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2
Staff
Moderadoras

Juli Majo_Smile ♥ Liz Holland


Marie.Ang Aleja E. Madeleyn
CrisCras Katita

Traductoras

CrisCras aa.tesares Zöe.. Julieyrr


Mel Cipriano hermanaoscur Valentine† ElyCasdel♥
Aleja E a Majo_Smile ♥ Adriana Tate
KristewStewpi PAULAZG4 Liz Holland kathuu.cv
d ♥...Luisa...♥ NnancyC Vanessa VR
Katita Marie.Ang Eni
Juli Sofí Fullbuster Jess Rowe♡ 3
Zafiro Val_17 Blaire2015

Correctoras

Melii Cami PaulaFran! Marie.Ang


CarolVanessa Meliizza MaryJane MerryHope
itxi Maarlopez SammyD Zöe..
NnancyC mariaesperanz Alaska Julieyrr
Sofía Belikov a Vanessa Aiden
Alessa Karool Mel M Aimetz
Andreina Daniela Val

Lectura final

Juli Marie.Ang Mel Markham


Aleja E. Liz Holland CrisCras

Diseño

francatemartu
Índice
Sinopsis Capítulo 15

Dedicatoria Capítulo 16

Prólogo Capítulo 17

Capítulo 1 Capítulo 18

Capítulo 2 Capítulo 19

Capítulo 3 Capítulo 20

Capítulo 4 Capítulo 21

Capítulo 5 Capítulo 22

Capítulo 6 Capítulo 23
4
Capítulo 7 Capítulo 24

Capítulo 8 Capítulo 25

Capítulo 9 Capítulo 26

Capítulo 10 Epílogo

Capítulo 11 Agradecimientos

Capítulo 12 Héctor

Capítulo 13 Sobre la autora

Capítulo 14
Sinopsis
Cuando la tragedia golpea en el ring, Giovanni Bravo cae en una
profunda depresión, alejándose de su sueño de boxear para entrenar en su
lugar. Acepta un trabajo de dos meses ayudando a entrenar a Félix Sánchez, su
mejor amigo del instituto y ahora campeón del mundo de peso ligero. Una vez
en el lujoso complejo de boxeo de Félix, se reúne con Bianca Rubio, alguien que
él sólo recuerda como la chica de los inocentes ojos de cordero de la secundaria.
Su comportamiento reconfortante y alegre no sólo mantienela mente de Gio
fuera de su conciencia atormentada, se enamora de ella duro y rápido. Pero hay
un problema, Bianca es la novia de Félix.
Tener a un novio sexy y famoso tienes sus ventajas, pero viene con un
precio. Bianca no sólo tiene que lidiar con los constantes rumores sobre su
novio saliendo con otras mujeres, sino también con sus constantes ausencias
cuando está de viaje. Así que ahora que Félix estará en la ciudad durante dos
meses para entrenar para su siguiente gran pelea, Bianca se emociona. Él
incluso le ha pedido que se mude a su cabaña mientras está allí. Pero cuando él
se va por días para promover su pelea, Bianca pasa tiempo conociendo al
5
magnífico nuevo entrenador y buen amigo de Félix, Gio. Cada vez más atraída
por su dulce sonrisa y ardientes ojos verdes, se encuentra diciendo y haciendo
cosas que normalmente no haría. Cuando se hace más y más difícil resistirse el
uno al otro, Gio cruza la línea entre ellos. Él espera que un beso alivie la
tentación abrumadora, pero hace exactamente lo contrario. Su tentación de
repente se convierte en una obsesión —una obsesión que rápidamente obliga a
Gio a darse cuenta de que esto es más que simple deseo. Está enamorándose
fuertemente, y para su deleite ella también. Ahora está obligado a tomar la
decisión más difícil de su vida. El riesgo de perder a su amigo de toda la vida o
alejarse de la única chica a la que ha amado.

5th Street, #2
Dedicado a D. Eres lo más cercano que jamás he tenido a una hermana. Tu amor y
apoyo me han ayudado a pasar algunos de los peores momentos de mi vida. De verdad,
eres la persona más desinteresada y entregada que he conocido. ¡Te quiero mucho!

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Prólogo
El protector bucal ensangrentado volando por el aire a cámara lenta
mientras el cuerpo sin vida de Trinidad golpeaba el suelo era solo una de las
cosas de ese día que siempre estaría grabada a fuego en la memoria de
Giovanni Bravo. El griterío era la otra. El árbitro saltó frente a Gio como si él
hubiera siquiera pensado en ir todavía detrás de Trinidad.
Trinidad yacía allí totalmente inconsciente y en pocos minutos fue un
caos. No estaba respirando. El zumbido en los oídos de Gio se hizo más fuerte
cuando los médicos entraron en el ring y comenzaron a intentar la reanimación.
La gente de la audiencia se puso de pie en inmóvil silencio, la mayoría
sosteniendo sus manos contra sus bocas pareciendo tan atónitos cómo se sentía
Gio. Él se quedó congelado donde estaba sin ni siquiera darse cuenta de que
Abel y Jack estaban a su lado.
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Comenzaron a hacerle la resurrección cardiopulmonar a Trinidad,
golpeando su pecho con fuerza. Fue entonces cuando los gritos comenzaron.
Los paramédicos lo colocaron en una camilla, siguiendo golpeando su pecho.
Los gritos de la esposa embarazada de Trinidad se hicieron más fuertes
mientras algunas personas luchaban para mantenerla atrás.
—¿Estás bien? —preguntó Jack, pareciendo muy preocupado.
Gio le miró durante un momento asintiendo, pero sus ojos volvieron a la
camilla que ahora era trasladada apresuradamente fuera del estadio. —No
responde. —Se oyó decir.
—Estará bien —dijo Abel, colocando una mano en el hombro de Gio—.
Solo cayó un poco duro.
Trinidad fue declarado muerto antes de llegar siquiera al hospital.
Muerto con solo veintidós años —y Gio lo había matado.
1
El canal, en el pequeño televisor del garaje de Gio, se quedó fuera del
cementerio donde se habían celebrado los servicios por Trinidad. La luz de la
pantalla de la televisión era lo único que iluminaba el garaje, que de otro modo
habría estado oscuro. Gio ni siquiera estaba escuchando. Había dejado de
hacerlo hacía horas, pero aun así, se sentó allí en su puff de los Raiders, como lo
había hecho durante días, mirando la pantalla.
El golpe en la puerta fue suave y él no se molestó en responder. Alguien
abrió de todos modos y entró. Los ojos de Gio nunca salieron de la pantalla, que
ahora tenía un doble plano, mostrando a los dolientes que entraban en sus
coches mientras la grabación de la emisión de los servicios volvía a
reproducirse. Trinidad había sido enterrado hacía días. Gio ya había visto ese
material repetidamente. Al igual que la primera vez, se sentía entumecido cada
vez que lo miraba de nuevo, pero no podía apartarse de la televisión.
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—Hola.
Sin apartar la vista de la pantalla, Gio levantó la barbilla. Fue la única
respuesta que mostró al oír la voz de su mejor amigo, Noah.
—Roni hizo pan de calabacín. Ella quería que te trajera un poco.
—Genial. Dile que dije gracias.
Noah dio un paso hacia delante, tirando de la cuerda que había por
encima de la cabeza de Gio para encender las luces y apagar el televisor. —
Tienes que parar esto, G. Tu madre está preocupada, me pidió que viniera a
hablar contigo. Iba a hacerlo de todos modos. Todo el mundo está preocupado,
hombre.
—¿Por qué? —dijo Gio, mirando al suelo y lanzando el mando a
distancia a un lado—. Yo no soy el que está muerto.
—¿Y qué? ¿Debido a que su vida ha terminado, la tuya también? —Noah
se sentó en una hielera cerca de Gio—. Lo que pasó es una mierda, Gio, pero él
conocía los riesgos cuando entró en el ring. Diablos, todos lo hacemos. Es una
cosa trágica, pero no puedes culparte por ello.
Gio finalmente se volvió hacia Noah. —¿Cómo que no puedo culparme?
¿A quién más hay que culpar? Yo soy el que tuvo la oportunidad con él.
Terminé con la vida de ese tipo.
—¡El boxeo acabó con su vida! Tú sólo eras su oponente en el ring en ese
momento. Si no hubiera sucedido allí, hubiera sido en el siguiente combate.
Tenía una condición pre-existente, por el amor de Cristo. Si alguien tiene la
culpa, es quien sea que lo haya incitado a pelear. Nunca debió haber estado allí,
para empezar.
Gio se puso de pie, con las manos en la cintura, y caminó de un lado a
otro. —¿Qué va a pasar con su esposa?
—Ese no es tu problema, G. Sé que parece una mierda, pero…
—¡Tienes toda la razón! ¡Parece una mierda! —Gio se detuvo y miró a
Noah—. Ella está embarazada. ¿Qué está mal contigo? —Mientras viviera, sus
gritos de agonía lo perseguirían.
—Mira. —Noah levantó la mano—. Lo único que digo es que ella tiene
una familia. Va a ser atendida. No debes cargarte con la preocupación de eso
ahora. Debes preocuparte por esto. —Noah apuntó a la frente de Gio—. Eres mi
amigo, mi familia. Y me preocupas ahora mismo. Me preocupa lo que está
pasando en esa cabeza.
La puerta se abrió. Abel, otro amigo de Gio, y su hermano menor,
Héctor, entraron.
—Todos lo hacemos —dijo Abel—. Necesitas llevar tu trasero de vuelta
al ring. Sentarte en esta cueva no va a hacer ningún bien.
Gio se derrumbó de nuevo en su puff. —Tal vez no quiero volver al ring.
9
Todos se miraron, pero Noah habló primero. —Sólo estás diciendo eso
ahora, pero…
—No. He estado pensando en ello. Tal vez no quiero correr el riesgo. Lo
que le pasó a Trinidad puede sucederle a cualquiera de nosotros. Tal vez no
quiero correr ese riesgo más.
—Pero esto es lo que… —Noah dejó de hablar cuando Abel le tocó el
brazo.
—Entonces entrena —dijo Abel—. Eres un entrenador increíble. Sabes
que esos dos que has estado entrenando tienen “prometedores” escrito por
todos lados. Tú mismo lo has dicho.
Gio miró a Abel, pero no dijo nada y se quedó mirando el suelo otra vez.
Ni siquiera había puesto un pie en 5th Street desde aquella horrible noche.
—Ellos han estado preguntando por ti —añadió Héctor—. Hoy mismo,
en la escuela, Nate me preguntó si sabía si ibas a volver.
Los dos chicos que Gio estaba entrenando todavía estaban en la escuela
secundaria. En tercer año, como Héctor, pero ambos tenían un enorme
potencial.
No podía creer que realmente había dicho eso en voz alta. Que no quería
volver a entrar en el ring. Pero era cierto, por ahora, de todos modos. Tal vez
algún día lo haría de nuevo, pero por ahora, no quería ni pensar en ello, no por
sí mismo. Pero Abel tenía razón. Amaba entrenar. Incluso había pensado en
preguntarle a Jack, el dueño de 5th Street, qué pensaba sobre que pusieraen
marcha una clase de principiantes para algunos de los niños más pequeños del
vecindario.
Se volvió hacia Noah, que todavía tenía el pan de calabacín envuelto en
plástico, contento de que sus amigos hubieran conseguido alejar su mente de
Trinidad, aunque fuera sólo por unos pocos minutos. —Dame eso.
—¿Eso es pan de calabacín de Roni? —preguntó Héctor.
Noah asintió, y le entregó el pan a Gio mientras la mandíbula de Héctor
se quedaba abierta. —Relájate, hizo un montón. No sabía que ustedes iban a
estar aquí, o también me hubiera traído algunos.
—¿Qué? —Las cejas de Héctor se juntaron—. ¿Él va a comerse todo ese
pan solo?
—Ya lo creo —dijo Gio con una sonrisa. Ninguno de ellos había probado
alguna vez el pan de calabacín hasta que la chica de Noah hizo algunos para la
Navidad del año pasado, y les encantó a todos.
—Me tengo que ir —anunció Abel, haciendo su camino hacia la puerta,
pero se detuvo antes de salir—. Así que, ¿te veremos en el gimnasio mañana? —
Gio se encogió de hombros—. Lo juro por Dios, G. Si tengo que venir a buscarte
y arrastrar tu trasero fuera de aquí, lo haré. 10
Gio frunció el ceño, arrancando un pedazo de pan de calabacín y
entregándoselo a Héctor, que lo seguía mirando.
—Eso es todo. El resto es mío.
—No actúes como si no me hubieras oído. —levantó la voz Abel.
—Lo hice. —Gio le dio un mordisco al pan.
—Muy bien. Porque ya he tenido suficiente con esta mierda. —Señaló
todo el garaje—. Tu madre me dio el visto bueno para patearte el trasero si
tengo que hacerlo.
Por primera vez en semanas, Gio se echó a reír. —Como si pudieras.
—Tienes suerte de que estoy apurado, o podría ir por ti ahora mismo. —
Abel abrió la puerta—. Nos vemos en el gimnasio, chicos.
Gio no dudó ni por un segundo que Abel vendría y lo arrastraría hasta
5th Street si no aparecía pronto. Teniendo en cuenta el hecho de que Abel
pesaba por lo menos quince kilos más que él, Gio no tenía dudas de que Abel
pudiera azotarle el trasero si realmente quería hacerlo. De hecho, sabía que iba a
suceder. Los chicos le habían dado un par de semanas para revolcarse en la
culpa, pero él sabía que era sólo cuestión de tiempo antes de que vinieran y lo
obligaran a salir de allí.
Ninguno de ellos era del tipo cariñoso, tampoco. Noah había entrado allí
diciéndole que aquello apestaba y que tenía que seguir adelante, y Abel lo
amenazó con darle una patada en el trasero; Gio no esperaba menos de ellos.
Noah y Héctor se quedaron un poco más. Le hablaron de algunas cosas
que pasaron en el gimnasio durante las últimas dos semanas en las que él no
había aparecido. Lo más interesante de todo era que Félix Sánchez, un viejo
amigo del barrio, antiguo alumno de 5th Street de hacía más de cuarenta años,
que había hecho un nombre propio en el mundo del boxeo, se puso en contacto
con Jack diciendo que estaría de visita pronto.
Félix no sólo había logrado un renombre, ahora era el campeón de peso
ligero del mundo. Había conseguido el título el año pasado al noquear al ex
campeón. Fue una gran sorpresa, pero bien merecida. Los chicos estaban
orgullosos de él, pero ninguno más que Gio. Félix y Gio habían sido muy
cercanos cuando todavía vivía en el barrio. Félix siempre dijo que nunca
olvidaría de dónde venía, y hasta la fecha había mantenido su promesa. Incluso
donó dinero para ayudar a Jack a comprar nuevos equipos para el gimnasio.
—Me preguntó por ti. —dijo Noah, elevando sus cejas.
—¿Sí? —Gio sabía que, con toda la atención de los medios que la muerte
prematura de Trinidad había incitado, Félix tuvo que haber oído hablar de él—.
¿Qué dijo?
—Lo mismo que el resto de nosotros. Está preocupado por ti. 11
Gio salió con ellos cuando le dijeron que tenían que irse y entraron en su
casa. Debido a la pelea en la que Trinidad había perdido la vida, Gio pasaba la
mayor parte de cada día en el garaje. Su madre y sus hermanas iban a menudo
a llevarle comida y sentarse con él. Gio volvía a la casa tarde en la noche, sólo
para lavarse los dientes e ir a la cama. Estaba seguro de que su madre estaría
feliz de verlo en casa antes de las ocho esa noche.

***

Las camionetas de los medios de comunicación en el estacionamiento de


5th Street fueron la primera pista. La cola para entrar fue la segunda. Félix
estaba en la ciudad. Gio se abrió paso entre la multitud hasta la puerta del
gimnasio. Uno de los grandes guardaespaldas y el conductor de Félix, Tony, lo
reconoció mientras caminaba hasta donde él se encontraba vigilando la puerta
principal.
—Hola —dijo con una gran sonrisa y una risa calurosa, estrechando la
mano de Gio y luego golpeando amistosamente su espalda. —. ¿Cómo vamos,
G? ¡Cuánto tiempo sin verte!
—Estoy bien. ¿Cómo has estado?
Por supuesto, su primer día de regreso tenía que ser un manicomio.
Había pasado casi una semana desde que Noah, Abel y Héctor habían ido a
verlo. Noah le había enviado un mensaje diciéndole que estaba reteniendo a
Abel, insistiendo en que Gio necesitaba más tiempo, pero le advirtió que no
sabía cuánto tiempo más podría contenerlo. Había llegado el momento. Tenía
que hacerle frente. La muerte de Trinidad, aunque trágica, no era su culpa. Lo
perseguiría durante años, si no para siempre, y él todavía estaba apegado a su
decisión de no volver a entrar en el ring.
Después de charlar con Tony durante un rato, entró. Era un caos.
Equipos de cámaras por todas partes. Fotógrafos tomando imágenes no sólo de
Félix y su entorno, sino de algunos de los tipos de formación regular.
Félix se hallaba de pie en el ring, sonriendo mientras un reportero lo
entrevistaba frente a una cámara de televisión. Como de costumbre, había una
chica en su público; iba toda ataviada, como todas las chicas que siempre iban
él. Llevaba una diferente cada vez que iba. Gio la miró durante un segundo
para ver si la reconocía. El último par de veces que estuvo allí, las dos chicas
que había traído eran pequeñas celebridades. Una de ellas era la subcampeona
del año anterior de American Idol, y la segunda tuvo un papel secundario en una
de las comedias más calientes de la televisión.
Esta chica no se parecía a las demás, pero él sabía que eso no significaba
nada. Gio tampoco había reconocido ni oído hablar de las dos primeras chicas.
Noah y Abel se acercaron a él, a mitad de camino de los vestuarios. Parecían 12
más emocionados de verlo que de tener a Félix en el gimnasio.
—Oye, finalmente estás de vuelta. —Ambos lo saludaron con el
movimiento usual y le dieron unas palmaditas en el hombro—. Y justo a
tiempo. —agregó Abel con una sonrisa.
—Es cierto —rio Noah—. Él no está mintiendo. Esta mañana me dijo que
si no estabas de vuelta mañana, iba a ir a buscarte.
Gio se echó a reír. —Bueno, entonces me alegro de haber venido.
Era un poco raro volver, y tener el circo de Félix allí lo hacía sentir aún
más raro. Se volvió hacia donde Félix se encontraba siendo entrevistado. La
chica que había llevado tenía un teléfono en la oreja y se tapaba la otra con la
mano. —¿Debería conocerla?
Gio se había sentido un poco estúpido la última vez que fue presentado
al nuevo sabor de la semana de Félix y no tenía ni idea de quién era. Quería
evitar que ocurriera de nuevo.
—No lo sé —dijo Abel, con el ceño fruncido—. De alguna manera
dejaron escapar que él estaría aquí hoy. Los equipos de televisión han estado
merodeando toda la mañana. Acaba de llegar hace una hora. Fue asaltado en
cuanto entró. Apenas tuvimos la oportunidad de hablarle.
—No la reconozco de ningún lugar. —Noah inclinó la cabeza hacia un
lado.
Gio dejó de intentar averiguarlo y se dirigió a los vestuarios para dejar
sus cosas. No había estado allí mucho tiempo cuando oyó una conmoción y
luego voces. Félix y Abel caminaban hacia él. Félix tenía una gran sonrisa en su
rostro.
—¡Hola, hombre! ¿Cómo te va?
—Lo estoy haciendo bien. —Gio extendió la mano para estrechar la de
Félix, pero él lo tiró en un enorme abrazo de hombre.
Félix se apartó para mirarlo y su sonrisa se derrumbó lentamente. —Me
enteré de lo que pasó, hombre. Pero, ¿sabes qué? Esta mierda sucede en el
boxeo. Me dijeron que te estás castigando a ti mismo por ello. No puedes hacer
eso, G. No es culpa tuya, y bueno, incluso podría volver a ocurrir.
—No, no lo hará —dijo volviéndose hacia su casillero—. No a mí, de
todos modos, porque no voy a luchar más.
Félix miró a Abel, que se encogió de hombros, apoyado contra una fila de
taquillas.
—¿Qué quieres decir con que no vas a luchar más? No puedes renunciar
por esto. Gio, no fue culpa tuya.
—Lo sé. —Gio metió la bolsa en el casillero—. Pero he terminado.
—Amigo, ¿y qué vas a hacer ahora?
—Voy a entrenar. Hay algo de verdadero talento aquí últimamente, y
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creo que tienen mucho potencial. Me centraré en prepararlos.
Los ojos de Félix se abrieron, luego sonrió. —Al diablo con eso. Si vas a
entrenar, ven a entrenar conmigo. Necesito un buen compañero de
entrenamiento y tú eras uno de mis mejores compañeros.
Gio lo miró por un momento sin saber si hablaba en serio. —¿Contigo?
—Sí, sería perfecto. Tengo una pelea dentrode pocos meses, así que me
dirijo a Big Bear para entrenar allí. Puedes venir conmigo. Está sólo a un par de
horas de aquí, así que si alguna vez tienes que volver a casa para lo que sea,
puedes manejar de regreso.
Gio y Abel se miraron. —¿Hablas en serio?
—Claro que sí —Se rio Félix—. Esto va a ser impresionante. También
serás bien recompensado. Porque a pesar de que vamos a hacer snowboard y a
tener fiestas con todos los conejitos de nieve que hay allí, voy a poner tu trasero
a trabajar. El tipo con el que voy a pelear se supone que es lo mejor de Filipinas
desde Pacquiao. Tengo trabajo que hacer.
—Sí, lo tienes —Estuvo de acuerdo Abel, y luego se volvió hacia Gio—.
Algún tiempo fuera podría ser algo bueno, también. ¿Quién sabe? Entrenar con
Félix podría traerte muchas ganas de regresar al ring.
Gio no estaba seguro de eso, pero él tenía razón en una cosa. Un tiempo
fuera, probablemente le haría bien. —¿Cuándo te marchas?
Félix sonrió. —La semana que viene. Voy a estar allí durante dos meses.
Por supuesto, habrá momentos en que tendré que irme. Como voy a estar en
California, mis agentes arreglaron algunas cosas para promocionar la pelea.
Televisión, programas de radio por la mañana, cosas así, pero sólo voy a estar
ausente por dos, tal vez tres días como máximo, cuando haga esas cosas. Tú
puedes permanecer allí y esquiar o practicar snowboard en mi ausencia. —Le
guiñó un ojo con una sonrisa—. Me aseguraré de que tengas compañía.
Gio se rio, sabiendo exactamente lo que quería decir. —Hablando de eso,
¿quién es la chica que está contigo hoy? ¿Alguna persona sobre la que debo
saber antes de quedar como un idiota como lo hice la última vez?
—No, ella es una cantante de jazz, pero es poca cosa. La conocí en Las
Vegas después de una de mis peleas. Tiene su propio programa por ahí, pero no
es nadie que deberías conocer.
—Así que, ¿ella es tu nueva chica? —preguntó Abel.
Félix se rio. —Vamos, hermano, tú me conoces. La vida es demasiado
corta como para conformarse con una sola chica. Aunque hay una que me tiene
considerándolo seriamente.
—De ninguna manera. —dijo Gio, cerrando su casillero. Había oído
rumores acerca de Félix y una chica de Big Bear, pero al igual que con todos los
otros rumores que había oído acerca de Félix, Gio no había creído en nada de
eso. 14
—¡Oye! —dijo Félix, levantando las manos delante de él—. Cosas más
extrañas han sucedido. Entonces, ¿qué me dices? ¿Estás dentro?
—Voy a pensarlo un poco y te lo haré saber en un par de días. También
tengo que hablar con Jack. Este es mi primer día y ya tengo que decirle que me
iré durante dos meses.
—Dudo que tengas problemas con él —dijo Abel—. Seguramente estará
de acuerdo en que podría venirte bien un tiempo fuera.
Gio frunció el ceño. —Sin embargo, tengo que hablar con él primero. —
Gio tenía que admitir que cuanto más pensaba en ello, más estaba de acuerdo
con Abel en que alejarse podría ser algo bueno.
Al final resultó que no sólo Abel tenía razón sobre lo que Jack pensaría,
sino que también insistió en que Gio lo hiciera.
Esa noche, Jack llamó a Gio aparte. —Me estoy haciendo viejo.
Demasiado viejo para gestionar este lugar. Mientras más se llena, más difícil se
hace para mí.
—Eso es para lo que estamos aquí los chicos y yo. Sabes que puedes
contar con nosotros para cualquier cosa.
—Oh, lo sé —dijo Jack, caminando para sentarse en su antiguo
escritorio—. Ya tengo a Héctor haciendo las facturas y pagándolas por mí.
—¿Héctor? —preguntó Gio, confundido. El chico estaba en la escuela
secundaria.
—Sí, ese chico es muy inteligente. Le enseñé el otro día cómo hacer todas
las cosas por aquí, y en pocos minutos lo tenía en la computadora. Dijo que
podía hacerlo todo más rápido y eficiente de esa manera. Está trabajando en
poner todo allí ahora.
Gio recordó a Abel diciéndoles cómo su hermano pequeño siempre había
sido inteligente y con talento para eso. Él pensaba que si el chico dejara de
andar por ahí, en realidad podría hacer algo con ese talento.
—De todos modos, Félix está hablando sobre la remodelación de este
lugar y va a poner una gran cantidad de dinero en eso. Realmente quiere
devolvernos el favor.
Los ojos de Gio se abrieron. —¡Eso sería increíble!
Jack se volvió hacia Gio. —Es por eso que necesito que vayas y consigas
todo lo mejor. Este lugar va a ser de ustedes pronto y necesito que estés aquí al
cien por ciento, tanto física como emocionalmente. Pero hay algo más que
quiero de ti. —Gio asintió, esperando en silencio a que Jack continuara—. Tu
nombre ya está en el título de 5th Street. Lo he añadido hace años.
Los ojos de Gio se abrieron. Jack había hecho comentarios en el pasado
acerca de que algún día le entregaría 5th Street a él, pero no tenía ni idea de que
ya se encontraba en el título de propiedad. 15
—Quiero agregar los nombres de Noah, Abel y Héctor, pero quería
asegurarme de que estabas bien con eso.
Gio no podía creer que Jack lo preguntara siquiera. —Por supuesto que
está bien. Ellos ponen igual cantidad de trabajo aquí que yo. Pero Jack, yo no…
no sé qué decir.
—Sólo dime que siempre vas a trabajar tan duro como lo haces ahora
para mantener este lugar sin problemas. Esto es mi vida y se la estoy confiando
a ustedes, chicos. —Jack se quedó callado. Gio se acercó a él y lo abrazó.
—Tienes mi palabra.
Jack sonrió. —Sabía que lo haría, hijo. Hazme un favor. No les digas
nada. Quiero poner sus nombres en el título primero. Y mantén en silencio el
hecho de que tu nombre era el único que estaba al principio. —Apretó los
labios—. Tú fuiste el primero al que me acerqué. Pero ahora los quiero a todos
por igual. No necesitan saber acerca de eso.
Gio prometió no decir nada, y con eso, su charla había terminado. Jack le
dejó mucho que pensar. Gio siempre supo en su corazón que algún día los
chicos y él se encargarían de las cosas. Jack, que no tenía familia propia, siempre
los trató como una, y había sido un padre para todos ellos. Por primera vez en
semanas, Gio se sintió emocionado de nuevo.
2
Nana y su madre miraron a Bianca mientras colgaba el teléfono. No
pudo quitar la sonrisa tonta de su cara lo suficientemente rápido.
—¿Era quien creo que era? —preguntó Nana.
Bianca se rindió, asintiendo. Desde el verano pasado, se veía con Félix
Sánchez, actual campeón de boxeo de peso ligero del mundo. Ella no sabía nada
de boxeo, pero todo el mundo, especialmente en su barrio, conocía a Félix. Fue a
la escuela secundaria con él y se convirtió en el héroe local cuando comenzó a
ganar pelea tras pelea. Luego ganó el campeonato hace más de un año. Ahora
era reconocido en todo el mundo y salía con él.
Aunque confesaba que el que fuerafamoso e increíblemente rico era parte
de la intriga, en realidad tuvo un enamoramiento con el chico en la secundaria.
No lo había visto en persona desde que se graduó, pero el verano pasado, 16
cuando volvió a Big Bear después de la muerte de su abuelo, se encontró con él.
Se sorprendió de que la recordara. Una cosa llevó a la otra y empezaron a verse.
A principio ella tenía sus dudas al respecto. Incluso pensó que estaría
bien si no resultaba. Sabía que él vivía una vida muy ocupada, muy diferente de
la vida de pueblo en Big Bear.
Otra razón de sus dudas, era su fama. Los boxeadores generalmente no
eran el blanco de los acosarazzis pero debido a la edad de Félix, el estar
relacionado con algunas jóvenes muy famosas de Hollywood, y que su próxima
pelea era sumamente esperada, se en el objetivo al igual que una estrella de
cine.
Bianca nunca fue una persona que siguiera los tabloides, pero desde que
empezó a salir con Félix, no podía evitar mirarlos. Sobre todo cuando hablaban
de él siendo visto con una nueva chica —esto después de que le aseguró que su
relación era la única.
Ella hacía lo posible por no creer en el bombo publicitario y no armar
drama; como dijo Félix, eso era todo lo que era. Hubo un incidente en particular
el año pasado cuando ella vio una foto de él y Shana Thompson, la campeona
actual de patinaje artístico femenino, de la que decían que era la favorita en los
Juegos Olímpicos de este año. Fue la semana que tuvo una sesión de fotos para
el diseño más caliente de Atletas Jóvenes de Sports Illustrated. Fueron
atrapados en una pose muy comprometedora donde aparentemente estaban en
una cita sentados en la cabina de un restaurante muy acogedor en Nueva York.
En una de las fotos parecía como si estuvieran a punto de besarse. Eso volvió
loca a Bianca. Solo habían intimado durante unas pocas semanas cuando la foto
salió a la luz y lo perdió.
Días después de discutir con él y decirle que habían terminado, la misma
foto resurgió, solo que esta vez el novio de Shana y el publicista de Félix, Andy,
también se encontraban allí. La otra foto fue manipulada. Tomaron la imagen
más provocativa de ellos en la que él se inclinaba para decirle algo y recortaron
todo y a todos los demás. Tal como Félix explicó, no era solo un restaurante,
sino que también era un club de blues y la música era muy ruidosa. Se sentía
terrible, sobre todo porque Félix intentó explicarle que eso era lo que los
paparazzi hacían para vender historias, y empezaba a salir un rumor de que su
misteriosa novia era de Big Bear.
Ni su abuela ni su madre estaban encantadas con que saliera con una
celebridad, especialmente cuando sabían que era un mujeriego, así que por
supuesto se preocupaban al ver el mal que le hacían a Bianca todas las historias
sensacionalistas. Pero una vez que la verdad de la foto se supo, realmente la
convencieron de que llamara a Félix y se disculpara. También la hicieron
prometer que dejaría de leer los estúpidos tabloides. Más que cualquier otra
cosa, odiaban ver su dolor, y su madre dijo que era mejor si seguía a su corazón
en lugar de los chismes. Desde ese día, se comprometió a no leer ninguno de los
tabloides. Aunque hubo momentos en que quería escapar y caer en la tentación.
Había pasado un tiempo desde que ocurrió.
17
—¿Así que va a estar aquí durante dos meses? —le preguntó Nana con
una sonrisa tímida.
—Sí. —Bianca agarró el teléfono en la mano, sintiéndose como una
colegiala tonta. El tiempo que pasaba con Félix siempre se sentía corto. Saber
que estaría aquí durante dos meses y que él le dijera que quería pasar tanto
tiempo con ella como fuera posible, hacía que sus entrañas se desatasen.
Ansiosamente, les puso al corriente de cuánto tiempo estaría Félix allí y cuándo
llegaba. Entonces recordó. —Pero no te preocupes, no voy a pasar mi tiempo
lejos de la tienda.
Nana agitó la mano hacia ella. —Podemos manejarlo si quieres tomarte
algo de tiempo libre.
Además de Bianca y su madre, tenía dos primos que también trabajaban
en la tienda de alquiler de su abuela. Durante el invierno, alquilaban de todo,
desde tablas de snowboard a esquís para trineos. Luego, en el verano,
alquilaban todas las cosas de deportes acuáticos —balsas, equipo de pescar,
kayaks— y vendían cebo durante todo el año junto con un montón de
recuerdos. No estaban terriblemente ocupados, pero el negocio se mantenía
estable durante todo el año, siendo sus temporadas más ocupadas el verano y el
invierno.
Estando en medio del invierno y en espera de fuertes tormentas, el
negocio estaría en auge a partir de ahora hasta el final de la temporada de
esquí. Anoche tuvieron ocho centímetros de nieve fresca. —No. Voy a ayudar
en mis horas regulares como de costumbre. Voy a tener un montón de tiempo
para estar con él antes y después de mis turnos.
Bianca no podía esperar. Félix la llamó para decirle que vendría la
próxima semana. Estaba en Los Ángeles hoy, pero no sería capaz de venir
porque tenía que volar de vuelta a Las Vegas, y luego a Chicago para atender
un negocio antes de que se trasladara a Big Bear durante el próximo par de
meses. Le encantaba la forma en que sonaba. No lo había visto en las últimas
semanas y ahora podía tenerlo para ella sola durante dos meses enteros.
Esto era, por mucho, la parte más difícil de su relación. La cantidad de
tiempo que tenían que estar separados el uno del otro. Instalaron una cámara
web para que pudieran tener chats en vivo a través de internet, pero
simplemente no era lo mismo. Cuando se iba, lo extrañaba mucho. A pesar de
que se ofreció muchas veces a llevarla para que lo acompañara, nunca podía
dejar a su madre durante mucho tiempo.
La llevó a Miami, Nueva York, y hasta a Puerto Rico, pero siempre iba
durante unos pocos días. Las vacaciones más largas que tuvo con él fue el viaje
a Nueva York de una semana durante las fiestas. Ella mencionó que siempre
quiso ver Nueva York durante las vacaciones y él hizo los arreglos de
inmediato, pero volvió a casa para estar con su abuela en Navidad. Nueva York
fue genial, pero no había nada mejor que Big Bear, especialmente durante el
invierno. Había algo acogedor y pintoresco en la pequeña ciudad. 18
Gabe, uno de los primos que también trabajaba en la tienda de Nana,
llegó. —Oh, qué bien que estés aquí. Puedo salir ahora.
—¿A dónde vas? —Preguntó Nana. Bianca sonrió—. Donde Toni para
cortarme el cabello. —Su madre le indicó rápidamente con gestos que debía ser
cuidadosa al conducir. Los caminos eran todavía muy resbaladizos por la nieve.
Bianca tuvo que sonreír; incluso a través de lenguaje de señas, y sin expresar
sus palabras como hacían algunas personas sordas, la ansiedad y preocupación
de su madre se entendía con voz alta y clara. Le respondió que lo haría, que la
amaba, y se fue.
Su peluquera, Toni, se convirtió rápidamente en una de las mejores
amigas de Bianca cuando se mudó aquí. Al principio, ella pensó que Toni era
buena en hacerla sentir cómoda, ya que era parte de su trabajo. Como conversar
con ella mientras trabajaba en el cabello del cliente mientras describía su
trabajo, pero resultó que era simplemente genial, más que genial, era
impresionante. Cuando se enteró de que Bianca era nueva en la ciudad le
mostró todos los lugares para ir de compras, los mejores lugares para conocer
hombres, e incluso le enseñó a hacer snowboard en las laderas más avanzadas.
No es que Bianca fuera una principiante. Hizo snowboard un montón de veces
cuando visitaba a sus abuelos, pero nunca lo intentó en las laderas más
avanzadas como lo hacía ahora, gracias a Toni.
Cuando entró en la pequeña peluquería, Toni estaba sentada leyendo
una revista. Lo primero que Bianca notó fue que su color de cabello era
diferente de nuevo. Era unos años mayor que ella y un poco excéntrica. Su
cabello era rubio y rizado la última vez que Bianca lo vio, y ahora era liso y de
color marrón oscuro con un par de rayas azules. Sus ojos se iluminaron al ver a
Bianca.
—¿Tu cabello?
—¿Te gusta? —preguntó Toni, moviendo un mechón de cabello con la
mano.
—Es diferente —dijo Bianca examinándolo a medida que se acercaba—.
Pero sí, me gusta. ¿Cómo es que todos los colores y estilos se ven bien en ti?
—Porque uso al cabello, cariño. El cabello no me usa. —Bianca rio. Eso
era cierto. Podía llevar cualquier look y le sentaba totalmente bien—. Por lo
tanto, ¿es el momento? —preguntó Toni. Bianca asintió, de nuevo con la
sensación de emoción. Ella sabía que él venía a entrenar desde hace meses, pero
nunca le dio una fecha exacta hasta hoy—. Sí. Llamó hoy, estará aquí este fin de
semana.
Toni saltó de su silla. —Bueno, vamos a ponernos en marcha. —Bianca
esperaba que no estuviera ocupada, no con la nevada de ayer. Por lo tanto, no
era de extrañar que su pequeño salón estuviera vacío—. ¿Qué te vas a hacer? —
preguntó Toni mientras envolvía una capa a su alrededor y la ataba en su
cuello.
—No sé. Simplemente hazme ver deslumbrante. 19
—Chica, ya eres deslumbrante y lo sabes. Hay una razón por la que el
chico que puede tener a cualquier chica que quiera, siempre regresa aquí. Él no
es ciego.
Bianca se estremeció con las palabras de Toni. Cualquier chica que quiera.
Se miró en el espejo. Nunca fue insegura sobre su aspecto. De hecho, fue
bendecida con los genes de belleza de la familia Rubio. Las hermanas de su
padre en realidad ganaron concursos de belleza en su día, y todo el mundo
decía que Bianca era una Rubio hasta la médula. Desde sus largas piernas y sus
grandes y expresivos ojos, a sus labios exuberantes, siempre hacía que las
cabezas se voltearan a mirarla. Sin embargo, realmente no floreció hasta
después de la escuela secundaria. Por eso se sorprendió de que Félix la
recordara.
Pero no podía evitar sentirse un poco intimidada sabiendo que él estaba
constantemente alrededor de algunas de las mujeres más glamurosas del
mundo. Se dijo desde el principio, cuando decidió involucrarse con Félix, que
ella nunca había sido insegura antes y desde luego no iba a empezar ahora.
—Sólo trabaja con tu magia, Toni. Quiero verme perfecta para cuando
llegue aquí.
—Sé exactamente qué hacer. —Toni le sonrió a su reflejo en el espejo—.
Si este muchacho pensaba que eras caliente antes, espera hasta que reciba una
carga de las manos mágicas de Toni que tengo reservado para él.
Bianca respiró hondo y sonrió. Casi daba miedo lo emocionada que se
sentía al respecto.

***

Abel le ofreció a Gio un viaje a Big Bear ya que Félix le dijo que conducir
su moto en la nieve sería una sentencia de muerte segura. Sin embargo Félix
insistió en mandar un coche a por él. Algunos de sus otros entrenadores y un
conductor se hallaban ya en el recinto preparando las cosas para su llegada. Gio
no sabía qué quería decir con recinto, pero seguro que se sorprendió como el
infierno cuando llegó allí. La propiedad estaba aislada y escondida
profundamente en las montañas, con varias estructuras en la propiedad. Todo
construido a base de troncos, pero era un lujo que Gio nunca había visto antes.
Se quedó plantado allí por unos buenos diez minutos, con los ojos
todavía aturdidos, absorbiéndolo todo. La escalera de caracol que subía a la
segunda planta también era de troncos. Todo el mobiliario: las mesas, lámparas,
incluso el bar,todo era de madera o estaba recubierto de algún tipo de imitación
de madera. Las lámparas de araña estaban hechas de cuernos; serían ciervos o
alces, ya que eran enormes.
Gio caminó lentamente a través de la cabaña, contento de que no hubiera
nadie con él aún porque se encontraba totalmente sin palabras. Se detuvo y 20
miró a lo que parecía ser una sala de teatro completa con una enorme pantalla,
asientos y una máquina de palomitas de maíz pasada de moda pero brillante.
Continuando con su tour, entró en lo que era obviamente la sala de
juegos. Una mesa de billar era la pieza central de la sala con un jacuzzi
enormeen la esquina. Entonces lo vio: un acuario de agua salada gigante, del
tamaño de la pared. —Guau.
Gio tenía una idea de lo que debió de haber costado algo como eso por
un reality show. Era sobre una familia cuyo negocio era construir esas cosas
elaboradas para clientes como Félix, que podían permitirse el lujo de tener uno
por encargo. Mientras se acercaba se dio cuenta de la aldea submarina o algo
así. Cuando se acercó lo suficiente supo que esto definitivamente fue hecho por
encargo bajo las especificaciones de Félix. —¿Qué? —rio.
No era una aldea. Era 5th Street. No sólo el gimnasio. El barrio entero.
5th Street se encontraba en el centro, el parque donde solían jugar a la canasta y
la tienda de licores que frecuentaban también estaba allí. No dejó fuera ni un
solo detalle. Lo puso todo, hasta las farolas rotas.
Ray, uno de los otros entrenadores y también un ex alumno de 5th Street,
entró y lo saludó. Le mostró su habitación. Como el resto, era espectacular. Gio
difícilmente creía que fuera a estar dos meses enteros aquí.
Dado que no había nieve en Los Ángeles, no se dio cuenta de que debería
haber traído su equipo de nieve pero ahora nevaba y hacía frío. Gio se cambió a
los pantalones, chaqueta y botas de nieve que Félix prometió que estarían en el
armario. Revisó los cajones en buscade un gorro y guantes, y encontró un
montón. Justo como él dijo. Le sentaban bien.
Oyó un coche frenar y una puerta cerrarse, así que se acercó a la ventana
para ver si era Félix. El conductor rodeó el coche, abrió la puerta trasera y una
chica salió. —¿Qué demonios?
Gio no podía ver muy bien debido a que la ventana se empañaba y la
nieve caía muy densamente. Por lo que podía ver, ella iba vestida justo como
todas las otras chicas que veía alrededor de Félix. Pero, ¿por qué estaba aquí
ahora? Félix dijo que no llegaría hasta más tarde en la noche. Entonces Gio
recordó. Me aseguraré de que tengas compañía. —Oh, demonios.
Él tenía intención de revisar el resto del recinto. Entró directamente
cuando llegó pero consiguió un vistazo de otras cabañas en el exterior. Lo más
importante, es que ansiaba ver el gimnasio. Si la casa principal daba alguna
muestra, sabía que todo en el gimnasio sería de última generación. Esto era lo
que estaba pensando, y ahora, en su lugar, tendría que lidiar con la
incomodidad del entretenimiento contratado.
Gio esperó en su habitación unos pocos minutos intentando pensar en la
mejor manera de tratar con esto. Incluso cuando Félix mencionó que se
aseguraría de que Gio tuviera compañía, él no pensó que lo decía en serio.
Escuchó algunas de las locas historias de Félix y tenía la sensación de que
quizás conseguiría unas pocas noches de diversión con las conejitas de la nieve,
21
pero no esperaba algo tan pronto.
Se congeló cuando entró en la sala frontal y vio a una de las chicas más
impresionantes que había visto nunca. Ella sólo se quitó su gorro y bufanda. Se
quedó plantada junto a la puerta, su pelo oscuro un poco despeinado,
pareciendo un poco sorprendida.
Gio tragó, ahora no sabía si quería esto o no. Él nunca necesitó un
entretenimiento contratado de ningún tipo y no estaba seguro de cómo
funcionaba esto exactamente.
—Hola —dijo ella, hablando primero—, soy Bianca, la n… novia de Félix.
Gio dejó salir un suspiro. Aunque se decepcionó un poco de que no
estuviera aquí por él, no estaba preparado para el estrés de descubrir cómo
tratar con esto. Félix habló sobre alguna mierda loca que había hecho ahora que
tenía acceso a tantas mujeres.
—Hola. —Dio unos pocos pasos, encontrándose con ella a mitad del
camino y quitándose su gorro antes de tenderle su mano para estrechar la
suya—. Soy Gio. Entrenaré con Félix.
Ahora que ella estaba más cerca, le pareció familiar y Gio se maldijo
porque nunca vio un programa de cotilleos. Él debería haber anticipado esto,
haber hecho su trabajo. Tan despampanante como era esta chica, tenía que ser
una modelo o un tipo de celebridad.
Sus ojos brillaron de pronto, enfatizando lo grandes y casi negros que
eran. Tenía que ser una celebridad. Sólo ellos tenían esas increíbles sonrisas
como la suya. Maldición, ¿cómo hacíaFélix para mantener la calma alrededor de
mujeres como esta todo el tiempo?
—¡Te recuerdo! —dijo ella sonriendo.
Gio parpadeó despistadamente, sintiendo un poco de pánico. ¿Sería
posible que Félix ya se la hubiera presentado y él no la recordara? Sería
imposible no acordarse de esta chica, pero su nombre le sonaba.
—Eres Giovanni Bravo, el amigo del instituto de Félix, ¿cierto?
Gio asintió, aún sin tener ni idea de quién era esta preciosidad ni cómo
demonios lo conocía, pero cuanto más la miraba, más familiar le parecía.
—Soy Bianca Rubio, del instituto. —Ella rodó sus ojos—. Oh, estoy
segura de que no me recuerdas. Eras el típico rompecorazones y yo era el
marimacho jugador de softball.
De pronto le golpeó y su boca cayó abierta. —¿Bianca? —Increíble, sus
grandes ojos se hicieron aún más grandes—. ¿Historia del mundo?
Ella río. —Oh, Dios mío, ¿de verdad lo recuerdas?
—Sí, sí. —La miró de arriba abajo recordando que su pelo siempre estaba
en una apretada cola de caballo. Ahora lo llevaba suelto y llegaba hasta sus
codos, tan negro y recto como recordaba. La miró por completo de arriba 22
abajo—. Vaya, te ves muy diferente.
De verdad lo hacía. Él pensó que lucía familiar pero nunca sumó dos más
dos. Se veía demasiado malditamente diferente ahora. En el instituto, era sólo
una de esas chicas que, excepto por sus grandes ojos, pasaban desapercibidas
para la mayoría. Era callada, reservada. Lo único que él recordaba de ella era lo
difícil que era para ella contener su risa una vez que empezaba. Era
absolutamente contagiosa y la mejor parte era que podía decir que su
vergüenza siempre le hacía sonreír.
Se sentaba al lado de él en la clase de historia del mundo el último año y
a veces él tenía que pedir prestadas sus notas, o papel, o incluso un lápiz. Ella
siempre fue muy agradable, también, rodando sus ojos juguetonamente pero
sin negarse nunca.
También recordaba sentir un poco de decepción cuando a veces tenía que
irse temprano porque estaba en el equipo de softball y tenía un partido.
—Me sorprendí cuando Félix me recordó, pero estoy aún más
sorprendida de que lo hicieras tú.
—¿Por qué?
Ella comenzó a quitarse las capas de ropa que llevaba. —Porque tú eras
tan popular con las chicas, ¿cómo en el mundo podrías recordarlas a todas?
Especialmente a una a la que difícilmente conocías.
Gio sonrió con superioridad. —En realidad me parecías familiar, sólo
que no sabía de qué. Pero te ves muy diferente ahora. —Señaló su pelo y luego
su cuerpo—. Tan guapa. Pensaba que Félix se había liado con una supermodelo
o algo.
A diferencia de la mayoría de chicas, que se hubieran sonrojado ante un
comentario así, ella simplemente sonrió e inclinó la cabeza. —Estoy segura de
que ha tenido su parte de supermodelos, Gio. No me lo recuerdes.
Le golpeó justo en ese momento. Ella verdaderamente se consideraba la
chica de Félix. Pensó en la otra chica que Félix llevó al gimnasio la semana
pasada y por segunda vez se sintió un poco mal por Bianca.
—Honestamente, no sé si él lo ha hecho o no, sólo digo que basándome
en tu apariencia, ese fue mi primer pensamiento.
—Oh. Bien, gracias. —Ahora su cara se tintó con color, pero a duras
penas. Aparentemente, ella estaba demasiado atrapada con la mención de Félix
y una supermodelo como para notar el cumplido. Hizo una nota de eso y se
aseguraría de ser extra cuidadoso sobre sus comentarios sobre Félix de ahora en
adelante.
—¿Cómo demonios os liasteis Félix y tú, de todos modos? ¿Estuvisteis en
contacto desde el instituto?
Ella caminó hacia la zona del bar y Gio la siguió. —No, tan sólo es que es
un mundo pequeño, eso es todo. Necesito agua, ¿quieres algo para beber? 23
—Tomaré agua.
Se detuvo tras la gigantesca barra de madera esculpida y abrió otra
puerta también cubierta de madera tallada, pero realmente era de acero, una
nevera gigante. Sacó dos botellas de agua, tendiéndole una a él y abriendo la
suya, pero empezó a hablar antes de tomar un trago.
—Mi abuela posee una tienda de alquiler aquí, en el centro. Trabajo allí y
él casualmente vino un día, con una chica, que conste. Compraron souvenirs, y
justo como a ti, le dije que lo recordaba del instituto. Le tomó un momento, pero
en realidad me recordaba; dijo mi nombre antes de que siquiera le dijera cuál
era. —Hizo una pausa para tomar un trago.
Gio bebió un poco de su bebida, fascinado por lo mucho que había
cambiado ellafísicamente. Todavía parecía tener los pies en la tierra tal y como
él la recordaba.
—Hablamos un poco —continuó—. Sobre el colegio y el viejo vecindario
y demás. Luego se fue. Una semana después, volvió y preguntó si me gustaría
tomar un café con él. Fuimos a por un café y el resto es, bueno… lo que es. Eso
fue el verano pasado, así que ha sido hace un par de meses.
Por supuesto que volvería. Estaría loco si no lo hiciera. Gio se preguntó si
esto era a lo que se refería cuando dijo que conoció a alguien por la que en
verdad consideraría sentar cabeza.
—Es una locura. ¿Os conocíais en el instituto?
—No. —Sonrió—. Pero recuerdo tener un flechazo por él incluso
entonces. Lo conocía tanto como a ti. Teníamos algunas de las mismas clases
todos los años pero eso fue todo. —Señaló su chaqueta—. ¿Ibas a salir?
Gio se miró. Se olvidó por completo de que tenía puesto el equipo de
nieve. —Sólo afuera. Quería revisar el resto del recinto.
—¿Nunca habías estado aquí? —preguntó sorprendida.
—No. Esta es mi primera vez. —Gio echó un vistazo a la espléndida
cabaña—. Este lugar es increíble. —Bianca rodeó rápidamente el bar hacia el
sofá.
—Oh, bien, entonces te voy a dar un recorrido. Es realmente
impresionante. —Ella se puso su chaqueta, guantes y gorro de nuevo. Salieron
al porche juntos. Hacía mucho frío pero el exterior era hermoso. Había vivido
en Los Ángeles toda su vida y nevaba solo un puñado de veces, por lo que Gio
aún se sentía asombrado.
—Así que, ¿te has mudado aquí? —preguntó él mientras bajaban
cuidadosamente por las escaleras de la cabaña.
—Temporalmente, y antes de que lo preguntes, no tengo ni idea de
cuánto tiempo estaré aquí. Mis abuelos compraron un lugar aquí cuando se
jubilaron. Suerte, supongo. ¿Por qué una pareja mayor querría mudarse a un
clima tan frío? En pocas palabras, hasta que mi abuelo conoció a mi abuela, él
24
viajaba por todo el mundo. En verdad vivió en Alaska por un tiempo. Él
esperaba mudarse allí de nuevo cuando se retirara pero mi abuela no quería.
Así que se comprometieron y se mudaron aquí en cambio. Él murió a principios
de verano. Mi madre y yo decidimos quedarnos con mi abuela por unas pocas
semanas después de que él murió y ahora, meses después, aún estoy aquí.
—Siento lo de tu abuelo.
Bianca asintió mirándolo. —Enfermedad del corazón, genético por parte
de su familia. Su padre murió de lo mismo. Así como su hermano.
Gio no podía evitar estar distraído por sus ojos. Eran tan grandes, tan
perfectos, como algo sacado de unarevista. Entonces lo golpeó. Esa era la razón
por la que ella le parecía tan familiar. Lo recordaba ahora. Incluso en el instituto
él estaba atrapado por sus ojos. Ni siquiera consideró invitarla a salir debido a
esos ojos. Eran grandes y parecían inocentes. Él se mantenía claramente alejado
de las inocentes. Con tres hermanas pequeñas, él sabía qué tipo de inocencia se
hallaba tras esos ojos saltones.
Demasiado joven y asustado como para comprometerse a nada serio en
esos días, Gio se juntaba con chicas más experimentadas y salvajes que sabía
que podían tratar con su tendencia de no comprometerse. No rompía corazones
frágiles. Los ojos de Bianca tenían escrito frágil por todos lados.
—De acuerdo —dijo mientras subían las escaleras del gimnasio—.
Prepárate para quedarte impresionado.
Entraron. Increíble no era una palabra lo suficientemente grande para
describir el lugar. Tenía todo lo que tenía 5th Street solo que cien veces mejor.
Cuadros gigantes en blanco y negro de algunos de los grandes del boxeo
adornaban la pared: Joe Frazier, Sugar Ray, Mohammad Ali, Tyson y, muy en
particular, dos de los mejores, Cesar Chávez del Este de Los Ángeles y el propio
Golden Boy, De La Hoya. Era un gimnasio para un rey, sin duda. La foto de
Félix pronto estaría ahí arriba. Gio estaba de repente abrumado por el orgullo.
—Y esto es el gimnasio. ¿No es loco?
—Loco. —Gio rio entre dientes—. Si, quizás esa es la palabra que estaba
buscando.
El teléfono de Bianca vibró y se excusó diciendo que era Félix antes de
alejarse. Gio apenas la miró, todavía observándolo todo. Los chicos jodidamente
fliparían cuando vieran esto.
Una puerta se cerró de un portazo, sacudiéndolo de sus pensamientos. Se
volvió y Bianca se había ido.

25
3
Bianca luchó por mantenerse firme, pero la decepción fue demasiada.
Había esperado por hoy toda la semana —contó los días— las horas. Dios, se
sentía patética. Rezó para que su voz no se quebrara. Lo último que quería era
sonar necesitada. —¿Cuándo sabrás?
—Todo lo que sé es que acaban de anunciar que estamos bloqueados por
la nieve esta noche —habló Félix rápidamente—. He estado esperando durante
horas sólo para obtener la confirmación.
—¿Por qué tardaste tanto en llegar allí?
—Por la misma razón: el clima. El tráfico era horrible. Todavía llegamos
aquí a tiempo pero todos los vuelos están en tierra por la tormenta de nieve.
Fue justo cuando dijo la palabra tormenta que notó sus palabras
ligeramente pastosas. Pensamientos inmediatos de él en realidad estando de
26
fiesta en vez de sentado en el aeropuerto como afirmaba, golpearon su pecho.
—¿Has estado bebiendo?
—No voy a mentir. He estado sentado aquí durante horas sin nada más
que hacer. Así que sí, he bebido un poco. —Ella exhaló, sintiéndose un poco
culpable por pensar de inmediato lo peor—. Lo siento, cariño. Recuperaré el
tiempo contigo, te lo prometo, ¿de acuerdo?
Lo mejor que lograría era no poner cara de enfado; una sonrisa estaba
fuera de cuestión. Había estado esperando verle tanto, que casi podía sentir sus
brazos alrededor de ella. —¿Crees que mañana de seguro?
—No puedo prometerlo —dijo. Sintió las lágrimas calientes que llenaban
sus ojos de nuevo—. Pero voy a hacer mi mejor esfuerzo. La tormenta es
bastante mala. Lo bueno es que los jets privados obtienen la primicia de salir
tan pronto como se abran las cosas de nuevo. Así que voy a ser el primero en
salir, ¿de acuerdo?
Bianca asintió, apretando los ojos, sosteniendo su puño contra su boca.
No quería hablar, aterrada de que su voz la traicionara y delatara lo ansiosa que
estaba de volver a verlo.
—Oye —dijo cuando no respondió—, te amo.
Sus ojos se abrieron de golpe. A pesar de que habían estado saliendo
durante varios meses y ya dormían juntos, esta era la primera vez que se lo
había dicho. —¿Qué?
—Lo hago. —Su risa sonaba un poco nerviosa, un poco inseguro.
La palabra con A no era algo que ella arrojara como si nada. Por más que
se preocupara por él y prácticamente había empezado a echarlo de menos
cuando no estaba cerca, ella no estaba segura que fuera amor y ciertamente no
había previsto que el día en que profesaran su amor el uno por el otro fuera a
través del teléfono. Se preguntó si hablaba el alcohol. —¿En serio? ¿Desde
cuándo?
Se rio por lo bajo, y de nuevo el tono nervioso estaba allí. —No lo sé.
Desde ahora. Este ha sido uno de los días más frustrantes de mi vida y creo que
descubrí el porqué. Porque me muero de ganas de llegar a ti ya y ahora con sólo
escuchar tu voz… Te amo, Bianca.
Intentó con todas sus fuerzas no sentir demasiado por esto, pero ya era
demasiado tarde. Se sentía lista para saltar de sus botas. —También te amo. —
Las palabras salieron volando de su boca sin pensar.
Ella soltó unas risitas y le oyó reír a él en el otro extremo. —Maldita sea,
no puedo esperar para estar contigo ahora. Te llamaré al segundo que sepa
algo, ¿de acuerdo?
—Está bien. —Asintió de nuevo como si pudiera verla. Su estado de 27
ánimo había cambiado completamente el ceño de su rostro.
La puerta del gimnasio se abrió y salió Gio. Ella se paró en la parte
inferior de las escaleras, con el teléfono todavía en la oreja. Gio vocalizó las
palabras—: ¿Estás bien?
Fue entonces cuando se dio cuenta de que un par de lágrimas aún
corrían por su rostro. Sonrió, secándose las lágrimas y asintió. Gio asintió y
regresó al gimnasio.
Félix le explicó que había dispuesto que la cena fuera preparada para
ellos esta noche. Él había esperado que fuera una primera noche muy especial
volviendo a estar juntos, pero dijo que la cena todavía iba a ser preparada de
todos modos y que debía cenar con Gio y los otros entrenadores. No quería que
se sintiera sola. Se despidieron y prometió que conseguiría estar con ella
mañana de una manera u otra.
Después de colgar prácticamente saltó por las escaleras hasta el
gimnasio. Lo que sentía ahora era un gran contraste con lo que sintió justo unos
minutos antes, cuando le soltó la noticia de que no llegaría esa noche. Había
estado devastada. Había arreglado tener todo el fin de semana libre sólo para
pasarlo con él. ¿Cómo podrían dos palabras compensar todo eso?
Gio estaba encima del ring hablando con uno de los otros entrenadores.
Se volvió cuando entró y le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa.
Bianca todavía no podía creer lo pequeño que era el mundo realmente.
Había reconocido a Gio casi de inmediato cuando lo vio antes. No había
cambiado mucho desde la escuela secundaria. Parecía un poco más alto y estaba
segura de que debajo de todas las capas de su abrigo de invierno estaba incluso
más abultado que Félix. Pero su cara seguía siendo la misma, tan bonita, con los
rasgos cincelados que recordaba de la escuela. Las chicas se volvían locas por él,
incluso en aquel entonces. Solo podía imaginar que las cosas serían iguales para
él ahora que se había hecho mayor. Y sus ojos verdes eran tan increíbles como
recordaba.
Al menos tres de sus amigas estuvieron enamoradas de él en ese
entonces. Siempre había sido lo suficientemente lindo con ella en la escuela,
pero a excepción de las veces que le daba un golpecito para pedir prestado
papel o un lápiz, era invisible para él. Félix al menos coqueteó con ella por lo
que fue obvio que la reconocía como una chica que él podría en verdad
considerar. Por supuesto, él coqueteaba con todas.
Gio, por su parte, sólo le había dado sus muy amables sonrisas, a veces
de remordimiento cuando le pedía prestado algo—una vez más. Por momentos,
parecía que incluso evitaba el contacto visual. Así que, no importaba lo guapo
que fuera cuando el chico sonreía, a pesar de que por lo general sonreía a otra
persona, ni una sola vez se permitió siquiera albergar un amor secreto por él
como lo hizo por Félix. Gio estaba completamente fuera de su alcance y ni
siquiera se molestó en sentir lujuria por él. 28
—¿Todo bien? —preguntó Gio cuando lo alcanzó—. ¿Está en camino?
Una punzada de decepción se arrastró de vuelta pero la apartó
recordando la confesión de Félix. Negó con la cabeza. —No, el aeropuerto está
aislado por la nieve. Lo más rápido que lo hará es mañana, pero no sabe con
certeza a qué hora.
—Estará aquí. —Gio le dirigió una sonrisa tranquilizadora.
Mirando ese rostro, nunca creería que fuera un boxeador. Incluso Félix
tenía una cicatriz encima de una de las cejas y uno de los pómulos era
ligeramente superior al otro de haber conseguido demasiados golpes en la
mejilla. Gio podría haber sido un modelo por lo perfecto que era su rostro.
Bianca se volvió hacia Ray, el entrenador que mejor conocía hasta ahora.
—Félix arregló que la cena sea hecha para nosotros esta noche así que vengan al
comedor principal como a las seis.
Ray sonrió asintiendo y levantó la visera de su gorra de béisbol. Ella le
devolvió la sonrisa y se volvió hacia el otro entrenador, Ignacio, que no conocía
tanto. —Tú también, ¿bien?
Después de que estuvo de acuerdo, se volvió de nuevo hacia Gio. —
¿Quieres ver el resto de la casa?
—Por supuesto. —Se despidió con la mano de los otros entrenadores—.
Los veré adentro.
Salieron a un tercer edificio en la propiedad. Este tenía una piscina y
equipos de entrenamiento cardiovascular. Dos cintas de correr, algunas
máquinas elípticas, bicicletas estáticas y televisiones por todas partes. —Aquí
es, probablemente, donde estarás mientras él esté afuera haciendo sus
kilómetros en los caminos —dijo Bianca—. Prefiere correr por los senderos que
por la cinta, así que esta habitación la usan mayormente los instructores.
—Nah —Gio negó con la cabeza—, estaré ahí afuera con él, también.
—Cierto. Me olvidé. No sólo entrenas, también boxeas.
—Nunca más. —Su expresión se endureció pero se alejó de ella y se
quedó mirando la piscina.
De repente la golpeó mientras trataba de descifrar su respuesta abrupta y
se estremeció, sintiéndose como una completa idiota. Ahora recordaba oír
hablar de él en las noticias, y luego Félixtambién le contó al respecto. Un
combate de boxeo en su antiguo barrio había ido mal y uno estaba muerto. Fue
bastante sorprendente, pero cuando escuchó que había sido Gio el oponente
que mató al otro chico, fue incluso más sorprendente.
Eso fue hace casi un mes y ya se había olvidado de ello. —Yo uh… lo
siento. Me enteré de lo que pasó. Lo olvidé por completo… ¿no boxearás nunca
más?
—Nop. —Él se acercó a la zona de la piscina.
Bianca le siguió. —¿Es por eso que estás aquí?
29
Bianca había conocido a todos los entrenadores de Félix. A algunos los
conocía mejor que a otros, pero Félix no había hecho ninguna mención de otros
nuevos. No es que se suponía que le contara todo sobre su entrenamiento pero
ver a Gio había sido una agradable sorpresa y ahora esto explicaba por qué se
encontraba allí.
4
Lo último que Gio quería hacer era hablar o incluso pensar en Trinidad.
También empezaba a costarle demasiado no mirar fijamente esos ojos inocentes.
Incluso bajo todo ese maquillaje glamoroso que llevaba Bianca, todavía le
recordaban los sentimientos que había comenzado a desarrollar por ella en la
secundaria, por lo que se dio la vuelta hacia el resto de la sala de entrenamiento
y respondió sin mirarla—: Ahora estoy entrenando, así que Félix me pidió que
le acompañara durante el próximo par de meses.
—Oh, ¿entonces estarás aquí durante los dos meses?
—De vez en cuando —dijo Gio, aun mirando el resto de la habitación—.
Estoy a sólo dos horas de distancia, por lo que si alguna vez tengo que hacer un
viaje puedo irme por un día o dos. Pero sí, voy a estar cerca los dos meses
enteros. 30
Ella le mostró el resto del recinto y luego se dirigió a la casa principal
para descongelarse. El fuego ya rugía cuando llegaron allí y era algo bueno
porque Gio nunca había estado en un clima tan frío durante tanto tiempo. La
temperatura había bajado drásticamente desde que salieron al momento en que
dieron un paso dentro.
El personal contratado por Félix era rápido en el trabajo, preparando la
cena que tendrían un poco más tarde. Una de las mujeres preparó la mesa y Gio
se dio cuenta de que sólo sacó dos cubiertos. Bianca también debía de haberlo
notado, porque se acercó a la mesa. —Esta noche nos acompañaran dos
personas más, Amparo.
Amparo levantó la mirada y sonrió, pero negó con la cabeza. —Ray ya
llegó y se preparó algo. Tenía hambre y no quería esperar, e Ignacio dijo que
llevaría la comida a su habitación más tarde, algo sobre querer tener un vídeo
chat con su esposa e hijos mientras comía.
Bianca se volvió hacia Gio. —Supongo que somos sólo tú y yo para la
cena.
Gio se encogió de hombros. Después de presentarle a Amparo, la ama de
llaves de Félix, y sacar todo el equipo de nieve, Bianca le mostró a Gio la sala de
televisión con chimenea.
Ella encendió la enorme televisión de plasma y cambió los canales. —Oh,
se viene una gran tormenta —dijo con una gran sonrisa de satisfacción, luego se
dirigió a Gio—. Las grandes tormentas son buenas para el trabajo. Más nieve
significa que los telesillas estarán ocupados y eso siempre es bueno para
nosotros.
—Ah. —Gio asintió, tomando asiento sobre la chimenea de ladrillo. El
calor en su espalda era de ensueño—. Así que una tienda de alquiler, ¿eh?
—Sí —asintió—. Bueno, mitad tienda de recuerdos y mitad tienda de
alquiler. —Se sentó al otro lado de la chimenea, con una expresión que sólo
podía ser descrita como orgásmica.
Gio se sintió como un idiota por pensar eso, pero no podía evitarlo. Sus
ojos se habían ido hacia atrás y la sonrisa era tan grande y contenida. —Dios, la
chimenea se siente bien, ¿verdad?
Gio se enderezó un poco, aclarándose la garganta. —Sí.
Ella respiró hondo y luego esos grandes ojos se abrieron. —Ni siquiera te
pregunté si querías algo de beber. ¿Chocolate caliente, café… una cerveza? El
bar está bien abastecido.
—Chocolate caliente sería perfecto. —Bianca se levantó y Gio también—.
Puedo hacerlo yo mismo, Bianca. Si sólo me muestras dónde está.
—No seas tonto —dijo, pero Gio la siguió de todos modos—. Sé que esta
no es exactamente mi casa, pero en ausencia de Félix me siento obligada a ser
anfitriona y tú eres mi invitado. 31
¿No era exactamente su casa? Era evidente que se tomaba esta relación
con Félix mucho más en serio que él. Gio no se había perdido las lágrimas de
antes, cuando recibió la noticia de que Félix no iba a lograrlo esta noche. No
había duda de que realmente se preocupaba por él. Realmente esperaba que
fueraella de la que hablaba Félix sobre hacerlo considerar asentarse. Odiaría
pensar que la dulce Bianca era sólo otra de sus muchas.
Caminaron a través de la cocina, donde dos chicos en chaquetas blancas
preparaban la cena. Bianca se agachó y sacó un sofisticado aparato de uno de
los armarios.
—¿No vas a lanzar una taza de agua caliente en el microondas, luego
colocar uno de esos paquetes de chocolate caliente en ella y revolver? —
preguntó Gio, revisando mientras ella enchufaba el aparato.
—Oh, de ninguna manera. Ni siquiera usamos el agua por aquí, Gio. —
Sonrió burlonamente—. Ya no estás en el Este de Los Ángeles. Estás en Big
Bear. Aquí usamos nuestra leche espumosa para hacerlo, y lo sigo olvidando,
pero aquí se denominacocoacaliente, no chocolate.
—¿Leche espumosa? —De pie tan cerca de ella en la cocina, mirando esa
sonrisa juguetona, y Dios si esos ojos no seguían haciéndole algo, Gio tuvo que
recordarse a sí mismo que era la chica de Félix; bueno, una de ellas, pero aun
así. Estaba completamente fuera de los límites. Ni siquiera coquetear sería
aceptable.
—Sí, eso es lo que hace que la leche con chocolate sea toda espumosa y,
oh, tan deliciosa. —Sacó la leche de la nevera mientras su expresión cambiaba a
ojos saltones, trayéndole recuerdos de la secundaria. Su sonrisa desapareció
cuando lo miró—. No eres intolerante a la lactosa, ¿verdad?
Gio no pudo evitar reírse. —No, estoy bien con la leche.
El alivio se apoderó de su rostro y la sonrisa regresó. —Oh, bueno. Por
un momento se me ocurrió que a lo mejor es por eso que utilizabas agua.
—No. —Él sonrió, apoyándose contra el mostrador—. Simplemente no
usamos estas máquinas de fantasía en mi parte del Este de Los Ángeles, eso es
todo.
Vio cómo sus manos perfectamente cuidadas preparaban la máquina. En
realidad era bastante lindo ver la máquina espumar la leche. Después de sólo
unos minutos, había terminado y olía genial. Bianca sacó un par de grandes
tazas y sirvió el cacao. Empujó la máquina contra la parte posterior de la barra.
—Hice lo suficiente para todos —se dirigió a los cocineros en la cocina—, así
que sírvanse.
Hicieron su camino de regreso a la sala. A pesar de que había algunos
sofás muy cómodos en los que podrían haberse sentado, ambos se dirigieron
directamente a la chimenea. Esa misma sonrisa orgásmica apareció en el rostro
de Bianca de nuevo después de tomar su primer sorbo de su chocolate y Gio
tuvo que mirar hacia otro lado, sobre todo porque ella tenía espuma en el labio 32
superior y sabía lo que venía después. —Mmm, esto es tan bueno.
Los sonidos eróticos tampoco ayudaban. El hecho de que estaba teniendo
estos pensamientos y sólo había estado cerca durante un par de horas le
molestaba. Esto no debería ser tan difícil. Roni era muy atractiva, en su opinión,
y estos pensamientos inapropiados nunca le pasaron por la cabeza acerca de la
novia de su amigo. Estaba mal y tenía que parar, maldita sea.
Tomó un sorbo de su propio chocolate y aunque no le hizo hacer ningún
gesto orgásmico ni le dio el impulso de gemir, tuvo que admitir que era muy
bueno. —Seguro que dañará mi versión suavizada del Este de Los Ángeles.
Disfrutaron de su chocolate caliente durante unos silenciosos momentos.
Normalmente, el boxeo no sólo sería un tema seguro, sino uno sobre el
que Gio felizmente podría seguir y seguir, pero no era uno en el que quería
entrar en este momento. Así que se sintió agradecido cuando ella le preguntó
por el resto de la pandilla. —¿Todavía pasas el rato con Noah, Abel y su
hermano? No recuerdo su nombre.
Gio asintió agitando su “cocoa” con el chocolate puro que Bianca había
proporcionado. —Sí, todos trabajamos en 5th Street ahora. El hermano de Abel,
Héctor, todavía está a tiempo parcial, pero el resto de nosotros en realidad
ayudamos a Jack, el propietario, a hacerlo funcionar.
Un repentino chillido de Bianca le hizo levantar la vista y verla ponerse
roja, con una risita obviamente avergonzada, que lo hizo sonreír como un
idiota. Fue la cosa más malditamente linda. Así que, por más esfuerzo que le
tomó, se las arregló para regresar a su chocolate riendo entre dientes y le
preguntó—: ¿Qué es eso?
Levantó la vista cuando no respondió. Ella sostuvo su mano contra su
boca, los ojos cerrados tratando de sofocar la risa. Puso la taza en la chimenea
sacudiendo la cabeza, y continuó entrando en un ataque de risa. Cuando
consiguió un poco de compostura, explicó—: Eso me recordó el grupo de
muchachas geniales en la escuela secundaria que llevaban camisetas de 5th
Street que vendían en el gimnasio. —Negó con la cabeza, y continuó
limpiándose la esquina de su ojo—. Mi amiga Anna y yo también queríamos ser
geniales, pero nuestras madres no estaban dispuestas a pagar veinticinco
dólares por una simple camiseta. —Se echó a reír de nuevo—. Así que
decidimos hacerlas nosotras mismas. —Con sólo con ver lo difícil que era para
ella hablar incluso ahora también lo hacía reír—. Deberías haber visto el lío que
hicimos en las camisetas blancas de nuestros papás con marcadores. Ambas nos
metimos en problemas por haber arruinado muchas de ellas y nunca tuvimos la
oportunidad de usarlas. —Entonces chilló de nuevo, y cuando terminó, ambos
reían descontroladamente ahora—. ¡Detente! —suplicó entre risas—. ¡Odio este
estúpido chillido!
Gio contuvo el aliento. Hacía tiempo que no se había reído tanto, por lo
que las palabras salieron volando sin pensar. —Creo que es lindo. Siempre he
pensado que eras linda. 33
Esa expresión de ojos de cordero regresó abruptamente cuando ella captó
lo que él acababa de decir. Su risa disminuyó lentamente, y lo miró fijamente.
Pensando rápidamente, agregó—: Mi hermana hace esa cosa del hipo cuando se
ríe. —No tenía nada más. El humor había cambiado tan rápidamente con su
estúpida admisión, que estaba atrapado aquí.
—¿En serio?
—¿Eh? —Sus pensamientos todavía luchaban tratando de pensar en algo
más que decir, ni siquiera estaba seguro de lo que preguntaba. Entonces ella
sonrió con una sonrisa tan dulce que tuvo que aspirar un breve aliento.
—¿Incluso en la escuela secundaria pensabas que era linda? —Inclinó la
cabeza hacia un lado—. Siempre me sentí invisible para ti en ese entonces.
De ninguna manera le diría que ella había sido cualquier cosa menos
invisible, y que al igual que ahora, había habido muchas veces en las que se
había perdido en sus ojos. Gio se enderezó tomando un sorbo de su chocolate.
Sería un hijo de puta si no pudiera pensar en una manera apropiada de
responder a eso.
—Bueno, sí. Quiero decir, te sentabas a mi lado. ¿Cómo podría no fijarme
en ti? —La miró. Esos ojos aún hacían esa cosa. No había ningún reparo, ni
cuestionamientos en que el amigo de su novio, su mejor amigo en la escuela,
acabara de decirle que siempre había pensado que era linda—. Como he dicho
antes, ahora pareces una modelo de pasarela. Por supuesto que por lo menos
eras linda en ese entonces.
—La cena está lista para cuando quieran. —Amparo se situó en el arco de
apertura de la gran sala.
El segundo en que Bianca miró hacia otro lado, Gio dejó escapar un gran
y silencioso suspiro de alivio. Su cuerpo estaba casi encorvado como reacción a
la cantidad de tensión liberada.
—Gracias, Amparo. —Bianca se volvió hacia Gio, que se enderezó
rápidamente—. ¿Vamos? —Gio asintió y se levantaron juntos, dirigiéndose al
comedor.

