Está en la página 1de 32

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.

Intro
Toqué el timbre y esperé nervioso a que Mauricio abriera la
puerta. Yo aún conservaba las llaves del departamento, pero me
daba mucha pena entrar. Quizás fuera porque temía ver su rostro
hundido en la más profunda tristeza. O tal vez porque aún sentía
una mínima porción de amor por él, sin embargo éste último motivo
debía callármelo. La decisión ya estaba tomada y no podía dar
marcha atrás. No debía dar marcha atrás. Por su bien, por el mío,
por el de todos. Pero sobre todo por su bien. Golpeé nuevamente.
Inmediatamente el picaporte se movió y, oculto entre las sombras,
Mauricio salió a recibirme. Al principio me costó acostumbrarme a la
oscuridad del departamento, con las luces apagadas, las cortinas
cerradas, un aroma a tristeza increíble… pero lentamente fui
distinguiendo la figura de Mauricio.
- ¿Puedo prender las luces?- le pregunté con timidez.
- Claro- respondió sin matices en su voz.
Una voz sombría, casi un susurro. ¿Qué he hecho?, me
pregunté en silencio, a punto de quebrarme en llanto. Encendí la luz
y el corazón se me hizo añicos. Mauricio ya no era ni la cuarta parte
del chico que yo había conocido. Se lo notaba vacío, destruido,
descuidado. Parecía en estado de shock. O algo peor. ¿Algo peor?
¿Había algo peor?
- ¿No viniste por tus cosas?- me preguntó, interrumpiéndome
de mis pensamientos.
- Sí, vine a llevarme todo- le contesté.
- Ahí lo tienes- murmuró señalando el sofá- Ya armé tus valijas.
- Gracias- le dije.
- Solamente quería que te fueras rápido- me dijo.
Un escalofrío me recorrió la espalda. No podía quedarme ni
un minuto más allí. Agarré las maletas con rapidez, pensé en
despedirme de él dándole un beso, pero dio unos pasos alejándose
de mí, por lo que simplemente asentí con la cabeza.
- Adiós- le dije, y agregando para mis adentros “Y lo siento
mucho”.
La puerta se cerró detrás de mí y me quedé allí, mirando el
pasillo por última vez. Oí un sollozo del otro lado, y me marché. La
decisión ya estaba tomada.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO UNO
El reloj sonó a las siete y media de la mañana, me apresuré a
apagarlo y miré a Sergio, que dormía a mi lado tranquilamente
como un bebé, ni siquiera había sentido el aparato. Hice las
sábanas a un lado y abrí las cortinas de par en par, permitiendo que
el sol de Diciembre se colara en nuestro departamento. Mientras
bostezaba, me recosté nuevamente a su lado y lo abracé.
- Despierta, dormilón- le dije entre risas.
Sergio giró hacia mí y abrió los ojos lentamente. La luz del sol
le molestó y se cubrió el rostro con las manos. Me reí. La misma
rutina todas las mañanas. Sergio detestaba levantarse temprano.
En especial si era lunes. Le di un suave beso en los labios y le
acomodé el pelo que le caía sobre los ojos.
- Buenos días, ¿cómo dormiste?
- Bien- respondió- ¿Y vos?
- Genial… porque despierto a tu lado- contesté.
- Mauricio, no tengo ganas de levantarme- comentó- Tengo una
agenda muy ocupada en la veterinaria.
- Yo también. Tengo que dictar clases toda la mañana- le dije.
- ¿Entonces no venís a almorzar?- me preguntó.
- No creo- respondí- Tengo séptima hora al mediodía y luego
hasta las cuatro de la tarde, lo siento pero ésta vez no me
alcanza el tiempo.
- No te preocupes, yo tampoco creo que pueda venir, lo más
probable es que le pida a Brenda que llame a un delivery o
algo así- me dijo.
- Tan sólo cuídate en las comidas, sabes que no me gusta que
comas chatarra- le recordé.
- Ningún problema- contestó quitándose las sábanas de
encima- Me voy a duchar.
- Te espero con el desayuno listo- le dije.

Sergio apareció en el pequeño comedor de nuestro


departamento con el pelo húmedo, abrochándose la campera. Se
sentó frente a su taza de café y las tostadas.
- Si vas a salir en moto, te recomendaría que te secaras bien el
pelo- le dije- De nada sirve que te abrigues mucho, si vas todo
mojado.
- La veterinaria queda cerca- respondió, y agregó- ¿No tomas
café?
- Prefiero mi chocolatada- le contesté.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- Algún día te convenceré de que desayunes café conmigo,
verás que te conviene, te mantiene despierto por más tiempo-
bromeó.
- Ya me has convencido de tantas cosas, que no me extrañaría
que algún día también lo hicieras con eso- contesté riendo.
Los cuarenta y cinco minutos que nos quedaron antes de
partir cada uno para su lugar de trabajo, lo pasamos comentando
acerca de nuestras labores para ese día, de nuestros planes futuros
y de lo que haríamos esa noche, con respecto a la cena, obvio.
- Ya falta poco para que tengamos vacaciones- le recordé.
- ¡Al fin!- exclamó.
- Se me está haciendo tarde, nos vemos a la noche- le dije
poniéndome de pie.
- Está bien, que tengas suerte en tu día- respondió pasando
sus brazos por mi cintura.
- Gracias, igualmente- dije besándolo- Esperaré ansioso la
noche para verte.

