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posmodernidad
Pensar desde América Latina
RIGOBERTO LANZ
EL DEBATE TEÓRICO puede ser una simple excusa para «fijar posi-
ción» en términos de intereses extra teóricos. Pero sigue siendo el
principal recurso disponible para hacer avanzar las ideas, para
expandir sus resonancias, para clarificar tantas confusiones. Po-
der precisar el contenido sustantivo de lo que cada quien piensa
es una condición de ese debate. Mas, lo que en verdad trasciende
como aporte interesante es el pensamiento que interactúa, que se
hace parte del otro, que interpela lo pensado sin complejos y sin
exclusiones anticipadas.
En el terreno particular del debate modernidad/posmoder-
nidad en América Latina conviene ejercitar esta capacidad de in-
terpelación intelectual, no sólo como síntoma de las buenas cos-
tumbres académicas, sino como requisito interno del propio curso
de constitución de un pensamiento crítico en nuestro continente.
Me parece que ese camino se recorre hoy de modos variados
y a ritmos desiguales. Ello es más que comprensible si miramos
con atención los efectos devastadores de la crisis.
Observo con relativo optimismo el desarrollo progresivo de
los aportes teóricos en varios frentes. Los perfiles y sensibilidades
seguirán siendo diferenciados (afortunadamente). Allí no es don-
de radica la dificultad del presente. Fortalecer una auténtica vo-
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Recomiendo la lectura del libro de M. A. Garretón: La faz sumergida del
iceberg, CESAC-COM, Santiago, 1994. Igualmente su artículo: «Los partidos po-
líticos y su nuevo contexto en América Latina», revista Relea, no 1, Caracas,
agosto, 1996.
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M. A. Garretón: La faz sumergida del iceberg, ob. cit., p. 22. Sería muy útil
consultar el libro colectivo: El final de los grandes proyectos, Edit. Gedisa, Barce-
lona, 1997.
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Me parece que los aportes de autores como Boaventura De Sousa Santos
(Toward a New Common Sense, Edit. Routledge, Nueva York, 1996) constitu-
yen una impugnación teórica radical a todo tipo de etnocentrismo.
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Fernando Mires lo ha visto claramente, al punto de anunciar desde ya el
advenimiento silencioso de una «revolución» epistemológica: Ver F. Mires: La
revolución que nadie soñó o la otra posmodernidad, Edit. Nueva Sociedad, Ca-
racas, 1996.
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Recomiendo leer con atención el importante texto de los amigos Fernando
Calderón, Martín Hopenhayn y Ernesto Ottone: «Desarrollo, ciudadanía y ne-
gación del otro», revista Relea, no 1, Caracas, agosto, 1996. Esta perspectiva
está más desarrollada en el libro de los mismos autores: Esa esquiva moderni-
dad, Edit. Nueva Sociedad, Caracas, 1996.
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F. Calderón, M. Hopenhayn y E. Ottone: Esa esquiva modernidad, ob. cit.,
p. 70.
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Ibídem, p. 39.
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Ver el artículo: «Neobarroco» en el libro colectivo Barroco y neobarroco,
Edit. Círculo de Bellas Artes, Madrid, 1992.
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Ibídem, p. 91.
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tura en Argentina, Edit. Ariel, Buenos Aires, 1994; y Una modernidad periférica,
Edit. Nueva Visión, Buenos Aires, 1988.
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He desarrollado una discusión actualizada sobre el tema del «fin de la
historia» en un ensayo titulado: «La historia finaliza por la izquierda», el cual
forma parte de Temas posmodernos. Crítica de la razón formal, Fondo Editorial
de la Asamblea Legislativa del Estado Miranda, Caracas, 1998.
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Roberto Follari ha publicado un buen número de trabajos sobre el tema de
la posmodernidad. Además ha compartido en nuestro centro de investigación
(CIPOST) diálogos directos que nos permiten calibrar mejor el tenor intelectual
de su posición. Para los efectos del matiz que quiero poner de relieve, reco-
miendo su libro Territorios posmodernos, Universidad Nacional de Cuyo,
Mendoza, 1995. De igual manera recomiendo su excelente ensayo «Muerte del
sujeto y ocaso de la representación», publicado en la revista Relea, no 2, Cara-
cas, enero-abril, 1997.
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Una amplia producción da cuenta de la tonalidad y profusión temática de
Anthony Giddens. Además de sus ya clásicos tratados de sociología, recomien-
do una lectura atenta de su libro Consecuencias de la modernidad, Edit. Alian-
za, Madrid, 1993.
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A. Giddens: Consecuencias de la modernidad, ob. cit., pp. 140-141.
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No es posible en este texto extenderse en la precisión de temas y autores.
Pero puedo asegurar con propiedad (propiedad intelectual proveniente de mu-
chos años de investigación sobre este asunto) que sobre los planteamientos
posmodernos en diez grandes tópicos de la agenda contemporánea mundial, lo
dicho por Giddens es una caricatura inaceptable.
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8. LO POSMODERNO Y LA DISOLUCIÓN
DE LO POLÍTICO EN LA ESPECTACULARIZACIÓN
(Jesús Martín Barbero)
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Recomiendo los siguientes trabajos de J. Martín Barbero: De los medios a
las mediaciones, Edit. B. Gali, México, 1987; «Comunicación plural: paradojas
y desafíos», revista Nueva Sociedad, no 140, noviembre-diciembre, Caracas,
1995; «Mediaciones urbanas y nuevos escenarios de comunicación», revista
Sociedad, no 5, Buenos Aires, octubre, 1994; «Pensar la educación desde la
comunicación», revista Nómadas, no 5, Bogotá, 1996; «Modernidad y postmo-
dernidad en la periferia», revista Politeia, no 11, Bogotá, 1992; «Modernidad,
postmodernidad, modernidades. Discursos sobre la crisis y la diferencia», re-
vista Praxis Filosófica, no 2, Cali, marzo, 1992.
