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El estado colombiano tiene la potestad de castigar mediante los dos sistemas represivos

existentes en nuestro derecho:

1. El derecho penal, que es aplicado por los jueces y tribunales;


2. y el derecho administrativo sancionador, que es el aplicado por la administración.
Esta potestad del estado es conocida como ius puniendi [ CITATION RAE \l 9226 ].

Cabe decir que en la medida en que el ius puniendi es una manifestación de la soberanía
estatal, parece lógico que su ejercicio venga restringido, en principio, al territorio sobre el
que se ejerce dicha soberanía.

En el código penal colombiano podemos ver claramente en su segundo capítulo


(APLICACION DE LA LEY PENAL EN EL ESPACIO) cuales con las pautas que hay
que seguir para determinar cuándo una acción punitiva debe ser resuelta en el territotio
nacional y/o en el extranjero. De manera textual el código penal colombiano LEY 599 DE
2000, en su artículo 14 establece lo siguiente:

TERRITORIALIDAD. La ley penal colombiana se aplicará a toda persona que la infrinja


en el territorio nacional, salvo las excepciones consagradas en el derecho internacional.

La conducta punible se considera realizada:

1. En el lugar donde se desarrolló total o parcialmente la acción.

2. En el lugar donde debió realizarse la acción omitida.

3. En el lugar donde se produjo o debió producirse el resultado.

En este artículo podemos evidenciar claramente los límites espaciales del estado
colombiano, en cuestión de la aplicación de la ley penal, teniendo en cuenta, las
excepciones establecidas por el derecho internacional, tal cual como lo indica claramente la
ley. Esta norma tendría como base al Principio de territorialidad, el cual indica que,
cualquier ciudadano, sea nacional o extranjero que delinca en un estado, dicho estado podrá
sancionarlo según sus leyes, lo que quiere decir que el dato decisivo es el lugar en el que
fue realizado el delito.
La doctrina nos aclara por qué el lugar en el que fue realizado el delito es el dato decisivo,
según Esperanza Vaello “El principio de territorialidad aparece vinculado a la idea de la
soberanía estatal, una de cuyas manifestaciones más importantes es precisamente el
ejercicio de la potestad punitiva. En defensa de este principio se aduce que con su
aplicación se cumple mejor la función de prevención general de la pena, pues no cabe duda
de que, desde ese aspecto, es más conveniente que el hecho sea juzgado y las penas
aplicadas en el país en el que se infringió la norma. Aparte de que los jueces del lugar del
delito son los que están en mejores condiciones para hacer acopio de pruebas y juzgar con
acierto. Pese a que ofrece indudables ventajas, su vigencia con carácter absoluto resultaría
inadmisible, porque se trataría de un criterio sumamente estrecho, que, a buen seguro
generaría insolidaridad internacional. De ahí que funcione como principio básico en la
materia, viéndose complementado por otros principios que operan como excepciones al
mismo”.

El principio de territorialidad, fundamento esencial de la soberanía, de acuerdo con el cual


cada Estado puede prescribir y aplicar normas dentro de su respectivo territorio, por ser éste
su "natural" ámbito espacial de validez.

Forman parte integral de este principio, las reglas de "territorialidad subjetiva" (según la
cual el Estado puede asumir jurisdicción sobre actos que se iniciaron en su territorio pero
culminaron en el de otro Estado) y "territorialidad objetiva" (en virtud de la cual cada
Estado puede aplicar sus normas a actos que se iniciaron por fuera de su territorio, pero
culminaron o tuvieron efectos sustanciales y directos dentro de él. Por su solidez e
importancia, se puede considerar al principio de territorialidad como la regla general a
aplicar, y a los demás principios como sus excepciones, puesto que legitiman el ejercicio
extraterritorial de la jurisdicción.

El principio de territorialidad, fundamento esencial de la soberanía, de acuerdo con el cual


cada Estado puede prescribir y aplicar normas dentro de su respectivo territorio, por ser éste
su "natural" ámbito espacial de validez. Forman parte integral de este principio, las reglas
de "territorialidad subjetiva" (según la cual el Estado puede asumir jurisdicción sobre actos
que se

Iniciaron en su territorio pero culminaron en el de otro Estado) y "territorialidad objetiva"


(en virtud de la cual cada Estado puede aplicar sus normas a actos que se iniciaron por
fuera de su territorio, pero culminaron o tuvieron efectos sustanciales y directos dentro de
él. Por su solidez e importancia, se puede considerar al principio de territorialidad como la
regla general a aplicar, y a los demás principios como sus excepciones, puesto que
legitiman el ejercicio extraterritorial de la jurisdicción.

En íntima conexidad con el tema de la jurisdicción estatal, pero sin confundirse con él, está
el de las inmunidades jurisdiccionales consagradas por el derecho internacional. Estas,
como su nombre lo indica, buscan prevenir que se aplique, sobre una determinada persona
o situación, la jurisdicción de un Estado que, de no ser por las calidades de tal persona o
situación, podría normalmente asumir competencia; así, constituyen excepciones especiales
al principio de la territorialidad. Son, en lo esencial, dos: la inmunidad jurisdiccional de los
Estados -según la cual éstos no podrán ser llamados a comparecer frente a los tribunales de
una nación extranjera que pretenda enjuiciar sus actos soberanos-, y la inmunidad de los
agentes diplomáticos y consulares -conforme a la cual dichos agentes no estarán sometidos,
en lo tocante a sus funciones, dependencias y propiedades, a la ley del Estado donde
laboran, sino a la de su Estado de origen-.

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