Sergio apagó el televisor y se cubrió totalmente con las


sábanas, dejándome un poco destapado. Era cerca de la
medianoche, luego de la cena, él se había ido a acostar, mientras
yo me duchaba. Al aparecer en el cuarto, él ya se había dormido,
con las luces encendidas, a medio desvestir y con el televisor sin
apagar, pero se despertó sobresaltado cuando me apoyé en la
cama. Desde ese momento miramos juntos la tele, abrazados.
- ¿Tanto frío tenés?- le pregunté- El aire está bastante húmedo.
- Sí, y también me duele un poco la garganta- respondió.
- Mañana te abrigas bien antes de salir- dije.
Asintió apoyando la cabeza en la almohada, pasó una de sus
manos por mi pecho y me abrazó; yo le respondí abrazándolo
también, al tiempo que acariciaba su cabeza.
- Buenas noches- musitó.
- ¿Ya vas a dormir?- le pregunté.
- ¿Tenés un mejor plan?- me preguntó con una sonrisa pícara.
- Muchísimos- le susurré al oído.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO DOS
Ingresé a la clínica con paso apresurado y muy nervioso.
Apenas Brenda había colgado el teléfono, salí corriendo.
- Hola- recuerdo haber dicho.
- Hola, Mauricio…- había dicho ella del otro lado.
- ¡Brenda! ¿Pasa algo? Te noto nerviosa- le dije.
- Es Sergio…- musitó con la voz quebrada.
Le pregunté a una enfermera que me crucé por el pasillo, pero
no supo darme una respuesta, pero por suerte Brenda apareció
detrás de mí.
- ¿Qué pasó?- le pregunté desesperado.
- Ven conmigo, sígueme- me respondió- Javier lo está
revisando.
Javier era un primo de Sergio, trabajaba en la clínica desde
hace muchos años, además era un gran amigo nuestro. Brenda y
yo doblamos en un pasillo, en ese momento Javier salía de un
cuarto. Se me acercó sonriente, apacible, como siempre, entonces
supe que todo marchaba bien. Se quitó los lentes y se restregó los
ojos, cansados.
- No te preocupes, Mau- dijo dándome una palmada en el
hombro- El desmayo se debe a un alto pico de estrés. Acabo
de revisarlo bien, y no hay nada de porqué alarmarse.
Respiré aliviado. Le sonreí a Brenda y luego, con Javier, nos
dirigimos hacia ese cuarto del cual él había salido. Al entrar, vi a
Sergio sentado sobre una camilla, un poco pálido. Javier le dio la
espalda por unos segundos y me habló en voz baja.
- Luego pasas por mi consultorio, hay unas instrucciones que
quiero que le hagas cumplir.
- ¿Estás seguro que todo está bajo control?- le pregunté.
- Sí, puedes quedarte tranquilo, pero sabes que mi primo es un
poco terco- bromeó.
- ¡Qué bueno que estás bien!- oí que le decía Brenda- ¡Tienes
una suerte! ¡No volverás a la veterinaria hasta después de las
vacaciones!
- ¿Me echaron?- preguntó Sergio en tono de broma.
- Tienes una semana de reposo- le respondió Javier-
Realmente estabas muy estresado, quizás estés incubando
un virus.
- Javier, ¿por qué no me acompañas a tomar un café?-
intervino Brenda- Todos hemos tenido una mañana muy
agitada.
- Pueden tomarse todo el tiempo que quieran- acoté.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
Ambos captaron la indirecta, se miraron y rieron a carcajadas.
Me acerqué a él y me senté a su lado, rodeándolo con un brazo,
mientras lo besaba.
- Me preocupé mucho- dije- Te ves muy pálido.
- No recuerdo mucho, solo que me sentí mareado y… no sé-
comentó entre risas.
- ¿No estarás esperando un bebé?- le pregunté en broma.
- Quizás…- respondió- Si eres efecto rápido… porque de
anoche hasta hoy sólo son unas pocas horas.
Los dos nos reímos y nos abrazamos. En ese momento se me
vinieron mil imágenes a la cabeza, y debo de haber temblado, pues
Sergio me abrazó con más fuerza.
- Tranquilo, estoy bien- reiteró.
- Sí, ya lo sé- dije mirándolo a los ojos.
- ¿Tanto te preocupaste por mí? Fue sólo un desmayo…
- Obvio, bobo- contesté.
Lo abracé nuevamente, respirando aliviado. Lo tomé de las
manos y lo ayudé a bajar de la camilla, luego, apoyado en mi
hombro, nos dirigimos fuera del cuarto, y una vez ahí me detuvo, se
acercó a mí y me susurró al oído.
- Si no llego a estar esperando un bebé, no cuesta nada volver
a intentar.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO TRES
Mauricio ingresó en la habitación terminando de abrocharse la
camisa, con el teléfono en la mano. Aquella mañana yo había
despertado un poco mareado, las cortinas corridas de par en par y
con el maldito sol dándome en toda la cara.
- Buenos días, preciosura- lo saludé todavía recostado.
- Buenos días, ¿te sentís mejor?- me preguntó.
- Sí, bastante- le respondí, no muy convencido de la respuesta.
- Te noto medio pálido todavía, así que no te esfuerces en
levantarte ni nada, no me gustaría llegar y encontrarte
desmayado- dijo en tono de broma- Ah, y en dos horas estaré
de regreso, pedí permiso para volverme antes del colegio.
- Ah, ¿llamaste al colegio? ¿Por eso no estabas a mi lado
cuando desperté?- le pregunté.
- Sí, también llamé al colegio- contestó sentándose a mi lado.
- ¿”También”?- repetí.
Mauricio suspiró y me rodeó con un brazo, al tiempo que
jugaba con el extremo de una de nuestras sábanas. Yo lo conocía a
la perfección, no en vano llevábamos diez años de convivencia, y
cuando él no me miraba a los ojos para decirme algo, significaba
que tenía conocimiento de algo que podía llegar a molestarme.
- ¿Vas a desayunar?- me preguntó.
- ¿Por qué dijiste “también”?- interrogué mirándolo fijo a los
ojos.
- Te puedo traer el desayuno a la cama- dijo evadiendo mis
preguntas.
- Mauricio…- le dije en tono de advertencia.
- Tenemos que hablar- dijo.
- Uy, me das miedo- dije nervioso.
- Esta mañana, antes de que despertaras, y antes de que yo
llamara al colegio, recibí una llamada- dijo.
- ¿De quién?- le pregunté.
- De Augusto, mi hermano- contestó.

- ¡Llegué, Ser!
Eran pasadas las diez y cuarto de la mañana, apenas había
terminado mi cátedra en el colegio, me había apresurado a llegar,
pues no veía el momento de tener a Sergio frente a mí. El
departamento se hallaba en total silencio. Sobre la mesa había un
pequeño papel.
Antes de salir al trabajo, él y yo habíamos tenido una pequeña
discusión.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- ¿Y qué quería?- me preguntó él.
- Verás… Augusto quería saber si podía venir a pasar unos
días con nosotros- le expliqué.
- Mauricio, sabes que eso es absolutamente imposible- me
respondió.
- ¿Por qué?- le cuestioné- Si hay una habitación que ninguno
de los dos usa, Augusto podría dormir ahí.
- No es por el espacio, Mau- me dijo, como si yo no lo supiera.
- ¿Entonces?
- A ver, ¿para qué quiere venir Augusto con nosotros?- me
preguntó.
- ¿Te acordás que hace un tiempo nos contó que estaba a
punto de casarse con una chica, esa tal Mariana? Bueno, al
parecer ella estaba embarazada, y lo perdió.
- ¿Y?
- Y bueno, ella está en crisis, muy enojada con Augusto, ya
sabes, cosas de locas, no sé, él se encuentra muy confundido
y cree que con nosotros podría relajarse un poco y olvidarse
de la pérdida de su hijo- le expliqué.
- Me parece que si se va de vacaciones solo la puede pasar
mejor- contestó.
- Sergio… él es mi hermano- le recordé.
- Sí, ya sé- respondió enojado- Pero no sé si te acordás que
hace unos años…
- Claro que me acuerdo- lo interrumpí.
Sergio resopló, evidentemente enojado. Me volví a recostar a
su lado y le acaricié el pelo.
- Sergio, yo…- intenté decirle.
- Se te va a hacer tarde para ir al colegio- me dijo.
- Está bien, nos vemos después- dije dándole un beso y
poniéndome de pie, listo para irme, pero no sin antes mirarlo a
los ojos y decirle:- Te amo, no lo olvides.
Tomé entre mis manos el pequeño papel que él había dejado
sobre la mesa, decía: “Ningún drama si tu hermano viene a pasar
unos días con nosotros. Me voy a la veterinaria, me aburro mucho.
Le voy a hacer compañía a Brenda. Y yo también te amo”.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO CUATRO
Sergio apareció en el comedor a la hora del desayuno. Esta
mañana se lo veía radiante, ya habían pasado tres días desde su
desmayo. Me saludó con un apasionado beso en los labios y se
sentó frente a su taza de café.
- Finalmente es el último día de clases- comenté- A partir de
mañana vamos a pasar todo el día juntos.
- Estaba esperando ese momento desde las vacaciones de
invierno- acotó sonriente.
- ¿Qué vas a hacer esta mañana?- le pregunté- ¿También vas
a ir a hacerle compañía a Brenda?
- Sí, un ratito- contestó- ¿Venís a la hora del almuerzo?
- No sé, ojalá que sí, pero cualquier cosa te aviso- contesté.
- ¿Augusto ya se despertó?- preguntó.
Negué con la cabeza, mientras bebía un sorbo de
chocolatada. Mi hermano, Augusto, había llegado la noche anterior.
Según sus planes, se iba a quedar solamente por dos semanas.
Apenas llegó, acomodó sus cosas velozmente y se acostó a dormir,
por “demasiado cansancio”, de acuerdo a sus palabras. La verdad
es que había cambiado mucho desde la última vez. Ahora tenía el
cabello rubio, la piel más tostada que de costumbre, lo cual hacía
un fabuloso complemento con sus enormes ojos verdes. No me
atreví a preguntarle por la pérdida de su hijo, ni Sergio tampoco,
pero con sólo ver su rostro se lo notaba dolido.
- ¿Crees que Augusto pase tiempo con nosotros o que vaya a
ver a alguno de sus conocidos?- preguntó Sergio.
- No sé- respondí- De todas maneras, vamos a darle su tiempo.
- Mau, ¿qué vamos a hacer para Navidad? Falta poquito- dijo.
- ¿Qué te parece viajar a un hermoso lugar, que tiene un
precioso lago, fabulosas e imponentes montañas…?
- Genial- respondió.
Miré el reloj. Ocho menos cuarto de la mañana. Se me estaba
haciendo tarde. Junté mis cosas rápidamente, me despedí de
Sergio dándole un beso.
- Espero llegar al mediodía- le dije.
- Cualquier cosa llamas a Brenda, voy a estar ahí- me dijo.

