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La palabra personalidad proviene del vocablo “Persona”, y este del griego (Prosopon), cuyo
significado es "máscara". La personalidad está referida a la apariencia.
Actividad Optativa Nº 2
Describa los elementos que constituyen la personalidad
Elementos de la personalidad
a. Constitución Se llama así a las características somáticas, físicas, más básicas y permanentes;
la constitución está más relacionada con la herencia biológica, aunque también inciden
factores ambientales. Resulta difícil determinar cuál es la influencia de los mencionados
elementos, cuál es la proporción entre lo dado y adquirido en contacto con el medio ambiente.
Suele hablarse de "pares opuestos y complementarios" como innatoadquirido; herencia-medio
o bien natura-nurtura que proviene de la lengua anglosajona y que toma Filloux por
considerarlos más adecuados.
c. Carácter Consiste en la manera con la que más habitualmente reacciona una persona. Es la
peculiaridad individual del ser humano en su sentir, su obrar, en sus decisiones voluntarias, en
sus juicios y orientaciones espirituales, o sea en todas las manifestaciones en que la existencia
individual adquiere una fisonomía que la diferencia de las demás.
Actividad Optativa Nº 3
Natura es lo que el individuo recibe de herencia por herencia y nurtura es de lo que adquiere
en su interaccion con el medio social en el que se encuentra.
Actividad Optativa Nº 4
Allport realizó una clasificación de rasgo ordenándolos según pares opuestos: Independencia
-sumisión; generosidad -tacañería; sinceridad -hipocresía; estabilidad-inestabilidad, entre
otros. Estableció también cierta diferenciación entre los rasgos:
-Rasgos centrales o cardinales: los más típicos y comunes de cada uno, presentes en casi todas
las conductas.
-Rasgos secundarios: menos visibles, surgen cuando alguien se comporta de una forma distinta
de la habitual.
Una de las mayores críticas a esta teoría es que para poder describir a una persona habría que
hacer una larga lista de rasgos y ver cual es su grado de combinación. Hay personas en la que
domina una solo rasgo cardinal o central de tal forma que lo hacen inconfundible, por ejemplo:
la tacañería. Ese rasgo se manifestara no sólo en el uso del dinero, también se extenderá a no
prestar sus cosas, a no salir para evitar gastos innecesarios, etc.
Actividad Optativa Nº 5
La dinámica de la personalidad está dada por el modo en que la energía psíquica es distribuida
entre el ello, el yo y el superyó. Cada persona va variando su conducta frente a diferentes
circunstancias, no obstante hay algo personal, que tiene que ver con la historia de vida que
hace que esa conducta conserve una cierta semejanza consigo mismo a lo largo del tiempo.
Freud estableció que los conflictos de la personalidad (neurosis) son consecuencia de una serie
de factores que se complementan, las series complementarias son tres:
-Factor desencadenante: situaciones actuales que pueden perturban el equilibrio psíquico. Ej:
las situaciones límite.
Las series complementarias 1 y 2 dan lugar a ese aspecto de la personalidad que queda más
fijo o invariable en cada uno, ya que los factores biológicos en complemento con las
experiencias infantiles (en especial aquellas ocurridas antes de los 5 años de vida) serán
estables a lo largo de la vida. Depende de cómo sean esos factores para que los sucesos
posteriores desencadenantes puedan o no provocar desequilibrios. Estos podrán ser conflictos
neuróticos que provoquen angustia y desazón con las situaciones vitales o psicóticos, en donde
habrá una grave perturbación del sentido de realidad y juicio.
Actividad Optativa Nº 6
Actividad Optativa Nº 7
los griegos que se produjo el descenso de la locura a lo humano. Era su pensamiento que la
locura desvirtuaba la conducta natural del individuo y alteraba sus capacidades y habilidades
naturales. Alcmeón de Crotona siglo VI a. C., discípulo de Pitágoras, fue el primero que
relacionó lo mental con el cerebro al descubrir por disección, que ciertas vías sensoriales
terminan en el encéfalo, y elaborar una teoría de la disarmonía como causal de enfermedad.
