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Instituto de Educació n Superior JUAN MANTOVANI

Espacio Curricular: Sujeto de la Educació n Especial


Curso: 1° añ o
Ciclo lectivo: 2020

DESARROLLO COGNITIVO

El conocimiento es el resultado de una construcción activa por parte del sujeto mediante la cual
se integran los objetos del medio en esquemas mentales, al tiempo que se elaboran nuevas
estructuras. Este proceso tiene lugar en un contexto social, con la mediación de los adultos y al
amparo de la adquisición y desarrollo de estrategias y habilidades.

El niño va descubriendo, conociendo y comprendiendo todo aquello que configura su realidad a


través de la percepción, la intuición y la experimentación activa. La realidad está constituida por
objetos, entornos físicos, organizaciones y relaciones sociales, así como por otros ámbitos que
aunque lejanos en el tiempo y en el espacio, se encuentran ligados a sus intereses y provocan su
curiosidad y deseos de conocer.

La formación y uso de conceptos nos permite poner orden en un mundo lleno de sucesos
aislados, generalizar experiencias previas y formular reglas para el pensamiento y las acciones.

El desarrollo cognitivo es un complicado proceso que se inicia incluso antes del nacimiento y que
necesita del perfeccionamiento y colaboración de procesos más básicos y sencillos como la
sensación y la percepción para alcanzar su máxima funcionalidad.

DESARROLLO SENSORIAL, CAPACIDAD PERCEPTIVA Y COORDINACIÓN


INTERSENSORIAL

La sensación podría definirse como la transformación de la información procedente del medio


externo a impulsos nerviosos que llegan a nuestro sistema nervioso central gracias a la estimulación
de los distintos receptores sensoriales. Estos receptores se agrupan formando los sentidos del olfato,
gusto, audición, visión, tacto, frío, calor, dolor, etc. Por su parte, la percepción es el proceso
encargado de codificar e interpretar estos impulsos nerviosos recibidos gracias al trabajo de nuestros
sentidos.

En un principio, los sentidos son la única fuente de conocimiento del bebé aunque no todos
presentan el mismo grado de desarrollo en el momento del nacimiento. De ahí la importancia de la
estimulación ambiental para garantizar no sólo el desarrollo normal del cerebro, sino también el de
los distintos sentidos y el de los procesos perceptivos necesarios para poder interpretar esa
información. Es recomendable estimular cuanto antes y todo lo posible al bebé y evitar su
aislamiento físico y social al mantenerlo siempre en ambientes restringidos y carentes de novedades
que inciten a los pequeños a explorar.

A este respecto, parece ser que durante los primeros meses de vida, los llamados sentidos
inferiores, es decir, el tacto, el gusto y el olfato, son los más desarrollados aunque de entre los
considerados como sentidos superiores, el oído parece estar ya presente incluso antes del
nacimiento, permitiéndole distinguir la voz de su madre de entre otras muchas al poco de nacer. Por
el contrario, la sensibilidad visual es la menos desarrollada.

Veamos más detalladamente cómo se van perfeccionando los distintos sentidos.

