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José María Arguedas, Precursor de la Interculturalidad en el Perú

Fredy Morales Gutiérrez


Departamento Académico de Lenguas y Literatura
Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga (Perú)
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INTERCULTURAL EDUCATION IN PERU
Resumen

José María Arguedas fue un escritor, etnólogo, antropólogo y profesor peruano cuyo prolífico

trabajo presenta el problema de la confrontación cultural, educativa y económica entre los

indígenas y los terratenientes en el siglo XX. Con ese fin, en sus obras ha visibilizado la

interculturalidad conflictiva, que mediante su fuerza literaria evidenció el sufrimiento indígena.

Ante esta realidad conflictiva, también planteó alternativas en el campo de la educación peruana,

que permitan superar las peripecias de los indígenas. El indigenista peruano no solo resaltó la

confrontación, sino pretendió demostrar la realidad de los indígenas, quienes no tenían

valoración étnica ni lingüística. Así, Arguedas, fue el medio de diálogo entre los indígenas y sus

explotadores, en el marco de la interculturalidad como proyecto.

Palabras clave: educación intercultural, educación indígena, los derechos lingüísticos

Abstract

Jose Maria Arguedas is a Peruvian-born writer, anthropologist, ethnologist and professor whose

worked portrayed the cultural, economic and educational issues that divided indigenous people

and landowners in the 20th century. His prolific literary work gave voice to the conflicted

intercultural relations of indigenous Peruvian groups while, at the same time, provided solutions

to overcome historic divisive challenges. His advocacy to the cause of indigenous groups not

only depicted racial inequalities, but demonstrated the reality of native-Peruvian indigenous

groups whose language and ethnicity were greatly devalued. Thus, Arguedas’ work served as a

necessary dialogue between indigenous people and their conquerors, amidst an intercultural

framework.

Keywords: intercultural education, indigenous education, language rights


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José María Arguedas, Precursor de la Interculturalidad en el Perú

El Recuerdo Del Centenario y el Camino de la Interculturalidad

La emoción del festejo del centenario del nacimiento del escritor José María Arguedas

(1911) ha sido estrechamente relacionada con aspectos de su vida que han trazado líneas de

acción en el mundo intercultural del Perú. En un contexto –mediados del siglo XX– donde las

discusiones académicas y culturales sobre interculturalidad no eran consideradas en el Perú,

Arguedas tuvo la capacidad de promover una convivencia entre los hombres que no tenían

acceso a la vida nacional. Por eso, la vida de Arguedas fue controversial para el mundo

académico de su época, y continúa provocando ideas disímiles respecto de su trabajo. Así

mismo, para el mundo intelectual es indiscutible y provocador que sigamos escribiendo sobre

Arguedas.

Los aportes de Arguedas para objetivar la interculturalidad en el Perú, a pesar de sus

conflictos personales, han sido muy valiosos. Sobre esa base opina Losada cuando destaca que

Arguedas tuvo la intención de mostrar, a través de la escritura, todas las jerarquías existentes en

el Perú, con todo lo que tiene de promesa y todo lo que tiene de lastre: “Es más, quería reflejar a

su pueblo, combatiendo, enrolado en dos tendencias opuestas” (Losada, 1976, p. 39). Esas

tendencias son las que, desde la invasión, se han confrontado en el Perú: entre indígenas y los no

indígenas. Así mismo, en una compilación testimonial de Arguedas (Morote, 1989), se observa

las intenciones sublimes del autor de “Yawar Fiesta”. Esas ideas de mostrar la realidad de aquel

entonces, hasta cierto punto deprimente, se manifiesta cuando narra su experiencia en el colegio

San Luis Gonzaga de Ica:

El secretario del colegio era un señor de apellido ilustre, el señor Bolívar, que tenía una

presencia muy despótica, porque entonces el Perú estaba muy dividido. Los serranos
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éramos considerados por los costeños como gente un poco bárbara y lo éramos en el buen

sentido, no en el sentido que ellos pensaban (…) (p. 22).

