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ARTÍCULO SOBRE CÓMO EL DERECHO HUMANIZA LA GLOBALIZACIÓN

ALMAZO DÍAZ JUAN FRANCISCO.


LLANOS VILLAMIZAR WILSON.

Trabajo presentado al profesor.


Dr. ABDÓN SIERRA GUTIÉRREZ.
En la asignatura de:
INTERPRETACION CONSTITUCIONAL Y
ARGUMENTACION EN LA DECISION JUDICIAL

UNIVERSIDAD DEL ATLANTICO


FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS
PROGRAMA DE DERECHO
Marzo – 2020.

Globalización y Derecho.
Un breve análisis.

Antes de ahondar sobre la globalización y el derecho, se hace necesario partir de una pregunta
problema, la cual consiste en: ¿Qué aportes a realizado el derecho a la globalización? De la
misma forma se hace necesario ahora para el desarrollo del artículo establecer un marco histórico
en el que con ayuda de diferentes autores o tratadistas estableceremos una correlación entre
ambos términos. Sin embargo, estaremos utilizando preguntas auxiliares para el
desenvolvimiento del artículo.

Una vez dicho lo anterior, empecemos indicando que, según Johnson, Alan, & Pleyers,
Geoffrey. (2008), en concordancia con citas tomadas por éstos de otros autores, tenemos qué:

La globalización ha transformado profundamente la experiencia de vida de millones de


personas, y por mucho tiempo fue percibida como una fatalidad, como un proceso
inevitable en el que la acción humana no tenía mucho peso. Frente a los neoliberales que
celebraban una globalización feliz e ineludible (Minc, 1997), a menudo sus oponentes
optaron por un discurso demagógico que encontraba en la globalización el origen de todos
los males, transformándola en una explicación general simplista que les dispensaba de todo
análisis. En sus libros David Held se opone a ambas ideas de la globalización, negándose a
identificarla con la llegada de un mundo sin actores y regido solamente por las leyes de las
finanzas. Held reconoce la magnitud y la urgencia de los retos impuestos a la humanidad
en la era global, pero insiste en las posibilidades que se tienen de actuar y agrega que el
cambio necesario depende ante todo de la voluntad política. Junto a autores como Anthony
Giddens, Ulrich Beck, M. Albrow o Alain Touraine se incorpora a una corriente intelectual
que centra su perspectiva en los actores e instituciones que se construyen con la
globalización.

De forma que ante los hechos actuales el mundo comienza a darse cuenta de que la
globalización no versa únicamente en la creación de un espacio único, donde puedan circular, sin
limitación alguna, bienes y servicios y sobre todo dinero.

Con todo lo anteriormente dicho, podemos hacer un paralelismo con lo que se ha dicho y con
la realidad actual social, pues vivimos una situación sin precedente pues el mundo enfrenta la
peor crisis de la historia, una pandemia, que no puede compararse con otras que en el pasado
reciente hayan ocurrido en tanto que otras de menor envergadura han podido controlarse, he aquí
que ya ésta se extiende en los cinco continentes con una rapidez sorprendente.

Tal acontecimiento solo puede compararse con las dos Guerras mundiales que tuvieron lugar
a comienzos y mediados del siglo pasado. Una vez finalizada la segunda guerra se marcó el
inicio de una nueva era en el orden político, social y jurídico, ya no de las naciones vistas
individualmente sino a la luz de un derecho internacional, cuyos enfoques filosóficos e
ideológicos, que en un comienzo buscaban el bien común (estado bienestar), con el correr de los
años, y con la consolidación de las grandes potencias como Estados Unidos, Rusia, Inglaterra,
China, Francia se dio lugar a las rivalidades ideológicas que aún hasta nuestros días subsisten y
repercuten en la sociedad mundial en el orden económico, social, político y desde luego en el
ámbito jurídico.

Tales representaciones del mundo actual y del futuro de “las sociedades humanas” han sido
tratadas a fondo por Yuval Norah Harare en su libro “21 Lecciones para el siglo XXI”
cuestionando aspectos como: ¿Cuáles son los mayores retos y opciones de hoy en día? ¿A qué
debemos prestar atención? ¿Qué tenemos que enseñar a nuestros hijos?

