La sexualidad es una dimensión constitutiva del ser/estar siendo
humano, en diálogo permanente con las condiciones históricas y culturales. Tradicionalmente, las temáticas referidas a la sexualidad no eran consideradas propias de los aprendizajes de la infancia, sino de períodos más avanzados de la vida, como la pubertad o la adolescencia. Sin embargo, esto no ha implicado necesariamente que estos temas se abordaran en la escuela y en la familia. En efecto, durante mucho tiempo, las sociedades y las personas entendieron que hablar de sexualidad era posible recién en el momento en que las niñas y los niños ya dejaban de serlo. Esto era así, entre otros factores, porque el concepto de sexualidad estaba fuertemente unido al de genitalidad. Desde esta mirada, la educación sexual en la escuela se daba preferentemente en la Educación Secundaria —en particular, durante las clases de Biología— y se priorizaban algunos temas, como los cambios corporales en la pubertad o la reproducción humana. Cuestiones vinculadas a la expresión de sentimientos y de afectos, la promoción de valores relacionados con el amor y la amistad y la reflexión sobre roles y funciones atribuidos a mujeres y a varones no formaban parte de los contenidos vinculados a la educación sexual.
Con el desarrollo de los
conocimientos de diversas disciplinas y/o áreas de conocimiento, y con la definición de los derechos de la infancia, también se fue avanzando en otras formas de comprensión de la sexualidad. Así, se llegó a una definición más amplia e integral, y hoy la enseñanza de los contenidos escolares vinculados a ella puede pensarse desde otro lugar.