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Se ha dicho, tal vez con demasiada frecuencia, que nada será igual en la vida social luego
de que el virus sea dominado por algunas de las alternativas que se suponen. Es verdad
que el entusiasmo pronosticador lleva a las exageraciones, pero pensar un mundo en un
futuro cercano sin capitalismo, sin religiones, sin crisis familiares, sin información y
ficciones en broadcasting, on demand o por streaming, sin problemas ambientales, más
que predicción parece un delirio.
Se dirá que exagero sobre las exageraciones, pero el trabajo cuasi-intelectual que exagera
para luego matizar, es muy adecuado para las mediatizaciones que gustan confundir las
diferencias entre las discursividades política, periodística y científica, pero no para aliviar la
inevitable incertidumbre acerca de cuándo va a terminar la hegemonía virósica y cuáles
serán sus resultados posteriores.
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La propuesta es contribuir a que los lectores y sus redes puedan disminuir su incertidumbre
con algunas herramientas para enfrentar la complejidad del momento, en muchos aspectos
previa a la pandemia. De paso, seguimos discutiendo los temas que nos entretienen y
ocupan desde hace años. ¿La hipótesis? Quien comprenda mejor la complejidad, procesa
mejor la incertidumbre. Por supuesto, es una hipótesis más moderna que posmoderna,
pero como se va viendo, no es el único rasgo de asincronicidad de época.
Se respetó la secuencia y el tono coloquial de la presentación original (aunque debo aclarar que prefiero
mi oralidad escrita a mi oralidad transcripta), se agregaron algunos apuntes sobre discusiones del momento
del encuentro original, y otros que siguieron hasta el momento en que escribo, en diversas plataformas.
Hasta ahora, en las exposiciones de Scolari, Tobi y Fernández, M. se ha puesto el foco en la
complejidad de las convivencias entre lo mediático y lo no mediático y en la interfaz como
concepto articulador y operador. Es decir, como primer aporte desde la reunión anterior,
hay diferentes procesos que vienen desde antes de la pandemia, que actúa frente a ellos
expandiendo o profundizando; los fenómenos de complejidad e incertidumbre están entre
ellos.
Para enfrentar los fenómenos de complejidad de la vida social, esquematizando, hay tres
caminos habituales: por arriba, el de filósofos, pensadores o gurúes, que proponen una
imagen general, con casos ejemplificadores que justifican sus perspectivas apocalípticas o
integradas y sus respectivos matices; por abajo, la casuística que, con terminología técnica
sólo confirma lo verosímil o lo sospechado, es decir, que se reencuentra con filósofos y
gurúes, pero cuidando los respectivos trabajos. En la reunión anterior, como cada vez que
nos reunimos en el CIM, se emprendieron caminos intermedios que, a pesar de que todo,
cultivaron enfoques micro, pero, como dice Scolari, en lo micro está lo complejo, porque lo
micro no es del nivel del caso, sino que es su reconocimiento como parte de un sistema.
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Hasta aquí, para nosotros, el nombre de la complejidad mediática que estudiamos es la del
postbroadcasting: ese sistema o, mejor dicho, ese funcionamiento mediático, que
sospechamos como sistemático, y que consiste en la convivencia en tensión del
broadcasting (pocos emisores para n receptores) y networking (todos tienen posibilidad de
emitir para todos). En la práctica de recepción de medios masivos o de interacción en las
plataformas generalistas, tipo Facebook y Twitter, es imposible intercambiar en uno, sin
que se le aparezca el otro. Además, si se percibe un film o una serie en una plataforma de
streaming, fenómeno con aspectos de broadcasting, la plataforma constantemente nos
recuerda que estamos en red.
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Tanto para l@s usuari@s como para l@s investigadores esa complejidad que nos trae la
pandemia en panmedia, pero que la excede, es una complejidad aditiva y fenoménica
como la que propone Rolando García, al que no por casualidad varios estamos releyendo,
que obliga a lo pluridisciplinario. Es un fenómeno específico de las nuevas mediatizaciones,
que enfrentan en principio de la misma manera usuari@s e investigadores. Eso que obliga
a l@s usuari@s a aprender constantemente para utilizar una nueva aplicación, dentro o
fuera de la plataforma en la cual les gusta convivir. Eso que obliga a l@s investigadores a
estar nuevamente reexplicando y resituando a sus objetos de estudio.
Hace diez años aproximadamente, Antonio Fausto Neto nos anunciaba la imperiosa
necesidad de incorporar la dimensión circulación, parcialmente expulsada por Eliseo Verón,
para comprender los intercambios discursivos en la Web. Ese campo que se abría como un
nuevo objeto frente a nuestros ojos, en una década se ha convertido en una intrincada
trama de niveles y tipos de intercambio a reformular, pero ya definitivamente del lado de
lo enciclopédico, en el sentido de Umberto Eco.
Si se tiene la posibilidad de leer los trabajos que viene publicando Rodríguez-Amat y colegas
sobre espectáculos musicales complejos y actos políticos en movimiento, se verá que, por
un lado, trabaja fenómenos de circulación, aunque ya no puramente mediáticos. Sin excluir
los intercambios discursivos, obliga a pensarlos en diversos planos con resultados de big-
data y geolocalizaciones. ¿Convergencias o divergencias? ¿Hojaldres o dislocaciones? El
caso local de Rosario sangra está en ese camino.
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Que se enfoque en el sistema de intercambio quiere decir que, ante cada fenómeno textual
que enfrentamos, conviene reconstruir el sistema en el que se ha producido y hacia dónde
se dirige para completarse. Deben describirse diferenciadamente los dispositivos técnicos
que constituyen su materialidad y buena parte de su sentido, el sistema genérico-estilístico
en el que se inscribe, y los tipos modos de uso, comunicacional o no, que propone. Además,
es muy importante registrar diferenciadamente diferentes funciones que se hacen
presentes en los intercambios, entre ellas: reciprocidad, redundancia, presuposición,
implicatura, interacción y enunciación. No hace falta para l@s usuari@s definir muy
rigurosamente cada uno de estos niveles y funciones. A nosotros, en cambio, nos obliga a
recorrer el largo camino previo de investigaciones sobre discursos y mediatizaciones.
Lo importante es, antes de concluir o responder, describir y reconstruir. ¿Es difícil? Sí, pero
la incertidumbre frente a la complejidad desbordada es peor.
¿Se agotan así todos los fenómenos que hemos mencionado? Buena parte no, pero
quedarán ordenados y situados contextualmente. Para utilizar una fórmula popular en este
momento político: ‘Con el sistema de intercambio no alcanza, pero sin el sistema de
intercambio no se puede’.