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JOSÉ MORENO VILLA

Butes y la sirena, 1932.


REVISTA DE HISTORIA Y TEORÍA DE LA ARQUITECTURA 10-11, 2008-2009, 171-199, ISSN:1576-5628

Ana B. Quesada Arce


Doctoranda. Dpto. de Historia, Teoría y Composición Arquitectónicas
Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidad de Sevilla
Junio 2011

De estación de invierno a costa del sol

La transformación de los paisajes a 171

través de los espacios del ocio

RESUMEN
La transformación de la imagen de la ciudad de Málaga iniciada a mediados del siglo
XIX, está marcada tanto por las profundas intervenciones de carácter urbanístico y arquitec-
tónico, como por la irrupción del mar. La necesidad de reinventar la ciudad tras la profunda
crisis de final del XIX, llevará a plantear las bases para convertirla en una ciudad turística, así
surgirán los primeros hoteles junto al litoral, las arquitecturas del ocio, y que comienzan a des-
plazarse hacia el territorio de la costa occidental, sentando las bases de la Costa del Sol.
La arquitectura se impregna de las corrientes pictóricas, de los poetas, y viceversa,
también la arquitectura inspira a los artistas, en una simbiosis que construye el lugar, desde lo
físico, arquitectura y desde lo inmaterial, la mirada, dando lugar a nuevos paisajes.

Palabras clave: Paisaje, territorio, ciudad, pintura, poesía, memoria, mirada, arquitectura,
turismo, Costa del Sol.

ABSTRACT
The transformation of the image of the city of Malaga began in the middle of the 19th
century and is characterized as much by important urban and architectural planning as by the
advent of the sea. After the crisis at the end of the 19th century, it was necessary to reinvent
the city and work was begun on transforming Malaga into a touristic city. Around this time, the
first hotels appeared by the sea, leisure architecture and the move to the west coast formed the
foundations of the Costa del Sol.
Pictorial currents and poetry influence the architecture and also the architecture inspires
the artist. This mixture leads not only to physical change with the construction of new places, but
also a psychological change with the vision of new landscapes.

Keywords: Landscape, territory, city, pictorial, poetry, memory, vision, architecture, tourism,
Costa del Sol.
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Introducción
“‘¡Oh ciudad no en la tierra!’ las ciudades de la tierra
van convirtiéndose en inhabitables. Y esta ciudad mía tan
amorfa, tan atípica, tan poco inclinada a la solemnidad de
las tradiciones, va corriendo peligro. No estar en la tierra
puede que sea su ancla de salvación”1.

Las palabras del poeta nos hablan del carácter de la ciudad, siempre rein-
ventándose, sin apego a lo monumental y a lo histórico, y por tanto de su capaci-
dad para albergar los sueños. Quizás sea esa la principal virtud de Málaga, la de
posibilitar la materialización del Paraíso. Si los arquitectos reinventaron la ciudad
a mediados del s XIX, fueron los intelectuales, pintores y sobre todo los poetas, los
que nos enseñaron a mirar el mar. El Mediterráneo simboliza lo ancestral, es cuna
de civilizaciones, espacio fronterizo y ahora lugar junto al que descansar y contem-
plar, en definitiva para soñar.
A través de las arquitecturas vinculadas al ocio se irá constatando la aparición
de nuevos paisajes, que a su vez, harán que las aspiraciones turísticas de la ciudad de
Málaga comiencen a desplazarse hacia el litoral occidental, dando lugar a los inicios
de la Costa del Sol.

La transformación de la ciudad. Un nuevo paisaje urbano

El ocaso de la imagen romántica


Como en el resto de España y especialmente en Andalucía, fueron los via-
jeros románticos quienes contribuyeron a la creación de una imagen de la ciudad
basada en una mirada subjetiva, en la cual tenían una gran importancia tanto el

1. CANALES, Alfonso, (1976), Espíritu de Málaga. En Jábega nº 13, pp. 3-5 Málaga. Pág. 5.

2. LÓPEZ ONTIVEROS, Antonio, “Descubrimiento y Exaltación de los paisajes Andaluces por los viajeros románticos”. Paisajes
Andaluces. Hitos y miradas en los siglos XIX y XX. Sevilla, Ed. Consejería de Obras Públicas y Transportes de Junta de Andalucía,
(2007). Pág. 177.

3. LÓPEZ ONTIVEROS, Antonio, op. cit. Pág. 191.

4. CANALES, Alfonso, “Espíritu de Málaga”, Jábega nº 13, Málaga, (1976), pp. 3-5. Pág. 5.

5. CANALES, Alfonso, “La Málaga de 1849 vista por un clérigo inglés”. Gibralfaro nº 21, Málaga, (1969), pp.9-10. Pág. 9.
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pasado árabe y su decadencia, como el concepto de una Andalucía identificada con


el “paraíso”, “jardín de las delicias” o “edén”2.
Durante la primera mitad del XIX, los viajeros, principalmente ingleses,
escogían la ruta de Gibraltar a Málaga y con la ineludible parada en Ronda. De las
diversas obras que se publicaban en Londres, la más relevante y exitosa fue la reali-
zada por Richard Ford, “Hand book for travellers in Spain”, (1845). No es Málaga
una ciudad que agrade especialmente a Ford, y de ahí la famosa afirmación de que
con un día bastaba en la ciudad.
Según señala López Ontiveros3, el viajero que mejor ha descrito el paisaje
de Málaga, sus alrededores y la Costa del Sol, ha sido el botánico francés Pierre
Edmond Boissier. Si bien el objetivo de su viaje era claramente científico, en sus
escritos hace una descripción sobria del territorio malacitano, tratando diversos
aspectos e incidiendo en el paisaje y la flora, destacando el potencial de la clima-
tología. De alguna manera apunta a las virtudes que podrían llevar a materializar
el paraíso en la tierra, uno de los principales anhelos del viajero romántico, y que
tendrá una marcada continuidad en los viajeros y turistas del siglo XX.
Son precisamente el gusto por lo exótico, lo monumental y la aventura, las
circunstancias que hacen que España entre en el circuito del Gran Tour de los via-
jeros del XIX. En concreto Andalucía representa un contraste absoluto respecto a
las culturas industriales-burguesas que en ese momento se imponen en Europa.
Málaga era una ciudad netamente comercial, con numerosas compañías
extranjeras que a través del puerto exportaban principalmente vino y pasas, y que
en 1833 inició su transformación industrial con la apertura de los altos hornos de
La Constancia, que seguían a los ya instalados en Marbella, La Concepción y El
Ángel. Este paisaje con claras connotaciones industriales genera una imagen que se
aleja de la mirada romántica, y que como la define Alfonso Canales, “Málaga es una
ciudad atípica, aunque ocupe un enclave en el eje de las Andalucías”4.
Así, en 1849, Tomas Debary, describe la ciudad como un lugar donde se
encontrará poco de las costumbres de Andalucía y más un paisaje industrial ‘verá
más de una alta chimenea de ladrillos rojos, importación no muy poética de la
laboriosa Inglaterra’5.
También Rosario Camacho alude a una evolución en la imagen que la
ciudad proyecta, tanto a extranjeros como a los propios habitantes, con notables
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diferencias entre las descripciones de los viajeros del XVIII y las que se producen
entrado el XIX, donde ya se reflejaran las nuevas inquietudes culturales y comer-
ciales de la ciudad6.
En este contexto, la imagen romántica busca destacar los escasos vestigios
árabes de la ciudad, las ruinas del castillo Gibralfaro y la Alcazaba así como los
monumentos de carácter religioso con especial protagonismo de la Catedral. El
Puerto estará presente en muchas de las representaciones románticas, aunque su
papel es el de apuntar el carácter comercial y diferenciador antes comentado. Así
David Roberts representa la ciudad desde Gibralfaro, situando en primer plano
la idealizada Alcazaba árabe, con la Catedral inacabada detrás y la Aduana en un
segundo plano, definiendo la trama conventual de la ciudad.
Este carácter de ciudad moderna se refleja en la perspectiva realizada por
Alfred Guesdon en 1853 para su colección L’Espagne á vol d’oiseau. Desde un encua-
dre similar al de Roberts, Guesdon resalta en el carácter defensivo del Castillo de
Gibralfaro y potencia el carácter industrial de la ciudad, no sólo con las fábricas de

Alfred Guesdon. Vista de Málaga. L’ Espange â vol d’oieseau. 1853.

