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Relatos de Alanthar sobre la vida en la Tierra VI

Mi nombre es Roberto Gambrulo, tengo 57 años y voy a contarles un hecho que me sucedió hace
años y cambió para siempre mi vida.
Era el año 1983. En esa época estaba viviendo sólo por trabajo en la Pampa, en un pueblo llamado
Caleufú. Me encontraba duermiendo en mi casa, cuando alrededor de las 3 de la mañana me
despertó una intensa luz que entraba por las ventanas. No podía ver prácticamente nada por la
intensidad de esa luz y se escuchaba un fuerte zumbido. De repente aparecieron tres figuras en mi
habitación, solo podía distinguir sus siluetas. Tenían alrededor de 1,20 metros. Eran delgados y con
enormes cabezas. Uno de ellos se acercó más que los otros y de repente me di cuenta que no me
podía mover. Estaba paralizado y el pánico se apoderó de mí. La criatura se puso tan cerca mío que
pude ver claramente su rostro: tenía dos grandes ojos totalmente negros con forma de almendra, por
nariz apenas dos pequeños orificios y la boca era una diminuta línea horizontal. Después me enteré
que este es el típico aspecto de una tipologia de extraterrestres a la que se denomina “grises”.
Este ser agarró uno de mis brazos y me pinchó con una aguja. Yo les pedía mentalmente que por
favor se vayan, pero si podían percibir mis pensamientos no parecía importarles en lo más mínimo.
Luego los otros dos que estaban más lejos comenzaron a aproximarse. Vi que cada uno tenía en sus
manos unos horribles instrumentos metálicos que parecían hechos para cortar o algo así. Ante mi
horror me di cuenta que entre los tres estaban rotando mi cuerpo, dejandome boca abajo. Luego me
bajaron los calzoncillos. Y en el momento que sentí que estaban empezando a introducir uno de
esos aparatos en mi ano, sucedió lo increíble dentro de lo increíble. Una luz multicolor que no
cesaba de cambiar se superpuso a la luz blanca que había antes, al mismo tiempo que se empezó a
escuchar una música. Depúes pude identificar el tema, era “Modern Talking ft. Eric Singleton - You
Are Not Alone”. Inmediatamente los humanoides pararon con su prodecimiento de invadir mi ano.
Me pareció que ahora ellos estaban asustados. De repente hubo un fogonazo de luz dorada y
apareció otro visitante del cosmos en mi cuarto. Pero este era igual a un ser humano. Muy bello, de
unos 2,50 metros de alto, rubio con pelo hasta los hombros y de ojos celestes. Vestía un mono
ajustado de color azul. Me miró, sonrió y me hizo el conocido gesto del pulgar hacia arriba. De
pronto los miro a los grises y gritó muy enojado “Siempre haciendo las mismas porquerías ustedes..
¿cuándo van a aprender a respetar un poco, che? ¡Fuera, bichos de mierda! ¡Fuiira!”. Acto seguido
le metió un patadón al humanoide que tenía más cerca, con lo que el desdichado voló unos metros
hasta darse con la pared. Se levantó costosamente y los tres salieron corriendo por la puerta. Luego
se escuchó un potente ruido y la luz blanca desapareció, quedando sólo la multicolor de la nave del
extraterrestre heróico. Ahora se escuchaba de fondo “Laïka - Vitalic”. El benévolo ser hizo un gesto
con la mano y recuperé la movilidad. Le agradecí por salvarme de esos engendros. Entonces él me
dijo: “Soy Alanthar, uno de los tantos seres que trabaja sirviendo al plan del Creador. Nunca olvides
que donde está tu corazón, está tu fuerza. Hay una chispa del Hacedor en todos nosotros. Algún día
también podrás volar por los cielos como yo, mientras escuchas altas playlists y le brindas luz a los
seres menos evolucionados que tú. Pero para eso falta aún. Primero tienes que superar los
aprendizajes del plano en el que te encuentras. Hasta siempre Roberto. Y recuerda: haz el bien sin
mirar a quien”
Poca gente ha creído mi testimonio. Pero eso no me importa, yo lo viví y sé que es verdad. A veces
cuando ando medio mal, me pongo a contemplar las estrellas. Y casi siempre en esas oportunidades
veo una luz que se mueve alocadamente en el firmamento. Sé que es Alanthar que me hace saber
que me sigue acompañando, lejos pero a la vez muy cerca.

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