***

Félix había pensado en todo. La cena que había instruido para que
hicieran sus cocineros en su primera noche juntos fue excelente. Camarones al
vapor, ostras, champiñones, pan crujiente con algún tipo de gourmet que el
cocinero llamó bruschetta. Incluso prepararon una fondue de chocolate con
fresas y rodajas de piña con salsa. Era tan perfecto, y ella había compartido la
cena con Gio.
Ninguna chica en su sano juicio se quejaría de tener una cena tan
romántica con un chico precioso como Gio. Era dulcemente atento y tan cortés
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como lo recordaba, pero no podía evitar desear que Félix hubiera estado allí en
su lugar. Aun así, hizo su mejor esfuerzo y disfrutó de sudeliciosa cena. Cuando
terminaron, Gio se echó hacia atrás en su asiento, luciendo demasiado lleno,
pero Bianca cogió otra fresa. —También estoy llena, pero estas son tan
deliciosas que tengo que tener una más.
Gio inclinó la cabeza hacia atrás en su silla y cerró los ojos. Bianca
aprovechó el momento para examinarlo mejor. Se preguntó si seguía soltero. En
la secundaria nunca había tenido una novia. No una que ella recordase, de
todos modos. Claro, lo había visto con muchas y fue testigo de esos labios
perfectos besando a chicas en más de una ocasión, pero nunca había oído hablar
de que fuera exclusivo con nadie. Por un momento, el pensamiento muy malo
de cómo se sentirían sus labios sobre los de ella cruzó por su mente, y sin
pensarlo, se aclaró la garganta.
Sus ojos se abrieron de repente y atrapó su mirada mientras ella chupaba
la fresa. Ella apartó la mirada dejando caer lo que quedaba de su fresa en el
chocolate cuando sintió sus mejillas calientes. —¿Estás cansado? —preguntó
mirando el chocolate.
—En realidad no. Sólo me siento un poco agotado después de una gran
comida.
Ella lo miró por fin después de mirar por un tiempo excesivamente largo
el chocolate. Su expresión parecía bastante normal. Tal vez no había pensado
que era extraño que estuviera, literalmente, comiéndoselo con los ojos, pero
todavía sentía curiosidad. —¿Cuál es tu historia? ¿Sigues soltero?
Asintió, tomando un sorbo de su cerveza. —Síp.
—¿En serio? ¿Un chico guapo como tú? —Se sentó, apoyando los brazos
sobre la mesa, mientras recogía su propia botella de cerveza—. Obviamente es
por elección, ¿verdad?
Él se encogió de hombros. —Me están pasando demasiadas cosas como
para involucrarme en cualquier tipo de relación en este momento. Y justo antes
de irme, Jack me dejó saber a mí y a los chicos que más o menos voy a estar
tomando el control del gimnasio. Así que ahora voy a estar aún más ocupado.
Los ojos de Bianca se abrieron de golpe y se dio cuenta de que, por
alguna razón, eso hizo que Gio sonriera. —¿En serio? ¿Al igual que hacerse
cargo? ¿Les está dando el lugar?
—Más o menos.
—Guau, eso es genial. Pero, ¿él no tiene familia? —Gio negó con la
cabeza y luego tomó otro trago de su cerveza, colocando la botella vacía sobre
la mesa.
—¿Quieres otra?
—Yo lo haré. —Empezó a ponerse de pie—. ¿Tú también quieres otra?
—Sí, voy a tomar otra —dijo ella, poniéndose de pie—. Pero vamos a ir al
35
bar. Tengo que estar de pie un poco porque estoy muy llena.
Se dirigieron hacia el bar. —Los chicos y yo somos la familia de Jack. Y
puesto que ninguno de nosotros tiene papás, él es bastante responsable y ha
sido la figura paterna que todos necesitábamos. También ha hecho un gran
trabajo. —Llegaron al bar, y esta vez fue Gio el que se dio la vuelta para mirar
en la nevera. Sacó dos cervezas y las abrió, entregándole una a Bianca—. No
creo que alguna vez se lo haya dicho alguno de los chicos, ya que parecen estar
bajo la impresión de que nunca se casó, pero él me dijo que su esposa murió
cuando sólo habían estado casados durante un par de meses, debido a una
enfermedad renal rara. Sabía que era terminal y que sólo tenía un corto tiempo,
pero aun así, se casó con ella. Era su novia de la secundaria y su primer amor.
Nunca se volvió a casar. En cambio, puso toda su energía en el gimnasio. Dijo
que era la única cosa que lo mantenía.
Bianca se llevó la mano al pecho. —Oh, Dios mío, es tan triste. —Sintió
un nudo en la garganta y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
Gio sonrió. —No llores. Eso fue hace mucho tiempo. Ya lo superó. Lo
prometo.
Bianca se enjugó una lágrima sintiéndose tonta y sonrió. Luego se rio en
voz baja. —Me pongo tan llorosa cuando me entero de algo tan dulce, y en este
caso también es triste. —Entonces se rio un poco más—. No querrías ver una
película triste o incluso conmovedora conmigo. Créeme.
Había estado sonriendo cuando le aseguró que Jack estaba bien, pero
ahora su expresión se puso un poco seria. —Así que por encima de tu
apariencia buena, también eres un amor. —Bianca miró sus intensos ojos
verdes, insegura de si eso era una pregunta o una afirmación—. Espero que
Félix sepa la suerte que tiene.
El extraño tono de su declaración la confundió, pero tomó el cumplido
con una sonrisa. —Muchas gracias, y sí, Félix siempre me hace sentir especial.
Él tomó un trago de su cerveza, pero no hizo ningún comentario más.
Cuando terminaron, Gio anunció que se sentía un poco cansado después de
todo, y que quería estar bien descansado para el día siguiente, cuando él y Félix
muy probablemente comenzaran a entrenar. De repente la emoción
chisporroteó en el vientre de Bianca. Mañana ella y Félix estarían juntos de
nuevo y le escucharía decir que la amaba en persona.
Ella llamó a su abuela antes de prepararse para la cama ya que le
prometió que lo iba a hacer todas las noches durante su estancia con Félix. Félix
le había pedido que se mudara con él mientras estaba aquí y, literalmente, no
había dormido nada en toda la noche pensando en ello. Esto era tan nuevo para
ella. Había tenido novios en el pasado, pero nunca nada tan serio, y ciertamente
no eran famosos.
Félix no era el primer chico con el que se había acostado, pero bien
podría haberlo sido. Su primera vez fue tan estúpida que ni siquiera contaba.
Ella era la única chica en su equipo de softball de secundaria que todavía no lo
36
había hecho. Cuando comenzó a salir con Gary, un chico que había conocido a lo
largo de la escuela, y él le dijo que también era virgen, más o menos
simplemente se apresuraron a sacarlo del camino. No hubo absolutamente nada
espectacular sobre ello. Fue más bien una decepción que otra cosa.
Lo hicieron unas pocas veces más después de la primera vez y la
emoción de lo que estaban haciendo fue más que nada por haberlo hecho,
porque ni siquiera había llegado a su clímax con él. Siempre era tan rápido.
Después de un susto de embarazo, decidió que no valía la pena. A pesar
de que siempre había sido cercana con su madre y podía contarle cualquier
cosa, algo que le prometió fue que la primera vez que lo hiciera sería con
alguien a quien amara y que usaría protección.
Como no quería decepcionarla porque ella no estaba ni siquiera cerca de
estar enamorada de Gary, decidió no arriesgarse más. Le dijo a Gary que quería
abstenerse del sexo por un tiempo y no fue sorprendente que él encontrara una
razón para romper con ella poco después. Las únicas lágrimas que derramó
fueron por el hecho de que le había dado algo tan precioso a alguien a quien
obviamente le importaba una mierda.
Bianca juró que nunca dormiría con alguien de nuevo a menos que
estuviera enamorada. Y aunque ella ni siquiera sabía que estaba enamorada de
Félix hasta que esa misma tarde supo que lo que sentía por él era diferente de lo
que jamás había sentido por ninguna otra persona, cuando hicieron el amor por
primera vez, se sintió bien. Eso es todo lo que le importaba en ese momento. Y
ahora… ahora sería realmente diferente, porque ahora sabía que él la amaba.
Apenas podía esperar para contárselo a su madre y su nana.

37
5
Con Bianca siendo tal distracción hoy, Gio se había olvidado de llamar a
su madre más temprano para hacerle saber que había llegado hasta allí bien.
Tenía un par de mensajes de texto que no había leído, uno de ella preguntando
si había llegado en una sola pieza y otro de Noah pidiéndole que lo llamara
cuando tuviera tiempo.
Encendió el televisor en su habitación y arrojó el control remoto en la
cama. Mientras salía de sus zapatos marcó el número de su mamá. Estaba un
poco molesta porque no había llamado antes, dijo que estaba empezando a
preocuparse, pero lo superó una vez que le aseguró que se encontraba bien.
La siguiente llamada que iba a hacer era a Noah, pero un anuncio en la
televisión llamó su atención. Estaba bastante seguro de que estando cerca de
Félix durante dos meses, podría toparse con algunas celebridades. Pensó que 38
debía comenzar refrescándose un poco de cultura pop para no sentirse tan
despistado si se encontraba con alguien de quien debería por lo menos haber
oído hablar.
El programa sensacionalista de ahora sólo había proyectado rápidamente
un video avance de lo que estaba por venir. En el video había fotos informales
de Félix caminando por las nevadas calles de Chicago con una chica no
identificada, tomadas ese mismo día. El locutor preguntó si esta podría ser la
misteriosa chica que se rumoreaba que Félix estaba viendo.
Con la próxima pelea de Félix llegaba el revuelo, Gio estaba seguro de
que los programas de chismes estaban tratando de sacar provecho de ello,
ventilando incluso la cosa más insignificante que pudieran encontrar sobre
Félix.
Gio se acercó a la puerta y la cerró. Bianca se quedaba en el dormitorio
principal en el otro lado de la enorme cabaña, pero aun así no quería que pasara
por allí y oyera accidentalmente la emisión. Esperó el par de minutos de
comerciales, mientras se desnudaba y se ponía un par de pantalones cortos
sueltos de baloncesto sin una camisa. Tal vez hacía mucho frío, pero la cabaña
estaba bien climatizada. Era casi caliente.
Regresaron de publicidad y Gio se sentó en la cama subiendo el volumen
sólo ligeramente.
El actual campeón del mundo de peso ligero de boxeo, Félix Sánchez, ha sido
relacionado con muchas de las estrellas de primera fila de Hollywood, incluyendo
algunas de las más grandes atletas del mundo. Sin embargo, recientemente se ha
rumoreado que está en una relación con una mujer no identificada en Big Bear,
California. Allegados han sugerido que tal vez por eso se entrena en su compuesto
aislado de más de veinte acres ubicado en Big Bear, para estar cerca de ella. Ha habido
avistamientos de Sánchez y esta misteriosa chica, pero hasta hoy, no ha habido
imágenes. Precisamente hoy fue visto paseando por la zona centro de Chicago, donde se
encontraba para hacer una aparición en el programa de Stephan Walker.
Fueron tomadas fotos de él y una mujer no identificada saliendo del restaurante
de Michael Jordan, One Sixty_blue, a continuación, en un coche que el mismo Félix
condujo de vuelta al Hotel Omni, dondese alojan todos los invitados de Walker. ¿Podría
su romance secreto de Big Bear estar terminado? Sea usted el juez.
Las primeras fotos de Félix y la chica eran inofensivas, estaban sonriendo
y hablando aparentemente ajenos a las fotos que se estaban tomando, pero no
había contacto.
Los alcanzamos en el Omni, cuando se dirigían al aparcacoches y salieron de su
auto.
Había más fotos de ellos saliendo del coche, la chica esperando a que él
rodeara el coche para reunirse con ella y luego allí estaba. Extendió la mano y la
puso en la parte baja de su espalda, mientras caminaban hacia el hotel. Aún
podría ser capaz de explicar esto, pero lo cierto es que estaba entrando en un 39
hotel con otra chica. Gio meneó la cabeza.
Y aquí después de pasar la tarde con Bianca, en realidad había empezado
a creer que tal vez Félix era serio con ella. ¿Por qué no lo sería? Era todo lo que
un hombre podría desear en una chica: hermosa, adorable como la mierda, pero
lo más destacado era lo sensata e increíblemente dulce que era. No le parecía
que fuera alguien que aguantara esta mierda. No debería. Pero, ¿era realmente
posible que pudiera ser tan ingenua?
Gio nunca se mantuvo al tanto de ninguno de los tabloides de porquería
y aquí había visto un episodio y ya estaba recibiendo un golpe por golpe de los
asuntos de Félix.
Vamos a ir a Chicago ahora, donde Philip se encuentrade pie en el exterior del
Omni.
—¿Me están tomando el pelo?¿De verdad fueron al lugar sólo para echar
un vistazo a la chica nueva de Félix? —Gio vio disgustado como Philip informó
básicamente de que no tenía nada. No habían visto a la pareja desde que las
fotos fueron tomadas hace horas. Pero estarían mirando, y en realidad tenían un
equipo dirigiéndose a Big Bear mientras hablaba—. Jodidos buitres.
Gio sabía que Félix tenía mucha seguridad y las posibilidades de que
consiguieran alguna toma dentro del compuesto eran escasas. Pero la idea de
ellos acosando a Bianca aún le irritaba. Ella le había dicho durante la cena cómo
se iba a quedar en el recinto durante el tiempo de Félix aquí, pero todavía iba a
seguir yendo a la escuela y a trabajar en la tienda de su abuela. Sin duda, el
maldito paparazzi se plantaría a las afueras de la entrada del recinto. Era sólo
cuestión de tiempo antes de que se dieran cuenta de quién era ella.
No sólo eso, entonces sabrían que la chica con la que lo habían visto en
Chicago no era la misma chica de Big Bear. Gio se preguntó lo bien que llevaría
Bianca el manejo de toda la mierda de los medios.
El espectáculo se trasladó a los chismes acerca de otra celebridad. Gio
tomó su celular sintiéndose aún más agitado. No sólo por los medios de
comunicación, sino por Félix. ¿Cómo podía ser tan estúpido? Tenía que saber
que estos buitres lo observaban todo el tiempo. ¿Qué tipo de explicación iba a
tener para ella? Esto sería interesante. Pero él había visto a Bianca llorar dos
veces ya desde que estaba aquí. No podía estar seguro de la primera vez, pero
estaba casi seguro de que había sido su reacción inicial al enterarse de que Félix
no iba a llegar esta noche. Lo que significaba que se preocupaba por él mucho.
La segunda vez fue sólo una prueba de lo que siempre había sospechado.
Bianca era adorable con un genuino corazón tierno, un corazón que Félix muy
probablemente pisaría. Maldición.
Noah respondió al segundo timbrazo. —¿G? ¿Cómo va todo por ahí? ¿Ya
tienes frío?
Gio casi podía oír la sonrisa en las palabras de Noah. —Sí, hace más frío
que la mierda aquí. Pero Félix nos ha enganchado. Amigo, debes ver este lugar. 40
Es increíble.
—He oído hablar de eso. Dijo que nos llevará a todos al menos una vez,
mientras que todavía está allí. Hacer una salida de fin de semana.
—Eso sería genial —dijo Gio sonriendo.
—Entonces, ¿cómo te fue hoy? ¿Empezaron? —Las preguntas de Noah
trajeron de vuelta la irritación de saber en lo que debía estar Félix en ese mismo
instante.
—No, él no logró salir de Chicago. El mal tiempo o algo así. Se supone
que debe estar aquí mañana. Ya veremos. —Se detuvo por un momento y se
puso de pie, entonces bajó la voz—. Oye, ¿te acuerdas de Bianca Rubio, de la
escuela secundaria?
—¿Bianca? —Noah hizo una pausa, como si estuviera tratando de
recordar—. ¡Oh, sí, sí! ¿Por la que estabas colado? —Gio se detuvo en seco.
Había empezado suavemente, pero el comentario de Noah llegó como una
sorpresa.
—¿Quién dijo que yo estaba colado por ella?
Noah soltó una carcajada. —Tú lo hiciste, idiota. ¿Recuerdas?
Gio se quedó allí, aún sin moverse, tratando de recordar si se lo dijo
alguna vez a alguien. Ni siquiera había admitido para sí mismo que estaba
colado por ella. Había algo en sus ojos que le resultaba tan fascinante. Pero
nunca se lo había dicho a nadie. Por lo menos no se acordaba de hacerlo. —No.
¿Cuándo dije eso?
Noah siguió riendo. Alguien estaba de buen humor. Gio frunció el ceño y
comenzó a caminar de nuevo.
—A lo mejor es porque estábamos borrachos. Pero lo recuerdo. Esa vez
yo estaba todo deprimido por esa estúpida perra que me dejó. Creo que estabas
tratando de hacerme sentir mejor. Dijiste que tenías algo por Bianca, la chica
con la que Félix siempre coqueteaba, así que estaba fuera de los límites.
Entonces me hiciste jurar por mi moto que no iba a decírselo a una jodida alma.
Gio dejó caer la cabeza hacia atrás mientras los recuerdos llegaron de
golpe. —Eso es correcto. Mierda, se me olvidó todo acerca de eso. —Había
bloqueado completamente el recuerdo—. Santa mierda. También me olvidé de
Félix y de ella en ese entonces. Bueno, escucha esto. Ella está aquí ahora.
—¿Aquí donde? ¿En Big Bear?
—En su maldita cabaña. Se llama a sí misma su novia y se ve aún mejor
que en ese entonces.
—¿Me estás tomando el pelo. ¿Bianca? ¿Cómo diablos pasó eso?
Gio le explicó todo lo que Bianca le había dicho, y mientras se sentaba en
la cama, pasándose la mano por el pelo, añadió—: Sigue siendo tan dulce como
la recuerdo y de verdad parece que se preocupa por él. Lo que apesta es que
probablemente va a hacerle lo que le hace a todas las chicas con las que sale.
41
Usarla a su conveniencia.
—Nunca se sabe, G. Tal vez ella es diferente.
Maldición, tenía razón, lo era. —El infierno que no sé. Acabo de ver al
idiota en la televisión. Tenían imágenes de él y otra chica entrando en un hotel
juntos en Chicago, justo hoy.
Noah se quedó callado. Había sido su mejor amigo desde la escuela
secundaria. Noah lo conocía demasiado bien y Gio sabía que sonó un poco más
irritado de lo que debería. En realidad, no debería preocuparse tanto por esto.
Nunca lo estuvo antes cuando se trataba de Félix y sus citas. De hecho, había
sido divertido escuchar algunas de sus historias en el pasado. Pero esta vez era
diferente.
Antes de que Noah pudiera atrapar lo que Gio ni siquiera entendía que
estaba sintiendo, cambió bruscamente de tema. —Entonces, ¿por qué querías
que te llamara?
—Necesito que dejes el próximo fin de semana libre. —La alegre voz de
Noah estaba de vuelta—. Roni va a preparar la cena y los quiere a todos.
Finalmente Gio tenía motivos para sonreír. —¿Por qué? ¿Está
embarazada?
—¡Amigo!
—¿Qué? —Gio sonrió aún más grande.
Noah le había dicho a Gio sobre Roni dejando la píldora y que podría ser
padre pronto. Esta no era una sorpresa. Por mucho que Noah, que era huérfano,
siempre hubiera puesto una fachada de que no le importaba no tener familia y
que sus amigos eran su familia, Gio sabía que tener una familia propia era
enorme para él. Noah había estado casi mareado cuando le dijo al respecto. Tan
joven como era Noah, Gio no tenía duda de que era lo suficientemente maduro
y podría manejar más que la paternidad.
—Está bien, pero no arruines la sorpresa. —Otra vez la sonrisa que Gio
imaginó en la cara de Noah prácticamente irradiaba a través del teléfono—. Lo
está, y puesto que ya has arruinado parte de la sorpresa bien podría decirte el
resto. Nos vamos a casar. Quiero hacerlo antes de que el bebé esté aquí, así que
tendremos algo pequeño, pero ella quiere ir a Tahoe.
—¿Tahoe?
Noah le contó que ya que Roni no podía beber al menos podía jugar, y
cómo ella pensaba que la nieve podría ser más romántica. Estaban básicamente
fugándose. Noah no quería que nadie tuviera que tomar tiempo libre y gastar
dinero para ir hasta Tahoe, pero tendrían algo cuando volvieran. Noah estaba
obviamente emocionado. Gio no podría estar más feliz por él. Nunca lo había
visto tan feliz como cuando se hallaba cerca de Roni. Lo felicitó de todo corazón
y se sorprendió de que aún con todo lo del bebé y hablar de la boda Noah
volvió a Bianca.
42
—Así que, ¿vas a estar bien estando cerca de Bianca?
Los cálidos sentimientos de alegría fueron repentinamente invadidos con
irritación. —¿Qué quieres decir? Por supuesto que sí. —Sus palabras eran tan a
la defensiva que casi esperaba que Noah se riera, pero no lo hizo.
En cambio, sonó aún más serio. —Todo lo que digo es que te conozco. Ya
suenas como que esto te molesta. Y estoy contigo. Ya es bastante malo que Félix
le haga esto a chicas de su propia liga, pero engañar a alguien como Bianca, que
dices que es tan dulce y probablemente no tiene ni idea de en lo que está,
apesta. Eres un buen amigo, y si ella te calienta en todo y viceversa, eso va a
hacer que sea aún más difícil saber que el idiota solo está jugando con ella. —
Suspiró—. Tú estás ahí por una razón, hombre. Para conseguir aclarar tu mente
y prepararla para volver a cómo eran las cosas antes. Sólo espero que no vayas
a verte todo atrapado en esta mierda.
Maldita sea si Noah no lo leía como a un libro. Ya estaba siendo atrapado
y ni siquiera había estado allí un día entero. Pero mintió. —No, voy a estar bien.
Joder. Tiene que tener alguna idea acerca de en lo que metía con él. No puede
estar en la oscuridad al respecto. ¿Cierto?
Era un pensamiento optimista y sólo tenía sentido que lo supiera. Pero
algo en sus entrañas, algo en esos inocentes ojos de ella, le dijo que en verdad se
creía cualquier basura con la que Félix la alimentara.
—No lo sé. Tú me dirás —dijo Noah—. ¿Parece estúpida?
—¡No! —Así de sencillo, estaba de vuelta en sus pies—. Sólo confiada. Y
es hermosa. ¿Por qué no creería que Félix realmente podría sentir lo que
probablemente le está diciendo? De hecho, después de pasar la tarde con ella
empezaba a pensar que tal vez lo hacía, hasta que lo vi en la televisión.
—Bueno, vamos a no saltar a conclusiones. Todos sabemos cómo pueden
ser los paparazzi. ¿Recuerdas que nos contó lo que hicieron con esa foto de él y
esa patinadora de hielo hace unos meses? Esta podría ser la misma mierda. Y
quién sabe, tal vez puedas hacerlo entrar en razón. Dile que no sea un idiota sin
corazón.
Sí. Eso era más fácil decirlo que hacerlo. Sólo porque Gio podía hablar
con Noah así no significaba que lo hacía con todo el mundo. En otro tiempo
había sido tan cercano a Félix como lo era a Noah. Pero eso fue hace años. Gio
suspiró. Ni siquiera se había dado cuenta de lo mucho que le molestaba esto
realmente hasta que Noah lo trajo a colación.
—Supongo. Pero estaré bien. No te preocupes, no voy a insistir en esta
mierda.
Ni siquiera Gio se creía sus propias palabras, y estaba seguro de que
tampoco lo hacía Noah, pero iba a terminar esto ahora. Quería colgar con una
nota feliz. —Oye, felicitaciones otra vez, hermano. Estoy muy, muy feliz por
ustedes. Dale a Roni un abrazo de mi parte, ¿de acuerdo? 43
Gio sabía que Noah no estaba completamente convencido acerca de que
no fuera a estresarse. Y por mucho que se dijo que realmente no era de su
incumbencia y que su amistad con Félix debía ser lo primero, esa era la parte
que comenzaba a molestarlo seriamente.
Después de sólo unas pocas horas con Bianca, ya se sentía mal por ella…
y molesto como el infierno con Félix. No digamos lo que le harían unos pocos
días y semanas más a su alrededor.
6
A la mañana siguiente, Gio despertó con los sonidos de camiones afuera.
Se asomó por la ventana y, por supuesto, estaban los limpiadores de nieve.
Anoche, vio los limpiadores de nieve privados de Félix en la propiedad. Ahora
sabía por qué tenía tres. Todo el largo camino de entrada se nevó de la noche a
la mañana. Gio esperaba que el invierno fuera blanco aquí. Sabía que por eso
era conocido Big Bear, pero esto parecía un poco demasiado.
Se duchó y puso sus vaqueros favoritos y una térmica oscura. Cuando
estuvo completamente vestido entró en la sala, donde Bianca se encontraba de
pie frente a la televisión con una taza en la mano. Todavía llevaba un albornoz y
su pelo se veía húmedo. Cuando ella oyó sus pasos, se volvió dándole una
sonrisa débil.
Gio contuvo el aliento por dos razones: para empezar, se quitó todo el 44
maquillaje de ayer, dándole ese aspecto fresco e inocente como en la escuela.
Esta era la Bianca que recordaba y el aspecto trajo consigo aún más recuerdos.
Recuerdos de mirarla cuando leía en clase, a pesar de que se aseguró de que
nunca lo atrapara.
Pero se veía preocupada ahora. Desde su ángulo, no podía ver lo que
miraba, pero podía adivinar. Si estaban transmitiendo lo mismo que vio anoche
sobre Félix, era así. —Buenos días —dijo ella mientras se acercaba—. ¿Dormiste
bien?
—Como un bebé.
Le volvió a sonreír tan débilmente como la primera vez. Odiaba
preguntar, pero también podía acabar de una vez. Iba a averiguarlo muy
pronto. —¿Pasa algo?
Ella asintió y volvió a mirar la televisión. —La tormenta de anoche. Es
buena para los negocios locales, pero sólo cuando los turistas pueden llegar
hasta aquí. Parece que la carretera principal aquí está completamente cerrada.
—La esquina de su labio se levantó—. Félix finalmente viene en camino, pero
ahora el aeropuerto de aquí está cerrado. Tendrá que aterrizar en el aeropuerto
de Ontario y luego esperar a que pase. Puede ser un día más antes de que
llegue. —Se encogió de hombros—. Lo único bueno es que me tomé todo el fin
de semana libre. Nunca lograría salir de aquí a tiempo para llegar a la tienda.
Incluso con tres limpiadoras de nieve, apenas ahora terminaron de arar el
camino de entrada. La tienda abrió hace unas horas. Esta es la mayor cantidad
de nieve que hemos tenido en años. Es un desastre ahí afuera.
Gio dio la vuelta para obtener una mejor visión de la pantalla del
televisor. La cobertura de noticias pasaba imágenes de líneas eléctricas caídas,
coche tras coche atascado en la nieve, y luego, a las personas luchando para
palear los caminos de su puerta de entrada a sus coches. Escucharon el resto de
la emisión sin decir una palabra mientras el locutor llegaba a la conclusión de
que la carretera principal estaría probablemente cerrada hasta el día siguiente.
Bianca se quejó.
—No dijo nada sobre el aeropuerto —ofreció Gio—. Eso podría abrir
antes.
Su teléfono sonó en el bolsillo y Gio lo sacó. Era un texto de Félix.
Acabo de aterrizar en Ontario. Lo siento, amigo. Estoy tratando de
llegar hasta allí. Realmente lo estoy.
Gio sonrió y comenzó a responder el mensaje. —¿Es Félix? —preguntó
Bianca. Gio asintió, mirándola.
—Sí, dice que acaba de aterrizar en Ontario. —Envió su respuesta a Félix.
No te preocupes. Llegaras aquí cuando llegues aquí. El alojamiento
mientras tanto no está nada mal, así que estoy bien.
—¿Te dice algo sobre hoy? —Bianca pasó a su lado y entró a la cocina, 45
donde Amparo preparaba el desayuno.
Gio, la miró con curiosidad. —No, ¿qué pasa hoy?
—Dijo que una vez que limpien la entrada debería llevarte a hacer
snowboard. —Se dio la vuelta y le sonrió mientras se servía más café—. Se
siente mal por tenernos a los dos esperándolo.
El teléfono de Gio sonó de nuevo y revisó de nuevo el texto.
Entonces, tú y Bianca van a hacer snowboard hoy. Ya he hablado con
ella. Disfruten... el snowboard. ¡NADA más, idiota! No te preocupes. Te
golpearé una vez que esté allí. ¡Todos iremos si este maldito clima termina!
Gio sonrió mirando a Bianca de nuevo. —Me acaba de decir. Suena bien,
pero nunca he practicado snowboard. —Levantó una mano para darle un
segundo mientras le respondía a Félix de nuevo.
Lo tengo. Y relájate, estarás aquí muy pronto.
Gio sabía que Félix sólo bromeaba acerca del nada más en su mensaje.
Normalmente, no tendría problema en reventar cualquiera de las bolas de sus
amigos. Incluso en algo como esto, pero esto era diferente. No quería comenzar
cualquiera de ese tipo de charla. Ni siquiera de una manera alegre. Así que, ni
siquiera tocaría el comentario.
Metió su teléfono en el bolsillo y miró a Bianca otra vez, quien sacaba
otra taza del armario. —¿Quieres un café?
—No, gracias. No soy mucho de café. Pero, voy a tomar un poco de jugo
de naranja si tienes.
Amparo abrió la nevera y sacó una jarra de vidrio. —Recién hecho —dijo
con una sonrisa—. El desayuno también está listo. Así que, cuando estén listos
puedo servirlo.
Gio se reunió con Bianca de nuevo en la mesa del comedor después de
que ella se cambió. Al verla ahora, ya no glamorosa sino que en vaqueros, un
jersey suave y sus deportivas lo envió de vuelta al último año en la clase de
Historia Mundial. Incluso se recogió el pelo en una cola de caballo sencilla
como la que usaba en ese entonces. Tragó saliva, irritado consigo mismo, y se
obligó a apartar la mirada. Esta vez, Ray e Ignacio se unieron a ellos para el
desayuno por lo que centró su atención en ellos, sonriendo mientras tomaba
asiento.
—Entonces, ¿en serio? ¿Nunca has hecho snowboard? —preguntó
Bianca, obligándolo a mirarla a sus ojos tan grandes y tan curiosos como
siempre.
Gio sonrió. —Nop. Lo más que he hecho en la nieve es la tubería. —
Increíblemente, sus ojos se abrieron aún más y de repente se sintió nervioso por
el snowboard. Visiones cayendo de culo vinieron a él y no tenía ganas de eso.
No delante de Bianca—. Tal vez el snowboard no es una buena idea.
—No seas tonto. Te puedo enseñar. —Sus ojos estaban llenos de todo 46
tipo de emoción y tan nervioso como Gio se encontraba, todavía no podía
borrar la sonrisa tonta de su cara.
Amparo puso sus waffles frente a él. Agarró un plátano de la cesta de
fruta que ella puso sobre la mesa antes y lo cortó sobre sus waffles. Levantó la
vista para ver a Bianca mirándolo. Sus ojos se encontraron y ella sonrió. ¿Cómo
es posible que algo tan simple como una sonrisa sea tan impresionante?
—Sí —dijo Ray, dejando su taza de café—. Es un poco difícil al principio,
pero una vez que pillas el truco, deberías estar bien. Es adictivo, en realidad.
—¿También vienen? —preguntó Gio, mirando de Ray a Ignacio.
Ambos negaron inmediatamente. —Hoy no —dijo Ray—, todavía
tenemos un montón de paleo por hacer en la parte de atrás. En esa parte del
complejo se acumula más rápido y toma más tiempo para descongelarse. Con
esta tormenta que no da tregua, no podemos dejarlo. La entrada del gimnasio
quedará enterrada antes de darnos cuenta.
Gio frunció el ceño. —Entonces, tal vez debería quedarme y ayudar,
también.
—Deja de tratar de salir de esto, Gio. —La sonrisa de Bianca bromeaba—.
Tú vas.
Ignacio ni siquiera trató de ocultar su expresión divertida, como si
estuviera de acuerdo con la hipótesis de Bianca de por qué se ofrecía para
ayudar. —Lo tenemos, hombre. También utilizaremos las limpiadoras de nieve.
Pan comido.
Después del desayuno, Bianca le dio instrucciones sobre lo que
necesitaría ponerse. Todo lo que necesitaba se encontraba colgado en su
armario. Incluso encontró un pase de temporada para el teleférico de ski que
dejaron en el bolsillo de sus pantalones para la nieve. Con una nota adhesiva
pegada a este.
Prepárate para los conejitos de nieve. =)
Gio sonrió recordando la conversación que tuvo con Félix cuando lo
llamó para decirle que decidió aceptar su oferta. Félix le dijo que tenía ganas de
volver a conectar con su mejor amigo.
Esto era fácil de entender. Mientras Félix siempre dijo que hizo algo de
su mejor combate con Gio, no lo necesitaba para entrenar. Había ganado un
campeonato mundial sin él, ¿por qué iba a necesitarlo ahora? Y, ciertamente, no
necesitaba estar pagándole. Félix actuaba como si Gio le estuviera haciendo un
favor. Claramente, era al revés. Era él quien debería pagarle a Félix por estas
vacaciones de dos meses. Aquí se encontraba en el segundo día de su trabajoe
iba a pasar el día en las pistas de nieve con un pase de temporada completa.
Sabía también que esto era sólo el comienzo. A juzgar por sus arreglos de
vivienda y la cena lujosa de la noche anterior, por no mencionar el desayuno de
esta mañana, los próximos dos meses estaría viviendo a lo grande. Y todo
porque su amigo se sentía preocupado por él.
47
Pensó entonces en la molestia que sintió la noche anterior con Félix
cuando salió de su habitación y la brillante sonrisa de Bianca le saludó. Las
palabras de Noah sonaron con fuerza en su conciencia. No hay que sacar
conclusiones por el momento.
Noah tenía razón. No debería saltar a conclusiones. Félix tenía un buen
corazón y no era estúpido. No hay manera de que pudiera estar tomando a
alguien como Bianca por sentado.
Como Bianca se acercó a él, aun luciendo su reciente look sin maquillaje,
respiraba un poco más fácil. Tenía que ser la chica a la que Félix se refería como
aquella de la cual podría estarse enamorando.
—El camino de entrada está sin nieve y el conductor nos espera afuera —
anunció alegremente—. ¿Listo?
Gio se miró a sí mismo en su equipo de snowboard y luego de vuelta
hacia ella. —Supongo que sí.
—Te ves bien —sonrió, mirándolo. Sus ojos se encontraron y su alegre
sonrisa perdió algo de su brillo por un instante y luego se encontraba de
vuelta—. No te preocupes. Prometo traerte de vuelta aquí en una sola pieza.
—¿A quién le preocupa? —Se rio nerviosamente, lo que sólo la hizo
soltar una risilla.
Genial, las risas ya empezaban y él ni siquiera había puesto un pie en la
tabla de snowboard.

***

Decidida a sacar lo mejor de un día más de esperar a Félix, Bianca


decidió que sería positiva respecto a esto y trataría de divertirse. Hasta ahora,
Gio había sido una compañía bastante agradable, y era sin duda agradable a la
vista. Se rio internamente, mordiendo su labio inferior y fingiendo que el
escenario por la ventana en ese momento era especialmente interesante.
—Tienen pistas para principiantes, ¿verdad?
Bianca se dio la vuelta para ver el rostro nervioso de Gio, sus ojos verdes
momentáneamente velados bajo un lento parpadeo de largas pestañas. Caray, lo
que daría por tener las pestañas tan espesas como él. Alargó la mano y le apretó el
brazo. —Sí, las tienen. No te preocupes, contigo lo tomaré con calma. —Sonrió
tranquilizadoramente—. Félix se sentía de la misma forma cuando comenzó.
Incluso con todos los viajes en realidad nunca visitó en las pistas, así que estaba
muy nervioso, pero tras algunas carreras lo consiguió.
Gio le devolvió la sonrisa, asintiendo, pero no parecía completamente
convencido. Cuando llegaron al ascensor, parecía aún más aprensivo. Sus ojos
verdes casi se pusieron grises mientras miraba la gran montaña que subirían.
48
La pensativa Bianca se dio cuenta que su viaje no podía sustituir ahora lo
que sólo podría ser descrito como puro pánico.—No vamos a ir allí, ¿verdad?
Se llevó la mano a la boca para ocultar su sonrisa. No se reiría de él. Al
menos intentaría no hacerlo. —Sí, pero tienen un montón de pistas diferentes…
pistas de principiantes. No es tan difícil como parece. Lo prometo.
Gio la miró pero no dijo nada. El movimiento de su nuez de Adán
mientras tragaba lo decía todo y ahora tuvo que reír. —¿Vas a confiar en mí?
Su risa finalmente consiguió una sonrisa de él. —Lo hago, pero... —Se
dio la vuelta a la montaña—. ¡Maldición!
—Vamos —dijo, tirándolo de la chaqueta—. Te puedo mostrar algunos
de los fundamentos aquí primero. —Una risita se le escapó—. Como la forma
de pararse en la tabla sin caer.
Gio le echó un vistazo, pero sonrió. —Creo que puedo manejar
permanecer de pie.
Se mordió el labio inferior, tratando de no reírse. —Vamos a ver. —Esto
iba a ser igual que cuando le enseñó a Félix, otra vez. Félix, sólo el pensar de
nuevo que no lo superaba era suficiente para casi borrar la sonrisa de su cara.
Se movieron a un lado, se sentaron en un banco y procedieron a atar sus
botas en sus tablas. Bianca terminó y se quedó esperando mientras Gio luchaba
con su correa.—¿Necesitas ayuda?
—No, lo tengo.
Bianca sonrió al verlo seguir luchando, cuando sintió que su teléfono
zumbó en el bolsillo de su chaqueta. Se quitó el guante, alcanzó el teléfono y
miró la pantalla: un texto de Toni. Eso era extraño. Había hablado con Toni esa
mañana. Necesitaba desahogarse con alguien con respecto a que Félix seguía sin
poder levantarse. Toni era parte de la razón por la que trataba con mantener su
mente fuera de Félix. Bianca prometió que haría todo lo posible para disfrutar
de hoy sin mal humor, lo que planeaba hacer antes de hablar con Toni.
Con curiosidad, abrió el mensaje.
Sé que estás haciendo snowboard hoy. Pero cuando tengas una
oportunidad, llámame. No hay problemas. Sólo algo sobre Félix que pensé que
deberías saber.
El malestar fue inmediato. Desde las fotos del paparazzi del verano
pasado, se aseguró mantenerse alejada de la prensa rosa. Lo más que pudo, de
todos modos. Toni, por el contrario, era una loca sensacionalista pero se
comprometió a no irritarla a menos que fuera algo concreto. No necesitaba saber
sobre cadaavistamientoque tenían de él con otra chica que ni siquiera estuviera
confirmado. Muchos ni siquiera eran recientes y muchos de ellos eran 49
manipulados.
Cuando comenzó a salir con Félix, había historias sobre él y otras chicas,
pero muchas de ellas eran viejas imágenes, viejas noticias siendo revividas por
el bien de los chismes. Se negó a volverse loca porque, como se vio después,
cada una de las historias que le confrontódemostraron tener una explicación
válida.
Toni no mencionó nada de lo que leyó o escuchó en meses. Levantó la
vista hacia Gio, agradecida de que era terco para pedirle ayuda y al ver que
todavía lo hacía mal, se aprovechó de la demora.—Tengo que hacer una
llamada rápida, ¿de acuerdo?
Gio asintió sin siquiera levantar la vista. Bianca se alejó un poco para que
no la oyera y golpeó la marcación rápida. Toni respondió al primer timbrazo.
—Cariño, no quise preocuparte. Incluso pensé en simplemente esperar
hasta más tarde, pero tenía miedo de olvidarlo.
Bianca respiró hondo. —¿Qué? ¿Qué pasó?
Toni exhaló, obviamente molesta consigo misma, pero ya era demasiado
tarde. Bianca ya estaba preocupada. —Pensé que tal vez querías saber que los
paparazzi se han enterado de que Félix viene aquí. Se dirigen hacia aquí
también y estarán en la búsqueda de su novia secreta. Quería decírtelo para que
te mantengas alejada de los programas de chismes.
Bianca dejó escapar un suspiro de alivio lento, odiando que todavía
tuviese que preocuparse por este tipo de basura. Deseaba tanto solo confiar en
él completamente.—¿Alguna noticia sobre cuándo vendrá?
—Nada todavía.
Bianca se mordió la uña del dedo meñique. —Se supone que me llamará
más tarde. Sabe que estaré todo el día haciendo snowboard.
—Lo sé. Siento interrumpir. Sabes que normalmente no lo haría, pero…
—Parecía indecisa y eso sólo puso a Bianca en el borde.
—¿Pero qué? ¿Hay más?
Hubo una pausa desagradable y luego Toni volvió a hablar. —No, no lo
hay.
—¿Estás segura? —Bianca miró atrás y vio que Gio tenía ambos pies
atados a su tabla e intentaba ponerse de pie. Mierda. Se apresuró a volver pero
todavía tenía el teléfono en la oreja.
—Sí. Sólo quería asegurarme de que no te asustases o algo por
algún fotógrafo ansioso.
Justo cuando llegó a Gio, casi se cayó y ella le agarró el brazo con la
mano libre. —Me tengo que ir. —Fue todo lo que le dijo a Toni antes de colgar y
meterse el teléfono en el bolsillo con la otra mano, entoncesfue rápidamente a
mantener de pie a Gio. 50
Sus brazos la rodearon con pánico.—¡Mierda!
No pudo evitar reírse. —No se supone que tuvieras que poner la correa
en ambas botas todavía. Sólo una.—Lo miró, su rostro a centímetros de ella. Su
aliento con olor a menta tan cerca de su cara que hizo revolotear algo en su
interior pero la expresión confusa la hizo sonreír de nuevo en un instante—. Lo
siento, debería habértelo dicho primero, ¿verdad?
—Sí. —Sonrió, tratando de valerse por sí mismo de nuevo—. Tal vez no
lo habría hecho tan vergonzosamente.
Se echó a reír, pero se detuvo cuando lo vio tambalearse. —¡No! —Lo
agarró del brazo—. ¡Vas a caerte! —A pesar de que acababa de tener sus
grandes brazos alrededor de ella un momento antes, la sorprendió cuan
grandes y duros eran realmente, ahora que los apretaba.
Sus ojos pasaron de sus brazos a su expresión de alarma y apretó los
labios en un intento de reprimir las ganas increíbles de reír. La alarma en sus
ojos se convirtió en humor. —Estás amando esto, ¿no es así?
Lo único que le impedía reír abiertamente fue que el brillo de sus ojos
verdes era tan increíble. El impulso de suspirar profundamente se impuso a las
ganas de reír por un kilómetro. Se conformó con una sonrisa muy satisfactoria y
levantó la barbilla. —De hecho, lo creas o no, estoy muy preocupada por tu
seguridad. —Hizo un gesto para que se sentara—. Aquí, desata el derecho.
Se sentó e hizo lo que le dijeron. —¿Cuál es el objetivo de dos correas si
sólo se necesita una?
—Necesitas ambas cuando en realidad estás haciendo snowboard pero
cuando te encuentras caminando y subiendo y bajando del ascensor, sólo
mantienes una para que el otro pie se pueda mover libremente dentro y fuera
de la tabla.—La miró mientras abría la correa y Bianca se preguntó cuánto
tiempo tardaría en acostumbrase a sus ojos—. Jesús, Gio. ¿De cuál de tus padres
sacaste esos increíbles ojos?
Increíblemente, el brillo de sus ojos se hizo aún más brillante con su
sonrisa.—De mi mamá y gracias.
—De nada. —Le devolvió la sonrisa, sintiéndose un poco avergonzada
de que fuera muy contundente al respecto, pero no podía evitarlo—. Nunca he
visto nada igual.
Su sonrisa se desvaneció un poco cuando esos ojos miraron
profundamente en los de ella por un momento. —Podría decir lo mismo de los
tuyos.
Se obligó a apartar los ojos de su mirada penetrante,sintiendo la cara
caliente. —Los míos son simplemente marrones.
—Son cualquier cosa menos normal, Bianca. Son hermosos. Pero estoy
seguro de que no es la primera vez que oyes eso. —Se levantó, poniendo su
bota libre bajo la nieve y miró hacia abajo. 51
No era la primera vez, pero no estaba dispuesta a presumir. —Bambi —
le soltó, tratando de evitar que el momento fuese incómodo.
—¿Eh?
Los ojos de Gio se encontraron con los suyos de nuevo y sonrió ante su
expresión cómica.
—Es cómo Félix me llama a veces. Dice que tengo los ojos de Bambi.
Una lenta sonrisa se extendió en el rostro de Gio. —Bonito. Creo que lo
golpeó en la nariz. Ojos de Bambi, es perfecto. —Tan dulce como era su sonrisa,
Bianca sabía que estaba mal estar disfrutándola, así que apartó los ojos y miró a
su ahora liberada bota.
—Vale, déjame que te enseñe como caminar con ellos. Párate como yo.
Revisaron los aspectos básicos sobre cómo caminar sobre la tabla y qué
hacer y qué no hacer. Entonces, finalmente hicieron un poco de patinaje. A
pesar de que hizo todo lo posible, no pudo contener la risa ante su torpeza.
Después de caer por tercera vez, Bianca intentó mantener su risa al mínimo,
pero hizo un estúpido chillido que consiguió ir bien.
Escondió el rostro detrás de sus manos enguantadas y echó un vistazo
entre sus dedos mientras seguía riéndose. Gio ni siquiera intentó levantarse. En
cambio, levantó las rodillas y apoyó los brazos en ellas, viéndose muy agotado,
pero no pudo ocultar la sonrisa. Entrecerró los ojos hacia ella. —Estas teniendo
demasiada diversión a mi costa. Ya sabes, si no te conociera mejor diría que
planeaste esto. Probablemente también lo planeaste la vez que le enseñaste a
Félix. Por tu propia diversión.
Bianca logró calmar su risa, pero aun así soltó una risilla. —¡No lo hice!
—Puso mala cara, pero de alguna manera no pensó que lo creería ya que sus
labios todavía temblaban por la risa sofocada—. Mi novio tenía que estar aquí
hoy, ¿recuerdas? —En cuanto cesó la risa, fue capaz de hacer pucheros hasta
que vio la mirada horrorizada de su rostro y sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Se supone que debo sentir lástima por ti ahora, después de que te has
reído de mí toda la mañana?
Con eso, ella se fue de nuevo. —No me reíade ti. —Le ofreció su mano y
él la tomó—. Me reíacontigo. Nos estábamos divirtiendo, ¿no?
Con un gruñido y un tirón de Bianca, se encontraba de nuevo en pie. —
Sí, mi culo está teniendo una explosión. —Gio sacudió su trasero.
Bianca logró calmar su risa y sacó el teléfono. —No es para asustarte ni
nada, pero vamos a intercambiar números por si acaso nos separamos. A veces,
estas tablas tienen una mente propia. Si algo sucede, podemos encontrarnos
más fácil de esta manera.
—De alguna manera —dijo Gio, desabrochándose la chaqueta—, no creo
que vaya a oírsonar mi teléfono bajo todas estas capas pero, si tú lo dices.
—Sí, lo digo. Estarías sorprendido.
52
Programaron cada teléfono con sus números pero cuando Gio lo metió
de nuevo en la chaqueta, señaló la montaña. —Odio tener que decirte esto, pero
no creo que me vayas a llevar allí hoy.
—¡Tienes que hacerlo! —La risa de Bianca se había ido ahora. No podía
estar hablando en serio, pero sacudió su cabeza—. ¿En serio? ¿Un gran
boxeador duro como tú va a dejar que unas cuantas caídas lo asusten?
Gio se rió de eso. —Oye, no es personal. —Suspirando hondo, miró a la
montaña de nuevo—. Tal vez, después de almorzar algo. Sé que tuvimos un
gran desayuno, pero todo este trabajo me ha dado apetito.
—De acuerdo —dijo, tomando sus guantes y metiéndolos en el bolsillo
de su chaqueta. Alargó la mano hacia él—. Toma mi mano. No te quiero
cayendo de nuevo y cambiando de opinión.
Bianca pretendía simplemente enganchar su mano para ayudarlo a
volver a la banca y pensó que él mantendría sus guantes. Pero se quitó el
guante antes de llegar a su mano y sus dedos se entrelazaron automáticamente.
Tragando saliva, lo miró mientras se concentraba en el equilibrio. No
había manera de que él sintiese lo que ella por el simple toque de su mano. Gio
se encontraba completamente absorto en asegurarse de no caer. Le apretó la
mano cuando su pie resbaló un poco y él le devolvió el apretón, finalmente
mirándola con una sonrisa. Su ritmo cardíaco ya se había acelerado al segundo
que sus dedos se tocaron. Se aceleró aún más ahora. Jesús, ¿podría ser más bello?
Recordó haber pensado esto incluso en la secundaria. ¿Era posible que
alguien pudiera ser tan bello por dentro? Nunca lo hubiera pensado así, pero
después de pasar la noche con él, y toda la mañana, esa posibilidad empezaba a
sentirse muy real.

53
7
♥ ♥

Gio podría haber ido por una simple hamburguesa de queso en la


estación de esquí, pero Bianca insistió en que la comida allí era demasiado cara
y no valía la pena. Dijo que existía un lugar que él tenía que probar mientras
estuviera aquí y que bien podían probarlo hoy.
Ya sentados en BJ‟s, un antro de la avenida principal, Bianca juró que no
solo tenían las mejores hamburguesas en Big Bear, sino también el mejor chili
casero. También ordenaron dos jarras de cerveza. Otra cosa que Bianca dijo era
genial del lugar: sus precios. Las jarras costaron menos de dos dólares.
—Ahora estamos hablando. —Gio sonrió, chocando la jarra en el aire
antes de tomar un trago.
—Pensé que te gustaría la cerveza barata. ¡Eres tan Angelino1! —Bianca
tomó un trago.
54
Gio colocó la jarra en la mesa, amando cómo su actitud alegre era tan
condenadamente contagiosa. No había dejado de reír ni sonreír durante toda la
mañana. Incluso cuando se caía de culo. —¿Me estás llamando barato?
Sus ojos brillantes se burlaban de él. —Los nombro como los veo. Incluso
Félix, con todo el dinero que posee, no pudo ocultar su emoción por la cerveza
barata aquí. —Rio—. Puedes sacar al chico del barrio, pero nunca sacarás el
barrio fuera del chico.
Gio tuvo que reír. —Eso es tan cierto. Félix siempre será un Angelino. No
importa en qué parte del mundo esté.
Pensó en lo leal que Félix siempre fue, y no solo a él, sino al gimnasio… a
Jack… a sus raíces. Casi hizo sentir a Gio culpable por lo mucho que disfrutaba
pasar el tiempo con su chica. Sabía que, técnicamente, no estaba haciendo nada
malo, pero lo que empezaba a sentir cada vez que la miraba a los ojos y lo que
sintió cuando sostuvo su mano más temprano, no era exactamente admirable.
Tomó un fuerte trago de su cerveza mientras la comida era puesta en la
mesa. Bianca acercó la nariz al plato de chili frente a ella, entonces hizo esa cosa
orgásmica con sus ojos otra vez. Gio se aclaró la garganta, apartando la
mirada. Esto no le ayudaba a sus ya corruptos pensamientos, maldita sea.

1 Originario de Los Ángeles, California.


—Huele tan bien —dijo Bianca mientras él hacía todo lo posible para
concentrarse en su comida y no en las expresiones de su cara.
—Sí, también se ve bien.
Bianca le dio un mordisco a su pan de maíz todavía humeante y Gio se
volteó rápidamente. Sus ojos ya se cerraban por el sabor del pan aparentemente
delicioso, pero no había escapatoria para no oír los gemidos que hizo. Formó un
puño con la mano, juntando los labios con fuerza, y por un instante se preguntó
si ella posiblemente estaría haciendo esto a propósito.
—Eres realmente expresiva cuando disfrutas algo, ¿no?
En el momento que la pregunta fue hecha, fue golpeado con la visión de
ella siendo expresiva al disfrutar de otras cosas. Como si ese único pensamiento
no fuera bastante malo, recordó algo más. Estaría en la misma cabaña, a solo
unos metros, y en la habitación de Félix, durante dos meses.
—¿Pasa algo? —Sacado de sus pensamientos, Gio miró a Bianca que, por
primera vez el día de hoy, no sonreía.
—No, ¿por qué?
—No lo sé. Parecías todo alterado repentinamente. ¿Todo bien? —Su
rostro lucía muy preocupado. ¿De verdad se vio así de alterado?
Le quitó importancia con una sonrisa. —Sí, solo pensaba en... —No pudo
salir con nada que decir, por lo que puso una cucharada de chili en su boca y 55
luego asintió. De veras que estaba bueno. Esperaba que el tema volviese a la
comida. En cambio, ella lo sorprendió.
—¿Pensabas en ese tipo?
Gio ladeó la cabeza, confundido. —¿Quién? ¿El que murió en el ring? —
Por primera vez desde que había pasado, de hecho se sentía aliviado de que el
tema se planteara. Cualquier cosa era mejor que admitir lo que era realmente se
encontraba pensando—. Sí, supongo. —Era un esfuerzo. Había pensado en el
hombre hoy. No solo ahora, sino cuando hizo su camino al snowboard en la
mañana. Volvió a mirar a su chili, no dispuesto a mirar a sus ojos comprensivos
por más tiempo. Se sentía cansado de la gente que le tenía lástima. No era él
quien perdió su vida. No fue él quien dejó una esposa embarazada atrás.
Antes que pudiera decir nada más, Bianca comenzó a hablar. —Cuando
mis abuelos estaban recién casados, se fueron de luna de miel a Acapulco.
Cuando volvían en coche por una carretera solitaria, fueron asaltados por una
banda de ladrones. Golpearon a mi abuelo con una herradura hasta dejarlo
inconsciente, pero antes de que pudieran violar a mi abuela, otro automóvil se
detuvo y todos se echaron a correr.
Gio se la quedó mirando, asombrado por su historia, pero ella
continuó—: Mi abuela decía que mi abuelo apenas respiraba. Creía que no
logaría llegar al hospital. Les tomó horas llevarlo ahí, y por algún milagro, él lo
logró. Nana dijo que simplemente no era su hora de partir. Luego, todo el
verano pasado estuvo bien. Disfrutaron de un día en el lago, y esa noche se
quedó dormido en su silla reclinable y nunca despertó. Su corazón se detuvo en
su sueño.—Gio no creía que fuera posible, pero sus ojos se volvieron aún más
oscuro mientras seguía hablando—: Con mi padre pasó algo similar. Cuando
era niño, casi se ahogó en la piscina de un vecino. Los médicos no pensaban que
sobreviviría, y si lo hacía, dijeron que tendría daño cerebral debido a la
cantidad de tiempo que su cerebro estuvo sin oxígeno. No solo sobrevivió, sino
que tuvo una recuperación completa. Entonces, como mi abuelo, cuando yo
estaba en quinto grado, inesperadamente puso un pie en la calle y fue
atropellado por un autobús. Eso lo mató al instante. Debido a su discapacidad
auditiva, se apoyaba fuertemente en su vista cuando hacía cosas tan simples
como cruzar la calle, sin embargo el conductor del autobús dijo que él había
puesto un pie en la calle justo en frente del autobús sin levantar la vista. Algo
que siempre hacía pero que por alguna razón en esa ocasión no lo hizo. —Se
encogió de hombros—. Era su hora.
Gio meneó la cabeza, no muy seguro de cómo responder, y entonces los
ojos oscuros de ella se pusieron aún más serios. —Estoy segura de que has oído
esto un millón de veces, Giovanni. Pero no puedes culparte a ti mismo. Incluso
si no hubiera ocurrido en las circunstancias que pasó, una pelea organizada con
la que él estuvo completamente de acuerdo; cuando es tu tiempo, es tu tiempo.
—Se inclinó sobre la mesa y le tocó la mano—. Hay una fuerza superior que
decide estas cosas. Lo creas o no, no tienes nada que hacer cuando es su tiempo
de estar arriba.
Todos, incluyendo a su madre, Jack y los chicos, trataron de hacerle ver
56
la situación por lo que era… un acontecimiento trágico que no se pudo evitar.
Pero escuchar a Bianca ponerlo de esa manera, hizo que lo creyera en realidad
por una vez. —Lo siento por lo que pasó con tus abuelos y tu padre. Eso es una
mierda. Pero me alegro de que su tiempo no haya sido antes.
—Y mira, esa es la cosa —dijo, apretando la mano de Gio ahora—.
Apesta que este tipo haya sido tan joven, sí. Pero era su tiempo.
Gio echó un vistazo a su delicada mano. Es curioso cómo un gesto tan
simple puede convertirse en algo más. Su toque era suave, calmante. —Él tenía
un aneurisma no tratado. Nunca debió haber estado en el ring. El médico que lo
vio de hecho está siendo investigado ahora. —La mano de ella lo acarició
entonces, y la emoción que había reprimido por tanto tiempo estuvo de
vuelta—. Su esposa está embarazada. Es realmente joven. Pensé en ella hoy
cuando vi algunas parejas en las pistas con sus niños pequeños. Eso es lo que
me molestó más sobre todo esto. Perder a mi papá fue la peor cosa por la que he
pasado, pero al menos lo tuve por trece años. Este niño nunca llegará a conocer
a su padre.
No sabía por qué le estaba diciendo todo esto, pero se sentía bien dejarlo
salir de una buena vez. Durante mucho tiempo, se rehusó a decirle a alguien lo
que pensaba, lo que sentía. Se enclaustró en esa cochera durante semanas,
apenas hablando con quienes venían y se sentaban con él.
Sin previo aviso, Bianca se levantó y rodeó la mesa, deslizándose a su
lado. Tomó su mano y apoyó la cabeza contra su hombro, dándole un olorcillo
celestial de su cabello. —Está bien sentirse triste por su hijo. Con tal de que no
te estés culpando por ello. —Levantó la cabeza para mirarlo. Gio se negó a
moverse. Si lo hiciera, tendría que luchar contra el impulso de poner su brazo
alrededor de ella y entonces... en cambio, miró a sus grandes ojos
preocupados—. Si creemos en la teoría de mi abuela, y yo realmente lo hago, a
pesar de que sea una mierda en el culo, ese chico nunca estuvo destinado a
conocer a su padre. Así es como las cosas debían ser.
Por muy duras que fueron sus palabras, Gio no pudo evitar reírse. —
¿Mierda en el culo? ¿En serio?
Sus ojos se iluminaron al instante, y se apartó de él, el humor bailando en
sus ojos. —Mi abuela dice eso todo el tiempo.
Eso hizo que riera aún más, y luego ella se reía con él. —Entonces, suena
como mi abuela. Cada vez que nos pillaba jugando con sus cosas, cosas que no
deberíamos estar tocando, como sus costosas porcelanas, nos decía: ¡Vayan a
jugar con su culo!
Bianca se echó a reír, y a pesar de que escuchó a su abuela decirlo
muchas veces, ahora también le sonaba gracioso a él.
Entre risas, explicó—: Mi madre solía enojarse. Odiaba la forma en que
sonaba. Pero eso no paró a mi abuela. —Gio sonrió, recordando algo más—. Mi
mamá siempre ha sido severa en eso de no arruinar tu apetito entre comidas 57
con comida chatarra, pero a mi abuela no le importaba la hora del día o qué tan
cerca era nuestra próxima comida. Si yo o cualquiera de mis hermanas
estábamos tristes, todo lo que hacía era cargarnos con helado.
Bianca sonrió ampliamente. —Eso es genial. Así que, entiendes
perfectamente por qué las mujeres vamos corriendo por un buen helado con
una cuchara gigante cuando nos sentimos tristes en lugar de llorar en nuestra
cerveza como ustedes los chicos supuestamente hacen cuando lo están.
—Absolutamente —estuvo de acuerdo Gio, levantando su jarra—. La
cerveza es para los buenos tiempos. Pero no hay nada como un gran tazón de
helado con todos los agregados para alejar melancolías de mí.
Le contó un poco más acerca de su abuela, y estuvo tan cerca de poner la
comida de ella a su lado para que no volviera a sentarse en el otro lado. Le
gustaba justo donde se encontraba. Por más decepcionante que fue cuando
volvió a sentarse frente a él, sabía que era lo mejor.
Gio nunca había sido realmente muy hablador, especialmente con las
chicas. Era raro para él abrirse a alguien más que sus amigos cercanos, pero
Bianca lo hacía demasiado fácil. La conversación fluyó cómodamente, como si
no hubieran pasado años desde la última vez que se vieron.
Cuando terminaron el almuerzo, Bianca de repente lo miró; su
entusiasmo era innegable. Al instante, Gio sintió en su rostro la gran sonrisa
tonta que había llevado todo el día. —¿Qué?
—¿Quieres conocer a mi abuela?
Esto era completamente inesperado. —¿Cuándo?
—Hoy. En realidad, también a mi mamá. —Se puso de pie y él lo hizo
con ella—. Si regresamos por el camino al centro turístico, pasaremos por la
tienda. No suelo pasar ni un día sin verlos, y pensé en ir directamente a la
cabaña después de que nos embarquemos, pero ya que está en el camino, ¿tal
vez podamos pasar?
La idea de conocer a su madre y a su abuela le hizo sentir un poco
incómodo. Especialmente sabiendo que su abuela era el tipo de mujer que decía
"mierda en el culo" todo el tiempo. Gio nunca había conocido a ningún padre de
las chicas con las que salió. Por supuesto, él no era quien salía con Bianca. Aun
así, lo puso nervioso; pero después de ver su entusiasmo por una petición tan
simple, no existía manera de que se negara. —Claro, podemos hacer eso.
Al ver cuán feliz la hizo, los nervios valieron la pena. De camino allá,
Bianca recibió una llamada de Félix. La chica llevaba el corazón en la mano, y
vio el momento en que él le dio la noticia. Félix no podría llegar a la cabaña de
nuevo.
Miró por la ventana, no queriendo ser demasiado entrometido en la
conversación, pero con ella sentada a su lado, no había manera de no oír todo.
—Todo está despejado aquí arriba. ¿Pensé que dijiste que alquilarías un
helicóptero si tenías que hacerlo? 58
El altavoz de su teléfono era tan fuerte que pudo oír a Félix decirle que
había intentado todo. Irónicamente, justo cuando dijo eso, Gio vio no solo un
avión volando por encima, sino un helicóptero también. Podía ser que solo
permitían helicópteros de turismo locales, pero su mente volvió a las fotos de
Félix y la otra chica en el hotel, y se preguntó si su amigo siquiera se encontraba
en California, como presumía.
Félix era un jugador. Nunca lo negó, y con su fama por supuesto que
tenía chicas lanzándose a él dondequiera que fuese. Pero, ¿por qué Bianca?
Tenía un montón de chicas que con mucho gusto estarían de acuerdo con una
relación no exclusiva. ¿Por qué romper el corazón de una chica tan dulce? Era
totalmente innecesario, y completamente egoísta. No es como si hubiera una
escasez de chicas en Big Bear. Incluso aquí, en este pequeño pueblo pintoresco,
Félix parecía seguro de que habrían un montón de conejitos de nieve para ellos.
Eso hizo que se preguntara si Félix planeó unirse a él con los conejitos de
nieve o si pensó en traer a Bianca sola.
Volvió a mirarla. No existía forma de esconder la decepción que ahora
llevaba tan pesadamente. Suspiró profundamente. —Bien. Mantenme
informada. —Una sonrisa repentina iluminó su rostro—. También te amo.
Gio volvió la cara y miró por la ventana, con miedo de que Bianca
pudiese ver el asombro y disgusto que sentía por Félix en ese momento.
¿Realmente lo soltaba todo así? ¿Decirle que la amaba cuando aún se hallaba
tonteando por ahí? No pudo pensar en nada más jodido.
Saberlo solo lo enojaría más, pero tenía que saberlo ahora; sacó su
teléfono y buscó en Google el Aeropuerto Big Bear. En cuestión de segundos,
consiguió lo que quería.
Condiciones: Despejado.
Félixera una completa mierda. Ser un imbécil egoísta con las chicas con
las que salía era una cosa, pero, ¿por qué demonios debía Gio involucrarse en
esto? No le importaba el tiempo que tuviera que pasar con Bianca. De hecho,
estaba disfrutando más de lo que jamás le admitiría a nadie. Pero no quería ser
parte o testigo de lo que un imbécil sin corazón como Félix pudiese causarle.
Ni siquiera se dio cuenta de que Bianca colgó el teléfono y miraba ahora
por la ventana. Su estado de ánimo alegre se había ido. —Así que, ¿no llegará
aquí en la noche?
Negó, pero siguió mirando por la ventana. Considerando que realmente
no contestó, Gio frunció los labios, preguntándose si tal vez tendría un nudo en
la garganta. Estuvo visiblemente molesta la noche anterior cuando recibió la
primera noticia de que él no iba a llegar.
—¿Estás bien?
Finalmente se dio vuelta y lo miró a los ojos. Ojos como los suyos no
estaban destinados a estar tristes, y en ese momento odió a Félix. —¿No crees
que solo está inventando excusas, cierto?
59
—No —se apresuró a responder Gio, pero diría cualquier cosa para
hacerla sentir mejor—. Realmente no creo que me haya hecho venir aquí si no
planeara llegar.
Un destello de esperanza brilló en sus ojos, como si no hubiese pensado
en eso. —La carretera principal aún está sin servicio, pero esta mañana sonaba
seguro de que, en el peor de los escenarios, alquilaría un helicóptero. Ahora
dice que eso tampoco va a suceder.
—Pero aún hay una posibilidad, ¿no? —Gio trató de sonar optimista,
pero cuanto más pensaba en las condiciones despejadas en el aeropuerto, más
difícil era ocultar el desprecio que sentía por Félix.
El auto se detuvo delante de una tienda pintoresca. —Él no sonaba muy
optimista —dijo ella mientras abría su puerta—. Sonaba a que no estaría hasta
mañana.
Una parte muy pequeña de él se alegró de que tuviese otra noche a solas
con ella. Pero la parte más grande, la parte importante, la que empezaba a
entender por qué Noah se preocupaba por él estresándose, tuvo que luchar
contra el impulso de llamar a Félix y decirle unas cuantas cosas.
Por supuesto, no podía. No solo porque se encontraba con ella en ese
momento, sino porque aun cuando se alejara para hacer la llamada, el modo en
que se sentía probablemente subiría el tono de la conversación, y ella sabría que
algo va mal.
Félix la estaba dejando plantada... otra vez. Eso no era algo que Gio
quisiera echarle en cara. Lo que apestaba es que, eventualmente lo descubriría,
y deseó no estar allí cuando sucediera. No sería capaz de soportar verla llorar.
Se bajaron y caminaron en silencio hasta la puerta principal de la tienda.
El contraste del calor dentro de esta en comparación con el exterior frío se sentía
celestial. Se alegró de caminar detrás de Bianca, ya que así no podría ver la
expresión de entrepierna apretada que probablemente hacía, porque se sentía
muy bien.
Una mujer mayor y bajita con gafas en una cadena que colgaba de su
cuello levantó la vista y sonrió ampliamente. —¡Bianca! —Otra mujer, más
joven que la primera, salió de la puerta de detrás del mostrador, absorta en una
figura que sostenía. La primera mujer la golpeó suavemente en el brazo y
apuntó a Bianca.
La mujer sonrió y utilizó lenguaje de señas para comunicarse con ella.
Bianca respondió con sus propias señas, sin esfuerzo, mientras se acercaba a
ellas. —Voy a hacer snowboard hoy.
Ambas mujeres sonrieron mientras la abrazaban y besaban. Bianca se
volvió a Gio, que se encontraba detrás tratando de no parecer tan nervioso
como se sentía. Esta era una absoluta primera vez para él y no tenía idea de lo
inquietante que podría ser. —Este es Gio, uno de los entrenadores y viejo amigo 60
de Félix de la secundaria. —Sonrió y luego se dirigió a él—. Esta es mi abuela,
Nana, y mi madre, Lupe.
Después de las presentaciones, la madre de Bianca le hizo señas a ella,
apuntando sus propios ojos y luego a Gio. Una tímida sonrisa apareció en el
rostro de Bianca. —Ella dice que tienes unos ojos preciosos.
—Gracias. —Gio asintió hacia la madre. Ella sonrió, y aunque sus ojos no
eran tan grandes como los de Bianca, pudo ver de dónde sacó su actitud feliz.
—Así que, ¿dónde está Félix? —le preguntó su abuela.
Fue rápido. Casi como un estremecimiento, y si Gio la hubiera dejado de
mirar por un segundo, se lo habría perdido. Pero ahora Bianca ocultó el efecto
inicial que la pregunta tenía sobre ella. Hablaba con tanta naturalidad como
siempre. —Está atrapado abajo de la colina. La carretera está cerrada y el
aeropuerto no está autorizado para los aterrizajes. —Se volvió a Gio, con una
pequeña sonrisa—. Me está haciendo compañía desde entonces.
Su abuela lo miró por encima de sus gafas. —¿Y cómo lo está haciendo,
Gio? ¿Te ha mostrado los lugares de interés de nuestro pueblo?
Gio asintió, y estaba seguro de que su sonrisa fue mucho más grande de
lo que primero quería que fuera. —En realidad, pensaba que era quien recibía
compañía. Pero sí, me ha estado enseñando los alrededores y, a pesar de que he
estado aquí unas cuantas veces antes, nunca me di cuenta de lo bonito que es
este pequeño pueblo.
Su abuela sonrió con orgullo, quitándose las gafas y dejando que
colgaran de su cuello. —Es bonito todo el año, pero ahora es cuando es casi
mágico. Algo sobre la pureza de la nieve recién caída hace cosas para el alma y
el cuerpo, de lo que conseguimos un poco anoche.
Las manos de la madre de Bianca se movieron rápidamente para decirle
algo. Bianca pronunció las palabras casi como por costumbre—: La nieve
incluso tiene un poder curativo.
—Sí, eso también —estuvo de acuerdo su abuela—. Es una cosa muy
poderosa. —Se volvió hacia Bianca—. ¿En cuánto llegará Félix? No estoy
bromeando acerca de la atracción que la nieve fresca tiene sobre las personas.
Ese muchacho está loco al dejar que entretengas a tan atractivo amigo con este
clima.
—¡Nana! —Tanto su abuela como su madre se echaron a reír al ver la
inmediata cara enrojecida de Bianca.
Gio tuvo que sonreír, pero solo hasta que los ojos envejecidos pero
conocedores de la abuela lo atraparon. ¿Qué hay con las abuelas? Había estado
en su mira por menos de cinco minutos, y ¿ya sabía lo que estuvo tratando de
evadir todo el día? Tal vez era así de obvio, o tal vez ella simplemente sabía lo
adorablemente irresistible que era su nieta. Fuera lo que fuese, lo que no sabía
era que si él alguna vez tuviese una oportunidad con Bianca, y Dios lo ayudara,
por muy tentador que fuera, quitarle la chica a un amigo era una línea que sabía
nunca cruzaría.
61
Se volvió para mirar la expresión aún horrorizada de Bianca. Y aquí supo
que no había nada que no pudiera agitarla. La risa de su abuela se redujo a una
sonrisa. —Oh, vamos. Sabes que estoy jugando.
Gio volvió a mirar a tiempo para coger el guiño de la abuela a Bianca. No
estaba seguro de si eso significaba algo, y desde luego no iba a preguntarlo. Tan
curioso como eso lo dejó, algo de lo que apenas sí se acababa de dar cuenta era
que no le gustaba ver a Bianca molesta o incómoda. Nació para ser feliz y
despreocupada y, en el momento, parecía cualquier cosa menos eso. —Así que,
esta es, ¿eh? —Miró a su alrededor en un intento de cambiar de tema, y para su
alivio, esa hermosa sonrisa volvió al rostro de Bianca.
—Sí, esta es. Nuestra pequeña tienda. Vamos, te mostraré todo.
Era un bonito lugar. Exactamente lo que imaginó, con la excepción de la
esquina de la tienda a la que ella llamaba la biblioteca. Tenían estanterías llenas
de libros, una mesa con un par de jarras de café y tazas y un signo alegre que
decía “¡Sírvase usted mismo!”. Había cómodas sillas y un sofá colocados
estratégicamente para hacer frente a la pintoresca ventana. —Somos todas
lectoras insaciables —explicó Bianca—. Mi abuela pensaba que sería bueno
tener una zona de lectura para que los clientes se sentaran y leyeran junto a la
ventana. De hecho, tenemos clientes habituales que hacen precisamente eso.
Vienen, toman una taza de café, y leen un par de horas. He pasado muchas
horas en ese mismo sofá leyendo.
Eso la hizo sonreír, como si acabara de decirle que tenía su propio
carrusel. Ella era algo más, y probablemente pensaba en ello demasiado, porque
de repente se imaginó a sí mismo con ella en ese sofá, excepto que lo que se
imaginaba haciéndole no tenía que ver con leer. Cruzando los límites.
Su risa lo sacó de aquellos pensamientos indecentes y de hecho, sacudió
la cabeza para salir de ellos. —Te quedas ido muchísimas veces, ¿lo sabías? —
Obviamente, esto le divertía. Siguiéndole la corriente, le devolvió la sonrisa—.
Supongo que tengo muchas cosas en mente.
—Bueno, es mejor que no hagas eso en las pistas. Terminarás con los
huesos rotos.
—Ugh. —Las pistas—. Casi me olvidaba de eso.
—No te librarás. —Y con esa risa propia de ella, de la que ahora no podía
tener suficiente, le tiró del brazo—. Vamos.

