Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
EL Reintegro Laboral
EL Reintegro Laboral
El reintegro laboral es la figura mediante la cual la autoridad competente, ordena al empleador que
reinstale a su lugar de trabajo, con las mismas funciones que ejercía antes del despido ineficaz.
Con esta figura lo que se pretende es salvaguardar los derechos laborales de los trabajadores
para que no se cometan arbitrariedades contra ellos.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que no todo despido es causal para alegar un reintegro
laboral, Algunos sujetos de especial protección en esta figura son:
Cuando el despido no se ajusta a lo dispuesto por la ley, por regla general se aplica la
indemnización por despido injusto contemplada en el artículo 64 del código sustantivo del trabajo,
pero en casos particulares lo que procede es el reintegro.
Se ha dicho que el despido de un trabajador puede tener las siguientes modalidades y
dependiendo de ellas las consecuencias serán distintas, por lo que es esencial comprender este
aspecto.
1. Justo y legal
2. Injusto y legal
3. Justo e ilegal
4. Injusto e ilegal
El despido es justo cuando existe una justa causa para la terminación del contrato de trabajo, y
además el despido del trabajador se hace de la forma correcta sin contrariar lo que la ley ha
dispuesto.
Es claro que el despido injusto puede ser legal, por cuanto por regla general la ley no lo prohíbe y
sólo impone la obligación de pagar una indemnización (artículo 64 del código sustantivo del
trabajo).
En estos casos, si el trabajador es despedido sin la debida autorización, aunque exista una justa
causa el despido es ilegal por no ajustarse a los requisitos contemplados por la ley.
La consecuencia del despido ilegal es el reintegro del trabajador, y, en algunos casos, el pago de
una indemnización específica diferente a la indemnización por despido injusto contemplada en el
artículo 64 del código sustantivo del trabajo, como en el caso del trabajador discapacitado que se
despide sin permiso del inspector de trabajo.
En consecuencia, el empleador debe pagar los salarios, prestaciones sociales y seguridad social
como si el vínculo laboral nunca hubiera terminado, por cuanto en el reintegro se produce la figura
conocida como solución de no continuidad, esto es que el contrato se reestablece en los mismos
términos y se presumirá que no hubo interrupción temporal.
Significa esto que al reintegrarse un trabajador por orden judicial no nace un nuevo contrato que
empieza desde cero, sino que se reestablece el que fue interrumpido por la decisión arbitraria del
empleador y se le da continuidad como si nada hubiera pasado.
Significa que frente el derecho al reintegro laboral, que lleva inmersa la recuperación del empleo y
el pago de las acreencias laborales dejadas de percibir en el tiempo en que se estuvo cesante, el
actor renunció a lo primero y encaminó su reclamación solo frente a la segunda consecuencia, la
cual, por lo demás, también limitó en el tiempo al llevarla hasta «la ejecutoria de la sentencia».»
Como bien los señala la corte, cuando un juez ordena el reintegro de un trabajador existen dos
efectos claramente diferenciados:
1. La orden de reintegrar al trabajador.
El trabajador puede optar por hacer efectivo los dos derechos, o sólo cobrar lo adeudado.
Al respecto señaló la sala de casación laboral de la Corte suprema de justicia en sentencia 17425
del 13 de junio de 2002 con ponencia del magistrado Fernando Vásquez Botero:
«Además, la disposición patronal de relegar al trabajador a la pasividad laboral, sin ninguna
justificación seria, racional y justa, como acontece en el caso, según con acierto lo dedujo el ad
quem, deviene abuso de la potestad subordinante y aparte de lesionar el derecho del primero a
prestar personalmente el servicio, agrede su dignidad humana, que le da un estado jurídico al
poseedor de la energía de trabajo, que impide que se desconozcan sus derechos mínimos.»
Tal conducta del empleador incluso se puede calificar como acoso laboral, razón suficiente para
que el trabajador renuncie y luego demanda el empleador nuevamente por despido indirecto.
Del mismo modo, conviene agregar, que el poder discrecional que la ley laboral le otorga al Juez,
para que sea él quien decida cómo proteger la estabilidad laboral del trabajador, si otorgándole
una indemnización o el reintegro a su puesto de trabajo, propendiendo al equilibrio con los
intereses de la empresa, se debe de ejercer para estimar perentoriamente si las
incompatibilidades, deficiencias o diferencias, son superables como acá ocurre; o si por el
contrario, existe un factor que entrabe de manera seria y continua la relación contractual.»
La corte es clara que sólo en casos excepcionales el juzgador puede considerar inconveniente el
reintegro del trabajador, y esa inconveniencia debe ser razonable y probada, y no producto de
elucubraciones y razonamientos subjetivos y caprichosos.
Como la misma jurisprudencia lo indica, no hay que perder de vista que la acción de tutela es un
caso excepcional, de manera que sólo será procedente en los casos en que los hechos y las
condiciones del despido cumplan con los criterios jurisprudenciales de la Corte constitucional.
Conclusión
Por regla general el empleador es libre de despedir a un trabajador exista o no justa causa, y la
sanción en caso en que el despido sea sin justa causa, es la indemnización por despido injusto
que contempla el artículo 64 del código sustantivo del trabajo.
El reintegro del trabajador es excepcional y procede sólo en determinados casos cuando la ley
prohíbe el despido en determinada circunstancias o impone unas formalidades específicas, que de
no cumplirse tornan en ilegal el despido, como por ejemplo:
1. Trabajadoras en estado de embarazo o lactancia.
2. Trabajadores discapacitados.
En el pasado el reintegro era una posibilidad optativa, pero eso desapareció con la ley 50 de 1990,
por lo que ahora es excepcional en los casos ya señalados.