Está en la página 1de 71

HISTORIA

^MVNDO
A n ig v o 54

AGRICULTURA Y
MIMERIA ROMANAS
DURANTE EL
ALTO IMPERIO

m »
WmWum
HISTORIA
^MVNDO
A ntîgvo

ROMA
Director de la obra

Julio Mangas Manjarrés


(Catedrático de Historia Antigua
de ia Universidad Complutense
de Madrid)

Diseño y maqueta:

Pedro Arjona

«No está permitida la


reproducción total o parcial de
este libro, ni su tratamiento
informático, ni la transmisión de
ninguna forma o por cualquier
medio, ya sea electrónico,
mecánico, por fotocopia, por
registro u otros métodos, sin el
permiso previo y por escrito de
los titulares del Copyright».

© Ediciones Akal, S.A., 1991


Los Berrocales del Jarama
Apdo. 400 - Torrejón de Ardoz
Madrid - España
Tels. 656 56 11 - 656 49 11
Fax: 656 49 95
Depósito Legal: M .4 7 2 6 -199 1
ISBN: 84-7600 274-2 (Obra completa)
ISBN: 84-7600 631-4 (Tomo LIV)
Impreso en Grefol, S.A.
Pol. II - La Fuensanta
Móstoles (Madrid)
Printed in Spain
AGRICULTURA Y MIMERIA
ROMANAS DURANTE
EL ALTO IMPERIO

J . M. Blázquez
~r-----------------
Indice

Págs.

Introducción ........................................................................................................................ 7

I. A gricultura de Italia ............................................................................................. 9

II. A gricultura provincial frente a la agricultura itálica ............................... 16

III. M inería ........................................................................................................................ 38


1. H ispania ................................................................................................................. 38
2. G alia ........................................................................................... ........................... 55
3. B ritania .................................................................................................................. 55
4. N órico, Panonia, D alm acia y M esia Superior ............................................ 56
5. Dacia, Alburnus M aior ....................................................................................... 59
6. Siria ........................................................................................................................ 63
7. Grecia .................................................................................................................... 63
8. Asia M enor .......................................................................................................... 65
9. África ..................................................................................................................... 66
10. Egipto ...................................................................................................................... 66

Bibliografía ......................................................................................................................... 69
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 7

Introducción

Repartidores de tierras. tifundio, que existió pujante. El caso


Latifundios y fortunas más conocido es el del liberto Trimal-
ción, inm ortalizado por Patronio en su
Satiricón, obra que se fecha general­
La agricultura fue la base de la econo­ m ente en época de Nerón. La creación
mía en la Antigüedad, de aquí su impor­ de sus latifundios debe datar de época
tancia excepcional. Con el gobierno de de Tiberio: aspiraba a ser dueño de
Augusto, la situación de la econom ía m edia Italia y Sicilia. Se tiene noticia
rom ana sufrió transform aciones. La paz de otros grandes propietarios. El más
y el nuevo régim en instaurados por rico propietario de época julio-claudia,
A ugusto m otivaron la recuperación rá­ C ornelio Lentulo, tenía un patrim onio
pida de la agricultura, que había su­ de 400 m illones de sestercios (Sen. de
frido m ucho durante las guerras civiles ben. II, 27, 1). El liberto Cecilio Isi­
con las expropiaciones y las num erosas doro alim entaba en sus propiedades
reparticiones de tierras a los veteranos. 3.600 parejas de bueyes, 257.800 cabe­
Se ha calculado que sólo C ésar asentó zas de ganado m enor y 4.116 esclavos
unos 80.000 hombres en H ispania y A u­ y tenía 60 millones de sestercios. M iem ­
gusto repartió lotes de tierra a unos bros de la casa im perial, com o Livia y
200.000 veteranos. El régim en agrario sus hijos, Tiberio y Druso, y su nieto
no se m odificó profundam ente, aunque G erm ánico, llegaron a contar con gran­
se introdujeron nuevas relaciones de pro­ des propiedades. Estos latifundios o eran
piedad. Augusto com pró con su dinero hereditarios o procedían de inversiones.
las tierras que se repartieron a los vete­ El em perador en los dos prim eros si­
ranos; según su propio testim onio, con­ glos era el m ayor propietario del Im pe­
servado en la Res G estae (III, 16, 22), rio. Las propiedades imperiales aumenta­
pagó 600.000.000 de sestercios por las ban considerablem ente por la confisca­
tierras de Italia y 260.000.000 por las ción de los bienes de los condenados,
de las provincias. Se ha calculado que o por testam ento y legados de los par­
cada lote de tierra oscilaba entre 8 a 10 ticulares a los em peradores. Se conser­
yugadas, pero en las reparticiones de van noticias de que las adquisiciones
tierras de Em erita, la capital de la re­ de los em peradores y de sus familiares
ciente provincia Lusitania, los lotes fue­ aum entaron considerablem ente en Asia
ron m ucho m ayores. Sin em bargo, no M enor, Á frica y Egipto. N erón confiscó
entró en la política de A ugusto, ni en las tierras de grandes latifundistas de
la de sus sucesores, tem iinar con el la­ Africa, lo que convirtió a los emperado­
8 Akal Historia del Mundo Antiguo

res en los m ayores propietarios, pero nancieras, sino tam bién de las explota­
había otros muchos. ciones de las tierras. Invertían sus ganan­
A com ienzos del Im perio se creó una cias en la com pra de cam pos. Sin em ­
nueva alta clase de terratenientes, pro­ bargo, la riqueza de los caballeros no
cedentes de las provincias o m unici­ com petía ni con la de la aristocracia,
pios, cuyo capital eran las tierras. Los ni con la de algunos libertos fam osos,
historiadores Tácito y D ion Casio han que alcanzaron un gran poder, como
conservado las cifras de capitales de los de Claudio, Palaute, Calixto y N ar­
algunos m iem bros de esta nobleza. Las ciso, que tenían fortunas de 300, 200
de L. Anneo Seneca y Q. V ibio Crispo y 400 m illones (dio Cass. 60, 34, 4;
alcanzan los 300 m illones (Tac. Ann. Tac. Ann. 12.53.2; Plin. 33.10.134), lo
13, 42, 2; Dial. 8; dio Cass. 61. 10.3; que les convertía en los hom bres pri­
Marc. 4, 54, 7). A 200 m illones ascen­ vados m ás ricos del Imperio.
dían los de C ay o S a lu s tio P a se n o En las colonias y m unicipios hubo una
Crispo y T. C lodio Eprio M arcelo (Tac. gran clase media. Para pertenecer al ordo
Dial. 8). Otras fortunas eran m enores. de los decuriones se necesitaba una for­
La de Gavio Apicio llegaba a los 110 tuna de 100.000 sestercios, que se alcan­
m illones y a 100 la de L. Tario Rufo zaba principalm ente con la explotación
(Sen. Cons. 10, 10; Plin. 18, 6, 37). A de la tierra.
com ienzos del s. n, el hom bre m ás rico Los latifundios, a com ienzos del Im ­
del Imperio contaba algo m enos de 288 perio, se explotaban m ediante esclavos,
m illones (Plut. Vita Pub. 15, 3). Se ha com o trabajaba sus tierras Petronio, pero
calculado la fortuna de Plinio, rico te ­ a finales del s. i y com ienzos del s. i i , Pli­
rrateniente itálico, en 20 m illones. nio el Joven lo hacía m ediante colonos.
Los caballeros que form aban la bu­ Los em peradores Adriano y la dinastía
rocracia del Im perio no sólo vivían del de los A ntoninos crearon una clase de pe­
com ercio, de la recaudación de las con­ queños propietarios, que hicieron la gran
tribuciones y de las especulaciones fi­ prosperidad de A frica en los siglos n y m.

Estatua de Diana. Itálica


Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 9

I. Agricultura de Italia

La crisis de la agricultura dad Trem elio Escrofa aconsejaba dejar


itálica. Diversas opiniones descansar la tierra. Colum ela, de ori­
sobre sus c a u sa s gen hispano, y latifundista en Italia, se
opuso a esta teoría, y propuso una forma
La agricultura en Italia no m ejoró fun­ racional de la explotación del suelo. Es
damentalmente con las condiciones crea­ necesario saber cultivar la tierra, según
das por el gobierno de Augusto. Italia este agrónomo. Sus ideas están muy
fue a com ienzos del Im perio deficitaria próxim as a las de los tratadistas m o­
de cereales. A ugusto alude en su Res dernos de agricultura. Se dirige su obra
Gestae (1, 5.33; 3. 15. 11. 20; tam bién a los grandes latifundistas. La eficacia
Tac. Ann. 2.87; 4.6.4; 6. 13.1; 12, 43) y el aum ento productivo son la meta
a las dificultades con que se encontró de su tratado. Insiste este autor en los
en el abastecim iento de cereales a la aspectos teóricos de la explotación agrí­
capital del Im perio, que se mantenía cola y en la racionalización del sistema
gracias a las aportaciones de las pro­ productivo. Los esclavos son los que
vincias. Su sucesor, Tiberio (Tac. Ann. realizan las labores agrícolas. Deben
3 .5 4 .4 ) p la n te ó e s te p ro b le m a al vivir en las fincas y hacer todos los
senado, lo que indica que lo conside­ trabajos necesarios. No les asigna C o­
raba acuciante. Claudio construyó un lum ela a ellos una actividad artesanal.
puerto cerealista en O stia (dio Cass. 60. Las m ujeres se dedican a confeccionar
11. 1-5; Plin. 9,6.14; 16.36, 202; Sust. prendas para uso dom éstico y no para
Claud. 20.3). A veces, com o en los años fines industriales. Colum ela no excluye
51 y 69, las existencias de trigo eran el trabajo asalariado, al que se acude
m uy exiguas. para la recogida de la uva o de la miel.
Los escritores antiguos cayeron per­ No queda claro en el tratado si estos
fectam ente en la cuenta de que Italia jornaleros son libres o esclavos de otros
no producía los cereales suficientes para propietarios.
alim entar a su población. Ya el poeta C olum ela se refiere tam bién a los co­
Lucrecio (De rer. nat. 150) en la pri­ lonos. En Colum ela hay ya huellas de la
m era m itad del s. i a.C. se refirió a la oposición del trabajo servil y libre, que
esterilidad creciente del suelo, teoría que te r m in a r á c o n la v ic to r ia de e ste
fue seguida por T rem elio Escrofa (Col. último. La explotación agrícola, tal como
de rer. 2.1.2.) y que alcanzó una gran la concibe Colum ela, necesitaba de una
aceptación entre el público. En reali­ gran m áquina adm inistrativa y era anti­
10 Akal Historia del Mundo Antiguo

económica. Había que mantener los escla­ del siglo xiv antes de que la produc­
vos m uchos m eses al año sin trabajar. ción de trigo, por ejemplo, pudiera equi­
Este hecho fue un factor constante de la pararse regularm ente al rendim iento cua­
crisis agraria de época imperial. druplicado que parece haber sido con­
El trabajo servil decayó por no haber siderado com o la m eta para las pose­
el recam bio necesario y porque se cons­ siones de la antigua Italia cultivadas
tituyó m ano de obra m enos especiali­ por esclavos; y se puede señalar cierto
zada, pero a m ás bajo precio. Otros au­ avance tecnológico precisam ente donde
tores m odernos han pensado que su de­ la esclavitud se m ostró m ás brutal y
cadencia vino originada, para ello es opresora, en las m inas de España y en
m enos probable, por ser de m ediocre los latifundios rom anos.
calidad, por el escaso rendim iento de Carecem os de datos para calcular la
los esclavos. rentabilidad de la esclavitud antigua, que
Son muy atinadas las consideracio­ de todas m aneras sería muy difícil; no
nes que sobre este problem a hace M.T. tenem os m anera de evaluar su ren ­
Finley: “El rendim iento cualitativo de tabilidad relativa en la A ntigüedad en
la fuerza de trabajo esclava es el punto com paración con otros tipos de fuerza
esencial para proceder a una conside­ de trabajo. Tampoco los antiguos pu­
ración de su eficiencia y rentabilidad, d ie ro n h a c e r lo s p rim e ro s c á lc u ­
y, por tanto, de las opciones abiertas los, pero sí supieron que regularm ente
a los patrones en la A ntigüedad. Es éste o b te n ía n in g re so s s a tisfa c to rio s. El
un tem a intratable por obra de dogm as segundo cálculo, el relativo, ni siquiera
y seudo-pruebas, en su m ayoría basa­ pudieron imaginarlo. ¿Con qué alternati­
dos en juicios m orales. H ay una larga vas podían com pararlo? Los plantado­
línea de escritores, de la m ás variada res y m anufactureros sureños podían
coloración política, que aseguran que observar a sus colegas del norte. Pero
el trabajo esclav o es in eficien te, al ¿a quién habían de mirar griegos y roma­
m enos en la agricultura, y a fin de cuen­ nos? Más aún, los sureños, habiendo
tas no costeable. Esta afirm ación ha­ observado, decidieron entrar en guerra
bría asom brado a los griegos y rom a­ a fin de retener la esclavitud, y ese sen­
nos propietarios de esclavos, quienes cillo hecho histórico debe poner fin a
durante m uchos siglos no sólo creye­ esa clase de argum ento, que aún ejerce
ron alegrem ente que estaban obteniendo tal atractivo en la historia antigua. D esa­
de sus esclavos considerables ganan­ rrollo económico, progreso técnico y efi­
cias, sino, lo que es m ás, derrochándo­ ciencia creciente no son virtudes “natu­
las. No m enos habría asom brado a los rales”; no siem pre han sido posibilida­
plantadores de Brasil y del M ississippi, des y ni siquiera desiderata, al menos
cuyas ganancias sobre la inversión eran no para quienes gobernaban los medios
com parables a las de las regiones no por los cuales tratar de obtenerlos”.
esclavas del N uevo M undo. El núm ero de esclavos de las fincas
Se asevera entonces, com o segunda era elevado. A Trim alción (Petr. Sat.
“línea de defensa”, que la esclavitud 117) afirm a un huésped que, “además,
im pidió el progreso tecnológico y el c o n ta b a en Á fric a con 3 0 .0 0 0 .0 0 0 ,
crecimiento de la productividad, que aun in c lu y e n d o fin c a s y c ré d ito s; y en
el servil “colonado” de fines del Im ­ cuanto a esclavos poseía tantos re ­
pero rom ano, predecesor de la servi­ partidos por sus tierras de N um idia que
dumbre medieval, era más eficiente por­ incluso podía asaltar C artago”.
que los coloni (para no hablar de los En los cultivos especializados, com o
aparceros libres) “se interesaban más las vides, los jardines y el cuidado del
que los esclavos en los frutos de su ganado, se preferían esclavos griegos
labor”. D ogm a otra vez: hay que re­ y orientales. El resultado fue que des­
m ontarse a la Inglaterra y la Francia cendió la productividad. La hacienda
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 11

agrícola, tal com o la concibe Colum ela, alcanzaba unos 200.000 sestercios anua­
presupone grandes capitales por lo que les, lo que significa una entrada neta
sus ideas no encontraron gran acepta­ de 30.000 sestercios. En el m om ento
ción entre los latifundistas. Los ingre­ de su destrucción, un hom bre, que huyó
sos no revertían en las m ejoras de las con el famoso tesoro, llevaba una bolsa
fincas generalm ente. Se gastaban en las de m o n e d a s de o ro e q u iv a le n te a
ciudades. En las controversias entre cul­ 100.000 sestercios. Otras m onedas ha­
tivadores de la vid o de los cereales, lladas en la villa sum aban 3.700 ses­
Colum ela se inclina por los primeros. tercios. De una finca de Cum as, pro­
Piensa que un solo viñador puede cui­ piedad de Trim alción (Petr. Sat. 53),
dar 7 yugadas. C onstaba el trabajador en un día, el 26 de julio, “nacieron 30
unos 8.000 sestercios; 7.000 sestercios niños y 40 niñas. Se recogieron de la
la totalidad de las yugadas, y las plan­ era a los graneros 500.000 m odios de
tas con sus soportes 2.000 por yugada. trigo (unos 43.700 He.). Fueron pues­
Es decir, 29.000 sestercios en total. Los tos al yugo 500 bueyes”.
gastos totales durante dos años ascen­ La extensión de estos latifundios era
dían a 32.480 sestercios a un interés en o rm e. T rim a lc ió n (P etr. Sat. 48)
del 6%. C olum ela calcula la ganancia afirm a que todo lo que consum e pro­
neta en 4.351 sestercios. C olum ela no cede de una finca que todavía no había
está m uy interesado en el cultivo del visto: “Dicen que confina por un lado
olivo. Probablem ente el aceite bético con Terracina y por otro con Tarento”,
era más barato que el itálico y acabó que distaban unos 300 km.
desplazándolo del m ercado de Italia y Plinio el Viejo es consciente de la
de las provincias. Se detecta una au­ decadencia de la agricultura itálica. E s­
sencia, en los grandes latifundistas ro­ cribe para gentes hum ildes y se opone
m anos, de racionalidad económ ica. Los a los terratenientes absentistas y al tra­
Apiones, que gastaban grandes sumas bajo de los esclavos (18.6.36). Es par­
de dinero en m ejorar la producción de tidario del trabajo de las tierras por los
sus fincas, son una excepción en el Impe­ colonos libres y por el propietario di­
rio Rom ano y su actitud era ajena a la recto. Colum ela (De re rust. 1.3.12),
m entalidad rom ana. que censura que los latifundios se aban­
Otro obstáculo fue que en la Italia donaran al pasto extensivo, ataca a los
del siglo i la liquidez m onetaria no propietarios que no podían recorrer a
debía ser m uy grande. Donde hubo esta caballo en una sola jornada los límites
liquidez m onetaria, com o en Á frica y de su finca, lo que parece indicar una
en las provincias del O riente, la agri­ extensión de 2.500 Ha. Colum ela, que
cultura no entró en retroceso. En estas critica la inexistencia de escuelas y de
provincias se docum entan los grandes m aestros para los agricultores, ataca ás­
latifundios de cultivo intensivo y la peram ente el absentism o de los dueños
media y pequeña propiedad explotada de sus fincas, que era lo com ente,.
por colonos libres. La progresiva concentración de las
tierras es uno de los fenóm enos más
significativos de la evolución de la es­
Los latifundios tructura agraria de época imperial. Pli­
nio el V iejo (8.43.167) afirmó que los
Sobre la extensión de los latifundios latifundios hundieron a Italia, y vio en
hay algunos datos. T rim alción aspiraba ellos la causa de la decadencia de la
a recorrer desde C am pania a Sicilia sin agricultura itálica y de las provincias
salir de sus dom inios. Se supone que que los tenían.
la villa de B oscoreale producía 938 hl Latifundios existían en las provincias.
de vino de la m ejor calidad, cuyo valor Seis propietarios se repartían la m itad
era de 157.500 sestercios. El del aceite de África (Plin. 18.6.35), com o se ha
12 AkaI Historia del Mundo Antiguo

dicho ya antes. G randes dom inios im ­ nos (Epist. 5, 14, 8; 7, 30, 3; 9, 36, 3).
periales están docum entados en Africa. Este autor alude en su correspondencia
En Egipto y en Á frica los latifundios al m al cultivo de las tierras, a lo poco
no se tra b a ja b a n m e d ia n te g ra n d e s que pagaban los colonos y a la escasez
m asas de esclavos. de la m ano de obra. Plinio es partidario
Progresó la gran propiedad en m anos de m odificar el contrato de arrenda­
de senadores y em peradores. L a pro­ m iento en un contrato de aparcería, pues
piedad m unicipal se m antuvo sin cam ­ los colonos frecuentem ente no pagaban.
bios sustanciales, y la propiedad libre Todo esto hacía que no hubiera incen­
tendió a dism inuir. tivos para la m ejora de las tierras. Se
Desde los años de A ugusto a los del ha supuesto que el rentero pagaba más
gobierno de Trajano, dism inuyó, según de un tercio del fruto, que era la canti­
el testim onio de ías Tablas de V eleya dad estipulada en Á frica para los culti­
y de Benevento, al núm ero de propie­ vadores en tierras im periales abando­
tarios y aumentaron los latifundios. Este nadas. Las rentas obtenidas por Plinio
proceso se localiza principalm ente en se han calculado en m ás de un millón
el norte de Italia. En las Tablas de Ve­ de sestercios. Los satíricos M arcial (I,
leya la yugada valía 2.500 sestercios. 55. 3; 3. 58; 31-40; 66, 10-12, etc.) y
La propiedad de m ayor extensión tenía Juvenal (6, 149; 7, 188; 9, 59, etc.)
800 yugadas y valía 1.800.000 sester­ aluden frecuentem ente a la m iseria de
cios, y las m ás pequeñas 25. En las los colonos.
Tablas de Benevento el valor de la pro­ Los emperadores dictaron algunas me­
piedad m ayor subía a 500.000 ses­ didas encam inadas a paliar la desas­
tercios. Plinio (13.15.92) habla de que trosa situación de algunos agricultores.
1.400.000 sestercios era el precio de un El senado dispuso que los deudores pa­
latifundio, que sería de unas 350 Ha. gasen sólo 2/3 de su deuda. Tiberio
Sin em bargo, la pequeña y m edia pro­ ordenó que se dispusiera para los deu­
piedad no desapareció de Italia nunca. dores de un dinero público para prés­
La extensión de las villas próxim as a tam os, sin interés durante tres años,
Pom peya en tiem pos de la destrucción saliendo garantizados por las hipotecas
de la ciudad por el Vesubio era de 80 de las fincas de un valor doble al del
ó 250 yugadas, según algunos autores. préstam o (Tac. Ann. 6. 16-17). Domi-
Las Tablas alim entarias prueban la exis­ ciano dio la plena posesión de las tie­
ten c ia de p e q u e ñ a s p ro p ie d a d e s en rras. B ajo N erva se reanudó la c o ­
época de Trajano. lonización. Trajano y sus sucesores con­
Sin em bargo, se introdujeron sustan­ cedieron préstam os a bajo interés a pro­
ciales m odificaciones en la estructura pietarios pequeños. Los intereses se dedi­
del gran latifundio a finales del s. i, el caban a fines asistenciales (Plin. Pan.
cultivo a gran escala se sustituyó por 26-28). Este m ism o em perador obligó
el cultivo a pequeña escala dentro de a los senadores de las provincias a inver­
la gran propiedad. tir un tercio de sus bienes en tierras en
Plinio el Joven, a finales del s. i o Italia (Plin. Epist. 6. 19. 4), cifra que
a com ienzos del siguiente, cultivaba sus M arco A urelio descendió a un cuarto,
tierras, repartidas desde el valle del Po lo que es un índice de que las tierras
a Roma, con colonos, que siempre debie­ no eran negocio. Todas estas medidas
ron trabajar en la agricultura itálica, y no lograron las finalidades pretendidas.
se gastaba los ingresos en la ciudad.
Para este autor la com pra de una
buena finca siem pre era un negocio in­ Modelos de fincas
cierto. M enciona propiedades en venta
próxim as a las suyas. H abía dificulta­ C olum ela (De rer. 1.9.7) se im agina la
des grandes en encontrar buenos colo­ villa situada entre cam pos para prados
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 13

y de cereales, cañizales y plantaciones tierras los C eltíberos-, disfruto de un


de vides, olivos y árboles. Los escla­ sueño profundo y obstinado, que a m e­
vos que la trabajaban, form aban cua­ nudo ni la hora tercera logra interrum ­
drillas, divididas en decurias, vigiladas pir, y me repongo así de tanto como
por un monitor. La villa debía tener he velado durante treinta años. N o se
paneras para conservar el grano. Debía conoce la toga; si lo pido, se me da
ser cóm oda para que los propietarios la cualquier ropa que ande en alguna silla
habiten con gusto (De rer. 1.4.8). D ebía desvencijada. Al levantarm e, me recibe
tenerse en cuenta la salubridad de la una lumbre que, en espléndido m on­
región y la abundancia de agua (De re. tón, alim enta el vecino encinar, y que
n. 1.5, 1-3). Podía colocarse la villa la casera corona de gran núm ero de
delante de un río (De rer. 1.5.4) defen­ ollas. Llega luego el cazador, y uno al
dida de los vientos. Junto al mar, es­ que tú desearías tom ar en el secreto de
tará colocada sobre rocas y no en la los bosques; el casero, con dulces m o­
playa (De rer. 1.5, 6-7). No debía si­ dales, reparte su ración a los esclavos,
tuarse cerca de los pantanos, fuentes de m ientras les pide que dejen ya esos lar­
paludism o (De rer. 1.5.7). Las partes gos cabelllos. A sí es com o me agrada
de la villa son, según Colum ela, la ur­ a m í vivir, y así m orir” (E p 12. 18).
bana, la rústica y la fructuaria. La pri­ Y en la segunda: “Este bosque, estas
m era contaría con habitaciones de in­ fuentes, esta som bra que tejen pám pa­
vierno y de verano (De rer. 1.6, 1-2). nos erguidos, esta co m en te canalizada
Los esclavos habitaban la parte rústica. de agua fertilizante, estos prados, esta
D ebía tener un ergástulo para los escla­ rosaleda en m odo alguno inferior a las
vos encadenados. D ebía haber cuadras de Paestum, dos veces productivas, este
para el ganado, al aire libre para el ve­ huerto que verdea en el m es de enero
rano y cubiertas para el invierno. El y que no se hiela, estas anguilas fam i­
vilicus vivía junto a la puerta, donde liares que nadan en un estanque ce­
se almacenan los aperos de labranza (De rrado, este blanco palom ar que alberga
rer. 1.6, 6-7). Los pastores se alojaban aves tan blancas com o él: tales son los
junto a los rebaños (De rer. 1.6.8). La presentes de mi dama: a mi vuelta al
parte fructuaria se divide en varios apar­ cabo de siete lustros, he aquí la m an­
tados según se dedique al aceite, al vino, sión y el pequeño reino con que M ar­
al heno, etc. (De rer. 1.6, 19). C olu­ cela me ha obsequiado. Si N ausicaa me
mela da consejos en su obra al terrate­ concediera los jardines de su padre, yo
niente encam inados a conservar los pro­ podría decirle a A lcino: prefiero los
ductos. Próxim os a la villa estarían co­ m ios” (Ep., 12, 31)..
locados el horno de pan y el m olino: Trim alción (Petr. Sat. 77) describe la
el autor describe las villas de los lati­ casa de su finca: “Entre tanto, con la
fundios. protección de M ercurio, ha edificado
M arcial, a finales del siglo i, ha de­ esta casa. Com o sabéis era un tugurio,
jado dos descripciones de la finca que ahora es un palacio. Tiene 4 com edo­
le regaló M arcela, cuando, hastiado de res, 20 dorm itorios, 2 porches de m ár­
la vida de Rom a, volvió a su patria mol; en el piso de arriba, un comedor,
ch ica, B ilb ilis. Se trata de una fe ­ una habitación en la que duerm o yo, el
cha propiedad. D ice así el poeta bilbili- nido de esa víbora, y un buen apar­
tano: tamiento para el portero; y las habitacio­
“...de m í ha hecho un cam pesino mi nes para seis huéspedes” .
Bilbilis, orgullosa de hierro y oro, reen­ Plinio el Joven (Epist. 5.61) ha des­
contrada tras m uchos diciem bres. Aquí, crito bien su finca: “La villa situada en
en m anos de la pereza, en agradable las faldas de la colina tiene la m ism a
trabajo cultivam os B oterdo y Platea vista que si estuviese en la cima (...).
-q u e así de rudam ente llam an a estas En gran parte está orientada al m edio­
14 Akal Historia del Mundo Antiguo

