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Pilas para cargar tu memoria... la del cerebro!

Lo que os presento hoy puede ser tomado como una broma o como los primeros estadios de una
tecnología potencialmente revolucionaria.

Considerado en plan jocoso, se trata de pegar una especie de


pila de 9 voltios a tu frente mientras estás estudiando. La electricidad que transmite a una zona de tu
cerebro podría hacer que memorizaras de forma más efectiva. “Parece pura guasa” fueron las
palabras que utilizó Roberto cuando me envió por mail este artículo aparecido en el MIT Technoloy
Review .

Pero quizás podríamos tomárnoslo un poco en serio… el aparatito ha sido aprobado por la FDA , y
un grupo de neurocientíficos de los Institutos Nacionales de Salud de EEUU han comprobado que
los individuos cuya área dorsolateral del cortex prefrontal se estimulaba eléctricamente mientras
aprendían listados de palabras, recordaban más vocablos que el grupo control sin “ayuda externa”.
Los investigadores no concluyen nada definitivo todavía. Éste es uno de los experimentos
preliminares en un estudio muchísimo más completo que pretende comprobar si la TDCS
(Estimulación Transcraneal por Corriente Directa ) puede realmente potenciar el aprendizaje.
Se sabe que una leve corriente eléctrica es capaz de aumentar la actividad neuronal. En los años 60
se utilizaba electricidad para mejorar el estado anímico de personas con desórdenes psiquiátricos, e
investigaciones más recientes han demostrado que incrementa la función motora y la fluencia
verbal. Ahora el equipo del NIH está activando un área específica del cerebro relacionada
directamente con la planificación y memorización. Tienen la sólida sospecha que esta técnica podría
ser aplicada para mejorar el aprendizaje de personas sanas.
Los investigadores aseguran que este procedimiento es más “suave” que la TMS (Estimulación
Magnética Transcraneal ), un método que utiliza campos magnéticos para estimular áreas
específicas del cerebro de manera no invasiva. La TMS lleva aplicándose durante décadas con
resultados muy positivos en el tratamiento de algunas depresiones, rehabilitación de áreas
lesionadas tras accidentes cerebrovasculares, o incluso migrañas.
De hecho, en Harvard conocí a un neurólogo español experto en TMS (os lo presentaré más
adelante) y le envié la noticia para que me diera su opinión. Me dijo: “nosotros también la estamos
utilizando. Yo no apostaba demasiado, pero está dando resultados muy interesantes. Vale la pena
continuar haciendo estudios”.

Mejorar el Cerebro
Si contextualizamos un poco el caso concreto que planteaba el artículo del Tech Review, vemos que
se enmarca bajo la delicada idea de intentar potenciar los cerebros sanos. El cambio de paradigma
es el siguiente: ir al médico no sólo cuando estás enfermo para que te devuelva a la “normalidad”,
sino ir también cuando estás “normal” para que te mejore. Ya lo hacemos con el cuerpo a base de
gimnasios, cirugía y sustancias químicas. Ahora parece que le toca el turno al cerebro; y en un
grado bastante superior del que supone tomar café…
El fármaco Ritalin se prescribe a los pacientes con Trastorno por Déficit de Atención (TDAH), pero
la revista Nature publicó el pasado Abril unos datos muy significativos: una de cada cinco personas
que tomaban Ritalin no tenían ningún problema de salud; lo consumían para mejorar su rendimiento
intelectual. La mayoría eran académicos y científicos. Lo mismo pasa con el fármaco Provigil,
recetado en principio a los personas con problemas de sueño excesivo.

Y es que los límites del cerebro no están tan claros. Jorge Luis Borges imaginó a Funes el
memorioso, un personaje de ficción con una memoria tan desarrollada que no podía olvidar nada de
lo que percibía. Era un desdichado, y terminó volviéndose loco. Pues resulta que alguien “parecido”
existió en la realidad. El Ruso Solomon Shereshevskii era capaz de recordar discursos enteros
palabra por palabra. Su memoria era extraordinaria, y fue sujeto de muchos estudios científicos.
Seguro que Shereshevskii ya nació con un cerebro diferente, y quizás alguien normal nunca podrá
adquirir su capacidad de recordar, pero eso no quita que nuestras conexiones neuronales no sean
absolutamente maleables.

Recuerdo un artículo que hablaba sobre las mejoras cognitivas que provocaba el ejercicio físico.
Un estudio del año pasado demostró que el ejercicio aumentaba la neurogenesis en áreas del cerebro
relacionadas con la memoria y el aprendizaje. Cuando corres llega más oxígeno al cerebro, pero
también aumentan los niveles de ciertos factores de crecimiento neuronales y de una proteína
llamada BDNF que dirige el desarrollo neuronal en el hipocampo. Es decir: la actividad muscular
genera de manera indirecta una serie de sustancias químicas que afectan al rendimiento del cerebro.
No parece imposible que algún día se plagie este mecanismo (o cualquier otro) y se induzca de
forma directa.

Quien sabe si los universitarios del futuro tomarán pastillas antes de estudiar, o repasarán la lección
con cascos que les vayan estimulando eléctricamente el cerebro. Lo que sí está claro es que la idea
de potenciar las capacidades de los cerebros normales más allá del esfuerzo ya no es sólo una
ilusión. Se ha empezado a investigar. Adeás, parece que candidatos a utilizar estas opciones cuando
estén disponible de forma segura no faltarán, ni compañías que se ilusionen con un número tan alto
de clientes potenciales tampoco.
Y es que por muy complejo que sea el cerebro, todo indica que la posibilidad de mejorarlo
significativamente está ahí, esperando a que la tecnología nos lo permita

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