6. CAMACHO, Rosario, (dir.), Guía Histórico-Artística de Málaga, Málaga, Ed. Arguval, (1992). Pág. 41.

7. GARÓFANO, Rafael, “Paisajes andaluces en las vistas fotográficas”. Los paisajes andaluces. Hitos y miradas en los siglos XIX y
XX. Sevilla, (2007), Ed. Consejería de Obras Públicas y Transportes de Junta de Andalucía. Pág.203 y 208.

8. FERNÁNDEZ LACOMBA, Juan, “El paisaje andaluz de la mirada ilustrada al boom turístico”. Los paisajes andaluces. Hitos y miradas
en los siglos XIX y XX. Sevilla, (2007), Ed. Consejería de Obras Públicas y Transportes de Junta de Andalucía. Pág.133.
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San Andrés al fondo, sino con la inclusión de la ampliación del puerto con el muelle
de Levante y la Farola.
El desarrollo de la fotografía es un hecho a mediados de siglo, y la llegada a
España de numerosos fotógrafos extranjeros ha posibilitado que hoy dispongamos
de una importante colección de imágenes de la España del XIX. Destacar a C.
Clifford, que desde 1850 tenía fijada su residencia en Madrid, y que realizó casi toda
su obra en España, en concreto en Andalucía. Durante 1859, captó las imágenes
que consideraba de interés para comercializarlas sobre todo en el extranjero. A esta
serie pertenecen las realizadas en Málaga, Vista General de la ciudad, Vista General
desde tierra, el muelle y la Catedral desde el Mar. En 1863, al morir Clifford, será el
francés Jean Laurent quien tome el testigo de fotografiar España, convirtiéndose en
el fotógrafo-empresario-editor más importante del siglo XIX en España7, y que no
dejó de capturar unas imágenes del puerto malagueño con la ciudad y la montaña
al fondo. Están presentes los tres elementos configuradores de la ciudad, que no
sólo influyeron en el asentamiento y desarrollo de la ciudad, sino que también son
determinantes por su incidencia en la climatología.
En una de las fotografías de Charles Clifford realiza de la ciudad, la ausen-
cia del mar es quizás lo más significativo, está tomada durante el viaje que la reina
Isabel II realizó a Andalucía, y muestra un tono documental y descriptivo, donde el
mar no tiene interés alguno, aún es considerado un foco insalubre y peligroso, en
la línea de lo que Fernández Lacomba denomina “aversión iconográfica respecto de la
presencia del mar”8.
En cambio, las fotos de Laurent muestran el puerto, donde la presencia de
barcos alude al carácter comercial de la ciudad, pero sobre todo introduce un con-
cepto paisajístico. En primer lugar, el punto de vista es opuesto a los elegidos por
Roberts y Guesdon, y esboza la ausencia de connotaciones románticas. A Laurent
tampoco le interesa la ciudad industrial, y ofrece una imagen de Málaga definida
por los elementos naturales que articulan su paisaje, el mar y los montes.

Una nueva disciplina artística, el paisaje


De forma paralela a las profundas trasformaciones que se suceden en la ciudad
y en la sociedad, también en el mundo del arte comienza a languidecer el periodo
romántico y un nuevo concepto de paisaje apunta hacia la pintura moderna.
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Fue a mediados del XIX, en 1844, cuando la Academia de San Fernando creó
una nueva cátedra para dar cabida a la disciplina artística del Paisaje. El primero
en ocuparla fue Genaro Pérez Villaamil, que será sustituido por Carlos de Häes en
1857. Con él se inicia la evolución de la pintura romántica hacia el realismo, una la
las claves del cambio de tendencia se manifiesta en la voluntad de realizar estudios
directamente del natural9, en contraposición a costumbre de los pintores románti-
cos a realizar las composiciones basándose principalmente en la idealización.
El cuadro Un País. Recuerdos de Andalucía, costa del Mediterráneo, junto a
Torremolinos, 1860, nos presenta una mirada sobre un territorio aún no antropizado,
donde la presencia humana se reduce a un hombre de espaldas al mar y de paso.
Muy al fondo, y difuminada bajo las montañas, apenas se distingue la ciudad.
El título elegido por el pintor, apunta hacia una identificación con el medite-
rráneo y es todo un anticipo a la importancia que el mar tendrá en la construcción
de la identidad malagueña a lo largo del siguiente siglo.
La tendencia de la pintura realista busca plasmar las sensaciones producidas
de la observación directa de la naturaleza y que irá evolucionando desde una con-
cepción geológica hasta incorporar aspectos como la luminosidad.
A Carlos de Häes le sucederá en la cátedra de la Academia Antonio Muñoz
Degrain, que además de imprimir una importante evolución a la pintura paisajista,
va a introducir lenguajes de la modernidad europea, y que tendrá una destacada
vinculación con Málaga10. El realismo, que poco a poco se va asentando en la pin-
tura malagueña, debe mucho a la labor como profesores de Bernardo Ferrándiz y
Antonio Muñoz Degrain. Poco a poco, la naturaleza se irá despojando de connota-
ciones provocadoras y aumentándose las posibilidades de una iconicidad real11.
Dentro de la pintura paisajista se va a desarrollar una corriente específica
en la que el mar será la temática principal, y que en sus variadas representaciones,
va a representar la búsqueda de lo novedoso, de lo desconocido y una puerta de
escape de un estilo de vida marcado por la influencia de la revolución industrial.
Esta nueva corriente, los marinistas, tendrá una gran importancia en las ciudades de

9. FERNÁNDEZ LACOMBA, Juan, op. cit. Pág.60.

10. FERNÁNDEZ LACOMBA, Juan, op. cit. Pág.61.

11. SANJUÁN LÓPEZ, José Manuel, “La pervivencia del paisajismo luminista en Málaga. El grupo “Nueve Pintores””. Jábega nº 86,
Málaga, (2000), pp. 65-81. Pág. 64.
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Carlos de Häes. Un país. Recuerdos de Andalucía, costa mediterránea,


junto a Torremolinos. 1860. Museo del Prado, Madrid.

Cádiz y Málaga. En Málaga esta etapa coincide con la consolidación de la Escuela


de Bellas Artes, y supone una apuesta por la representación autóctona del paisaje y
de su puesta en valor.
En este contexto, y siendo discípulos de Carlos de Häes, se desarrolla la obra
pictórica de Emilio Ocón y José Gartner de la Peña, como autores más destacados
del nutrido grupo de marinistas malagueños, y que entroncan con la tradición fla-
menca de las marinas a través de la influencia ejercida por de Häes. Así, a través del
mar expresarán la condición cosmopolita de la ciudad, surgida del auge industrial y
comercial, y se percibe un compromiso con la identidad mediterránea, ya apuntada
por de Häes, y que se verá reforzada por la inclusión de escenas populares neta-
mente malagueñas, como las jábegas.
En las vistas que representan el puerto, en oposición a los puntos de los
románticos, la monumentalidad del casco urbano desaparece, y el mar, la playa, el
muelle, las jábegas serán los elementos que se identifican con la ciudad. Por otro
lado hay que resaltar la importancia del momento del día que se refleja en las pin-
turas, ya que demuestran la importancia de la luz en el nuevo concepto realista de
representar el paisaje.
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Fincas de recreo. Los jardines del ocio


