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Unidad 1: Lectura

eficaz de textos
académicos
Asignatura: Escritura y Lectura
Académica
Módulo 2: Fases de la escritura
Para empezar
Cuando te piden que leas un documento académico, ¿qué es lo primero que haces?,
¿revisas cuántas páginas tiene?, ¿cómo es la letra?, ¿trae imágenes?, ¿te preguntas por su
autor o por el año en que fue escrito? Todas estas preguntas son parte del proceso de
lectura, pues forman estrategias de comprensión de un texto y las necesitamos para
nuestro proceso metacognitivo, o sea, cuando nos hacemos responsables de comprender
lo que leemos.

En este módulo desarrollaremos las fases de la lectura, cuyo objetivo es comprender un


texto, en especial, cuando es académico, pensando en hacernos conscientes y
responsables de la lectura.

Introducción
¿Has oído hablar de metacognición? Término compuesto que se usa frecuentemente en
teorías psicológicas actuales, aunque es de poco uso en la cotidianeidad. Evidentemente
se trata de un neologismo (palabra nueva). Pero, en definitiva, ¿de qué se trata?
La idea de metacognición resulta compleja, pero si observamos de qué palabras está
compuesta, su etimología (origen de las palabras), podremos notar que meta es un prefijo
griego que significa más allá y cognición es un concepto latino que indica conocimiento. Si
juntamos ambas raíces podremos notar que indica ir más allá del conocimiento. El
concepto se asocia a las teorías y a las formas que existen de construcción de nuestro
aprendizaje.

Leer comprensivamente un texto supone desplegar una competencia que desarrollas a


través del tiempo y, además, un esfuerzo neuropsicológico relacionado con una actitud
que va más allá del simple momento en que se lee (actividad), pues implica una
disposición previa (autoconocimiento y reflexión), como un ejercicio posterior
(consolidación, reflexión y aplicación).

Pero ¿qué es ser un lector activo? Un lector activo es aquel que deja de leer simplemente
juntando las letras, las sílabas, las palabras, y se comienza a preguntar por el sentido que
adquieren esas combinaciones, por el mensaje que hay detrás de la estructura, el
propósito del autor y las ideas principales.

Por lo tanto, lees más que con los ojos, con tu intelecto y con el corazón. Lees con las
manos, incluso si subrayas o escribes mientras lees será más fácil procesar la información
del texto. En definitiva, lees con todo el cuerpo.
Las fases de la lectura y la metacognición

Antes de la lectura
Para realizar una lectura comprensiva debes ser activo, incluso antes de sumergirte en las
ideas de un texto.

En esta etapa previa es importante:

Contextualizar la lectura para construir conocimiento.

Activar conocimientos previos.

Fijar propósitos.

Estos procesos son trascendentes cuando enfrentas textos académicos, pues ayudan a
aprender mientras lees y construir un andamiaje para tu conocimiento.

Estos procesos son trascendentes cuando enfrentas textos académicos, pues ayudan a
aprender mientras lees y construir un andamiaje para tu conocimiento.
Antes de la lectura: Contextualizar la lectura para construir
conocimiento
Al leer un texto debes situar el contexto de producción de la obra e incluso sus contextos
de recepción. ¿Y qué es el contexto de producción? Es el momento histórico en que la
obra se escribió y donde se inscribe el autor con sus circunstancias. ¿Por qué es
importante? Frente a esta pregunta podríamos formular diferentes interrogantes que la
responden, por ejemplo: ¿es lo mismo leer un texto académico de Immanuel Kant que
uno de Eduardo Galeano? Si se aplica esta pregunta al origen de los teóricos
mencionados: ¿es lo mismo leer un texto de un escritor alemán que de uno uruguayo?, o
respecto al período histórico en que escribieron: ¿es lo mismo leer un texto escrito en la
modernidad (siglo XV) que uno de la Ilustración (siglo XVIII)? Claramente es diferente: el
tiempo histórico, el lugar geográfico, la corriente teórica a la que adhiere, la disciplina y el
autor que escribió la obra sitúan nuestra lectura.

Rescatar el contexto de producción permite articular el mensaje construyendo la


constelación de conocimientos que formarás durante el recorrido universitario e incluso
durante tu vida. En las áreas disciplinares, el contexto de producción cobra importancia
pues muestra el momento de desarrollo disciplinar en que fue construido el texto. Este
contexto es muy significativo cuando estás aprendiendo sobre una disciplina, pues
permite construir una línea articulada entre los diferentes textos y teorías. Dejas de leer
inocentemente y le das sentido a aquello que lees.