A pesar de esa experiencia, ante los ojos humanos tenía que vivir como indígena para

recién ser considerado como representante pleno del indigenismo. Por eso, su vida apasionada

con los indígenas le permitió compartir el espíritu solidario, el amor a la tierra, a las tradiciones,

la cultura en general para identificarse auténticamente con las raíces andinas, como cuando

expresa: “Aquí, en estas zonas, yo pude sentir las dos fuerzas” (ob. cit., p. 19). Esas fuerzas a las

que se refiere, con intensidad, son el indígena y el “blanco”. Dentro de esa vida andina que fue

recorriendo paulatinamente, en lugar de haber sido el sostén de una vida mucho más apacible,

Arguedas la fue convirtiendo en un mundo solitario de observación, reflexión y análisis con la

finalidad de ir buscando alguna alternativa que permita visibilizar el problema del hombre

andino. Entonces, fuera de ese ambiente, era imposible vivir objetivamente; es decir, desde el

mundo externo del indígena, era –tal vez– imposible expresar la vida auténtica indígena.

La interculturalidad de Arguedas es plenamente entendida hoy, ya que fue planteada desde

dos puntos de vista claramente definidos. Es decir, primero Arguedas nos mostró la

interculturalidad como realidad de hecho, que posteriormente fue sistematizada con ese nombre,

tal como lo hace Ansión (2007):

A primera vista, la interculturalidad es la relación entre culturas, pero decirlo de ese modo

constituye en realidad un atajo, un abuso del lenguaje. Mejor sería decir que la

interculturalidad es la relación entre gente que comparte culturas diferentes. De ese modo,

evitamos el riesgo de la esencialización de la cultura. El encuentro entre culturas no se

asemeja al encuentro entre entes corpóreos en el sentido que podrían dar a entender las

ambiguas nociones de mestizaje cultural o de hibridación cultural (p. 40).


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El Gran Conflicto de la Escritura y la Educación

La actual orientación de los discursos interculturales se circunscriben en lo ya mostrado

por Arguedas: el gran conflicto en la convivencia entre los peruanos, básicamente. En una

sociedad donde la desigualdad era cotidiana –actualmente continúa– era un imperativo que un

intelectual muy sensible como Arguedas haya sido capaz de visibilizar el contacto conflictivo

entre dos culturas (española y quechua), tal como destaca Escobar cuando se refiere al problema

de escribir enfrentando el bilingüismo. En ese sentido resalta la situación comunicativa de

expresarse en castellano, y las dificultades que también afrontaba de escoger el quechua como

vehículo de comunicación. Aquella vez, Arguedas mencionaba que los escritores de la costa

dominaban el castellano como lengua propia y la empleaban para expresar con ella lo más íntimo

y lo más secreto de sus anhelos expresivos. En cambio, el bilingüe andino no tenía la misma

capacidad para dominar el español como lengua materna. Por tanto, este juicio mostraba la

barrera, por ejemplo, entre escritores bilingües y los costeños. Además, esta visión evidencia los

conflictos personales e interculturales del autor de “Todas las sangres”. De esta manera, puso en

evidencia el problema para su discusión real a nivel educativo social, cultural, económico,

político, etc.; luego destacó los conflictos interculturales en el Perú. (Escobar, 1989). Sobre este

aspecto, Ansión (2007) destaca:

A lo largo de su historia, los grupos humanos producen y reproducen su cultura. Pero

ningún grupo está solo en el mundo. En la historia, se han ido produciendo

constantemente encuentros e influencias mutuas entre grupos con historias y culturas

diferentes. Estos encuentros generalmente no son fáciles: la historia humana está llena de

sonidos de batallas, de risas de vencedores y gritos trágicos de vencidos. Los encuentros

suelen ser también desencuentros. Esta constatación es primera. Por eso, no debe
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confundirse a la interculturalidad con un encuentro no conflictivo, ni obviar el hecho de

que el conflicto muchas veces ha sido violento y ha producido situaciones injustas de

opresión y explotación (p. 41).

