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APÉNDICE

ACCIÓN CATÓLICA Y ACCIÓN POLÍTICA

Las dificultades que se presentan para vincular estos dos campos


de acción son, generalmente, motivo del desánimo que invade mu-
chas buenas voluntades.
De una parte la Acción Católica "Apostolado oficial de los
laicos", o bien "participación oficial de los laicos en el apostolado
de la Jerarquía", ejerce no solamente un apostolado en la Iglesia,
como es el deber de todos los bautizados, sino un "apostolado de
Iglesia".
Por otra parte la acción política, es decir, la acción de los laicos
ejerciéndose en un campo donde la Jerarquía, según la doctrina, no
debe ya mandar en forma directa. Se llama a veces equivocadamen-
te ese campo, el de las "opciones libres". El cristianismo, «¡n efecto,
no puede hacer en él lo que le gusta y promover lo que se le ocurre,
sino lo que es conforme con la doctrina de la Iglesia. Pero en esta
perspectiva misma muchas opciones son posibles sobre las cuales la
Iglesia siempre ha rehusado y rehusará siempre definirse dogmáti-
camente.
Y es aquí que aparece la dificultad.
Se entiende, en efecto, que la Acción Católica, en el sentido es-
tricto de la palabra, pueda reclamarse de la Jerarquía, siendo, por
su naturaleza, colocada bajo sus órdenes directas.
Todo se complica, pues, en el campo de la acción política, que, si
bien debe ser cristiana y referirse a la enseñanza de la Iglesia, no
puede, en el orden de las opciones libres, reclamarse explícitamente
de la autoridad eclesiástica. Si así lo hiciera, comprometería a la
Iglesia en un campo que se extiende más allá de los límites de su
poder. _
De ahí las miserias de la acción política para el laico católico.
De una parte, la Iglesia misma y la experiencia histórica están re-
cordándole constantemente la influencia, indirecta, por cierto, pero
muy decisiva, de un clima social, de un régimen institucional con-
forme con los imperativos de la doctrina católica.
Y de otra parte, para instaurar de hecho esta "ciudad cristiana",
el laico se ve librado a sí mismo, a las contradicciones humanas, a
las incertidumbres de su saber.

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Esta referencia a la Iglesia, que fuera tal vez su único motivo de De aquí el problema de establecer la indispensable bisagra entre
actuar en lo temporal, y en la cual se fundaba su resolución, el cris- estos dos tipos de acción, que representa nuestra obra.
tiano se ve obligado a atenuarla, si no callarla, en el momento más Se nos dirá, tal vez, que al oponer de esa manera la Acción Cató-
importante: el de la realización. lica y la acción política exageramos una dificultad sin duda existen-
¿Para qué, entonces, —se preguntará—, definirse cuando la Igle- te, pero que no es tan grave como la que surge de la lectura de estas
sia se rehusa a hacerlo? Si Ella se pretende indiferente a esa instan- líneas.
cia, ¿para qué serlo menos que Ella? —Ustedes parecen olvidar —se nos dirá— que la Acción Católica
¿Para qué comprometerme cuando el sentido de mi esfuerzo ya no es lo que se podría llamar una fórmula de piedad pura, sino que
no cuenta con la dirección de esta madre sabia y prudente? Lejos de se propone también actuar profundamente en el plano social.
confiar en mis opiniones personales, estoy, al contrario, propenso a Es muy exacto. Y si no lo hemos dicho antes, es porque ahora vie-
desconfiar de ellas. ¿No sería, acaso, lo mejor detener mi acción ne el momento de recordarlo como se debe.
donde la Iglesia lo hace ella misma? Nada de lo que precede contradice lo que vamos a decir si se con-
Así muchos cristianos desaparecen cuando llega el momento de sidera que la dificultad del pasaje de la Acción Católica a la acción
la acción en lo temporal. Firmes en doctrina, lo que puede ser una ' política reside en este pasaje mismo y no en el hecho de que deba
excelente manera de no llegar a nada, su voluntad desfallece en el realizarse aquí de preferencia a allá.