Observé el reloj de la pared. La una y cuarto. Resoplé. No


estaba enojado, quizás desorientado. No, mentira. Estaba
preocupado. Sergio tenía el celular apagado. Y para colmo, Augusto
también. Cuando llamé a Brenda, una hora antes, para que le dijera

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
a Sergio que volvía a casa para almorzar, ella me contestó algo que
me dejó helado, literalmente.
- Lo vino a buscar tu hermano para comer, la verdad que no
tengo idea del sitio al que fueron.
Me quedé en silencio. Realmente estaba sorprendido. No es
que desconfiara de Sergio, para nada, simplemente que Augusto…
- ¿Mauricio?- intervino Brenda- ¿Estás bien?
- Sí, no te preocupes, de todas formas no le había asegurado a
Sergio que podría venir- le respondí.
La hora que transcurrió desde que corté la comunicación
hasta que se abrió la puerta, fue definitivamente la peor hora de mi
vida. Llena de indecisiones, de inseguridad. Sabía que Sergio no
iba a ser infiel. Pero Augusto era mi gran preocupación. Se me vino
a la cabeza el momento en que él, mi propio hermano, me trató mal,
y todo porque ambos estábamos enamorados del mismo chico. En
aquel entonces, once años atrás, Augusto tenía tan sólo dieciséis
años, un joven apuesto, divertido, sociable. Yo era tres años mayor
que él, y compartíamos todo. Hasta que apareció Sergio en
nuestras vidas. Ambos salíamos del cyber, una tarde de tormenta.
Al doblar en una esquina, me llevé por delante a Sergio, el chico
nuevo que se acababa de mudar al barrio, compañero de colegio de
mi hermano. El era algo tímido, por lo que solamente lo conocía de
vista. Ni siquiera Augusto había cruzado palabras con él, y eso que
iban al mismo curso. Cuando nos chocamos, él cayó, entonces lo
tomé de las manos, y en ese momento, al mirarlo a sus profundos
ojos negros, caí enamorado. Era hermoso. Poco a poco nos fuimos
acercando, primero fuimos vecinos, luego amigos. Hasta que en
una fiesta de disfraces, lo besé, sin siquiera pedirle permiso.
- ¡Me robaste un beso!- exclamó.
- El mejor beso de toda mi vida- le respondí.
- A mí nadie me roba nada- dijo.
Y así fue como me tomó de las manos y me besó. Consiguió
lo que quería, que le devolviera el beso que le había robado. Y
también consiguió que me enamorara más de él. Pocas semanas
después, aceptó ser mi novio. Éramos muy felices. Pasábamos
muchos ratos juntos, compartíamos cada segundo de nuestras
vidas, caminábamos de la mano sobre las hojas caídas en otoño,
creo que no había en el mundo dos personas más felices que
nosotros.
Los problemas comenzaron apenas nos pusimos de novios,
pues Augusto no estaba contento. Ninguno de los dos entendía la
razón de su distancia con nosotros, hasta que un día me lo dijo.
- Yo también estoy enamorado de Sergio- me dijo enojado.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- Discúlpame, yo no sabía…- dije.
- Claro que no, porque sos un egoísta que nada más se
preocupada por sí mismo- me reprochó.
- Augusto, sabes que eso no es cierto, no seas injusto conmigo-
le dije.
- ¡Vete al infierno! ¡Traidor! ¡Te quedaste con el chico que a mí
me gustaba!- me gritó.
Desde ese día, la relación de hermanos se echó a perder.
Cada día que pasaba, Augusto me ignoraba más. Finalmente, al
terminar el secundario, se fue a estudiar, y nunca más volvió. Las
excusas nunca faltaban; cuando no tenía mucho para rendir, tenía
que hacer pasantías, cuando tenía tiempo libre, se enfermaba. En
esos años, Sergio y yo consolidamos nuestra relación. Nos fuimos a
vivir juntos, mientras estudiábamos, después nos casamos. Y así
pasaron diez largos años. Los más felices de mi vida.
La puerta se abrió, y ambos entraron riendo, pero al verme
sentado ahí, esperando, la seriedad se fue de sus rostros.
- Mau, no sabía que ibas a venir- dijo Sergio, evidentemente
sorprendido.
- Tenías el celular apagado, y Brenda no supe decirme dónde
estabas- le respondí, seco.
- Lo que pasa es que Augusto pasó a buscarme para ir a
almorzar al patio de comidas que queda a la vuelta de la
veterinaria- me explicó- Como no sabía si ibas a venir, acepté.
Y con respecto al celular, se quedó sin batería.
- Espero que no te haya molestado- me dijo Augusto.
- No, para nada- dije con mi mejor sonrisa simulada.
- ¿Seguro? La próxima vez podemos salir los tres juntos…- dijo
mi hermano.
- No se preocupen, ya habrá otra oportunidad- aseguré.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO CINCO
- Sergio- oí que me llamaba una voz mientras me tocaba el
hombro.
Abrí los ojos con lentitud y vi que Augusto estaba arrodillado a
un costado de la cama. Me hizo una seña para que guardara
silencio.
- ¿Qué pasa?- le pregunté.
- Quería saber si querías salir a correr conmigo- dijo.
- ¿A correr?- pregunté- ¡No! Tengo mucho sueño.
- Dale, vamos, así te distraes, la mañana está re linda- insistió.
- Está bien, pero a caminar- dije- Pero a ver si Mau se
despierta.
- No, sin él- me dijo.
- ¿Qué?
- Dale, cámbiate, te espero afuera- me dijo.
Augusto salió del cuarto en puntas de pie para no hacer ruido.
Me senté en la cama y miré a Mauricio, que dormía plácidamente,
tapado sólo con las sábanas, que dejaban al descubierto su
espalda. Lo acaricié lentamente. La propuesta de mi cuñado podría
traernos problemas. Claro que me había dado cuenta la forma en la
que se había comportado el día anterior.
- Te amo, mi amor- le susurré- Quédate tranquilo, sólo salgo a
caminar con tu hermano.
Quince minutos después estaba vestido, listo para salir a
tomar un poco de aire fresco. Augusto me estaba esperando en el
comedor, haciendo ejercicios de elongación. Se había quitado la
remera, lo que dejaba ver un cuerpo muy atlético y bien formado.
- Tratemos de volver rápido- le dije.
- ¿Qué? ¿Te preocupa que Mauricio se enoje?- me preguntó
riendo.
- A decir verdad, sí- le contesté.
- Vamos, cuñadito, somos parte de la misma familia- me dijo,
demasiado cerca de mi rostro, parecía que iba a besarme.
Salimos a la calle trotando, casi caminando, sintiendo una
cálida brisa de Diciembre sobre el rostro. El sol me daba
directamente en los ojos, por lo que me puse los lentes, para evitar
tener que ir tapándome con la mano.
- ¿Y qué me cuentas?- dijo Augusto.
- Nada- respondí.
- Vamos, Ser, demasiado cortante para ser que somos
cuñados- bromeó.
- Es que me siento bastante incómodo- le contesté.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
Augusto suspiró y se detuvo en el medio de la calle.
- Necesitas masajes para relajarte- dijo.
- No, por favor, no- le dije.
- Hagamos una cosa, para divertirnos, olvídate por un segundo
de la existencia de Mauricio- me dijo- Si logras alcanzarme, te
doy un premio.
Salió corriendo a toda velocidad. “Te doy un premio”. Cada
vez que Mau me decía eso, me daba un beso que me partía la
boca. “Olvídate por un segundo de la existencia de Mauricio”,
resonaron las palabras de Augusto en mi cabeza. Paró en la
esquina, y me hizo una seña incitándome a alcanzarlo. Suspiré,
quizás sus intenciones fueran buenas. Comencé a trotar.