62
8
Por mucho temor que Gio tenía de subir las pistas, en realidad aprendió
mucho más rápido de lo que Bianca imaginó, incluso más rápido de lo que Félix
lo hizo la primera vez que intentó hacer snowboard. Después de unas pocas
horas, se daba el lujo de acelerar tanto, hasta el punto que debía advertirle de
no volverse demasiado confiado.
Observó comoél volaba por su lado mientras se detenía a tomar un
descanso. Sacudiendo la cabeza, sus ojos lo siguieron. Después de pasar el día
entero juntos, muy fácilmente podía entender cómo cualquier persona podía
desarrollar un flechazo importante por este chico. No solo era increíble a la
vista, sino que se volvía uno de los chicos más dulces que jamás hubiera
conocido. Se sentía terrible que pareciera tan agónico por la tragedia en el ring.
Él regresó a donde ella seguía de pie. Su gran sonrisa de satisfacción le 63
dio esas tontas mariposas recordándole los días en la escuela secundaria.
Entonces, recordó cómo se sintió antes, cuando le tomó la mano. Oh, sí. Se
encontraba definitivamente desarrollando un flechazo, uno inofensivo. No era
insólito que las chicas desarrollaran flechazos por los amigos de sus novios, o
incluso de sus cónyuges, especialmente los que se veían como Giovanni Bravo,
¿cierto?
Se llevó la mano a la frente y casi se sonrojó recordando el comentario de
su abuela. Esa mujer decía lo que tenía en la cabeza sin pensarlo dos veces. Algo
por lo que Bianca sehizo conocida por hacer un montón, resultando en algunos
momentos muy incómodos. Pero hacía todo lo posible para asegurarse de que
no sucediera con Gio. Hoy, en varias ocasiones, cuando tenía que seguir
ayudándolo a ponerse de pie y sus rostros se hallaban a solo unos pocos
centímetros de distancia, casi dejó escapar lo que pensaba, que sus ojos eran
simplemente espectaculares. Pero se las arregló para mantenerse cuerda aunque
hubieron varios momentos en lo que se perdió en ellos por demasiado tiempo y
sabía con seguridad que él lo notó.
—¿Lista para una carrera? —preguntó él, cuando se detuvo a su lado.
—¡Sal de aquí! —se rio—. Te digo. Necesitas mantener tu propio ritmo.
No quieres hacerte daño.
—Creo que lo tengo —dijo, enderezándose en una postura orgullosa.
Le codeó juguetonamente. —En realidad, creo que deberíamos terminar
por hoy. Mañana vas a estar adolorido.
Gio hizo un gesto exagerado de conmoción e incredulidad. Sospechaba
que él creía que era chistoso, en vez de ser tan impresionante como todas sus
otras expresiones. —¿Eres siquiera capaz de hacer alguna expresión facial
desfavorecedora?
Su expresión se disolvió y aquellos ojos ahora la miraban, haciéndole
contener la respiración. —¿Y tú?
Por primera vez en el día, su risa era nerviosa y las mariposas de
colegiala volvieron en masa. Procedió a arrugar la cara. —¿Ves? —Entonces le
sacó la lengua y cerró los ojos.
Cuando los abrió, esperaba verlo sonriendo pero le miraba la boca y
pareció aturdido por un momento. Entonces sonrió, sus espesas pestañas
bajando las cimas de sus ahora abrazadores ojos verdes. Con su interior
encendido, Bianca se sentía totalmente hipnotizada. —Te diría lo que le digo a
la mayoría de las chicas cuando me muestran sus lenguas, pero no debo.
Tragando fuerte e intentando no dejar que sus ojos y palabras acabaran
con ella, se las arregló para balbucear—: ¿Por qué no?
—Porque a Félix podría no gustarle. —Sus ojos dejaron su boca y
encontraron los suyos con una sonrisa—. Déjame decirlo de otra forma. Sé que
no le gustaría. —Sus ojos se clavaron en los de ella por un instante, haciendo 64
latir con fuerza su corazón, antes de tenerle misericordia y alejar la mirada—.
Vamos.
Él empezó a bajar la pequeña colina, dejándola sin aliento y confundida.
Cerró los ojos por un momento, haciendo una nota mental. Nunca mostrarle la
lengua de nuevo.
Con un profundo suspiro, fue tras él pero solo porque se dio la vuelta
para ver si seguía allí. De lo contrario, todavía podría estar pegada a ese mismo
lugar. Se aclaró la garganta cuando lo pilló e intentó sonar tan casual como le
era posible. —Sabes que hablaba en serio.
La miró, juntando las cejas. —¿Sobre qué?
—Vas a estar adolorido mañana.
Ahora de verdad se rio, recordándole a Félix y cuán arrogante fue
respecto a su primera salida. —¿Olvidaste que me ejercito todos los días?
—Sabía que dirías eso, porque es exactamente lo que dijo Félix. Este es
un tipo distinto de entrenamiento, Gio. Vas a sentirlo mañana, por todas partes.
Lo prometo. —Él sonrió, obviamente despreocupado por ello—. Lo digo en
serio. Podrías incluso considerar sumergirte en el jacuzzi hoy por la noche. Félix
se encontraba tan adolorido al siguiente día y ni siquiera fue tan lejos o tan duro
como lo hiciste tú.
Una repentina sonrisa malvada se le dibujó en el rostro y sus ojos casi
brillaban con humor. —¿Es eso cierto? Entonces,¿estás diciendo que fui mucho
más lejos y más duro de lo que lo hizo tu novio?
Bianca sintió el rubor bajar por su cuello, pero no pudo evitar reír y así lo
hizo. —Sí, lo hiciste.
Aceleró y lo dejó, sin ser capaz de estar así de cerca sabiendo que su
aparente flechazo era obviamente alto y claro, y él ahora se divertía con ello.
—Bianca, espera.
Al principio, no lo esperó. Necesitaba darle a su corazón tiempo para
calmarse. Después de unos minutos, desaceleró un poco recordándose a sí
misma que a pesar de que era un aprendiz rápido, no se encontraba cerca de su
nivel de habilidad. Él llegó a su lado. —Sabes que estoy bromeando, ¿cierto?
—Por supuesto. —Lo miró a él y a su perfecta sonrisa.
—Me refiero a que diría algo así incluso enfrente de Félix. —Se rio—.
Sólo para molestarlo, pero espero no haberte ofendido ni nada.
—No, para nada. —Se dio cuenta que dejaba escapar sus respuestas
automáticas, pero quería dejar perfectamente claro esto. No era nada más que
un flirteo inocente. Sólo estaba siendo juguetón después de pasar el día entero
con ella. Secretamente se hallaba sorprendida, no solo por cuán emocionante
era, sino por cómo no quería desalentarlo de ninguna manera. 65
La pensión principal del complejo se encontraba más adelante, estuvo
tan distraída con sus bromas que el tiempo que les llevó llegar ahí simplemente
voló. —Félix dice cosas así todo el tiempo, también. Ya nada me sorprende —
mintió entre dientes.
—Sí, pero él es tu novio.
Sacudió la cabeza. —Pero lo entiendo. Ustedes dos son divertidos. No
hay nada que puedas decir que me extrañará. Lo prometo. —La sonrisa burlona
volvió y se abrazó a sí misma.
—Estás haciendo muchas promesas hoy. —Eso la confundió y buscó sus
ojos, entonces se largó a reír—. Dios, esos ojos tuyos, Bianca. —Esta
vez, él sacudió la cabeza—. Antes, prometiste que estaría adolorido mañana.
Empezó a sonreír recordando, pero luego se detuvo cuando se vio
atrapada por esos líquidos ojos suyos de nuevo. —He hecho esa misma
promesa un par de veces.
La miró un poco más y con mayor intensidad antes de que su labio se
levantará en una sexy sonrisa torcida. Finalmente, se dio la vuelta con una
suave sonrisa, dejando a Bianca sin más opción que reír nerviosamente.
Para cuando estuvieron en el auto, se las arregló para parecer fresca y
serena por el exterior, aunque su interior estuviera fuera de control.
Gio rodó el cuello y se masajeó los hombros con la mano. —Sabes,
sumergirse en el jacuzzi está empezando a sonar realmente bien ahora.
—Deberías. Te haría bien. —Sonrió inocentemente, apartando la imagen
de Gio casi desnudo en el jacuzzi.
—¿Me acompañarás?
¿Era posible que supiera que parpadear de esa forma en cámara lenta
tenía un efecto hipnótico en las chicas? Tal vez solo era débil voluntad. Asintió,
sin apartar la mirada y rezando para que su voz no se rompiera. —Seguro.
Sabes, también estaré adolorida mañana.
Al segundo que sus palabras dejaron su boca, vio ese brillo maligno en
su mirada y luchó contra el rubor que ya subía por su nuca. —¿Lo prometes?
Maldita sea. No se retorcería y le dejaría ganar esta. Desechando la nota
mental que hizo antes, se lamió el labio superior y los ojos de él estuvieron
inmediatamente en su lengua. —Tendremos que esperar y ver ahora, ¿no es así?
Sus ojos sorprendidos regresaron a los de ella y sonrió, esperando que se
viera tan petulante como se sentía. Genial.

***

66
Sin lugar a dudas, lo que Gio hacía era técnicamente en contra del código
de hombres entre él y sus amigos. En realidad, ellos nunca discutirían, sin
embargo, era firme en su postura. Avanzar en algo con una de las chicas de sus
amigos era claramente romper todo tipo de reglas. Reglas que nunca habría
soñado en romper antes de Bianca. No solo avanzó con ella, lo hizo con fuerzas.
Tenía la intención de confundirla. Le encantaba lo que le hacía esto a ella. Su
reacción a las bromas lo tenía completamente desconcertado.
No podría haberlo planeado mejor si lo hubiera intentado. Fue
directamente a todos sus comentarios, pero prácticamente retándolo a intentar
hacerla sentir extraña. Lo escuchó en su voz, lo vio en sus ojos. Podía ir de
Bambi a sirena fascinante en un segundo y se hallaba enganchado. Nunca lo
hubiera pensado de la dulce y pequeña Bianca, pero lo tenía en ella.
Probablemente, ni siquiera se daba cuenta, y maldición si eso no la hacía aún
más ardiente.
Se lamió el labio de la forma en que hacía, casi acabándolo. Tomó toda su
voluntad reírse con ella cuando lo hizo, sinoFélix ya habría pateado su trasero.
Su existencia podría ser la única cosa que alejaría a Gio de considerar cruzar esa
línea prohibida y si no lo supiera mejor, empezaba a pensar que tal vez Bianca
la cruzaría con él.
Tendremos que esperar y ver ahora, ¿no es así?
No podía estar hablando en serio. Le devolvía el juego directamente.
¿Cierto? Cerró los ojos mientras se sentaba ahí en el jacuzzi visualizándola
lamiendo sus labios, cómo esos ojos que a veces eran casi demasiados llenos de
inocencia podían mirar profundamente en los suyos con un inconfundible
abandono imprudente.
El oír abrirse la puerta del salón de juegos lo sobresaltó. Llevaba un traje
de baño negro de una sola pieza con un pareo que cubría la mayor parte de sus
largas piernas pero el escote era bajo y aunque sus pechos no eran enormes, se
veían muy bien.
Gio se incorporó un poco, golpeándose mentalmente. ¿Qué diablos
pasaba con él? No solo era Bianca y merecía más respeto que eso, sino que
estaba seguro que lo que pasaba en sus pantalones cortos no le sentaría bien a
Félix. Necesitaba mantenerse bajo control antes de quedarse en el jacuzzi toda la
noche. Esto no era algo que sería capaz de ocultar de ninguna manera.
La observó caminar hacia él lentamente con esa eterna sonrisa suya. La
suya, cuando se encontraba alrededor, empezaba a sentirse como un elemento
permanente en su rostro. —¿Cómo está el agua?
Esta vez, hizo la expresión orgásmica cerrando los ojos por un segundo.
—Fantástico.
—¿Y el vino? —preguntó ella, colocando su vaso en el portavasos en el
lado opuesto de la tina donde ahora se encontraba de pie y empezaba a subir.
Normalmente, Gio habría estado decepcionado e incluso se hubiera
quejado de que se dejara el pareo, pero en este caso se sintió agradecido de que 67
lo hiciera. Ya tenía un tiempo lo suficientemente difícil para controlar el
despertar en sus pantalones cortos. Era realmente molesto. Había visto a chicas
subir a jacuzzis usando mucho menos. O en pocas ocasiones, algunas se le
unieron completamente desnudas y nunca se sintió tan fuera de control.
Una cosa era segura, a menos que hubiera otra chica ahí por lo que
pudiera culparlo, se mantendría reacio de unirse con Bianca en esa bañera
cuando Félix estuviera cerca. Pensaba que no podría ponerse peor, así que se
imaginó que le complacería mirar su expresión cuando su cuerpo se hundiera
en la deliciosa agua caliente. Sabía lo que venía. Esa cosa que hacía cuando algo
sabía o se sentía tan bien. Pero en vez de eso, se fue hasta el fondo, su cabeza
pasando por debajo de la superficie.
Cuando reapareció, Gio literalmente contuvo el aliento. No creía que
fuera posible, pero el efecto que empezó a tener sobre él se intensificó cien veces
más ahora que se encontraba empapada. Tanto como lo intentaba, no podía
dejar de vagar su mirada por sus pechos. Una mirada a sus pezones erectos
empujando el traje de baño y sus ojos se alejaron de inmediato. Se hallaba tan
condenadamente duro que ahora se preocupaba de que podría de verdad darse
cuenta a través del agua.
Aprovechando el momento en que ella echó la cabeza hacia atrás y alisó
su cabello, se reajustó. Se sentía como un jodido niño de quince años. ¿Cuál
demonios era su problema? Cualquier pensamiento de hacer la cosa del flirteo
que habían hecho antes salió volando por la ventana. Tenía que pensar rápido
antes de que se pusiera juguetona con él. Si siquiera pensaba en hacer el acto de
sirena sexy ahora, no creía ser capaz de aguantar más y esto no podía suceder.
—Así que, ¿tu madre nació sorda o le sucedió algo? —Iba a preguntarlo
antes, pero temía que el tema pudiera ser demasiado pesado y egoístamente
quería disfrutar de su día alegre con ella. Ahora le daba la bienvenida a lo
pesado.
Para su sorpresa, no pareció importarle en absoluto el tema. —Mi abuela
jura que no nació sorda, pero es realmente difícil determinarlo porque nació
prematura. Así que, hubo todo tipo de complicaciones.
Se hundió, descansando la cabeza en el reposacabezas del jacuzzi
haciendo que Gio estuviera eternamente agradecido de que cierta área de su
cuerpo estuviera ahora bien sumergida. Solo deseaba que una cierta parte de su
propio cuerpo también estuviera algo sumergido.
—Mi abuela siempre ha dicho que fue una de las tantas infecciones que
mi mamá tuvo antes de que lograra salir del hospital que hizo eso. Así es como
ella y mi papá se conocieron. En una de las muchas diferentes conferencias a las
que mis abuelos y mi madre asistieron para sordos. Ese es el por qué mis padres
solo tuvieron un hijo. Mi papá insistió en que quería un bebé, y mi mamá tenía
miedo de que fuera sorda. Por lo tanto, cuando nací perfectamente bien, mi
mamá dijo: „Eso es todo‟. Agradeció a Dios por la bendición, pero ya no tomó
más posibilidades.
68
Gio sonrió. Nunca se habría imaginado que alguien tan perfecto y tan
alegre como Bianca hubiera sido criada por dos padres con discapacidad
auditiva. Se sentía más que impresionado. —Entonces, crecer debe haber sido
realmente diferente para ti que para la mayoría de los niños.
Levantó un poco la cabeza para mirarlo. —Eso dependería de a qué
llamas diferente. Era todo lo que conocía, así que para mí, se sentía normal. Y ya
que mis abuelos se encontraban tan involucrados y como mi papá era
parcialmente sordo, nunca tuve que asistir a escuela especiales para niños con
padres sordos. Hablaba normalmente para el momento en que empecé el jardín
infantil. Solo en ocasiones hacía señas cuando hablaba, por costumbre. —Sonrió
ampliamente de repente—. Y ninguno de los niños se burló de mí como mi
abuela temía que podría pasar. Pensaron que era genial que supiera lenguaje de
señas.
Se sentaron en el jacuzzi por otros cuarenta minutos más o menos, pero
se sintió mucho más corto que eso. La mezcla del vino y el calmante masaje de
agua del jacuzzi hacían realmente un espectáculo en Gio.
—Será mejor que salgamos ahora —declaró Bianca, repentinamente—.
Una cosa es segura. Vas a dormir bien esta noche. Así como yo.
Agradecido de su cuerpo muy relajado, no estuvo inmediatamente
atento cuando ella se puso de pie. Eso, hasta que se dio la vuelta y empezó a
salir mientras se quitaba el pareo mojado, dándole a Gio una muy buena vista
de su glorioso trasero. Cerró los ojos con fuerza, deseando que el movimiento
que comenzaba en sus pantalones cortos se detuviera. Piensa en algo más. ¡Algo
más!
—¿Te estás quedando dormido?
Abrió los ojos y ella ahora se encontraba fuera de la tina poniéndose una
bata. —No, voy a terminar este último vaso y luego salgo.
—De acuerdo, pero no te vayas a quedar dormido —advirtió—. Me voy a
cambiar, pero estaré de vuelta para verte.
Sintiéndose un poco cálido por su preocupación, sonrió. —¿Lo
prometes?
Era oficial. Ahora estaba enamorado de su sonrisa. Lo hacía sentir… feliz.
—Lo prometo —dijo suavemente, luego salió.
Tan pronto como la escuchó cerrar la puerta del dormitorio, estuvo de
pie y fuera de la tina. Se apresuró a la habitación y se cambió. De pronto, no
podía esperar para encontrarse de vuelta en el mismo cuarto que ella.
Una vez vestido, prácticamente salió corriendo a la sala de juegos y
aunque sólo pasaron unos minutos desde la última vez que la vio, su corazón
hizo esta extraña cosa cuando vio que ya se encontraba ahí luciendo tan fresca
en su suave pijama.
—Eso fue rápido —dijo.
69
Gio se encogió de hombros. —Sólo me puse mis pantalones de pijama y
una camiseta.
Tuvo que recordarse a sí mismo donde se hallaba y con quién, porque
mientras se dirigía hacia la esquina de la barra en el cuarto de juegos donde ella
se servía otra copa de vino, tuvo la increíble urgencia de envolver los brazos a
su alrededor y besarla tontamente.
Se detuvo a unos pocos metros y ella se giró hacia él. —¿Quieres otra
copa? Tomaré una más y entonces habré terminando.
—Sí, tomaré una.
Esta era la primera vez que probaba el vino y fue ante su insistencia que
haría maravillas para relajar sus músculos. Al principio, se resistió a su oferta,
pero ahora tenía que admitir que era bueno.
—¿Puedo preguntarte algo?
Ese brillo que vio en sus ojos antes cuando se lamió los labios en el auto,
regresó. —Eh, sí —dijo, ya tratando de conjurar tanta moderación como podía
en caso de que dijera algo que lo empujara al límite, especialmente ahora que
había bebido unas copas de vino.
—¿Qué le dices a las chicas que te muestran su lengua? —El brillo se
hallaba en su sonrisa ahora.
Sus ojos se encontraron. ¿De verdad tenía que volver a eso? Por un
momento, pensó que sería mejor si no le decía, inventar algo. Pero cuanto más
miraba esos ojos, más quería que supiera. —Que si van a mostrármela, es mejor
que se preparen para usarla.
Los ojos de ella se abrieron un poco, pero vio algo más en ellos que le
asustó, haciendo a su corazón palpitar, emocionado. Si se lamía los labios de
nuevo, no sería responsable de sus acciones, porque estaba a su favor. Su
respiración se aceleró ahora y se sintió perdido completamente en sus ojos.
Parpadeó entonces, apretando los ojos, y apartó la mirada como si
estuviera tratando de encontrar algo mejor. —Eso es…
Gio no sabía de lo que hablaba al principio, y luego también lo escuchó,
música. Se concentró en ella también. Era música en español y venía de afuera.
Se hizo incluso más fuerte ahora. Bianca caminó a la ventana que daba al frente
de la cabaña y la siguió cuando se hizo evidente que la música podría ser
realmente en vivo.
Las manos de ella se fueron a su boca cuando alcanzó la ventana. Se dio
la vuelta y corrió, pasándolo hacia la puerta principal. La miró confundido,
entonces vio por la ventana. Había un conjunto entero de mariachis ahí afuera.
De pie con ellos, Félix. Sostenía un gran ramo de flores. Observó hasta que vio a
Bianca, que ahora llevaba sus botas de nieve sobre los pantalones de pijama,
volar a sus brazos. Él no la apartaba de nuevo. Quiso sorprenderla y a lo
grande.
70
Gio no se sentía seguro de qué esperaba, pero lo que sintió en el
momento que vio a Félix besarla, no lo era. Tragó duro, recordándose a sí
mismo que tal vez esto era algo bueno. Que hiciera tal producción para
sorprenderla quería decir que realmente se preocupaba por ella.
La decisión fue la más rápida y la más fácil que jamás había tomado. El
corto periodo de tiempo que pasó con Bianca era todo lo que necesitaba para
saber que era especial, demasiado especial para tener su corazón destrozado. Si
Félix no tenía el sentido para ver eso, Gio se aseguraría de que lo hiciera,
incluso si tenía que meterlo a golpes dentro de él.
9
Centrándose en la emoción de ver a Félix, sentir sus brazos alrededor de
ella, Bianca hizo a un lado cualquier agobiante sentimiento de culpa. Todo fue
curiosidad. Sintió curiosidad por el comentario de Gio desde la primera vez que
lo dijo en la pista. El vino sólo le dio el coraje para preguntárselo. Eso era todo.
—¿Qué sucedió? —preguntó, alejándose así podía ver sus ojos—. Creí
que dijiste que no llegarías esta noche.
—Nena, esperaba a mi conductor cuando te llamé. —La juguetona
sonrisa de Félix la calentó. Era lo que más amaba de él. Siempre le dijo que
podría imaginarlo totalmente de pequeño. A pesar de sus duros rasgos, aún
tenía rostro de bebé—. Estaba a punto de decírtelo, pero sabía cuán
decepcionada te sentía porque no llegué ayer. Quería hacer algo especial.
Bianca giró hacia los mariachis que no habían dejado de tocar. En un 71
momento, sonreía tan ampliamente que casi se reía, luego fue como si la
emoción se hubiera ido y su estómago cayó.
Andy, el publicista de Félix, la saludó desde donde se encontraba parado
junto a la parte trasera del auto, hablando por teléfono. Se volvió de nuevo a
Félix, luchando contra el ceño que amenazaba con arruinar su feliz rostro. —
¿Por qué está aquí?
—Sólo se quedará aquí por un par de días. Ya sabes, los medios de
comunicación saben que voy a estar aquí y ya están de camino. De hecho, ya
había una furgoneta aparcada afuera de la verja cuando llegué. —Félix envolvió
sus brazos alrededor de su cintura y Bianca no pudo evitar sonreír y tocar sus
labios con el dedo. Él lo besó y luego continuó—: Está aquí para tratar con los
primeros intercambios con los medios de comunicación y mañana por la
mañana tengo programada una aparición en alguna cosa de caridad.
Bianca no pudo evitar sentirse decepcionada y, aparentemente, tampoco
fue buena en ocultar eso. Félix besó su frente y luego rápidamente comenzó a
explicar. —Es por la mañana. Volveré antes del almuerzo y luego podremos
pasar todo el resto del día juntos. Habría dicho que no, pero Andy piensa que es
mejor si hago voluntariamente las fotos para todos esos buitres. Dice que serán
menos persistentes en conseguir la primera foto de mí aquí si se los ofrezco de
frente.
Bianca se estremeció. En su apuro por llegar a Félix,salió sólo en pijama,
apenas deteniéndose para ponerse las botas.
—Vamos, vamos a conseguirte una chaqueta —dijo Félix.
Bianca envolvió los brazos alrededor de su enorme brazo, inclinando la
cabeza contra él y, por un instante, recordó el tocar y sostener los brazos de Gio
en la pista, la primera vez que le enseñó cómo levantarse. De nuevo, trató de
sacudirse esos pensamientos hasta que Félix los trajo justo de regreso. —Así
que, ¿Gio entendió el snowboard?
—Sí —sonrió—. Es malditamente bueno, en realidad. Quería competir.
Félix se rio. —¡Ah, mierda! ¿Estuvieron afuera todo el día? —Gio se
encontraba de pie en el interior cuando entraron, haciendo la sonrisa de Félix
aún más grande—. ¡Hola, hermano! —Se alejó de Bianca para estirar el brazo y
palmear el hombro de Gio y luego sacudir su mano—. Lo siento, me tomó un
tiempo llegar aquí, pero escuché que tuviste algo de diversión en las pistas hoy.
Gio miró a Bianca con una sonrisa. —Sí, me llevó ahí arriba. ¿Y te dijo
cuán jodido estaba?
Bianca se rio. Se sintió contenta al no encontrar ninguna torpeza. No
sabía lo que estaba pensando. Esos dos habían sido amigos por años.
—Sí, bueno, espera hasta mañana. Vas a estar postrado todo el día. ¿Ya
has tomado alguna aspirina? 72
Gio sacudió la cabeza. —No aún.
—Amigo, toma algo. No estoy bromeando. Vas a sentirte malditamente
mal mañana.
Gio le aseguró que lo haría. Bianca se alejó para agarrar su pesada
chaqueta, la gorrita y sus guantes. No sabía de por cuánto tiempo estarían allí
los mariachis, pero hacía frío afuera.
Se pararon en el porche con otro vaso de vino y escucharon a los músicos
tocar unas cuantas canciones más. Félix la sostuvo cerca, susurrándole una y
otra vez cuánto la extrañó. Luego, Gio se les unió como prometió después de
que Félix insistiera que bebiera unas cuantas copas con ellos antes de ir a la
cama.
Al principio, se veía algo incómodo, pero luego de unos minutos, se reía
debido a las historias de Félix sobre los viejos tiempos.
Cuando los mariachis terminaron, Félix caminó hacia el taxi donde se
encontraban para pagarles. También necesitaba hablar con el conductor que los
llevaría de regreso al restaurante donde los encontró.
Bianca miró a Gio y, para su sorpresa, él le sonrió juguetonamente. —
¿Estás feliz?
Sonrió, asintiendo y sintiéndose un poco avergonzada sobre cuán obvia
era. Estar en los brazos de Félix de nuevo, escuchándole decir que la extrañaba
la hacía más que feliz.
Félix subió las escaleras de la cabaña, tirándola inmediatamente hacia él.
—Así que, mañana —dijo, inclinándose contra la verja y envolviendo los
brazos alrededor de la cintura de Bianca, así ambos miraban a Gio—. No creo
que puedas levantarte para comenzar a entrenar, y tengo que presentarme al
menos una vez en las celebraciones que tendrán en todo el mes debido a los
Nacionales de USASA.
—¿Qué es eso? —preguntó Gio.
—Campeonatos de snowboard y esquí. —Félix se detuvo para besar la
sien de Bianca y luego beber un trago de vino. Ya se encontraba tensa al
escucharlo hablar de hacer presentaciones. Se preguntó si él lo notó, y ese era el
por qué se detuvo—. De cualquier modo, mañana tendrán esta cosa en uno de
los bares de aquí. Será bastante genial. Tendrán bandas y esa mierda. Tendré
que congraciar un poco, pero Ray e Ignacio estarán allí. Y Andy. —Félix hizo un
ruido con la lengua—. No te preocupes, me aseguraré de que te enganche con
alguien.
Bianca luchó con la urgencia de rodar los ojos, sabiendo exactamente lo
que eso significaba. Como si Gio necesitara ayuda para conseguir a alguien. El
chico probablemente tendría una fila de mujeres tan pronto como entrase en el
lugar. Para su sorpresa, la única respuesta de Gio fue—: ¿Y Bianca?
73
—Oh, ella estará allí también, ¿cierto, nena? —Bianca lo miró sonriente y
asintió—. Pero, probablemente estará conmigo mientras sociabilizo. Así que,
creo que te quedarás con Ray e Iggy mientras hago mis vueltas.
Gio asintió, tomando otro trago de su vino. Bianca lo observó,
preguntándose qué pensar del hecho de que su única preocupación sobre los
planes de mañana era si ella estaría allí.
Después de ese último trago, dieron por terminada la noche. Andy se
había ido hace tiempo a su propia cabaña en el recinto, pero le recordó a Félix
su cita por la mañana.
Los vasos extras de vino que Bianca bebió en honor a la inesperada
llegada de Félix tuvieron el efecto contrario al que normalmente tenían —la
hicieron sentirse ansiosa. Así que, las mariposas en su estómago sólo pensaban
en su primera noche juntos en semanas.
Tan pronto como la puerta se cerró detrás de ellos en la inmensa
habitación a la que Félix llamaba la habitación principal, la empujó hacia él,
hundiendo su lengua profundamente en su boca y luego gimió. —¡Maldición!
—dijo, alejándose para luego mirarla intensamente a los ojos sin decir nada por
un momento—. He tenido un día realmente largo. Necesito tomar una ducha,
pero, uh… —Le dio un tirón a la parte superior de su pijama—, no vas a
necesitar esto. El calefactor está encendido, así que te prometo que te congelarás
está noche. —La besó de nuevo, esta vez un poco más fuerte, con su lengua
explorándole la boca salvajemente—. Sácatelo y te encontraré en mi cama en
diez minutos. —Sin aliento, Bianca asintió mientras él se alejaba lentamente.
Se rio nerviosamente mientras titubeaba en los botones de su pijama,
luego decidió saltarse todo el proceso y se lo sacó por encima de la cabeza un
poco demasiado rápido. Con su cabeza en las nubes y sintiéndose demasiado
pesada, Bianca casi cayó en la cama, lo que la hizo soltar incluso más risitas. Se
las arregló para sentarse y sacar los pantalones y bragas, y luego trepar en la
magníficamente cómoda cama. Se deslizó bajo las sábanas de seda y se recostó
en muchas almohadas que había.
Después de la decepción de esa mañana, Félixlo compensó con creces y
pronto estaría haciéndole el amor. Respiró profundamente y cerró los ojos,
apenas capaz de creer en cuán maravilloso se había convertido ese día. Cielo…
se sentía como estar en el cielo.

***

Los ojos de Bianca siguieron yendo desde la parte trasera de la cabeza del
conductor hacia el espejo retrovisor mientras Gio le abría las piernas. Su corazón latía
como nunca lo hizo. Apenas podía creer que estuviera sentada en el asiento trasero con
él, desnuda de cintura hacia abajo.
Se rehusó a apartar la mirada del conductor. ¿Sabía él lo que estaban haciendo?
74
¿Le diría a Félix? Sentir a Gio extendiéndola con sus dedos la hizo respirar un poco más
fuerte y un pequeño gemido se le escapó.
—Shh —la silenció Gio.
No lo miraría, pero su pecho se movía de arriba abajo y jadeó cuando un dedo
comenzó a masajear ese punto. El único que no estaba destinado para nadie más que
Félix; sin embargo, aquí se encontraba Gio, tocándola, acariciándola. Se mordió el labio
inferior mientras un dedo se hundía en su interior. Estaba tan húmeda que era casi
vergonzoso, pero en ese punto, le habría rogado que no se detuviera. Trabajó en ella con
movimientos circulares mientras hundía otro dedo en su interior, y Bianca se esforzó
para contener sus gemidos.
El incontrolable temblor comenzó y sus ojos se abrían y se cerraban a medida que
lo sentía construirse. Gimió ruidosamente y los ojos del conductor encontraron los
suyos en el espejo retrovisor, pero no le importó.
—Vamos, cariño —susurró. Eso sólo la hizo gemir más alto mientras su cuerpo
comenzaba a temblar y la increíble sensación la inundaba por todas partes—. Eso es,
chica —susurró Gio—. Esa es mi chica.
Continuó gimiendo, cerrando los ojos con fuerza mientras espasmo tras glorioso
espasmo continuaban, y estuvo segura de que se desmayaría por el placer. —¿Te gustó?
Algo andaba mal. Esto no estaba bien. Por supuesto, algo andaba mal en la voz
que gritó en su cabeza.
—¿Te gusta, nena?
Los ojos de Bianca se abrieron y jadeó por un momento, incapaz de
respirar. Félixse encontraba apoyado en sus codos junto a ella desnuda. Se
recostó allí, con los brazos y piernas extendidos en medio de la cama. Todas las
sábanas desaparecieron. Su corazón aún latía salvajemente mientras se daba
cuenta de lo que había sucedido.
Félix sonrió, besándola suavemente. —Lo siento. Iba a dejarte dormir,
pero no pude controlarme. Luces tan malditamente bien acostada aquí,
desnuda, y una vez que comencé, lo disfrutabas tanto que no había forma de
que me detuviera. Pero, maldición si no fue jodidamente caliente verte venirte
en sueños. —Se movió encima de ella y Bianca sintió su erección rozándole la
pierna—. Te prometo que esto no tomará mucho tiempo en absoluto —dijo con
una suave risa.
Su corazón latía incluso más erráticamente ahora. ¿Por cuánto tiempo se
había dormido? Pero,¿gritó tan fuerte en su cabeza porque soñaba con que Gio
le hacía esto, no Félix?
Envolvió los brazos alrededor del cuello de Félix, besándolo
profundamente. —Te amo.
—Yo también —dijo justo antes de entrar en ella con un gruñido.
Como siempre, fue increíblemente gentil —siempre lo era. Fue algo que
su madre le dijo que debería apreciar. La mayoría de los hombres jóvenes eran
bruscos y egoístas al hacer el amor. Félix no. Él dijo que Bianca era diferente a 75
todas las chicas con las que había salido, especial, y que siempre la trataría de
esa forma.
Incluso aunque lo apreciaba, en ese momento, Bianca necesitaba más. La
culpa de su sueño la estaba matando. No merecía que fuese gentil. Alzó las
caderas, deseando que fuera tan profundo como era posible. Con aires de
culpabilidad, le enseñó cuánto lo amaba con su cuerpo. Con cada embestida,
alzaba las caderas más alto. Cada vez, él iba un poco más profundo y duro, y a
Bianca le encantaba.
Incluso aunque le prometió que sería rápido, hizo que durara hasta que
Bianca se corrió de nuevo, sólo que esta vez, reprimió los gemidos, apretando
los brazos alrededor de su cuello mientras Félix se enterraba tan
profundamente en su interior como podía.
Colapsó sobre ella, respirando pesadamente y, por alguna razón, Bianca
no quería abrir los ojos. El recuerdo de su clímax minutos atrás no se
desvanecía. Tampoco el impacto de darse cuenta que su novio fue el que hizo
que sucediera. Lo más inquietante era la decepción que sintió, ya que no fue
Gio. La culpa que sentía era demasiado para poder soportarla. ¿Qué estaba mal
con ella?
—Te amo —susurró ansiosamente mientras abría los ojos.
Félix levantó la cabeza para mirarla y sonrió. —También te amo, Bianca.
Sus ojos debían haber lucido tan triste como se sentían. Después de lo
que había sucedido, y no sólo durante el día, sino también en la tarde, su
cuerpo se sentía agotado. —Hora de dormir, dormilona —susurró antes de
bajarse de ella.
Salió y Bianca supuso que iría al baño para coger una toalla, pero nunca
lo descubrió, porque en segundos, dormía de nuevo.

***

No importaba cuánto le hubieran advertido a Gio, no esperaba sentirse


así de mal. La caminata desde el baño a su cama fue insoportable. No había
forma de que dejase la cabaña ese día o incluso en la noche. Tendría suerte si
salía de la cama para algo más aparte de usar el baño.
Bianca le prometió que dolería. Él estuvo tratando con el dolor por años.
Como boxeador, el dolor siempre se encontraba allí, pero esto era ridículo. No
era dolor. Iba más allá de él. Se sentó lentamente, haciendo una mueca mientras
el dolor se disparaba hacia sus muslos.
Hubo un golpe en la puerta y Gio gruñó en respuesta. La puerta se abrió
y Félix asomó la cabeza, riéndose de la adolorida expresión de Gio. Se recostó
lentamente en la cama con el ceño fruncido. —Síguete riendo, imbécil. Deberías
haberme dado un Vicodin, no una aspirina.
76
Félix entró, aún riéndose. —Te dije que dolería. ¿Vas a comer? El
desayuno está listo.
—Diablos, no. Apenas puedo ir al baño.
—¿Tan malo es? —Félix se detuvo y pareció reflexionar en algo por un
segundo—. Sí, era así de malo ahora que puedo recordarlo. —Se rio de nuevo—.
Ve y siéntate en la tina de nuevo. Esa mierda te ayudará.
Gio no pudo evitar imaginar tratar de meterse en esa cosa con todo el
dolor que sentía. —Escucha, ahora tengo que salir y Bianca va a trabajar hoy, así
que estará fuera toda la mañana, pero ambos deberíamos regresar para la hora
del almuerzo. Y como vas a acompañarnos esta noche, mete tu trasero en la
tina. —Félix le echó un vistazo a la puerta y luego la cerró suavemente. Gio lo
observó, preguntándose qué estaba haciendo—. Así que, ¿qué piensas?
—¿De qué?
—De Bianca. Es algo más, ¿no?
Gio apartó la mirada, incapaz de ver a Félix a los ojos. —Sí, es realmente
dulce.
—Es increíble. Es la única que me ha hecho considerar dejar toda mi vida
de soltero atrás.
Eso debería haber hecho que Gio se sintiera mejor, pero sólo le irritó.
¿Considerar? —¿No estás seguro? Tú mismo lo dijiste. Es increíble.
—Bueno, sí —dijo Félix, inclinándose contra el tocador—. Pero mi vida
está demasiado fuera de control ahora mismo como para comprometerme en
algo serio. Siempre sucede algo. Es sólo que no sé si puedo estar allí para ella
como lo necesita… como lo merece. ¿Lo entiendes?
Gio no había planeado tener esa conversación con él aún. Se sentía
demasiado adolorido y todo lo que quería hacer hoy era relajarse. Ahora, cada
músculo en su cuerpo se encontraba tensado. Las palabras de Bianca en el auto
lo golpearon repentinamente: Yo también te amor. —Parece que ella tiene la
impresión de que están en algo serio. —Trataba de hacer todo lo posible para no
sonar tan enojado como se sentía. Así que,¿no sabía si podía darle lo que
necesitaba, pero iba a hacerle creer que estaba enamorado de ella? ¿Qué
demonios? Incapaz de contenerse, le preguntó—: ¿Qué sucedió contigo y la
chica en Chicago?
Para la sorpresa de Gio, Félix no sonrió como esperaba. En realidad, lucía
preocupado por ello. —¿Viste eso?
—Fue un espectáculo sindicado, amigo. Todos en la nación que estaban
en sintonía anoche lo vieron. ¿Bianca lo sabe?
—De ninguna forma. —Félix sacudió la cabeza y luego bajó la voz—. No
sigue los programas de chismes. No desde el año pasado y esa foto apareció por 77
toda la prensa rosa. Entiende que la mayoría de las historias en esos programas
son para el rating y que la mayoría están lejos de la realidad. —Frunció el ceño,
alejándose del tocador—. Pero voy a tener que hablar con ella sobre esto.
Gio estaba subiendo las piernas a la cama e inclinándose contra el
cabezal cuando el último comentario de Félix le hizo detenerse y mirarlo,
esperando que siguiera. El caso de Félix era que fue fotografiado entrando en
un hotel con otra chica. ¿Cómo podría ser eso una mentira?
Hubo un suave golpe en la puerta seguido de la voz de Bianca. —¿Félix?
¿Aún estás aquí?
Félix miró a Gio, apretando los labios. No había duda de que pensaba lo
mismo que Gio: ¿escuchó algo? —Sí, entra, nena.
La puerta se abrió y el dulce rostro de Bianca apareció, sonriente. —
Buenos días, Gio. —Luego sus ojos se tornaron compasivos—. ¿Te sientes muy
mal?
Reticente a decir cuán adolorido se sentía, Gio movió la cabeza
ligeramente. Era lo mejor que podía hacer sin provocarse más dolor. —Un poco.
—Le frunció el ceño a Félix mientras se reía.
—Deberías sentarte en la tina de nuevo. Te sentirás mucho mejor que
anoche. Lo prometo. —Gio sonrió. Allí iba ella prometiendo cosas de nuevo.
Luego, se volvió hacia Félix—. Sólo quería decirte que ya me iba.
—También me voy. Podemos irnos juntos. —Llevando su atención de
regreso a Gio, Félix sonrió—. No estoy bromeando, amigo. Saca tu trasero de la
cama y métete en la tina, porque vas a ir esta noche. Sin excusas. No hay nada
que un poco de tequila y algo de linda compañía no pueda arreglar. —Le guiñó
un ojo a Gio mientras caminaba hacia la salida.
—Espero que te sientas mejor luego, Gio. —Bianca se despidió con un
pequeño movimiento y Gio pensó que, por un momento, ella se sintió culpable
por no haberle advertido ayer cuán mal se sentiría hoy, porque había algo que
faltaba en su usual y brillante sonrisa.
—Gracias. Estaré bien.
Cerraron la puerta y Gio se inclinó hacia atrás, dejando que sus músculos
se relajaran y cerró los ojos. Pensó en lo que Félix le dijo. ¿Le contaría sobre la
chica en el hotel con él? Ni siquiera quería pensar en Bianca sintiéndose triste.
No después de saber cuán alegre era.
Sus ojos se abrieron ante el golpe en la puerta. —¿Sí?
—La señorita Bianca me pidió que le trajera algo, señor —explicó
Amparo desde el otro lado de la puerta.
—Entre. —Gio se sentó un poco más recto, preguntándose que podría
ser.
Amparo abrió la puerta con una mano mientras que con la otra sostenía
una bandeja. Un desayuno en todo su esplendor. Había incluso rebanadas de
78
plátano al costado de suswaffles y un par de aspirinas junto a un jugo. Gio
sonrió mientras ella ponía la bandeja sobre su regazo. —Oh, guau. Esto luce
realmente bien. Gracias, Amparo.
Amparo sonrió. —¿Hay algo más que necesite?
Aún estaba mirando todo lo que había en la bandeja cuando notó un
pedazo de papel plegado con su nombre en él, metido debajo del vaso de jugo.
Se volvió hacia Amparo y, deseando repentinamente que se fuera, sonrió. —No,
tengo todo lo que necesito. Gracias.
Tan pronto como cerró la puerta, alcanzó la nota, su corazón haciendo la
misma cosa que estuvo haciendo todo el día de ayer. Desdobló el papel y leyó:
Sabía que ni siquiera serías capaz de levantarte para ir a la cocina, así que le dije
a Amparo tus gustos. Espero que esté bien. Dejé instrucciones para tu almuerzo y estoy
cruzando los dedos para que te sientas mejor esta noche. ¡Odio esas cosas, pero no le
digas a Félix que dije eso! Espero verte esta noche. Un beso y un abrazo, B.
Gio la leyó dos veces más, obsesionándose cada vez con el: “Cruzando
los dedos” y el: “No le digas a Félix”. Ella quería que estuviese allí esa noche. Se
sentía extrañamente emocionado por eso; lo que no tenía sentido, ya que Félix
también estaría allí. ¿Aún estaba cruzando sus dedos?
¿Tampoco quería que le mencionara la nota a Félix? Por mucho rato, sus
ojos permanecieron en el: Un beso y un abrazo. Sabía que no significaba nada,
pero como uno de esos locos y jóvenes fans leyendo una carta de sus ídolos,
tocó las palabras de “beso” y“abrazo”con los dedos. Luego, sintiéndose como
un imbécil, se rio antes de meter la nota en el bolsillo de su camisa y empezó a
comer.

79
10
Durante toda la mañana, Bianca trabajó su turno en la tienda y respondió
a todas las preguntas de su madre y la abuela, empujando los pensamientos de
su sueño a un lado. Fue sólo un sueño. Había pasado todo el día con Gio. Por
supuesto, tendría sentido que él estuviera incluso en sus pensamientos
subconscientes. Pero lo que la atormentaba más que nada, era lo que hacía allí y
la decepción que sintió cuando se despertó y se dio cuenta de que no era Gio.
¿Por qué en el mundo estaría decepcionada? Le emocionaba tanto que
Félixpor fin estuviera aquí con ella. Claro, Gio era precioso y dulce pero ella
amaba a Félix.
Estaba segura de que la hora de cursos universitarios en línea que pasó
esa mañana fue en vano, porque todo el tiempo su mente se había alejado a su
sueño. Sacudió la cabeza mientras apagó el coche. Fue sólo un sueño. Había 80
tenido un montón de sueños extraños e inexplicables. ¡Deja de pensar tanto en
esto!
Toni sonrió cuando ella entró en su salón de belleza una vez más vacío.
Para sorpresa de Bianca, el pelo de Toni era del mismo color que la última vez
que la vio pero lo tenía en este estilo geisha, elaborado con grandes peines y
todo, a pesar de que se pasó con el maquillaje blanco. Sonrió señalando lo que
hizo. —Te ves bien. Dudo seriamente ahora que alguna vez encuentres un estilo
que no te encaje, Toni.
Le guiñó un ojo mientras se levantaba. —Keith, el tipo que te dije que
conocí en ese festival de cine pseudoartístico hace unos meses en Los Ángeles
va a venir esta noche. Va a traer algún documental japonés en el que su amigo y
él trabajaron sobre la historia de una Geisha. Me imaginé que enloquecería con
mi pelo.
Ella se sentó en una de las sillas de peluquería, riendo suavemente. —
Estoy segura de que lo hará.
Toni se le acercó por detrás, frente al espejo. —Entonces, ¿qué va a ser?
Bianca ya la había informado sobre la fiesta de esta noche cuando llamó
para preguntarle si estaba disponible para arreglar su cabello. —Nada
demasiado elaborado. En realidad estoy esperando fundirme en la multitud.
Tengo la sensación de que será invadido por los paparazzi y esas cosas.
Preferiría no ir, pero él me quiere ahí.
Toni miró hacia otro lado pero Bianca notó cómo cambió su expresión.
Desde que salió la gran foto y la promesa de Bianca de no ponerla al corriente
de cualquier chisme sin nada concreto para confirmar, a Toni le parecía muy
bien no compartir nada de lo que leyó. Ella conocía esa expresión. La había
visto antes cuando su amiga le decía algo desagradable que había leído en los
periódicos o visto en la televisión sobre Félix.
Toni abrió y cerró los cajones demasiado rápido y ruidosamente y
evitaba el contacto visual. —Puedo suavizar la elegancia. Sé exactamente lo que
haré.
—¿Toni?
Siguió hurgando en el cajón sin levantar la vista. —¿Hmm?
—¿Hay algo que quieras decirme? —Normalmente, ni siquiera le
preguntaría si sospechaba que tenía algo que ver con los muchos espectáculos
de tabloides que Toni miraba pero ahora se comportaba muy extraña.
Toni la miró por un segundo y luego se fue inmediatamente a buscar en
el cajón. —Uh, no.
—Escúpelo, Toni. —Si el malestar que sentía no fuera tan abrumador,
Bianca podría reírse de cuan obvia era Toni. Su estilo y personalidad iban de la
mano. No había nada ambiguo sobre ella. Así que era terrible intentando
ocultar sus sentimientos.
Se detuvo y miró en el espejo con el ceño fruncido. —Cariño, no es nada.
81
Es que al aproximarse esta pelea, Félix ha sido la moda últimamente en todos
los programas de chismes. Y me conoces, en el momento en que empiezan a
hablar de su escurridizo interés amoroso en Big Bear tengo que mirar y ver si
por casualidad te mencionaran o alguna foto de ti y todo.
Volvió a hurgar en el cajón hasta que se acercó con un peine rojo y
caminó detrás de ella. Bianca tenía casi miedo de preguntarle pero tenía que
hacerlo. —¿La tienen?
Toni finalmente puso su expresión “bien, estoy llegando al punto” y
cambió su peso a un lado mirando a Bianca directamente a los ojos a través del
espejo. —Siempre es otra persona que creen que eres tú. —Los ojos de Bianca se
abrieron ante el comentario y su estómago cayó—.Pero —añadió Toni
rápidamente—, no había dicho nada porque nunca hay nada concreto acerca de
las chicas en esos cortos videos o fotos que muestran de él. No hay nunca
ninguna prueba sólida de que las fotos no son todas viejas.
Pensó en los mariachis que Félix había puesto en su camino para llegar a
ella y cómo sonaba tan genuino cuando dijo que la amaba. No iba a entrar en
pánico pero sabía que Toni ni siquiera estaría hablando de esto si no fueran más
que sólo fotos antiguas y rumores sin fundamento reales. —¿Qué más dijeron?
Toni tomó una respiración profunda. —Tú dijiste que estaba en Chicago
la semana pasada, ¿verdad?
—Sí. —Contuvo la respiración preocupada con anticipación.
—Tenían fotos de él con una chica allí. No era nada malo pero uno de
ellos lo mostró entrando en un hotel. Fueron supuestamente tomadas el día en
que se quedó atascado ahí fuera.
Bianca la miró sin saber qué pensar. —¿Estaban tomados de la mano o
algo? —Su propia voz ya sonaba tensa para sus oídos y tragó saliva. ¿Podría ser
posible que Félix estuviera jugando con ella?
—No. —La voz de Toni tomó un tono tranquilizador—. Todas las fotos
eran muy inocentes. Podría haber sido sólo una socia o algo y si no fuera por el
hecho de que entraron en un hotel y el mismo día en que se suponía que volaba
hasta aquí para estar contigo ni siquiera habría pensado en sacar el tema. —
Toni rodeó la silla y la miró—. Deberías preguntarle. Al igual que todas las
otras veces, estoy segura de que hay una explicación razonable.
Asintió, sorprendida de que no estuviera lloriqueando ya. Pero sentía el
amor de Félix por ella en sus besos. Lo vio tan claro como el día en sus ojos
cuando la miraba. Si no fuera por eso, podría estarlo. En todo caso, estaba
enojada. Al igual que le prometió no saltar a conclusiones sin preguntarle
primero, él le prometió que le diría sobre cualquier cosa que pensara que
volvería a ella y que podría considerar cuestionable. Tenía que entender que las
cosas como estas podrían fácilmente, y por muy buenas razones, molestarles.
—Le preguntaré sobre eso hoy. —Sonrió—. Gracias por sacar el tema.
Todavía no estoy viendo ninguno de esos programas o leyendo los periódicos
así que nunca lo habría sabido. —Su sonrisa se amplió más al recordar justo
82
como dijo Toni, todas las otras veces habían habido explicaciones perfectamente
aceptables, probablementetambién las habría para esta.
Una vez más, Toni hizo un trabajo increíble con el pelo y el maquillaje.
Estas eran las únicas veces que usaba los servicios de Toni porque hasta que
llegó Félix, rara vez usaba maquillaje. Y si lo hacía, no justificaba tener que
aplicarlo profesionalmente. Pero al saber que sería el centro de atención, quería
verse lo más agradable posible.
El auto que Félix envió por ella, ya la esperaba cuando regresó a casa de
su abuela. Su madre y Nana suspiraron y exclamaron sobre el maquillaje y el
cabello, lo que debería haberla hecho sentir mejor. Sin embargo, el nudo en su
estómago por las noticias que le contó Toni seguía firme en su lugar.
El viaje de regreso a la cabaña se sintió más largo de lo normal. Sabía que
tenía que haber una explicación aceptable. Toni le había dado algunos detalles
extra acerca de las fotos. Aparentemente, habían ido a cenar solos. Y esta vez no
había ningún otro novio o su agente cerca. Sólo los habían visto a los dos salir
del restaurante y llegar a su hotel. Entre más pensaba en ello, estuvo más
insegura de que esta fuera explicable.
Félix salió de la cabaña al pórtico cuando el auto se acercó. Bajó las
escaleras y se preparó para abrir la puerta cuando el auto se detuvo. Tan pronto
como salió, él la atrajo hacia sí y la besó suave pero profundamente. —Habría
ido con él para recogerte pero acabo de llegar aquí. —La besó de nuevo y luego
añadió—: Luces hermosa.
El corazón de Bianca se aceleró. La idea de que esto fuera toda una gran
mentira, que él hacia esto con una chica diferente donde quiera que fuera, era
demasiado abrumador. Antes de que pudiera besarla de nuevo, puso la mano
en su pecho. —¿Con quién estabas el día que te quedaste atascado en Chicago?
Su reacción fue cualquier cosa menos lo que esperaba. Lo soltó de esa
manera porque necesitaba la tranquilidad inmediata de que se equivocaba otra
vez, verlo en sus amorosos ojos. En cambio, su expresión preocupada y casi
temerosa hizo todo lo contrario. Se apartó de él.
—Iba a decírtelo tan pronto como llegara el momento. —Extendió la
mano, pero ella retrocedió.
—¿Decirme qué?
—Es una larga historia pero puedo explicarlo.
¿Explicarlo? Bianca no necesitaba largas explicaciones. Sólo había una
cosa que necesitaba saber ahora mientras su corazón golpeando se sentía a
punto de explotar. —¿Te acostaste con ella?
—¡No!
—¿Pero la llevaste a tu hotel? —¿Había hecho el amor con ella anoche y
sólo unas pocas noches antes tenía a otra chica en su hotel con él? Ahora quería 83
gritar.
—Quiero hablar contigo sobre eso—dijo con calma—. Pero está frío aquí
afuera. Entremos.
—No voy a poner un pie dentro hasta que me digas qué está pasando. —
Se esforzaba por no perder el control pero se sentía tan cerca.
—Nena, relájate. Te prometo que no es lo que piensas —exhaló—. Está
bien. Salí con ella un par de veces en el pasado. No la había visto en semanas.
—¿Semanas? —gritó, ciertamente ahora iba a enloquecer—. ¿La viste
hace algunas semanas también?
—Sí. La vi. —Ella vio el pánico en sus ojos un momento y luego como
desapareció—. Eso fue todo. No fue planeado. Sólo me encontré con ella. —
Volvió a intentar en vano alcanzar su mano, pero Bianca la arrancó de nuevo
dando otro paso lejos de él—. Nunca terminé formalmente las cosas con ella.
Sólo dejé de llamarla una vez que empecé a verte y quería darle el cierre que
pensé se merecía. Ella vive en Chicago, así que como me encontraba en la
ciudad la llevé a cenar y le hice saber que ahora estoy en una relación.
—Y luego la llevaste de regreso a tu hotel.
—Para tomar una copa en el salón de abajo pero te juro que eso es todo
lo que pasó. Y tenía toda la intención de decirte sobre eso. Tienes que creerme.
Dio otro paso hacia ella y Bianca retrocedió otro. Con cada paso que se
alejaba, había estado mucho más cerca de los autos y su espalda ahora los
tocaba por lo que era imposible alejarse más. Él puso las manos a ambos lados
de ella contra el auto, encerrándola entre sus brazos. —Te amo, Bianca. Sé que
esto es difícil. Es horrible que escuches esta mierda antes de que tenga la
oportunidad de explicarlo, pero te prometo que no voy a hacerte daño.
—¿Cómo se llama? —exigió, haciéndole fruncir el ceño—. Quiero saber.
—Shelley. Es una interna en el Chicago Sun-Times. Me co-entrevistó a
principios del año pasado y salimos un par de veces. Cada vez que hay una
rueda de prensa en Chicago está ahí y ese es el por qué y cómo me encuentro
con ella a veces, pero ya se acabó. —Su rostro se inclinó hacia ella y rozó sus
labios suavemente contra los suyos. Tan insegura como todavía se sentía, quería
creerle—. Te amo —susurró contra su boca—. Por favor, dime que me crees
cuando digo que no voy a hacerte daño.
—Quiero hacerlo. —Logró que el alivio se deslizara poco a poco en su
sospechoso corazón.
Alejó las manos del coche y sostuvo su cara. —Puedes. Te lo juro. —La
besó de nuevo, pero a diferencia del pasadoque había estado tan negada, no
sentía la sinceridad. Lo escuchó alto y claro en su voz, pero algo más profundo
en su instinto le decía lo contrario. Nadie podía ser tan bueno mintiendo,
¿verdad?
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Al final, permitiendo tranquilizarse le regresó el beso, esperando esa
liberaciónrepentina de sus miedos. La euforia que sentía con tanta frecuencia en
el pasado cuando sus dudas eran borradas por sus palabras y su caricia. Pero
esta vez no llegó.
Jadeó cuando él la recogió con sus grandes brazos por la cintura y la
levantaron del suelo. Una risa suave y esperanzada se le escapó cuando la
acunó en sus brazos y la llevó por las escaleras hacia la puerta principal de la
cabaña.
A pesar de que se sentía contenta en cierto modo y quería creer que él no
hizo nada con Shelley, tuvo que preguntarse si esto no terminaríanunca. Si
alguna vez confiaría completamente. Odiaba pensar que esto siempre sería una
parte de su relación, y odiaba lo rápido y fácil que le resultaba creer que él
podía hacerle algo así. Desapareció el nudo en la boca del estómago pero fue
reemplazado con algo más. Algo que ensombreció lo que debería haber sido un
enorme alivio. En cambio, era desconcertante y confuso.

