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Práctica. 1 Mercedes PDF
Práctica. 1 Mercedes PDF
CURSO 2017/2018
UNIVERSIDAD UPV-EHU
Para poder entender los cambios históricos, políticos y subjetivos del contexto de
la Modernidad es necesario comentar que las características principales de dicha etapa
empiezan a cobrar forma a partir del Renacimiento en el siglo XV. En este momento se
produce un giro antropológico que da como resultado un cambio de mentalidad
respecto a la humanidad, situando a la figura simbólica del hombre poco a poco como
parte importante y central de la existencia del mundo.
RAZÓN CONTRATO
NATURALEZA IGUALDAD
Así pues, una de las maniobras iniciáticas consiste en que los seres humanos, que
son iguales por naturaleza, se alejan de ésta a través de la praxis de la razón que les
conduce a renacer como ciudadanos “iguales” en el espacio de lo político, que ellos
generan mediante el contrato.
“porque al utilizar (el principio de) la igualdad de todos los seres humanos para impugnar
el antiguo criterio de legitimidad, se introduce una clausula universalista que se vuelve en
contra de los propios defensores de esa igualdad cuando éstos últimos pasan por alto tal
clausula. Pues si el nuevo espacio de lo político ya no se define ni por una determinada
excelencia (…), ni por la posesión de la virtú (Maquiavelo), sino precisamente por la
igualdad, en tal caso cabría esperar que de él no quedara excluido ningún ser humano
dotado de razón” (Perona 1995: 29).
Otro tipo de discriminación hace alusión al derecho social, en tanto que las
mujeres no tenían acceso al disfrute de beneficios sociales como puede ser la
educación. Por otra parte, también se plasma en el texto de Perona la falta de
derechos civiles sobre las mujeres del S XVIII. Ya que no tenían ningún tipo de derecho
sobre la propiedad, el acceso a la justicia o el derecho de disponer de sí mismas y de
sus bienes.
Cabe mencionar, que durante los siglos XVII y principios del XVIII era una época
dónde, pese a las discriminaciones de género que existían, se anteponía la diferencia
de clases por delante. Es cierto que la élite de la clase hegemónica, aristocracia y
nobleza, mostraban un claro interés por marcar una gran diferencia frente a la clase
social de estratos más bajos. Gracias al arte, podemos observar en las diferentes obras
de cuadros cómo la indumentaria del hombre y de la mujer de la élite social es muy
similar. Vestidos ostentosos, pelucas bien peinadas y zapatos con cierto tacón. Pues
querían diferenciarse de la gente socialmente pobre. Así pues, en esta fuerte
estratificación social, una mujer de clase alta podía adquirir mayor protagonismo que
un hombre de clase social baja, pese a ser ella una mujer.
A pesar de ello, poco faltaba para que las mujeres adquirieran la conciencia
histórica de su identidad de género. Este momento histórico se plasma en la caída del
rey con el Antiguo Régimen y la abolición de cualquier privilegio a excepción del
sexual. En consecuencia de ello, se está terminando de gestar el nuevo espacio
político en plena polémica sobre los derechos sociales, civiles y políticos que
terminaría con la consiguiente Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano. Una ley que representaría la exclusión de las mujeres de los derechos de
ciudadanía y la derrota de los y las defensoras de los derechos de las mujeres.
Sin embargo, no todos los autores pensaban igual, como por ejemplo Kant. Este
autor considera que un estado legítimo debe constituirse en base a tres principios a
priori, los cuales conformaran el espacio político. La igualdad, la independencia y la
libertad. Centrándonos en el primero, este principio se trata de una concepción formal
universalista y jurídica, la representación de la igualdad delante de la ley. Esto significa
la coacción que el derecho ejerce sobre todos los individuos por igual para respetar su
libertad. De esta manera se desprende la intención de que todo el mundo tenga la
posibilidad de ascender en la escala social gracias al talento o la suerte, por ejemplo.
Asimismo, también genera la abolición de la herencia de la posición social, que es una
manera de acabar con los privilegios. Esta consideración de principio de igualdad nos
posibilita ver que la igualdad no viene “por naturaleza”, como dice Perona, sino que
son unos sujetos concretos quienes la politizan, y toman decisiones sobre la misma. La
independencia, este segundo principio (que desencadena al tercero: la libertad) es el
que utilizará Kant para ejercer la exclusión en el espacio político de diferentes
maneras. Así pues, diferenciará entre quienes son auténticos ciudadanos, auténticos
sujetos políticos, de aquellos ciudadanos pasivos. Esta distinción representa la propia
traición al principio de universalidad ilustrado, pues solamente pueden considerarse
ciudadanos de pleno derecho aquellos propietarios varones. No todas las personas
tienen acceso a la propiedad, unas porque su lastre social se lo impide y otras porque
jamás conseguirán esa predisposición económica. Esto sitúa a las personas en
diferentes posiciones y condiciones para alcanzar el derecho a la ciudadanía, a su vez,
que se está dejando de lado el discurso ilustrado al establecer como criterio regulador
de la ciudadanía la propiedad privada y no la razón.
Por consiguiente, Kant es considerado por Perona como “un defensor de los
privilegios políticos de la nueva aristocracia masculina”, insistiendo en el discurso
biologicista sobre las mujeres y su supuesta naturaleza esencial femenina, ahistórica e
inamovible que promueve la propia exclusión de éstas del espacio político y, derivado
de ello, la falta de reconocimiento como ciudadanas con derechos políticos y civiles.