día, y en verano, a partir de la hora sol la inunda por com pleto. Está unida
sexta, en invierno un poco m ás tarde, a la c a le fa c c ió n su b te rrá n e a , pues,
parece que invita al sol a penetrar en cuando el tiem po está nublado, se suple
una am plia galería de longitud propor­ con el envío de vapor. Luego, la trasal-
cionada. M uchas estancias están orien­ coba del baño, espaciosa y alegre; a
tadas hacia nosotros, lo m ism o que un continuación, la sala de baño frío, donde
atrio al gusto antiguo. hay una tina grande y fresca. Si se
Delante de la galería hay una terraza quiere nadar am pliam ente y en agua
dividida en varios com partim entos con tibia hay en el patio una piscina, y muy
seto de boj: después, bajo un pequeño cerca un m anantial, que perm ite refres­
relieve de tierra, el boj está recortado carse de nuevo si hace m ucho calor.
formando figuras de animales, que com ­ De las salas de baño frío se pasa a las
baten entre sí: la parte baja está recu­ de baño templado, donde el sol se m ues­
bierta de acanto, blando y suave, casi tra generoso, y m ás todavía a la del
diaríam os fluido (...). baño caliente, porque esa da al exte­
Al final de la galería se abre un tri­ rior. Hay allí tres balsas, dos expuestas
clinio (...). Casi en frente de la m itad al sol, la tercera con m enos sol, pero
de la galería se encuentra, un poco re ­ no m enor luz. E ncim a de la trasalcoba
tirado, un pequeño patio som breado por se halla el esferisterio o cancha de p e­
cuatro plátanos. Entre éstos brota de lota, que perm ite m ucha variedad de
una pila de m árm ol gran cantidad de ejercicios a m uchas personas al mism o
agua, y con sus leves chorros alim enta tiem po. No lejos del baño están las es­
los plátanos de alrededor y todo lo que caleras que conducen a la galería y,
se encuentra debajo de ellos. En este prim eram ente, a tres apartam entos. Uno
apartamento hay una habitación para des­ de ellos mira al pequeño patio de los
cansar, en la que no penetra ni la luz, cuatro plátanos, el otro a la padrera, el
ni el alboroto, ni los rum ores, y al lado tercero a las viñas con un panoram a
de la habitación un pequeño gabinete com pletam ente distinto.
para cenar todos los días, con personas Al extrem o de la galería hay una ha­
de confianza; desde allí se divisa por bitación, tom ada de la m ism a galería,
un lado, aquel pequeño patio, por el que m ira el hipódrom o, a las viñas y
otro, el pórtico y todo lo que se ve m ás a los m ontes. A neja hay otra habita­
allá. Hay otra habitación que recibe el ción expuesta al sol, especialm ente en
verdor y la som bra del plátano cercano, invierno. A quí com ienza un apartamento
adornada con m árm oles en la parte in ­ que une la villa con el hipódrom o. Este
ferior de las paredes, y no cede al m ár­ es el aspecto y el destino de la parte
mol en belleza un fresco que representa frontal de la villa (...).
ram as y pájaros, que se posan en ellas. Al extrem o del hipódrom o, un banco
Hay tam bién una pequeña fuente y bajo sem icircular de m árm ol cándido, cu­
la fuente una cubeta, y en torno a todo bierto por una vid, sostenida por cuatro
esto unos canalillos que crean un agra­ colum nillas de m árm ol caristeo. Desde
dabilísim o m urm urio. el lecho, com o exprim ida por el peso
En el ángulo de la galería, una gran del que allí yace, el agua se desliza por
habitación se enfrenta con el comedor; unos canalillos, yendo a parar a una
desde algunas ventanas se divisa una piedra vaciada, siendo recogida luego
terraza, desde otras, el prado, pero antes en una preciosa pila de m árm ol, y está
que éste la piscina, que cae debajo de preparada de tal m odo que, sin que se
las ventanas, grata a la vista y al oído; advierta, se llene sin desbordarse nunca.
ya que el agua, al caer desde lo alto, Los platos para los entrem eses y los
espum ea sobre el m árm ol que la re­ m anjares más im portantes se colocan
coge. Esta habitación está m uy abri­ al borde la fuente, los de los m anjaes
gada incluso en el invierno, porque el m ás ligeros flotan por aquí y por allí
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 15

sobre vasijas, que representan navícu­ parece al m ism o tiem po. U nos asientos
las o avecillas. Al frente, una fuenta de m árm ol dispuestos acá y acullá son
lanza chorros de agua y la recupera, muy gratos, no m enos que la m ism a
porque después de ser lanzados a lo habitación, para aquellos que se han
alto, caen sobre sí m ism os, m ediante fatigado con el paseo. Cerca de los asien­
un sistem a de canalículos que la absor­ tos hay fontanelas; por todo el hipó­
ben y la em pujan. U na pequeña alcoba, drom o hay riachuelos con sus m urm u­
situada frente al asiento, le confiere tanta llos, conducidos por canalículos, dóci­
gracia y belleza cuanta recibe. Está toda les a la m ano que los dirige; con ello
resplandeciente de m árm oles, dom ina se riegan ora unas zonas verdes, ora
desde sus puertas y se insinúa en el otras, y a veces todas sim ultáneam ente.”
verdor, y otros verdores se esparcen ya Representaciones de villas se cono­
sea desde lo alto, ya sea desde la parte cen varias en la pintura pompeyana. Sue­
baja de las ventnas superiores e infe­ len tener dos pisos, porticados, y la en­
riores. Una alcoba se interna luego for­ trada al atrio. A veces delante de la
m ando una sola cosa con la habitación, entrada hay colocado un tem plete coro­
y, no obstante, diferente. Hay allí una nado por una cúpula y detrás un jardín
cam a y ventanas por todas partes, y, no con diferentes edificios, com o en el ta­
obstante, la luz está tem plada por las blinum de la casa de Lucretius Fronto,
som bras circundantes. La parra, lozana en Pom peya. Otras veces las villas se
y frondosa, trepa por el techo hasta lle­ encuentran junto al m ar, com o en Sta-
gar a lo m ás alto. A quí parece que no bies. En la pintura de Pom peya, como
estás acostado en tu casa, sino en un en la de la “fontana picola”, se repre­
bosque, solo que no estás expuesto a senta otro tipo de villa rústica de C am ­
la lluvia com o en el bosque. También pania. La casa es una torre colocada
aquí hay un surtidor que salta y desa­ dentro de una tapia.

La rentabilidad de algunos viñedos por vanidad, rasgo destacado de su


excepcionales carácter y, dándoselas de experto en
la materia, hizo replantar de nuevo las
viñas (pastinatio) bajo la dirección de
En nuestra época, pocos ejemplos ha Esteneio. Al cabo de ocho años, logró
habido de grandes viñadores, pero por un prodigio apenas creíble, pues la
eso mismo, tanto menos debemos om i­ cosecha que obtuvo se adjudicó, toda­
tirlos, para que se conozcan las re­ vía por recolectar, en cuatrocientos mil
compensas que cabe esperar. Gran sestercios. Acudieron muchos a contem­
fama conquistó Acilio Esteneio, liberto, plar la enorme cantidad de uvas que
por haber cultivado, en el territorio de colgaban de las cepas (...), y final­
Nomentum , sesenta yugadas de v i­ mente, Aneo Séneca, el primero de su
ñedos, no más, y haberlos vendido por época por sus co n o cim ie n to s y su
cuatrocientos mil sestercios (...). Pero poder, tan excesivo al final que le con­
la mayor gloria corresponde, gracias al dujo a la ruina, nada interesado en
mismo Esteneio, a Remio Palemón, céle­ banalidades y que, sin embargo, se inte­
bre gramático, que hace veinte años resó por este predio hasta el punto de
compró un terreno por seiscientos mil no avergonzarse en, despreciando otras
sestercios en el camino que sale de la y por puro deseo de ostentación, ad­
vía Nomentana, a la altura del décimo quirir aquella joya por el cuádruplo de
miliario. Nadie ignora que los terrenos su valor, casi diez años después de
de los alrededores de Roma son de que se comenzara a explotar.
bajo valor y, sobre todo, los de esta
zona, con predios mal cultivados y
suelo de mala calidad. Comenzó a culti­ Plinio el Viejo,
varlo, no por amor a la virtud, sino Historia Natural, 14, 47-50.
16 Akal Historia del Mundo Antiguo

II. Agricultura provincial frente


a la agricultura itálica

La com peten cia de las portaron al sur de la Galia y a Italia.


provincias a la econom ía Termina el naturalista latino su Historia
itálica Natural (37. 203) afirmando que la Penín­
sula Ibérica es fértil en cereales, aceite,
Se sostiene con frecuencia en la inves­ vino y caballos, en lo que coincide con
tigación m oderna que la agricultura itá­ Trodo Pom peyo, escritor galo de época
lica perdió su suprem acía sobre las pro­ de A ugusto, extractado por Justino (44,
vincias que exportaban sus productos 1): “En ella hay abundancia de trigo,
agrícolas a Rom a. Es indudable que al­ de vino, de m iel y de aceite”. El vino
gunos productos agrícolas com petían fa­ hispano y galo hicieron com petencia al
vorablem ente con los itálicos. A sí el itálico, ya en época de Augusto, y m oti­
geógrafo griego E strabón, con tem p o ­ varon en época de Dom iciano una inter­
ráneo de A ugusto, afirm a del sur de vención estatal protectora del viñedo itá­
Hispania (3.2.4.), “Turdetania (la Bé- lico, que tendió a increm entar la pro­
tica) es m aravillosam ente fértil, tiene ducción del trigo, prohibiendo plantar
toda clase de frutos y m uy abundantes, n u e v o s v iñ e d o s en Ita lia y que se
la exportación duplica estos bienes, por­ destruyeran la m itad de las provincias
que los frutos sobrantes se venden con (Suet. Dos. 7.2.). Esta m edida prueba
facilidad a los num erosos barcos de co­ que había exceso de vino y escasez de
m ercio... (3.2.6): De Turdetania se ex­ cereales. Trim alción rehace su fortuna
porta trigo, m ucho vino y aceite, éste con la im portación de A sia de produc­
no sólo adem ás en cantidad, sino de tos alim enticios de prim era necesidad.
calidad insuperable... La excelencia de Trim alción dio a sus com ensales “una
las exportaciones de Turdetania m ani­ torta de queso fría, bañada en miel
fiéstase en el gran núm ero y el gran caliente m ezclada con un excelente vino
tam año de las naves; los m ayores n a­ de H ispania” (Petr. Sat. 66). Colum ela
vios que arriban a Puteoli y a Ostia, (De rer. I, Praef. 20) se lam enta de que
puerto de Rom a, proceden de aquí y su el trigo se im portaba de las provincias,
núm ero es casi igual al que viene de principalm ente de Á frica Proconsular,
Á frica”. M agníficam ente señala E stra­ de Egipto y de Sicilia, y el vino de la
bón en estos párrafos la im portancia de Galia, de la Bética y de las islas del
la exportación agrícola de H ispania y Egeo. La confirm ación arqueológica de
de Á frica a Rom a. Plinio (14.71) m en­ estos datos sacados de los escritores es
ciona los vinos lacetanos, tarraconen­ el depósito de ánforas del m onte Tes-
ses, lauronenses y baleáricos que se ex­ taccio de Rom a, casi todo hecho con
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 17

los restos de ánforas hispanas, que en m illones de litros anuales, respectiva­


su m ayoría contenían aceite y en m enor m ente, y que el 50% o algo más del
núm ero vino hispano. La fecha de esta vino consum ido en Rom a procedía de
exportación hispana de aceite y vino a Hispania, siendo todavía m ayor la impor­
Rom a y a las fronteras abarca desde el tación del aceite, lo que suman unos
s. i hasta el 260 aproxim adam ente. A ingresos de 60 y 40 m illones de sester­
p a rtir de la ép o ca de C o m m o d o el cios respectivam ente. En opinión de A.
aceite africano, que era de peor calidad Belil, el cálculo de T. Frank es bajo y
que el hispano y que en principio se hay casi que doblarlo. Incluso en regio­
utilizaba para el baño y el alum brado, nes agrícolas, com o Cam pania, se hap
hizo su aparición im portante en los m er­ hallado ánforas de aceite hispánico.
cados itálicos. T. Frank, el gran econo­ Todos estos datos prueban la suprem a­
m ista del Im perio Rom ano, ha calcu­ cía agrícola de las provincias sobre la
lado que el m onte Testaccio tiene unos de Italia.
40 m illones de ánforas aproxim ada­
mente, en su casi totalidad procedentes
de Hispania, con predom inio del aceite Hortalizas y frutales
y vino sobre las salazones. En total,
unos 2.000 m illones de litros. El precio La producción de hortalizas y fruta­
del ánfora oscilaba entre 20 y 40 ses­ les fue im portante. A lgunos productos
tercios. El valor total del m onte Testac­ alcanzaron precios elevados, como las
cio lo ha calculado este autor en 1.200 alcachofas de Cartagonova y de Cór­
m illones de sestercios. Según cálcu­ doba, que producía, esta última, 6.000
los de T. Frank, el consum o anual de sestercios (Plin. 19.152). En Italia se
vino y aceite oscilaba entre 112 y 7 introdujeron nuevos frutos, com o el

Horno de la cocina en la casa


del anfiteatro de Mérida
18 Akal Historia del Mundo Antiguo

m ijo (Plin. 18.7) y las cerezas (Plin. agrim ensor gaditano la im portancia en
15.25, 102). las fincas de las aves, a cuya crianza
El esparto se cultivaba principalm ente dedica todo el libro VIII. En las fincas
en Hispania, en las proxim idades de se criaban palom as, gallinas, pavos, tór­
Ampurias y de C artagonova (Str. 3.4.9.). tolas, patos y gansos. Fam osas eran las
El cultivo del lino se generalizó en el gallinas de N um idia y de Guinea. Tam ­
valle del Po (Plin. 19.1.7.10). bién eran conocidos los faisanes en las
fincas.

G anado
La agricultura durante
Las fincas solían ser m ixtas, dedicadas los gobiernos de Trajano, de
al ganado y a la agricultura. Colum ela
es partidario de la cría del ganado para
Adriano y de los Antoninos.
fertilizar el suelo. En Italia, el valle del Las leyes hadrianea y
Po, Cam pania, los A peninos y el sur m an cian a
de Italia eran regiones m uy apropiadas
para la cría del ganado. La Bética tenía De época trajanea se dispone de un do­
abun d an cia de g an ad o b o v in o (Str. cum ento de prim era m ano, que describe
3.2.4.). La localización en el sur de H is­ bien la situación de la agricultura en
pania de la leyenda del robo por H era­ algunas ciudades griegas. Se trata del
cles a G erión de sus bueyes no tiene E uboico de Dion C risóstom o, escritor
explicación sino aceptando una abun­ que pertenece a la aristocracia terrate ­
dancia grande de ganado bovino. niente de Bitinia, que recorrió gran parte
En la Bética pastoreaban rebaños de del Im perio y que fue am igo íntim o de
excelentes ovejas, fam osas por la alta Trajano. Era un buen conocedor de la
calidad de sus lanas, tan celebrada por situación económ ica y social del Im pe­
M arcial (1, 96.5.; 37.3; 9.61.3; 12.98.2) rio. Su solución a los problem as agrí­
y por Juvenal (12. 40-42), que la atri­ colas está próxim a a la sugerida por
buía a la bondad de los pastos, a la Trajano. Dion Crisóstom o describe la
calidad de las aguas y al clim a, pero situación de pobreza de las ciudades
que en realidad eran un producto de griegas, rodeadas de territorios abando­
refinadas selecciones, com o indica C o­ nados y estériles. Las ciudades están
lum ela (De rer. 7.2.5.). La costa de la repletas de una chusm a de parásitos,
provincia rom ana de Asia M enor, y el que frecuentan los lugares de espectá­
sur de Italia, principalm ente Tarento, culos y que viven a costa de los perso­
alim entaban grandes rebaños de ovino najes im portantes. El cam po está des­
(Plin. 8.4.8. 190-191), que tam bién se poblado, por lo que las ciudades no
criaban en la G alia y en el valle del Po. o b tie n e n n in g ú n b e n e f ic io de él.
H ispania (Plin. 8. 166), al igual que A firm a el autor que existen grandes
Tesalia, Sicilia, C apadocia y N um idia, extensiones de terreno abandonadas en
criaba excelentes razas de caballos de G recia, que los propietarios entregarían
carreras. Las crías de los asnos, algu­ gustosos a los que las quisieran culti­
nas veces, alcanzaban cifras altísim as, var e incluso colaborarían a ello con su
llegando hasta 400.000 sestercios en Cel­ dinero. Dion C risóstom o aconseja a los
tiberia (Plin. 8. 170). Colum ela (De rer. ciudadanos a ocupar y a explotar la tie­
6.27-28) concede gran im portancia a rra pública, lo que ahuyentaría la zanga­
la cría del ganado caballar, asnal y nería y la pobreza. Propone el amigo
m ular, así com o a la del cerdo (De rer. de Trajano la colonización. Los nuevos
7.9.1), ya que gran parte de la pobla­ posesores de tierras no deben pagar con­
ción de Rom a se alim entaba de aceite, tribuciones durante los 10 prim eros
vino y de tocino. N o se le escapó al años, después deberán entregar una pe­
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 19

queña parte del producto, pero no del lladas en A in-el-D jem ala y Souka-el-
ganado. Si se trata de extranjeros, sólo Khmis, Ain-Massel, Gazr-M eznar y Hen­
deben estar libres de pagar durante 5 chir M ettich perm iten conocer bien el
años, y después pagar el doble que los fenóm eno de la ocupación de las tie­
ciudadanos. A los extranjeros que de­ rras incultas, y al introducción del cul­
seen trabajar la tierra, se les concedería tivo de la vid y del aceite. En la citada
la ciudadanía. Se trata de una coloniza­ inscripción de H enchir-M ettich se alude
ción de base anfitéutica, análoga a la a diferentes categorías de trabajadores
establecida para los colonos del Fun­ agrícolas: colonos o pequeños arrenda­
dus V illae M agne Variani, del 116- tarios; los coloni inquilini, que eran los
117. Se ha pensado que las ideas de cam pesinos asentados en las tierras y
Dion Crisóstom o sobre la reform a agra­ obligados a determ inadas faenas agrí­
ria y social provienen del am biente de colas, y los stipendiarii, que vivían den­
los grandes propietarios que rodeaban tro y fuera del latifundio, que se encar­
a Trajano, y de la adm inistración im pe­ gaban de determ inados trabajos.
rial. El program a de Dion C risóstom o Estas reparticiones de tierras se die­
sería el de los grandes latifundistas. Los ron a lo largo del s. π y en parte del
problem as de la agricultura rom ana en sig lo s ig u ie n te , p rin c ip a lm e n te en
am plias zonas del Im perio en época tra- Á frica Proconsular, que sufrió im por­
janea serían la despoblación del cam po, tantes transformaciones económicas, que
el abandono de las tierras y la falta de han quedado reflejadas en la obra de
m ano de obra. A puleyo de M odam a en la segunda
Adriano fue el prom otor de entregar parte del siglo n, y que hicieron la gran
las tierras abandonadas, ya pertenece­ prosperidad que alcanzó Á frica en este
rían éstas al fisco im perial, ya se tra­ período. Contribuyó tam bién a fijar los
tara de tierras públicas o m unicipales. problem as nóm adas o sem inóm adas. El
Esta política fue seguida por todos los África Proconsular se convirtió en una
em peradores desde N erva a Pertinax e región productora de aceite en gran es­
incluso por los Severos. Pretendían los cala, que va a invadir poco a poco los
em peradores con esta m edida la crea­ m ercados itálicos, cuando la exporta­
ción de una clase de m edianos y pe­ ción hispana decae ya con la revuelta
queños propietarios libres, ligados por de M aterno, hacia el 180, que afectó
sus intereses y fieles a la dinastía. El tam bién a la Península Ibérica, en la
tema ha sido estudiado por el gran his­ que no sólo participaron soldados fugi­
toriador de la Econom ía del M undo An­ tivos, sino tam bién cam pesinos arrui­
tiguo, M. Rostovtzeff. Esta política fue nados, y que fue en Occidente la pri­
de una im portancia económ ica y social m era señal de una crisis fuerte en la
de enorm es consecuencias. a g ricu ltu ra. En el B ajo Im p erio , el
La docum entación de que dispone el aceite african o in v ad ió a H ispania.
estudioso se refiere a los latifundios im ­ África, alcanzó, pues, una gran prospe­
periales del valle del B agradas, en el ridad com o resultado de la política agra­
Á frica Proconsular. Se refieren a la re­ ria seguida por Adriano y continuada
glam entación de los trabajos agrícolas por los A ntoninos y Severos, que no
dentro de estos latifundios imperiales. fue sólo prosperidad m aterial, sino polí­
Proporcionan preciosos datos sobre la tica, ya que de África procedía la Dinas­
política agraria im perial, conocida por tía de los Severos, y cultural con A pu­
la Lex Hadriani de rudibus agris y la leyo y Tertuliano. Esta prosperidad fue
Lex M anciana, de aplicación más am ­ el resultado de la política agraria de
plia esta últim a, que sólo al Á frica. Trajano y de A driano de parcelar las
Estas leyes indican bien claram ente las tierras incultas y de crear unos cultiva­
líneas generales de la política agraria dores directos, de pequeñas o m edias
de los A ntoninos. Las inscripciones ha­ propiedades. A través de las citadas ins­
20 Akal Historia del Mundo Antiguo

cripciones se conoce bien la legislación Ain O nassel, pero los epígrafes de Ain-
que regulaba estas reparticiones. La ins­ el-D jem ala y de Soukh-el-K hm is, de
cripción de H enchir M ettich es una lex época de Adriano, presuponen su pro­
data prom ulgada por dos procuradores m ulgación. Esta Lex H adrianea perm i­
im periales, por las que los colonos del tía la explotación de todas las tierras
Fundus Villae M agne Variani podían incultas o abandonadas durante 10 años
cultivar las tierras que habían quedado seguidos, y de las tierras aptas para el
fuera de la centuriación, siguiendo un cultivo de los cereales, de la vid y del
antiguo reglam ento (Lex M anciana) que olivo. Los colonos tenían el derecho de
otorgaba al colono el usus propius del posesión, de disfrute y de transm itirlo
terreno que labraba. Los procuradores a sus herederos, que es lo que la ins­
determ inaban la división de los pro­ cripción de H enchir M ettich califica
ductos, la m odalidad de la conducción, com o usus propius, y que era el conte­
fijaban las prestaciones de los colonos nido m ás significativo de la Lex M an­
que debían hacer a los conductores y, ciana. La Lex H adrianea de Soukh-el-
en general, las relaciones de éstos con Khm is prohibía a los conductores y a
los colonos y en particular las cuotas los procuradores alterar la cuota de la
que los colonos pagaban anualm ente, cosecha y el núm ero de días de trabajo
según la citada Lex M anciana. Los colo­ ya establecidos.
nos p ag ab an seg ú n lo re c o le c ta d o . Adriano se preocupó m ucho durante
Debían dar a conocer la cuantía de la su gobierno del cultivo del aceite, com o
c o se c h a a los c o n d u c to re s o a los lo indican sus edictos sobre el aceite
vilici, sus representantes. ático, y sobre el de la zona de Cástulo
Este procedim iento tam bién se apli­ (Jaén), en la Tarraconense, de cuya exis­
caba a las tierras plantadas de árboles. tencia hay constancia por el com ienzo
Los prim eros años, en que los árboles de la inscripción, pero que no debe ser
no rendían lo suficiente, o nada, los el m ism o que el de Atenas, que re­
colonos estaban libres de paga. Si se m onta a lo seguido desde tiem pos de
trataba de nuevas plantaciones de hi­ Solón. Tampoco es aplicable la legis­
gueras o de vides, no se pagaba du­ lación del Ática a un m unicipio de H is­
rante las cinco prim eras cosechas; si de pania.
olivares, durante las 10 prim eras. Esta La Lex H adrianea legislaba proba­
política se proponía favorecer el cul­ blem ente para todo el Im perio, m ien­
tivo del arbolado. tras^ la Lex M anciana quizá sólo para
Adriano dio un paso adelante en esta el Á frica rom ana. Con la prim era se­
política agraria. En el año 117 el em ­ guía el em perador la tradicional polí­
perador había legislado que las tierras tica agraria rom ana de crear una clase
no fueran tasadas, según las antiguas de m edios o de pequeños propietarios,
ta rifa s , sin o seg ú n ta rifa s n u e v a s. que estaba en la base de la coloniza­
Adriano pretendía favorecer el cultivo ción rom ana de todas las épocas desde
de la tierra, que hacía que junto a tie­ el siglo iv a.C. La novedad consistía en
rras estatales funcionaba un derecho de que era un nuevo sistem a de adquirir
un privado, distinción que tam bién se tierras. Su aplicación llevó a im portan­
docum enta en la política agraria, se­ tes transformaciones económicas y socia­
guida por Adriano en Á frica, ya que en les.
las in sc rip c io n e s c itad as de A in -el- Para F. de M artino, excelente histo­
Djem ala y Ain Onassel se alude a una riador de la econom ía de Rom a, por el
Lex H adriana de rudebus agris, y de contrario, la opinión de que este em pe­
los cam pos que no habían.sido cultiva­ rador aspiraba a transform ar a las capas
dos durante 10 años consecutivos. Esta rurales en una próspera burguesía, e in­
Lex Hadriana se conoce por una ins­ cluso de que en su reinado se iniciará
cripción de época de los Severos de una revolución económ ica, carece de
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 21
22 Aka! Historia del Mundo Antiguo

las necesarias bases textuales. O pina D jem ala. D eterm inaba probablem ente
este autor que en la Lex M anciana no las jom adas gratuitas que los colonos
hay que ver una política iniciada por debían prestar a los conductores y le­
los Flavios y seguida por los A ntoni­ gislaba que estos últim os podían recla­
nos, sino que está inspirada en el inte­ m ar la tierra abandonada por los colo­
rés de los adm inistradores de las fincas nos durante dos años. Probablem ente
im periales en cu ltiv ar las tierras. Al determ inaba tam bién los años que no
cam pesino no se le anim aba a llegar a debía pagar el colono, en caso de nue­
una posición parecida a la del propieta­ v as p la n tac io n es. Se le o fre cía una
rio, pero no parece que fuese propieta­ form a de explotación de aparcería, que
rio en el sentido del derecho provin­ protegía a los colonos. En la inscrip­
cial. ción de A in-el-D jem ala, de época de
La Lex M anciana es mal conocida, Adriano, los cam pesinos piden autoriza­
pero fue tam bién de gran im portancia ción para plantar olivos y vides, según
económ ica. Se ap licab a en la V illa lo estipulado en la Lex M anciana. No
M agna Variana. sólo se les concedió lo que solicitaban,
Los aspectos jurídicos y teóricos de sino también plantar cereales. M. M azza
las citadas inscripciones africanas refe­ supone que la Lex M anciana regulaba
rentes a la ocupación de las tierras in­ no sólo los dom inios im periales, sino
cultas o abandonadas derivan de la Lex los privados y los latifundios de la aris­
M anciana. M. R ostovtzeff era de la opi­ tocracia. Se entiende bien su publica­
nión que regulaba el ager publicus, y ción en el ám bito de una política enfi-
que determ inaba las relaciones entre los téutica y de aparcería que está en la
conductores o los propietarios de un base de la política agraria de los em pe­
lado y los colonos de otro. radores del siglo π. No parece que la
A. D ’Ors la com para a una Lex dicta, Lex M anciana rem onte a la época re­
que fijaba las condiciones de venta de publicana, y aplicada de nuevo en el
las tierras, com o el em perador era el siglo ii, com o se ha pretendido a veces.
propietario, y fijaba condiciones. Se apli­ Parece más bien ser obra de un procu­
caría sólo al norte de Á frica, pero a rador, que gozaba de planos poderes.
veces se podía aplicar a otras tierras M. R ostovtzeff pensaba que vivió este
ocasionalm ente. M. M azza y Pignaniol procurador en la época de Vespasiano
se unen a esta últim a interpretación del y que fue encargado por este em pera­
jurista romano. dor de regular el ager publicus provin­
Es dudoso que esta lex inagurara un cial. Según M. M azza, esta ley encaja
sistem a de explotación agrícola y que en la problem ática económ ica y social
ocasionara una nueva estructura eco­ de final de la época de los Flavios o
nómica. La Lex M anciana, com o se ha de com ienzos de Trajano.
indicado, concedía el usus propius al El em perador Pertinax, a pesar de
que trabajaba la tierra, fijaba la canti­ haber gobernado poco tiempo, conti­
dad de productos que el colono debía nuó con el program a de reform a agra­
entregar al propietario, o a los conduc­ ria de la época de los A ntoninos, con
tores que arrendaban las tierras para suba­ los que se sentía vinculado. Herodiano
rrendarlas a los cultivadores directos. (2.4.8), que vivió en época de Filipo
Se entregaba un tercio del trigo, un el Árabe, escribe sobre el particular:
cuarto de cebada y de las habas; un “Perm itió que la tierra de Italia y de las
tercio del aceite y una sexta parte de provincias que no estaba cultivada, o
la miel. Los productos de los pastos que era inculta, aunque fuera de pro­
pertenecían a los arrendatarios. La apli­ piedad del em perador, en la m edida que
cación de la Lex M anciana introdujo cada uno quisiera y pudiera ocuparla,
im portantes m ejoras, com o la prueba el fuese propiedad de los que la ocupa­
saltus N eronianus, próxim o a A in-el- ren, y cultivaren. C oncedió a los que
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 23