***

Al doblar en el camino de entrada del club, Bianca se alivió de ver que el


séquito de periodistas que los había seguido, no tenían permitido el acceso en la
parte de atrás. Dejó escapar un suspiro de alivio y Félixle apretó la mano. —
¿Estás bien?
Sonrió y asintió, contenta de que haya venido el pobre Gio, incluso con
todo el obvio dolor por el que pasaba. Se veía tan desconcertado por los
periodistas como ella, pero por alguna razón, se veía más irritado que nervioso.
Pero claramente, estotambién era nuevo para él. Félix y Andy, que también los
acompañaban en la limusina ésta noche, se veían imperturbables por la
atención.
—Es una fiesta privada, así que todo el club está abierto sólo para los
invitados. Ellos —Félix hizo un gesto hacia la camioneta de periodistas que
dejaron atrás—, no están invitados.
Por supuesto, había reporteros presentes pero ya que estaban invitados,
él dijo que sólo se comportarían de la mejor manera a menos que no quisieran
volver a ser invitados a uno de éstos eventos.
Bianca había venido una vez a éste club con Toni. Pero no se dio cuenta
de que tenía una sección VIP. Entonces se percató de que ésta área había estado
abierta para todos la noche que estuvo allí. En realidad crearon una sección VIP
para Félix y sus invitados, cerrando una de las esquinas de la zona del bar. Sólo
habían estado sentados disfrutando su primera ronda de bebidas por unos
minutos cuando uno de los guardaespaldas de Félix, parado en una de las
entradas VIP, lo llamó.
85
—Ya regreso —le susurró en el oído antes de besarla suavemente y luego
se puso de pie.
Ella miró mientras él caminaba hacia su enorme guardaespaldas.
Cuandoéste se movió para dejarlo pasar, vio quién lo esperaba: una morena alta
con un pequeño vestido negro muy ajustado.
Bianca se puso en alerta inmediatamente. Había escuchado de las
groupies, incluso de parte de Félix, sin embargo nunca había pensado que su
guardaespaldas fuera tan estúpido como para llamarlo para reunirse con una
mientras él tomaba unas copas con su novia.
Se dio cuenta de que Gio también lo observaba y si no se equivocaba, se
veía tan irritado como ella de ver a la chica. Volvió a mirar a Félix cuando la
expresión irritada de Gio dio paso a una repentina sonrisa.
Félix regresaba a la mesa con la chica, así que ella se sentó un poco más
erguida, insegura de cómo reaccionar ante esto. —Evelyn, me gustaría que
conocieras a mi hermosa novia, Bianca.
—Es un placer conocerte, Bianca. —Evelyn extendió la mano y se
saludaron. Era alta y hermosa con oscuro cabello liso. Bianca encontró consuelo
no sólo en el hecho de que él la había presentado primero sino que había dejado
claro que era su novia—. Evelyn es una amiga de mi promotor. —Insegura de lo
que eso significaba, forzó una sonrisa educada.
También le molestó que Evelyn obviamente ya conocía a Andy. ¿Quién
demonios era ella realmente? ¿Y por qué se encontraba aquí ahora? Entonces
sus pensamientos se embrollaron cuando le presentó a Gio. —Evelyn, éste es mi
buen amigo y ahora uno de mis entrenadores, Gio.
Él se puso de pie yse le escapó una pequeña mueca, sin duda, una
reacción a sus miembros todavía doloridos. Bianca captó la ampliación de los
ojos de Evelyn cuando obtuvo una primera mirada más cerca de Gio. El tipo ya
era tan guapo y esta noche se veía, en una palabra delicioso. Félix les había
dicho que era de vestimenta semi formal así que le prestó uno de sus muchos
trajes. Félix estaba terriblemente guapo en su propio traje, pero ver a Gio todo
arreglado era algo más. El hombre ya era la perfección. A pesar de que se negó
a usar las tres piezas del traje, sí se puso los pantalones gris oscuro, una camisa
mangas larga de vestir blanca y un chaleco negro de terciopelo. Ya que su
pecho y espalda eran un poco más grandes que las de Félix, el chaleco le
resaltaba los gloriosos pectorales duros de los que había sido privada la noche
anterior en la bañera de hidromasaje.
Las cosas empezaban a tener sentido y si esto era lo que parecía, Evelyn
era la chica con la queFélixpretendía enganchara Gio. Genial. Se alegró cuando
se enteró que Gio estaría aquí esta noche. No es que hubiera nada malo con Roy
e Ignacio, que también se hallaban allí, pero ella sabía lo que pasó las otras
veces que salió con Félix. Inevitablemente, habría momentos en los que él sería
apartado para tomarse fotos con los fans o firmar autógrafos. 86
Félix generalmente les pedía a Ray e Ignacio que le hicieran compañía
mientras él estaba ocupado, pero ninguno de ellos era de hablar mucho.
Cualquier conversación con ellos era corta y educada y de ninguna manera
juguetona o atractiva. Con Gio aquí ésta noche, ella esperaba al menos una
conversación interesante.
Observó mientras Evelyn hablaba con él, y por alguna razón odiaba la
forma increíblemente falsa en la que se reía. La chica era hermosa y sí, mientras
Bianca podía entender por qué una chica, incluso tan hermosa como ella, podía
sentirse atraída por Gio, realmente no tenía que esforzarse tanto. A juzgar por la
sonrisa en su cara, a él le gustaba lo que veía.
—¿Cómo estamos? —preguntó Félix mientras se sentaba junto a ella y
deslizaba su mano entre las suyas.
Ella lo miró y luego a Gio y a Evelyn. —¿Está aquí alquilada?
Él se rio mirando de nuevo hacia Evelyn. —No, nena. Trabaja para mi
promotor. Es una de las modelos que rodea el ring entre cada round,
levantando la tarjeta que le dice a todos cuál es el siguiente round.
Oh sí, se podía imaginar a esa chica en unos stilettos y un casi bikini,
sosteniendo una tarjeta sobre su cabeza mientras que los espectadores que se la
comían con los ojos silbaban y gritaban.
—Acaba de firmar con Budweiser —explicó Félix—. Por eso está aquí. Es
una de las chicas más famosas que sostiene tarjetas en el ring y es súper
inteligente para divulgar su nombre, por lo que Budweiser la contrató y está aquí
para firmar autógrafos y tomarse fotos con la audiencia en los eventos de
snowboard. Obviamente, hará todo esto usando el logo de Budweiser. No
trabajaba ésta noche así que pensé, que ya que está soltera, tal vez disfrutaría de
hacerle compañía a Gio.
Trató de no tener otro arrebato celoso, pero se le escapó de todas formas.
—Parece que sabes mucho de ella.
Sonrió, besándole la nariz. —Te acabo de decir que es una de las chicas
que sostiene las tarjetas más famosas. Así que sí, también ha trabajado en
alguna de mis peleas. Te digo que es muy buena en divulgar su nombre. Por
supuesto que se dio a conocer a todo el mundo en mi campamento tan pronto
como mi nombre comenzó a subir en el ranking. Pero no de la manera en que
insinúas. —Volvió a mirar a Gio y luego le sonrió a Bianca—. Nunca le he
pedido a una chica con la que he salido que le hiciera compañía a alguno de mis
amigos. Eso sería grosero, ¿no te parece? Sin mencionar insultante.
Bianca suspiró suavemente, ya sintiéndose mejor. —Sí, lo sería. Entonces,
¿qué le dijiste a Evelyn?
—Nada. Sabía que Gio vendría por unas semanas así que cuando mi
promotor mencionó que ella estaría aquí por los campeonatos, y que tal vez me
encontraría con ella, le pedí que le preguntara si estaría interesada en salir con
Gio —sonrió—. Mi promotor lo ha conocido antes. Incluso él sabe, sólo con
mirar al tipo, que ninguna chica estaría en contra de pasar tiempo con él. A
87
pesar de que sea sólo temporal, porque, seamos sinceros, él nunca ha sido del
tipo que se compromete. Pero dudo que cualquier chica sea inmune a su
aspecto, incluso ella —se detuvo y la miró juguetonamente por un segundo—.
Cualquier chica, excepto tú, ¿verdad?
Lo codeó juguetonamente y luego se echó a reír bastante fuerte. ¿Muy
sobreactuado? Las visiones de su sueño volvieron su voz un poco temblorosa.
—Por supuesto, tonto. —Como si su ridículo cacareo no hubiera sido
demasiado. Se inclinó y lo besó profundamente—. Te amo —añadió mientras se
alejaba. ¿Podía ser más obvia su consciencia culpable?
Miró detrás de Félix en dirección a Gio y para su sorpresa, él la
observaba. Evelyn estaba, obviamente, demasiado concentrada en lo que sea
que le contaba, pero él no le prestaba atención. Su mirada casi severa se clavó
en ella por un momento antes de volver a Evelyn.
Por un breve momento, se sintió casi como si él hubiera leído sus
pensamientos y supiera de su sueño. Pero sabía que eso era imposible. Andy se
acercó y le preguntó a Félix si tenía un momento para algunas fotos con los
fans. La mandíbula de él se apretó, claramente molesto por la interrupción. —
Ve. —Bianca le apretó los brazos con la esperanza de asegurarle que estaría
bien—. De todos modos,tengo que ir al tocador.
Félix y Andy la acompañaron hasta la mitad del camino hacia el tocador,
hasta que ella les dijo que podía ir sola por el resto del camino.
Incluso después de que había terminado de arreglar su maquillaje se
paró delante del espejo, enfrentandoa su reflejo. Esto no era para nada como
ella esperaba. ¿Alguna vez se acostumbraría a este estilo de vida? La mayoría
de las chicas saltarían ante la oportunidad de salir con un boxeador famoso. De
ser tratadas como estrellas a donde quiera que fueran, llegar a clubs y fiestas en
limusinas y sentarse en las secciones VIP de los clubs. Como todo en la vida, las
cosas son siempre más agradables cuando las miras desde el exterior. Pero una
vez adentro, no es tan bueno como parecía.
Félix continuaba demostrándole que su primera impresión de él desde
que se reencontraron era una puesta en escena. Seguía siendo el mismo chico de
pueblo que conoció en la escuela. La fama no lo cambió. Sólo había cambiado su
estilo de vida. No tenía el control de lo que los medios difundieran sobre él.
Tenía que dejar de ser tan desconfiada.
Contenta de que ahora se había mordido la lengua cuando él mencionó
que su promotor llamó para decirle que Evelyn estaría aquí arriba, Bianca
seguía preguntándose sobre eso. ¿Por qué lo llamaría sólo para decirle eso? ¿Su
promotor tenía algún motivo para creer que a él le importaría? Ya no le gustaba
Andy por la misma razón. Tiempo atrás, antes de que se hubieran vuelto
exclusivos, Félix mencionóque su publicista lo animaba a salir y fotografiarse
con tantas chicas diferentes como fuera posible. Diciendo que sería bueno para
su imagen de tipo duro. Había sido su idea cenar con la patinadora Olímpica
con la que se rumoreaba que él salía, y sabía lo que los tabloides harían con las
fotos… fotos que casi los separaron.
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Bianca tenía que comenzar a darle el beneficio de la duda. Obviamente él
se la estaba dando. Acababa de admitir que sabía el efecto que Gio tenía en las
mujeres. Sabía que la mayoría de las mujeres caerían rápidamente a sus pies y
aun así no había tenido ningún problema con que ella pasara el día entero con
él. Ni siquiera se estremeció cuando le dijo que se unió a Gio en la bañera de
hidromasaje. Por supuesto que la bañera de hidromasaje en el cuarto de juegos
era grande, lo suficientemente grande para un grupo de personas. No pequeña
e íntima como la de la habitación.
De repente, lo que últimamente sucedía con mucha frecuencia,volvía a
ocurrir. Todos los pensamientos de Félix fueron consumidos por pensamientos
de Gio. Ahora visualizaba ese sueño, preguntándose si él terminaría con Evelyn
e increíblemente, sintiéndose un poco celosa por eso.
Se giró y se dirigió hacia la puerta. Esto tenía que parar. Estaba siendo
ridícula y era vergonzoso incluso para ella. Sus estúpidos sentimientos se
hallaban por todo el lugar y tenía que juntarlos. Su rostro, de hecho, se ruborizó
ante la idea de que alguien supiera de lo absurdo que sucedía en su cabeza.
11

Había pasado más de una maldita hora y Félixtodavía no regresaba a


sentarse con Bianca. Caminó más de una vez, dado un beso y pedido algo, que
había sacudido con la cabeza y luego fue llevado rápidamente lejos por su
maldito publicista. ¿Por qué demonios la había traído, si esto es lo que iba a
hacer con ella?
Gio odiaba verla sentada allí sola y obviamente aburrida pero Evelyn se
aferró a él y no se iba a ninguna parte. Él había visto la forma en que Bianca
miró a Evelyn. Tenía la sensación de que ella se sintió ofendida. Así que llevarla
con él para hacerle compañía estaba fuera de la cuestión. ¡Qué estúpido fue
Félix por enseñarle a Bianca lo fácil que era para él conseguir compañía
femenina así como así!
La canción lenta que bailaba con Evelyn aceleró un poco y ella balanceó 89
sus caderas contra él. Sabía cómo podría terminar esta noche si él quería, pero
su cuerpo no estaba en absoluto preparado para eso. Sólo mecerse con la música
hacía doler cada parte de su cuerpo. Sólo lograba imaginar lo doloroso que sería
participar en algo más intenso. Y lo que iba a hacer a una chica como Evelyn
sería todo tipo de extenuante. Ella dijo que estaría aquí durante los eventos, lo
que sería por lo menos una semana, así que no tenía duda de que tenía su
tiempo. Pero esta nocheno.
Sus pensamientos volvieron a Bianca y la miró, para ver que ahora se
encontraba de pie. Se acercó a la barra por otra bebida. Miró a su alrededor en
busca de Félix nuevamente y no había ningún sitio donde fuera visto. Dios, le
molestaba.
—¿Pasa algo? —preguntó Evelyn, rompiendo sus pensamientos y
haciendo volver su atención a sus grandes y bonitos ojos color avellana—.
Pareces distraído.
Le sonrió con la mala sensación de que todo el tiempo que estuvo
hablando con él esta noche apenas se enfocó en todo lo que dijo. Anteriormente,
porque apenas podía pensar con claridad observando a Bianca con Félix y
ahora, sólo por la razón opuesta. Le molestaba como la mierda estar siendo
descuidado. —No, únicamente estoy un poco cansado y dolorido. Ayer fue mi
primera vez con el snowboard y creo que me excedí.
Evelyn rio y luego se cubrió la boca. —No me río de ti, pero hice lo
mismo la primera vez. Cuando después intenté advertirle a mi novio tampoco
escuchó, y de hecho ese día se rompió el tobillo. —Le dio una mirada tímida—.
El idiota me engañó para que el recuerdo de estar tan dolorido y romperle los
huesos siempre trajera una sonrisa a mi rostro.
Gio se echó a reír. —Genial. Tienes un lado malvado. —Levantó la ceja—.
Tendré que recordar eso.
Bajó la mirada a sus labios y sonrió acercando su cuerpo hacia él, incluso
más cerca de lo que ya se hallaban. —Estoy segura que hay bastante de mí que
encontrarás interesante. —Se inclinó y le susurró al oído—: Me gusta
arriesgarme.
Él sonrió, sintiéndose algo encendido por su declaración. —¿Te gusta,
eh? —le susurró—. ¿Arriesgarte cómo?
Esto podría significar cualquier cosa. Sabía que a las chicas le gustaban
todo tipo de mierda. Ella se rio y le mordisqueó la oreja, enviando un escalofrío
por la espalda antes de responder a su pregunta. —Me gusta hacerlo en público.
Gio trató de no reaccionar. Estaría dispuesto a probar cualquier cosa, al
menos una vez, pero dos cosas que no hacía era algo que involucrara a otro tipo
y hacerlo en público. A menos, por supuesto, que el público consistiera en otras
chicas esperando su turno, pero tenía la sensación de que no se refería a eso. —
¿Quieres explicarlo?
Se apartó de la oreja y sonrió con malicia. —Al igual que el lavabo del
baño de hombres. 90
Antes de que él pudiera responder, sus labios se encontraban en los
suyos y su lengua dentro de su boca. Inmediatamente se despertó y lo
consumió la idea de llevarla al lavabo del baño de hombres. Quizás su cuerpo
dolorido podría soportar un poco de dolor después de todo.
Vidrio golpeando y destrozándose en el suelo rompió sus pensamientos
y ya era hora porque luego de darse cuenta de que era sólo una camarera a la
que se le cayó un vaso y no una pelea, recordó a Bianca. Una mirada a su mesa
y entró de inmediato en pánico. Ella se había ido. Él dejó de bailar y miró por
los alrededores tan rápido como pudo. —¿Qué sucede?
—Es que... —En ese momento alcanzó a ver la parte posterior de la
cabeza de Bianca dirigiéndose a la salida trasera… sola—. Me tengo que ir.
Con eso, dejó a Evelyn de pie en medio de la pista de baile. Se sentía mal
por eso, de verdad, pero debía que alcanzarla. Algo le decía que estaba molesta
y con sólo pensar en ver su malestar le hacía sudar las manos. Sin duda iba a
terminar esa charla que él y Félix no pudieron concluir por la mañana. Ninguna
chica merecía ser tratada de esta manera, y mucho menos la dulce Bianca.
Golpeó unas pocas personas en la multitud en su prisa por llegar a ella.
Desapareciócualquier pensamiento de sus músculos doloridos. Empujando la
puerta, se lanzó hacia el aire frío justo a tiempo para ver el coche detenerse
frente a Bianca.
—Bianca. —Se volvió con una expresión de sorpresa, pero no parecía
estar molesta—. ¿A dónde vas?
La expresión de sorpresa se suavizó con una de sus dulces sonrisa. —
Regreso a la cabaña. Estoy cansada.
—¿Sola? ¿Dónde está Félix?
—Fue secuestrado —dijo con una sonrisa de lado.
—¿Secuestrado? —Por mucho que Gio trataba de mantener la mente
abierta sobre esto, ya sonaba como una mierda.
—El alcalde quería fumar con él, así que salieron y supongo que después
de jactarse de su barco, el alcalde, queFélix dijo que había bebido bastante esta
noche, insistió en que lo llevaran. —Ella debía haber visto la reprobación en los
ojos de Gio porque añadió rápidamente—: Me preguntó si quería ir. En realidad
deseaba que lo hiciera pero estar cerca de él y un grupo de chicos fumando
puros no parece demasiado atractivo. —Le dio una sonrisa cordial, pero él no se
lo creía—. Me envió un mensaje hace unos minutos para decirme que hacía
todo lo posible para dejar al alcalde allí y regresar, pero el tipo era conversador.
Así que simplemente le avisé que lo que encontraría en la cabaña. Dijo que te
enviaría un mensaje.
Gio frunció el ceño y sacó su teléfono del bolsillo. Había apagado el
sonido antes de que llegaran. Bianca comenzó a dirigirse hacia el coche, ahora
que el conductor abrió la puerta para ella, así que la siguió. 91
—No tienes que irte por mi culpa. —Puso esa expresión de ojos de
corderitoque ahora le volvía loco y le hacía irritarse más con Félix. ¿Cómo podía
hacerle esto? En primer lugar, se presentaba con un día de retraso por razones
un poco cuestionables y después, la primera noche que tenía la oportunidad de
pasar tiempo con ella, ¿la dejaba por el alcalde?
—Ya he terminado aquí.
Le hizo un gesto para que entrara en el coche y ella lo hizo. La siguió,
hojeando su teléfono. Había tres mensajes sin leer. Todos de Félix.
El primero fue enviado hace más de una hora:
Hazme un favor y cuida de Bianca por mí. Estoy atascado con este
borracho. Hazme saber si está enojada.
El segundo, un cuarto de hora después:
¡Amigo! ¿La has visto?
El tercero era de sólo unos minutos antes:
No importa, acabo de enviarle un mensaje. Se va a ir y yo la encuentro en
la cabaña. Quédate el tiempo que quieras. Voy a enviar un coche para ti. O
hazme saber si necesitas que te envíe un coche a recogerte mañana. Decidas lo
que decidas, disfruta. =)
Tan irritado como se sentía, no podía sonreír como lo haría normalmente.
Si no hubiera sido porque quería alcanzar a Bianca, podría haber terminado en
el cuarto de Evelyn, pero eso no era lo que le molestaba.
Quería creer en su corazón que Félix tenía buenas intenciones cuando se
trataba de Bianca. Pero en caso de que no fuera así, lo que más pretendía creer,
era que ella viera más allá de él. No creía que fuera estúpida nitan ingenua
como para caer en su mierda. Algo le decía que ella le haría frente si alguna vez
sospechaba o le molestabaalgo. Pero él la dejó sola en un bar. Ella fue ignorada
por completo y aquí se dirigía a la cabaña del tipo, aparentemente de acuerdo
con cómo salieronlas cosas esta noche.
—¿Estás seguro de que quieres irte? Parecía que lo pasabas bien allí.
Levantó la mirada de su teléfono. —Estoy seguro. —Eso era todo lo que
le diría, pero lo sorprendió una vez más con sus comentarios.
—Evelyn es muy bonita. Parecía que disfrutabas de su compañía.
Gio miró esos ojos por un momento antes de reírse. —Sí, supongo que se
podría decir eso.
Ella apretó los labios. —Entonces vuelve.
Una vez que desapareció la subida de adrenalina, su cuerpo le dolía de
nuevo. Se echó hacia atrás, tratando de relajar los músculos tensos y cerró los
ojos. —Todavía estoy dolorido. 92
—Bailabas muy bien ahí —respondió con bastante rapidez.
Abrió un ojo para mirarle. Ella lo miraba con curiosidad por lo que tuvo
que sonreír, pero cerró los ojos de nuevo. —¿Meobservabas?
—¿Qué otra cosa debía hacer? Me aburría.
Eso borró la sonrisa de su cara. Maldito Félix.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Le resultó imposible no mirar a esos
ojos animados debido a la curiosidad en su voz. Él sabía que otra vez tendría
esa mirada de cordero y no se lo perdería por nada del mundo. Abrió un ojo y
no le defraudó. Casi se rio de la forma en que lo miraba fijamente.
—Adelante —dijo, sofocando su risa.
—¿Vas a... ya sabes, con ella esta noche?
Gio sonrió, preguntándose si alguna dejaría de sorprenderse porsus
comentarios y preguntas inesperadas. Pero le gustaban. Tanto que no estaba
dispuesto a dejarla librarse fácilmente. Seguramente no era virgen. Era la novia
de Félix, por amor de Dios. Por lo menos podía decir las palabras. —¿A qué,
Bianca? —desafió.
Se enderezó, jugueteando con sus dedos. —Ya sabes. A hacer el amor.
Ahora rio él. —Acabo de conocerla. No se le hace el amor a una chica que
acabas de conocer. —Su expresión confusa lo hizo reír aún más. Luego ese algo
que le hacía decirle cosas que normalmente no le diría a las niñas dulces se
apoderó de él otra vez y dejó de reír y la miró profundamente a susojos
grandes—. Oh, ella habría conseguido algo esta noche. Lo quería, me lo dijo. —
Los ojos de Bianca se pusieron un poco más grandes. Pagaría dinero en efectivo
ahora por su reacción alas declaraciones escandalosas. Le provocaba algo y no
podía evitarlo—. Pero no lo habría llamado hacer el amor.
—¿Te dijo que quería?
Se encontraba inmersa en sus ojos. Él ya había eso visto antes y le
emocionaba pero se mostró cauteloso, porque nunca dejaba de sorprenderlo.
Nunca sabía qué esperar de ella. —No sólo que quería, sino dónde y cómo.
Movió la mirada de sus labios a sus ojos al instante, calentando sus
entrañas. Se encontraban muy cerca de la cabaña, donde ella estaría a salvo de
lo que él tenía tanta ganas de hacer. Lo que él sentía no estaba para nada bien,
pero no creía que fuera capaz de contenerse si creía que ella se lo permitiría.
—¿Qué te dijo? —La pregunta era verdaderamente curiosa. Obviamente,
ella nunca había pedido lo que quería. No le sorprendió a Gio. No parecía ese
tipo de chicas, pero esto adquiría su atención total y absoluta, y prácticamente
se hallaba sentada en el borde de su asiento, esperando una respuesta
—Que le gustaba arriesgarse.
Ella abrió la boca, provocando su completa distracción.—¿Arriesgarse?
El conductor llegó al camino de entrada de la cabaña y Gio no podía
estar más agradecido. Si iban más lejos, entraría en la tentación y probaría el
93
sabor de esa boca. Tragando duramente, dijo—: Quería ir al baño de los
hombres y que la tomara sobre el lavado.
Sus ojos imposiblemente grandes se abrieron más.—¿En público?
—Parece que sí.
—¿Y lo ibas a hacer?
El auto se detuvo frente a la cabaña y el conductor salió. Gio esperó un
largo momento para responder y la puerta se abrió; el conductor aguardó para
ayudar a Bianca a salir pero ella se volteó, sorprendiéndolo aún más. Su
expresión era absolutamente… ¿fascinada? —¿Ibas a hacerlo?
—Lo consideré.
Seguía sin moverse.—Pero, ¿y si entraba alguien? —murmuró.
De repente, estar así de cerca de ella era electrizante. —Esa es la parte
emocionante —susurró, lamiéndoselos labios—, el riesgo.
Sus ojos se alejaron de los de él y se enfocaron en nada particularmente,
pero parecía como si procesara lo que acababa de decirle. Posteriormente, salió
del auto. Gio suspiró profundamente y luego exhaló antes de seguirla. Fue en
ese momento cuando se dio cuenta de lo rápido quelatía su corazón contra su
pecho y estaba duro como una roca.
Eso era loco. ¡Fue sólo una conversación, por el amor de Dios! Tendría
que controlarse o si no ella sería su fin.

***

Días más tarde, Bianca ya había acabado con su decepcionante noche en


la cual Félixcompensó llevándola a una cenaromántica, sólo ellos. Seguido de la
cena, la llevó a un romántico viaje en carruaje donde estaban acurrucados bajo
unas mantas a medida que cabalgaban por el animado pueblo, tomando un
chocolate caliente adquirido con el licor Kahlúa. Para terminar la velada,
volvieron a la cabaña donde hicieron el amor y por una vez, no pensó en Gio.
Entonces, temprano esa mañana, ella despertó debido a por otro intenso
orgasmo pero esta vez, Félix estaba completamente dormido. Se quedó allí,
recuperando el aliento y tratando de recordar todos los detalles de su sueño
mientras su corazón corría como loco.
Con la visión que Gio había impregnado en su mente de hacerlo en el
baño de los hombres, ese pensamiento la persiguió esos últimos días lo cual no
era extraño que soñase con hacerlo. Lo único es que,en su sueño no estabacon
Félix, sino con Gio que la tomaba en el lavado, rasgando sus bragas y luego
entrando en ella como un hombre como una única misión —follarla hasta
morir— y a ella le encantó. Sólo pensar en ello, la causaba un calor en lugares 94
innombrables.
—¿Estás lista? —Bianca brincó al escuchar la voz de Félix. Él sonrió,
viniendo detrás de ella y mirándola por el espejo—. Lo siento, nena. No fue mi
intención asustarte —dijo, levantando su pelo y besándolela nuca—. Luces
hermosa como siempre.
—Gracias —respondió volteándose y besándolo suavemente en sus
labios. Desesperadamente, necesitaba ahuyentar los pensamientos que tenía
hace unos momentos y concentrarse, así que cambió el tema—. ¿Estás seguro de
esto? Todavía creo que es muy personal. Casi no conozco a tu amigo.
El amigo de Félix y Gio, Noah, del gimnasio los invitó a ambos a una
cena en casa de él y su novia. Noah había estado un poco vago, pero Félix
sehallaba bastante seguro que iban a decir algún tipo de anuncio. Si ese era el
caso, ella pensaba que tal vez preferían a sus amigos más cercanos y familiares
en lugar de la nueva novia de Félix que, estaba segura, Noah ni siquiera
recordaba.
—Sí, estoy seguro y no te preocupes. Noah dijo que te llevará.
—¿Sí? —Aquello la sorprendió. Por su experiencia, los chicos no eran
como las chicas. No iban por la vida hablando de sus relaciones—. ¿Le contaste
de nosotros?
Félix se acercó más y acomodó su cabello con sus dedos mirando por el
espejo.—Iba a hacerlo pero él ya lo sabía. Gio le contó.
Eso vino como una gran sorpresa, sin embargo, trató de no sonar tan
interesada.—¿De verdad? ¿Qué le dijo?
Retornó su vista hacia ella en el espejo y sonrió. —Estoy seguro que nada
malo. Pero te recuerdan de la secundaria así que Gio le contó que tú también
venías aquí.
¿La recordaban? Podía entenderlo de parte de Gio, ya que compartieron
unas cuantas clases pero con Noah ninguna, y por lo que recordaba, él estuvo
un poco desaparecido el último año. No podía pensar en otra forma de
fisgonear para saber lo qué dijo Gio sin sonar sospechosamente curiosa,así que
lo dejó pasar. Ni sabía por qué importaba.
En todo el camino, Félix y Gio hablaron de las renovaciones que harían
en el gimnasio. Félix donaba una gran suma para ello. Le conmovió lo generoso
que era y cuan genuinamente emocionado parecía de devolver a su comunidad.
Llegaron a la casa de Noah en un barrio al cual recordaba cariñosamente.
Las casas, de cierta manera, parecían pequeñas y las calles más estrechas, pero
el ambiente seguía teniendo la misma sensación. Los niños jugaban en las calles.
La gente se sentaba en la entrada de sus jardines, incluso en la tardefría.
Noah y los chicos bebían cervezas cuando se estacionaron en la entrada
de su casa. Él se juntó con ellos al final de las escaleras de la entrada con una
gran sonrisa. Posterior a los abrazos, saludos y presentaciones, él les ofreció a
todos una cerveza fría del mini-congelador que tenía en el pórtico. 95
Todos conservaban el aspecto queella recordaba de la secundaria pero
más grandes, especialmente Abel que siempre fue grande y ahora sí que era
muy grande. Héctor, el hermano menor de Abel, que siempre ha sido el más
pequeño de todos, ya que era el más joven, ahora era tan alto como el resto y su
cuerpo adolescente era como todos en la secundaria —demasiado grande que la
mayoría de los adolescentes.
Gio inmediatamente saltó la baranda del pórtico y se acomodó. Noah
ofreció a Bianca y Félix un asiento que nadie ocupaba. Antes de que llegasen,
Noah se encontraba recostado contra la baranda y Abel en la parte opuesta
mientras que Héctor yacía sentado cómodamente en las escaleras del pórtico.
Ella se sentó y tomó la cerveza que le ofrecieron, sintiéndose algo rara mientras
la bebía. Notoriamente, iban a tener una previa a la cena aquí.
—Así que, ¿cuál es el gran anuncio? —preguntó Félix.
Noah le dirigió una mirada de complicidad. Incluso Bianca, que no los
conocía, podía adivinarlo. Una pareja podía anunciar una de dos cosas, o un
compromiso o un embarazo, pero guardó esos pensamientos.
—Roni quería hacer esto, así que todavía no puedo decir nada pero… —
Rodó los ojos y soltó una risa.Un teléfono sonó a la distancia y Noah tanteó sus
pantalones sin encontrar nada. Se detuvo cuando sonó otra vez. El sonido
provenía de adentro—. Es para mí. —Se enderezó de la barandilla—. Ya vuelvo
—dijo, corriendo a la casa.
Tan pronto como se hallaba fuera de vista, Félix se deslizó hasta el final
del banco y le preguntó a Abel—: Así que, ¿qué crees? ¿Está embarazada o se
van a casar?
—Si está embarazada, conociendo a Noah, serían las dos. —Abel frunció
el ceño y se volteó hacia Gio—. Deberías hablar con él, hermano. No deberían
casarse porque esté embarazada.
La reacción de Gio ante aquello, fue totalmente a la defensiva. —¿Qué
diferencia haría? Ya viven juntos.
Inclinándose hacia la puerta con cautela en el rostro, Abel dijo bajando la
voz—: No es nada en contra de Roni. Sabes que la quiero, pero esta mierda fue
muy rápido, que él se mudara con ella y todo. La diferencia de edad puede que
no sea un gran problema en estos momentos, pero se harán mayores y será más
notorio; las cosas podrían amargarse con rapidez.
—Hablas como mamá —dijo Héctor riendo.
Abel se volvió hacia él con el ceño fruncido. —Pero es la verdad.
—¿A tu mamá no le gusta Roni? —preguntó Gio, sonando disgustado.
Él llevó un dedo hacia los labios y luego miró la puerta. Bianca se sentía
fascinada viendo y escuchando todo. —Sí, le gusta, pero son ocho jodidos años
—respondió, manteniendo un ojo en la puerta—. El matrimonio es algo grande.
Incluso si está embarazada, quizá deberían vivir juntos por unos años más.
Nunca sabes lo que puede pasar. Puede que en el futuro se dé cuenta lo rápido
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que saltó en esto. Tal vez la diferencia de edad será mucho cuando ella
envejezca.
Negando con la cabeza, Gio bebió de su cerveza. —Hombre, será mejor
que él nunca te escuche decir eso.
—¿Por qué? Sólo lo cuido.
Ella se sentía como si estuviera en primera fila de algo que las chicas
tenían accesorara vez. En vivo, una verdadera charla de chicos sin censuras.
Disfrutaba tanto de esto hasta que Félix puso sugranito de arena.—Tendré que
estar de acuerdo con Abel en esto.
—¡Gracias! —dijo, levantando la cerveza hacia él y después volviendo a
Gio.
—Vaya. —Félix levantó la mano y se volteó hacia la puerta, bajando la
voz—: No se trata de la edad. Noah conquistó a Roni. Ella es una cosita caliente.
No me parece que luzca mayor que él y no creo que alguna vez lo haga. Pero,
¿comprometerse de por vida a esta edad? —Sacudió la cabeza e hizo que el
interior de Bianca se retorciera—. Es una locura.
La expresión de Gio era de disgusto. —Él tiene 21 años, y todos sabemos
que siempre ha sido mayor interiormente que cualquiera de nosotros. Por eso
Roni es tan perfecta para él.
—¿Por qué Roni es tan perfecta para mí? —preguntó Noah, saliendo por
la puerta.
Al escuchar aquello, Bianca casi escupió su cerveza. Se las arregló bien
para evitar hacer el ridículo, de modo que tragó lo que contenía en su boca. Sus
ojos lagrimearon cuando el gas volvió a su nariz. Todos los ojos se fijaban en
Gio, que ahora tenía la obligación de explicar qué hablaban y por qué.

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Gio tomó un lento trago de su cerveza antes de sonreírle. —Porque ella
mantiene tu culo bajo control.
Noah soltó una carcajada. —Lo que sea. Ni siquiera tiene que intentarlo.
—Se volvió hacia Bianca—. Hablando de eso, la cena estará lista en unos
minutos, pero Roni me pidió que te enviara adentro. Está ahí terminando todo y
quiere conocerte.
Ella se levantó sonriendo. Félixla siguió. —Yo también quiero saludar a
Roni. —Ambos siguieron a Noah dentro de la casa.
Gio apenas esperó a estar fuera del alcance del oído antes de mirar a
Abel. —Mira, veo tus intenciones y ni se te ocurra ir ahí con él. No va a salir
bien. Te lo digo yo. —Abel frunció el ceño, haciéndolesacudir la cabeza de
nuevo—. De acuerdo, pero no digas que no te lo advertí. 98
Él siempre supo que Abel tenía sus reservas acerca de que Noah salga
con alguien mucho mayor que él, pero en su mayor parte se lo guardaba para sí
mismo. Por eso le sorprendía que ahora estuviera siendo tan idiota al respecto.
Gio sabía que él sólo quería lo mejor para su amigo, en el fondo, pero no podía
ser tan ciego. Noah no iba a cambiar de opinión sobre Roni, ni ahora, ni nunca.
Unacamionetamoderna se detuvo frente a la casa, distrayéndolos
momentáneamente. Gio continuó tomando sorbos de su cerveza mientras la
chica de la camioneta salía y caminaba hacia el lado del pasajero del auto.
Vestía toda de oscuro:unvestido estilo suéter negro, medias negras y tacones
negros. Incluso el pelo que llevaba en un corte sofisticado y liso parecía negro a
la luz del atardecer. Se apoyó en la puerta del lado del pasajero para sacar algo,
dándoles a todos una visión clara de un culo muy lindo.
Héctor, que se hallaba recostado en las escaleras, se enderezó. —¿Quién
es?
Ellossacudieron la cabeza. A diferencia de Abel, que parecía tan
interesado como su hermano, Gio sentía más que nada curiosidad. Ni Noah ni
Roni tenían algún familiar que conociera. Mientras se acercaba, él le echó un
vistazo más de cerca y se quedó boquiabierto. —¿Nellie?
La cabeza de Abel se giró literalmente hacia Gio y volvió a Nellie de
inmediato, la mejor amiga de Roni. Hizo un cambio de ciento ochenta grados
desde la última vez que la había visto. —Hola, chicos —dijo al subir las
escaleras.
Gio se levantó para abrazarla. —Vaya, Nel. Te ves tan diferente.
Los otros chicos no fueron tan cariñosos, simplemente sonrieron y
asintierona modo de saludo.
—Sí, por fin logré recuperar al peso que perdí el año pasado. —Él intentó
no mirarla fijamente mientras la inspeccionaba. Era la personificación de la
sofisticación. Sus uñas se encontraban perfectamente cuidadas, usaba joyas
caras y su maquillaje era impecable—. Ha sido un año difícil para mí, pero
ahora estoy mejor.
Sonrió, estando de acuerdo. —Bueno, sin duda te ves mejor. —El resto no
dijo mucho, pero Gio vio la manera en la que Abel la miraba varias veces de
arriba abajo. No podía dejar de sonreír mientras le abría la puerta a Nellie—.
Roni está adentro. Dijeron que la cena está casi lista.
La vio caminar hacia la cocina y luego se volvió hacia Abel. —
¡Maldición! —Se rio entre dientes—. Es una pena que sea ocho jodidos años
mayor que nosotros, ¿eh?
Abel puso los ojos en blanco, apoyándose en la barandilla. —Incluso si
fuera más joven, no es mi tipo.

ojos.
—¡Pura mierda! —Se rio Gio—. Vi la forma en que te la comías con los 99
Se encogió de hombros con una sonrisa. —No digo que no se ve bien,sólo
que no es mi tipo. He hablado con ella antes y además de ser demasiado vieja
para mi gusto, escuché que tiene un montón de drama en su vida. No, gracias.
Voy a pasar.
Noah abrió la puerta. —Justo a tiempo. —Todos los chicos se giraron
para mirar con quien hablaba y vieron que se acercaba Jack—. Estaba a punto
de decirle a estos chicos que la cena está lista. Así que llegas a tiempo, Jack.
—Bien, porque me muero de hambre. —Tenía una bolsa de papel con
una botella.
Gio sonrió, extendiendo los brazos para abrazarlo cuando entró al
pórtico. —¿Cómo te va, viejo?
—Sigo vivo y coleando.
—Y dando puñetazos —agregó Héctor, riendo—. Deberías haberlo visto
el otro día intentando golpearme.
Jack pretendió pegarle en ese momento y Héctor lo esquivó saliéndose
de su camino. —Voy a pegarte otra vez si tu hermano me dice que sigues
metiéndote en problemas en la escuela, sabelotodo.
Gio se giró hacia él. —¿Sigues metiéndote en líos? —Héctor se encogió de
hombros mirando a Abel, que no sonreía—. ¿Cuál es tu problema?
—Su problema es que tiene que dejar de desperdiciar el cerebro en
estupideces. —Negó con la cabeza, mirando a su hermano—. Puede sacar
unexcelente en su clase de estadísticas, pero no puede encontrar la manera de
mantenerse fuera de los problemas.
Héctor se apresuró y entró a la casa antes de que Abel, que parecía a
punto de golpearlo, tuviera la oportunidad.Gio se echó a reír, mientras todos
entraban juntos. Roni se veía tan adorable como siempre con sus largos rizos
colgando alrededor de su cara, y como se esperaba, el anuncio no fue una gran
sorpresa. Aun así, Nellie se puso de pie y abrazó a Roni con un chillido. Luego
abrazó a Noah.
—Ya sabía, pero aun así, ¡estoy tan emocionada por ustedes!
Noah puso los ojos en blanco, pero se echó a reír. —Me lo imaginaba.
Ella me juró guardar el secreto, pero te lo dijo, ¿no?
—¡Tenía que decirle a alguien! —explicó Roni.
Viéndolos hablar acerca de bebés y matrimonio y su futuro, Gio no tenía
dudas de que Noah no cometíaningún error. La madre de Abel era de la vieja
escuela, pero para él, ella no hacía ni decía nada errado. Cualquier cosa que la
mujer dijera era oro en lo que concerníaa él. Por mucho que Abel pudiera darle
una paliza a cualquiera, la mayor parte del tiempo era tranquilo, a menos que lo
provocaran. Pero lo único que encendía su mecha rápidamente, era decir algo
malo de su madre. No se podía hacer chistes de Yo Momma con él a menos que 100
quisieras que te patearan el culo.
Ahora tenía sentido. Si su madre le dijo que pensaba que ocho años era
demasiada diferencia de edad entre una pareja, no es de extrañar que él fuera
tan condenadamente inflexible al respecto.
Roni y Noah hablaron de sus planes de convertir uno de los dormitorios
adicionales de la casa en un cuarto de niños tan pronto como se enteraran del
sexo del bebé.
Los ojos de Gio se encontraron con los de Bianca un par de veces en el
transcurso de la cena. Al principio, pensó que se lo había imaginado. Tal vez
ella sólo miraba en su dirección y sus miradas se encontraron por casualidad.
Pero sucedió varias veces después de eso. Tan nervioso como se sentía, pensó
que alguien podría darse cuenta de que no era capaz de dejar de mirarla.
Podía muy bien estar brillando, porque independientemente de donde se
centraran sus ojos en un esfuerzo para mantenerlos lejos de ella, siempre la
mantuvo en su visión periférica. Era consciente de cada uno de sus
movimientos. Cada vez que levantaba la copa, o se limpiaba la boca, era razón
suficiente para mirar en su dirección. Fue un poco sorprendente, pero más que
nada molesto tener tan poco control sobre algo tan simple como permanecer
enfocado en lo queestuviera diciendo cualquier otro. Lo que más le sorprendió
fue lo indiscreta queera ella. Afortunadamente, Félix se encontraba demasiado
ocupado riendo y poniéndose al día con los chicos para notar sus ojos errantes.
—Entonces, Abel, ¿oí que por fin te desharás de tu camioneta? —dijo
Roni, mientras se ponía de pie, levantando su plato de la mesa.
—¿Deshacerme? De ningún modo. A la vieja Nellie todavía le quedan un
par de años. Se la voy a pasar a este chico si alguna vez deja de meterse en
problemas. —Señaló a Héctor sin darse cuenta de que la sala de repente se
sentía como si alguien hubiera desenchufado el bullicio alegre que llenaba el
aire justo antes de su comentario.
Finalmente, algo había conseguido la atención de Gio y se volvió hacia
Nellie, que también se hallaba de pie levantando su plato, con los labios
apretados. Él captó la mirada asesina que Noah le lanzó a Abel.
—Yo... no quise decirlo de esa manera —tartamudeó, entendiendo ahora
el error de su elección de palabras—. Es un dicho. Ya sabes, como la vieja
Bessie.
Nellie asintió con una sonrisa, pero levantó una ceja muy reveladora. —
No te preocupes. A mí también todavía me quedan algunos buenos años. —
Agarró su plato y vaso, y se fue a la cocina. Jack, que se encontraba sentado
junto a Gio, sacudió la cabeza riendo y metió la mano en su rebanada de pastel.
—¿Qué diablos pasa contigo? —le siseó Noah a Abel.
—Está bien —les aseguró Roni, sin dejar de recoger los platos vacíos—.
Estoy segura de que sabe que no era tu intención. Y por cierto, su segundo
nombre es Bessie. —La mandíbula de Abel cayó y ella se rio—. ¡Es broma! 101
Jack se rio aún más fuerte.
—¿Cuál es el problema? —preguntó Héctor—. Ella no es vieja.
—No, no lo es —dijo Roni, caminando hacia la cocina. Félix se rio un
poco y Bianca le pinchó con el codo, pero se notaba que también le resultaba
difícil aguantarse. Gio se sentía tentado de decir algo, pero mantuvo sus
comentarios para sí mismo. Notó que Abel ya se sentía como un idiota
mientras miraba alrededor, como si tratara de pensar en una forma de salir
corriendo de ahí. Se lo merecía por lo que había dicho antes.
Sabiamente, él decidió no empeorar las cosas haciendo más comentarios
sobre el tema de “la vieja Nellie”. Se aclaró la garganta y tomó un trago de su
cerveza. Luego se giró hacia Noah, que todavía lo miraba. —Yo, eh, pensé que
me quedaría con otra camioneta, pero cuando vi ese coche, mi tío me dijo que
tenía que tenerlo.
—¿Qué tipo de auto es? —preguntó Félix.
—Un Gran Torino del año 1972.
—¿Qué? —Se rio Noah. Abel sonrió, obviamente agradecía que ahora se
estuviera riendo, en vez de mirarlo fijamente.
—Imagino que conseguiste un auto todo terreno. —Gio soltó una risita,
luchando por mantener sus ojos vagando lejos del territorio peligroso, sobre
todo porque los ojos se hallaban puestos en él por el momento.
Roni y Nellie regresaron a la sala y se sentaron. La primera tomó un
plato de postre mientras que la segunda agarraba su copa de vino y bebía un
sorbo. Gio no pudo evitar sonreír ante la notable incomodidad de Abel.
—Así que ¿cuándo vas a tenerlo? —preguntó Noah.
—En uh... —Abel se aclaró la garganta de nuevo.
Los ojos de Gio se encontraban de nuevo sobre Bianca, mientras ella
trataba de ocultar su sonrisa bajo la servilleta. Al parecer, tenía tanta diversión
con la incomodidad de Abel como Gio. Él le sonrió y luego apartó rápidamente
los ojos, deteniéndose en Roni, que había capturado el intercambio. Le sonrió y
se volvió hacia su postre.
—… en pocos días.
A diferencia de Gio, que no podía estar más de pocos minutos sin mirar
en dirección de Bianca, Abel hizo un excelente trabajo viendo a todas partes a
excepción de Nellie.
Después de interrogar a Abel por unos minutos más con respecto al auto,
Bianca se quitó la servilleta de su pequeña sonrisa maligna y se dirigió a Nellie.
—Dijiste que acabas de comprar un auto nuevo, ¿no? ¿Cuál conseguiste
tú?
Gio se rio interiormente. Qué manera de divertirse señalando que estos
dos tenían algo en común, aunque fuera algo tan mínimo. Y hacerlo delante de 102
todos, especialmente dado el hecho que Abel ya se sentía incómodo, era
brillante.
Ella parecía sorprendida. Bianca no había dicho mucho hasta ahora, y de
repente se dirigía hacia alguien que casi no le había hablado. La atención de
todos se hallaba ahora en Nellie. Todos, excepto Abel, que tuvo un repentino
interés en leer la etiqueta de la cerveza. Gio casi le tiró una bola de servilleta
para que pudiera ver que él sabía lo que estaba haciendo. No engañaba a nadie.
Pero tuvo que recordarse que ahora eran todos adultos, y se abstuvo.
—Es un Denali. —Nellie sonrió.
—Su divorcio por fin le regaló algo —añadió Roni con una gran sonrisa
y un guiño para Nellie.
Ahora tenía la atención de Abel.
—Eso te llevó un tiempo ¿verdad? —dijo Gio, mientras tomaba un trago
de su cerveza.
—Sí, fue un poco desastroso. Los días del tribunal continuaban
reprogramándose y cosas así. —Negó con la cabeza—. Pero por fin se terminó
y no puedo estar más feliz.
—Es hora de seguir adelante. —Roni sonrió—. Y chica, tan buena como
luces, vas a disfrutar de tu libertad. Estás mejor.
—Oh, eso planeo. Me voy este fin de semana de fiesta a un crucero con
las chicas del trabajo.
—Lo sé. —Hizo un mohín—. Si no estuviera embarazada, me habría ido
con ustedes.
La expresión de Noah se alteró inmediatamente. —No, no lo habrías
hecho.
Ella se rio y se apoyó en él. —Contigo, tonto. Nunca he estado en uno.
Podría haber sido una especie de luna de miel.
—Esto fue de último minuto. Alguien canceló y me llevaron a su lugar.
Pero… —Nellie sonrió, levantando una ceja—… podemos planearlo en otra
ocasión. Puedes ir embarazada. Todavía hay mucho que hacer, o podemos
esperar hasta después de que el bebé esté aquí.
—Saben que en todos mis años —tomó la palabra Jack—, nunca he
estado en uno de esos malditos cruceros.
Nellie se volvió hacia Jack con los ojos aún más brillantes.
—Deberíamos planear hacer una cosa de grupo. —Se giró hacia Roni—.
Si nos vamos todos después de que nazca el bebé, podrías llevarlo y todos
podemos turnarnos para vigilarlo, para que también puedan divertirse.
Roni se enderezó con una sonrisa muy emocionada. —¡Oh, Dios mío, sí!
¡Eso sería muy divertido! 103
—Voy a coordinarlo. —Nellie se encogió de hombros—. Es lo que hago
para ganarme la vida, después de todo. Poder ir todos juntos debe ser
refrescante. —Se volvió a la mesa hacia nadie en particular—. Cuando el tiempo
se acerque, me pondré en contacto con todo el mundo para saber quién está
adentro, y poder decidir qué semana es buena para todos.
Gio miró Abel y sonrió ante su expresión exagerada de desinterés
cuando vio las sonrisas intercambiadas entre Félix y Bianca. Eso le borró la
sonrisa. Alguien tendría que quedarse en casa y manejar 5th Street, mientras
todo el mundo estuviera de vacaciones. De repente, Gio tuvo una buena idea de
quienes serían… Abel y él.
Terminaron de cenar y se despidieron de todos, felicitando a Noah y
Roni una vez más antes de irse. Fueron a la casa de Gio para que pudiera
recoger algunas cosas y saludar a su madre y hermanas antes de regresar a Big
Bear. Félix no quería perder ni un día de entrenamiento, ya que esta semana
tuvo un par de actuaciones en Hollywood y debió que cortar su tiempo para
entrenar.
Tomó un par de vaqueros y unos pocos cambios de ropa interior, y luego
agarró lo que quería realmente: su iPod y auriculares. Le dijo a Félix que lo
quería por sus carreras, pero en realidad contaba con él para mantener su mente
y ojos lejos de Bianca en el viaje de regreso. El paseo en coche había sido
bastante fácil en su mayor parte. Pero tuvo que soportar ver a Félix recorrer sus
manos arriba y abajo por los muslos de ella e incluso presenciar unos cuantos
besos. Por no hablar de oír los susurros que la hacían reír suavemente. Iba a ir
escuchando su iPod todo el camino de vuelta y fingir dormir si tenía que
hacerlo, pero no iba a pasar dos horas más por esa mierda.
Casi tan pronto como regresaron al coche, comenzaron los susurros y las
risas. Gio se puso los audífonos, maldijo y se echó hacia atrás en su asiento, con
los ojos cerrados. En todo el camino, debió haber abierto los ojos no más de tres
veces. La última vez que los abrió fue en el mismo momento en que ella besaba
a Félix, y golpeó su puño contra su asiento. Cerró los ojos inmediatamente sin
importarle lo que pensaran al respecto. Tal vez que interfería con su música, tal
vez que tenía un mal sueño, pero no iba a explicarles ni una mierda.
Su teléfono sonó en el bolsillo un par de veces en el camino, pero no se
atrevió a arriesgarse a abrir los ojos para comprobarlo. No le había parecido
gran cosa antes, pero ahora se preguntaba cómo iba a lograrlo las próximas
semanas. Lo que sentía por Bianca era sin lugar a dudas lo más confuso con lo
que alguna vez había tenido que lidiar.
Por fin llegaron a la cabaña.
—Hora de dormir —dijo Félix, señalando su reloj—. Mañana tenemos
que levantarnos temprano.
Gio estuvo de acuerdo diciendo buenas noches y se dirigió a su
habitación. Una vez allí, miró el teléfono. Tenía una llamada perdida de Noah y
no tenía mensajes de voz, pero sí un mensaje. 104
Joder, no me di cuenta, pero por favor dime que lo que notaron Roni y
Nellie esta noche no es verdad. No hay nada entre tú y... ya sabes quién.
¿Cierto?
Se recostó en su cama y le respondió. Debería haber sabido que las chicas
eran más propensas a notar ese tipo de mierda, ya que ni siquiera él sabía que
era eso. Así que respondió de la forma en que sabía que debería hacerlo. Si
alguna vez pasara algo, Noah sería el único al que consideraría decírselo, pero
todavía no había nada que contar y sólo esperaba tener la fuerza de voluntad
para que siguiera siendo así.
Tienes razón, se equivocan. No está pasando nada.
Debido a que él sabía que su mejor amigo no lo dejaría en eso, se quedó
pensando en aquella maldita situación mientras esperaba la respuesta de Noah.
¿Había siquiera una situación? ¿Quería él que hubiera una?
Sólo pensar en Bianca lo hizo sonreír. Su primera impresión de ella, y
aún pensaba así, fue que era tan dulce e inocente como siempre, incluso en la
escuela secundaria. Había algo tan embriagador en la forma en que esos
grandes ojos inocentes absorbían cada palabra suya. Ella era como una esponja.
Casi se podía ver a su cerebro trabajando a través de sus ojos, absorbiéndolo
todo, pero era aún más fascinante ver su reacción ante las cosas que sabía que
no debía decirle. Cosas por las que Félix le patearía el trasero si se enteraba, y
tenía todo el derecho.
Entonces, ¿por qué no podía detenerse? Era como si algo se apoderara de
él cuando veía que ella quedaba atrapada en sus ojos. Podía suceder tan rápido
y sin aviso, como un interruptor que se enciende con una sola mirada, y tan
malo como sabía que era, no podía hacer nada para combatirlo.
Su teléfono sonó de nuevo y leyó el mensaje:
¿Estás seguro? Estas dos insistieron una y otra vez en eso.
Era tentador simplemente llamarlo y confesar todo, pero era demasiado
pronto. La verdad era que, aunque habían tenido algunos momentos intensos,
también podrían no significar nada. Seguía diciéndose eso. Bianca tenía esa
inocencia. Era muy probable que no tuviera ni idea acerca de lo que le hacía a
su culo cachondo.
Sí, estoy seguro.
Gio estaba siendo deliberadamente impreciso. Podría añadir cosas como
“yo no haría algo así”, pero eso ya no era algo que pudiera decir o incluso
escribir con firme convicción.
Cerró los ojos, tratando de alejar lo que empezaban a ser pensamientos
obsesivos sobre ella. Las preguntas más apremiantes de todas y las que lo
tenían hecho nudos eran: ¿Sabía lo que le hacía esto? ¿Podría ser posible que la
pequeña y dulce Bianca supiera que volvía loco al amigo de su novio? Pero aún
más importante, ¿por qué? Gio la había oído decirle a Félix que lo amaba. Vio
las lágrimas y el dolor en sus ojos cuando él no le respondió de la misma 105
manera. Ella había salido a recibirlo con mucha emoción el día en que llegó.
No tenía ningún sentido. Conocióa un montón de chicas que habían
estado dispuestas a estar con él a pesar de que tenían novios. Pero no eran como
Bianca. Eran zorras salvajes, cuyos novios probablemente sabían exactamente
con lo que trataban.
Después de la noche en la que todos habían salido, él empezó a pensar
que tal vez era mejor si se iba, decirle a Félix que no podía quedarse o inventar
algo. El viaje a casa esa noche y su conversación con Bianca habían estado tan
cerca del fuego como era posible sin tocarlo.
Ahora tenía la prueba que no había imaginado lo que pasó en la cena de
Noah, ya que no era el único que lo vio. ¿Estaría más tentado ahora a jugar con
fuego? Ni siquiera podía estar seguro de cómo sería su reacción si hacía lo
impensable, como ceder a la tentación de probar su boca sólo una vez.
Algunas semanas atrás, podría haber golpeado a alguien en la cara si
siquiera insinuaba que podría ser el tipo de amigo que pensaría algo así. Félix
podía no ser perfecto y era probablemente indigno de Bianca, pero era su amigo
de toda la vida.
Otro mensaje de Noah:
Eso es lo que pensé. Lo siento, lamento haberte preguntado, hombre. Las
chicas se apresuran a sacar conclusiones precipitadas. Lo tendré en cuenta a
partir de ahora. Buenas noches.
Gio se llevó el puño a la frente con un gemido. Grandioso. No había
culpa. Iba a dormir muy profundo esta noche.

106
13
Durante los próximos tres días, Bianca había logrado mantenerse
distraída por la escuela, el trabajo en las mañanas y tardes mientras que Félix
trabajaba. Luego en las noches, estaría de vuelta en la cabaña con él.
Toni la había llamado y mandado mensajes en los últimos días,
emocionada por haberla visto en la televisión y en la prensa rosa. Bueno, fotos y
algunas escenas de ella tomadas por satélite metiéndose en su auto o
caminando en el pequeño campus universitario donde asistía a la única clase
que no tomaba en línea. Habían sido muy astutos hasta ahora y
sorprendentemente respetuosos de su espacio porque la mayoría de las fotos
que le mencionó, Bianca ni siquiera notó cuando habían sido tomadas. Sólo una
vez,vio a un fotógrafo en el estacionamiento apuntando su cámara hacia ella.
Nunca entendería
intimidócompletamente.
cómo podían soportarlolas celebridades. La
107
Tuvo que reírse de lo vertiginosa que todo esto ponía a su amiga. La
mujer se hallaba pegada a la televisión y a su ordenador ahora que tenía una
amiga que era parte de su pasatiempo favorito… leer las columnas de chismes.
Hablaba por teléfono con ella mientras conducía de regreso a la cabaña.
Por lo general,Félix la recogía él mismo o enviaba un auto si no terminaba el
entrenamiento; a la mañana siguiente él iría a Los Ángeles para hacer una
promoción y no volvería hasta la otra noche. Durante su ausencia Félix podría
ponerle a un conductor para que la llevara por todos lados en uno de sus autos
de lujo, pero ella se sentía más cómoda en su pequeño Civic. Todavía se sentía
un poco rara de saber que había un conductor esperándola cuando iba de
compras o se detenía para visitar a Toni.
—¿Por qué no lo acompañas? —se quejó Toni.
Bianca arrugó la nariz. —Porque estará ocupado todo el tiempo y yo
estaré encerrada en una habitación de hotel.
—Seguro encontrarías una manera de mantenerte entretenida —replicó.
—¿Yo sola? No, gracias. Además tengo la escuela y el trabajo.
—Va a hacer el espectáculo Late Night. ¡Podrías conocer a Conan
O‟Brian!
La exasperación de Toni la hizo reír. —Estoy segura de que voy a tener la
oportunidad de reunirme con él en otro momento. —Ya se había reunido con
algunas celebridades debido a Félix y nunca se sintió tan deslumbrada como
sabía que habría estado Toni, pero a riesgo de provocar desmayoel su amiga no
mencionaría su desinterés por conocer al magnate de Late Night.
—Así que, ¿te vas a quedar en su cabaña mañana por la noche o te vas a
casa?
La pregunta era una que ella había considerado durante días. Félix en
realidad sugirió que mañana hicieran algocon Gio. Ir al snowboard de nuevo o
ver una película. Sabía que era porque se sentía mal por dejarlo allí solo. Las
noches anteriores, él había pasado mucho tiempo con ellos después de la cena
viendo la televisión o jugando al billar. Incluso anoche le preguntó si quería
unirse a ellos en el jacuzzi, lo cual él rechazóinmediatamente. Ray e Ignacio no
eran muy sociables. Siempre daban por terminada la noche y se dirigían a su
habitación después de la cena. Algunas de las noches, como en la que Gio llegó
allí, ni siquiera se unían a ellos para cenar, sino que llevaban su comida asus
habitaciones.
Los sueños no se detuvieron, y además se volvieron más intensos. Uno
de los más intensos fue la noche que volvieron de cenar de la casa de Noah.
Eran tan intensos que empezabaa ponerse nerviosa. En el pasado ella era
conocida por hablar en sueños. Aunque la abuela se le burló una vez porque era
más molesta que otra cosa ya que era imposible distinguir las frases. Dijo que
engeneral era sólo una palabra aquí o allá, ni siquiera entendible. Muy a
menudo, la única palabra que recordaba gritar en sus sueños era Gio. 108
Sentía su cara en llamas mientras dejaba su auto en el estacionamiento de
la tienda. No iba a comprar nada, pero necesitaba hablar con alguien sobre esto
ya y no quería tener esta conversación mientras se suponía que debía estar
concentrada en conducir sobre la nieve.
—¿Toni?
—¿Sí?
Mordiéndoseel labio, trató de pensar en la mejor forma de empezar. —
¿Alguna vez has estado en una relación donde eras feliz pero aun así te sientes
atraída por alguien más?
—Oh, cariño eso suena jugoso. Espera. Déjame poner el cartel de cerrado
y cerrar la puerta.
Bianca escuchó su risa y sonrió, tratando de aliviar la ansiedad que había
estado sintiendo desde hace días. Giró la llave, apagando el motor de su auto.
—Bueno, así que ¿quién es y cómo es que no me lo habías dicho?
—Primero, responde mi pregunta. —Tamborileó los dedos sobre su
muslo—. ¿Lo has estado?
—Por supuesto que sí. Es perfectamente normal. Incluso las mujeres
casadas pueden sentirse atraídas por otros hombres. No hay nada malo con eso
a menos que actúes. —Bianca pensó en la última frase por un momento sin
responder—. Oh, Bianca. Eres demasiado tierna. ¿Así que tienes un flechazo
por alguien más y te preocupa eso? Creo que es especialmente normal para ti
desde que Félix está desapareciendo.
—Pero no es sólo otra persona. Es su amigo. Su amigo desde hace
mucho. Son muy cercanos.
—¡Oh! —Bianca se dio cuenta por el entusiasmo de Toni que no entendía
la magnitud de esto y ¿cómo podría?—. ¿Qué amigo? —Luego, en un tono
mucho menos entusiasmado, la regañó otra vez—: ¡No puedo creer que no me
lo hubieras dicho!
Bianca respiró hondo y comenzó desde el principio: allá en la escuela
secundaria. La puso al corriente de los detalles importantes sintiendo como si
estuviera construyendo poco a poco una demanda contra ella misma y por qué
era culpable de algo que no había hecho.
Toni escuchó con atención, respondiendo con “Oh y Ah” en todas las
pausas apropiadas. Cuando llegó a la parte del primer sueño, la noche quellegó
Félix, ella se quedó en silencio por un momento y luego se echó a reír. Tan
nerviosa como se sentía sobre todo esto, Bianca no pudo evitar reírse con ella.
—¡No es gracioso, Toni! —dijo pero siguió riendo—. ¿Te imaginas si hubiera
dicho el nombre de Gio cuando me vine?
Toni se rio aún más fuerte, y a pesar de que Bianca sabía que no erapara
nada divertido continuó riendo, apenas capaz de recuperar el aliento.
Agradecía que no estuviera llorando o esta conversación no habría ido a 109
ninguna parte. Cuando la risa se calmó, se preguntó si debía continuar. Los
sueños eran aún peores, pero de alguna manera, sabía que Toni los encontraría
más humorísticos que inapropiados. Este no era el resultado que ella esperaba
cuando se detuvo aquí. —Toni —trató de sonar firme mientras su amiga seguía
riendo—. Necesito claridad. ¡Cálmate, mujer!
—Está bien, está bien. —Se aclaró la voz—. Así que el tipo es hermoso,
loco, sexy y obviamente también se siente atraído por ti, pero dijiste que es
respetuoso, ¿verdad? Y se aseguróde que no tú no te ofendías por su carácter
juguetón. Si eso es todo, entonces yo no me preocuparía. Eres muy atractiva
Bianca, por supuesto, los dos van a coquetear.
—Hay más.
—¿Ah?
Ahora que Bianca tenía toda su atención otra vez, le habló de la noche
que habían salido y el viaje a casa con Gio… lo que Evelyn le había dicho. —
¡Oh, qué puta! Y ¡bah! ¿El baño de hombres? ¡Eso es tan años noventa!
—Ese no es el punto, Toni. —Ya no se sentía humorística, regresó el
increíble malestar y empezaba a sentirse asfixiada. Necesitaba a alguien que
entendiera y le dijera que no estaba loca por sentirse tan increíblemente
culpable y egoísta—. El punto es que esto... no sé cómo describirlo. Es como si
hubiera algo más grande entre nosotros cuando estamos solos. A veces me deja
completamente sin aliento, me encuentro totalmente fascinada por él, y estoy
bastante segura de que he notado lo mismo en él. Los dos sabemos que está
mal, pero esincomprensible. Y si ni siquiera podemos entenderlo, ¿cómo
podemos controlarlo? Sé que suena como un montón de mierda. Una gran
excusa. —Su voz se quebró y paró, incapaz de continuar.
—Bianca. —La voz de Toni se hallaba llena de remordimiento—. Cariño,
no llores. No sabía que esto te molestaba tanto.
Ella tomó otra respiración profunda, sintiéndose como una lloronaidiota.
—Sigo teniendo estos sueños, Toni. En el último,salí de la cama de Félix, me
escabullí a la habitación de Gio, me quité la ropa y me metí en su cama. Y
siempre es tan real y tan fácil de hacer. Sé que es sólo un sueño, peropor lo
general incluso allí pienso en la forma en que lo haría en la vida real. Y en los
sueños, lo quiero tan desesperadamente. —Respiró, agradecida de ahora poder
controlar sus emociones y continuó—: Apenas puedo mirarlo por temor a que
él lo sepa. Lo verá en mis ojos. Y lo peor es que hablo dormida.
—Oh, mierda. ¿En serio?
—Bueno, solía hacerlo. No he dormido en la misma habitación con la
abuela en años pero ella me dijo que lo hacía. ¿Qué pasa si lo hago una de estas
noches y digo su nombre? Digo las cosas que hago con Gio en mis sueños, que
no puedo dejar de pensar en él, que está en mi mente constantemente ahora
incluso cuando Félix me hace el amor. ¡Está tan mal!
Oyó a Toni respirar profundamente y luego el zumbido. Era algo que 110
hacía cuando tenía una lluvia de ideas o trataba de encontrar algo mejor. Bianca
casi podía imaginarla paseándoseen su pequeño salón. Así que, esperó
pacientemente con la esperanza de que tuviera algunas palabras de sabiduría
para ella.
—Voy a ser honesta contigo, ¿de acuerdo? No te enojes pero necesito que
lo pienses antes de contestar, ¿bien?
—Está bien. —Bianca imaginaba cuál podía ser la pregunta.
—¿Estás enamorada de Félix? —Eso no era todo.
—¡Sí! Por supuesto que sí —replicó.
—No. Te pedí que lo pensaras bien, chica —espetó Toni—. Ahora piensa,
porque estoy siendo honesta, así que de nuevo, no te enfades. Cuando me
contaste acerca de cómo le dijiste que lo amabas, hiciste algo como esto. Tú
dijiste: “Me dijo que me amaba y yo le dije quetambién lo amaba”. Entonces te
pusiste toda chillona y no tuve más remedio que hacer lo que esperabas que
hiciera, chillar contigo como cualquiera buena amiga. Pero pensé que era raro
que en realidad nunca dijeras que lo amabas o que estabas enamorada. Contaste
que le dijiste que lo amabas. Es diferente.
—Bueno, estoy enamorada de él. —Trató de no ofenderse o sonar a la
defensiva pero le molestó que su amiga pensara que podía ser tan inmadura
para entusiasmarse más por la idea de ser amada y decirlo por primera vez
queestar verdaderamente enamorada.
—¿En serio? —Bianca notó por el tono de Toni que no se lo creía—. ¿Y
cuándo supiste que estabas enamorada? ¿Recuerdas el momento en que te diste
cuenta? Por lo general, es un gran momento para recordarlo por siempre.
No lo sabía. Lo único que recordaba era que se sorprendió cuando
escuchó a Félix decírselo por primera vez. Pero estaba herida. ¿Cómo podía
Toni haber pensado esto todo este tiempo y no mencionarlo?
—Lo recuerdo —mintió, esperando sonar convincente y no tan enojada
cómo se sintióde repente.
—Bianca, no te enojes…
—No lo estoy. —Empujó la llave en el encendido y se puso el cinturón de
seguridad. Estaba enojada. Dios, más que nunca. Pero no con Toni, sino consigo
misma. ¿Cuán estúpida era realmente? ¿Era posible que se hubiera convencido
que estaba enamorada de Félix sólo porque se dejó llevar por la forma en la que
se sentía al estar enamorada o le gustaba oír que él la amaba? ¿Y qué, en todo
caso, tenía que ver no estar enamorada de él con los sentimientos que tenía
cerca de Gio? Por lo menos tenía sentimientos por Félix. Se preocupaba por él y
los celos cuando oía de él con las otras mujeres eran genuinos. No había manera
de que estuviera fingiéndolos.
Entonces recordó lo que sintió al ver a Gio besando a Evelyn. Acababa de
escribirle a Félixestando de acuerdo conencontrarlo en la cabaña, pero el
levantar la mirada y ver a Gio besándose con Evelyn, había sido suficiente para 111
hacerla saltar de su asiento y echar a correr hacia la puerta. Bianca apretó el
volante, sintiendo cómo se sonrojaba, absolutamente mortificada. Era ridículo.
¿Qué le pasaba?
—No estoy enojada —repitió mientras salía del estacionamiento—. Estoy
confundida y todo esto me está volviendo loca.
—Y eso es perfectamente normal. —Toni puso su voz tranquilizadora y
Bianca lo agradeció porque lo que necesitaba ahora más que nunca era
tranquilidad—. Por lo que me dices, Gio parece un encanto, uno que también
resulta tener ojos dulces. Cuestionaría tu cordura si no tesintieras atraída por él.
Mierda, creo que lo quiero yo y ni siquiera he visto al chico.
Bianca se rio, sintiéndose completamente agradecida por tener una
amiga como Toni, que nunca la juzgaría y la apoyaba cuando la necesitaba. Ella
siempre le decía que podía llamarla a cualquier hora, por cualquier motivo y a
menos que estuviera profundamente dormido, siempre contestaba. Eso casi
sucedía esas últimas noches, cuando había despertado de sus sueños con Gio.
—Sólo desearía no sentirme tan increíblemente culpable por despertarme
junto a Félix en su cama con un completo orgasmo provocado por su amigo. —
Sólo pensarlo le causaba una mueca de dolor.
Toni exhaló pesadamente. —Está bien, sólo voy a decir esto porque no
me gusta que te castigues por sueños inocentes, pero te lo advierto,
probablemente te va a molestar. —Hizo una pausa, probablemente esperando
una respuesta, pero Bianca no le dio ninguna. Nunca podría estar enojada con
Toni—. He estado buscando a esta chica, Shelley, que se encontró con él en
Chicago y no he dicho nada porque no tengo nada sólido, pero no se ve bien.
Ahora, podría estar completamente equivocada, así que no empieces a enojarte
ni nada. Eso es todo lo que voy a decirte sobre esto porque puedo tener razón o
como todas las otras veces, podría llegar a ser nada. Todo lo que quiero es que
pienses en esto. Lo que haces —soñar con su amigo— es inofensivo. Es sólo un
sueño. Él, por otro lado, bueno, digamos que su completa y total inocencia es
cuestionable.
Bianca pensó en eso por un segundo mientras conducía en el camino de
entrada de la cabaña. Podía ver a Félix, Gio y Ray sentados en la entrada,y
sosteniendo tazas de café. Probablemente té para Félix y chocolate caliente para
Gio y Ray, lo mismo que habían estado bebiendo las últimas dos tardes que
llegó ella. ¿Qué pasaba con estos chicos y la afición a beber en la entrada?
—Estoy aquí —dijo Bianca mientras estacionaba el coche al otro lado de
la cabaña,en frente del pórtico donde los chicos se encontraban sentados.
Félixle sonrió y Gio la miró por un segundo antes de girarse a su amigo
que había dicho algo que le hizo reír. —Está bien. Te dejaré —dijo Toni—. Pero
déjame que te diga una última cosa. En todo el tiempo que has estado saliendo
con Félix, cuando te emocionabastanto porque él venía por un par de meses y
cuando me contaste que te dijo que te amaba, nunca escuché ni una vez la
emoción que oí hoy cuando hablaste de Gio. 112
Miró por su parabrisas a Gio y Félix. Hace un par de semanas, estaba
segura de que no había nada ni nadie que la haría más feliz que Félix. Ahora, no
sólo no estaba segura de si aún lo amaba, sino que tal vez se enamoróde y de
una manera que no entendíaalguien más —alguien que nunca podría tener— su
mejor amigo.
Nunca se perdonaría romper su amistad. Pero ya la sentía desde tan
lejos…a la atracción. Necesitaba estar cerca de Gio. No se encontraba lista para
alejarse, ni creía que pudiera aunque lo intentara. Pero debía alejarse antes de
que hiciera algo de lo que nunca podría retractarse. ¿Qué demonios iba a hacer?
14

