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El corregidor de Arroyondo
Corista : La operación se le está viniendo abajo, general. Deje de perder el tiempo, entre
más días pasen…
Corista : ¡Cuándo no vos gritando a cuatro vientos! Quien no te conociera diría que estás
loco.
Corista : No hay nada qué hacer, el general está empecinado en acabarnos, seguirá
insistiendo, así deje toda la vereda desolada.
Corregidor: Todo quedó patas arriba en las casas de los campesinos, los sembrados que no
estaban ahogados fueron arrasados.
Corista : Se hizo una lista de sospechosos que, sometidos a torturas, sólo confesaron las
deudas que tenían cada uno con el pueblo.
Corista : Silencio, quien revela una deuda más tarde le toca pagarla.
Infiltrado : Esa operación no llegará ni a Ana (Ríen). Ya ha pasado un mes enterito y nada de
nada, no se preocupe mi comandante.
Infiltrado : (Aparte) ¿Por qué? Si la retaguardia es el lugar más seguro para la huida. (Ríe
maliciosamente).
Corista : Nos creyeron presa fácil, que así de simple podían rodearnos con la Anaconda esa,
e ir estrechando sus anillos.
Corista : Se equivocaron.
Infiltrado : (A uno) ¿Se equivocaron? Nos van a matar de hambre ¿no creés?
Infiltrado : Es un decir, todos sabemos cuál es la situación. Esa culebra nos va a envolver por
completo…
Corista : Nunca nos van a cazar, si acaso son capaces de llegar hasta acá, ya mañana
estaremos en otro lugar.
Infiltrado : ¿Otro lugar? Yo ya estoy cansado de caminar y caminar, me imagino vos también.
Corista : Yo no.
Corista : Yo tampoco.
Infiltrado : Está bien, está bien, ya entendí, sigamos. (A otro) Para mí que estamos
embolatados.
Infiltrado : No hablaba con vos, con permiso. Camarada, vos que manejás las comunicaciones
¿hacia dónde vamos?
Infiltrado : No es que no sepa para dónde vamos, sólo quisiera saber la ubicación exacta.
Corista : ¿Mi comandante? ¿A qué comandante te referís? Porque el nuestro lo sabe muy
bien.
Infiltrado : Recuerde que hombre precavido dos veces vale por tres y hasta por cuatro (Ríe).
Corista : ¡Están como locos! Esos chulos hijueputas no están dejando entrar ni salir del
pueblo.
Corista : Era de esperarse, tras la desaparición del general vienen sucediendo cosas muy
extrañas.
Corregidor: Llevan camillas, partes de cuerpo, heridos, mesas, asientos, mapas, montones de
latas de coca-cola, cajas de licor… van y vienen los médicos y las enfermeras con
sábanas llenas de sangre…
Corista : ¿Viejito? Pero más arriesgado y laborioso que vos, gordito perezoso.
Infiltrado : ¿No le digo? Uno con hambre, sin dormir toda la noche, caminando kilómetros
para arriba y para abajo y el dizque comandante glotoneando todo el día.
Corista : Envidioso.
Corista : ¿Qué?
Corista : Es un baquiano, porque por esa trocha si uno no conoce, lo desaparecen a uno.
Corista : Si no las fieras del monte, las bestias al servicio del general.
Corista : Sí.
Coro : Coca-cola va
Whisky viene.
Corista : Le estaban volviendo trizas los acuerdos que tenía con el pueblo, se cansó.
Corista : El general abusó de la hospitalidad.
Corista : Finalmente, al general, después de cavar tantas tumbas, por fin le cavaron la suya.
Infiltrado : ¡Comandante! ¡Comandante! (A público) No, este comandante está más borracho.
Infiltrado : Lo siento mucho, no creo que el comandante esté en condiciones para sacarnos de
esta.
Canción Marulanda
Corista : El otro campamento está a 30 kms. Si se pone pilas, puede llegar antes del
anochecer.
Corista : Nada de eso, miramos cómo nos acomodamos, si aquí cabe hasta el general. (Ríen)
Corregidor: Por ahora leeré este de Mao, ya estoy cansado de tanto teatro con esa operación
Anaconda.
Corista : Allí está la hamaca, vaya, descanse.
Corista : ¡Vos!
Corista : ¿Yo?
Corista : Qué va, si este no es como los comandantes, los otros ven unas piernas y se
emboban, los tiene uno bailando, este no, sólo veré si necesita algo… ¿Se-ñor?
Corista : Piénselo.
Corista : No creo, estaba como enfermizo cuando me vine. Estos montes no son pa’ todos.
Corista : Ay, qué sueño, dejemos descansar al corregidor porque sino aquí nos tiene
escuchando a Mao toda la noche. Que pase buena noche señor corregidor.