El auge de la burguesía industrial propicia que surjan nuevos espacios vin-
culados al ocio ilustrado. Las zonas preferidas para la ubicación de estas fincas de
recreo eran, desde el siglo XVI, la zona de Churriana y Torremolinos, a las que se
unirá la zona norte de la ciudad en las cercanías del río Guadalmedina.
La iniciativa de los palacetes de recreo había sido introducida en España por
Carlos III, y muy pronto fue imitada por la nobleza, a la que siguió, ya en pleno
siglo XIX, la burguesía industrial12. Los palacetes suburbanos, por un lado inician
la tendencia de vivir lejos del centro urbano y rodeados por un jardín, y por otro
abordan la tipología arquitectónica de palacio exento.
En contra de la creencia de que fue el industrial Manuel Agustín Heredia,
el que a raíz de una segregación realizada en la Finca de San José regaló a su hija la
finca de La Concepción, un reciente estudio13 ha corregido este error y determina
que fue a instancias de los hijos de Heredia, tanto la adquisición de los terrenos,
como la realización de los jardines.
El matrimonio formado por Amalia Heredia Livermore y el ingeniero Jorge
Loring Oyarzabal, tras volver de su largo viaje de novios por Francia, Italia, Suiza y
Alemania, decidió plasmar sus inquietudes culturales en la realización de un jardín
paisajista que entroncaba con las corrientes intelectuales europeas, las cuales bus-
caban dar así una respuesta estética e idealizante al sentimiento de pérdida de lo
natural14, propio del avance tecnológico de la época.
La Hacienda de La Concepción estaba situada en la zona norte de la ciudad,
en las márgenes del río Guadalmedina y a las faldas de los Montes de Málaga, desde
donde se disfruta de una magnifica vista la ciudad. Al igual que en la colindante

12. HERNANDO, Javier, Arquitectura en España, 1770-1900. Madrid, Ed. Cátedra, 1989. Pág. 180.

13. RAMOS FRENDO, Eva María, “Aproximación a las villas de recreo de la familia Heredia en Málaga.”Baética: Estudios de Arte,
Geografía e Historia, nº 28, Málaga, 2006, pp. 91-108.

14. GRACIA de, SORIA, Francisco, Entre el paisaje y la arquitectura, San Sebastián, Ed. Nerea, 2009. Pág. 141.

15. GRACIA de, SORIA, Francisco, op. cit. Pág. 38.

16. OLÍAS RUÍZ, Emilio, BARRANDO BAUTISTA, Andrés. “Antecedentes anglosajones del ferrocarril Málaga-Córdoba (1860-1865).
Apuntes sobre la vida de Jorge (George) Loring James”. Actas del IV Congreso de Historia Ferroviaria. 150 años de Ferrocarril
en Andalucía: un balance. Málaga. 2006. http://www.docutren.com/malaga.htm. (25/02/2011). Pág. 5.

17. CANDAU RAMILA, María Eugenia, DÍAZ PARDO, José Ignacio, RODRÍGUEZ MARÍN. Francisco, Guía de arquitectura. Málaga, Sevilla-
Málaga, Ed. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Dirección General de Arquitectura y Vivienda de la Junta de Andalucía
y Colegio de Arquitectos de Málaga, 2005. Pág. 261.

18. FERNÁNDEZ LACOMBA, Juan, op. cit. Pág.135.


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Finca de San José, se proyectó un jardín de estilo inglés, dentro de una corriente
orgánico-pintoresca15, caracterizada por un naturalismo domesticado y que de
alguna manera alude a la Arcadia perdida idealizada por la intelectualidad de la
época. Su entronque con el clasicismo se manifiesta en la distinción de dos zonas,
una de recreo y otra destinada a la huerta.
Cabe destacar el papel desempe-
ñado por Amalia Heredia Livermore y
su interés por las ciencias, que se plasma,
entre otros hechos, en su empeño de
disponer de ejemplares únicos traídos
de los cinco continentes por los barcos
de la naviera Heredia. La fuerte per-
sonalidad de Amalia y su inteligencia,
unida a la educación recibida, hicieron Hacienda San José, Málaga
Extraído del Legado Temboury.
que tuviera una fuerte inclinación por Diputación Provincial de Málaga.
Archivo Online:
las bellas artes y que convirtiera La www.malaga.es/areas/cultura/cultura/biblioteca/legado

Concepción en un lugar de culto polí-


tico y cultural para la época16.
El carácter paradisiaco del jardín queda patente con la exuberante mezcla de
espacies autóctonas y exóticas, el gusto por el paisajismo romántico se refleja en la
célebre pérgola de las glicinias y también en la introducción del agua, que produce
unos efectos de carácter artificial y la dota de una gran escenografía pero sin entrar
en conflicto con la naturalidad del jardín17.
Los principales edificios que se distribuyen por la finca fueron realizados a
instancias del matrimonio Loring-Heredia, entre los que cabe destacar el palacete
principal de estilo neoclásico y un templete de corte clásico que sirvió para albergar
la importante colección arqueológica, el Museo Loringiano.
Ya entrado el siglo XX, la finca pasó a manos del matrimonio vasco formado
por Rafael Echevarría y Azcarate y Amalia Echevarrieta y Maruri, los cuales reali-
zaron algunas intervenciones, tanto en los edificios como en el jardín. No obstante,
La Concepción siguió siendo un lugar con alto poder evocador, y ya a comienzo
del siglo XX, inspiró al artista vasco Francisco Iturrino, composiciones de tono
fauvista, en consonancia con las corrientes de las vanguardias europeas18.
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La finca San José fue adquirida por Tomás Heredia Livermore, y que en
la misma línea apuntada en La Concepción, la convertirá en una finca de recreo
con un esplendido jardín, siguiendo las pautas clásicas de las villas periurbanas.
El edificio principal se articula en una composición clásica con el orden jónico
en la columnata de planta baja y con pilastras de orden compuesto en la planta
superior. La vivienda alojó la importante colección de arte de Tomás, que poseía
un gran número de pinturas de las escuelas española, italiana, flamenca, francesa y
alemana19. Otro punto de entronque con el clasicismo es uso de la disposición de
la tipología en U con loggia central y torres laterales, como la Villa Farnesina de
Baldassare Peruzzi en Roma o la Villa Trissino de Andrea Palladio en Cricoli.
Otro de los hijos de Manuel Agustín Heredia, Enrique, adquirió la Hacienda
de San Rafael, ya entonces conocida como La Cónsula, ya que a principios del siglo
XIX perteneció al Cónsul de Prusia, y localizada en Churriana, cerca de la emble-
mática Finca El Retiro, donde estableció su lugar de descanso.
De esta forma, la familia Heredia, quizás la más importante en la ciudad
desde el punto de vista económico, también lo es desde el punto de vista de las inter-
venciones paisajísticas que se realizan en esta etapa, y que tendrá gran influencia en
el concepto que se va a desarrollar en la ciudad, vinculando las residencias de des-
canso con el jardín, y que a una escala menor y con carácter de intervención urbana
será desarrollado por José María de Sancha en la última década del siglo XIX.

Un nuevo paisaje urbano

La apertura de la ciudad al mar


La ciudad, en pleno apogeo industrial, congrega no sólo a un nutrido grupo
de grandes empresarios españoles, destacando Manuel Agustín Heredia que llegó a
ser el industrial más importante de España a mediados de siglo, sino también a un
gran número de emigrantes de las comarcas y provincias cercanas que se conver-
tirán en los obreros de las fábricas, en el clásico éxodo del campo a la ciudad que
define a la revolución industrial.
19. RAMOS FRENDO, Eva María, op. cit. Pág. 100.

20. CAMACHO, Rosario, op. cit. Pág. 143.

21. RUBIO DÍAZ, Alfredo, Málaga, de ciudad a metrópoli, Málaga, Ed. Asociación de Promotores y Constructores de la Provincia
de Málaga, 2003. Pág. 229.
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El rápido aumento poblacional, que acaba saturando la ciudad y llevando a la


población a unas condiciones de vida totalmente insalubres, propició que se busca-
ran soluciones desde la arquitectura y el urbanismo. Es en este marco, similar al de
otras ciudades como Madrid y Barcelona, en el que se plantea el Plan de Ensanche
de 1861, que fue redactado por el arquitecto José Moreno Monroy.
De las numerosas operaciones interesantes contenidas en el citado Plan,
destacar las que plantean la unión entre los dos centros de la ciudad, la Plaza y la
zona del Puerto- Alameda, abriendo así la ciudad al mar.
Con las desamortizaciones realizadas en el XIX, las propiedades eclesiásticas
pasarán a manos privadas y posibilitarán actuaciones de aperturas de nuevas calles,
lo que supondrá una ruptura definitiva de la estructura urbana de la de la ciudad
medieval que apenas había sufrido cambios durante el Antiguo Régimen20. Estas
operaciones tendrán una gran repercusión en la imagen de la ciudad, aunque su
verdadera dimensión no se manifestará hasta ya entrado el siglo XX.
A la línea de regularización de la trama de la ciudad histórica y de la apertura
hacia el mar, se suma la necesidad higienista preconizada por José María de Sancha,
al proponer que, para una la mejora de los drenajes y evacuación de la red de sanea-
miento, sería conveniente la apertura de calles desde la Plaza hacia la Alameda y el
Puerto, apuntando ya los futuros trazados de calle Larios y de Molina Lario.
La importancia de la intervención urbanística que supone la apertura de
calle Larios queda en un segundo plano, superado por el hecho de que se convertirá
en la imagen global de la ciudad de Málaga, así lo expresa Alfredo Rubio:

“La importancia de la calle Larios no se circunscribe a


sus contenidos de programa urbano complejo (forma,
accesibilidad, sección de los viarios, inmuebles, viviendas,
usos comerciales en los bajos y eliminación de las bolsas de
población y vivienda marginales). En poco tiempo, logró
representar la imagen global de la ciudad. En el imaginario
colectivo se convirtió en la calle sustantiva de Málaga,
rompiendo con el papel de la Alameda como escenario de
exhibición social y con el predominio de la vieja calle Nueva
como arteria comercial”21.
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En ella se establecieron gran número de comercios, bazares, tiendas de


moda, bares, cafeterías, restaurantes, y sobre todo un gran número de hoteles. Se
convirtió en la zona de los despachos, de las sedes de las nuevas empresas y de las
incipientes compañías de electricidad y de gas.
Poco a poco, en la trama urbana de la ciudad se van consolidando claramente
los barrios, la clase trabajadora vive hacinada en los barrios periféricos de la zona
oeste, mientras la burguesía ocupa el centro de la ciudad y la zona este.
Debido al rápido crecimiento de la población y de su hacinamiento, que
provocó problemas de insalubridad, se redactan pequeños proyectos de ensanche
con la finalidad de aumentar la zona residencial y de reducir la densidad poblacional
del centro de la ciudad. Una de las zonas en las que se proyectaran estos crecimien-
tos será la generada por los terrenos ganados al mar tras la ampliación del Puerto,
La Malagueta. En 1868 y según el proyecto de ensanche de Juan Nepomuceno de
Ávila, comenzarán a construirse los primeros edificios, entre ellos el hospital Noble
y la Plaza de Toros, en una ordenación característica de las ciudades portuarias
españolas.
Todas estas intervenciones cambiaron radicalmente el paisaje urbano de la
ciudad, y que harán que la ciudad medieval, aunque no haya desaparecido del todo,
quede en un segundo plano.
La otra gran actuación del XIX es la creación del Paseo del Parque, que
surge en 1894 como prolongación de la Alameda hasta el Paseo de la Farola, y que
desde el principio estuvo mal resuelto en su entronque con la Alameda22, así como
su solución como fachada de la ciudad al mar.
La importancia del proyecto del Parque se manifiesta en el hecho de que
los arquitectos más importantes de la época de implicaron en el estudio de distintas
soluciones. Pero esta intervención muestra un claro matiz paisajístico, siguiendo
la estela de las actuaciones públicas impulsadas por la aristocracia local y dentro
del marco de la culta élite industrial23, significa una rotura definitiva con el pinto-
resquismo de la visión romántica y un compromiso con los valores de la moderni-
dad. Las especies exóticas y la incorporación de este “jardín urbano” como nuevo

22. MACHUCA SANTA-CRUZ, Luís, Málaga, ciudad abierta. Origen, cambio y permanencia de una estructura urbana. Málaga, Ed.
Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga. (1ªed. 1987), 2ª ed. 1997. Pág. 269.

23. FERNÁNDEZ LACOMBA, Juan, op. cit. Pág.135.


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escenario de la vida social, entroncan con las actuaciones paisajísticas realizadas en


las fincas de recreo de la aristocracia industrial y con los proyectos urbanísticos que
José María de Sancha va a realizar en los nuevos ensanches.

Proyecto del Parque. Plano de Emilio de la Cerda. 1896.


Archivo Municipal de Málaga.

Los ensanches de José María de Sancha. Primera urbanización junto al mar


En 1879 José María de Sancha inició su actividad como promotor, en 1880
dimitió de su cargo en Obras Públicas, y compró la Hacienda del Platero, entre el
Camino Nuevo y la Avenida de Príes, con el objeto de realizar una urbanización
de grandes viviendas unifamiliares con jardines privados destinadas a la burguesía.
Se plantearon parcelas alargadas, con entrada desde la camino de Vélez y con los
jardines hacia el mar. En 1895, continuó con la actividad promotora y adquiere las
fincas del Limonar y San Agustín, comprendidas entre el arroyo de La Caleta y el
Camino Nuevo.
No se puede obviar la relación de esta intervención, con las fincas de recreo
de la alta burguesía industrial y la aristocracia, ya que en el fondo, Sancha plantea
una reproducción a pequeña escala de la villa de recreo, así La Caleta y El Limonar
se convertirán en la zonas donde la burguesía, tanto local como de las provincias
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184 De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio

cercanas, ubicarán sus residencias para pasar la estación estival. Esta nueva tipología
de residencial se denominará “hotel” y tendrá su apogeo en las primeras décadas
del siglo XX.
La relación de Sancha con las nuevas corrientes artísticas es manifiesta, ya
que publicó numerosos artículos sobre pintura24, en ellos muestra una gran admi-
ración por Mariano Fortuny, lo que explica el aire neo mudéjar de la vivienda que
el propio Sancha se construye en esta urbanización. Demuestra tener una profunda
fascinación por los paisajes malagueños, por la luz y la capacidad de Málaga para
transformarse en un vergel.
La intención de Sancha en Hacienda Platero era la de posibilitar la mejor
fachada al mar, contra de las afirmaciones que han querido difundir que estos edi-
ficios se proyectaron dando la espalda al mar25. Resulta determinante la afirmación

José María de Sancha. Plano de la Hacienda Platero. 1879.


Extraído de OLMEDO CHECA, Manuel, (1998), José Mª de Sancha. Precursor del urbanismo
moderno malagueño. Ed. Benedito, Málaga.

24. Reproducidos en los Apéndices por OLMEDO CHECA, Manuel, José Mª de Sancha. Precursor del urbanismo moderno
malagueño. Málaga, Ed. Benedito, 1998.

25. OLMEDO CHECA, Manuel, op. cit. Pág. 149.

26. Carta reproducida por OLMEDO CHECA, Manuel. op. cit. Pág. 183-183.

27. TITO ROJO, José, “El Paraíso es un Jardín”, en CALATRAVA ESCOBAR, Juan, TITO ROJO, José, (eds.) Jardín y paisaje. Miradas Cruzadas.
Madrid, Ed. Abada, 2011. Pág.85.

28. OLMEDO CHECA, Manuel, op. cit., Pág.172.

29. ZOIDO NARANJO, Florencio, “Paisaje e infraestructuras. Interacción, sinergias y actuación”, en VV.AA., 1er Congreso de
Paisaje e Infraestructuras. Libro de actas. Sevilla, Ed. Consejería de Obras Públicas y Transportes. Centro de Estudios Paisaje y
Territorio, Junta de Andalucía, 2007. Pág. 45.
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De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio 185

de Sancha en una de sus cartas escritas desde Vigo, donde pasó los dos últimos años
de su vida, manifestando su deseo de volver a “esas playas”26 para referirse a Málaga.
Precisar que Sancha se arruinó con esta promoción, tras lo cual solicitó reincorpo-
rarse a la función pública, siendo destinado a Vigo.
Otro aspecto a destacar en la propuesta de Sancha es la superficie destinada a
jardines, se proyectaron parcelas que destinaban tres cuartas partes de su superficie
a jardines, lo que indica el compromiso de Sancha con dotar a las viviendas de un
alto nivel medioambiental implantando un nuevo concepto de zona residencial de
carácter urbano. Será el modelo que adopte en su proyecto para la finca El Limonar
y que se postula como modelo precursor de las urbanizaciones que se desarrollarán
durante el siglo XX en la costa.
La lectura de José Tito Rojo27, según la cual, dejando atrás la consideración
del jardín como algo religioso, el jardín es una creación contra el desasosiego y la
realidad, una burbuja que lo aísla de la vida exterior, y por tanto un lugar para el
descanso, para el retiro, tiene aquí una interesante muestra. Un ejemplo de lugar de
tiempo detenido, y concebido para las clases pudientes, igual que ocurrirá en los ini-
cios de Torremolinos, y sobre todo de Marbella, un paraíso no al alcance de todos.
Las parcelas tenían aproximadamente unos 1200 m2 y alrededor de 330 m2
ocupados por la edificación28, parámetros muy similares a las condiciones de par-
cela y de ocupación sobre las que se desarrollaran las urbanizaciones de viviendas
unifamiliares que se localizan en torno a la carretera nacional N-340, conformando
el germen de la metrópoli malagueña y un modelo de ciudad en las primeras etapas
del turismo.

El despegue de las infraestructuras de transporte


Las nuevas infraestructuras, al igual que desde siempre los caminos, han
hecho el territorio, y a través de sus diversos recorridos aprendemos a conocerlo y
valorarlo. Sobre todo, el ferrocarril y las carreteras constituyen un nuevo ámbito
desde el que construir el paisaje, que a su a vez cualifica el itinerario del viajero29.
Los cambios producidos por la revolución industrial no se pueden explicar
sin el ferrocarril, cuyo desarrollo se inició en la primera mitad del siglo XIX y con-
tribuyó no sólo a la expansión de los límites de la ciudad, sino a reforzar la relación
de la ciudad con los distintos ensanches y con los nuevos equipamientos.
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Con la industria malagueña ya en crisis, y ante la escasez de carbón, se plan-


tea la necesidad de traerlo desde las minas de Bélmez en Córdoba, siendo el tren
el medio de transporte más apropiado. Con esta finalidad, fueron los empresarios
malagueños, quienes financiaron la construcción de la vía del ferrocarril desde
Málaga a Córdoba, en un intento de reflotar la producción de los altos hornos.
La construcción del ferrocarril potenciará aún más la imagen de ciudad
moderna, acentuando los paisajes industriales de las fábricas que se situaron junto
al Puerto, en la zona oriental de la ciudad.
De forma paralela a estas intervenciones, la realización de las obras de
ampliación del Puerto, especialmente en el dique de levante, determinó un nuevo
eje de la ciudad hacia la zona oriental. La necesidad de transportar piedras desde
las canteras de Los Almellones y el Peñón de Cuervo desemboca en la construcción
de una línea de ferrocarril paralela a la costa, y que una vez finalizadas las obras,
conforma la base de la línea férrea entre la capital y Vélez-Málaga. Con los años, en
la segunda década del siglo XX será definitivamente desmantelada y se construirá el
paseo marítimo que hoy conocemos y ya apuntado por Sancha.
Esta intervención en el Puerto también sirvió para conectar la ciudad histó-
rica con los nuevos ensanches de la Malagueta y la Caleta, que hasta ese momento
se realizaba de forma bastante precaria. El muelle de Puerta Oscura y el Camino
nuevo forman los nuevos nexos con la zona oriental.
El ferrocarril de vía estrecha unió la capital con las zonas más importantes
de la provincia, Vélez-Málaga, Coín, Torremolinos y Fuengirola. La empresa
Ferrocarriles Suburbanos de Málaga, inaugura la línea de Málaga a Coín el 13 de
julio de 1913. Unos años después se pone en funcionamiento un nuevo tramo.
En el apeadero situado en San Julián, la vía se bifurca en dos, con una línea hacia
Torremolinos y que finalizaba en Fuengirola.
También las carreteras y el transporte de vehículos se van a ver reforzados,
una de las primeras intervenciones del ingeniero José María de Sancha, tras su
ingreso en la Jefatura de Obras Públicas de Málaga, será la dirección de obras de
varios tramos de la Carretera de Cádiz a Málaga. Quizás el punto más conflictivo

30. Memoria del Proyecto Reformado de 1870, citado por OLMEDO CHECA, Manuel, op. cit., Pág.30.
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De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio 187

de esta carretera haya siendo siempre el cruce sobre el río Guadalhorce, el puente
de la Azucarera.
Precisamente para poder construir el puente sobre el río, fue necesario eli-
minar un meandro sobre el que se realizó un vivero, y en las memorias del proyecto
Sancha matiza claramente la importancia de la relación de la capital con la costa
occidental, así como destaca la fertilidad de la tierra, pero sobre todo destaca su
capacidad de visión del desarrollo futuro como territorio idóneo para los lugares
del ocio y crecimiento.

“La amenidad y riqueza de la vega que atraviesa, llamada


a ser ocupada en parte por el ensanche de la población, sólo
posible en esa dirección y por los centros de riqueza fabril
y agrícola y lugares de recreo que ya hoy encierra y que
habrán sin duda de aumentarse con la creciente prosperidad
de esta industriosa y rica capital”30.

En 1869 se inauguraba el puente sobre el río Guadalhorce proyectado por


Pablo Alzola, aunque en 1871 la riada se llevó dos de los vanos que fueron reparados
por Sancha, ya que además de la conexión viaria resultaba determinante la necesi-
dad de abastecimiento de agua, que ya era un proyecto firme tras iniciarse en 1860.
Málaga se propone abastecerse del agua de los manantiales de Torremolinos.
La potenciación de la red de carreteras culmina con la creación en 1929
del Circuito Nacional de Firmes Especiales, que contribuyó tanto al fomento del
automóvil como al nacimiento de la Costa del Sol. La carretera nacional N-340
fue el elemento vertebrador en torno al cual se localizaron los primeros hoteles, las
primeras urbanizaciones, bares, discotecas, en definitiva, el germen de la metrópolis
costera.
Este hecho no pasó desapercibido para Le Corbusier, que tras una visita a
España en 1932, manifestó:
“En España se dio la orden de construir el Circuito Nacional, una auto-
vía anchísima, peraltada, de excelentes alquitranados y adoquines de pórfidos,
con numerosos parapetos pintados en blanco. Este país no tenía apenas carre-
teras modernas. España hoy, posee una carretera continua - Pirineos orientales,
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188 De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio

Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia, Almería, Málaga, Gibraltar, Cádiz, Sevilla,


Madrid, San Sebastián, Pirineos occidentales- carretera la más bella que conozco, a
veces maravillosa, una novedad de los tiempos modernos, un esplendor”31.
La plaga de la filoxera en 1878 marca el inicio del la decadencia y el hun-
dimiento definitivo de la industria, y en este contexto, como una nueva industria a
implantar, un grupo de burgueses malagueños junto con el cónsul inglés crean la
Sociedad Propagandista del Clima y Embellecimiento de Málaga en 1897, con la
finalidad de hacer de la ciudad un referente del turismo similar a las ciudades de la
costa francesa. Así finaliza el siglo XIX, apuntando hacia un giro que convierta a la
ciudad en un centro turístico basado en la excelencia del clima y el protagonismo
del mar.

Málaga, estación de invierno

Los poetas y su identificación con el mar


El pesimismo generado por las circunstancias históricas y sociales provoca
una reacción, sobre todo reflejada en la literatura, contra la realidad española exis-
tente. Se une, además, el inconformismo que afecta a toda Europa y que supone una
crisis existencial, al ponerse en duda la capacidad de la ciencia para resolver todos
los problemas. El descubrimiento del paisaje constituye un pilar fundamental sobre
el que construir un nuevo marco cultural.
La descripción del paisaje nacional será uno de los grandes temas de la gene-
ración del 98, y estará marcada por la exaltación de los elementos simbólicos, que
podrán ser materiales o humanos. La nueva mirada al paisaje pondrá en un primer
plano y resaltará los elementos configuradores de la identidad española.
En esa línea, el poema Mi patria32, de Salvador Rueda sitúa al mar y a la costa
como elementos configuradores de la identidad mediterránea, quedando patente en
el propio título del poema.

31. Le Corbusier, citado por TERÁN de, Fernando, “Turismo, arquitectura y urbanismo: contextos histórico-culturales de
su relación”, en VV.AA., IV Congreso DOCOMOMO Ibérico. Arquitectura Moderna y Turismo: 1925-1965. Actas. Valencia, Ed.
Fundación DOCOMOMO Ibérico. 2003. Pág. 131.