La noche anterior fue dura. Cada día que pasaba teniendo que ver a
Bianca con Félix era mucho peor que el anterior. Eso hacía a Gio preguntarse
cuánto tiempo más podría aguantar estando aquí. Pero luego tendrían otro de
sus momentos y la pregunta más urgente se convertiría en ¿cómo demonios
podría irse alguna vez? No podía decidir qué era peor, tener que verla con
Félix, o nunca verla otra vez. Al menos, no veía tan a menudo a Félix, si no
entrenaba, era cada seis meses más o menos.
Félix había salido temprano esa mañana. Gio ni siquiera había estado
cuando él se fue y si hubiera estado habría fingido que no. Félix estaría
desaparecido por casi dos días. Lo último que Gio quería era ser testigo de su
largo adiós.
Después de tomar una ducha, llamó a su madre para chequearla. Ella le 113
pidió que la llamara al menos una vez al día por lo que pensó que sería mejor
acabar con ello. Luego llamó a Jack. La noche de la cena de Noah, Jack
discretamente le pidió que lo llamara cuando pudiera. Gio lo hizo el día
siguiente y Jack le dijo que iba a abstenerse de añadir al resto de los chico al
título del gimnasio debido a una demanda que tenía pendiente. Él no quería
que ninguno de ellos se viera arrastrado como copropietario. Incluso se ofreció
a sacar a Gio del título ya que si la demanda se complicaba, lo cual sus
abogados no anticiparían, también podrían venir tras de Gio. Gio le dijo que no
estaba preocupado y que haría lo que fuera para que se sintiera mejor. Ya que
sacar el nombre de Gio fuera del título implicaría mucho papeleo ya que tocaría
firmar y notarizar, Jack dijo que descartaría eso por ahora.
En la llamada de esta mañana Jack le dijo como avanzaban las cosas. La
demanda iba a ser destituida pero todavía se demoraría algún tiempo antes de
que pudiera poner a los chicos en el título. Parecía preocupado de que de
alguna manera ellos descubrieran que sólo había añadido el nombre de Gio y se
sintieran heridos. Gio le dijo que estaba seguro que era la verdad. Ninguno de
ellos podría pensar nada de eso y lo entenderían, pero le garantizó que no lo
descubrirían de él. Sus labios estaban sellados hasta que Jack dijera lo contrario.
Bianca estaba desayunando sola cuando entró en el comedor. —Buenos
días, dormilón —dijo ella sonriendo alegremente cuando levantó la vista y lo
vio—. ¿Dormiste bien?
—No lo hice realmente —dijo tomando asiento al frente y sintiendo su
ritmo cardíaco acelerar sólo por estar cerca de ella—. Tenía algunas llamadas
que necesitaba hacer.
Gio sabía que Ignacio y Ray habían ido a casa ayer para estar con sus
familias hasta que Félix volviera. Félix les había mandado en primera clase y
también le había ofrecido a Gio volar a Los Ángeles pero él pasó, diciendo que
quería hacer algo más de snowboard en sus días libres. Fue ahí cuando él y
Bianca tuvieron otro de sus momentos. Obviamente le había sorprendido que
él no se fuera como los otros entrenadores. Todos habían ido a hacer snowboard
un par de veces desde que estuvo por primera vez a solas con Bianca pero no
había vuelto a estar solo con ella desde entonces.
Amparo le sirvió un vaso de jugo y le hizo saber que volvería con su
desayuno.
—Así que, ¿quién va a hacer snowboard contigo hoy? —Ella lo miró y
luego volvió a su plato—. ¿Evelyn?
Gio acababa de recoger su jugo pero se detuvo antes de tomar un sorbo.
Él había estado en la habitación con ella durante menos de cinco minutos y ya
estaba recibiendo el impulso de decir cosas que no debería. Anoche Bianca
había mencionado que tenía clase esta mañana y un seminario en línea que tenía
que ver hoy. Era decepcionante que no fuera con él, pero a la vez pensaba que
era lo mejor. —Nop. Me voy solo.
114
Sus ojos se encontraron con los suyos, algo sorprendida. —¿En serio?
¿Por qué?
Gio se encogió de hombros. —No hay nadie más para ir. Ni siquiera he
llamado a Evelyn. —Sabía que no importaba pero quería aclararlo. Él no había
llamado a Evelyn o respondido sus mensajes, y no tenía intenciones de hacerlo,
a pesar de que le había dicho a Félix lo contrario para evitar cualquier duda—.
Así que estaré volando en solitario. A menos que… —Sonrió. Eso bastó. Estaba
atrapada en sus ojos otra vez. Y aunque se sentía un poco mal y como una mala
influencia, la idea de pasar un día entero con ella venció a cualquier anhelo de
hacer la cosa honorable y no caer en el anzuelo—. A menos que hagas novillos
y te unas a mí.
Los ojos de ciervo hicieron su aparición y Gio respiró profundamente. —
No debería… —Se mordió el labio inferior y luego sonrió.
Eso no fue un no e hizo que el corazón de Gio pasara a un nivel superior.
—¿Pero?
—Supongo que puedo faltar a clase pero realmente tengo que ver ese
estúpido seminario. —Ella sonrió con tanta intensidad como lo había hecho la
primera vez que entró en la habitación—. Sin embargo puedo hacer eso en la
noche.
La emoción que Gio sentía era diferente de cualquiera que alguna vez
hubiera sentido porque estaba mezclada con otra cosa. Algo peligroso se
filtraba junto con la euforia. Algo que tomó un poco de la emoción sabiendo
que la tendría toda para él hoy. Extrañamente, la advertencia silenciosa es lo
que hizo que el tiempo que pasó esperando mientras ella se preparaba el
desayuno fuera mucho más agonizante.
En el momento en que estaban en el auto, Gio se sintió como un niño
listo para subir una montaña rusa. Era como si su cuerpo y su alma ya
estuvieran anticipando lo que iba a venir. Todo el camino a la estación de esquí
hablaban tan cómodamente como siempre lo habían hecho con la diferencia de
que ahora, al contrario de esos primeros días, paraban a veces a media frase
simplemente para mirarse a los ojos.
La única cosa que contuvo a Gio de besarla era que no había manera de
saber que tan cercano eraFélix de todo su personal. El conductor sería testigo
de eso con una sola mirada al retrovisor. Si Gio diera paso al insaciable impulso
que tenía ya no sería sólo un beso suave que pueda ser interpretado como un
beso amistoso. Si lo hacía, iría por ello hasta el final.
Llegaron a la estación y el conductor se bajó. Gio sabía que tenía menos
de un minuto antes de que el conductor abriera la puerta de atrás para ellos. No
podía aguantar más, por lo menos tenía que probar por lo que había estado
obsesionado durante días.
Se inclinó mientras ella se desabrochó el cinturón de seguridad y su
cabeza se sacudió ante la sensación de su cuerpo presionado contra el suyo. Sus
ojos inmediatamente estaban en sus labios y se inclinó lamiendo su labio
115
inferior suavemente, haciéndola jadear. Por un horrible momento, pensó que
ella podría protestar y que pudo haber arruinado todo. Entonces para su
sorpresa, ella llevó la mano a su cuello y lo atrajo besándolo salvajemente,
haciéndolo gemir en su boca. La puerta se abrió y se separaron. Gio estaba
seguro que era lo que se sentía justo antes de tener un ataque al corazón,
porque su corazón nunca había golpeado tan violentamente. Tragó con fuerza,
tratando de mantenerlo junto mientras bajaba del auto y al mismo tiempo
saboreaba el sabor de ella todavía en su boca.
No dijeron demasiado mientras se dirigían al ascensor. Bianca mencionó
que la multitud no estaba tan mala y que tal vez intentara un nuevo sendero
más difícil esta vez. Gio apenas podía pensar con claridad. Todavía podía sentir
sus suaves labios en los suyos y saborear su lengua en su boca. Una vez que
estaban en el ascensor, se dio la vuelta para mirarla. —¿Bianca?
Ella lo miró a los ojos pero no dijo nada. Gio había considerado
posiblemente disculparse o al menos explicar por qué había hecho lo que había
hecho, pero vio sus ojos sobre sus labios otra vez y al momento en que ella
lamió el suyo toda línea de pensamiento fue disparada. Se inclinó y la besó de
nuevo pero esta vez no fue tan salvaje como en el auto. Ella dejó caer la cabeza
y él la besó profundamente, su lengua buscando cada centímetro de su deliciosa
boca.
Sabiendo que dejarse llevar podía ser peligroso en el ascensor se abstuvo
de hacer todas las otras cosas que quería hacer. Como chupar sus labios y
saborear su cuello, pero solo besarla ya lo estaba llevando a un frenesí. Tenía la
mano en su muslo y se mantuvo deslizándolo hacia arriba y hacia abajo,
apretando a veces. Solo eso lo estaba volviendo loco, haciendo que la besara
aún más profundo.
Se besaron todo el camino hacia arriba, las únicas veces que había parado
todo era para mirar profundamente en sus ojos. Quería estar absolutamente
seguro de que no se estaba arrepintiendo de esto. Gio no tenía idea de cómo iba
a funcionar o hasta qué punto iría. ¿Era esta la única vez que ella permitiría
esto? No quería ni considerar eso. No había manera de que fuera capaz de
luchar contra esto. No sabiendo lo que sabía ahora. Que ella estaba tan
hambrienta por él como él por ella. Ni una sola vez desde que comenzó a
besarla ella había parado. Su lengua se mantuvo con la suya, emparejando cada
remolino, incluso chupando su lengua como él lo hizo.
Cuando llegaron a la cima, Gio estaba agradecido por los gruesos
pantalones de esquí. Pero si alguien estaba mirando de cerca verían la evidencia
de su maratón de besos robados en todo el camino hacia arriba.
Tan pronto como bajaron Gio tomó su mano. Igual que el primer día en
que la sostuvo por solo un momento, sintió la corriente como fuego que se
disparó a través de él, simplemente tocándola. Era una locura. Esto después de
sólo besarla sin parar todo el camino hasta la montaña.
Bianca se estremeció. —¿Tienes frío? —Cayó en la cuenta en ese
momento de que estas fueron las primeras palabras que alguno de los dos
116
habían dicho desde que pronunció su nombre en la parte inferior del ascensor.
Sacudió la cabeza. —No. —Ella sonrió y se sintió aliviado de que no
estaba teniendo dudas todavía sobre lo que estaba sucediendo.
Sin embargo ese fue él. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Se atrevería a
preguntar y arruinarlo o solo debería seguir con eso y disfrutarlo todo el tiempo
que durara?
Ella se giró hacia él sus hermosos ojos más grandes que nunca. —No le
vas a decir a Félix, ¿verdad?
—Por supuesto que no. —Bueno, tal vez iban a hablar de ello.
—Nunca he querido besar a alguien tanto en mi vida —explicó ella,
deteniéndose frente a él. Esto era sólo una de las cosas por las que Gio estaba
enamorándose de ella tan rápido. La forma en que solo decía lo que estaba en
su mente, independientemente de las circunstancias—. No importa lo que pase,
sólo quiero que sepas que besarte probablemente fue una de las experiencias
más gratificantes de mi vida, si no la que más.
Tan agradable como eso sonó, Gio se obsesionó sobre cada una de sus
palabras buscando profundamente en sus ojos. —¿No importa lo que pase?
¿Qué crees que va a pasar?
Sacudió la cabeza incapaz de romper el dominio que tenía sobre ella. Él
podía sentir justo como todas las otras veces que estaba encerrado en su mirada
y le encantó. Quería decir algo pero no sabía qué. —No podemos… —empezó a
decir ella, luego susurró—: Félix.
Bianca ni siquiera tenía que decirlo. Gio sabía todo muy bien. Había
pensado en eso antes y todavía estaba pensando en eso ahora. Él no podía, no
debería hacerle esto a Félix. Sólo que ahora, había algo aún más profundo que
estaba sintiendo. No había manera de que él fuera capaz de evitar que esto
volviera a ocurrir. De hecho, casi no podía soportarlo ahora. Se inclinó e hizo lo
que tenía que hacer y la besó de nuevo. Para su alivio, al igual que las dos
primeras veces, ella no protestó, le devolvió el beso con entusiasmo.
—Gio —jadeó ella entre besos.
Quería hacerla callar, decirle que no deberían hablar sobre ello. Sólo ir
con eso. Fuera lo que eso fuese. Luego al igual que lo había hecho tantas veces
en el último par de semanas, ella lo sorprendió con su siguiente pregunta. —
¿De verdad quieres hacer snowboard hoy?
Tragando un nuevo entusiasmo, junto con la ansiedad de lo que
posiblemente podría tener en mente, él la miró. —¿Qué prefieres hacer?
Ella rio suavemente, su rostro convirtiéndose en una ligera sombra
carmesí. —No, por favor no pienses… sólo estoy diciendo. No tengo ni idea de
lo que está pasando aquí… por qué está esto sucediendo. —La última parte la
dijo casi para sí misma mientras miraba alrededor—. Deberíamos hablar. Pero
esto me está poniendo tan nerviosa. Tal vez deberíamos ir a otro lugar. Un 117
lugar donde los paparazzi no obtengan fotos de nosotros que puedan llegar a
Félix.
Gio miró a su alrededor, dando un paso lejos de ella inmediatamente. Ni
siquiera había pensado en eso. Afortunadamente, estaban demasiado altos
ahora para que cualquier paparazzi estuviera siguiéndolos. Entonces pensó en
su beso en el ascensor y recordó que habían estado bastante bajo cuando
empezaron, pero no habían visto a ninguno de los buitres más temprano. No es
que su mente estuviera pensando muy claramente cuando salieron del auto.
Después de la primera semana, obtuvieron un montón de fotos de Bianca. Así
que el interés de los paparazzi en ella y Félix se había calmado
considerablemente.
Bianca movió un mechón de pelo de su cara. Gio la miró hipnotizado. —
Quiero decir si todo lo que haremos es snowboard podríamos quedarnos
aquí…
—Vamos a salir de aquí —dijo Gio agachándose para atar la correa el pie
libre sobre su tabla de snowboard. Esperaba que ella estuviera diciendo lo que
pensaba que estaba diciendo, que quería ir a un lugar más íntimo donde poder
continuar lo que empezaron. Dejaría la racionalización y el pensamiento de esto
para la tarde. En este momento, no se le ocurrió nada mejor que preferiría estar
haciendo.
Hicieron su camino por el sendero a un ritmo constante, mirándose el
uno al otro de vez en cuando con una sonrisa de complicidad. Gio apartó los
pensamientos negativos. Esto ya se sentía como una traición de su parte.
¿Cuánto más lejos tendría que llevar esto? ¿Hasta dónde Bianca se lo
permitiría? ¿Aún lo intentaría? ¿Debería?
Esto ya era mucho más de lo que había esperado, incluso másde lo que
había considerado. Y dejar los senderos para posiblemente hacer más, fue su
idea. Ese solo pensamiento hizo que su interior detonara. Gio respiró
profundamente cuando llegaron a la parte inferior de la pendiente. Miró a su
alrededor mientras se detenían, mirando por cualquier posible paparazzi. No
parecía haber ninguno, pero por mucho que se moría por besarla de nuevo, no
podía correr el riesgo.
En el momento en que estaban en el auto y el conductor cerró la puerta
Gio se giró hacia ella. —Podríamos… —empezó a decir ella, pero los labios de
Gio ya estaban sobre los suyos, devorando el sabor de su boca luego eso lo
golpeó y se detuvo, apartándose para mirarla a los ojos.
—¿Podríamos qué?
Ella sonrió, su cara una vez más teñida con color. —Iba a decir que
podríamos ir al cine. Es agradable ahí y oscuro.
No era exactamente lo que Gio había conceptualizado, pero lo tomaría.
—Suena bien para mí —dijo, sentándose de espalda con el ceño fruncido ante el
sonido de la puerta delantera y el conductor subiéndose.
Bianca ya había dado instrucciones al conductor para llevarlos de vuelta 118
a la cabaña, así podrían cambiarse, explicándole brevemente que habían
decidido llamarlo más temprano después de que ella se desgarro algo y estaba
asustada de que podría empeorar si continuaban.
Gio había estado dividido entre estar impresionado por la rapidez con la
que inventó una excusa o preocuparse por eso. Nunca la habría vinculado
siendo una buena mentirosa pero suponía que a partir de hoy los dos tendrían
que serlo o esto podría estallar en sus caras de una muy mala manera.
Jugó con sus dedos en la parte de atrás del asiento mientras estaban
sentados en un cómodo silencio. Una automática insta-sonrisa era plasmada en
su rostro al momento en que sus ojos se reunían y ella la igualaba cada vez. Era
todo lo que Gio podría hacer para no besarla allí mismo. Tomó su cara entre sus
manos y sólo la reclamó, incluso en frente del conductor. La reclamó, porque
incluso si era suya solo por hoy él iba a sacar el máximo provecho de eso. Pero
sabía que tendría que ser cuidadoso.
El coche se detuvo en la puerta de la cabaña y Gio una vez más
aprovechó los segundos que tardaba el conductor en llegar a la parte trasera del
coche para besar a Bianca como si fuera su último beso.
Cautelosamente se apartó cuando escuchó la manija de la puerta tirar.
Salieron del auto y se dirigieron a la puerta de la cabaña. De repente Bianca se
giró hacia él sus preocupados ojos de ciervo con toda la atención.
—¿Qué? —preguntó, ansioso de entrar donde podría tener unos cuantos
besos más.
—El complejo entero está lleno de cámaras de seguridad. —Miró hacia el
coche—. No tengo idea si tiene cámaras en los autos.
La idea no fue lo que asustó a Gio inmediatamente. Félix había hablado
con él acerca de las medidas de seguridad que había tomado cuando habían
hablado de los paparazzi la semana pasada, pero no mencionó las cámaras en el
auto. Sin embargo él mencionó la cantidad de cámaras en la propiedad y se
alegraba de que Bianca lo hubiera recordado porque ya estaba teniendo
visiones de tomarla en sus brazos al momento en que llegaran al interior.
Frunció el ceño, sabiendo que cualquier idea de intimar con ella en
cualquier lugar del complejo estaban ahora totalmente descartadas. No había
manera de que instantáneamente Félix volviera, Gio se preocupó de que su beso
en el auto pudiera haber sido capturado por una de las cámaras de la
propiedad. Félix le había dicho que podía comprobar el video incluso cuando él
no estaviera allí. —Hablamos sobre el sistema de seguridad la semana pasada y
él nunca mencionó las cámaras en el auto. —Esto iba a ser duro y se preguntó
una vez más, porque estaba tomando tal riesgo. ¿Esto valía la pena el riesgo de
ser descubiertos y la posibilidad de perder una amistad que había tenido desde
que era un niño, perdiendo el respeto de sus amigos y Jack cuando la noticia
llegara a ellos?
Sus manos se acariciaron cuando llegaron a la puerta e instintivamente él
119
tomó su mano, sintiendo la quemadura del fuego a través de él por su toque.
Dejó caer la mano recordando las cámaras y sus ojos se encontraron de nuevo.
Gio se preguntó sobre algo durante días. Había algo que vio en esos ojos
en momentos como estos cuando Bianca parecía atrapada en él y finalmente lo
descubrió. Era como si estuviera viéndose a sí mismo en sus ojos. Porque ella
estaba sintiendo la misma inexplicable fijación que él sentía. Ahora estaba claro
como el día.
La espera para conseguir algún lugar donde pudiera abrazarla iba a ser
insoportable y justo como eso, él tenía su respuesta. Tal vez si fuera cualquier
otra persona. Alguien que no tenía esta extraña y fascinante conexión no valdría
la pena tomar tal riesgo.
Él sonrió mientras la observaba al mismo momento en que finalmente
fue capaz de alejarse de su mirada. Síp, la respuesta era tan palpable como la
sangre zumbando en sus oídos ahora a la espera del resto de este día. Bianca sin
duda valía absolutamente el maldito riesgo.
15

La bufanda de angora de Bianca envuelta alrededor de su cuello debería


haber provocado un poco de culpa. La había comprado hace apenas un par de
semanas con pensamientos de Félix acariciando la suave tela. Ahora lo único
que podía pensar era en que pronto estaría acurrucándose junto a Gio en ella.
Había estado tentada de llamar a Toni mientras estaba en el dormitorio
cambiándose. Una pequeña voz en su cabeza quería a Toni para hablar de esto.
Decirle que estaba cometiendo un gran error. Pero la voz mucho más fuerte,
más convincente casi apagó a la pequeña. Gritó que lo que realmente deseaba
hacer y que debería hacer era estar con Gio todo el día. Teniéndolo para
sostenerla y besarla como lo había hecho en el ascensor cuando casi se había
derretido en un charco gigante. Tan peligroso como sabía que esto podría ser,
Bianca no podía esperar a que volviera a ocurrir. 120
En el viaje al cine, Bianca batalló por concentrarse en lo que estaba
diciendo mientras miraba a los ojos de Gio. —Hay una muy bonita ruta de
senderismo que podemos comprobar fuera, después de las películas. Está muy
bien cuidada para los excursionistas invernales y el tramo fácil es —Levantó los
dedos para citar en el aire—, "adecuado para los niños".—Sonrió, sintiendo sus
entrañas cálidas mientras los ojos de Gio viajaron hasta sus labios—. Esto, um…
—Se humedeció los labios notando que sus ojos se agrandaron y esperaba que
él no creyera que lo había hecho a propósito—, conduce a un prado donde las
familias con niños pequeños pueden llevarlos a pelear con bolas de nieve y
construir muñecos de nieve.
Bianca hizo una pausa para inhalar profundamente. Tenía que hacerlo.
La forma en que la estaba mirando le hizo algo que la dejó con la necesidad de
recuperar el aliento. —Es muy bonito, pero lo mejor es que es una especie de
secreto local. Por lo tanto, nunca está lleno de gente y las veces que he ido allí
durante la semana normalmente tengo todo el lugar para mí.
—¿Por qué vas por tu cuenta?
Sus ojos estaban inmediatamente en sus labios al verlos moviéndose. —
Yo um… me encanta el camino. Tendrás que verlo para entenderlo. Aun
cuando no es invierno. Fui allí mucho cuando estaba decidiendo si me iba a
quedar aquí o regresar a Los Ángeles. Es un gran lugar para pensar.
Se lamió los labios. —Deja de hacer eso —susurró él, cerrando los ojos.
Llegaron al teatro y el conductor se bajó. Al igual que todas las otras
veces los labios de Gio estaban al instante sobre los de ella. Le encantaba la
forma en que la besaba con tanta necesidad. Una necesidad que apenas podía
comprender. Este tipo podría tener a cualquier chica que quisiera. Evelyn
obviamente había estado lista y dispuesta a hacerlo en el baño de hombres con
él después de conocerlo por sólo una hora y él lo había ignorado, la había
ignorado a ella.Ni siquiera la había llamado. Si todo lo que necesitaba era una
cosa, Evelyn estaba a una llamada telefónica de distancia.Sin embargo, aquí
estaba necesitando a Bianca como si fuera su último aliento de lucha. Nunca
había sentido nada parecido, pero esto la cautivó por completo.
La puerta se abrió y Bianca podía sentir el enorme esfuerzo que le tomó a
Gio impulsarse a si mismo fuera de ella. Recomponiéndose, o al menos
intentándolo luego de que cada miembro de su cuerpo se hubiera puesto
flácido, luchó por volver a la normalidad mientras salía del auto. El conductor
tuvo que usar un poco de fuerza extra mientras sostenía su mano para salir.
Compraron palomitas y soda aunque Bianca tenía la clara sensación de
que no iban a estar haciendo mucho lo de comer o incluso ver la película. El
cine estaba tan vacío como esperaba que estuviera. Era la primera presentación
de la jornada en un día laboral. Eran literalmente los únicos en el cine. Tan
pronto se habían sentado, el gran brazo de Gio estaba a su alrededor y dejó que
su cabeza cayera hacia atrás sobre él, mientras él se zambulló dentro. Fue
recompensada con uno de los besos más largos y profundos que le había dado
hasta entonces.
121
No fue hasta muchos minutos después, cuando se volvieron a tomar aire
que se dio cuenta que había ahora un puñado de personas en el teatro. Ya que
estaban en la fila trasera, y sólo podía suponer que Gio los había llevado allí
deliberadamente, no tuvo que preguntarse si alguien estaba sentado detrás de
ellos.
Pasaron el resto de las dos horas haciendo gran parte de lo mismo,
deteniéndose sólo brevemente un par de veces para tomar sorbos de sus sodas
o cuando tenían que callarse entre sí porque sus gemidos se les escapaban un
poco demasiado fuerte. En su mayoría Bianca, pero a veces incluso Gio se
dejaba llevar. Que por lo general la conducía a un ataque de risitas tontas donde
tenía que enterrar la cara en su pecho para amortiguar el sonido. Estaba
agradecida de que el teatro estuviera tan vacío, aunque estaba segura de que
habían molestado a algunas personas. No es que a Gio pareciera importarle o
incluso darse cuenta.
Después de las películas, caminaron por la calle y agarraron un par de
rebanadas de pizza. —Esta es probablemente la mejor pizza aquí —dijo Bianca,
mordiendo su rebanada.
Gio una vez más trató de hacer una expresión desagradable y como
siempre fracasó miserablemente. Todavía se veía cada pedacito del chico
increíblemente caliente que era. Bianca se echó a reír.
—¿Qué? —preguntó alzando las cejas.
—Puedes dejar de tratar de verte como otra cosa más que deleitable.
Sonrió con esa sonrisa que ahora hacía a su interior revolotear. —
Deleitable, ¿eh?
—Sí —dijo, mordiendo su rebanada de pizza. Terminó de masticar
mientras él miraba fijamente hacia ella, se limpió la boca y luego, sin darse
cuenta, se lamió los labios. Antes de que pudiera responder más lejos, su mano
se extendió y le apretó el brazo.
—Vas a tener que dejar de hacer eso. No te das cuenta de que no puedo
mantener mis ojos fuera de ti y cada vez que haces eso… —Escabulló su silla
más cerca de ella al lado de la mesa, se inclinó y le dio un piquito un par de
veces antes de ocuparse realmente de ello con un largo beso voraz, como si ellos
no acabaran de hacerlo por más de dos horas seguidas y terminaron con un
gemido.
Con sus piernas idas al desplome de nuevo, ella parpadeó mientras se
alejaba lentamente, pero se quedó lo suficiente para mirar en la profundidad de
sus ojos.
—Cada vez —dijo, y miró hacia abajo, como para asegurarse de que ella
no lo estaba haciendo de nuevo—. Cada vez que haces eso, esto es lo que va a
pasar.
Bianca tragó, sabiendo que posiblemente él no podría decirlo cuando
Félix estuviera alrededor. No iba a preguntar porque no estaba dispuesta a 122
discutir ese tema todavía, pero realmente se preguntó exactamente que se
discutiría cuando llegara el momento. Cuando comenzó este flirteo, pensaba
que eso era todo lo que iba a ser. Incluso cuando se había permitido fantasear
acerca de la posibilidad de que algo como esto sucediera —tal vez sólo un
beso— nada más. Nunca imaginó sentir este tipo de intensidad de él o ella. La
sola idea de estar en la misma habitación con él y Félix ahora la hacía temblar y
debería haber tenido en cuenta las palabras de Gio cuando dijo que no podía
apartar sus ojos de ella, porque había estado observando tan de cerca que lo
notó.
Sus ojos estaban preocupados inmediatamente. —¿Qué pasa? —Sacudió
la cabeza y trató de apartar la mirada, pero él la miró tan estrechamente que era
imposible de ocultar cualquier emoción de él—. ¿Qué es?
—Sólo pensé en Félix por un momento… de estar en la misma habitación
con los dos a partir de hoy.
Los rasgos de Gio estuvieron al instante duros. —No nos preocupemos
por eso ahora.
Bianca asintió con la cabeza, aceptando rápidamente. Tampoco ella
quería arruinar el resto del día. Todavía quedaba mucho tiempo por delante y
tenían mañana por la mañana. Su corazón empezó a correr, pero por una razón
diferente. De repente la golpeó que una vez que Félix estuviera de vuelta esto
estaría terminado y el pensamiento casi la hizo jadear, pero se contuvo,sabiendo
cuán estrechamente Gio todavía la observaba.
Gio se aclaró la voz. —Iba a decir antes de que me interrumpieras
riéndote de mi expresión. —El semblante endurecido que llevaba hace un
momento fue sustituido ahora con una sonrisa sexy—. Que una vez que hayas
tenido la pizza de mi madre sabrás por qué ninguna otra cosa incluso se le
compara. No hay nada como una auténtica pizza italiana hecha en casa.
—Hmm. —Bianca sonrió esperando que su comentario no sonará
cínico—. Tal vez algún día voy a llegar a probarla.
Su sonrisa satisfecha se aplanó cuando sus ojos se encontraron y él hizo
aquello que la hacía prácticamente incapaz de siquiera mirar lejos de sus
hermosos ojos verdes. Luego volvió a sonreír. —Sí, tal vez lo harás.
Terminaron de comer y Bianca le dio las instrucciones al conductor de
cómo llegar a la pradera especial sobre la que le había dicho a Gio. Había
llevado a Félix por ahí una vez y a pesar de que habían tenido un bonito paseo
él no parecía demasiado emocionado al respecto. Esta era una de esas cosas que
o bien amabas tanto como Bianca o e no estaba compartiéndolo contigo. Así que
ellos no habían vuelto desde entonces.
Toni fue quien le mostró el lugar y a ella le había encantado desde el
momento en que tomó su primera caminata allí. Por supuesto, eso fue a finales
del verano pasado, cuando las hojas estaban empezando a girar los colores, así 123
que las espectaculares vistas eran impresionantes. Pero había estado yendo al
menos una vez cada dos semanas. Hasta ahora había sido tan increíble sin
importar la temporada.
Llegaron al comienzo del sendero y Bianca le dijo al conductor dónde
sería mejor para aparcar. Al igual que en el teatro, había muy poca gente.
Algunas parejas y un hombre que paseaba a su perro. El sol brilló tan
intensamente contra la nieve blanca durante un momento mientras las nubes se
abrieron, realmente tuvieron que entrecerrar los ojos.
—Guau. —Gio estaba mirando la zona con la misma admiración que
recordaba sentir la primera vez que lo vio.
—Y esto no es nada. —Bianca sonrió, aliviada al ver que no había
hablado demasiado de lugar y realmente él parecía genuinamente
impresionado—. Sólo espera hasta que veas la pradera.
Bianca nunca se cansaría de la forma en que la miraba fijamente. —
Entonces lidera el camino, hermosa.
Un simple cumplido y Bianca sintió su cara sonrojarse. ¿Acababa de
besarse con el tipo, escuchó sus gemidos, sintió su deseo por ella y esto la hizo
ruborizarse? Era tan tonto que tuvo que mirar hacia otro lado y él se echó a reír.
—Guau. ¿De verdad?
Se cubrió la cara con las manos enguantadas tratando de evitar entrar en
un ataque de risa porque se sentía tan estúpida y lo peor que le podría pasar se
cumplió: el chillido. Fue muy ruidoso y una mirada a la cara de risa de Gio y
ella estaba cerca de las lágrimas por la risa.
La atrajo hacia sí riendo y movió sus manos lejos de su cara. —No cubras
tu cara. Me encanta verte reír.
Bianca enterró la cara en su chaqueta caliente mientras llevaba sus brazos
alrededor de su cintura sosteniéndola con más fuerza. El olor fascinante de él,
su loción para después del afeitado, su piel mientras levantaba la cara hacia él.
Esto fue suficiente para calmar su risa, consiguiendo que su corazón palpitara
de nuevo por una razón diferente.
Echo un vistazo hacia atrás al auto, alegre de que el conductor estaba de
vuelta en él y el coche estaba en la dirección opuesta, pero una mira hacia atrás
y él iba a verlos, porque estaban a la vista. Cuando volvió a mirar a Gio sus
labios estaban sobre los de ella otra vez. Un suave beso era todo lo que le dio y
ella suspiró. —No me digas que nunca nadie te llamó hermosa antes.
Era difícil mantener una cara seria, pero mirando fijamente en sus ojos lo
hizo más fácil. Esto prácticamente la inmovilizo. Se estaba poniendo
embarazoso. Ninguna persona debería tener tanto poder sobre otra. Pero no
podía reprochárselo. No había manera de que él estuviera haciendo esto a
propósito. ¿O sí? —Sí, me han llamado hermosa una o dos veces en mi vida, —
dijo ella jugando con la cantidad de veces que solo Félix la había llamado así
entre todos los otros quienes habían utilizado esa palabra para describir su paso
en el tiempo.
124
—¿Una o dos veces? Sal de aquí. —Otra pareja llegó alrededor de la
esquina del camino haciendo que Gio y Bianca se movieran fuera de este.
Gio le tomó la mano y comenzó a caminar por el sendero. La única cosa
que ella no le había mencionado eran las cuevas a lo largo del sendero de la
pradera. Había tenido miedo que pudiera interpretar su sugerencia de ellos
viniendo aquí como algo más travieso. La idea de estar sola en una de las
cuevas con él había pasado por su cabeza y sólo pensar en ello ahora calentó su
interior. Lo que estaban haciendo era ya bastante malo. Tomando las cosas aun
ligeramente más lejos, iba más allá de su indulgencia de una solavez para hacer
lo que su corazón quería en lugar de lo que le decía su cabeza. Que era como
ella llamaba a esto, una indulgencia de una sola vez.
Incluso en sus pensamientos, sonaba como lo que ella sabía que
realmente era, pura mierda. Esto estaba mal, no importaba cómo lo miraras. Sin
embargo, ni una sola vez, salvo la pequeña voz que escasamente había hecho
un ruido cuando miro furtivamente a la cabaña, había considerado luchar
contra ello. Y ahora que estaba pasando no podía siquiera empezar a imaginar
cómo volvería alguna vez al modo en que las cosas eran antes de hoy.
—¿Qué es eso? —Gio señaló con una sonrisa.
—Una cueva —dijo, tratando de sonar lo más informal posible—. Hay un
montón de ellas alrededor de los senderos. —Los senderos. En otras palabras, no
sólo éste. El único al que lo hubiera traído en un día en el cual hubiera sabido
que tendrían todo el sendero para ellos solos.
Le dio una mirada de complicidad. Maldición. Ella lo sabía. Pero la
verdad era que estaba empezando a preguntarse ahora si inconscientemente
había estado pensando de esa manera. —¿Podemos ir dentro de ellas? —Miró
hacia arriba a la montaña por encima de la cueva—. ¿O hay osos y leones de
montaña por aquí?
—Hay todo tipo de vida silvestre por aquí pero ¿alguna vez no viste los
dibujos animados mientras crecías? —Soltó una risita, dispuesta a no entrar en
más de sus ataques de risa estúpidos, que seguramente tendrían su chillido
parecido a un ratón drogado con crack—. Los osos hibernan en el invierno, por
lo que es raro ver uno aquí en la nieve.
—¿Dónde crees que hibernan, Bianca?
Eso acabó con la sonrisa de su cara y lo miró fijamente mientras sus
palabras se hundían en su interior. La idea de un oso estando en una de esas
cuevas ni siquiera había pasado por su cabeza.Esta vez se rio tomando su cara
entre las manos, besando sus labios y mejillas y finalmente su frente. —Dios,
Bianca. —Fue todo lo que dijo antes de abrazarla haciendo un gruñido.
Lo abrazó de nuevo tomando el olor de él otra vez. Olía tan bien y se
sentía tan perfecto estar en sus grandes brazos que apenas podía soportarlo.
Finalmente aflojando su abrazo, la besó, un poco más esta vez, luego 125
tomó su mano entre las suyas de nuevo. —Vamos a echar un vistazo.
Bianca había estado en ellas antes, en su mayoría nerviosa por las
posibles serpientes, pero ahora se preguntaba porque un oso estando en una de
estas cuevas no había pasado por su cabeza. ¡Todo el maldito pueblo se llamaba
Big Bear2 por amor de Dios!
Lo siguió con cautela mientras se abría camino por el sendero hacia la
cueva. Era lo suficientemente grande para que pudieran caminar sin tener que
agachar la cabeza. —Este camino está probablemente demasiado ocupado para
cualquier oso que quiera que sea su lugar. —Había un montón de escritura en
las paredes interiores y nombres grabados en las rocas.
—Oh, sí. Demasiadas personas visitando este lugar para que cualquier
oso se sienta cómodo aquí.
Se volvió hacia ella con esa sonrisa sexy que hacia sus entrañas líquidas.
—Muchas parejas jóvenes probablemente hacen de este lugar su propia
pequeña cala de amor. —Él la atrajo hacia sí y al siguiente segundo la había
clavado contra la pared de la cueva—. ¿Por eso me has traído aquí?
Antes de que pudiera responder, la besó toscamente presionando su
cuerpo contra el de ella. Bianca no estaba segura de si debía entrar en pánico o

2 Gran Oso.
ir con ello. Apartó sus labios de ella y movió su ya aflojada bufanda fuera del
camino. —Quítatela. —Mirando fijamente dentro de sus ojos, lo hizo
metódicamente.Completamente excitada y atrapada en sus ojos una vez más,
dejó caer la bufanda pero él la atrapó y se alejó guardándola en su bolsillo
dentro de la chaqueta—. ¿Es por eso que estamos aquí, Bianca?
Sacudió la cabeza, pero no salió ningún sonido. Dio un paso más cerca de
ella otra vez, trayendo su cara junto a su oreja, haciendo que su cuerpo temblara
en respuesta. —¿Qué quieres? —susurró. Una vez más, su cabeza comenzó a
sacudirse, pero se quedó paralizada al sentir su lengua en su cuello.
—Normalmente no soy así. Quiero que sepas eso.
—Lo hago. —Continuó el beso y lamio su cuello haciendo que sus
piernas se debilitaran con cada golpe de su lengua.
—No perdono el engaño. Ese no es el tipo de persona que soy.
Detuvo su beso y se echó hacia atrás para mirarla. —Sin embargo, aquí
estás conmigo. ¿Por qué es eso?
—No sé —susurró.
—¿Te sentirías mejor si paráramos?
—¡No! —Sintió el calor de su cara con su respuesta abrupta.
Mirándola fijamente muy seria y agradecidamente sin sonreír ante su
rechazo a la idea de parar con tanta vehemencia, sus ojos bajaron a sus labios.
126
—¿Por qué me trajiste aquí? Dime lo que quieres, Bianca.
Con su cuerpo todavía temblando, ella negó con la cabeza, por una vez la
boca reteniendo las palabras que realmente quería decir por miedo a que
pensaría su absurdo. —No sé —susurró, mirando ahora en los labios—. No lo
sé. No entiendo lo que siento o lo que quiero.
—Sé lo que yo quiero.—Se inclinó murmurando las palabras contra su
cuello haciendo el temblor más pronunciado. Y lo sintió reírse entre dientes—.
¿Ese es tu cuerpo diciéndote lo que tú quieres?
Trató de apartarlo, de repente sintiéndose enojada o herida. No tenía
ningún sentido, lo quería a él, quería esto. Y hacer lo que estaba sugiriendo era
probablemente lo más que podía esperar nunca de él, pero no le gustaba que
estuviera bien con eso. —No, Gio. No es por eso que te traje aquí.
Se apartó para mirarla y maldita sea si ella no había quedado atrapada en
esos ojos por un instante. —Ya lo sé, cariño. —La abrazó con fuerza—. Pero
Jesús. Lo que quiero… yo sólo podría soñar con…
No terminó la frase por enterrar la cara en su cuello, luego levantó la
cabeza y tomó su boca de nuevo besándola con tanta fuerza que era alarmante,
pero al mismo tiempo tan emocionante que gimió. Él mordió su labio, la
excitación que sintió por el ligero dolor fue sorprendente, dejándola imaginarse
lo que sólo podía soñar, qué otras partes de su cuerpo quería morder. Entonces,
como hacían habitualmente en reacción a él, las palabras se le escaparon. —He
estado soñando contigo. —Su cabeza se levantó de inmediato, sus casi
frenéticos ojos buscaban con impaciencia los de ella por más y de repente, por
primera vez en todas las que había hablado tan libremente con él, Bianca se
quedó sin habla.

127
16
Gio esperó pero Bianca no dijo nada más. Se limitó a mirarlo de la misma
forma en que lo había estado haciendo desde que salieron de la cabaña esa
mañana. Esos ojos lo poseían ahora, completamente. Era casi doloroso mirarlos
en ese instante y saber que ella pertenecía a otra persona. Que sólo era suya por
algunos momentos robados y mañana estaría de nuevo en los brazos de Félix…
en su cama.
La abrazó, apretando los ojos cerrados, sin quererle ver los suyos cuando
preguntó—: ¿Qué soñaste, Bianca?
¿De verdad quería saberlo? Notó hace unos momentos, cuando se
encontró a sí mismo dejándose llevar, que por mucho que quisiera tomarla y
hacerle todas las cosas con las que estuvo fantaseando diariamente no podía, no
debía. No sólo porque ella era la chica de Félix, sino porque lo que sucedía era 128
exactamente lo que había temido.
Besarla hoy fue un acto de fe. Uno que esperaba la sacara de su sistema.
En su lugar, había sido contraproducente. La necesidad aumentó de una
manera que no esperaba. Hacerle el amor sólo lo empeoraría un millón de
veces. Si ella le dijera ahora que eso es lo que quería no podía ni imaginar el
rechazar la idea, pero tenía que hacerlo.
—Cosas malas —susurró ella finalmente—. Yo no soy así. Te lo juro. Es
por eso que es tan difícil el entender por qué ocurre esto.
Antes él la hubiera mirado. La habría observado mientras le daba
cualquier otro detalle de sus sueños, pero ahora no podía. Ya era bastante difícil
sólo escucharla.
—¿Qué clase de cosas malas? —Tragó saliva, tenía miedo de lo que
pudiera ser su respuesta.
—El tipo de cosas malas que me despiertan con el corazón palpitante y
sin aliento pero muy contenta.
Gio se congeló y pudo sentir a Bianca hacer lo mismo. Una de las cosas
que amaba tanto de ella era lo fácil que dejaba salir las cosas. Ahora sólo
deseaba que hubiera sido sólo un poco más discreta. Él se encontraba teniendo
visiones de las cosas que podría hacerle para dejar su corazón palpitante y sin
aliento. Aunque hoy tuvo una fuerte dosis de su falta de aliento y sintió a su
corazón latir directamente contra el suyo en varias ocasiones como esta.
Ella no se movió, pero comenzó a hablar de nuevo. —En mis sueños…
—No lo hagas. —Tenía que detenerla antes de que continuara—. No creo
que pueda soportarlo. —Retrocedió disfrutando de las delicadas facciones de su
dulce cara, estaba enamorado de cada una ahora. Forzó una sonrisa. Tomó todo
en él para dejarlo ir, no quedarse ahí parado y escucharla decir lo que le hizo en
sus sueños—. Vamos a revisar ese prado. —Sacó su pañuelo el cual se hallaba
medio metido en el bolsillo de la chaqueta y lo colocó suavemente en su cuello,
luego la besó por última vez antes de tomar su mano y salir de la cueva.
Por el resto del día era suya. Caminaron por los senderos de la mano y
jugaron en la nieve al llegar a la pradera. Cada uno de ellos hizo un muñeco de
nieve y, ya que obviamente ella tenía más experiencia en esto que él, el suyo fue
mucho mejor que su intento de muñeco de nieve torcido. Por supuesto, ella se
burló abiertamente.
Entonces decidieron que derribarían a sus muñecos con bombas de bolas
de nieve. Siendo el caballero que era, Gio la dejó ir primero. Su bomba inicial
fue un golpe directo que le voló la cabeza a su muñeco de inmediato. Su boca se
abrió y al segundo siguiente se reía incontrolablemente. —No quise hacer eso
—gritó yéndose cuando vio que comenzó a perseguirla.
—¿Qué quieres decir con que no quisiste? ¡Apuntaste directamente a la
cabeza!
Ella se rio aún más cuando la atrapó, rápidamente tirándola al suelo de la 129
suave colina de polvo que trataba de subir. Volteó todavía riendo y sin aliento.
—¡Lo siento!
Gio no podía soportarlo. Amaba todo lo relacionado con ella. Su risa, su
sonrisa, la forma en que lo hizo tan increíblemente feliz por no hacer nada más
que reír. Nada más parecía importar cuando se encontraba a su alrededor.
Acostado en la nieve junto a ella mirándola a los ojos era el paraíso. Sus ojos en
los de ella calmaron su risa pero todavía tenía una gran sonrisa. Ella levantó la
mano y le tocó el cabello.
—Eres tan hermosa —susurró, mirándola—. Lo digo en serio. —Se
levantó para descansar su peso sobre un codo—. No te lo tomes a mal, pero he
tenido mi ración de mujeres hermosas. —El parpadeo en sus ojos le dijo que tal
vez su estúpido culo debía tener cuidado con la elección de palabras—. Quiero
decir que no estoy hablando sólo de apariencia, Bianca. Hay algo tan especial,
tan hermoso en ti. Espero que sepas eso.
Se mordió la lengua antes de decirle que no creía que Félix fuera digno
de ella. Demonios, Gio probablemente tampoco lo era, pero al menos no la
tomaría por sentado. Reconocía lo bueno cuando lo veía, y Bianca era tan buena
como podía serlo.
Bianca se sentó y lo llevó con ella. —No creo que haya nada especial en
mí. Y no lo estoy diciendo para pescar más elogios. Lo que has dicho es
suficiente. Gracias. —Miró hacia el campo abierto. Era tan increíble cómo se lo
había descrito. Incluso mientras Gio le echaba un vistazo a los enormes pinos
cubiertos de nieve que lo rodeaba tan perfectamente, sospechó que no sería tan
increíble si ella no estuviera ahí con él—. Es difícil sentirse especial cuando he
pasado uno de los días más maravillosos de mi vida besando al mejor amigo de
mi novio. —Volteó para acariciarle el rostro—. Debería estar extrañándolo,
¿sabes? Lo hice antes de que llegaras. No he pensado en él ni una sola vez hoy.
Lo que siento por ti, Gio… —Sacudió la cabeza—. Me está asustando.
—Noah es mi mejor amigo —dijo Gio, como si esa pieza de información
hiciera que la situación mejorara.
Debería sentirse feliz por lo que acababa de admitir, pero ¿cómo podía
serlo? Si estuviera con alguien más, Gio ya estaría haciendo o diciendo
cualquier cosa y todo lo necesario para convencerla de dejar al tipo. Por la
forma en que se sentía en este momento rogar sería obvio y fácil el siguiente
paso. Nunca había suplicado a una chica o a cualquier persona para cualquier
cosa en su vida, pero si pensaba que podía hacer las cosas diferentes con mucho
gusto se pondría de rodillas.
El problema era que no cambiarían las cosas. Su novio era amigo de
hacía mucho tiempo de Gio y, al igual que el resto de sus amigos, lealtad bien
podría ser el segundo nombre de Félix. No podía hacerle eso. Ahora lo único
que Gio podía esperar es que cuando finalmente tuviera un momento a solas
con Félix podría obtener la verdad de él acerca de su lealtad a Bianca, el único
lugar en el que, irónicamente, parecía estar ausente.
—Félix sigue siendo tu amigo de hace mucho y habla con mucho cariño
130
de ti.
Gio frunció el ceño. No necesitaba escuchar esto ahora mismo. Se puso
de pie, frunciendo el ceño aún más cuando se dio cuenta de que su culo estaba
empapado. Pantalones y nieve no eran la combinación más inteligente. Le
extendió la mano a Bianca y ella la tomó poniéndose de pie mientras él la
sostenía.
—¡Ugh! Mi trasero está todo mojado —dijo girando y dándole una vista
de su perfectamente redondeada retaguardia.
—Sí, el mío también —dijo, tratando de no ser demasiado obvio
disfrutando de la vista. Bianca se rio.
—Será mejor que salgamos de aquí antes de que literalmente empecemos
a congelarnos el culo. —A mitad del camino de vuelta al coche, Gio la empujó a
un lado y a sus brazos. Necesitaba aliviar el dolor que ya sentía con la sola idea
de que su tiempo a solas casi terminaba. Esto iba a ser una tortura.
Él la besó con tanta desesperación que esperaba no haberla asustado pero
no pudo evitarlo. —Desearía… —empezó a decir entre besos, pero se detuvo
para besarla de nuevo.
—Yo también —susurró contra sus labios, sonando igual de desesperada.
Ella tomó su mano y la puso dentro de su chaqueta, contra su pecho. Su
corazón latía tan violentamente como el suyo—. Eso no es sólo emoción, Gio. Es
miedo a que este sentimiento sólo vaya a empeorar. —Él la miró a los ojos de
repente viendo el miedo, el miedo que empezaba a sentir él mismo—. ¿Qué está
pasando? —susurró—. Nunca me he sentido así.
—Yo tampoco —dijo rápidamente.
—Podemos salir de nuevo mañana, él no volverá hasta mañana por la
noche.
Apoyó la frente contra la de ella. —Sí, hagamos eso. —Eso alivió el dolor
un poco, pero Félix estaría de vuelta mañana por la noche y pasar el día con
Bianca había sido un fracaso épico para sacarla de su sistema. De hecho, sus
sentimientos por ella ahora se hallaban en un nivel que ni siquiera sabía que
existía. ¿Qué demonios iba a hacer?

***

En el camino a casa, el estómago de Bianca se revolvió cuando vio que tenía


varias llamadas perdidas y mensajes de Félix. Mentirle estaba fuera de cuestión.
Todo lo que tomaría era una llamada al controlador para obtener una
actualización sobre ella si él estaba preocupado. Se sentía raro incluso leer sus
textos frente a Gio, por lo que esperó hasta llegar al dormitorio de la cabaña
para leerlos. Pero le dijo a Gio que si hablaba con Félix antes que ella no
mintiera. Le iba a decir casi exactamente lo que hicieron hoy dejando de lado, 131
por supuesto, todas las partes sobre cómo besó a su amigo durante todo el día.
La mayoría de los mensajes perdidos eran básicamente lo mismo,
preguntándole cómo se encontraban las cosas, excepto por el último, de hacía
una media hora.
Nena, me estoy preocupando. Por favor, llámame tan pronto como
puedas.
Ella escuchó el mensaje de voz que dejó sólo unos minutos después del
texto:
—Mira, si se trata de esa historia que han estado transmitiendo, prometo que
puedo explicarlo. Hemos hablado de esto ya, ¿recuerdas? Se supone que debo tener la
oportunidad de explicar antes de que me calles. —Hizo una pausa por un momento para
tomar lo que sonaba como una respiración profunda y luego exhaló muy frustrado—.
Siento que esto siga ocurriendo, pero me gustaría que no te volvieras contra mí con
tanta rapidez. Llámame… ¿por favor?
A diferencia de todas las otras veces cuando algo como esto sucedió,
Bianca se sintió extrañamente aliviada. En su prisa por leer sus mensajes se
había saltado los mensajes de Toni. Toni probablemente ya sabía de la historia a
la que Félix se refería. Sabiendo que Toni estaba bajo advertencia estricta de que
a ella no llegaría cualquier chisme sobre Félix a menos que hubiera algo
concreto, Bianca se sintió como un gran hipócrita por sentir miedo de leer sus
textos.
El primero era uno seguro diciendo que Toni sabía que Bianca estaba en
clase y que la llamaría cuando pudiera. El segundo era lo que temía:
No estoy segura de si has visto lo que he visto en todo el día de hoy en la
televisión, pero espero que el que no respondas no tenga nada que ver con que
estás demasiado enfadada. Llámame por favor, estoy preocupada.
¿Cómo era posible que después de pasar un día tan increíble con Gio esto
le importara? Sus entrañas instantáneamente ardían mientras golpeaba la
marcación rápida y le llamaba a Toni. Necesitaba una advertencia antes de
encender la televisión.
Bianca estaba enojada, más que enfadada, pero se sentía diferente esta
vez. Si ella iba a ser privada de estar con alguien tan increíble como Gio su
único consuelo era que al menos tenía a Félix. Alguien igual de increíble hasta
hace apenas unos días, ¿no? Por lo menos pensaba así hasta que Gio había
llegado filtrándose poco a poco en cada uno de sus pensamientos cuando estaba
despierta, y dormida.
Antes de Gio, Bianca se había entusiasmado con su futuro con Félix.
Claro, él no era perfecto, pero en su mayor parte el único defecto que le llegó a
encontrar era la posibilidad de que no era completamente honesto con ella y
hasta ahora todas sus sospechas no sirvieron. Seguía probando una y otra vez
que él estaba, de hecho, enamorado de ella y los rumores eran todos
inventados.
132
Lo que hizo hoy con Gio era inexcusable. Pero a pesar de que besó a su
amigo, durante todo el día, algo le decía que lo que Félix había hecho era mucho
peor. No era que él en realidad hubiera hecho algo sino que probablemente
había estado haciéndolo durante bastante tiempo. La hacía sentir como la tonta
más grande del planeta, ya que debería haber visto antes que algo como esto
vendría. Todos los signos habían estado allí. Ella se negó a verlos, se aferró a la
esperanza de que realmente le dijeran la verdad y ahora muy posiblemente
podría ser dejada sin nada.
Más que nada, sabía el por qué se iluminó tan rápido. Y era casi
humillante admitirlo. Su estómago había estado en nudos desde el momento en
que ella y Gio se dieron su último beso en el coche esta noche. La cuenta
regresiva había comenzado hasta la próxima oportunidad de estar juntos como
lo hicieron hoy y Bianca no creía que pudiera hacerlo. ¡Acababa de empezar!
Nunca había sentido algo así. Ella ya tenía la tentación de saltarse todo este
asunto de descubrir lo que hizo Félix y correr por ahí para estar con Gio ahora.
Así que la idea de poner fin a las cosas con Félix y dejar este sitio para no volver
a ver ninguno de ellos, pero más terrible era el no volver a ver Gio otra vez, eso
realmente la hizo desmoronarse.
Toni respondió. —Lo siento, Bianca. No quería alarmarte, pero cuando
no me contestaste…
—No he visto ni oído nada, Toni. Pero puedes advertirme, por favor.
¿Qué tan malo es?
Bianca contuvo la respiración mientras esperaba. —No es tan malo. La
única razón por la que lo traje a colación es porque por lo general respondes
bastante rápido y no había oído hablar de ti en todo el día así que tuve visiones
donde te veía acurrucada en la cama llorando o algo así.
Comenzó a exhalar lentamente, pero ese último comentario le hizo
respirar con dificultad. —¿Acurrucada llorando? Pensé que dijiste que no era
malo.
—¡No, no, no lo es! Pero si ves sólo partes de él puedes ver por qué
podrías pensar que lo es. Es básicamente lo mismo que descubrí hurgando en
internet sobre él y esa chica Shelley. Ahora que tienen fotos de ti y de él están
haciendo esta gran cosa acerca de con quién está realmente. Tienen algunas
muy lindas de los dos en ese viaje en coche de caballos al que fueron, por cierto.
Fue la más extraña mezcla de alivio, emoción y sentimiento de culpa,
todo en uno. Por un lado me aliviaba que no fuera tan malo como esperaba. Sin
embargo, la culpa no hacía más que consumirla. No se sintió aliviada de que su
novio no la había engañado. Estaba emocionada de que ella no iba a tener que
dejarlo y, al hacerlo, dejar a Gio también. Félix era la única cosa que los
separaba, pero al mismo tiempo, era lo que la mantenía allí con la posibilidad y
la esperanza de unos momentos robados más. Todo esto era una locura por no
mencionar lo increíblemente egoísta. Pero incluso ahora apenas podía esperar
para encontrarse con Gio en el jacuzzi.
Bianca llamó a propósito a Amparo para decirle que ella y Gio habían
133
recogido comida rápida en el camino a casa y ya estaban comiendo en el coche
para que pudiera seguir adelante, cerrar la cocina temprano y terminar la
noche.
A pesar de que no estarían participando en nada incriminatorio que las
cámaras de seguridad pudieran capturar, el hecho de saber que pronto estaría
en la misma habitación a solas con él le provocaba cosas, había partes de su
cuerpo que ya sufrían por la anticipación. Era irreal.
Toni acabó hablándole de las fotos y las historias que los medios de
comunicación estaban tratando de torcer en algo. Ninguno de ellos tenía
derecho a hacerlo, excepto que insinuaban que parecía que Félix tenía dos
chicas: una en Chicago y otra en Big Bear. Pero ninguna de las historias tenía
ningún hecho real que no fueran algunas fotos antiguas de Félix con Shelley y
las más recientes de los días que había estado varado en Chicago.
Bianca agradeció a Toni por la actualización y luego respiró hondo antes
de llamar a Félix. Contestó al primer timbrazo. —Bianca.
—Hola.
—Me tenías preocupado, bebé. ¿Cómo es que no me habías devuelto las
llamadas ni mensajes?
—Tuve el teléfono lejos la mayor parte del día. —Cerró los ojos antes de
continuar, con la esperanza de que el resto sonara tan inocente como fuera
posible—. Hoy fui a la feria con Gio y luego fuimos a la pradera que me gusta
ir. Olvidé de encender mi teléfono de nuevo después de que dejamos el
espectáculo.
Félix se quedó callado por lo que pareció demasiado tiempo y Bianca
sólo podía imaginar lo que pensaba. Era tan diferente para ella no comprobar
sus llamadas o mensajes y aún más el no responder a ellos tan pronto como los
recibió. —¿Estás segura de que esto no se trata de las historias que han estado
en el aire durante todo el día?
Casi no lo hizo, pero luego decidió en el último momento que lo haría. —
Tal vez. —Y así comenzó la mentira.
—Bebé. Tienes que dejar de hacer esto. Estas historias van a continuar.
Tienes que dejar que te explique antes de ir y creer lo peor. No sé de qué otra
manera asegurarte que todo es un montón de mierda. —Se escuchaba ruido de
fondo y le oyó decir a alguien que sólo sería otro minuto—. Tengo una
entrevista en la radio que hacer en estos momentos. Puedes sintonizar para
escucharla si quieres. Pero tenemos que hablar cuando regrese mañana. No me
gusta que esta mierda siga sucediendo. Más que nada lo odio porque te pone
triste.
Bianca cerró los ojos, la culpa casi la cegaba. —Estoy bien, de verdad.
—¿Está segura?
—Sí. 134
—Está bien, pero todavía tenemos que hablar. —Él le dio la información
sobre dónde podía sintonizar para escuchar la entrevista y fingió anotarlo
diciendo que lo escucharía. A continuación, justo antes de colgar la agarró con
la guardia baja—. Entonces, ¿qué viste hoy?
—¿Eh?
—En el espectáculo, ¿con Gio?
Ella negó con la cabeza, viendo en blanco y le entró el pánico. —Oh, eh.
—Se llevó la mano a la frente, dio una vuelta por la habitación, tratando
desesperadamente de recordar para qué película habían comprado entradas.
Sin exagerar, podía decir honestamente que no había visto ni un minuto de ella.
Y en este momento ni siquiera podía pensar en ninguna película. Ella chasqueó
los dedos molesta porque su mente estaba completamente en blanco. Por fin
soltó la última película de acción que había visto.
—¿En serio? ¿No es muy vieja?
¡Mierda! No tenía ni idea. Fue la primero que le vino a la mente. —No, es
la primera. —¿Había siquiera una segunda? No sabía con certeza el qué más
hacer, colgó y se quedó mirando el teléfono esperando a que sonara, pero no lo
hizo.
Después de unos minutos, pensó que había sido arrastrado para hacer la
entrevista y se relajó. La ansiedad por la llamada casi arruinada ni siquiera
desapareció y sin embargo, cuando la expectativa de estar con Gio comenzó a
girar otra vez dentro de ella, se apresuró a ponerse el traje de baño.