la cultivasen la condonación total de grado rescripto dígnate ordenar que no


los im puestos por 10 años, y para siem ­ seam os obligados a m ás trabajos gra­
pre la libertad del vínculo patronal. tuitos que a los que están señalados en
G e n e ra lm e n te se ha in te rp re ta d o la Lex H adrianea, y en las cartas de tus
com o una puesta en vigor de la Lex procuradores, es decir, a tres dobles tur­
H adrianea en los latifundios im peria­ nos de trabajo, para que gracias a tu
les. El em perador había aplicado a Ita­ M ajestad, nosotros, tus cam pesinos, na­
lia la Lex H adrianea. cidos en tu casa y alim entados en tus
dom inios, no seam os m ás vejados por
los conductores de tus tierras fiscales”.
A busos en las fincas Este documento es importante por in­
imperiales dicar bien claram ente los abusos que se
com etían en las explotaciones de los
Un docum ento del año 181, referente latifundios im periales. Situaciones pa­
al valle de B agradas, valorado reciente­ recidas debían repetirse continuam ente.
m ente por M. M azza, es im portante por El com portam iento de Alio M assimo
indicar los escándalos que había fre­ no sería único. D e nada había servido
cuentem ente. Los colonos se dirigen a el acudir con las quejas al procurador
Com m odo y le dicen: “Te puedes hacer im perial, que no hacía ninguna indaga­
idea de los abusos que tu procurador ción y que se dejaba sobornar. Los co­
en convivencia no sólo con Alio M as- lonos fueron castigados por los sol­
simo, nuestro enem igo, sino con todos dados. No se desanim aron y acudieron
los conductores, contra todo derecho y directam ente al propio em perador por
con daño de tu adm inistración, ha co­ m ediación de Livio Lucullo, que era
metido sin ninguna consideración. Ha m ilitar. Com m odo ordenó cum plir lo
llegado a un punto no sólo de rechazar legislado sobre los trabajos gratuitos.
el abrir una investigación, m ientras n o ­
sotros no sólo por tantos años le esta­
mos acusando, suplicando y enseñando
tu divino rescripto, sino que se m uestra
tan inclinado a los sobornos de este La agricultura en
generosísim o conductor, A lio M assim o, las provincias.
que enviando los soldados del Saltus
Burunitanus, ha m andado que algunos Italia. Sicilia. Cerdeña
fuéram os detenidos y azotados, fueran
azotados con las varas y con la fusta, Ya se han adelantado algunas ideas
y todo esto lo hem os m erecido sólo, sobre la situación de la agricultura itá­
porque en un peligro tan grave para lica. A pesar de la crisis de la agricul­
nosotros, considerada nuestra pobreza tura en Italia, se cultivó bien la tierra
y en una situación tan injusta, obliga­ en am plias zonas de la Península hasta
dos a acudir a tu M ajestad, hem os mediados del siglo n. Los productos im­
enviado una carta poco com edida...”. portados de las provincias se pagaban
“Ven en nuestra ayuda, M ajestad, con el producto de los excelentes vinos
somos m íseros cam pesinos, que gana­ itálicos, de C am pania y del norte. Se
mos con el trabajo de nuestras m anos dispone de pocos datos sobre las pro­
el m ísero pan cotidiano, en com para­ piedades im periales en Italia, de lo que
ción con este conductor, que sabe caer se podía deducir que eran pocas, por
bien, con tantos regalos, nada podem os lo m enos en época de Tiberio. Es pro­
ante tus procuradores, que él bien co­ bable que las transfirieran a la nueva
noce gracias a la renovada continuidad aristocracia de funcionarios. También
de su nom bram iento y de su contrato. com pró fincas la aristocracia senatorial
Ten piedad de nosotros y con tu sa­ procedente de las provincias.
24 Akat Historia del Mundo Antiguo

F. Coarelli ha señalado m uy bien las tico el paso de los Julio-C laudios a los
causas del hundim iento económ ico de Flavios está señalado por una clara sepa­
Italia y del florecim iento de las pro­ ración. M ientras, en el centro urbano
vincias: continúa, y hasta se acentúa, la política
“La guerra civil, que siguió a la de las grandes construcciones públicas.
m uerte de Nerón y que llevó al poder En esta fase surgen algunos de los más
al representante de una oscura fam ilia notables monumentos, como son el Coli­
sabina, Flavio Vespasiano, no por su seo, las Termas de Tito, el Estadio de
breve duración fue un episodio m argi­ D om iciano, el Foro de la Paz y el de
n a l. A sí c o m o A u g u s to tu v o q ue Nerva.
apoyarse en las clases m edias itálicas En este cuadro Italia constituye un ele­
en la guerra contra Antonio, Vespasiano m ento de por sí; en gran parte desp o ­
tuvo que recurrir a las provincias con­ blada, eco nóm icam ente p arasitaria, es
tra Italia, que se había declarado por su ahora sólo un acervo de latifundios se­
rival Vitelio. A continuación, la polí­ n ato riales, fig u ra anticipada de lo que
tica de los Flavios tam bién se orientó será la estructura feudal. Algo muy di­
a favorecer las capas superiores de la ferente hay que decir de Rom a y de los
burguesía m unicipal de las provincias centros m enores unidos funcionalm ente
occidentales más latinizadas. D efiniti­ con ella, com o es O stia y la ciudad del
vam ente desaparecen del senado no sólo P uerto, que se va form ando alrededor
las antiguas familias de la nobleza repu­ del nuevo em barcadero com enzado por
blicana (este proceso se había iniciado Claudio y ampliado por Trajano. Pero la
ya bajo los Julio-Claudios) sino tam ­ capital está totalmente aislada de su anli -
bién las fam ilias de la nueva nobleza guo hinterland, que ya no puede alimen­
creada por Augusto. tarla: Roma constituye cada vez más una
Este proceso político corresponde per­ pura ex p resión de rep resen tació n y de
fectamente a la situación económ ica que aparato, un telón para las representacio­
se había creado en los m ism os años. nes oficiales, un cam po libre para el arte
La decadencia de Italia va siendo total; y para la cultura oficial y cortesana. En
decrece la producción agrícola: por ejem­ torno al centro m on u m en tal se afcrra
plo, el aceite, que en la últim a edad una plebe inm ensa, nutrida a expensas
republicana constituía uno de los prin­ del E s ta d o , o d e d ic a d a a lo su m o a
cipales artículos de exportación, se im ­ ac tiv id a d e s secu n d arias. El p roblem a
porta ahora en grandes cantidades de urbanístico derivado de la necesidad de
España. También en el cam po indus­ alojar a esta enorm e m asa (no inferior
trial asistim os a una grave crisis: cesa ciertam ente al m illón de individuos) se
la p r o d u c c ió n de la c e r á m ic a de resuelve con la creación de edificios de
Arezzo, siendo sustituidad por las fá­ v a rio s p isos con a p a rta m e n to s de a l­
bricas de cerám ica de la Galia, cuyas quiler, cuya desconcertante m odernidad
m anufacturas son tam bién am pliam ente nos sorprende todavía hoy con los ejem ­
im portadas en Italia. El fenóm eno se plos que han qu ed ad o en R om a y e s­
acentuará cada vez m ás durante el si­ pecialm ente en Ostia.
glo u: del Estado rom ano-itálico se ha La prepoderancia de las provincias
p asad o al E stad o m u n d ial y R om a se m anifiesta tam bién en el hecho de
-caren te de un hinterland eco n ó m ico - que los dos prim eros em peradores del
es ahora únicam ente la capital parasi­ siglo n, Trajano y Adriano, ambos son
taria de un inm enso territorio, en el cual de las provincias, de España. Al m ism o
las provincias tom an casi el aspecto de tiem po, el aceite que se consum ía en
naciones diferentes y autóriómas, y cons­ Rom a y en gran parte de Ttalia proce­
tituyen por lo general los verdaderos día casi e x clu siv a m e n te de E spaña,
centros económ icos del Im perio. com o dem uestra la colina artificial del
También desde el punto de vista artís­ Testaccio de Rom a, cerca del emporio
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 25

Joven atleta, época de Augusto


26 AkaI Historia del Mundo Antiguo

del Tiber, form ada exclusivam ente por Hispania


un incalculable núm ero de ánforas para
aceite españolas (com o puede verse por Ya se han recogido algunas fuentes
las m arcas de fábrica y las inscripcio­ sobre la riqueza agrícola de H ispania,
nes de origen).” a las que podían añadirse otras, como
Claudio, N erón y los Flavios inten­ las raíces tintoreras; abundan el olivo,
taron volver al Estado el ager publicus la vid, la higuera y otras plantas sem e­
ocupado ilegalm ente, y venderlo par­ jantes crecen cuantiosas en las costas
celado a cam pesinos sin tierras. N erva iberas, que bordean nuestro m ar y tam ­
distribuyó grandes extensiones de te­ bién en el ex terior, según E strabón
rreno entre los agricultores pobres, pero (3.4.16)... “la abundancia de ganado de
estas m edidas no paliaron la crisis de toda especie es en el sur enorm e, así
la agricultura itálica, a lo que contri­ com o la caza (Str. 3.2.6.)... Las tierras
buyó la buena situación de m uchas pro­ están cultivadas con gran esm ero, tanto
vincias, que vertían sus productos en las ribereñas com o las de sus pequeñas
Italia, com o se indicó ya. Los em pera­ islas. Además, para recreo de la vista,
dores intentaron favorecer el cultivo de la región presenta arboledas y planta­
cereales en detrim ento del vino y del ciones de todas clases adm irablem ente
aceite, que producían abundante otras cuidadas (Str. 3.2.3.)... a la derecha del
regiones com o A frica, H ispania y D al­ río Betis se extiende una grande y ele­
matia. En extensas regiones de Italia vada llanura fértil, cubierta de grandes
central y del norte los cam pesinos cons­ arboledas y buena para pastos” (Str.
tituían la base de la población. M uchos 3.2.3).
ya no eran propietarios de sus fincas, La Bética, el Levante y la cuenca
pero eran de condición libre. En el siglo del Ebro debieron conservar su pros­
i i esta num erosa clase cam pesina eran peridad hasta la época de los Severos,
colonos, en su m ayor parte, de los gran­ com o lo m uestra la descripción que de
des terratenientes absentistas. Sin em ­ la B ética se lee en la Vida de Apolo-
bargo, no desaparecieron del todo las nio, obra de Filostrato (5.6.) “La re­
fincas de m ediana extensión, com o se gión de la Bética, de la que tiene el
dijo en páginas anteriores. Esta m asa m ism o nom bre que el río, es el m ejor
de cam pesinos era una clase inferior a de los países, pues está bien dotada de
la de los terratenientes, aunque todos ciudades y pastos. El rió está canali­
eran ciudadanos rom anos. Sicilia con­ zado por todas las ciudades. Está llena
tinuó siendo uno de los graneros de de toda clase de cultivos y de frutos,
Rom a en época im perial. de las diferentes estaciones, com o en
Rom a conservó grandes extensiones el Á tica los del otoño y los de la época
de terreno. En tiem pos de D om iciano de los m isterios”. La fuente principal
y de Trajano funcionó, al igual que en de ingresos era la agricultura, ya que
la Bética, un organism o encargado de las m inas de Lusitania y de la provin­
la adm inistración de las tierras públi­ cia Tarraconense estaban en manos del
cas, que producían trigo. En Sicilia au­ em perador y las de la Bética en poder
m entaron los dom inios im periales, que del senado, lo cual no excluye que hu­
eran arrendados en gran escala, y cul­ biera algunas m inas en m anos de los
tivados por colonos. En C erdeña la si­ particulares.
tuación fue parecida y hubo grandes Estrabón señala, com o ya hem os in­
propiedades públicas, im periales y pri­ dicado, que la Bética era una región
vadas cultivadas por colonos. En esta exportadora de aceite, vino y trigo. La
isla tuvieron grandes propiedades la investigación sobre los m odos de pro­
amante de Nerón, Actea, y Séneca. Gran ducció n de estos productos está en
parte del suelo de C órcega pertenecía un desigual estadio de conocim iento.
al emperador. G racias, sobre todo, a los trabajos de
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 27

M. Ponsich y J. Rem esal estam os en La densidad de m unicipios rom anos en


condiciones de com prender los siste­ el triángulo H ispalis, Corduba, Astigi
m as de producción del aceite y los es otro de los argum entos, pues estos
m odos de explotación del suelo bético. municipios, para su existencia como en­
La fácil conquista de la Bética, signi­ tidad ciudadana, requerían un cierto nú­
ficó, com o ha señalado R em esal, que m ero de individuos libres, cuya liber­
la m ayoría de sus habitantes siguieron tad estaba, sin duda, relacionada con la
poblando sus ciudades y conservando posesión de tierras. Por otra parte, no
sus costum bres. Las prospecciones ar­ parece rentable la explotación de plan­
queológicas llevadas a cabo por M. Pon­ taciones en m onocultivo m ediante un
sich han puesto de m anifiesto no sólo sistem a esclavista, ya que los esclavos
la alta densidad de población en el valle estarían ociosos durante gran parte del
del G uadalquivir entre Sevilla y C ór­ año, a m enos que se acepte que du­
doba durante la época rom ana, sino tam ­ rante la época de recolección ésta fuese
bién la antigüedad del establecim iento confiada a individuos libres organizados
de dicha población; puede afirmarse que en cuadrillas más o m enos num erosas,
la m ayor parte de las ciudades que se cuadrillas que, por otra parte, son co­
convirtieron más tarde en m unicipios n o c id o s en é p o c a ro m a n a . S in
flavios estaban ya habitadas hacia media­ em bargo, sería im procedente negar la
do s d el se g u n d o m ile n io a n te s de existencia de grandes propietarios o lati­
Cristo. fundistas en la Bética. Obsérvese la dife­
En la A ntigüedad sólo era posible la rencia m arcada entre “grandes propie­
exportación de cualquier producto ali­ tarios” y “latifundistas”, pues una “gran
m entario en m asa si se disponía de una propiedad” puede estar fragm entada en
vía marítim a o marítimo-fluvial; el G ua­ num erosas posesiones.
dalquivir constituyó en la B ética esa En cuanto a la evolución de la pro­
vía. La posibilidad de exportar condi­ ducción oleícola bética sabemos que era
cionó las posibilidades productivas de ya im portante en época de A ugusto,
las riberas del Gualdaquivir hasta donde com o señala Estrabón; en época flavia
éste era navegable: hasta Córdoba. Es, fue sistem atizada su exportación. Si se
pues, la zona com prendida entre Sevi­ acepta la interpretación de J. Remesal,
lla (H ispalis), C órdoba (C orduba) y se produjo un cam bio notable en época
Écija (Astigi) -d e sd e donde era nave­ de Severo, cam bio que parece reforzar
gable el río Genil, afluente del G uadal­ la pequeña propiedad. H asta mediados
q u iv ir- la que se especializó en la pro­ del s. m d.C. sigue siendo el aceite bé­
ducción de aceite durante el Im perio tico el más abundante de Rom a, como
Rom ano. Aceite que era consum ido, en dem uestra el M onte Testaccio; a partir
una pro p o rció n co n sid erab le, por la de esa fecha carecem os de inform ación
plebe de Rom a y el ejército rom ano abundante. A m ediados del siglo ter­
acantonado en las provincias occiden­ cero se produjeron cam bios notables en
tales del Im perio -B rita n ia , las G erm a­ los sistem as de exportación, cambios
niae y R a etia -. Este m ercado estable que parecen reflejan tam bién otros en
fue, sin duda, uno de los factores decisi­ los sistem as de producción, pero sobre
vos para el desarrollo de este m onocul­ éstos estam os mal inform ados.
tivo. M. R ostovitzeff es de la opinión de
La producción de aceite en esta zona que hubo en H ispania un gran latifun­
estuvo organizada de form a m inifun- dio; contraria es la opinión de Domer-
dista, teoría defendida por J. Rem esal, gue, Ponsich, Rem esal y la nuestra,
quien se basa en los siguientes crite­ como lo indica el gran núm ero de se­
rios: Los térm inos de referencia a la llos de ánforas, con los nom bres de los
producción oleícola bética en la A nti­ cosecheros de aceite y la concentración
güedad son propios de un m inifundio. de colonias y m unicipios en espacios
28 Aka! Historia del Mundo Antiguo

relativam en te pequeños. En las in s­ m ania, no era un país de ciudades sino


cripciones tam poco se citan adm inis­ de cortijos y grandes explotaciones agrí­
trativos de estos latifundios. U na ex­ colas, un país de villas y de grandes
cepción es el Calendario V egetiano de terratenientes, no de labriegos y de peque­
época de M arco A urelio, que pertene­ ños agricultores, que eran miembros de
ció a una fam ilia de Iliberri asentada la aristocracia local, veteranos del ejér­
en Rom a años antes. cito y em igrantes rom anos. El país tam ­
bién estaba cubierto de villas. Los la­
tifundios celtas continuaron explotando
Galia sus propiedades agrícolas y criando ga­
nado según m étodos tradicionales. Los
La propiedad se encontraba en pocos dueños de las grandes fincas eran ricos
propietarios, que pertenecían a la aris­ comerciantes, que aprovisionaban al ejér­
tocracia de las tribus, y a los inm igran­ cito. A ellos pertenecían las villas de
tes itálicos. A rtesanos y com erciantes tipo de patio, m ientras las de corredor
invertían sus ganancias en tierras. El y granero eran propiedad de los vetera­
país estaba sem brado de villas, bien cul­ nos y de los indígenas.
tivadas. El sur producía aceite. En las tierras bajas los aldeanos po­
siblem ente eran dueños de sus tierras,
pero en las regiones más fértiles eran
Germ ania pastores y colonos de los grandes terra­
tenientes.
Se prom ovió en esta provincia la agri­
cultura, la ganadería y la viticultura, en
gran escala en la orilla izquierda del Retia y Norico
Rhin, y en los valles del M osela y el
M osa. La región estaba tam bién llena La prim era se parecía a G erm ania su­
de villas, que no debían pertenecer a perior. Los valles del N orico lograron
la aristocracia local de las tribus. Los una gran prosperidad, tenía excelentes
dueños de las villas eran tam bién co ­ pastos, propiedad de la burguesía ur­
merciantes y prestamistas. G erm ania fue bana, así com o bosques.
colonizada por gentes procedentes de
Galia y por los veteranos licenciados
de los ejércitos, que recibían parcelas. Istria
El país era propiedad del em perador y
adm inistrado por él. G erm ania siem pre Fue propiedad en gran parte del em pe­
ejerció una gran atracción por las explo­ rador y de los em igrantes itálicos. El
taciones agrícolas que se dedicaban al sur del país estaba ocupado por oliva­
cultivo de trigo y a la cría de ganado res, que producían aceite de excelente
en gran escala, debido a la fertilidad de calidad, al igual que la isla de Pola.
las tierras. Los indígenas se convirtieron Tenía grandes villas, que eran unas enor­
en colonos y en pastores de los terrate­ m es explotaciones agrícolas. Las villas
nientes. La población en el valle del son m uy sem ejantes a las de Pompeya.
Rhin se subdividió en una clase de terra­ Estas villas eran las viviendas de gran­
tenientes ricos y en otra de cam pesinos des latifundistas, sem ejantes a las de
y colonos. B ritania, B élgica, G alia, G erm ania y
África. Los itálicos eran los dueños de
estas fincas. Los ciudadanos eran los
Britania dueños de rebaños de ovejas, guardados
por esclavos, rebaños que producían ex­
En frase de M. R ostovtzeff, lo m ism o celentes lanas para confeccionar ves­
que la Galia septentrional y que G er­ tidos.
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 2y

Dalmacia. Panonia y Mesia trabajados por esclavos y por indíge­


Superior nas.

Las colonias rom anas de Epiderurum ,


Jader, Narona, Salonae y Senia recibie­ Dacia
ron grandes extensiones de tierras de
cultivo, al igual que los m unicipios. La Fue en gran parte colonizada por gen­
cría de ganado, la explotación de la tes venidas del este, com o de Galacia.
m adera y el cultivo del trigo, de la vid Los terratenientes eran a la vez com er­
y del olivo, alcanzaron una gran im por­ ciantes, com o una fam ilia de Apulum.
tancia. Las villas ocupaban las tierras
b ajas de D alm a c ia . L a a risto c ra c ia
urbana era dueña de grandes extensiones Tracia
de tierra y de pastos. Los ricos terrate­
nientes vivían en las ciudades, com o Su población vivía fundam entalm ente
en Doclea. C ontinuaron, sin em bargo, de la agricultura y de la ganadería.
los métodos de cultivo indígenas en m u­
chas áreas de Dalm acia.
En Panonia y Mesia Superior, al igual Mesia Superior
que en el norte de H ispania, a los cam ­
pam entos m ilitares se les asignó gran­ Hubo una m inoría pequeña de terrate­
des extensiones de tierras de labor, bos­ nientes, form ada por indígenas ricos, y
ques y prados, que se arrendaron a los una m asa de cam pesinos acom odados,
soldados en los siglos n y m. Los prata, de colonos, que labraban la tierra para
legiones en su m ayoría, se entregaban ellos. Los tracios del sur conservaron
para su explotación a los indígenas que durante cierto tiem po bajo R om a su
daban al ejército una parte del producto vida tribal rural. Sus productos agrí­
obtenido de la tierra. colas y ganaderos los vendían fácil­
En M esia se docum entan centuria- m ente a las legiones y a los m ercaderes
ciones. Las tierras de las colonias y m u­ de las ciudades griegas de la costa:
nicipios acabaron por pertenecer a unos com o A polonia, A nchialus, M esem bria,
pocos grandes terratenientes, que eran en el m ar N egro, y A bdera, Aenus y
veteranos del ejército, indígenas o inm i­ M aroneia en el Egeo. Los m ercados se
grantes itálicos. Estos latifundios eran convirtieron en ciudades, Rom a a su

τ—- -
\ áb
P-KJOí IIV iZ t n M - M ]
•4 J. FECirSIBl'ET τ ·
ΜΟΝΙΑ Ε- HILA P.AKONLIKRTA Ε
L .
1 ΜΟί II/1 Γ-ΜΙΈΙΑΟΙλΚΟΝίνςi
h ~
Γ·ί ΙΟΝ ί'¿ί 5Λ CLIO

Tumba del m olinero P. Nonio Zeto


(CIL XIV, 393), Ostia
30 Akal Historia del Mundo Antiguo

vez creó otros, com o el de Pizus. Los tivada por los dueños, por los colonos
rom anos se asentaron en tierras más fér­ o por los esclavos. Las ciudades coste­
tiles. Tracia fue siem pre un país de pe­ ras tenían el territorio dividido entre
queños propietarios agrícolas, poco o los ciudadanos y extensos territorios tra­
nada rom anizados, que seguían con sus bajados por los indígenas. D ion de
costum bres ancestrales. Prusa se refiere en su discurso al anta­
gonism o entre la ciudad y el campo.
Aquellos territorios no pertenecían a nin­
Macedonia guna ciudad. Estaban en m anos de los
em peradores, o de sus fam iliares, o de
Sus gentes se dedicaban fundam ental­ la aristocracia rom ana, de las del se­
m ente al cultivo del cam po. El suelo nado y de los grandes santurarios indí­
era m uy fértil. A ugusto asentó vetera­ genas de A rm enia, C om agerne y Capa-
nos en las colonias de Byblis, C assan­ docia. Estos últim os eran independien­
drea, D ium , D yrrach iu m , Philip p i y tes de las ciudades. Las tierras estaban
Pella, que pasaron a ser propietarios agrí­ cultivadas por colonos, siervos las de
colas y a form ar la “burguesía” m u­ los em peradores y por colonos libres
nicipal. M uchas familias senatoriales te­ las de los senadores, y por esclavos o
nían grandes latifundios en M acedonia, siervos las de los tem plos.
que distaba poco de Italia. Los indíge­ En las m ontañas de C ilicia e Isauria,
nas continuaron siendo labradores y pas­ en A rm enia y en C apadocia vivían pas­
tores. tores sem inóm adas. Es im posible co­
nocer con precisión qué tierras perte­
necían a las ciudades y cuáles eran in­
Grecia dependientes de ellas. En la costa, los
territorios com o los valles del H erm o
Ha sufrido un proceso de despoblación y del M eandro, pertenecían a las ciuda­
y de m iseria en época im perial, que des. La vida de estos territorios era rús­
indica el texto citado de Dion C risós­ tica. Asia M enor fue siempre una penín­
tomo. G randes extensiones de tierra es­ sula de cam pesinos.
taban abandonadas. El santuario de Del-
fos continuaba con sus tierras y reba­
ños, de los que vivía. El Bosforo
G recia era una región agraria, pero
la m ás pobre del M editerráneo. Las En la península del Q uersoncso, el país
zonas más ricas producían trigo, aceite se hallaba dividido en parcelas y era
y vino. El aceite ático y el vino de las propiedad de los ciudadanos, que cul­
islas se exportaban y eran apreciados tivaban las vides. En Olbia y en las
fuera del país. Existían todavía fam i­ tierras de la desem bocadura del Dnie­
lias de ricos terratenientes, com o la de per y el Bug, los indígenas trabajaban
Plutarco. Unas pocas familias tenían glan­ las tierras de los dueños, que vivían en
des extensiones de suelo, trabajado por las ciudades.
colonos y esclavos. L a s p e n ín s u la s de K e rtc h y de
Taman, asiento de las antiguas colo­
nias griegas de P hanagoria, Pentica-
La provincia rom ana paeum y Theodosia, era una com arca
de Asia Menor fértil. Los indígenas cultivaban la tierra
y guardaban los rebaños. Eran siervos
La provincia estaba form ada por tierras de los dueños, que en las prim averas
prósperas. Existían varios tipos de pro­ vigilaban sus fincas y ganados. Ven­
piedad. En las ciudades griegas preva­ dían el trigo a los m ercaderes griegos
lecía la pequeña y gran propiedad, cul­ y de Asia M enor, que lo enviaban al
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 31

ejército romano, principalmente al acuar­ blos vivían colonos y siervos. Palestina