momento de la acción. Fenómeno semejante al de un ejército cuya Si se creyera que la Acción Católica basta o bastará para asegurar
moral sería tanto más alta cuando más alejado de la zona de los el triunfo del reinado social de Nuestro Señor y que los católicos
combates. ¿Quién se extrañaría de la derrota de tales tropas? pueden dispersarse de una acción más directa en el campo tempo-
De aquí el malestar de gran parte de los nuestros. No piden sino ral, eso sería la prueba de que la doctrina de la Iglesia sobre la sepa-
combatir para el Reinado de Cristo y la doctrina social de la Iglesia; ración de los poderes es un engaño. Sería evidente, pues, que por
pero la necesidad de trasponer sus referencias católicas en el mo- este medio el poder eclesiástico, no sin astucia, conduce y rige todo
mento de la acción en el plano temporal, los desarma y los paraliza. lo temporal.
¿ Para qué —se nos dice a menudo— convenir sobre la necesidad Abundan, al contrario, los textos de la Jerarquía recordando a los
de unirnos para promover una ciudad católica, si en la hora de los cristianos este deber imperioso de una acción política a llevar más
combates estaremos condenados a la dispersión? Dispersión allá de las fronteras de la Acción Católica.
después de la cual cada uno deberá arreglárselas según lo que lla- "Aunque, como todos saben, la Acción Católica despliegue su
man "el libre juego de las opciones libres". Y si debemos llegar a actividad principalmente promoviendo las obras de apostolado cris-
este punto, ¿por qué no instalarnos directamente en este terreno y tiano, nada impide que los inscriptos en ella puedan participar en
organizar la lucha? Salgamos de más abajo, sin tantas consideracio- otras asociaciones cuyo fin sea el conformar la vida social y política a
nes místicas, pero de tal manera que podamos llegar juntos hasta el los principios y normas evangélicas; aún más, no sólo como ciuda-
final. La obligación católica de cambiar de plano en el momento danos, sino también como católicos, tienen el derecho y el deber de
decisivo es realmente demasiado desalentadora. obrar así." (Pío XII, EvangelüPraecones).
Tal es el discurso oído miles de veces que hemos transcripto fiel- Su Excelencia Mgr. Guerry, secretario de la asamblea de Carde-
mente. De hecho está lleno de equívocos y se le debe reprochar el nales y Arzobispos de Francia, expresa:
no presentar sino una caricatura de la realidad. Las ventajas de las "La Acción Católica y la acción social o cívica de inspiración cristia-
distinciones entre lo espiritual y lo temporal, ventajas considerables na son distintas. Las dos son necesarias en su orden respectivo. Se
cuando se las sabe ver y utilizar, están totalmente ausentes de él. necesitan recíprocamente, siendo distintas en su objeto, su natura-
Ventajas de adaptación de operaciones más flexibles y eficaces. leza y sus medios, deben ejercerse por movimientos distintos, bajo
Pero sería en vano, sin embargo, negar aquí una dificultad. Es pena de caer en una confusión paralizante y en equívocos peligro-
cierto, en efecto, que ese pasaje de la Acción Católica a la acción po- sos".
lítica esta lleno de peligros. Tal es el pensamiento de la Jerarquía, tal es la doctrina.

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Que a veces pueda ponerse celoso tal pastor o director de obras La misma Acción Católica, cuando se ocupa de difundir estos
preocupado por sus efectivos, es un defecto demasiado humano pa- principios fundamentales de sabiduría política que los Soberanos
ra no entenderlo, pero incapaz de hacer vacilar una conciencia cris- Pontífices le han reservado el derecho de propagar, no lo hace sino
tiana seriamente formada. como al límite de sus actividades.
Porque dice el Cardenal Salieje: Llamada a participar directamente en el Apostolado de la Jerar-
"El cristiano valiente se preocupa por la cosa pública. Haciéndo- quía ¿cómo extrañarse que se vea obligada a la misma prudencia
lo, sabe que corre algunos riesgos. Pero sabe también que no tiene que ésta última? Es inevitable que la Acción Católica, por estar bajo
derecho en desinteresarse de la familia, de la profesión, del Estado, el poder directo de los clérigos, cuando parece oponerse eficazmen-
y que tiene el deber de infundir el espíritu cristiano en estas institu- te al laicismo triunfante, sea acusada por las sectas de querer realizar
ciones necesarias, espirituales''. los pretendidos sueños de poder temporal del clero.
