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¿Qué es una célula?

La célula es el pilar de la vida. Sin células, no habría vida. Porque una implica la otra.

Las células son estructuras microscópicas que se presentan en gran variedad de

morfologías pero que comparten algunas características en común.

Una célula es, en esencia, un “organismo” recubierto por una membrana que protege un

contenido interior que se conoce como citoplasma, un medio líquido en el que se

encuentran todas las estructuras necesarias para garantizar la supervivencia de la célula y,

en caso de que sea parte de un todo, del organismo pluricelular del que forma parte.

Por lo tanto, una célula es una estructura relativamente aislada del medio que en su

interior alberga material genético, enzimas, proteínas, lípidos, etc, para así cumplir con las

funciones vitales de todo ser vivo: nutrición, relación y reproducción. Porque

absolutamente todas las células necesitan “alimentarse” para obtener energía, relacionarse

con el medio externo y con otras células y se reproducen, pues la vida sería imposible de no

ser así.

De todos modos, no todas las células son iguales. Las primeras formas de vida datan de

hace unos 3.900 millones de años. Evidentemente, estas células primitivas son muy

diferentes de las que forman parte de organismos como los animales, pues la evolución ha

tenido mucho tiempo para actuar.

Pero estas formas primitivas siguen habitando el planeta, pues al ser tan sencillas (al

menos, aparentemente) Han conseguido sobrevivir Durante miles de millones de años

y Han evolucionado hasta dar lugar a todos los tipos de células


Los dos tipos de células principales: procariota (a la izquierda) y eucariota (a la derecha).

¿Cuáles son los principales tipos de células?

La clasificación de las células ha traído mucha controversia, pues no es algo sencillo. De

todos modos, una de las más aceptadas consiste en separarlas en dos grandes grupos en

función de un aspecto que parece poco importante pero que en realidad marca un antes y un

después en la historia de la vida: la presencia o no de un núcleo en el interior de la célula.

Este núcleo bien definido, el cual está presente en absolutamente todas nuestras células,

es el lugar donde está protegido nuestro material genético, es decir, el ADN. Todo lo que

somos está codificado en estos genes, que están en el interior Del núcleo de nuestras

células. E igual que nosotros, este núcleo está presente en todas las células de cualquier

animal, planta u hongo de la Tierra.


Pero esto no siempre fue así. Al principio, las células más simples no disponían de este

núcleo. Su material genético “flotaba” libre por el citoplasma, que recordemos que es el

medio interno de la célula. Por ello, las células se clasifican en función de si tienen un

núcleo delimitado (eucariotas) o no (procariotas). A continuación las veremos una por una

en función del orden de aparición en la historia evolutiva.

1. Células procariotas

Son las células más sencillas, pues Como hemos dicho, no tienen un

núcleo bien definido. Esto limita su complejidad, por lo que no pueden organizarse para

dar lugar a organismos pluricelulares. Es decir, las células procariotas siempre van por

libre. Son organismos unicelulares.

Pero esta misma simplicidad es lo que les permitió colonizar la Tierra cuando las

condiciones ambientales que había en Ella eran absolutamente inhóspitas para los seres

vivos más complejos que habitamos actualmente la Tierra. Por lo tanto, las células

procariotas son los precursores de la vida. Todos (incluidos nosotros) venimos de estas

células primitivas.

Esta sencillez también les ha permitido tener metabolismos mucho más diversos que las

células más evolucionadas, pues tuvieron que adaptarse a condiciones de falta de oxígeno,

de nutrientes, de luz, etc. De todos modos, estas células procariotas se clasifican, a su vez,

en dos tipos: arqueas y bacterias.

1.1. Arqueas

Las arqueas son los precursores de la vida. Son las células más primitivas, sencillas y, a

la vez, resistentes del mundo. La primera vida que hubo en la Tierra fueron estas arqueas,

por lo que tuvieron que adaptarse a unos hábitats que no eran en absoluto propicios para la
vida. En un primer momento, no había diferencias entre ellas y las bacterias, aunque hace

unos 3.500 millones de años se diferenciaron.

Morfológicamente son muy similares a las bacterias. De hecho, hasta hace poco más de

100 años, se pensaba que estas células eran bacterianas. De todos modos, y aunque

cumplen con la característica de no tener un núcleo bien definido, hay diferencias. Y es que

las arqueas tienen una composición de la membrana distinta, no son patógenas nunca, son

capaces de colonizar ambientes extremos y tienen un metabolismo más limitado, pues

ninguna especie realiza la fotosíntesis.

1.2. Bacterias

Una de las células más sencillas y a la vez evolutivamente exitosas de la historia. Las

células bacterianas son capaces de realizar por sí solas todas las funciones vitales, por lo

que no necesitan organizarse para formar organismos complejos.

Son también los precursores de la vida y, a día de hoy, continúan siendo los seres vivos

dominantes del planeta. Estas células tienen un tamaño que oscila entre los 0’5 y los 5

micrómetros y con una variedad de morfologías inmensa.

Te recomendamos leer: “Los diferentes tipos de bacterias (y sus características)”

Son células con una pared que recubre la membrana y que se han especializado en

realizar cualquier tipo de metabolismo conocido. Se estima que puede haber más de mil

millones de especies bacterianas distintas, aunque actualmente conocemos solo 10.000.

Algunas de estas células bacterianas Han desarrollado mecanismos para infectar a otros

seres vivos, por lo que son uno de los únicos tipos celulares capaces de actuar como

patógenos.
La célula de una bacteria, y sus partes.

