Dios. Ef. 4:30
¿Pero Cristo no agradó a Dios en nuestro lugar?
Posicionalmente somos siempre aceptado por Dios por medio
de la justicia de Cristo. Judicialmente hemos sido perdonados
y reconciliados con Dios, de tal manera que jamás seremos
condenados por la justicia divina, porque Cristo pagó por
todos nuestros pecados.
¿Pero eso no significa que podemos vivir de cualquier manera?
NO. En Cristo hemos sido llamados a vivir una nueva relación
con Dios, donde somos Hijos de Dios, por adopción, y como
Hijos tenemos que vivir una vida de obediencia y
sometimiento a nuestro Padre Celestial, buscando agradarle
en todo. Dios es un Padre siempre presente, que nos cuida en
amor. Y sí pecamos debemos pedirle perdón, algo diario 1 Jn.
1:9, y debemos buscar cambiar de actitud, dejar de ser niños
y convertirse en hombre maduro. Sino lo hacemos Él nos
corregirá, nos diciplinará.
¿Alguna vez tu padre o madre estuvo descontento con
ustedes? ¿Se enojó con ustedes? El amor de ellos no anulaba
la responsabilidad de exigirnos una conducta correcta.
El hijo maduro hace caso al Padre y aprende. Busca agradarlo
porque su bienaventuranza está en satisfacer El Padre.
Israel no lo hizo, y los vs. que vendrán nos sirven de
advertencia, de aviso, que sino aprendemos y avanzamos para
una vida espiritual profunda, disciplinada, comprometida no
habrá crecimiento y no se agradará a Dios. Las bendiciones
espirituales de por sí no obran en nosotros la madurez, sino
que nos proporcionan todo lo necesario para madurar.
Preguntas:
¿Cómo está tu fortaleza espiritual? ¿Tu fortaleza está débil o
tu debilidad está fuerte?
¿Te estás poniendo en situaciones de peligro?
¿Cómo lidias con las tentaciones?
¿La persona fuerte es aquella que se aleja del pecado o
aquella que vive cerca para probar su fortaleza?
¿Cuán preocupado estás en agradar a Dios?
La segunda lección.
2- La madurez nos advierte del peligro de la tentación – 6-10
Hermanos…
Hay una fuerte amonestación en el v. 6, una amonestación es
un aviso, una advertencia, su propósito es señalar el peligro o
la amenaza cercana. Como ejemplo negativo… a fin de que…
Sino se crecen, sino maduran, van a terminar igual, en derrota
espiritual, dominados por el pecado, y no agradando a Dios.
Dios usa la historia, el pasado de aquellos que nos
antecedieron para enseñarnos. La lección es que las
tentaciones vendrán hasta de lugares de donde no pensamos,
en la libertad cristiana, debajo de las bendiciones, los
cuidados, la provisión de Dios, debajo de estas condiciones
podemos caer en tentación, alejarnos de Dios y hacer lo que
no es agradable a Sus ojos.
El texto nos presente siete tentaciones que tuvieron los
Israelitas en el contexto de estar bajo la bendición y cuidado
de Dios y ahí mismo cayeron en pecado. Algunos de ellos…, es
la expresión que se repite, para decir que no todos cayeron en
los mismos pecados, algunos cometieron unos y otros, otros
La tentación de codiciar lo malo v.6, de la idolatría v.7, de la
inmoralidad v. 8, de la provocación al Señor v. 9 y de la
murmuración v. 10. Estas tentaciones son comunes a todos
los santos y son diarias, y son la causa de caídas cuando uno
afloja, se debilitad en la vida de atleta cristiano. Sin disciplina,
sin dedicación, sin dominio propio.
La primera tentación es codiciar lo malo Num 11, no estaban
satisfecho con el Maná. Aquí es la introducción de como
caemos en pecado. “Sino que cada uno es tentado cuando es
llevado y seducido por su propia pasión. Después, cuando la
pasión ha concebido, da a luz el pecado; y cuando el pecado
es consumado, engendra la muerte.” (Stg. 1:14-15)
La codicia es un deseo muy profundo que debe ser abatido,
eliminado. El pueblo de Israel, si bien había sido rescatado,
había sido salvado, liberado, guiado, alimentado, saciado, y
había entrado en pacto y comunión con Dios, sin embargo,
algo había quedado en sus corazones: codicia por hacer el
mal. Dios se desagrada de este tipo de personas que, siendo
sus hijos e hijas, que, habiendo experimentado el poder
salvífico y liberador de Dios, persisten en actitudes de la vieja
vida, y lo hacen conscientemente.
¿por qué le desagrada a Dios? Porque Él nos concede lo que es
bueno, lo que es de provecho, pero no encontramos
satisfacción ahí y empezamos a codiciar lo malo. Hasta que no
encontremos plena satisfacción en Cristo, no vamos a madurar
y no vamos a vencer las tentaciones. No sean como ellos.
La segunda tentación es la religiosidad v. 7 – idolatría, Exo.
32, cuando Moisés sube al Monte Sinaí para recibir de las
manos de Dios la ley para guiar Su pueblo. Ellos no estaban
dispuestos a adorar a Dios conforme lo que Él establece, y por
eso buscan una manera hibrida de adorar a Dios. Hicieron un
becerro y dijeron… “Éste es tu dios, Israel, que te ha sacado
de la tierra de Egipto." (Exo 32:8)
¿Cuál es la tentación aquí? la tentación de llevar una vida
cristiana que uno piensa que es agradable a Dios pero que en