"En ningún caso —decía Fierre Ayraud— la Acción Católica Una preparación seria y profunda para la acción política con la sa-
puede reemplazar la acción política. Son dos acciones complemen- gacidad contrarrevolucionaria que implica, no puede, pues,
tarias que tienen objetos diferentes. Si el cristiano se retira de la vi- esperarse como realización de la Acción Católica.
da política, expone ésta a todas las tentaciones y a todos los errores, ¿Cómo, pues, esperar de ella la constitución de las tropas que se
pues la razón necesita, para quedar sana y vigorosa, de los auxilios deben oponer al ejército bien adiestrado de la Revolución? Tropas
de la Fe. Si el cristiano abandona el gobierno de la ciudad, la ciu- que serán para el servicio de Cristo Rey lo que la satánica legión de
dad se paganizará fatal y rápidamente. El cristiano será entonces los cuadros marxistas es para el servicio de la subversión.
considerado como extranjero primero, como un adversario después. Es pueril creer que una formación elemental basta en tal conflic-
De otra parte la Acción Católica sin la acción política es una mera to. Tenemos no solamente que poner en línea combatientes tan for-
bomba de estruendo. Obtiene magníficos resultados en el plano mados como los del enemigo, sino también pedirles un esfuerzo
místico y religioso pero en el plano social su eficacia es reducida. La tanto más intenso cuanto que tienen en contra suyo la incompren-
Acción Católica, por sí misma, no puede crear las instituciones. Es sión y la hostilidad de una opinión particularmente bien dominada
pues la acción política la que resuelve los problemas sociales, pero por las potencias de propaganda, todas las potencias de perversión
que los plantea cuando está librada a los aventureros. intelectual del laicismo universal.
¿Puede la Acción Católica por sí sola hacer suprimir el divorcio? Empresa gigantesca que no puede ser llevada a cabo con militan-
Evidentemente no. No se le puede, pues, pedir lo que no puede tes superficialmente formados. ¿Y si constatamos que no se puede
dar. esperar de la Acción Católica la formación de esos efectivos, quién
Pero, ¿cómo podría la acción política instaurar una ciudad cristia- nos los dará?
na si los que llevan esta acción no se refieren a la doctrina de la Igle- ¿Será la acción política? Es imposible sostenerlo pues si esta ac-
sia, o la ignoran o están insuficientemente sostenidos por una opi- ción es verdaderamente política ella se encuentra, por eso mismo,
nión indiferente u hostil al reinado de Dios sobre la sociedad? en un plano demasiado bajo para poder realizar, como se debe, esta
Más todavía, la tentación es grande, incluso para cristianos fer- acción general de formación cívica católica. En otras palabras: no es
vientes, de obrar con toda independencia del poder espiritual. In- un partido político, no es una organización política, en el sentido
vocar la doctrina católica es, por ello mismo, reconocer su derecho estrecho de la palabra, la que podrá formar esa tropa de choque del
de control en materia de doctrina. ¡Pero es tan cómodo razonar en Reinado Social de Cristo de la cual se debe admitir que, para ser efi-
este plano según miras puramente naturales! ¡Es mucho más sim- caz, tiene que penetrar en todas partes y primeramente en todos los
ple, mucho mas fácil! No se corre así el riesgo de tener líos en un partidos o movimientos suceptibles de ser "informados" por la ac-
plano donde, según se pretende, "los curas no tienen nada que ción social de la Iglesia.
ver''. Se necesita, pues, aquí algo superior a los partidos políticos y di-
Está pues aquí la rotura profunda y neta entre lo espiritual y lo ferente en su esencia. Por naturaleza, en efecto, los partidos, las or-
temporal, la Acción Católica y la Acción Política. ganizaciones, los movimientos o agrupaciones políticas son particu-

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larmente celosos cuando se trata de su reclutamiento o de sus efec


vos. Su tendencia es de agrupar, encuadrar, retener a sus miembros tica. ¿Cómo extrañarse entonces, que la más expuesta de las dos, la
cuando se necesita aquí una obra centrífuga, si se nos permite la ex- acción política, haya caído en manos del enemigo?
