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ÍNDICE

¿Para qué sirve esta guía? 5


1Calidad de vida y crisis vitales a nuestra edad 6
2Cuando nuestros padres enferman 8
3E1 agotamiento y los problemas de salud 12
4Cómo despejar nuestra mente 17
5Los de afuera también pueden ayudar 22
6De la puerta para adentro 27
¿PARA QUE
SI RVE G U I A?
Los familiares que se hacen cargo del cuidado de un mayor enfermo no están libres de conflictos afectivos. Sin
saberlo, pueden manejar inadecuadamente las ansiedades ocasionadas por la situación y establecer relaciones con
vínculos patológicos.

Como resultado de ello, se pueden producir reacciones violentas o malos tratos —tanto físicos como verbales— hacia
los mayores que, aunados a viejos rencores, poca tolerancia a la incapacidad o discursos repetitivos o lentos,
redunden en una atención deficiente.

Esta actitud hace que muchos mayores callen sus necesidades, no protesten o no expresen sus reclamos por temor
a no ser asistidos o a percibir rechazos, por eso es muy importante que los sentimientos conflictivos que aparezcan
sean controlados y comprendidos para que no interfieran en la relación con el ser querido enfermo.

Esta guía nos orientará para:

• No crear círculos viciosos que atenten contra una buena atención de nuestros. mayores.

• Poder enfrentar la enfermedad crónica de nuestros padres, tratando de prevenir o manejar el estrés que este tipo
de situaciones invariablemente produce.

• Comprender la realidad con la cual nos enfrentamos y manejar con eficacia los nuevos roles y tareas.

• Superar la confusión inicial pudiendo, de tal manera, reorganizar nuestra vida cotidiana con lucidez y creatividad.

• Incentivarnos a obtener información precisa sobre la evolución de la enfermedad, sus características y eventuales
desenlaces.

• Poder solicitar, si es necesario, ayuda profesional, como así también, decidir nuestra incorporación en Grupos de .
Ayuda para familiares de enfermos con patologías crónicas o severas, ya que en la atención de mayores con este tipo
de patologías, es prioritario el equilibrio emocional de las personas actuantes.
CALI DAD
DE VIDA Y CRISIS
VITAI FS A N U ESTRAIDAD
¿Qué caracteriza a esta etapa?
Ambivalencia e incertidumbre sobre el futuro
Todos los sistemas humanos se hallan en estado de tensión buscando el equilibrio necesario para la supervivencia
en su medio. Los grupos familiares son sistemas abiertos, a diferencia de los cerrados que no tienen ningún tipo de
interacción con el ambiente eterno, por ello en la familia siempre se producen tensiones por transformaciones
—enfermedades, crisis— u otros cambios en su evolución interna.

Cada cambio de una parte o algún componente en el grupo familiar repercute y afecta a la totalidad. Entre los 45 y
65 años muchos de nosotros estamos procesando las nuevas alternativas ante las cuales la vida nos enfrenta: hijos
que ya no son niños —con la dificultad de comprender y aceptar su juventud— junto al envejecimiento de nuestros
padres o seres queridos, todo lo cual lleva al desequilibrio por la desestructuración en el grupo familiar y genera
estados de tensión permanentes.

Miedo o temor a que el tiempo que nos resta


sea insuficiente para abarcar los objetivos deseados
Alguien describió esta etapa de nuestras vidas como un momento de conflicto o de cambio en el que se nos hacen
presentes las discrepancias entre las ambiciones de nuestra juventud y lo que realmente hemos logrado en nuestras vidas.

Decepción por los signos de envejecimiento


Tanto los hombres como las mujeres manifiestan un sentimiento de frustración y, quizás, algunos toques de deses-
peranza cuando contemplan aquellas opciones que tuvieron que dejar a un lado, dándose cuenta que el envejeci-
miento y la falta de salud son nuevos obstáculos que hay que sortear y que en la mayoría de los casos no se sabe
cómo o se carece de la información necesaria para atravesarlos.
2 CUANDO NUESTROS
PADRES ENFERMA
Gracias a los avances de la medicina y a las campañas de prevención realizadas, las enfermedades tienden a
aparecer cada vez más tarde en el curso de la existencia.

Sin embargo, existe un lapso de tiempo entre el momento en que sobreviene un problema de salud grave y/o
invalidante y el momento del deceso. Esto sucede porque el incremento de la «expectativa de vida» es significativamente
mayor que el incremento de la «expectativa de vida libre de enfermedad».

Aparecen los problemas


El anciano enfermo se torna, en muchos casos, en una gran fuente de demandas que no siempre pueden ser
satisfechas por un hijo o una hija. Este exceso de pedidos produce crisis y conflictos que si no son comprendidos y
manejados a tiempo, terminan agravando la situación.

Conforme avanza la enfermedad, los hijos o familiares sufren viendo cómo se deteriora el ser querido y cómo día a
día va creciendo la necesidad de cuidados extras.

Ante la falta de entrenamiento y carencia de orientación y preparación para vivir esta etapa, muchos sentimos ira,
culpa, vergüenza o confusión, por eso es necesario comprender la presión que representa cuidar a nuestros padres
enfermos con patologías crónicas.

