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Autor: Óscar Navarro Valenzuela

Institución: Universidad Autónoma de Chihuahua

Investigador asignado/Revisor: Dra. Ana Lilia Ulloa Cuéllar

Institución: Universidad Veracruzana

Fecha: 19 de agosto de 2020

Derechos humanos, bienestar humano y responsabilidad ambiental

Resumen.

En este trabajo se intenta explorar desde una visión filosófica, específicamente de la ética y la

política, las motivaciones, justificaciones y necesidad de la responsabilidad ambiental como

parte elemental de dispositivos tecnológicos sociales ,como lo son el derecho y la ley para, que

tienen como fin garantizar en la medida de lo posible el bienestar humano, tanto en sociedad

como en individuos. Se indaga brevemente sobre interrogantes relacionadas a la naturaleza del

derecho, el bienestar humano; tanto en sociedad como en su dimensión individual, también sobre

algunos de las causas y consecuencias de la crisis ambiental y su repercusión que entorpece la

búsqueda de tal bienestar.

Se consideran en este artículo visiones de filósofos, juristas y científicos, así como la

revisión de leyes y algunos casos para nutrir las cuestiones y reflexiones aquí escritas.

Palabras clave: Filosofía; Ética; Derecho, Ecología y medio ambiente; Bienestar.


Navarro Valenzuela “Derechos humanos, bienestar humano y responsabilidad ambiental” 2

I. Introducción

Dada la tremenda urgencia que representa la crisis ambiental para el género humano, así como

para el resto de especies que habitan en este planeta, es imperativo la reacción del ser humano,

como sociedad y como individuo para hacer frente a la ya nombrada crisis ambiental;

problemática compleja con un sinfín de interacciones, valores y variables de gran dimensión

cuyos efectos prácticos son sufridos en forma de cambio climático, contaminación de aire, tierra

y tierra, entre muchos otros que generan, a su vez, más problemas, como lo son el derretimiento

de los casquetes polares, lo cual genera el incremento del nivel de las aguas oceánicas. Por otra

parte, las sequías suelen ser más extensas y la desertificación amenaza cada vez más con

extenderse a las zonas fértiles. Es evidente que estos fenómenos han alterado la forma de vivir de

comunidades en todo el mundo, desde hambrunas hasta desplazamientos y evacuaciones.

Encontramos en la crisis ambiental una problemática por la cual se debe hacer frente por todos

los flancos y que científicos como académicos tendrían que verse, de alguna forma, relacionados

con él. Es por ello que en este documento nos encomendamos a realizar un aporte enfocado en

identificar algunas de las motivaciones, justificaciones y necesidad que tiene la sociedad,

instituciones e individuos en particular para incorporar la responsabilidad ambiental dentro de

aquellos dispositivos tecnológicos sociales empleados para buscar el bienestar dentro de

comunidades; como lo pueden ser: el derecho, las leyes, las políticas y la moral.

Existen diferentes tipos de filosofías que tienen diferentes perspectivas y problemas a

tratar; algunas se dedican a desenredar la abstracción de algunos conceptos con la finalidad de

esclarecer el lenguaje, algunos otros en traducir y dar a entender lo que dijo algún otro filósofo,

texto o interpretar signos y símbolos. Por otra parte, existe la filosofía que busca aportar a la
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resolución de problemas prácticos para la humanidad. Mario Bunge, en su artículo “Filosofías y

fobosofías” dió el nombre de “filosofías escapistas” a estas primeras, por rechazar los problemas

más urgentes y de mayor interés humano en favor de limitarse a abstracciones o elaborar meras

metaopiniones1. La filosofía práctica, en el sentido de aportar a la solución de problemas

prácticos para la humanidad no es nada novedoso. Los griegos pensaban sobre la estructura de

los gobiernos y sobre el modo de vida por el que uno debería conducirse. Aunque también, en

cierta medida, estos se decantaron por una visión más abstracta dada la perfección y

trascendencia que esto representaba para ellos. En todo caso, quisiéramos localizar esta

investigación dentro del campo de la filosofía práctica, debido a que con él, buscamos ofrecer un

aporte útil de frente a la lucha contra la crisis ambiental.