Corregidor: (A público) Seguro me han visto desde el desembarcadero, será mejor cambiarles
el tema. (A un corista) Ese libro se ve interesante, préstemelo.
Infiltrado : Eso me suena muy sospechoso comandante ¿no creés que esto del corregidor sea
una trampa o decíme vos cómo dio con nosotros?
Corista : Cosas de la vida. No se preocupe por eso camarada (Al corregidor) Y ¿el general?
Corregidor: Bien, descansando, nunca ha estado mejor (Ríen. A público). Insisten en preguntar,
trataré de salir por la tangente… Nunca había leído Robinsón Crusoe.
Corregidor: Porque el general suele tener pesadillas y a nadie le gustaría despertar a mitad de
noche asustado.
Corista : Hablando en serio, ¿no cree usted que entre nosotros hay uno que no es de los
nuestros?
Corista : Si no camina como pato, si no come como pato, si no grazna como pato, entonces
no es pato.
Corista : Yo entre dormida, escuché un ruido extraño y vi una silueta escurrirse entre los
árboles, pensé que era usted comandante.
Corista : Cuál dormida, si vos le tenés ganas al corregidor, qué dormida vas a estar.
Corista : Para ojo de lince, acostumbrado a la oscuridad de la noche, con esta luna es difícil.
¡Mirálo!
Corista : Escondéte.
Corista : Calla (Se escucha el masticar del comandante) y dejá de mascar con la geta abierta,
se escuchan tus mordidas.
Corregidor: Se les veía gritar, reír, llorar, saltar alrededor de él, bailar, cantar, después volver a
saltar, torcerse las manos, pegarse en la cara y en la cabeza, después cantar y
bailar de nuevo, como un hombre que ha perdido el juicio.
Corista : Sí, son alaridos espeluznantes que vienen… ¿de la caleta del corregidor?
Infiltrado : Le dije comandante que se iba a enloquecer con tanta aventura y tanta selva.
Corista : Pues si te preocupa tanto por qué no entrás y mirás si es muy grave.
Corista : No va a llamar ningún médico, va a dar aviso al enemigo, ella sabía muy bien que
aquí hay radio comunicador.
Corista : ¡Un momento! Me informan de un inminente ataque del ejército, les va a costar
llegar hasta acá, pero debemos estar preparados.
Corista : Si nos movemos quizá podamos despistar al enemigo, vayan unos por el barranco,
otros por el río y dejemos al médico encargarse del corregidor.
Corregidor: (Aullando de miedo) ¡No… ayuda… socorro! (Aceza como huyendo y termina en un
grito despavorido) ¡Uh… oh… ah… eh… iii…!
Médico : Cálmese.
Corregidor: Yo lo desaparecí. Por ahí andan caminando los últimos huesitos de ese gordiflón,
pero irán a dar al río… ¿Oye el río? Se escucha el tronar de los fémures azotados
contra las rocas. ¡Ah, soltáme cerdo, inútil, te voy a desbarrancar una y otra vez,
dejaré podrir tus carnes, tus grasas y tus huesos hasta los tuétanos y nunca nadie
volverá a saber de vos!
Médico : Ya mucha gente sospecha que vos lo desapareciste. Te estás volviendo famoso.
Corregidor: ¡Dios me ampare y me favorezca!
Corista : Nada de eso, lo del corregidor no es sino una de tantas enfermedades de la selva.
Corista : La tarántula que mató al camarada Gaspar, ella que lo pica y él que le alcanza
arrancar una pata.
Corista : Qué informe ni qué médico, lo único importante ahora es dormir. En la mañana
nos movilizamos.
Médico : ¿Corregidor?
Corregidor: El escándalo fue mayúsculo. A pesar del mal tiempo arremolinaron a la gente en la
plaza del caserío.
Médico : Me dijeron que desde el otro campamento lo vieron caer como fulminado,
pensaban que lo habían herido, el comandante me mandó a llamar con urgencia.
(A público) Y aquí estoy lidiando con este enfermo que tiene la fuerza de tres
normandos. ¿Corregidor?
Médico : Tómese esto, le bajará la fiebre, dejará de delirar o por lo menos podrá disfrutar
de un buen trago de whisky, tiene doce años; en estos bosques húmedos rodeado
de toda clase de mosquitos y tarántulas, es mejor subir las defensas con este buen
licor.
Médico : Eso sí, debe saber dónde pisar, no sea se quede sin una de las piernas o las dos.
Corregidor: No sea tan trágico doctor y alcánceme ese libro. Para morir habrá tiempo.
Corregidor: Un buen whisky levanta al más difunto. ¿Lo ha leído alguna vez? Es la cuarta vez
que lo leo, fascinante.
Médico : Tendrá que leerlo en otro momento, la tropa no demora en atacar. Levántese.
Corista : En marcha.
Corista : ¿Y el corregidor?
Corista : Gracias.