Las diez de la mañana. Aparecí en el comedor, atraído por un


delicioso aroma de desayuno. Seguramente Sergio me preparó algo
especial, pensé. Grave error. Quien estaba poniendo la mesa y
preparando todo era Augusto.
- Buenos días- saludó acomodándose el cabello húmedo.
- Buenos días, ¿y Sergio?
- Se está bañando- contestó, y agregó- Esta vez te levantaste
un poquito tarde.
- ¿Ah, sí?- dije- ¿Tan temprano te levantaste vos?
- Sí- dijo.
- Debe haber sido muy temprano- comenté- Veo que tenés el
pelo mojado, por lo que sé que te bañaste. Sergio también se
está bañando, y demora una eternidad en el baño.
- Lo que pasa es que salimos a correr, luego llegamos, me
duché, y ahora lo está haciendo él- me respondió.
- ¿A correr?- pregunté sorprendido.
- Sí- contestó- Bueno, lo que pasa es que estoy acostumbrado
a despertar temprano, supongo que Sergio también.
- Me extraña- dije con desconfianza- A él no le gusta mucho
levantarse de la cama temprano.
- Quizás las cosas empiecen a cambiar- dijo esbozando una
sonrisa.
Me alcanzó un plato con galletitas dulces caseras, mientras
colocaba tres tazas, la cafetera y una jarra con chocolatada sobre la
mesa. Me miró y volvió a sonreír. Oí que la ducha se cerraba.
- Augusto… la verdad es que no tengo ningún inconveniente en
que estés aquí, pero te agradecería que no tuvieras tantas
atenciones con mi esposo- le dije.
- Vamos, hermano, ¿no me vas a decir que te dan celos?-
bromeó.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- No, para nada- mentí- Pero Ser y yo ya tenemos la vida
armada, por favor, no vengas a interferir.
- ¿Tanto escándalo porque ayer lo invité a almorzar y porque
esta mañana salimos a correr?- preguntó.
- ¡Me molesta que siempre quieras estar a solas con él!-
exclamé.
- Si quieres me voy, pero a ver qué le explicas a Sergio- dijo.
No le respondí para no echarlo de casa. Después de todo era
mi hermano, pero me molestaban demasiado sus actitudes. Sergio
apareció en el comedor sonriente, saludó a Augusto con un beso en
la mejilla y a mí con uno en la boca.
- Le contaba a Mau que esta mañana salimos a correr- dijo mi
hermano sentándose.
- Espero que no te haya molestado- me dijo Sergio mirándome,
en sus ojos tenía la expresión “Mil disculpas”.
- Amor, no soy un viejo gruñón al que le molesta todo- exclamé
riendo.
El desayuno transcurrió con naturalidad, risas, comentarios,
mirando la tele, comiendo las galletitas de mi hermano. Sin
embargo, de vez en cuando, sus ojos se clavaban sobre mi esposo
como agujas.
- Tengo una noticia para darles- intervino Augusto de repente-
Dos días más y me voy.
- ¿Qué?- pregunté- ¿Te sentiste incómodo por algo?
- No, lo que pasa es que me gustaría volver y arreglar mis
diferencias con Mariana, aparte se acerca Navidad y me
encantaría ir a visitar a los viejos- contestó.
- Está bien, como quieras- contesté.
No agregué que me daba mucha felicidad que se fuera. Por
primera vez en dos días, una gran sonrisa se me dibujó en el rostro.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO SEIS
Sergio, Mauricio y yo nos sentamos alrededor de una
pequeña mesa en uno de los bares más reconocidos de la ciudad,
característicos por presentar, una vez a la semana, un espectáculo
musical acústico. Esa noche lluviosa actuaba un grupo de blues
muy bueno, uno de mis favoritos, por lo que había adquirido
entradas para los tres. La primera vez que salíamos juntos, y no
sólo Sergio y yo.
- ¿Estás seguro de que te querés ir mañana? Podés quedarte
unos días más, y después te vas para Navidad- me dijo
Mauricio.
- No- contesté bebiendo vodka- Mañana me voy.
La banda comenzó a tocar, las luces se atenuaron y se creó
un ambiente de calidez y de paz. El ritmo invadió mis oídos. Por el
rabillo del ojo vi a Sergio, que disfrutaba de la música, se lo veía tan
hermoso, tan perfecto, inocente. Mauricio le tomó la mano, y mis
pensamientos se desvanecieron.
La primera pieza terminó, el salón se llenó de aplausos, uno
de los músicos comenzó a hablar. Mauricio se levantó de su asiento
e hizo una pequeña seña, indicando que iba al baño.
- Vi que te gustaba la música- le comenté a Sergio.
- Nunca le había prestado atención, pero sí, me gustó-
respondió- Quizás comience a venir más seguido.
- Lástima no estar aquí para acompañarte la próxima vez- le
dije con un tono triste.
- ¿Por qué te vas?- me preguntó.
- No quiero interferir entre Mauricio y vos, ustedes se quieren,
han sido felices por años, y no sería justo…- le contesté.
Sergio se quedó en silencio, con la mirada perdida. La
segunda pieza comenzó, las luces volvieron a bajar un poco su
brillo, entonces lo tomé de las manos, y, lentamente, llevé mis
labios hacia los suyos.
- Si mañana no quieres que me vaya, detenme, por ti, me
quedo- le dije mirándolo a los ojos.
- Pero yo no puedo…- murmuró.
- Querer es poder- le dije.
- Augusto, creo que confundís las cosas, yo estoy muy
enamorado de Mau- me dijo.
- Lo sé- le dije.
Solté su mano apenas vi que mi hermano se acercaba.
Estaba seguro que debido a la escasa luz, no había alcanzado a ver

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
nada. Se sentó al lado de su esposo y volvió a tomarlo de las
manos, sonriéndole.
- Te amo- le dijo Sergio.