realidad es idolatra. Hay muchas maneras de adorar, pero sino
es como Dios nos pide, es idolatría. Puede sentirse bien,
puede que mucha gente haga lo mismo, pero no es adoración
a Dios.
No tenemos un ídolo de oro o plata ante el cual nos
postramos, pero la idolatría es todo lo que ocupa el lugar de
Dios en nuestras vidas, ya sean personas, cosas o
sentimientos. Hay muchos ídolos modernos que pueden estar
tomando el lugar de Dios en nuestras vidas. No sean como
ellos.
La tercera tentación es lo opuesto de ser religioso, que es ser
irreligioso o impío. Es una referencia a Num. 25, se refiere al
hecho que ocurrió cuando estaban por terminar el viaje de por
el desierto. Los israelitas adoraron a Baal-Peor, practicaron los
ritos cananeos de fertilidad y se entregaron a la inmoralidad
sexual con las moabitas. Dios corrigió a Su pueblo 23.000…
En las escrituras la idolatría está siempre relacionado a la
inmoralidad, aquello que endiosamos ganará el dominio de
nuestro corazón. El pecado de la inmoralidad es algo que nos
tienta todos los días, y aquí podemos pecar en pensamientos y
en acciones. Pero hay un aspecto más amplio que nos enseña
el texto, que es que los israelitas no fueron al mundo para
mostrarles sus pecados y conducirlos a Dios, sino que fueron
al mundo y copiaron el mundo, hicieron las cosas como hacen
los mundanos. Un amor por el mundo que es mayor que el
amor por Dios conducirá a la inmoralidad. ¿Será que Dios
estaba enojado con ellos? Existe una tentación de amar al
mundo, y no es posible amar al mundo y amar a Dios. No
sean como ellos.
La cuarta tentación está en el v. 9, algunas versiones dicen no
provocar al Señor, no tentar al Señor, no probar al Señor. Es
una referencia a Num. 21:4-9, “Partieron del monte de Hor,
por el camino del mar Rojo, para rodear la tierra de Edom, y
el pueblo se impacientó por causa del viaje. Y el pueblo habló
contra Dios y Moisés: ¿Por qué nos habéis sacado de Egipto
para morir en el desierto? Pues no hay comida ni agua, y
detestamos este alimento tan miserable. Y el SEÑOR envió
serpientes abrasadoras entre el pueblo, y mordieron al pueblo,
y mucha gente de Israel murió.” (Num 21:4-6)
¿Cuál es la tentación aquí? en ser ingrato, mal agradecidos
con Dios. Lo que me has dado no es lo suficiente, o lo que
quiero.
Es muy fácil olvidarse de lo que éramos en el pasado. Sin los
cuidados y sin las bendiciones de Dios, pero podemos
volvernos mal agradecidos con lo que tenemos y desear lo que
no tenemos, o lo que teníamos en el pasado. “Nos acordamos
del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos, de
los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; pero ahora no
tenemos apetito. Nada hay para nuestros ojos excepto este
maná.” (Num 11:5-6)
La ingratitud para con Dios nos lleva a poner nuestros ojos,
alegría y esperanza en otras cosas o personas que no sea
Dios.
No sean como ellos…
La quinta y última tentación está en v. 10, no murmuréis…
tiene que ver con el relato en Num. 14, “Y murmuraron contra
Moisés y Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la
congregación: ¡Ojalá hubiéramos muerto en la tierra de
Egipto! ¡Ojalá hubiéramos muerto en este desierto!”
(Num 14:2), 37-38, es una referencia al relato de los espías
que fueron a reconocer la tierra. Num. 16, la rebelión de Coré.
¿Cuál es la tentación aquí? El descontentamiento. La falta de
fe y confianza en la dirección de Dios. Cuando Dios no hace lo
que queremos o no hace como queremos, o aun cuando
queremos. La tentación es quejarse, murmurar. El murmullo
es una negación de la bondad, de la providencia, del cuidado y
del amor de Dios. Es desconfiar de que Dios sabe lo que hace,
y de que lo hace para nuestro bien. El pueblo de Israel fue
reprendido y pereció en el desierto por estos pecados. El
murmullo provoca la ira de Dios. No sean como ellos.
Todos estos pecados que llevaron a Israel a un fracaso
espiritual están presentes en la iglesia de Corinto. Los mismos
pecados que llevaron a Israel al fracaso llevaron a la iglesia de
Corinto a un fracaso espiritual también.
Las mismas tentaciones están a nuestra puerta, y sino nos
cuidamos, sino nos fortalecemos, por más que tengamos
todas las promesas, todos los recursos vamos a caer y
desagradar a Dios.
No podemos olvidarnos de este detalle, que tenemos que
crecer y que debemos aprender con los ejemplos, pues de lo
contrario sucumbiremos como ellos hicieron en el desierto. Sin
disciplina, sin devoción, el resultado será igual.
La misma tendencia pecaminosa que tenían ellos la tenemos
nosotros. Codicia, idolatría, inmoralidad, tentar a Dios y
murmurar. Y el mismo Dios que tenían ellos, tenemos
nosotros. Y los mismos requerimientos de santidad existían
antes como existen ahora. No podemos tener en poco la
responsabilidad de andar en los caminos de Dios y de
agradarlo en todo. Es este camino que nos llevará al
crecimiento.

