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Apuntes 1 2 C y Q Gladys Lopez
Apuntes 1 2 C y Q Gladys Lopez
Desde la antigüedad, aun antes del nacimiento del Derecho Romano, se registraron medidas en
las legislaciones de los Imperios, para impedir que los comerciantes sean burlados o que ellos
burlasen en su trato a otros. Estas disposiciones eran aplicadas para todo tipo de deudores, sean
comerciantes o no.
En el Derecho Romano, la ejecución por deudas tuvo un exclusivo carácter personal, las medidas
no se dirigían al patrimonio del deudor, sino a su persona, a su cuerpo, para forzarlo a cumplir,
llegando hasta la venta como esclavo e inclusive, la muerte del deudor.
Luego el derecho evoluciona hacia la ejecución patrimonial. El derecho antiguo, no hacía
distinciones específicas entre la ejecución individual y la colectiva. En sus comienzos, y durante
largos siglos, no se concebía la posibilidad de que los bienes salieran del patrimonio sin la
voluntad del titular, lo cual excluía toda forma posible de ejecución forzosa.
Así la manus injectio era una acción del acreedor, que obligaba al deudor a cumplir bajo la
posibilidad de que el acreedor lo tomara como prisionero para luego matarlo o venderlo como
esclavo al extranjero.
Otra posibilidad era la acción denominada “paris secando” o la “concusu membrorum” para el
caso de varios acreedores, éstos podían repartirse el cadáver del deudor sin necesidad que la
parte sea proporcional a la deuda en el primer caso y en el segundo, una vez vendido el deudor,
se repartía el importe obtenido entre los acreedores.
Luego nace el “nexum” que era el sometimiento voluntario y privado de la persona del deudor
condenado o confeso a la voluntad del acreedor, hasta satisfacer la deuda.
En el año 326 A.C. se abolió la pena capital y otros medios vejatorios y nació la “addictio”, una
acción que le permitía al acreedor llevarse al deudor a su domicilio y hacerlo trabajar hasta que
pagase su deuda. El deudor podía liberarse jurando tener bienes suficientes para satisfacer la
deuda y a través de la “pignoris capio”, ciertos acreedores de naturaleza tributaria, podían por
propia voluntad tomar la posesión de bienes del deudor, sin poder venderla, para compeler su
cumplimiento.
Paulatinamente el Derecho Romano iba pasando de la ejecución personal a la patrimonial, a
través de diferentes institutos que transformaban la ejecución sobre la persona del deudor en
ejecución sobre sus bienes.
En el año 737 de Roma, se permitió que el deudor pudiera recurrir a la “cesio bonorum” que era
una especie de cesión voluntaria de bienes a los fines de proteger la buena fe del deudor y evitar
la infamia. También se crea la “pignus in causa iudicati captum” que consistía en la toma de
posesión de un bien por parte del juez por un lapso de tiempo y a su vencimiento si el deudor no
cumplía, se vendía la cosa y con el producido se satisfacía a los acreedores, siendo el primer
antecedente de la ejecución de bienes.
También en el derecho romano clásico surgen las acciones contra la disminución del patrimonio
del deudor y el “consilium fraudis” o fraude, llamadas “interdictum fraudatorium”, la “integrum
restitutio” y la “actio pauliana”, esta última dio origen a la acción revocatoria que hoy conocemos.
El primer gran antecedente concursal en el Derecho Romano, nace con el “pactum ut minus
solvatur” que es el origen del concordato por mayoría, considerado el primer medio preventivo
de la quiebra. En este sistema, el heredero de una herencia insolvente podía convenir con los
acreedores la reducción de las deudas, aceptando el heredero la herencia insolvente y
satisfaciendo reducidamente a los acreedores. En su evolución, se llegó a que la votación
favorable de la mayoría obligase a la minoría, en el caso de remisión de una parte de la deuda,
naciendo el llamado “pacto de non petendo”.
La primera aproximación al concurso aparece en Derecho Intermedio (que va desde la caída del
Imperio Romano hasta la Edad Media). Luego de la invasión bárbara, tuvo mayor auge la
ejecución patrimonial, conocida desde los orígenes por el derecho de estos pueblos. Pero cuando
el deudor era insolvente, primaba la ejecución personal y de aquí nace el hecho de que la fuga del
deudor era una prueba de su insolvencia.
En el Derecho Germánico sólo se han encontrado instituciones exclusivas de la ejecución
individual, pero no de la colectiva. Se da la acentuación de la ejecución patrimonial a través del
“arrestmandat” o secuestro real de bienes, que equivalía al embargo actual, creándose aquí el
principio de la prioridad del primer embargante.
El derecho germano aportó las figuras de la prenda, el desapoderamiento y el secuestro. Las
legislaciones Longobarda y Franca introdujeron el embargo. Así nacen la “datio in solutum” que
consistía en una entrega voluntaria y privada de un bien o de bienes por parte del deudor, en pago
de lo que debía y la “datio in solutum ope judice”, cuando esa dación la ordenaba un Juez.
Estos eran los institutos típicos de esta época y sus procedimientos eran pagos coactivos, y no
propiamente expropiaciones. Toda esta evolución culmina con el cese de la justicia privada, donde
los jueces eran pares, no funcionarios del Estado.
La ejecución, desde esta época, pasó a ser dirigida por la autoridad pública y así en el caso de
pluralidad de acreedores, el secuestro originó el concurso, nítidamente perfilado como ejecución
colectiva con carácter universal.
Derecho Medieval:
Hubo un gran desarrollo económico de las ciudades en la Edad Media y el incremento e
intercambio comercial hicieron nacer las principales instituciones del Derecho Comercial. El
feudalismo medieval tomó las instituciones que venían del Derecho Romano dándole un tinte
publicista a la autoridad, llegándose a no aplicar medidas contra los deudores de buena fe. El
Rey Luis de Francia en 1254 abolió la prisión por deudas.
El desarrollo del derecho patrimonial en las comunas italianas del norte se debió al incremento
comercial y se crearon los estatutos, verdaderos códigos profesionales que regían cada una de
las corporaciones creadas en las distintas comarcas.
Aparece por primera vez el concepto de cesación de pagos, surgido de la palabra “cesante”,
usado en el Costituto de Siena en 1262. También surge en esta época la palabra “bancarrota”,
en virtud del hecho simbólico que significaba la ruptura del banco del deudor insolvente, donde se
sentaba a comerciar en el mercado. Ello era equivalente a la clausura del negocio, primera
medida que dictaba el juez.
Se conoce en esta época el concordato preventivo (acuerdo preventivo) aprobado por mayoría
como etapa anterior a la quiebra, con convocatoria de acreedores. En los Estatutos de Venecia,
Bolonia, Florencia y otras ciudades itálicas surgieron las instituciones falimentarias más
innovadoras.
Se sometía al procedimiento concursal a cualquier deudor en insolvencia aunque no sea
comerciante. Se trataba de un proceso oficioso a instancia de acreedor, que se originaba por la
existencia de cesación de pagos, la que se manifiesta en caso de fuga u ocultación de deudor. Se
producía ya una especie de verificación, pues los derechos de los acreedores eran reconocidos
en un proceso sumarísimo.
Según el estatuto de que se trate, existía la figura de un administrador o procurador que ejercitaba
las acciones y cobraba los créditos, en otros estatutos había un magistrado, elegido por los
acreedores que nombraba a un curador que ejercía la administración y representación judicial o
un comité de acreedores con plenos poderes.
Se producía la aprehensión total de los bienes por la autoridad, o desapoderamiento, y la puesta
en custodia de los bienes por la masa o conjunto de acreedores. Había un período de sospecha,
de carácter personal y persecutorio. Existía igualdad de acreedores, verificación de créditos y
cese de acciones individuales, liquidación y repartición proporcional del activo entre los
acreedores comunes.
El deudor podía evitar la quiebra cediendo sus bienes, pero sometiéndose a imposiciones que
alcanzaron el nivel máximo de humillación a que fueron sujetos los comerciantes arruinados.
Seguían existiendo penas infamantes, tratándose a los deudores como ladrones, y tenían muchas
incapacidades. Todo fallido era sospechado de fraude. Así, para tratar de evitar estas infamias se
crea el concordato, y el salvoconducto que permitía al deudor salir de la cárcel y volver para
proponer un concordato.
Nace también en el medioevo las corrientes publicística y privatista de la quiebra. En la primera,
tenía gran injerencia la autoridad judicial, siendo importante la colectividad de acreedores y la
comunidad consorcial. El deudor era un defraudador y el Estado tenía a su cargo la represión del
ilícito que importaba la quiebra. La corriente privatista, continúa su camino desde el Derecho
Romano con amplio despliegue de los acreedores, sin la intervención judicial.
Derecho Francés:
La quiebra tuvo su primera regulación orgánica en el Reglamento de Lyon de 1667 –que sirvió de
base a la ordenanza francesa de 1673. Sus principales disposiciones eran: apartar a los
acreedores extranjeros de la “pars condictio creditorum”, reglamentar el período de sospecha y
determinar los efectos respecto a la persona del fallido.
En 1807 se dictó el Código de Comercio, ocupando el libro III para las quiebras. Se reglamentó la
actuación de los acreedores, la verificación de sus créditos, la vinculación de la minoría a la
solución de la mayoría en el concordato y la nulidad de los actos perjudiciales a los acreedores.
El código sufrió varias reformas posteriores, siendo las más significativas para nuestra materia, la
de 1889 que incorporó la liquidación judicial para deudores de buena fe.
En 1955 se establece un nuevo régimen completo sobre quiebra y liquidación judicial, y en 1967
se hace una reforma profunda, cambiando el fundamento del concurso francés al incorporar la
noción de empresa separada de la de las personas que la dirigen.
En 1984, la nueva reforma francesa legisla sobre prevención y solución extrajudicial de las
dificultades de la empresa y finalmente llega la reforma de 1994 para mejora de la prevención de
la insolvencia.
Derecho Italiano
En el medioevo se evidencia la creación de la mayoría de las instituciones del Derecho Concursal
moderno. Durante varios años el Derecho Italiano se siguió rigiendo por los estatutos, que luego
fueron modificados por los usos y costumbres.
En 1865 se dictó el Código de Comercio para toda Italia, que seguía los mismos principios que el
Código de Comercio Francés. En 1903 se reformó el Código de Comercio incorporándose nuevas
prescripciones respecto a la revocatoria concursal, la reivindicación en la quiebra y la
incorporación del proyecto de Leone Bolaffio sobre concordato preventivo y pequeñas quiebras.
Sin embargo, cabe aclarar que el concordato preventivo judicial, con vigencia legislativa,
cronológicamente, apareció en 1885 en España primero, luego en la ley belga de 1887, después
en Francia en 1889 y en Portugal en 1888.
La legislación argentina lo incorporó en 1902 y recién en 1903 llegó a la ley la italiana. Así, en
Italia se llega al dictado en 1942 de la Legge Fallimentare (Ley de Concursos y Quiebras) que
incorpora la administración controlada y la liquidación forzosa administrativa.
Derecho español:
Tuvo fuerte injerencia en la legislación del Virreinato del Río de la Plata. Paralelamente al
desarrollo de las comarcas italianas y francesas, evolucionaba la materia concursal en España,
donde se dicta el primer cuerpo legal que se ocupa del instituto de la quiebra: es el Código de Las
Siete Partidas de Alfonso el Sabio, dictado en la segunda mitad del S. XIII.
Luego el derecho estatutario italiano superó en influencia al español y tuvo injerencia en las
Ordenanzas de Bilbao de 1737 separando la quiebra para los comerciantes, apartándose del
derecho español que reglaba el concurso como instituto común para toda clase de deudores.
Posteriormente el Código de Comercio español de 1829 tuvo la gran influencia codificadora
napoleónica, por lo que su principal fuente fue el Código de Comercio francés completado por la
Ley de enjuiciamiento Civil de 1881.
Finalmente el mismo sufrió la reforma de 1885 que incorpora el concurso preventivo y en 1922 la
Ley de Suspensión de pagos que establece el nuevo procedimiento de convenio del empresario
con sus acreedores. El régimen concursal español subsistió con estas instituciones hasta la
reforma producida en el año 2003.
a) Sistema judicialista: es aquel que se desarrolla en los países llamados centrales, es decir los
más desarrollados, donde se utiliza a la jurisdicción como herramienta fundamental en la crisis de
la insolvencia. Es protagónico el rol del juez en el procedimiento, donde existe un importante
respecto por la investidura de la magistratura. Aquí encontramos las legislaciones de Francia,
Italia, España, Inglaterra, Estados Unidos, entre otros.