Está en la página 1de 1

Filosofía de la Religión

Rafael Fernández Hart, S.J.


Texto 01: Introducción

Jean-Paul1 sueña que está en un cementerio cerca de una iglesia. El participa de una especie
de danza de sombras lívidas que se levantan de sus féretros e invaden una iglesia en un
ambiente apocalíptico. Cristo se aparece entonces a los muertos. Sin duda, este sueño
recuerda aquel célebre episodio que relata Nietzsche, en el que un loco con una lámpara
encendida en el día busca a Dios:

“Entonces descendió de los elevados lugares sobre el altar una figura resplandeciente, noble,
digna que llevaba la huella de un invencible dolor; los muertos gritaron : ¿Oh Cristo no hay
Dios? –El respondió: « No hay más ». Todas las sombras se pusieron a temblar con violencia
y Cristo continuó de esta manera: « He recorrido los mundos, me he elevado por encima de
soles y allí tampoco hay más Dios; descendí hasta los confines del universo, miré en el
abismo y grité: « ¿Padre, dónde estás? ». Pero no escuché sino la lluvia que caía gota a gota
en el abismo y la eterna tempestad, que ningún orden gobierna, me respondió. Elevando en
seguida mi mirada hacia la bóveda de los cielos, no encontré sino una órbita vacía, negra y sin
fondo. La eternidad descansaba sobre el caos y lo corroía y se devoraba lentamente ella
misma: redoblen vuestras amargas y desgarradoras lamentaciones y que los agudos gritos
dispersen las sombras porque así se ha hecho.

Las desoladas sombras se desvanecen como vapor grisáceo que el frío ha condensado; la
iglesia estuvo pronto desierta, pero repentinamente ocurrió un espectáculo espantoso: los
niños muertos que se habían despertado también en el cementerio corrieron y se prosternaron
delante de la figura majestuosa que estaba sobre el altar y se dijeron: « Jesús, ¿no tenemos
padre? » Y él respondió con un torrente de lágrimas: « Todos somos huérfanos. Ustedes y yo
no tenemos más padre ». A estas palabras, el templo y los niños se abismaron y todo el
edificio del mundo se desplomó delante de mí en toda su inmensidad2 ».

1
Johann Paul Friedrich Richter (1763-1825)se hacía llamar Jean-Paul debido a su admiració n por Jean-Jacques Rousseau. Escritor
alemá n, conoció la Ilustració n, hizo una parte de sus estudios en la Universidad de Leipzig, admirador de Schopenhauer, amigo de los
hermanos Schlegel, Schleiermacher y Fichte.
2
Jean-Paul Richter, Sibenkat (1795), « Premier morceau floral » traduit de l’allemand par Mme de Staë l dans « De l’Allemagne », t.2,
Flammarion, s.d., p. 71. La traducció n al castellano es personal a partir del libro de Bernard Sesboü é , Christ, l’unique rédempteur.

También podría gustarte