Los estudios, señalan la carga emocional que acarrea cuidar padres mayores con afecciones: se producen sensacio-
nes de depresión, ansiedad o sentimientos de culpa, como así también, percepciones de inutilidad en relación con lo
que se hace y autoexigencias no compatibles con la realidad. Frecuentemente, es necesario un ajuste en el rol de
cada integrante, ya que este tipo de situaciones pueden poner en peligro su bienestar emocional.

Si bien compartimos el ideal de que tanto hijos como hijas se reparten por igual el cuidado de sus padres, las
investigaciones señalan que este tipo de tarea recae generalmente sobre una hija o más raramente sobre la nuera. En
muchos casos, las hijas de mediana edad pueden ya prever que tendrán que asumir esa tarea, la que podrá llevarle años.

«Ella se desmoronó muy pronto. Se desmoronó... así fue. No pudo soportarlo».

DORIS LESSING

Por eso es aconsejable reconsiderar las obligaciones y los derechos de cada miembro del grupo familiar, parientes o
amigos. También, las inversiones de tiempo, cuidado y protección. En este contexto es importante determinar
quiénes serán los familiares que estarán en la primera línea de cuidado y quiénes los podrán reemplazar en los
períodos de agotamiento.

Muchas veces no sabemos cómo actuar frente a un padre enfermo. Lo mejor es ser natural, ser uno mismo, dejar que
la intuición nos guíe. La enfermedad no sólo golpea al enfermo, sino que también lo hace con toda la familia.

La familia y la enfermedad
La familia sigue siendo la institución de apoyo básico en los problemas sociales de
los mayores: alojamiento, ayuda económica, contención afectivo-emocional y
asistencia frente a las enfermedades. Se calcula que el 85 % de la atención
y cuidados que reciben están centrados en la acción de sus hijos, pa-
rientes directos, amigos o vecinos.

Con la enfermedad del mayor, los chicos de la familia también sufren


las consecuencias: su rutina se rompe y necesitan contención afectivo-
emocional, guía o disciplina extra. Es importante que realicen algunas
tareas domésticas además de las que ya cumplían y no dificultarles el acceso a la abuela o abuelo enfermo,
permitiéndoles que compartan ratos leyendo, charlando o realizando cualquier otra actividad que la situación lo
permita.

Todo familiar a cargo del cuidado del mayor que haya tenido en su niñez una buena relación con sus progenitores y
colaborado en el cuidado de sus abuelos, tiene más capacidad de elaborar situaciones de discapacidad, vejez y
comprensión de los fenómenos de deterioro propios o de sus seres queridos.

Es importante que los hijos y el núcleo familiar encargados de la atención del enfermo conozcan los cambios que la
enfermedad pueda llegar a producir, estar informados acerca de las modificaciones en la personalidad y los proble-
mas emocionales que puedan surgir. En caso contrario, se pueden generar tensiones muy graves que entorpecerían
la recuperación y alterarían severamente la relación familiar.

¿Qué podemos hacer cuando


nos sentimos desbordados por la situación?
Tanto los enfermos como los familiares tienden a no enfrentarse con sus propios miedos y aflicciones. Es frecuente
que no hablen de ello, quedando ambas partes privadas de la oportunidad de expresar sus sentimientos.

«Advertí en mí la habitual cadena de emociones: la sensación de estar atrapado a la necesidad posterior de


escapar y, luego, naturalmente, la culpabilidad».

DORIS LESSING

Si la situación es vivida como muy crítica, es conveniente solicitar la derivación a un equipo de psicología o psiquia-
tría para que oriente al enfermo y al grupo familiar y para que informe sobre los Grupos de Apoyo existentes para
familiares.

Usualmente el cuidador principal está sujeto a ser el blanco del fastidio y frustración que siente el enfermo y algunos
integrantes del grupo familiar. Es importante saber que esto sucede, para entender que no se es la causa de la
hostilidad y responder con paciencia y compasión.

Los hijos, amigos, cuidadores o vecinos debemos comprender que, en determinadas enfermedades como, por
ejemplo, la de Alzheimer, Parkinson, demencias y determinadas patologías tumorales, las conductas que presentan
los enfermos son involuntarias. La actitud negativa, la pérdida de memoria, la pasividad, los trastornos de compor-
tamiento, son sólo síntomas de la enfermedad. Comprender y aceptar esto puede disminuir la ira, la ansiedad, los
sentimientos de culpa y, sobre todo, evitar conflictos entre los familiares.

A través del compartir, podremos generar vínculos de contención, acompañamiento y comprensión mutua para
sostenemos a través del período que nos quede por delante. Podremos sentirnos libres de compartir ansiedades y
tristezas, pero también la alegría y nuestro cariño en formas en las que habitualmente encontrábamos dificultad o
vergüenza.

La falsa alegría
A veces, en lugar de la hostilidad que produce la situación, aparece la falsa alegría. En la mayoría de los casos, el
motivo es engañar al enfermo con respecto al diagnóstico o al pronóstico.

TAL VEZ SEA IMPORTANTE LEVANTAR EL ESPÍRITU DEL ENFERMO, PERO ESTO NO
SIGNIFICA QUE TENGAMOS QUE ESCONDER LA VERDAD.