Hipócrates sostenía que era producto del desequilibrio de los humores, en especial de la bilis
negra (melania chole, de ahí melancolía), de lo que se seguía que el tratamiento debía consistir
en restablecer el equilibrio humoral, dando también importancia a la liberación del exceso
emocional, la catarsis, por medio del teatro y las fiestas grupales en honor a Dionisios, además
de creer que la actividad onírica era reparadora. Contemporáneo a Hipócrates, Galeno, retomó
la teoría de los humores. Describió diferentes tipos de alteraciones melancólicas, entre las que
incluyó a la paranoia como resultado de impresiones sensoriales falsas, y llegó a relacionar la
abstinencia sexual con el exceso de ansiedad. Es necesario destacar que, a la par de estos
descubrimientos provenientes, en su mayoría, de la filosofía (ya que los médicos antiguos eran
filósofos) la visión que se tenía de la locura no era negativa, sino todo lo contrario. La locura
era asociada a el endiosamiento, es decir, al ser tomado por los dioses de manera extática.
Eran iluminados que se seguía y consultaba para tomar decisiones fundamentales. Tras el
arribo de la Edad Media (s V al XV d. C), y principios de la Edad Moderna (s. XVI al SVII) se
trataba a aquellos que padecían una patología mental o una desregulación psíquica como un
poseído/endemoniado o inadaptado social. Los tratamientos prepsiquiáticos consistían en la
tortura/muerte, el claustro o el exilio. Todo en nombre del “bien social”. de hecho, en el siglo
XVII, tras surgir los primeros hospicios, se encerraba a los “locos” junto a los mendigos, los
maleantes, los malvivientes y perversos. Todo pertenecía al mismo registro de “inadaptados”.
Fue solo hasta el siglo XVIII, que (se afirma) Philippe Pinel (médico francés) “rompió las
cadenas de los locos” liberándolos de su prisión y haciendo que se los interne en un hospital,
en calidad de enfermos crónicos. Aquí surge la nomenclatura de “los alienados”. Este hito
marca los primeros pasos de la psiquiatría como ciencia. El “alienado” ya no era un poseído de
los dioses ni del demonio, sino un enfermo que debía ser tratado. En el siglo XIX, Emil
Kraepelin (médico psiquiatra alemán), crea y desarrolla el primer escrito vasto y descriptivo
sobre las enfermedades mentales. Fue el pionero en el desarrollo de una clasificación de los
diferentes cuadros y propuso claras definiciones de los mismos. Tanto Pinel como Kraepelin
marcaron la historia de la psicopatología, sobre todo al delinear dos clínicas y tradiciones
psiquiátricas diferentes: la escuela francesa y la escuela alemana. La escuela francesa con
Pinel, Esquirol, Georget, Leuret, Moreau de Tours, Fovil, Morel, Lasègue, Magnan, Cotard,
Falret, y otros, sustentó sus teorías en el trabajo asistencial y la investigación anatomoclínica:
una vez bien delimitados los síntomas de la patología mental, trataban de encontrar su
correlato somático en la anatomía patológica. Por otro lado, La escuela alemana estuvo hasta
mitad de siglo influida por el romanticismo filosófico por lo que acentuaba el producto de la
reflexión pura por sobre la experiencia clínica; potenciaba los aspectos subjetivos. J. Reil
publicó en 1803 el primer libro sobre psicoterapia; H. Heinroth fue el primero en utilizar el
término psicosomático y siguiendo esta escuela, el francés Moreau de Tours, propuso
comprender las manifestaciones clínicas como expresiones de disfunciones de la personalidad,
subrayó la importancia de la introspección y del estudio de los sueños. Muchas de las ideas de
esta escuela fueron luego sistematizadas en la obra de Sigmund Freud. De hecho, los aportes
de Freud a la psicopatología son incomensurables. Por ello se dice que su obra fue considerada
como la tercera revolución en el campo de la psicopatología (la primera fue llevada a cabo por
Pinel, y la segunda por Kraepelin) A partir de la década de los cincuenta, hubo un esfuerzo
aunado por parte de la psiquiatría y sus practicantes de lograr un consenso nosológico y
nosográfico (la existencia de una única clasificación de las enfermedades mentales). De tal
esfuerzo se elaboraron sistemas nosológicos que intentaron seducir a la mayoría de los
psiquiatras. Entre los más populares está la Clasificación Internacional de Enfermedades
Mentales de la OMS, el CIE, y el DSM: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales que evalúa el cuadro psiquiátrico de acuerdo a distintos criterios diagnósticos. A lo
largo del tiempo han surgido diversas revisiones de los mismos.