Pero la cuestión general sigue siendo la misma: ¿qué está ocurriendo hoy en el mundo y cuál
es el significado profundo de los acontecimientos?

Pero ¿qué tiene que ver lo dicho anteriormente con el tema de la globalización? Y la respuesta
a este interrogante nos la proporciona Posada, 2006. Éste autor nos dice lo siguiente:

La globalización se cimenta en dos estructuras, la primera es la eliminación de barreras


económico-políticas y la libre circulación de factores productivos; y la segunda, el desarrollo
tecnológico sin precedentes que permite el rápido desplazamiento de personas, de información
de modelos culturales. Estas dos estructuras caracterizan el entorno tiempo-espacio de la
globalización. También es considerada como un fenómeno social ya que sus efectos no son
exclusivamente económicos por cuanto propicia la transculturización y la posibilidad de la
movilidad social y la generalización de sus derechos.

Ahora, teniendo en cuenta lo anterior, cabe destacar que el modelo económico planteado en la
sociedad moderna desde la postguerra hasta nuestros días ha privilegiado, las desigualdades
propias del modelo capitalista, matizándolas de acuerdo a las coyunturas que el devenir y la
lucha de clases han generado en nuestro pasado más inmediato.

Cabe resaltar un aspecto realmente importante en cuanto el derecho, y es que el derecho no es


sólo una cuestión de reglas, sino también de principios, estándares o universales que cancelan o
modifican la aplicación de las reglas en determinados casos. En palabras de W. Farnsworth
(2007: 164):

Hay una diferencia general entre una regla y un estándar: las consecuencias de la regla se
activan una vez hemos establecido los hechos, un estándar requiere un juicio acerca de los
hechos antes de operar con él. Mientras las reglas se auto-aplican, los estándares requieren el uso
de nuestro juicio prudencial antes de ponerlos en funcionamiento.

Pero ¿Cómo puede entenderse el derecho en aras de humanizar la globalización?

Con la división del trabajo y la apropiación de los medios de producción, comenzó la


explotación del hombre por el hombre y en consecuencia el origen de las desigualdades, la
esclavitud, y la dominación de unos a costa del sometimiento de otros ha sido la constante a lo
largo de la historia de la humanidad. Y ha sido ese estado de dominación el que han surgido los
sentimientos de inconformidad en cuyo seno se han gestado las diferentes conquistas en las
aspiraciones del ser humano.

Es así como a lo largo de la historia el hombre ha procurado reivindicar los derechos que por
esencia le son inherentes y que tuvieron su punto de partida en la Revolución francesa
proclamando ideas altruistas de “libertad individual e igualdad de oportunidades y ante la ley, y
que no obstante, marginó el germen revolucionario de la fraternidad, que consistía en garantizar
la emancipación real de las clases subalternas, es decir, de todos aquellos que dependían de los
demás para poder vivir –criados, jornaleros, campesinos y, en general, todo tipo de pobres
quiénes representaban el 90% de la población francesa de finales del siglo XVIII como se cita en
Puyol, 2012.

“La fraternidad prometía la abolición legal de todos los contratos feudales de servidumbre y la
promesa de que ningún ciudadano o ser humano –que en la Declaración Universal de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 venía a ser lo mismo– acabaría dominando a otro
jurídica, social o económicamente”.
No obstante, tales ideales, que en principio fueron pensados con un tinte de universalidad,
fueron dando un giro en su sustento filosófico que a posteriori, y dadas las circunstancias
históricas y ante todo del desarrollo económico de las naciones fueron encontrando en otras
ideologías un marco de acomodación. En este sentido Harari, 2016 afirma que “durante el siglo
XX las élites globales en Nueva York, Londres, Berlín y Moscú formularon tres grandes relatos
que pretendían explicar todo el pasado y predecir el futuro del mundo: el relato fascista, el
relato comunista y el relato liberal”.