Algunas personas salen con afirmaciones tales como "todo va a estar bien", pero, realmente, no está "todo bien". Si
insistimos en esto, estamos negando la realidad del mundo del enfermo. En respuesta a esto, el enfermo puede
apartarse, sintiéndose abandonado y enfrentando un mundo incierto en soledad. Sin quererlo, corremos el riesgo de
"abandonar psicológicamente" a la persona que deseamos acompañar.

En estos casos, debemos proponernos manejar la "verdad apropiada" es decir, aquella que el enfermo esté dispuesto
y preparado para escuchar.
3 EL AGOTAMIENTO
Y LOS PROBLEMAS
DE SALUD
El familiar que está a cargo del cuidado del enfermo, generalmente reprime su propio dolor adoptando el autocontrol
a costa de una tensión interna creciente con síntomas de ansiedad grave. Por eso el cuidador debe encontrar espacio
para desahogarse con amigos, integrantes del equipo médico o Grupos de Apoyo para familiares de enfermos.

«Estoy tan cansada. Estoy totalmente agotada. Me digo: ¿de qué estás tan cansada?...».

DORIS LESSING

En el párrafo anterior encontramos descripto con total precisión lo que sen-


timos en algunos momentos, de una manera u otra, todos los que hemos
tenido que cuidar durante un tiempo prolongado o estamos cuidando a
nuestros padres o seres queridos .

Esa sensación de estar como frente a una pared, casi sin saber qué hacer o cómo
actuar sintiéndonos bloqueados es lo que se denomina Síndrome de Agotamien-
to, Fatiga de Compasión, "estar quemado" —del término inglés "bumout"— o tam-
bién Fatiga del Combatiente, idea que además se utiliza para los operadores de
torres de vuelo, integrantes de brigadas de explosivos y otras profesiones de alto
riesgo como algunas especialidades de la medicina o la enfermería.
Síndrome de Agotamiento
Se manifiesta de diferentes maneras que se van agravando en la medida que el estrés continúa su efecto:

CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO:
Progresiva insatisfacción en el cumplimiento del cuidado del enfermo, percepción de disminución del rendimiento,
olvidos, desorientación, aislamiento, autocrítica, mayor automedicación —ya que uno siente que no se puede permitir
el lujo de enfermar—, falta de organización o pérdida del sentido de la prioridad.

ALTERACIONES EMOCIONALES:
Irritabilidad hacia el enfermo y hacia otros integrantes del grupo familiar, dificultades en el autocontrol, intole-
rancia con relación a las demandas del enfermo. Sentimientos de apatía, ansiedad, tristeza, desengaño, deses-
peranza o depresión.

ALTERACIONES PSICOFISIOLÓGICAS:
Fatiga, decaimiento, somnolencia o insomnio, dolores de cabeza, musculares o articulares, alteraciones digestivas o
trastornos en el deseo sexual.

ALTERACIONES SOCIALES:
Entusiasmo e hiperactividad seguidas de una disminución de la energía con la consiguiente sensación de fatiga o
alteraciones en el rendimiento habitual. Problemas laborales, divorcio o separación.

Tanto en la tristeza como en la depresión o la ansiedad, pueden encontrarse habitualmente todos los síntomas del
Síndrome de Agotamiento.

ESTEMOS ATENTOS PARA PODER PERCIBIR A TIEMPO LOS SÍNTOMAS DEL SÍNDROME
DE AGOTAMIENTO.
Depresión
Es un potente "desestimulante" mental que puede quitarnos la memoria y nuestra capacidad de atención. Todos
nosotros hemos tenido momentos de tristeza o enojo, pero la depresión es diferente. Estamos deprimidos cuando nos
sentimos como estancados en la tristeza y cuando esos sentimientos interfieren en nuestra vida cotidiana.

Algunos de los síntomas de la depresión tienen mucho en común con la sensación de un día lluvioso y frío: ansiedad,
irritabilidad, falta de energía, dificultad para concentrarse o tomar decisiones. Si notamos un cambio significativo en
nuestros hábitos alimenticios y de sueño, si tenemos ganas de llorar todo el tiempo o estamos preocupados con
pensamientos recurrentes de muerte o de catástrofe, se trata de algo más que tristeza.

En ocasiones, la depresión puede servirnos como indicador de que algún aspecto de nuestra vida necesita atención,
revisión y cuidado. Después de salir de una depresión, uno puede darse cuenta de lo que realmente sucede y apreciar
la vida como realmente es.

Hay mucho que podemos hacer para aliviar el estado depresivo.

LA DEPRESIÓN SEVERA NECESITA DE TRATAMIENTO PROFESIONAL.


NO NOS DEJEMOS ESTAR.

¿En qué se diferencia la depresión de la tristeza?


• Aunque la tristeza responde a muchas de las causas de la depresión, cuando los síntomas permanecen más de seis
semanas, estamos ante la presencia de una depresión.

• La depresión puede llevarnos al suicidio; hay que prestarle especial atención para brindarle el tratamiento médico
adecuado cuanto antes.

• La mayoría de las depresiones son reversibles o curables.