Entonces, antes de leer un texto académico es importante extraer la información


contextual (contexto de producción):

Probablemente, en los primeros años de tu carrera esta información sea nueva para ti,
pero, a medida que te vayas formando como profesional, tendrá relevancia, pues la
podrás articular con lecturas anteriores y con las diferentes teorías que hayas aprendido.
A través de los textos que lees en estos primeros años vas construyendo el bagaje
cognitivo necesario para leer los futuros textos académicos, que evidentemente van
complejizándose. Lee pensando que estás construyendo y articulando conocimiento que
necesitarás en tu futuro académico y laboral.

Antes de la lectura: Activar conocimientos previos


Para efectuar una lectura comprensiva que construya conocimientos significativos, es
decir, que a través de ella aprendas y articules en tus constelaciones cognitivas (tu
memoria), es importante relacionar la información nueva que comenzarás a leer con tu
mundo y contigo mismo. De esta manera, te prepararás cognitivamente para recibir el
mensaje y para articularlo con tus propios recursos. Esto es lo que llamamos “activar
conocimientos previos” e implica prepararte para la lectura formulándote preguntas tales
como: ¿qué sé yo del tema? y ¿qué me dice el título?

Antes de la lectura: Fijar propósitos


Cuando lees un texto del que tendrás que responder un cuestionario, ¿primero lees el
cuestionario y después el texto? Esta es la estrategia más efectiva, pues guía tu lectura
hacia aquello que quieres comprender. Lo mismo sucede cuando fijas tus propias
preguntas y metas respecto a un texto académico: ¿qué es lo que quiero aprender?,
¿cuáles es la idea principal?, ¿cuáles son las secundarias?, ¿cuál es el propósito que el
profesor tenía para darme esta lectura? Y ¿cuál es mi propósito con y en la lectura?

Estas interrogantes irán orientando la lectura y permitirán realizar un proceso más


significativo, en que las respuestas se irán articulando para construir el mensaje del texto
vinculado con tu cotidianeidad académica.
Durante la lectura
Leer un texto no tiene nada de pasivo, muchas personas dicen “voy a leer para relajarme y
descansar”, sin embargo, nuestro cerebro está realizando una serie de procesos cognitivos
de diversa índole y complejidad. Para que esta lectura sea efectiva y comprensiva, ayuda
realizarla de manera activa concentrándose en lo que se quiere descubrir.

Te proponemos un ejercicio: lee un párrafo (sobre cualquier tema) y subráyalo.

¿Cuando lo subrayaste lo hiciste de manera simultánea a la lectura o después de la lectura


del párrafo? Si pensáramos en porcentajes, ¿subrayaste más del 30% o menos? Ahora,
piensa: cuando estudias y tienes que subrayar ¿cómo subrayas?, ¿subrayas de manera
simultánea a la lectura o después de la lectura del párrafo?, ¿subrayas más del 30% o
menos?

Subrayar de manera posterior a la lectura es la manera más indicada, pues el propósito de


subrayar es encontrar las ideas importantes de un párrafo y solamente podemos
detectarlas cuando las hemos leído. Cuando subrayamos al mismo tiempo que leemos, lo
más probable es que estemos subrayando elementos que en el contexto del párrafo sean
menos importantes, aunque sí nos llamen la atención.

Un texto bien subrayado no debe destacar más del 30% de sus oraciones, pues es en este
porcentaje donde encuentras las ideas principales. Este postulado es válido incluso para
escribir, pues debes explicar tus ideas de tal manera que solo un 30% sea la información
principal y un 70% sean secundarias, es decir, un apoyo para esa información principal.

Para efectuar una lectura activa también es importante poner título a los párrafos, así
corroboras que entendiste el párrafo codificando la información en tu memoria y
marcando el texto por si tienes que volver a él. A través de una simple acción mejoras tu
lectura e impides que el cansancio te haga leer de forma automática. ¿Esto qué significa?
A veces, por cansancio o porque el tema no es de tu interés, pones el piloto automático en
modo lectura y las palabras se suceden una a una sin por eso generar una comprensión. Si
lo haces así, tienes que leer y releer, perdiendo tiempo y ganas. Debes luchar contra este
tipo de lectura.
Durante la lectura: El autocuestionamiento como estrategia
metacognitiva

La eficacia del autocuestionamiento como estrategia metacognitiva está ampliamente


probada. Esta apunta a que, cuando lees un texto que no presenta preguntas, debes
planteárselas para poder comprenderlo, pues es necesario formular cuestionamientos
para generar la comprensión cabal de los textos.

