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Newton:

Sir Isaac N ew ton dice que el Espacio es un Organo al que Dios recurre para percibir mediante él
las Cosas. Mas, si Dios precisa un órgano para percibir con él las Cosas, se seguirá que éstas no
dependen en absoluto de El ni han sido producidas por El.

Por lo que a Sir Isaac New ton se refiere, él no dice que el espacio sea un órgano que utilice Dios p
ara percibir las cosas, ni que Dios precise m edio alguno p ara percibirlas. Muy al contrario, dice
que Dios, estando en todas partes, las percibe por su presencia inm ediata en el m ism o espacio
en que se hallan. Es precisam ente p ara explicar la inm ediatez de esta percepción por lo que Sir
Isaac New ton —com parando la percepción divina de las co sa s con la percepción de las id ea s
por la m ente— decía que el espacio infinito es, por así decir, como el sensorium del Omnipresente
Dios

El E spacio no es un Ser, un Ser eterno e infinito, sino una Propiedad [atributo] o una consecuencia
de la existencia de un Ser infinito y eterno. El Espacio infinito es Inmensidad; pero la Inmensidad
no es Dios. Por consiguiente, el Espacio infinito no es Dios. Tampoco hay aquí ninguna dificultad
cuando se dice que el Espacio tiene Partes, pues el Espacio infinito es Uno, absoluta y
esencialmente indivisible, y suponerlo dividido es una contradicción en los términos, ya que debe
haber espacio en la propia Partición, lo que equivale a suponerlo partido y no partido al mismo
tiempo. La Inm ensidad u O m nipresencia de Dios no es una división en Partes de su Substancia,
del mismo modo que su Duración o permanencia en el existir no es tampoco una división en
Partes de su existencia. No hay aquí ninguna dificultad, si no es la que se deriva del abuso
figurativo de la palabra Partes

Los new tonianos, como sabem os, no ligan el tiem po y el espacio a la creación, sino a Dios, y no
oponen la eternidad e inmensidad de Dios a la sempiternidad e infinitud espacial, sino, por el
contrario, las identifican.

Leibiniz

Leibniz está sin duda en lo cierto: decir, como hace Clarke, que la voluntad de Dios es, como tal,
una razón suficiente de algo es rechazar el principio, así como rechazar tam bién el concienzudo
racionalism o que lo apoya. Además, utilizar la concepción de un espacio homogéneo, infinito y
real como fundam ento de la dem ostración de que la voluntad libre (esto es, inm otivada,
irracional) de Dios puede y debe considerarse como «razón suficiente» de algo, es un insulto a la
inteligencia. A fin de forzar a Leibniz a discutir el problem a del espacio (algo que no tenía m uchas
ganas de h a c e r)

Leibniz a la concepción del espacio new toniana o, m ás en general, absolutista, olvida que quienes
la sostienen niegan que el espacio conste de partes —partes extra partes— y afirm an, por el
contrario, que es indivisible. Leibniz está tam bién perfectam ente en lo cierto cuando afirm a que
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El Espacio es algo absolutamente Uniforme y, sin que haya Cosas situadas en él, Un Punto del
espacio no difiere en absoluto en ningún respecto cualquiera que sea de O tro Punto del espacio.
Ahora bien, de ahí se sigue (suponiendo que el espacio fuese algo en sí mismo, además del Orden
de los Cuerpos entre sí) que es imposible que haya una razón por la que Dios, preservando las
mismas situaciones de los cuerpos entre sí, los haya colocado en el espacio según una determ

inada m anera particular y no de otro modo; una razón por la cual cada cosa no haya sido colocada
de manera totalm ente contraria, por ejemplo, cambiando el Este en Oeste.

Leibniz afirma con el mism o vigor que el espacio es una función de los cuerpos y que, donde no
hay cuerpos, tam poco hay esp acio 22. La misma razón que m uestra que el Espacio extra-m
undano es imaginario, prueba que todo espacio vacío es algo imaginario, pues sólo difieren como
lo mayor y menor.

Esto no quiere decir, por supuesto, que según Leibniz el espacio y el m undo estén am bos lim
itados en extensión, como pensaban los filósofos m edievales, quienes hablaban del espacio «im
aginario» que estaba «fuera» del m undo; por el contrario, ese espacio vacío, esté fuera o dentro
del m undo, es p u ra ficción. El espacio está lleno en todas partes; ciertam ente

la idea del espacio vacío es una idea m etafísicam ente im posible, contra la que Leibniz levanta
objeciones análogas y tal vez derivadas de las que D escartes oponía a H enry M o re26: Si el
Espacio es un atributo o propiedad, ha de ser la propiedad de alguna Substancia. Mas, ¿de qué
Substancia será Afección o Propiedad ese Espacio vacío Lim itado que la persona con quien discuto
supone estar entre dos Cuerpos?

Leibniz, implican contrad iccio n es29: Decir que el E spacio Infinito no tiene Partes es decir que no
consta de Espacios finitos, y que el Espacio Infinito podría subsistir aunque todos los Éspacios
finitos se redujesen a lanada. Es como si alguien dijese, en la suposición cartesiana de un Mundo
ilimitado, extenso y material, que tal Mundo podría subsistir aunque se redujesen a la nada todos
los Cuerpos de que consta.

