Los orígenes de lo que hoy es el distrito Cayaltí, y también la toponimia de su
misterioso y bello nombre, están en el nacimiento de la cultura peruana. Por las evidencias arqueológicas cercanas (cerro Corbacho, huaca Mataindios, Cerro Saltur e incluso Huaca Rajada, entre otras) y su cercanía al río Zaña podemos deducir que Cayaltí fue un enclave estratégico para las culturas Moche y Lambayeque, y quizás para anteriores civilizaciones precolombinas de la costa norte. “Hacia 1585 la población era un pequeño emporio de trabajo. Además del cultivo intenso de maíz, trigo, algodón, chancacas, raspaderas, garbanzos y variados productos hortelanos, dentro del pueblo ya por entonces también se afanaba una fábrica de azúcar conocida por el nombre de “Ingenio azucarero de Collique”, escribe Zevallos Quiñones en “Historia de Chiclayo”. La centuria se inicia con la independencia peruana del poderío español. A mediados del siglo XIX Cayaltí estaba en manos de la familia Aspíllaga Anderson, y su producción anual de azúcar era la más alta a nivel nacional, llegando a los 4 mil kilos. Como Hacienda Cayaltí duró aproximadamente hasta 1970. Llegó a ser considerada una de las más productivas y modernas de la región, siendo motor de desarrollo del norte peruano. Tras la Reforma Agraria, Cayaltí pasó a ser una cooperativa. Debido a la falta de inversión y a contratiempos en el manejo por parte de diferentes administraciones, la producción de caña cayó a niveles ínfimos provocando la descapitalización de la empresa, así como el malestar de sus trabajadores. En el año 2003, COFIDE asumió la administración de la empresa mediante un Fideicomiso con el fin de encontrar un inversionista privado que pudiese devolver a Cayaltí su antigua gloria. Hoy en día, Intipuquio S.A., empresa de capitales 100% peruanos, lidera el nuevo proyecto agroindustrial en Cayaltí, vertiendo su experiencia en fijar las bases para reflotar el desarrollo del valle de Zaña.