La brevedad de este trabajo, dada su naturaleza como artículo de investigación, no nos

permitirá abordar ciertas problemáticas o tratarlas con profundidad, como lo pueden ser la

definición de humano al momento de hablar de los derechos humanos, la naturaleza de la libertad

o la distinción entre moral y ética; pese a ser problemas más que interesantes y propios de los

campos de los que buscamos que este trabajo abreve. Otra nota que vale la pena tener presente

durante la lectura de este texto es considerar la finalidad que tendrá: ser incorporado en la tesis

de grado para la obtención de grado de licenciatura de filosofía; sea en forma de capítulo o

empleando los recursos de este para ser adicionados en fragmentos. Por otra parte, las

herramientas de abogados y legisladores propios del campo del derecho no serán empleados o

revisados a profundidad, más que dentro de las posibilidades de nuestro campo y el tema a tratar.

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O opinar acerca de lo que alguien más haya opinado acerca de algo. ex. Heidegger opinaba sobre lo que opinaba
Aristóteles sobre el “ser”.
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II. Derechos y bienestar

Dadas las complicaciones que la existencia acarrea a cada ser vivo, estos se han visto en la

necesidad de generar aparatos, formas y tecnologías que les favorezca a sobrevivir de frente a sus

necesidades físicas, las inclemencias ambientales o la enemistad con otros grupos. Algunos más

desarrollados y complicados que otros, tal cual es el caso de los humanos que han dado origen a

grandes sistemas tecnológicos aplicados a sus sociedades para favorecer su existencia. Desde el

lenguaje hasta las religiones son parte de este mismo sistema, de acuerdo con Yuval Noah Harari

en su famoso ensayo ​De animales a Dioses​. Estos sistemas han favorecido cada vez más en una

gran cadena de cooperación y beneficios mutuos dadas ciertas condiciones para que los

individuos se comprendan mutuamente y se presten auxilio, comercien o elaboren conocimiento,

entre muchos otros logros que el género humano en su conjunto han logrado. Bertrand Russell, y

con razón, vió antes que Harari las potenciales virtudes y vicios que esta cooperación han

alcanzado: desde la conformación de sociedades democráticas y libres, hasta las bombas

atómicas, advirtiendo con vehemencia que era necesario generar un camino a través de la ética y

la moral que no termine con dicha cooperación convirtiéndose en un arma del ser humano contra

sí mismo. Estas reflexiones del birtánico podemos encontrarlas repartidas en los artículos

reunidos en ​Sociedad humana: ética y política​.

Algunos de estos dispositivos, como el lenguaje o la religión, han generado, a su vez,

otros artefactos con la intención de proteger y servir a los individuos en búsqueda de paz,

libertad y bienestar. Tal cual es el caso del derecho. Y dado que cada país, estado o institución

reconocen diferentes derechos, obligaciones, leyes y normas para cada individuo, caso o campo,

será necesario perfilar nuestra visión. Y dado que la gran cantidad de instituciones y naciones los
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reconocen, los derechos humanos serían, pues, nuestra vereda a seguir en esta ocasión. Y no es

solo por la percepción casi universal de estos como paradigma lo que nos hace centrarnos en

ellos, sino que son los efectos prácticos que han causado un gran beneficio para el bienestar

humano.

II.1. ¿Qué es un derecho?

La necesidad de establecer ciertas normas o criterios que ayuden a establecer condiciones de

posibilidad para una sociedad civil son tan necesarias para la búsqueda del bienestar general

como para el progreso social, científico, cultural y tecnológico, aunque este dispositivo, a lo

largo de la historia, se ha encontrado en distintos contextos que, contrariamente a servir con los

fines anteriormente descritos, parecería que han querido estancar o hacer retroceder dichos

progresos. Tal es el caso de los derechos divinos o los de una “élite” a los que podríamos

denominar como derechos por privilegio, cuyo acceso requiere una serie de condicionales.