3- La madurez nos enseña a no ser presumidos – 11-13


Nuestro mayor problema es pensar que estamos bien, y que
somos lo suficiente fuerte para vencer estas tentaciones. No
ignoréis hermanos… Estas cosas fueron escritas… segunda
vez…
La idea es terminar con toda presunción, petulancia,
arrogancia que pueda haber en nosotros. Nosotros vivimos la
expectativa de la eternidad. Pero queremos correr la carrera
aquí y termínala buscando agradar a Dios. Pero si somos
presumidos y actuamos como los israelitas o los corintios no
terminaremos la carrera de manera agradable al Señor.
Aquí hay dos advertencias más, la primera es contra el
síndrome da superespiritualidade: “Por tanto, el que cree que
está firme, tenga cuidado, no sea que caiga” v. 12.
Hay creyente que no están firmes, pero piensan que sí. Están
en un terreno resbaladero y se jactan que están bien.
Por fuerte que creas que estés en el Señor, por años que
hayas caminado en el Señor, por cursos y cursos que hayas
tomado, por experiencias que hayas vivido, por lo mucho que
hayas predicado, evangelizado, por la cantidad de mensajes
que hayas escuchado, por las muchas horas de oraciones o los
dias de ayuno que puedas haber invertido, por los muchos
versículos que sepas de memoria, nunca se te olvide: si
piensas que estás firme, cuidado, no sea que caigas. Porque
cuando crees que estás firme, cuando bajas la guardia allí
viene la tentación, y allí la caída.
Reconozca tu debilidad y cuídate con los medios de gracia,
para crecer, para madurar, para agradar a Dios.
Estas palabras eran claras para los oyentes, la presunción, la
petulancia de ellos no era señal de fortaleza sino de debilidad.
El otro problema o síndrome que podemos tener es pensar
que nuestra tentación es única e invencible, el síndrome del
pobrecito. Solo me pasa a mí, no sabes lo que son mis luchas,
es más fuerte que yo, no hay manera. El v. 13 termina con la
muleta, no se puede usar la tentación como excusa para no
luchar contra el pecado.
El texto nos enseña que las tentaciones sobrevienen sobre
todos, es parte de la vida cristiana. En las formas que hemos
mencionado arriba o en otras. Debemos estar atentos y
preparados pues seremos tentados a no ser fiel a Dios, no
estar contentos con Dios, a levantarnos en contra de Dios. A
tener mayor placer en las cosas del mundo que en las cosas
de Dios.
Entonces no sos el único, otros han sido o son tentados en la
misma esfera y han encontrado en Dios el escape, los recursos
para vencer.
Hay algunas afirmaciones consoladoras v. 13:
La tentación no será más allá de nuestras fuerzas. Dios puede
permitir y hasta guiarnos para ser tentado, pero no nos dejará
solos. Él nos dará los recursos de gracia para serle fiel, y
vencer.
Si somos infieles no nos abandona. Si no la resistimos y
caemos, es porque hemos creído estar firmes, y estábamos
más débiles de lo que creímos. La culpa nunca es de Dios.
Segundo Dios nos da una salida, una vía de escape para poder
resistir la tentación. En todo momento de tentación, hay una
alternativa, hay una vía de escape. Nunca estamos entre la
espada y la pared. Nunca podremos decir: tuve que pecar. No
me quedó otra alternativa. Cuando pecamos es que elegimos
lo placentero, lo que nos agrada. Porque todavía queremos
conservar aspectos de la vieja vida. Hay que hacer morir lo
terrenal. Nuestra infidelidad no es por falta de escape sino por
falta de usar el escape que Dios provee.
Dios es fiel… Por eso no nos abandona en nuestros pecados.
Como un Padre fiel nos instruirá, y en nuestra rebelión nos
corregirá. Pero jamás nos abandonará.
Cristo ha vencido las tentaciones y nos da el auxilio que
necesitamos para vencer también. Heb. 4
“Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse
de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido tentado en todo como
nosotros, pero sin pecado. Por tanto, acerquémonos con confianza al
trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia
para la ayuda oportuna.” (Heb 4:15-16)

