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Borges y la comunidad
Por Emilio de Ípola

El pensamiento sobre la comunidad ha convocado


incesantes esfuerzos en la filosofía, la literatura, la
política, las leyes y las artes. No hay dimensión
de la praxis que pueda escapar a esta eterna inte-
rrogación por lo colectivo. Estas cavilaciones no
le fueron ajenas a Borges. Así lo entiende Emilio
de Ípola que recoge las variaciones sobre la comu-
nidad presentes en la obra borgeana, deteniéndose
especialmente en un agudo análisis del cuento “El
acercamiento de Almotásim”, el capítulo dedi-
cado al Simurg de El libro de los seres imaginarios,
y también en “El enigma de Edward Fitzgerald”.
La leyenda de El coloquio de los pájaros, referida
en el primer cuento, proporciona un conjunto
sugerente de imágenes para volver nuevamente
sobre las clásicas tensiones entre la singularidad
y el conjunto, el todo y la parte, el individuo y la
sociedad, esta vez bajo el prisma de una escritura
que parece detenerse en la mítica propensión a la
búsqueda de lo absoluto, verdadero acoso para la
“finitud” de los seres existentes. La reflexión sobre
la comunidad es también una indagación sobre el
tiempo, la necesariedad y la contingencia, y las
posibilidades de una experiencia abierta que se
mide con el fatalismo emanado del cosmos infi-
nito y total de la biblioteca. Y bien, ni secuencia
argumental ni descripción, tampoco teorización
categorial ni tematización abstracta. La comu-
nidad es la textura de una escritura ficcional cuyos
contornos nos reconfortan y nos acechan.
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Sin rumbo en los confines N° 13 | Primavera 2013

¿Hay un pensamiento de la comu- plarlo, descubren que el Simurg son


nidad en Borges? La respuesta a esta ellos: cada uno de ellos y todos.
pregunta convoca famosas dificultades Hay pues en el inicio de la historia
que abarcan desde la pertinencia de la un pacto que es a la vez una apuesta.
pregunta misma hasta la nada descar- Ese pacto se concierta ante todo como
table posibilidad de que carezca de una empresa de orden y es lícito inferir
respuesta o tenga varias, incompati- que solo se consuma como tal en el
bles entre sí. En todo caso, la volun- momento en que los pájaros llegan a
taria deriva y el sesgo exploratorio de destino. En efecto, la travesía que los
la aproximación que aquí intentaré pájaros emprenden, si bien culmina en
autorizan a dejar en suspenso, para un el hallazgo de una identidad común,
eventual examen a posteriori, el trata- es asimismo para cada uno descu-
miento de esas dificultades. brimiento de una singularidad.5 Los
En más de una ocasión refiere Borges pájaros, que constituían al comienzo
el Coloquio de los pájaros del místico una vasta cantidad indistinta (casi un
persa Farid al-Din Abú Talib. La continuum) donde cada elemento era
primera versión de esa leyenda figura insignificante, han debido reducirse,
en una larga nota al pie –casi un por la penosa sustracción de quienes
epílogo– del cuento “El acercamiento abandonaron o murieron, a una
a Almotásim”.1 Con algunas variantes, cantidad limitada (doblemente discreta,
la fábula reaparece en el capítulo dedi- cabría decir) pero
cado al Simurg de El libro de los seres rica en significa- Hay pues en el inicio de la
imaginarios2 y, más concisamente, en ción, tanto desde historia un pacto que es a la
“El enigma de Edward Fitzgerald” de el punto de vista vez una apuesta. Ese pacto se
Otras inquisiciones (OC: 689). Por del “todo” como concierta ante todo como una
cierto, el relato se presta con facilidad del de cada “indi- empresa de orden y es lícito
a lecturas alegóricas. Borges señala esta viduo”. Todos los inferir que solo se consuma
circunstancia a propósito de “El acer- pájaros son desde como tal en el momento en que
camiento a Almotásim”, pero la indi- ese momento los pájaros llegan a destino.
cación es, si cabe, aún más válida para iguales, pero la
el Coloquio...3 igualdad que los mancomuna también
Según la leyenda, fatigados de su anar- los enaltece: purificado y elevado por
quía remota y presente, los pájaros la empresa que llevó a cabo, cada uno
resuelven asumirse como comunidad y de los pájaros es a la vez semejante a los
acuerdan embarcarse en una empresa otros y soberano.
colectiva: encontrar al Simurg, el No obstante, en este punto la escri-
rey de los pájaros, que habita el Kaf, tura borgeana se detiene, falta quizá
cordillera circular que rodea la tierra. de una referencia clara a la finitud: el
Comienzan, a pesar de la aprensión de “todo”, coronado por el final perfecto
algunos,4 su difícil trayecto. Padecen de la búsqueda, tiende a la hipóstasis;
indecibles trabajos que provocan la singularidad amenaza con difumi-
renuncias y muertes. Solo a treinta, narse en la identificación de cada uno,
sobre el fondo de una cantidad indefi- como pars totalis, al todo; el mito del
nida, pero que cabe suponer inmensa, acceso a lo absoluto acosa a la escri-
les es dado acceder a la montaña. Al tura y coarta su gesto de permanente
pisar la tierra del Simurg, al contem- recomienzo.6

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Sin embargo, algunas aparentes digre- conforman. Ciudad tan ominosa como
siones intervienen en el texto y ponen el infierno del Vathek de Beckford, tan
obstáculos a la clausura mítica. Esas siniestra que el narrador-protagonista
digresiones tienen por objeto la segunda (de quien luego sabemos que es uno
edición de la novela comentada en “El de sus constructores) jura olvidarla,
acercamiento a Almotásim”.7 El crítico y cabe apostar que lo consigue, en el
la compara desventajosamente con momento en que recobra, al beber
la primera. La nueva edición impone agua de un río, su perdida finitud.9
una rígida interpretación teológica a Es este lugar creo pertinente recuperar
la saludable apertura de la anterior; dos tópicos recurrentes, y parcialmente
el protagonista, Almotásim, se vuelve articulados, en Borges. El primero, a
emblema de Dios, “la novela decae menudo frecuentado por los comenta-
en alegoría”. Hay sin embargo un dores, es el tópico del texto, y por tanto
aspecto rescatable que, nuevamente, de la escritura, necesaria, no permeable
desbarata el cierre hermenéutico del a la contingencia. El segundo, también
relato; así por ejemplo, “la conjetura visitado por la crítica literaria, parece
de que también el Todopoderoso está en principio una variante del anterior:
en busca de Alguien, y ese Alguien me refiero al tema del texto total, sin
de Alguien superior (o simplemente intersticios, ostensiblemente preg-
imprescindible e igual) y así hasta el nante, omniabarador. Borges teje alre-
Fin –o mejor, el Sinfín– del Tiempo, dedor de estos temas una variada gama
o en forma cíclica” (OC: 417). La de ficciones, ensayos y poemas.
búsqueda es interminable: imposible ¿Cómo concebir la factura de un
asignarle una finalidad o imponerle un texto impermeable a la contingencia?
sentido. Persisten, pues, los suficientes Diversas estrategias son concebibles:
equívocos y puntos de fuga como para Los cabalistas comenzarían advir-
no dar por agotada la indagación. tiendo que ese texto ya existe: es la
“El acercamiento a Almotásim” data Sagrada Escritura. La garantía de su
de 1935. El tópico de la búsqueda condición de tal proviene del hecho de
es retomado que su autor es Dios. Un texto en el
La Cábala concluye que la en la ficción El que la colaboración del azar es calcu-
Sagrada Escritura es un conglo- inmortal (1949). lable en cero sólo puede ser obra de
merado de marcas (semánticas, La inmortalidad una inteligencia infinita: para Dios,
morfológicas, fonéticas, prosó- convierte todos “el vago concepto de azar ningún
dicas) y de relaciones (sintác- los actos en irri- sentido tiene” (OC: 211). La escritura
ticas y hasta aritméticas) que sorios; el único de Dios dará lugar por principio a un
abre a infinitas lecturas. principio ético texto absoluto, conste este de infi-
a que parecen nitos enunciados o bien de una sola
atenerse los trogloditas es el de evitar sentencia de “catorce palabras que
agregar actos al mundo; sus corolarios, parecen casuales” (OC: 599). De esta
la inacción total, la multiplicidad inso- premisa, la Cábala concluye que la
lidaria, la especulación y el tedio.8 El Sagrada Escritura es un conglomerado
último símbolo al cual condescienden de marcas (semánticas, morfológicas,
los inmortales es edificar una ciudad fonéticas, prosódicas) y de relaciones
desatinada, una seudociudad que (sintácticas y hasta aritméticas) que
simboliza la seudocomunidad que ellos abre a infinitas lecturas.10

