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28-04-20 ADÁN y EVA - NUESTROS PROGENITORES

SEGUNDA PARTE

Haciendo un poco de humor, es como si irónicamente Dios le hubiera dicho a Adán; “¿estás
aburrido?, ¡Tengo la solución!; te voy a traer a alguien que te va a quitar el aburrimiento, pero….
¡no me la vas a querer devolver después!, ¿eh? ¿Querés durazno?, aguántate la pelusa”. -

Y manteniendo este momento de humor, puedo pensar que, a más de seis mil años de distancia de
Adán, todavía la mujer sigue manejándonos la vida a chicos y grandes. A los hombres normales, (a
excepción de los anormales), nos cuesta vivir en soledad, y aunque una mujer le traiga mil problemas
a un hombre normal, en cuanto ella lo deje o harto de ella él la eche de su lado, de seguro que en breve
él se buscará otra, sabiendo que quizás ésta, va a ser peor que la primera; pero no le importa correr los
riesgos, con tal de tener a una mujer a su lado. Hay hombres que pasan la vida buscando la mujer
perfecta y nunca la encuentran, porque ellas, tienen tantas falencias como nosotros, y deciden por la
soledad o mantener una viudez, pero son los menos; a la mayoría nos cuesta vivir solos.
La mujer puede vivir sola, rodeada de perros y gatos, hablar con ellos y vivir un mundo de fantasías
creyéndolos su familia, pero es raro que un hombre entre en esta esfera de vida. Él, como Adán, no se
siente satisfecho si no tiene una mujer cerca ya sea que lo acompañe o lo mortifique. Es gracioso ver a
solterones mimados de mamá, que les lleva el desayuno a la cama y les hace la comidita que a ellos
más le gusta, les lustra los zapatitos y les arregla la corbata cuando salen, pero cuando mamá falta, se
deprimen porque no pueden vivir solos y salen a buscar desesperadamente a una mujer que reemplace
a la mamá. En nosotros, llevamos el mismo molde de Adán y la mujer se nos vuelve como una primera
necesidad, nos cuesta vivir sin ella, así que, en este aspecto, no critiquemos que Adán se haya acarreado
su propio problema, porque hoy el hombre hace exactamente lo mismo.-

Según dicen las mujeres, Dios hizo una prueba con el hombre y tiró el molde porque no estaba
conforme. Entonces, corrigiendo los errores, hizo a la mujer, que fue su obra maestra. Y realmente,
aunque físicamente ella sea más débil, mentalmente suele demostrar ser superior a nosotros en muchos
aspectos, y tenemos que aceptarlo.-

Los hombres, para defendernos de esas falsas acusaciones, decimos que se fabricó primero al hombre,
tan perfecto que Dios no pudo hacer otro igual y tuvo que contentarse con lo que pudo fabricar después.
Esto, depende del cristal con que cada cual lo mire. Debemos analizar cada caso en particular, porque
Adán, por no analizar el asunto del fruto prohibido, cedió al ofrecimiento de Eva y se perdió junto con
ella.
Muchas mujeres, no todas porque también hay muchas excepciones, suelen ser rencillosas. Al
igual que hoy, quizás Eva lo importunó tanto a Adán para que comiera del fruto, que él, terminó
diciendo “sí, querida”, como hoy todavía solemos hacer los buenos maridos. La primera pareja pasó
por lo que pasamos las parejas de hoy, pero recién después de la caída y no solo ellos, sino que nos
arrastraron a nosotros, lejanos descendientes. Es una constante que nos acostumbremos a decir “Sí,
querida”, con tal de no escuchar las recriminaciones de la mujer. En la mayoría de los casos, el hombre
propone, pero es la mujer la que dispone. Cuando a ella se le antoja algo, usa primero la persuasión,
luego el ruego y a la postre, ridiculiza al hombre por no hacerle caso, o lo compara con otros maridos
mejores, al punto de declarar dichosas a otras mujeres cuyos maridos son condescendientes con ellas.
“Esos sí son hombres”, dicen, y hacen sentir que sus maridos son cualquier cosa. “Sí, querida”…….,
y logrado su objetico, volverá a estar contenta.
Salomón hablaba de la mujer rencillosa, y lo sabía por propia experiencia. Me imagino, el pobre
hombre, con un montón de mujeres alborotando por conquistarlo a él solo, se sacaban los ojos entre
ellas por estar con él, por congraciarse; él, solo se limitaba a mirarlas, pero era tan tonto como nosotros.
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Él, que tenía la posibilidad de echarlas a todas a la calle y quedarse con la mejor, no, todo lo contrario,
seguía metiendo más mujeres como concubinas; tanto que llegó a escribir que sesenta eran las reinas,
ochenta las concubinas y las doncellas sin número, pero una sola era la perfecta de él y digo yo, ¿por
qué no se quedaba con esa perfecta, entonces? Bien reza el dicho que “el hombre es el único animal
que tropieza dos veces con la misma piedra”. Pero aun, sintiéndose tonto en el terreno de los amoríos,
un tanto cansado el sabio rey dijo que es mejor estar en un rincón de la terraza que en casa espaciosa
con una mujer rencillosa, que para él, resulta ser cansadora como una gotera continua en tiempos de
lluvia. Se ve que se había topado con cada una que le habían resultado inaguantables. Pero dele nomás,
rencillosas o como sean, no podemos vivir sin ellas. Somos verdaderos descendientes de nuestro padre
Adán.
Los hombres, estamos dotados para aplicar la violencia, simplemente porque fuimos hechos con una
anatomía más fortalecida que la mujer; de no ser así, ellas nos darían todo el día con la “chancleta”
como a los niños. En eso, fuimos favorecidos.-