Actividad Optativa Nº 8
Un sujeto será normal cuando yo lo considere, cuando haga lo que yo, en mi subjetividad y
bagaje cultural , entienda que es común y esperable. De la misma forma, será anormal si se
opone a todo lo que entiendo o conozco. La estadística poco puede decirnos de la salud o
enfermedad de las personas. Nunca debemos reducir la pobreza, salud o enfermedad a una
mera cifra que nada nos puede decir del singular sufrimiento de un ser humano. Según la OMS,
la salud es el bienestar biopsicosocial y no tan solo la ausencia de enfermedad. Desde esta
perspectiva, la salud no se define por la ausencia de su opuesto, sino que va más allá de este.
La enfermedad es la privación o el mal funcionamiento de alguna facultad psicofísica. Mientras
la salud es la consecución de un estado de bien-estar, en otras palabras, la posibilidad de
lograr un estado de estabilidad psicofísica. Esto poco tiene que ver con la normalidad y
anormalidad, sino con la búsqueda subjetiva de un equilibrio mental que dependerá, del
Deseo del sujeto, como también de sus metas y proyectos.
Son dos sistemas clasificatorios referentes en salud mental. El DSM-5 hace referencia a la
quinta edición del “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales”, de la
Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association, APA).
Por otro lado, el CIE-10 hace referencia a la décima edición de la “Clasificación Internacional de
Enfermedades” publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Actividad Optativa Nº 9
La palabra adolescente viene del latín adolescens, adolescentes y significa “el que está en
periodo de crecimiento, que está creciendo” y es el participio presente del verbo latino
adolescere “criarse, ir creciendo, estar creciendo, madurar”. Este verbo latino es un
compuesto del prefijo ad- ‘hacia’ y el verbo alescere ‘crecer’, forma incoativa (que implica o
denota el principio de una cosa o de una acción progresiva) Proviene, a su vez, del verbo latino
alere “nutrir, alimentar, criar”. El participio pasado de adolescere es adultum “el que ya está
crecido”, mientras que el participio presente adolescens significa “el que está en la etapa de
crecimiento”.
Actividad Optativa Nº 10
En las culturas pretéritas la adolescencia no existía como tal, sino que era simplemente
suscrita a un rito, en donde se intentaba simbolizar el pasaje de la niñez a la adultez, y la
adquisición de responsabilidades y poder dentro de la tribu.
Con el advenimiento de la modernidad temprana (fines del siglo XVII) el período de juventud
sufrió una resignificación: ya no era algo eclipsado por las inclemencias de la vida y la guerra,
sino que se brindaba un espacio para la “exploración”, los “gustos” y “deseos” personales. El
motivo fue el gran cambio paradigmático generado a partir del siglo XVI, y el auge de la clase
burguesa, la cual pujaba desde hace unos dos siglos. El comercio, los negocios, la atracción de
las cada vez más numerosas ciudades, llevaban a los jóvenes a “buscar su suerte”.
David Le Breton (Le Breton; 2014), define a la adolescencia como una edad en suspensión.
Afirma que la adolescencia, como concepto de adquisición moderna, se inserta,
primeramente, en el discurso médico, dada su relación primaria con los procesos de
maduración biológicos relativos a la pubertad. Secundariamente y en tiempos de posguerra
(mediados del siglo XX) se la inserta definitivamente en el discurso psicológico, arribando a
significaciones de “cambio”, “crisis”, “crisis vital”, etc.
A principios de la década del ’60, la influencia social y cultural que tuvo la beat generation, con
sus ideas de independencia, las búsquedas a través de los “viajes” (drogas incluidas), los
enfrentamientos con lo instituido (el mítico “Mayo francés” del ‘68, con su mistificación de la
rebeldía juvenil) han ido delimitando los hábitos “adolescentes” contemporáneos. A esto
debemos sumar la emergencia del escepticismo y relativismo cultural, a raíz de la desilusión
con la idea de “progreso” de principios de siglo XX, a raíz de las dos guerras mundiales.
El descontento político generalizado lleva a una subversión o incluso a una relativización de los
valores. El modelo ético de la modernidad se torna, de manera vertiginosa, un anti-modelo, el
cual ha llevado a la muerte y destrucción de vidas, etnias y culturas.