En el campo educativo, la realidad fue dramática para el sector de los indígenas peruanos,

quienes no tenían el espacio de aprendizaje de la lectura y la escritura en su propia lengua, sino

que eran víctimas de la imposición cultural, que era una de las manifestaciones de la

discriminación en una sociedad que no tenía una visión integradora. Esta situación, que

profundizaremos en líneas posteriores, ha provocado la marginación y la frustración de la

mayoría de peruanos de la región andina que en lugar de motivarse hacia el mundo occidental,

fueron inducidos al odio y al resentimiento cultural, que en el futuro mediato condujeron a la

confrontación violenta. Además, la realidad multilingüe y pluricultural del Perú, actualmente,

obligó a los gobiernos peruanos a plantear propuestas pedagógicas en el marco de la Educación

Intercultural Bilingüe, basadas en la visión intercultural de JMA.

Indiscutiblemente, Arguedas fue el artífice de mostrar esa realidad tan conflictiva, que no

necesariamente tenía que estar enmarcada en la búsqueda lúcida de una comprensión mutua de

ambas partes –indígena y no indígena–, pero sí tenía la misión de sacar al indígena de la opresión

en la que se encontraba. Tal vez, en su momento, fue incomprendido por aquella gente que aún

estaba interesada en que los conflictos permanezcan ocultos de la visión general. Ese interés

pudiera haber sido motivada por que se siga oprimiendo económica, social y culturalmente al

indígena. Sin embargo, intelectuales como Gonzales (1991), aprecian los aportes de Arguedas,

así como el de Alegría, los dos grandes indigenistas peruanos. De ellos dice, conmemorando el

cincuentenario de “La serpiente de oro” y “Agua”:


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Sirva el cincuentenario para tornar más equilibrada la valoración crítica de quienes

coincidieron en la tarea de ir más allá del indigenismo al uso: teniendo como eje la

cultura andina, testimoniaron el proceso de mestizaje del Perú, un proceso que ellos

querían basado en la integración, la justicia y el respeto de las tradiciones autóctonas (p.

262).

Así mismo, se destaca la labor de Arguedas como forjador de peruanidad (expresión que

se basa en Víctor Andrés Belaunde, Riva Agüero, y Porras Barrenechea). Igualmente refiere que

desde la imagen del pequeño caserío andino hasta el complejo mural de “Todas las sangres”,

Arguedas construyó la heterogeneidad nacional, que soñó armónico y sustentado en “Los ríos

profundos” de lo autóctono. También es inapelable la acción de Arguedas en el proceso de la

formación de la identidad y su capacidad de asimilación creadora, que Gonzales lo resalta como

superación del mero regionalismo en beneficio de una significación nacional y mundial. Por

tanto, Arguedas abarcó gran parte del trabajo intelectual para poner en relieve la lengua y la

cultura quechuas (Gonzales, 1991). Así, Cornejo destaca que Arguedas utilizó el lenguaje para

mostrarnos la realidad de conflicto: “Esto es así, sin duda, como por lo demás sucede en toda

gran literatura, pero para Arguedas el lenguaje o es revelador de la realidad, de su sentido, o no

es nada” (Cornejo, 1973, p. 23). Igualmente, Cornejo destaca la vida misma de Arguedas como

un hombre caracterizado, identificado y vivido como indígena:

Arguedas fue, pues, un niño que quiso convertirse en mak´tillo; que lo fue en realidad, en

más de un aspecto: su primera lengua fue el quechua, sus juegos y cantos fueron los de

los indios, sus creencias básicas se formaron al igual que las del cualquier niño indio y se

mantuvieron vigentes hasta el final. De aquí se desprende que la opción de Arguedas en

favor del indio (que se manifiesta en el signo positivo que marca su infancia en cuanto
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fue entonces que compartió la vida de los indios) determine en la plasmación de su obra

un claro compromiso con ese sector”. (p. 42)

Medios de Expresión Arguedianos

Este trabajo basado en la lengua, la literatura, la música, las costumbres que debían

basarse en una identidad no única, sino en múltiples: “(…) quiero insistir en que, si bien en todo

momento hay, entre los componentes de la identidad de una persona, una determinada jerarquía,

ésta no es inmutable, sino que cambia con el tiempo y modifica profundamente los

comportamientos” (Maalouf, 1999, p. 24).