135
17
Por costumbre, Gio encendió la televisión en su cuarto mientras entraba.
A mitad de camino, cuando se apresuraba para ponerse traje de baño, las
palabras del reportero en la televisión lo golpearon como un rayo y agarró el
control remoto haciendo clic en grabar para así cuando volviera a casa tener
algo sobre lo transmitido.
—Felicita Morales, la viuda de Trinidad Morales dio a luz hoy a una
niña, Trini Morales, nombrada por el padre que nunca llegará a conocer.
Trinidad, quien perdió la vida hace un mes después de un golpe en la cabeza
durante una pelea que estalló una aneurisma en su cerebro, sólo tenía veintidós
años cuando ocurrió la tragedia.
Gio se entumeció. Se quedó mirando la pantalla mientras contaban en
detalle la historia de la pelea, la muerte de Trinidad y la investigación en curso
del médico que lo envió a pelear. Cogió el control remoto para subir el volumen
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cuando las cámaras se centraron en el padre de Trinidad que estaba siendo
entrevistado en el hospital. Habló solemnemente sobre el nacimiento de su
nieta. —Es un día agridulce para nuestra familia —el reportero tradujo del
español—. Aunque estamos muy felices de que Dios nos bendiga hoy con una
parte de mi hijo. —El hombre apretó los ojos y se llevó la mano a la boca,
incapaz de contener la emoción.
Gio sintió la angustia en su propio corazón cuando el hombre intentó
continuar hablando y de pronto, se sintió él mismo luchando para contener las
lágrimas también.
—Mi hijo estaba tan feliz cuando descubrió que iba a ser padre. —El
hombre continuó incluso cuando las lágrimas caían por su rostro.
Inmediatamente, Gio pensó en Noah y cuán horrible sería perderlo.
Dejar a Roni atrás con un bebé que nunca lo conocería sería incluso más
devastador.
El reportero dijo que la madre y la hija estaban bien y que lo más
probable sería que fueran dadas de alta mañana, luego se trasladaron a la
siguiente historia.
El golpe en la puerta llegó justo cuando Gio rebobinaba la historia y
tragó con dificultad, sin querer que Bianca viera la emoción que estaba
sintiendo.
—Hola —dijo, incapaz de siquiera mirarla, así que pulsó reproducir y
miró el televisor en su lugar.
—¿Estás bien? —Se quedó de pie cerca de él y observó en silencio
mientras la historia entera se repetía. Tan pronto como terminó, Gio la
reprodujo de nuevo. Al igual que las otras historias que miraba una y otra vez
al volver a casa, pensaba que tal vez se volvería inmune al efecto de la familia
entera de Trinidad y ahora su hija sin padre, que todavía estaban de luto por la
pérdida del miembro de la familia que él había matado.
Pulsó reproducir otra vez mientras miraba la pantalla y tragaba con
fuerza porque la emoción no se iba. —Gio, detente. —La voz de Bianca era
cauta—. ¿Por qué vas a verlo de nuevo?
—¿Puedes darme un minuto? —preguntó, todavía mirando la pantalla.
—¿Recuerdas lo que hablamos? No es tu culpa. Es triste, pero…
—¡Bianca, por favor! —Sus palabras fueron más fuertes de lo que había
pretendido y sintió el estremecimiento de ella, así que finalmente se volvió,
bajando la voz—. Sólo necesito un minuto.
Ella asintió y sin otra palabra, salió del cuarto cerrando la puerta tras de
sí. Gio observó la cosa entera unas pocas veces más, entonces finalmente arrojó
el control remoto a la cama. La tentación de apagar las luces, sentarse en una
esquina y bloquear a todo el mundo de nuevo, así como lo hizo después de este
primer suceso, fue abrumadora. 137
Ante el nuevo llamado a la puerta, Gio frunció el ceño. No quería que
Bianca lo viera así. Podía sentirse a sí mismo siendo tirado dentro de esa misma
oscuridad en la que había estado por semanas después de la muerte de
Trinidad, y no quería que supiera cuan jodidamente débil podía ser.
En vez de llamarla a que entrara, caminó a la puerta listo para decirle
que el día había terminado para él, que no se sentía bien y que tomaría una
pastilla o algo y se iría a la cama. Abrió la puerta y Bianca se quedó allí
sosteniendo una bandeja. En ella, dos potes con helado con todos los aderezos.
—Pensé que podrías estar de ánimo. —Le dio la más adorable y
esperanzadora mirada mientras esperaba su respuesta.
Gio sonrió, deseando que no estuviera sosteniendo una bandeja entre
ellos porque se sentía sobrepasado por el increíble impulso de abrazarla,
abrazarla como lo había hecho todo el día y nunca dejarla ir. Ella era su píldora
mágica. La única cosa que llevaba luz a su oscuridad. Porque gracias a ella,
apenas y había pensado en Trinidad todo el tiempo que había estado aquí hasta
hoy en la noche.
—Sí, helado en realidad suena perfecto en estos momentos. Gracias. —Se
inclinó un poco más cerca. Esa misma calidez familiar que sentía cuando estaba
a su alrededor ya estaba alejando lo que había sentido apenas antes de abrir la
puerta—. Te besaría si pudiera —susurró y los ojos de ella hicieron esa cosa que
lo volvía loco—. Lo juro por Dios, Bianca. Si lames tus labios, te besaré. No me
importa dónde estamos.
Ella rio. —No me tientes. —Gio dejó caer la cabeza hacia atrás con un
gemido y ella se echó a reír—. ¿Quieres comer aquí o en la cocina?
Tener a Bianca en el dormitorio solo para él era demasiado peligroso.
Recordándose que ya había llegado a la conclusión de que estaría dispuesto a
arriesgarlo todo por ella, decidió no confiar en sí mismo. —Creo que la cocina
sería más segura.
Sonrió, dándose la vuelta y caminó tras ella. La bandeja fue dejada en el
mostrador y ambos tomaron un pote y una cuchara. Gio la hundió de
inmediato. Entonces, miró y esperó a que ella tomara el primer bocado
haciendo esa cara que hacía cada vez que algo era delicioso. —¿Por qué haces
eso? —preguntó, exasperado.
Inmediatamente sus ojos se fueron al modo Bambi. —¿Hacer qué?
Gio rio, negando con la cabeza. —No importa.
—No. ¿Hacer qué? —insistió.
Él inclinó la cadera contra el mostrador tomando otra cucharada de
helado antes de responder en voz baja. —Hacer esa expresión cada vez que algo
se siente o sabe realmente bien. —Echó una vista alrededor preguntándose
donde demonios estaban las cámaras y colocó la cuchara estratégicamente
sobre su boca ante la posibilidad de que Félix pudiera leer los labios—. Como si
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estuvieras disfrutando un orgasmo malditamente bueno. —Se echó a reír ante
su expresión conmocionada—. Es escandaloso.
—No lo hago.
—Oh, sí que lo haces. Esa expresión tuya atormenta mis sueños. —Hizo
una pausa cuando eso le recordó algo—. Hablando de eso. —Usó la cuchara
para protegerse los labios de nuevo—. Ahora que estamos con seguridad en
algún lugar donde no tengo más remedio que comportarme, ¿quieres contarme
sobre esos sueños que has estado teniendo?
Gio decidió más temprano que tal vez quería saber exactamente lo que
ella estaba soñando. Es lo que planeaba preguntar esta noche antes de que el
noticiero de la bebé de Trinidad interrumpiera sus pensamientos. No creía que
conseguiría dormir por querer saber si no lo preguntaba.
Bianca se sonrojó ligeramente y se preguntaba si eso significaba que los
sueños no eran demasiado explícitos. Pero como de costumbre, ella lo
sorprendió una vez más. —Todos han sido diferentes, pero ¿recuerdas lo que
dijo Evelyn que quería que le hicieras a ella? —Asintió lentamente, sus ojos
ahora enganchados como lo habían estado haciendo mucho últimamente—. No
podía dejar de pensar en ello y al final soñé que me lo hacías a mí.
Gio tragó con fuerza, girando su cuerpo para enfrentar el mostrador,
para ocultar la evidencia de su rápido y creciente afecto por Bianca de cualquier
cámara. —¿Y te levantaste contenta?
—Mucho. —La sexy sirena volvió y casi quedó sin aliento ante la sonrisa
maliciosa—. Lo hago cada vez.
—Ya veo. —Asintió, tratando de parecer tan imperturbable por esta
conversación como ella lo estaba. ¿Cómo diablos lo hacía? La dulce, inocente y
pequeña Bianca, pero por lo que había oído, visto , y presenciado todo el día, tal
vez no era tan inocente como había pensado. ¿Podía esta chica volverse más
caliente?—. ¿Qué más te hago en tus sueños?
Se lamió los labios, causando que Gio se enderezara de un tirón. —No
hagas eso —espetó.
—Oh. —Se tocó los labios con los dedos—. Cierto, lo siento.
Bambi reemplazó a la sirena en un instante y Gio tuvo que reír. —Está
bien. Sólo no lo hagas de nuevo. ¿Qué más?
—¿Estás seguro que no quieres hablar sobre… —gesticuló hacia su
dormitorio—. Ya sabes, ¿lo que estabas mirando?
Gio levantó las cejas sorprendido de estar en la misma habitación con
ella, viéndola tan cerca, escuchándola hablar de las fantasías sobre él que
podían ponerlo en una nube, que incluso el recuerdo de Trinidad no había
tenido efecto en ello. —¿En serio? —Dio unos pocos pasos para acercarse a
ella—. ¿Estás preguntándome si preferiría hablar sobre Trinidad que escuchar
de los sueños húmedos que has estado teniendo de mí?
Se encerraron en uno de sus momentos de nuevo. Las esquinas de su
139
boca empezaron lentamente a curvarse hacia arriba. La sexy sirena estaba de
regreso y nada excitaba más a Gio.
La música una vez más interrumpió su momento. Solo que esta vez no
vino en forma de una banda de mariachis desde fuera. Vino del propio bolsillo
de ella, recordándole a Gio que llevaba nada más que un traje de baño debajo.
Podría haberse sentado en el jacuzzi con ella en estos momentos, tomando vino
en vez de estar de pie en la cocina comiendo helado como el cobarde que era.
Bianca sacó el teléfono del bolsillo y Gio pudo distinguir una canción que
escuchó en algún lugar antes. Levantó el teléfono, mostrando una imagen de su
abuela en la pantalla, así como la letra de la canción se volvía más clara.
Espero que todavía te sientas pequeño al ponerte de pie junto al océano.
—Esa es la canción de Nana para mí. —Ella sonrió, y luego hizo un
mohín—. Tengo que contestar y probablemente tome un rato. No he hablado
con ella o mi mamá en más de un día. Eso es inaudito. —Juguetonamente, abrió
mucho los ojos—. Tendré que coger la llamada arriba. Además, todavía tengo
ese seminario que es absolutamente necesario que mire.
—Está bien —dijo, escondiendo la decepción—. Tenemos mañana.
Bianca respondió, pero le pidió a su abuela que le diera un segundo y
sostuvo el teléfono contra su pecho para susurrar—: Ya te extraño.
Dios, lo que hubiera dado en ese preciso momento por ser capaz de
besarla. —También te extraño —susurró y aquellos increíbles ojos suyos se
iluminaron. Agitó sus bonitos dedos en forma de despedida antes de irse y
modular la palabra buenas noches.
Gio respiró hondo antes de poner su pote de helado a medio comer en el
fregadero. Mañana no llegaría lo suficientemente rápido.
Yacen en un prado. Se veía muy diferente del que Bianca lo había llevado porque
no había nieve, sólo hierba y flores de todos los colores. Gio estaba seguro de que aun así
era el mismo. Él se encontraba allí a su lado, su peso en el codo mientras la otra mano le
acariciaba el pelo y la miraba fijamente a los ojos. —Quiero besarte —susurró.
Bianca sonrió, haciendo que el día de pronto sea más brillante, el aroma
embriagador de las flores más fuerte. —Y yo quiero que lo hagas.
Se inclinó con la ansiosa anticipación de probar su boca y la besó —por mucho
tiempo. No necesitaba respirar. No necesitaba nada más. Esto era todo lo que necesitaba
para siempre. Estar perdido en el mundo de Bianca, en su boca, sus besos. Nunca se
había sentido más feliz en su vida. Finalmente, separó sus labios de los de ella, y al
instante se había perdido en sus ojos. Ella sonrió de nuevo. Una sonrisa tan contenta,
tan feliz. —Te amo, Bianca.
—Yo también te amo —susurró ella.
El fuerte olor a café de repente opacó el olor de las flores.
Gio abrió los ojos, por un momento molesto de que lo hubieran 140
despertado de un sueño tan perfecto. En el segundo siguiente, sonreía. El olor a
café en la nariz y el ruido procedente de la cocina sólo podía significar una cosa.
Era por la mañana y en pocas horas, estaría sosteniendo y besando a Bianca de
nuevo.
Saltando de la cama, nunca se había sentido tan ansioso por ir a la ducha
en su vida. Tomó lo que probablemente fue la ducha más rápida en la historia
del mundo e incluso hizo un pequeño baile mientras se secaba y se vestía. No
podría haber pasado más de quince minutos entre el momento en que salió de
la cama y el momento en que se daba una última mirada en el espejo antes de ir
a la cocina.
Era peor que el sonido chirriante de las uñas raspando una pizarra.
Porque no era un sonido. Era cómo el interior de Gio se sintió cuando llegó a la
esquina. Los ojos de Bianca se encontraron con los suyos antes de los de Félix.
Sus ojos lo decían todo. Ella tampoco esperaba esto. Los ojos de Gio estuvieron
inmediatamente en las manos de Félix. Una sostenía la de ella, la otra acariciaba
su vientre mientras se inclinaba para besarla.
—Gio —dijoBianca antes de que los labios de Félix tocaran los suyos.
Félix se volvió, dándose cuenta de que no estaban solos en el comedor, y sonrió.
—Hola, amigo. Ya estoy de vuelta.
—Sí, puedo ver eso.
La decepción que sintió Gio al saber que no llegaría a pasar el día con
Bianca, después de todo, ni siquiera se acercaba a lo que estaba sintiendo en ese
mismo momento mientras miraba a Félix acercar a Bianca hacia él y envolver su
los brazos. Le besó la sien y ella se quedó mirando a Gio, su habitual mirada
intensa y hermosa, ahora lucía tan inerte como él se sentía. —¿Estás listo para
entrenar? Ya he perdido bastante tiempo. Así que cuando cancelaron la
actuación de esta mañana vine aquí inmediatamente.
Gio se concentró en el rostro de Félix, ya incapaz de mirar a Bianca. —Me
parece bien. —Se dio la vuelta agradecido de no tener que estar más ahí y verlo
abrazándola por un segundo más.
—No, amigo. Primero ven a desayunar con nosotros.
—No. —Fue brusco y un poco demasiado fuerte, pero no le importó,
siguió caminando a su habitación negándose a mirar hacia atrás. Ahora el
corazón le latía erráticamente. Giró su torso a medio camino, levantando la
mano, pero se aseguró de en realidad no mirarlos—. Eso está bien. Si voy a
entrenar, sólo tomaré un poco de jugo de naranja. Tal vez un batido de
proteínas. También olvidé que tengo que hacer una llamada telefónica. Ustedes
desayunen. Nos vemos en el gimnasio.
Sin esperar una respuesta por parte de Félix, Gio corrió a la habitación y
cerró la puerta tras de sí. Con el corazón en la garganta, se paseó por la
habitación de un lado a otro respirando con dificultad. —No puedo hacer esta
mierda —murmuró en voz baja—. No puedo.
141
Sintiéndose como un loco, caminó hacia el baño y se miró los ojos
enrojecidos en el espejo. —Haz esto de una puta vez o lárgate y nunca volverás
a verla.
Antes de verla con Félix otra vez hoy, había pensado que esto último
sería peor, pero después de lo que acababa de experimentar no creía que nada
podría sentirse peor.
Era hora de llamar a Noah. Gio necesitaba calmarse antes de que diera
un puñetazo a través del espejo. Noah estaría enojado. Gio lo sabía. La última
vez que había comprobado la primera regla no escrita entre todos ellos era no
acostarse con ninguna de las ex de tus amigos. Esta no era ni siquiera la ex de
Félix. Era su novia. Pero Gio no se había acostado con ella, aún. Ahora sabía con
cada fibra de su ser que si alguna vez tenía la oportunidad de hacerlo, lo haría
en un santiamén.
Pero lo que había pensado ayer cuando razonó, era que no debería seguir
con esto. Si alguna vez lo hacía, eso podría ser un gran problema ya que si se
sentía como un loco ahora, y lo único que había hecho era besarla, no podía ni
imaginar cómo sería su reacción al verla con Félix después de hacerla suya.
Porque, maldita sea, si alguna vez dormía con ella, sería suya. Tan perverso
como eso sonaba, no racionalizaría con el corazón en ese momento.
Se le ocurrió que tal vez debería salir a la calle para hacer la llamada. No
quería que Félix lo escuchara accidentalmente. Pero el riesgo de encontrarse con
ellos de nuevo y en una situación comprometida, era algo que no estaba
dispuesto a tomar. Entonces cerró la puerta de la habitación y luego fue al baño
y cerró esa también.
Se pasó los dedos por el pelo después de presionar el marcado rápido,
tratando de calmarse. Sonó varias veces antes de que Noah descolgara sonando
un poco sin aliento. —Estoy en medio de algo. ¿No puede esperar esta mierda?
—No. —Gio y sus amigos rara vez se llamaban unos a otros. Sabía que
Noah tenía que preguntarse acerca de su llamada tan temprano.
Oyó a Noah maldecir y cubrir el teléfono mientras decía algo, entonces
oyó a Roni y Gio supo lo que había interrumpido. —Más vale que sea
importante —soltó Noah y si Gio no estuviera todavía recuperándose de ver a
Bianca con Félix, podría haber reído.
—Lo es.
Gio oyó las puertas abrirse y cerrarse y supo que Noah estaba caminando
por su casa. —Entonces, ¿qué es?
Apoyado contra la pared, se deslizó hasta quedar sentado en el suelo
frío. Apoyó el codo en la rodilla y la frente en el puño. —¿Recuerdas el texto
que me enviaste esa noche después de la cena en tu casa?
—¿Sí?
—Es cierto. Lo que Roni y Nellie decían, no lo era entonces, pero ahora sí. 142
Noah guardó silencio durante un momento y luego—: ¿Me estás
tomando el pelo, G?
—Noah, traté de luchar contra ello. Te lo juro, pero él se fue ayer y se ha
estado construyendo desde hace algún tiempo y…
—¿Te acostaste con ella?
—¡No!
—Entonces, ¿qué? Espera. Necesito un café para esta mierda. —Gio
esperó durante lo que pareció una eternidad, finalmente, Noah volvió a
hablar—: Muy bien, ¿qué pasó?
Gio le dio un pequeño resumen de cómo comenzaron las cosas, lo
increíblemente dulce que era ella, sus asombrosos ojos y lo que le hacían sentir.
Mencionó cómo se lamía los labios y, a continuación, lo que pasó ayer. Sin darle
demasiados detalles, le contó cómo habían estado besándose todo el día, pero se
aseguró de añadir—: Pero no es sólo algo físico. Nunca hubiera seguido
adelante si eso es todo lo que era. Tú me conoces, amigo. No le haría algo así a
Félix. Ella es diferente, Noah. Nunca he sentido algo así por nadie. La única
relación que he tenido con una chica en la que realmente puedo hablar tan
abiertamente es tal vez con Roni, pero eso es diferente. Con Bianca…
—Espera, espera, espera. Repite eso, maldita sea. ¿Roni?
—No. No es así.
—¡Acabas de decirlo! ¿Una conexión con Roni? ¿Me estás jodiendo?
—Es sólo porque ambos vimos morir de cáncer a nuestros padres. Fue en
lo único que pude pensar que se le acercara. Roni es la única persona que
realmente entendía cuando le hablé de mi padre moribundo. —Gio negó con la
cabeza—. Está bien, mal ejemplo. Tal vez no debería haber utilizado a Roni.
Esto es totalmente diferente.
—Sí, gracias. ¿Podríamos no traerla a esta conversación acerca de tu
tentación por la chica de un amigo?
Gio puso los ojos. —No es una tentación. Es más que eso. No estaría
llamándote si fuera sólo una tentación. Siento algo por ella, y ni siquiera me
había dado cuenta de cuan profundo era hasta que los vi juntos esta mañana. —
Se golpeó la cabeza contra la pared sólo de pensarlo—. No sé qué voy a hacer.
Siento que tengo que largarme de aquí. Pero no puedo. No puedo alejarme
ahora, pero verlos juntos... —Se golpeó la cabeza otra vez—. Me va a volver
loco. Hoy casi pierdo el control.
—Bueno, no lo hagas.
Gio sacudió la cabeza. —Esto es imposible. Incluso si rompieran, todavía
no estaría bien.
—Mira —Gio escuchó a Noah tomar una respiración profunda—, voy a
decirte cuál era la teoría de las chicas esa noche después de que ustedes se
fueron. Hay algunas cosas que debes considerar antes de quedar demasiado 143
atrapado con ella. En primer lugar, ¿qué tiene que decir acerca de toda esta
mierda que dicen de él y esa otra chica en Chicago?
Gio se pellizcó el puente de su nariz. —Nada. Nunca habló de ello y yo
tampoco he sacado el tema. Ni siquiera sé si lo sabe.
—Tiene que saberlo —dijo Noah rápidamente—. Es curioso que esa chica
que parece estar hablando de forma tan abierta y libremente contigo no te
mencionara algo tan grande. Han estado hablando de ello por todas partes. Las
chicas tenían una teoría.
Gio no dijo nada, pero no le gustaba el tono de Noah, cuando hablaba de
“esa chica”, por lo que esperó.
—En primer lugar, voy a decir que pensaron que la atracción entre
ustedes dos era en ambos sentidos. Según ellas, a ella también parecía resultarle
difícil mantener los ojos lejos de ti.
Gio esperó el gran “pero” que podía sentir que iba a venir.
—Pero también se preguntaban si posiblemente podría estar haciendo
esto para vengarse de Félix. Tal vez te está utilizando…
—No. —Gio se puso en pie—. No haría eso.
—¿Qué otra cosa podría ser, G? ¿Realmente crees que ella piensa que
esto va a tener un final feliz? Piensa en ello. —Hizo una pausa para tomar lo
que sonaba como un trago de su café.
Gio tomó el momento para pasearse por el espacioso cuarto de baño.
Noah empezaba a irritarle. Bianca estaba tan sorprendida por el giro de los
acontecimientos de ayer como él. Ella había planeado esto tanto como él.
—Si lo que las chicas estaban diciendo es verdad —continuó Noah—, es
la única en esta ecuación que va a conseguir exactamente lo que quiere, el novio
famoso y rico y además, su amigo caliente.
—Nop —dijo Gio, deteniéndose ante el espejo cuando su interior
comenzó a encenderse de nuevo—. Esto no fue planeado.
—Es algo a tener en cuenta.
—No lo voy a considerar. Porque no es cierto. —Su irritación con Noah
acababa de llegar a otro nivel—. Así que Roni piensa que soy caliente, ¿eh?
—¡Muy bien! —espetó Noah—. No seas un idiota. No estoy tratando de
molestarte. Pero tienes que admitir que es una posibilidad.
—Bianca no es así, ¿de acuerdo? Si la conocieras como yo, sabrías por
qué eso no es siquiera una posibilidad. He estado con chicas así y Bianca no es
una de ellas. Así que vamos a lanzar esta jodida teoría tuya por la ventana, ¿de
acuerdo?
Gio escuchó a Noah suspirar. —Creo que te has enamorado fuertemente.
Se pasó la mano por el pelo completamente frustrado. —Sí, y tú más que
nadie sabes lo que se siente, así que ayúdame aquí. ¿Qué debo hacer? 144
Noah exhaló. —Maldita sea. Tuve una mala sensación desde el momento
en que me dijiste que ella estaba allí. Pase lo que pase, esto no va a terminar
bien. ¿Lo sabes? —Gio asintió como si Noah pudiera verlo—. ¿Has hablado con
Félix?
—¿Acerca de esto? —Gio se quedó mirando a su propia expresión de
asombro en el espejo.
—No. Recuerda que hablamos acerca de que tú le digas que no sea un
imbécil tan insensible. Puede que ni siquiera esté tan involucrado con ella. Tal
vez está viendo a otra chica en Chicago. Averígualo. Puede que no sea un gran
problema si esperas a que deje a Bianca y luego vas tras ella.
Ese había sido el único hilo de esperanza de Gio desde el principio. Pero
después de conocer a Bianca aún mejor, la idea de que Félix no estuviera
realmente enganchado con ella, ahora parecía aún más imposible.
Después de hablar con Noah un poco más y no conseguir mucha más
ayuda, la única conclusión a la que había llegado es que tenía que hablar con
Félix y saber exactamente dónde estaban las cosas. ¿Cuán concreta era la
relación entre él y Bianca? ¿Y qué probabilidades había, si las hay, de que Gio
tuviera que alejarse de esto con su corazón intacto?
18
Siguió sucediendo. Tanto como Bianca intentó actuar normal, no podía
evitar más que tensarse cada vez que Félix se acurrucaba contra ella. Era sólo
cuestión de tiempo antes de que se diera cuenta que había algo muy malo. Él ya
lo había notado más temprano cuando le besó el cuello en su camino al
dormitorio y ella se apartó casi por completo. Cuando le preguntó qué estaba
mal, ella lo enfrentó pero lo vio en su expresión confundida, sin embargo él lo
dejó pasar.
Después de un día separados, normalmente estaría dispuesta a un
rapidito antes que tuviera que ir a trabajar pero hoy le había dicho que tenía
prisa a pesar que en realidad no tenía que estar en la tienda de su abuela por
otra hora.
¿Qué había estado pensando? ¿Que todo volvería a la normalidad? ¿Qué 145
estar con él otra vez después de ayer se sentiría igual? Nada se sentía igual
ahora. Esto estaba completamente mal pero Bianca no sabía cómo arreglarlo sin
cancelar toda la cosa y salir, no únicamentede la vida de Félix, sino también de
la de Gio. Eso era un sacrificio que no estaba dispuesta a hacer —no pensaba
que podría.
Bianca terminaba de ponerse los zapatos cuando Félix salió del cuarto de
baño usando sólo sus pantalones cortos para entrenar. Antes que pudiera
finalizar, él se encontraba en su lado de la cama acariciando su rostro. —No
tienes idea cuánto te extrañé —dijo antes de besarle los labios suavemente.
Inmediatamente se tensó, él se detuvo y se apartó mirándola muy serio—. Está
bien, tenemos que hablar. Sé por qué estás actuando así. Mi presentación no fue
cancelada, Bianca. La cancelé así podía regresar aquí tan pronto como fuera
posible.
Bianca lo miró fijamente, su corazón acelerándose un poco. Era imposible
que sepa.
—Hay algo que tengo que contarte. Iba a esperar hasta esta noche pero
tengo que sacarlo de mi pecho ya. —Sus ojos nerviosos ojos fueron desde los
suyos al techo y por toda la habitación hasta que volvieron a los de ella,
poniéndola aún más nerviosa—. Salí con Shelley incluso después que comencé
a verte. —Bianca se echó atrás y él trató de agarrarle la mano pero ella lo
apartó—. Fue hace mucho tiempo en el comienzo —dijo con urgencia—. Antes
de que supiera cuán serias las cosas iban a ser entre tú y yo.
Bianca volvió a pensar en sus palabras “hace mucho tiempo, en el
comienzo”. Antes, cuando él le hizo prometer que ella esperaría por él.
—¿Antes de que supieras? ¿Quieres decir cuando me dijiste que ibas a
salir conmigo exclusivamente y entonces debería prometer hacer lo mismo? —
Se levantó de la cama y él se levantó con ella.
Le asombró que si hubieran estado teniendo esta discusión hace días, le
podría haber importado más. Tan furiosa como estaba de que le había mentido
todo este tiempo —le aseguró que no tenía nada de qué preocuparse y que
todas las historias eran sólo para vender revistas e impulsar los rating de TV—
la hipocresía que sintió era muy evidente. Sin embargo, la ira la ayudó a cubrir
su conciencia culpable.
—Escúchame, por favor. —Extendió la mano por la de ella y lo hizo
retroceder, contenta de tener una buena razón para rechazar su toque ahora—.
Esto fue muy en el comienzo, Bianca. La vi solo unas veces. Fue tan
insignificante que ni siquiera te lo estaría contando ahora excepto que los
malditos sensacionalistas están exagerando todo esto. No quería que lo
descubrieras de esa forma.
—¿Así que es el único motivo por el que me estás contando? ¿Porque
sabías que lo descubriría?
—Sí y no. Admitiré que fui un gilipollas egoísta, ¿bien? Tenía una chica
diferente en cada ciudad. Pero eso fue antes. Eso fue antes de ti. Cambiaste 146
todo. Estoy rogándote…
—¡No! —Bianca no sería capaz de quedarse allí y escucharlo rogar por su
perdón sabiendo que era tan culpable si no peor.
—Lo haré, Bianca. —Comenzó a bajar en sus rodillas.
—Basta. —Extendió el brazo por su mano—. No tienes que hacerlo.
Tomando ventaja de su mano estirada, la tomó, la atrajo hacia él y habló
tan cerca que pensó que podía besarla. —Por favor, perdóname. Haré cualquier
cosa para compensártelo. Probaré que he cambiado —que he cambiado debido
a ti. Significas todo para mí ahora. Incluso le dije a Andy que cancele la mitad
de la mierda que tenía planeada para mí en las siguientes semanas para que
pudiera pasar menos tiempo lejos de ti.
Bianca ya no podía soportarlo. Estaba ahogándose en culpa ahora. Culpa
porque aquí Félix le decía todo lo que habría estado encantada de oír hace tan
solo unas semanas, porque su sorpresiva llegada esta mañana debería haber
sido tan emocionante como la noche que se presentó con los mariachis. En su
lugar todo lo que sintió era decepción. Decepción de que tendría menos tiempo
con Gio.
Se alejó. —Necesito pensar.
—Piensa todo lo que quieras. Pero por favor, no me dejes.
Dejarlo era lo último que quería hacer. Podía apenas quedarse sabiendo
que Gio se hallaba sólo a unas habitaciones de distancia y que no podía correr
hacia él como quería hacer. Pero estar lejos de él definitivamente, sin opción de
siquiera verlo, esa sola idea casi la asfixiaba.
¿Cómo esto había pasado tan rápido? Todavía se preocupaba por Félix pero
lo que sentía por Gio era un monstruo completamente diferente. Nunca había
sentido algo parecido y ahora mismo todo lo que quería hacer era salir de allí.
Huir e intentar recuperar un poco la compostura. Su mente daba vueltas y
podía apenas pensar bien ya. —Tengo que ir a trabajar.
—Pero vas a volver, ¿cierto? —Le apretó la mano, sus ojos suplicantes
ardiendo. Asintió y él comenzó a abrazarla pero lo alejó.
—No —susurró y alejóel brazo de inmediato.
—Está bien. Sólo vuelve… por favor. —Ella agarró su bolso de la mesita
de noche y se dirigió a la puerta.
—Bianca. —Bianca redujo la velocidad mientras llegaba a la puerta luego
se detuvo y dio la vuelta.
—¿Qué?
—Te amo.
Después de pasar un día como ayer con Gio y sentir algo mucho más
poderoso que lo que jamás sintió por Félix, Bianca no podía regresar el 147
sentimiento. Venció la idea de que lo que sintió por Gio era amor solo porque
era evidente que ya había sido muy apresurada en su declaración de amor a
Félix. Algo que ahora de seguro era falso. En el fondo siempre supo que lo que
sentía por Félix no era ese sentimiento profundo sobre el que había leído y
escuchado tanto.
Obviamente no sabía mucho sobre el amor. Lo que sabía, sin duda, era
que esta cosa que sentía por Gio era algo tan increíblemente fuerte que incluso
tan incorrecto como era, sabía con toda seguridad que al momento que tuviera
la oportunidad estaría de vuelta en sus brazos.
Una sonrisa forzada era todo lo que logró. Eso y un asentimiento cuando
giró y salió. No había forma que pudiera enfrentar a Nana y a su madre ahora
mismo. Sabrían al instante que algo andaba mal y tan cercana como era con
ellas no podía contarles sobre esto. Ambas siempre habían sido muy liberales
cuando se trataba de la vida personal de Bianca. Confiaban en ella y las
elecciones que hacía.
Las únicas veces que tuvieron problemas serios era por cualquier cosa
que comprometía su seguridad. Esta situación ahora tenía peligro escrito por
todas partes, pero Bianca se sentía impotente para salir de ello por sí misma. No
podía permanecer lejos ahora.
Con solo menos de cuarenta y cinco minutos para dispersarse antes de
que tuviera que estar en la tienda, la dirección obvia a dirigirse era la casa de
Toni, contarle sobre el desastre en el que se encontraba. Pero tenía la sensación
que incluso Toni intentaría convencerla de volver y esa era la última cosa que
quería escuchar. Ninguna cantidad de razonamiento le impedía volver.
El hecho que esto era tan distinto era lo que la asustaba más que nada. Al
crecer Bianca siempre había sido la voz de la razón en su grupo —la chica
buena. Nunca tomó riesgos o hizo algo que decepcionaría a su madre incluso
antes de que su padre muriera pero aún más después.
Cuando su padre fue asesinado, su madre hizo un enorme sacrificio para
mantenerlas en la misma casa al tomar un trabajo extra como ama de llaves
durante la semana y otro en los fines de semanas. Esto después de que sus
abuelos le habían ofrecido dejarlas mudarse con ellos a su más que amplia casa
en Big Bear. Bianca sabía que era difícil para su mamá pero su madre dijo que
no traumatizaría a Bianca más por desarraigarla del único hogar que alguna vez
había conocido y de todos sus amigos.
Para demostrarle a su madre su gratitud, Bianca nunca siquiera soñó en
hacer algo malo. Nunca abandonó, fue con cuentos o incluso se emborrachó
antes que tuviera la edad legal. Lo que Bianca hacía ahora se sentía tan
incorrecto —tan mal. Algo que sabía que su madre no aprobaría, sin embargo
eso no la detenía.
Sin ningún lugar más al que ir, Bianca estacionó en frente de una
cafetería, y salió. Esa mañana cuando Félix entró tan inesperadamente justo
cuando se servía el café había estado tan destrozada sobre sus planes del día
con Gio siendo arruinados, que prácticamente perdió el apetito y apenas
148
consiguió unos pocos sorbos. Necesitaba la cafeína ya. La ayudaría a pensar.
Tomando un asiento en una de las cabinas después de conseguir su café
tomó un largo trago y cerró los ojos. Luego vino a ella. Aquí pensaba que
tendría que esperar hasta que tuviera un momento a solas con Gio para
descubrir qué más, en el mejor de los casos, iba a suceder entre ellos. Olvidó
todo sobre el hecho que intercambiaron números ese primer día en las
pendientes.
Sintiendo las mariposas en su estómago descontrolarse, sacó el teléfono
del bolso y buscó en la lista de contactos por Gio. Siempre la pensadora rápida,
lo editó para corregirlo por el primer nombre que le viniera a la mente —Lala—
el nombre de la cafetería. Siempre bloqueaba el teléfono, de todas formas, pero
había sido conocida por olvidarlo en ocasiones y no se arriesgaría a que Félix
accidentalmente encontrara algún mensaje de texto entre ella y Gio.
Después de cambiar el nombre al contacto, miró fijamente la pantalla,
insegura de lo qué le enviará. Dos palabras vinieron a su mente una y otra vez.
Las mismas palabras que le había dicho la última noche. Así que las escribió.
Te extraño.
Su corazón agitándose cuando presionó enviar. Y luego esperó, su
estómago anudándose. Había visto la mirada en su rostro esa mañana. Vio
cómo, después de la sorpresa inicial de toparse con ella y Félix justo cuando
estaba a punto de besarla, sus ojos viajaron de inmediato a las manos de
Félixacariciándola. Se preguntaba ahora si tal vez estaba disgustado con ella
pero, ¿cómo podría estarlo? Sabía en lo que se metía cuando la besó. Sabía, al
igual que ella, cuán imposible era esta situación.
A pesar de la imposibilidad en todo ello y saber el enorme riesgo que
tomaba sólo al enviar el texto, se sentó ansiosamente esperando su respuesta.
Esto era una locura. Sintió como si estuviera de vuelta en la escuela secundaria
esperando a que el chico por el que tenía un flechazo le devolviera la nota en
clase. Pero esto era muchísimo más que un flechazo.
El teléfono sonó y un diminuto chillido se le escapó. Se cubrió la boca
mirando rápidamente alrededor de la pequeña cafetería sintiéndose tonta.
Nadie parecía haber notado su ridículo pequeño arrebato. Torpemente con el
teléfono, nerviosa presionó el sobre que venía de “Lala”.
También te extraño.
Su corazón casi se dobló mientras llevaba la mano sobre su boca otra
vez. ¿Cómo era posible que pudiera sentirse tan emocionada por algo como
eso? Toni tenía razón. Tan animada como Bianca había estado en el pasado
sobre cualquier cosa con Félix, nunca sintió nada así. Todavía pensaba en cómo
responder sin sonar tan necesitada cuando un segundo mensaje llegó.
Muchísimo.
Si Bianca estaba emocionada antes, ahora reventaba. No le importaba
cuán necesitaba sonaba, le diría exactamente lo que pensaba. Sus dedos no 149
podían escribir las palabras lo suficiente rápido.
No puedo esperar a estar a solas contigo otra vez. ¡No puedo! Esto es
una locura. Es todo lo que voy a pensar desde ahora en adelante.
Sostuvo el teléfono después de enviar el mensaje, mirándolo
obsesivamente, esperando que sonara. Después de unos terribles minutos,
respondió y lo leyó con ansiedad.
Tú y yo, ambos. Pensaremos en algo. Tenemos que hacerlo. ¿Locura? Ni
siquiera comienza a explicarlo. ¡No tienes idea! Pero tengo que irme por ahora.
Estamos a punto de ir por una carrera. Te mensajearé más tarde. ¡TE
EXTRAÑO!
G.
Su única respuesta a eso era un muy animado juego de besos y abrazos.
Se levantó, sus labios extendidos al máximo. Ahora podía comenzar el día y
justo como se sintió esa mañana cuando despertó, las mariposas se
arremolinaron alrededor de su vientre con anticipación de cuando lo vería de
nuevo. No exageró cuando se lo dijo. Esto era pura locura. La locura que ahora
parecía avivar su corazón y correr por sus venas, pero la cosa más loca, era que
le daba la bienvenida.

***
La píldora mágica de Gio penetró de nuevo. Justo leer aquellas dos
palabritas había sido suficiente para calmarlo del tormento que había estado
sintiendo desde que vio a Bianca con Félix temprano. Luego de leer su siguiente
mensaje confirmando que se sentía tan ansiosa como él por ser obligado a estar
separados, fue suficiente para convencerlo de que quedarse ahí era lo correcto.
Incluso un momento solo con ella haría que todo valga la pena un tiempo.
Aunque todavía preocupado sobre cómo manejaría verlos tener sus momentos
juntos. Ni siquiera quería pensar en eso ahora mismo. Por ahora, se
concentraría en las noticias positivas, que ella se sentía tan torturada por todo
esto como él. De alguna manera, eso tenía que ser algo bueno.
Desde que Gio comenzó a entrenar con Félix, entre los otros
entrenadores y Bianca siempre estando cerca, no tuvo un momento a solas con
él. Porque Félix se presentó inesperadamente temprano, Gio finalmente tuvo
tiempo a solas con él. Los otros entrenadores regresarían hasta después esa
tarde.
Desde del momento en que Félix lo había encontrado en el gimnasio, Gio
había captado unas raras vibraciones de él. Se preocupó si por alguna
casualidad Félix había notado algo entre él y Bianca. Pero no podía haberlo
hecho. Gio había estado en la misma habitación con ellos por solo segundos
antes de que saliera en estampida de allí. La prueba real sería más tarde esa
noche y cada noche desde ahora en adelante que Gio tendría que pasar tiempo 150
cerca de ellos.
Después de la muestra de cómo podía ser, Gio no estaba más allá de
simular una enfermedad repentina para dejar la habitación abruptamente si
tenía que hacerlo. A juzgar por su reacción esta mañana no sería difícil fingir
sentirse enfermo del estómago.
Pusieron punto final a su carrera y disfrutaban un descanso bebiendo
agua en el gimnasio. Félix se sentó en el borde del ring de boxeo y Gio se sentó
al otro lado de él en un banco. Después de bajar su agua, Gio decidió sólo ir por
todo. —Te vi en la TV la otra noche. Entonces, ¿qué pasa contigo y esa chica
sobre la que siguen hablando? ¿Hay algo de cierto en eso?
Distinto a la mayoría de las veces cuando Gio o cualquiera de los chicos
preguntaba sobre los chismes que habían oído en la TV acerca de Félix, él no
sonrió ni le dio su respuesta genérica de: “Me conoces”.
Hundiendo de golpe la botella con agua aplastada en una caja a la par
del ring, Félix frunció el ceño negando con la cabeza. —Ya no. Pero ahora que el
tema está afuera sobre Bianca, los medios están teniendo un maldito día de
campo con viejas fotos tratando de generar una historia cuando no hay nada.
Odio tener que explicarle esta mierda una y otra vez.
Gio pensó en las fotos de él y la chica el día que se quedó varado en
Chicago. —Entonces ¿todo eso es algo viejo? ¿Qué hay sobre la cosa en Chicago
el día que quedaste atascado allí?
—Esa es la única reciente. Y eso fue sólo una cena y un par de tragos.
Una clase de despedida. —Félix se paró y sacudió los brazos en el aire
calentándolos—. Le expliqué a Bianca sobre eso. Es toda esta otra mierda que
están sacando a colación la que apesta. Que chica quiere oír sobre las ex de su
novio, ¿cierto? Seguro como el infierno que no quiero escuchar sobre los de ella.
O sobre con quien otro está actualmente metiéndose mano. Perdido en la idea,
Gio meditó lo que Noah había dicho. Ella era la única en la ecuación teniendo
todo lo que quería. Él era el “otro”. Esta no sería su primera vez, pero en el
pasado en verdad le gustaba de esa forma —sin necesidad de siquiera hablar
sobre comprometerse— era sólo el otro chico divirtiéndose y luego dando un
adiós. Sin sentimientos complicados. Sólo que ahora, no quería ser ese chico. Ni
siquiera quería ser el chico principal. Quería ser el único chico.
—¡Oye, Bravo!
Gio levantó la mirada un poco sobresaltado por el repentino aumento de
voz de Félix. —¿Huh?
Félix se rio. —¿Escuchaste siquiera lo que dije?
Gio lo miró sintiéndose estúpido y sonrió. —Lo siento, mi mente
estaba… —Negó con la cabeza—. No sé. No te oí.
—Seh, no importa. Te pregunté: ¿qué pensabas del prado de Bianca?
Gio no tenía idea como habían pasado de hablar sobre los ex de Bianca al
prado pero la idea del prado, especialmente esta mañana en su sueño lo hizo
151
sonreír. —Fue genial. Me gustó. —La subestimación de la década.
—¿En serio?
Gio se paró cuando vio que Félix se acercaba al armario y sacó la venda
para la mano. Su mente todavía disfrutaba del recuerdo de su sueño cuando
caminó hacia Félix listo para ayudarlo a envolverse las manos. Félix dio la
vuelta para enfrentarlo haciendo una mueca. —Pensé que era un poco aburrido.
Supongo que no soy del tipo de senderismo. —Una sonrisa remplazo la mueca
que hacía y rio por lo bajo—. Aunque rodar en el césped, haciéndolo con mi
chica fue gracioso.
Gio estaba seguro que hasta Félix lo escuchó —la visión de su sueño se
hizo añicos violentamente como pedazos de vidrio en un millón de partes. Ni
siquiera podía responder a eso. Ni siquiera con una sonrisa entre dientes como
habitualmente haría. —Dame eso —dijo extendiendo la mano y Félix le entregó
venda.
Si Félix notó el cambio de tema cuando Gio comenzó a hablar sobre
técnicas de lucha con sparring, no dijo nada. Esto habría sido la mejor
oportunidad de descubrir en donde se encontraban las ideas de Félix sobre su
relación con Bianca —cuán serio iba con ella. Pero Gio decidió que preferiría no
saber. Esto era peor de lo que pensó. El corazón de Gio ya había comenzado a
reclamar a Bianca como suya. Ni siquiera sería capaz de soportar escuchar a
Félix hablar en términos de su chica. Ya estaba sucediendo y él no había
dormido con ella.

152
19
Los tres días siguientes al anticipado regreso de Félix, Bianca logró
mantenerlo a distancia. Pasó los días trabajando y en la escuela. Luego en las
noches, Félix comprendía el hecho de que ella aún estaba dolida por su traición
para siquiera abrazarlo y mucho menos hacer algo más. La culpa comenzaba a
ser demasiado insoportable. Entonces ella y Gio tendrían uno de esos
silenciosos momentos en los cuales ella estaba otra vez atrapada en sus ojos o él
le enviaba un mensaje de texto que la haría muy feliz y volvería a sentirse lista
para decir o hacer lo que fuera necesario para estar cerca de él.
Félixhacía todo lo que podía para tratar de remediar las cosas. Ahora que
a Bianca realmente no le importaba y ya que él supuestamente había confesado
la verdad detrás de las historias, había comenzado a ver más programas
sensacionalistas. Eso la ayudaba a aliviar su culpa. Así que también cada vez
que se encontraba con alguna de las historias mientras él se hallaba en la
153
habitación con ella, eso la ayudaba a respaldar el por qué no participaría en
ninguna actividad íntima con él en un futuro próximo. Sólo no podía, no más.
Ahora le había sacado el máximo provecho a las historias sensacionalistas.
Esta noche todos se iban al Winterfest, a un evento de rail jam3 en el
pueblo. El festival era parte de los eventos que se desarrollaban alrededor de los
campeonatos de snowboard. Era un buen descanso de las noches incómodas y
esperaba ansiosamente la posibilidad de tener un momento a solas con Gio.
Hasta ahora, desde que Félix había regresado, habían tenido unos pocos pero en
la cabaña era imposible hacer mucho más que intercambios intencionales y
miradas lujuriosas.
Llegaron al centro de Big Bear donde se llevaba a cabo el evento. No
habían estado allí mucho tiempo cuando reconocieronFélix y las fans se querían
tomar fotos con él. Los guardaespaldas de Félix permitieron algunas y luego
empezaron a avanzar a través de la multitud. Aunque trataron de pasar
desapercibidos eso era casi imposible de conseguir con dos guardaespaldas
corpulentos frente a ellos y dos detrás. Esa fue la única vez que deseó que su
entrometido publicista Andy estuviera aquí para que mantuviera a Félix
distraído y alejarlo como generalmente lo hacía en los eventos públicos, pero no
se encontraba aquí.

3Deporte extremo de invierno, en el que se utiliza una tabla de snowboard para deslizarse.
Gio había estado callado desde que habían salido del auto y por primera
vez en días ella había permitido que Félix sostuviera su mano. Era más una
costumbre. Caminabanentre la multitud y eso era más una medida de
protección de su parte así no se separarían entre la gente.
Ahora que se habían detenido, una brisa soplaba, haciendo temblar a
Bianca, él envolvió sus brazos su alrededor en un intento de hacerla entrar en
calor. Bianca sabía que sostener su mano era probablemente lo que
Félixesperaba para trabajar en una forma en que las cosas volvieran a ser lo que
eran antes y ahora se arrepentía. Había estado esperanzada en aferrarse a la
regla de no tocarse por un largo tiempo. Si hacia algo con Félix la culpa se la
comería viva porque estos días los mensajes de texto de Gio habían sido más y
más sentidos. Él sentía exactamente lo mismo que ella y si lo hubiese visto a él
con alguien más, se sentiría peor que cualquier otra cosa que jamás sintió al
enterarse de Félix con otras chicas.
Justo en ese momento, Félix se estiró y tocó el hombro de Gio. Él les
había dado la espalda en el momento en que Félix había envuelto los brazos
alrededor de Bianca. —Mira quién está aquí.
Bianca se dio la vuelta al mismo tiempo que Gio en la dirección que Félix
había señalado. En el puesto de cervezas, Evelyn posaba con dos chicos
sosteniendo sus tazas de cerveza. Llevaba un traje blanco de esquiar que parecía
estar pintado, con la palabra Budweiser escrita en la parte delantera. Botas
blancas a juego de tacón alto llegaban hasta sus muslos, no eran de ninguna 154
manera hechas para la nieve. Su cabello largo y oscuro lucía perfecto incluso en
este clima abandonado por Dios. Incluso con todos los hombres de pie
alrededor esperando su oportunidad de ser fotografiados con ella, Bianca supo
que al momento en que ella vio a Gio, él tenía su completa atención.
—Deberías ir a preguntarle a qué hora estará libre —dijo Félix—. Tal vez
se nos pueda unir después para tomar algo en algún lugar o regresar a la
cabaña por algo y pasar el rato.
Bianca tuvo que morderse la lengua para evitar que la palabra ¡NO!
saliera de su boca. Se quedó mirando a Evelyn por un momento luego se giró
hacia Gio quien sonrió con suficiencia y se encogió de hombros. —Tal vez más
tarde. Ella parece estar ocupada en este momento.
Normalmente sus orejas, como el resto de sus extremidades con este
clima estarían gélidas, pero en este momento, estaban en llamas. Si Evelyn
volvía con ellos o peor, Gio se iba con ella en su propio coche, Bianca no sabía
cómo lidiaría con eso. Sintiendo ya su garganta inflamada supo de repente lo
que Gio debió sentir viéndola con Félix y se retiró de su abrazo. Sabía que era
algo abrupto y que lo había sorprendido pero no le importó. —Necesito
encontrar un baño.
La mirada de asombro en el rostro de Félix se alivió un poco. —Oh. —Él
miró alrededor.
—Sé dónde están —agregó ella rápidamente—. Sólo espera aquí. Volveré
enseguida.
—¿Está el baño de hombres cerca de allí, también? —preguntó Gio y sus
ojos instantáneamente se enlazaron.
—Sip, yo también podría ir —dijo Félix, aplastando cualquier esperanza
de escaparse por un momento a solas con Gio—. Bebí un par de cervezas antes
de salir y es sólo cuestión de tiempo antes de que empiece a hacer efecto.
Todos caminaron lentamente a través de la multitud de espectadores que
se acercaban. Bianca sabía de baños más cercanos a donde ellos se encontraba
de pie, pero eso significaba pasar por donde el por puesto de Budweiser de
Evelyn así que los llevó por la dirección contraria. La imagen de Gio y Evelyn
besándose y tocándose en la pista de baile se proyectaba en su mente. Bianca
dejó caer su mano de la de Félix. Haría todo lo posible esta noche y de ahora en
adelante por no darle una razón a Gio para siquiera considerar llevar a Evelyn a
la cabaña. Esa sería la única cosa que tendría a Bianca corriendo bien lejos
definitivamente.
Félix fue detenido por algunos fans pidiendo tomarse fotos con él y
Bianca le hizo un gesto indicándole que los baños se hallaban justo a unos pocos
metros y siguió caminando. El mero pensamiento de que Gio llevara una chica
a la cabaña la tenía cerca de las lágrimas. Sintiéndose como una completa
hipócrita, se limpió las esquinas de sus ojos a la vez que entraba al baño antes
de que pudiera derramar una estúpida lágrima.
155
Debido a que los baños estaban más lejos de la multitud principal, no
había mucha gente como pensó que habría. Entró y salió rápidamente.
Sintiéndose un poco más tranquila, echó un vistazo alrededor buscando a Félix
y se sorprendió completamente cuando alguien de repente le agarró la mano. Se
dio la vuelta, vio a Gio y lo siguió rápidamente detrás del pequeño edificio que
albergaba los baños. Una vez atrás, Gio la apoyó contra la pared y la besó
frenéticamente.
Sin aliento y oh-tan-feliz, Bianca le devolvió el beso con locura,
saboreando el familiar sabor de su boca. Su corazón latía ahora tanto por la
emoción y la realidad del enorme riesgo que tomaban. Incluso tan desesperado
como la besaba, el chico obviamente sabía lo que hacía porque sus besos eran
cualquier cosa menos descuidados. Eran tan perfectos como los recordaba; su
lengua se movía mágicamente en un ritmo perfecto con la suya.
Ella se apartó lo suficiente para decir lo que tenía que decir. —No lleves a
Evelyn a la cabaña.
—No lo haré —dijo él simplemente y continuó besándola.
—No he estado durmiendo con él —dijo ella contra sus labios—. No lo
voy a hacer nunca más. —Gio se detuvo y la miró respirando pesadamente.
—¿No lo harás?
—No. Lo prometo. Pero prométeme que no verás más a Evelyn. —La
respuesta a eso fue un beso largo e incluso más intenso. Entonces se detuvo y la
miró.
—No estoy interesado en Evelyn, en ninguna. —Dando un paso lejos de
ella, echó un vistazo alrededor—. Tenemos que irnos. Félix estuvo atrapado por
unos minutos con uno de los patinadores. Ve por allí. —Él señaló la ruta más
rápida para regresar a donde se encontrabaFélix, luego señaló la dirección
opuesta—. Yo iré por ese camino. —Él empezó a alejarse y luego volvió
corriendo y tomó su cara en sus manos besándola profundamente una última
vez antes de dejarla ir y correr alrededor del pequeño edificio.
Bianca dio una vuelta cautelosa, su mente aún seguía nadando en un
feliz aturdimiento mientras su corazón continuaba atacando a su caja torácica
con cada golpe. Su teléfono sonó en su bolsillo y estaba segura de que era Félix
buscándola pero era un mensaje de texto, de Lala. Con su cuerpo aun
deleitándose con la euforia de haber finalmente saciado su dolorosa necesidad
de estar cerca de Gio otra vez —sentir su toque—, besar sus labios, se quedó
mirando la pantalla eufórica. Ahora sólo viendo el sobre con el nombre y la
clave para él que tuvo mucho en los últimos días, tenía ganas de hacer un
pequeño baile pero se contuvo y dio clic en el mensaje en su lugar.
Dios extrañaba tus labios.
Ella sonrió, inhalando profundamente mientras se tocaba los labios con
sus dedos, todavía sintiendo el calor de sus besos. —Guau. Ahora hay una
156
sonrisa que no había visto en un tiempo. ¿De dónde viene esa?
El teléfono casi resbaló de sus manos ante el sonido de la voz de Félix. Él
miró fijamente hacia su teléfono, sus ojos llenos de curiosidad, o sospecha.
—Yo, uh. —Incapaz de formar una oración coherente, Bianca deslizó su
teléfono en su bolsillo. Se aclaró la garganta—. Toni…ella… —Bianca levantó la
vista hacia Félix pero fue incapaz de mirarlo a los ojos por mucho tiempo,
apartó la mirada rápidamente—. Estaba siendo un poco ridícula.
Comenzó a caminar y puso una hebra de cabello detrás de su oreja, echó
un vistazo en la dirección de Félix. Él había juntado sus cejas. —¿Si? ¿Qué está
haciendo?
—Está viendo a un chico nuevo. —Gio se encontraba más adelante
esperándolos y sonriendo cuando sus ojos encontraron, haciendo que sus ya
salvajes entrañas se pusieran aún más salvajes. Tan ansiosa como la sensación
de esa conversación la ponía, no podía hacer otra cosa más que devolverle la
sonrisa—. Algún productor de películas independientes de Los Ángeles.
Félix asintió, levantando la vista hacia Gio quien los esperaba unos pocos
metros por delante. —Pensé en decírtelo a principios de esta semana pero las
cosas han estado un poco raras. Voy a invitar a los chicos del 5th Street este fin
de semana. Probablemente todos iremos. Quizás puedas invitar a Toni ya que
va a ser una cosa de grupo.
Bianca se giró hacia él. El ceño fruncido y cualquier signo de sospecha se
habían esfumado ahora. —Le preguntaré. —Sonrió suavemente, y asintió—.
Probablemente será divertido.
Por supuesto, eso significaba poner al tanto de su situación a Toni, la cual
tenía que decirle de todas maneras. Sólo tenían un poco más de tiempo para
seguir con esto sin que algo horriblemente malo pasara y Bianca tendría que
tomar una decisión pronto. Toni sin duda sería útil para tomar esa decisión.
Aunque la idea de alejarse de Gio era una que se había convertido en algo muy
difícil de considerar con cada día que pasaba. No hubo más momentos después
del resto de la noche y durante los días siguientes, Bianca pasó los días
esquivando los avances de Félix y derritiéndose por los mensajes de texto de
Gio.
Decidida a no sólo mantener su promesa a Gio sobre no dormir con Félix
sino también a mantener el contacto al mínimo, Bianca elevaba el acto de dolor
cada vez que una nueva historia sobre Félix y su otra mujer era ventilada.
Ayudaba que los medios de comunicación eran implacables y estaba más
agradecida que sus sentimientos por Gio eran tan abrumadores que habían
purgado completamente cualquier sentimiento que anteriormente había tenido
por Félix. Si no se hubiese vuelto loca con todas las historias. Su abuela le había
preguntado ya muchas veces sin mencionar los chismes si se encontraba bien.
Bianca le aseguraba que sí.
Sus impetuosos sentimientos por Gio eran un poco alarmantes. 157
Especialmente teniendo en cuenta el hecho que aún no tenía idea como eso
alguna vez funcionaría. Se preguntaba a veces si eran sus circunstancias las que
crearon esa urgencia de estar el uno con el otro. La necesidad era profunda, la
voluntad para asumir los riesgos aumentaba.
Con los amigos de Félix y Gio viniendo temprano por el fin de semana,
Bianca se lo tomó libre, incluido el viernes, pero dejo la cabaña el viernes en la
mañana antes que alguno de ellos llegara para arreglarse el cabello y tener esa
conversación que tanto necesitaba con Toni. Ella ya había accedido a venir con
ellos más tarde esa noche cuando se hospedaran. Con Roni embarazada, Bianca
planeó salir con ella al centro turístico mientras los chicos esquiaban y así
arreglar su cabello no sería un desperdicio. Toni había estado emocionada por
conocerlos y ya que las anteriores visitas habían sido limitadas hasta ahora, esta
era sólo la segunda vez que estaría a su alrededor. Ella todavía estaba un poco
deslumbrada.
Sabiendo que el salón de belleza de Toni estaría ocupado los viernes en
la mañana Bianca se encargó de hacer algunos recados primero. Toni todavía
estaba ocupada cuando llegó allí, pero le dijo a Bianca que la espera no sería
larga. Se sentó en la diminuta sala de espera y empezó a escudriñar en las
revistas sensacionalistas de Toni. Se detuvo cuando su teléfono sonó avisando
un mensaje. Era de Félix. Toda la semana había calculado salir cuando él ya
estaba en el gimnasio así no había peligro de que intentara algo más que un
piquito de despedida, la única muestra de afecto que le había dado desde su
admisión de haber salido con Shelley. Y se aseguraba de que sólo pasara en la
privacidad de la habitación. La cama en su habitación era tan monstruosamente
grande que era bastante fácil mantenerse alejada de su lado y hasta el momento
él había respetado los límites. Cuando ella se había ido esa mañana escasamente
se había asomado en el gimnasio para dejarle saber dónde estaría.
¿Vas a estar en casa antes del medio día? Los chicos estarán aquí en un
par de horas y hemos pensado en salir a almorzar.
Justo acababa de terminar de leer el mensaje cuando llegó otro de Gio.
Este fin de semana debe ser interesante. Podríamos incluso conseguir un
tiempo a solas. ¿En cuánto tiempo estarás de vuelta hoy? Ya te extraño.
Probablemente habían terminado su mañana de entrenamiento y Gio
estaba de vuelta en su habitación. Félix dijo que el entrenamiento de hoy sería
corto. Como de costumbre, sus entrañas ya estaban derretidas. Y como siempre
lo hacía, releyó su mensaje sonriendo brillantemente antes de responder.
¡Te extraño también! No debería tomarme mucho tiempo. Sólo estoy
arreglando mi cabello y luego regresaré. Espero que tengas razón sobre este
fin de semana. ¡Esto es una tortura!
Pulsó enviar y esperó hojeando la revista otra vez hasta que escuchó el
sonido del mensaje otra vez. Sonrió abriendo el sobre de nuevo.
Sé que lo es y algo tiene que pasar. PRONTO. Las cosas no se pueden
quedar así por mucho tiempo. He estado pensando mucho sobre esto. Pero no
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estoy seguro si esto es lo que tú quieres. Tenemos que hablar tan pronto como
tengamos una oportunidad.
Bianca releyó y se detuvo en la parte más interesante. ¿Si esto es lo que tú
quieres? No había pensado mucho en lo que quería. Todo lo que se había
permitido era estar agradecida por lo poco que podía darle, dadas las
circunstancias. Hasta ese momento, no creía que algo más pudiera surgir de su
relación excepto una prohibida, incluso después que ella y Félix hubieran roto,
lo cual sabía era inevitable y fue a gran velocidad hacia ella. Era sólo cuestión
de tiempo antes que Félix se cuestionara el punto de tener una novia a la cual
no tenía permitido tocar. Sobre todo porque había un millón de chicas por ahí
quienes estarían más dispuestas que obligadas.
—Estaré contigo en un momento, Bianca —le informó Toni mientras
llevaba a su cliente anterior a la caja registradora.
Bianca hizo clic para regresar a la pantalla principal de su teléfono y
comprobó la hora. Aún no eran las diez. Tenía un montón de tiempo. —Está
bien —dijo, volviendo su atención a su mensaje en la pantalla y le respondió a
Gio. Con miedo de preguntar y estar de acuerdo con su comentario final,
esperaría hasta que pudieran hablar personalmente para saber qué quiso decir
con lo que ella quería. Por lo que mantuvo su respuesta simple pero dulce.
Apenas puedo esperar. Besos y abrazos.
Se puso de pie deslizando su teléfono en el bolsillo delantero de sus
vaqueros. Mientras se dirigía a la silla del salón, aun pensando en el mensaje de
Gio, su teléfono sonó otra vez y lo sacó. Cómo algo tan simple podía
emocionarla, eso iba más allá de cualquier razón. Sonrió ampliamente y luego
frunció el ceño rápidamente cuando vio que el mensaje era de Félix. Su
estómago cayó cuando vio que le había enviado el último mensaje a él, no a
Gio. Su respuesta fue nada más que un signo de interrogación.
—Oh mi Dios. —Se llevó la mano sobre su boca.
—¿Qué? —preguntó Toni mientras caminaba hacia ella.
El salón de belleza estaba vacío ahora que su último cliente se había ido.
Bianca no podía estar más feliz ya que tenía mucho que contarle. Cosas que no
quería que otras personas escucharan. Pero en este momento tenía que
encontrar la manera de cómo explicar esto.
Se encontraba todavía allí con la mano sobre la boca tratando de
calmarse. Esto pudo haber sido mucho peor. Algunas de las respuestas que le
había escrito a Gio en las semanas anteriores la habrían enterrado
completamente. Sobre todo porque había sido tan fría e indiferente con Félix.
Incluso enviarle una X o una O podría ser ahora algo cuestionable. Y lo era
obviamente, a juzgar por su respuesta. —Mierda —murmuró ya que cualquier
respuesta adecuada la eludía.
Con su mente todavía en una carrera, jadeó cuando su teléfono sonó. Era 159
Félix. Ahora no sólo tenía que mentir, sino que no sería capaz de esconderse
detrás de un mensaje de texto para hacerlo. ¡Maldita sea!
Toni debió haber visto el pánico en sus ojos porque Bianca vio la
preocupación en los suyos cuando ella preguntó—: ¿Qué pasa?
Bianca levantó un dedo en sus labios luego contestó su teléfono
llevándose la mano a la frente. —Félix, Toni estaba a punto de lavarme el
cabello. ¿Puedo llamarte después?
Estuvo en silencio por un momento, luego habló lenta y cautelosamente.
—Bianca, el último mensaje de texto que enviaste,¿era para mí?
Se rio nerviosamente. —En realidad, no. Quería enviárselo a mi mamá.
Esta semana está haciendo mis empanadas favoritas.
Hubo más silencio después. —Oh, está bien. Pensé que era raro. Estoy
contento de que fuera para tu mamá y no para alguien más. —Bianca no podía
estar segura pero su risa sonó tan forzada como la que le dio en respuesta—.
¿Entonces, regresaras a tiempo para el almuerzo?
—Sip. —Su mano se encontraba ahora firmemente sobre sus ojos
cerrados. Esto estaba mal. ¿Cómo pudo ser tan descuidada?—. Debo salir de
aquí en menos de una hora.
—Está bien, te veré luego. —Estuvo a punto de decir está bien y colgar la
llamada terriblemente incómoda cuando él la interrumpió—: Y oye…
—¿Sí?
—Apenas puedo esperar. —Su risita fue genuina esta vez. Por mucho
que lo intentara, su propia respuesta a la risa no fue ni remotamente genuina.
—Yo tampoco. Ya estoy hambrienta. —Sabía que no era la respuesta que
él esperaba pero no le importaba. Por fin había terminado la llamada y se acercó
a la silla del salón de belleza, dejando caer su cuerpo agotado en ella mientras
Toni se quedó allí mirándola.
—¿Qué está pasando?
—Dios, Toni. ¿Por dónde empiezo?

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Jack, Abel y Héctor llegaron primero. Gio y Félix salieron a reunirse con
ellos. Félix les había ofrecido enviar un coche por ellos, pero Abel insistió en
conducir su recién adquirido Gran Torino. Gio y Félix se rieron cuando Abel
aceleró el pesado motor mientras llegaban.
—Hola —dijo Gio, dando golpecitos en el capó mientras rodeaba el
coche—. Deberías pintarlo de rojo y blanco. Entonces podríamos llamarlos a ti y
a Héctor, Starsky y Hutch.
Abel se rio saliendo del coche y agarró la mano extendida de Gio para un
rápido apretón de manos y una palmada en la espalda. —Esta mierda es una
pasada —dijo Abel, volviéndose hacia el coche—. Apenas tuve que hacerle
nada.
—Y es rápido —añadió Héctor desde el otro lado del auto. 161
Golpeó a Gio de repente. Abel y Jack eran muy estrictos sobre que Héctor
perdiera la escuela por cualquier razón—. ¿En verdad permitieron que este chico
se perdiera la escuela hoy para venir aquí?
Antes de que Abel contestara, Héctor anunció casi orgullosamente—: Me
suspendieron ayer.
Gio se llevó el puño a la boca con una sonrisa, pero se sorprendió de que
ni Abel ni Jack parecieran demasiado enfadados sobre esto. Por lo general, Abel
tenía un ataque de nervios si Héctor, que últimamente había estado metido en
un montón de problemas, le enviaban un escrito sobre cualquier cosa. Se giró
hacia Abel. —¿Y aun así traes su culo hasta aquí?
Félix se acercó para abrazar a Jack y luego bromeó—: Sí, ¿a dónde está
llegando este mundo? Si eso hubiera ocurrido en mis días, habría pasado el fin
de semana fregando suelos en el gimnasio, no haciendo snowboard. —Se apartó
sonriendo de Jack—. ¿Te estás volviendo suave, viejo?
—Nah. —Jack sacudió la mano en el aire—. Se metió en una pelea. Pero
tenía una buena razón. Siempre se lo he dicho a todos ustedes. Luchar no es la
respuesta para todo, pero a veces no puede evitarse. En este caso,
probablemente habría estado más enfadado si él no hubiera luchado contra el
imbécil.
—Diría que patear su culo serías más preciso —dijo Héctor apoyándose
contra el coche—. Pero supongo que podría llamarse una pelea.
Gio se rio pasando de la cara divertida de Héctor a Abel, que sacudía la
cabeza. —¿Por qué? ¿Qué sucedió?
Héctor se encogió de hombros. —Había estado escuchando toda la
semana el drama de esta chica cuyo casillero está justo al lado del mío. No me
dijo nada, pero con ella y sus amigas estando allí de pie hablando no fue muy
difícil oír las cosas. Su ex novio publicó alguna mierda sobre ella en Facebook.
Mierda estúpida. Y… —Levantó una mano mirando a Abel—, no podría
importarme menos. No me involucro. Pero ese estúpido idiota se le acercó ayer
y empezó a hablar mierda de ella delante de todo el mundo haciéndola llorar.
Incluso entonces, mantuve la calma. Traté de mantenerme al margen. Pero él lo
llevó demasiado lejos diciendo en su cara, como si ella fuera un amigo, todo
gran hombre y mierda, que era una guarra.
—Oh, infiernos, no —dijo Gio.
—Sí —asintió Héctor—. Así que golpeé su cara contra los casilleros.
—Por suerte, los agentes antidrogas intervinieron rápidamente —añadió
Abel—. Pero aun así le rompió la nariz al tipo. Estamos esperando oír si vamos
a tener que pagar por los gastos médicos.
—Odio a los idiotas así. —Félix se acercó y estrechó la mano de Héctor—.
Bien por ti, hombre. Yo también lo habría golpeado. —Se giró y señaló a Abel—
. Déjame saber si necesitas ayuda con eso. Donaré para la causa. Lo llamaremos
“Acabar con los Futuros Jodidos Idiotas Maltratadores de Mujeres del Mundo”. 162
No puedo pensar en una mejor obra de caridad.
Riendo y poniéndose al día acerca de todo, se dirigieron a la cabaña
después de que Jack anunciara que se estaba congelando el culo afuera. Como
se esperaba, estaban todos impresionados por la cabaña y por el resto del
compuesto.
La comida fue bien. Noah y Roni llegaron una hora después que Abel y
los otros. Bianca llegó más o menos al mismo tiempo. Con la distracción de todo
el mundo allí, Gio y Bianca se las arreglaron para mantener sus miradas y
sonrisas privadas robadas al mínimo. Ayudó que Nellie viniera junto con Noah
y Roni. Gio sabía que esas dos mujeres estaban sobre él y Bianca. Trabajó extra
duro para no ser tan obvio. Aún tenía que preguntarle a Noah si les había
confirmado que ellas habían estado en lo cierto. Pero tenía la sensación de que
más que probablemente Noah lo había hecho.
Todos volvieron a la cabaña después de comer para prepararse para el
snowboard. Ya que Roni no iba a participar, Bianca dijo que se quedaría con ella
y Nellie en el bar al aire libre en el complejo. Luego, más tarde, Toni se uniría a
ellos. Todos podrían ver a los chicos presumir desde allí y charlar mientras
tomaban unas copas. Todos menos Roni, pero a ella no parecía importarle.
Prácticamente brillaba en cualquier momento que saliera el tema de su
embarazo.
Para lo que él no se había preparado, ya que Bianca no iba a hacer
snowboard e iban a salir a un bar, es que se vistiera para la ocasión. Ya era
bastante malo que llevara el pelo diferente hoy, en una especie de trenza suelta
cruzando la parte de arriba, apartando el pelo de su cara, atrayendo incluso más
la atención a sus grandes y hermosos ojos. El resto de su pelo estaba suelto con
más pequeñas trenzas aquí y allí acentuando el nuevo estilosexy. Ya había
estado sin aliento cuando volvió de la peluquería.
Roni fue la primera en darse cuenta de lo que ella llamó un conjunto
adorable. —Eso es tan lindo —dijo, atrayendo la atención de todo el mundo
hacia Bianca cuando entró en la habitación.
Su largo abrigo de lana marrón hacía las veces de vestido, ya que se
ajustaba en la cintura y luego caía hasta por encima de las rodillas. Las botas
negras que llevaba llegaban por sus rodillas y Gio solo podía asumir que
llevaba un vestido o una falda por debajo, porque a excepción de las mallas
negras, sus rodillas estaban desnudas.
Gio tragó saliva mientras Bianca le daba las gracias a Roni, luego se giró
hacia él casualmente. Si ella buscaba su aprobación, la habría tenido de no ser
por el hecho de que se había puesto ese adorable conjunto en la misma
habitación que Félix. No había forma de que Gio pudiera verla cambiarse a eso
y no atacarla, y dudaba que Félix no lo hubiera hecho también. Tomó una
profunda respiración tratando de no pensar en ello. Ella dijo que no dormiría
más con él. Él nunca quiso creer algo tanto en su vida.
Para empeorar las cosas, Félix no solo se acercó a ella por detrás y
envolvió los brazos a su alrededor, se sostuvieron las manos todo el camino
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hasta el complejo. No lo habían hecho más últimamente. Gio lo sabía porque
había estado observando. Excepto, ¿qué había sucedido en esa habitación?
Gio captó la forma en que Noah lo observaba con cautela. Abel y Héctor
anduvieron a tientas por ahí tratando de caminar sobre sus tablas. Félix se tomó
tiempo extra ayudando a Jack, quien prácticamente había sido arrastrado allí
afuera. En el momento en que Noah se dio cuenta de que estaba solo con Gio
comenzó—: Amigo, tal vez soy solo yo porque lo sé, pero estás siendo
jodidamente obvio.
—¿Lo soy? —Gio se giró, su mandíbula apretada mientras miraba hacia
donde se sentaban las chicas observándoles.
—Sí, lo eres. Demonios, pensé que ibas a decir algo cuando la abrazó en
la cabaña.
—Es solo porque lo sabes. He estado tratando con esta mierda durante
semanas ya. Dudo que nadie más se haya dado cuenta.
Noah volvió la espalda a donde Félix todavía estaba ocupado con Jack.
—¿Olvidas que Roni y Nellie se dieron cuenta desde el primer día? Y yo no fui
el único que captó la forma en que te congelaste hoy cuando ella entró de donde
sea que viniera. —Noah bajó la voz—. Vas a calmarte, G. Él es su novio, no tú.
¿Has hablado con él alguna vez sobre eso? ¿Es serio acerca de ella?
—Nah, empecé a hacerlo, pero… —Gio no entraría en cómo ni siquiera
podía soportar oírlo llamarla su chica—. No lo sé. De algún modo la
conversación cambió a algo más. Pero… —Se detuvo, preguntándose ahora sí
debería decírselo a Noah. Sonaba tan absurdo ahora que pensaba en decirlo en
voz alta.
—¿Pero qué?
Gio miró a Noah durante un segundo. Si podía decírselo a alguien, era a
Noah. —Me dijo que ya no está durmiendo con él. —Las cejas de Noah se
alzaron. Gio sabía que estaría sorprendido, si no escéptico, y estaba preparado
para ello—. Me lo prometió, en realidad.
—¿Y te crees esta mierda? —Se volvió hacia Félix y bajó la voz otra vez—
. Ella ha estado quedándose en su cabaña durante dos meses. Él es su novio.
¿No están durmiendo en la misma cama?
Oírlo ponerlo de esa manera hacía que Gio quedara como un idiota. Pero
Noah posiblemente no podía entender lo que sentía cuando estaba con ella. Ella
era la persona más genuina, que actuaba de frente, que había conocido jamás.
Nunca habría supuesto que Bianca había dejado de dormir con Félix, pero había
visto el cambio. Vio como actuaba completamente diferente alrededor de Félix
ahora. Todo había cambiado desde su día en el prado —hasta hoy. Pero incluso
las muestras de afecto de hoy habían sido minúsculas comparadas con la forma
en que las cosas eran entre ella y Félix antes. Solo no entendía por qué algo
había cambiado hoy. ¿Había sido su mensaje de texto de esta mañana? ¿Había
164
cambiado algo en esa habitación?
—Supongo que lo hacen —dijo—. Yo no entro en su habitación.
Gio volvió a mirar hacia las chicas, sospecha y duda hundiéndose
rápidamente. No quería estar enfadado con Bianca. Sabía lo ridículamente
irrazonable que era eso. Pero fue ella la que voluntariamente prometió no
dormir con su propio maldito novio. Nunca se habría atrevido a exigirle algo
así, pero ya que lo había hecho, él esperaba que lo mantuviera. No podía evitar
preguntarse ahora si cuando lo dijo, fue un capricho. Esa mañana había
respondido inmediatamente como siempre hacía a sus mensajes de texto, pero
dejó de responder al momento en que él mencionó que las cosas no podrían
continuar así mucho tiempo. ¿En verdad esperaba que continuara esta mierda
para siempre? Tal vez la teoría de Noah era cierta, después de todo.
—Mírame, G. —Gio se volvió a girar hacia Noah, luego siguió la mirada
de Noah. Jack y Félixiban hacia ellos, pero se movían lentamente y Jack
realmente se esforzaba. Aun así, Noah habló rápido—: Si ella sigue durmiendo
con él o no, no es el caso. Él te trajo aquí como un favor. Eres mi amigo, pero lo
que estás haciendo es una enorme falta de respeto hacia él.
Gio dejó caer la cabeza hacia atrás exhalando por la boca. Noah tenía
razón y no podía discutir allí, pero había llegado demasiado lejos para tratar de
luchar contra esto, lo que sea que fuera, y no importa cómo de incorrecto él
sabía que era.
—Sé que no eres tan cercano a él como lo fuiste una vez. Pero todavía
eres su amigo. Ahora, no sé qué está pensando ella —continuó Noah
inflexiblemente mientras Jack dejaba de andar para tomarse un respiro—. Pero
se está quedando en su cabaña, durmiendo en su jodida cama. Si esto es
realmente lo que quiere, entonces tal vez debería marcharse. ¿Han hablado
ustedes dos de eso en absoluto?
—No he tenido la oportunidad. Nos mandamos mensajes cuando
podemos, pero desde la última vez que él se marchó no he tenido un momento
lo suficientemente largo para hablar con ella sobre nada de eso. —Gio miró
alrededor asegurándose de que Abel y Héctor no estaban cerca para oír
tampoco—. No es como si hubiera dormido con ella. Te estoy diciendo que no
es ni siquiera sobre eso. No sé qué pasa con ella, pero apenas puedo pensar bien
cuando estoy a su alrededor. —Se detuvo, dejando salir un suspiro de
frustración—. Me conoces, hombre. Yo nunca haría algo como esto a ninguno de
ustedes, chicos.
Noah asintió. —Sí, sé que no lo harías. Eso es por lo que todavía estoy
sorprendido de que estoy aquí teniendo esta conversación contigo en primer
lugar. —Se volvió hacia las chicas. Roni lo saludó, lanzándole un beso, y él la
saludó en respuesta—. Y Bianca parece demasiado malditamente inocente.
Incluso ahora que es más grande; tan malditamente dulce.
—¡Lo es! —insistió Gio, dejando pasar el hecho de que también podía ser
jodidamente sexy cuando quería. 165
—Está bien, cállate —dijo Noah de repente mirando por encima del
hombro de Gio y al instante siguiente, alguien se estrelló contra él, casi
tirándolo.
—¿Qué demo…? —dijo Gio, apenas capaz de mantener el equilibrio pero
arreglándoselas para mantenerse de pie.
—Perdón, hombre —se rio Héctor, sujetándose del brazo de Gio—. No
podía parar.
Abel vino detrás de él y también se rio. —Sigo diciéndole al idiota que
baje la velocidad.
Después de caerse unas cuantas veces más, Jack dijo que había tenido
suficiente y que iba a volver al bar con las chicas. Se burlaron de él por
abandonar, pero no fueron capaces de convencerlo de quedarse. Jack se dirigió
al bar y Gio y el resto de los chicos se dirigieron al telesilla.
Teniendo que compartir un telesilla con Noah y Héctor, Gio se ahorró
más conferencias en el viaje, pero se hizo la promesa interna de que no le
faltaría al respeto a Félix en su propia cabaña. No era solo por las cámaras,
tampoco. Tanto como sabía que no estaba dentro de él la capacidad para luchar
contra su necesidad de tocar —besar—, probar a Bianca, no era así de
gilipollas. Algunas cosas eran todavía sagradas.
Durante el siguiente par de horas, Gio se centró en disfrutar su tiempo
con sus amigos. Se sentía malditamente bien volver a los viejos tiempos; los días
cuando las cosas eran mucho más simples. Cada vez que quedó atrapado
riendo y disfrutando de este día fue todo por Félix —él había pagado por los
tickets de temporada, el equipo de nieve, incluso las tablas de snowboard. Gio
no podía evitar sentir el escozor de la culpa haciendo rechinar su conciencia.
Para cuando llegaron al fondo de la montaña por última vez, estaban
todos bien y listos para bebidas. Algo que Félix no dudó en que estaría pagando
durante toda la noche. Incluso cuando Gio había intentado pagar la última vez
que vinieron a este bar, las camareras aparentemente habían sido advertidas de
que no tenían permitido tomar su dinero y eso sería puesto todo a la cuenta del
Sr. Sánchez. Genial.
Félix insistió la mayoría del tiempo en que las bebidas de Gio y todos sus
huéspedes estuvieran en la casa. Los bares disfrutaban de actividad extra solo
con tenerlo a él allí, pero Gio no podía evitar sentirse como un gorrón.
Había tantos calefactores alrededor en el exterior del bar que incluso era
bastante cálido. Tan cálido que Bianca se había quitado el abrigo. Llevaba un
vestido de punto que se aferraba a su cuerpo, de manga larga y de color marrón
oscuro, como el rico chocolate. Era de corte sencillo, pero el escote casi dejó a
Gio congelado en el sitio. No era por cuan bajo caía. Eso habría sido lo
suficientemente malo. Era por la forma provocativa en que estaba atado,
empezando en mitad del pecho y terminando en la curva superior de sus senos. 166
Bianca había dejado las cuerdas sueltas, lo que lo hacía incluso más sexy de lo
que lo habría sido un escote abierto. Casi como si lo hubiera planeado de esta
manera, había dejado un poco a la imaginación.
Había ido de adorable a locamente caliente con solo quitarse el abrigo.
Agarrando la botella de cerveza que ahora sostenía, casi deseaba que se
hubiera puesto el abrigo, así no tendría que pensar en ello. Si ella fuera la chica
de Gio, a él no le importaría que se vistiera así, incluso enfrente de otros tipos,
siempre y cuando él estuviera allí. Quería creer, tan dudoso como eso era, que
no llevaba ese vestido para volverlo loco, pero el hecho seguía siendo que iba a
volver a la habitación de Félix esta noche, no a la de Gio.
Habían estado en el bar bebiendo durante un rato, aunque Gio había
mantenido un ritmo lento y constante comparado con el resto de los chicos. Se
sentía incluso más estúpido ahora sobre decirle a Noah lo que ella había
prometido. Noah debía de haber estado pensando lo mismo. Tal vez
algo había cambiado hoy. Tal vez su mensaje de esta mañana le había hecho
llegar a la conclusión de que esto no podía continuar más. Que habían sido
increíblemente ilusos por haber siquiera considerado meterse en esta situación
en primer lugar.
La mera idea de que ella cambiara de opinión le hacía enfermarse con
cada trago que Félix tomaba; él iba a ponerse más y más cariñoso, con ganas de
tocar y ella iba a dejarle. El colmo fue cuando ella regresó del baño hacia la
mesa con el resto de las chicas y los sentidos intensificados de Gio la siguieron.
Su nariz siguió la ligera esencia de su perfume. Luchó una batalla perdida para
mantener los ojos apartados de ella, solamente para ver a Félixjalándola hacia él
cuando casi le había pasado y la besó, empujando la boca dentro de la suya
descaradamente durante un instante. Ella se apartó de un salto, obviamente
irritada por su beso de borracho, pero fue suficiente para hacer que Gio quisiera
salir corriendo de allí. —Ahora vuelvo —dijo, intercambiando miradas con el
severo rostro de Noah—. Voy a hacer una llamada.
Sin siquiera volver a mirar en la dirección de Félix y Bianca, salió a la
zona interior del bar del resort. No le importaba más mantenerse sobrio.
Necesitaba un trago, pero no estaba a punto de quedarse y ver a Félix y a Bianca
mientras se tomaba uno, tal vez más, así que se dirigió directamente a la barra.
Y lo compraría con su propio jodido dinero, también.
Irritado, empujó a un lado el hecho de que incluso su propio dinero
venía de Félix. El dinero que le había pagado a Gio por quedarse y enamorarse
de su novia. Gio casi dejó de andar. Había sabido todo el tiempo que era
diferente. Que sentía cosas por ella que nunca había sentido en su vida. Que
había cruzado una línea que nunca habría considerado cruzar, pero lo había
hecho solo por ella. Ella poseía el poder de hacerle perder la capacidad de
sostener cualquier pensamiento razonable. ¿Pero realmente se había enamorado
así de rápido?
Cerró la mano en un puño mientras seguía caminando por el bar lleno de
gente. ¿Cómo demonios podía ser lo suficientemente estúpido para enamorarse 167
de alguien tan completamente fuera de los límites?
Justo cuando llegaba a la barra, creyó sentir su teléfono vibrar en su
bolsillo. No estando de humor para hablar o siquiera escribir a nadie, casi no
sacó su teléfono móvil. La remota posibilidad de que pudiera ser Bianca le hizo
sacarlo. Sorprendentemente no solo se encontraba el nombre de Bianca en la
pantalla, sino que no era un mensaje, ella le llamaba.
Volvió a mirar a través de las puertas de cristal y vio a los chicos todavía
bebiendo en el bar. Todos sostenían tragos en el aire, pero Bianca no se hallaba
por ninguna parte. Sintiéndose un poco vacilante, respondió de cualquier
manera. ¿A quién demonios engañaba? De repente moría por escuchar su voz.
—¿Hola?
—Encuéntrate conmigo en la parte de delante del aparcamiento —
susurró rápidamente.
—¿Qué? —preguntó, ya dirigiéndose hacia la salida delantera. Su
corazón se aceleraba con cada paso que daba.
—Solo hazlo —le urgió.
—Estoy de camino. —Casi echó a correr, su simple voz desvaneciendo
todos los pensamientos negativos que había estado pensando recientemente.
Sí, no había duda de ello. Dios le ayudara. Estaba enamorado.
21