Tristeza
Entender a la tristeza puede ayudarnos a enfrentar la realidad y a resolver los sentimientos de miedo, soledad,
desesperación e impotencia. Nos permite recuperarnos, crecer y no dejarnos abatir, aceptar la situación y vivir con
una actitud esperanzada.

Cuando estamos tristes frecuentemente tenemos sentimientos de conmoción o negación. La primera reacción frente
a la aparición de un problema grave, por ejemplo la pérdida de la salud de nuestros padres, puede ser: iesto no me
esta ocurriendo a mí!

Otro sentimiento que suele acompañar a la tristeza es el enojo cuando la situación que vivimos nos parece injusta.

ES NECESARIO QUE SUPEREMOS EL ENOJO PARA PODER CUIDAR EFICAZMENTE A


NUESTRO SER QUERIDO.

El aumento de las responsabilidades con respecto al cuidado del familiar enfermo y los
cambios producidos en nuestras vidas puede hacer que sintamos soledad y
miedo. En la medida que aceptemos la situación, aceptemos la ayuda ofre-
cida y estemos incluidos en redes solidarias de apoyo, estos sentimientos
irán desapareciendo.
Sentimientos de ansiedad y confusión
• La ansiedad es una sensación de temor e inquietud ante algún acontecimiento cercano o futuro que vayamos a vivir
directa o indirectamente.

• Si se mantiene durante varios días produciendo dificultades en la respiración, sensación de ahogo o falta de aire
acompañada de alguno de los indicadores de comportamiento que ya hemos visto, debemos consultar con nuestro
médico.

• La confusión es un estado que se caracteriza por la dificultad para discriminar e interpretar adecuadamente
diversos estímulos sensoriales.

ANTE SITUACIONES DE ANSIEDAD ES PROBABLE QUE


NOS ENCONTREMOS CONFUNDIDOS.
4 CÓMO DESPEJAR
NilUESTRAMENTE
r

¿Cómo podemos prevenir el Síndrome de Agotamiento?


Las personas que cuidan de familiares enfermos durante mucho tiempo deben tener presente los siguientes consejos:

• Tratemos de encontrar y recordar permanentemente cuál es la motivación y el objetivo de la tarea que estamos
realizando.

• Practiquemos un "egoísmo altruista": cuidemos de nosotros mismos para poder cuidar a nuestro familiar enfermo,
aceptando toda la ayuda ofrecida por los integrantes del grupo familiar, amigos o vecinos.

• Desarrollemos la capacidad de escuchar y saber aceptarnos tal como somos, evitando culpar a los demás de lo que
nos salga mal.

• Procuremos controlar nuestro pensamiento, puede ser que el desánimo surja de nuestras percepciones y no de lo
que está sucediendo a nuestro alrededor.

• Busquemos un equilibrio entre el estar comprometidos y el estar atrapados; es posible que todos los esfuerzos
realizados no tengan un resultado feliz, pero seguro que estamos haciendo lo mejor que podemos. •

• Tratemos de mantener, pese a la situación, el buen humor. Nos ayudará a relajar tensiones y a mejorar la comuni-
cación y los vínculos con el resto de la familia.

• Realicemos una dieta adecuada y ejercicios físicos, evitando el exceso de alcohol, tabaco y cafeína.

• Descansemos de la exigencia del cuidado encontrando a quien, en algunas ocasiones, pueda reemplazarnos o
«darnos un respiro». Hagámonos del tiempo necesario para realizar ejercicios de relajación y actividades recreativas
como yoga, meditación, música, deportes, caminatas o lo que sirva para distraernos.
ír

• Desarrollemos ejercicios de visualización, es una técnica que podemos utilizar para relajarnos y aprender a mane-
jar las situaciones de estrés. Consultemos en esta serie la "Guía para ejercitar nuestra mente, entrenamiento básico
para los mayores" (número 3), donde se explica en qué consiste esta técnica.

• Evitemos el aislamiento emocional con una buena comunicación y expresión de nuestros sentimientos con el resto
de los integrantes de la familia y/o cuidadores.

• Acerquémonos a grupos de apoyo coordinados por profesionales donde podamos encontrar personas que estén
pasando por la misma situación. Descubrir que no somos los únicos que estamos enfrentando una situación así, nos
hará bien.

• Es importante saber decir "no" y explicar el porqué de ese "no". Organizar la vida de manera de no abandonar otras
tareas que resulten gratificantes.

• Tratemos de encontrar o profundizar en charlas con amigos, religiosos o profesionales una filosofía personal sobre
la enfermedad, la muerte y el papel que uno tiene en la vida para tratar de
compartirlo con el enfermo y con el resto de la familia. Probablemente
descubriremos que la tarea que realizamos enriquece nuestra existencia
y profundiza nuestros aprendizajes.
Técnicas de respiración
y relajación muscular
• El aprendizaje de estas técnicas requiere de toda la atención, tratemos de evitar todo lo que pueda distraernos.

• Para acostumbrarnos, es necesario unas dos o tres semanas de práctica. Una vez que hayamos entrenado nuestro
cuerpo y mente, podremos relajarnos en cualquier momento que lo deseemos.

• Encontremos un tiempo diario de 200 25 minutos. Busquemos un lugar donde no nos molesten, ni nos distraigan.
Antes de dormimos o cuando nos sintamos más preocupados o tensos son buenos momentos para poner en práctica
estas técnicas.

