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ingeniería ya que fueron capaces de construir canales y caminos, navegaban, confeccionaban sus
tejidos con lana y eran capaces de hacer herramientas, ya que conocían el manejo de los metales.
LOS ACADIOS Los sumerios y los acadios llegaron a convivir como vecinos: al norte de
mesopotamia, los Acadios. Al sur, los Sumerios. Fueron los acadios los que invadieron a los
sumerios, llegando a unificar Mesopotamia
Ciudades como Babilonia, mostraban el esplendor de una civilización avanzada y organizada, con
aportes artísticos, arquitectónicos, hidráulicos, médicos, legislativos muy avanzados, capaces
de organizar ejércitos casi invencibles. La aparición de código Hamurabi, nos permitió desvelar
su organización política y social, las leyes que regían la sociedad y las penas por no cumplirlas.
Cálculos matemáticos lo suficientemente avanzados como para construir grandes infraestructuras.
El antiguo Egipto es una de las civilizaciones más fascinantes de toda la historia, por todo lo que se
sabe de ellos y también por lo que se ignora. Esta civilización surgió hace alrededor de 5.000 años,
cuando los poblados y asentamientos que se levantaban a orillas de Nilo comenzaron a agruparse
y formar parte de un “todo”.
El fin de la civilización del antiguo Egipto viene marcada por la invasión del Imperio Romano,
alrededor del siglo IV a. C, es decir, su esplendor duró alrededor de 2.500 años.
Si bien no está claro su origen -se cree que provenían del sur del actual Estados Unidos-, este
pueblo consiguió, a través de su historia, avances notables en las matemáticas, astronomía y
arquitectura, por nombrar algunas áreas donde destacaron.
Los mayas eran en realidad una serie de grupos étnicos y lingüísticos, entre los que estaban los
huastecas, los tzental-maya y los tzotzil.
Testigos de sus comienzos fueron las tierras altas correspondientes a lo que es hoy Guatemala, el
sur de Chiapas, el norte de El Salvador y el noroeste de Honduras.
Esta etapa, llamada formativa o preclásica, habría comenzado entre los años 2000 y 1500 aC.
Durante ella y bajo la influencia de la civilización olmeca -situada en la costa del Golfo de México-
edificaron las primeras aldeas y centros ceremoniales, templos de madera, y practicaron una
agricultura primitiva.
El máximo desarrollo de esta civilización se dio en la zona central durante el período clásico
(siglos III al IX dC.). En las actuales tierras bajas de Guatemala, Belice, el oeste de Honduras y las
selvas de Tabasco, Campeche y Chiapas en México, hicieron grandes avances, particularmente en
la religión y creencias, la ciencia y la arquitectura.
Durante el siglo IV, los mayas iniciaron su expansión territorial por el oeste y el sudeste, donde
fundaron las ciudades de Palenque, Piedras Negras y Copán. Más tarde se dirigieron al norte,
incorporando el territorio de la península de Yucatán.
Durante la segunda mitad del siglo VIII alcanzaron su mayor desarrollo cultural, que se aprecia en
las ruinas de los templos de Tikal, Palenque y Copán, así como en una gran cantidad de estelas,
con relieves jeroglíficos, y en una colorida cerámica figurativa.
Política y sociedad
Su imperio estuvo formado por un conjunto de ciudades que no estaban unificadas en un Estado
central, ya que tenían instituciones y costumbres propias. Al mando de estas ciudades-estado
estaban los Halach Uinic ("el verdadero hombre"); después venían los jefes locales, consejeros,
magistrados, otros funcionarios, la clase sacerdotal, comerciantes, artesanos, campesinos y al
último, los esclavos. Los de menor importancia eran los prisioneros de guerra, que usaban para
realizar sacrificios humanos en honor a sus dioses, en especial durante el período posclásico.
La clase sacerdotal, regida por el sumo sacerdote (Ahuacán), tenía un gran poder, ya que solo
ellos conocían el desarrollo de las estaciones y los movimientos de los astros, de gran importancia
en la vida económica maya.
La religión
Al igual que otras culturas prehispánicas, los mayas eran politeístas; es decir, creían en varios
dioses, a los cuales jerarquizaban y relacionaban con distintos elementos o situaciones.
El creador del mundo era Hunab Ku, único dios existente, que después pasó a ser un dios ocioso.
Su hijo Itzamná, con forma de serpiente, presidía a los demás dioses.
Otro dios serpiente, pero emplumada, fue Kukulcán. Era el garante de la descendencia real, y su
imagen en forma de cetro era usada por los soberanos. Otros dioses fueron Chaac (dios de la lluvia)
e Ixchel (diosa de la Luna).
En 1519, cuando los conquistadores españoles llegaron a sus tierras, la lengua y religión de los
aztecas o mexicas se imponían en la mayor parte de México, desde el océano Atlántico hasta el
Pacífico, y de las estepas del norte hasta Guatemala.
