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5 - La Venganza de Siete PDF
5 - La Venganza de Siete PDF
Traducido por:
Puedo sentir a los dos soldados Mog observándome correr, así que
agacho la cabeza en el primer pasillo que puedo. No estoy segura si estoy
yendo en círculos o qué. No hay ninguna luz del sol, o ruidos de afuera,
nada que me indique que debo de estar acercándome a una salida. No
parece que a los Mogs les importe lo que haga, como si supieran que no
tengo posibilidad de salir de aquí.
Me detengo para recobrar el aliento, cautelosamente avanzo poco a
poco en este pasillo vacío. Sigo aferrada al libro, mi única arma, y mi
mano comienza a acalambrarse. No dejo que se me caiga y lo presiono.
Oscuridad. Estrellas.
Tierra.
Estoy en el espacio.
—Ah —dice Setrákus Ra, viendo con una ceja levantada—. Muy
bien.
Antes de que, incluso alcance la mitad del camino hacia él, Setrákus
Ra levanta una enorme mano y el libro se detiene en medio del aire. Veo
como el resplandor que le había infundido se desvanece lentamente.
—Al menos sabremos dónde están los demás una vez que la
tableta está conectada. —Dice Sarah.
—Se está moviendo muy rápido. —Le digo—. Tal vez la están
transportando en alguna parte.
Volteo a mirarlo.
—¿Qué dijiste?
—Un error —Repite—. Es predecible, John. Es un
movimiento de reacción. Esta es la razón por la que mi pueblo
siempre los atrapa.
¿Qué puedo decir a eso? ¿No? Seis y Nueve, son más o menos
las dos personas más rudas que conozco, ¿No son ellos capaces de
escapar de Florida y rastrearnos? Pero, ¿Qué tal si están allí
esperando a ser rescatados por nosotros? Niego con la cabeza,
sintiendo todavía como que quiero estrangular a Adam.
—No suena mucho como a una vida. —Le digo—. ¿Ustedes los
Mogs adoran a Setrákus Ra por eso?
—Sé que esto debe ser difícil para ti —dice, mirando entre
Sam y yo—. Lo admito, es un riesgo deliberado.
—Más vale que esto valga la pena —le digo—. Y si algo sucede
en Florida...
—Considéralo hecho.
Sarah:
Mark
Sarah se gira hacia mí, con los ojos muy abiertos por una
repentina emoción y un gesto decidido en el rostro. Ya he visto esa
mirada, la conozco bien. Es la mirada que me da justo antes de
decirme que quiere hacer algo peligroso.
Sacudo la cabeza.
—No, no mejoran.
—Está bien, John. Quiero estar contigo, quiero ver que estás
bien, quiero verte ganar. Pero no todos los soldados pueden estar
en el frente de batalla, ¿sabes? Algunos son de más ayuda cuando
están lejos de la acción.
—Sarah…
—No lo sé, tal vez. Fue la misma noche que Henri tuvo el
encontrón con el equipo original de Ellos Caminan Entre
Nosotros, y con los Mogadorianos que los estaban utilizando.
Después de eso, él quiso dejar Paraíso, y yo me negué. De hecho,
no me negué, usé mi telekinesis para sujetarlo contra el techo.
Sarah se ríe.
La extraño. Ya la extraño.
Es hora de luchar.
Capitulo
Cuatro
CAMINAMOS atravesando LA OSCURIDAD, por un camino fangoso,
excavado en la tierra pantanosa, con los ruidos rítmicos como
ventosa de nuestros zapatos de lona empapados y el gorjeo
incesante de bichos, los únicos sonidos. Pasamos por un poste
solitario de madera inclinado y cerca de estar totalmente
desarraigado, con el farol hacia fuera, líneas de conducción
eléctrica que se encorvan bajo los árboles demasiado crecidos,
desapareciendo en ellos. Es un signo de bienvenida a la sociedad,
después de pasar dos días en los pantanos; durmiendo apenas,
volviéndonos invisible al menor ruido, perseverando nuestro
camino a través de lodo.