2. Células eucariotas

Apareciendo hace unos 1.800 millones de años a partir de las procariotas,

las células eucariotas son las células más complejas. Disponen de un núcleo bien definido

donde se “almacena” el material genético y en su citoplasma hay estructuras más

elaboradas, cosa que permitió la aparición de organismos pluricelulares.

El origen de las células eucariotas no está del todo claro, aunque se cree que pudieron

aparecer por una simbiosis entre una bacteria y una arquea, es decir, se “juntaron” y una de

ellas dio lugar al núcleo delimitado propio de las eucariotas.

Todos los seres vivos que podemos ver a simple vista están formados por células

eucariotas. Y es que si bien algunas eucariotas son unicelulares, todos los pluricelulares
están formados por este tipo de células. Animales, plantas, hongos… Todo lo que está vivo

y podemos ver sin necesidad de un microscopio, está formado por células eucariotas.

2.1. Vegetales

Las células eucariotas están más especializadas que la procariotas, es decir, no pueden

realizar cualquier tipo de metabolismo. En el caso de las células vegetales, son las

eucariotas especializadas en realizar la fotosíntesis, es decir, el proceso para obtener

materia orgánica para vivir a partir de la luz.

Estas células tienen una morfología poco variable, siendo normalmente rectangulares

debido a la presencia de una pared que recubre la membrana celular. Además, en el

citoplasma disponen de cloroplastos (con clorofila) para realizar la fotosíntesis, además de

una estructura de gran tamaño para almacenar agua y nutrientes que se conoce como

vacuola.

Absolutamente todas las plantas y vegetales de la Tierra están formados por células

vegetales. Desde las secuoyas hasta las verduras y frutas que comemos.

2.2. Animales

Las células animales son las eucariotas que constituyen a todas las especies animales de

la Tierra, incluidos nosotros. Su morfología es mucho más variable que la de las células

vegetales, pues pueden ser tan distintas como una célula muscular respecto a una célula

nerviosa.

Sea como sea, las células animales comparten la característica de no poder realizar la

fotosíntesis, es decir, no son capaces de obtener energía a partir de la luz. Por ello, al no

poder generarse ellas mismas la materia orgánica, deben conseguirla del exterior. Las

células animales “absorben” los nutrientes del exterior a través de un proceso conocido

como endocitosis, que consiste en permitir la entrada de nutrientes a través de la membrana.


Esto explica que las células animales no tengan pared celular alrededor de la membrana

como sí ocurría con las vegetales, pues los nutrientes no podrían entrar. Nuestras células

nos exigen que comamos porque es la única manera que tienen de obtener la energía

necesaria para sobrevivir.

Al no realizar la fotosíntesis, evidentemente no hay clorofila en su interior. Además, sí

que disponen de vacuolas, pero son de un tamaño mucho menor, aunque más abundantes.

2.3. Fúngicas

Las células fúngicas se encuentran a medio camino entre las vegetales y las animales,

aunque también están en la “frontera” entre eucariota y procariota. Las células fúngicas,

que conforman los hongos, tienen un núcleo bien definido, aunque en este caso hay

especies tanto unicelulares (como la levadura) como pluricelulares (como las setas).

Igual que las plantas, disponen de una pared celular alrededor de la membrana, aunque

su composición es distinta y no realizan la fotosíntesis, sino que se alimentan a través de

una absorción de nutrientes más simple que las animales.

Además, su reproducción es distinta a la de las animales y las vegetales, pues si bien

estos se reproducían por división celular, los hongos lo hacen a través de la producción de

esporas, las cuales “germinan” para dar lugar a otro organismo.

Además, a diferencia de las vegetales y las animales, que son incapaces de serlo, hay

células fúngicas que han desarrollado la capacidad de infectar a otros seres vivos, por lo

que, juntamente con las bacterias, son los dos tipos de células que pueden comportarse

como patógenos por excelencia.

Las células fúngicas, pues, son increíblemente diversas en cuanto a morfología y

metabolismo, pudiendo ser formas de vida libra o patógenos. Incluso tienen infinidad de

aplicaciones en la industria alimentaria, como es la producción de cerveza o de quesos.


2.4. Protistas

Los protistas son quizás los más desconocidos. Y es que aunque comparten

características de todos, no son ni bacterias, ni plantas, ni hongos, ni animales. Las células

protistas son eucariotas ya que tienen un núcleo bien definido pero, más allá de esto, son

increíblemente diversas.

Pueden ser tanto unicelulares Como pluricelulares y realizar la fotosíntesis o seguir una

alimentación propia de las animales. Las algas son una de las células protistas más

representativas, realizan la fotosíntesis pero pueden ser tanto unicelulares como

pluricelulares.

La mayoría de estas células son acuáticas y tienen una morfología muy diversa que

adquiere formas increíblemente complejas. De todos modos, algunas células protistas

también han desarrollado la capacidad de comportarse Como patógenos.

Y es que hay células protistas que actúan como parásitos, Como es el caso de algunas

amebas, “Trypanosoma cruzi” (responsable de la enfermedad de Chagas), “Plasmodium”

(responsable de la malaria), “Leishmania”, “Giardia”...

A grandes rasgos, podemos considerar las células protistas como aquellas que cumplen

con alguna propiedad de las otras células pero que no cumplen con otras.

Referencias bibliográficas

Riddel, J. (2012) “All About Cells”. Open School BC.

Panawala, L. (2017) “Difference Between Prokaryotic and Eukaryotic Cells”. PEDIAA.

Lane, N. (2017) “Origin of the Eukaryotic Cell”. Molecular Frontiers Journal.

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