telado en A rm enia y en Capadocia. El continuó bajo la dom inación rom ana
rey cobraba fuertes im puestos de cerea­ siendo un país de cam pesinos y gana­
les de los propietarios y de latifundios. deros, algunos m uy pobres, com o su­
En Crim ea la tribu dom inante era la gieren los Evangelios.
propietaria de la tierra que producía prin­
cip a lm e n te trig o , que, a trav és del
puerto se enviaba a O lbia, y de allí a Egipto
Grecia y al ejército rom ano, acam pado
en el Danubio. Las poblaciones del valle Ya se ha indicado que era el gran gra­
del Kuban trabajaban la tierra para los nero de Rom a y pertenecía al em pera­
sármatas. Los productos se enviaban a dor. La m ayoría de la población se de­
la península de Tam an y a Pantica- dicaba al cultivo del cam po. También
paeum , a través del Don y del Tanais. se cultivaron m uchos olivares. Los ha­
Las ciudades griegas estaban habita­ bitantes de Alejandría eran en gran parte
das por terratenientes y m ercaderes. im p o rta n te s p ro p ie ta rio s a g ríc o la s,
cuando el país pasó a Roma. H abía en­
tonces una burguesía cam pesina de pro­
Siria pietarios agrícolas. Tam bién hubo tem ­
plos con extensos territorios que vivían
El país era muy variado. En la Siria del trabajo de los cam pesinos.
septentrional los tem plos eran los due­ Con el tiem po la situación de la po­
ños de am plios territorios sem iindepen- blación fue desastrosa y se abandona­
dientes, com o el santuario de Baeto- ron m uchas fincas. A ugusto secularizó
caece, que pertencía a Apam ea. Era in­ todas las posesiones de los templos, que
m une y poesía tierras. O tros tem plos, pasaron a la adm inistración. La base de
com o el santuario de Júpiter D oliche- la econom ía egipcia fue la agricultura,
nus, en Doliche, debían contar con im ­ trabajada por los indígenas, que no eran
portantes territorios de su propiedad, al propietarios, sino nuevos arrendatarios.
igual que el de H eliópolis en Baalbeck. R om a intentó crear una “burguesía”
La población de Siria estaba form ada rural, potenciando el elem ento griego
en su m ayoría por cam pesinos, que ve­ y rom ano de la población. Se recono­
neraban a los reyes-sacerdotes de Da­ ció la ocupación de las antiguas tierras,
m asco, de Edesa y de Emesa. o las adquirían al bajo precio de 20
dracm as la arura. Se ofrecían tierras a
todos los que las quisieran cultivar. Esta
Palestina política tendía a poner en explotación
tierras abandonadas. Se desecharon las
Fue siem pre un país de cam pesinos, innecesarias formalidades en la com pra­
com o indican los Evangelios y Josefo. venta de las fincas rústicas de los parti­
También criaba grandes rebaños de ca­ culares, lo que m otivó que m uchos in­
bras y de ovejas. Vides y huertos tam ­ dividuos invirtieran dinero en tierras de
bién cubrían am plias zonas del país. Egipto. Esta política, bien vista por A u­
Existió, com o en todas las provincias, gusto, llevó a la aparición de grandes
una aristocracia de grandes ten-atenien­ fincas en m anos de los capitalistas ro ­
tes a las que pertenecían Josefo y Juan m anos. D urante los gobiernos de A u­
de Giscala. Los em peradores y sus fa­ gusto y de Tiberio, se crearon muchos
m iliares eran dueños de fincas; la co­ de estos latifundios en m anos de la fa­
m arca de la Traconitis, al otro lado del m ilia im perial, com o Druso, Livia, G er­
Jordán, estaba habitada por una p o ­ m ánico, A gripa y A gripa Postumo, C a­
blación agrícola y sedentaria. Había tam­ lig u la, C lau d io , L iv ia, la m u jer de
bién pastores nómadas. En muchos pue­ Druso, el hijo de Tiberio, y sus hijos,
32 Akal Historia dei Mundo Antiguo

y los del prim er m atrim onio de C lau­ de trigo e ingresos y estrujaban todo lo
dio, Antonia, M esalina y Agripina. Se posible a los cam pesinos, que eran
conocen tam bién los nom bres de sena­ contribuyentes y recaudadores de impues­
dores y caballeros propietarios de ex­ tos. Se engendró así una situación catas­
tensas fincas en Egipto, com o C. M e­ trófica. Los agricultores, aplastados de
cenas y C. Petronio, am igos de A u ­ deudas, huyeron de los cam pos, que
gusto, ambos caballeros; los senadores, quedaron abandonados. La m ala situa­
los Aponii, los A tinii, los G allii, los ción se intentó paliar, sin conseguirlo,
Lurii, los N orbanii, Severo y Jucundo m ediante la responsabilidad colectiva y
Grypiano. L. Anneo Séneca, el filósofo, la im posición a los pueblos más ricos
tam bién fue un gran propietario de tie­ de labrar las tierras abandonadas. Los
rras en Egipto. Los libertos im periales Flavios, para atajar el mal, suprim ieron
igualm ente com praron grandes exten­ los latifundios de los absentistas. Así
siones de tierras y así se convirtieron se vendieron extensos territorios a los
en grandes terratenientes, com o Narciso, labradores, de este modo aum entaban
liberto del em perador C laudio, y Dori- los propietarios y los contribuyentes y
foro, que lo fue de Nerón. recaudadores. Política que, com o se ha
M iem bros de la aristocracia judía, visto, siguieron los Flavios y los Anto-
com o Julia B erenice y C. Julio A lejan­ ninos. Con los Flavios desaparecieron
dro, fueron grandes latifu n d istas en los latifundios de Egipto, con alguna
Egipto, al igual que algunos m iem bros ex cep ció n, com o las tierras de T ito
de la alta sociedad alejandrina com o C. Pallas, que hacia el año 121 poesía una
Julius Theon, M. Julius A sclepiades, extensa finca en H erm úpolis. Se crea­
todos ellos personajes im portantes del ron incluso algunos nuevos, com o los
siglo i. Los ricos alejandrinos com pra­ de la amante de Tito, Julia Berenicc,
ron muchas tierras, com o lo indica el los de Claudia A thenais, hacia el 125,
edicto de T Julio A lexandro. Estas tie­ y de Julia Polla, en torno al 127.
rras pagaban im puesto al em perador. Con esta política im perial, aum entó
M uchos latifundios estaban com pra­ el núm ero de propietarios y de viñedos
dos a los colonos de época de los Lagi- y olivares. Estos propietarios eran ricos
das. En los latifunidos se cultivaba oli­ indígenas, veteranos del ejército funcio­
vares, viñedos y huertos. El últim o de narios de la adm inistración im perial y
los em peradores Julio-C laudio, N erón arrendatarios de im puestos. Conocem os
y los Flavios, prim aron la explotación los nombres de algunos de estos propieta­
de tierras incultas o abandonadas en rios agrícolas, que vivieron en el si­
m anos de los ricos n ativ o s. P ro b a ­ glo i i , como el antiguo soldado L. Belle-
blem ente, com o indica M. Rostovtzeff, no G em ello, del que se conserva la
“no era fácil para la administración egip­ correspondencia, que fue un buen adm i­
cia, ni tam poco para el prefecto m ism o, nistrador de sus tierras de El Fayum ,
exigir a los nobles propietarios y a sus y hacia el año 100, A polonio, dedicado
agentes obediencia rigurosa a las leyes de por vida a la adm inistración im pe­
relativas al pago de impuestos y al cum ­ rial, cuyas fincas se encontraban en H er­
plim iento de los servicios debidos al múpolis Magna. Se conoce la existencia
Estado por los cultivadores y los colo­ de grandes fortunas creadas de la nada.
nos de los latifundios. Así, pues, los De una de ellas se escribió: “Hallarás
ousicii le s io n a b a n los in te re s e s del que en un principio él y su casa no
Estado y de la adm inistración y restrin­ poseían m ás de siete arurae. Hoy posee
gían el área del terreno som etido a ele­ 7.000, m ás 200 viñas y ha hecho a Clau­
vados im puestos, sin increm entar gran dio Eutychides un préstam o de 71 talen­
cosa los ingresos de la corona”. Ix>s tos. Todo esto lo ha hecho robando a
em peradores de la segunda mitad del los alm acenes públicos y defraudando
siglo i necesitaban grandes cantidades al tesoro el pago de impuestos. “Se con­
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 33

Los trabajos de campo


mosaico de Chernell, (mediados del siglo III d.C.)

serva el libro de cuentas de L. Julio siglo i, que confiscadas pasan a manos


Sereno, que fue tesorero en el ejercito del Estado y fueron arrendadas a los
en el año 179 y decurión, para term inar ricos.
los últim os años de su vida viviendo El siglo ii en Egipto, com o en África
de las rentas de sus fincas. Las fincas y en otras m uchas provincias del Im pe­
de L. Belleno G em ello cosechaban trigo rio, fue próspero. Los dueños de las
y aceite, y las de J. Sereno tenían vides fincas solían ser absentistas, que vivían
y ganadería. En los catastros agrarios en las ciudades, que estaban habitadas
conservados, las nuevas plantaciones de en gran parte por terratenientes, que eran
viñedos y olivares ocupan un papel des­ griegos, rom anos y egipcios. La masa
tacado. En el siglo i se plantaron m u­ de la población agraria egipcia conti­
chas vides y olivos en los latifundios. nuó con su m ala situación económica.
Durante todo el siglo n, como en toda T rabajaban para el dueño y no m ejora­
África, la “burguesía” local se enrique­ ban el nivel de vida. Tampoco quedaba
ció con la explotación de los ousiai del la posibilidad de rebelarse, ya que hubie-
34 Aka! Historia del Mundo Antiguo

ran intervenido enseguida los soldados saparición del silfio, debido según Pli­
rom anos. El asilo a los tem plos se res­ nio (19.15, 38 ss.) a que los publicanos
tringió m ucho durante la ocupación, rom anos dedicaron el suelo a pastizales.
rom ana. La única posibilidad que que­ Pudo contribuir a la desaparición de esta
daba era refugiarse en las m arism as del planta el hecho de que durante muchos
D elta y vivir com o bondoleros. En el siglos fue la principal riqueza de C i­
año 103 m uchas personas huyeron p re­ rene, y a que no llegó a ser ya rentable
sionadas por las contribuciones, m oti­ al dejar grandes zonas de terreno al cul­
vados, seguramente, por la guerra dacia. tivo del silfio, o la com petencia del sil-
Disturbios generalizados estallaron bajo fio asiático. El silfio era m onopolio del
A ntonino Pío en el año 154. A finales E stado y no revertía sobre el nivel de
del s. i i , según la docum entación p ro ­ vida de los habitantes de Cirene. La
cedente de Thm onís, hubo huidas en planta crecía espontáneam ente y no ne­
m asa, y despoblación de localidades de­ cesitaba m ano de obra. Trabajaban la
bidas a los trabajos obligatorios, a las tierra los llam ados por Estrabón geor-
prestaciones forzosas y a las liturgias. goi, que debían ser los nativos libios,
Com o indica M. Rostovtzeff, la huida que eran cam pesinos libres. Algunos
continuó siendo el rasgo característico serían propietarios de sus tierras. Otros
de la vida egipcia tam bién en el si­ las arrendaban a las ciudades. Su situa­
glo i y en los principios del ii, lo que ción, en opinión de M. R ostovtzeff,
indica una desastrosa situación econó­ sería parecida a la de los estipendarios
m ica de grandes m asas de cam pesinos. de A frica y a los paroicoi y katoicoi de
A sia M enor. Las propiedades de los
Ptolom eos pasaron a ser ager publicus,
Meroe y fue ocupado por griegos y romanos.
C laudio envió un com isario con fun­
La región com prendida entre la prim era ciones concretas sobre la agricultura a
y la quinta catarata era m uy pobre. Sólo C irene, que fue m al recibido. Bajo
se cultivaban las desem bocaduras de los Roma Cirene fue próspera, como lo indi­
torrentes que afluían al Nilo. En cam ­ can las excavaciones italianas. Adriano
bio era muy fértil para la agricultura y asentó nuevos colonos, ya que habían
la ganadería el terreno com prendido m uerto m uchos propietarios en la re­
entre el Nilo, el A tbara y el N ilo Azul. vuelta judía del año 135.
El reino de M eroe alcanzó un floreci­
m iento m aterial y cultural durante la
segunda mitad del siglo i y el siglo n. África
En la segunda m itad de este siglo se
inicia la decadencia. Las clases bajas Al norte de Africa se subdividió en cua­
vivían del pastoreo, principalm ente de tro provincias: M auritania Tingitana y
ganado bobino, representado en la cerá­ Caesariensis, N um idia y el Á frica Pro­
mica, com o en los vasos de bronce de consular. A ugusto creó en el África co­
Carenoj. La cría de asnos, de ovejas y lonias y m unicipios que llevaban con­
de vacas era la principal riqueza. La sigo distribuciones de tierras. Se asen­
agricultura ocupaba la pequeña en ex­ taron m uchos veteranos e itálicos, que
tensión, tierras de N ubia, en las orillas se dedicaban a la agricultura. Las gue­
de los ríos y en el interior. rras con las tribus indígenas y con Tae-
farinas vinieron m otivadas por la nece­
sidad de contar con nuevos territorios
Cirene a repartir para asentar a nuevos colo­
nos. Los grandes ricos invirtieron ele­
Al principio del Im perio, Cirene estaba vadas sum as de dinero en adquirir tie­
en decadencia. A ello contribuyó la de­ rras, que producían buenas cosechas de
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 35

trigo. Un representante de esta clase de peras desde el punto de vista de la agri­


gran terrateniente itálico es Trim alción, cultura, com o el pueblo de Thibilis, que
que sueña con tener grandes latifundios pertenecía al territorio de la colonia
en África, Numida y M auritania; se con­ Cirta. En las grandes colonias de la
quistaron, pues, por Rom a para tener época de César y A ugusto habitaban
nuevos extensos territorios que repartir. ricos terratenientes, que tenían las fin­
La aparición de grandes latifundios cas enclavadas en su territorio, que
fue un fenóm eno típico, pero no exclu­ tam bién poesían las tribus, siguiendo
sivo de África, según Plinio. La polí­ con su organización tradicional. Hubo
tica de Trajano se ocupó de N um idia tam bién enclaves que seguían viviendo
y de las regiones colindantes del África com o en tiem po de Cartago, de la agri­
Proconsular, que vivían de la agricul­ cultura, y que conservaban sus tradi­
tura y donde se habían asentado m u­ ciones púnicas.
chos forasteros. Gran parte de la región Los grandes latifundios im periales y
de los m usulanicos pasó a ser propie­ privados originaron un tipo distinto de
dad del em perador; otra parte se con­ urbanización. Los que trabajaban las fin­
virtió en propiedad privada, y una ter­ cas vivían en pueblos, donde con el
cera quedó en m anos de los indígenas, apoyo del dueño form aban una especie
que trabajaban para la finca de Valeria de asociaciones religiosas con presiden­
Á tticilla. Adriano asignó un territorio tes colectivos. Los propietarios hacían
a la tribu de los num idas en la M auri­ en los pueblos ferias. A lgunos arrenda­
ta n ia C a e sa rie n sis para que lo c u l­ tarios se convirtieron en propietarios,
tivasen. En este territorio se colocó la y las aldeas, en pequeñas ciudades. M u­
localidad principal de la tribu, Thubur- chos de estos habitantes de los pueblos
sicu Numidarum. Otros territorios, como eran ciudadanos rom anos.
los de la tribu de los nybigenicos, en La creación de m uchas colonias ori­
el Á frica Proconsular, fueron traspasa­ ginó una num erosa “burguesía” urbana,
dos por Tragrano a Capsa y a Tacape, que vivía en gran parte de la agricultura.
ciudades rom ano púnicas, que llegaron La m asa de la población que era indí­
a ser colonias. El restante territorio se gena continuó dedicada a la agricultura,
dejó a la tribu. y era rural. En el siglo π se docum en­
Las colonias de veteranos de Tha- tan en Á frica cinco tipos diferentes de
m ugadi y las ciudades de Lam baesis y posesión de tierra:
de Theveste, contaron con territorios arre- 1 .s) Los saltus imperiales que no per­
batados a los indígenas, que trabajaban tenecían a ninguna ciudad, por haber
la tierra de los asentados com o colonos sido propiedad de los senadores de la
o como obreros asalariados. Esta p o ­ época republicana, o territorios de las
lítica en lo referente a las tribus indí­ tribus. 2.8) Los saltus privados, propie­
genas les quitó parte del territorio, pero dad ele los senadores, y no agregados
no fueron expulsados o exterm inados. tam poco a las ciudades; m uchos fueron
Se les asentó para que vivieran de la confiscados por N erón y los Flavios.
agricultura, o se les trasplantó. Esta 3.Q) Los territorios de las colonias, m u­
m ism a política se siguió con los árábes nicipios o ciudades. 4.Q) Los territorios
de Arabia y de Siria. Parte del territo­ de las tribus organizados por Rom a, de­
rio fue cedido a los colonos rom anos, dicados por los indígenas generalm ente
a la aristocracia local o transform ado a pastos, com o en M auritania. 5.Q) R e­
en grandes latifundios, que pasaron a giones de los que, en parte, propiedad
m anos de la aristocracia im perial, o a del em perador y en parte cedidos a com ­
los em peradores y sus fam ilias. Los in­ pañías que los explotaban, com o la de
dígenas arrendaron las fincas o traba­ Tala, que trabajaba en los alrededores
jaban com o jornaleros. de Lam baesis. Se conoce la adm inis­
Algunas colonias fueron m uy prós­ tración de los grandes latifundios im ­
36 AkaI Historia del Mundo Antiguo

penales y públicos. No eran trabajados cultivaban directam ente las tierras, sino
por esclavos, aunque los debieron ser m ediante colonos o jornaleros indíge­
a com ienzos del principado. Predom ina nas, pero sí las adm inistraban personal­
el colonato en el siglo n. El dueño reci­ mente. Existió una tendencia a la con­
bía una parte de la cosecha y los colo­ c e n tra c ió n de la riq u e z a en p o ca s
nos trabajaban un cierto núm ero de días manos. M uchos personajes que llega­
para el amo. La m ayoría eran indíge­ ron a altos cargos y a una excelente
nas, que vivían en pueblos vecinos de posición eran de origen bajo, com o Q.
las fincas. Los renteros, llam ados con­ A urelio Pectum eio Fronto, ciudadano
ductores, a le n d a b a n directam ente las de Cirta, que fue el prim er cónsul afri­
tierras no cedidas a los colonos, que cano, año 80. Los A ntistios de Thibilis
explotaban con esclavos, con jo rn ale­ em parentaron con la fam ilia imperial,
ros y las prestaciones de los colonos. Adriano hizo caballero a L. M em m io
Los conductores solían ser ricos, y v i­ Pacato. La propiedad agrícola form aba
vían en las ciudades próxim as a los la­ la fortuna de todos ellos: Se veneglo-
tifundios im periales, donde eran m uy riaban de haber sido labradores, como
influyentes. Tenían tam bién tierras. F or­ L. Aelio Tuminimo, de M adaura, o Q.
maban asociaciones para la defensa de Vetidio Juvenalis, de Thubursian Nu-
los intereses. Se conocen los nom bres m idarum . H abía sido capataz de una
de algunos de estos conductores de la­ cuadrilla de segadores. Llegó a censor
tifundios im periales, com o A. G abinio y a ocupar un asiento en el senado local.
Dato, que pertenecía a la asociación for­ Las representaciones de m osaicos afri­
m ada por los conductores de fincas de can o s con escenas ag ríco las son el
la región de Thugga. Se conoce la ca­ m ejor exponente de la im portancia de
rre ra de o tro c o n d u c to r, T. F la v io la agricultura para las provincias afri­
M acro, que fue duoviro, flam en perpe­ canas, com o los de O ndorca, la antigua
tuo de los A m m aeda reuses y curator, Uthina, hallado en la casa de los Labe-
en tiem pos de Trajano, de la exporta­ rios, fechado en torno a los años 160-
ción de trigo a Rom a; fue tam bién p ro ­ 180; de Chcrchel, la antigua Caesarea,
curador de las fincas del saltus H ippo­ con escenas de siem bra, y de cultivo
nense y Thevestino, y de la provincia de la vid, datado entre los años 200-
de Sicilia, que, com o se indicó, era una 210, con escenas de vendim ia; de la
de las más ricas provincias sum inistra­ m ism a localidad fechado entre los años
doras de trigo. La inscripción se la de­ 200-220, y de fecha ya posterior: el
dica al Colegio de los Lares de nuestro m osaico de D om inus lulius de Cartago,
César, los libertos y la fam ilia y los en to rn o al 380-400; los v arios de
conductores, que trabajaban en la re­ Tabarca, la antigua Thabraca; con la
gión H ipponense. C aballeros libertos y cría de ovejas y gallinas, de finales del
esclavos form aban el escalón superior siglo iv o de com ienzos del siguiente;
en la adm inistración del patrim onio im ­ o de D ougga, de m itad del siglo m; de
perial. H adrum etum con la cría de caballos;
El territorio de las ciudades pertene­ de Cartago con olivares, viñedos, ove­
cía a los ricos, descendientes de los co­ jas y aves de con-al; de Zliten, Villa de
lonos asentados por los em peradores, Dar Buc A m m era, con la trilla, o con
de los inmigrantes prim eros y de la aris­ faenas agrícolas, de finales del siglo i.
tocracia indígena. Los colonos, civiles Al propietario se le representa en todos
y m ilitares, recibieron grandes lotes de estos pavimentos cazando generalmente,
tierras. Los inm igrantes itálicos, que pero dirigiendo las explotaciones agrí­
eran la b ase de las c iu d a d e s , eran colas.
terratenientes ricos. Form aban lo que Las fincas, pues, en Á frica se culti­
M. R ostovtzeff llam a la “ burguesía” vaban por pequeños propietarios, por
m unicipal. V ivían en las ciudades. No c o lo n o s o por jo rn a le ro s in d ígenas.
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 37

Estos útlim os se encontraban en los la­ Bosques


tifundios im periales o privados, y en
las tierras m unicipales. Los dueños de Se está mal inform ado sobre su explo­
las fincas eran ciudadanos rom anos. tación. La m ayor parte de la población
del Im perio vivía de la agricultura, bien
de las renta o del cultivo personal.
Tripolitania Bajo Roma se extendió la horticul­
tura, la viticultura y la apicultura a regio­
La ciudad costera de O ea (Trípoli), Sa­ nes que antes sólo vivían de la caza,
bratha y Leptis M agna eran un oasis, del pastoreo y de una rudim entaria agri­
que producía grandes cantidades de cultura. En am plias regiones se aplica­
aceite. A C ésar le entregaron una con­ ron lo que M. R ostovtzeff llam a “m éto­
tribución de 3.000.000 de libras de dos capitalistas”, como en los agri decu-
aceite. La agricultura era im portante, m ates de G erm ania m eridional, en las
com o lo indican las soberbias villas, llanuras de Britania, en los valles del
cuyo dueños introdujeron nuevos m é­ N orico y de D alm acia, en el desierto
todos de cultivo. A ugusto fue el dueño de Siria, etc. En Á frica se generalizó
de grandes latifundios en esta región. m ucho el regadío, que tam bién debió
ser frecuente en H ispania, no sólo en
el sur, los célebres canales tartésicos,
de los que habla Estrabón (3.2.5.), sino
Hornos y m olinos de Pompeya en el interior del centro, en Carpetania.
38 Akal Historia del Mundo Antiguo

III. Minería

El Im perio Rom ano contó con varios Los río s de la v e rtie n te c a n tá b ric a
distritos muy importantes por sus minas, tenían gran cantidad de placeres de oro
que fueron trabajadas a pleno rendi­ (S tr. 3 .3 3 ; Iu st. 41. 17). S o b re la
m iento: com o H ispania, Galia, Provin­ riqueza en toda clase de m etales del
cias D anubianas, D a d a , Siria, Grecia, noroeste, que com prendía el norte de
A sia M enor, Á frica y Egipto. L u sitan ia, G alicia, A sturias, León y
Zam ora, aluden frecuentem ente los auto­
res, com o Trogo y Pom peyo (Just. 44.
1. Hispania 3. 4-5), Floro (2.33.60), testimonios que
coinciden con lo que sostuvo Plinio
H ispania fue con m ucho el distrito m i­ (HN. 4. 112): “Toda esta región aca­
nero m ás rico y variado y el prim ero bada de citar (G allaecia) a partir del
que fue explotado. De él tenem os abun­ Pirineo está llena de yacimientos de oro,
dante docum entación literaria, epigrá­ plata, hierro y plom o negro y blanco”
fica y arqueológica. Antes de referirnos y Estrabón (3.2.9.): “Entre los ártabros...
a la explotación de las m inas por los el suelo tiene, según dicen, eflorescen­
romanos, conviene recordar algunas fuen­ cias de plata, estaño y oro blanco m ez­
tes sobre la riqueza m inera de H ispa­ clado con plata”. En Bastenia y en el
nia, la vieron los autores griegos y lati­ país de los oretanos había m uchos luga­
nos. Estrabón (3.2.8) afirm a que toda res con oro y otros m etales (Str. 3.4.1.).
la tierra de los iberos está llena de m eta­ Según M ela (2.86) y Plinio (3.30), H is­
les, particularm ente la Bética, de la que pania era abundante entre otros produc­
puntualiza que en cuanto a la riqueza tos en hierro, plom o, cobre, plata y oro.
de los m etales no es posible exagerar
el elogio de la T urdetania ni de la
región lindante. Porque en ninguna parte C anteras de m árm ol
del m undo se ha encontrado hasta hoy
ni oro, ni plata, ni cobre, ni hierro en H ispania tenía canteras de mármol (Plin.
tal calidad y cantidad. En las com arcas 3.30). Están localizadas en M acael (A l­
de Ilipa y Sisapo existía gran cantidad m ería), Estrem oz (Portugal), Alm adén
de plata y cerca de K otinai, de localiza­ de la Plata (Sevilla) y A lconera (Bada­
ción dudosa, había cobre y tam bién oro. jo z ), C arya, pró x im a a la anterior,
M ontes m etalíferos se extendián desde M edol (Tarragona), Antequera (Málaga),
el río G uadiana el Tajo (Str. 3.7.3.). B rissos (Portugal), etc.
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 39