presión, y no centrípeta, una obra que retenga a sus miembros lo Si se quiere reconquistar, y, ante todo, conservar esta avanzada
menos posible preparándolos, al contrario, y empujándolos para de la acción política, es necesario proveer una tropa verdaderamente
que vayan a todos los lugares donde es posible combatir por Cristo organizada que ocupe el campo y haga que esta avanzada no sea
Rey. ocupada por esta Acción Católica, que es y debe seguir siendo nues-
Y suponiendo que un partido político tenga la voluntad generosa tra gran reserva, pero que no puede impunemente exponerse al jue-
de dar esta formación católica a sus adherentes, muchos inconve- go de las puntas de lanza políticas.
nientes se nos presentan enseguida: Esta formación, que debería ser Necesidad, pues, de una tropa que tenga el intervalo de una obra
general, será dada exclusivamente a los miembros de este partido, (o de varias) que ocupen la "tierra de nadie" y aseguren las comu-
de donde el riesgo de parecer enfeudar la doctrina de la Iglesia, de nicaciones, la llegada de refuerzos entre la acción política y la Ac-
comprometer a la Iglesia en un plano de opciones tal vez discuti- ción Católica.
bles.
En síntesis, si se nos permite esa imagen, diríamos que si la Ac-
ción Católica está, en un sentido, ubicada demasiado alto para rea- La Bisagra: una obra intermedia entre la Acción Católica
lizar este trabajo, la acción política está ubicada en un plano dema- y la acción política
siado bajo para poder encararlo.
Muchos, en efecto, caen aquí víctimas de lo que las fórmulas tie- Pero algunos, tal vez, obj etarán:
nen de convencional, dé teórico. Lo que no es de Acción Católica es —¿Cómo explicar —dirán— que un problema tan importante,
forzosamente a sus ojos del dominio de la acción política. Ellos ven que toca tan de cerca lo que el orden católico ofrece de más tradicio-
como una nítida demarcación, la línea que los reglamentos trazan nal, problema del cual se habla desde Constantino, parezca esperar
entre las dos. En realidad las cosas son muy diferentes y mucho más todavía su solución en el siglo XX, es decir, dos mil años después
complejas. Es cierto que los reglamentos definen muy claramente lo del Calvario y la fundación de la Iglesia? ¿No es eso el signo de que
que es, de una parte, la Acción Católica, estrictamente entendida y nos encontramos ante un falso problema? Si se planteara como us-
lo que es, de otra parte, la acción política (estilo moderno); pero los tedes parecen decirlo, es inconcebible que no se haya pensado antes
mismos reglamentos nunca han afirmado que el orden inmenso de en su perfecta solución.
lo que nos interesa aquí podía y debía clasificarse bajo estos dos ru- Pero, por medular que parezca, este discurso no resiste al análisis.
bros exclusivos. Los reglamentos sostienen exactamente lo contra- Lo esencial no está encarado en él. Si se nos permite recurrir a las
rio, previendo alrededor de la Acción Católica la posibilidad de fórmulas militares, podríamos decir que se confunde el estado de
'agrupaciones satélites. El Soberano Pontífice mismo insistió, en su paz con el estado de guerra.
discurso al ler. Congreso del Apostolado de los laicos, del 14 de oc- En tiempos de paz, en efecto, cuando el orden impera, cuando
tubre de 1951, para que una concepción demasiado primaria del or- los intercambios son normales, las comunicaciones libres, ¿quién
den y de la unidad o las suceptibilidades de un formalismo que ten-. pensaría en hacer vigilar los caminos, los puentes,, los túneles, los
dería a tomarse por la forma suprema de la autoridad, no vengan, empalmes? Pero si estallan disturbios, si el enemigo invade el terri-
en este campo, a paralizar iniciativas tal vez decisivas. torio nacional, la autoridad militar afecta cierto número de unida-
En resumen, no es una línea la que puede deslindar la frontera des 9. la guardia de las principales vías y nudos camineros o ferrovia-
entre la Acción Católica y la acción política. La realidad es que exis- rios.
te entre ellas un vasto campo muy propicio para operaciones ofensi- Esta lección es aplicable a nuestro caso. Si hasta nuestros días el
vas y defensivas del más alto interés. Por desgracia, en efecto, el problema del cual hablamos ha podido prescindir de solución, es
contacto está como perdido entre la Acción Católica y la acción polí- porque no se planteaba como se plantea desde que la Revolución
reina en lo temporal. Y esto ha sido dicho por Pío XII en su discurso
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al primer Congreso del Apostolado de los laicos. mada por un conjunto de obras que, de toda evidencia, no bastan
"Tampoco habría que dejar pasar inadvertida, ni sin reconocer para vincular de nuevo los dos campos.