Aunque existe una versión más moderada a ellos, como lo puede ser el derecho al sufragio, cuya

condición necesaria, en nuestro país, reside en estar inscrito al padrón electoral y cumplir al

menos los dieciocho años de edad.

Por otra parte, todo derecho tiene una contraparte, un deber, lo que es denominado como

obligación. En palabras del argentino Mario Bunge:

Los polos de la esfera moral. Una moralidad sólo de deberes impone sacrificios

sin recompensa y una moralidad sólo de derechos encierra privilegios. Ambas son

injustas e incompatibles con un orden social sostenible. Éste exige una moralidad

donde los derechos implican deberes y a la inversa. Por ejemplo, el derecho al


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voto implica el deber de votar regular y responsablemente. Y el deber de

mantener a los propios hijos implica el derecho de ganar los recursos para cumplir

con ese deber.(​Diccionario de filosofía ​46)

En efecto, todo derecho está acompañado de cierta carga de responsabilidad por el cual la

sociedad se ve beneficiada al momento de hacer que sus miembros puedan disponer y verse

favorecidos por esa serie de normas y principios por los cuales se puede mantener un equilibrio

establecido.

Existen diferentes tipo de derechos a partir de sus fuentes. Anteriormente se mencionó la

“esfera moral”, la cual puede abrevar de fuentes relacionadas con la religión, la nacionalidad, las

creencias personales u otras variables culturales que modifican sus contenidos y estructuras;

llegando a conformarse como leyes, normas no escritas pero transmitidas por otras vías, o

simplemente con la manifestación de aprobación o desaprobación por parte de la comunidad o

por alguna especie de autoridad moral. Es este relativismo cultural por el que surge la discusión

y polémica en torno a la idea de una forma universal de derechos a los que se puedan asignar a

todos los miembros de la humanidad; sin distinción alguna. El intento que más se ha logrado

acercar a ese ideal de derecho universal son los derechos humanos.

II.2 Derechos humanos.

En 1945, al finalizar el conflicto más sangriento del que se tenga registro de la

humanidad, se forma una institución transnacional con la motivación de prevenir más

despliegues bélicos de semejantes dimensiones y asegurar un clima de paz que resulte fértil para
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el bienestar y progreso de todas las naciones que la constituyen. En diciembre de 1948 proclama

la ​Declaración Universal de Derechos Humanos”2. Según ésta:

LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN

UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos

los pueblos y naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como

las instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la

enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren, por

medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento y

aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados

Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.

(Prefacio).

Expresados en treinta diferentes artículos, se revoluciona el paradigma respecto a los sistemas

sociales que favorecen el bienestar humano. Los derechos humanos carecen totalmente de

condiciones para ser partícipes de ellos, es decir, estos derechos son naturales al ser humano. Lo

que en términos formales jurídicos se conoce como ​iusnaturalismo o derecho natural, el cual

sostiene la idea de que los derechos son connaturales al ser humano, inalienables dada su

condición de humanidad y que ni el estado u otras instituciones tendrían forma o autoridad para

detenerlos. En contraste con el ​iuspositivismo,​ que sostiene que es el estado quien gestiona y

otorga dentro de su campo el derecho y libertades de sus miembros y se aplican de manera

exacta y se deslinda completamente de la moralidad u otros valores como lo de lo correcto.

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De ahora en adelante como DUDH
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Bunge, siendo gran admirador de los derechos humanos, no está de acuerdo con la

expresión “derecho natural” dado que no existen derechos con existencia propia en la naturaleza,

son otra invención de la humanidad como lo es una ingeniería o una religión, que ayuda con la

resolución de conflictos y que ayuda a promover la paz entre los individuos; en pocas palabras:

el derecho es artificial” (​véase:​ “El derecho como técnica social de control y reforma”).