Sus comerciantes recorrían el país con sus caravanas, en todas las direcciones. En las fronteras, sus
milicias mantenían controladas a las poblaciones rebeldes. Y en Tenochtitlán (México), su capital,
la arquitectura y escultura habían alcanzado niveles extraordinarios, desarrollando el lujo en todo
orden de cosas.
Sin embargo, sus comienzos habían sido oscuros y difíciles. Solo se sabía que habían llegado del
norte, durante el siglo XIII, a México central.
Luego de sufrir numerosas contrariedades, los aztecas se refugiaron en los islotes de una zona
pantanosa al oeste de la gran laguna de Texcoco, en lo que es hoy ciudad de México, al centro sur
del país. Según la leyenda, fue su dios Huitzilopochtli quien habló en 1325 al gran sacerdote
Quauhcoatl (serpiente- guila) para que constru eran su templo ciudad en medio de los juncos,
entre los ca a erales , sobre una isla rocosa donde ieran un guila que de oraba a una
serpiente . Luego de buscar, Quauhcoatl y sus sacerdotes encontraron las señales y edificaron una
sencilla choza de cañas en el lugar, el que sería el primer santuario de Huitzilopochtli y centro de
la futura ciudad de Tenochtitlán.
En 1519, el imperio se componía, según los documentos ind genas, de 38 pro incias , entidades
económicas más que políticas, sometidas a pagar un impuesto o tributo, el cual constituía la base
de la riqueza azteca. Se trataba de un rompecabezas de pequeños estados muy diferentes en
cuanto a sus lenguas y etnias, en su mayoría autónomos, bajo el poder militar de una triple alianza
integrada por las ciudades de Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopán. Sin embargo, quien ejercía el
verdadero poder era la primera, bajo el control de los aztecas.
Sociedad azteca
Entre los siglos XIII y principios del XVI, la tribu original azteca se había transformado en una
sociedad jerarquizada, de estructura compleja, dirigida por un estado que tenía a su disposición
todo un aparato administrativo y político.
- los dignatarios o tecuhtli. Poseían elevadas funciones militares o civiles, y entre ellos se
contaba el propio emperador;
- los sacerdotes, siendo su jerarquía coronada por dos, equivalentes en título y poder, llamados
Serpientes de Plumas. Uno de ellos estaba consagrado al dios solar azteca Uitzilopochtli, y el otro
a la vieja divinidad del agua y de la lluvia, Tlaloc;
- esclavos o tlatlacotin, los que podían ser de diferentes tipos, como los prisioneros de guerra,
sentenciados a ser sacrificados en las grandes ceremonias, o los que se habían vendido
voluntariamente después de haberse arruinado en el juego o por el alcohol. Sin embargo, podían
poseer bienes e, incluso, otros esclavos.
A pesar de esta estructura compartimentada, todo hombre, por más humilde que fuera, podía
llegar a ocupar los más altos cargos.
El tlatoani
Durante los primeros reinados, los aztecas elegían a su soberano o tlatoani a través de una
asamblea general de guerreros. Pero al crecer la ciudad y los territorios conquistados, fue la
oligarquía militar y sacerdotal la que controló este colegio electoral.
Si bien el poder del emperador -que tenía una contraparte denominada ciuacoatl, con sus mismas
atribuciones-, era considerado divino, también tenía responsabilidades, especialmente en dos
aspectos: cumplir sus obligaciones con los dioses y proteger al pueblo azteca.
Un pueblo religioso
La religión de los aztecas se había enriquecido y complicado debido a sus contactos con los pueblos
sedentarios y civilizados del centro de México, y los que con posterioridad cayeron bajo su
dominio.
De su pasado, mantenían su adoración por Uitzilopochtli, dios guía de la tribu, que representaba al
Sol de mediodía. Otro dios tan importante como el anterior, fuera del ya mencionado Tlaloc, era
Tezcatlipoca, quien era el símbolo de la Osa Mayor y del cielo nocturno. El dios del fuego también
era relevante en el panteón azteca. Se le llamaba el Señor de la Turquesa y habitaba en el hogar
de cada casa.
Asimismo, la divinidad de los mayas, Quetzalcóatl, también era venerado por los aztecas, pero
ahora correspondía, junto con su gemelo Xolotl (dios-perro), a la noción de muerte y de
resurrección y era, por excelencia, el dios de los sacerdotes.
Los más de diez millones de aborígenes incas estaban repartidos en los Andes Centrales y a lo
largo de la costa del océano Pacífico en América del Sur. Hablamos de un territorio que
abarcaba lo que es actualmente Ecuador y Perú, el norte y centro de Chile, el oeste de Bolivia
y el noreste de Argentina.
Aunque el imperio inca solo duró un siglo, este tiempo fue suficiente para que constituyeran una
unidad política y cultural de más de diez millones de aborígenes, repartidos en los Andes Centrales
y a lo largo de la costa del océano Pacífico en América del Sur. Hablamos de un territorio cercano
a los 4.000 km de longitud en sentido norte-sur, y casi 500 km de anchura en promedio, que
abarcaba lo que es actualmente Ecuador y Perú, el norte y centro de Chile, el oeste de Bolivia y el
noreste de Argentina.