su bienhechora influencia, la estrecha unión que hasta la revolución Un clima social cristiano, una corriente de opinión favorable a las
francesa mantenía en íntima relación, en el mundo católico, a las exigencias de la doctrina católica, he aquí el vínculo buscado entre
dos autoridades establecidas por Dios, la Iglesia y el Estado. La inti- lo espiritual y lo temporal.
midad de sus relaciones en el terreno común de la vida pública crea- Las incomprensiones, las oposiciones, dejan de ser temibles si es-
te vínculo se establece. La Acción Católica puede, entonces, con
ba —en general— una especie de atmósfera de espíritu cristiano mucha más eficacia, desarrollar todas sus consecuencias sociales y
que dispensaba en buena parte del trabajo delicado al que tienen políticas.
que entregarse hoy los sacerdotes y seglares para procurar la salva- Se acaba la "tierra de nadie'' entre lo espiritual y lo temporal, és-
guardia y el valor práctico de la fe.
te se hace eco de aquél y realiza lo que le sugiere a raíz de la perfecta
"A fines del siglo XVIII entra en juego un nuevo factor. Por una identidad de espíritu existente entre ellos.
parte la constitución de los Estados Unidos de América del Norte En clima católico, el mundo político, a pesar de sus legítimas di-
—que adquirían un desarrollo extraordinariamente rápido, y en visiones, actúa y reacciona cristianamente, por lo menos cuando es-
donde la Iglesia había de crecer muy pronto considerablemente en tán en juego los principios; así como los partidos o movimientos po-
vida y vigor—, y por otra parte la revolución francesa, con sus con- líticos tienden a reaccionar según la dialéctica de la Revolución en
secuencias, tanto en Europa como en ultramar, terminaban sepa- clima revolucionario.
rando del Estado a la Iglesia. Sin efectuarse en todas partes al mis- La determinación de este "consenso'', de esta atmósfera general,
mo tiempo ni en el mismo grado, esta separación tuvo por doquier depende, es cierto, en gran parte del régimen institucional y del es-
como consecuencia lógica el dejar a la Iglesia reducida a proveer por píritu que lo ha fundado, pero no enteramente. Es más particular-
sus propios medios, para asegurar su acción, el cumplimiento de su mente a través de él que un régimen puede ser derribado cuando
misión, y la defensa de sus derechos y de su libertad. Tal fue el ori- una corriente de ideas hostiles al régimen establecido logra ganar la
gen de los llamados movimientos católicos... opinión.
"Lo sabéis: a un ritmo cada vez más acelerado la escisión que des- Se puede comparar el edificio institucional a una palanca de fuer-
de hacía mucho tiempo había separado ios espíritus y los corazones za considerable. Recordemos la palabra de San Pío X sobre los pue-
en dos partidos, por o contra Dios, la Iglesia y la religión, se ensan- blos que son lo que sus gobiernos quieren que sean. Resulta que la
chó, se ahondó; señaló, tal vez no en todas partes con igual nitidez, palanca más potente no mueve nada si alguien no la mueve. Así el
una frontera aun en el interior de los pueblos y de las familias''. viejo orden católico y monárquico ha podido ser derribado porque
En otras palabras: Cuando el orden reinaba, cuando según térmi- se había perdido el sentido de lo que representaba o debía haber re-
nos de Pío XII una "atmósfera de espíritu cristiano" rodeaba con presentado. Por su acción hábil, una minoría revolucionaria, apro-
su unidad tanto la sociedad civil como la sociedad de las almas, vechando la inconciencia o la apatía de los que detenían la palanca
cuando una sola doctrina reinaba sin oposición desde el santuario constitucional, logró subvertir un "consenso" milenario. Desde
de los Pontífices hasta el palacio de los reyes, el problema de esta este momento la Revolución estaba hecha.