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A) VISTA
Como acabamos de comentar, al nacer este sentido es el menos desarrollado de todos, ya que
las distintas estructuras anatómicas implicadas en el proceso de la visión, aún no están
perfeccionadas.
Su visión es bastante deficiente, presentan una miopía incipiente, aunque son capaces de
percibir bastante claramente los objetos que están a menos de 30-40 cm de ellos y de seguir
objetos en movimiento con la mirada. Al principio, el bebé percibe bastante bien los contornos
de los objetos y, poco a poco, va desarrollando su capacidad de analizar detalles. La
percepción visual se equipara a la del adulto sobre los seis meses.
La percepción de los colores también se desarrolla pronto de manera que hacia el cuarto mes
pueden distinguir claramente entre el rojo, el verde, el azul, y el amarillo.
En el experimento del “abismo visual” (el bebé gatea sobre una superficie acristalada que deja
ver el espacio inferior), se pone de manifiesto que la percepción de la profundidad se produce
aproximadamente en el 90/ de los niños que gatean y tenemos constancia de que lo perciben
porque lo evitan.
En resumen, podemos decir que la visión se perfecciona casi completamente a lo largo del
primer año de vida, aunque en el caso de la visión binocular que permite la percepción de la
profundidad y la distancia (necesitándose la convergencia en la corteza visual de las imágenes
procedentes de las dos hemiretinas izquierda y derecha), parece ser necesario algo más de
tiempo.
B) OÍDO
Debido a que su sistema visual es bastante imperfecto durante los primeros meses de vida, la
audición es una de las principales fuentes de contacto del bebé con el mundo externo.
Sabemos que la audición comienza ya a funcionar casi perfectamente durante el período de
gestación del bebé hasta el punto de que a los tres días de edad son capaces de distinguir la
voz de su madre de la de cualquier persona, e incluso, de reconocer los patrones de su lengua
materna frente a los de otras lenguas. Manifiestan preferencias por sonidos con frecuencias
cercanas a la voz humana, rica en matices.
A este respecto, los investigadores sugieren que los recién nacidos están familiarizados con los
sonidos que escucharon durante su desarrollo prenatal y que, además parecen estar
genéticamente muy bien dotados para todos aquellos procesos necesarios para adquirir el
lenguaje.
C) OLFATO
El olfato es un poderoso mecanismo de comunicación entre los animales, sobre todo de cara a
establecer y fortalecer el vínculo inicial entre las madres y sus crías.
En el caso de los humanos, comienza a funcionar poco después del nacimiento, de modo que
los bebés parecen ser capaces de distinguir el olor de la leche de su madre aproximadamente
a los seis días de vida. Además, parece que pueden distinguir no sólo diferentes olores (les
agrada el olor a vainilla o a la fresa y les gusta el del pescado podrido o el amoniaco), sino
también la fuente de los mismos (miran hacia otro lado cuando se les estimula con un olor
desagradable)
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D) GUSTO
El sentido del gusto está bastante desarrollado en los recién nacidos, pueden distinguir ciertos
sabores, prefiriendo los dulces a los ácidos o amargos.
Parece que estas preferencias son bastantes adaptativas y podrían estar determinadas
biológicamente, ya que la leche materna es bastante dulce y los alimentos peligrosos o en mal
estado suelen tener sabores desagradables.
E) TACTO
Es el sentido más maduro y desarrollado. Los fetos de dos meses de vida ya muestran
claramente el reflejo de orientación y hacia la semana 32 de gestación todas las partes de su
cuerpo responden a la estimulación táctil.
Durante el primer año de vida el tacto está muy desarrollado y hacia los seis meses son
capaces de distinguir objetos en base a su tamaño, dureza, temperatura y textura.
A medida que pasa el tiempo, los distintos sentidos se van perfeccionando de manera que
aportan al pequeño una información cada vez más compleja y exacta del mundo que le rodea.
De este modo, alrededor de los seis meses de edad, son capaces de integrar y asociar la
información que les llega desde distintos sentidos (fundamentalmente vista y oído), habilidad a
la que se conoce con el nombre de percepción intermodal o coordinación inter sensorial,
fundamental para construir el desarrollo cognitivo de los niños durante los primeros años de su
vida.

EL DESARROLLO COGNITIVO EN LA TEORÍA DE PIAGET

Piaget se interesó por la génesis y desarrollo del conocimiento desde una perspectiva biológica.
Este planteamiento le lleva a considerar que al igual que el cuerpo tiene unas estructuras físicas que
le capacitan para adaptarse al entorno, la mente construye estructuras psicológicas que le permiten
adaptarse y captar el mundo.

Así la inteligencia es considerada como la forma superior de la adaptación biológica, puesto que
es a través de ella como el organismo humano logra un equilibrio es su relación con el medio. Es el
producto de las interacciones e intercambios entre el sujeto y el medio. El desarrollo intelectual
dependerá de factores hereditarios, relacionados con la constitución y maduración del sistema
nervioso y de los órganos de los sentidos, que marcarán el límite de lo que puede hacer el ser
humano.

El conocimiento es el resultado de una construcción activa por parte del sujeto mediante la cual se
integran los objetos en sus esquemas, al tiempo que éstos se transforman y se elaboran nuevas
estructuras.

Las estructuras psicológicas son nuestros sistemas para conocer e interactuar con el medio,
evolucionan a partir de dos procesos complementarios: la adaptación y la organización. La
organización tiene la función de integrar los nuevos conocimientos mediante reestructuraciones
internas del sujeto. A través de las interacciones con el medio integramos las estructuras
conductuales en sistemas psicológicos de orden superior.