El Señor maldijo a Eva, diciéndole que a causa de haber hecho caer al hombre, el deseo de ella sería
para su marido y él, se enseñorearía de ella. Pero esto, parece que sólo es en parte. No todo es tan así;
La mujer no tiene quizás la fuerza física superior, a no ser que estudie karate o yudo para defenderse o
lleve consigo, entre las mil y una pertenencias que van en su cartera, un aerosol con gas lacrimógeno.
Pero este gas, nunca lo va a echar a los ojos del marido, porque ella quiere que el marido la mire, la
codicie y tarde o temprano le largue con un piropo, o le regale al menos un chocolate, aunque lleven
sesenta años de casados; ¡esos son buenos maridos!; ella es aparentemente más débil pero tiene la
fuerza en la palabra, que hiere a veces peor que un latigazo; ellas no les echan gas lacrimógeno en los
ojos, porque no soportan que los maridos no las miren cuando los regañan. Por ellas fuera, nos harían
parar frente a ellas como un soldado, ¡¡Fiiiiirme!! y nos dirían ¡¡Aaaatención!!, (como en el Ejército),
y luego nos dirían todo lo que nos quieren decir. No hay peor cosa para una mujer que el marido se
ponga a silbar cuando ella lo regaña y eso, los maridos lo sabemos bien y muchas veces lo practicamos
y nos da resultados; es preferible silbar antes que ponerse a discutir y pelear para poder conservar la
paz del hogar y no es que nos achiquemos ¡No!, simplemente debemos usar alguna artimaña para zafar,
porque muchas veces ellas tienen razón en lo que nos dicen. Cuando terminemos de silbar la canción,
ya la mujer estará en otro lado de la casa, haciendo sus quehaceres, masticando bronca, pero, en fin,
hemos evitado una avalancha y ya sabemos lo que nos toca hacer o al menos lo que ella quiere.
Cuando nos quieren ridiculizar, lo hacen con una capacidad total que nos deja sin palabras y para no
usar la fuerza, tenemos que optar por silbar, huir, quedarnos callados, mirar para otro lado, salir a ver
si llueve o hay sol, o allanarnos y decirle “Sí, querida” Esto, siempre aclaramos que son opciones para
los buenos maridos, porque también hay malos maridos, como veremos.

Y pensar que Adán todo esto no lo sabía, por eso se alegró tanto cuando vio que Dios le había regalado
una mujer, y la miraba embelesado, pero no con codicia maliciosa, ni para admirar la belleza de ella,
sino como una ayuda idónea, necesaria para él, porque, la codicia de los ojos todavía no contaminaba
la mente de la primera pareja; ellos no conocían la concupiscencia carnal así que la anatomía
voluptuosa de Eva, más curvas o menos, más bonita o más fea, a Adán no lo preocupaba, eran como
los animales, no tenían codicia carnal. Dice la Palabra que estaban ambos desnudos y no se
avergonzaban, se entiende, el uno del otro, ni tampoco se avergonzaban de presentarse así ante Dios.
Ella, por su parte como no tenía maldad, miraba a ese ser de quien provenía y lo veía como un amigo,
amado, protector y representante de la virilidad masculina, dotado para generar la procreación másallá
de que Adán fuera un desaliñado que no se peinaba durante meses. Ella no sabía lo que podía hacer ese
hombre después de la caída; ni siquiera se imaginaba ver a un Adán airado, insultando con palabras de
grueso calibre, amenazándola y amagando con golpearla, haciéndola callar mediante la violencia,
avasallándola sexualmente porque era hombre, haciéndola sentir una basura, sin poderse defender de
los malos tratos por miedo a ser violentada. ¡Eso, es ser un mal marido!; y por más que quiera este tipo
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de hombres quieran esgrimir algún motivo justificable, es inaceptable. La violencia no es un triunfo