"bisagra'' de la cual acabamos de hablar, no se planteaba. Una acción intelectual y espiritual, irradiante y dinámica, victo-
Porque la Revolución ha roto y sigue rompiendo el beneficio de riosamente llevada a cabo contra el estado de espíritu mantenido
esta unión entre la Iglesia y el Estado, es que ha sido y es necesario por un régimen institucional establecido. Tal es la fase primera e in-
recurrir cada vez más a lo que se llama "los movimientos cató- dispensable de toda reforma social o política profunda. Subversión,
licos". o por lo menos vacilación de un "consenso".
No es necesario agregar que la operación tiene tanto más posibili-
El error está en crecer que esta "escisión", la cual nos dice Pío dades cuanto la fuerza, la impetuosidad prudente del ataque en-
XII se ha ensanchado y profundizado cada vez más, pueda ser col-

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se encuentra nada de contrario a la fe, a la moral y a la buena doctri-


cuentran delante de sí una ciudadela ocupada por una tropa morai na. Nada pues que se parezca a una aprobación, a una alabanza, a
e intelectualmente desorientada. una voz de aliento, a una toma de posición que pueda comprome-
Contra una plaza fuerte, sólida y bien defendida, será indispen- ter a la autoridad eclesiástica.
sable poner en línea un ejército tanto más hábil, de feroz energía, Obra Católica, pues, pero no obra de Acción Católica en el senti-
de perseverancia incansable y de una irradiación contagiosa. Acción do estrictamente canónico dado a esta palabra por la Jerarquía.
toda en intensidad porque está condenada por otra parte a ser po- Obra cívica también: Obra política si se descarta de esta palabra
bre, humilde, minoritaria y a tener en contra suyo todo el enorme todo lo que pueda significar empeño partidario. Obra política, no
aparato de las instituciones del Estado moderno: institutos, faculta- por la doctrina que difunde que es y no puede ser otra cosa que la
des, medios de propaganda, intereses creados de la gente instala- doctrina social católica, sino obra política por orden de sus aplica-
da... Acción de algunos contra la "masa" Revolucionaria, acción ciones, por la psicología de su esfuerzo y por el carácter de sus méto-
que no logrará nunca el apoyo de los que creen que la victoria favo-
dos.
rece siempre al más numeroso. Si la Acción Católica se propone más directamente la salvación de
La señal de iniciación de esta lucha ha sido dada por Pío XII (16 las almas, si, aún cuando se ocupa de cuestiones cívicas y sociales, lo
de mayo de 1954): encara todo bajo el ángulo más específicamente religioso de un
"En este combate contra el materialismo debemos lanzar la voz apostolado en sentido estricto, la obra de la cual hablamos es esen-
de orden: volver al Cristianismo de los orígenes. Los Cristianos de cialmente diferente. Aunque su fin supremo sea también la salva-
los primeros tiempos enfrentaban a una cultura pagana y materia- ción de las almas y la mayor gloria de Nuestro Señor, busca alcanzar
lista que era dueña de todo. Ellos osaron atacarla y finalmente se estos objetivos indirectamente. Su razón de ser, como su esfera de
impusieron gracias a su invencible tenacidad y a grandes sacrificios. acción, es la búsqueda de cierta eficiencia temporal, el éxito de la
¡Imitadlos!'' lucha contrarrevolucionario, cierta manera de concebir la táctica a
En ausencia de tal "consenso" es necesario salVar la ruptura por aplicar para defender a la sociedad y más particularmente nuestra
una obra colocada entre la Acción Católica y la acción política. patria contra los progresos de la Revolución.
Obra bisagra que tendrá algo en común con los dos dominios que Todos estos objetivos son esencialmente perseguidos como tales y
pretende vincular sin pertenecer al uno ni al otro. Obra que por un directamente encarados, con el único título de nuestros derechos de
lado se parecerá a la Acción Católica y por otro a la acción política laicos y de ciudadanos, derechos que la Iglesia misma nos reconoce
sin poder ser nunca asimilada a cualquiera de ellas. y que nos pide ejerzamos "audazmente".