Actualmente, los discursos políticos están orientados a la inclusión social en muchos

sectores sociales, y principalmente en la educación, tal como pretendió Arguedas en los años 50

del siglo XX, cuando los peruanos disfrutaban de un crecimiento económico, pero que ese

crecimiento –pareciera que estamos hablando del presente– no beneficiaba a la gran mayoría.

Entonces, existía una gran disconformidad entre aquellos que disfrutaban del auge económico y

los otros que no tenían la oportunidad del beneficio, como manifiesta Losada (1976):

Este será el primer elemento que incorpore Arguedas a su obra: una burguesía urbana de

abogados, ingenieros, parlamentarios, jueces y funcionarios que, por sobre la pugna

tradicional de los partidos, ´convive´ con el gobierno, ejerce de intermediaria y se

beneficia de la creciente inversión de las grandes compañías extranjeras que serán las que

realmente dispongan del país (p. 41).

Esos hechos históricos están estrechamente relacionados con el proceso de

transformación social, económica y cultural del Perú, porque como consecuencia de este

fenómeno de crecimiento, se fue originando otro problema: la migración del campo a la ciudad.

Este hecho trajo los problemas de convivencia del campesino con el hombre citadino. Además,
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los problemas de desigualdad se fueron acentuando, y necesariamente tenía que salir alguien a

evidenciar estos acontecimientos, porque eran tan reales que no se podían disimular ni

invisibilizar. Por tanto, el papel protagónico de Arguedas –desde mi punto de vista– fue

irreprochable, por ejemplo, en literatura, tal como afirma Lévano (1969), a pesar de las

transformaciones sociales, políticas y económicas, el problema de la explotación continúa:

En el sentido de estos planteamientos ha marchado la historia de nuestro país, de la

nacionalidad peruana. En ese sentido opera la creación literaria de Arguedas, por los

medios mágicos de la palabra. En una época en que el feudalismo queda definitivamente

cancelado, en que se instalan por todas partes las tiendas nuevas del capitalismo, no cabe

duda que el proceso de fusión y lucha, de protesta y ternura, encontrará manifestaciones

distintas a las reflejadas poéticamente por Arguedas. Los Arguedas de mañana hablarán

de la tragedia y el heroísmo del pueblo ya no entre las altas cumbres y los abismos

cósmicos, sino, en el socavón o el tajo abierto de los minerales, probablemente en la

jungla de concreto y plexiglás, en el inmenso desierto de la alienación capitalista (p. 26).

Esa realidad de explotación se ha trasladado a las ciudades donde los trabajadores ya no

son sólo campesinos ni indígenas, sino obreros, empleados, subempleados, trabajadores de los

servis, que están siendo explotados inmisericordemente. Por eso, Lévano destaca que las voces

de Arguedas seguirán repitiendo los problemas que pareciera que ya fueron superados. Por ello,

estos hechos, nos obligan a hablar de una interculturalidad de hecho estrechamente ligado a los

problemas de explotación, y por ende, a los problemas de lucha de clases, que si evitáramos de

expresar esa realidad, estaríamos soslayando uno de los factores trascendentes y definitivos de

una futura convivencia.


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Por otro lado, estos hechos son tan objetivos que no se pueden dejar de hablar de la

interacción problemática entre los peruanos, y que tampoco se pueden dejar de hablar de la

realidad tan desigual que se vivió y se sigue viviendo. Es decir, las desigualdades sociales no se

pueden disimular ni olvidar en el mundo actual, porque de lo contrario, los discursos de

interculturalidad estarían disimulando y ocultando sospechosamente una realidad irreprochable.