Procedim ientos de laboreo G ran diferencia ofrecen estas minas


de las minas. com paradas con las de Ática. Los que
F uentes literarias trabajan las de allá invierten conside­
rables dispendios en su explotación y
Se conserva una buena descripción de de vez en cuando no obtuvieron lo que
las m inas hispanas, situadas en el sur esperaban obtener y lo que tenían lo
de H ispania, debida a Posidonio, que perdieron, de m odo que parece que son
durante la G uerra Sertoriana (80-72, desafortunados com o por enigma. M ien­
a.C.) vino a H ispania a estudiar el fe­ tras que los que explotan las de España
nóm eno de las m areas de Cádiz, con­ logran de sus trabajos m ontones de ri­
servada por D iodoro (5. 36-38), histo­ quezas a la m edida de sus esperanzas.
riador contem poráneo de A ugusto. Los Porque las primeras labores resultan pro­
procedim ientos de extracción del m i­ ductivas por la excelencia de la tierra
neral, de origen helenístico, son los m is­ de la tierra para este tipo de explota­
m os de época imperial. Escribe así D io­ ción, y, luego, se van encontrando venas
doro: “Por lo cual obtuvieron los ibe­ cada vez más brillantes, henchidas de
ros plata estupenda y, por decirlo así, plata y oro; y es que toda la tierra de
abundantísim a, que les produjo ganan­ los alrededores es un trenzado de venas
cias espléndidas. La form a en que los dispuestas en circunvoluciones de dife­
iberos explotan las minas y trabajan la rentes formas. A lgunas veces los m ine­
plata es así, poco m ás o m enos siendo ros se topan en lo profundo con ríos
com o son, adm irables sus m inas en re­ que corren bajo tierra, cuyo ím petu do­
servas de cobre, oro y plata, los que m inan rom piendo las em bestidas de sus
trabajan las de cobre extraen, excavando com entes, para lo que se valen de las
la tierra, una cuarta parte de este m etal galerías transversales. Aguijoneados por
sin ganga; de los que trabajan las de sus bien fundadas esperanzas de lucro,
plata los hay que sin ser profesionales, llevan a fin sus em presas particulares,
extraen en tres días un talento de Eubea. y - lo más chocante de to d o - hacen los
Toda la región está llena de plata con- drenajes valiéndose de los llamados “cara­
densada que em ite destellos. Por ello coles egipcios” , que inventó Arquíme-
es de adm irar la naturaleza de la región des de S ira c u s a c u a n d o p a só por
y la laboriosidad de los hom bres que Egipto. A través de éstos hacen pasar
allí trabajan. Al principio, cualquier par­ el agua, de uno en uno sucesivam ente,
ticular, aunque no fuese un experto, se hasta la boca de la m ina, y así desecan
entregaba a la explotación de las minas el em plazam iento de ésta y lo acondi­
y obtenía cuantiosas riquezas, debido cionan debidam ente para el desem peño
a la excelente predisposición y abun­ de las actividades de explotación. Como
dancia de la tierra argentífera. Luego este artefacto es enorm em ente inge­
ya, cuando los rom anos se adueñaron nioso, m ediante un trabajo normal se
de Iberia, itálicos en gran núm ero lle­ hace brotar fuera de la m ina gran canti­
naron las m inas y obtenían inm ensas dad de agua, cosa que llama m ucho la
riquezas por su afán de lucro. C om ­ atención, y toda la corriente del río subte­
prendo gran cantidad de esclavos los rráneo aflora a la superficie con facili­
ponen en m anos de capataces de los dad. Con razón sería de adm irar el in­
trabajos en la m ina. E stos, abriendo genio del inventor, no sólo en este punto
bocas en m uchos puntos y excavando c o n c r e to , s in o ta m b ié n p o r o tro s
la tierra en profundidad, estadios y es­ muchos y más importantes inventos, que
tadios, y trabajando en galerías traza­ de boca en boca han corrido por el
das al sesgo y form ando recodos en m undo entero, de los cuales hablarem os
form a m uy variada, desde las entrañas por partes y con precisión cuando lle­
de la tierra hacen aflorar a la superficie guem os a la época de A rquím edes.
la m ena, que les proporciona ganancia. Los que pasan su vida dedicados a
40 Akal Historia del Mundo Antiguo

los trabajos de m inas hacen a sus due­


ños tremendam ente ricos, porque la can­
tidad de aportaciones gananciosas re­
basa el límite de lo creíble; pero ellos,
bajo tierra, en las galerías día y noche,
van dejando la piel, y m uchos m ueren
por la exceisva dureza de tal labor. Pues
no tienen casi ni respiro en sus traba­
jos, sino que los capataces, a fuerza de
golpes, les obligan a aguantar el rigor
de sus m ales, y así echan a barato su
vida en condiciones tan miserables; pero
los hay que por vigor corporal y forta­
leza de ánim o soportan sus padecim ien­
tos largo tiempo. A unque hay m ás de
un asunto sorprendente en torno al tra­
bajo de minas que acabam os de descu­
brir, uno no podría pasar por alto sin
gran adm iración el hecho de que nin­
guna de las m inas es de explotación
reciente; por el contrario, todas fueron
abiertas por la codicia de los cartagine­ m i: w
ses en la época en que eran dueños de
Iberia” .
Este texto es m uy im portante por
varios aspectos. Señala en prim er lugar
la extraordinaria riqueza de toda H is­ é *
pania en metales; la Península Ibérica
estuvo som etida a una gigantesca colo­
nización itálica de gentes que se des­
plazaban acá a explotar las m inas. Las K T **1·
explotaciones m ineras contribuían po-
derosísim am ente al desarrollo y crea­
ción del capitalism o rom ano. Esta fa­ f·*
bulosa riqueza estaba basada en la ex­
plotación del hombre, de grandes masas
de esclavos, que debido al intenso tra­
bajo perdían su vida pronto. Las con­ « fsB n e»
diciones de trabajo eran durísim as, ya
que no había horas de trabajo fijas, y
la vida del m inero era insalubre. H ispa­
nia no solam ente proporcionaba estas
masas de esclavos, sino que tenía las
minas. Los procedim ientos de explota­ Pisando la uva, casa del anfiteatro de Mérida
ción estaban m uy adelantados, galerías,
tornillos de A rquím edes, etc., y eran de
origen h elen ístico . R ecu erd an a los
p ro c e d im ie n to s d e s c rito s p o r A g a-
tarquides de Cnido, transmitidos por Dio­
doro (3.12, 2-6; 13, 1-3, 14, 1-4).
En Estrabón (3.2.S-9), se lee otra des­
cripción de los trabajos en las m inas
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 41

hispanas del sur, que continuarán en empero, no se advierte en ellos, pero


época im perial, pues la A rqueología no sí en los lugares regados, donde el pla­
dem uestra cam bio alguno en el sistem a cer de oro se ve relucir; cuando el lugar
de explotación de las minas: es seco, basta irrigarlo para que el pla­
“El oro no se extrae únicam ente de cer reluzca; abriendo pozos, o por otros
las m inas, sino tam bién por lavado. Los m edios, se lava la arena y se obtiene
ríos y torrentes arrastran arenas aurífe­ el oro; actualm ente son m ás num erosos
ras. Otros m uchos lugares desprovistos los lavaderos de oro que las minas.
de agua las contienen tam bién; el oro, Según los gálatas, sus m inas del m onte
42 Akat Historia del Mundo Antiguo

C evenna y las que tienen al pie de los M as el estaño -d ic e P o sid o n io - no se


Pirineos son más im portantes; sin em ­ encuentra en la superficie de la tierra,
bargo, son más preciados los m etales com o repetidam ente afirm an los his­
de allí. D ícese que a veces se encuen­ toriadores, sino excavando. Y se pro­
tran entre los placeres del oro lo que duce tanto en la región de los bám aros
llam an “palas”, pepitas de un “hem ii- que habitan más allá de los lusitanos
tron”, que se purifican con poco tra­ com o en las islas K attiterídes, siendo
bajo. Se dice tam bién que al hendir las transportado a M assalia desde el país
rocas suelen hallarse pepitas m enores de los britanos. Entre los ártabros, que
sem ejantes a ubres. Som etido el oro a habitan en lo m ás lejano del Septen­
una cocción y purificado por m edio de trión y del Ocaso de Lusitania, el suelo
cierta tierra alum inosa, se obtiene un tiene, según dicen, aflorescencias de
resid u o que es el “é le k tro n ” . É ste, plata, estaño y oro blanco, m ezclado
cuando va m ezclado de plata y oro, se con plata. Esta tierra es arrastrada por
cuece de nuevo; la plata entonces se los ríos, y las mujeres, después de haber
quem a y queda el oro, pues siendo de am anado la arena, la lavan en tamices
naturaleza grasa, se puede licuar sin tra­ tejidos en form a de cesta. Tal es lo que
bajo. En efecto, el oro se funde con aquél (Posidonio) ha dicho sobre los
facilidad m ayor por m edio de la paja, m etales” .
ya que su llam a es m ás flo ja y se El texto de Estrabón citando a los
adapta m ejor a su fin, fundiendo el hornos de plata que de construían altos
metal fácilm ente; por el contrario, el para evitar los gases nocivos para la
carbón, con la vehem encia de su fuego, salud (Plin. 33.98) confirm a este dato.
liquida el metal dem asiado pronto, con­ Ya el poeta Lucrecio (De rerum nat. 6.
sumiéndolo. En los ríos, el oro se ex­ 810 ss.) aludió a la peligrosidad de los
trae y se lava allí cerca, en pilas o en gases venenosos en las m inas tracias
pozos abiertos al efecto y a los que se de oro de Scaptensula. Este problem a
lleva la arena para su lavado. Los hor­ está recordado en Vitrubio (8.6.13) y
nos de la plata se hacen altos, con el en Plinio (31.49). Estrabón (12.3.40) des­
fin de que los vapores pesados que des­ cribe las condiciones terribles de tra­
prende la m asa m ineral se volatilicen, bajo en las m inas del m onte Sandara-
ya que son gases densos y deletéreos. curgium , en el Ponto, en la que las com ­
A algunas de las m inas de cobre se las pañías de publicanos ponían a trabajar
suele llam ar áureas, pues se supone que a esclavos, vendidos a los m ercaderes
de ellas se obtenía oro. por sus crím enes. Los m ineros m orían
Y supone que la industria y la ener­ enseguida a causa de los gases noci­
gía de éstos (los turdetanos) es sem e­ vos. El poeta estacio (Theb. 6.880-5)
jante, por cuanto abren sinuosas y pro­ recuerda el m inero ibero m uerto en un
fundas galerías, reduciendo a m enudo desprendim iento de tierras, lo que tiene
las corrientes que en ellas encuentran confirm ación en las m inas de Riotinto.
por m edio de los tornillos egipcios. Sin S o b re la o b te n c ió n d e l e s ta ñ o
em bargo, no todo es igual entre estos escribe Plinio (34. 156-158): “Se reco­
m ineros y los attikoi, ya que para los gía en Lusitania y G allaecia, regiones
últim os la m inería es com o un enigm a, en las que nace a flor de tierra, en forma
pues lo que recogen, dice, no lo toman, de arenas negras reconocibles por su
y lo que tenían lo pierden; por el con- peso, va m ezclado con guijarros peque­
tario, para aquéllos la m inería es sum a­ ños, p rin cip alm en te en los torrentes
m ente provechosa, ya que una cuarta secos. Los m ineros lavan esta arena, de
parte del m ineral recogido por los tra­ la que extraen por decantación al m ine­
bajadores del cobre es cobre puro, y ral que es llavado luego a los hornos,
los propietarios de minas argénteas obtie­ donde se tuesta. H állase tam bién en
nen en tres días un “tálanton” euboico. yacim ientos de oro que llaman alutiae,
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 43

por m edio de una corriente de agua se donde han aparecido hornos de tostar
dejan posar los cálculos negros, que apa­ el m ineral y las escorias, contenían una
recen ligeram ente variad o s en blan ­ fuerte cantidad de oro, plata y plom o
quecinos; estos tienen el m ism o peso metálico. Estas escorias eran sin duda
que el oro, por tal razón se quedan en de nuevo tratadas, según indica Plinio.
la cesta juntam ente con el oro recogido M ás usada fue la técnica conocida con
en ella. Luego en el horno se separan el nom bre de arrugia o ruina montium.
del oro, y al fundirse se convierte en Se aplicaba a los depósitos de aluvio­
plom o blanco... G allaecia no produce nes, com o en el Biezo y en el Teleno.
plom o negro, al paso que en la vecina Pepitas de oro se hallaban disem ina­
Cantabria se da en abundancia; el plomo das irregularmente en la arcilla roja, con
blanco no tiene plata, pero sí el negro”. un porcentaje de 1 a 10 gram os de oro
Plinio (33.77) es el autor que ofrece por tonelada. La operación consistía en
datos más abundantes sobre el sistem a cavar pozos y galerías destinados a pro­
de laboreo y rendim iento de las minas vocar el hundim iento del m onte, según
de Asturias y G allaecia, que com enza­ se ha dicho. Esta operación se llam aba
ron a explotarse a gran escala a partir ruina m ontium ; grandes depósitos de
de Vespasiano y según procedim ientos agua se colocaban en los puntos eleva­
helenísticos, tam bién en opinión de J. dos de la explotación, alim entados m e­
Sánchez Palencia. Para facilitar la extrac­ diante una red de acueductos, se preci­
ción del m ineral se em pleaba una co­ pitaban grandes torrentes de agua sobre
rriente de agua, “ la tierra conducida así los m ontones de tierra, que, en estado
se desliza hasta el mar; rota la m ontaña de lodo líquido, fluían hacia los cana­
se disuelve, y de este m odo Hispania les de decantación (agogae), donde se
ha hecho retroceder el m ar lejos de sus recogían las pepitas de oro. Los acue­
orillas... El oro obtenido por la arrugia ductos utilizados en estas explotacio­
no se funde, es ya oro; se encuentra en nes m ineras se conocen cen las M edu­
m asas, com o en los pozos, que pesan las (León), ya tallados en las rocas, ya
más de 10 libras. Llam an a estas m asas sobre m uros, que se siguen a lo largo
palagae', otras les dicen palacurnae, y de 40 km. D epósitos com o los de La
cuando es pequeña llám anla balux. En Leñosa, Paradaseca y Las M édulas se
la m in a D o s M o u ro s y en la de construían encim a de las explotaciones.
Valongo, ambas en Portugal, en Barban­ A lgunas lagunas, com o las de Las M é­
tes, y seguram ente en Pozo Lim idoiro, dulas, la laguna Cernea, en Santa Co­
Brandom il (La Coruña), se utilizaron lom ba de Som oza, pueden ser vestigios
para la extracción del m ineral pozos, de decantación. Las explotaciones for­
galerías, bajadas y tajos; pero este pro­ m aban circos, com o el de Fogo Chico,
cedim iento fue raro, pues se aplicaba junto a Duerm a, y el de La Leñosa.
cuando la concen tració n de oro era Dos procedim ientos son los seguidos:
grande y se justificaba un trabajo tan las arrugiae, en los aluviones descritos
duro y prolongado. Para el hundim iento por P linio, y la explotación de los
de la roca se em pleaba el fuego y picos yacim ientos en la roca. Todos los yaci­
de hierro -enco n trad o s en la m ina Dos m ientos auríferos del noroeste fueron
M ouros-. El oro obtenido por este pro­ explotados en la Antigüedad según dife­
cedim iento se llam aba, según Plinio, rentes procedimientos ya citados: lavado
aurum canaliense o canalicium . El oro de las riberas de los ríos: arrugia para
en e s ta d o lib re se p o d ía o b te n e r los depósitos aluviales antiguos: pozos
m ediante trituración, lavado y quizás y galerías en los filones de cuarzo aurí­
am algam ación. El oro asociado a sul­ fero y explotación a tajo abierto, en el
furas se obtenía por un tratam iento más caso de una fuerte m ineralización de la
c o m p le jo de to sta d o , fu sió n y c o ­ roca. Se han hecho cálculos sobre las
pelación. C om o en Jales (Portugal), explotaciones en roca y en una arrugia
44 Aka! Historia del Mundo Antiguo

y se han obtenido las siguientes cifras: M useo de R iotinto guarda una en ex­
10.000.000 de m etros cúbicos explota­ celente estado de conservación. En las
dos en Tres M inas (portugal), contra minas de Thersis, en el criadero de Filón
1 5 0 .0 0 0 .0 0 0 en L a s M é d u la s y N orte, en el siglo pasado, se descubrió
150.000.000 de metros cúbicos en el un conjunto de catorce ruedas dispues­
valle del D uerna (León). Las evalua­ tas por parejas. Las ruedas están cons­
ciones globales son de 35.000.000 de truidas de m adera, de pino de Flandes
m etros cúbicos de yacim ientos en roca y encina. El eje de la rueda era el único
trabajados en A sturias y 500.000.000 elem ento m etálico. La disposición de
de m etros cúbicos de aluviones lavados estas m áquinas está bien docum entada
en el Bierzo. por los hallazgos de Thersis, Santo D o­
Se conocen algunos ingenios utili­ m ingo y Riotinto; en esta últim a se en­
zados en las m inas hispanas del sur. contró un conjunto de ocho parejas de
Los sistem as de desagüe de las m inas ruedas, colocadas de m anera sucesiva,
rom anas de la provinca de H uelva han que elevaban el agua a veintinueve m e­
sido bien estudiados recientem ente por tros de altura. La pareja de norias ver­
J. M. Luzón. El m étodo m ás sencillo tía el agua en canal siempre en la misma
de desagüe, cuando era posible, consis­ dirección, que caía en la fosa del piso
tía en un canal que con una suave inclina­ superior para ser recogida por el par
ción vertía al exterior el agua. Este pro­ siguiente. Si la cantidad de agua que
cedim iento se utilizó en las m inas de había era poca, se colocaba una única
El Centeni lio, La Fortuna (M urcia) y rueda. La segunda m áquina em pleada
en el F iló n D e h e s a , en R io tin to era la polea en cangilones, tam bién des­
(Huelva). A este canal de desagüe alude c r ita p o r V itr u b io (1 0 .5 ). Es u n a
la segunda tabla de A ljustrel, según una variante de la m áquina anterior; a la
reciente interpretación propuesta por m ism a rueda anterior se acoplaba una
J. M. Luzón, y no a un acueducto que doble cadena de hierro, de la que col­
abastecía de agua la región m inera de gaban cangilones de cobre con una capa­
V ipasca, a una instalación para lavar cidad de 35 litros, que vertían el agua
m inerales. E sta galería subterránea se en la parte más alta sobre un canal o
encontraba a una profundidad conside­ depósito a ese nivel. La ventaja de este
rable. Los que tra b a ja b a n p o zo s de ingenio es que extraía el agua de luga­
cobre debían realizar las labores a una res m ás profundos a m áquina a juzgar
distancia m ínim a de quince pies para por los hallazgos, fue m enos usada que
ev itar los d esplom es. El p ro c u ra to r la noria, pero tam bién se docum enta,
podía perm itir hacer calicatas a partir incluso con variantes no descritas por
de la galería de desagüe. D iodoro de Vitrubio. La bom ba de Ctesibio fue des­
Sicilia (5.37), alude a este sistem a de crita en la A ntigüedad por Plinio (HN
desagüe en las m inas hispanas, cuando 37) y por Vitrubio (17). Un ejem plar
escribe: “encuentran a veces ríos sub­ perfectam ente conservado se guarda en
terráneos cuya rápido curso reducen en­ el Museo Arqueológico Nacional de M a­
cauzándolos en galerías in clin ad as” . drid.
Cuando era im posible sacar el agua por
este procedim iento se em pleaban m e­
canismos de elevación, descritos por Vi- Código m inero
trubio (10.4) de los que en las m inas
hispanas se utilizaron tres. El prim er Se conserva el prim er código del Im ­
ingenio es la noria (Vitr. 10.5), muy perio Rom ano sobre m inas, las tablas
usado en las m inas del noroeste: Ther- de A ljustral, A lem tejo (Portugal), que
sis y Riotinto en H uelva, y Santo D o­ contiene la reglam entación de un dis­
mingo, en Portugal. Sólo en la prim era trito m inero y en las que se halla una
m ina se han encontrado cuarenta. El in fo rm ación im p ortantísim a y única
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 45

sobre reglam entación fiscal y adm inis­ del pregón, de los baños públicos, de
tración de las m inas de cobre y plata. la zapatería, de la barbería, de la tinto­
En el territorio había una pluralidad de rería y del im puesto sobre m ineral ex­
yacim ientos, adem ás de las canteras de traído, de la inm unidad de los maestros
piedra. Los restantes distritos m ineros de Vipasca y del impuesto sobre la ocupa­
se regirían por una legislación parecida ción de los pozos m ineros. La tabla
o idéntica. Todo el distrito m inero, in­ segunda determ ina el régim en de explo­
cluso la población ordinaria, se encon­ tación, desde el punto de vista jurídico
traba bajo el gobierno del procurator y técnico y las m edidas de policía.
metalli, representante del fisco im pe­ Las tablas son de época adranea. Una
rial, que podía ser del rango de los equi­ lex m etallis dicta, m encionada en la
tes, pero que frecuentem ente era un li­ tabla prim era, podía ser la segunda,
berto im perial. De las dos tablas que s ie n d o la m e n c ió n al e m p e ra d o r
se conservan, la prim era fija los dere­ Adriano un añadido posterior, o una
chos de los diversos arrendatarios de ley de época anterior, quizá flavia. El
lo s s e rv ic io s d e la lo c a lid a d , del dueño de la m ina de V ipasca era el
arriendo del im puesto, en las subastas, fisco, que no explotaba directamente los

Almacén de Pompeya
46 Akal Historia del Mundo Antiguo

pozos, sino que en régim en de con­ los a horas determ inadas, del am anecer
cesión se los entregaba a varios arren­ a la hora sétim a para las m ujeres, y de
datarios. Los em peradores aplicaron a la hora octava a la segunda de la noche
las explotaciones m ineras el m ism o sis­ para los hom bres y sum inistrar agua
tem a em pleado en las tierras públicas com ente. Fijó la ley el precio de los
e imperiales, el arriendo a pequeños em ­ bañistas. Entrada gratis tenían los sol­
presarios. dados y los niños. El arrendatario que
Exam inem os un poco m ás detenida­ recibía todos los accesorios de los baños
m ente el contenido de cada una de las debía cuidar con particular esm ero las
tablas. En V ipasca un m onopolio era bañeras. Determinaba la ley todo lo rela­
la banca, y el banquero podía cobrar cionado con la leña. La industria del
un 1 por 100 del precio de todas las calzado se llevaba en régimen de m ono­
subastas, que deducía del precio o en­ polio. La m ulta al que se dedicase a la
trega al procurator m etalorum esa can­ zapatería sin el correspondiente permiso
tidad. El desarrollo del com ercio, de la era del doble del valor del zapato. Era
industria, de la agricultura y las ex­ objeto de m onopolio igualmente la repa­
plotaciones m ineras presupone un gran ración del calzado. También la barbe­
desarrollo de la banca, que era una em ­ ría estaba en régim en de m onopolio,
presa privada. El fisco era el m ayor com o las tiendas de los tintoreros. Un
banquero del Im perio, prestaba dinero im puesto gravaba la com pra del m ine­
a crédito, al igual que los prestam istas ral y de piedra para su elaboración. El
particulares y los bancos; com o el em ­ mineral se adquiría en bruto. Las ope­
perador, atesoraba m oneda acuñada y raciones de elaboración se clasifican
realizaba num erosas operaciones finan­ como: depuración, trituración, fundición
cieras. Una excepción a favor del disco al fuego, preparación y segm entación
se daba cuando la venta se hacía sin de lingotes, criba y lavado. La ley gra­
intervención del banquero, directam ente vaba a los que im portan de otra zona
por el procurator, con autoridad del em ­ m inera para preparar en V ipasca con
perador. Aun en este caso, si se vendía un denario cada 100 libras, unos 33
un pozo, el conductor podía cobrar la kilogramos, aproximadamente. Los maes­
centésim a del com prador del pozo. S i­ tros de escuela de Vipasca estaban inmu­
guen casos especiales de aplicación de nes de contribuciones públicas. El final
esta ley. El plazo de pago de la centé­ de esta prim era tabla se refiere a la
sim a era de tres días. descripción de las ocupaciones de pozos
El servicio del pregonero que inter­ m ineros y de su im puesto.
venía en la subasta era tam bién objeto El fisco daba un perm iso de explo­
de un arriendo en m onopolio. El esti­ tación y percibía la m itad del mineral
pendio que paga el vendedor por el ser­ extraído. Existía la posibilidad de com ­
vicio se estipula en el 2 por 100 del prar la concesión definitiva del pozo a
precio, si es m enor de 100 denarios, y un precio fijado por el fisco. La tabla
del 1 por 100 si es superior a 200. Si segunda legisla, al com ienzo, sobre los
se subastaban esclavos, el precio se fi­ precios de los pozos de cobre en dis­
jaba en relación con el núm ero de ca­ frute tem poral y persigue las explota­
bezas. Se exceptúan de los derechos de ciones clandestinas. El ocupante no
pregón, las ventas y arriendos hechos podía fundir al m ineral antes de haber
por el procurador en nom bre del fisco. pagado al fisco. Los pozos de plata eran
L a e x p lo ta c ió n d e lo s b a ñ o s en dotados según lo previsto por la ley,
V ipasca era en arriendo, su inspección pero a diferencia de los pozos de cobre,
correspondía al procurator m etallorum . no se im pone un pago total del precio,
Podía im poner m ulta de 200 sestercios se aplicaba en este caso una disposi­
en cada ocasión, el arrendatario debía ció n e s p e c ia l d e la lib e ra lid a d de
calentar el agua durante un año, abrir­ A driano, que consistía en perm itir en
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 47

los pozos argentíferos un pago a pla­ Un número de palabras hispanas, re ­


zos, previo adelanto de 4.000 sester­ ferentes a las explotaciones de m inas,
cios, lo que suponía una ventaja para se han conservado en el código de V i­
el com prador. El fisco tom aba una serie pasca, que se habían convertido en tér­
de m edidas legales encam inadas a que m inos técnicos.
las explotaciones m ineras no se inte­ Los m etales citados por Plinio de­
rrum pieran. La interrupción era consi­ bían exportarse en m ayor o m enor grado
derada un abandono, y el fisco conce­ en el siglo n. Las m inas británicas de
día el derecho de explotar el pozo al cinc dejaron de explotarse desde el año
que lo encontrase abandonado. Cada ocu­ 50 al siglo ni, lo que parece indicar que
pante explotaba varios pozos al m ism o en las m inas de este m ineral en H ispa­
tiempo. A cada cinco pozos ocupados nia se trabajaba. El tesoro imperial per­
el ocupante debía explotar al m enos cibía de las m inas hispanas la partida
uno, o si se trata de un pozo com prado, más grande de ingresos.
se concede un plazo de inactividad de
seis meses. El fisco podía desinteresarse
de su m itad y perm itir la explotación Propiedad de las m inas
total al particular; el precio debía ser
lo m ás alto posible. Para buscar la can­ En las m inas de Cartago Nova, que en
tidad necesaria para com prar el pozo, el siglo i estaban ya en decadencia, pero
el ocupante tenía varias posibilidades: se trabajó en ellas hasta finales del siglo
1) Buscar socios capitalistas a los que ii, la ganga argentífera era arrastrada
se concedería una participación del ren­ por una corriente, de la que se m achaca
dim iento. y por m edio de tam ices se la separa del
2) Pedir a un prestam ista dinero. agua; los sedim entos son triturados y
3) Vender su derecho a otro ocu­ nuevam ente filtrados y separados así,
pante. las aguas m achacadas aún otra vez. E n­
4) A bandonar el pozo al derecho de tonces este quinto sedim ento se funde,
ocupación. Solución económ ica. y separado del plom o queda la plata
Posiblem ente los ocupantes de los pura (Str. 3.2.10).
pozos contribuían sociedades mineras.
La ley adm ite estas sociedades y no
limita el núm ero de socios. Según su D ocum entación arqueológica
cuota de participación, cada socio con­
tribuye a los gastos. M ediante anuncio Las excavaciones modernas permiten ha­
por escrito, un socio que ha hecho los cerse una idea bastante aproxim ada de
gastos y reclam a de otro la parte que las explotaciones m ineras hispanas.
le corresponda pagar, puede reclam ar La m ina El Centeni lio se encuentra
la cuenta. en el térm ino m unicipal de Baños de
Vipasca. También da la ley una serie la Encina (Jaén) y tiene dos series de
de prescripciones técnicas referentes al filones: el filón sur y sus satélites, si­
servicio del canal de las m inas, sobre tuados a un kilóm etro al sur del actual
la traída del agua a la localidad, o del pueblo, y el grupo norte, llam ado M ira­
canal para el lavado del m ineral. Las dor, con sus satélites. Am bos grupos
explotaciones de los pozos de cobre de­ fueron explotados en la Antigüedad. Se
bían distar del canal por lo m enos cinco extraía galena o sulfuro de plom o de
pies, y los de plata sesenta pies. Tam­ una m etalurgia fácil para los romanos.
bién estaba prohibido am ontonar el m i­ La galena lleva frecuentem ente plata,
neral a los lados del canal. La m ano de en cantidad variable. La de El Cente­
obra era de esclavos condenados a tra­ ni lio es rica en este metal y en las zonas
bajos forzados y tam bién de obreros superficiales la oxidación y cimentación
libres. ha producido fuerte concentración de
48 Akat Historia del Mundo Antiguo

plata nativa, explotada por los rom anos más reciente. La tercera, llam ada Cerro
hasta llegar a los sulfuros, de donde del Plom o, se encuentra a unos dos­
obtenían a un tiem po plata y plom o. El cientos m etros más abajo, al sur del
grupo norte consta de tres filones, de filón M irador, sobre un cerro en forma
los cuales el más im portante es el lla­ de proa, con fuerte ventilación natural
m ado M irador, explotado en una pro­ en la cum bre para el tiro de los hornos,
fundidad m edia de 200 m etros y en una y con laderas, protegidas de los hum os,
extensión de 870 m etros. La explota­ utilizadas para viviendas de los m ine­
ción com enzaba abriendo en su aflora­ ros. El agua se llevaba hasta el cerro
m iento pozos o rajas por donde pene­ por m edio de acequias, que partían de
traban los m ineros, y extraían prim ero los socavones. La cum bre m ide unos
el mineral. Los prospectores rom anos 200 m etros de largo y tiene tras plata­
de m inerales m ostraron una gran habi­ form as que no parecen naturales. Se de­
lidad en descubrir los yacim ientos no duce de los ocho cortes efectuados en
visibles en superficie. Al profundizar el C erro del Plom o que hubo cuatro
en la explotación, se planteaban pro­ períodos de explotación; uno de orga­
blem as para la extracción del m ineral, nización a finales del siglo π y princi­
de desagüe y de acceso. Prim ero se uti­ pios del i; otro de desarrollo industrial
lizó para esto la ram a sudeste del filón intensivo, en la prim era m itad del siglo
de Pelaguindas para dar con las zonas i; un tercero de abandono provisional
m ineralizadas que se intentaban desa­ después de una destrucción m otivada
guar. En este prim er socavón no dieron probablem ente por la guerra civil, hacia
con el mineral. Continuaron los m ine­ el año 45 antes de Jesucristo, y un
ros abriendo socavones en el filón, cada cuarto período de nueva ocupación a
vez más profundos. Se desaguaban los partir del segundo cuarto del siglo i
pozos m ediante tornillos de A rquím e- hasta los finales del siglo ii.
des, de los que se encontraron varios, El Cerro del Plom o está en relación
hoy perdidos. Un gran nivel técnico de con las explotaciones profundas del
explotación alcanzan, no sólo las minas filón M irador. Después del tercer pe­
del sudeste, como Ritotinto, Tharsis, So- ríodo prosiguen las explotaciones en pro­
tiel Coronada, sino las de Cerro Mu- fundidad y en el nivel m ás bajo se uti­
riano, Posadas y El C entenillo. En la lizaron los tornillos de Arquímedes, que
de Coto Fortuna hay una serie de reci­ debe coincidir con los últim os años de
pientes para lavar el m ineral. A partir la explotación. En el Cerro se observa
de 100 m etros se utilziaron socavones una organización en las instalaciones
de desagüe, em pleados tam bién para la industriales (hornos, lavaderos y alm a­
extracción del m ineral. En los alrede­ cenes) y en las viviendas de los m ine­
dores de los filones había tres grandes ros en la vertiente norte. Sin duda, una
fundiciones para el tratam iento de la em presa fuerte explotaba El Centenillo,
galena argentífera. U na de ellas, asen­ de la que se conocen sus iniciales, S o ­
tada sobre un valle, llam ado La Teje- cietas C astulonensis, que explota la
ruela, pertenece a los siglos n y i antes m ina desde la prim era m itad del siglo
de Jesucristo y corresponde a las pri­ i antes de Jesucristo hasta m ediados del
m eras explotaciones rom anas del filón siglo siguiente, por lo menos.
M irador. La segunda fundición, la Fa- Los m ineros son pobres; no emplean
briquilla, se trasladó, al haberse talado vasijas de lujo, sino platos y vasos de
los árboles de los alrededores de La fabricación local; para otros usos utili­
Tejeruela, más lejos, donde existía agua zaban el plom o. V ivían aislados, enca­
para concentrar el m ineral, y dada su denados a su trabajo.
altura, aire abundante para el tiro de El m ineral se transportaba por barco,
los hornos. G uadalquivir abajo, hacia los puertos
Esta segunda fundición es de fecha de em barque, H ispalis y C ades, como
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 49

se deduce de la aparición en el puerto A ñade el geógrafo Estrabón (3.2.10)


de Cádiz de lingotes de plom o tim bra­ en este párrafo un dato interesante, sobre
dos con el nom bre de C ato y estam pi­ la propiedad de las minas, que las minas
llados con el em blem a de una m ano de plata han dejado de ser públicas para
con palma. Este m ineral procedía de la pasar a propiedad particular; las de oro
parte central de Sierra M orena, o sea, en su m ayoría son públicas. El nom bre
de las actuales provincias de Badajoz, de la Colonia A ugusta Firm a, se lee en
Sevilla, Córdoba y Jaén. De las minas los lingotes de plom o encontrados en
de H uelva no se extraía plom o. A par­ el puerto de Cartagena, hoy perdidos:
tir del siglo i antes de Jesucristo y a lo C O L O N , A U G U S T IF IR M I/F E R M .
largo de todo el Im perio una de las Este lingote prueba que la m ina de
actividades im portantes del valle del plom o argentífera pertenecía a la colo­
Betis era el transporte de m inerales pro­ nia augustea,' al igual que la Colonia
cedentes de Sierra M orena. En la m ar­ Genetiva Julia poesía agri et silvae y
gen izquierda, en regiones hoy planta­ la ciudad de Cartagena era también pro­
das de olivo, se conservan aún num ero­ piedad de minas de plom o argentífero.
sas fundiciones de plom o, com o en Po- A stigi podía explotar la m ina directa-

