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Ceguera espiritual
35 Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? 36
Respondió él y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? 37 Le dijo Jesús: Pues le has visto, y
el que habla contigo, él es. 38 Y él dijo: Creo, Señor; y le adoró. 39 Dijo Jesús: Para juicio he
venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. 40
Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros
somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas
ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.
25 En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta
pregunta: Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? 26 Jesús replicó: —¿Qué
está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú? 27 Como respuesta el hombre citó: —“Ama al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu
mente”,[a] y: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. 28 —Bien contestado —le dijo Jesús—. Haz
eso y vivirás. 29 Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús: —¿Y quién es mi
prójimo? 30 Jesús respondió: —Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de
unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. 31
Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de
largo. 32 Así también llegó a aquel lugar un levita y, al verlo, se desvió y siguió de largo. 33 Pero
un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de
él. 34 Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su
propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó. 35 Al día siguiente, sacó dos monedas
de plata[c] y se las dio al dueño del alojamiento. “Cuídemelo —le dijo—, y lo que gaste usted
de más, se lo pagaré cuando yo vuelva”.
Jesús nos invita a ser tolerantes, bondadosos y piadosos con nuestro prójimo, nos enseña a
amar a Dios sirviendo a los demás, a entregarnos completamente por Jesús y a entrar en el plan
de salvación. Jesús siempre abre sus brazos a aquellos que actúan con humildad y están
dispuestos a aceptar la recuperación física o mental. Jesús requiere que las personas muestren
arrepentimiento primero, acepten entregar su vida pecaminosa con arrepentimiento y se
conviertan en el Jesús que vive en nosotros por el arrepentimiento. Jesús no consideró sus
antecedentes y pecados, sino que tuvo la intención de renovar su vida y convertirse en un
miembro de su equipo, siguiendo todas sus invitaciones de enseñanza e invitándonos a abrir
corazones y amor, nada más que su misericordia. Pide, por eso nos pide que ayudemos a
quienes lo necesitan, salgamos del paradigma y los prejuicios que nos impone la sociedad
Los fariseos dejaron de mantener una relación sincera con Dios al observar mucho la ley, para
que pudieran comenzar a beneficiarse de que otra persona siguiera la voluntad de Dios. El
mayor error de los fariseos fue reformarse desde adentro, y a través de una comunicación
superficial, la propuesta de Jesús fue innovadora y no estaba interesado en estos nuevos
mandamientos. Los fariseos usaron la excusa para decir que eran mandamientos de Dios y los
perdieron. La habilidad o carrera que crearon. Cualquiera que se oponga u obstruya este
régimen debe ser eliminado, y muchas personas no están dispuestas a curarse a sí mismas,
incluso si tienen una enfermedad física o mental. Sus malas acciones y otra lo invitan a unirse a
la compañía del amor que prometió el cielo y la salvación.