Por otra parte, la aplicación de los derechos humanos en diferentes naciones ha hecho

incrementar el acceso a la libertad de los individuos y a la satisfacción de sus necesidades básicas

de manera digna. Las evidencias de estos cambios impulsados por la DUDH son muchas y de

gran impacto e interés social. Nos limitaremos a dar los ejemplos del derecho al sufragio a la

mujer, o la abolición de la pena de muerte, en diferentes naciones. Más adelante, en 2009 nacería

la ​Declaración universal de derechos humanos emergentes ​que tendría como intención de apoyar

a la DUDH de 1948 con una nueva vigencia, sin ánimos de reemplazarla, sino de mantener

actualizado el banco de derechos relativos al ser humano.

Los derechos humanos confabulan en interés de la humanidad con la finalidad de

garantizar, dentro de lo posible, el bienestar humano.

II. ¿Qué es el bienestar?

Toda discusión; sea debate, investigación o cualquier medio, vinculada con el derecho o la ley

redunda insistentemente en la idea de bienestar, pese a ser poca la discusión en torno a la misma

idea de bienestar. Algunas perspectivas se limitan a definirlo como la condición en la que toda

necesidad se encuentra correctamente satisfecha, o usarlo en sinonimia con el término “vida

digna”. Pues bien, nos gustaría en este apartado explorar algunas visiones que nos den un aporte
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favorable en pro de revisar algunos valores o rasgos que resulten clave para la comprensión del

término.

II.1. El contrato social, el bienestar y la conservación.

El filósofo suizo francófono Jean Jaques Rousseau representa un parteaguas dentro de la

tradición tanto filosófica como aquella referente a los derechos civiles. Queda implícito en su

célebre ensayo ​El contrato social cuya influencia se ha extendido en muchas constituciones de

diferentes naciones, como la suiza o la francesa, y que sirve como uno de los puntos de

referencia primigenios al momento de hablar sobre derechos civiles. La máxima que impone

Rousseau a este debate versa en torno a su concepto de “voluntad general”. La voluntad general

sería, por así decirlo, la sumatoria de los intereses comunes de todos los miembros de una

nación, y estos tendrán que ser la regla empleada para la confección de legislaciones y aplicación

de leyes. Al mismo tiempo, los partícipes de esta voluntad general se ven obligados a actuar

según las normas que ésta dicte. Volviendo así a aquella dicotomía derecho-obligación; todo

derecho conlleva una carga de responsabilidad que al mismo tiempo hace viable el derecho. Esto

es llamado por Rousseau como “Contrato social”, todo aquel que sea un contratante está sujeto a

las responsabilidades en beneficio de su nación.

Rousseau insiste a lo largo del texto en que el fin último del contrato social es la

conservación y bienestar del pueblo, aún a pesar de algunos de sus individuos. Poniendo así a la

masa por sobre los miembros particulares. Rousseau es uno de los pocos filósofos que hablan

expresamente sobre la pena de muerte atribullendole un instrumento de control social que

favorece el bien de la comunidad siendo aplicada en los casos en que los violadores del pacto
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insidan en sus agresiones. Cosa que no iría muy de acorde con los derechos humanos de hoy en

día y, en efecto, sería una de las ideas más discutibles dentro de su pensamiento, aunque no por

ello sería motivación suficiente para desechar el resto de sus tesis. Por otra parte, Rousseau

arranca del supuesto ​iusnaturalista de que toda persona nace igual y libre tal como lo dice en sus

primeras líneas del ​Contrato: “El hombre ha nacido libre, y en todas partes está

encadenado.”(261) además de arremeter contra una práctica muy habitual de la época como lo es

la esclavitud en pro de la libertad individual y la democracia. El bienestar y la conservación para

Rousseau sería por medio de la satisfacción de las necesidades y la resolución de problemáticas

presentes en el territorio, sea por su contexto político o social, incluso geográfico. Por lo que la

gestión de un buen estado garantizará a todos los contratantes condiciones pacíficas y fértiles

para el progreso y el ejercicio de las libertades. Por otra parte, el rol de la democracia está muy

presente en la visión del suizo, considerando que la participación directa de la ciudadanía es la

única y auténtica forma de vivificar el contrato social, mientras que otras formas como la

democracia representativa o la aristocracia serían formas corruptas de comprender la democracia.