Transporte fluvial de vino,


museo de Aviñon
sadas y A lm odóvar del Río, en la re­ m ente o por m edio de un arrendatario
gión de la H errería y en Fuencubierta al que aludiría la sigla FERM .
(Córdoba), a una distancia de la m ar­ Después de la división de Hispania en
gen sur del río que oscila entre 4 y 10 tres provincias, las m inas de Lusitania y
kilóm etros. De estas fundiciones hoy de la C artaginensis pasan a propiedad
sólo quedan escorias; por el m aterial del emperador. La arqueología confirma
encontrado en ellas, cerám ica y m one­ estos datos, pero siem pre debía haber
das iberas y rom anas, se fechan hacia a lg u n a s m in a s de o ro en H isp a n ia a
el cam bio de era. El m ineral llegaba de m anos de los particulares, ya que Septi­
las m inas de plom o argentífero, lo­ m io S ev ero, d esp u és de la derrota en
calizadas a unos kilóm etros al norte de Lyon, 198, de los partidarios de su con­
Posadas, en la orilla derecha del Betis. trincante A lbino, confiscó las minas de
Es probable que los propietarios lo fue­ H ispania y de la G alia (SHA. Sev. 12).
ran al m ism o tiem po de las fincas y de En M allorca, en la costa de Las Sa­
las m inas. La Via A ugusta pasaba cer­ linas, han aparecido 17 lingotes de
cana a algunos kilóm etros al sur, en la plom o, que, m uy probablem ente, iban
región de La C arlota (Sevilla). cam ino de Rom a, procedentes de las
50 Akal Historia deI Mundo Antiguo

m inas de la Tarraconense. Se fechan en de los Antoninos, que representa a cua­


los años com prendidos entre los años drillas de m ineros dentro de una gale­
79-81. Están fundidos en moldes de arc- ría. El capataz cierra la m archa y está
dilla refractoria, cocida a alta tem pera­ representado a tam año m ayor. Lleva en
tura, con una m atriz en el fondo sobre su m ano derecha una tenaza y en la
lo que se grababa en hueco el nom bre izquierda posiblem ente una cam pana.
y em blem as del dorso, su fabricación El m inero que le precede lleva al hom ­
se hace en varios tiem pos, vertiendo el bro un pico-m artillo; el tercero lleva
m etal líquido; enfriando el m etal se una lucerna. Visten calzón corto cu­
añade otra colada. Los galápagos son bierto con un mandil de tiras de cuero.
de forma tronco-piramidal alargada. Las Los m ineros son esclavos a juzgar por
piezas están m arcadas en sus flancos el pantalón. De la m ism a época es la
con punzones de bronce o de hierro. estela sepulcral del niño Quintus Artu-
Las im prontas se refieren a títulos im ­ lus, m uerto a los cuatro años, proce­
periales com unes o nom bre de Vespa­ dente de Baños de la Encina, en las
siano y de Tito en abreviatura. Las le­ proxim idades de la localidad anterior.
tras de los nom bres de los cortes del Representa al hijo de un m inero con
dorso, grabados siem pre con letras en m artillo y cesta de juguete, o mejor, a
relieve, son desiguales y toscas. Los un niño minero. Estos relieves prueban
prim eros estarían hechos por grabado­ igualm ente la explotación de las minas
res oficiales al servicio de la adm inis­ de plom o argentífero en el siglo π en
tración imperial, los segundos por gra­ las proxim idades de Cástulo.
badores locales poco hábiles. Los lingo­ En D espeñaperros se encontró un
tes llevan el nom bre del em perador, o bronce ibérico de un m etalúrgico con
títulos imperiales com unes, indicando sus utensilios de trabajo, grandes ten-
que las minas son m onopolio imperial. zas y martillo; viste sagum hasta los
Estas m inas no podían econtrarse en la pies descalzos. Una probable represen­
Bética, adm inistrada por el senado. Los tación de m ineros se halla sobre una
lingotes llevan tam bién los nom bres de tesera de plom o del Archivo M unicipal
los arrendatarios de los pozos m ineros, de Sevilla. En una de sus caras lleva
que son L. M anlio, N. N avio A pser, Q. la inscripción Celte, Peñaflor, y debajo
Cornuto y Publico Aemilio Gallico. hay un objeto con m ango, que parece
ser una pesa de plom o, com o las en­
contradas en Riotinto. En el reverso de
Mano de obra la tesera un hombre en short cam ina
hacia la derecha llevando al hom bro
En el siglo i las m inas fueron trabaja­ una pala ancha. D elante de él se ve un
das por esclavos, que recibían trato bru­ aro con estrigiles, un ungüentarlo y
tal; a partir del siglo π lo fueron por algún otro útil de aseo personal. Posible­
libres en su m ayoría. La ganancia no m ente es una tesera para entrar libre­
revertió sobre el nivel de vida de la m ente a los baños de la localidad.
región. En el noroeste la asim ilación
de la cultura rom ana fue prácticam ente
nula. Hubo castros que se desplazaron, El ejército y las m inas
según las necesidades de la explotación
minera. El ejé rc ito del n o ro este fu n cio n ab a
com o ingenieros. Tácito (Ann. 12-20)
menciona el uso de soldados como técni­
Representaciones de1 m ineros cos en las m inas de G erm ania, y añade
que lo m ism o sucedía en otras provin­
Se conocen varias. La m ás fam osa es cias.
el relieve de Palazuelos (Jaén), de época Ya hace años que C. Dom ergue, en
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 51

los diversos trabajos realizados refe­ portante zona m inera, que trabajaba con
rentes a las m inas áureas del noroeste su herm ano; varios talabrigenses, ciu­
hispano, recaba la im portancia del ejér­ dad lusitana entre Bracara Augusta y
cito en las explotaciones m ineras, cuyo C onim briga, y una celtíbera, de nom ­
papel era no sólo de pacificador de la bre Licinia M aterna, venida del territo­
gran cantidad de mineros, esclavos o li­ rio de los A revacos, de N ovaugustana,
bres, sino de ingenieros. En el siglo n, ciudad citada por Plinio (3.27). Cadá­
algunas unidades estaban acuertaladas veres de 15 personas celtíberas, de las
en las proxim idades de Tres M inas, al que algunas son m ujeres, que m urieron
igual que un destacam ento de la C o­ con ocasión de derrum bos de las gale­
hors I Gallica. En las cercanías de las rías, han aparecido en las minas del
Arrugies del Teleno, se localiza la ad­ sureste. La presencia de una m ujer con-
m inistración de las m inas de la región,
y un destacam ento m ilitar de la Legio
VII G em ina m andado por un centurión, Tablilla dácica: alquiler de jomadas de
y a partir del año 165, Cohors I G a­ trabajo para una explotación aurífera
llica, a la que en tiem pos del gobierno (fol. 55)
de los em peradores M arco A urelio y
Lucio Vero se añadieron elem entos de
la Cohors I C eltiberorum , y después del En el consulado de Macrino y Celso (164
d.C.), trece días antes de las calendas de
año 175, de la II Flavia. Los com po­ Junio. Lo escribí yo, Flavio Secundino, a
nentes de estas unidades son variables. petición de Memio, hijo de Asclepio, por­
En las tablas de V ipasca 1.3 se m en­ que afirmó que no sabe escribir. Dijo que
ciona a los soldados, y que están libres había alquilado sus jornadas de trabajo
de pagar el uso de los baños. A. D ’Ors, (operae) a Aurelio Adjutor, para una explota­
al comentar este texto, sugiere que había ción aurífera, desde el día de la fecha
una cohorte m andada por un tribuno, hasta los próximos idus de noviembre, en
cuya presencia era necesaria no sólo 70 denarios y la comida. Deberá recibir
el salario fraccionado en varios plazos.
para la vigilancia general del distrito, Deberá realizar jornadas de trabajo com­
sino especialm ente para la custodia de pletas, sin deducciones por enfermedad,
los dam nati ad metala, que trabajaban en favor del contratista (conductor) antes
las minas. Ya en época helenística en mencionado (es decir, Aurelio Adjutor). Si
las m inas de N ubia para vigilar a los contra la voluntad del contratista, inte­
condenados, según el testim onio de rrumpe su trabajo o abandona la ex­
Agatarcides (Diod. 3.12. 3 ss.) se emplea­ plotación, se le descontará del salario
cinco sestercios por cada día. Si las corrien­
ban soldados bárbaros que desconocían
tes de agua impidieran trabajar, la jornada
la lengua de los m ineros. se considerará válida. Si transcurrido el
Un destacam ento m ilitar está atesti­ plazo, el contratista se retrasara en el
guado en Cástulo, im portante distrito pago, estará sujeto a la misma penaliza-
m inero de la Tarraconense. ción, salvo que la explotación se haya inte­
rrumpido tres días.

Emigración de m ineros Firmado en Imenoso Mayor.

E stá bien docum en tad o el d esp laza­ Firman el trabajador (Memio, hijo de
m iento de m ineros libres a otras regio­ Asclepio) y los socios del contratista: Titio,
hijo de Beusante, apodado Bradua, y Socra-
nes en busca de trabajo. A sí está atesti­
tión, hijo de Socratión.
guado en Riotinto una fam ilia de E m é­
rita A ugusta, la capital de Lusitania: un
Cam alus, que por su nom bre debe ser
galaico o lusitano; un Ruburrinus de
C astellum B urense, en el noroeste, im ­ FIFIA III, n. 150.
52 AkaI Historia del Mundo Antiguo

firm a lo que se desprende de las Tablas bir la mercancía T. Flavius, Augusti liber­
de V ipasca I 3.4.5, con ocasión de le­ tus Polychrysus, procurator massae maria-
gislar sobre el uso del baño, de que en nae (CIL II, 1179); es decir, al frente
las minas trabajaban tam bién m ujeres, de la m ina, que era patrim onio im pe­
al igual que quizás en A lburnus M aior. rial, se encontraba un procurator, que
M ujeres trabajaban en las m inas de oro en este caso era un liberto im perial
del n o ro este h isp an o , según el te s ­ griego, a juzgar por el nom bre, com o
tim onio de Estrabón (3.9.9). Un texto solía suceder frecuentemente. Tiberio con­
de Agatarcides (Diod. 3, 2-6), de comien­ fiscó tam bién otras m inas en m anos de
zos del H elenism o, sobre las m inas de particulares o de las ciudades, buscando
oro nubias, m enciona m ujeres m ineras posiblem ente un m ayor rendim iento.
y en un seg u n d o , del m ism o auto r Estas confiscaciones se llevaron a cabo
(Diod. 3.13.1), a niños tam bién citados en Galia, Hispania, Siria y Grecia; es
en Vip. 13.6. U na estela de Baños de decir, en todas las provincias donde
la Encina (Jaén), en plena zona m inera había buenas m inas, según la afirm a­
de Sierra M orena, representa un niño ción de Sustonio (Tib. 49). Estas confis­
con m artillo y cesta, que confirm a estas caciones son anteriores y no posteriores
fuentes. Esta em igación de m ineros del a la revuelta del año 21. Una inscripción
noroeste no sólo era de varones, sino de A v ey ro n (C IL X III, 1550) nos
tam bién de m ujeres, que debían traba­ inform a de que las m inas de plata de
ja r en las minas; así se docum enta cerca la región pertenecían, ya en tiem pos del
de Aroche (H uelva) una V ibia Crispa, em perador Tiberio, al fisco imperial, y
T u ro b rig e n sis (C1L II, 9 6 7 ), T ab ia que estas m inas habían ya pasado a su
Prisca, Serpensis (CIL, II, 971), Baebia dom inio. Los decuriones citados en esta
Crinita, A urobrigensis (CIL II, 964) y inscripción son los adm inistrativos del
en Alongo una dem a de O nisipo (CIL territorio minero.
II, 959).
A las minas de Cástulo fueron a traba­
jar Paternus y sus com pañeros de tribu, Rendimiento de las m inas
que eran cántabros orgonom escos, que
eran varios y libres, citados por Plinio Se conservan, gracias a Plinio (34, 165),
(4, 111). Este autor (33.97) recuerda a las cifras de arendam iento de algunas
los aquitanos que trabajaban las m inas m inas béticas, com o la m ina Sama-
del sur de H ispania. riense, que rentaba 200.000 denarios anua­
les, después en 255.000. La m ina An-
toniniana producía 400.000 libras.
Confiscaciones Según la opinión de algunos, A stu­
rias, G allaecia y Lusitania sum inistran
El emperador Tiberio confiscó las minas por este procedim iento 20.000 libras de
de S. M ario, situadas en Sierra M o­ oro al año, pero la producción de A stu­
rena, aunque estas m inas debían haber rias es la m ás abundante. No hay parte
pasado al senado, que adm inistraba la alguna de la tierra donde se dé esta
Bética; S. M ario era un absentista, ya fertilidad durante tantos siglos (Plin. 33.
q u e v iv ía en R o m a . A c u s a d o de 76-78).
incesto con su bella hija, fue despe­ La cifra de 20.000 libras de oro por
ñado de la R oca Tarpeya y confiscado año es la única cifra conocida de la
su patrim onio (Tac. Ann. 6. 19. Suet. producción de las m inas del noroeste.
Tib. 49), que pasó a ser im perial. Este La cifra se refiere a la producción de
cobre era el m ás cotizado en el m er­ las arrugiae, que es el sistema más exten­
cado en época de P lin io (39.4). En dido de explotación. Plinio no dice a
época de los A ntoninos se exportaba qué época se refiere la cifra, si a la de
todavía a Ostia, donde vivía para reci­ A ugusto o a la de Vespasiano. Si la
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 53

Tienda de Herculano

c if ra se r e f ie r e a lo s tie m p o s de para evitar que obtuviera precios m uy


A ugusto, el producto anual de estas elevados se fijaba su valor en venta en
m inas era de 90.0 0 0 .0 0 0 de scstcr- 70 sestercios, lo que proporcionaba gran­
cios, o sea, 1/5 de los ingresos del aera­ des beneficios a las compañías.
rium calculado en 450.000.000 de sester­ Las fuentes literarias mencionan otros
cios, según Tenney Frank. Si la cifra m inerales en los que H ispania abun­
es del gobierno de Vespasiano, repre­ daba.
senta el 6 y 7,5 por 100 de los ingresos Lusitania y m ás concretam ente las
del E s ta d o , c a lc u la n d o é s to s en orillas del Tajo tenían gran cantidad de
1.200.000.000 ó 1.500.000.000 de ses­ placeres de oro (Str. 3.3.4). Los ríos
tercios. hispanos, en general, arrastraban pepi­
Según Plinio (33.118), el m inio lo tas de oro, y se explotaban las arenas
importaba Rom a de H ispania. El m inio más que las m inas (Str. 4.6.12; 16, 69).
más conocido era el de Sisapo, en la Según Silio Itálico (I, 234), además
Bética, m ina que era propiedad del pue­ del Tajo, los ríos Duero y Lim ia tam ­
blo rom ano. No estaba perm itido refi­ bién llevaban pepitas de oro. Mela (3,
n ado en el lugar, sino que se enviaba 8) añade que, adem ás de producir oro,
a Rom a, en bruto y bajo sello, en can­ el Tajo arrastraba piedras preciosas. En
tid ad de 2 .0 0 0 lib ra s (seg ú n o tros las proxim idades de O lisipo se obtenía
20.000) al año. En R om a se lavaba y de las profundidades de la tierra, con
54 AkaI Historia del Mundo Antiguo

m ucho trabajo, el rubí (Plin. 37, 97). licia (CIL II, 2598) de nom bre M. U l­
De otros m inerales que se extraían de pius Aug. lib. Eutyches, o el Ulpius
H ispania no nos dicen las fuentes el Aelienus de V ipasca citado en las ta­
lugar de origen, así el sori, del que se blas varias veces.
obtenía una pom ada para los ojos (34, Otras varias inscripciones indican los
120), una arena que era susceptible de nom bres de los procuratores im periales
una preparación sim ilar a la del lapis­ de las m inas del noroeste que los de
lázuli, em pleada en m edicina para hacer Iulius Capito entre los años 113-115;
crecer el pelo (35, 47), la piedra imán C. lunius Flavianus entre 117-161; M.
(36, 127), la obsidiana (35, 197), el B asaeus Rufus, entre los años 138 y
chrysolithon, es decir, el topacio -u n o 161; y Sex Truttedius C lem ens (CIL,
llegó a pesar 12 libras de peso (37, II 2643), siglo ii. Una inscripción encon­
2 7 )- el azur (33, 161), para cuya ob­ trada en A ljustrel, datada en el año 173
tención se construyeron talleres, y la o en 235, está dedicada por los colonos
espum a de plata, la hispana era la más de las m inas en honor de un procurator
estim ada después de la ética (33, 106). metallorum, que además era vicarius ratio­
nalium ; se la llam a restitutor m etallo­
rum, lo que indica que las m inas deja­
Administración ron de explotarse algún tiem po. Se con­
servan los nom bres de otros procurato­
Las m inas de oro y plata eran propie­ res A ugusti, citados en las inscripciones
dad del em perador y estaban adm inis­ de Villalis, León, que probablem ente
tradas por el fisco m ediante el procu­ eran los suprem os adm inistradores de
rator m etallorum . El interés de Rom a las explotaciones auríferas de Las M édu­
por estas m inas del noroeste queda bien las en la segunda m itad del siglo n,
patente en la creación de la procúratela cuyos nom bres son los siguientes: H er­
de A sturias y Galicia, que duró hasta mes, A ugustorum libertus, año 163; Z oi­
com ienzos del s. m. La procuretala du­ lus, A ugusturum libertus, año 165-166;
cenaria de Asturias y de G alicia fue Aelius Flavius, año 167; Valerius Sem ­
creada en tiem pos de V espasiano o, pronianus, año 175; Aurelius Eutyches
mejor, de Nerva. El prim er procurador (CIL II, 2654) año 184; A urelius Fir­
sería L. Arruntius M axim us proc. Aug. mus, año 191. Tres de ellos son de ori­
de una inscripción de Chaves, datada gen griego a juzgar por el nombre. La
en el año 79. El procurator m etallorum fecha de estas inscripciones dem uestra
dependería del procurator A ugusti per que las minas se encontraban en pleno
Asturiam et G allaeciam , siendo cola­ rendim iento, lo m ism o parece deducirse
boradores directos en los diferentes dis­ de la creación de la Provincia Hispania
tritos m ineros los beneficiarii p rocura­ Nova Citerior Antoniana (CIL II, 2661),
toris. que com prendía los cotos m ineors au­
Los procuratores m etallorum podían ríferos del noroeste hispano.
pertenecer al ordo ecuestre, pero gene­ En otras inscripciones halladas en A s­
ralm ente eran libertos im periales, com o turias Augusta (Astorga) y en Legio VII
el citado T. Flavius Polychrysus, pro­ G em ina (León) se leen los nom bres de
curator m assae m arianae, de la inscrip­ otros procuratores im periales, devotos
ción de Ostia, al que le dedican una de deidades orientales. Eran los siguien­
lápida los confectores aeris. Las ins­ tes: Iulius Silvanus M elanio, procura­
cripciones conservan las m enciones de tor A ugustorum Provinciae H ispaniae
otros procuratores m etallorum de las Citerioris, 198-209; antes había desempe­
m inas de Riotinto, com o el que dedicó ñado el m ism o cargo en D alm acia, en
a Nerva unas tablas de bronce (CIL II, el im portante centro m inero del M uni­
956); el procurator m etallorum alboco- cipium D om aviarum , lo que prueba que
lensium de un lugar desconocido de Ga­ los procuratores, especializados en la
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 55

adm inistración de los distritos m ineros, y N orthum berland; de oro en el sur de


los enviaba el em perador de uno a otro; Wales y de cobre en el norte de Wales
Publius Aelius H ilarianus, 184-192; P u ­ y de Anglesey; de hierro principalmente
blius M axim us, 192-198; Claudius Z e­ en W eald y D ean, y de estaño en Corn­
nobius, 212-222; G aius Otacilius Sa­ wall.
tu r n in u s , 1 9 2 -1 9 8 , y S a tu r n in u s ,
Augusti libertus.
Cuatro inscripciones de época del go­ Propiedad y adm inistración
bierno del emperador Marco Aurelio con­ de las m inas británicas
servan los nom bres de los beneficiarii
procurato ris A ugusti, que trabajaban Es B ritania el país que ha dado más
com o suboficiales, en calidad de em ­ lingotes, que ofrece más similitudes con
pleados o contables, de un procurator los datos deducidos de los galápagos
de orden ecuestre: Flavius Flavus (CIL hispanos. Lingotes de cobre se han ha­
II, 2553) y Fabius M artianus (CIL II, llado en W ales y A nglesey; 15 proce­
2552). den de las regiones del norte y costa
de Anglesey. Otros se han recogido en
diferentes zonas del país; uno o dos de
2. Galia la costa sur de C am avonshire, cerca de
Criccieth, dos en C am edd Llewellyn,
Estrabón (4.2.2) m enciona m inas de un fragm ento en el norte de W ales y
plata entre los rutenos, sin especificar uno en la costa del suroeste de E sco­
si pertenecían a los indígenas. cia. Varios llevan letreros, pero no se
En la Galia, algunas m inas eran pro­ han podido interpretar com pletam ente
piedad de los particulares y otras de las lecturas. No llevan escrito el nom ­
ciudades (CIL XII, 4398, 3336; XIII, bre del em perador, sino, al parecer, los
1576, 1577). El consejo de las G alias nombres en abreviatura de personas priva­
poseía m inas de hierro (CIL X II 3162). das (Iulio, luis, Satu o Sacu). Hay tam ­
El Estado rom ano explotaba sus m inas bién un posible nom bre de una soce-
importantes, bajo la dirección de un pro­ tas, socie Rom e (CIL VII, 1199, 1220,
curador im perial, que residía en Lyonj EE 9, 1258-1261). Estos nom bres de­
com o C. Julio Celso, citado en una ins­ m uestran que las m inas estaban explo­
cripción de Lyon (CIL XIII, 1808), de tadas por conductores o por particu­
com ienzos del siglo n. Otras inscrip­ lares.
ción del principio del s. i m enciona a D oce galápagos de plom o argentífero
T. Statilius Optator, procurator Aug. fe­ de M endip Hill de Som erset llevan gra­
rrariarum , en las m inas de hierro de bados los nom bres de los em peradores,
Galia, que tam bién estaba ocupado del indicando que las m inas las explotaba
censo. La inscripción se halló en Roura. a! Estado R om ano. Dos de ellos se
No se conocen en G alia grandes talle­ datan en el año 49; seis años después
res de fundición. G alia fue fam osa por de term inar la conquista, lo que indica
sus b ro n ces, lo que p re su p o n e una que las m inas, com o en Hispania, se
buena explotación de sus minas. pudieron en explotación inmediatamente
después de la incorporación de la isla
al Imperio. Un ejem plar hallado en St.-
3. Britania Valery-sur-Somme lleva el nom bre del
em perador N erón junto al de la Legio
Se m encionan en ella m inas de cobre, VII Augusta, lo que prueba que en estos
estaño, hierro y oro (Tac. Agr. 12, 6). prim eros años la explotación de las
Las minas británicas de plom o argentí­ m inas se encontraba en m anos de esta
fero se han hallado en Som erset, Shro- Legión, pero ya en el año 60 aparece
phire, D erbyshire, Flinshire, Yorkshire un conductor de nom bre C. Nipius Ar-
56 Akat Historia del Mundo Antiguo