Desde la filosofía, pensadores como Jean-Paul Sartre, Louis Althusser, Gilles Deleuze y Jacques
Derrida, comenzaron a sistematizar las ideas pululantes de los nuevos grupos y dieron lugar a
conceptos tales como: la primacía del ateísmo como forma de vida; la militancia comunista y la
lucha contra el capitalismo; el rechazo a las instituciones como medios de opresión social y
psíquica; el deconstruccionismo social, entre otras.
Como consecuencia de ello, vivimos en un tiempo que se desentiende del amor en tanto
compromiso vincular, y se lo degrada a una pasión pasajera y líquida . Las relaciones
interpersonales, entendidas como de sujeto a sujeto, han sido teñidas por el utilitarismo: me
relaciono con el otro en tanto esa relación sirve para algo o alguien, en tanto es útil para. El
ethos cultural ha sido sustituido por una ética relativista individual, excluyendo la posibilidad
de insertar un ordenamiento emocional y cultural. Lo singular y paradójico de los fenómenos
hipermodernos es que se oponen a cualquier tipo de exigencia y límite, se caracterizan por la
hybris6 humana; sin embargo, Lacan observa, se sustentan en una exigencia tiránica
constante: ser feliz y sentirse bien todo el tiempo, en otras palabras, un imperativo de goce.
Las mass media, las publicidades, las propagandas políticas, cierto tipo de discursos
psicológicos actuales, proponen la felicidad como una realidad alcanzable, posible y, por sobre
todas las cosas, eterna. De hecho, prestemos atención al típico saludo de estilo juvenil
argentino: ¿Todo bien? La pregunta establece el parámetro del sentirse bien como forma de
medir la situación actual de un sujeto. Generalmente la respuesta es afirmativa, aunque la
realidad difiera de la misma, dado que tiempos de fugacidad e individualismo difícilmente se
espere una negativa, abriendo así la posibilidad de escuchar los problemas del otro. En
conclusión, la realidad epocal actual vuelve al concepto de adolescencia uno mucho más
informe y líquido, claramente concebido por el marketing (moda hipersexualizada, elogio de lo
“feo”, la transgresión como valor), pero en verdad con límites y características muy difusos y
cambiantes, con individuos que queman etapas y otros que, en cambio, se transforman en
adolescentes eternos. Una manifestación más de las mutaciones contemporáneas y del
torbellino actual de las precariedades sociales y familiares.
¿Por qué la adolescencia es una etapa de crisis? Explique los tres duelos de
Arminda Aberastury.
El adolescente tendrá que vérselas con una realidad que le impone nuevas funciones y
responsabilidades. A esto se agrega una menor indulgencia ante sus errores y una significativa
diferencia en el trato con los otros. Se encuentra ante una encrucijada, ya que no se le brinda
ni permite la dependencia de la cual gozaba el niño, pero tampoco se le brinda la libertad que
posee un adulto, de esta manera el camino que busca el adolescente es delegar sus
responsabilidades, tanto al grupo social al que pertenece como a los padres que aún posee.
Para ello se sirve de estrategias manipulatorias y descalificatorias, obedientes a una demanda
incesante para con los padres desde un nivel material. De esta forma, fluctúa entre una
dependencia y una pseudoindependencia, es decir, aun depende y exige sustento económico
de sus padres, pero al mismo tiempo demanda la libertad de manejarse como un individuo
“independiente” y poder disponer de su espacio, de su tiempo y de “su” dinero de la manera
en la cual él decida. Estas situaciones dan lugar a conflictos con los padres, dada la
incomprensión de sus pedidos, y la dificultad del adolescente por empatizar con la situación
del otro.. Así se pueden explicar algunas de las relaciones interpersonales del adolescente que
van desde el acercamiento más intenso hasta la apatía más fría en cuestión de pocos
momentos; el sujeto lo que hace aquí es cosificar a las personas, vinculándose a estas según su
conveniencia y como le puedan servir para soportar esta carga que se le impone desde su
nuevo rol y las responsabilidades que debe asumir. Esto lo lleva a que su relaciones objetales
adquieran un carácter, si bien intenso, sumamente lábil y fugaz, lo cual explica la inestabilidad
afectiva del adolescente, con sus crisis apasionadas y sus brotes de indiferencia absoluta. Sin
embargo, esta reacción psíquica adolescente no es más que una manera de defenderse de la
angustia que le provoca la pérdida de aspectos infantiles. En el proceso adolescente “normal”
la tramitación de este duelo llevará hacia una integración y coherencia de pensamiento y
sentimiento frente a los demás y consigo mismo. Cuando esto no se produce vemos como
resultado “caracteres adolescentes tardíos”, es decir, sujetos de treinta y cinco años o más con
las características vinculares ya especificadas.