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En el texto «El vaciamiento massmediático del discurso político» (R. Lanz,
revista Relea, no 0, Caracas, julio 1995), se puede notar esta dificultad de valo-
ración del vacío: en parte es una constatación crítica del derrumbe, en parte
también la postulación positiva de cierto imaginario deseable. (El ensayo de J.
Martín Barbero: «Hegemonía comunicacional y des-centramiento cultural», in-
cluido en este libro, es una recuperación positiva del fenómeno posmoderno.)
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A los fines de estas observaciones sugiero la lectura del libro de J. Rubio
Carracedo: Educación moral, postmodernidad y democracia, Edit. Trotta, Ma-
drid, 1996, pp. 89-110.
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Ibídem, p. 190.
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Ibídem, p. 89.
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Estoy usando un comentario de Julio Ortega (entrevista en la revista Relea,
no 0, Caracas, julio, 1995) como si se tratara de una tesis teórica. Ello no es
necesariamente así. Ha habido distintas ocasiones donde hemos discutido di-
rectamente este matiz. Pero me interesa marcar con cierto énfasis la distinción
entre posmodernidad y «estudios culturales», para lo cual cuento con la bene-
volencia de mi amistad con Julio Ortega.
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Esta discusión la hemos escenificado constantemente en el Centro de In-
vestigaciones Post-doctorales (CIPOST, Caracas). No creo que sea por pura casua-
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lidad que hayamos definido dos áreas de investigación bien delimitadas: Pro-
grama de estudios culturales y, por otro lado, Programa de estudios posmoder-
nos. Ver el ensayo de F. Jameson: «Sobre los estudios culturales», en varios:
Cultura y Tercer Mundo, Edit. Nueva Sociedad, Caracas, 1996, pp. 167-232.
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Podemos encontrar los grandes temas de la crisis de la política en textos
como El poder en vilo, Edit. Tecnos, Madrid, 1994; en su incansable trabajo de
interpelación recogido en Argumentos para una época, Edit. Anthropos, Barce-
lona, 1993; en su activa presencia en el debate público recogido en El vértigo
de la democracia, Ediciones de la Ilustración, Madrid, 1996; o en el texto que
sirve de excusa a mi comentario crítico, Modernidad, historia y política, Edit.
Verbo Divino, Navarra, 1992, pp. 81-102.
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Recomiendo la lectura de A. Heller: Crítica de la Ilustración, Edit. Penínsu-
la, Barcelona, 1984; A. Heller y F. Fehér: Políticas de la postmodernidad, Edit.
Península, Barcelona, 1989; A. Heller: Historia y futuro, Edit. Península, Barce-
lona, l991; A. Heller y F. Fehér: Biopolítica, Edit. Península, Barcelona, 1995.
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El Centro de Investigaciones Post-doctorales (CIPOST) tuvo la oportunidad
de invitar a Ágnes Heller para la realización de un seminario sobre «Una teoría
de la modernidad» (1995). Me ha tocado prologar su libro que lleva el mismo
título (ediciones del CIPOST, Caracas, 1997) donde recojo sumariamente las lí-
neas gruesas de este debate.
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«Los que han elegido vivir en la postmodernidad viven, no obstante, entre
modernos y premodernos». (Políticas de la postmodernidad, ob. cit., p. 149.)
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Recomiendo consultar el libro de F. Jameson: Teoría de la postmoderni-
dad, Edit. Trotta, Madrid, 1996.
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Ibídem, p. 92.
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Son muchos los tópicos que merecerían una discusión sistemática y extensa.
En el campo del debate teórico-político son múltiples los asuntos que alimentan
una agenda rica en matices controversiales. Recomiendo revisar los siguientes tra-
bajos del amigo César Cansino: «La metapolítica como problema», en Varios: Estu-
dios de teoría e historia de la sociología en México, UNAM, México, 1996; «Partidos
políticos y gobernabilidad», revista Nueva Sociedad, no 139, Caracas, septiembre-
octubre, 1995; «Teoría política: historia y filosofía», revista Metapolítica, no l, México,
enero-marzo, 1997; «De la politización de los medios a la despolitización de la
sociedad», revista La Brecha, no 4, Madrid, enero-febrero, 1997; C. Cansino y V.
Alarcón: América Latina: ¿renacimiento o decadencia?, FLACSO, San José, 1993; C.
Cansino (comp.): Las teorías del cambio político, Universidad Iberoamericana,
México, 1993; C. Cansino (comp.): Las relaciones gobierno-partido en América
Latina. Un estudio comparado, CIDE, México, 1995.
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C. Cansino: «Teoría política: historia y filosofía», ob. cit., pp. 39-40.
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En los límites de este ensayo no puedo extenderme en ejemplos demostra-
tivos de esta tesis. Remitiría al lector a un texto donde he caracterizado autor
por autor en este mapa teórico: «Posmodernidades: la ventaja de llamarse Amé-
rica Latina» (forma parte del libro coordinado por Julio Ortega: Manual para el
nuevo milenio, Edit. La Torre, San Juan, Puerto Rico, 1997).
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UN VISTAZO A LA PRODUCCIÓN
BIBLIOGRÁFICA DE LOS NOVENTA SOBRE POSMODERNIDAD
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