32. RUEDA, Salvador, “Mi patria”, en VV.AA., La poesía del mar. Revista Litoral nº 231-232. Suplemento nº 12, Mar de Málaga, Ed.
Revista Litoral, 2002.

33. GRACIA de, SORIA, Francisco, op. cit. Pág. 20.


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El paisajismo de finales del XIX, fue evolucionando hacia posturas moder-


nistas, donde la presencia de la luz pasó a ser la gran protagonista. De la represen-
tación de paisajes y territorios concretos, se evoluciona hacia paisajes que buscan
transmitir emociones. Como se aprecia en el cuadro Atardecer sobre la costa de
Málaga, (1918), de Gómez Gil, donde el mar y la luz del atardecer predominan
sobre la ciudad, que queda en un segundo plano, y de la cual se destaca precisa-
mente el edificio de La Farola, a través de la señal de su foco, redundando en el
carácter marinero de la ciudad.

Cecilio Pla. Playa de la Malagueta. c.1910-1920. Diputación de Málaga

El carácter hedonista que el mar comienza a transmitir a través de los cua-


dros es el reflejo de las nuevas costumbres y de las corrientes de la modernidad,
hecho que es refutado por el simbolismo literario, que marcó un protagonismo
definitivo del mar en el imaginario colectivo a lo largo de todo el siglo XX.
Es pues la percepción culta, y por tanto subjetiva, que surge de la contem-
plación del territorio a través de los sentidos la que reconoce los elementos excelsos
del medio físico y los convierte en paisaje33.
El cuadro de Cecilio Pla, no es únicamente el relato de una escena del nuevo
ocio en la playa, sino que también nuestra el avance de la sociedad, que irá adquiriendo
cada vez más derechos sociales, descansos y vacaciones. El ocio dejará de ser algo
exclusivo de la aristocracia, y pasará a ser la gran conquista de las clases trabajadoras.
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190 De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio

García Lorca, siguiendo la línea de Salvador Rueda, encontró en el mar y en


el paisaje costero un elemento fundamental de la identidad andaluza, así lo expresa
en la carta que le escribe a Manuel de Falla en el verano de 1923 durante su estancia
en Málaga:
“Málaga es maravillosa y ahora lo digo dogmáticamente.
Para ser un buen andaluz hay que creer en esta ciudad,
que se estiliza y desaparece ante el mar divino de nuestra
sangre y nuestra música. (…) Ayer dimos un paseo en
autobús, hasta Fuengirola…¡Qué evocación de bandoleros
y contrabandistas! Creo que donde se agudiza más la
Andalucía del siglo diecinueve es en los montes rojos, que
llenos de casas blancas y de campanillas azules, vibran sobre
este pedazo de incomparable mar”34.

Lorca parece establecer en el mar un símbolo en el cual se puede reconocer


la identidad andaluza, el mar y la luz como en un primer plano del paisaje con-
templado, el paisaje no es fantasía sino que se construye desde la percepción de los
sentidos.
La costa y el buen clima propician que tras finalizar la I Guerra Mundial se
inicie un nuevo fenómeno, ya anunciado por Richard Ford, la llegada de extranjeros
con el único objeto pasar largas temporadas junto al mar.
En Torremolinos, comienza el siglo con la llegada de un excéntrico inglés
que adquiere el Castillo de Santa Clara y la finca aledaña a Luisa Darrien y
Elizalde35, que años antes intentó venderlo al Estado y éste rehusó a comprarlo.
El edificio había sido construido en el siglo XVIII como elemento de defensa de la
costa y situado estratégicamente en un pequeño monte junto a la Carihuela.
Sir George Langworthy, oficial del ejército británico, se convertía en el
primer residente extranjero del pequeño pueblo de Torremolinos, que en esos años
tenía una población que apenas superaba los quinientos habitantes. Reformó el
Castillo y la casa poniendo gran énfasis en la remodelación del jardín con elementos

34. ARENAS GÓMEZ, Andrés, MAJADA NEILA, Jesús, op. cit. Pág. 23.

35. BLANCO CABRERA, Carlos, Historia de Torremolinos, en http://www.historiatorremolinos.com/9.html (10/06/2011).


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De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio 191

de la arquitectura mediterránea, y a través de bancales se descendía hasta la playa


con un resultado profundamente evocador.
El “inglés”, tras regresar de la Primera Guerra Mundial, comenzó a alquilar
habitaciones para afrontar tanto los costosos gastos de mantenimiento, como para
seguir ejerciendo la ayuda a los necesitados del pueblo.

Castillo de Santa Clara. Torremolinos. http://www.historiatorremolinos

El lugar no pasó desapercibido para los poetas del 27. En 1928, acompañado
de Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, Luis Cernuda recorrerá los hermosos
jardines junto al mar. Unos años más tarde, en pleno apogeo del surrealismo en
Málaga, con José María de Hinojosa y Emilio Prados como principales baluartes,
la presencia de Dalí y Gala, confirma definitivamente el poder hipnotizante del
Mediterráneo y la costa malagueña.
El lugar quedó inmortalizado como “Sansueña” por Luis Cernuda, que así lo
describió en su relato “El Indolente” (1929):

“Si alguna vez me pierdo, que vengan a buscarme aquí, a


Sansueña. Bien sabía esto Don Míster, como llamaban (su
verdadero nombre no hace al caso) todos al inglés que hace
años atrás compró aquella casa espaciosa, erguida entre las
peñas. La rodeaba un jardín en pendiente cuyas terrazas
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192 De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio

morían junto al mar, sobre las rocas que el agua había ido
socavando; rocas donde día y noche resonaban las olas con
voz insomne,”36

Manuel Altolaguirre y Emilio Prados habían creado la Imprenta Sur, en la


calle San Lorenzo nº12, donde en otoño de 1926 vio la Luz el primer número de la
Revista Litoral, auténtico germen de la Generación del 27, y en palabras del francés
Paul Elouard, “la mejor revista europea del momento”37. El nombre elegido es una
evocación de su identificación con el lugar y el paisaje mediterráneo destacando el
compromiso de los poetas del 27 con la ciudad y con el mar.
La relación del paisaje con las primeras vanguardias, tendrán en el mala-
gueño José Moreno Villa, su máximo representante. Moreno Villa es un hombre
que integra todas las cualidades del intelectual brillante, poeta, pintor, crítico de
arte, historiador y sobre todo el alma de la Residencia de Estudiantes. Además fue
director de la revista Arquitectura: Órgano de la Sociedad Central de Arquitectos,
desde 1926 hasta 1933.
En el cuadro titulado Paisaje
(c.1929), Moreno Villa centra su mirada
en los elementos básicos de la arqui-
tectura mediterránea, volver la mirada
a lo sencillo es toda una declaración
de modernidad, ya que no plantea el
Movimiento Moderno como algo rup-
turista, sino como continuador de los
grandes momentos de la historia del José Moreno Villa. Paisaje. c.1929.
Museo de Bellas Artes de Málaga.
arte, caracterizado por una búsqueda de
la esencia38.

36. VV.AA., Luis Cernuda, 1902-2002. Málaga, ciudad del deseo. Málaga Ed. Centro Cultural de la Generación del 27, Diputación
Provincial de Málaga. (CEDMA),2002. Pág.44.

37. ARENAS GÓMEZ, Andrés, MAJADA NEILA, Jesús, op. cit. Pág.44.

38. CARMONA MATO, Eugenio, José Moreno Villa y los orígenes de las Vanguardias en España (1909-1936). Málaga, Ed.
Universidad de Málaga y Colegio de Arquitectos de Málaga, 1985. Pág. 36.

39. RODRÍGUEZ MARÍN, Francisco José, “Fernando Guerrero Strachan (1879-1930). Arquitecto malagueño del primer tercio del
siglo XX”, Boletín de Arte nº 15, Universidad de Málaga, 1994, pp. 209-226. Pág. 210.
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De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio 193

En este cuadro, se evidencian rasgos del cubismo, y donde esa búsqueda de


la esencia se manifiesta tanto en la sencillez de los trazos pictóricos, como en la
arquitectura representada.