Civilizaciones precedentes
La diversidad geográfica del territorio inca -costa, sierra o cordillera y montañas- y el relativo
aislamiento local facilitaron los desarrollos regionales. Por lo mismo, no existe valle que no haya
sido asiento de diferentes culturas, algunas de las cuales te mencionamos a continuación.
Luego del poblamiento de América (30.000 aC.) y de la transformación de los pueblos de nómades
a sedentarios (ver glosario) en los Andes Centrales (4.000 a.C.), surge el pueblo de Chavín de
Huantar, una pequeña villa de los Andes en el norte del Perú, a 3.200 metros de altura. Su
importancia radica en que ayudó a unificar por primera vez las culturas andinas, aunque más en el
ámbito artístico y religioso que en el político.
Alrededor del 300 aC. comienza el declive de Chavín y empiezan a formarse los reinos Moche,
Nazca (ver recuadro), Tiahuanaco y Huari.
Los moche o mochica fueron un pueblo agrícola de tradiciones pesqueras y tenían una compleja
organización social.
Ubicada cerca del lago Titicaca, a 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar, se desarrolló la
civilización de Tiahuanaco. En su apogeo construyeron templos y palacios que embellecieron la
ciudad.
Paralelamente a la expansión de Tiahuanaco, otro centro, Huari, inició la conquista de territorios
vecinos. Actuando conjuntamente, ambos volvieron a unir, cultural y políticamente, las sociedades
regionales de la zona.
Una vez rota la cohesión lograda por Tiahuanaco-Huari, surgen el reino Chimú en el norte, y el
Inca en el sur, imponiéndose este último por la fuerza.
Los incas fueron una tribu que llegó al Cuzco (también escrito Cusco o Qosqo y que significa en
idioma quechua ombligo del mundo ) alrededor del 1.200 dC. Probablemente proced an del sur,
de alguna forma su emigración debió estar conectada a la desintegración urbana que siguió a la
caída de Tiahuanaco.
Establecidos en el Cuzco, los incas inauguraron una dinastía cuyo primer rey, Manco Cápac, es
señalado por las leyendas como fundador de la raza. Tomó por mujer a su hermana Mama Ocllo,
iniciando una costumbre que se mantendría hasta el último emperador. Las siguientes dinastías se
sucederían en pequeños reinados hasta el año 1438, cuando Pachacutec, hijo de Viracocha, vence
a los chancas. Este hecho posibilita una gran expansión militar, incorporando a la mayoría de los
grupos culturales de la zona y dando nacimiento al Tahuantinsuyo, el imperio inca.
Gobernantes divinos
El imperio incaico estaba firmemente dominado por una teocracia sagrada e inviolable. El Inca,
máxima autoridad política y religiosa, se consideraba hijo del Sol. Gobernaba asistido por una
aristocracia selecta, llamada orejones, a causa de los adornos que deformaban sus orejas;
además, se consideraba nobles a los generales y a los altos oficiales.
Bajo esta aristocracia se encontraban los kurakas (o curacas), los señores. En una posición
privilegiada se hallaba también la clase sacerdotal, integrada por el willaq uma (cabeza sagrada),
las aqllas o escogidas y los sacerdotes. Luego, formando la base de esta pirámide social, estaba la
masa del pueblo, dividida en llacta runa (originarios) y mitimaes (trasplantados de otras regiones o
pueblos). Fuera de estas clases se encontraban los yanacunas o yanaconas (literalmente: los
esclavos).
La agricultura era la base fundamental de subsistencia. El poder central, fuerte como era, fue
capaz de encauzar el enorme trabajo tributario hacia el desarrollo de canales, terrazas y
acueductos, multiplicados incesantemente. Las cosechas de maíz, papas y otros artículos
alimenticios se incrementaron por el uso de abonos y el aporte de la taclla, especie de arado que
se manejaba con el pie.
No había propiedad privada. Los campesinos debían laborar primero en las tierras asignadas al Inca
y a los dioses, cuyas cosechas se almacenaban en bodegas gubernamentales, destinadas a
alimentar soldados, burócratas y artesanos.
El trabajo de realizar censos, en los que se basaban todas las decisiones imperiales, correspondía
al quipu-kamayoc, quien disponía solo del quipu para llevar tales contabilidades.
No robar y no mentir
El estado incaico estableció tres preceptos morales fundamentales: Ama Suway, Ama Qella y Ama
Llulay, que significa no robar, no ser ocioso, no mentir.
Generalizó el culto al Sol (Inti), al que acostumbraban representar por un gran disco de oro
circundado de rayos. Igualmente adoraban a la Luna (Mama Quilla), así como a divinidades que
simbolizaban a otras fuerzas de la naturaleza, como truenos, estaciones, etc.