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La adaptación tiene lugar cuando el sujeto interacciona con el medio e intenta adaptarse a él. En
ella intervienen dos procesos: la asimilación y la acomodación. La asimilación es la incorporación
del mundo al organismo, se produce cuando se trata de dar sentido a las nuevas experiencias a
partir de los esquemas existentes. Cuando una idea nueva es tan discordante que el niño cree no
poder asimilarla, es cuando se produce la acomodación.

Toda asimilación va acompañada de un proceso opuesto que es la acomodación o modificación


del organismo por efecto de la influencia del medio. La acomodación implica un cambio en la
configuración del conocimiento y en la reorganización de los esquemas existentes, para que la idea
nueva pueda ser asimilada.

Por último hemos de hacer referencia a la equilibración, proceso dinámico por el que se van
alcanzando formas de conocimiento cada vez más satisfactorias y estables. En este sentido
organización, asimilación, y acomodación pueden considerarse como mecanismos que producen
equilibrio, que autorregulan nuestra mente.

ETAPAS DEL DESARROLLO COGNITIVO

Siguiendo los planteamientos de Piaget, el desarrollo cognitivo se produce como una sucesión de
cuatro etapas o períodos cuyos nombres se derivan directamente del tipo de actividad mental
utilizada, de manera preferente y característica, para resolver problemas en cada uno de ellos. Así,
se habla de:

A) Período SENSORIOMOTOR (desde el nacimiento hasta los dos años)


B) Período PREOPERACIONAL (de dos a seis años)
C) Período de las OPERACIONES CONCRETAS (de siete a once años)
D) Período de las OPERACIONES FORMALES (de doce a quince dieciséis años)

A pesar de la amplia aceptación de este planteamiento, es muy importante entender que


aunque el orden en que se suceden estos períodos es igual para todos, su asociación con las
edades propuestas es extremadamente variable. Así sólo cuando un determinado sujeto haya
logrado adquirir las características y logros propios de uno de los períodos, podremos decir
que se encuentra en el estadio inmediatamente superior, con independencia de su edad.
A) Período SENSORIOMOTOR
Se denomina sensoriomotor al período que va del nacimiento hasta los dos años,
porque el niño se relaciona con el medio a través de sus sentidos y de la manipulación
directa de los elementos que lo constituyen. El pensamiento depende de la acción y del
movimiento. Por ello, es evidente que el desarrollo motor y el cognitivo van
estrechamente unidos en el ser humano, sobre todo durante los primeros años de vida.
Se trata de una inteligencia práctica basada en la acción.
A través de la acción el niño va construyendo su pensamiento, aunque se encuentre
limitado al aquí y al ahora. Mediante la actuación con las cosas y sobre las cosas el niño
construye la noción de objeto superando el dualismo inicial. Otros logros importantes a

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lo largo de este período son el comienzo de la lógica y la realización de actividades


dirigidas a una meta. La constante repetición de acciones para conseguir unas metas,
permite al niño elaborar versiones mentales de estos esquemas, apareciendo los
primeros rudimentos de la representación mental.
Este período se divide a su vez en seis subestadios diferentes caracterizados por la
adquisición por parte del bebé de nuevas posibilidades y capacidades en su interacción
con el medio.
-Ejercicio de los Reflejos (primer mes). Característico del primer mes de vida de un
bebé en el que su actividad cognitiva parece reducirse a poner en marcha una serie de
adaptaciones innatas, y a ejercitar los reflejos con los que ha nacido. El bebé aplica las
conductas reflejas innatas (prensión y succión) de manera indiscriminada a cualquier
estímulo con el que entra en contacto.

-Reacciones Circulares Primarias (de uno a cuatro meses). Primeras adaptaciones


adquiridas. Primeros hábitos. Durante este segundo estadio, el bebé tiende a repetir
continuamente acciones referidas a su propio cuerpo que se han producido por puro
azar, hasta que consigue dominarlas, perfeccionarlas y convertirlas en acciones más o
menos voluntarias (por ejemplo llevarse la mano a la boca, mover sus extremidades).
Otra peculiaridad propia de este segundo estadio es la aparición de las primeras
coordinaciones entre los esquemas relativos a distintas modalidades sensoriales como
por ejemplo la visión-prensión (dirige su mano hacia los objetos que puede ver) y la
visión-audición (dirige su mirada hacia estímulos sonoros)

-Reacciones Circulares Secundarias (de cuatro a ocho meses). En esta etapa se


siguen repitiendo sistemáticamente acciones producidas por azar aunque dichas
acciones, no se refieren al propio cuerpo sino a objetos externos. El niño descubre que
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mediante su actividad puede producir efectos en el mundo y trata de reproducirlos (el


bebé hará sonar repetidamente un sonajero que consiguió agarrar por casualidad). Esta
repetición dirigida a objetos externos es posible gracias a que el bebé empezó a
coordinar sus esquemas sensoriales en el estadio anterior, coordinación que se sigue
perfeccionando. Dichas reacciones circulares secundarias le permiten al bebé ir
explorando el medio ambiente, lo que favorece su desarrollo intelectual y la adaptación
al medio.
-Coordinación de los esquemas secundarios. Aparición de las conductas medios
fines (de ocho a doce meses). En este cuarto período, se habla de coordinación medios-
fines. Es decir, las acciones que realiza el niño tienen ya un propósito y van dirigidas a
una meta, a un fin. El bebé ya es capaz de poner en marcha una actividad intencionada
para conseguir lo que se propone (aparta objetos que le impiden alcanzar un juguete) ya
que la coordinación de esquemas sensoriales está muy perfeccionada. Otro logro muy
importante en este estadio es la comprensión que empieza de los llamados indicios o
señales, es decir, el pequeño es capaz de anticiparse a sucesos familiares que van a
ocurrir a continuación en base a la presencia de ciertos estímulos físicos (por ejemplo ha
aprendido que cuando su madre se pone el abrigo se marcha, así que cada vez que la
ve hacerlo, llora)
-Reacciones Circulares Terciarias (doce a dieciocho años). Durante esta etapa el niño
ya no repite acciones fortuitas hasta consolidarlas como hacía en los estadios de las
reacciones circulares primarias y secundarias, sino que se dedica a experimentar
activamente sobre los objetos del medio para descubrir los resultados de estas acciones
(realiza actividades nuevas por ensayo y error para solucionar problemas). Introduce
modificaciones en sus acciones intentando conservar un resultado (el niño golpea sobre
el colchón de la cuna y el objeto que está al lado salta hacia arriba. Entonces modifica
los golpes acercándolos o alejándolos del objeto y observa qué es lo que sucede).
-Representación mental (dieciocho a dos años). Este último estadio actúa como
puente, como transición entre el período sensoriomotor y el preoperacional, puesto que
el niño ya es capaz de representar los objetos mediante símbolos internos no verbales y
de manipularlos mentalmente para resolver problemas sin necesidad de tener que
desarrollar en la práctica, sucesivas experiencias de ensayo y error, tal y como venía
haciendo hasta ahora, sino que parece que hubiera una reflexión previa. A esto se le
llama resolución por comprensión súbita. “El niño trata de subirse en una banqueta,
pero al apoyarse en ella, se desplaza, se mueve. En un determinado momento el
niño se detiene, parece como si reflexionara, coge la banqueta y la apoya en la
pared impidiendo que se mueva y luego se sube en ella”

A través de la exposición que acabamos de hacer de los sucesivos estadios, hemos empezado a
conocer cómo los niños van adquiriendo sus mecanismos intelectuales a partir del ejercicio de sus
reflejos. Sin embargo, durante el período sensoriomotor, el niño también va aprendiendo a conocer
el mundo como algo externo a él mismo a través de la construcción de la noción de objeto, esto es,

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llega a comprender que los objetos no dependen de sus acciones y que aunque desaparezcan de su
ámbito de acción, siguen existiendo, proceso que también sigue una sucesión de pasos más o
menos universales:

1. Durante los dos primeros estadios (0 a 4 meses) la conducta del bebé en relación a un objeto
se limita a seguir su movimiento con la mirada. Si el objeto se para o desaparece, el bebé deja
de mirarlo y nunca lo busca aunque vea parte de él.
2. En el tercer estadio (4 a 8 meses) el niño buscará y encontrará un objeto parcialmente oculto
con el que ha estado jugando, pero no cogerá objetos totalmente ocultos a su vista.
3. En el cuarto estadio (8 a 12 meses) el niño encontrará el objeto que ha sido escondido
totalmente, pero si se cambia el lugar del escondite, el bebé lo buscará sistemáticamente en
el primer lugar donde fue escondido.
4. En el quinto estadio (12 a 18 meses) el niño buscará el objeto aunque se cambie su
escondite, pero si no puede ver el cambio dejará de buscarlo.
5. En el último estadio, los objetos tienen una entidad en sí mismos, son independientes de él y
dado que el pequeño ya es capaz de representar y manipular mentalmente los objetos, los
encontrará exitosamente sea cual fuere el lugar o modo en que éstos hayan sido escondidos.
Por ejemplo, el niño sabe que sus juguetes están en su sitio y es capaz de localizar donde se
guardan e ir buscarlos cuando quiere jugar.

B) PERÍODO PREOPERACIONAL

Se extiende desde los dos años a los siete años. La característica principal de este período es la
adquisición de las habilidades de representación y la utilización de símbolos, tales como el lenguaje,
las imágenes mentales, el juego simbólico o el dibujo. El pensamiento preoperatorio es más
avanzado y adaptativo que el sensoriomotor, pero todavía no permite al niño realizar las operaciones
mentales que requiere el pensamiento lógico.

La conquista y afianzamiento de la función simbólica posibilita un cambio cualitativo en la


inteligencia del niño. La inteligencia pasa de ser práctica, basada en el ejercicio y en la coordinación
y organización de esquemas de acción internos y simbólicos, mediante los cuales, el niño manipula
la realidad no ya directamente, sino a través de signos, símbolos, imágenes, conceptos, etc.

Al final del período sensoriomotor, el niño es capaz de manipular los objetos y acciones de su
mundo sin necesidad de tenerlas delante debido a que empieza a desarrollar la capacidad simbólica
o semiótica, es decir, la capacidad de representar cosas (significados) mediante símbolos o signos
distintos a ellas (significantes).

Las manifestaciones más características de la capacidad simbólica son:

o La imitación diferida o capacidad de reproducir espontáneamente un patrón facial o


conductual que ha observado en otra persona.

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o El juego simbólico en el que el niño es capaz de reproducir situaciones que ha visto


adaptándolas a sus deseos (puede dejar de ser el hijo para el papá, el médico, etc.) y en las
que puede utilizar objetos variados para representar elementos participantes en ese juego
(utilizar una cadena de pinzas a modo de tren). Permite a los niños familiarizarse con los roles
sociales.
o El dibujo mediante el cual el niño realiza copias gráficas (más o menos realistas en función
de su edad y de sus aptitudes) del modelo de realidad que tiene acerca de aquello que está
dibujando.
o Las imágenes mentales o representaciones internas (en el pensamiento) de la realidad.
o El lenguaje o sistema de representación más complejo al estar basado en signos arbitrarios.

CARACTERÍSTICAS del PENSAMIENTO PREOPERATORIO

En la descripción de las características de esta etapa, Piaget se centró en el análisis de las


limitaciones que presenta el pensamiento del niño que determinan su manera de pensar y razonar.
Entre ellas podemos recoger las siguientes:

Egocentrismo: el niño tiene tendencia a sentir y comprender todo desde su propia


perspectiva, no entiende que los demás puedan concebir las cosas de modo diferente. Para él
no puede existir otro punto de vista que el propio.
Centración o unidimensionalidad: los niños sólo pueden pensar al mismo tiempo en un
aspecto de las cosas. Tienden a considerar aquel aspecto más llamativo desde el punto de
vista perceptivo, olvidándose de los demás, lo que provoca una deformación del juicio o del
razonamiento. En tareas de clasificación de objetos por categorías (agrupación por forma,
color o tamaño) usan una sola dimensión (grande o pequeño). En las tareas piagetianas de
conservación, como la clásica de los vasos, los niños atienden solamente a la longitud (altura)
de los vasos y no a la anchura a fin de evaluar cuál de ellos tenía mayora cantidad de líquido.
Sincretismo: es la tendencia del niño a percibir la realidad por visiones globales y a encontrar
parecidos o relaciones entre objetos y sucesos sin hacer ningún análisis previo. Produce un
tipo de razonamiento ilógico que pasa intuitivamente de una premisa a una conclusión.
Yuxtaposición: característica muy relacionada con el sincretismo. Es la incapacidad del niño
de relacionar u ordenar de una manera lógica los elementos que forman un todo. Se muestra
en los relatos fragmentados e inconexos de los niños, donde sólo utilizan la conjunción
copulativa “y” como enlace entre palabras y segmentos de la narración: no introducen
conexiones causales o temporales, ni relaciones lógicas. También se manifiesta en los
primeros dibujos de los niños por la desorganización y distribución espacial de los diferentes
elementos.
Irreversibilidad: el niño es incapaz de imaginar mentalmente que algo que acaba de ser
hecho se pueda cambiar o transformar en otra cosa. Por ejemplo, no son capaces de imaginar
que el líquido del vaso es el mismo que el del botellín, puesto que si lo volvemos a verter en el
recipiente inicial, el resultado será idéntico.

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Dependencia de la percepción: el niño presenta dificultad para clasificar objetos y


situaciones por la determinación ejercida por la percepción, la semejanza de percepciones y
las relaciones espaciales. Esto les lleva a presentar dificultades para organizar objetos en
jerarquías de clase y subclase en función de semejanzas perceptivas.

La idea que los niños expresan sobre el mundo a partir de los cinco años, están influidas por el
carácter egocéntrico y centrista de su pensamiento. Los niños tienen una manera especial de
entender la realidad y representarse el mundo que puede explicarse desde tres perspectivas:
realismo, animismo, y artificialismo.

 Realismo: el realismo infantil implica la indiferenciación entre su mundo psíquico y el


mundo físico, entre las vivencias y experiencias subjetivas de su mundo interior (ideas,
sentimientos, deseos) y los hechos o acontecimientos externos y objetivos con los que se
relaciona. Por todo ello el niño atribuye existencia real y externa a su mundo subjetivo
interno: los sueños existen en la realidad externa, los nombres son una propiedad material
de las cosas, las ideas o pensamientos tienen cualidades físicas, puede incluso contar
como experiencias reales, pensamientos o deseos propios. “Un niño de seis años
responde… sí, la palabra elefante tiene fuerza porque puede aplastarnos. Otro
ejemplo también como respuesta a una pregunta… el miedo puede estar debajo de
la cama”
 Animismo: consiste en atribuir propiedades humanas (pensamientos, sentimientos,
emociones, intencionalidad) a objetos inanimados. Este pensamiento animista va
evolucionando con el crecimiento y desarrollo, pero puede estar reforzado por algunas
creencias y religiones. “El volcán está enfadado y por eso grita, el coche se cansa al
subir una cuesta, el niño se da un golpe en la cabeza con el tablero de la mesa y
dice la mesa es mala, los rituales de algunas sociedades para que llueva, etc.”
 Artificialismo: consiste en creer que todas las cosas que existen (las montañas, el sol, las
estrellas, el mar, etc) han sido fabricadas por el hombre o por un superhombre. El niño
todavía no puede diferenciar la acción de la naturaleza con toda la potencia de sus
fenómenos, de la propia acción humana. “Un niño de seis años a la pregunta ¿de dónde
viene el sol?, responde del fuego, ¿y el fuego? De la cerilla. El artificialismo también se
puede llamar finalismo si se piensa que los elementos de la naturaleza existen con el único
objetivo de que la persona se aproveche de ellos. Por ejemplo, el mar existe para poder ir
en el barco, o las olas existen para poder saltar sobre ellas, o la nieve existe para poder
esquiar, etc.

Piaget distingue dos etapas en el Período Preoperatorio:

I) Subperíodo del Pensamiento Simbólico y Preoconceptual (de 2 a 4 años)


Se caracteriza por el uso de los preconceptos y del razonamiento transductivo o
transducción.
En los inicios del pensamiento preoperatorio, el niño no utiliza ni comprende los
conceptos propiamente dichos. Por eso, a las primeras nociones que utiliza el niño en
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su adquisición del lenguaje se llaman preconceptos. Estos preconceptos o conceptos


primitivos son nociones que se encuentran entre la generalidad propia del concepto y
la individualidad de los elementos que lo componen. Por ejemplo, el concepto de
caracol se refiere a la clase compuesta por los caracoles, a la generalidad de los
caracoles. Sin embargo, el niño de tres años no distingue entre la clase genérica (la
base de los caracoles) y los elementos que la componen (cada caracol concreto). En
un paseo por el campo, un niño de tres años no sabe si el caracol que está viendo es el
que ha visto antes o son caracoles diferentes, aunque pertenecientes a una misma
clase (la de los caracoles)
El pensamiento transductivo es un tipo de razonamiento que va de lo particular a lo
particular. Establecen relaciones de causa efecto entre sucesos no relacionados entre
sí que ocurren con una proximidad espacio-temporal (un niño se enfada con su
hermano y el desea cosas malas y su hermano se pone malito por casualidad. El niño
piensa que la causa de que su hermano esté malito es él, porque le deseó cosas
malas).
Esta clase de razonamientos está determinada por la centración, la irrerversibilidad y el
egocentrismo, que forman parte de la manera característica de pensar del niño en ese
período.
II) Período del Pensamiento Intuitivo (de 4 a 7 años)
Caracterizado fundamentalmente por:
-Estar basado en las percepciones inmediatas.
-Ser prelógico, el niño aún no puede razonar siguiendo una determinada lógica, de
modo que es capaz de afirmar o negar sin pruebas ni razones que apoyen sus
argumentos.
-Por otro lado, aún es incapaz de ponerse en el lugar del otro y todo lo que percibe e
interpreta desde su propio punto de vista, lo cual es indicio del egocentrismo que
caracteriza este momento del desarrollo.
El logro más importante de este subperíodo es la adquisición de algunas invariantes de
carácter cualitativo como las identidades y las relaciones de dependencia funcional.
Veamos qué es eso…
 Las invariantes son aquellas cualidades esenciales de un objeto que hacen que
se pueda reconocer como tal, aunque cambien otras cualidades no esenciales
del mismo. Por ejemplo, una mesa tiene las invariantes de ser una superficie
horizontal y situada a una altura del suelo, además puede tener otras
cualidades, ser alta, ser baja, ser blanca, ser marrón, ser de madera, ser de
hierro, etc. Relaciones de dependencia funcional, los niños hacia los cuatro o
seis años aprenden que unos acontecimientos van asociados a otros, que
existen ciertas regularidades en la asociación entre los hechos, por lo que algún
cambio en los primeros va a producir ciertos cambios también en los segundos.
El niño todavía no puede razonar lógicamente sobre la causa y el efecto.

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C) PERÍODO DE LAS OPERACIONES CONCRETAS


Según Piaget es el logro cognitivo más importante en la segunda infancia. Se
caracteriza porque el niño hace uso de las operaciones lógicas como la reversibilidad,
la clasificación de los objetos en clases y jerarquías y la seriación de las cosas en
órdenes. La adquisición de estas operaciones proviene de una repetición de
interacciones concretas con las cosas que imprime un cambio cualitativo en las
concepciones de cantidad, peso, tiempo y causalidad.
La llegada del pensamiento lógico y su aplicación a los problemas concretos permite al
niño una interacción y adaptación más objetiva con el entorno y la realidad exterior. El
niño se vuelve reversible y es capaz de utilizar símbolos (representaciones mentales)
para realizar operaciones o actividades mentales, el egocentrismo está disminuyendo
igual que el realismo, el animismo y artificialismo.
A esta se la conoce con el nombre de “edad de la razón”. El paso del pensamiento
intuitivo al operatorio supone otro paso fundamental para el niño que lo ayuda a superar
el carácter cambiante, inestable y subjetivo de su pensamiento preoperatorio,
adquiriendo ahora un pensamiento de más estabilidad y coherencia.
A partir del pensamiento operacional concreto los niños pueden razonar con lógica
sobre las cosas y acontecimientos que observan. Aunque todavía el pensamiento del
niño sigue vinculado a la realidad empírica, pues sólo pueden razonar sobre las cosas
con las que han tenido una experiencia directa, se observa un cierto progreso en sus
pensamientos.
Esta inteligencia está limitada por el carácter concreto de las operaciones. Las
operaciones están ligadas al presente inmediato y no al mundo de lo posible como
ocurre en el período de las operaciones formales. Las operaciones concretas
permanecen dependientes de la acción y de las situaciones.
Los principios que caracterizan a este pensamiento son:
a. Principio de conservación: un objeto continúa siendo el mismo a pesar de los
cambios en su apariencia. Este principio hace referencia a la capacidad de
comprensión por parte del niño de que la cantidad de una cosa sigue siendo la
misma aunque cambie su apariencia cualitativa. En otras palabras, la materia se
transforma, no cambia la cantidad sino la forma, ni se le quita, ni se le añade
algo.
La conversión supone la adquisición de otro concepto: la reversibilidad por
inversión (un objeto puede volver a su forma primitiva). Primero adquiere la idea
de conversión de la materia, el peso y finalmente el volumen.
b. Principio de Reversibilidad: una transformación puede volver a su origen si se
revierte el proceso, su consecución es esencial tanto para la comprensión de
diferentes operaciones matemáticas como para la solución de problemas sociales
u otros que surgen en la vida diaria.
c. La clasificación: se caracteriza por la regulación de la comprensión y a la
extensión. La primera es el conjunto de cualidades comunes a los individuos de
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una clase y la extensión es la suma de elementos que poseen esas cualidades.


Al poder definir por comprensión y extensión las cosas, éstas pueden ser
clasificadas.
d. Seriación: ordenar y comparar elementos según unas dimensiones crecientes o
decrecientes, más alto que, más bajo que. En la clasificación se atiende a la
semejanza entre los objetos, en la seriación se atiende a la diferencia.
e. Concepto de número: es una síntesis entre la clasificación y la seriación e
implica la conservación. Consiste en comprender y descubrir si un conjunto tiene
más o menos elementos que otro.

La capacidad para aplicar los principios lógicos convierte a los niños mayores en
pensadores más objetivos y a medida que se generalizan estos principios y se
aplican a distintas tareas y situaciones, prestan una mayor consistencia y
congruencia al proceso de pensar.

Los estadios o etapas son cuestionados por algunos autores, dudando que estos
cambios cualitativos tengan su origen en cambios internos, es decir, en las
estructuras cognoscitivas.

D) PERÍODO de LAS OPERACIONES FORMALES


Lo que caracteriza a este pensamiento es el razonamiento hipotético deductivo. Al
encontrarse frente a un problema, los niños (en la etapa de las operaciones concretas)
pueden considerar alternativas al azar, omitiendo posibles soluciones y aferrándose a
otras que claramente no son provechosas. Los adolescentes primero empiezan con una
teoría general que incluya todos los posibles factores que puedan influir en la solución y
deducir a partir de ellos hipótesis específicas sobre lo que podría ocurrir. Después
prueban estas hipótesis ordenadamente para ver cuáles son aplicables al mundo real.
La solución de los problemas empieza con la posibilidad y prosigue hasta llegar a la
realidad. Para el niño más pequeño las posibilidades imaginarias (como el juego de
simulación) siempre están sujetas al mundo cotidiano, tal como lo conoce o como desea
que exista. Para el adolescente, la posibilidad adquiere vida propia en la cual el aquí y
ahora es solamente una de entre muchas posibilidades alternativas.
El interrogatorio que el adolescente hace a la naturaleza no se realiza a ciegas, sino
que el sujeto, que tiene una hipótesis es su cabeza, se formula preguntas concretas
tratando de obtener una respuesta adecuada, es decir, tiene una idea y trata de
comprobar si su conjetura o idea es correcta. No es suficiente con formular hipótesis
para explicar un fenómeno sino que lo característico del período formal es que el
sujeto intenta comprobar ese enunciado hipotético que ha formulado y además es
capaz de extraer las consecuencias de la respuesta que obtenga.
El adolescente no razona sólo sobre lo real, sino también sobre lo posible y esto implica
que lo real pasa a ser sólo un subconjunto de lo posible, lo que está dado al instante.

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Instituto de Educació n Superior JUAN MANTOVANI
Espacio Curricular: Sujeto de la Educació n Especial
Curso: 1° añ o
Ciclo lectivo: 2020

Los adolescentes se convierten en constructores destacados de teorías sobre cualquier


aspecto de la vida cotidiana.
La capacidad de pensar en abstracto combinada con los cambios que están
experimentado, les permite un nuevo nivel de autoexamen.

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