Rousseau no es ingenuo de frente a las virtudes idealistas que la democracia representa, también

considera algunas desventajas, como el caso de una población poco o mal educada que fuera

capaz de tomar las decisiones más racionales o acertadas al momento de hacer frente a las

problemáticas o actuar de forma apasionada descuidando las virtudes de la razón.

Rousseau dejaría un buen antecedente que evolucionaría en las libertades civiles que

conocemos hoy en día, pero existen otros pensadores que han contribuido en la formación de los

principios y fundamentos de los derechos y libertades civiles, igual para la idea de bienestar que

intentamos definir.
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II.1. Kant y la dignidad humana.

Pese a que dignidad y bienestar serían conceptos diferentes, no se repelen y se complementan

mutuamente. El término “dignidad” acompaña constantemente al de “bienestar”, muchas veces

confundido, por lo que vale mucho la pena indagar acerca de él por medio de uno de sus mayores

exponentes en la historia de la filosofía: Immanuel Kant; quien además fue un fiel lector de

Rousseau. La genialidad de las ideas de Kant ha trascendido y se mantiene con mucha vigencia

en el debate actual sobre moral y política, siendo su idea de “dignidad” casi la moneda de cambio

común al momento de definirla.

Kant, en su ​Fundamentación de para una metafísica de las costumbres,​ emplea el

término dignidad para designar el imperativo práctico como principio de la moral y lo formula de

la siguiente manera: “obra de tal modo que uses a la humanidad, tanto en tu persona como en la

persona de cualquier otro, siempre al mismo tiempo como fin y nunca simplemente como

medio”(47). Cosa que no solo es aplicable entre sujetos, sino también de instituciones como

empresas, nacionales u otras organizaciones a las personas mismas. Kant, en esta misma obra,

define como persona a todo ser capaz de servirse de la razón. Podríamos criticar su posición un

tanto excluyente en contraste con personas con padecimientos psiquiátricos que serían incapaces

de servirse de la misma manera que una persona sana, si bien, está inquietud sería anacrónica

dada que en tiempos en los que fue redactada la ​Fundamentación yacía una sensibilidad muy

diferente a nuestro tiempo respecto a personas que sufren este tipo de afecciones; y es por ello

que los siguientes pensadores que caminaron por la vereda erigida por Kant han trabajado mejor

este tipo de detalles, legando las grandes ideas del alemán al debate actual.
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Kant, aparte de formular el concepto de “dignidad” estándar, por así decirlo, también

promovió la formación de una institución transnacional con la intención de mantener la paz y la

cordialidad entre las naciones, claro antecedente a la Organización de Naciones Unidas que ha

sido de vital importancia para la humanidad desde su conformación.

II.3. Dewey, Maslow y la satisfacción de las necesidades.

Más tarde, el filósofo pragmatista y pedagogo norteamericano John Dewey aportaría la idea del

bienestar como la satisfacción de las necesidades de los individuos. Esto sentaría las bases de

otras aportaciones realizadas más tarde por psicólogos y antropólogos en el diálogo en torno al

bienestar humano. Como teórico de la educación, Dewey ve a la formación educativa como un

pilar clave dentro de la conformación de toda persona, y mejor si se hace dentro de ciertas

condiciones que lo favorezcan, de acuerdo con Robert B. Westbrook: “Según Dewey, las

personas consiguen realizarse utilizando sus talentos peculiares a fin de contribuir al bienestar de

su comunidad, razón por la cual la función principal de la educación en toda sociedad

democrática es ayudar a los niños a desarrollar un “carácter” –conjunto de hábitos y virtudes que

les permita realizarse plenamente de esta forma.”(“John Dewey” 4). Si bien, no aporta una

definición clara que nos aporte a la idea de bienestar, encontramos asumida la idea de un

beneficio social al momento en que una persona se siente realizada, y ahí una idea clave para

considerar el bienestar humano ¿qué es lo que necesita una persona para sentirse realizada,

aparte de una educación ideal de acuerdo a Dewey? Esta pregunta fue formulada por los

psicólogos del s. XX como una de las inquietudes clave de aquella época, y una de las voces que

más suenan con contundencia es la del psicólogo humanista estadounidense Abraham Maslow,
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quien sintéticamente reúne las necesidades básicas que necesita satisfacer una persona para el

bienestar en su famosa pirámide de la jerarquía de las necesidades humanas.