conius, liberto, como se deduce del nom ­ 1121). Los galápagos, provenientes de
bre. C. Nipius A rcanius fue un conduc­ Derbyshire, llevan, varios, los nom bres
tor que trabajó prim ero en Som erset, del emperador Adriano. Los lingotes aña­
para extender su actividad m inera en el den la frase m et(allum ) Lut, sin nom ­
norte de W ales bajo la vigilancia del bre de ningún conductor, lo que proba­
ejército. ría que el em perador Adriano trabajó
Tres lingotes encontrados en Wells estas minas en régim en de m onopolio
en Som erset tiene grabado de Tiberius im p e ria l, u tiliz a n d o co m o o b re ro s
Claudius Trif(erna) probablem ente se prisioneros mas bien que sirviéndose
trata de un liberto im perial, que trabajó de conductores libres. Otros carecen del
en W endip entre los años 69-79; el nom bre del em perador y llevan los de
m ism o nom bre se repite en un lingote los conductores L. A ruconius Verecun­
de Derbyshire, lo que señla el cam po dus, T. Claudius Tr., C. Iulius Protus,
de explotación de este liberto. De estos P. Rubrius A bacantus, lo que indicaría
datos se deduce que la inicial explota­ que las m inas del tiempo de Adriano,
ción de las minas de plom o argentífero explotadas por el em perador, lo fueron
estuvo controlada por los rom anos, pa­ después con los conductores en una
sando después a los conductores, y que fecha desconocida.
libertos im periales o ricos hom bres de Los lingotes de plom o, hallados en
negocios trabajaban solos o asociados Brough, llevan el sello acom pañados
en com pañías. de la palabra m etal(lum ). El control m i­
En dos ejem plares se lee el nom bre litar de las explotaciones de plom o ar­
de una soc(cietas) N ovaec, pero fue im ­ gentífero continuó. El control m ilitar
preso en un m olde de Vespasiano ha­ de las m inas está docum entado en B ri­
llado en C lausentum . La fecha de la tania en M cndip, Shoropshirc y York­
societas Lutudarensis no se puede pre­ shire.
cisar con exactitud, pero debió trabajar En H eyshaw W orr los galápagos de
por la m ism a fecha. Uno, al nom bre plom o argentífero pertenecen a D om i­
del em perador añade el de un particu­ ciano y su fecha en el año 80. Uno
lar, que debe ser la persona encargada lleva la m arca de BRI Ga, la abrevia­
de la copelación, procedim iento cono­ tura de la tribu de los brigantes, lo que
cido por los rom anos para separar el confirm a que las m inas fueron durante
plomo de la plata. Las sociedades están el gobierno de A grícola, explotadas por
frecuentem ente m encionadas en las ta ­ el Estado, com o indica R.G. Colling-
blas de V ipasca bajo la frase: conduc­ wood.
tor socius actorve sius (vectigalis); a Los lingotes de fecha m ás reciente
ellas alude Plinio (33. 118; 34. 165). son tres hallados en M endip, pertene­
Tres tienen el rótulo VEB o VE, que se cientes a los em peradores M arco A ure­
ha interpretado com o el nom bre de la lio y Lucio Vero.
tribu, o del lu g ar d o n d e están . En P r o b a b le m e n te , a p a r tir de la
varios lingotes de plom o de Shropshire segunda m itad del siglo n, el Estado
y de la vecina W ales se lee el nom bre R om ano se fue poco a poco desenten­
del em perador Adriano. diendo de las explotaciones mineras,
Otros veinte lingotes, hallados la mayo­ que cayeron en m anos de particulares.
ría en M ersey, cerca de R um com , tie­
nen todos ellos estam pillados los nom ­
bres de Vespasiano o de D om iciano en 4. Nórico, Panonia, Dalmacia
com pañía de los nom bres de las tribus y Mesia Superior
o de las lo calid ad es, D E C EA , D E
CEANG, DE CEANGL, nom bre de una El N órico y D alm acia poseían ricas
tribu m e n cio n ad a p o r T á c ito (A nn. m inas de hierro y plom o, que pertene­
12.32) (CIL VII, 120, 6, 1212, EE 7, cían en su m ayor parte al Estado R o­
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 57

mano y eran explotadas com o en H is­ curator argenteriarum Panoniorum et


pania y D alm acia por ricos contratistas D alm atiarum , o m etallorum Panonico-
(conductores). rum et D alm aticorum , las minas más
im portantes de la provincia; el procura­
tor tenía su residencia en Domavia.
Administración de las m inas Las inscripciones del asentamiento de
de las provincias dan ub ianas S o can ica aluden varias veces a las
m inas, m encionando sus procuradores:
Los datos sobre la adm inistración de A m andus Augusti libertus, procurator,
las m inas en el resto del Im perio, en año 157, que dedica una inscripción en
época im perial, coinciden en líneas ge­ su p a tro n o A n to n in o P io , y T ales-
nerales con los que se obitenen de H is­ phorus, procurator Augusti libertus, de
pania, lo que indica que el sistem a ad­ los años del gobierno del em perador
m inistrativo de las m inas era uniforme. Adriano. Los colonos y un procurador
Se exam ina brevem ente la docum enta­ de las m inas de cobre de Kosmaj son
ción procedente de las cuatro provin­ recordados en los lingotes, que m en­
cias danubianas: el Nórico, Panonia, Dal- cionan los nom bres de oficiales m eno­
m acia y M esia Superior. Al frente de res de la adm inistración de las minas:
los distritos mineros se encontraban igual­ V ecilia Tyranii A ugusti liberti procu­
m ente los procuradores; así, en el valle ratoria (CIL III, 14 536).
inferior del D rina se docum entó el pro­ Las m inas estatales de las provincias

i R S 1 1 BB

Los navicularii del foro de las


corporaciones de Ostia
58 Akal Historia del Mundo Antiguo

danubianas, todas, pertenecían al fisco. tran la existencia de una adm inistra­


Una inscripción m enciona el procurator ción, sem ejante al Publicum Portorium
ferrariae Noricae, pero se desconoce su Illyrici, la Ripa T haciae y la Daciae.
rango. Otra inscripción, probablem ente Piensa S. D usanic que un buró centra­
de Ljubiga, da el nom bre de un procu­ lizado debió ser indispensable para pla­
rator A ugusti nostri, Verus M etrabala- near y distribuir la producción de m e­
nus (CIL III, 3953). El distrito m inero tales precisos y se puede suponer que
de Panonia fue adm inistrado, hacia los funcionaba al nivel de un tabularium
años 130-150, por un procurador sexa- en el m inisterio del procurator a ratio­
generius, del que se conocen los nom ­ nibus in Roma. El com es m etallorum
bres de dos de ellos, que eran L. Cre- per Illyricum , citado en la N otitia Dig-
pereius Paulus y L. Sept. Petroniam us nitatium Or. (XIII 21), podía ser un
(?). Hacia el año 160 las dos regiones sucesor de tal buró.
de Panonia y de D alm acia se unieron
bajo la adm inistración de un centena­
rius, que residía en D om avia, y cuyo Dispersión de los distritos
título era el de procurator argentaria­ m ineros
rum pannonicarum et D alm aticarum . Se
conocen los nom bres de ocho de ellos Señalaremos antes de term inar este apar­
hasta el año 274, que son los siguien­ tado que las m inas y los asentam ientos
tes: TI. Claudius Proculus C ornelianus, podían estar perfectam ente dispersos y
161-169; TI. Claudius X enophon, 180- no concentrados en un área determ i­
192. etc. Telesphorus, del 136-137, fue nada, com o lo indica el hecho de que
un procurador y un A ugusti libertus. la zona m inera de Kosmaj com prendía
En Kosm aj se docum enta un A ugusti más de un asentam iento. El distrito de
libertus procurator, que vivió no des­ A lbarnus M aior com prendía varios vici:
pués del co m ien zo del siglo n. La vicus Pirustarum (TC VIII), Densara
suprem a autoridad del distrito m inero, (TC III, XII), Inm enorum m aius (TC),
fueron pues, los procuratores, que fue­ C artum (TC V), K aviezetium (TC VI),
ron libertos hasta finales del siglo n o Solaictis (TC VI), Tovetis (TC). Cerca
com ienzos del siguiente; después fue­ de Vipasca se encontraban los M cdu-
ron equites. No hay pruebas de que en brigense qui Plum barii (Plin. 4. 118),
la adm inistración de la m ism a m ina se pero al parecer seguían un sistem a dis­
sim ultanease un eques y un liberto, tinto. La repetida expresión de las ta­
com o procuratores asociados. Los equi­ blas de V ipasca procurator m etallorum
tes, que se encontraban sobre los liber­ (Vip. II, 1, 8, etc.), al igual que las
tos, eran sexagenarii. El caso de los palabras metalla, metallis territoris e meta­
procuradores centenarii, en las minas llorum , finibus m etallorum (Vip. II, 10)
del valle del Drim a, prueba que su ri­ indican claram ente que el territorium
queza m inera no podía perm anecer ais­ m etallorum com prendía varios puntos.
lada. S. Dusanic es de la opinión de A este respecto S. Dusanic propone que
que es interesante conocer si existieron en la Lex Met. Vip. II, 37 ss. podía
unidades adm inistrativas superiores a las leerse un plural de vicus. A lgunos dis­
10 u 11 enum eradas. Se podían unir tritos abarcaban al m enos dos dem arca­
dos regiones próxim as, aunque perte­ ciones. Cita a este respecto S. Dusanic
necieran a diferentes provincias. El pro­ que las argentariae del valle del D unia
curador con su distrito m inero depen­ estaban integradas por las argentariae
día directam ente del gobernador pro­ Pannonicae y las argentariae D alm ati­
vincial o procurator. Las* m onedas de cae, que un M etallum podía com pren­
las minas de las cuatro provincias da­ der varias zonas no necesariamente con­
nubianas, acuñadas en Rom a, y que no tiguas, que las ferrearias de Ljubija y
tienen equivalencia en Hispania, demues­ que las aurariae de Borcia podían estar
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 59

integradas por una dem arcación de Pa- m ano y fue explotado inm ediatam ente
nonia y de Dalm acia. No tenían nece­ después de la conquista por Trajano.
sariam ente que pertenecer a la m ism a Su riqueza en m inas de oro fue fabu­
provincia. Lo m ism o se desprende de losa. H a llegado de ella una docum en­
la docum entación ya citada de B rita­ tación sobre m inas de prim er orden, 25
nia. La institución en el siglo iii y iv de tablas de A lburnus M aior, hoy Rosia
los térm inos aurariae y argentariae por M ontana, publicadas ya hace años, ade­
el sim p le de m e ta lla te n d ría lu g a r m ás de en otros libros en CIL II, 924-
cuando en la m ism a zona m inera del 959, núms. I-XXV, a los que se puede
fisco se explotan, adem ás del m ineral añadir toda la docum entación epigrá­
principal, otros. El fisco podría no tener fica de la región, tam bién referente a
interés a la explotación de otras zonas personal relacionado con las minas. Las
de m enor rendim iento. tablas de Alburnus M aior, que tienen
una cronología segura, se fechan entre
los años 131 y 167.
Los municipios y las m inas Las tablas de V ipasca en Lusitania
y las tablas de A lburnus M aior son los
S. D usanic señala las relaciones entre dos m ás im portantes docum entos sobre
los m unicipios y las m inas, que se de­ las minas del Im perio Rom ano, y per­
bieron aum entar en la época de los Se­ miten hacerse una idea muy exacta de
veros, apoyados en las dos fórm ulas la adm inistración, explotación y de los
m (etalla) m (unicipi) D (ar)d(anorum ) y problem as sociales y económ icos de los
C ol(onia) m (etallorum ) D (om aviaro- distritos mineros. Q ueda bien claro en
rum), al igual que en H ispania, en C art­ las Tablas de V ipasca y en las Tablas
hago Nove y en Astigi. Las obligacio­ de Alburnus M aior que toda la adm i­
nes de los cargos de las ciudades con­ nistración se encuentra en m anos del
sistían en arrendam iento de los putei, procurator m etallorum . Tanto las minas
el apoyo financiero en las construccio­ de Vipasca como las de Alburnus Maior
nes públicas, en el territorio de las minas pertenecían al fisco (AE 1960, 238).
y la participación en su adm inistración.

Administración. Procuradores
Ejército y explotación minera
En la región de A lburnus M aior se co­
Los testim onios de la presencia de des­ nocen los nombres de los siguientes pro­
tacamentos militares en los distritos mine­ curatores del orden ecuestre y libertos,
ros de las cuatro provincias danubia­ que adm inistraban las m inas, al igual
nas son abundantes. Com o la presencia que en V ipasca 1.?. proc. (CIL, III,
de una cohors equitata, la T hracum 1925), 2.M. lulius A pollinaris (CIL, III,
syriaca, desde el año 70 hasta com ien­ 7837); 3. M axium s, proc. (AE, 1960,
zos del siglo i i ; II A urelia D ardenorum , 238); 4. C. Aurelius Salvianus, proc.
después del año 169, M esia superior dis­ Aug. (CIL, III, 1293); 5. L. M acrius
ponía de cohortes en los distritos mineros, M acer, proc. Augg. (CEL, III, 13ΙΟ­
en Kosm aj, la II A urelia nova; en Soca- Ι 263); 6. Papirius R ufus, pro. aurar
nica, la I Aurelia Dardanorum; en Darde- iarum ) (CIL, III, 1311); 7, C. Sem pro­
nia ad m etalla la I H ispanorum vetera. nius U rbanus, proc. A ug. (CIL, III,
1298); 8. A. Senec. Pontianus v.c. proc.
(AE, 1959, 308); 9. Aelius Sostratus,
5. Dacia. Alburnus Maior proc. (CIL, III 7836). Los libertos: 1.
M. U lpius H erm ias, A ug. lib. proc.
El distrito m inero de D acia fue uno de aur(ariarum ) (CIL, III, 1312); 2, R om a­
los más im portantes del Im perio R o­ nus, Aug. lib. proc. aur(ariaurm ) (CIL,
60 Akal Historia del Mundo Antiguo

III, 1622); 3. Avianus, Aug. lib. subr- III, 1307) m enciona liberti et fam ilia et
poc. aurariar(um ) (CIL, III, 1088); 4. leguli auriarum. En este aspecto, en el
N eptunalis, Aug. lib. proc. aur(ariurum ) de los cargos subalternos de la ad­
(CIL, III, 1313). Las inscripciones refe­ m inistración de las m inas, D acia ha
rentes a la adm inistración de las m inas dado más material que Hispania. Una
de D acia han aparecido en A m pelum , alusión al personal subalterno de la ad­
lo que prueba que sería la capital de la m inistración se lee seguram ente en Vip.
administración m inera general de Dacia, I 3.5., cuando se alude a los libertos y
al igual que lo debieron ser en H is­ esclavos del César, que no pagan el
p a n ia , B r a c a r a A u g u s ta , A s tu r ic a uso de los baños.
Augusta y Cástulo. Piensa S. M rozek
que el núm ero relativam ente alto de los
procuradores en D acia hace posible la Procedencia de los mineros
hipótesis de que varios de ellos adm i­
nistraban las minas de oro por separado, S. M rozek ha estudiado la procedencia
y que no hay que excluir que la adm i­ del personal de las m inas de A lburnus
nistración general de las m inas dacias M aior, en la que está atestiguada una
se confiara a dos procuratores; uno del fuerte presencia iliria, ya que se cono­
orden ecuestre y el segundo liberto, ya cen 65 nom bres ilirios registrados en
que un sistem a igual se docum enta en la Dacia. A poyado en la TC. VIII, que
diversos dom inios im periales de Africa m enciona Alburnio M aiori vico Pirus­
y este sistem a estaba m uy extenddido tarum , incluye que todos los nom bres
en diferentes dom inios de la ad m i­ ilirios citados en las TC deben pertene­
nistración imperial. cer en su m ayoría a los Pirustae, ori­
ginarios de un im portante centro m i­
Personal subalterno nero de D ardania, según Plinio (5. 19).
En A lburnus M aior o su región los
Las inscripciones de la región de A m pe­ nom bres de procedencia griega son 80.
lum han dado los nom bres de esclavos Existían com unidades en la zona m i­
y de libertos em pleados en los cargos nera de gálatas, de bitinios y tracios,
subalternos de la adm inistración de las que se debían dedicar a las explotacio­
m inas, que desem peñaban los cargos de nes m ineras. De los 80 griegos regis­
dispensator, tabularius, adiutor tabula­ trados en Dacia, la m ayoría se encon­
rii, verna subqucns librariorum , verna traban en la zona minera. En la región
ab instrum entis tabularii, verna villicus. de Cástulo son relativam ente abundan­
Sus nom bres son los siguientes: Suria- tes tam bién y debían estar en función
cus. Aug. n. dispensator (aurariarum ) de las minas.
(AE, 1959, 308); C allistus, Aug. n. d is­
pensator (CIL, ITT, 1301); Zm aragdus,
Aug. Lib. tabularius (CÍL, III, 1286); Situación social
s. Aug. lib. tabularius; Leonas, Aug. de los m ineros
lib. adiutor tabularii (CIL, III, 1305);
A ugusti F. adiutor tabularii (AE, 1944, En cuanto a la situación social de los
27); Iustinus, Caesaris cem a subsequens m ineros ilirios, S. M rozek, después de
librariorum (CIL, TTI, 1314); Fascinus, exam inar detenidam ente las tablas de
verna ab instrumentis tabularii (CIL, III, A lburnus M aior, concluye que form an
1315); Rom anus Aug. n. vem a vellicus un grupo de libres que poseían escla­
(aurariarum ?) (CIL, ITT, 7837); Verus, vos (TC VI y VII) e inm uebles en la
Aug. n. verba villicus (A uriarum ? (CIL, región (TC V III). Las tablas (TC II, V,
III, 7837); M ercurius, Caes, servus (CIL, XII, XIV, XX) aluden a su actividad
III, 1300), V italis (CIL, III, 1335). Una económ ica y financiera. A lgunos ilirios
inscripción hallada en A m pelum (CIL, utilizaban obreros asalariados (TC XI),
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 61
aunque se conoce si esta situación se creación de estas sociedades. Las leyes
extiende a la m ayoría de los ilirios o de Vipasca no hablan de Collegia, de
sólo a los Pirustae. El caso más im por­ gran im portancia económ ica y social,
tante de hom bre de negocios, m encio­ cuya finalidad era m últiple, organizar
nado en A lburnus M aior, es Lulius A le­ fiestas en honor de los dioses patronos
xan d er, que recib ió 40 d en ario s de y banquetes en determ inadas fechas del
Anduena Batonis (TC TU) en el año año, organizar los funerales, y el entie­
162; ese m ism o año prestó a A lexander rro, y cuidar de las tumbas. En las minas
Caricci 60 denarios (TC V), a Lupus de Riotinto una inscripción m enciona
Carantis (TC XIII) le dejó 50 denarios el C ollegium salutare de Iovi Optim o
(TC XII) en el año 167. Este m ism o M axim o. En las tablas de A lburnus
año se form ó una societas danistaria M aior (TC XV) y en inscripciones (CIL,
entre Cassius Frontinus et lulius A le­ III, 1270, 7622, 7827) se m encionan
xander (TC XIII) con un capital de 500 varios. La tabla TC habla de una co­
denarios (TC XII). m ida, en honor de los Lares, en la que
Estos préstam os probablem ente eran se consum ieron 5 corderos, un cochini­
las explotaciones mineras. Precisamente llo, 1 litro de vino de la m ejor calidad,
una de las m aneras de obtener dinero 52 de vino corriente, pan blanco por
los conductores era pedir dinero pres­ dos denarios, vinagre, sal, cebollas e
tado a un prestam ista. Las leyes de V i­ incienso. A lgunos collegia funeraticios
pasca (I. 1) com ienzan precisam ente le­ de A lburnus M aior tenían gran número
gislando sobre la banca que prestaba de m iem bros, com o el collegium Iovis
el dinero. Cerneni (TC I), del año 167, que se
De los griegos de A lburnus M aior se com ponía de 54 personas. Estaba diri­
tiene poca inform ación y es difícil de gido por un m agister de nom bre A rte­
conocer si la situación era parecida a midorus, y por dos questores, cuyos nom­
la de los ilirios. En las regiones m i­ bres eran Valerius y O ffes. Hicieron
neras hispanas, al parecer, la situación público ex collegio s(cripto), ubi erant
de los griegos, o por lo m enos de al­ ho(m inea) LUI, ex eis non plus rema-
gunos de ellos, era buena; basta recor­ sisse ad A lb(urrm ) quam quot brom i­
dar que Firm a E piphania, a finales del nes) XVII. Com o el com m agister lu ­
siglo n, tenía un esclavo de nombre Theo­ lius no se anunció en A lburnus M aior,
dorus Diogenes y que A bascantio era ni en el collegium sique eis qui pre/
lo suficientem ente rico, en época de los sentes fuerunt rationem redidedisse et
Antoninos, para costear en Cástulo unos si quit eorum abuerat redidisset sive fu­
juegos dobles de gladiadores, un con­ neribus.
cierto en el teatro, el único del que hay Los collegas reunieron personas de
noticia en H ispania, y una estatua de origen latino, ilirio o griego. S. Mro-
Antonino Pio. zek, apoyado en la inscripción (AE
1960, 153), que m enciona un collegium
K/astelli Baridusta(rum), ciudad de Dal­
S ociedades y colegios m atia, deduce que en la región de Al­
burnus M aior existían collegia exclusi­
En A lburnus M aior funcionaba una so­ vam ente de ilirios.
cietas danistaria (TC X III), en el año
166, con Cassius Frontinus y Iulis A le­
xander; una segunda es muy probable Presencia del ejército
que esté citada en un docum ento en
muy m alestado de lectura (TC XIV). Esta últim a inscripción vuelve a plan­
Las leyes de Vipasca (II, 6-8) legisla­ tear el problem a de la presencia de des­
ban sobre el funcionam iento de una s o ­ tacam entos m ilitares en las minas. En
cietas. La ley adm ite expresam ente la las dos citadas tablas con venta de es­
62 Akal Historia dei Mundo Antiguo

clavos el contrato se hace en la canaba de Alburnus Maior, y una serie de datos


de la Legio XII. Ya hem os recogido deducidos de las tablas de Vipasca, que,
los datos referentes a la Península Ibé­ com o señaló en su día A. D ’Ors, tiene
rica. En A lburnus M aior existió un cas­ paralelos en Egipto, confirm an la hipó­
tellum m ilitar, cuya finalidad no sería tesis de que la organización m inera
m antener a los esclavos pacíficos, ni a rom ana procede del Egipto de los Pto-
los damnati ad m etalla, que no se m en­ lom eos, probablem ente a través de las
cionan ni en las tablas de V ipasca ni e x p lo ta c io n e s m in e ra s h is p a n a s en
en las inscripciones de A lburnus M aior, m anos de los cartagineses. Así, el ci­
sino que som os de la opinión que p u ­ tado autor escribe: “El m odelo de tal
dieron servii- de ingenieros. En Brita­ organización, que era la usual para los
nia, G erm ania, H ispania y Egipto p a­ territorios fiscales y militares, debe bus­
rece que un determ inado tiem po ex­ carse probablem ente en el régim en in-
plotaron las m inas los soldados. ternvencionista del Egipto rom ano. Por
Los distritos m ineros com o V ipasca lo dem ás, las prescripciones del régi­
y A lburnus M aior estaban fuera de toda men en núm ero revelan claram ente la
estructura m unicipal. N ada relacionado influencia helenística. El régimen de mo­
con los m unicipios se lee en la docu­ nopolio que se nos docum enta en V i­
m entación de am bos distritos, salvo un pasca presenta gran sem ejanza con el
decurión que firm aba com o testigo (TC de la o rg an izació n fin a n c ie ra en el
VI) en la com pra de una mina. Egipto ptolemaico, continuando después
bajo la dom inación rom ana”. En este
sentido, la organización de las minas
Cultura de los m ineros hispanas, tal com o las describe D iodoro
y Ptolom eo, desem peñaría un papel im ­
Los mineros de A lburnus M aior eran portante en el sistem a de explotación
analfabetos, todos o en su m ayoría, de época imperial.
com o se desprende de varias tablas, que
contienen contratos de trabajo, com o
las (TC OX, X, XI) del año 163, 164 Salarios de los m ineros
las dos prim eras, en las que se lee la
frase qui a se litteras scire negaist. En Estas tres tablas de Alburnus M aior con­
V ipasca había, por el contrario, m aes­ servan datos sobre los salarios, que no
tros (Vip. I. 8) que estaban inm unes y debían ser muy diferentes de los de los
no se m enciona a m ineros analfabetos. m ineros de Vipasca. El contrato X, del
año 164, que com prende un período de
178 días de trabajo, indica la sum a de
Condiciones de trabajo 70 denarios. De los datos sum inistrados
por estas tablas deduce S. M rozek, que
Estos tres contratos son del tipo de con­ el sueldo anual en el distrito era de 210
tratos de locatio-conductio operarum , denarios, que debía ser el m ism o en
siempre hechos entre personas libres, Vipasca, com o se deduce del hecho de
y de los que tenem os tantos docum en­ que en ambos distritos m ineros las m ul­
tos en los papiros de Egipto. A. D ’Ors, tas son el doble de la suma debida (Vip.
al estudiar las leyes de V ipasca, ha 1, 2.6-7).
pensado que las condiciones de trabajo Este salario de A lburnus M aior y de
de los m ineros libres no serían muy Vipasca era el equivalente al coste m í­
distintas de las que se docum entan en nim o de subsistencia de una persona
las tablillas del distrito m inero de Albur- adulta en África durante el siglo n. Se
ñus M aior, lo que es m uy probable. El puede aceptar plenam ente la conclusión
parentesco entre la docum entación de a la que ha llegado S. M rozek: “Sobre
los papiros de Egipto y los contratos el problem a de los salarios de Albur-
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 63

tius M aior, se puede concluir que cu­ tistas (Plin. 37. 121). M inas de cobre
bría el gasto de la vida sólo de los se trabajaban en Siria y en el sur de
m ineros. Si tenían fam iliares, sus m u­ Palestina; de hierro en las proxim ida­
jeres y sus hijos estaban obligados a des de Jericó, en las fuentes del Jordán,
ganarse la vida”. en Beyrouth y en el norte de Siria, re­
Seguram ente los párrafos de las Ta­ gión que tam bién producía sal. An-
blas de Vipasca, equivalentes a estos tioquía tenía canteras, Dam asco y el
tres contratos de A lbum us M aior, se­ norte de Siria poseían m inas de alabas­
rían los prim eros capítulos de Vip. I. tro. Las más conocidas son las de Antio-
1-6, que se refieren al arriendo en régi­ quía, Baalbek, Enesh, H aban y Tamak.
m en de m onopolio de los im puestos en Canteras de m árm ol blanco se trabaja­
las subastas (1), del pregonero (2), del ban en Tiro y Sidón, Palestina también
baño público (3), de la zapatería (4), de contaba con canteras.
la barbería (5), de la tintorería (6), que
tienen los rasgos de una lex locationis,
en cuya cabecera de estos párrafos entre Propiedad de las m inas
otros térm inos se ha supuesto la frase
locatio-condutio. Concretam ente lo refe­ F. N. H eichelheim sugiere que la m ayo­
rente a la obligación de sum inistrar agua ría de las minas de Siria enum eradas
corriente en los baños tiene un equiva­ fueron im portantes por su variedad y
lente en inscripciones de Dalmacia, fecha­ cantidad, siendo controladas directa­
das en el año 220 (CIL III, 12734), que m ente por el gobierno rom ano, como
dice: Valerius Super, vir egregius pro­ se deduce de otras provincias, pero no
curator argentariorum balneo publico ha dado hasta ahora datos sobre la ad­
aquam sufficientem induxit; y del año m inistración.
274 (CIL III, 12376), que inform a que
Aurelius Verecundus vir agregius pro­
curator arg entariorum restau ró unos 7. Grecia
baños destruidos.
Somos de la opinión de que la adm i­ Grecia tenía excelentes canteras de már­
nistración de las m inas del fisco, du­ mol que pasaron a ser propiedad de los
rante el Im perio, com o se deduce de em peradores, aunque se ignora cuándo
los datos de V ip asca, de A lb u rn u s y cóm o lo fueron. Quizá lo serían en
M aior y de las inscripciones de los dis­ época de Tiberio, que, según se vio,
tritos m ineros fue m uy parecida en todo confiscó minas en diferentes provincias;
el Im perio, y que incluso se utilizaba los m árm oles más fam osos son los ca-
idéntica term inología. Incluso los siste­ ristios, los parios, los pantelicos y los
mas de explotación de las minas hispa­ del H im cto, que se exportaban a Roma
nas eran muy semejantes a los de Dacia, ya desde com ienzos del Im perio, el año
com o señaló S. M rozek y en parte a las 17. E n T racia se trabajaban buenas
de los grandes dom inios im periales, m inas de oro.
pero la adm inistración m inera cam bió
de época republicana a la imperial.
Administración de
las m inas
6. Siria
Una inscripción es im portante por los
Siria producía cinabrio (Plin. 33. 120; datos que aporta sobre la adm inistra­
35, 40), ám bar (Plin. 33. 7), gypsum ción de las canteras. Dice así: “De
(Plin. 36. 182) y alabastro (Plin. 36. las nuevas canteras de nuestro César,
61; 37. 143) y piedras preciosas (Plin. que pertenecen a la caja de la Casa
37, 149-150, 159-161, 186) y Petra ama­ Im perial del procurador C. Cerialis y
64 Akal Historia del Mundo Antiguo

2Π #i ,tC'n

tP jfcfM j - * · m trn t
Β Η β β Ρ Η Κ Β ··Μ ·β ·|ν· .■¿,f“ v · · 4HB

bajo la supervisión de Sergius Lon­ teras de Caristio eran propiedad del


gus, centurión de la . Legión XXII em perador, que las adm inistraba un
Prim igem ia, el liberto Crescens actuó procurador, que las inspeccionaba un
com o inspector VIH”. De esta inscrip­ liberto y la participación del ejército.
ción se deduce que las nuevas can­ La cifra alude al núm ero del bloque
Agricultura y minería romanas durante el Alto imperio
_______________________________________________________6 5

extraído de la cantera a que pertenece.