Mauricio y yo ingresamos a nuestro departamento, solos,


pues Augusto había decidido quedarse a tomar algo con unos viejos
conocidos con los que se encontró. Me desplomé en uno de los
sillones y miré a mi esposo.
- ¿Te pasa algo?- me preguntó.
- No… ¿por?- contesté.
- No sé- dijo- Desde que salimos del bar te noto distraído,
nervioso, y te conozco.
- En realidad sí- asumí.
- ¡Lo sabía!- exclamó riendo- ¿Qué pasa?
Me puse de pie y lo tomé por los hombros, mirándolo fijo. No
me atrevía a decirle lo que había pasado con su hermano, pero si él
llegaba a enterarse y yo no se lo había contado, iba a ser terrible.
Temblando, lo besé y acomodé mi cabeza en su pecho. Mau me
acarició el pelo con suavidad.
- ¿Estás triste porque mañana se va Augusto?- me preguntó.
- No exactamente- contesté- Pero es por él.
- Amor, sabes que podés confiar en mí, pase lo que pase- me
dijo.
- Mauricio, no quiero que te enojes, ni que hagas nada,
solamente te lo cuento para sentirme mejor, y para evitar
cualquier problema futuro- le dije- No te enojes, ¿si?
- ¿Tan grave es?- me preguntó con rostro serio.
Era el momento. No podía inventarle nada. Lo miré fijo,
acariciando sus mejillas.
- Augusto me besó- le dije al fin.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO SIETE
Una mujer anunció por el altavoz que era hora de abordar, por
lo que éste se puso de pie, agarrando sus maletas. Mauricio y yo
también nos pusimos de pie, para despedirlo.
- Augusto me besó- le dije a Mauricio.
Apenas terminé de decir esas palabras, su rostro se puso
pálido como un papel, serio, enojado. Se alejó unos pasos de mí y
dio un fuerte puñetazo a la pared.
- ¿Qué ¿Cuándo fue?- preguntó.
- En el bar, cuando fuiste al baño- le respondí abrazándolo-
Pero no te enojes.
- ¿Cómo querés que no me enoje, Sergio?- cuestionó.
- Mi amor, es una tontería suya, déjalo, mañana se va y no
volvemos a saber nunca más de su vida, ya mañana
desaparece para siempre- le dije.
Mauricio se apoyó contra la pared, sin duda estaba
confundido. Quizás no debí decírselo. Lo abracé otra vez, y sentí
que respiraba aliviado.
- Te amo, bobo- le dije.
Augusto nos miró, sonriendo, luego se despidió de los dos. La
gente ya comenzaba a prepararse para subir.
- Lamento las molestias ocasionadas, pero agradezco
infinitamente que me hayan abierto las puertas de su casa,
realmente la estaba pasando mal- nos dijo.
- No te preocupes, todo está bien- le respondió Mauricio.
Augusto dio media vuelta y comenzó a caminar lentamente.
Me daba lástima que se fuera así, tan rápido, huyendo de sus
sentimientos. Abrazado a Mauricio, lo vi alejarse.
- No- dije.
- ¿Qué pasa, amor?- me preguntó él.
- No se puede ir así- le dije.
- ¿Qué?
- Discúlpame, pero me siento mal de dejarlo ir así- le dije.
- Sergio…- musitó.
Me despegué de sus brazos y corrí hacia Augusto. Lo detuve
y lo abracé, llorando.
- No te vayas- susurré.

Me encerré en el baño con llave, eran alrededor de las tres de


la mañana. Sergio dormía plácidamente abrazado a una almohada,
por lo que ni siquiera notó mi partida. Abrí el botiquín y tomé un
pequeño frasco transparente entre mis manos, estaba casi lleno,

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
pues eran pastillas somníferas que tiempo atrás Javier le había
recetado a Sergio, pero que él había dejado de tomar porque no
podía tragar las píldoras. Miré el contenido y recordé una vez más
sus palabras.
- Augusto me besó.
Su imagen se paseaba libremente por mi cabeza, riéndose
macabramente. Sería muy fácil aparentar que las pastillas las había
ingerido en su salida. Su muerte parecería ajena a mí.
Sentí que se abría la puerta de entrada. Era él. Salí del baño y
lo vi en la cocina, sirviéndose café.
- Quiero que mañana te vayas, y que nunca más vuelvas- le
dije.
- ¿Por qué?- preguntó con rostro ingenuo.
- Lo sabes bien- contesté- Por lo ocurrido en el bar.
- Ah, era por eso- dijo riendo- ¿Qué? ¿Tenés miedo?
- Nunca- respondí.
- Deberías- dijo- Creo que a Sergio le gustó el sabor de mis
labios.
- Cállate o…
- ¿O qué?- me desafió.
- O me voy a olvidar el lazo de sangre que nos une- le
respondí- Augusto no me obligues a hacer algo que te
perjudique.
Dejó la taza de café servida sobre la mesa, pasó a mi lado
riendo y me miró despectivamente.
- Iluso- murmuró.

- No te vayas- susurró Sergio abrazado a mí.