Respiración
• Los ejercicios de respiración profunda ayudan a relajarnos. En caso de dolor, junto con la medicación que nos haya
recetado el médico, son de gran utilidad.

• Lo primero, es aprender a respirar, a usar plenamente los pulmones y estar consciente del ritmo de nuestra
respiración. Estos son los pasos a seguir:
1. Respiremos lenta y profundamente.
2. Cuando saquemos el aire, observemos cómo se relaja nuestro cuer-
po, cómo cede la tensión.
3. Respiremos rítmicamente—de una manera que nos resulte natural—.
4. Para ayudarnos a concentrar en la respiración podemos decir en
silencio: "inspirar, uno, dos...", "exhalar, uno, dos...". Cada vez que
exhalemos o soltemos el aire podemos repetir en silencio una palabra
cualquiera que nos ayude a relajarnos.
5. Realicemos los pasos 1 al 4 una vez y repitamos los pasos 3 y 4
durante 20 minutos.
6. Finalmente, suspiremos lenta y profundamente. Digamos en silen-
cio "me siento tranquilo/a", "me siento relajado/a" o "estoy sereno/a".
Relajación muscular
• Frente a situaciones difíciles, el cuerpo reacciona poniendo los músculos tensos o apretados. Esto causa dolor,
molestias o contracturas severas.

• La relajación es lo opuesto a la reacción natural que adopta el cuerpo cuando estamos tensos.

• Con la relajación, el corazón late más despacio, la respiración se vuelva más lenta, baja la presión sanguínea y se
calma la tensión de los músculos.

• La relajación profunda de los músculos reduce la tensión del cuerpo y también la ansiedad mental.

APRENDER A RELAJAR PROGRESIVAMENTE LOS MÚSCULOS,


NOS AYUDARÁ A RELAJARNOS Y, EN ALGUNOS CASOS, A DORMIR MEJOR.

Esto es lo que debemos hacer para conseguir la relajación muscular:

1. Sentémonos tranquilamente en una posición cómoda, con los ojos


cerrados. Si lo preferimos, podemos acostarnos.

2. Respiremos profunda y lentamente, relajando los músculos de la


cara, el cuello, los hombros, la espalda, el pecho, el estómago, las
nalgas, las piernas, los brazos y los pies.

3. Prestemos atención a la respiración. Una vez que hayamos logrado


concentrarnos en ella, empecemos a decir "uno" —o cualquier otra
palabra o frase en voz baja o alta— cada vez que soltemos el aire. Si
es necesario, en lugar de usar una palabra podemos utilizar una ima-
gen placentera. Lo importante es no distraernos o ponernos a pensar
en otra cosa, en este momento sólo existimos nosotros y el trabajo
que estamos realizando para sentirnos mejor.

4. Cada vez que aparezca un pensamiento que nos distraiga, de-


jémoslo pasar, no nos aferremos a él. Tratemos de permanecer en
este estado de 10 a 20 minutos.
5.Quedémonos en la misma posición hasta que estemos listos para
abrir los ojos. Hagámoslo lentamente, tardando todo el tiempo que
necesitemos. Estirémonos..., desperecémonos.

6.Observemos cómo cambiaron nuestra respiración y pulso.

No debemos preocuparnos si no logramos relajarnos profundamente. Lo importante de este ejercicio es permanecer

en calma y no dejar que los pensamientos o preocupaciones nos distraigan.

Concentrémonos en la técnica. Cuando tengamos una rutina nos resultará muy sencillo, placentero y efectivo.
5•LOS DE
AFUERA TAMBIEN
PUEDENLAYUDAR
Como integrantes o amigos cercanos de una familia en esta situación, podemos ser la persona que escuche senti-
mientos diferentes o encontrados y que ayude a localizar el fastidio o la ansiedad al explorar algunas de sus causas
específicas: problemas de trabajo, en el matrimonio, en la distribución del apoyo económico, etc.

Es posible que ayudemos a una mejor administración de la crisis que atraviesa la familia para lograr una distribución
acordada de tareas y responsabilidades entre sus miembros.

Orientaciones generales
Para aclarar el problema
• Ayudemos a expresar los sentimientos de los demás realizando pequeñas síntesis o asintiendo cuando compren-
demos.

• Formulemos preguntas concretas sobre lo que no nos quede claro o sobre aspectos que fueron nombrados pero no
desarrollados.

• Volvamos a formular el problema tal como lo entendimos; veamos si la otra persona está de acuerdo, sino,
digámoslo con otras palabras hasta asegurarnos que ambas partes están entendiendo lo mismo.
• Ante una gran cantidad y complejidad de problemas, identifiquemos al que se deba atender de manera prioritaria
y establezcamos, para el resto, un orden de necesidades que sea razonable y posible de alcanzar.

Para encontrar soluciones•


• Preguntémosle a nuestro familiar o amigo que de qué manera resolvería el problema.

• Mencionemos otras alternativas que no se le hayan ocurrido a él.

• Ayudemos a determinar qué partes del problema deberían encararse en lo inmediato y cuáles podrían dejarse para
más adelante.

