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UNA VERDADERA GUACA EN BETANIA ANTIOQUIA

Por Luis Gonzalo Henao Henao

Lento ha sido el progreso en nuestro Macondo, pero cómo no recordar el día que
se encontró una Guaca al frente del Hospital de Betania. Había llegado el
momento de ser reconocidos en el entorno nacional.

Era el año 1989. En uno de esos arranques de desarrollo urbano, el alcalde de


entonces decidió construir casas para beneficiar a algunas familias del sector
urbano. Al frente del hospital mandó organizar un lote grande para construir 10 0
12 “soluciones de vivienda”. Así fue. Nestor Suarez,“El Enano” como conocían al
operador de la retroescabadora, inició acciones para el “banqueo”. Trabajó todo
el día removiendo la tierra, llenando la volqueta que manejaba Hector Jimenez.
Otras veces la manejaba Don Tiberio Ortiz. A eso de las cuatro de la tarde, ya
decidido al último movimiento de tierra, dejó caer la pala de la retro, pero el metal
dio fuerte contra lo que pareció una piedra porque sacó chispas al acero de la
máquina.

Ah! – Lo que faltaba! – Se quejó Nestor. Apagó el motor y bajó lentamente para
revisar lo ocurrido. Cuando se inclinó sobre la causa de la chispa, efectivamente
observó una piedra, pero no era una roca común, parecía labrada. La destapó
con sus manos y se dio cuenta que era una gran “batea” de piedra. Otro la
hubiese dejado a un lado, pero Nestor no, venía de familia muy conocedora de la
historia (Primo de Heraclio Suarez, quien después sería Alcalde encargado), y que
siempre hablaban de las posibles “guacas” de los indios Citaraes que poblaron
estas cumbres en otros tiempos. Incluso el “Enano” muchas veces, protestaba en
el billar “La Cabaña” ante sus compañeros de juego. –Eh! Pero esos citaraes
fueron los únicos indios pobres de toda América! En este pueblo ni siquiera una
ollita de barro nos hemos encontrado! No jodás! Con razón lo llamaban Gorra
Vieja – y seguía jugando como mascullando su desconcierto.

Muy intrigado con el hallazgo llamó a Mario Moná, su tío, presidente de la


Sociedad de Mejoras Públicas y forjador de la Casa de la Cultura, que vivía al
frente de donde se hacía la excavación. Don Mario, hombre muy activo
culturalmente, cogió una pala, una barra y sin dudarlo dijo: -Venga enano que
encontró su guaca!. El corazón les comenzó a palpitar fuerte. A esa hora la calle
estaba totalmente sola y ellos, como si quisieran que nadie se enterara, se fueron
para el punto del encuentro misterioso. Fueron separando tierra, con la pala, con
la barra, con las manos y…..EFECTIVAMENTE!!!! Ollas, Jarras, tazas, pocillos,
jarrones más grandes, husos, hachas de piedra, grandes platos dibujados….todo
lo hacían en un silencio tan grande que se sentía el latido de cada corazón
esperando ver lo más ansiado…
Sacaban las vasijas de barro, las vaciaban con cuidado tocando la tierra que salía
para sentir algo, pero aún, nada. Un poco más profundo había algo envuelto en lo
que seguramente, en algún momento fue tela. Mucha ceniza alrededor y Don
Mario que hace un movimiento fuerte y ZAS! Casi se van hacia atrás! Nestor,
intentó correr, pero se contuvo. Era una hermosa y espectacular calavera! -
Hijueputa! Un Indio! – entregritó Don Mario. Y se enloqueció el “Enano”!: Con la
pala revolcó todo el entorno, buscando las monedas o las piedras de oro. - Esto
es una Guaca Mario, esto es una Guaca!, repetía y hurgaba pordoquier. Mario lo
miraba y medio sonreía mientras con cuidado protegía los utensilios y la calavera,
la cual envolvió con cuidado.

Al cabo de un buen rato, Nestor lo comprendió. Esta si era una tumba antigua,
pero el indio era pobre. De manera que los “guaqueros” empacaron todo en un
costal y se lo llevaron al Alcalde.

- Vea Alcalde, le dijo Don Mario. Ya vamos a tener Museo Arqueológico con
restos de la cultura de los indios Citaraes, para Inaugurar la Casa de la Cultura.
La noticia se regó y todos los betaneños quisieron ir a ver los restos de la tumba
encontrada que se habían puesto en cajas en el recinto de la Alcaldía. –Hay que
llevarlo a la Universidad de Antioquia para que digan cuántos años tiene, dijo
Pablo Arboleda, el Profe. - Ahora que no se vayan a robar esas reliquias tan lindas
decían otros en El Clarita. -El estudio de ese cráneo puede decir a qué raza
pertenecía, porque aquí hubo Citaráes, pero también hubo Chamíes, decía en la
plaza el historiador Betancur. El caso fue que esa noche se turnaron los
codiciosos del pueblo y revisaron con toda clase de herramientas el lugar del
hallazgo, hicieron túneles, huecos, midieron, clavaron varillas de hierro para ver si
chocaba con algo….pero todo fue inútil. Oro por ninguna parte.

El primer director de la Casa de la Cultura, funcionario delegado para hacer


limpieza a las piezas arqueológicas encontradas, trabajó la mañana y organizó
todo para irse a almorzar. Dejó en un lado lo limpio y en la caja lo que faltaba.
Cinco cajas de cartón, cuatro de ellas con los utensilios y una con el cráneo, bien
envuelto en costal y periódico para que nadie lo tocara, no fuera que se dañara.
“Por fin Betania tendría noticia de sus antepasados, de los pobladores más
antiguos de estas serranías. Tendríamos Historia por fin”. - Pensó alegremente.

Entre tinto y tinto, el funcionario cultural dejó pasar el tiempo y apareció en su


lugar de trabajo a eso de las cuatro de la tarde. Revisó todo y le pareció que algo
no andaba bien. Falta una caja? Volvió a contar, si, efectivamente. Los jarrones,
olletas, los pocillos, si. Las piedras, si. Las hachas, si. El cráneoooo…NO!
Debajo la mesa, no. Junto a la pequeña nevera, no. Al lado de la cama, no. Oiga,
quien sacó una caja de acá?, preguntó a Luz Edilma Restrepo, la Secretaria, -“No
se”-. Preguntó a Jorge Diaz, el Inspector, -“No sé”-. Preguntó a la Personera,
Olguita, la novia de Jhon Jairo Marín, -“No se-. Preguntó a todos, Umata,
Juzgado, Planeación, Tesorera, -No sé, -No sé, -No sé, NADIE SABIA! “Que me
trague la tierra, voy a contarle al Alcalde”, se dijo.

Entró a la oficina del burgomaestre y le soltó la noticia. El pobre funcionario


sudaba. Carlos Alberto, calmado y tranquilo, simplemente le dijo: -Aquí la que
sabe dónde está todo es la de los tintos, pregúntele a ella-. Era una señora que
servía los tintos y quien a la vez realizaba el aseo de las oficinas desde hacía
tiempo y conocía el edificio al derecho y al revés.

- Mi señora: venga le pregunto.


- –Si señor, dígame.
- -Vea, usted sabe dónde hay una caja con unos periódicos y otras cosas
que yo tenía en el apartamento de la oficina del alcalde?
- - Aaaah! Eso era suyo?
-Usted allá tenía unas cajas con unas esculturas, yo cogí una caja
llena de periódicos y de tierra, un costal viejo y metí todo eso en una
bolsa y como hoy tocaba hacer aseo, se lo entregue a la volqueta de
la basura!!!!!!!!

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