Conclusión:
La historia es maestra, nos sirve para enseñarnos, para
examinarnos a nosotros mismos; para tener una memoria de
nuestros fracasos; para reconocer delante de Dios y delante
de los hombres que somos falibles, débiles, imperfectos, que
no podemos agradar a Dios con una vida cristiana superficial.
La historia nos advierte que somos tentados, a codiciar lo
malo, a adorar otros dioses, a ser inmorales, a tentar a Dios y
demostrar insatisfacción con Su guía, providencia.
La historia nos enseña que los maduros no son aquellos que
piensan que son fuertes sino aquellos que saben que son
debiles y que en su debilidad recurren dia a dia, a la gracia, a
la misericordia de Dios, tratando de conformar su vida a las
normas de Su palabra.

llegar a la norma divina por nuestros propios medios; que


hemos fracasado una y otra vez; para andar humillados
delante de Dios; y por sobre todas las cosas, para no volver a
caer en lo mismo.1

Pecado idolatría nos aleja de Dios


Cualquier cosa que nos aleja de Dios, sea lo que sea, trabajo,
diversión, pereza, es la puerta de fallar en nuestra adoración a
Dios.

1 Piccardo, H. R. (2012). Recuperando nuestra identidad como iglesia: Sermones sobre 1 a de Corintios para la
iglesia de hoy (1a ed., p. 389). Buenos Aires: Ediciones del Centro.
Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda
compadecerse de nuestras flaquezas, sino uno que ha sido
tentado en todo como nosotros, pero sin pecado.
16
Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia
para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la
ayuda oportuna.
(Heb 4:15-16 LBA)
Mi decisión me ayudará a adorarlo más, servirlo más,
glorificarlo más, sino la respuesta es negativa, no debemos
hacerlo.

Tenían un alto concepto de su fortaleza, pero en realidad


estaban siendo absorbidos por pecados de tiempos pasado.

los cristianos “fuertes” sostuvieran que participar en estos


ritos les hacía inmunes a cualquier peligro espiritual de modo
que podían participar sin problema de las fiestas paganas del
templo.

circunstanciales, uno de los importantes propósitos de todos


los relatos de la Biblia es ilustrar la conducta deseable y la que
no lo es.

Por singulares que parezcan nuestras tentaciones desde fuera,


en realidad afrontamos las mismas luchas espirituales que el
pueblo de Dios ha venido soportando a lo largo de la historia.