Me quedé estupefacto, no podía creer lo que estaba
ocurriendo. Dejé caer las maletas y lo abracé con fuerza, casi al
borde de las lágrimas.
- ¿Qué?- le pregunté- Repítelo otra vez.
- No te vayas…- repuso mirándome.
- Sergio…- murmuró Mauricio detrás nuestro- Sergio…
- Perdón- le dijo él.
Mauricio estaba pálido, contrariado, se lo notaba muy herido.
Sergio me soltó y se secó las lágrimas. La gente ya estaba
terminando de subir al avión.
- Si me lo pedís, me quedo- le dije- Me quedo para siempre.
- ¡Augusto!- exclamó mi hermano- ¿Qué decís?
- Lo lamento- le dije- Pero creo que las decisiones ya están
tomadas.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- No- negó Sergio- No quiero que malinterpretes las cosas, yo
solo quería que no te fueras de esa manera, no es que…
- ¿Qué sentís por él?- le preguntó Mauricio.
- No lo presiones, está confundido- intervine- Déjalo en paz,
deja de asfixiarlo.
- No te metas en lo que no te importa- me contestó- No es
asunto tuyo, subí al avión y deja que arreglemos esto entre
nosotros.
- Ni loco- dije- No me voy a ir ahora que Sergio me está
pidiendo que me quede.
- ¡Cállate!- gritó.
- Mau… no te alteres, no es lo que estás pensando- le dijo
Sergio.
- Entonces, dame una explicación, algo que me ayude a
entender qué te está pasando por la cabeza- le dijo.
Tomé a Sergio por las manos y lo puse detrás de mí,
cubriéndolo de Mauricio, entonces miré a éste de frente, con la
mirada fija.
- Entre nosotros pasan cosas, ¿acaso no lo podés asumir?- le
dije- Date por enterado…
- Cállate- balbuceó.
- Augusto, no es así- intervino Sergio.
- Ser, no quieras evitar las cosas, es mejor que lo digas de una
vez- le dije.
- Cállate, maldito imbécil- dijo Mauricio.
En ese momento, y todo duró unos escasos segundos, mi
hermano alzó su puño con fuerza, intentando golpearme, y no sé
cómo fue que ocurrió, pero Sergio se atravesó en el medio y
Mauricio lo golpeó duramente, justo en el centro del rostro, logrando
que impactara velozmente en el piso.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO OCHO
Brenda salió del cuarto, apenas se acercó a mí vi que tenía
los ojos repletos de lágrimas a punto de ser desbordadas, me
saludó con un beso y se acomodó el cabello rubio.
- ¿Cómo está?- le pregunté.
- Bien, aunque no ha parado de llorar- respondió con la voz
quebrada- Mauricio, ¿cómo pudiste…?
- Fue un accidente- respondí- Juro que no era mi intención
golpearlo.
- ¿Cómo pudiste dudar de él?- preguntó.
- Es que Augusto hablaba demasiado, yo no sabía qué pensar,
la actitud de mi esposo me dejó… no sé, muy confundido,
estaba herido, pensé que lo perdía- le dije.
Brenda me acarició el hombro, esbozando una débil sonrisa,
luego me abrazó con su característica calidez.
- Mau, llevan diez años de perfección, no permitas que se
arruinen por una situación sin sentido- me dijo.
Apenas ella se marchó, entré al cuarto, dando un suave
golpecito en la puerta. Las luces estaban apagadas, sin embargo
podía notar la sombra de Sergio, recostado sobre la cama, además
se escuchaba su sollozo.
- Mi amor…- balbuceé a punto de llorar.
Nadie respondió. Me acerqué lentamente a la cama y me
senté a su lado, acariciando su espalda. Me incliné para darle un
beso, pero sentí que su cabeza se corría de lugar. Encendí el
velador que se hallaba sobre la mesa de luz. Sergio me estaba
mirando, tenía el borde del labio superior herido, a causa del golpe
que le había dado.
- Perdón- le dije- Perdón, desde el fondo de mi corazón.
- Vete…- murmuró- Necesito descansar.
- Sergio… yo…
Augusto lo había ayudado a ponerse de pie, pero él salió
corriendo a toda prisa hacia la puerta, intenté seguirlo pero mi
hermano me detuvo.
- ¿Qué querés?- grité- ¿No te das cuenta de lo que me hiciste
hacer?
- Solamente te quiero decir que yo amo a Sergio, y que si él me
pidió que me quedara, es porque también le pasan cosas
conmigo- me dijo.
- Cállate, ahora tengo algo más importante que hacer- le dije.
Sergio se dio media vuelta, dándome la espalda. Me quedé
observándolo por unos minutos, en silencio.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- ¿Sabías que estos diez años que llevamos juntos fueron los
mejores de mi vida?- le dije- Sí, los mejores, nunca me había
sentido tan feliz, tan seguro, libre, amado. Desde la primera
vez que nos tomamos de la mano, ¿te acordás?, supe que
nunca más iba a querer soltarte.
Seguía sin responder. A esa altura, tenía el rostro cubierto de
lágrimas.
- Perdón- repetí- Una y mil veces perdón. Te amo.
Apagué el velador y caminé hasta la puerta, no sin antes
mirarlo una última vez.
- Te amo- repuse.
- Yo también- contestó- Pero ahora déjame solo que necesito
dormir.
Cerré la puerta y me dirigí velozmente hacia el baño, donde
me encerré a llorar por un prolongado tiempo. La imagen de nuestro
primer beso se confundía una y otra vez con el momento en el que
le pegaba.
- Estúpido de mierda- me dije a mí mismo, mirándome en el
espejo.
El cristal se partió en muchos pedacitos cuando lo golpeé con
mi puño, furioso. Tenía la palma de mi mano cubierta de sangre. Me
mareé. Caí al piso.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO NUEVE
Javier terminó de pasarme un líquido por la mano y luego me
la vendó. Todavía estaba un poco mareado cuando desperté, y me
costaba enfocar la vista en un solo objeto.
- ¿Te sentís bien?- me preguntó sonriente como siempre.
- Digamos… que sí… es demasiado pronto para decirlo- le
respondí.
- Te recomiendo que no muevas mucho esta mano, aunque sea
hasta mañana, para evitar que la herida se abra un poco más,
ya te puse el desinfectante y te saqué unos pequeños vidrios
que tenías dentro- me comentó.
- Muchas gracias- dije.
- Agradéceselo a Sergio, fue él quien te trajo- me dijo
acercando una silla y sentándose cerca de la camilla-
Mauricio, él te está esperando afuera.
- Seguramente debe estar molesto por tener que perder su
tiempo, dile que si quiere, puede irse, no hay problema- le
dije.
- Mira, llevo años de conocerlos, sé que se quieren, y por la
forma en la que noto que mi primo está, sé que se preocupó,
¿y por qué? Porque te ama- dijo.
- No lo sé- musité- No sé si él me ame ya.
- Compruébalo por ti mismo- me dijo- Me voy porque tengo
otros pacientes que atender, ven mañana así te quito la
venda.
Javier se puso de pie y se marchó, dejando la puerta
entreabierta. Sergio, sin mirarme, ingresó al cuarto con un jazmín
entre las manos, dejándola a mí lado.
- Gracias- le dije- Eres muy amable.
- Y vos sos muy chiquilín- contestó- ¿Cómo se te ocurre romper
el espejo del baño de una trompada? ¿No pensaste en que te
podías lastimar?
- Quería morirme- le dije, sinceramente, así lo sentía.
- Ah, morirte- balbuceó- ¿Y no crees que tengo mejores cosas
que hacer? ¿Como, por ejemplo, maquillarme la herida del
labio, antes que salir corriendo con vos a la clínica?
- Te hubieras quedado en casa si tanta molestia te causé- le
dije.
- Claro, ahora que ya lo hice, me lo hubieras dicho antes- dijo.
- ¿Sabías que te estás comportando como un completo
grosero?- le pregunté.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- ¿Y sabías que cuando te vi ahí tirado, con la mano
sangrando, casi muerto, no deseé estar muerto yo también?-
preguntó con la voz quebrada.
- Ah…
- Porque no podía imaginarme que yo hubiera provocado todo
eso, me sentía culpable, estúpido, infeliz, miserable…
- No hables así, Sergio- lo reté- Nunca podés ser nada de eso,
siendo tan maravilloso.
Y en aquel instante, con el rostro empapado de lágrimas, me
besó, dándome el mejor beso de toda mi vida, dulce, apasionado,
sincero. El beso de la reconciliación. Lo miré sonriendo, radiante de
felicidad. Me tomó de las manos y bajé de la camilla, abrazados,
caminamos hacia la puerta.
Augusto. Sí, era él quien estaba parado del otro lado,
aguardando a que saliéramos, con las manos en los bolsillos,
estaba apoyado contra la pared.
- ¿Qué haces acá?- le preguntó Sergio, poniéndose delante de
mí.
- Vine a ver cómo estaba mi hermano, me enteré de su
accidente- respondió, mirando al piso.
- Vete- le dije- Vete y no vuelvas más.
- No… todavía no me voy… me queda un tiempo más aquí-
dijo, con una extraña sonrisa en el rostro.
De pronto, desperté. Me hallaba en el cuarto de la clínica,
sólo. Javier estaba dándome la espalda, revisando unos papeles.
- ¿Y Sergio?- le pregunté.
- Al fin despertaste, pensé que ibas a dormir un siglo- dijo
riendo.
- ¿Y Sergio?- repetí.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO DIEZ
- ¿Hola?- dije al contestar mi celular.
Desperté sobresaltado esa mañana. Eran poco más de las
nueve, el sol daba directamente en la ventana, y hacía mucho calor
en la habitación. Sentía el cuerpo pegajoso, sudado.
- Hola, ¿dormías?- contestó la voz de Sergio del otro lado.
- Sí, pero no importa, faltaba poco para que suene la alarma-
contesté- ¿Dónde estás?
- En casa de Brenda- respondió- Discúlpame por no haberte
avisado, solamente te dejé en la clínica y luego desaparecí,
supongo que te habrás preocupado bastante.
- Demasiado- dije.
- Llamaba para decirte que… no es que… eh…- dijo titubeando.
- Dímelo de una vez- le dije.
- Más tarde paso por casa a recoger mis cosas- dijo.
- ¿Qué?- le pregunté.
- Sí, pero no es que quiera que nos separemos, es
simplemente que Brenda me invitó a unas vacaciones, son
sólo cuatro días, y creo que ambos necesitamos esto-
comentó.
- ¿Crees?- le pregunté.
- Mauricio, han sido muchas cosas seguidas y no nos vendrían
mal unos días de descanso- contestó.
- Entonces vamos juntos- le dije.
- Separados, para poder pensar- concluyó.
- Está bien- dije- ¿Volverás?
- Mauricio, te amo, son solamente unos días, para poder pensar
bien, te aseguro que nada cambiará al regresar- dijo.
Corté la comunicación y me quedé mirando a mi alrededor,
todo se veía tan vacío sin él, incluso acariciar el lugar que él solía
ocupar en la cama era triste. Me levanté, me duché, todo muy
lento, quizás así lograra sentirme un poco más vivo. Salí del baño,
me vestí, ni siquiera sé qué ropa me puse, sólo sé que agarré lo
primero que tuve a mano. Un momento, me estaba vistiendo con su
ropa. Eso no era posible. Me cambié, me vestí con mis prendas y
me senté a esperar que las horas pasaran.
De pronto, el sol se estaba ocultando, y el departamento
estaba quedando a oscuras, ¿cuántas horas habían transcurrido?,
no lo sabía, no lo quería saber. Alguien tocó el timbre. Era él, mi
hermoso Sergio. Qué extraño, pues él aún conservaba las llaves de
nuestro departamento, pero no sabía porqué no había entrado
directamente. Quizás porque ya se sentía un ajeno. O tal vez

