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Pontificia Universidad Javeriana

Chapter Title: INTERSECCIONALIDAD Y FEMINISMO DECOLONIAL


Chapter Author(s): MARÍA LUGONES

Book Title: Lugares descoloniales


Book Subtitle: Espacios de intervención en las Américas
Book Editor(s): Ramón Grosfoguel and Roberto Almanza Hernández
Published by: Pontificia Universidad Javeriana

Stable URL: http://www.jstor.com/stable/j.ctt15hvxjw.7

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María Lugones

INTERSECCIONALIDAD
Y FEMINISMO DECOLONIAL

Cuando pienso en articular la necesidad y la posibilidad de un femi-


nismo decolonial, pienso en una serie de pasos que empiezan con desenmascarar
la lógica colonial de las teorías feministas occidentales blancas. Incluyo como tales
teorías muy disímiles, por ejemplo el liberalismo feminista, el feminismo socialis-
ta, el posmoderno, el lésbico, y a autoras tan diferentes como Butler, Daly, Wittig,
Fraser y Jaggar. Lo que las une es que encubren el origen colonial y la complejidad
del sistema de género que forma el centro de su atención. La mujer, que consti-
tuye el foco contemporáneo de políticas, de maniobras legales, de programas de
rescate y apoyo de las ONG; de cristianización; de avance laboral; de “educación”
en los medios, escuelas y ONG, es una fabricación ideológica de origen colonial.
La dicotomía hombre/mujer, ligada al diformismo sexual y al heterosexualismo
obligatorio, forma la faz “civilizada” del sistema de género colonial y esconde su
cara oscura, racializada. El género que forma el centro del debate y las prácticas
feministas hegemónicas es una imposición y producción colonial. Mientras que
lo que la colonización produce como blancos burgueses son hombres o mujeres,
las gentes a colonizar, domar y explotar de formas brutales no tienen género, en
tanto no son propiamente humanos; en tanto se los considera como el blanco
de la misión civilizadora; en tanto se los considera “civilizables”. Son también el
blanco de un proceso brutal de erradicación de la memoria, de destrucción de la
organización social, de la subjetividad, de las relaciones que entraman sus visiones
cosmológicas, sus formas de vida, su filosofía. Por cuanto son objeto de la explotación
brutal en la esclavitud y servidumbre, se los percibe y usa como no humanos, como
parte de la “naturaleza”, en su concepción moderna / colonial, es decir, instrumen-
tal, externa, para el hombre (es decir, para el “hombre” hombre, el lado positivo de
la dicotomía de genero que constituye, en parte, el ser blanco burgués).

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Aquí quiero señalar algunos de los pasos que nos llevan a entender la lógica
colonial del sistema moderno de género. Me refiero a la lógica categorial, desen-
mascarada por la lógica de la interseccionalidad. La lógica categorial fragmenta
la realidad social en categorías (no en clases lógicas) monádicas, impermeables,
separables las unas de las otras, homogéneas, que constituyen a grupos e indivi-
duos, sujetos sociales, sin diferenciar entre esos grupos y sujetos dada su constitu-
ción hegemónica política y la contraidentificación orgánica, resistente, insurgente.
Mujer es una categoría entendida de tal manera. Black e hispánico son otros ejem-
plos en Estados Unidos. La lógica de la categoría no es reducible a la lógica de la
esencia. Por lo tanto, para desenmascarar la lógica categorial no basta con decir que
mujer es una esencia. La política de la lógica categorial es mas insidiosa porque se
presenta como algo que contiene a todas las mujeres, sin buscar o proponer un
sine qua non, un algo que todas las mujeres tienen y que las hace mujeres. Por el
contrario, se esconde el proceso de simplificación, homogeneización, separación e
impermeabilización de las mujeres. La homogeneización y la simplificación se lo-
gran constituyendo la categoría en términos de los dominantes dentro del grupo.
La categoría, al mismo tiempo, reduce, simplifica y reemplaza al grupo a través de
esta simplificación, pero la reducción está enmascarada. Para desenmascarar que
mujer equivale a mujer blanca burguesa heterosexual, necesitamos introducir la lógi-
ca de la interseccionalidad y motivarla. La interseccionalidad empieza la laboriosa
tarea de descubrir la alianza entre colonialidad, modernidad y todo feminismo que
conciba el concepto mujer categorialmente.
Necesitamos descubrir la relación entre colonialidad y la lógica categorial en
sus muchas capas. La noción de interseccionalidad, central en el feminismo de las
mujeres de color de Estados Unidos, es decir, el feminismo subalterno de este país,
surge como una crítica aguda a la lógica categorial. Hay varios sentidos de intersec-
cionalidad que, de acuerdo con mi interpretación, revelan y desenmascaran lo que
la lógica categorial esconde. Terminaré este breve trabajo indicando cómo aquello
que esconde es fundamental en el sistema de género moderno colonial, en la co-
lonialidad del género.
La interseccionalidad recibió distintas respuestas del feminismo blanco. Entre
ellas, una extrema preocupación por perder el sujeto del feminismo, La Mujer,
centro de la teoría, base lógica de la abstracción universalista (aunque la univer-
salización no es el producto de la abstracción sino de la reducción, la homogeni-
zación y la impermeabilización de las categorías.) Si bien las respuestas fueron
muchas, la lógica de la interseccionalidad no echó raíz en el feminismo blanco
—que no se llama a sí mismo de este modo—, a pesar de que una de las respuestas
a la lógica de la interseccionalidad fue una proliferación de trabajos sobre el ser
mujer blanca. La lógica de la interseccionalidad no pone el acento en la blancura