Música Country.
No llamaría a este lugar exactamente un pueblo. Estoy
segura que no aparece ni en el mapa más detallado. Se parece más
a un campamento que la gente se olvidó de dejar.
Nueve le sonríe.
—¿Tienes un teléfono?
Apunta con el pulgar hacia la esquina trasera oscurecida del
bar, donde me doy cuenta que hay colgado en la pared un
teléfono público de disco.
Lo miro fijamente.
—Aléjate de mí.
—Nueve, vamos.
—Eso no es verdad.
—Detente, Seis.
Marina bufa.
Quiero vomitar.
¿Pero por qué tanto problema? ¿Por qué traerme aquí? ¿Por qué no
solo matarme?
El ladea la cabeza.
—Estás enfermo.
—Por qué… —Intento unir mis ideas—. ¿Qué quieres decir, es por
los humanos?
Sonríe.
Fue solo hace unos días que Cinco nos guió a través de aguas
similares a estas. Estábamos más felices en ese momento.
—Déjalo ir —dice.
—La máquina del Dr. Anus —dice Adam, girando hacia mí—.
Eso es lo que usaron en Malcom. Y en mí.
—Es como uno de los míos abriendo uno de sus cofres, John.
Sabremos sus secretos. Lo que están planeando.
—Diablos, sí —respondo.
—¿Qué pasa?
—¿Qué es?
—Estás bromeando.
Sacudo mi cabeza.
Lanzo una bola de fuego hacia los Mogs antes de que puedan
reponerse. Se pasa volando junto al mog, que creo que en realidad
me sonríe satisfechamente, pensando que he fallado en aquellos
dos segundos antes de que el tanque de propano explote,
incinerando gran parte de ellos. Las ventanas de las dos casas
adyacentes estallan hacia adentro por la fuerza, grandes marcas
negras se forman sobre el exterior chamuscando, hierba
quemándose. Tengo que detenerme a mí mismo para apreciar la
destrucción; se siente casi catártico destruir este lugar, derribar lo
que los Mogs han construido, después de la cantidad de veces que
han derribado mis intentos de tener una vida normal.
No es bueno.
—No tenemos que hablar de esto ahora —me las arreglo para
decir, todavía tratando de recuperar el aliento. No es que no
aprecie la información. Es sólo que el padre de Adam está
acostado, muerto a nuestros pies y él está dando una lección de
genética Mogadoriana como si nada hubiera pasado.
—Están demasiado ciegos para darse cuenta de ello, pero este
es el destino que Setrákus Ra ofrece a mi pueblo; cenizas y piezas
de repuesto —Adam dice observando los restos de su padre—. Me
pregunto cuánto más se hubiera dejado hacer si el “Gran Líder”
nunca hubiera envenenado a su cuerpo y mente.
Él sacude la cabeza.
Tal vez debería de sacarle provecho a esto, tal vez haya alguna clase
de información que pueda usar contra Setrákus Ra en su dolorosamente
aburrido libro, no puede hacer daño el ver un poco ya que no hay manera
de que alguna vez crea en estas mentiras.
“No hay mayor logro para una especie que asumir su propio destino genético,
por esto la raza mogadoriana debe ser considerada la mejor de todo el
universo”
Ugh, no puedo creer que esto siga por casi quinientas páginas o que sea
necesario el leerlo por toda una especie, no voy a encontrar nada que
pueda usar aquí.
Tomo las primeras treinta páginas más o menos y las arranco fuera
de la encuadernación, el sonido en mis oídos pasa a sonar tan fuerte
como lo haría una sirena y mis ojos empiezan a humedecerse, pero me
obligo a seguir adelante, tomo las hojas y las alzo para que cualquier
mogadoriano que me esté viendo pueda ver y luego las parto por el
medio, luego las parto en cuatro, luego en seis, hasta que tengo dos
manos llenas de confeti hecho con el gran libro para lanzarlo en el aire.
Decido intentarlo, cierro mis ojos y me imagino como era hace dos
años. El sentimiento de volverse más pequeña es como soltar una
respiración que ha sido contenida mucho tiempo, al menos esta vez
cuando abro mis ojos la habitación parece haber crecido.
Setrákus Ra no se mueve.
¿Mi Qué?
Capitulo
Once
EL ATARDECER EN LOS EVERGLADES sería muy bonito si no hubiera
un enorme barco de guerra mogadoriano tapando el horizonte. De
cualquier clase de metal mogadoriano del que esté hecho el barco,
no deja que se refleje nada en él, lo rosado y naranja de un día a
punto de terminar es simplemente absorbido por la cubierta. El
buque gigante no puede aterrizar ya que no hay suficiente espacio
en el pantano para que lo haga, a menos que quiera estrellarse
contra los barcos mogadorianos más pequeños ubicados en la
pequeña y estrecha pista. En cambio, el buque de guerra se
sostiene por las pasarelas metálicas que se han desplegado desde
la parte inferior de la nave y la han conectado a tierra.
Mogadorianos van de hacia arriba y abajo en las rampas,
cargando equipos al barco.
Cinco suspira.
—¿Eh?
—¿Cómo es eso?—
—¿Qué pasa?—
—Acceder, ¿cómo?
—Por supuesto.
—Estamos jodidos.
Uno de los Mogs corre por delante para abrir las puertas de
metal y ahí, parados en medio del hangar vacío, están Nueve,
Marina y Seis. Sam suelta un grito de emoción que se desvanece
rápidamente, las duras matemáticas se hunden, ahí hay tres
Garde, cuando deberían ser cuatro, y eso que Nueve está cargando
en sus brazos es obviamente una bolsa para cadáveres..
John suspira.
—No importa.
—Menos increíble.
—Los Mogs usan eso para, eh… —Adam hace una pausa,
luego termina torpemente—. Para mantener los especímenes
frescos. No hará daño a los restos, sólo los preservará.
—Especímenes —Nueve repite secamente.
—Adam dijo que se supone que deberían de dejar este lugar en paz
—le respondo—. Alguna clase de acuerdo con los Mogs.
Me doy cuenta de nubes que se forman por encima. Seis esta lista
para dejarla caer si es necesario. Pero hasta ahora, los tipos del gobierno
no han hecho nada excepto hacer un montón de ruido. No dispararon,
que es la única razón por la que no he encendido a mi Lumen.
—No sé por qué están aquí —grito hacia la fila de coches—, pero
están cometiendo un error. Esta es una lucha que en serio no pueden
ganar. Lo más inteligente que pueden hacer es volver con sus jefes y
decirles que no había nada aquí.
Uno a uno, los agentes en los coches bajan sus armas. Mientras lo
hacen, uno de ellos abre paso entre un par de todo terrenos y camina
hacia nosotros, sus manos levantadas en señal de rendición. A través de
la niebla, reconozco su postura rígida y su severa cola de caballo.
—Sé que no tienes ninguna razón para creerme —dice Walker, con
la voz ronca—. Pero estamos aquí para ayudar.
Suspiro.
—Yo le creo.
—Pensé que habías dicho que tuvo un ataque al corazón —le digo—
. Lo fue —Walker responde—. La cosa es que después, Purdy comenzó a
desintegrase Justo como un mogadoriano. —Niego con la cabeza.
—El primer contacto fue hace diez años —dice ella—. Los
mogadorianos afirmaron que estaban cazando fugitivos. Querían utilizar
nuestra red de aplicación de ley, tener vía libre para moverse por el país,
y a cambio ellos nos darían armas y tecnología. Yo acababa de salir de la
academia cuando todo esto sucedió, así que obviamente no fui invitada a
ninguna reunión con los alienígenas. Supongo que nadie quería hacerlos
enojar o rechazar armas más poderosas que cualquiera de nosotros
hayamos visto nunca que nuestro gobierno cedió rápido. El mismo
director de oficina estaba en las negociaciones. Esto fue antes de que
consiguiera el ascenso. De hecho podría haber sido por esto que
consiguió el ascenso.
Walker asiente.
—Los Mogs afirman que sus ampliaciones genéticas sólo van a
mejorar con el tiempo. Un montón de los buenos muchachos en
Washington quieren aguantar y aguantar hasta el final. Nunca han visto
un ser humano desintegrarse, supongo. Tipos como Sanderson y algunos
de los otros compinches de alto rango ProMog que ya han empezado a
recibir los tratamientos más avanzados. Todos lo que los Mogs quieren a
cambio es nuestra cooperación.
—Cooperar ¿cómo?
—No estés tan segura de eso —Walker responde, y hace gestos con
la taza. Después de mover de un tirón a un par de páginas más,
encuentro un conjunto de fotografías. Dos tipos de traje están comiendo
el almuerzo en un restaurante de lujo. El primero es un tipo de unos
setenta años con el cabello gris y una cara como un búho, lo reconozco
de el sitio web de Mark; él es Bud Sanderson, el secretario de Defensa. El
otro, un hombre de mediana edad guapo que se parece vagamente a una
estrella de cine, nunca lo he visto antes. Hay algo que cuelga de su
cuello, en su mayoría oculto por su traje y el mal ángulo de la cámara.
Eso despierta cierto reconocimiento en mí, así que sostenga la foto a
Walker.
Setrákus Ra me mira.
—Creo que ahora sería un momento excelente para esa lección que
discutimos —me dice a mí en ese mismo tono falso.
—¿Qué?
Lo siento, Le digo.
Recojo algo más de su mente. Eso nunca ha pasado antes - Tal vez
mi Legado es cada vez más fuerte. No lo pienso demasiado en ello,
porque a través de los ojos de mi mente estoy viendo el cuerpo de Ocho,
dejado atrás a propósito en un hangar vacío. Trato de dar sentido a la
imagen, pero los pensamientos de Cinco son un revoltijo confuso. Hay
tantos impulsos contradictorios en su cerebro, y yo no soy una telépata
lo suficientemente capacitada para dar sentido a todos ellos.
—Creo que será mejor que reunamos a los otros —es su única
respuesta antes de desaparecer de nuevo en los túneles.
—¿Por qué?
Me encojo de hombros
—Las chimæras los están buscando.
Nueve dice.
Adam continúa.
—No puede ser peor que lo que va a pasar cuando los Mogs
lleguen —Responde Nueve—. Quiero decir, recuerdo que Lorien
era muy agradable. Nosotros le estaríamos haciendo un favor a la
Tierra.
—Este tipo.
—Gracias, creo.
—No es una trampa cuando sabes que está ahí —dice Adam,
dando un rápido vistazo a Nueve, antes de volver sus ojos hacia
Seis. 'No sé exactamente lo que encontrarás allí, pero puedo
garantizar una presencia de Mogs. Puedo pilotear un Skimmer
mejor que ustedes, tal vez podríamos ganar la partida si ellos
tienen naves en el aire.
—Lo hago.
Ella se encoge de hombros.
Él se encoge de hombros.
—La última vez que fui en una misión con John, él me dejó
dentro de una montaña —dice Sam—. Vamos, Seis. ¿Qué pasa de
verdad?
Me gustaría saberlo.
Capitulo
Diecinueve
Nueve se inclina sobre MI para poder ver bien a Sam, y poder
decirle en un susurro.
—¿Qué? Nada.
—Bien.
O tal vez es que estoy celoso. No porque Sam esté con seis,
es más por el hecho de que el amor de mi vida está a kilómetros de
distancia. Por supuesto, no hay manera alguna de expresar esto
delante de Nueve o Walker y del conductor del FBI que estaba
manejando en silencio el coche
—¿Pero, qué?