• Favorezcamos la decisión de qué aspectos deben reflexionarse y qué datos faltan o son necesarios conocer para
poder solucionar el problema con los mejores resultados.

Para tomar decisiones


• Colaboremos en la decisión de qué partes del problema pueden cambiarse y cuáles deben aceptarse, momentánea
o permanentemente.

• Aconsejemos a los integrantes de la familia para que no tomen resoluciones importantes mientras dure el período
de crisis.

• Ayudemos a seleccionar cuáles serían las determinaciones más necesarias para ese momento y esa situación.

• Invitemos a un nuevo encuentro en los próximos días para evaluar los progresos realizados.

Resolver conflictos entre los familiares


• Podemos incluirnos en las discusiones como "mediadores".

• Nunca debemos dejar infiltrar nuestros miedos, creencias o deseos personales en las charlas o discusiones de la familia.
• Evitemos la tendencia a querer impresionar, con palabras o actitudes, al otro.

• No halaguemos a nadie con mentiras piadosas.

• Preguntemos con palabras sencillas, directas y respetuosas lo que no nos quede del todo claro. Si nos preguntan,
respondamos del mismo modo.

• Una vez reunidos, luego de que cada uno asumió su participación en el conflicto, facilitemos la expresión espon-

tánea de las inquietudes tanto de uno como del otro integrante y realicemos preguntas si pensamos que algún
aspecto no quedó del todo claro.

• Pidamos que cada uno describa sus deseos con respecto a los otros, como por ejemplo, volver a dialogar con algún

integrante de la familia con el que esté peleado, que alguna persona adopte una actitud distinta a la que tenga, etc.
• Solicitemos a la otra parte que describa sus deseos respecto del familiar en conflicto.

• Ayudemos a descubrir cuáles intereses genuinos se ocultan detrás de las posiciones que originan la falta de
colaboración.

Establezcamos diferencias entre:


• Exigencias y demandas.

• Amenazas y advertencias.

• Ofertas y promesas.

• Evaluemos si fueron comprendidas de igual modo por ambas partes.

• Ayudemos a "desarmar" la percepción de la realidad que tenga cada uno, y también, a que se vayan apaciguando

los sentimientos probablemente exaltados para ir abriendo el camino a nuevas ideas que lleven hacia la mejora de la
situación.
• Intentemos el acuerdo sobre la base de algún convenio que fije reglas muy claras y concretas para ambas partes,
y que contemple la posibilidad de alguna vuelta atrás, sin que eso signifique la anulación del trato hecho.

• Tratemos de que se comprendan el uno al otro, aunque sus proposiciones sean muy diferentes .

DEL OTRO PUEDEN SURGIR SOLUCIONES NO ESPERADAS A LOS PROBLEMAS QUE


NOS AQUEJAN, ESTANCAN O SEPARAN.

Ayudemos a que tomen conciencia de su situación


Quienes están involucrados en un conflicto familiar crónico no lo perciben como tal. Están tan acostumbrados a esa
situación, que creen que ciertas conductas son "inevitables". Pueden sentirse hasta víctimas de las circunstancias,
negando su propia participación y responsabilidad y poniendo en riesgo la calidad de los cuidados.

Para los participantes del conflicto sería de gran utilidad que los ayudemos a clarificar sus sensaciones y sentimien-
tos, para que tomen conciencia de la situación en la que se encuentran, a través de la reflexión de los siguientes
temas:

• ¿Sentimos con frecuencia hostilidad —odio, temor, recelo— hacia el otro?

• ¿Estamos alerta a sus movimientos, esperamos todo el tiempo que realice alguna
acción desfavorable hacia el familiar enfermo, lo que genera una angustiosa tensión?

• ¿Mantenemos secretos, sospechamos sobre los actos del otro y sentimos una
profunda desconfianza sobre sus intenciones?

• ¿Evitamos la conversación, eludiendo situaciones de verdadera comunica-


ción de los sentimientos, necesidades e intenciones mutuas? ¿Somos incapa-
ces de escucharlo?

• ¿Adoptamos una posición o punto de vista inalterable frente a los requerimientos de los
demás? ¿Nos mantenemos inflexibles respecto de nuestras creencias o motivaciones?
• ¿Creemos que nuestro modo de actuar .'eá correcto, justo y. cuidadoso, lo que caprichosamente, no es
valorado por el otro?

• ¿Nos permitimos insultar y agredir al otro para descargar nuestra ira?

• ¿En el fondo, disfrutamos con este conflicto? ¿Nos atrae porque al charlar de ello con otros familiares o amigos nos
sentimos una especie de héroe o heroína?

• ¿Pensamos en el motivo del conflicto desde un único modo? ¿No logramos reflexionar de otra manera?

• ¿Escuchamos los consejos de quienes desean ayudarnos a que finalicemos el conflicto?


f"\ DE LA PUERTA
._
PARAADENTRO •

«Me enfurecí cuando pasó delante de mí sin hablarme y, probablemente, ella estaba furiosa pensando
¡esto es demasiado! Sentada en aquella habitación con el gato..., yo pensaba: ¡si me agradece de esta
manera!».