sino una degradación del hombre que se aprovecha físicamente de sus ventajas; directamente se vuelve
abominable a la mujer y no puede pretender que ella, se le entregue de buena gana en la intimidad.
Nunca disfrutará el goce de la intimidad una pareja en donde el hombre sea violento. La violencia
masculina trae como consecuencias lesiones graves en el alma de la mujer, heridas profundas que
aunque ella quiera disimular siembre estarán allí porque no son fáciles de curar, al menos que Dios
haga una potente obra de sanación interior. Pasarán años y ella no olvidará una golpiza recibida, aunque
sea una sola cachetada. ¡Ojo, maridos violentos!; siempre hay tiempo de curar las heridas ocasionadas
por la violencia, tanto en la mujer como en los hijos; un buen coscorrón o una nalgada o “chirlo” como
le llamamos, dada a los hijos cuando realmente hay razón está bien para que tomen conciencia, pero
de ahí a tomar la costumbre de castigar a los hijos por cualquier cosa, esto, no trae sino resentimientos
que a la postre se dejarán ver. Hace una semana estuve hablando con un señor, que me contó que su
infancia estuvo marcada por las golpizas innecesarias que su padre le daba. En una oportunidad le pegó
en la cabeza con una espumadera metálica y le abrió una profunda herida; en otra, lo castigó con un
cable de batería de auto que tenía el borne en su extremo y le hizo profundas heridas en las nalgas. Hoy
esa persona no quiere ni ver a su padre, a pesar de que está con una enfermedad terminal. Ese hombre
vio como siempre su padre castigaba a la madre y ella fue una víctima de golpizas de ese hombre
indeseable. Triste situación que se repite a diario, aún en hogares cristianos; Dios nos guarde.
Salomón prefería antes que aplicar la violencia, subirse a la terraza de la casa y quedarse allí hasta que
pasara la tormenta femenina. Pero esto de las malas esposas y malos maridos, surgió después de la
desobediencia, cuando fueron echados del Edén.