La interrumpo.
—¿Están seguros?
—¿Qué sugieres?
—¿Estamos cerca?
Capitulo
Veinte
Con la intensidad con la que zumban mis oídos, realmente
no puedo escuchar la primera descarga de fuego del desintegrador
mogadoriano, pero sí lo siento. El todoterreno se balancea hacia
un lado cuando los irregulares rayos de energía se cortan a través
de los paneles antibalas del coche.
Walker retira mis manos tan pronto como sus oídos están
de vuelta.
No puedo creer que haya hecho eso. Nunca hice algo tan preciso
antes.
Nos lleva hasta que el estallido de la pistola deje de hacer eco para
que el secretario de defensa se dé cuenta de que su intento de
suicidio no funciono. El parpadea sus ojos llorosos hacia mí, sin
entender por qué aún sigue vivo.
—¿Cómo...?
—Sí.
Él duda.
Él parece humano.
—Es todo por nada, abuelo, si es que dejas que esos “cabrones
caras pálidas de sombrero” aterricen en la Tierra.
—¿Es eso lo que te dijo tu espía? ¿Eso lo que crees que va a ocurrir
mañana?
—Sí, eso está planeado para mañana —dice Sanderson, con una
desesperada y oscura risa—. Pero tienes confundido el orden.
¿Crees que doy algún discurso y luego su líder armado aterriza sus
naves? ¿Crees que se preocupa por el lento girar de las ruedas de
la política humana? Él no está esperando por permiso. La ONU se
reunirá para salvar vidas, para calmar a una población asustada,
porque una resistencia militar está condenada contra eso.
—Eso está bien para ti. Puedes volar. ¿Qué se supone que voy a
hacer?
—La robaste.
Se encoge de hombros.
—¿Así que es eso? ¿Crees que sólo vamos a caminar y salir de esta
nave?
Cinco levanta una ceja hacia mí. Me doy cuenta de que no lleva
zapatos o calcetines, probablemente por lo que sus pies descalzos están
en constante contacto con el revestimiento metálico de Anubis. Además,
unido a su antebrazo esta una especie de artilugio que me parece podría
ser un arma.
Sacudo mi cabeza.
—Vamos —suspiro.
Cinco gira la cabeza por lo que su ojo bueno está sobre mí. Y toca
la venda fresca en su rostro.
—La pérdida de un ojo me dio algunas nuevas, eh... las
posibilidades de almacenamiento —dice.
—Estoy segura.
—No.
—Uh, no. —
—¿Y si no funciona?
Y luego a la carga.
—Todo lo que tenías que hacer era seguir las órdenes —Setrákus
Ra le reprocha a Cinco. Tira la cabeza del Cinco volteándola para que él
pueda mirarle a la cara—. Podríamos haber entrado en el Santuario
juntos, si sólo me hubieras traído ese maldito colgante. Y ahora, esto, que
te atreves a levantar la mano contra tu Amado Líder. Me das asco,
muchacho.
—¿Qué es?
—Sí.
—Hay rumores sobre ti, Sutekh. Dicen que eres parte Garde
ahora. Tal vez tú eres justo lo que necesitamos para entrar en el
Santuario. Tal vez un monstruo con un pequeño cortocircuito en
el campo de fuerza y hoy será el día en que entramos en el
santuario en el nombre de nuestro querido líder.
—¿Lista? —, Me susurra.
—Hagámoslo.
Las Manos invisibles de Marina aprietan hacia abajo las
desencadenantes torretas. El cañón ruge a la vida con tal fuerza
que casi me golpeé la parte trasera. Me las arreglo para aferrarse a
Marina para que ella no se vuelve visible. El grupo más cercano
de Mogs ni siquiera tienen la oportunidad de dar la vuelta para
ver columnas brillantes de chisporroteante fuego láser que
golpean a sus espaldas, convirtiéndolos inmediatamente en
cenizas. Tan pronto como Marina abre fuego, Dust viene chillando
desde el cielo. Ahora, en la forma de un halcón de alas grises, la
chimæra pone sus garras en la cara de uno de los guerreros que
sostiene a Adam. Los Mogs gritan y se dispersan. Están
totalmente confundidos
—Ella está sola por ahí. Tal vez algo pueda comérsela.