La pirámide de Maslow abarca desde las necesidades biológicas más básicas y

fundamentales como la alimentación y el descanso, hasta la amistad y el afecto, llegando a la

moralidad, la creatividad y la resolución de problemáticas. Abarcando todos los espectros de lo

que tenemos entendido hoy como la condición de bienestar humano, desde las cosas más

esenciales comunes a todos los seres vivos hasta aquellas capilaridades particulares de cada

individuo como sus necesidades espirituales o emocionales. Esto sería más tarde retomado por

instituciones como la Organización de las Naciones Unidas para la conformación de la DUDH o

el fomento de los DESCA o Derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

II.4. DESCA y derechos humanos.

Considerando, pues, las indagaciones anteriores, pudiésemos formular un mero esbozo de la

definición de bienestar humano. La cual tendría como fundamentos la conservación, así como la

dignidad y las condiciones para el ejercicio factual de las libertades en búsqueda de la

realización. Si bien, pudiese sonar una definición un tanto idealista, es el mismo ideal por el cual

queda establecida la DUDH y los DESCA. Estos derechos como intentos de facilitar condiciones

a los individuos intentan contemplar, en su mayoría, los espectros de las necesidades humanas

descritas anteriormente, defendiendo la libertad de creencia o de expresión, así como el derecho

a recibir alimentación adecuada y educación en un contexto con seguridad, tanto jurídica como

física; en suma, buscando el bienestar de cada persona. Esta serie de derechos se complementan

mutuamente, por lo que intentan mantener lo más lejos posible cualquier foco de vulnerabilidad
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que comprometa la dignidad o bienestar de cualquier sociedad. Es por ello que frente a grandes

problemáticas como los conflictos bélicos, la desigualdad social o la crisis ambiental, es

necesario escudriñar sobre la importancia y efecto que estos derechos tendrían para hacer frente a

problemáticas prácticas. Es decir, existen derechos que intentan garantizar directamente el

bienestar de las personas, pero otros auxilian en mantener las condiciones de posibilidad para

que el bienestar de las personas no se vea comprometido por factores sociales, económicos,

culturales o ambientales. De ahí la gran importancia de los DESCA.

III. La crisis ambiental y el dilema bienestar-sustentabilidad.

Los DESCA han ocupado un lugar importante durante el debate jurídico y político y más de

frente a la crisis ecológica. La problemática ambiental representa una gravísima amenaza al

bienestar humano y sería una de las más grandes vulneraciones de derechos que se han visto

dadas las dimensiones y posible trascendencia que tendría para la especie humana en el sentido

en que anularía algunas de las condiciones de posibilidad en las que el bienestar o inclusive la

vida misma se ve comprometida.

Los fenómenos de la crisis ambiental tienen sus repercusiones directas en distintas

dimensiones de la vida de las personas. Por mencionar algún ejemplo, vemos como las

actividades industriales y energéticas que arrojan gases de efecto invernadero aunado a la tala

desregulada e intensa de grandes áreas verdes han generado acelerados cambios en la

climatología del planeta, alterando las condiciones naturales de los ecosistemas, causando el

derretimiento de las masas de hielo árticas y antárticas, elevando el nivel del océano y causando

inundaciones más intensas y frecuentes que antaño, causando fallecimientos y desplazamientos


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masivos debido a la destrucción de las infraestructuras habitacionales y de distribución de

productos y servicios; basta con mencionar el reciente siniestro acaecido en la nación de