La oferta turística de la ciudad mira hacia el mar


En consonancia con las nuevas corrientes que recomendaban tanto los baños
de mar como de sol, y siguiendo los planteamientos de la Sociedad Propagandística,
la zona oriental de la ciudad es la idónea para la construcción de los nuevos hoteles.
Si a finales del XIX había sido la nueva calle del Marqués de Larios la acaparadora
de la nueva oferta hotelera, ésta se desplaza a principios del siglo XX a la zona
del Paseo de Sancha y el Limonar. Así el ensanche oriental de la ciudad, dotado
de infraestructuras, de nuevas viviendas con jardín junto al mar, materializaba los
anhelos de una ciudad bella y a la vez sana.
Ya a finales del siglo XIX existía, junto al arroyo de la Caleta y aledaño a la
carretera de Almería, “El restaurant café inglés-Hernán Cortés”. El edificio se ubi-
caba sobre el antiguo solar de Ventorrillo de Cayetano y alrededor del 1900 pasaría
ser la “British Pension” Hotel Hernán Cortés.
La sociedad Caleta Palace adquirió el citado hotel y encargó un proyecto de
reforma y ampliación al arquitecto Fernando Guerrero Strachan, iniciándose las
obras en 1919. El nuevo hotel, se demolió todo excepto el cuerpo que tenía fachada
principal al Paseo de Sancha, se inauguró en 1920. El hotel pasaría a llamarse
Caleta Palace a partir de 1925.
El proyecto de Guerrero Strachan planteaba una pieza rectangular orientada
norte-sur con la entrada principal situada al norte, Paseo de Sancha, enmarcada en
el vano central de tres arcos de medio punto.
Se planteó un jardín abierto al mar, y en el proyecto se puso gran énfasis en la
contemplación del paisaje desde las estancias principales y desde las habitaciones.
El estilo regionalista y ecléctico de la arquitectura de Guerrero Strachan,
presente en esta obra, ha tenido un gran peso en la configuración del pasaje urbano
desde la avenida de Príes hasta el arroyo de la Caleta.
Era Guerrero Strachan un hombre muy interesado en la fotografía y en la
literatura39, que sin duda influyeron en la concepción del edificio como punto de
disfrute del paisaje. Por otro lado, la afirmación de Natalia Bravo sobre la metáfora
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194 De estación de invierno a costa del sol. La transformación de los paisajes a través de los espacios del ocio

visual del hotel-balcón del mar como lugar vinculado al relax, y que queda patente en
la solución arquitectónica40 del Caleta Palace, lleva a establecer una relación directa
con los versos de Jorge Guillén.

“El balcón es ya un resumen


Del horizonte marino,
Ancho y largo, sin volumen.
(…)
Mar azul, ahí delante
Contemplo entre los barrotes
Del balcón. Matisse constante”41.

El hotel sería residencia habitual durante los veranos de la familia de Federico


García Lorca, que conocería a los poetas Manuel Altolaguirre y a Emilio Prados que
residían en las cercanías del Hotel42.
En 1921 Fernando Guerrero
Strachan inició la redacción del proyecto
para el Hotel Príncipe de Asturias, lla-
mado a ser una referencia no sólo en la
ciudad sino también en Europa. Será un
edificio en la línea de los grandes hote-
les de lujo, tanto en ciudades costeras
como San Sebastián o Santander, como Norah Borges.
Arquitectura, barco y personajes.
los emblemáticos hoteles Ritz o Palace Extraído de PÉREZ de AYALA, Juan, OSMA
de, Guillermo, (2005), Catálogo de la
de las grandes capitales construidos en Exposición “La Pintura del 27” en la
galería Guillermo de Osma, Madrid.
las primeras décadas del siglo.

40. BRAVO RUIZ, Natalia. (1997), “El hotel “Caleta Palace”: arquitectura de vacaciones y lujo para una `Málaga Moderna’ ”, Boletín
de Arte nº 18, Universidad de Málaga, pp. 307-328. Pág. 317.

41. GUILLÉN, Jorge, “Paseo Marítimo, Málaga”, en VV.AA., La poesía del mar. Revista Litoral nº 231-232. Suplemento nº 12, Mar de
Málaga, Ed. Revista Litoral, 2002.

42. HEREDIA FLORES, Víctor. M., “La arquitectura del turismo. Los orígenes de la oferta hotelera en Málaga (siglos XIX-XX)”, Jábega
nº 86, Diputación de Málaga, 2000, pp. 3-20, Málaga. Pág. 16.

43. RODRÍGUEZ MARÍN, Francisco José, op. cit. Pág. 214.

44. QUESADA GARCÍA, Santiago. “El paisaje invisible de la arquitectura: una mirada sobre algunos paisajes andaluces”, en Boletín
PH nº 64, Junta de Andalucía, 2007, pp. 88-99. Pág.82.
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Edificio de carácter monumental organizado en forma de U y abierto al mar,


que potencia su contemplación desde las habitaciones a través del jardín.
Situado en el Paseo de Reding, donde se encuentra el acceso principal, el
arquitecto retranquea la fachada, no solamente para crear un jardín en la zona de
acceso y remarcar así la diferencia del uso con las construcciones aledañas, sino tam-
bién para permitir bajar el acceso con respecto a la cota de la calle y poder plantear
el jardín trasero con vistas al mar con una cota cercana a la playa. La importancia del
jardín está relacionada con la identidad malagueña, aunando el concepto marcada-
mente regionalista, a la vez que personal, de la obra de Guerrero Strachan.
La relación de los hoteles con jardín privado y sus intervenciones en la zona
de Caleta-Limonar, tendrán un significado más claro, al comprobar la intención del
arquitecto de resaltar el estilo representativo de lo local en el Pabellón de Málaga
en la Exposición Universal de Sevilla en 1929.
La vinculación del jardín con la idea de paraíso en un tema que procede de
la antigüedad, y en ese momento lo más representativo de la ciudad era el nuevo
barrio alrededor de los paseos de Príes y Sancha con sus exuberantes jardines y
hoteles de recreo junto al mar, auténtico paradigma de un nuevo estilo de vida,
frente al hacinamiento e insalubridad de la ciudad histórica. La cultura del los jar-
dines vinculados a las fincas de recreo no era un tema nuevo en la ciudad.
Fue el tema del jardín cortesano del Palacio Episcopal, realizado por Martín
de Aldehanueva en el siglo XVIII, el tema que inspiró el proyecto del Pabellón,
que junto al uso de su personal estilo neobarroco, de azulejos policromados, vanos
adintelados, etc., venían a refutar su apuesta por una arquitectura autóctona frente
a la invasión de lo extranjero43.
Dice Santiago Quesada que ‘el paisaje empieza a conformarse con las superficies,
ricas en texturas, decoración e ingenio,(…) el hotel Miramar en Málaga, tienen alzados
que son taraceas desplegadas verticalmente hacia la calle, y que invitan a la mirada a
detenerse, a deambular, continuar…como ocurre en un jardín o en un paisaje’44.
El éxito del hotel fue indudable, pronto se convirtió en el punto de encuen-
tro de la aristocracia y de la alta burguesía, no sólo malagueña, ya que fue muy
frecuentado por la princesa Beatriz de Battenberg, que solía pasar allí el mes de
febrero, y donde asiduamente era visitada por su hija, la reina Victoria Eugenia, así
como por otros miembros de la realeza británica.
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Nuevos atractivos turísticos, los baños de mar y el golf