Empujando a través de la puerta de enfrente los ojos de Gio escanearon


el gran aparcamiento. Sus ojos se centraron en Bianca saludándolo con la mano
desde su camioneta. Saltó por las escaleras del frente de la tienda, ahora en una
carrera para llegar a ella. Cuando la alcanzó ni siquiera preguntó. Podían hablar
más tarde, la primera cosa que hizo fue tomarla en sus brazos. La besó con un
hambre que únicamente había experimentado desde la primera vez que probó
su boca.
No le había dado la oportunidad de que tirara la menta y ahora estaba en
su boca mientras se apartaba sonriéndole y sosteniéndola entre sus dientes,
después la empujó de regreso a su boca y la besó de nuevo.
—Te amo —susurró contra sus labios, sus ojos cerrados, asustado por lo
que ella iba a decir, pero más por lo que no diría. 168
Como de costumbre, lo sorprendió. Lo alejó y él abrió los ojos. Sus
grandes ojos lo miraban muy decididamente. —Antes de que diga esto, quiero
que sepas que a pesar de que esto pueda o no importarte, aun es importante
para mí que lo sepas. Me preocupo por Félix pero nunca lo he amado. Sé que
me escuchaste decírselo pero ahora sé lo que se siente estar total y
completamente enamorada. Lo que sentía por Félix no se acerca ni un poco a lo
que siento por ti. No sé lo que me has hecho, Giovanni Bravo, pero te amo tanto
que duele.
Dejó salir un lento suspiro y sintió a su corazón latir de nuevo. —Jesús,
Bianca. Me asustaste hasta la mierda por un momento. No estaba seguro de a
dónde ibas con eso.
Deslizó la lengua en su boca sin preocuparse de que estuvieran en el
medio de un estacionamiento donde cualquiera podía verlos. Nada de eso
importaba ya. La amaba y ella lo amaba. Nada lo podría apartar ahora.
Desde el primer momento que la había besado, ella le había devuelto el
beso tan entusiasmadamente como ahora. Lo alejó, lamiéndose los labios y
después miró a su alrededor antes de subir de nuevo a su camioneta y
manteniendo la puerta abierta. —Date prisa. Entra.
—¿De quién es esta camioneta? —Gio miró a su alrededor mientras se
subía a la pequeña furgoneta de carga.
La parte trasera se encontraba completamente vacía, sin asientos y sin
carga de ningún tipo. La miro de nuevo mientras cerraba la puerta. Gio iba a
preguntar cómo demonios condujo esto cuando se sentó sobre sus rodillas muy
seria.
—Es del novio de Toni —le dijo, el temor en sus ojos como si fuera a
estar molesto por ello—. Su carro se descompuso —dijo mientras le acariciaba el
rostro, mirando a sus ojos—. Solo quería un momento contigo a solas. Estaba
desesperada, Gio. Es lo que me haces.
Sintiendo el enorme alivio de tener la confirmación una vez más de que
él no estaba en esto solo, no era el único sintiendo esto. Ella lo hacía también.
Nunca había visto algo tan claro en los ojos de otra persona.
La besó profundamente queriendo asegurarle que entendía
completamente, deteniéndose entre besos únicamente para decirle de nuevo lo
mucho que la amaba. Si había alguna duda sobre ello más temprano, había
desaparecido completamente ahora.
Con la certeza de que otro impulso implacable había comenzado a surgir.
La necesidad de reclamarla, hacerla suya pero no podía hacerlo aquí.
Se presionó contra ella mientras gemía en su boca. —Te quiero como
nunca he deseado nada en mi vida —murmuró Bianca, apenas capaz de
recuperar el aliento. El sabor de su menta había sido bastante fuerte pero eso no
había ocultado completamente el sabor del vino en su boca. Se preguntaba si
esto era el alcohol hablando. 169
—Te quiero también. —Ella chupó su cuello, haciéndole casi perderlo.
Sin aliento, hizo la pregunta a la que rogaba una respuesta ahora—. ¿Pero
aquí?
Paró de besarlo, mirándolo con una emoción en sus ojos muy real, tan
indiscutible, de ninguna manera podía haber algo de verdad en la teoría de
Noah. Estaba tan asustada como él acerca de que esta cosa entre ellos nunca
pudiera ser.
—¿Tienes protección? —Sus palabras silenciosas cayeron en él como
preciosas gotas de agua en la boca de un hombre muriendo de sed.
—La tengo, pero esto no es como quería quesea nuestra primera vez. No
en una camioneta. Te mereces algo mejor, Bianca. Tu…
Sus dedos le tocaron los labios mientras su lengua se deslizó sobre sus
propios labios. —Nunca he hecho algo como esto. Será la primera vez para mí.
Gio la miró tragando saliva duro. El pensamiento de ser su
primer todo lo tenía luchando contra la urgencia de arrancar su vestido. Aun
con todo lo que sus ojos le decían, que lo amaba tan desesperadamente como él
la amaba y que quería que su primera experiencia sexual fuera con él, había
algo que aún lo molestaba. Tenía que saber. —Únicamente dime esto. ¿Algo ha
cambiado? No me respondiste el último texto esta mañana.
Se llevó las manos a la boca, sus ojos muy abiertos. —Oh, Dios mío. Sí lo
respondí pero accidentalmente se lo envié a Félix en lugar de a ti.
Gio se sentó. —¿Qué?
Negó con la cabeza rápidamente, descansando las manos en su pecho.
Trazando sus labios con besos calmantes, ella hablo rápidamente. —No fue
nada malo. Todo lo que dije fue que difícilmente podría esperar pero él me
llamó porque no tenía ningún sentido para él. Fui capaz de cubrirlo diciéndole
que se lo había querido enviar a mi mamá.
Gio no prestó mucha atención a lo que había dicho después de escuchar
que la respuesta a su texto había sido enviada. Su mente regreso al condón en
su cartera. Este era un riesgo demasiado grande. Alguien podría haber notado
que los dos habían desaparecido convenientemente a la misma hora. Pero
justamente como las otras veces, su habilidad de razonar sensatamente se fue
directo al infierno. Todo lo que podía pensar ahora era conseguir recostarla en
el suelo de la van y hacer lo que había estado fantaseando obsesivamente por
tanto tiempo.
Aun sintiendo lo que siempre había sentido desde su independencia a la
responsabilidad de todo, él supo en su corazón que no se detendría ante nada
para conseguir lo que quería y que ellos tenían un montón de tiempo para
solucionarlo luego. Por ahora su necesidad era de tenerla, de hacerlo a su ritmo
y sacar todo pensamiento coherente que cruzara su mente. La besó
empujándola con él.
Tenía experiencia más que suficiente con lo rápido y sucio. Rápido y
sucio no era lo que quería con Bianca, pero por el momento no tenía otra
170
opción. Gio sabía que Noah debería saber o tener alguna idea de lo que hacían.
Era solo cuestión de tiempo antes de que Félix notara su ausencia.
Casi lo perdió cuando deslizó la mano entre sus piernas y se dio cuenta
que estaba más que lista para él, detuvo su beso voraz para mirarla. —¿Estás
absolutamente segura sobre esto?
Ella sonrió, sus ojos ardiendo en deseo. —Sí —dijo, sin aliento.
Devoró su boca de nuevo, moviendo sus bragas fuera del camino y
hundiendo un dedo en ella. Sintiendo su temor a gemir como él había
imaginado después de ver todas esas expresiones orgásmicas. Su incontenible
deseo lo obligó a moverse rápido para conseguir el condón, bajar sus
pantalones mientras se ponía de rodillas y ponérselo.
La miró ahora, su vestido levantado hasta su cintura, exponiendo lugares
que únicamente había soñado con ver, tocar, lamer. Con sus piernas aun
usando sus largas botas, hizo este increíble momento aún más sexy que
cualquiera de sus más salvajes sueños, y había tenido algunos muy salvajes. Era
lo único que podía hacer para no hundirse en ella, pero tenía que dejar una cosa
clara. Se inclinó de nuevo y miró profundamente en esos hermosos ojos que
ahora contenían la llave a su corazón. —Después de esto no hay vuelta atrás.
Con sus ojos fijos en los suyos como lo habían hecho muchas veces en las
semanas previas a esto, asintió.
—Necesito estar seguro de que entiendes esto, Bianca. Después de esto si
cambias de opinión y tú y él… —Cerró los ojos sin ser capaz de siquiera decirlo,
pensarlo.
—Gio, te lo dije, te amo. No lo haré. Jamás. Lo juro.
Abriendo los ojos lentamente, mirando de nuevo intensamente en sus
ojos, Gio le creyó. No lo podía explicar pero había algo en esos ojos. Vio
profundo en ellos. Aun cuando traicionaba a Félix, nunca haría eso con él.
Sabiendo que esto tenía que ser rápido, colocó su pulgar en ese lugar
perfectamente húmedo, ya palpitando, justo donde se encontraba el punto que
sabía que la volvería loca y comenzó con suaves movimientos circulares
mientras se deslizaba lentamente dentro de ella. Arqueando su espalda con un
temblor en reacción a su toque, Bianca dejó salir un suspiro.
Ni una sola vez quitó sus ojos de ella y observó mientras su expresión
cambiaba drásticamente, haciendo lo que hizo cuando sintió la chimenea a su
espalda, probando el chocolate caliente por primera vez. Solo eso bastó para
ponerlo al borde, pero se aferró entrando y saliendo, moviéndose más rápido
mientras ella comenzaba a sentir el familiar temblor y él supo que estaba cerca.
Gimió ruidosamente, levantando las caderas y él aceleró el ritmo,
estrellándose más fuerte ahora, sintiendo su propia acumulación a punto de
estallar. Justo cuando ella gritó se enterró profundo, soltando toda la tensión
que había acumulado en las semanas pasadas, la ira que tuvo su sangre 171
hirviendo y los celos que había sentido antes. Se vino con tanta fuerza y por
tanto tiempo que por un momento estuvo preocupado de que el condón
pudiera estallar.
Unos minutos más tarde, aun yacían ahí mientras la realidad de lo que
acababa de suceder se hundía en ellos. Gio se giró hacia Bianca, levantándose
sobre su lado y acariciando su mejilla con el dedo, la conexión que sentía por
ella en ese momento era alucinante. —Sin arrepentimientos —susurró.
Era más una afirmación que una pregunta pero ella respondió con una
sonrisa, negando con la cabeza y repitió esas dos palabras que él había dicho
con tanta convicción como la que sentía. —Sin arrepentimientos.
Eso solo fomentó su fe con lo mal que se sentía por lo que le hacían a su
amigo, no había vuelta atrás. Ya no lo hacían. Estaba hecho. Había sido sellado.
Bianca fue más suya de lo que alguna vez fue de Félix. En lo que concernía a
Gio su relación con Félix era cosa del pasado. A pesar de que aún tenía que ser
tratado con delicadeza. Por ahora tenían que permanecer discretos hasta que
pudieran averiguar la forma de que esto avanzara de la forma menos dolorosa
posible, porque esto lo cambiaría todo. Gio no iba a dar ningún paso atrás
ahora. Si eso significaba que tendrían que salir de la casa de Félix mucho antes
de lo previsto, que así sea.
Había sido inevitable de todos modos, porque sí él había tenido un
tiempo difícil ocultando sus sentimientos por Bianca antes de esta noche, sería
casi imposible ahora. Era solo cuestión de tiempo antes de que tuviera que ser
un hombre y aceptar las consecuencias de sus acciones. Estaba dispuesto a
hacer eso ahora, pero sabía que no era el momento.
Bianca se sentó. —Deberíamos regresar antes de que se den cuenta de
que nos hemos ido juntos.
Se limpiaron, arreglaron sus ropas y se pusieron en marcha pero no antes
de que Gio empujara a Bianca de regreso a él besándola una última vez,
asegurándose de que entendía que las cosas serían diferentes desde ahora. —
Solo para que quede claro —susurró contra sus labios—. Esta no fue nuestra
única oportunidad. Fue solo el comienzo. ¿De acuerdo?
—Muy bien. —asintióBianca. Con una mirada de puro júbilo, le echó los
brazos al cuello, casi tirándolo abajo.
—Te amo, Bianca —dijo las palabras que supo que ahora nunca se
cansaría de decir.
—Te amo, Gio —susurró de regreso. Ambos sentían la excitación de lo
que se avecinaba.
—Vamos —dijo enderezándose de nuevo.
Decidieron ir a través de entradas separadas. Bianca caminaría por la
parte delantera del complejo mientras que Gio iría alrededor de la entrada
posterior. Dándole unos cuantos minutos así no llegarían juntos, aminoró el
paso aunque eso realmente apestaba. Esto había sucedido y ella lo quiso tanto
como él.
172
Las palabras de Noah de la primera conversación que Gio tuvo con él
por teléfono sobre esto vinieron a su mente. No importa qué, esto no terminará
bien. Lo sabes, ¿cierto? Gio había pensado acerca de esto muchas veces, acerca de
la posibilidad de que de alguna manera podría sacar esto adelante.
Tal vez una vez que ella terminara las cosas con él y después de que algo
de tiempo pasara, si Félix estuviera en otra relación incluso, tal vez entonces
Bianca y Gio podrían revelar su relación. Tal vez entonces, no sería tan malo.
Aquellos eran un montón de grandes “tal vez”, porque mientras tanto, Gio
tendría que hacer frente a la situación tal y como era. Gio apenas había sido
capaz de no perderlo antes cuando veía a Félix besarla. La manera en la que se
sentía ahora, ver a Bianca mantener cualquier contacto físico con Félix podría
hacerle sacar todo a la luz.

***

Bianca hizo su mejor esfuerzo en parecer tan casual como fuera posible
mientras hizo regresó a la mesa con el resto de las chicas. Una mirada a los
chicos en el bar tuvo a su corazón acelerado. Félix la miró y no se veía feliz.
¿Podría ser posible que él supiera lo que había estado haciendo? La idea de que
pudiera haber tenido a alguno de sus guardias de seguridad siguiéndola, como
una precaución, no había pensado en eso desde el amanecer hasta que regresó,
pero ahora era el principal motivo de su preocupación.
Félix se dirigió a ella mientras se acercaba. Redujo la velocidad no
queriendo estar demasiado cerca de las chicas por si tenían una pelea. Comenzó
a sonreír mientras se paraba en frente de ella, la sonrisa de Bianca cayó al ver el
fuego del desprecio en sus ojos. —¿Dónde has estado?
Asaltada por su aliento a tequila, seguido por su dificultad para hablar,
Bianca se dio cuenta que estaba más borracho de lo que lo había visto nunca. —
En el baño de chicas. Me vi envuelta en mi camino de regreso cuando me
encontré con alguien de la escuela.
Su ceja se levantó ante eso. —¿Un tipo?
—No. —Trató de no sonar muy a la defensiva. Obviamente, su reacción
fue exagerada por el alcohol, porque él ni una sola vez había estado enojado con
ella y ahora su lenguaje corporal y la mirada obstinada casi la asustaron. Él
estaba más que enojado, estaba furioso—. Una chica con la que tuve clases.
—¿Estás segura?
Bianca tragó saliva duro. ¿Qué sabía? —Por supuesto, estoy segura.
—¿Crees que no me he dado cuenta, Bianca? —Hablaba entre dientes,
ahora bajando la voz pero acercándose a ella, hablando justo en su rostro—. De
repente no me dejabas tocarte pero tengo que verte mientras sonríes y ríes a
todos esos jodidos mensajitos. ¿Mensajes que dices que son de tu madre? —dio
173
un amenazador paso hacia delante mientras ella tomaba uno cauteloso hacia
atrás. La gente alrededor comenzó a darse cuenta. Su ceja se arqueó de nuevo
bruscamente, mientras una sonrisa irónica se dibujaba en su rostro—. ¿Oh,
pensabas que no me daba cuenta de lo que hacías? ¿Qué clase de estúpido crees
que soy? Probablemente estabas en el teléfono con él ahora, ¿no es así? —
Cuando no respondió, levantó la voz—. ¿No?
Lo que sucedió después fue un borrón gigante. Gio saltó en la cara de
Félix. —Cálmate, hombre. —Noah y los demás lo siguieron mientras Félix
continuó ladrándole a Bianca para que respondiera a sus preguntas.
—Está borracho. —Noah trató de restar importancia al temperamento de
Félix. Sospechaba que lo engañaba pero aparentemente no tenía ni idea con
quién por eso toda su ira se dirigía hacia ella. Las chicas se quedaron mientras
uno de los guardaespaldas les informó que era hora de irse, mientras los chicos
intentaban calmar completamente a un irracional y agresivo, Félix.
Las últimas palabras que escuchó volar fuera de su boca fueron —¡Puta
de mierda! —Ahí es cuando el puño de Gio voló sobre la boca de Félix. El
estómago de Bianca cayó y se sobrepuso el caos.
Entre los guardaespaldas de Félix, Noah, el resto de los otros tipos, y la
barra de seguridad tratando de hacerse con el control de la situación el lugar era
un desastre. Toni tiró de su mano. —Vamos —le urgió.
Bianca no entendía la urgencia hasta que vio las cámaras. Primero era
solo un par de personas con sus teléfonos tomando fotos pero luego vio lo que
parecía ser un paparazzi. Habían estado allí toda la noche y ni siquiera había
considerado la posibilidad de que pudiera ser vista por ellos antes.
Toni y Bianca se apresuraron a la parte trasera pero aun así las cámaras
destellaban en sus rostros. Corriendo a la furgoneta, Toni buscó en su bolso por
las llaves.
—Las tengo —dijo Bianca, entregándoselas mientras los ojos de Toni se
agrandaban.
—¿Por qué tienes mis llaves?
Su corazón aun palpitando y sentimientos de culpa construyéndose por
minutos, Bianca comenzaba a sentirse como si fuera a vomitar. —Te lo explicaré
más tarde, vamos a apresurarnos y salir de aquí.
Bianca había pedido prestado el compacto de Toni después de ver a Gio
escapar de ahí, obviamente molesto de ver a Félix besarla. Habiendo dicho a
Bianca sobre la situación de la furgoneta antes ese día, Bianca había actuado
presa del pánico y tomó las llaves sin el conocimiento de Toni. Entonces salió
corriendo diciendo que tenía que usar el baño de mujeres y llamó a Gio. La
culpa venía de todas direcciones, incluso ésta. Toni no estaba emocionada
acerca de la situación en que Bianca se había metido. Justo como Bianca sabía lo
que su madre y Nana pensarían, mientras Toni pensó que era emocionante, ella
también pensaba que era peligroso. Esta noche había demostrado exactamente 174
por qué. Las cosas podían escalar rápidamente y de forma inesperada.
Escuchando a Félix llamarla puta todavía ardía en sus oídos, y ni siquiera sabía
toda la verdad.
A medida que se alejaban en un aturdido silencio, Bianca pensó en las
palabras de Gio. Sin arrepentimientos. Ella todavía no tenía ninguno, incluso
después del desastre de esta noche, pero se arrepentía de no haber decidido
abandonar la casa de Félix antes. No volvería a su cabaña. Después de esta
noche, no podía. No sólo por la forma en la que se había comportado, o porque
simplemente estaba mal permanecer en su casa mientras lo traicionaba
completamente, sino porque esta noche había visto de primera mano cómo un
hombre que pensaba que conocía, podía convertirse en alguien completamente
diferente cuando se enfadaba. Félix ni siquiera sabía lo que realmente ocurría.
Se encogió al pensar en lo que podría ocurrir si lo hiciera.
—¿Crees que serás capaz de ir a buscar mis cosas de la casa de Félix en
algún momento de esta semana?
Toni se volteó hacia ella y salió de la carretera a una gasolinera. Se
detuvo y apagó el motor. —Por supuesto que lo seré —sonrió—. En primer
lugar permíteme decir, Santa mierda, Gio y sus amigos son calientes. Pero los
ojos de Gio, ¡Dios mío! Puedo ver por qué estás tan tentada. Pero me puedes
explicar el por qué tenías mis llaves y... —Toni cerró los ojos arrugando la
nariz—. Bianca, dime que no lo hiciste. Noté que tú y Gio estuvieron por un
tiempo y pensé que podrías estar haciendo algo furtivo, pero... —Ella se volvió
para mirar la parte posterior de la camioneta y Bianca vio el destello de horror
en sus ojos al momento en el que Toni lo vio, el paquete del condón—. Oh Dios
mío, ¡lo hiciste!
Bianca se cubrió la cara con las manos. —No lo planeé. Lo juro —Se
volvió hacia Toni y habló rápidamente, esperando que lo entendiera—. Quiero
decir, es una locura, Toni. Ni siquiera sé cómo explicarlo pero con Gio solo
pienso diferente. Hago cosas que nunca hubiera hecho ni en un millón de años.
Espero tener un momento a solas con él esta noche, pero la idea no vino hacia
mí hasta que Félix me besó justo en frente de Gio y vi esa loca mirada en sus
ojos. Me quedé pensando cómo me sentiría si fuera al revés. Probablemente
hubiera estado llorando y había visto la forma en que me miraba antes. Sabía
que se cuestionaba mi comportamiento con Félix. —Sacudió su cabeza, mirando
a la nieve cayendo. Le recordó que había dejado su abrigo en el complejo—.
Dado que todos sus amigos estaban allí esta noche, no quiero ser tan descarada
de continuar rechazando que Félix estuviera poniendo sus manos sobre mí. Así
que estaba un poco más cómoda con nuestras manos agarradas y permitiendo
sus abrazos y tenía toda la razón, Gio creía que algo había cambiado.
Su teléfono sonó en su mano haciendo estremecerse. Era un mensaje de
texto de Gio. Ella miró a Toni, no pudo evitar una sonrisa. —Es él. —Era
sorprendente que el mundo pudiera estar cayendo a pedazos a su alrededor y el
hecho de saber que estaba a punto de leer sus palabras hacía que todo fuera
mejor. Hizo clic en el sobre. 175
¿Dónde estás? ¿Estás bien?
Ella envió una respuesta rápidamente, su interior calentándose por su
obvia preocupación.
Estoy bien. Estoy con Toni. Me está llevando a casa. No voy a regresar a
la cabaña de Félix. No puedo.
Lo envió y se volvió hacia Toni. —¿Y ahora qué? —preguntó Toni.
—No lo sé. Pero después de esta noche no puedo regresar ahí.
—No debes —acordóToni inmediatamente—. Pero tal vez tú y Gio deben
enfriarse un poco esto hasta que todo se calme. Sin mencionar qué tipo de cosas
estarán por la televisión e internet esta noche.
Bianca pensó en eso, mordiendo la comisura de su labio por un segundo.
La idea de estar separada de Gio, aunque fuera por un periodo corto, no era
algo que la entretuviera.
Su teléfono sonó de nuevo. Su mensaje la hizo jadear y ella
instantáneamente estuvo cerca de llorar.
Yo tampoco. Bueno, esta noche solo porque ya se ha desmayado y Noah
y los chicos insisten en que sí, pero regresaré a LA mañana a primera hora.
Esperemos antes de que él despierte.
Obviamente notando su repentino cambio de humor, Toni le preguntó si
algo andaba mal.
—Sí —fue todo lo que logró susurrar mientras volvía a leer el texto de
Gio. Hacía mucho tiempo que había decidido no ocultar nada. Siempre decía lo
que quería y preguntaba lo que necesitaba con Gio, y no iba a ocultarlo ahora
que era lo que más le importaba. Por lo que envió su mensaje, necesitada como
nunca.
¿Por qué? ¿Qué pasa con nosotros? ¿Cuándo te veré de nuevo?
Bianca sabía la respuesta a su primera pregunta. Pero había esperado que
tal vez se quedara allí más tiempo. No estaba preparada a que se fuera tan
rápido.
Te lo prometo. Ahora más que nunca. Pero ya no puedo estar ahí. Fue un
error desde el momento en que me di cuenta que estaba enamorándome de ti,
pero valió la pena la culpa por estar cerca de ti. Después de esta noche no puedo
justificarlo sin sentirme como un completo idiota, incluso si no estás aquí.
Al segundo en que lo leyó comenzó a responder, sintiendo un enorme
alivio.
Está bien pero no has contestado a mi tercera pregunta. ¿Cuándo te
veré de nuevo?
Sus respuestas vinieron tan rápido como las de ella y se encontraba
completamente agradecida por eso, porque su corazón estaba aún en su
garganta. A pesar de que le prometía que todo estaría bien entre ellos, no tenía
idea cuando lo volvería a ver de nuevo, estar en sus brazos, sentir sus labios 176
sobre los suyos otra vez.
Bianca no se avergonzaba de admitir que se sentía adicta a él.
Olvidándose de la vergüenza, su miedo. Hizo clic en el mensaje que le llegó.
Pronto. Te lo prometo. Ya te extraño. Acabamos de llegar a su cabaña. Te
llamaré mañana.
Eso la calmó un poco y levantó la vista dándose cuenta que Toni la había
estado observando y esperando pacientemente. —Lo siento, Toni. No quise
ignorarte pero me está diciendo que va a volver a Los Ángeles mañana y me
asusté un poco.
Le respondió el mensaje. Su mensaje final imitaba a lo que una vez él le
envió:Yo también te extraño. TANTO.
Comenzó contándole a Toni lo que Gio había dicho cuando otro mensaje
llego y se detuvo para leerlo.
¡Te amo! Buenas noches.
Toni se echó a reír mientras Bianca rápidamente respondía diciendo que
también lo amaba. Eso hizo a Bianca apartar la mirada del mensaje a su amiga;
dándose cuenta luego de que sonreía enormemente. —¿Qué? —Presionó enviar
sintiéndose interiormente confundida.
—Chica, nunca he visto tal despliegue de emociones como ese. ¿En
cuestión de qué? ¿Cinco minutos? Pasaste de mortificada, a emocionada. Luego
vertiginosa, y luego de repente entraste en pánico y con los ojos llorosos de
excitación de nuevo. —Sacudió la cabeza—. No bromeabas cuando dijiste que
este tipo te tiene toda atada en nudos.
Ahora Bianca se sentía un poco avergonzada pero no lo negaría. —No sé
lo que es, Tony. —Miró por la ventana a la nieve cayendo, recordando el primer
día que la besó—. Estoy comenzando a preguntarme si quizás debería estar un
poco preocupada de lo adictivo se siente. Al igual que lo que hicimos esta
noche, siento como si haría cualquier cosa, tomar algún riesgo. —Volvió a mirar
a Toni sabiendo que la estaría mirando con la desaprobación que tenía antes ese
día cuando Bianca había dicho algo similar—. Dentro de lo razonable, por
supuesto. No arriesgaría mi vida por él ni nada de eso. —No se sentía segura
acerca de la sinceridad de la última afirmación, pero lo dejaría así.
—Puede que no creas esto pero lo haces. —Toni puso en marcha el
coche—. Ese muchacho allí estaba furioso. Y ni siquiera sabe la mitad de esto.
Las cosas suceden en el calor de la pasión todo el tiempo, Bianca. Todo lo que
voy a decir es que me alegro de que no vayas a volver.
Bianca pensó en eso. Hasta esta noche Félix nunca le había levantado la
voz y admitió que la había asustado un poco cuando pensó por un momento
que sabía que acababa de tener sexo con su amigo en el estacionamiento. Estuvo
pensando antes cuando decidió que no volvería a su cabaña, que había llegado
finalmente a aclarar con Nana y su madre lo que pasaba. Tal vez ahora se
mantenga a sí misma y solo les diría que no funcionó. 177
22
Gio salió del cuarto de baño completamente vestido. La habitación se
encontraba aún oscura. Programó su alarma para así poder levantarse
temprano, sabiendo que Félix se sentía como la mierda sobre lo ocurrido la
noche pasada. Sus sospechas sobre Bianca no tenían nada que ver con Gio,
todavía.
Si Gio no se apresuraba a marcharse, Félix probablemente estaría
arrepentido por su comportamiento de anoche. A pesar de que no había
ocurrido en mucho tiempo, esta no sería la primera vez que uno de ellos se
emborrachaba, se volvía estúpido, y tenía que ser retenido o sacado de una
fiesta o de un club. Quién fuera, siempre se sentía estúpido al día siguiente. Gio
no iba a quedarse y tener a Félix pidiéndole disculpas.
Seguro, Gio se había girado hacia él y le había asestado un buen golpe, 178
pero era justificado. Todos los demás estaban de acuerdo. A pesar de que
podrían haberle dado a Félix un empujón en el pecho para que se callara y
quizás decirle que tuviera un poco de respeto. Eran sólo la ira y los celos
irracionales que parecían venir de él y nada más, por lo que llamar puta a
Bianca fue visto fuera de lugar por todo el mundo. Eso significaba que el
puñetazo enfurecido de Gio no levantó ninguna ceja, excepto la de Noah, por
supuesto.
Había empacado su maleta la noche anterior y escrito a Félix una breve
nota agradeciéndole por todo y diciéndole que iba a llamarlo para explicarle
por qué tenía que irse. Eso no era algo que quería escribir cobardemente en una
nota o un texto. Además todo el mundo se hallaba allí para presenciar lo que
probablemente se pondría muy feo. Lo más importante, Gio ya había hecho
suficiente daño. No quería avergonzar a Félix delante de todos sus amigos. Así
de enfadado y traicionado como probablemente se sentía, su ego y orgullo
estarían recibiendo un gran golpe. Gio quería evitar una posible humillación y
hacerlo en privado.
Noah corrió a la habitación. —Date prisa, vamos a sacarte de aquí.
—¿Qué? —Gio se encontraba sorprendido de que Noah hubiera
aparecido. Abel había acordado levantarse temprano y llevarlo a casa, pero Gio
no sabía de nadie más que fuera a irse tan temprano—. No tienes que irte tan
temprano, Noah. ¿Y por qué estas corriendo?
—No voy a irme, pero tú eres un tonto que necesita salir de aquí ahora. —
Noah agarró las bolsas de Gio y comenzó a empujarlo hacia la puerta.
Gio trató de quitarle las bolsas. —Dame eso. Puedo llevarlas.
Noah le dio una pero mantuvo la otra. —Date prisa, ¿quieres?
Como no quería discutir, Gio se apresuró a salir de la habitación. Una
muy preocupada Roni ya se hallaba en la cocina mientras entraban.
—¿Qué está pasando? —preguntó, mirando hacia Noah.
—La cagaste. Eso es —dijo Noah, retomando el paso mientras se dirigían
hacia la puerta principal. Se giró hacia él mientras caminaban afuera, su voz
ahora más baja—. ¿De verdad, hombre? ¿En una jodida camioneta? ¿En la
noche que nos llevó a todos afuera? —Noah negó con la cabeza, corriendo
escaleras abajo hacia un muy somnoliento Abel, apoyado contra su auto con el
maletero abierto—. ¿No podías esperar?
Héctor ya se encontraba en el auto. Jack estaría conduciendo de vuelta
con Noah más tarde. Ambos hermanos parecían inconscientes de las noticias
que Noah obviamente había recibido tan temprano en la mañana.
—Todo está en internet, G. —dijo Noah mientras dejaba de un golpe la
maleta en el maletero.
Gio dejó la otra maleta también. —No tenía la intención de que esto
ocurriera. —No iba a arrojar a Bianca bajo el autobús tampoco—. Sólo sucedió. 179
—¿Marchándote tan temprano?
Tanto Gio como Noah se giraron ante el sonido de la voz de Félix. Se
encontraba de pie en la puerta principal todavía con los pantalones vaqueros de
ayer y una camiseta, pero llevando botas de nieve. Obviamente, tenía planeado
venir y confrontarlo. Levantó su teléfono mientras bajaba las escaleras.
—¿O te puedes quedar y explicarme todas esas fotos que todo el mundo
está enviándome? Mi agente, mi publicista, incluso mi madre. Fotos de ti y de
mi jodida novia.
—Entra al auto —dijo Noah, acercándose y poniéndose delante de Gio.
—No —dijo Gio, haciéndose a un lado y quedándose de pie junto a
Noah.
Gio sabía lo que Noah pensaba. Félix era campeón de peso wélter del
mundo por una razón. Sus puños eran letales. Pero anoche había recibido un
golpe de Gio y no se lo había devuelto, porque sabía que se lo merecía. Ahora
Gio también tendría que estar aquí y recibir como un hombre todo lo que
viniera de él.
—Lo siento, Félix. No te mereces esto pero...
—¿Te la has follado en mi casa también, imbécil? —escupió Félix en voz
alta mientras caminaba hacia Gio.
—No. Nunca la toqué en tu casa. Lo juro. Y no la follo, ¿de acuerdo? La
amo.
Gio lo vio venir, pero, a diferencia de cuando se encontraban en el ring,
no intentó esquivarlo ni bloquearlo. Félix lanzó un sólido gancho derecho al ojo
de Gio, pateándole el trasero. Abel y Noah estuvieron inmediatamente sobre
Félix y Héctor saltó del coche.
—¿Qué diablos?
La mano de Gio se hallaba sobre su ojo, sacudiendo la cabeza para
librarse de las estrellas que ahora veía. Agradecido por sus amigos, porque sino
Félix podría haberle dado una paliza y él lo hubiera dejado. Haciendo que lo
que tenía con Bianca, tan malo como quizás había sido, valiera la pena las
merecidas patadas en el trasero.
Agarró un puñado de nieve y lo llevó a su ojo ya hinchándose. Seguro
como el infierno que Félix podía dar un puñetazo. Probablemente estaría
luciendo un ojo morado durante al menos una semana, quizás más. Por
supuesto, el labio hinchado de Félix probablemente lo acompañaría por el
mismo tiempo. Gio se sentía sorprendido de que no le hubiera sacado un diente
por toda la fuerza con la que lo había golpeado la noche anterior.
—¡Estás jodido, Gio! —gritó Félix, aun sujeto por Abel y Noah—. Venir a
mí casa y hacer esto. Nunca te habría hecho algo así a ti.
—Sé qué piensas que no lo harías. Nunca pensé que lo haría tampoco. — 180
Gio frunció el ceño mientras Héctor le ayudaba a levantarse, aún se sentía un
poco mareado. Habló de nuevo, con la esperanza de que de alguna manera
pudieran entenderse—. No hice esto por ti, hombre. Simplemente pasó.
—¡Vete a la mierda! —Félix alejó a Abel y a Noah, viéndose
completamente furioso—. ¿Ustedes sabían esto?
—¡No! —gritó Gio, antes de que Noah se atreviera a implicarse—. Nadie
lo sabía.
Félix lo miró fijamente, todavía completamente furioso.
—Saquen a este pedazo de mierda de mi propiedad. —Se volvió hacia
Gio antes de subir las escaleras—. No vuelvas a llamarme o enviarme ningún
mensaje de nuevo. ¿Me escuchas? Estas muerto para mí ahora. —Se detuvo y se
giró para estar frente a él de nuevo—. Y dile a esa puta que hay muchos más
boxeadores en 5th Street. Puede hacer su camino por esa línea.
Gio saltó, listo para ir por él, pero Héctor lo detuvo. Abel y Noah se
prepararon para parar a Félix si tenían que hacerlo. Gio lo señaló enfurecido.
—Di lo que quieras de mí, hombre, pero déjala fuera de esto.
Félix se burló. —Sí, le tengo mucho respeto a esa zorra ahora. No me
atrevería a decir una mierda sobre ella. —Arrojó su mano al aire—. ¡Vete
malditamente fuera de aquí!
Gio quería gritar de nuevo que tenía un montón de agallas para llamar a
alguien puta, quería empujar a Héctor a un lado y arremeter contra Félix,
incluso implicando las cosas desagradables que tenía sobre Bianca. Quizás ella
lo había traicionado pero Gio sabía que no era ese tipo de chica. Era mucho más
que ese tipo de chica con la que Gio traicionaría a un amigo como Félix. Todo
fue algo completamente inesperado que acababa de sucederles a ambos. Pero
Gio sabía que era inútil. Independientemente de por qué o cómo ocurrió, Félix
tenía todo el derecho de estar enfadado, herido. Él había confiado en ambos por
completo y le habían apuñalado por la espalda.
Por lo tanto, no vomitaría todas las palabras de furia que tenía para Félix
por no respetar a Bianca, a pesar de que haría cualquier cosa por ella. Se apoyó
contra el auto de Abel y dijo lo que realmente quería decir desde el fondo de su
corazón.
—Lo siento Félix. Realmente lo siento.
La única respuesta de Félix fue un brazo extendido y el dedo medio en el
aire, sin siquiera darse la vuelta antes de regresar a su cabaña.
Gio exhaló con fuerza y miró a Noah, quien negó con la cabeza.
—Está bien, entiendo por qué no bloqueaste su golpe, pero maldición
Gio. Mejor asegúrate de que vas a comprar una bolsa de hielo antes de empezar
a bajar la colina. Esa mierda va a inflamarse incluso antes de salir de aquí.
Noah examinó su ojo. Tanto Abel como Héctor lo miraron fijamente 181
como si no lo conocieran. Gio sólo podía imaginar lo que pensaban. Sabía que
tenía que explicarles de camino a casa. No quería que pensaran que era un
imbécil que había engañado a un amigo, un amigo que podría haber sido
fácilmente uno de ellos.
Condujeron en silencio hasta que llegaron a la farmacia donde
compraron el paquete de hielo y una aspirina. Cuando regresaron al coche, Gio
se sentó con rapidez y descansó su cabeza hacia atrás sosteniendo la bolsa de
hielo sobre su hinchado ojo cerrado.
—Miren chicos —comenzó—. Sé que parece despreciable, pero no decidí
ir tras su chica. Nos enamoramos. Ambos, no sólo yo. Traté de luchar contra
esto. Yo...
—Deberías haberte alejado —dijo Abel, mirando fijamente al frente
mientras conducía.
Gio levantó la cabeza y miró a un inexpresivo Abel casi enfadado.
Reclinó la cabeza hacia atrás y cerró su ojo bueno.
—Sí, debería haberlo hecho. —No tuvo más remedio que estar de
acuerdo—. La cagué, pero no pude evitarlo.
No esperaba que entendieran, porque si alguno de ellos hubiera hecho lo
mismo que él le había hecho a uno de sus amigos más cercanos antes de haberlo
vivido, estaría muy enojado.
—¿Entonces qué? —Héctor se sentó, apoyado contra la parte posterior
del asiento delantero—. ¿Tú y ella están juntos ahora? ¿No será raro?
Gio se encogió de hombros. —No es como si fuéramos a estar cerca de él.
Ya lo has oído. No quiere volver a saber de mí otra vez.
—Sí, ¿pero qué pasará cuando vaya a 5th Street?
Abel se volvió hacia Héctor. —Probablemente no vaya nunca más.
Gio abrió su ojo. —Él no haría eso, alejarse de ustedes y de Jack por mí.
Abel encogió un hombro. —Podría. Tal vez piensa que todos estábamos
en esto. Todos decidimos venir aquí y disfrutar el fin de semana mientras
follabas con su novia.
Algo se tensó en el estómago de Gio y se sentó con la espalda recta.
—No estábamos follando.
—Llámalo como quieras, G. Traicionaste a tu amigo por una chica. Un
amigo que te hacía un favor trayéndote aquí en primer lugar. —Abel tensó su
mandíbula—. Eso no está bien.
Héctor se sentó de nuevo, ahora que la conversación había tomado un
giro hacia lo incómodo. Gio ladeó la cabeza de nuevo. Empezaba a palpitarle y
esperaba que las aspirinas hicieran efecto pronto.
—Sé que no lo es. No sé qué más decirte, hombre. No puedo luchar 182
contra el amor. Confía en mí. Lo intenté.
Nadie dijo una palabra al respecto el resto del camino a casa. Se
detuvieron y compraron sándwiches para desayunar que comieron en el coche,
pero aparte de eso no hicieron paradas.
Gio le agradeció a Abel por llevarlo y entró a la casa, se alegró de que no
hubiera nadie. No se encontraba de humor para contestar las preguntas que
sabía que vendrían de parte de su madre y hermanas. Estaba seguro de que
habían escuchado algo. Se dejó caer en el sofá de la sala e hizo lo que había
estado pensando hacer desde anoche, llamar a Bianca.
—Hola. ¿Estás en casa ahora? —Sólo escuchar su voz le hizo sentir mejor
y sonrió a pesar de su difícil mañana.
—Sí, acabo de entrar.
—Así que, ¿le dijiste o él lo averiguó por su cuenta?
Gio se incorporó lentamente. —Se enteró. ¿Por qué? ¿Qué te dijo?
—Acabo de recibir unos mensajes con duras palabras. —Ya podía sentir
la ira burbujeando dentro de él.
—¿Duras palabras? ¿Cómo qué?
—Está molesto, Gio, y herido. Está haciendo y diciendo lo esperado.
Gio se sentó en el borde del sofá. —¿Haciendo? ¿Qué está haciendo?
Ella suspiró. —Nada malo, realmente. Hizo una sesión conmigo en un
ordenador portátil, así podríamos charlar por video cámara, y pagaba por el
servicio de internet para que así pudiéramos tener un servicio más rápido aquí.
Esta mañana, Toni llamó para decirme sobre las fotos que se esparcían por
internet. Cuando intenté iniciar sesión, el servicio aparecía desconectado. No es
gran cosa. No esperaba que el siguiera pagando por ello. Lo voy a poner a mi
nombre cuando pague de nuevo. Es una especie de bendición en realidad.
Quizás es mejor que no lea todo lo que se ha publicado sobre mí.
Gio se puso de pie, contento de que el dinero no pudiera comprarlo todo,
de otro modo Bianca estaría con Félix y no con él.
—¿Y qué te dijo?
—Gio, ¿qué te parece? Lo traicioné con su mejor amigo.
—Noah es mi mejor amigo —le recordó—. Y no me importa una mierda
si está molesto, Bianca. No quiero que te esté acosando. Tal vez debería golpear
su trasero...
Consiguió que Félix se molestara. Pero él no había sido exactamente un
ángel. Gio pensó en la cantante de jazz que había traído con él al gimnasio el día
que lo había invitado a entrenar. De acuerdo con Bianca, habían sido exclusivos
desde el verano pasado. Por lo que la chica en Chicago probablemente no era la
única con la que había estado jodiendo mientras se encontraba en una relación
con Bianca. Tan loco como se sentía ahora, él tenía mucho jodido coraje para 183
decirle algo a ella. Les gustara o no, Bianca era la chica de Gio ahora y estaría
condenado si Félix o cualquiera le faltaba el respeto o la acosaba.
—Fueron sólo dos mensajes temprano esta mañana —dijo—.
Básicamente para hacerme saber que ya lo sabía y que te había echado, aunque
ya sabía que te ibas. Y por supuesto para decirme que no quería tener nada que
ver conmigo ahora.
—Sí. —Gio se giró cuando escuchó la puerta abrirse—. También me dijo
eso.
Su madre entró en la habitación. —¿Giovanni? ¡Oh Dios mío, tu ojo!
¿Qué pasó?
—Nada, mamá. —Cubrió el micrófono del teléfono, no queriendo entrar
en el asunto ahora—. Uno de los golpes de Félix durante el entrenamiento, eso
es todo.
—¿Tu ojo? —preguntó Bianca—. ¿Qué le pasa a tu ojo?
Gio movió el teléfono a la otra oreja mientras su madre se movía a
examinar más de cerca su ojo.
—Voy a llevarte a urgencias. ¡Esto se ve terrible!
—Estoy bien, mamá, de verdad.
—¿Urgencias? —La voz de Bianca se hizo más audible—. ¿Se pelearon
los dos por esto? —Genial, ahora tenía dos mujeres histéricas en sus manos.
—Bianca, deja que te llame luego.
—No. Responde a la pregunta. ¿Hubo una pelea?
Gio suspiró, dándole la espalda a su madre. —Algo así. Te contaré un
poco más tarde, ¿de acuerdo? Llamaré pronto. Te lo prometo.
Su madre se acercó para mirarlo de frente, tan firme sobre el cuidado de
su ojo como sabía que estaría. Bianca finalmente accedió a esperar a que llamara
de vuelta y colgó.
Finalmente después de convencer a su madre de que no había necesidad
de ir a la sala de urgencias, fue capaz de tomarse un momento para conectarse a
internet. La amiga de Bianca, Toni y Noah tenían razón. Las imágenes y la
historia se hallaban por todas partes. Frunció el ceño ante algunos titulares.
La novia infiel de Sánchez atrapada in fraganti en los brazos de su mejor
amigo.
Pero los comentarios de los lectores eran aún peores. Algunos le hicieron
golpear su puño contra la mesa. Hacían comentarios como el que Félix había
hecho sobre Bianca haciéndolo con el resto en 5th Street.
Lo único bueno era que, quien tomó las fotos esa noche, aparentemente
tomó sólo dos de ellos juntos. Debía haber sido una cámara de teléfono ya que
la calidad era muy pobre, pero fueron lo suficientemente claras para no poder
negar lo que pasaba. Una de ellas era de ellos besándose contra la camioneta y
otra subiéndose en ella. El resto de las fotos que se encontraban esparciéndose
184
fueron tomadas en el bar. Tenían la historia equivocada también. La mayoría
dijo que Félix los había pillado y que por eso fue la pelea en el bar.
Haciendo clic en el enlace, otras fotos de ellos comenzaron a emerger.
Fotos de ellos en laderas o incluso un par dejando la tienda de su abuela. Había
buscado online antes historias de Bianca y Félix y nunca había visto esto. El que
las tomó obviamente no creía que fueran noticia hasta ahora. Ahora podrían
añadir títulos y crear una historia. Todas las fotos eran bastantes inocentes, pero
las leyendas contaban historias de cómo habían traicionado a Félix durante
meses y cómo las fotos capturaron su "creciente amorío". Como si alguna de
estas personas supiera de qué carajo hablaban.
Por un momento, Gio entendió la frustración de la que hablaba Félix
cuando dijo que odiaba tener que explicar las historias sobre él con otras chicas
a Bianca una y otra vez.
Preocupado porque Bianca podría haber visto todo esto y pudiera estar
molesta, la llamó, pero fue al buzón de voz. Dejó un mensaje y se tomó otra
aspirina. Desconectando internet, juró que no leería ni una historia más al
respecto. Todo el mundo podría irse al diablo. Las historias se apagarían pronto
y los tabloides se trasladarían al siguiente escándalo de celebridad. Lo único
que importaba ahora era que no importaba lo que nadie sintiera o dijera, ahora
Bianca y él eran libres para estar juntos. Nada ni nadie podría mantenerlos
separados.
23
Habían pasado días desde que el escándalo estalló, días desde que
Bianca había visto por última vez a Gio y una eternidad desde que había besado
sus labios por última vez. Ni siquiera había podido despedirse correctamente.
Lo peor era que esto podría continuar por mucho más tiempo.
Tanto Bianca como Gio habían asumido que la historia moriría pronto.
No sólo no se había calmado, la estaban convirtiendo en una telenovela en toda
regla. Los paparazzi eran implacables en su búsqueda de una declaración de
cualquiera de las tres partes implicadas en el, ahora hablado
internacionalmente, triángulo amoroso. Ya que todos eran hispanos, hasta los
tabloides españoles se habían entrometido.
Bianca abandonó la única clase que había tomado en el campus esta
primavera ya que los fotógrafos respetuosos, que en su momento fueron 185
respetuosos, y los periodistas de mala calidad estaban sobre ella en este
momento, como Nana tan amablemente dijo, “como moscas en la mierda”.
Gio había sido multado por arrojar la cámara de un fotógrafo a través del
estacionamiento del gimnasio 5th Street. Se vieron obligados a pasar
desapercibidos por ahora. La prensa no quería nada más que obtener la historia
de la que todos hablaban. Al principio, Bianca no entendía por qué era un
problema tan grande, entonces recordó a Andy. El publicista de Félix siempre
decía que cualquier publicidad era buena publicidad. La pelea de Félix estaba
sólo a semanas de distancia y Andy probablemente estaba amando el circo
mediático que rodeaba a Félix. Si ella no lo supiera mejor, él probablemente
estaba trabajando día y noche para mantener reabastecida la historia él mismo.
Si estaba en lo cierto, esto no iba a morir por lo menos hasta después de la pelea
de Félix dentro de dos semanas. Bianca gimió al pensar que podría pasar todo
ese tiempo antes de que pudieran estar juntos de nuevo.
Nana y su madre quienes, como se esperaba, habían estado molestas por
la peligrosa situación en la que se había metido, lo habían superado. Sabía que
ellas entenderían que nunca hubiera considerado hacer algo así a menos que
estuviera locamente enamorada. Su madre incluso ofreció su teoría sobre por
qué había sucedido esto. Simplemente estaba destinado a suceder. Bianca pensó
mucho en eso. Tenía sentido, perfectamente. Todas las improbables
circunstancias que los llevaron uno al otro.
Como de costumbre, Nana había logrado dejarla sin palabras cuando le
dijo que había visto el brillo en los ojos de ese chico cuando él había estado por
primera vez en la tienda. Nana dijo que esa era la razón por la que hizo su
comentario sobre Félix siento un tonto por dejar a Bianca sola con un muchacho
tan apuesto. Es innecesario decir que ni su madre ni su abuela estuvieron muy
sorprendidas de cómo sucedieron las cosas.
Ya viéndose forzada a abandonar su única clase de este semestre, y lo
más irritante verse obligada a permanecer lejos de Gio, Bianca se negaba a dejar
que el frenesí de los medios dictara cualquier otra parte de su vida. Por eso,
cuando Nana le sugirió tomarse un tiempo libre y quedarse en casa para que no
la persiguieran tanto, Bianca se negó rotundamente.
Condujo por la calle hacia la tienda. Su abuela se había asegurado de que
los paparazzi supieran que no eran bienvenidos en ningún lugar cerca de su
propiedad, incluyendo el estacionamiento, pero conocían la ley. Siempre y
cuando se quedaran fuera de la zona de aparcamiento, todavía podrían
quedarse en la calle.
Además de los coches de los fotógrafos con los que ella se había
familiarizado, hoy había una furgoneta de la prensa. Una reportera estaba de
pie frente a la cámara, hablando por el micrófono como si estuviera cubriendo
alguna noticia importante. —Oh, dame un respiro —murmuró Bianca, mientras
conducía pasando a la reportera y entraba en el estacionamiento de la tienda.
Tanto ella como Gio habían acordado dejar de leer o ver cualquiera de
186
los ridículos tabloides. Cada día se les ocurría otra vuelta de tuerca a la historia
que, en lo que a ella se refería, había terminado. Ahora ni siquiera era capaz de
verlo. ¿Cómo podría haber algo más que agregar? Le había hecho prometer a
Toni otra vez que mantuviera cualquier noticia que oyera para si misma. Bianca
no necesitaba saber ni un estúpido detalle infundado de lo que estaban
diciendo.
Escuchó las cámaras mientras los fotógrafos estaban en la calle sacando
fotos descaradamente. Por qué diablos querían más fotos de ella caminando en
la tienda de su abuela, estaba más allá de ella. Como lo había hecho toda la
semana, y a diferencia de Gio, se abstuvo de arrancárselas de un tirón.
Para su completa sorpresa, Félix la estaba esperando dentro. La última
vez que había escuchado de él fue la mañana en que se enteró. Evidentemente
había estado furioso porque ambos textos eran absoluta basura, la bomba F
entre otras acusaciones escandalosas. Y cuando Toni había ido a recoger las
cosas de Bianca de la casa de Félix ni siquiera le habían permitido entrar a la
propiedad. Félix tenía uno de los conductores esperándola en la puerta con un
baúl lleno de pertenencias de Bianca. Los medios se hicieron un festín
publicando fotos de la misma furgoneta que aparecía en las fotos que los
“atrapó infraganti” estuviera conduciendo hasta la puerta de Félix.
Lo miró sin palabras. No tenía palabras. Ninguna en absoluto le vino a la
mente. No se había molestado en preparar nada que decirle si alguna vez
hablaba con él de nuevo porque honestamente pensaba que nunca lo haría.
—¿Podemos hablar?
Bianca miró a su madre y a Nana que estaban detrás del mostrador.
Obviamente él ya había hablado con ellas, ya que no parecieron tener ningún
problema con meterse en la habitación de atrás y dejarla sola con él en la tienda,
por lo demás vacía.
Curiosa acerca de lo que posiblemente podría tener que decirle, Bianca
asintió. Caminó detrás del mostrador y esperó.
—Quería disculparme contigo.
Bianca evitó que su mandíbula se cayera abierta mientras miraba a los
ojos genuinamente arrepentidos de Félix. Sacudió la cabeza, incapaz de
encontrar las palabras.
—Estaba loco cuando me enteré, realmente loco. Y duele como el
infierno, pero no debería haberte dicho esas cosas. Simplemente me alegro de
que fuera demasiado orgulloso para llamarte. No quería que escucharas el
dolor en mi voz. Probablemente ni siquiera hubiera podido terminar la llamada
por la forma en que me sentía. Probablemente piensas que soy el mayor
hipócrita en el mundo ahora. Yo debería ser… —Respiró hondo y miró hacia
otro lado—. Debería ser la última persona en la tierra que compre la basura de
los medios y tal vez es sólo un deseo, pero tengo que saber. ¿Hay algo de
verdad en lo que están diciendo?
Bianca parpadeó, sin comprender exactamente lo que estaba 187
preguntando. —¿Qué están diciendo? Están diciendo muchas cosas, Félix. La
mayor parte es todo inventado o suposiciones, pero esas fotos… —Se tragó la
ola de culpa que amenazaba con ahogarla. Sin arrepentimientos—. Las fotos no
fueron retocadas ni nada, si es lo que estás preguntando.
—No, sé eso. Pero sé que no estaba siendo completamente honesto
contigo antes sobre Shelley y ahora que ella hizo la entrevista me puse a pensar
que tal vez había algo de verdad en ello. Tal vez ya lo sabías y eso es lo que te
condujo a…
—¿De qué estás hablando? Porque, sólo para que sepas, no he visto o
leído nada de eso durante días.
Sus ojos se ampliaron por un segundo antes de que se recuperara y diera
un paso adelante. —¿Así que no lo sabes?
Ahora ella se estaba molestando. Había salido de su camino para evitar
escuchar más locura, y ahora aquí estaba Félix, de toda la gente, obligándola a
escuchar cual era la última historia estúpida. Pero tenía que admitir que sentía
curiosidad. Era lo suficientemente grande para que él viniera a verla. —No, no
tengo idea de lo que estás hablando.
—Shelley. —Se rascó la cabeza—. Cuando te dije que la había visto de
nuevo, incluso después de que tú y yo nos volviéramos exclusivos, no te lo dije
todo. Estabas tan molesta, tenía miedo de hacerlo.
Justo como el día en que lo confesó por primera vez, sus ojos saltaron por
toda la habitación antes de detenerse en ella. Algunos clientes entraron,
obligándolos a detener su conversación.
Bianca les sonrió. —Alguien los atenderá enseguida.
Habiendo escuchado las campanas en la puerta, Nana ya había salido de
la parte posterior. Los clientes miraron a Félix, obviamente reconociéndolo y
luego sus ojos muy abiertos estaban en Bianca. Bianca le hizo señas a Félix para
que la siguiera a la parte trasera. —¿Dónde estacionaste? No vi ninguno de tus
coches en frente.
—Entré por la parte de atrás. Aun así me vieron, pero no tuvieron un
ángulo tan bueno como lo hubieran tenido si hubiera entrado por el frente.
Bianca camino por el pequeño cuarto de depósitos hasta la puerta de
atrás y sacó la cabeza. Si había algún fotógrafo ahí afuera se escondían bien,
porque no vio ninguno. Pero entonces habían habido un montón de fotos de
ella en las que claramente había estado ajena a los fotógrafos, porque no
recuerda haber visto a ninguno cuando ellos tomaron esas fotos en particular.
Esos eran las que más la mostraban.
Se volvió hacia Félix. —¿Crees que haya alguno de ellos afuera?
—Si es así, no te preocupes. Mi guardaespaldas está ahí afuera. Ellos ya
lo conocen. Hace lo mismo que vi a Gio hacer a una de sus cámaras.
Bianca se echó a reír mientras salía, recordando la imagen que Gio le
188
había descargado y enviado en un texto, de él lanzando la cámara del tipo a
través del estacionamiento. Esa fue una de las últimas veces que alguno de los
dos había comprobado o leído alguna de las historias.
Se giró hacia Félix, lista para escuchar el resto de su historia. Era extraño
que ambos estuvieran allí sonriendo aunque fuera por un momento fugaz. Se
cruzó de brazos, lista para terminar con esto y se aclaró la garganta. —Así que,
¿decías?
Los ojos errantes de él miraron hacia arriba de nuevo, usando su ligera
paciencia. Ella no quería estar aquí todo el día. —Shelley está embarazada, de
mi hijo. —Otra vez Bianca mantuvo su mandíbula hacia arriba pero fue más
fuerte esta vez—. No le dije que debería tener un aborto. Sólo le dije que en ese
momento de mi vida no estaba preparado para un niño. Pero eso es lo que los
titulares de todo el mundo están diciendo. Y la única razón por la que no le dije
sobre ti fue porque cuando me enteré de que estaba embarazada ya me había
enamorado de ti, duro. Tenía miedo de que ella tuviera al bebé sólo para
mortificarme y la amenacé muy mal. Le dije algunas estupideces realmente
desagradables con la esperanza de que no quisiera tener a mi hijo porque estaba
muerto de miedo de perderte. Rompí todo por completo, Bianca, te lo juro.
Cambiaste todo. Me cambiaste. Todo era diferente contigo—
Bianca levantó la mano. Había oído suficiente. —De acuerdo, puedes
ahorrarme toda la mierda, Félix. Nada de eso importa ya, ¿lo hace?
Sinceramente no me importa si has cambiado o no. Sólo explícame por qué
sentiste la necesidad de venir aquí y decirme todo esto ahora.
Él miró hacia abajo a sus pies y movió la nieve alrededor de la punta de
su bota. Sólo otra manera de apartar los ojos de ella. —¿Realmente no sabías
nada de esto?
Bianca se cruzó de brazos otra vez y sacudió la cabeza exasperada. —No,
no lo sabía, Félix. ¿Qué diferencia hace ahora, de todos modos?
—Bueno, ahora que Shelley vendió su historia a los tabloides, están
diciendo que tal vez hiciste esto para vengarte de mí. Que tal vez es por eso que
tú y él ya ni siquiera están juntos, que sólo querías lastimarme como yo te
lastime.
—¿Qué? —jadeó.
—Y, y… —añadió rápidamente, sus ojos que antes vagaban ahora
estaban fijos en ella—. Si eso es cierto, entonces me lo merezco, Bianca.
Entiendo por qué lo hiciste. Ahora tiene sentido por qué dejaste de dormir
conmigo. Sospechaba que tal vez sabías, incluso sospechaba que podías estar
teniendo algún tipo de coqueteo con alguien a causa de eso, pero nunca me
imaginé que tú y Gio…
—Esa no es la razón por la que lo hice —resopló—. Lo creas o no, Félix,
nunca me propuse hacerte daño deliberadamente. Ni siquiera puedo creer que
se te ocurra algo así. Simplemente sucedió. 189
—Está bien, está bien. —Ahora él extendió las manos—. Entonces, tal vez
fue sólo el karma. Tal vez sólo merecía ser herido. Que es lo que realmente
estuve pensando todo este tiempo. Fui un completo idiota con Shelley, pero
ahora todo eso está expuesto —Inclinó la cabeza—. Y ahora que estamos a
mano, tal vez podamos . —Sus ojos se abrieron todos tristes en ella y Bianca
apenas podía creer lo que estaba oyendo—. Sé que después de lo que acabo de
decir, es probable que no creas en esto nunca más, pero realmente estoy
enamorado de ti. Nunca he considerado tratar de resolver algo con otra chica
después de algo como esto, pero te lo digo, contigo, es diferente.
La sinceridad mezclada con la ansiedad la puso nerviosa. Y luego dejó
escapar un suspiro y frunció el ceño. —Andy quería que la amenazara.
Amenazarla con ir tras ella con todo lo que tenía. Desenterrar cualquier
esqueleto que pudiera tener y amenazar con hacerlos públicos. Todo por el bien
de intimidarla a tener un aborto. —El miró hacia otro lado y Bianca sintió que
no podía mirarla más. Casi tenía miedo de saber más—. Quizás lo hubiese
hecho si hubiera ocurrido antes de conocerte. En realidad lo consideré entonces
y pensé qué si fueras tú. Qué si esto hubiera ocurrido la primera vez que te
encontré de nuevo, antes de que realmente llegara a conocerte y te hubiera
hecho esto a ti. No sabía mucho acerca de ella tampoco, pero seguía pensando
que podría ser sólo otra chica dulce y especial como tú, a la que estaría jodiendo
sólo para cubrir mi propio trasero, no podía hacerlo. Fue entonces cuando me di
cuenta de que no soy el mismo chico que solía ser y es por ti. Le voy a dar todo
lo que necesite y pienso estar allí para mi hijo pero no hay nada más que eso
entre ella y yo. Así que supongo… —Sus ojos miraron profundamente en ella
por un momento y luego alejó la mirada de nuevo—. Supongo que estaba
esperando que esto sólo fuera tu forma de darme una probada de lo que me
merecía pero tal vez ahora que ya lo has hecho podrías considerar darme una
segunda oportunidad.
Bianca lo miró asombrada por un momento antes de agitar la cabeza y
hablar. —Félix, siento haberte herido. En verdad lo siento. Pero déjame
asegurarte que no soy ese tipo de persona. Nunca jugaría ese tipo de juego sólo
para vengarme. Desearía poder explicarte por qué lo hice. Por qué sucedió, pero
ni siquiera yo lo entiendo todavía. —Ella levantó la mano y la movió sobre su
cabeza—. Y esto. Toda esta locura con los medios es el por qué Gio y yo no
hemos estado juntos últimamente. No porque nos hayamos dejado de ver,
porque no quiero darles nada más sobre lo cual escribir. Simplemente quiero
que todo esto desaparezca, para que verlo no sea un circo.
La decepción en sus ojos la hizo sentir más culpable y en ese momento
ella supo que todo lo que había dicho sobre cómo había cambiado después de
enamorarse de ella era cierto. Desafortunadamente, era un poco, demasiado
tarde. —Te creo, Félix. Creo que has cambiado y eso es bueno para ti. Pero mi
corazón está en otro lugar ahora. No puedo hacer nada al respecto… No quiero
hacerlo.
Hablaron un poco más antes de que él se disculpara de nuevo y 190
realmente le deseara que fuera feliz con Gio y ella lo abrazó diciendo adiós.
Justo como ella lo había sabido desde el principio, Félix tenía un buen corazón.
Sólo le tomó un poco de tiempo darse cuenta que su corazón solo podía ser feliz
en un lugar.