Otra inscripción (TC XI 5, 253) m en­
ciona a un esclavo del César de nom ­
bre Eros, que era el superintendente de
los trabajos en la cantera.
En G recia se docum enta un caso es­
pecial sobre las m inas de Chipre. El
em perador A ugusto y H erodes llegaron
a un acuerdo por el que H erodes explo­
taba las minas, quedándose con la mitad
y adm inistrando la otra m itad para el
gobierno rom ano (Joseph. Ant. 16.4.5.).

8. Asia Menor
A sia M enor era rica en toda clase de
minas, que fueron explotadas por los
romanos. Astyra (Str. 13.1.23), Lam p­
saco (Plin. 37, 193), A tarn eo (Str.
15.5.28). Los m ontes M erm io en Fri­
gia, Tm olus y Sipylus (Str. 14.5.28) en
Lidia tenían minas de oro. Fam oso era
el oro de la Coloquida y de Armenia.
La plata se extraía de las minas del
m onte Tm olus y de las Puertas Cilicias,
pero su producción no debía ser abun­
dante en época imperial.
Chipre fue fam osa en la Antigüedad
por sus minas de cobre (Str. 14.6.5).
Estas m inas ya se trabajaban en tiem ­
pos de A ugusto (Joseph. Ant. 16.4.5).
Capadocia producía hierro (Plin. 34.
142), al igual que Troya (Str. 13.1.56).
Plinio (36. 128) m enciona la m agnetita
de A lexandria Troas y de M agnesia.
Rodas contaba m inas de plom o (Plin.
34. 175; Diorc. 5. 88), etc.
Asia M enor fue im portante por los
m árm oles del Proconneso, que se em ­
pleó m ucho para la fabricación de sar­
cófagos. En los dos prim eros siglos del
Imperio Rom a recibió m ucho mármol
de Docinium.

Mosaico de Itálica: Los pájaros Administración de las minas


Procuratores se m encionan en Frigia y
un liberto procurator en las canteras de
Tralles (CIL III, 7146). Al parecer, las
canteras de A sia M enor fueron expío-
66 AkaI Historia del Mundo Antiguo

tadas directam ente por los adm inistra­ 14551, 14571-7), lo que indica que la
tivo im periales, libertos y esclavos, sin officina A grippae, que debía ser una
la intervención de los conductores en c a n te ra c o m e n z a d a a e x c a v a r p o r
opinión de T. R. S. Broughton. A gripa en Sim ithus, citada en inscrip­
ciones (CIL VIII, 14580-1-1), lo debía
tener tam bién, al igual que la officina
El Ponto regia (CIL VIII, 14578-9, 14583) del
año 149-151, que, com o su nom bre su­
Estrabón (12, 3, 4) describe las condi­ giere, eran las canteras que fueron m o­
ciones desastrosas para la salud de los nopolio de los reyes de N um idia, que
m ineros en las m inas de Pom peiopolis pasaron después a propiedad pública ro­
en el Ponto: “El m onte Sandaracurgium m ana y finalm ente a m onopolio estatal.
está totalm ente excavado a causa de la El nom bre de officina A grippa parece
explotación minera. Los obreros que tra­ que fueron explotadas en origen por
bajan allí han abierto grandes galerías Á gripa en régim en privado.
en la base. E ste tra b a jo e stab a e n ­ Se conocen otras m uchas canteras de
com endado a los publicanos, que em ­ m árm ol en África, que fueron explo­
pleaban como mineros a criminales, com ­ tadas en época im perial, en Sufetula,
prados en los m ercados, o vendidos Thapsus, Thelepte, en los alrededores
com o esclavos en castigo a sus crím e­ de Tipasa, etc. M ica, usada para las
nes. Al carácter peligroso de este ofi­ v en tan as, se h a lla b a igu alm en te en
cio se añade el que el aire de estas África. V itrubio (8.3.8) m enciona el as­
m inas no es sólo m ortal, sino que ape­ falto de Cartago. M auritania tenía per­
nas es respirable a causa del olor inso­ las (Plin. 9. 115) y ám bar y carbunclo
portable del m ineral, por lo que la vida la tierra de los garam antes (Str. 17. 19).
del minero era corta. La explotación se
detuvo por falta de rentabilidad. El n ú ­
m ero de m ineros sobrepasaba los 200, 10. Egipto
dism inuyendo con los m uertos y las en­
ferm edades” . Egipto desem peñaba un papel im por­
Plinio (33. 98) tam bién alude a la tante dentro del Im perio Rom ano por
peligrosidad de los gases en las m inas, su im portancia en mármol y la explota­
al igual que Lucrecio (de rer. nat. 6.808 ción del porfido para esculturas de lujo.
ss.), Plutarco (Nic. 1) y Teofrasto (De
lap. 52) al referirse a las minas de Ca-
padocia. Administración
En Egipto, bajo el gobierno de Tiberio,
9. África el cargo equivalente a un procurator meta­
llorum , lo que indica que las minas y
Africa contaba con canteras de m árm ol. canteras eran propiedad im perial y que
La más im portante estaba en Sim ithus, eran explotadas dilectamente por los agen­
muy usado en la decoración. Se utilizó tes im periales, figura al frente de las
en el Panteón, en el tem plo de la C on­ m inas de esm eraldas en Zm aragdus,
cordia, en el Foro de A ugusto y en la sobre el monte Casius, de las pesquerías
basílica de Thubursicum N um iderum . de p e rla s y de todas las m inas de
Las inscripciones de Á frica, que no E gipto (IGRR I, 1236). Varias inscrip­
tenía minas, m encionan las canteras, que ciones de fechas im precisas m encionan
había m uchas, m uy buenas y que ex­ un prefecto en el m onte Berenice. En
portaban los m árm oles a todo el Im ­ tiem pos del em perador Trajano, un pre­
perio. En la m itad del siglo n se m en­ fecto estaba al frente de las canteras de
ciona un procurator im perial (CIL VIII, m árm ol, que estaban equiparadas a las
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio
67

minas desde el punto de vista adm inis­ fines de Egipto, en los límites de A ra­
trativo, del m onte Claudio. Las cante­ bia Etiopía), donde los encargados de
ras eran un m onopolio im perial, com o los trabajos de las m inas hacen recoger
se deduce de la inscripción hallada en el oro a una gran cantidad de trabaja­
Italia (CIL II, 1131), que m enciona un dores. Estos son, por lo general, crim i­
statio serrariorum augustorum , o sea, nales condenados, prisioneros de gue­
un grupo de canteros im periales. Se rra , h o m b re s q u e , p e rs e g u id o s a
fecha la inscripción a com ienzos del m enudo por falsas acusaciones, fueron
siglo m. D urante los años de Adriano, arrojados a prisión por un acceso de
estas m inas estaban adm inistradas por cólera, diversos tipos de infortunados
un procurator im perial, asistido por un a los que los reyes de Egipto acostum ­
destacam ento de soldados. Sigerianus, bran a enviar a las m inas de oro, bien
esclavo im perial, las arrendó; lo que solos, bien acom pañados por toda su
prueba, seguram ente, que se trata de un familia, tanto para obtener una justa ven­
liberto (IGRR 1, 255-6). Un prefecto g an za p or los c rím e n e s co m e tid o s,
adm inistraba la cantera de Sapalium en cuanto para conseguir abundantes bene­
el Fayum , al igual que la cantera de ficios del fruto de su trabajo. Los des­
Philae en tiempo de Septim io Severo, graciados que han sido condenados a
que lo hacía bajo la supervisión de un los trabajos de las m inas, cuyo número
oficial del ejército. es m uy considerable, están encadena­
dos, obligados a trabajar día y noche
sin descanso y vigilados tan estricta­
Intervención del ejército m ente que cualquier intento de fuga es
inútil. Como sus guardianes son solda­
En Egipto, en época de D om iciano, la dos extranjeros y hablan lenguas dis­
explotación de las canteras de Acoris tintas a las del país, los trabajadores no
se encargó a un centurión (IG R R I, pueden ni por m edio de su conversa­
1138). En las citadas canteras del monte ción ni de ninguna otra m anera des­
Claudianus en época de Adriano, el pro­ pertar la piedad de quienes los vigilan,
curador im perial estaba asistido por un o corrom perlos.
destacam ento de soldados. La m encio­ He aquí cuáles son los procedim ien­
nada cantera de Philes se encontraba tos em pleados para tratar las minas: Se
bao supervisión m ilitar de un oficial. expone el fuego intenso la parte más
dura de la tierra que contiene el oro,
hasta lograr que estalle, y a continua­
Métodos de explotación ción se trabaja con las manos. La roca
se ab la n d a de la m ism a m anera y
Diódoro Sículo, resum iendo a Agatar- cuando está dispuesta a ceder ante un
quides de Cnido, conserva datos muy esfuerzo moderado, miles de estos mise­
im portantes sobre los sistem as de ex­ rables de los que hem os hablado la des­
plotación de las m inas egipcias, y el trozan con los mismos utensilios de hie­
trato brutal dado a los esclavos, a las rro que se em plean habitualm ente para
m ujeres y a los niños. En varios puntos tallar la piedra. Tras haber hecho la
coincide con los datos de las minas hispa­ prueba de la roca, el jefe de todo el
nas, lo que es un nuevo argum ento a taller dirige a los trabajadores, les da
favor de haberse explotado éstas según instrucciones. Entre los desgraciados con­
técnicas helenísticas. R om a no intro­ denados a esta triste vida lo más ro­
dujo novedades, ni en el sistem a de bustos se encargan de partir con mazas
explotación ni en la adm inistración, por de hierro el m árm ol que se encuentra
lo que se siguieron aplicando en época en la mina y no em plean para este tipo
im perial estos procedim ientos. de trabajo más que la fuerza de sus
3.12. 2-6. “En esta tierra (en los con­ cuerpos, sin ninguna ayuda técnica. Las
68 Akat Historia del Mundo Antiguo

galerías que abren no siguen, pues, una que el presente y esperan con im pa­
línea recta, sino la dirección que toman ciencia la m uerte, pues les parece pre­
naturalm ente las venas de esta piedra ferible a la vida; hasta tal extrem o es
brillante; y com o los trabajadores se horroroso el suplicio al que han sido
encuen-tran a oscuras en m edio de los conducidos.
rodeos que dan estas galerías, llevan 3.14, 1-4. Finalm ente, hom bres ins­
linternas ilum inadas, atadas a la frente. truidos en el arte de tratar los metales
Por otra parte, se ven obligados a cam ­ tom an las piedras reducidas al tamaño
biar la posición de sus cuerpos, si­ que hem os indicado y concluyen la úl­
guiendo la calidad de la roca que en ­ tim a parte del proceso. Com ienzan por
cuentran, para arrojar al suelo de la ga­ extender sobre una ancha plataform a
lería los bloques que desprenden. Este algo inclinada este m árm ol pulverizado.
es el pesado trabajo que han de realizar Lo rem ueven m ientras vierten agua por
sin descanso, bajo las órdenes de un encim a. La parte terrosa arrastrada por
concienzudo vigilante que los doblega el agua fluye por la plancha inclinada,
a fuerza de golpes. m ientras que el oro m ás pesado perm a­
3.13, 1-3. Los niños que aún no han nece en su lugar. Repiten varias veces
despertado a la pubertad se introducen esta operación, prim ero frotando ligera­
por las galerías en los huecos de la m ente la tierra con las m anos, después
roca, recogen con gran dificultad los presionándola suavem ente con finas
trozos de piedra desprendidos y los esponjas, van quitando poco a poco la
sacan al aire libre, a un lugar frente a tierra inútil, hasta que sólo queda la
la entrada. Otros trabajadores, con m ás pepita de oro puro. Otros reciben una
de treinta años, cogen de allí los trozos cierta cantidad de estas pepitas que les
de tam año determ inado y los m achacan son entregadas al peso y las colocan en
en m orteros de piedra con m azas de vasos de cerám ica, donde las mezclan
hierro, hasta que quedan reducidos al con un lingote de plom o, de un peso
tam año de una lenteja. Tras ellos, las proporcional a la cantidad de pepitas
m ujeres y los ancianos reciben estas que contenga el vaso, algunos granos
picdrccillas, las echan en m olinos ali­ de sal, un poco de estaño y salvado de
neados y dos o tres de ellos, colocán­ harina de cebada. Después cierran los
dose en el brazo del m olino, lo hacen vasos con una tapa perfectam ente ajus­
girar hasta que logran convertir el ta ­ tada uniéndola con arcilla diluida y los
m año de las piedras que les han sido colocan en un horno en el que cuecen
entregadas en un polvo tan fino com o durante cinco días y cinco noches sucesi­
la harina. Com o estos trabajadores no vos. A continuación los retiran del
pueden dedicar ningún cuidado a sus fuego, los dejan enfriar y al abrirlos no
cuerpos y no tienen siquiera un vestido encuentran m ás que oro muy puro que
con el que ocultar sus partes naturales, ha perdido muy poco de su peso, las
no hay nadie que viendo a estos infor­ otras m aterias han desaparecido. A sí es
tunados no se sienta golpeado por la com o se trabaja en las m inas situadas
com pasión debido al exceso de m ales en el extrem o de Egipto; y se ve qué
que soportan, pues no se hace excep­ penosos esfuerzos cuesta obtener este
ción, ni son m ás suaves con los débi­ m etal” .
les, los tullidos, ni con las m ujeres La riqueza obtenida de las explota­
teniendo en cuenta la m enor fortaleza ciones m ineras no revertía ni en elevar
de su sexo. Todos indistintam ente son el nivel de vida de los m ineros ni de
obligados a trabajar a golpe de látigo, la región. Iba a parar a manos del empera­
hasta que absolutam ente, agotados por dor, del fisco, de los publicanos o de
el cansancio, perecen bajo el peso de los dueños de las m inas. Ello es el
su tortura. Los desgraciados hasta este a sp e c to m ás n e g a tiv o de esta e x ­
punto ven el futuro aún m ás espantoso plotación.
69 Akal Historia del Mundo Antiguo

Bibliografía

Almeida, F. de: “Minas de ouro na Ga­ - “Una ciudad bética de agricultura; la Itá­
llaecia portu g u esa” , L egio VII G em in, lica de Adriano”, La citta antica como falto
Madrid 1970. di cultura, Como 1983.

Balil, A.: Historia económica y social de - Historia de España. España Romana,


Hispania I. La Antigüedad, Madrid 1973. Madrid 1983.

Bird, D. G.: “The Roman Gold Mines of - Historia de España Antigua II. Hispania
North West Spain”, BJ, 1972. Romana, Madrid, 1985.

Blázquez, J. M.: “L ’esclavage dans les ex­ - Historia de España 3. España Romana,
p lo ita tio n s a g ric o le s de I ’H isp a n ia Madrid 1986.
romainc”, MCV 8, 1972.
Blázquez, J. M.; Reniesal, J., et alii: Pro­
ducción y comercio del aceite en la A nti­
- “Hispanien unler den Antoninen und Seve-
güedad. I-TI, Madrid 1980-83.
rern”, ANRW II, 1975.
Canto, A. M.: “Avances sobre la explota­
- Economía de la Hispania Antiqua, Bil­ ción del mármol en la España romana”,
bao 1978. AEarq. 50-51, 1977-1978.
- Historia económica de la Hispania Ro­ Castro, L.: “Tresminas. Arqueología mi-
mana, Madrid 1978. neira”. Actas de Congreso Internacional de
Etnografía (Santo Tirso, 1963), Lisboa,
- “Gran latifundio o pequeña propiedad en 1963.
la Bética (Hispania) en época imperial”, Mis­
cellanea in onore di Eugenio Manni, Roma Colls, D.; Domergue, C.; Guerrero, V.:
1979. “Les 1ingots de plomb de l ’épave romaine
de Cabrera 5 (lie de Cabrera, Baleares)”,
- “Hispania de Adriano”, Homenaje a Con­ Archaeonautica, 6, 1986.
chita Fernández Chicarro, Madrid 1982.
Chic, G.: Epigrafía anfórica de la Bética,
- “El sistema impositivo en la Hispania I Sevilla, 1985.
romana, Historia de la Hacienda Española
(Épocas antigua y medieval)”, Homenaje al Domergue, C.: “Les exploitations auriféres
prof. García de Valdeavellano, Madrid 1982. du nord-ouest de la Péninsule Ibérique sous
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio 70

l’occupation romaine”, en La minería his­ Jones, A. H.: The Roman Economy, Studies
pana, León 1978. in Ancient Economic and Administrative
Histoiy, Oxford 1974.
- “Introduction á l ’étude des mines d ’or du
nord-ouest de la Péninsule Ibérique dans Lewis, P. R.; Jones, G. D.: “Roman Gold
l’Antiquité”, Legio VII Gemina. Mining in North-West Spain”, JRS 66,
1970.
- “La mise en valeur des gisements d ’allu-
vions aurifércs du nord-ouest de l ’Espagne Luzon, J. M. et alii: El Caurel, Madrid
dans l ’Antiquité: una technique d ’exploita­ 1980.
tion romaine”, CAN, 12, 1971.
McKay, A. G.: Houses, Villas and Palaces
- “Rapports entre la zone minicre de la in the Roman World, Londres 1975.
Sierra Morena et la plaine agricole du
Guadalquivir a l’époque romaine”, MCV 8, Martino, F. de: Historia económica de la
1972. Roma antigua, I-IT, 1985.

- “A propos de Plinc, Naturalis Historia Mrozek, S.: “Aspects sociaux ct administra-


33,70 et pour illustrer sa description des tifs des mines d ’or romaines de Dacia”,
mines d ’or romaines d ’Espagne”, AEArq., Apulum 7, 1968.
45-47, 1972-74.
- “Über die Arbeitsbcdingungen in ro-
- La mine antique d'Aljustrel (Portugal) et mischen Bergwerken des 2. Jh. u.b. Vipasca,
les Tables cle bronze de Vipasca, París 1983. Alburnus M aior”, Das A l tertum 14, 1968.

- Catalogue des mines etfonderies antiques Ponsich, M.: Implantation rurale antique
de la Péninsule Ibérique, Madrid 1986. sur le Bas-Guadalquivir I II, París 1975,
1979, 1986.
D ’Ors, A.: Epigrafía jurídica de la España
Romana, Madrid 1953. Rostovtzeff, M.: Historia social y econó­
mica del Imperio Romano, l-II, Madrid
D ’Ors, A.; Contreras, R.: “Orgonomeseos 1937.
en las minas romanas de Sierra Morena”,
AEsA 32, 1959. Sáenz, C.; Vélez, J.: Contribución al estu­
dio de la minería primitiva del oro en el
Duncan-Jones, R.: The Economy o f the noroeste de España, Madrid 1974.
Roman Empire, Cambridge 1982.
Sáncliez-Palencia, F. J.: “Romischer Gold-
Dusanic, S.: “Aspects of Roman Mining in bergbau im Nordwesten Spaniens. Ein For-
Noricum, Panonia, Dalmatia and Moesia schungsbericht”,: Der Ausschnitt 2/3, 1979.
Superior”, ANRW II, 1977.
- “Prospecciones en las explotaciones au­
Finley, Μ. I.: Economía de la Antigüedad, ríferas del noroeste del España (Cuencas de
México 1975. los ríos Eria y Cabrera y Sierra del Teleno)”,
ΝΛΗ, 8, 1980.
Flach, I).: “Die Bergwerksordnungen von
Vipasca”, Chiron 9, 1979. - “Explotaciones auríferas en el conventus
Asturum”, Indigenismo y romanización en
Glodarin, I.: “Die Landwirtschaft in rorais- el conventus Asturum, Madrid 1983.
chen Dakien”, ANRW II, 1977.
- La explotación del oro de Asturias y
Healy, J. F.: M ining and M etallurgy in Gallaecia en la Antigüedad, Madrid, 1985.
the Greek and Roman World, Londres
1978. Sánchez-P alen cia, F. J.; Fernández-
Posse, M. D.: La corona y el castro de
Heichelheim, F. M.: Storia Economica del Corporales I, Truchas (León), Campañas de
Mondo Antico, Bari 1972. 1978 a 1981, M adrid 1985.
Agricultura y minería romanas durante el Alto Imperio
71
Sterber, D.: “Aspects of Agrarian Life in res)”, Trabajos de Prehistoria, 29, 1972
Roman Palestine I. Agricultural Decline in 299.
P alestine during the L ater P rincipate” ,
ANRW II 8, 1977. W eber, M.: H istoria agraria romana,
Madrid 1982.
Veny, C.: “Diecisiete lingotes de plomo de
una nave de Las Salinas (Mallorca)”, Ampu- White, R. D.: Roman Farming, Londres
rias, 31-32, 1909-70. 1970.

Veny, C.; Cerdá, D.: “Materiales arqueo­ Zaninovic, M.: “The Economy of Roman
lógicos de precios de la isla de Cabrera (Balea­ Dalmatia”, ANRW II, 6, 1977.
,
Esta historia obra de un equipo de cuarenta profesores de va­
f im m ,
rias universidades españolas pretende ofrecer el último estado
,
de las investigaciones y, a la vez ser accesible a lectores de di­
HISTORIA versos niveles culturales. Una cuidada selección de textos de au­
, ,
tores antiguos mapas, ilustraciones cuadros cronológicos y
orientaciones bibliográficas hacen que cada libro se presente con
°^MVNDO ,
un doble valor de modo que puede funcionar como un capítulo
del conjunto más amplio en el que está inserto o bien como una
ANTÎGVO monografía. Cada texto ha sido redactado por. el especialista del
tema, lo que asegura la calidad científica del proyecto.

25. J. F ernández N ieto, La guerra 44. C . G onzález R o m án , L a R e­


del Peloponeso. pública Tardía: cesarianos y
1. A. C aballos-J. M . S errano, 26. J. F ernández N ieto, Grecia en pompeyanos.
Sum er y A kka d . la primera m itad del s. IV. 45. J. M. R oldán, Instituciones po­
2. J. U rru ela , Egipto: Epoca Ti- 27. D . P lácido, L a civilización líticas de la República romana.
nita e Imperio Antiguo. griega en la época clásica. 46. S. M ontero, L a religión roma­
3. C . G . W ag n er, Babilonia. 28. J. F ernández N ieto , V. A lon­ na antigua.
4. J. U rru ela , Egipto durante el so, Las condiciones de las polis 47. J. M angas, Augusto.
Imperio Medio. en el s. IV y su reflejo en los 48. J. M angas, F. J. Lom as, Los
5. P. Sáez, Los hititas. pensadores griegos. Julio-Claudios y la crisis del 68.
6. F. Presedo, Egipto durante el 29. J. F ernández N ieto , E l m un­ 49. F. J. Lom as, Los Flavios.
Imperio N uevo. do griego y F Hipa de Mace­ 50. G. C hic, La dinastía de los
7. J. A lvar, Los Pueblos del M ar donia. Antoninos.
y otros movim ientos de pueblos 30. M . A . R a b a n a l, A lejandro 51. U . Espinosa, Los Severos.
a fines del I I milenio. Magno y sus sucesores. 52. J. F ernández U biña, El Im pe­
8. C . G . W agner, Asiría y su 31. A. L ozano, Las monarquías rio Romano bajo la anarquía
imperio. helenísticas. I: El Egipto de los militar.
9. C . G . W agner, Los fenicios. Lágidas. 53. J. M uñiz Coello, Las finanzas
10. J. M . B lázquez, Los hebreos. 32. A. L ozano, Las monarquías públicas del estado romano du­
11. F. Presedo, Egipto: Tercer Pe- helenísticas. II: Los Seleúcidas. rante el A lto Imperio.
nodo Interm edio y Epoca Sal­ 33. A. L ozano, Asia M enor he­ 54. J. M. B lázquez, Agricultura y
ta. lenística. minería romanas durante el
12. F. Presedo, J. M. S erran o , La 34. M . A. R abanal, Las monar­ A lto Imperio.
religión egipcia. quías helenísticas. III: Grecia y 55. J. M. B lázquez, Artesanado y
13. J. A lv ar, Los persas. Macedonia. comercio durante el A lto I m ­
35. A. P iñero, L a civilización he­ perio.
lenística. 56. J. M angas-R . C id, E l paganis­
mo durante el A lto Imperio.
14. J. C . Berm ejo, E l m undo del ROMA 57. J. M. S antero, F. G aseó, El
Egeo en el I I milenio. cristianismo primitivo.
15. A. L ozano, L a Edad Oscura. 36. J. M artín ez-P in n a, El pueblo
58. G . B ravo, Diocleciano y las re­
16. J. C . Berm ejo, E l m ito griego etrusco.
form as administrativas del I m ­
y sus interpretaciones. 37. J. M artín ez-P in n a, L a Rom a perio.
primitiva.
17. A. L ozan o , La colonización 59. F. Bajo, Constantino y sus su­
38. S. M ontero, J. M artín ez-P in ­
gnegtf. cesores. La conversión del I m ­
na, El dualismo patricio-ple­
18. J. J. Sayas, Las ciudades de Jo- perio.
beyo.
nia y el Peloponeso en el perío­ 60. R . Sanz, E l paganismo tardío
39. S. M o n te ro , J. M artínez-P in-
do arcaico. n a, La conquista de Italia y la y Juliano el Apóstata.
19. R . López M elero, E l estado es­ igualdad de los órdenes. 61. R. Teja, La época de los Va-
partano hasta la época clásica. 40. G. Fatás, E l período de las pri- lentinianos y de Teodosio.
20 . R . López M elero, L a fo rm a- meras guerras púnicas. 62. D. Pérez Sánchez, Evolución
ción de la democracia atenien­ 41. F. M arco, La expansión de del Imperio Rom ano de O rien­
se, I. El estado aristocrático. R om a por el Mediterráneo. De te hasta Justiniano.
21 . R . López M elero, La fo rm a­ fines de la segunda guerra Pú­ 63. G . B ravo, E l colonato bajoim-
ción de la democracia atenien­ nica a los Gracos. perial.
se, II. D e Solón a Clístenes. 42. J. F. R odríguez N eila, Los 64. G. B ravo, Revueltas internas y
22. D . Plácido, C ultura y religión Gracos y el comienzo de las penetradones bárbaras en el
en la Grecia arcaica. guerras civiles. Imperio i
23. M . Picazo, Griegos y persas en 43. M .a L. Sánchez León, R evuel­ 65. A. Jim énez de G arnica, La
el Egeo. tas de esclavos en la crisis de la desintegración del Imperio R o­
24 . D . Plácido, L a Pentecontecia. República. mano de Occidente.

También podría gustarte