Consolidación de los baños de mar


El litoral, en concreto la playa, se va a ir transformando en un nuevo espacio
de la ciudad, y ello supondrá la conquista de uno de los más antiguos límites del
territorio. Los baños de mar se imponen, y la gran demanda hace que proliferen
instalaciones destinadas a tal fin. Eran construcciones ‘reutilizables’, ya que cada
año se desmontaban, y al año siguiente se volvía a solicitar autorización y se volvían
a construir. Arquitectos como Manuel Rivera Vera o Fernando Guerrero Starchan,
diseñaron instalaciones de este tipo, que solían organizarse con dos alas para separar
la zona de baño masculina de la femenina.
Los Baños del Carmen suponen un salto cualitativo con respecto a las
instalaciones destinadas a baños existentes hasta ese momento en la ciudad. Es la
primera instalación destinada al ocio y no sólo al baño. Se instalan también campos
de tenis y el primer campo de futbol de Málaga, a lo cual hay que unir que el baño
de mar comienza a ser valorado desde una perspectiva lúdica y no únicamente salu-
dable. En sus instalaciones se celebran además verbenas y veladas nocturnas que
amenizan las agradables noches veraniegas.
Las primeras instalaciones de los Baños del Carmen se inauguraron en
1918 y representan un nuevo concepto del baño. Hasta ese momento los baños
de la ciudad tenían unas albercas con esteras donde se tomaba el baño. A partir de
este momento el baño se realizará en agua abierta y podrá estar acompañado de
exposición al sol, de forma similar a las instalaciones que existían en el norte de
España45.
Se dispusieron cincuenta casetas, las cuales contaban con servicio de tocador,
luz y sillas. Y ante el existo obtenido, el empresario solicitó al año siguiente una

45. LARA GARCÍA, María Pepa, La cultura del agua: los baños públicos en Málaga, Málaga, Ed. Sarriá, 1997. Pág. 117.
46. Arenas Gómez, Andrés, Majada Neila, Jesús, Viajeros y turistas en la Costa del Sol. De Rilke a Brenan. Málaga, Ed. Miramar,
2003.

47. Diario Sur. Edición Especial. Málaga Historia de un siglo. 1900-2000, http://servicios.diariosur.es/an2000/cronindex2.htm.

48. Según firma que figura en el plano, forma parte del Archivo Particular de González Edo depositado en el Archivo Histórico
Provincial de Málaga, 13945.

49. PIÉ i NINOT, Ricard, CILLERO CAPEL, Jesús, “Forma y tipología de los campos de golf”, en Turismo Líquido, Málaga, Ed. Universidad
de Málaga y Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Málaga, 2010. http://www.altour.uma.es/turismoliquido.html
Pág. 3 y 5.
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instalación permanente según proyecto del ingeniero Carlos Loring. El objetivo del
nuevo proyecto incluía kioscos, un restaurante toldos y más casetas de familia, así
como un pabellón de atracciones.
En 1920 se añadió un desembarcadero y una pantalla de cine que podía ser
visionada desde el mar. Durante los años posteriores se siguieron ejecutando obras
de mejora y ampliación. En 1921 se construyeron cuatro pistas de tenis y en 1922
se inauguraba el campo de fútbol. Desde 1922 permanecería abierto durante todo
el año.
Constituía una completa oferta de ocio al aire libre, estableciendo una
relación complementaria con la nueva oferta de ocio que suponía el cine y que se
localizaba principalmente en el centro de la ciudad.
En el folleto editado en 1929 y titulado Málaga, los malagueños y sus costum-
bres visto por un alemán, su autor, Hugo Leube realiza una descripción llena admira-
ción y afirma sobre los Baños del Carmen: “une el cosmopolitismo de buen tono y en el
que las clásicas verbenas tienen inusitado realce46”.

El primer campo de golf


En mayo de 1928, en la finca Valverde adquirida a la familia Heredia, se
proyecta el primer campo de golf de la provincia. Ocupa una extensión de cua-
renta y cuatro hectáreas47, tiene una forma rectangular y se sitúa al oeste del río
Guadalhorce, con una suave topografía y una excelente relación con las infraestruc-
turas de comunicación. Al sur de la carretera nacional y de la línea del ferrocarril
Málaga Fuengirola, muy cerca del aeropuerto.
Diseñado por Colt J. Alison48, con un recorrido de 18 hoyos, y atendiendo
a los criterios de clasificación expuestos por Ricard Pié y Jesús Cillero49 en su estu-
dio sobre la forma y tipología de los campos de golf, sería del tipo dunar-agrícola
teniendo en cuenta la base del terreno sobre la que se proyecta el campo de juego,
y del tipo lineal y concentrado en cuanto al recorrido y disposición de los hoyos.
Se caracteriza por estar delimitado en alguno de sus lados por el mar y rodeado de
terrenos de carácter agrícola. Se trata de una estructura muy utilizada en los prime-
ros campos de golf, y sobre todo en las costas inglesas.
El diseño inicial planteaba un recorrido de 18 hoyos casi todos paralelos al
mar, muy en la línea de los clásicos campos ingleses. Este diseño no coincide con el
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actual, que tiene 27 hoyos en la misma superficie, logrado a base a acortar la longi-
tud de los hoyos y variar su posición, siendo mayoritariamente paralelos a la costa.
En un primer momento, el campo del golf representa una intervención
paisajística que permite obtener unas calles con el césped apropiado que posibilite
la práctica del juego. Podríamos determinar que el campo de golf es un paisaje
importado, vinculado sobre todo a la identidad británica, y que tendrá un papel
determinante en la transformación del paisaje de la costa occidental malagueña a lo
largo de la segunda mitad del siglo XX y que será utilizado como paisaje alternativo
a la primera línea de playa. Así, una vez agotado el espacio litoral por la edificación
desmedida, la especulación inmobiliaria buscará en el golf el atractivo para las ven-
tas a través de una tematización del paisaje.
Dentro de los proyectos que el Patronato Nacional de Turismo realiza en
Málaga durante la etapa de la República, destaca el del Club de Golf, y que supone
la culminación del proyecto iniciado a mediados de los años veinte a instancias del
Ayuntamiento. Supone el inicio de una actividad que tendrá una gran repercusión
en la industria turística, sobre todo en el último cuarto del siglo XX.
En el acto de colocación de la primera piedra del edificio de la Casa Club,
celebrado el 1 de julio de 1934, están presentes, además del alcalde, el secretario de
del Patronato Nacional de Turismo, Alfredo Bauer, y el Gobernador Civil, Alberto
Insúa, que destacan la importancia que para el desarrollo del turismo tendrá el
Campo de Golf, y que supone la culminación de un sueño para la ciudad, llegando
incluso, en su discurso, a asimilarlo a una pequeña Arcadia50.
El edificio, de unos setecientos metros cuadrados, además de las dependen-
cias propias para el desarrollo deportivo, alberga un gran restaurante y una sala para
el té, lo que indica el destino prioritario hacia los ciudadanos y turistas ingleses,
como también demuestra la edición bilingüe del folleto propagandístico.
En el diseño del edificio, el arquitecto González Edo da una especial
importancia a los patios y terrazas, creando un interesante juego de volúmenes y
disponiendo el restaurante, bar y salón de té, en la fachada sur, que además tiene las
mejores vistas al campo de juego, un paisaje totalmente transformado por la acción

50. Extraído del recorte de prensa, La Unión de Málaga del 2 de julio de 1934, perteneciente al Archivo Privado de José González
Edo. Archivo Histórico Provincial de Málaga, legajo 13945.

51. MILANI, Raffelle, El arte del paisaje. Madrid Ed. Biblioteca Nueva, 2007. Pág. 90.
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José González Edo. Alzado Norte. Club de Golf de Málaga. 1934


ARCHIVO Histórico Provincial de Málaga, Archivo Privado José González Edo, legajo 13945.

intencionada del hombre y que será objeto contemplación, a la vez que escenario
de la nueva práctica deportiva.
El edificio, con un lenguaje propio de la arquitectura mediterránea, está
dentro de la línea iniciada con el Parador de Montemar, arquitectura sencilla y que
intenta establecer una relación con el paisaje rural en el que se ubica. Quizás tam-
bién, sea una forma de matizar su emplazamiento, mediterráneo y andaluz, frente
al paisaje importado que representa un campo de golf.

“En definitiva, observar la naturaleza quiere decir, en


la visión de un primer turismo aristocrático, también
imaginarla: representarla con imágenes a través de dibujos,
acuarelas y aguatintas, describirla en un diario o en una
carta o imaginarla en la mente”51.

La modernidad en la arquitectura llega de la mano de González Edo, que


con sus proyectos y sus arquitecturas dibujadas, nos transmite una imagen de la
ciudad adelantada a su tiempo y a la vez muy evocadora. La Málaga que González
Edo plantea tiene su continuidad en la costa, es el que primero entiende la vocación
de ciudad lineal y turística junto al litoral.

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