Dios no permitirá que vivamos una situación que no podamos


manejar, siempre que dependamos de su fortaleza,
entregándonos al poder de su Espíritu Santo que mora en
nosotros, en lugar de intentar resistir la tentación por nosotros
mismos.

podemos rechazar la “salida” y ceder a la tentación, pero es


precisamente esta libertad la que nos hace responsables ante
Dios cuando pecamos.

la salida no implica necesariamente la desaparición de las


circunstancias difíciles, sino la capacidad de mantenerse firme
en medio de ellas.

Dios no tienta a nadie (Stg 1:13), pero sí permite pruebas y


tentaciones (Lc 4:1) para ayudarnos a madurar (Stg 1:2–4),
aunque nos anima a orar pidiendo la fortaleza para no ceder y
pecar (Mt 6:13).

las dos cosas más deseadas son conseguir más dinero y


cuerpos más saludables y estilizados, que es precisamente lo
que ofrece el falso evangelio de la “salud y la prosperidad”.

el versículo 13 debería ofrecer una gran esperanza a aquellos


que son dolorosamente conscientes de su frágil condición
espiritual. Vivimos

Evitando descualificación en la carrera que tenemos que


avanzar como creyentes (una figura de la vida cristiana)

Las circunstancias que nos tientan a pecar no son nunca


cualitativamente distintas de las que el pueblo de Dios ha
experimentado en cualquier etapa de la historia y nunca
tenemos porqué ceder a ellas. Existe siempre una salida,
definida como un modo de perseverar sin pecar por difícil que
sea la situación en que nos encontramos.

Esta es tu palabra que nos transforma el corazón,


Ayúdanos a reconocer nuestros pecados y a aferrarnos a
aquello que Jesucristo hizo en nuestro favor para que seamos
fuertes y maduros.

La exhortación aquí es que aprendamos a usar nuestra


libertad de tal manera que agrademos a Dios.
Les dará una serie de ejemplos de personas que deberían
agradar a Dios y no lo hicieron.
Las decisiones que hacemos que agradan a Dios son las
decisiones de adoración
Todas las veces que pecamos estamos adorando alguna cosa o
persona que no es Dios.
Dios quiere que lo adoremos por que para eso nos ha creado,
pero también porque es ahí donde encontraremos alegría.
Ellos tienen libertad en Cristo, pero no son invencibles a las
tentaciones.

Para que entandamos esta realidad, él se servirá de la historia


de Israel, mencionando como ellos

Correr el riesgo x ser cuidadoso

En la libertad cristiana estos creyentes estaban viviendo en el


margen del pecado, pensaban que eran lo suficiente fuertes
para el ejercicio de la libertad.
La idea de acercarse al fuego para ver sino se quema.

Estaban corriendo riesgo en nombre de la libertad.


Volviendo a relacionarse con comportamientos que antes era
la causa de la esclavitud pecaminosa en que vivían.
Nosotros somos libres para estar con ellos y compartir con
ellos.
Ellos estaban sumergido en pecados, no eran tan fuertes como
pensaban
En lugar de huir de la tentación estaban coqueteando con ella,
dándole ocasión a la tentación.
En lugar de alejarse de la tentación estaban probando los
limites
Participaban en las actividades con los paganos pensando que
esto no les afectaría en nada.

Cada decisión es una oportunidad para adorar, o al Dios


verdadero o a un ídolo. Los pecados de Israel nos muestran
como eso se da en nuestras vidas.

Dios intencionalmente y con frecuencia nos conduce al


desierto, con que propósito, fortalecer nuestra fe. La fe debe
ser ejercitada. La palabra oída debe ser aplicada. El que no
oye y no practica la palabra de Dios no crecerán madurez y
fallará en las pruebas.

Nadie puede decir que no puede salir de la tentación, sí


podemos, porque Dios provee la salida
Dios no permitirá que seamos tentados más allá
La vanidad es el primer paso de la caída. La soberbia precede
a la ruina.
Un creyente que se aplaude a sí mismo y canta "mi corazón
entona la canción, cuan grande soy, cuan fuerte soy" antes de
que el espejo esté al borde de la caída.
Estamos cercados por diferentes formas de tentaciones.
Humanas - Las categorías de tentaciones de Cristo Mat. 4,
Luc. 4
Fiel es Dios - Dios provee la salida el escape para la tentación.
Debemos salir de ahí y salir ahora

Si ellos cayeron nosotros si no nos cuidamos podemos hacer lo


mismo.

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