Me imagino a la primera pareja fuera del Huerto cuando se peleaba; ahora, las mujeres amenazan con
denunciar a los maridos, van a la policía, llaman al 911, piden exclusiones de hogar y prohibiciones de
acercamiento para sus maridos, pero en ese entonces, no había policía, ni jueces, ni divorcios, ni ella o
él se podían ir a la casa de la mamá por unos días, hasta que el otro recapacitara. Simplemente, ellos
no tenían mamá ni otra casa para irse y llevarse a los hijos para generar polémica por alimentos y demás
como hoy se estila. Todo consecuencia de la caída de nuestros primeros padres Adán y Eva. ¿Adónde
se iba a ir a vivir Eva, la divorciada, que Adán no la encontrara? ¿Acaso iba a tomar ella sus cositas y
se iba a ir a vivir detrás del siguiente cerro, o debajo de un árbol a quinientos metros de distancia? Ella
cuando vio a Adán, creyó que él sería un corderito fácil de manejar, pero le resultó tozudo, duro de
amansar.
Pobre Eva, pobre Adán, ¡Que equivocados estaban ambos cuando disfrutaron comer del fruto
prohibido!; ahora conocían el bien y el mal, y ¿de qué les servía?. Habían perdido la simpleza, la pureza
de mente y la Gracia para con Dios. Esto es como se dice: “una de cal y una de arena”. Ambos sufrirían
las consecuencias y tras ellos, nos arrastrarían a todos. Luego de la caída, el mundo se les derrumbó
por completo y ahí recién se dieron cuenta de que habían sido engañados por la Serpiente, pero ya era
tarde.
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Volviendo a la seriedad del asunto, como hemos dicho, cuando Adán vio a la mujer, se alegró y más
cuando se enteró de que había sido hecha de una costilla de él mismo mientras dormía, dijo “Esto, es
ahora carne de mi carne y hueso de mis huesos y será llamada Varona, porque del varón fue tomada”.
Note el lector la diferencia entre Eva y los demás seres creados. A diferencia de Adán y todos los
animales que habían sido hechos del polvo de la tierra, Eva, fue tomada directamente de una costilla
de Adán y desde entonces, comienza el hombre a vivir en pareja y él mismo había declarado que ella,
era carne de su carne y hueso de sus huesos. El apóstol Pablo, cuando se refiere al matrimonio, dice
que ya no son más dos sino uno, y los dos son una sola carne. Desde ese principio comienza a funcionar
la relación hombre-mujer, una unidad, un vínculo estrecho que Dios formó para que fuera
indestructible. Hoy la corrupción moral en todos sus niveles pretende hacer ver esta unidad como algo
obsoleto, que no tiene valor, creyendo poder reemplazarla por sodomitas y lesbianas. Las pañuelitos
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verdes nos hacen dar lástima; chicas lindas que podrían disfrutar de una relación normal con un hombre
y mucho mejor si es en el Señor, pero reniegan de todo lo que sea religión, dios para ellas no tiene
cabida, al contrario, se burlan cuánto más pueden; pierden el escrúpulo mostrando desnudos aún frente
a las Iglesias, creyéndose superadas pero son unas pobres infelices. Y pensar que hay chicas cristianas
que defienden estas causas satánicas así como el aborto legal. Otras, deciden no casarse ni tener hombre
alguno para no acarrearse problemas y rechazan toda oferta matrimonial. Todos los extremos son
malos. Las parejas de los gays y lesbiana nunca son felices. Yo le puedo contar con conocimiento de
causa, porque es parte de mi trabajo; viven escenas de celos permanentes, son posesivos en pareja y
son numerosos los casos de homicidios que derivan de estas relaciones anormales, por celos de pareja.
Todo esto, también fue consecuencia del fruto prohibido que comieron nuestros primitivos y el diablo
lo sabía y lo ha ido llevando al terreno en donde han llegado hoy. La degeneración moral avalada aún
por las leyes y los gobiernos en una buena parte del mundo y en especial en nuestro país. Cambios de
identidad, matrimonios igualitarios, adopciones de niños por parte de estos anormales. Curiosamente
Adán profiere unas palabras que nos dejan un tanto absortos. Todavía no eran padre y madre, ni había
hijos, y él dijo “por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán
una sola carne.”. Quizás sea esta, la primera profecía bíblica.

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Nunca Dios le dijo a Eva, (madre de todos los vivientes), que había una prohibición, sino que esta
reserva aparentemente quedó para el hombre solamente, no alcanzando a Eva, o sea, que cualquier
simple lector de la Palabra, diría que Eva no pecó, porque a ella Dios no le prohibió nada, ni siquiera
se le mencionó a Eva que no podía comer del árbol, ni la posibilidad de morir si lo hacía. Pero ahora,
eran una sola carne y en este vínculo perfecto de unidad creado por Dios, los deberes y obligaciones
comenzaban a ser mutuos, por lo que la prohibición quedó implícita también para la mujer y si Adán
amaba realmente a Eva, tenía la obligación de hacerle saber sobre el mandato de Dios. Lo menos que
habrá querido Adán es que su mujer muriera por comer del fruto prohibido por eso es de entender que
se lo hizo saber, precisamente porque amaba a Eva. Un buen ejemplo a tomar por las parejas cristianas,
tanto en el noviazgo como en el matrimonio. Ambos, tienen que respetar lo prohibido por Dios, para
no caer en desgracia y desobediencia y obtener la bendición de Dios en lo futuro, también en la
descendencia.
Una vez que Eva tomó conocimiento de la prohibición, fue responsable de desobediencia si comía,
porque el pecado, no está en hacer lo malo, sino en tener conocimiento de lo malo y hacerlo. Sin
conocimiento lo malo no es pecado. Lo malo se convierte en pecado, cuando se toma conocimiento de
que es malo. No quiere decir que Dios justifique el hacer lo malo sin conocimiento, sino que es más
tolerable el castigo, tal como lo refirió Jesús, cuando dijo que los hombres de Sodoma recibirían menos
castigo, o sea el castigo sería más tolerable para ellos, que para aquella generación de judíos que lo
estaba rechazando y a la postre, lo crucificaría. -
Y si a una persona no se le ha enseñado lo que es pecado, suponiendo que a Eva nunca Adán le hubiera
dicho que no comiera del árbol prohibido, ¿Cómo pues puede Dios castigarla si lo hace? Es
precisamente allí en donde radica una de las grandes diferencias entre el hombre y el animal. El animal
no tiene intuición ni conciencia como tiene el ser humano. El animal hace todo por instinto natural.
Dios, previendo el futuro y a sabiendas de lo que pasaría a la postre, dotó al humano de conciencia e
intuición, que son atributos del espíritu, están en la misma vida del hombre y la mujer. La intuición,
hace al hombre inexcusable ante Dios si hace lo malo, porque lo previene y la conciencia, le grita que
se arrepienta cuando ya lo ha hecho. Y aún cuando el hombre haya caído en el grave estado de una
mente entenebrecida y una conciencia encallecida de tanto hacer el mal, en su momento, sí o sí tuvo
que haber pasado por la etapa de intuición y conciencia que lo hicieron responsable ante Dios. Tanto
insiste el hombre en pecar, que ya el alma domina al espíritu y el humano queda a expensas de hacer
la voluntad del alma, esa parte carnal que tenemos, que siempre nos conduce a hacer el mal. La
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intuición, actúa previamente haciendo saber aún a aquellos incrédulos, que una acción a realizarse no
está bien y será juzgada. La conciencia, se encarga de aprobar o desaprobar esa acción mediante la
tranquilidad de espíritu o el remordimiento.-