Bangladesh, cuyas condiciones de posibilidad para el bienestar eran frágiles aun antes de las

inundaciones. A su vez, esta degeneración climática también ha agravado la desertificación en

zonas fértiles, lo cual compromete mucho el acceso al agua y alimentación en naciones cuya

sustentabilidad reside en este tipo de fuentes; ni hablar de la fauna o vegetación que también

habiten dichos ecosistemas; gran parte de las naciones africanas, por ejemplo, han sufrido

grandes hambrunas causadas por las sequías. La fuente de todos estos males reside en la

intensificación de las actividades industriales humanas, que después de la primera revolución

industrial ha ido incrementando de manera vertiginosa el uso y abuso de recursos extraídos del

medio natural, se al momento de su extracción, procesamiento o uso y desecho, y por las

dimensiones tan masivas de la producción, han generado lo que conocemos como crisis

ambiental.

Semejante despliegue industrial y tecnológico ha favorecido, ciertamente, en la

disminución de las brechas sociales. El acceso a internet y dispositivos de comunicación, la

infraestructura carretera que conecta rincones apartados de todas las naciones, o el acceso a la

electricidad son productos que esta misma producción industrial ha generado para el grueso de la

población mundial, acortando las distancias entre los más ricos y los más pobres gracias a lo que

llamaremos “democratización tecnológica”. La distribución del conocimiento gracias al acceso a

la red, el uso de un dispositivo de comunicación, o incluso el acceso al papel y a la tinta se ha

extendido incluso a los sectores más marginales, aunque sea de manera parcial, lo cual ha

favorecido enormemente en el ejercicio y conocimiento de sus derechos, aumentando sus


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posibilidades de autorrealización y bienestar. Esta situación es conocida como dilema. Los

dilemas son formas lógicas en las que se expresan comúnmente los problemas éticos prácticos,

un ejemplo de ello sería el conocido dilema del tranvía ideado por la filósofa británica Philippa

Foot. El dilema es, de acuerdo con Mario Bunge: “Problema de elección entre dos alternativas

mutuamente excluyentes”(Diccionario de filosofía 52). Y dado que los fenómenos de la crisis

ambiental apremian un vuelco hacia la sustentabilidad en los modos de producción y uso de

servicios, la verdad es que semejante cambio entorpecería gravemente la democratización

ambiental al volver más limitada la oferta de los productos y servicios que han ayudado a salvar

las distancias sociales y mejorar la calidad de vida de los miembros más marginales de la

sociedad. El desarrollo tecnológico no ha llegado al punto en el que pueda contemplarse dar

solución a ambas necesidad en el sentido en que su asequibilidad para las naciones en vías de

desarrollo suele ser menor respecto a los medios tradicionales de producción. El caso, por

ejemplo, de las plantas de energía nuclear, que pese a tener un gasto de mantenimiento y

operación más bajos que su contraparte de gas natural o carbón, requiere de una gran inversión

inicial, costos que no pueden asumir muchas naciones haciendo que su factibilidad no sea, por lo

pronto, considerable. Las esperanzas de la solución de este conflicto quedaría en el continuo

desarrollo tecnológico con miras en satisfacer ambas prioridades, facilitando a las naciones,

pueblos e individuos nuevos elementos para poner fin a este callejón sin salida. Por lo pronto,

queda en manos de la instrumentación jurídica evaluar casos particulares en pro del mayor

beneficio ponderando el valor de cada uno de los polos para tomar la decisión que tenga el

mayor beneficio y el menor perjuicio a futuro.


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IV. Conclusión: La necesidad de una responsabilidad ambiental.