Obra bisagra que deberá ser Católica porque trabaja por la reali- Por eso, esta obra aparece como muy diferente de la Acción Cató-
zación de ese fin esencialmente católico: La Realeza Social de Nues- lica. No es como ella prolongación directa del Apostolado de la Je-
tro Señor en nuestro país y en el mundo. rarquía. Es y quiere ser una obra de salvación nacional e internacio-
Obra distinta sin embargo y bien diferente de la Acción Católica. nal. El hecho de decirse católica, es para ella la suprema indicación
porque estará totalmente ordenada a la Acción temporal según las del único remedio, del solo Nombre por quien el mundo puede ser
exigencias del contexto nacional. Combate del cual la Acción Cató-
salvado.
lica puede indicar la suprema finalidad y los principios generales, Pero es muy desconsolador ver a qué punto el espíritu de rutina,
sin poder llevarlos a cabo como lo exigen las condiciones de la lucha una falta absoluta de imaginación, siguen frenando la acción de los
contrarrevolucionaria moderna. católicos. Puede la Jerarquía pedirnos que "tomemos audazmente
Obra sometida, porque Católica, al control doctrinal del Magis- nuestras responsabilidades de laicos en el plano de la acción tempo-
terio Eclesiástico así como lo exige el derecho canónico de todo bau- ral y busquemos el bien propio de la ciudad'', la intrepidez de esta
tizado cuando trata de religión y de moral. búsqueda no es menos frenada por una opinión hostil. Nadie pien-
Prescripción que no significa que la Jerarquía se encuentra com- sa en descartar fórmulas o medios de acción de los cuales será preci-
prometida ya que el otorgamiento de un "nihil obstat" o de un so constatar algún día que desde hace dos siglos claman su inope-
"imprimatur" significa solamente que en los escritos aprobados no

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rancia. ¡Pobre de aquél que busca, sin embargo, innovar en la ma-


teria! Pronto se dará cuenta de que esta audacia que se le pide, no Otro argumento, además, puede ser dado para demostrar que la
será aceptada si no consiste en hacer otra cosa que lo que ha sido he- plenitud del combate contrarrevolucionario no puede ser alcanzado
cho, en vano, hasta ahora. Es como si los diversos tipos de obras ca- al nivel de las opciones políticas particulares. Es que la Revolución
tólicas y movimientos cívicos o políticos existentes en el día de hoy es mucho más que una opción política. Es una concepción general
fuesen los únicos que puede autorizar el derecho canónico, o el sim- de la vida, una concepción general de la historia. Atacarla, por
ple derecho natural. ejemplo, en nombre de las ventajas de tal o cual sistema político es
Y sin embargo estamos precisamente en ese campo de "Opciones condenarse a no poder sino arañarla en parte. Ella conserva intacta
libres", de iniciativa y de acción, que la Iglesia siempre reconoció a toda la virulencia de su universalidad.
los laicos en la conducción de los negocios temporales. Para oponerse victoriosamente al universalismo revolucionario,
En cuanto a métodos, particularmente, o para ser más claros, en que pretende tener respuesta para todo, otro universalismo es nece-
cuanto a estrategia o táctica, debemos decir que esta libertad es un sario. Lenin no ha dejado de señalarlo como lo único que puede te-
espejismo si no permite creer en la impotencia del aparato actual de mer la Revolución: El catolicismo.
defensa social y contrarrevolucionaria. Es por eso que importa que la obra de la cual hablamos no sea so-
Esta libertad es un espejismo si los laicos, para salvar su patria, no lamente una obra de "acción política'' sino que pueda además afir-
están habilitados para hacer notar la pavorosa inadaptación de los marse públicamente como católica.
medios actuales en la lucha que se impone contra la Revolución. Sin ser, sin embargo, Acción Católica.
Cuando se sabe con qué rigor, con qué energía feroz y metódica, Porque si se situara específicamente en el plano apostólico de ella
con qué ciencia, con qué perfección técnica los marxistas realizan su se encontraría "demasiado alto" como la misma Acción Católica.
trabajo, hay que ser loco para creer que lo que existe actualmente Debería, desde esta altura, llevar su esfuerzo "demasiado bajo".
en nuestro bando puede realmente constituir un obstáculo serio a Estaría literalmente condenada a la hipertrofia de sus actividades
una subversión tan diabólicamente preparada. inferiores, si se pretendiera exigir de ella la dirección de esta guerra
Es lícito, pues, en el sentido de un combate contrarrevolucionario específicamente temporal que la salvación del mundo exige llevar
claramente definido, encarar una obra más metódicamente adapta- hoy contra la Revolución.
da a las exigencias de esta lucha.