En este sentido: “La propuesta intercultural no puede ser, en ningún caso, un recurso para ocultar

las gigantescas desigualdades económicas. Por el contrario, que se vayan reduciendo las

escandalosas diferencias sociales constituye una condición para la expansión plena de una

convivencia intercultural pacífica” (Ansión, 2007, p. 7).

En este contexto, la interculturalidad se mueve entre dos extremos: “(…) la retórica bien

pensante y la lucha por una sociedad y una educación más justas y menos discriminatorias”

(Besalú, 2002 p. 43). Esta orientación es la que guió la acción de Arguedas al plantear el

problema de un contacto cultural bastante conflictivo en el que se imponía la cultura hispana

sobre la indígena. Así, las intenciones de nuestro escritor siempre han sido buscar la práctica de

una convivencia justa entre ambas culturas, donde no haya discriminación ni explotación al

hombre perteneciente a la cultura invadida. Además, Besalú, relacionando la educación y el

estudio de la sociedad con más amplitud, analiza con las mismas intenciones arguedianas, para

no ocultar los problemas de confrontación social.

También los discursos interculturales no solo están orientados a los más pobres, sino

deben ser practicados por todos los integrantes de la sociedad. En este contexto, nuestro escritor

se enarboló como el portavoz de los indígenas. Claro que no tuvo ninguna autorización explícita

de la masa indígena, porque en ese momento –ni ahora– se tuvo una organización indígena capaz

de organizar algo significativo para plantear los problemas y colocar en la mesa de los diálogos
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académicos, culturales o indígenas. Por tanto, Arguedas fue capaz de encabezar esta causa, que

no fue un aprovechamiento personal, como lo hacen los grandes académicos o los teóricos

peruanos y extranjeros de la interculturalidad, sino lo de Arguedas fue una causa para situar el

problema de la interculturalidad, de las desigualdades en la agenda nacional.

Así mismo, la interculturalidad como proyecto fue defendida por Arguedas con el

entusiasmo de plantear la esperanza de la convivencia adecuada entre el hombre andino y el

hombre occidental. Aunque tal vez en esa intención fue acusado de romántico y utópico,

especialmente con la masa popular, y muy realista con la clase burguesa. En esa perspectiva, fue

incomprendido por los intelectuales de su época. Así, Vargas Llosa (1996) lo tildó de muy idílico

y utópico:

“(…) A partir de una experiencia profunda de la realidad india, y de sus inhibiciones,

deseos y nostalgias, Arguedas construyó un mundo original. (…) A partir de esta visión

suya de lo indio, Arguedas forjó una utopía arcaica, fundamento del dilema político que

fue una herida constante en su vida y, quizá, la clave de lo mejor (y también de lo peor que

escribió) (p. 30).

En esa actitud idílica o utópica, el mismo Arguedas se proclamaba y decía dirigiéndose a

los jóvenes de la Universidad Federico Villarreal: “(…) Nunca más he perdido la fe en el ser

humano, les quiero decir esto porque a través de todo lo que he escrito, no he hecho más que

expresar estas impresiones de la infancia y de la adolescencia” (Morote, 1989. p. 22). Esa

esperanza de seguir proclamando sus ideas de consideración al indígena, motivaron que se

discuta sobre el problema del indígena, como lo hizo Mariátegui en su momento. Posteriormente,

Arguedas siguió expresando que el indígena no debiera sentirse menos que el otro, porque al
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final de cuentas, estaban en una lucha por sobrevivir. En ese sentido, Arguedas intentaba

encauzarles a la automotivación y el desarrollo personal y colectivo de la autoestima:

Yo me he decidido por el concepto de que el serrano es más bien superior porque es más

fuerte, descendiente de los incas y entonces se encierra en sí mismo. Muchos serranos han

fracasado, se han frustrado, porque se han metido dentro de esta caparazón y no ha

habido intercambio entre ellos y la gente de la costa. En la universidad me ocurrió lo

mismo; los estudiantes de mi generación, que ahora son personajes importantes, vieron en

mí a una persona que les traía algo que ellos no conocían y me miraron con mucho

respeto, consideración y afecto” (ob. cit, p. 23).