Brown, Campione y Day (1981), tres expertos en lectura sugirieron las siguientes
preguntas:

• ¿Hay alguna frase que resuma el tema de este párrafo?


• ¿No? Entonces, constrúyala.
• ¿Se repite esta información?
• ¿Sí? Entonces, suprímala.

Los lectores competentes, a la hora de resumir y quedarse con lo esencial, utilizan estas
estrategias sin ser conscientes de ellas. Las preguntas incluidas en el autocuestionamiento
están orientadas a diferenciar entre: quién, qué, dónde, cuándo, cómo, cuál y por qué de
las cosas. Al hacerse estas preguntas, el lector no solo toma conciencia de su
comprensión, sino también va construyendo un "texto base" de la lectura.
Después de la lectura
¿Qué haces cuando terminas de leer un texto? Existe un pequeño momento en que el
cerebro sigue procesando la información, pero después, ¿qué haces? Para que la lectura
se consolide y termines de comprender el texto es importante cerrar el proceso en que
activas tus conocimientos previos preguntándote: ¿existe una relación entre los
conocimientos previos y el texto en sí?, ¿el texto me aporta nuevos conocimientos sobre
el tema?, ¿afirma o refuta mis ideas previas?

Respecto al lenguaje usado en los textos académicos, y con el cual debes familiarizarte, es
útil efectuar un glosario con palabras relevantes y desconocidas. En la medida que
avances en la formación universitaria esas palabras relevantes irán adquiriendo
diferentes matices e incluso significados. Es importante aprovechar la oportunidad de
aprenderlas porque sin duda las volverás a ver y enriquecerán los futuros textos y
contextos nutriendo tu conocimiento. Conocer léxico de tus disciplinas te convierte en
mejor estudiante y, en un futuro, mejor profesional.

Finalmente, cuando terminas de leer siempre es útil realizar una síntesis. Aunque síntesis
y resumen buscan reducir el texto a sus ideas principales, el resumen se construye con las
mismas palabras que el texto e incluso con las mismas oraciones, en cambio, la síntesis se
escribe con tus propias palabras. Así asimilas e incorporas lo leído, lo traduces a tu propio
lenguaje, te lo apropias y lo conviertes en tuyo, construyes ese conocimiento dentro de
tus experiencias cognitivas. Siempre hay que ser fiel al mensaje y su autor en la medida
que nos apropiamos del texto. Esta síntesis debe responder las siguientes preguntas: ¿cuál
es el tema?, ¿cuál es la idea principal? y ¿cuáles son algunas de las ideas secundarias?

Cuando no puedas realizar un resumen apropiado y sientas que algo se te escapa, es


porque hay algo que no has comprendido. De esta manera, la síntesis también ayuda a
detectar carencias comprensivas. Basta con que formules la síntesis, puede ser de manera
oral o escrita. Puedes realizarla contándote a ti mismo de qué trataba el texto.
Conclusión
Quizás cuando leíste este módulo pensaste que sueles realizar todas las acciones
mencionadas o, por lo menos, algunas de manera automatizada. Es importante aclarar
que la conciencia que tenga el lector sobre su propio proceso de comprensión es lo que
se denomina proceso metacognitivo.

Los expertos señalan que realizar estas acciones y estrategias responsablemente evita
errores de comprensión, ya que en su mayoría se deben a que el lector no ha tomado
conciencia sobre si está entendiendo o no lo que está leyendo. Para ser un lector
competente debes darte cuenta si entiendes o no lo que lees; este es un aspecto que
separa a los buenos lectores de los malos, pues el lector competente se da cuenta cuando
se “ha perdido”. Leer activamente implica formularnos propósitos de lectura y ser capaces
de explicar lo que leímos.

Referencias bibliográficas
• Boeglin, M. (2008) Leer y estudiar en la universidad. Del caos de las ideas al texto
estructurado. Sevilla: Editorial MAD, S.L. 220p.
• Brown, A., Campione, J. y Day. (1981). Learning to learn: On training students to
learn from texts. Illinois: The National Institute of Education.

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