No se puede sostener que las ciencias empíricas explican completamente la vida,
el entramado de todas las criaturas y el conjunto de la realidad, si solo se reflexiona a partir de ese aspecto, se hace a un lado la sensibilidad estética, la poesía, y aun la capacidad de la razón para percibir el sentido y la finalidad de las cosas. Se puede así inferir que los textos religiosos, ofrecen diversos significados que no solo se queden en el pasado, sino que a su vez pueden influir y hacer cambios en el presente que puede abrir paso a nuevas experiencias enriquecedoras. Los principios éticos que la razón es capaz de percibir pueden reaparecer siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, incluso religiosos, esto no solo se presenta de manera abstracta, ya que el hecho de ser un lenguaje religioso, este abierto a un debate público. Ningún referente empírico puede justificar la dignidad de la persona, ningún hecho de naturaleza científica servirá para establecer una normatividad respecto a la acción del ser humano en orden a proyectos humanizadores, la ciencia podrá ser utilizada para el bien o para el mal, los motivos para la acción no vendrán de ella. Las normas de acción o las cuestiones esenciales sobre el sentido de la realidad o de lo humano no vendrán determinadas por una razón instrumental en la que se prima la interacción sujeto-objeto, sino de la interacción sujeto-sujeto. La ciencia suele encerrarse en los límites de su lenguaje y esto tiende a convertirse a un aislamiento y absolutización del propio saber, lo cual conlleva a no tener una adecuada forma de afrontar los problemas de los que está expuesto en este caso el medio ambiente. Encontrarse con un dialogo abierto entre los diferentes tipos de ideologías, permiten así pensar y enfocarse en un bien común e intentar avanzar en un camino donde rige paciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que “la realidad es superior a la idea”.