Dejaremos a Dust aquí para vigilar los barcos, en caso de que
quiera volver.
—Al igual que la perra de Phiri dijo, eres parte Garde ahora
—explico—. Tú no eres Loriense, pero tienes Legados.
Me paro a su lado.
Marina asiente.
—Sí.
Luego, abre los ojos. Son pura Loralita. Los ojos de Ocho
brillan del mismo tono cobalto de las venas más profundas de la
pared. Cuando abre la boca, la luz azul llega desde dentro.
—Hola —Ocho dice, con una voz resonante que no
pertenece a nuestro amigo. Es una melódica, y hermosa voz, como
nada que haya oído antes.
Es la voz de Lorien.
Capitulo
Veintiseis
LA MAYORÍA DE LA GENTE TIENE LA SENSACIÓN DE CORRER. Estos
neoyorquinos han visto suficientes películas para saber lo que
sucede cuando un extraterrestre parquea una nave espacial sobre
su ciudad. Ellos corren por la acera en tropel. Algunos incluso
abandonan sus vehículos en medio de las avenidas, lo que
ralentiza las cosas para nuestro convoy de camionetas negras. Por
suerte, fuera del hotel de Sanderson, la Agente Walker fue capaz
de convencer a los policías locales que acudieran en respuesta para
ayudarnos. Cuando se trata de invasiones alienígenas, supongo
que hay algo sobre los agentes federales con traje negro y gafas de
sol.
—Uh, gracias.
Un tipo de mirada salvaje con una barba rala que parece del
tipo que agita carteles hechos a mano sobre el fin del mundo cae
sobre la Agente Walker. Ella pierde el equilibrio, y tiendo la mano
para estabilizarla. Walker no agradece. Hay furia y frustración en
sus ojos. Hartos de la multitud, ella desenfunda la pistola de su
cadera, tal vez pensando en a disparar algunos tiros al aire para
despejar el área. La detengo por el brazo y muevo la cabeza cuando
ella me mira.
—Y nosotros lo acabaremos.
Realmente no me importa.
Tengo una sensación airada, como que estoy flotando. Una parte
de mí sabe que debo enfocarme hacia arriba, mantener mi cabeza recta.
Simplemente no puedo.
—Están aquí —Phiri dice por fin, hay una nota de triunfo en su
voz—. La Garde ha activado el Santuario.
Él sonríe.
Nueve.
Sorprendido y furioso.
—¡Mentiras!
Es un caos.
No un auto. Cinco.
—¡Nueve! ¡No!
Nueve no me oye, probablemente porque está demasiado ocupado
siendo atacado de lado por Cinco. Ambos van a chocar contra los
pedazos de la plataforma, piezas rotas de madera vuelan hacia todos
lados. Una vez que ellos golpean, parece como si Cinco intentara
empezar a volar de nuevo, pero Nueve lo atrapa por el tobillo.
Tengo que salvar a Ella. No dejaré que ellos se la lleven por segunda
vez.
¡No importa lo que pase! ¡Hazlo! Ella grita en mi mente. No importa lo que pase.
Cinco no debería de estar mintiendo. Ella sabía cuales serían las
consecuencias de que apuñalara a Setrákus Ra, y las aceptaba.
Lo que sea que ellos le hicieron, los Mogs no la corrompieron. Tenía
suficiente pelea con ella misma para ayudarnos. Es como en la base de
Dulce todo de nuevo. Ella golpeó a Setrákus Ra con un pedazo de
escombro que brillaba en rojo, y mis Legados instantáneamente
regresaron.
No podré ser capaz de matar a Setrákus Ra, pero eso no significa que
no pueda someterlo. Vamos a ver a los mogadorianos invadir mientras yo
sostengo a su Amado Líder como rehén.