Todo derecho va acompañado de una responsabilidad que haga posible el ejercicio de ese

derecho. La prioridad de establecer derechos y obligaciones ambientales se ve cada vez más

exacerbada dada los ya graves efectos causados por la crisis ambiental que no solo amenazan con

poner en peligro el bienestar y dignidad humana, sino en terminar con la vida tal y como la

conocemos. Las advertencias de científicos e instituciones transnacionales son cada vez más

severas y con un sentido de urgencia cada vez mayor. Dado esto, el reconocimiento del derecho a

un ambiente sano como autónomo por diferentes instituciones ha sido parte fundamental de la

retórica en pro del control y acción en contra de la crisis ambiental, inclusive llegando a ver

cierta dignidad en el medio ambiente; como un fín en sí mismo y no únicamente un mero medio,

tal como señala la Corte Interamericana de Derechos humanos:

Esta Corte considera importante resaltar que el derecho al medio ambiente sano

como derecho autónomo, a diferencia de otros derechos, protege los componentes

del medio ambiente, tales como bosques, ríos, mares y otros, como intereses

jurídicos en sí mismos, aún en ausencia de certeza o evidencia sobre el riesgo a

las personas. Crisis climática, transición energética y derechos humanos

individuales. Se trata de proteger la naturaleza y el medio ambiente no solamente

por su conexidad con una utilidad para el ser humano o por los efectos que su

degradación podría causar en otros derechos de las personas, como la salud, la

vida o la integridad personal, sino por su importancia para los demás organismos

vivos con quienes se comparte el planeta, también merecedores de protección en

sí mismos. En este sentido, la Corte advierte una tendencia a reconocer personería


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jurídica y, por ende, derechos a la naturaleza no solo en sentencias judiciales sino

incluso en ordenamientos constitucionales. De esta manera, el derecho a un medio

ambiente sano como derecho autónomo es distinto al contenido ambiental que

surge de la protección de otros derechos, tales como el derecho a la vida o el

derecho a la integridad personal.(93-94; citado por Aguilar en “El derecho

humano a un medio ambiente sano, el acceso a la información ambiental y el ius

commune”)

Es por ende, que la responsabilidad ambiental constituye una obligación pertinente a todos los

demás derechos que buscan el bienestar humano.

V. Obras consultadas.

Aguilar Cavallo, Gonzálo. “El derecho humano a un medio ambiente sano, el acceso a la

información ambiental y el ius commune” en ​Crisis climática, transición energética y derechos

humanos. T. II. Protección del medio ambiente, derechos humanos y transición energética​.

Jimenes Guanipa, H. M. Luna Leal(coords.) Fundación Heinrich Böll, Heidelberg Center para

América Latina. 2020. pp. 69-96.

Bunge, Mario. ​Diccionario de filosofía ​. ​Trad. María Dolores González Rodríguez. 3ra ed. en
español. Siglo XXI, 2005.
- “Filosofías y fobosofías” en ​Evaluando filosofías. Una protesta, una propuesta y
respuestas a cuestiones filosóficas descuidadas.​Gedisa, 2015.
- “El derecho como técnica social de control y reforma” en ​Isonomía,​ n° 13. Oct. 2000.
Harari, Yuval Noah. De animales a dioses. Breve historia de la humanidad. Trad. Joandoménec
Ros. 19na reimp. Debate, 2018.
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Kant, Immanuel. ​Fundamentación para una metafísica de las costumbres. Trad. Roberto
Rodríguez Aramayo, Gredos, 2014. Dentro de Kant III de la colección “Grandes Pensadores”
ONU: Asamblea General, Declaración Universal de Derechos Humanos, 10 Diciembre 1948,
217 A (III), disponible en esta dirección: https://www.refworld.org.es/docid/47a080e32.html
[Accesado el 19 Agosto 2020]3
Rousseau, J. J. El contrato social ​Trad. Consuelo Bergés. Gredos, 2018, Colección Grandes
Pensadores.
Russell, Bertrand. Sociedad humana. Ética y política. Trad. Beatríz Urquidi, Altaya, 1999.
Formato impreso, parte de la colección Grandes Obras del Pensamiento Contemporáneo.
Westbrook, Robert B. “John Dewey” Perspectivas: revista trimestral de educación comparada
(París, UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII, nos 1-2, 1993.4

3
Citado de acuerdo a la recomendación del documento.
4
Citado de acuerdo a la recomendación del documento.

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