El adolescente debe procesar que sus padres cuidadores y protectores ante cualquier
circunstancia han desaparecido y que los seres que lo cuidaban como un “niño” ya no lo harán,
gracias al tiempo y los cambios que ha sufrido. Igualmente los padres deberán aceptar la
pérdida de su hijo “niño” y todo lo que esto implica: las libertades que le deberá dar y la
conciencia de su propia edad, ya que al tener un hijo adolescente se darán cuenta que su
misma juventud ya se ha extinguido y que sus responsabilidades ahora son otras. Enfrentase a
la vejez será uno de los asuntos más grandes que deberá tramitar el padre de un adolescente.
El adolescente deja de ver a sus padres como seres omnipotentes que siempre estarán cuando
lo necesite para comenzar a verlos como seres humanos, imperfectos y mortales. El comenzar
a pensar que sus padres están más grandes y que, eventualmente, estos pueden enfermarse
es una realidad angustiante en el adolescente, y, claramente, en cualquier etapa de la vida. No
solo por el vínculo con ellos, sino por la escena de desprotección y soledad que esto genera. Al
caer la idealización de los padres, por las razones vistas, se comienza a buscar pares jóvenes,
grupos de apoyo que brinden cobijo y protección ante una eventualidad pérdida. Y es que, por
más que los padres físicos estén presentes, la imagen infantil que el niño devenido adolescente
tenía, ha dejado de existir, y este es un duelo más por tramitar
Actividad Optativa Nº 12
Los sujetos de esta clínica son los pacientes clásicos y cotidianos del consultorio, los cuales
vienen a analizarse para así revisar los diversos elementos de su realidad psíquica. La segunda
clínica en cambio, es mucho más compleja, difícil y mixta. Las patologías son graves y
comparten un mismo rasgo discursivo: giran en torno a la nada, al vacío y el sin sentido. La
frase “clínica del vacío” hace alusión a diagnósticos que no pueden encuadrarse fácilmente
dentro de la tríada clásica: Neurosis, psicosis y perversión, ya que presentan elementos
mezclados y poco precisos. A pesar de que parezca, a simple vista, que la misma depende de la
falta de sentido de la vida, la ausencia de vínculos y el defecto o carencia en todas las esferas
de la vida, la misma se apoya justamente en lo opuesto: el exceso. Las patologías del vacío son
cuadros apoyados en el exceso, la desmesura, la falta de límites y la hiperpresencia narcisista.
Las mismas tiene una apoyatura social, ya que son fomentadas (no generadas) por los diversos
discursos actuales que empujan a los sujetos a consumir, a no parar de moverse o producir,
tener miles de amigos (pueden ayudarse con las redes sociales) y llevar una vida hiper-
estimulada. Todo esto genera un efecto paradojal, el cual se deja ver en esta clínica. En otros
términos diríamos que para que exista Deseo (entendido como el motor del psiquismo y de la
vida misma) tiene que existir una falta, una carencia o insatisfacción. Pero esta no debe ser
situada a nivel del consumo, sino como un autoreconocimiento de nuestras propias
limitaciones que nos llevan a disfrutar la vida avanzando y concretando metas personales. En
cambio, hoy, esa “falta” se obtura, se llena con cosas, objetos del mercado e incluso con
“personas objeto”, es decir, sujetos devenidos objetos del mercado para cumplir cualquier
expectativa. No hay un espacio para desear, porque rápidamente es tapado con promesas
vacías, que pronto dejan al sujeto más y más vacío. Lo que predomina en la clínica del vacío
son la compulsión, la impulsión, el desvalimiento y lo tanático o destructivo.