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Pierre Menard se declara incapaz de • En el Universo “que otros llaman la


imaginar el mundo sin el Bateau ivre, Biblioteca” basta con que un libro sea
sin el Ancient mariner o sin tal excla- posible para que exista. La Biblioteca
mación de Edgar Allan Poe, pero capaz es total: la idea de posibilidad no
de imaginarlo sin el Quijote. Se trata tiene allí cabida, salvo si con ella se
de una “incapacidad personal”, pero alude a la probabilidad, por parte de
ella será el principal motor de su tenta- un bibliotecario, de hallar un deter-

Notas manuscritas
de Borges sobre Die
Elemente der Kabbalah,
de Erich Bischoff

tiva. “El Quijote es un libro contin- minado libro. Cabe agregar que esa
gente –dice Menard–, el Quijote es probabilidad es nula.
innecesario” (OC: 448). El escritor de • ¿Qué se propuso Ts’ui Pên con su
Nîmes se propone entonces corregir novela El jardín de senderos que se
esa condición. Las restricciones que el bifurcan? Quien aborda la tarea de
objetivo que se ha propuesto impone escribir un relato está obligado paso
a su escritura son duramente opuestas: a paso a decidir acerca del destino
“Mi solitario juego está gobernado de los personajes y de la dirección de
por dos leyes polares. La primera me la acción, a optar por una trama, un
permite ensayar variantes de orden orden secuencial de acciones en un
formal o psicológico; la segunda me tiempo homogéneo y unidireccional
obliga a sacrificarlas al texto ‘original’ y, por ello mismo, a descartar toda
y a razonar de un modo irrefutable esa otra opción posible; en cambio,
aniquilación” (OC: 448). La finitud
amenaza, pero también realza la tenta- En la [novela] del casi inexplicable
tiva de Menard: “Esencialmente, mi Ts’ui Pên, opta –simultáneamente–
empresa no es difícil, me bastaría por todas. Crea así, diversos porve-
ser inmortal para llevarla a cabo” nires, diversos tiempos, que también
(OC: 449). proliferan y se bifurcan (OC: 478).
El tópico del texto total es planteado y
elaborado en varias ficciones: En tal sentido, la estrategia de Ts’ui

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Pên disuelve lo que Borges, en uno de plar: “todos los lugares del orbe, vistos
los ensayos de Discusión, define como desde todos los ángulos” (OC: 623).
el problema central de la novelística: Para ello, Daneri acomete un poema
el de la causalidad (OC: 230). Según interminable en el cual procura registrar
Borges, la solución que la novela ofrece “científicamente” todos y cada uno de
a este problema emparenta a este los hechos y cosas que ha visto. “Borges”,
género con el pensamiento mágico, sin desconocer lo imposible de su obje-
en tanto este último, de acuerdo tivo, condensa en una página su visión, o
con una repetida convicción de la la imagen de su visión, del Aleph.
ciencia etnológica, exacerbaría, lejos
de negar, el principio de causalidad. Por último, vinculado también a los
Pero el problema mismo se disuelve dos precedentes (y al primero) quisiera
cuando, como ocurre en la novela El convocar un cuarto tópico que
jardín de los senderos que se bifurcan, completará, si cabe, este parcial inven-
todas las secuencias causales (y todos tario. Algunos nombres y situaciones
los “tiempos”) concebibles figuran me ayudarán a exponerlo:
ex hypothesis en ella.
• El de Jaromir Hladík quien, sin
• Una suerte de variante del caso ante- otros recursos que la imaginación
rior parece ser el “dilatado mapa” del y la memoria, logra dar forma,
Imperio construido por los Colegios de frente al paralizado pelotón de
Cartógrafos (“Del rigor en la ciencia”, fusilamiento, a la obra que justifi-
OC: 847): todo mapa es, en efecto, caría su vida.
un simulacro reducido de ciertos • El de Isidro Parodi quien, confinado
aspectos de una en la celda 273 de la Penitenciaría,
La Biblioteca es total: la idea región geográfica; resuelve los enigmas policíacos que
de posibilidad no tiene allí aquello que en él le plantean sus visitantes.
cabida, salvo si con ella se se registra cobra • El del también encarcelado
alude a la probabilidad, por sentido sobre el Tzinacán, quien logra descifrar la
parte de un bibliotecario, de fondo de incon- sentencia mágica del Dios escrita
hallar un determinado libro. tables omisiones y en las manchas de un jaguar.
Cabe agregar que esa probabi- simplificaciones. • El de Averroes, bloqueado en la
lidad es nula. Quien confec- elaboración de su obra magna,
ciona un mapa el comentario de Aristóteles, por
está obligado a escoger –ante todo a la imposibilidad de despejar el
reducir– y por lo tanto a eliminar posi- sentido de las palabras “tragedia”
bilidades. En un mapa del Imperio y “comedia”.
que tiene el tamaño del Imperio y • El del ya mencionado “Borges”,
coincide punto por punto con él, no afrontado a la tarea de plasmar en
hay lugar –valga la expresión– para discurso el universo que el Aleph
ningún problema ni, en consecuencia, le revelara.
para ninguna opción.
• El tema del texto total reaparece en “El En todos estos casos se trata siempre
Aleph”. Tanto Carlos Argentino Daneri de crear o de descifrar un texto en
como “Borges” aspiran a transmitir lo una situación y con medios desme-
que el Aleph les ha permitido contem- suradamente precarios. De una a otra

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ficción, la naturaleza de la precariedad recapitulado tienen notorios puntos


cambia: Hladik debe reconstruir y en común y también diferencias entre
concluir su poema teatral apelando ellas. De estas últimas quiero destacar
exclusivamente a su actividad mental, una que, pese a no suministrar un
pero a partir de la memoria de un principio de partición claramente
borrador que le pertenece y que puede exhaustivo, reviste para mi propó-
corregir y alterar libremente. Otros sito un interés especial. Entiendo que
son los propósitos y los escollos de existe un hiato
Parodi: también el detective en prisión profundo entre, Entiendo que existe un hiato
se propone, como Hladik, llegar a por una parte, el profundo entre, por una parte,
un texto y también, como aquél, la sentido filosófico el sentido filosófico de la
materia sobre la que ha de trabajar de la Biblioteca de Biblioteca de Babel y el mapa
es de naturaleza discursiva. Pero esa Babel y el mapa del Imperio y, por otra (para
materia –constituida por los relatos del Imperio11 y, mencionar solo esos casos),
que le confían personas relacionadas por otra (para el de la búsqueda de los caba-
con el crimen a resolver– es, aunque mencionar solo listas, el intento de “Borges” y
indispensable, inmejorablemente esos casos), el de la empresa de Pierre Menard.
inadecuada. El genio de Parodi consiste la búsqueda de
en descubrir la clave del enigma plan- los cabalistas, el intento de “Borges”
teado a través y a pesar de las múltiples y la empresa de Pierre Menard. En el
y divergentes versiones que de él le primer caso, nada irrumpe para alterar
suministran sus propios protagonistas. o solicitar la estructura plenamente
El fracaso de la búsqueda de Averroes acabada de la Biblioteca o del Mapa.12
estaba, como quien dice, escrito, dado La arquitectura monumental de la
lo que podríamos llamar sin ironía la primera, el estricto dibujo del segundo
tragicómica situación del protago- carecen de grietas. En la Biblioteca,
nista. El significado de los vocablos ninguna acción, ningún proyecto
“tragedia” y “comedia” es inaccesible son concebibles; en cuanto al Mapa,
a quien ignora qué es un teatro y a lo único posible y lo único sensato
quien sus creencias le vedan la repre- es destruirlo. Por el contrario, en el
sentación de figuras y situaciones. La segundo caso la ficción nunca deja
empresa de Tzinacán es la más difícil de advertir que aquello que construye
y la más ambiciosa. Los medios de se mueve en el registro de una expe-
que dispone el antiguo sacerdote de riencia constitutivamente abierta. En
Qahalom son tan ínfimos y su propó- el primer caso no hay espera posible;
sito tan ímprobo que no sorprende la en el segundo no puede no haberla.
circunstancia de que su victoria, en vez La silenciosa vastedad de la Biblioteca
de aparecer como el resultado lógico despoja de sentido a toda acción, a
de su búsqueda, se presente más bien todo proyecto (a toda escritura).13 El
como una suerte de iluminación súbita resignado bibliotecario consigna que
que habría gratificado sus penurias. En ningún habitante de la Biblioteca
fin, el propósito de “Borges” –describir “espera descubrir nada” y alude al efecto
su visión del Aleph– es previamente aniquilador que produce saber que ya
calificado por su protagonista como todo está escrito.14 Como sucede con
de ejecución imposible. la Ciudad de los Inmortales, mientras
Las tentativas y situaciones que he la Biblioteca exista (pero el primero de

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sus axiomas declara que ha existido y la Sagrada Escritura –no por azar se
existirá siempre) nadie será feliz. Cada los tildó a menudo de heresiarcas– y su
bibliotecario está solo con su letrina idea, compleja y nada inocente, según
y su hexágono. La Biblioteca define la cual si todo está escrito, muy poco
un régimen total, en el que rige con ha sido realmente descifrado. La Escri-
pleno vigor un viejo axioma expuesto tura se convierte así en un palimpsesto
hace décadas por Jean-Louis Baudry al que los cabalistas no se privan de
en estos términos: “Si P el predicado, volver a interrogar y sobre el que,
definido como la totalidad de los enun- también, escriben.16
ciados, tiende a infinito, el Sujeto, por Pierre Menard acomete una empresa
su parte, tiende a 0”.15 “de antemano fútil” y de realización
En otro registro, el paradójico mapa imposible, pero esa futileza y esa impo-
del Imperio manifiesta la misma sibilidad, lejos de desanimarlo, obran
impulsión totalitaria que la Biblio- como alicientes. Lo bueno para él es
teca. También la emprender la travesía, no alcanzar la
En el caso de “Borges”, la invo- misma inutilidad, meta.17 Y siempre podemos, como el
cación al otro como singula- la misma sed de narrador, imaginar que la alcanzó.
ridad se marca al menos en dos r e d u n d a n c i a . Es innecesario precisar que todas estas
momentos: al asumir la tarea Fantasía de un tentativas implican de un modo espe-
de transmitir “a los otros” el control omnia- cífico la figura del otro. Una de las tesis
Aleph; en la frase que mági- barcador y de un que Borges atribuye a la Cábala dice
camente apunta al imposible saber mimético, que el Universo es obra de una divi-
lector real (“vi tu cara”). entera y literal- nidad deficiente que, además, “tiene
mente territoriali- que amasar el mundo con material
zados, sólo en sus ruinas –habitadas por adverso”. Y Borges concluye:
animales y por mendigos– se podrán
reinscribir conatos de significación. Llegaríamos así a Bernard Shaw,
La Cábala, Menard, “Borges” se quien dijo “God is in the making”,
enrolan en causas que parecen de “Dios está haciéndose”: …si nosotros
antemano perdidas, con devoción somos magnánimos, incluso si somos
en el primer caso, con humor en el inteligentes, si somos lúcidos, esta-
segundo, con melancólico fatalismo remos ayudando a construir a Dios…
en el último. Así, aun revelado, aun Este mundo evidentemente no
constituido en otro lugar, la Cábala puede ser la obra de un Dios todo-
no prejuzga del sentido a develar y el poderoso y justo, pero depende de
desciframiento de la Sagrada Escritura nosotros. Tal es la enseñanza que
puede ser y es a menudo una aven- nos deja la Cábala…18
tura colectiva y un pretexto para la
invención hermenéutica y criptográ- Por su parte, es cierto que Menard se
fica. Dios ha legado a los hombres un declara estimulado por una motiva-
tesoro infinito y difícil. Los cabalistas ción personal (la idea de la “innecesa-
entienden que deben asumirlo con riedad” del Quijote), pero la factura de
entusiasmo. Más allá de su devoción “su” Quijote solo revela la riqueza que
por el texto sagrado, más allá de su le es propia, así como sus eventuales
bizarra metodología, hay que rescatar fallas, a través de la mirada de los otros,
su ancha libertad de interrogación de sus contemporáneos.

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En el caso de “Borges”, la invocación éste declara haber oído el relato, habla


al otro como singularidad se marca al con la india, movida por la compasión
menos en dos momentos: al asumir y por un escandalizado sentimiento
la tarea de transmitir “a los otros” de reprobación ante ese destino que
el Aleph; en la frase que mágica- adivina monstruoso, e intenta conven-
mente apunta al imposible lector real cerla de que no retorne a las tolde-
(“vi tu cara”). rías. La otra le responde que es feliz y
vuelve, la misma noche, al desierto.
Podemos ahora reiterar la pregunta Así pues, la cuestión de la alteridad
formulada al comienzo: ¿Hay un pensa- se formula en “Historia del guerrero
miento de la comunidad en Borges? y la cautiva” en su figura extrema: el
Mi respuesta será deliberadamente contacto de culturas no solo opuestas,
restrictiva: hay al menos un bosquejo, sino también enemigas. La conversión
que se franquea el paso entre el cierre de Droctulft, la de la inglesa, tendrán
mítico de la escritura y la apertura testigos y jueces que las condenarán,
escritural del mito, inscriptos ambos que verán en ellas traición y escán-
tanto en la escritura borgeana como en dalo. ¿Qué ocurre sin embargo con el
las “ficciones” que esa escritura pone narrador, con “Borges”?
en escena. Trataré, antes de concluir,
de acentuar sus contornos.
Lo haré modificando el ángulo de
visión e interrogando, esta vez en
algunas de las inquisiciones borgeanas,
la figura de la alteridad. El tópico,
insinuado en otros ensayos, es abor-
dado frontalmente en la parábola
“Historia del guerrero y la cautiva”
(OC: 557-560). Borges asocia allí
el destino de Droctulft, el guerrero
lombardo que en el sitio de Ravena
volvió la espalda a los suyos y murió
combatiendo por la ciudad asediada, y
el de la inglesa capturada por los indios
al sur de Buenos Aires que opta por el
desierto y por la vida feral de las tolde-
rías. Droctulft ganará el conmovido
reconocimiento de Ravena y la abomi-
nación de sus antiguos compatriotas.
La inglesa que elige permanecer con
sus raptores indígenas se ha convertido
en la mujer de un capitanejo, a quien
ha dado ya dos hijos y de quien afirma
que es muy valiente. Habla un remoto
y rústico inglés, entorpecido por locu-
ciones araucanas o pampas.
La abuela inglesa de “Borges”, de quien

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“Borges”, cabe recordarlo, repro- océano y trece siglos, son la misma


duce en la “Historia...” su recuerdo historia; que sus protagonistas, más
del relato de su abuela inglesa. Por allá de todo lo que los distingue, son
razones culturales y familiares estará fundamentalmente semejantes y que
pues implicado por una de las histo- la experiencia del guerrero lombardo
rias, la segunda. El uso del estilo indi- Droctulft, la experiencia de esa revela-
recto libre no logra dejar dudas acerca ción, la Ciudad, que lo transfigura, es
de quién es el responsable de ciertas en lo esencial idéntica a la experiencia
apreciaciones: así, la “lástima” y el de la inglesa de Yorkshire, a la expe-
“escándalo” que provoca la india son riencia del ancho desierto libre y de la
claramente atribuibles a la abuela. En vida nómade e impetuosa del indio.
cuanto a “Borges”, al tiempo que no Mil trescientos años –concluye
escatima los juicios laudatorios respecto “Borges”– y el mar median entre el
de Droctulft, destino de la cautiva y el destino de
El igualitarismo cultural se muestra más Droctfult. Los dos, ahora, son igual-
que insinúa Borges en la lacónico en lo mente irrecuperables. La figura del
“Historia...”, en cuyos marcos que concierne bárbaro que abraza la causa de Ravena,
se comprende el tránsito y la a la india. En la figura de la mujer europea que opta
conversión de Droctulft y de ocasiones, parece por el desierto, pueden parecer anta-
la cautiva, ¿es solo una mani- asumir juicios lo gónicas. Sin embargo, a los dos los
festación más del relativismo suficientemente arrebató un ímpetu secreto, un ímpetu
cosmopolita que muchos, con equívocos como más hondo que la razón, y los dos
sobradas buenas razones, le para alentar una acataron ese ímpetu que no hubieran
atribuyen? Entiendo que no. O, interpretación sabido justificar. Acaso las historias
mejor dicho, que el problema es suspicaz. Pero que he referido son una sola historia.
más complejo. Para sustentar y estos aparentes El anverso y el reverso de esta moneda
a la vez precisar esta hipótesis deslices no son, para Dios, iguales (OC: 560).
retornaré brevemente a algunas disminuyen lo ¿Es eso todo? El igualitarismo cultural
de las ficciones de Borges. que se hace oír que insinúa Borges en la “Historia...”,
con nitidez en el en cuyos marcos se comprende el
contrapunto de las dos historias. tránsito y la conversión de Droctulft
y de la cautiva, ¿es solo una manifes-
Cuando leí... la historia del guerrero tación más del relativismo cosmopo-
–dice “Borges”– esta me conmovió lita que muchos, con sobradas buenas
de manera insólita y tuve la impre- razones, le atribuyen? Entiendo que
sión de recuperar, bajo forma diversa, no. O, mejor dicho, que el problema
algo que había sido mío... Encontré al es más complejo. Para sustentar y a
fin [la memoria que buscaba]: era un la vez precisar esta hipótesis retornaré
relato que le oí alguna vez a mi abuela brevemente a algunas de las ficciones
inglesa, que ha muerto (OC: 558). de Borges.19
“El informe de Brodie” aparece como
La particular emoción que siente una ostensible variante del viaje de
“Borges” no proviene por cierto de Gulliver al país de los houyhnhnms,
las virtudes estéticas de la simetría; aunque cabe tener en cuenta que (como
proviene ante todo de percibir que ha visto muy bien Beatriz Sarlo)20 es en
ambas historias, separadas por un el desvío que opera Borges respecto

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del original que reside el interés que los europeos. Más aún: en la conclusión
el informe provoca y el enigma que del Informe, el tono reprobatorio deja
plantea. Los viajes de Gulliver es, como su lugar a una suerte de equiparación
se sabe, una crítica sin concesiones a entre unos y otros. Los yahoos, como
la humanidad en su conjunto. Una los europeos, poseen instituciones,
crítica despiadada, casi cruel, pero autoridades, un lenguaje basado en
no siempre desesperanzada. Es que abstracciones, una religión, creen en
Swift tenía, más allá de su escepti- la inmortalidad
cismo respecto de las bondades del del alma, en la De la idea pasaron a los hechos.
género humano, un agudo sentido raíz divina de Y, sin creer que tendrían éxito,
de los alcances políticos del cuestio- la poesía, en la acabaron ejecutando lo que se
namiento ético que había empren- verdad de castigos habían propuesto. Raptaron
dido. De ahí que en Los Viajes... y recompensas. al juez, lo sometieron a juicio
refiera a menudo acontecimientos “Representan, en y –ésta fue la decisión más
de la política cotidiana, analice suma, la cultura, difícil– “nombraron un juez
casos, proponga reformas y ofrezca como la represen- para juzgar al juez”.
soluciones puntuales. Sin duda, el tamos nosotros”.
reino de Brobdingnag y el país de los Por eso, escribe el narrador dirigién-
houyhnhnms son ficciones utópicas, dose a Su Majestad, “tenemos el deber
pero algunas de las normas que allí de salvarlos”. El Informe concluye con
rigen están lejos de ser de aplicación una demanda sibilina: “Espero que el
inconcebible, incluso en la Inglaterra Gobierno de Su Majestad no desoiga
de los siglos XVII y XVIII.21 lo que se atreve a sugerir este informe”
El Informe, por su parte, carece (OC: 1078).
de punto de referencia utópico; el El juicio de Brodie está pues afectado
narrador no puede recurrir, para de inestabilidad: en el desarrollo de su
juzgar a los que llama “yahoos”, más relato campea una actitud escandali-
que a los valores propios de las socie- zada y condenatoria, con sólo fugaces
dades cristianas, de una de las cuales él intermitencias; hacia el final, un “rela-
mismo proviene. Los rasgos con que tivismo cultural impecable” recupera y
describe a sus yahoos hacen aparecer absuelve lo que parecía condenado.
a éstos como bárbaros (algunas de sus No para resolver esta ambivalencia,
características recuerdan a la versión sino para aportar nuevos elementos
borgeana de los indios del sur argentino al debate, me permitiré, antes de
–aquellos por los que optó la cautiva–: concluir, convocar una última ficción
la afición a lo fétido, la desnudez, el de Borges. Se trata de un relato ante-
uso ritual o utilitario del estiércol). Sus rior al que acabo de comentar y lleva
costumbres suelen ser inhumanas; así, por título “El hombre en el umbral”
por ejemplo, uno de sus pasatiempos (OC: 612-616).
son las ejecuciones: se imputa de un “El hombre...” tiene puntos en
delito a un inocente a quien luego común con “El acercamiento a Almo-
el rey, como parte del juego, declara tásim” y también con “El informe
culpable. Entonces lo torturan atroz- de Brodie”. Del primero rescata el
mente y lo lapidan. tema de la búsqueda, invirtiendo los
Sin embargo, le ocurre al informante términos. El estudiante hindú conoce
marcar similitudes entre los yahoos y de antemano las cualidades de aquel

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a quien busca y sabe asimismo que que aplicara en el país musulmán la


se trata de un hombre virtuoso; por ley de Inglaterra los menos corruptos
último, ciertos índices inequívocos la recibieron con beneplácito “porque
lo aproximan progresivamente a él. sintieron que la ley es mejor que el
Cristopher Dewey desconoce, al desorden” (OC: 614).
comienzo de su pesquisa, la calidad
moral de su buscado; solo al encon- Llegó el cristiano y no tardó en preva-
trarlo, luego de una averiguación ricar y oprimir, en paliar delitos
donde abundan los índices equívocos, abominables y en vender decisiones.
descubrirá que es un canalla. No lo culpamos, al principio: la justicia
Como “El informe de Brodie”, también inglesa que administraba no era cono-
“El hombre...” es el relato de un viajero cida de nadie y los aparentes atropellos
inglés a una tierra y a una cultura del nuevo juez correspondían acaso a
lejanas donde el narrador hallará, válidas y arcanas razones. Todo tendrá
como el misionero escocés del informe, justificación en su libro, queríamos
una suerte de barbarie. Pero aquí paran pensar, pero su afinidad con todos los
las semejanzas. Dewey, que está a la malos jueces del mundo era demasiado
búsqueda de un magistrado escocés notoria, y al fin hubimos de admitir
de ilustre linaje, encuentra al cabo que era simplemente un malvado.
de semanas, acurrucado en el umbral Llegó a ser un tirano y la pobre gente
de una casa de un barrio humilde, a (para vengarse de la errónea esperanza
un hindú de barba blanca, encogido que alguna vez pusieron en él) dio en
por los muchos años y vestido con jugar con la idea de secuestrarlo y some-
harapos: una minuciosa contrafigura terlo a juicio. (OC: 614)
del buscado. Le habla, de antemano
desesperanzado, De la idea pasaron a los hechos.
Se trata por cierto de una del juez desapa- Y, sin creer que tendrían éxito,
captura fugaz, una instantánea, recido y el acabaron ejecutando lo que se habían
en un recorrido inaprehensible anciano, como si propuesto. Raptaron al juez, lo some-
e interminable. Pero merece no quisiera o no tieron a juicio y –ésta fue la decisión
nuestros desvelos (o nuestra pudiera responder más difícil– “nombraron un juez para
celosa admiración), como los a la pregunta de juzgar al juez”. Faltos de un hombre
merecen la búsqueda obstinada Dewey, toma la recto y sabio, designaron a un loco
de los cabalistas o los insom- palabra y narra “para que la sabiduría de Dios hablara
nios felices de Pierre Menard. una historia al por su boca y avergonzara las soberbias
narrador. Una humanas” (OC: 615).
historia con rasgos de leyenda y de En este punto del relato del anciano,
fábula, que sitúa en su remota infancia Dewey objeta que encomendar la deci-
y en la que también es cuestión de sión final a un loco equivale a invalidar
un juez. En aquel tiempo –cuenta el el juicio. El anciano responde que el
anciano– la corrupción había ganado acusado había aceptado al juez, acaso
a la gente y reinaban la blasfemia, porque “solo de un loco podía no
el engaño y el fraude. No todos, sin esperar sentencia de muerte”. (Entre-
embargo, habían sucumbido a la tanto, circula mucha gente por la casa
perversión: cuando corrió la noticia de del umbral.) El relato del viejo hindú
que la reina enviaría un hombre para concluye: el criminal fue finalmente

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condenado y ejecutado... pero Dewey “La idea de la humanidad en el hombre


no tarda en descubrir que lo que el –escribe Claude Lefort–, como la idea
anciano narraba estaba sucediendo de la humanidad que engloba a todos los
durante la narración y ahora acaba de hombres, se sustrae a toda definición” .
finalizar. El venal juez de la historia La falencia de la mayoría de los huma-
no es otro que el hombre buscado por nismos existentes consiste en imponer,
Dewey, quien encuentra su cadáver como premisa o resultado de esa idea,
mutilado en los fondos de la casa. una concepción determinada de la
No es difícil identificar en esta ficción naturaleza humana que, en seguida, tal
algunas de las costumbres narrativas o cual antihumanismo militante se hace
de Borges. Las trasposiciones tempo- un placer destruir, creyendo con ello
rales, los dobles, la inversión de roles, destruir la idea misma. Pero ésta, en su
las correspondencias, la simetría. Me contorno infigurable, persiste; la litera-
interesan más, sin embargo, aquellos tura, la creación estética, pueden, en un
momentos –intermitentes pero deci- destello, captarla. Se trata por cierto de
sivos– en que ese juego especular se inte- una captura fugaz, una instantánea, en
rrumpe o se desplaza.23 En “El hombre un recorrido inaprehensible e intermi-
en el umbral”, uno de esos momentos nable. Pero merece nuestros desvelos
es aquel en que, por un movimiento (o nuestra celosa admiración), como
concéntrico, otro relato se inscribe en los merecen la búsqueda obstinada de
el interior del relato principal. Cuando los cabalistas o los insomnios felices de
el anciano hindú toma la palabra, es Pierre Menard.
una cultura otra y distante la que, en Concluyo brevemente. Encarada desde
más de una acepción, “toma la palabra” el espacio de la escritura literaria, la
a la cultura europea y cristiana. Pero, idea de comunidad no se expone como
a la vez, la inestabilidad que marcaba secuencia de argumentos ni tampoco
el juicio de Brodie en el informe se como “descripción” ni, menos aún,
escande en dos pasos y, en ese instante como ilustración de una teoría. Sin
al menos, se disuelve.24 duda, puede ser objeto de una temati-
El primer paso es una suerte de extrapo- zación explícita, como en “El informe
lación de la tolerancia, una hipérbole del de Brodie”. Pero interesa más buscarla
relativismo cultural. Los hindúes aceptan en la textura misma de la escritura
ser juzgados por la ley de Inglaterra y ficcional, en la experiencia de los límites
por un juez inglés, simplemente porque, que ella propone, en el modo en que
como los pájaros del Coloquio…, marca y a la vez borra esos límites, en
están “hartos de su antigua anarquía” y su búsqueda sin objeto y sin término.
porque la ley es preferible al desorden. A través de los temas del texto imper-
El segundo paso es la conclusión obli- meable a la contingencia y del texto
gada de la ostentosa acumulación de total, a través de las peripecias de Almo-
infamias que acredita el juzgador. Es el tásim, de los avalares de la Cábala, del
momento en que el hindú, aun y sobre delicado horror de la Biblioteca y del
todo cuando se pone en el lugar del occi- Mapa, de la felicidad de Droctulft y las
dental, descubre que el relativismo tiene perplejidades de Averroes, la escritura
límites y que existe un nivel donde todo borgeana dibuja, con trazo tenue pero
hombre es simplemente una persona legible, una figura de la comunidad
honesta o simplemente un canalla. que, sin duda, no nos es ajena.

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NOTAS

1. Jorge Luis Borges: Obras completas, Emecé, Buenos Aires, 1974, p. 418 (en adelante, citado en el texto con
la abreviatura OC seguida del número de página correspondiente). “El acercamiento a Almotásim” narra “la
insaciable busca de un alma a través de los delicados reflejos que ésta ha dejado en otras: en el principio, el tenue
rastro de una sonrisa o de una palabra; en el fin, esplendores diversos y crecientes de la razón, de la imaginación
y del bien”. (OC: 416). Un hombre, otrora un estudiante crédulo, se adapta a la convivencia con la gente más
infame y compite con ella en ignominia. Súbitamente, capta con maravillado espanto un conato, un indicio,
una aminoración o interrupción de la infamia en uno de sus semejantes: “Fue –escribe Borges citando textual-
mente– como si hubiera terciado en el diálogo un interlocutor más complejo”. El antiguo estudiante razona
que el hombre de quien proviene esa imprevista claridad es incapaz de la menor decencia. Piensa entonces que
está reflejando a otro y éste a otro y así sucesivamente. Concluye que debe de haber en el mundo alguien de
quien procede esa luz, alguien idéntico a esa luz, y decide consagrar desde entonces su vida a encontrarlo.
2. Jorge Luis Borges: Obras completas en colaboración, Emecé, Buenos Aires, 1979 (en adelante, citado en el
texto con la abreviatura OCC seguida del número de página correspondiente).
3. En El libro de los seres imaginarios se caracteriza sin más al Coloquio de los pájaros como una alegoría.
4. La versión de El libro de los seres imaginarios precisa que, antes de acometer la búsqueda, o en su principio,
“algunos pájaros se acobardan: el ruiseñor alega su amor por la rosa; el loro, la belleza que es la razón de que
viva enjaulado; la perdiz no puede prescindir de las sierras, ni la garza de los pantanos, ni la lechuza de las
ruinas” (OCC: 695).
5. El narrador y comentador de “El acercamiento a Almotásim”, texto donde, como dijimos, está incluido el
Coloquio de los pájaros, insiste sobre la necesidad de que el hombre llamado Almotásim no sea un fantasma, una
abstracción, sino un carácter real, dotado de “rasgos idiosincráticos, personales”.
6. La leyenda del Simurg, tan cercana por su construcción al mito, reproduce además lo que llamaré el “mito de
origen” de Borges (ver infra nota 23). Esta inherencia mítica parece confirmada por las curiosas analogías que
vinculan este relato a los mitos Bororo, Tikopia y Ojibwa, analizados por Lévi-Strauss en Le cru et le cuit. Como
a su modo lo hace también el Coloquio..., dichos mitos tratan, y resuelven, el problema del pasaje de la cantidad
continua a la cantidad discreta. Cf. Claude Lévi-Strauss, Le cru et le cuit, Plon, París, 1965, pp. 58-63.
7. En la nota-epílogo de donde transcribí el Coloquio... se baraja la hipótesis, sugerida por la novela comentada
en “El acercamiento a Almotásim”, de la identidad entre el buscador y el buscado. Esto –según Borges– aproxi-
maría a ambos escritos.
8. Swift aborda el tema de la inmortalidad en uno de los relatos del Gulliver, mencionado en el ensayo “Historia
de los ecos de un nombre” (OC: 752). Los trogloditas de “El inmortal” tienen varios rasgos en común con los
inmortales de Swift. La referencia a Los viajes de Gulliver es central en “El informe de Brodie”.
9. Así, la miserable comunidad de los trogloditas se erige sobre el fondo de un olvido sin tiempo, de un olvido
misteriosamente voluntario, análogo al que Nietzsche describe y recomienda en La genealogía de la moral
(65-66).
10. Importa señalar que, según Borges, el método de la Cábala es una suerte de recurso ex post. La originalidad
de la doctrina de los cabalistas habría consistido en introducir elementos gnósticos en la mística judía. El modus
operandi criptográfico habría sido creado para justificar la ortodoxia de esas innovaciones. Scholem destaca al
respecto el carácter “extraordinariamente audaz” de las concepciones de la Cábala (Gershom Scholem, Fidélité
et utopie (essais sur le judaïsme contemporain), Calmann-Levy, París, 198, p. 237).
11. Y, quizás, en otro plano, el “poema” de Carlos Argentino Daneri.
12. En “La muralla y los libros” (OC: 633-634) Borges refiere la historia del emperador chino Huang Ti, que
ordenó la construcción de la muralla y la destrucción de todos los libros anteriores a él. “Huang Ti, según los
historiadores, prohibió que se mencionara la muerte y buscó el elixir de la inmortalidad y se recluyó en un
palacio figurativo, que constaba de tantas habitaciones como hay días en el año; estos datos sugieren que la
muralla en el espacio y el incendio en el tiempo fueron barreras mágicas destinadas a detener la muerte” (OC:
634). La simetría invertida de la doble operación de Huang Ti con la Biblioteca y el Mapa es notoria. Cabe
añadir como rasgo en común, implícito en estos últimos, explícito en el proyecto del emperador, el conjuro
ilusorio de la muerte, el mito de la infinitud.
13. “Esta epístola palabrera e inútil ya existe en uno de los treinta volúmenes de los cinco anaqueles y cada uno
de los incontables hexágonos –y también su refutación”. (OC: 470).
14. “La certidumbre de que todo está escrito nos anula o nos afantasma”. (OC: 470).
15. Jean-Louis Baudry: “Ecriture, fiction, idéologie”, en AA.VV., Aux Editions du Seuil, París, 1968, p. 136.
16. Como dice Scholem, “Il n’y a pas á l’intérieur de la révélation une unique chaîne perceptible de significa-
tions, mais une multitude de connexions d’où procèdent pour nous les subdivisions de la parole. En d’autres
termes, le signe de la vraie révélation n’est plus la somme des déclarations prenant en elle forme de commu-
nication, mais le nombre infini d’interprétations dont la révélation est susceptible. Le caractère de l’absolu se

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reconnaît à cette ouverture à l’infini des interprétations auxquelles peut donner lieu la révélation. La révélation
n’obéît pas à une signification spécifique; bien plutôt elle est ce qui se cache derrière la signification de chaque
parole et qui par là prête à chaque parole révélée une signification d’une infinie richesse. Ou, pour employer le
langage des kabbalistes, des lumières en nombre infini brûlent dans chaque parole... Sans abandonner la thèse
fondamentaliste du caractère divin des Ecritures, ces thèses mystiques constituent néanmoins un stupéfiant
assouplissement du concept de révélation. Ici l’autorité de la révélation est aussi ce qui justifie le jeu et la portée
de la libertée” (op. cit., p. 237).
17. El parentesco de la tentativa de Menard con la búsqueda de los cabalistas es claramente sugerido por
Borges. Cf. Jorge Luis Borges, Siete Noches, FCE, México, 1980, p. 129.
18. Ibid. p. 139. (El resaltado es mío.)
19. Aunque ya en “Historia del guerrero y la cautiva” hay aspectos que, para decir lo menos, alteran la bella
e inane simetría. Si la experiencia de Droctulft y la de la cautiva son esencialmente iguales, queda en pie que
en esa experiencia, a través del trazo que remite de la historia de uno a la historia de la otra, está incluido en el
propio “Borges” como partícipe de la segunda y que esa inclusión desajusta sutilmente el juego especular de
las identidades.
20. En su preciso artículo “Borges se pregunta por el orden”, en Punto de Vista, n.° 43, Buenos Aires, agosto
de 1992.
21. Por ejemplo, la sabia y perspicaz norma según la cual “escribir una explicación de alguna ley constituye un
delito capital” (Swift: 135).
22. Beatriz Sarlo, op. cit., loc. cit., p. 20.
23. “Borges no puede pensar la diferencia –me dice Ricardo Piglia en una conversación personal–. Síntoma de
ello es el hecho de que su narración de fondo es siempre la misma, hecha de dobles, oposiciones y simetrías; en
suma, de variaciones en torno a lo idéntico. ‘Pasea’ ese relato de inmutable estructura por los diversos géneros:
policial, fantástico, realista, ensayístico, poético, testimonial, etc., como si intentara con ello capturar la dife-
rencia que no logra concebir”. Por mi parte, hago la hipótesis, diferente de la de Piglia pero inspirada en ella,
de que, si bien hay un mito único en el origen, también mítico, de la escritura de Borges –un mito estructurado
efectivamente sobre la base de contrastes, duplicaciones y otras variantes alrededor de lo Mismo–, ese mito es
interrumpido, de diversas formas e intermitentemente, por el trabajo de la escritura borgeana. La literatura de
Borges consiste precisamente en esa interrupción, en la cual la diferencia –y ésta es, quizás, mi diferencia con
Piglia– logra exhibirse.
24. En ese instante al menos: poco antes de concluir su relato, el anciano hindú retoma las debidas distancias
y llama con gozosa malignidad “perro infiel” al juez que acaba de ser ejecutado.
25. Claude Lefort, Ecrire (à l’épreuve du politique), Calmann-Lévy, París, 1992, p. 39.