Obra que será "contrarrevolucionaria" en el sentido pleno de la
palara porque no está situada ni en el plano de la Acción Católica ni Un esfuerzo católico más particularmente dirigido
en el de la acción política, (estrechamente entendida). contra la Revolución
Esto es capital, porque así se encuentra señalado el justo grado, el
punto exacto donde debemos saber atacar al adversario. Tal es la obra a promover, obra contrarrevolucionaria por exce-
Las reservas y la bases enemigas están situadas en esta zona inter- lencia, obra necesaria, obra llave.
media. Ubicarse demasiado alto o demasiado bajo es condenarse a No es que esta obra pueda pretender vencer sola a la Revolución;
no poder cerrarle eficazmente el camino. al contrario, ha sido concebida en sus métodos y en su forma para
Es cierto que pueden existir, en el plano de la toma de posiciones que su desarrollo no moleste en nada todo lo que en el plano de la
políticas particulares, grandes posibilidades de combate Acción Católica y de la acción política pueda tener la menor in-
contrarrevolucionario. Sería equivocarse sin embargo "en su esen- fluencia contrarrevolucionaria.
cia" porque, repitámoslo, la Revolución sabrá, si es preciso, hacerse Seria desconocer totalmente su esencia, considerada como "un
hasta monárquica sin cesar de ser plenamente ella misma. Supo en- movimiento", si tratara de reclutar los efectivos de las obras veci-
tenderse, aunque fuera precariamente, con todos los tipos de régi- nas. Cuando decimos que deseamos la complementariedad de las obras,
men político. Una sola cosa no se ha podido ver nunca: La alianza no es una fórmula de cortesía destinada a prevenir los temores de
de la Revolución con la Iglesia Católica Romana. una posible "competencia". Es nuestro más caro deseo que en te-

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rrenos que no son el nuestro y con métodos diferentes, otros se em-


peñen en socavar el espíritu revolucionario difundido por doquier.
Que un diario católico ataque la esencia misma de la Revolución,
que no ceje en su empeño de oponerle la pura doctrina de la Iglesia;
que un conferenciante de vastos auditorios públicos vaya a enseñar
la grandeza de la Iglesia y su universalidad; que tal editor se espe- ÍNDICE
cialice en la publicación de obras escolares que no alteren la historia
y no constituyan un desafío a la verdad; que tal asociación se ocupe
de la moralidad en la calle, en los cines, y en la moda; nada de eso
puede dejarnos indiferentes. Sólo Dios.
El mal revolucionario es tan grande y difundido que hay trabajo
para todos.
Que todos se empeñen en combatirlo con métodos de variada efi- Introducción 5
cacia pero que por su armonía alcanzarán una fuerza más grande. Amistad al Servicio de la Verdad 7
La obra de la cual hablamos busca solamente ocupar la brecha de- 10
Concertación
masiado tiempo desguarnecida de tropas y por la cual el enemigo 13
logró, hasta ahora, llevar las suyas a la victoria. ¿Esta obra, la podremos
Centro de Servicios
Escuela de Formación 16
llevar al grado de desarrollo necesario para su plena eficacia? Solo Dios.lo 19
sabe. El Animador
Sería pueril alentar demasiadas ilusiones. El espíritu ordinario El Grupo de Estudio 22
de las relaciones entre grupos humanos es tal que es prudente espe- El Grupo de Trabajo 25
rar múltiples y dolorosas incomprensiones. Nos atacarán tanto des- 29
de un flanco como del otro. Del lado de la Acción Católica como Metodología
Características 32
del lado de la acción política seremos considerados como rivales. Po-
Perspectivas 35
dremos decir a tiempo y a contratiempo que nuestra fórmula de
obra no regimenta, no agrupa, fórmula de obra centrífuga y no cen- Apéndice 39
trípeta, que no desea nada como la complementariedad de las obras
y muchos rehusarán creernos.
Tendremos que avanzar a pesar de eso hasta el momento en que
la amplitud de nuestra acción sea tal, que pueda demostrar por sí
misma, a los que pudiesen sospechar de nuestra empresa, que lejos
de debilitarlos, procuramos, al contrario, facilitar su combate cons-
tituyendo alrededor de ellos un estado de espíritu más comprensi-
vo, fortaleciendo sus grupos de militantes que ellos no hubieran po-
dido formar, como esperamos hacerlo con la gracia de Dios.

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