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
porque era la última vez que iba a cruzar esa maldita puerta. ¿Qué
hice mal? No lograba hallar respuesta. Quizás todo se trataba de un
sueño, como el que tuve en la clínica, cuando soñé que nos
reconciliábamos. A lo mejor así era todo más fácil, pero a mí no me
importaba. Al demonio con Augusto, maldito infeliz, tampoco me
importaban los sentimientos de Sergio, y mucho menos los míos. Lo
único que quería es que todo volviera a ser como antes. Golpeó
nuevamente. Me puse de pie inmediatamente y le abrí la puerta. La
luz que provenía del pasillo me lastimó los ojos, pero su sombra me
cubrió y pude ver con claridad. Sergio tenía los ojos entrecerrados,
quizás él no lograba distinguirme, pues las luces del departamento
se hallaban apagadas.
- ¿Puedo prender las luces?- preguntó.
- Claro- le respondí, tratando de sonar indiferente.
Indiferente. ¿Para que? Si así no lograría nada. No iba a
hacer que él se quedara. ¿Qué he hecho?, me pregunté en silencio,
a punto de quebrarme en llanto. Sergio encendió la luz, y me quedó
mirando sorprendido, perplejo, como si hubiera visto a un fantasma.
Estaba pálido. Era mejor acabar con todo cuanto antes.
- ¿No viniste por tus cosas?- le pregunté.
- Sí, vine a llevarme todo- contestó.
- Ahí lo tienes- respondí señalando el sofá- Ya armé tus valijas.
Un momento. ¿Cuándo había hecho eso? No lo recordaba. Lo
último que sabía era que me había sentado a esperar.
- Gracias- dijo.
- Solamente quería que te fueras rápido- le dije.
Se puso aún más pálido, con los ojos hundidos en lágrimas.
Esquivé su mirada, para no llorar yo también. Agarró sus valijas e
hizo un veloz movimiento para darme un beso, pero dio un paso
atrás. No quería besarlo. Eso significaría la despedida.
- Adiós- dijo.
La puerta se cerró y quedé en la más profunda oscuridad,
solo. Por debajo de la puerta podía ver que él permanecía del otro
lado. Caminé silenciosamente, y me quebré en llanto, también en
silencio, para evitar que se diera cuenta. La sombra desapareció, él
ya se había ido.
- Te amo- le dije.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO ONCE
Ingresé al bar y me acerqué hasta la mesa en la que se
hallaba Augusto. Me senté frente a él sin decir nada y esperé a que
terminara de echarle azúcar a su café.
- Lo que gustes, yo invito- me dijo.
- Nada, gracias- respondí- Sólo que me digas para qué me
llamaste.
- Para charlar- dijo.
- Augusto, la verdad es que pensé que te habías ido, hace días
que no sabía nada de vos, y a decir verdad, tampoco me
interesaba volver a saber- le dije.
- Somos hermanos, no lo olvides- dijo.
- A vos no te costó mucho olvidarte de eso cuando besaste a
Sergio- le recordé.
- No hablemos de ese momento- resopló- Y a propósito,
¿dónde está tu marido?
- De viaje con Brenda- le respondí.
- Ah, se fue sin vos- musitó- ¡Qué extraño! ¿no es así?
- Mira, no vine acá para hablar de las diferencias que pude
haber tenido con Sergio, porque mañana vuelve y sé que todo
estará bien, así que dime de una vez para que regresaste.
- Sinceramente, a pedirte disculpas- dijo.
Me quedé mirándolo sin saber qué hacer ni qué decir, aunque
reconozco que mi primer impulso fue revolearle con una taza por la
cabeza.
- Sí, como escuchaste- repuso- Con Sergio me las mandé,
pensé que él podía llegar a sentir algo por mí y confundí todo,
te pido mil disculpas por todo el daño que te causé.
- Está bien, no me interesa- contesté- Pero agradecería que no
te aparecieras nunca más en mi vida, aunque seamos
hermanos, no me importa nada de vos.
- ¿Así de simple?- preguntó.
- Así de simple- confirmé- Cuando regrese Sergio, vamos a
intentar rehacer nuestra vida juntos, así que de nada te
serviría querer separarnos, porque ésta vez no voy a dudar en
matarte.
- Comprendo- dijo- Yo ya hice lo que tenía que hacer, ya pedí
disculpas, te deseo lo mejor en tu reconciliación…
- Y yo deseo que nunca más aparezcas en mi vida- lo
interrumpí, poniéndome de pie.