La Interculturalidad Como Proyecto

Esa orientación intercultural como proyecto siempre fue incentivándose en las

expresiones literarias, intelectuales y antropológicas de Arguedas. Por eso, sin ningún

aspaviento, criticaba a las potencias, así como mostraba sus esperanzas para que la gente

indígena viva dentro de un contexto intercultural de hecho, pero en una interrelación objetiva, y

no hipócrita e invisibilizada. Por eso, Arguedas al final de sus días expresaba (Bravo y otros,

1985):

Siento algún temor al mismo tiempo que una gran esperanza. Los poderes que dirigen a

los países monstruos, especialmente a los Estados Unidos, que, a su vez, disponen del

destino de los países pequeños y de toda la gente, serán transformados. Y quizá haya para

el hombre en algún tiempo la felicidad. El dolor existirá para hacer posible que la

felicidad sea reconocida, vivida y convertida en fuente de infinito y triunfal aliento.

Perdón y adiós. Que Celia y Sybila me perdonen (p. 24).


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Por su parte, el Premio Nobel de Literatura de 2010, Mario Vargas Llosa continuó con su

crítica respecto de la postura arguediana, por el supuesto de quien tenga que hablar del mundo

andino tendría que ser netamente indígena. Sin embargo, hasta la actualidad –en el mundo

académico– aún no hay consensos para delimitar y conceptuar adecuadamente al indígena. Y

sobre esa definición controversial, la vida de Arguedas era muy identificada con el mundo

andino, que no necesitaba de vestirse, de vivir ni de ufanarse de ser indígena, porque sus ideas,

acciones y sus aportes fueron trascendentes para el mundo indígena no sólo del Perú, sino de

toda América. Lamentablemente, al verse superado en sus intenciones no le quedó otra que

quitarse la vida.

En ese contexto, el legado de Arguedas queda perenne, porque sobre todo el trabajo

literario, antropológico y educativo se sigue estudiando y trabajando. La influencia de esa línea

intercultural hoy es considerada en el ámbito pedagógico. En un contexto lingüístico y cultural

como el peruano se hace más evidente debido a que es imperiosa la necesidad de actuar en las

aulas teniendo en cuenta la diversidad, mediante el conocimiento del contexto social en el que se

realiza la educación, para diferenciar las costumbres y los valores de cada región, porque esta

diversidad de creencias perfila el modo de ser de cada persona. Conocer esta realidad es un arma

importante para el educador. De lo contrario, el fracaso intelectual de los niños andinos

continuaría marcando la pauta de la educación peruana. Además, se continuaría incidiendo en la

desigualdad social, cultural y económica de nuestros pueblos. Esa realidad fue cruda y

humillante para nuestros pueblos andinos, que motivó la lucha continua de parte de Arguedas.

Arguedas, Precursor de la Interculturalidad en la Educación

En la línea de los aportes arguedianos al estudio lingüístico relacionado a la educación,

destacamos sus reflexiones en favor del niño andino y del futuro ciudadano andino del Perú.
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Arguedas (1986) quería evitar más fracasos y humillaciones en la educación en perjuicio del

hombre andino. Por eso decía que no se debe continuar con el Método de la Imposición que sólo

servía para humillar a los indígenas:

Con el sistema actual el indio aprende a leer el castellano en una forma similar a la que

me referí al decir que se puede aprender a leer el alemán sin llegar a conocer este idioma.

El indio aprende el mecanismo formal, externo de la lectura, pero sicológicamente no lee

el castellano, porque no es posible leer un idioma que no se conoce ni se habla (p. 40).