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Borges: corregir y corregirse


Por Aníbal Jarkowski

Mirada con anhelo, con benevolencia y,


por qué no, con cierto pudor, la escritura
de juventud muchas veces impone la ardua
tarea de la relectura, y subsiguientemente
de la corrección. Resulta no menos progra-
mática la afirmación vertida por Borges
en el prólogo a la reedición de Fervor de
Buenos Aires de 1969: “el señor que ahora
se resigna o corrige”. En esa disyunción
gramatical se cifra la tensión que atravesará
toda su obra. ¿Cómo evaluar la escritura
del pasado? O aún más lapidario: ¿cómo
abjurar de un estilo?
Aníbal Jarkowski echa luz sobre la recu-
rrente indagación de Borges acerca de
Martín Fierro que, a pesar de sus preferen-
cias por el Facundo respecto a la canoniza-
ción como libro nacional, ha constituido una
órbita precursora que signara la producción
orillera del joven Borges criollista. Dete-
niéndose en una interpretación detallista de
los procedimientos de escritura, analiza las
motivaciones que José Hernández le imprime
a Fierro al final de La vuelta, y encuentra
allí la clave para leer –cómo durante el post
peronismo Borges fue releído, o fue ayudado
a releerse– y revisar el duelo cuchillero luego
del interludio peronista.
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A mediados de nuestros años 70, Borges prestó a la obra de Sarmiento


Borges escribió dos prólogos en los fue mucho menor que la que dedicó
que repitió su irreversible opinión de a la literatura gauchesca en general y
que los argentinos no habíamos hecho al poema de Hernández en particular;
bien al preferir al Martín Fierro como numerosas notas, conferencias, suce-
libro nacional. sivos prólogos cuyo objeto era la inter-
Tomando distancia de la recurrente pretación del Martín Fierro –“libro
solución de varios de sus cuentos, en muy bien escrito y muy mal leído”–
la que los opuestos se revelan idén- y un volumen entero que por amor,
ticos, en sendos prólogos a nuevas gratitud, cortesía o indiferencia dio a
ediciones de Facundo y Recuerdos conocer como de autoría compartida
de provincia opinaba que, en 1974, con Margarita Guerrero.
continuaba la primordial alterna- En ese libro, el Martín Fierro, Borges
tiva entre civilización y barbarie. A se detuvo en la consideración del
su juicio, sin importar el transcurso episodio del canto XXX de La vuelta,
del tiempo, esa drástica y elemental en el que Fierro declina el desafío a
caracterización de la sociedad argen- pelear que le tiende el Moreno en su
tina no había perdido nada de su intento de vengar la muerte de su
acierto original; sólo había ocurrido hermano, narrada en el canto VIII
que “el gaucho ha sido reemplazado de La ida.
por colonos y obreros; la barbarie no En cuanto a esa muerte, Borges
sólo está en el campo sino en la plebe entiende que se trató, sin más, de un
de las grandes ciudades y el dema- asesinato vacío de toda virtud, de toda
gogo cumple la función del antiguo valentía, “porque
caudillo, que era también un dema- el insultado que La disyuntiva no ha cambiado.
gogo. La disyuntiva no ha cambiado. se deja arrastrar Sub specie aeternitatis, el
Sub specie aeternitatis, el Facundo es la a una pelea que Facundo es la mejor historia
mejor historia argentina”, de manera otro le impone, argentina”, de manera que
que “si lo hubiéramos canonizado ya está deján- “si lo hubiéramos canoni-
como nuestro libro ejemplar, otra dose matar zado como nuestro libro
sería nuestra historia y mejor.” por ese otro”, ejemplar, otra sería nuestra
Asombrosamente, por el momento lo que parece historia y mejor.”
no hay noticia de que estas palabras regir también al
constituyeran un apócrifo, de manera enfrentamiento entre Juan Dahlmann
que se las puede dar por dictadas y un compadrito de “rasgos achinados
por Borges a un copista. Admitidas y torpes”, con quien ni siquiera inter-
como sinceras, es notorio que, más cambió palabra, cuando lo convida
allá de prologar dos obras clásicas de a pelear a cielo abierto en la misma
Sarmiento, Borges tuvo la intención llanura donde Fierro mató al hermano
de que semejantes observaciones, con del Moreno.
penosos ecos lugonianos, fueran leídas Respecto del episodio de La vuelta, y
y entendidas en relación con muy aunque sean los presentes en la pulpería
precisas circunstancias. quienes “impiden la pendencia” entre
Fierro y el Moreno, Borges observa que
A pesar de su propuesta de una cano- el héroe creado por Hernández declina
nización alternativa, la atención que el desafío –“Yo ya no busco peleas, las

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contiendas no me gustan”– en razón desentrañado un enigma que, implí-


de argumentos de naturaleza moral, cito en la trama del poema, todavía
desavenidos con el orden primitivo, no había sido advertido por ningún
esencial, prejurídico en el que Fierro lector; esto es, que en el desafío del
había vivido desde su deserción del Moreno a Fierro había otro desafío
ejército y en el que había muerto al más, cifrado, “cuya gravitación
hermano del Moreno. creciente sentimos, y prepara o prefi-
gura otra cosa, que luego no sucede o
Es razonable que Borges no pasara que sucede más allá del poema”.
por alto el episodio del canto XXX. En verdad, esa otra cosa ya estaba
Por un lado, para un escritor atenido sucediendo en los mismos días en que
a la composición de tramas narra- Borges reunía y ordenaba sus diversos
tivas motivadas, comentarios al poema de Hernández. El
De pronto, en la memoria de de causalidad Martín Fierro fue escrito durante 1953
Borges –quien ya leyó muchas enigmática pero y Borges dedicó más o menos cinco
muchas veces esos versos por sí inflexible, debió meses de ese mismo año a la composi-
mismo– aparece un recuerdo resultar extraño ción del relato que, por fin y más allá
involuntario, el del canto XXVI que otro escritor del poema, aceptara ese desafío implí-
del Infierno, en el que Dante hubiese hecho cito en las palabras del Moreno. Según
narra la muerte de Ulises; no ingresar en su el diario personal de Bioy Casares, el
dice nada en ese momento, historia a un 13 de abril Borges va a comer a su casa
pero entiende que ese recuerdo personaje en y le “refiere el cuento que va a escribir:
es precioso. condiciones de un final para Martín Fierro, en que un
torcer el curso hermano del negro mata al héroe”.
del relato y, sin embargo, pronto lo Para el 20 de septiembre el cuento está
desvaneciera por causa de una intro- terminado; Borges regresa a la casa de
misión ejemplar, extrínseca a las leyes su amigo y se lo dicta. Esa versión,
que, precisamente, habían moti- pasada en limpio, debió ser la defini-
vado la invención de ese personaje. tiva y la que Eduardo Mallea recibió
Puestas las cosas en esos términos, la en su escritorio del diario La Nación,
razón para que Hernández añadiera al donde “El fin” se publicó el domingo
Moreno a la historia sería, nada más, 11 de octubre de 1953.
indicar cuánto y en qué dirección
habían cambiado las opiniones del Y por otro lado más, ¿cómo habrá
autor acerca de cómo deben enfren- ocurrido que, entre los innumera-
tarse las injusticias y las adversidades, bles lectores del Martín Fierro Borges
de manera que, por más que en La ida fuera el primero en percibir ese desafío
Fierro hubiese ofendido a una mujer implícito en el canto XXX?
y luego asesinado a su compañero, en A manera de conjetura, no más que
La vuelta no quedaba obligado a pagar eso, puede proponerse a la imagina-
su culpa ofreciendo al Moreno la ción una escena en la que Margarita
oportunidad de intentar, al menos, la Guerrero lee en voz alta aquellas
venganza de su hermano en la misma estrofas. De pronto, en la memoria de
ley en que Fierro lo había muerto. Borges –quien ya leyó muchas muchas
Por otro lado, en su interpretación del veces esos versos por sí mismo– aparece
episodio, Borges entendió que había un recuerdo involuntario, el del canto