DORIS LESSING

Es poco frecuente que una familia con un mayor con una enfermedad crónica o invalidante lleve los cuidados del
mismo sin contratiempos y asimile los cambios producidos sin ningún conflicto o disgusto.

Las tensiones aumentan y estallan las discusiones, se corre el riesgo de perder el control y hacer o decir cosas que
pueden producir mucho daño. Por ello, es necesario identificar y localizar quienes de la familia llevan o soportan las
principales cargas o líneas de tensión.

POR MEJOR QUE SE LLEVE LA FAMILIA PODRÁN SURGIR DESACUERDOS CON


RESPECTO A LOS CUIDADOS QUE REQUIERA EL ENFERMO.

Cuando las exigencias del cuidado superan a las habilidades o recursos de la familia pueden surgir problemas
graves. Las discusiones, entonces, se hacen más violentas y surgen divisiones entre los miembros de la familia
que no son capaces o no están dispuestos a trabajar juntos en los cuidados que el mayor requiera.
•En esta situación, las necesidades del enfermo quedan desatendidas ya que el resto de la familia está demasiado
ocupada peleándose. La energía invertida en la pelea domina todo y arruina la calidad de vida de la familia.

Tanto el enfermo como su familia y amigos enfrentan miedos intensos, ansiedades y frustraciones que son nuevos
para la mayoría de ellos. Se mezclan sentimientos de desesperanza, miedo, coraje, humor, bronca y la constante
incertidumbre.

Por eso es importante compartir la experiencia con aquellos que ya hayan pasado por lo mismo para que puedan
ayudarnos a definir nuestros propios sentimientos y encontrar nuestras propias maneras de enfrentar la situación con
lucidez, sin lastimar ni lastimarnos.

EN ESTAS SITUACIONES, RECORDEMOS PERMANENTEMENTE


CUÁL ES LA MOTIVACIÓN Y EL OBJETIVO DE LA TAREA QUE ESTAMOS REALIZANDO.
Resolviendo el conflicto entre todos
Una vez que cada uno haya aceptado la existencia del conflicto y su participación en el mismo, es necesario que
todos los participantes se comprometan en el intento de resolverlo.

Se puede comenzar proponiendo una reflexión sobre los siguientes puntos:

• ¿Escucharía al otro atentamente sin juzgarlo?

• ¿Pondría en práctica una solución aunque las vías para llegar a ella me parezcan extrañas o difíciles?

• ¿Modificaría, aunque sea momentáneamente, mis ideas o principios?

• ¿Realizaría alguna acción que me acerque al otro?

• ¿Tendría miedo al ridículo o a las propuestas, aparentemente disparatadas, que vayan surgiendo?

• ¿Aprovecharía el humor o la exageración para hacer comprensibles los deseos y puntos de vista de cada uno?

• ¿Creería en todo lo que diga el otro como si fuera definitivo? ¿Dejaría espacio para los cambios de opinión?

• ¿Buscaría junto al otro ideas novedosas, creativas, prácticas y plenas de sentido?

La escucha comprometida
Se trata de escuchar sin una respuesta verbal preestablecida, actitud que conduce a poder hacerle entender o decirle
al que habla lo siguente:

• Quiero escuchar lo que estás diciendo.

• Acepto tus sentimientos.

• Comprendo lo que me decís.

EL SILENCIO DEL QUE ESCUCHA PERMITE AL QUE HABLA EXPRESAR SUS SENTIMIENTOS.
La mejor manera de darle a entender al que habla que estamos realmente escuchando, es mirarlo a los ojos. También
es bueno que el otro sienta que no está siendo evaluado o juzgado por lo que está expresando. Podemos decirle:

iQuerés que hablemos de esto?


Contáme, me gustaría saber más.
Estemos atentos a recibir sólo aquello que nuestro interlocutor nos está diciendo, no lo que queremos que nos diga.

NO ES EL MOMENTO DE DAR CONSEJOS, EMITIR JUICIOS O SENTIMIENTOS


INTERRUMPIENDO AL QUE HABLA. AS!, PERMITIREMOS QUE SE EXPRESE
CON LIBERTAD.

Cuando hablamos acerca de un problema, la mayoría de nosotros sólo quiere expresar sus sentimientos. Con una
escucha comprometida y no interrumpiendo al otro con consejos o comentarios estamos permitiendo que nuestro
interlocutor nos diga todo lo que tenga necesidad de decirnos.

Al principio puede ser complicado porque es algo nuevo que hay que aprender, pero todos podemos lograrlo.

PARA ESCUCHAR COMPROMETIDAMENTE SÓLO SE NECESITA PRÁCTICA.

Nuestras propias necesidades emocionales


• Expresemos nuestros sentimientos sin ocultar las aflicciones.

RECORDEMOS QUE TODO AQUELLO QUE NO SE EXPRESE PUEDE GENERAR


CONFUSIÓN, SUFRIMIENTO O ENFERMEDADES.
• Elijamos cuidadosamente en quién confiar.

• Algún miembro de la familia puede sentir necesidad de hablar sobre lo que está pasando antes que los demás. Pero
cada uno debe decidir cuando hacerlo, algunas personas necesitan más tiempo para elaborar sus sentimientos.

• Ningún integrante debe sentirse forzado a hablar hasta que lo considere necesario.