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sino en la inseparabilidad entre mujer y blanca, es decir, que no hay mujer que sea
blanca, mujer que sea indígena, mujer que sea negra. Blancas hay muchas cosas,
pero mujer-blanca es una palabra, no dos, es una indivisible creación social que
surge de la fusión entre raza, capital, colonia y heterosexualismo, componentes
constitutivos del sistema de poder que emerge en el siglo XVI y que sigue domi-
nando la realidad social global.
Aquí voy a explorar y relacionar dos formas de la interseccionalidad. Elsa
Barkley Brown, historiadora feminista negra, dice:

Necesitamos reconocer no solamente diferencias sino también la naturaleza


relacional de esas diferencias. Las mujeres blancas y las mujeres de color no
solamente viven vidas diferentes sino que las mujeres blancas viven las vidas
que viven en gran parte porque las mujeres de color viven las vidas que viven.
(Barkley Brown 86)

Y Yen Lee Espiritu:

Los blancos y la gente de color viven vidas que están estructuradas racial-
mente. Las intersecciones entre estas categorías de opresión (clase, raza, géne-
ro) significan que hay jerarquías entre mujeres, entre hombres, y que algunas
mujeres tienen poder cultural y económico sobre ciertos grupos de hombres.
(Espiritu 140)

Esta versión de la tesis interseccional nos permite reconocer la relación de po-


der entre mujeres blancas, mujeres de color y hombres de color. Nos permite enten-
der cómo la categoría mujer esconde esas relaciones de poder y pretende apuntar
a una univocidad de sentido, de condición, de razones para la solidaridad, de di-
rección. La lógica de la intersección que usan Barkley Brown y Yen Lee Espiritu
altera el significado de mujer, sacude no solo la simplicidad y homogeneidad de
la categoría, sino también su impermeabilidad y carácter monádico. Mujer no se
puede reemplazar por mujer blanca o mujer de color; no son términos intercam-
biables precisamente porque mujer en mujer-blanca apunta y está constituida por
una relación de poder distinta que mujer en mujer de color. Por lo tanto, no hay
disección posible de mujer de color. En mujer + raza, los términos no son separables.
Mujer + raza borra la relación de poder del significado de mujer. La inseparabili-
dad, claro está, nos hace ver que mujer-blanca y mujer-de-color (mujer racializada
como no-blanca) no dicen lo mismo; que ambas están racializadas y que en cada
caso raza cambia el sentido de mujer. La crítica de Barkley Brown y Espiritu no
está formulada desde la intersección de categorías sino desde la historicidad de las
relaciones de poder entre raza, clase y género. Desde esa historicidad, la lógica de

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separación, fragmentación, simplificación e impermeabilización de las categorías
mujer, hombre y no-blanco se visibiliza.
El segundo sentido de interseccionalidad que exploro es introducido por Kim-
berlé Crenshaw. Para Crenshaw, la interseccionalidad revela una ausencia. La au-
tora aclara que para ella la interseccionalidad es un concepto provisional y que
las presuposiciones dominantes de raza y género son esencialmente categorías
separadas (378). Crenshaw trabaja con las categorías dominantes y las intersecta.