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Ilustración del
Martín Fierro, de
Juan Carlos Castagnino

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XXVI del Infierno, en el que Dante que, al hacer morir a Ulises y conde-
narra la muerte de Ulises; no dice nada narlo sin esperanzas al octavo círculo
en ese momento, pero entiende que de su Infierno, Dante tuvo la inten-
ese recuerdo es precioso. ción de castigar su año de adulterio en
La inesperada asociación parece moti- la isla de Ea para hacer, por oposición,
vada porque perfectas e inigualables las virtudes del
Hacia octubre de 1969, sin tanto Hernández leal Eneas. Esa interpretación no se
embargo, Borges escribe un en el Martín lleva mal con la idea de que, precisa-
cuento que regresa a aquel Fierro como mente, cuanto más próximo se encon-
episodio, ya remoto en su Homero en La traba a su patria y a su mujer, Ulises
obra, y le dice a Bioy que Odisea dejaron podría haber descubierto, de una vez y
con ese relato, “Historia de con vida al héroe para siempre, que la cifra de su destino
Rosendo Juárez”, intentaba de sus respectivos estaba no en las dulzuras del hogar sino
lavarse de un pecado. poemas. Dante, en el áspero sabor de la aventura.
en el siglo XIV, Aquella tarde imaginaria podría haber
aun sin haber leído La Odisea pero ocurrido, entonces, que un recuerdo
conociendo entero su argumento a involuntario, antes que un razona-
través de otros textos que lo referían, miento metódico, permitiese que
habría descubierto que, pasados los Borges descubriera el desafío implí-
siglos, quedaba en sus manos devolver cito en el poema de Hernández y,
a Ulises a su más hondo destino y, en además, la manera de resolverlo. Otra
un más allá del poema original, lanzarlo vez, la novedad para Borges consistía
al mar desconocido junto a aque- en regresar al pasado y repetir, a
llos compañeros, ya viejos y pesados comienzos de la década del cincuenta,
como él, que le seguían siendo fieles, y lo que Dante había hecho más de seis
hacerlo morir en aguas remotas de las siglos antes.
que ningún viajero había regresado.
Antes de volver al fidelísimo amor de Queda pendiente el planteo de una
Penélope, del joven Telémaco y del cuestión.
anciano Laertes, Ulises había perma- En los años 30, igual que Hernández,
necido un año con Circe, retenido no Borges había narrado el enigmático
solo por sus embrujos sino también episodio en el que un hombre, repu-
por su belleza y sus artes amatorias, tado de valiente, declina el desafío de
prolongando todavía más las ya larguí- otro a pelear en un duelo. El relato es
simas penurias de quienes lo esperaban harto conocido y, a juicio de Borges,
en Ítaca. El retorno a la patria y a los alcanzó “un éxito singular y un poco
suyos, entonces, era satisfactorio para misterioso”; en él, Rosendo Juárez,
una expectativa ajustada a la moral guapo con crédito en el manejo
pero clausuraba toda voluntad de reco- violento del cuchillo y deudor de dos
rrer el mundo abierto y conocer los muertes, se niega dos, tres veces al
vicios y las virtudes de sus habitantes. desafío de Francisco Real y luego se
Entre quienes se dedican a la literatura pierde oscuro en la noche de las orillas,
medieval, y por lo tanto saben de sus buscando olvidar y que lo olviden.
enigmas, circulan algunas interpre- Entre otras varias –“nunca una causa es
taciones para desentrañar el episodio única”–, una de las razones del misterio
del canto XXVI. Una de ellas propone de ese relato está, seguramente, en la

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declinación del duelo, que permaneció a formular por escrito los exasperados
inexplicada a lo largo de casi cuatro dictámenes en los prólogos a Facundo
décadas. Hacia octubre de 1969, sin y Recuerdos de provincia.
embargo, Borges escribe un cuento que Entre 1969, año de la escritura de
regresa a aquel episodio, ya remoto en “Historia de Rosendo Juárez”, y
su obra, y le dice a Bioy que con ese 1974, el de aquellos prólogos, y como
relato, “Historia de Rosendo Juárez”, formando una serie con esos textos, a
intentaba lavarse de un pecado. fines de 1971, Borges dictó una nota
Beatriz Sarlo observó que la primera para “ofrecer a los lectores jóvenes
versión del episodio era “una historia un testimonio personal y preciso”
de desafío sin ofensa, donde la virtud de “ciertos hechos que fueron del
del coraje se dilapidaba en el reque- dominio público y que un olvido
rimiento de una pelea que no había cómplice o candoroso ha tergiver-
sido precedida por ningún daño”. En sado”. Esos hechos tendrán en común
ese sentido, la inferioridad moral del pertenecer a los “tiempos aciagos” en
retador “justifica el rechazo a la pelea” que el gobierno de la República había
por parte de Juárez. quedado en manos de “nuestro remedo
La argumentación de Sarlo sigue la vernáculo del fascismo”.
que el propio Borges decide hacer
explícita en 1969, es decir que, a pesar
de que “nadie lo quiere entender”, en
“ese botarate provocador” en que se
había convertido Real animado por
la ginebra, Juárez se vio “como en un
espejo” y sintió vergüenza. Como si
esa declaración no fuese suficiente,
Borges se empecina en que su perso-
naje recuerde las palabras exactas y
muy dañadas por la inverosimilitud
con que Juárez se excusó de pelear
ante quien lo había desafiado: “No
tengo miedo de pasar por cobarde.
Podés agregar, si te halaga, que me
has llamado hijo de mala madre y que
me he dejado escupir. Ahora ¿estás
más tranquilo?”.

Es posible al menos razonar si la inten-


ción de Borges de disculparse de un
pecado tan remoto fue apurada, menos
por la voluntad de exponer los proto-
colos y principios del duelo criollo
que por oponer una distancia crítica
respecto del culto a la violencia que
percibía en puntuales circunstancias
políticas, las mismas que lo llevaron

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LA BIBLIOTECA
N° 13 | Primavera 2013 Honda biblioteca ciega

La nota en cuestión, repetida en los duelo entre el Moreno y Martín Fierro


principales diarios de la época, ahora había respondido a un argumento de
es de fácil acceso gracias a la edición orden moral, extrínseco al universo
de los Textos recobrados; en su cierre, de valores que el propio poema había
afiliado a versos del Martín Fierro, fijado en su primera parte. Para distintos
Borges se disculpa ante el lector por críticos, el reparo de Borges es convin-
“el atrevimiento de haberle recordado cente y, efectivamente, Hernández
males que todos conocen, pero que habría torcido el curso natural de su
ahora inexplicablemente se olvidan”. historia movido por la intención de
Días después, el 29 de diciembre, acomodar su situación personal ante
Borges irá al cementerio de la Recoleta una nueva coyuntura política.
y será uno de los oradores en el Sin embargo, no resulta muy distinto
homenaje al general Pedro Eugenio lo que el propio Borges hizo al escribir
Aramburu, quien había sido asesinado “Historia de Rosendo Juárez”. Al
el 1 de junio de 1970. volver a lo que alguna vez había
escrito, también él parece urgido por
razones morales que, acaso, menos le
Una observación final. debieron a la voluntad de disculparse
de aquel remoto episodio orillero
Antes se recordó que el reparo de Borges que a la de responder a muy precisas
a la decisión de Hernández de evitar el circunstancias políticas.

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