En oposición a este Método de Imposición, destacó los aportes de Mauricio Swadesh,

notable lingüista y etnólogo norteamericano, quien planteó el Método Cultural, que podríamos

decir, es el origen de los métodos de EBI o EIB, que se han aplicado en el Perú y en otros países

andinos, así como en México. Este método consistía en lo que Arguedas (1986) resaltaba:

Nosotros creemos que se debe castellanizar al indio y se le debe dar enseñanza de

acuerdo con el Método llamado Cultural. Ya dijimos que el primer paso para la

aplicación de esta forma de enseñanza es la alfabetización científica de la lengua kechua.

Convenido el alfabeto será necesario editar pequeños textos en kechua. Con estos

materiales se iniciaría la enseñanza de la lectura (p. 41).

También resalta que mediante este método, el niño o el adulto indígena aprenderán a leer

en su propia lengua, en contextos mucho más familiares a diferencia del Método Impositivo: “El

Método de la Imposición es de fuerza, ciego, cruel y humillante; fue aplicado siempre bajo el

supuesto de la superioridad de ciertas razas y culturas sobre otras”. (Arguedas, 1986, p. 44).

El mundo globalizado de hoy, requiere que sus habitantes estén plenamente convencidos

de sus culturas, sin que esto signifique la sobrevaloración ni el aislamiento. Más bien tiene que

asegurarse un pensamiento pleno de autenticidad para enfrentar una realidad absorbente que no
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diluya la historia de nuestros pueblos, sino los afiance con seguridad para incentivar un trabajo

mucho más entusiasta. Dentro de las ideas de competitividad es imprescindible que haya

seguridad colectiva respecto de su actuación frente a los demás. De lo contrario, seguiremos con

una mentalidad dependiente y subyugada frente a los que se sienten más dominadores. En este

sentido, Arguedas fue precursor de la autoestima cultural de nuestros pueblos. Por eso, siempre

incentivó que haya respeto a la minoría cultural, porque esa minoría sólo fue tal en un contexto

de desigualdad. Esa idea arguediana trascendió, por ejemplo, para que Alfaro (2008) exprese la

diferencia del multiculturalismo frente a la interculturalidad. Por el primero se entiende el

aspecto de resaltar que vivimos en una sociedad donde coexisten múltiples culturas. Por otro

lado, la interculturalidad donde las culturas interactúan:

Paralelamente al multiculturalismo en América Latina se produjo el concepto de

interculturalidad como un enfoque orientado a fomentar la integración de los pueblos

indígenas a la educación pública a partir de sus propias tradiciones culturales.

Actualmente, su uso se ha expandido a otros ámbitos, como el desarrollo, el derecho y la

salud. En todos los casos, el ideal de la interculturalidad, a diferencia del

multiculturalismo, se basa en una apuesta por integrar a las culturas y no reducirse a la

promoción del respeto entre ellas: incentivar el diálogo no solo la tolerancia (p. 208).

La Realidad Histórica del Perú

El Perú fue tan desigual –ahora también sigue siéndolo– que impedía a la gran mayoría

de peruanos de oportunidades de desarrollo individual y colectivo. Históricamente, los

gobernantes peruanos ignoraron a la gran masa de hombres de lengua y cultura diferente a la

dominante española. Esto motivó a un gran resentimiento cultural, que lamentablemente originó

la interculturalidad de hecho que hasta el momento seguimos viviendo.


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La vida de Arguedas fue intercultural desde cualquier punto de vista. Esas acciones

vitales fueron trascendentes para quienes lo hemos visto con mucha admiración. De esa manera,

la interculturalidad se fue manifestando con la objetividad y la rigurosidad que se fue

desarrollando. Sus prédicas interculturales no se quedaron solo en las teorías, sino se fueron

forjando en la práctica. Así valoró la música, la vida, las tradiciones del mundo andino, pero sin

desdeñar el aporte occidental ni los aportes científicos de otras ciencias. Es por eso que no buscó

aislamientos ni incentivó un enfrentamiento cultural entre las dos culturas, sino motivó la

práctica de respeto y colaboración entre las dos culturas. Además, en la práctica intercultural

arguediana, jamás se evidenció aprovechamiento cultural, económico ni de ningún otro tipo. Por

eso, su trayectoria es tan diáfana que transmite amor por lo nuestro y por nuestra cultura, a pesar

de que en aquellos tiempos no había ninguna acción de política de Estado, que haya incentivado

algún apoyo económico, como sí ahora existen instituciones: “El BID cuenta con una estrategia

de desarrollo indígena y una política operativa que plantean apoyar el desarrollo con identidad de

los pueblos indígenas” (Robles, citado por Zavala, 2007, p. 7). Así mismo, el gobierno peruano –

encabezado por Ollanta Humala– tiene la intención expresa de continuar apoyando estas políticas

desde hace un buen tiempo. Pero estas políticas de Estado, si no se integran con las personas

adecuadas, es posible que caigan en el fracaso y la frustración de una buena parte del Perú. Es

decir, se necesita trabajar con personas que se identifiquen y estén convencidas de los pasos a

seguir en la educación peruana intercultural, para que se abran las puertas del mundo globalizado

a los hombres del ande y a los hombres de la selva.

Finalmente, el intento de que la cultura andina prevalezca en el mundo actual, es tarea de

quienes practican cotidianamente. Esto es, que haya acciones interculturales donde se valoren los

aportes de las diferentes culturas en el ámbito universitario y citadino, para que las generaciones
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actuales y posteriores sepan valorar con mucho entusiasmo el pasado del Perú, y que esa

valoración no sea oportunista, sino trascienda hacia el mundo globalizado. Además, la vida de

Arguedas se perennice en la interculturalidad de hoy, para que de esa manera en cada momento

de la cotidianeidad peruana y mundial, se recuerde a Arguedas, aún cuando él se haya ido con la

supuesta derrota de no haber hecho nada: “Creo que mi vida ha dejado por entero de tener razón

de ser” (Bravo y otros, 1985, p. 28).

Conclusion

Arguedas fue un intelectual que luchó contra la desigualdad entre los peruanos. Así,

permitió colocar en la agenda de la discusión nacional el problema de las diferencias sociales,

culturales y económicas entre los peruanos. Y más entre aquella gente que habiendo sido dueña

de las tierras del Perú, fueron despojadas inmisericordemente. Sin embargo, este hecho no

significó ningún indicio de lucha confrontacional que haya conllevado a la liquidación de alguna

de las partes, sino que motivó la reflexión entre los peruanos para buscar un diálogo de las partes

comprometidas en la problemática. Aun cuando años después se haya encendido la llama del

enfrentamiento bélico que desangró a los peruanos.

En el campo de la educación, Arguedas trazó el sendero pedagógico que hoy se continúa

en el Perú. Es decir, una educación intercultural que rescate a los niños bilingües hacia la

educación formal del país, iniciando de la enseñanza de la lectura y la escritura en su propia

lengua. Antes de este planteamiento, en el Perú se había transgredido la educación de los

ciudadanos quechua-hablantes, al someterlos al aprendizaje de la alfabetización en una lengua

muy ajena a la suya. Así, por centurias se había provocado una larga tradición de frustración de

los peruanos hablantes del quechua, quienes no accedían fácilmente a la educación pública del

país.
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Lamentablemente, cuando estas grandes intenciones no merecieron la consideración

académica ni intelectual, Arguedas se sintió frustrado y fracasado. Este hecho le motivó a

quitarse la vida para acabar con el eterno sufrimiento que le fue marcando el haber vivido en el

Perú profundo, aquel Perú que muchos no conocen ni conocían. Sin embargo, su obra sigue

trazando las líneas guiadoras para el surgimiento del pensamiento peruano basado en la tradición

y la historia peruana.
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Referencias Bibliográficas

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