Explica el referido autor que “La Segunda Guerra Mundial dejó fuera de combate el relato
fascista, y desde finales de la década de 1940 hasta fines de los 80’s el mundo se convirtió en un
campo de batalla entre solo dos relatos: el comunista y el liberal”. Agrega que algunos versados
en estos temas “han llegado a la conclusión (correcta o no) de que la liberalización y la
globalización son un enorme chanchullo que empodera a una minúscula élite a costa de las
masas”.

Y es en esta coyuntura en la que nos encontramos donde podemos apreciar, sobre todo en
países como Colombia, en el que existe un vacío e incertidumbre filosófica e ideológica producto
de la mal llamada “malicia indígena” en la que se ha privilegiado y se sigue privilegiando el
beneficio y enriquecimiento de unos pocos en detrimento de la gran mayoría de los ciudadanos.

Un país con ordenamiento jurídico con muchísimas falencias, con un grado exacerbado de
corrupción que repercute en todos los ámbitos y que generan y profundizan las marcadas
desigualdades a las que se refiere Harari en su obra, sobre todo en la crítica que hace al “relato
liberal”, que pone de manifestó la necesidad de repensarnos y ante todo reinventarnos como
personas, como nación y como habitantes del planeta.

Como personas: en razón de volvernos a encontrar con la familia, poniendo mucha atención
en la población más vulnerable; siendo más solidarios y generosos.

Como nación: reconociendo en primer lugar nuestras diferencias y consolidando un proyecto


de nación en el que no existían prebendas y contemplaciones con quiénes desangra el erario
público.
Y en términos de globalización: el repensarnos como habitantes de un plantea que hoy por
hoy nos está cobrando factura debido a nuestra insensibilidad con el miedo ambiente, los
ecosistemas y la naturaleza.

Concordamos con Harari, 2016. En que “gran parte de nuestro planeta está dominado por
tiranos, e incluso en los países más liberales muchos ciudadanos padecen pobreza, violencia y
opresión. Pero al menos sabemos qué tenemos que hacer a fin de superar estos problemas:
conceder más libertad a la gente. Necesitamos proteger los derechos humanos, conceder el voto a
todo el mundo, establecer mercados libres y permitir que individuos, ideas y bienes se muevan
por todo el planeta con la mayor facilidad posible”.

Para ello necesitamos repensar reconstituir un pacto nuevo entre los hombres: la
reconstrucción de un derecho universal más humano en el que el bienestar de todos los
habitantes del planeta sin distinción de ninguna índole. En el que se conmine a las naciones a
erradicar definitivamente la pobreza, en el que el acceso a los servicios básicos de salud,
educación, agua potable no sea un lujo o un privilegio; que se garantice el empleo y que la
movilidad social sea en pro del surgimiento y empoderamiento de ciudadanos con un alto grado
de conciencia social y humana.

Esa visión global de un derecho más humanizado planeta que la democracia liberal, esa que
para el autor de esta obra no es perfecta pero que aun así considera que “es el modelo político
más versátil”, permita la construcción de un derecho de todos, por todos y para todos, no
únicamente para una élite dominante y opresora.

En conclusión, la globalización no solamente debe ser vista desde la perspectiva tecnológica u


económica. Entendamos que después de esta situación que está aconteciendo en todo el mundo
muchas cosas han de cambiar. Hoy en este momento cuando se habla de solidaridad habrá que
replantearse mucho de lo que se nos ha inculcando con este sistema. Y de no hacerlo entonces
nos convertiremos no en un Estado fallido sino en una humanidad fallida y en deuda consigo
misma.

Bibliografía
 Johnson, Alan, & Pleyers, Geoffrey. (2008). - Globalización, democracia y mercados:
una alternativa socialdemócrata. Entrevistas con David Held.

 Yuval Noah Harari - 21 Lecciones para el siglo XXI.

 Yuval Noah Harari: “La mejor defensa contra los patógenos es la información”

 II Congreso de filosofía del derecho para el mundo latino – Revista latina.

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