Siguiendo las categorías a sus intersecciones espero sugerir una metodología


que finalmente disturbe las tendencias a ver a raza y genero como exclusivos
uno del otro o separados. Mientras que las intersecciones que exploro aquí son
entre raza y género, el concepto puede y debe ser expandido incluyendo cues-
tiones de clase, sexualidad, orientación sexual, edad y color. (Crenshaw 378)

Pero intersectar mujer y negro no permite ver a las mujeres negras y analizar
las situaciones de discriminación, abuso y violencia contra ellas desde un punto de
vista legal. Al intersectar dos categorías dominantes, mujer y negro, Crenshaw re-
vela la ausencia que yace en la intersección. La mujeres negras no están amparadas
o reconocidas en la intersección de mujer (ya sabemos: mujer-blanca-burguesa-
heterosexual) y negro (hombre negro.) Es más, hombre-negro/hombre-blanco es
el terreno que demarca la competencia racial y sexual. La intersección muestra la
ausencia de las mujeres negras inscripta en la ley: hay mujeres (blancas) y negros
(hombres), pero la construcción de las categorías asume que aquellos que son
dominantes en términos de poder social agotan la categoría, lo que encubre las
relaciones de poder intracategoriales. Los subordinados dentro de la categoría no
tienen la capacidad de darle sentido.
Las categorías dominantes homogéneas, monádicas e impermeables funcio-
nan como organizadores de lo social, pero no están relacionadas inductivamente o
por abstracción de relaciones sociales sino que las constituyen, son una producción
social. Eliminan lo complejo de las relaciones sociales y las relaciones de poder que
conforman esa complejidad. Nuevamente, la reducción es inter e intracategorial.
La simplicidad se produce al privilegiar a aquellos que son fragmentados por lo
social en átomos separados y que, a la vez, son constituidos como si ocuparan la
posición dominante en ese fragmento: mujeres blancas burguesas y heterosexuales
en la simplificación, fragmentación y reducción que constituye la categoría mujer.
Y, por otra parte, hombres no blancos en las simplificaciones y fragmentaciones
que constituyen categorías raciales como indígena, negro, chicano, chino, blanco, en-
tre otras varias que corresponden a la clasificación social introducida en la organi-
zación de la producción con el sistema global de poder capitalista.

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En Barkley Brown y Espiritu, la interseccionalidad no es una relación entre
categorías dominantes sino una respuesta a la lógica categorial desde la realidad
vivida, histórica, de lo que significan la diferencias de poder. El género no apunta
a una relación unívoca de poder entre mujeres y hombres, sino a relaciones de poder
entre mujeres- y mujeres- y entre mujeres- y hombres- y entre hombres-. Lo que la
inseparabilidad muestra son relaciones de poder intercategoriales.
En Crenshaw, el énfasis está en la ley y por lo tanto no en cuestiones de opre-
sión, explotación o dominación sino de discriminación. Y es por eso que la in-
terseccionalidad no selecciona inseparabilidades sino ausencias; y también, que
la ligazón puede ser entre raza y edad, género y sexualidad, etc. Es decir, no hay
una ligazón sistemática, una inseparabilidad constituida por sistemas de poder y
constitutiva de estos. La lógica de Crenshaw sugiere que la lista se expandiría en
las direcciones indicadas por la discriminación, mientras que cuando hablo de colo-
nialidad de género, al igual que para Espiritu y Barkley Brown, no se trata de una lista
categorial abierta. La concepción de la interseccionalidad de Crenshaw revela la
simplificación intracategorial y los juegos del ausentar intercategorial que produce
posibilidades de enmascaramiento en la ley y en otras instituciones y prácticas
sociales múltiples.
Estas dos formas de la lógica de la interseccionalidad dan lugar a críticas centrales
a cualquier forma de feminismo que mantenga la categoría mujer o la deconstruya
sin captar las relaciones de poder que complican la dicotomía hombre/mujer y que
continúe desapareciendo a la mujer-de-color, a la mujer-no-blanca, en los procesos
de simplificación, fragmentación e impermeabilización que produce la categoría.
Por ello es importante ir más allá de la crítica al pensamiento categorial. Lo que
necesitamos entender, ver y sentir es la subjetivación a la vez sistemática y discon-
tinua que constituye la posibilidad de decolonialidad de género. Pero para eso hay
que empezar por ver la colonialidad de género. En el paso de la colonización a la
colonialidad en cuestión de género, la complejidad se encuentra en las relaciones
constitutivas del sistema global capitalista de poder (dominación, explotación).
El eje de mi discusión ha sido la interseccionalidad, porque en los análisis
y prácticas del feminismo de color y raza no es ni separable ni secundaria a la
opresión de género sino constitutiva de esta. Y eso es precisamente lo que los
feminismos blancos han terminado por excluir del análisis, aunque la diversidad
étnica-cultural ha sido incorporada en feminismos que enfocan la globalización. Es
decir, la colonialidad no importa. La solidaridad feminista que enfrenta las violencias
de la globalización está pensada como si atravesara culturas sin centrarse en el po-
der racial. Esta forma de llamado a una solidaridad entre mujeres se hace cómplice
de la colonialidad de género.

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