—¡Setrákus Ra!
Detengo las balar en medio del aire con mi telekinesis. No esto seguro
si han incluso penetrado la armadura de Setrákus Ra, pero no puedo
arriesgarlo. No dejo que Sam y los otros tengan una oportunidad de darse
cuenta que sus disparos se perdieron. En cambio, empujo al grupo hacia
atrás con mi telekinesis. No lo suficientemente fuerte para herirlos, pero
si lo suficiente para dejarlos inconscientes sobre algunos pedazos de los
escombros de la plataforma. También para ponerlos fuera del rango del
látigo de Setrákus Ra. Me disculparé más tarde.
—La otra razón, —susurra— es que podrás ver como hago a este
planeta arder.
Es Sam. Él corre a través del barro hacia mí. Debió verme caer y me
siguió hasta aquí. Él patina en el lodo junto a mí. Solo puedo soltar un
gemido en forma de agradecimiento. Creo que algunas de mis costillas
están rotas.
—No hay nada más que hacer, hija. Has despertado y restaurado
mi fuerza. Soy de la Tierra ahora y también lo son mis dones.
—¿Pero como nos ayudará a ganar? —Grito—. ¿Para qué era toda
esa mierda?
Cuando Ocho abre sus ojos, estos no brillan, son verdes como los
recuerdo, serenos, pero con una chispa de sus viejas travesuras.
Los labios de Ocho lentamente forman una sonrisa cuando ve a
Marina.
—Está bien —digo, con ganas de ser amable con ella, pero no
estoy segura de que tengamos tiempo para esto—. ¿Y? —Marina
me sonríe.
Nosotros corremos.
Pikens.
Nueva York está destruida, eso lo sé con seguridad. Los
mogadorianos a este punto no van a volver atrás. No tengo idea
como están las ciudades en los cuales los buques de guerra fueron
ubicados. La red se calló en Nueva York, y mi teléfono satelital
quedo en el fondo del Río Este.
Lo he decepcionado.
No sé dónde están Nueve y Cinco. No hay ninguna marca de
quemadura en mi tobillo. Así que pienso que no se han matado el
uno al otro todavía.
—Buen tiro.
—Te cuidamos la espalda, John Smith —dice uno de ellos.
Eso no vino de mí
Debo dar eternamente las gracias a todos ustedes chicos. Espero tener la
suerte de poder volver a trabajar con todos ustedes.
-Mahe
***
Para empezar quiero agradecer a todos ustedes por esperar. Y quiero
agradecer a Mahe por presionar, porque sin su presión no habríamos
publicado tan pronto esto y tal vez no hubiésemos terminado. Gracias a
mi estrés que sufrí durante ocho días. Gracias a todos los chicos que me
dieron su ayuda y se ofrecieron voluntarios. Gracias a los que
tradujeron, en especial a Ana Hurtado que me aguantó y me apoyó
cuando sentía desfallecer. A Laura Caicedo por ser comprensiva con mi
prisa. A Fher Climaco por darnos risa. A todos... nunca terminaría y eso
es todo lo que les puedo decir. Gracias por dejarnos ser parte de esto y
ojalá algún día volvamos a trabajar juntos. Eso es todo, Lorics.
Samuu
Equipo de Traducción de “ ELLOS CAMINAN ENTRE NOSOTROS”:
Samuel Maldonado
Ciler Silva
Laura Caicedo
Cith Moreno
Cynthi Altamirano
Sofia DM
Fher Climaco
Fedex Mond
Ana Hurtado
Isaac Crespo
Layli Cabrera
Carlos Pavez
Diana L.
Mahelet Galván
Corrección y Revisión:
Mahelet Galván
Héctor Glz
Laura Caicedo
Raúl Santos
Samuel Maldonado
Ana Mardones
Diseño:
Original de Ray Shappell
Adaptado por Mahelet Galván