APRENDAMOS A RESPETAR LOS TIEMPOS DE LOS DEMÁS.

• Pidamos y aceptemos ayuda. Los amigos pueden hacer que momentos dolorosos se transiten con mayor facilidad.
Hay muchos familiares y amigos que realmente desean ayudar pero, a menudo, no saben cómo hacerlo.

• No dudemos en buscar consuelo en referentes espirituales y/o religiosos.

• Seamos amables y tolerantes con nosotros mismos. Algunos días serán más difíciles que otros, sin embargo
merecemos todo el amor y respeto.

• Evitemos tomar decisiones importantes hasta que no estemos serenos.

• Pidamos ayuda profesional si los sentimientos de desesperación e inutilidad persisten.

• Participemos en Grupos de Apoyo para familiares de enfermos con patologías crónicas y solicitemos la ayuda de los
grupos de voluntarios para el cuidado de enfermos en el hogar. El CENOC, Centro Nacional de Organizaciones
Comunitarias, podrá indicarnoS telefónicamente —(011) 4334-3957— los centros más cercanos a nuestro domicilio
en cualquier lugar del país o recurramos a PAMI Escucha, 0800-222-7264.
TENGAMOS SIEMPRE PRESENTE QUE SE TRATA DE LA ENFERMEDAD
DE NUESTRO SER QUERIDO.
CON TRANQUILIDAD Y PERSEVERANCIA LOGRAREMOS TODO LO QUE ESTÉ A NUESTRO
ALCANCE
FELICES '
• LOS QUE TIENEN COMPREÑSIÓN PARA MIS PIES INSEGUROS
Y MIS MANOS PARALÍTICAS.

FELICES
LOS QUE, AL TANTO DE MI SORDERA, NO PRETENDEN QUE CAPTE
TODO LO QUE ME DIGAN.

FELICES
LOS QUE DISCULPAN LA ESCASA VISIÓN DE MIS OJOS Y LA FRAGILIDAD
DE MI MEMORIA.

FELICES
LOS QUE NUNCA ME DICEN: "ESTA HISTORIA YA ME LA CONTASTE
MUCHAS VECES".

FELICES
LOS QUE SABEN ENTRETENERME CON LOS PLACENTEROS RECUERDOS
DE TIEMPOS MÁS DICHOSOS.

FELICES
LOS QUE DISPENSÁNDOME SU GRATA COMPAÑÍA, CONSIGUEN
QUE ME SIENTA COMPRENDIDO Y AMADO.
Lecturas sugeridas
PARA REFLEXIONAR SOBRE LOS PROBLEMAS EN LA RELACIÓN Y EL CUIDADO DE NUESTROS MAYORES
Sampedro, José Luis. La sonrisa etrusca. Barcelona: RBA Editores, 1993.

Novela que describe la historia de una anciano que decide ir a conocer a su pequeño nieto reciérr nacido en Milán
para lo cual abandona su pueblo natal. El encuentro con su nieto, la compañía de su hijo y nuera producen una
intensa modificación en sus vidas. Una novela placentera y brillante como pocas.

Lessing, Doris. Diario de una buena vecina. Barcelona, Ediciones B, Grupo Zeta, 1993. Novela en la que se cuenta
la historia de una ejecutiva madura, quien por su carrera siente no haber cuidado adecuadamente a su marido
gravemente enfermo ni a su madre hasta que se encuentra casualmente con una vecina viejita, desvalida y grave-
mente enferma. Se crea entre las dos una profunda y particular relación en la cual la protagonista se transforma en
la cuidadora principal o la anciana.

PARA PROFUNDIZAR LA ORIENTACIÓN DE LOS CUIDADOS

Cohen, D; Eisdorfer, C. Cómo cuidar de tus padres cuando envejecen. Siete pasos para cuidar y atender adecua-
damente a las personas mayores. Barcelona: Paidos, 1997.

PARA OBTENER INFORMACIÓN SOBRE LA ENFERMEDAD DE NUESTROS PADRES

OBRA ESPECÍFICA
Sala, A.; Nuñez, N. Manual de Autocuidados. Buenos Aires: Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados
y Pensionados. PAMI, 1997. 13 v.

OBRA GENERAL
Manual Merck de información médica para el hogar. Barcelona, Océano, 1999.
Bibliografía consultada
Salgado Alba, A; González Montalvo, J. I.; sAlarcón Alarcón, M.T. Fundamentos prácticos de/a asistencia al anciano.
Barcelona, Masson, 1996.

Belsky, J.K. Psicología del envejecimiento; teoría, investigaciones e intervenciones.


Barcelona, Masson, 1996.
Material del National lnstitute on Aging. NIA. Information Service. USA. E-mail: niainfogaccess.digex.net

Moragás Moragás, R. Gerontología social; envejecimiento y calidad de vida. Barcelona: Herder, 1995.

Gómez, M.; Bondjale, T. Síndrome de Bumout o quemamiento de los profesionales. Prevención y tratamiento. La

gestión del estrés. El cuidado de los cuidadores. Cuidados Paliativos e intervención psicosociai en enfermos
terminales. Las Palmas de Gran Canaria, ICPSS, 1994.

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