Actividad Optativa Nº 13
1. Anorexia
La anorexia es el más antiguo de los trastornos de la conducta alimentaria. Las
primeras descripciones datan del siglo XIV y se atribuyen a prácticas religiosas
ascéticas. Aunque la palabra anorexia significa etimológicamente “falta de apetito”, en
la clínica no se evidencia tal pérdida de apetito hasta luego de haberse instalado
fuertemente la enfermedad. Por el contrario lo que se observa es una tenaz oposición
a la ingesta de alimentos. La delgadez de la anorexia es un concepto ontológico. Lo que
determina a la paciente a dejar de comer es descorporizarse. A diferencia de las
primeras anoréxicas religiosas, lo que se privilegia en las pacientes actuales de los
últimos tiempos es la distorsión de la imagen corporal. En las primeras descripciones
clínicas no se reseña dicha distorsión, de manera tal que esta parece ser un síntoma
actual y probablemente su importancia se relaciona con las características descriptas
anteriormente de la cultura hipermoderna, en la cual prima la apología de la imagen
sobre el ser. La anorexia es un intento de control de los impulsos de voracidad, a la vez
que una defensa contra la sexualidad emergente. Autores afirman que estos pacientes
evidencian un repliegue de la sexualidad hacia una característica infantil. Hay una fuga
de la sexualidad adulta acompañada de una regresión a defensas primitivas. Según el
DSM V, los criterios para el diagnóstico de Anorexia Nerviosa son:
A. Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal
considerando la edad y talla.
B. Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo
del peso normal.
C. Alteración de la percepción del peso o la imagen corporal
D. En las mujeres pospuberales: Amenorrea (interrupción de la menstruación)
2. Bulimia
La bulimia, tiene registros de culturas pretéritas como los romanos. Los mismos
armaban banquetes de carácter orgiástico (en nombre del dios Baco), que combinaban
atracones con vómitos autoinducidos que se ejecutaban para poder seguir comiendo.
La Bulimia nerviosa es definida recién en 1979, cuando Russel publica la primera
descripción clínica de la enfermedad. En 1980, a través del DSM III-R, la bulimia cobra
una jerarquía nosográfica y describe un cuadro patológico caracterizado por la
alternancia de períodos de restricción alimentaria con episodios de ingestas copiosas.
Estos son seguidos por conductas compensatorias inapropiadas para anular la
ganancia de peso (ejercicio físico intenso, ayunos, purgas vomitivas, etc). El patrón
común en la bulimia es la sensación de descontrol y el posterior sentimiento de
culpabilidad y vacío. Según el DSM V, los criterios para el diagnóstico de Bulimia
Nerviosa son:
A. Presencia de atracones recurrentes
B. Conductas compensatorias inapropiadas de manera repetida con el fin de no ganar
peso, producir el vómito; uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u otros
fármacos; ayunos prolongados, ejercicio físico excesivo
C. Los atracones y conductas compensatorias tienen lugar como promedio al menos
dos veces a la semana durante un período de tres meses.
D. La autoevaluación está exageradamente influida por el peso y la silueta corporal
E. La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de la anorexia nerviosa
Actividad Optativa Nº 14
Al hablar de la depresión debemos entender que no hay un solo tipo de depresión sino de
varios, entendiéndose actualmente como un espectro; por ello hablamos de las depresiones.
Ahora bien, a su vez, distinguimos las depresiones clínicas, cuya sintomatología (abulia o
hipobulia, astenia, flujo del pensamiento lentificado, contenido del pensamiento negativo,
presentación personal descuidada, pérdida por el interés laboral y social, etc) clásica nos habla
de una pérdida real (persona u objeto) o ideal (virtudes, proyectos, anhelos, etc) de las
depresiones originadas en una existencia vacía, sesgada por el hastío, el desgano y la carencia.
Esta se ha denominado depresión esencial. La característica fundamental de la depresión
esencial (como síntoma del vacío) es que carece de objeto, no remiten a una pérdida
localizable en el discurso. El primero en conceptualizar esta clínica fue el psicoanalista francés
Pierre Marty, fundador de la escuela psicosomática de París. El autor afirma que se trata de
una sintomatología depresiva definida por el vacío. Esto conlleva a un borramiento de la
dinámica mental (desplazamientos, condensaciones, introyecciones, proyecciones,
identificaciones, vida fantasmática (fantasías) y onírica)
Actividad Optativa Nº 15
• Hay un agravamiento de los factores de riesgo por el entorno social: patologías psiquiátricas,
stress prolongado, pérdidas, el maltrato y el abuso físico o sexual, familias caóticas, alcohólicas
y conflictivas, y muy frecuentemente la depresión. Existen un sin fin de elementos que pueden
intervenir en la intencionalidad del acto. A fines pedagógicos, pero insuficientes en la clínica,
intentaremos nombrar alguno de ellos: