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Puesto que las alianzas estratégicas entre grandes empresas varían, según líneas

de producto, tecnología, mercado o país, podemos considerar que la nueva


estructura del sistema económico está formada por redes específicas, siempre
cambiantes, en un sistema de geometría variable.
A partir de la transformación tecnología y organizativa de la nueva economía
informacional/global estamos asistiendo a una profunda modificación de las
relaciones de trabajo y de la estructura del empleo en todas las sociedades
Los resultados de la investigación empírica de los últimos 10 años OCDE, 1994
(La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) muestran
que la experiencia histórica, la teoría económica, los datos disponibles y las
proyecciones más fiables, permiten rechazar la hipótesis simplista sobre la
destrucción de empleo por el desarrollo tecnológico actual.

Una economía globalmente interdependiente no puede prescindir de un pacto


social global. Más aún, a escala mundial, los nuevos procesos de desarrollo en
Asia y América Latina están creando una ola de industrialización sin precedentes,
de forma que el número de empleos industriales en el conjunto del planeta, pese a
la desindustrialización en países de la OCDE, es el más alto de la historia: el
número de empleos industriales en el mundo creció de 102,9 millones en 1963, a
176,9 millones en 1989 (últimos datos disponibles), o sea en un 72 por ciento en
tan solo 26 años (Wieczorek, 1995), si bien la distribución geográfica del empleo
cambió radicalmente, al desplazarse de los países de la OCDE a los países de
nueva industrialización, sobre todo en Asia.
Pero si el nuevo paradigma tecnológico, por sí mismo, no destruye empleo, si
modifica profundamente las condiciones del empleo y la forma de organización del
trabajo.
Por otro lado, y en todas las sociedades, el nuevo sistema tecnológico permite y
acentúa el proceso histórico de desagregación del trabajo en base a un nuevo
modelo flexible de relaciones laborales.
la actual revolución tecnológica se dirige, hacia la individualización de las tareas y
la fragmentación del proceso de trabajo, reconstituyendo la unidad del proceso
mediante redes de comunicación.
Mientras que la revolución industrial consistió en agregar la fuerza de trabajo de
campesinos expulsados de sus tierras y de artesanos desposeídos de sus medios
de producción para formar el sistema social de la fábrica, la actual revolución
tecnológica se dirige, al contrario, hacia la individualización de las tareas y la
fragmentación del proceso de trabajo, reconstituyendo la unidad del proceso
mediante redes de comunicación.

Así, los fenómenos de subcontratación, descentralización productiva,


aprovisionamiento subsidiario, trabajo parcial y a tiempo parcial, empleo por
cuenta propia y consultoría, están teniendo un crecimiento vertiginoso, e incluyen
ya entre una cuarta parte y una tercera de la fuerza de trabajo en las principales
sociedades desarrolladas
En los países en proceso de desarrollo, la transformación del trabajo se produce
mediante dos mecanismos distintos.
Por un lado, la formación de redes de producción industrial y de servicios
avanzados sin la estabilidad y control social del modelo anterior: la nueva
industrialización opera ya según las pautas del modelo flexible, desde sus inicios.
Por otro lado, la extensión del trabajo casual e informal en los núcleos urbanos de
un mundo en transformación.

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