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El Erizo y La Serpiente

« La tolérance est la charité de l'intelligence. »

« Souvent, la tombe contient sans le savoir


deux coeurs dans un seul cercueil. »

Alphonse de Lamartine

Imagine estar en medio del encierro. La condición del contacto en vez de

satisfactoria se hace cada vez más tensa. Piense, cada vez que se acercan a eso

que comúnmente conocemos espacio personal, su cuerpo se tensiona y siente, si

lo tocaran, no podría articular la parte que fue afectada, hasta que un baño con

mucha agua y jabón le regresara la movilidad.

Ahora imagine que vive con una persona, o varias, no por gusto, sino porque las

condiciones específicas de la vida obligan a las personas, a vivir en grupos que

muchas veces no son elección propia. Piense que está en medio de la tranquilidad

de algunos conocidos, que le hacen compañía durante un confinamiento, quizá,

un toque de queda, una pandemia, cualquier situación de encierro funciona.

Luego de ubicarse en el espacio que su mente prefiera, piense que de un momento

a otro su cuerpo cambia, como si se despertase un día con una imposibilidad de

contacto que usted no comprende. A lo cual muchos reflexionarán, es normal que

no se quiera ser tocado, hace parte de un límite que culturalmente hemos

construido. Parece natural tener una distancia prudente con sujetos aledaños.
Pero recuerde, Usted está ahora en modalidad hipersensible, de modo que; cada

vez que se encuentra con una persona a tan solo dos pasos, siente una irradiación

que le afecta y le tensiona su cuerpo. Usted prudentemente disimula su

hipersensibilidad y trata de alejarse otro paso, discreto pero seguro de que esa

distancia prudente le dará confianza comunicativa, sea cual fuese en la que Usted

se encuentre con esa otra persona.

El tiempo transcurre, las interacciones con las personas del entorno parecen

desenvolverse con satisfacción, hay risas e incluso similitudes anecdóticas que

permiten un acercamiento digamos, emocional. Sin embargo, hay momentos en

que esa risa se vuelve peligrosa, empieza a notar que algunas personas necesitan

en demasía el cuerpo para reafirmar el gesto de la risa. De alguna manera estas,

aletean con las manos para buscar un apoyo innecesario, según usted, en algún

cuerpo sólido. Lo terrible es que en aquel momento Usted está cerca, siente

infelizmente esa tensión en el hombro, su cuerpo no sabe cómo responder, o tal

vez sí, con una sonrisa nerviosamente desesperada que muestra una angustia que

Usted no comprende. La otra persona no lo nota y Usted se siente aliviado, porque

mal que bien, se encuentran habitando un mismo espacio. Comentar este tipo de

comportamiento tal vez podría alterar la armonía del lugar, al menos eso cree

usted.

Cada vez se hace más penosa la hipersensibilidad, porque llega un momento del

somatismo extremo en el que Usted se encuentra, donde se bloquea incluso la


posibilidad de escuchar. Eventualmente, no es que pierda la sensibilidad auditiva,

sino que Usted no soporta el sonido que emite la otra persona, sea porque ha

escuchado siempre las mismas anécdotas, sea porque el tono de voz y su timbre

se descubrieron desesperantes o, sea porque esa sensación de radiación se ha

estilizado y Usted se empieza a dar cuenta que, cualquier cosa proveniente de esa

otra persona, generará un malestar implicando un ritual de baño extremo

póstumo.

Aún más dramático, llega el momento en que Usted está usando, tal vez su vaso

favorito, o tiene unos cubiertos o incluso un lugar dentro del espacio en que

habitan, el cual Usted considera como propio. De pronto, como si se hubiese

estipulado por una autoridad mayor, esa persona usa sus espacios, sus utensilios

e incluso imita sus maneras. En ese momento, Usted comprende, que no debería

existir inconveniente, porque esos objetos pertenecen al lugar que habitan; el

hecho que Usted los use no significa que sean suyos. Pero sabe bien Usted que

eran parte de sí, porque nadie más los había tenido en cuenta antes. Luego, Usted

los ve mancillados por otra persona, aún más cuando ve sus propias maneras en

ese otro sujeto. Entonces decide replegarse.

Esas extensiones de su cuerpo se afectan también por la hipersensibilidad, nota

que, si la otra persona usa algo que Usted consideraba propio, Usted busca otra

alternativa para sobrevivir al espacio que aún queda libre del contacto de esa otra

persona. Cada vez se verá más arrinconado, puesto que la otra persona no tiene
idea el hecho de su extraño poder padecido secretamente. Piensa Usted poseer

un poder, porque poco a poco se le ha agudizado la percepción. Comprende Usted

las costumbres de la otra persona, como el hecho de cuándo se levanta o se

duerme, o en qué momentos merodea en un espacio en el que Usted quisiera estar,

pero Usted no se atreve a estar allí porque teme tan siquiera escuchar las extrañas

locuciones emitidas de ese otro sujeto. Se da cuenta incluso, del sonido de sus

pasos y alcanza a distinguirlos de otras personas que puedan habitar el lugar. Lo

que a Usted le parece incomprensible es, que esa hipersensibilidad se ensañe con

una persona en particular y no sea distribuida paradójicamente justa, con el resto

del mundo. Si alguien supiera de su poder, ahora Usted tendría una debilidad.

Se logra habituar a los comportamientos de la otra persona, sabe entonces cuando

estar en el momento, en que el otro cuerpo no está, como una especie de antítesis.

Su tranquilidad regresa y la cotidianidad transcurre, tal vez, normalmente. Hasta

un día el cual, situado en esa tranquilidad de un espacio que logró rescatar como

suyo; de imprevisto aparece esa persona, no comprende cómo se ha percatado

aquello de que Usted ha habitado ese espacio, esa persona lo saluda amablemente,

Usted persiste con los protocolos sociales, pero esta persona empieza a

sobreponerse en su parloteo, momentáneamente su cuerpo, el suyo, se va

tensionando al punto de percibir las vibraciones, siente cómo el otro cuerpo en un

gesto de amabilidad va extendiendo una mano en caída libre hacia su hombro,

Usted solo mira ese extraño rostro gesticulando, percibe agudamente cómo se va
acercando esa otra existencia sobre la suya. Siente el tacto, su cuerpo se bloquea,

sus neuronas y el sudor frío le generan un grito que opaca toda la situación: ¡NO

ME TOQUE! Su cuerpo se dilata, Usted siente una tranquilidad aún mayor de la

conquistada en su limitado espacio privado. La otra persona solo se retira dos

pasos, asimila el grito, parece comprender lo molesta que ha sido siempre. Piensa

entonces Usted, que no le molestara el resto del encierro. Luego del grito le ha

explicado el porqué de esa reacción, siente Usted que en medio de la civilidad se

supone tienen, puede habitar de nuevo en normalidad. Esa noche logra conciliar

el sueño tranquilamente, no obstante, súbitamente en la madrugada despierta con

el siguiente pensamiento: ahora esa esa persona sabe su secreto.

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