***

Gio caminó dentro de la oficina del gimnasio listo para empacar sus
cosas, al mismo tiempo que Jack se levantaba de su escritorio donde él y Héctor
habían estado jugando ajedrez. —¿Te venció otra vez Jack?
—Sí, demonios. Lo venceré alguno de estos días.
Héctor se rio. —Probablemente no. Ha pasado mucho, mucho tiempo
desde que alguien me venció.
—Abel tiene razón, sabelotodo —dijo Gio aventando en su mochila el
papeleo de las nuevas clases de boxeo para jóvenes que estaba intentando poner
en marcha—. Deberías unirte al club de ajedrez de la escuela. Debe haber algún
tipo de beca escolar que puedes obtener con lo bueno que eres.
Héctor rodó los ojos. —No lo saques de quicio con eso de nuevo. Entré
en ello una vez y me salí. Nada excepto nerds y no me hagas hablar de las
chicas ahí. —Su cara se amargó.
Gio miró a Jack que estaba cerca del calentador de pared jugueteando
con él. —Bueno no estás ahí para eso, asno. Estás ahí por la posible beca. —Se
giró hacia Jack—. Pensé que lo habías arreglado.
—Lo hice —dijo Jack sin alejarse del calentador—. Pero dejó de funcionar
hace unos días.
Esa cosa era tan vieja que Gio no sabía por qué Jack se molestaba con
ella. Ni siquiera calentaba mucho cuando funcionaba y siempre olía a gasolina.
Gio había advertido a Jack algunas veces sobre hacer que lo revisaran de nuevo.
Su teléfono sonó justo cuando terminaba de cerrar su mochila. Lo sacó
del bolsillo de enfrente de la mochila y vio que era Noah así que respondió. —
¿Qué pasó?
—¿Entonces qué pasó?
—¿Con qué? ¿El papeleo? —Noah iba a estar ayudándolo para poner en
marcha las clases
—No contigo y Bianca. ¿Ya no la ves? —Gio se pellizco las cejas juntas.
—No. Lo hago.
Noah estuvo callado por un momento. —Están diciendo que regresó con
Félix. Roni vio fotos. Me había dicho en la semana que ese es el rumor ya que no
se los ha visto juntos. Le dije que eran puras tonterías hasta que me mostró las
fotos de los dos, tomadas justo hoy. Ella se está riendo en algunas y luego, en 191
otra, se están abrazando. Están diciendo que toda tu historia con ella era cosa de
publicidad por lo de su pelea. ¿No has escuchado sobre eso?
Por lo mucho que Gio sabía, los medios estaban llenos de mierda y como
el noventa por ciento de todo lo que imprimieron era completamente inventado
odiaba que su corazón estuviera comenzando a latir un poco más fuerte. Esta
tenía que ser algún tipo de historia de mierda. —Ya no leo ni veo esas cosas.
Estoy harto de esto. Así que no, no he escuchado nada sobre esto pero al igual
que el resto de la mierda que escriben, esto tampoco es verdad. Ella sigue
conmigo y esas fotos probablemente son viejas.
—Las historias probablemente son una mentira pero las fotos no son
viejas —dijo Noah muy convencido—. Fueron tomadas hoy. ¿Te dijo que lo
vería hoy?
—No he hablado con ella. Apenas iba a revisar mis mensajes y textos
pero mi teléfono sonó. La llamaré en este momento.
Ansioso por aclarar esto ahora, Gio colgó con Noah en segundos. Tenía
un texto de ella y lo abrió.
Llámame cuando puedas. Necesitamos hablar.
Ni “x” o “o” o caritas sonrientes como usualmente añadía en sus
mensajes. Gio tragó apretando la marcación rápida. No iba a adelantarse a
ninguna conclusión. Los malditos paparazzi había hecho lo suficiente al
mantenerlos separados tanto tiempo. No les iba a permitir que jugaran con su
cabeza. Aclararía esta mierda justo ahora. Pensamientos sobre las últimas dos
veces que se había ofrecido a ir a verla y ella lo desalentaba aparecieron en su
cabeza. Ella tenía razones perfectamente buenas para ello. Había sido un frenesí
con los medios por ahí desde que la historia de ellos salió a la luz. Su aparición
simplemente pondría las cosas peor. Ni una vez había siquiera pasado por su
mente que lo estuviera dejando.
Cuando lo envió al buzón de voz se sentó frente a la computadora en el
escritorio de Jack y bajo el teléfono. Entró en Internet y buscó Bianca Rubio.
Inmediatamente los interminables artículos sobre el escándalo aparecieron.
Miró los nuevos. Sobre los que no había visto o escuchado.
El triángulo amoroso del boxeador, todo un truco publicitario para
promocionar la pelea. Fotos exclusivas de Sánchez y Rubio juntos de nuevo.
Dio click en el enlace y se congeló. Las fotos de Bianca y Félix eran de
hoy. Como Noah dijo, no eran viejas. En ellas, estaban inmersos en lo que
parecía una conversación feliz, ya que en algunas no sólo sonreían, se estaban
riendo. Luego había una de ellos abrazándose, el brazo de Félix rodeaba
fuertemente su cintura, los brazos de ella alrededor de su cuello, su cara
descansando contra su pecho, sus ojos cerrados—hoy.
Su teléfono sonó justo mientras el zumbido en sus oídos comenzaba. Con
su corazón cerca del pánico miró el Identificador de Llamadas. Era ella.
—Huele a gas aquí adentro. —Las palabras de Héctor apenas fueron 192
registradas, mientras Gio respondía su teléfono, todavía mirando la foto en la
pantalla.
—¿Bianca?
—Tengo que hacer esto rápido, Gio. Estoy corriendo hacia mi carro justo
ahora. Intenté hacer una parada en el supermercado. Mala idea. Esto se está
saliendo de control.
Gio abrió un encabezado más.
Triángulo amoroso para impulsar publicidad de la pela Sánchez/Bianca.
Pareja felizmente junta de nuevo.
—¿Estuviste con Félix hoy? —Sus propias palabras sonaban raras. Como
si estuviera escuchando a alguien más decirlas. Bianca suspiró en el otro lado,
justo cuando Jack golpeó el calentador haciendo que Gio levantara la mirada.
—Sí, de eso es de lo que quería hablarte. —Gio se enderezó en su silla,
sintiendo una carga de algo casi eléctrico atravesarlo.
—¿Así que esas fotos realmente fueron tomadas hoy?
—¿Fotos?
—Sí, Bianca. —Se levantó de la silla incapaz de permanecer sentado—.
Fotos de ti y él juntos riéndose, abrazados, con sus jodidos brazos alrededor de
tu cintura.
—Ay, por Dios —susurró—. ¿Ya tienen fotos de eso?
Todo se encajó de una vez. Darse cuenta de que las fotos no eran falsas.
No eran viejas. Ella realmente había estado con Félix hoy. Su repentina
disminución de necesidad de estar con él. La teoría de Noah. El penetrante olor a
gas en su nariz mientras levantaba la mirada para ver a Jack dar ese último
golpe al calentador con un desarmador que causó una pequeña chispa.
La explosión fue masiva, haciendo volar a Jack a través de la habitación.
El cuerpo de Gio fue levantado contra la pared detrás de él azotando su cabeza
violentamente. El escritorio, con todo lo que había sobre él, voló justo sobre su
cara y todo se quedó en silencio.

193
24
Había pasado más de una hora desde que la línea entre Bianca y Gio se
había cortado. Trató de convencerse que no le había colgado. Tenía que haber
una explicación razonable de por qué se había cortado y ahora él no estaba
respondiendo ninguna de sus llamadas o devolviendo sus mensajes de texto.
Incluso con las fotos él no podría posiblemente creer las historias sobre ella y
Félix estando juntos de nuevo.
Tony la había llamado una media hora después de su llamada con Gio
para advertirle sobre las nuevas historias. Las nuevas fotos de ella y Félix junto
con las historias que los medios de comunicación estaban circulando eran
bastante abrumadoras. Ella le sugirió a Bianca que le avisara a Gio. Los medios
de comunicación seguramente tenían maneras de hacer que incluso la foto más
inocente luciera como algún tipo de momento profundo entre ellos.
194
Mientras más tiempo pasaba sin escuchar algo de Gio, más ansiosa se
sentía que podría ser comprado por el despliegue publicitario. No podría
posiblemente, ¿verdad? Pero ya era tarde. Ellos usualmente hablaban en la
tarde hasta la hora de acostarse.
La televisión estaba encendida en volumen bajo mientras ella caminaba
dentro de la casa de Nana. Teniendo que ser furtiva solo para hacer sus
mandados después de que salió del trabajo esta noche la había hecho llegar a
casa más de lo normal.
Todo el mundo estaba en casa ahora, incluyendo a su vecino Jerry, un
hombre viudo de la edad de su madre que a menudo venía para tomar café y
charlar con ellos. Todos estaban en la habitación del frente mientras ella
caminaba por la puerta de la cocina del camino de entrada. Su madre fue la
primera en girarse hacia ella, solo la expresión en su rostro era alarmante. —
¿Qué sucede? ¿No lo has escuchado? —preguntó Nana, tomando el control
remoto.
—¿Escuchar qué? Rebobinaré. Ha estado en las noticias durante la última
hora. —Bianca comenzó a rodar los ojos. Las fotos, los rumores, estaba tan
enferma de todo eso. Su madre y Nana no podían estar cayendo por esto,
también, ¿verdad?
Tomó unos cuantos pasos por el comedor. Todos se sentaron a ver la
televisión mientras Nana rebobinaba. Todos establecidos para escuchar más
sobre “el golpe publicitario” de ella y Félix, Bianca se cruzó de brazos y se
inclinó contra el marco de la puerta que separaba el comedor de la espaciosa
habitación del frente.
Nana se puso de pie y miró hacia Bianca mientras presionaba el botón
para subir el volumen. La primera línea del reportero le paralizó el corazón y
envió escalofríos por la espalda de Bianca dejándola literalmente incapaz de
respirar.
—Estamos en vivo en la escena donde una explosión en el gimnasio 5th
Street, al este de Los Ángeles ha dejado un muerto y varios heridos de
gravedad. No está claro qué causó la explosión pero las autoridades creen que
pudo haber sido una fuga de gas. El nombre del fallecido se mantiene en
reserva en este momento en espera de la notificación de los familiares.
—De acuerdo con los testigos, la explosión tuvo lugar justo después de
las ocho de esta noche cuando la mayoría de los miembros por lo general se
habían ido pero no tenemos confirmación todavía si el fallecido o los heridos
eran empleados o miembros del club. El fuego destruyó más del setenta por
ciento de la vieja construcción ahora está completamente pero la investigación
continuará en la noche.
—Bianca —las palabras de Nana venían a través de un túnel—. Bianca,
respira. —Gio no había respondido a sus llamadas o sus mensajes porque no
podía.
—¿Está muerto? 195
Nana agarró a Bianca antes de que cayera. —¡Bianca! —De alguna
manera Bianca se las arregló para envolver sus brazos alrededor de los hombros
de su abuela. Su madre y Jerry ya estaban a su lado ayudando a la abuela a
colocarla en una silla—. Cariño, ellos no saben nada. Él pudo haber sido uno de
los heridos. ¿No has hablado con él en absoluto?
—¡No! —el reportero había dicho que hacía una hora. Ese es el tiempo
que había pasado desde la última vez que habló con él. Cuando el teléfono se
apagó. Que es cuando debió haber… —¡Oh Dios mío!
Trató de ponerse de pie, queriendo salir corriendo de la habitación y
conducir a Los Ángeles pero la sostuvieron. —¡Bianca, estás histérica! Siéntate,
cariño. ¡Cálmate!
Se las arreglaron para mantenerla ahí pero cada minuto que pasaba era
una tortura. Nana trató de darle una pastilla para calmarla pero Bianca se negó.
No quería nada que aturdiera su estado mental. Lo necesitaba claro en caso de
que lograra escapar de allí y conducir al lado de Gio.
Después de ver más de la emisión de noticias, las cuales parecían no
tener nada nuevo que informar aparte de más pequeños detalles de la posible
causa y más testigos dando sus reportes del evento, Bianca finalmente cedió y
llamó a Félix.
—¿Sabes algo? —lloró por el teléfono—. ¿Gio está muerto?
Solo decirlo hacia más difícil para ella respirar. Su madre se paró a su
lado acariciándole el cabello y la espalda.
—No, pero él fue uno de los que acudieron al hospital. Eso es todo lo que
se sobre él. Estoy preparándome para irme ahora. Voy a viajar. Jack… —Hizo
una pausa y Bianca lo escuchó tomar una respiración temblorosa—. Jack no
sobrevivió.
El intenso alivio de escuchar que Gio estaba vivo fue remplazado por un
dolor entumecedor. Dolor por Félix, por Gio, por todos ellos. Jack era su padre
y lo que Bianca había hecho por Félix y Gio la golpeó como un rayo ahora. Ella
no solo se había interpuesto entre dos amigos. Los dos eran como hermanos. —
Lo siento muchísimo. —Sus palabras eran apenas audibles cuando el invisible
puño que le apretaba la tráquea no daba para más.
Él no dijo nada por unos momentos, pero ella escuchó su respiración
temblorosa. Estaba llorando. Y lo más probable era que estuviera solo. Solo en
su gran cabina. Bianca quería más que nada en ese momento estar ahí con él
para consolarlo.
—Me tengo que ir —dijo él finalmente pero estaba claramente
destrozado.
Bianca sabía que era demasiado preguntar. Una petición descaradamente
vergonzosa dada las circunstancias pero incluso ahora, como todas las veces
que había sido incapaz de luchar contra sus sentimientos por Gio, no podía 196
contenerse. Suplicaría si tenía que hacerlo. —Llévame contigo —susurró—. Por
favor.
Para su sorpresa su respuesta fue inmediata. —Te recogeré en un par de
minutos.
En el momento que terminó de hablar por teléfono salió corriendo a su
habitación para empacar un bolso de viaje, con su mamá y Nana justo detrás de
ella. Le explicó rápidamente a través de las lágrimas acerca de Gio y Jack. Las
emociones por completo la consumían. El dolor de su pérdida era abrumador
pero al mismo tiempo Gio estaba herido. No quería pensar lo peor pero si Jack
se había muerto, ¿qué tan mal herido estaba Gio? ¿Sus heridas ponían en riesgo
su vida? ¿Era algo de lo que se recuperaría o era algo que alteraría su vida para
siempre?
Y la 5th Street, era todo su sustento y había sido virtualmente destruido.
Noah tenía un hijo en el camino. Una familia en que pensar ahora. Todas esas
cosas revoloteaban alrededor de la agotada mente de Bianca mientras le
aseguraba rápidamente a su preocupada madre que estaría bien. Simplemente
estaba procesando todo, ya no estaba histérica, aunque sentía la increíble
necesidad de dejar salir gritos espeluznantes.
Ella corrió hacia la puerta del frente tan pronto como vio el carro de Félix
llegar. Bianca le prometió a Nana y a su madre que se mantendría en contacto y
permanecería en calma sin importar qué, a pesar de que sabía que esto último
era dudoso.
El paparazzi había seguido a Félix y ya estaban tomando fotos mientras
ella llegaba a su carro.
—¿Te estás mudando de nuevo con él? —gritó uno de los fotógrafos
justo cuando tomaba la foto del chofer de Félix tomando su bolso de viaje.
—¿Es cierto que todo fue por publicidad? —preguntó uno diferente
ahora—. ¿O realmente follaste con su amigo solo para vengarte de lo de
Shelley?
Bianca había sido lo suficientemente paciente con esos buitres y ellos
habían dicho la cosa equivocada en absolutamente el momento equivocado. Ya
no le importaba si capturaban eso en las cámaras; estaba harta de ellos. Con su
dedo medio al aire les gritó lo que había estado esperando para decirles toda la
semana. —¡Váyanse a la mierda, bola de parásitos pendejos!
Bianca de hecho se sintió un poquito mejor mientras se subía al carro
hasta que vio la cara de dolor de Félix. Ella lo abrazó fuerte sintiendo la
increíble angustia que sintió cuando por primera vez le habló sobre Jack de
nuevo mientras lloraba desvergonzadamente sobre su hombro.

***

Gio se quedó mirando las noticias aturdido, cambiando de un canal a 197


otro mientras se iban a comerciales, avergonzado de admitir que las historias e
imágenes de Félix y Bianca le dolían tanto como el reportaje del incendio.
Su segundo hogar, 5th Street, había sido destruido. Jack estaba muerto y
Gio todavía tenía espacio para llorar por Bianca. Observó las últimas noticias
que la mostraban entrando al carro de Félix con su equipaje y sacándole el dedo
medio a los fotógrafos. Ahora estaban diciendo que estaban en camino para acá,
juntos.
Gio nunca se había sentido tan estúpido en su vida. A duras penas había
dicho dos palabras desde que volvió en sí, hace más de una hora y los médicos
le advirtieron que el dolor que sentía era de su cuerpo al ser estrellado contra la
pared. Había sido golpeado y raspado bastante mal de todos los escombros
pero por lo demás la peor lesión que había sufrido era una conmoción cerebral.
Ellos no creían que fuera demasiado grave, pero le advirtieron que el dolor
probablemente empeoraría en los próximos días cuando el latigazo cervical y
dolor muscular realmente subsanaran.
Incluso eso lo tenía pensando en Bianca. Los recuerdos del día que
habían ido por primera vez a practicar snowboarding y los días después
cuando apenas había sido capaz de caminar, pero había valido la pena cada
dolor.
Entonces dejaron entrar a Noah y Abel. Ambos lucían miserables y sabía
que algo andaba muy mal. Cuando le dijeron que Jack no había sobrevivido se
había quedado mudo. Ni siquiera su madre o hermanos lo habían hecho hablar
hasta que les dijo la única cosa que les había dicho en absoluto—: ¿Puedo estar
solo?
La única otra cosa que había estado seguro de decir después de pasar
colando los canales de la televisión durante casi una hora fue Noah. —Haz lo
que sea. No dejes entrar a Bianca en mi habitación. No quiero ni verla.
Sabía que era estúpido seguir obsesionándose con los reportes en la
televisión, pero incluso cuando Trinidad murió era la única cosa que lo
adormecía. Mirar la televisión casi lo puso en un trance. Después de un rato, ya
ni siquiera estaba escuchando sólo mirando y viendo las imágenes.
Las imágenes de los restos carbonizados del 5th Street. Luego, imágenes
de Félix y Bianca riéndose y abrazándose, montándose en el carro juntos, y
luego la última de ellos llegando al Aeropuerto Internacional de Los Ángeles
tomados de la mano corriendo más allá de los paparazzi a su carro.
Cambió de nuevo el canal y se congeló. La imagen más dolorosa que
había visto en toda la noche estaba en la pantalla. La cara sonriente de Jack con
su fecha de nacimiento y la fecha de hoy en la parte inferior de la imagen.
Acababan de publicar el nombre y la foto de la persona que había muerto en el
incendio y la verdadera angustia realmente dio en el blanco. Los desapacibles
recuerdos de la muerte de su propio padre lo asaltaron y su cuerpo se sacudió
violentamente.
Dejando caer el control, se llevó las manos a la cara y dejó que la 198
acumulación masiva de dolor saliera, llorando como no había llorado desde que
era un niño…desde la muerte de su padre.

***

Aun sabiendo que su última conversación con Gio había terminado de la


forma que terminó y Toni le advirtió que las historias eran incriminatorias,
nada podría haber preparado a Bianca para la fría recepción en el hospital.
Tampoco a prepararse para lo que Noah le informó casi tan pronto como llegó.
Todos los ojos estaban puestos en ellos mientras corrían a la sala de
espera. Noah rápidamente se encontró con ellos cerca de la entrada.
Después de abrazar a Félix fuertemente y explicarle lo que sabía acerca
de la fuga de gas, se volvió hacia Bianca. Félix se fue a hablar con Abel. Los ojos
de Noah estaban rojos e hinchados de todas las lágrimas que obviamente había
derramado. También sostenían una mezcla de determinación y compasión.
—Gio está bien —dijo de inmediato, dándole lo que necesitaba oír para
contenerse a sí misma de romperse, también camino hacia acá, tuvo que
controlarse por el bien de Félix. Él estaba tan inconsolable.
—¿Cuándo puedo verlo?
—No puedes…
Eso la asustó. —¿Por qué? Dijiste que está bien. ¿Hay algo que no me
estás diciendo?
—No. —Asintió—. Tiene una conmoción cerebral, pero los doctores
dicen que va a estar bien. Él simplemente… —Respiró hondo y miró hacia otro
lado.
—¿Simplemente qué? —El corazón de Bianca no pudo aguantar más—.
¿Qué sucede?
—No es un buen momento ahora mismo. Ven aquí. —Puso una mano
gentilmente sobre su brazo y la llevó lejos de donde todos los demás se reunían
en la pequeña sala de espera y bajó la voz. —Verdaderamente está
descompensado por lo de Jack. Todos lo estamos. Acaba de sufrir una
conmoción cerebral y así que puede ser que se vuelva aún más molesto de lo
normal. A duras penas está hablando desde que volvió en sí y le dijimos lo de
Jack. —Se dio la vuelta y miró a Félix a donde estaba parado con Abel—. Este
no es el momento ni el lugar para ello. Gio va a necesitar tiempo. No es de mi
incumbencia lo que está pasando entre ustedes dos, pero sea lo que sea, te estoy
pidiendo, como un favor para mí y para el resto de todos los que están
afligidos, respetar los deseos de Gio por ahora.
—¿Sus deseos? ¿Qué deseos?
—Él no quiere verte en estos momentos —dijo Noah con firmeza—. Lo
último que necesitamos ahora es cualquier arrebato o argumentos emocionales. 199
En verdad está roto en estos momentos por todo. Esta semana que viene va a
ser verdaderamente dura para todos nosotros. Tal vez deberías esperar hasta
después de todos los servicios para tratar de hablar con él.
Él no quiere verte en estos momentos.
Las palabras la escocían como nunca nada Bianca había sentido en su
vida. Él realmente les creía. Todas las tonterías que decían en la televisión. Las
estúpidas imágenes. A ella no le importaba que tan incriminatorias fueran. No
podía creer que él las había comprado. Creerles sin ni siquiera darle la
oportunidad de explicarse.
Apenas capaz de ver a través de las lágrimas, la respiración de Bianca
comenzó a acelerarse. Miró hacia atrás observando la desolada multitud.
Incluso Roni se mantenía secándose las lágrimas. Tomó todo lo que tenía para
contenerse porque Noah tenía toda razón. Este no era el momento ni el lugar
para ello.
—¿Me puedes decir en qué dirección están los baños ?
Claramente aliviado de que ella no lo presionó, la llevó fuera del pasillo
y le señaló. Bianca corrió lejos sin decir nada más. Apenas pudo llegar al baño;
aliviada de que era un solo baño porque se echó a llorar en cuanto se cerró la
puerta detrás de ella.
Olas de angustiados sollozos dolorosamente salieron una y otra vez.
Todo lo que se había obligado a contener cuando su abuela y su madre le
pidieron que se calmara. Todo el viaje cuando se negó a añadir más pena a
Félix, increíblemente dejando a su propio miedo de que Gio pudiera estar
gravemente herido fuera. Luego la bofetada de que Gio no quería verla. Todo
salió en ese instante mientras se acurrucaba en un rincón de la pequeña fría
habitación y lloró hasta que pensó que no podía llorar más.

200
25
Alegre de que Noah no entrara diez minutos antes y lo hubiera visto
derrumbarse como lo hizo, Gio lo miró, Noah tenía noticias y por lo visto, como
horas antes cuando había entrado para decirle sobre Jack, esto no era bueno.
—Abel dijo que Héctor estaba bien, lo está ¿verdad?
—Héctor está bien —asintió Noah—, solo tiene un brazo roto y algunos
rasguños y golpes.
—Entonces ¿Qué es?
—Félix y Bianca estuvieron aquí. —Gio se giró y trago, alegre de que la
oración estuviera en pasado, lo que significa que se habían ido o podría tener la
tentación de decirle a Noah que olvidara la petición que le había hecho, incluso
con todo lo que había visto en TV su estúpido corazón anhelaba verla. 201
—Le dijiste que no quiero verla ¿verdad?
—Lo hice —Gio se giró para verlo cuando Noah no dijo nada más.
—¿Qué te dijo?
—Nada, se encerró en el baño, estaba molesta pero no dijo nada, incluso
cuando regreso para esperar a Félix.
—¿Esperar por él? —Gio apretó la sabana y los dientes, los celos se lo
comían.
—Sí, vinieron juntos así que se fueron juntos.
Gio casi no quería preguntar pero pensó que así sería mejor para acabar
con esto ahora —¿Él dijo algo? —Noah no contesto inmediatamente, así que Gio
lo miro fijamente, su paciencia agotándose, lo que sea que fuera Noah solo
debía escupirlo —¿Lo hizo?
—No le pregunte nada pero Abel si… le pregunto si en serio volvería con
Bianca después de toda la mierda, Félix le dijo que este no era el lugar para
hablarlo, pero si añadió que no lo entenderíamos de todas formas.
—¿Entender qué? —No había manera de que pudiera ocultar la
repugnancia absoluta que sentía, porque no había visto venir esto… porque
había sido tan estúpido como para dejarse atrapar en una situación como esta.
—Él no lo dijo, pero si dijo que se quedarían en el Royal Towers por los
siguientes días antes de dirigirse de nuevo a Big Bear —Este fue el golpe final a
su devastado corazón—. También dijo que pagaría por el servicio de Jack,
quiere asegurarse de que Jack obtenga los servicios que merece.
Gio miro a Noah. Noah no lo dijo. No tenía que hacerlo. Esta era la
manera de recordarle a Gio cuan leal y desinteresado siempre había sido Félix.
Si eso era verdad, que ellos habían regresado de nuevo, Gio se mantendría
alejado esta vez.
Noah no tenía que preocuparse. La última cosa que Gio quería era estar
cerca de ella. Siendo torturado por sus ojos —su sonrisa. Su corazón no sería
capaz de soportarlo. Gio pensó en ese oscuro e insensible lugar en el que se
había hundido después de matar a Trinidad. Cuán difícil había sido salir de ese
lugar. Había sido Bianca quien lo había ayudado a dejar eso atrás y aun cuando
el empezaba a sentir que se hundía de nuevo, ella lo traía de vuelta fácilmente.
Él lo podía sentir ahora. Se estaba hundiendo rápidamente. Si esto era verdad
no sabía cómo traerlo esta vez .Esto era mucho peor.
Mirando más allá de Noah se fijó en la televisión muda aun pasando la
historia de la explosión, tan difícil como era esto de tomar, noto que su corazón
aún estaba pensando en términos de y sí. Esa frágil esperanza aun sostenía que
su peor pesadilla aún no se había vuelto realidad .Tres palabras la mantenían
viva: Ella estaba enojada.
¿Por qué diablos estaría enojada? Si todo esto era real entonces ella
hubiera esperado que Gio no quisiera verla. Pero tampoco había dicho nada.
Eso confundía la mierda en su cabeza. Todo lo que podía hacer era espera —y
202
rezar.

***

La luz de la televisión iluminaba el garaje. En la cima de todo lo que Gio


tuvo que lidiar en esta última semana, ahora tenía que lidiar con la vergüenza.
Vergüenza de que el debería estar de luto por Jack y lo único que podía hacer
era ahogarse en la desesperación de la traición de Bianca.
A través del servicio, de la presentación de las demandas del seguro por
el lugar que había llamado su segunda casa y que ahora estaba destruido, a
través de todo, ella había sido el centro en la primera fila exprimiendo la vida
de su lastimado corazón.
Decidiendo que su corazón estaba en negación en el hospital renuncio a
la esperanza de que todo esto no estaba pasando. En su lugar se centró en la
vergüenza. Por difícil que fuera, era más fácil de tratar. Vergüenza que por su
culpa y el hecho que 5th Street ahora estaba a su nombre solamente, Félix no
había mencionado su promesa —una promesa que hizo a Jack no a Gio— que
ayudaría a renovar el gimnasio.
Nadie lo dijo pero todos lo estaban pensando. El dinero que recibiría por
el seguro no sería suficiente para reconstruir. Todo tendría que ser derribado y
reconstruido desde los cimientos. No había manera que pudiera costear eso. En
el mejor caso, Gio podría rentar otro lugar fuera del área y comprar algún
equipo para este, pero no sería lo mismo.
5th Street había sido prácticamente un punto de referencia del este de
Los Ángeles —El orgullo y alegría de la comunidad local. La única oportunidad
que tenían de reconstruirlo ahora era si alguien con tanto dinero como Félix les
ayudaba .Gio había arruinado esa oportunidad para todos. ¿Y para qué? Ni
siquiera se había quedado con la chica— la chica por la que valía la pena poner
todo en riesgo.
Afortunadamente, Félix no la había traído a ninguno de los servicios,
pero las noticias de ellos estando juntos aun eran fuertes y Gio preferiría morir
antes de preguntarle a Félix directamente sobre eso. La noche que ella había
volado con el fueron fotografiados entrando al hotel juntos. Gio seguía
obsesionado con los pequeños detalles. Ellos no se habían sostenido la mano
mientras entraban al hotel pero si lo hicieron en el aeropuerto cuando
aterrizaron. Ella tenía que saber, especialmente después de como terminó su
llamada ese día, estaría viendo eso ahora y aun así ella sostendría la mano de
Félix claramente a la vista de los reporteros, no habría ningún y si nunca más.
Gio había remplazado su teléfono por uno nuevo, pero había bloqueado
su número. El no sería capaz de soportar una disculpa de parte de ella. La peor
parte era que él no podía decir que la culpaba. No había manera de que el
pudiera estar cerca de ofrecerle todo lo que Félix podía. Especialmente ahora 203
que ni siquiera tenía un trabajo.
—¡Como te atreves!
Olvidándose de su aun lastimado cuello Gio hizo un gesto con su cabeza
al escuchar el sonido de la voz de Bianca, arrepintiéndose inmediatamente
mientras el dolor le quemaba sobre los músculos de su cuello. Se abalanzo
contra él, lagrimas rodando por sus mejillas. Gio se paró cautelosamente, su
cuerpo aun doliendo por todas partes.
—¡Como te atreves a alejarme así por así! —Gio había visto muchos lados
de Bianca pero este lado completamente demente era nuevo—. Aparentemente,
las palabras de los reporteros de farándula y tabloides significaron más para ti
que todo lo que te dije ¿cierto? Porque fuiste muy rápido para creer toda la
mierda sobre Félix y yo estando juntos de nuevo.
—¿Mierda? ¡Tú has estado saliendo con él! Te quedaste en el mismo
hotel.
Ella lo empujo fuerte con ambas manos en su pecho y el cayo en su
beanbag4.

4 Saquito o asiento de pelotitas suaves que se usa para realizar ejercicios gimnásticos.
—¡Teníamos cuartos separados! —Estaba gritando ahora—. ¿Cómo
pudiste creerles? ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? ¿Tienes alguna idea de lo
que he pasado esta semana? ¿Sabes cómo fue que me dijeran en el hospital que
no querías verme? ¿Saber que todo este tiempo has creído que haría algo así?
¿Por qué? ¿Por qué lo creíste? Te lo dije Te amo.
La cólera reprimida y todo el dolor que había sentido toda la semana lo
golpeo y se levantó repentinamente haciéndola dar un paso hacia atrás —Si,
bueno, le dijiste lo mismo a él y luego lo engañaste conmigo, ¿recuerdas?
Su boca se abrió y lo miro por un momento, sus grandes y asombrados
ojos buscando algo en su rostro. Con su pecho aun agitado ella negó con su
cabeza, parpadeando un par de veces. Mas lagrimas salieron de sus ojos y
rodaron por sus mejillas antes que se girara y se marchara sin decir otra
palabra.
Quedándose en blanco sobre qué hacer o decirle, la vio irse. Por mucho
que su corazón rogara por ir tras ella, él sabía que no había nada más por decir.
Se quedó allí inmovilizado mientras los minutos pasaban. Ni siquiera estaba
seguro cuanto tiempo paso parado allí pero fue lo suficientemente largo para
darse cuenta de todo lo que había pasado con Bianca desde el primer día que
había ido a la cabaña de Félix.
Implacable esperanza salto desde la tumba, repentinamente golpeado
preguntas en su cabeza. ¿Por qué vendría aquí a mentirle? ¿Por qué ser tan
histérica sobre eso? Dejaría que su ego machacado estrangulara esas dos
204
preguntas, cuando ella estuvo parada frente a él y soltó solo lo que su ira ciega
le dejaba creer, con lo que él había estado obsesionado toda la semana… ella se
arrepentía.
La única cosa que mantenía el susurro de esperanza de convertirse en un
rugido era Félix, Gio no se había contenido de escuchar la versión de Abel sobre
la respuesta de Félix a su pregunta en el hospital. Gio no había esperado nada
menos de Abel. Él había sido lo menos cuidadoso de herir los sentimientos de
Gio; diciéndole directamente, seguro como la mierda que parecía que ellos
estaban juntos de nuevo y Félix lo había confirmado.
Gio no estaba muerto aún pero lo parecía porque así era como se sentía.
La esperanza golpeo al orgullo y saco su teléfono. Sentándose en su beanbag
busco en sus contactos. Difícilmente podía creer lo que estaba a punto de hacer
pero apretó llamar.
Sonó un par de veces antes de que Félix contestara—: Oye, G.
El tono de Félix preocupo a Gio. Sonaba demasiado relajado para alguien
que había estado enojado con él hace un par de semanas. Cierto, él había sido
civilizado en los servicios pero eso era de esperarse. Su tono ahora sonaba casi
agradable. Gio no sabía por dónde empezar.
—Félix, yo… uh…
—Me alegra que llamaras —interrumpió Félix—. Solo estaba esperando
que todo el asunto de Jack descansando en paz hubiera terminado. No quiero
que tu o alguien más piense que debido a los problemas entre tú y yo, le daré la
espalda a 5th Street. Ahora más que nunca quiero ese lugar para que represente
lo que Jack siempre soñó que seria. Esperanza para los jóvenes del este de Los
Ángeles. Es por lo que él vivió. Y no quiero que ese sueño muera con él. Le
prometí que ayudaría, quiero ser parte de ese sueño para devolverle todo lo que
me dio —a todos nosotros.
Gio estaba ahogándose en el pensamiento sobre Jack. La razón de esta
llamada ahora se sentía tan egoísta y mezquina —Gracias hombre. No sé qué
decir. No podríamos hacerlo sin ti, eso es seguro.
—Es un placer herma… —La línea se quedó en silencio por un momento
y Gio cerró los ojos, sintiéndose la mierda más grande del planeta. Félix se
aclaró la garganta y continuo—: Es un placer, G. Es lo menos que puedo hacer
por un lugar que hizo tanto por mí.
—Bueno, será extremadamente apreciado por muchos en los años
venideros, puedo garantizarte eso —Gio tomo un profundo respiro—. Eres un
buen hombre, Félix, solo espero que puedas perdonarme por lo que paso.
—Esa es otra cosa de la que quiero hablarte.
Gio contuvo el aliento ¿Era esto? ¿Una advertencia final para que se
mantuviera alejado de Bianca? Esto definitivamente seria el clavo en el ataúd 205
porque no importaba cuanto la amara no había posibilidad que fuera tan
egoísta como para arruinar esta segunda oportunidad para el resto de los
chicos.
—Apesta la forma en la que todo paso —dijo Félix con un poco menos de
convicción que cuando hablo sobre Jack—. Pero tengo que pensar largo y
tendido. Sabía que había algo diferente en Bianca desde el momento en que me
encontré de nuevo con ella el verano pasado —diferente de cualquier otra chica
que hubiera conocido. Gio cubrió sus ojos con sus manos. Dios, no quería
escuchar esto, Félix no tenía que decirle cuan especial era Bianca —Solo no me
di cuenta de eso antes, ella merecía algo mejor de como la trate, de lo que le hice
y me costó al final.
¿Al final? La mano de Gio bajo lentamente de su cara y se sentó más
erguido. Sin atreverse a interrumpir.
Félix continuo—: La noche que dejamos el hospital Bianca casi tuvo un
ataque de pánico en el auto. Al principio no lo quería admitir, de todas las
personas, era contigo con quien estaba tan enojada, lo admitió después cuando
se calmó pero dijo que estaba bien.
Félix se detuvo, lo que provoco que Gio preguntara lo que se había
estado muriendo por saber toda la semana. —¿Qué significaba cuando le dijiste
a Abel en el hospital que era complicado y no lo entenderían?
Escucho suspirar a Félix. —Incluso aunque sabía que había sido mi culpa
haberla perdido y que iba perderla de todas formas una vez que la verdad sobre
Shelley saliera, aún estaba herido por como todo pasó. Quería que creyeran que
aún había oportunidad para mí y ella. Sabía que llegaría a ti y con toda la
mierda en la televisión sabía que lo creerías. Aún estaba enojado en ese punto.
Diablos, aun lo estoy, solo que no tanto contigo si no conmigo. —Félix dejo salir
un suspiro exasperado—. Me encontré con Evelyn unos días después de que te
fuiste. Me dijo que la habías mandado a volar. Sé que no mandarías a alguien
como Evelyn a volar, en especial después de decirte lo que me dijo que hizo.
Solo pude asumir que tú y Bianca ya eran…
Se detuvo un momento antes de continuar sin terminar la última
declaración —Fuiste leal a Bianca aunque ella tuviera a alguien más y puedo
apostar mis cuentas de ahorro que tu aun no estás pensando en otra chica
¿verdad?
Gio no respondió. No tenía que hacerlo. Claro que no estaba pensando
en otra chica. Él apenas podía pensar en algo más mucho menos pensar en
alguien más.
—¿Sabes lo que hice esa noche G? Hice realidad la pequeña fantasía
peligrosa de Evelyn —Félix sonaba disgustado consigo mismo—. Creo que
ambos sabemos quién merece más a Bianca, ella merece a alguien que pueda
apreciarla verdaderamente. A excepción de las cosas acerca de esa chica
embarazada con mi hijo, nada de la mierda que dicen es verdad G. Es lo que 206
esos malditos tabloides hacen. Crean una historia donde no hay una. Incluso yo
quería creer que era así.
Félix le dijo sobre cómo se había tragado su orgullo y fue a verla el día
que la prensa tomo esas fotos de ellos “regresando juntos”. Solo que la prensa
no sabía que ella lo había dejado completamente.
Gio se paró alarmado, Bianca había estado histérica cuando había venido
—Me tengo que ir.
—¿Qué?
Obviamente Félix estaba sorprendido que Gio lo cortara a medio discurso
pero Gio no tenía tiempo para explicar, él nunca se perdonaría si Bianca tenía
algún ataque de pánico mientras fuera conduciendo o algo más por su estúpida
culpa.
—Escucha, gracias por esto Félix, hablaremos después —dijo empujando
la puerta del garaje mientras salía furioso—. Te lo explicare luego pero me
tengo que ir.
Colgó y le marcó a Bianca, ya corriendo en su moto.
26
Casi hiperventilando por tercera vez esta semana, Bianca se detuvo y
bajó del coche. Apoyó el brazo en el capó mientras las arcadas la golpeaban
dentro. Si su madre y Nana supieran que conducía en ese estado estarían
furiosas.
La ira, pero sobre todo un inmenso dolor casi la asfixiaron. Los
hermosos ojos de Gio nunca la habían visto de la forma que lo hicieron esta
noche. Fueron tan fríos y llenos de repugnancia. Estaba convencida de que el
amor que sintió por ella ya desapareció por completo.
Cuando las arcadas lentamente se calmaron, la respiración de Bianca
comenzó a volver a la normalidad. Sus labios comenzaron a temblar, ya que
soportó mucho esta semana. Ya no tenía opciones. Toda la semana había
intentado una cosa tras otra. Trató de hacer lo que dijo Noah y respetar los 207
deseos de Gio, se había mantenido lejos este tiempo y ¿para qué?
Sus esfuerzos para llegar a él habían sido en vano. Incluso después dejó
de recibir el mensaje "fuera de servicio". Ahora, cuando trataba de llamar el
nuevo mensaje era aún peor. Este número tiene restricciones que le impiden realizar
esta llamada. Y sabía que había bloqueado su número.
Bianca supuso que todo el mundo había sentido dolor en algún momento
de sus vidas. Sabía que la gente pasaba por divorcios y rupturas todo el tiempo.
Pero igual que lo que sentía por Gio durante los momentos más felices, la
intensidad del dolor era insoportable. No creía que lo superaría, todavía no.
Hubiera querido entrar y tranquilamente asegurarle que las historias
eran todas mentiras. Que no lo había hecho y jamás volvería con Félix. Nunca
sería feliz con nadie más que con Gio. Como todas las demás emociones cuando
se trataba de él, lo había perdido cuando lo vio. Las preguntas que quiso hacerle
toda la semana se vinieron abajo.
Seguía sin entender, no podía comprender cómo podía creerlo después
de todo lo que pasaron. Después de que había visto, sentido todo el amor que no
podía ocultarle, aunque lo intentara.
Toni sugirió que tal vez Félix le dijo algo para fomentar su creencia de
que las historias eran ciertas. Bianca estuvo tan cerca de llamarlo para
preguntarle, pero se detuvo cada vez que recordó cuán desconsolado había
estado sobre Jack. Ya se había sentido muy mal por la forma en que se
desmoronó completamente en el coche de camino al hospital. No había manera
de que obligara a Félix además a ser testigo de su tristeza por su amigo, el chico
con el que lo engañó.
Bianca se había olvidado por completo de que tenía el número de Roni, y
después de llamarla y explicarle mientras ella sollozaba, le hizo prometer que
no le diría a nadie que él fue el que le contó acerca de Gio malhumorado en su
garaje. Incluso mientras conducía allí todavía tenía la esperanza de que si no le
creía, podría, finalmente, una vez que pasara un poco de tiempo, rogarle a Félix
que la ayudara a conseguir que Gio le crea. Sabía que era completamente
indigna de cualquier ayuda de Félix, sobre todo cuando se trataba de esto, pero
había estado dispuesta a suplicarle si tenía que hacerlo.
Ahora incluso ese último recurso, estaba fuera de lugar. Su mayor temor
se confirmó esta noche. Desde que engañó a Félix con Gio, creía que era esa clase
de chica. No una chica que hizo una excepción, una vez en la vida, por este
chico, que por una vez en la vida, era lo que realmente quería. Lo vio en sus
ojos. Estaba convencido de eso y por eso había sido tan fácilmente manipulado
por todas las mentiras.
Nadie. Ni siquiera Félix que ponía las manos en el fuego por ella lo
convencería si eso es lo que realmente creía. Como el resto de la semana el dolor
era físico. Su madre y Nana dijeron que estaba en su cabeza, pero no era sólo el
corazón lo que le dolía. Todo dentro de ella le dolía. Toni dijo que era normal
que doliera así. Pero esto no podía ser normal. 208
Caminó de regreso a un lado del coche. Sonó el teléfono en el asiento del
pasajero. Había estado sonando. Lo escuchó antes, pero lo ignoró. Cuando lo
recogió dejó de sonar. Tenía tres llamadas perdidas. Todas de Gio.
Su corazón se calmó del ataque de pánico y regresó otra vez. A punto de
presionar la tecla de voz para escuchar los mensajes volvió a sonar.
No segura de qué pensar y casi aterrada de lo que podría tener que
decirle, contestó de todos modos. —¿Hola?
—¿Dónde estás? —exigieron sus palabras preocupadas.
Confundida, miró alrededor. Ni siquiera se dio cuenta donde se detuvo.
—No sé, en Evergreen en alguna parte.
—Detente junto al cordón y cierra las puertas —habló rápidamente, con
firmeza—. ¿Evergreen y qué?
—Ya me detuve. —Su tono la estaba poniendo nerviosa—. ¿Por qué?
¿Qué está pasando?
—Te lo diré cuando llegue allí. —Oyó su motocicleta acelerar—.
¿Evergreen y qué?
Miró alrededor, y luego detrás vio que la calle transversal era la calle
Tercera. Estaba casi avergonzada de decirle que sólo había avanzado unas
cuadras antes de tener que detenerse.
—La Tercera —dijo, mientras asimiló que estaría allí con ella pronto.
—Quédate ahí, Bianca. Por favor. Estaré allí en menos de cinco.
—Está bien —dijo asintiendo, ya buscándolo alrededor cuando la línea se
cortó.
Tan pronto como vio la moto doblar la esquina y llegar a ella se bajó del
coche y dio la vuelta hacia la acera. Se apoyó en el coche, con el corazón
palpitando fuertemente, el nudo en la garganta ya insoportable.
Independientemente de lo que tenía que decirle, sólo estar cerca de él podría
hacerla llorar. Lo odiaba, pero ya estaba haciendo retroceder las lágrimas y ni
siquiera se había bajado de la moto.
Lo observó mientras se quitó el casco, lo colgó en el manillar y saltó de la
moto. Con unas pocas zancadas estaba de pie frente a ella en cuestión de
segundos.
—Soy un idiota —dijo sin aliento mientras sus grandes manos acunaron
su rostro y ya no pudo contener las lágrimas. Se derramaron mientras apretó
los ojos cerrados y luego sintió los labios sobre ellos, besándole los párpados
suavemente—. Hablé con Félix. Confirmó lo jodidamente idiota que he sido. Por
favor, perdóname —su voz se quebró cuando suplicó—. Por favor. No debería
haber dudado de ti nunca. Lo siento mucho.
Ni siquiera por un segundo consideró no perdonarlo. En retrospectiva,
tal vez debería haber estado un poco más enfadada por el infierno que le hizo 209
pasar. Pero esta semana sola había sido suficiente para mostrarle que apenas
podía respirar sin él. Lo perdonó al instante tirando los brazos alrededor de él y
abrazándolo con fuerza.
Por una vez, conteniendo las palabras que normalmente sólo habrían
escapado afuera, se sentía un poco fortalecida. Entonces la sorprendió
diciéndole lo mismo que ella contuvo. —Quédate aquí. No sólo esta noche, sino
para siempre. Podemos conseguir una habitación esta noche y ya se me ocurrirá
algo más tarde, pero no puedo estar tan lejos de ti nunca más. Mi corazón no
puede aceptarlo.
Su corazón se partió y casi no podía creer que hace unos minutos
agonizaba por la misma persona que ahora la hizo revolotear de alegría.
Antes de la explosión, ya había comenzado a hablar con su madre acerca
de la posibilidad de mudarse de vuelta. Estar lejos de Gio durante días, tal vez
semanas, con el tiempo simplemente no iba a funcionar. Porque su madre sabía
que terminaría la escuela más rápido si volvía a Cal State LA, donde había
estado asistiendo antes de que su padre muriera, su madre estuvo totalmente
de acuerdo.
Bianca no tenía ni idea de cómo iba a funcionar. Ni idea de cómo una
chica desempleada, sin un lugar donde vivir y que aun quería terminar la
universidad, con un novio cuyo lugar de trabajo se había quemado
recientemente. Pero asintió, ya entusiasmada con la perspectiva de estar con
Gio todos los días. De una forma u otra iban a resolverlo.
Gio la besó suavemente apoyando el peso en ella. —Te amo —susurró
una y otra vez entre besos.
Ella se echó a reír después de la octava o novena vez y se detuvo para
mirarla a los ojos. —Ahí está mi chica feliz.
Bianca había dejado de luchar contra la influencia que él tenía sobre ella
y cayó felizmente en su intensa mirada, tomando una respiración profunda y
satisfecha. —Nunca soy más feliz que cuando estoy contigo.
Sonrió haciéndola suspirar. —Bien, porque tengo la intención de tenerte
conmigo todo el tiempo.
—¿Todo el tiempo? —bromeó, notando que desde que él llegó su tenso
cuerpo por fin se relajó.
—Sí, todo el tiempo. —La besó de nuevo, mordiéndole el labio inferior
cuando terminó—. Empezando ahora mismo. —Se apartó—. Sígueme de vuelta
a mi casa. Quiero que conozcas a mi madre y hermanas.
Sus ojos se abrieron de par en par suponiendo que al igual que el resto
del mundo, su familia debía estar pensando lo peor de ella con todas las
noticias arrojadas sobre el supuesto truco publicitario.
Su sonrisa tranquilizadora inmediatamente la calmó. —No te preocupes. 210
Te van a amar. —La besó por última vez en voz baja antes de añadir—: Mi
mamá no hace caso de esa mierda en los programas sensacionalistas. —
Sonrió—. Te lo prometo.
Bianca lo miró mientras regresó a la motocicleta. ¿De verdad esto estaba
sucediendo? ¿Acaso todo realmente les funcionó? ¿Iba de verdad a mudarse
aquí y verlo todos los días?
Se subió a la moto, agarró el casco del manillar. Luego la miró y le sonrió
tan tiernamente que la dejó sin aliento.

***

Frotando suavemente la tibia esponja jabonosa sobre los hombros


grandes y fuertes de Gio y después por el pecho, Bianca examinó todos los
moretones y rasguños que eran aún muy visibles. Cuando el agua de la ducha
enjuagó el jabón besó suavemente los moretones. Trabajó la esponja hasta sus
caderas mientras Gio llevó la mano alrededor de su trasero y apretó un puñado
del trasero húmedo. Había estado duro desde el momento en que ella comenzó
a desnudarse en el cuarto de baño del pequeño hotel. Ahora se apretó contra
ella, tomando su boca en la suya y besándola con esa necesidad que amaba
sentir de él. Mientras el agua caliente les salpicaba los rostros ella le devolvió
el beso, con mucha necesidad, gimiendo en su boca.
Gio llevó la mano alrededor de la parte frontal separándole las piernas.
Si ella lo dejaba y le daba su propio deseo se habría girado y curvado dejándolo
tomarla allí mismo, pero estaba decidida. Decidida a no permitirle sobre
ejercitarse a sí mismo, cuidándolo como no fue capaz toda la semana pasada.
Se retiró sin aliento justo cuando sus dedos la penetraron. —No —se las
arregló en un susurro muy tenso, sus dedos siguieron jugando en su interior—.
Vamos a la cama.
Gio le chupó el labio inferior, luego llevó los dedos juguetones arriba
para que ella los chupara, saboreándose a sí misma y lo hizo, mirándolo
directamente a los ojos llameantes. —Podríamos hacer esto aquí —susurró,
agarrando un puñado de su pelo y tirándole la cabeza hacia atrás, un poco
brusco, zambulléndose en el cuello, chupando y mordiendo con los dientes.
Esto la excitaba como nunca hubiera imaginado. Sin embargo, se acordó de su
cuerpo brutalmente golpeado.
Apenas capaz de recuperar el aliento para pronunciar las palabras, le
acarició la dura espalda. —Vamos a la cama, Gio. Te prometo que cuidaré de ti.
Levantó la cabeza y sus ojos se encontraron por un momento antes de
que la esquina de su labio se levantara. Sin decir una palabra, se acercó y cerró
el grifo. Salieron y se secaron, luego se acercaron a la cama dejando caer las
toallas y subiéndose en ella.
Antes que Gio pudiera tomar la iniciativa y subir encima de ella Bianca 211
se hizo cargo. —Permanece muy quieto —susurró y luego le besó los labios
suavemente.
Gio se suponía que todavía tenía mucho reposo en cama. Pero de
acuerdo a su madre pasó la mayor parte de la semana malhumorado en el
garaje. Ahora yacía completamente desnudo en la cama y Bianca comenzó lo
que prometió hacer ahora y para siempre: "cuidar de él."
Besó la contusión en la clavícula y se abrió camino hacia abajo pasando
las costillas doloridas y los huesos de la cadera. No estaba bromeando cuando
le dijo que casi cada centímetro de su cuerpo fue lastimado o raspado de una
manera u otra.
Bianca bajo la mirada hacia la única parte del cuerpo que parecía estar en
perfecto estado de funcionamiento, erecto y listo para salir, luego lo besó
mientras el cuerpo de Gio se tensó. Ella vio hacia arriba y él la miraba fijamente.
—Relájate —le ordenó con una sonrisa.
Con los ojos todavía cerrados comenzó a lamerle el eje. Tratando muy
fuerte no hacer evidente que era su primera vez haciendo esto, siguió
manteniendo el contacto visual. Bianca había leído suficientes novelas
románticas calientes y artículos de cómo hacerlo en revistas femeninas. Estaba
segura de que podía improvisar. No esperaba que fuera tan grande. En la
camioneta estaba demasiado oscuro para apreciarlo del todo, pero ahora
apreciaría cada centímetro.
El cuerpo de Gio se movió ligeramente y gemidos carnales escaparon de
él mientras seguía lamiéndolo de arriba a abajo y luego lo tomó completamente.
Sus caderas se movían con ella y ella se movía arriba y abajo de su longitud,
sorprendida por lo mucho que disfrutaba haciéndole esto.
Luego pasó la lengua sobre la punta salada como un limpiaparabrisas
una y otra vez justo como lo decía en Cosmo y se emocionó ante su reacción.
Esto realmente funcionaba. Todo su cuerpo se arqueó y lo oyó jadear. —Nena,
eso es todo —urgió—. Creo que tengo que asumir el control antes de que sea
demasiado tarde.
—Oh no, no lo harás. —Sonrió, sintiéndose más sexy de lo que jamás se
había sentido en la vida. Estaba disfrutando de estar al mando. Señaló su
billetera en la mesa de noche—. Condón —dijo simplemente y él obedeció de
inmediato, incluso abrió el paquete y lo sacó antes de entregárselo a ella.
Esta sería una primera vez también. Realmente nunca le había puesto
una de esas cosas a nadie. Sonreía, porque sabía que esta era sólo una de las
muchas primicias que vienen con Gio, lentamente y con mucho cuidado lo rodó
sobre él. —No sobre ejercitarte, ¿recuerdas? —Hundió los dientes en su labio
inferior mientras sus ojos se encontraron y de repente estaba atrapada en esos
ojos verdes llamativos—. ¿Estás listo?
Él asintió con las grandes pestañas parpadeando sobre los ojos casi en
cámara lenta. Bianca se subió sobre él con cuidado, con miedo de lastimarlo.
Bajó las caderas sobre él temblando, mientras se deslizaba lentamente, todavía
212
atrapada en sus ojos, hasta que estuvo todo adentro.
Gio extendió las manos y ella las tomó, sin moverse durante unos
segundos, simplemente disfrutando de la plenitud que sentía con él
profundamente en ella. Una vez más, con cuidado de no lastimarlo, se levantó y
comenzó a montarlo lentamente, suavemente mientras él le apretaba las manos.
Sin poder ayudarse a sí misma tomó velocidad, la sensación
construyéndose con cada deslizamiento húmedo. —¿Seguro que estás bien? —
preguntó entre dientes.
—¡Dios mío, sí! —dijo llevando las manos alrededor de su cintura y
levantándola, bajándola de nuevo sobre él aún más duro.
Ahora, incluso se levantó a sí mismo con cada embestida mientras
golpeaba en él una y otra vez. Sintiendo los ojos rodar atrás corrió ambas manos
a través de su cabello y comenzó a gemir, sabiendo que alcanzaría un gran
orgasmo en tan sólo unos segundos más.
Gio se estrelló contra ella por última vez, manteniendo la pelvis arriba y
gimiendo, desencadenando el orgasmo de Bianca, y ella gritó, su corazón latía
con cada ola de placer que le recorrió el cuerpo.
Se quedó sobre él incluso después que todo terminó, su corazón seguía
latiendo fuertemente mientras su respiración finalmente quedó bajo control.
Agarrando la toalla que había puesto en la cama en preparación para esto, se
bajó con cuidado, limpió y se quedó descansando a su lado.
Gio le besó la parte superior de la cabeza. —No estoy tan discapacitado,
ya sabes.
Bianca sonrió. —Tu mamá dice que has sido terco, así que voy a hacerme
cargo ahora. No discutas. Necesitas tomarlo con calma.
Llevó su gran brazo alrededor de ella y la apretó. —Si así es como te
haces cargo entonces no voy a discutir. —Ella se rio, acomodándose contra su
cálido cuerpo duro. Todavía no tenía ni idea de cómo se resolverían las cosas
para ellos, increíblemente se sentía más segura de lo que le había dicho a su
madre y su abuela por teléfono antes. Mientras estuviera con Gio estaría bien.
Este día había comenzado tan horriblemente mal y ahora casi no podía
creer lo perfecto que había salido todo.

***

Llamar a Félix había sido la mejor decisión de la vida de Gio. No era sólo
Bianca de vuelta en su vida para siempre, empezarían con la demolición de lo
que quedaba del viejo gimnasio tan pronto como la investigación hubiera
terminado y lo reconstruirían desde cero. 213
Los chicos no podría haber estado más felices, pero ninguno más que
Gio. Gio les dijo que conseguiría todos sus nombres con el título tan pronto
como fuera posible. Félix iba a hacer todo lo posible para hacer que esto vaya
rápido y tenerlos de vuelta en el negocio en poco tiempo. Él podría ser la
relación-retadora, pero realmente era leal a la 5th Street y siempre lo había sido.
Como prometió, resolvió algo y mientras que su nueva instalación no era
tan glamorosa como la que Félix podría ofrecerle a Bianca, eran felices. Eso es
todo lo que importaba. Ya estaba trabajando en algo más grande y mejor, pero
por ahora esto funcionó para todos y tendría que hacerlo.
—¿Qué piensas? —Gio presionó el botón de apagar la televisión, con el
control en el dormitorio, cuando Bianca entró usando una bata y una toalla en
la cabeza.
Cerró la puerta tras de sí. —Un cuarto de baño para cuatro personas va a
ser interesante, pero creo que nos la arreglaremos.
Gio la atrajo hacia él tan pronto como estuvo lo suficientemente cerca, y
ella dejó caer la ropa que llevaba en la cama. —Noah y Roni dijeron que
estamos invitados a vivir aquí todo el tiempo que necesitemos, pero te prometo
que es sólo hasta que el 5th Street está en marcha y funcionando de nuevo.
Con Noah sin un sueldo hasta que 5th Street se pusiera en marcha de
nuevo, Gio utilizaría parte del dinero del seguro para pagar el alquiler y
ayudarlos con los servicios públicos. Noah le había asegurado que él y Roni
estaría bien con su sueldo y lo que tenían de ahorros. Se había negado a tomar
el dinero de Gio al principio, pero Gio insistió.
Deslizó la mano por debajo de la bata, excitándolo de inmediato con su
desnudez suave y cálida. —La única cosa que tienes que prometerme —Bianca
tenía los ojos de sirena sexy mirándolo y a Gio le encantaba—, es que donde
sea que termine, siempre estaré contigo.
Gio se recostó en la cama llevándosela con él. Ella rio a carcajadas
cuando cayó encima.
—Lo prometo —susurró, deslizando la lengua en su boca, y abriendo su
bata—. Estás conmigo para siempre ahora. —Chico, quería decir eso. No creía
que pudiera pasar un día sin ella—. Te amo, Bianca.
—Yo también te amo, Gio. —Chupó su lengua antes de que retrocediera
y lo miró profundamente a los ojos—. Dios, Te amo.

214
Epílogo
No es que Bianca no quisiera vivir con Roni y Noah más, pero la otra
habitación de invitados era su oficina ahora. Incluso aunque Roni le aseguró
que durante los primeros meses el bebé dormiría en su dormitorio en una cuna,
Bianca sabía que Roni debía de estar ansiosa por comenzar a decorar el cuarto
del bebé.
Así que estaba emocionada cuando la madre de Gio le habló sobre el
apartamento de encima del garaje de un amigo que estaba disponible y era muy
asequible.
Ella se puso en la cima de las escaleras mientras los chicos sacaban el
último de sus muebles hacia las escaleras. Volviendo la mirada hacia el
pequeño apartamento, sabía que esto estaba lejos de la glamurosa vida que
habría llevado si se hubiera quedado con Félix. Pero incluso tan humilde como 215
sería su vida en adelante, Bianca no podía imaginarse sintiéndose más feliz de
lo que era ahora.
Gio le aseguró que las cosas mejorarían una vez que todo empezara a
funcionar con el nuevo gimnasio, pero a Bianca ni siquiera le importaba. Con el
dinero que él estaba ganando ya, ella podía darse el lujo de no trabajar e ir a la
escuela a tiempo completo. Pronto sería una profesora para alumnos con
discapacidad auditiva. Algo que había querido ser desde que era una niña, y
más importante, estaba con Gio todos los días. Su vida no podía ser más
perfecta.
Volvió a entrar en el apartamento, en donde Nellie y Roni estaban
ayudándola a desempacar las pocas cajas que ella y Gio habían traído de casa
de su abuela justo la semana pasada. En los pocos meses que ella y Gio habían
vivido con Noah y Roni, Bianca había llegado a ser muy cercana a ambas. Era
difícil creer que esas dos fueran ocho años mayores que ella. Se sentía más en
sintonía con ellas que con cualquiera de las amigas que había tenido en la
escuela secundaria.
—¿Dónde quieres esto, nena?
Bianca se giró hacia Gio y Abel, quienes sostenían la mesa de madera que
su padre había construido cuando era niña. Se suponía que era un escritorio,
pero era tan grande y robusto que Bianca pensó que sería la mesa de cocina
perfecta. Su comedor era lo suficientemente grande.
—Por allí. —Señaló hacia la zona de la cocina en la que estaban Roni y
Nellie.
Héctor y Noah entraron llevando las últimas cajas. Héctor dejó la suya en
el suelo, mirando dentro, luego girándose hacia Bianca. —¿Juegas al ajedrez?
—Ha pasado un tiempo, pero solía ser bastante buena.
—Deberías jugar con Héctor alguna vez —dijo Gio, envolviendo su brazo
alrededor de su cintura desde atrás—. Pero tengo que advertirte. —Se detuvo
para besar un lado de su rostro—. A menos que estés como en un nivel de
genio, probablemente te dará una paliza. —Gio chasqueó la lengua—. Un
desperdicio total.
—Sí, sí. —Héctor rodó los ojos—. Hazme saber si alguna vez quieres
jugar. Siempre podría enseñarte algunos trucos. —Volvió su atención a Gio—.
¿Hemos acabado aquí?
—¿Por qué? —preguntó Abel—. ¿Tienes una cita o algo?
Héctor hizo rebotar las cejas con una sonrisa sexy que recordaba a la de
su hermano mayor. Ambos se parecían tanto que era raro. Gio se rio. —Sí,
gracias por ayudarnos, hombre. Hemos acabado. —Uno por uno, les dieron las
gracias mientras salían. Bianca cerró la puerta después de que los últimos, Roni
y Noah, se marcharan. Cuando se dio la vuelta, Gio la inmovilizó contra la
puerta y la besó suavemente, luego se apartó. —Ahora que tenemos nuestro
propio lugar, ¿qué te parece si vamos a Las Vegas y nos casamos? 216
La boca de Bianca se abrió de par en par mientras lo miraba fijamente. —
Oh, Dios mío. Tu madre dijo que harías esto. Te conoce como la palma de su
mano.
La cabeza de Gio cayó. —Ella se adelantó, ¿eh? Maldición. Debería
haberlo sabido. —Levantó una ceja—. Déjame adivinar. Te hizo prometer que
no nos fugaríamos.
Bianca inclinó la cabeza hacia un lado. —En realidad no es lo que quiero
hacer. —Su expresión cayó, haciendo que ella tomara su rostro y le besara—.
Quiero casarme. Es solo que no quiero fugarme. Quiero que mi madre y mi
abuela estén allí. Y no necesito una gran recepción, pero me gustaría un poco de
algo. ¿No quieres a todos tus amigos allí?
Gio le dedicó esa sonrisa que hacía que sus vibrantes ojos verdes casi
brillaran. —Eso es un sí; te casarás conmigo, cuando podamos hacerlo en donde
tú quieras.
—Sí —susurró ella, asombrada de cómo las mariposas nunca se detenían
cuando estaba alrededor de él.
Él la levantó tan de repente que chilló y los dos se rieron. Envolvió las
piernas alrededor de su cintura, besándole salvajemente, como hacía alguna vez
casi solamente en privado. —Vamos a acostumbrarnos a nuestra nueva
habitación.
Bianca sonrió para sus adentros mientras Gio seguía caminando. Gio
tenía esta cosa acerca de lo inocente que parecía ella comparada con la mayoría
de las chicas. Estaba de acuerdo, pero eso no significaba que no le gustara ser
arriesgada mientras Gio estuviera bien con ello. Y hasta ahora lo había estado.
Esta no sería la primera vez que lo harían en su apartamento. Hace
apenas unos días, cuando comenzaron a mover las cosas más pequeñas, habían
sabido que los chicos estarían allí en cualquiera minuto y la puerta principal
estaba desbloqueada. Lo habían hecho en la encimera de la cocina. No era tan
arriesgado como un baño público para hombres, pero había sido muy caliente.
Bianca apenas podía esperar para hacerlo en el resto del apartamento,
incluyendo las escaleras de afuera.

Fin
217
Agradecimientos
Lo hago cada vez, pero tengo que darle las gracias a mi maravilloso
esposo Mark y a mis dos adolescentes, Mark y Megan. Sin ustedes nada de esto
sería posible. No hay manera de que pudiera escribir tan rápido como lo hago,
si ustedes no estuvieran aquí haciendo todo. ¡Todos ustedes manejan el show
aquí en casa y les agradezco mucho por su comprensión y apoyo! ¡Estoy muy
bendecida de tenerlos y los amo!
También me siento muy afortunada por mis socias de crítica y los nuevos
amigos que he conocido a lo largo de este viaje. Así que tengo que agradecer a
mis dos maravillosas socias de crítica, Tammara Webber, y mi nueva
compañera, que juro que soy muy fanática de esta chica, Abbi Glines. Gracias a
las dos por su aportación y sugerencias. Sus comentarios y críticas son honestos
pero muy constructivos, siempre impecables y muy apreciados. No sólo tengo a
estas dos escritoras con talento excepcional ayudándome a hacer mis historias,
aún mejor, ¡me pongo a leer sus historias antes de que se hayan publicado! ¡Qué
alguien me pellizque!
Los lectores beta son increíblemente importantes y valiosos para una 218
historia. Es gracias a ellos que algunas cosas se atenúan en gran medida, se
añade la descripción necesaria y algunas escenas son puestas todas juntas. Soy
muy afortunada de tener 3 betas ahora que son demonios de lectura rápida.
Consiguen el manuscrito ¡y en horas ya estoy recibiendo comentarios! Ustedes
tres, Judy DeVries, Dawn Winter y mi más reciente incorporada, Theresa (ojos
de águila) Wegand, son una gran ayuda para mí ¡y les doy las gracias desde el
fondo de mi corazón!
Gracias a mi editora, Stephanie Lott, alias bibliófilo, por todo el trabajo
duro y el esfuerzo que pones en mis historias. Al mismo tiempo que las creo
con prisa y descuidadamente, sé que son toscas cuando llegan a tus manos,
Siempre me siento un poco mal cuando recibo la edición mala y los aspectos
destacados son infinitos, LOL =/ ¡Eres muy valiosa!
Por último, pero no menos importante, como siempre me gustaría darle
las gracias a mis lectores, que muchos también son bloggers, por todo el apoyo
y entusiasmo por mis libros. Es por ustedes que me levanto cada mañana y
prendo la computadora con una sonrisa. Gracias por su continua lealtad,
maravillosos correos electrónicos, mensajes privados, publicaciones y tweets
¡Manténganlos llegando! ¡Me encanta saber de ustedes! <3
Héctor
Un Donjuán —jaque.
Arrogante —jaque.
Peligroso —jaque mate.
Mantenerse lejos de él era sin duda lo más sensato.
¿El problema? Ella no sólo se sentía atraída por él;
estaba completamente hipnotizada…
Charlotte Brennan no es ajena al dolor y a la
mortificación. Su pasado está lleno de ambos. Así
que cuando el asombroso e increíblemente intenso
Héctor Ayala, literalmente salta dentro de la vida
de Charlee, sus muros inmediatamente se
levantan. Bajar la guardia y compartir su pasado y
su secreto más profundo no va a suceder. Charlee
no está buscando que su corazón se destroce otra 219
vez. Sin embargo, su fuerza de voluntad ha demostrado que no puede competir
con la fascinante atracción de Héctor.
La culpa es una emoción profunda con la que tratar y nadie lo sabe mejor que
Héctor. Así que cuando tiene la oportunidad de recompensar la indiscreción
pasada que ha estado carcomiéndolo durante meses, la aprovecha. Si lo hace,
eso significa que tendrá que renunciar a perseguir a Charlee, la única chica que
lo ha fascinado. Pero su incapacidad para explicar por qué nunca podrían estar
juntos, lo deja sintiendo un nuevo tipo de culpa —la culpa de saber que sin
quererlo le está rompiendo el corazón.
Sobre la Autora
Elizabeth Reyes es también autora de la serie The
Moreno Brothers. Por su biografía completa e
información, extractos, teasers de sus otros libros, visita
su sitio web en: www.ElizabethReyes.com

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