Cuando el Señor creó a la primera pareja, eran seres inocentes, sin pecado, por lo tanto, desconocían
el reproche de sus conciencias porque seguían la guía de la intuición. Ellos, estaban creados para que
hicieran siempre el bien y nunca equivocaran el camino, o sea que la intuición y la conciencia, tampoco
tomaban parte activa en ellos, simplemente porque eran santos por naturaleza. La comunión diaria con
Dios, los mantenía así y no necesitaban que la intuición les indicara el camino y mucho menos la
conciencia les reprochara o aprobara las acciones.

Dios no es culpable de los males de la humanidad sino Satanás. A veces nos dicen, por ejemplo, que
por qué Dios deja a niños morir de hambre si es amor realmente. El hambre tampoco es creación de
Dios, sino la consecuencia de la desobediencia, tanto de Adán y Eva como de los progenitores de esos
niños. La mayoría de los pueblos en donde hay hambre, son practicantes de satanismo, vudú y cosas
por el estilo. Un hijo de Dios, que realmente le sirve, no se verá en situación de hambre porque su Dios
velará por sus necesidades básicas, como tantos testimonios lo avalan, en donde el Señor ha provisto
comida en donde no había posibilidades.-

Adán, tomó la prohibición sin cuestionamiento alguno, como algo normal que no debían hacer y se
dispuso a cumplir con el mandamiento, en forma natural, sin plantearse siquiera la posibilidad de comer
del árbol, prohibido. Adán, si bien tenía marcada la consecuencia de morir si comía, esto a él no le
preocupó en absoluto, porque ni siquiera pensó en comer. Cuando se lo comunicó a Eva, ella tampoco
le dio mayor importancia o lo cuestionó; ni siquiera se paró a mirar el fruto para ver si era agradable o
no, porque directamente no le interesaba; era prohibido. Recién miró el fruto, cuando la serpiente se lo
sugirió.-

La intuición, la comunión con Dios y la conciencia, atributos del espíritu, dominaban a la primera
pareja por encima de las funciones del alma, en lo que son malos deseos, mente carnal y mala voluntad
o voluntad viciada, pero todavía no entraban en acción activa o directa porque no eran necesarias.
Intuición, comunión y conciencia estaban allí, secretamente manejando a la primer pareja que, valga
la redundancia, no tomaba conciencia de lo que se podía avecinar.-

Los sentimientos, la mente, la voluntad estaban, pero no tenían incidencia negativa sobre el hombre
y la mujer, solamente ejercían las funciones positivas. Ellos, por naturaleza no desearon nunca comer
del árbol prohibido, sencillamente porque el espíritu humano, estaba en comunión con Dios y cuando
esto ocurre en el ser humano, la misma comunión con Dios aparta al ser humano de los deseos carnales.
Adán y Eva, no conocían este estado pecaminoso porque no tenían pecado como nosotros que ya
nacemos en pecado como consecuencia de la caída de ellos; entonces podrían haber vivido una vida
entera sin desear comer del fruto prohibido.

Satanás, acechaba desde las sombras, y observaba este estado de santidad e inocencia; para él no pasaba
desapercibido y le era necesario romper este encanto y echarlo a perder y el momento oportuno no se
dejó esperar.-

MIGUEL ANGEL MARTINEZ


SAN RAFAEL – Mza.
Fijo: 0260 - 4433563

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