- Y yo deseo que nunca más aparezcas en mi vida.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
Las palabras de mi hermano fueron lapidarias, no sólo me
había interrumpido sino que estaba dando por terminado nuestro
lazo de hermandad, al marcharse de allí. Me apresuré a pagar mi
café y comencé a seguirlo, sin que se diera cuenta. Lo seguí
durante varias cuadras, hasta que finalmente dobló en una esquina,
dirigiéndose al departamento.
- Esta calle suele ser bastante solitaria- murmuré.
Y en efecto lo era. Al ser una cuadra de todos edificios, no
había niños corriendo por las calles, ni kioscos, ni bancos, nada
más edificios altos. Faltaba poco para que ingresara al suyo, por lo
que saqué el arma de mi campera y apunté directo hacia él. No
podía fallar. Y cuando estaba a punto de disparar y acabar con el
único ser que impedía mi felicidad con el hombre que amaba, vi a
dos niños que aparecían corriendo por la esquina. Eran gemelos.
Idénticos. Corrían, se empujaban, reían, jugaban, todo desarrollado
en su inocencia de seis años, como máximo. Un perro salió al
ataque de uno de los niños, y el otro le pegó un puntapié,
alejándolo.
- Vete, perro malo- dijo el niño.
- Me salvaste- exclamó el otro, dándole un abrazo.
- No es nada, somos hermanos- le respondió.
Y ambos niños se fueron caminando juntos. Bajé el arma, no
podía atentar contra la vida de mi propio hermano, de mi propia
sangre. Tal vez fuera gracias a esos pequeños, o quizás porque
recordé la vez que casi me caí del balcón. Estábamos solos en
casa, nuestros padres habían salido. Mauricio tenía 10 años y yo
era apenas un nene de siete añitos de edad. Jugando, como
siempre lo hacíamos, tropecé y quedé suspendido en el aire,
sostenido apenas con una mano del balcón.
- ¡No te caigas!- exclamó Mauricio.
- ¡Tengo miedo!- grité- ¡Ayúdame!
Claro que temía, eran siete pisos. No sé cómo mi hermano fue
tan audaz de quedar con medio cuerpo en el aire y ayudarme a
subir nuevamente, salvándome de lo que era una muerte casi
segura. Y yo que había pensado en matarlo. Tiré la pistola a una
alcantarilla cercana y marqué rápidamente un número en mi celular,
deseando que me atendiera.
- ¡Hola!- exclamé- Sergio, soy yo, Augusto, no me cortes, por
favor.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
CAPITULO DOCE
Sonó el timbre del departamento. Supe que era Sergio, pues
él me había anunciado que regresaría a ésta hora. Me puse de pie
rápidamente y tomé el picaporte entre mis manos, ansioso.
- Hola- dije.
- Hola Mau, ¿cómo estás?- respondió riendo.
- Muy bien, acabo de llegar a casa- le contesté.
- Llamaba para avisarte que mañana regreso, así que me
gustaría que me esperaras en casa, a eso de las cinco de la
tarde- me dijo.
- ¿Y por qué no en el aeropuerto?- le pregunté.
- Te tengo una sorpresa, por lo que si me esperas en el
aeropuerto, ya no será sorpresa- respondió.
- Me encantan las sorpresas- dije.
- Lo sé.
Di vuelta la llave y abrí la puerta. Ahí estaba parado Sergio
con todas sus valijas, mirándome sonriente. Apenas lo vi, el corazón
comenzó a latirme más fuerte, y sentí cosquillas en el estómago. Lo
abracé emocionado y lo ayudé a entrar todo.
- ¿Cómo la pasaste?- le pregunté.
No me contestó. Me echó los brazos al cuello y me besó
apasionadamente, acariciándome “todo”.
- ¿Eso responde a tu pregunta?- dijo.
- La mejor respuesta que he oído- contesté.
- ¿Te acordás que te dije que te tenía una sorpresa?- preguntó.
- Obvio, amor.
- Acá están- dijo sacando unos papeles del bolsillo.
- ¿Qué es?- pregunté.
- Pasajes a un lugar fantástico, con imponentes montañas,
transparentes lagos, naturaleza pura, todo lo necesario para
recuperar el tiempo perdido- contestó.
- Genial…- murmuré feliz.
- ¡Pero arma tus valijas que nos vamos ya mismo!- exclamó.

Mauricio y yo abrimos la puerta de una hermosa cabaña, que


se hallaba en un campamento cercano a una gran montaña. Todo lo
que nos rodeaba era hermoso, pues hace pocos días había nevado
y todavía quedaban unos centímetros de nieve blanca. Dejamos
nuestras valijas sobre la cama y nos acercamos a la ventana más
próxima, que daba una fabulosa vista a un lago.
- ¿Te gusta?- me preguntó Sergio.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- Me encanta- le contesté- Soñaba con pasar Navidad aquí,
¿recuerdas que hace unas semanas te lo pregunté?
- Claro- dijo- Pero no se me ocurrió gracias a eso, sino a otra
persona.
- ¿A otra persona?- preguntó sorprendido- ¿Acaso Brenda te
recomendó este sitio?
No había sido Brenda. La tarde que mi celular sonó, ella y yo
nos encontrábamos recorriendo una feria americana, pues a mi
acompañante le fascinaban, aunque yo no tenía ánimos para estar
en ningún lugar.
- ¿Hola?- dije.
- ¡Hola!- contestó una voz conocida del otro lado- Sergio, soy
yo, Augusto, no me cortes, por favor.
- ¿Qué quieres? Se breve, te lo ruego- le dije.
- Quería pedirte disculpas, pero de verdad, por todo lo sucedido
con Mauricio, no era mi intención- dijo.
- Está bien, el daño ya lo hiciste, así que, ¿qué más da ahora?-
musité.
- Quiero remediar lo que causé, por eso ahora mismo me voy al
banco más cercano y te deposito una buena cantidad- dijo.
- ¿Lo querés arreglar todo con dinero?- le pregunté.
- No, quiero regalarles a mi hermano y a ti un viaje, para que se
reconcilien, tú eliges el destino- me explicó- Te juro que de
veras me encuentro muy arrepentido.
- Yo no sé si deba aceptarlo…
- ¡Regalo navideño!- se apresuró a responder- No puedes
despreciar un obsequio.
Mauricio me tomó por los hombros y me miró perplejo, por la
forma en la que me observaba, no sabía si le había gustado lo que
le conté o no, más probable la segunda opción.
- ¿Quieres decir que este viaje lo pagó él?- preguntó-
¿Después de todo lo que pasó?
- También me dijo que era posible que te enojaras, así que me
dijo que te recordara algo… aunque no sé si haré bien al
decírtelo, además no entendí el significado- le dije.
- ¿Qué? A ver con qué salió ésta vez…
- La situación del balcón- le dije.
La expresión en el rostro de Mauricio cambió. Una dulce
sonrisa apareció en sus ojos. Me abrazó y, mientras me besaba
apasionadamente, me acariciaba el cabello.
- Vamos afuera, hay algo que quiero mostrarte- me dijo.
- ¿Qué?- le pregunté entrecerrando los ojos, tratando de
parecer desconfiado.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.
- Ven y lo sabrás- dijo.
Me tomó de las manos y me paró en el medio de un camino
que se dirigía al lago, a escasos metros de la puerta. Me hizo una
seña para que me diera vuelta y me cubriera el rostro con las
manos.
- No veas- me advirtió.
- Miedo…- dije entre risas nerviosas.
- Preparados… listos… ¡ya!- exclamó.
Una bola de nieve me golpeó en la cabeza. Luego otra. Otra.
Y otra más. Giré con rapidez y tomé una pequeña cantidad que
había en el piso, y al tiempo que corría, tratando de huir de sus
ataques, iba armando una bola fría que me congelaba los dedos.
- ¡A que no te esperabas que fuera esto!- exclamó riendo.
- ¡Y a que tú no esperas esto!- grité entre carcajadas.
Terminé de armar la bola de nieve y apunté directamente a…
hacia él. Impactó con fuerza.
- ¡Eso fue un golpe bajo!- exclamó.
- Todo es válido, mi amor- le contesté.
Mauricio me abrazó con fuerza y me besó, riendo. Nos
dejamos caer al piso frío y rodamos unas cuantas veces, todo
mientras nos matábamos de risa.
- Te amo, ¿lo sabías?- me dijo.
- Yo también te amo- le respondí- Y claro que sabía que me
amabas, siempre lo has hecho, ¿no?
- Vaya que te sientes seguro- musitó.
- Hablas demasiado- le dije.
Le partí la boca de un beso, bajo un sol que comenzaba a
calentar el frío ambiente. Lo miré a los ojos y sonreí. Todo
marchaba bien, la felicidad había vuelto a su curso normal.

AcroPDF - A Quality PDF Writer and PDF Converter to create PDF files. To remove the line, buy a license.

También podría gustarte