Leibniz no com prende la diferencia que hay entre su propia concepción del espacio —una red de
relaciones cuantitativas— y la de Newton, p ara quien el Espacio es una unidad que precede y hace
posible todas las relaciones que se puedan descubrir en él.

CONTRADICCION DE ESPACIO VACIO

El Espacio vacío de cuerpos es una Propiedad [atributo] de una Substancia incorpórea. El Espacio
no está L im itado por Cuerpos, sino que existe igualmente dentro y fuera de los Cuerpos. El
Espacio no está encerrado entre cuerpos, sino que los cuerpos que existen en el Espacio ilimitado
son los únicos que están determinados por sus propias Dimensiones. El Espacio vacío no es un A
tributo sin Sujeto, ya que por Espacio vacío no entendemos nunca Espacio vacío de todo, sino
vacío tan sólo de Cuerpo. En todo Espacio vacío, Dios está ciertam ente presente, y posiblem en te
también muchas otras Substancias que no son Materia, no siendo ni Tangibles ni objeto de
ninguno de N uestros Sentidos.

El E spacio no es una Substancia, sino una Propiedad [atributo], y si es una Propiedad [atributo] de
lo que es necesario, consiguientemente (como debe ocurrir con todas las otras propiedades de lo
que es necesariamente) existirá m ás necesariam ente (aunque no sea él m ism o una substancia)
que esas substancias m ism as que no son necesariam ente. El Espacio es inmenso e inmutable y
eterno, y lo mismo ocurre con la Duración. Sin embargo, no se sigue en absoluto de ahí que
cualquier cosa sea eterna hors de Dieu, sino que son causadas por Dios y son Consecuencias inm
ediatas y necesarias de Su Existencia. Sin ellas, su E ternidad y U bicuidad (u O m nipresencia)
desaparecerían.

Leibniz sabe que su propia posición im plica dificultades (no son propias exclusivam ente de su
posición, sino que constituyen las de toda la tradición escolástica): si el espacio y el tiem po no son
m ás que entidades intramundanas que no existían antes de la creación, ¿no hem os de aceptar
que la creación del m undo ha acarreado cam bios en Dios y que anteriorm ente no era ni inm
enso ni om nipresente? Así pues, según su propia concepción, ¿acaso no depende Dios de las
criaturas? Consiguientem ente, escribe L eibniz59 : Es cierto que la inmensidad y eternidad de Dios
subsistiría aunque no hubiese criaturas; mas esos atributos no dependerían ni de los T iem pos ni
de los Lugares. Si no hubiese criaturas, no habría ni Tiem po ni Lugar y, por tanto, no habría E
spacio actual. La inmensidad de Dios es independiente del Espacio, del mismo modo que la
Eternidad es independiente del Tiem po. Estos atributos significan tan sólo que Dios estaría
presente y sería co-existente con todas las cosas que existiesen.

referir

principalmente

Leibniz no com prende la diferencia que hay entre su propia concepción del espacio —una red de
relaciones cuantitativas— y la de Newton, p ara quien el Espacio es una unidad que precede y hace
posible todas las relaciones que se puedan descubrir en él.

Existen muchos objetos que no existen en el universo. Por lo tanto, el universo es menor a lo que
podría sospecharse, y esto a pesar de estar compuesto por, al menos, muchos cientos de millardos
de galaxias y de una cantidad disparatada de partículas subatómicas. Está absolutamente cargado
de energía y lleno de realidades que no se han estudiado y, sin embargo, es solo una provincia
entre otras, una PROVINCIA ONTOLÓGICA del todo. Por lo tanto, el universo es ontológicamente
provinciano, pues hay muchas cosas que no acontecen en el universo. Junto al universo hay
muchos otros ámbitos de objetos. Esto no significa que el conjunto de los demás ámbitos de
objetos exista fuera del universo, lo que sería otra tesis (errónea). La montaña mágica de Thomas
Mann, o la República Federal de Alemania, no existen en un sitio diferente al del universo, por así
decir, por encima o más allá de las galaxias y no son, por lo tanto, «hiper» o «metagalácticas»
Por lo tanto, los hechos no son simplemente todos iguales. Más bien, la base de los hechos está
dividida en ámbitos de objetos. Más adelante veremos que es necesario que esto sea así. Por
ahora basta afirmar que al menos es evidente que existen varios ámbitos de objetos. La base de
las realidades posee estructuras, está dividida en regiones, en PROVINCIAS ONTOLÓGICAS.

El mundo no es ni la totalidad de las cosas, ni la totalidad de los hechos, sino aquel ámbito en el
que acaecen todos los ámbitos que existen. Todos los ámbitos existentes pertenecen al mundo.
Como lo formuló acertadamente Martin Heidegger, el mundo es «el ámbito de todos los ámbitos
[9]»

1. El universo es el ámbito de objetos de la física.

2. Existen muchos ámbitos de objetos. 3. El universo es uno de muchos ámbitos de objetos


(aunque sea impresionantemente grande) y, con esto, una provincia ontológica. 4. Muchos
ámbitos de objetos son también ámbitos del habla. Incluso, algunos ámbitos de objetos son
simplemente ámbitos del habla. 5. El mundo no es ni la totalidad de los objetos o de las cosas ni la
totalidad de los hechos. Es el ámbito de todos los ámbitos.

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