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Integrantes:
Tema:
N° de Grupo:
● 04
Docente:
Asignatura:
● Neuroeducación.
Ciclo:
● VI
El juego constituye una liberación de dopamina la cual actúa como recompensa cerebral
para la realización de actividades lúdicas y placenteras, desarrollando de ese modo, la
creatividad, la mejora de la autoestima y la socialización. De hecho, según un estudio
realizado por Roberto Colom y María Ángeles Quiroga, se comprobó el aumento de la
cantidad de materia gris en un niño que jugaba videojuegos por 16 horas, lo que
indicaba, evidentemente, el aumento de la capacidad cerebral, la comprensión verbal y
la percepción visual.
Según un estudio realizado por Wandel B., las actividades artísticas mejoran el
desarrollo cognitivo, en especial si el participante entrena musicalmente. Esta actividad
artística tiene la capacidad de estimular la plasticidad del cerebro.
El cerebro no puede desarrollarse si no tiene contacto con otros seres humanos. Las
neuronas espejos necesitan de una actividad externa realizada por humanos para
desarrollar el aprendizaje por imitación. Solo conviviendo en comunidad e
interactuando con el mundo se puede cooperar, colaborar y comunicar para el desarrollo
no solo personal, sino también, social.
Según un estudio del doctor Rilling comprobó que un grupo de mujeres, que cooperan
entre sí, tenían una mayor carga motivacional y una elevación de dopamina la cual
reforzaba el comportamiento colaborativo y el altruismo hacia los demás.
Para darse la activación de la zona afectiva del cerebro, los niños tienen que desarrollar
competencias básicas como la comunicación social, el saber escuchar y la opinión
divergente.
CONCLUSIONES:
Las estrategias didácticas necesitan ser modificadas y reestructuradas para fortalecer la
creatividad, la colaboración y la humanidad de y entre los individuos. Esta estructura
sólida capaz de adaptarse a los cambios y al bienestar en común, necesita dejar de lado
la enseñanza centrada en abstracciones descontextualizadas que no tienen ningún valor
en la práctica de cada estudiante. Lo que ellos en verdad necesitan es aprender a
aprender y la escuela debería ser una facilitadora que otorga los medios para resolver
estos problemas. Es decir, las escuelas deberían preparar al estudiante para superar los
obstáculos de la vida diaria, un espacio donde la inteligencia sea capaz de adaptarse a
los distintos cambios y dificultades que la vida reta a la formación del futuro ciudadano
ejemplar.