Emociones Lastimadas Digital BS 2020

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Stamateas, Bernardo
Emociones lastimadas : sanidad interior para el daño emocional /
Bernardo Stamateas.- 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires :
Presencia de Dios, 2020.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-1338-88-7
1. Espiritualidad. 2. Autoayuda. I. Título.

CDD 204.4
EMOCIONES LASTIMADAS
Sanidad interior para el daño emocional
Bernardo Stamateas
- Nueva edición -
2020
Presencia de Dios
José Bonifacio 332, Caballito,
Buenos Aires, Argentina
Tél.: (54011) 4924-1690
www.presenciadedios.com
Edición: Silvana Freddi

Diseño de tapa y diagramación: Creativos PDD
No se permite la reproducción parcial o total de este libro, en cualquier

forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante foto-
copias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del
editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446.
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Contenido
Introducción 7
Capítulo uno: Inseguridad interior 9

No sé qué hacer
Capítulo dos: Quebrando el factor limitante 21

No puedo
Capítulo tres: Saliendo del engaño 27

Me estafaron, ¿y ahora qué hago?
Capítulo cuatro: Construyendo mi sueño 43

¿Para qué vivo?
Capítulo cinco: Permiso para ser feliz 49

No sé si me lo merezco
Capítulo seis: Triunfando sobre las presiones 57

¡No soporto más!
Capítulo siete: Cristianos neuróticos 65

Sí... no... bueno, sí
Capítulo ocho: Dependencia emocional 71

Sin tu amor no viviré
-3-
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Capítulo nueve: El aislamiento 79
Déjenme solo
Capítulo diez: ¡Es cuestión de actitud! 87

¡No quiero!
Capítulo once: Sanando el duelo y el apego 95

Me duele
Capítulo doce: Mentalidad antidepresiva 107

No tengo ganas de nada
Capítulo trece: Rompiendo el círculo del miedo 117

Es muy peligroso
Capítulo catorce: Liberando el enojo 129

¡Ya no te tolero!
Capítulo quince: Saliendo de la vergüenza 137

¡Ay, no sé!
Capítulo dieciséis: Del perfeccionismo a la

excelencia 145
Lo podría haber hecho mejor
Capítulo diecisiete: Las crisis 155

¿Por qué a mí?
Capítulo dieciocho: El fracaso no existe (1º Parte) 165

Ya es tarde para mí
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Capítulo diecinueve: El fracaso no existe (2º Parte) 179
No intento más
Capítulo veinte: Dejando lo que te lastima 185

Siempre me llevo la peor parte
Capítulo veintiuno: Estoy desorientado 191

No sé lo que quiero
Capítulo veintidós: ¡No me preocupo más! 199

Si no lo hago yo, ¿quién lo va a hacer?
Capítulo veintitrés: Cuando un padre reconoce

a su hija 209
Mi papá nunca me presta atención
Capítulo veinticuatro: Cuando un padre reconoce

a su hijo 221
Para mi papá soy un inútil
Capítulo veinticinco: Ser humillado 231

¿Por qué todo el mundo se ríe de mí?
Capítulo veintiséis: Triunfando sobre

la frustración 243
Y bueno, si esta es la cruz que tengo que llevar...
Capítulo veintisiete: Mente de esclavo 249

Todo tiempo pasado fue mejor
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Capítulo veintiocho: Victoria sobre el fracaso
y la tristeza 255
Es muy difícil
Capítulo veintinueve: Viviendo sin culpa 261

Tendría que haberlo hecho
Capítulo treinta: Posponer 269

Hoy no, mejor mañana
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Introducción
Creo firmemente que a Dios le interesa más tu carácter que

tus bendiciones. Es por ello que esta obra está dedicada ex-
clusivamente a brindarte principios divinos para sanar tus
emociones:
• Para afirmar tu espíritu con el propósito de resolver pro-

blemas.
• Para transformar el dolor en una fortaleza.
• Para no tener “depresión” sino “pasión”.
• Para aprender a reconocer los miedos y combatirlos.
• Para evitar que el resentimiento te quite años de vida.
• Para no creerle a todo el mundo, sino solamente a Dios.
Emociones Lastimadas llevará un mensaje de Dios a tu vida.
Al recorrer estas páginas descubrirás que las crisis nos ha-

cen funcionar en fe, que la vergüenza es negativa porque frena
nuestro potencial, que lo trascendente de la vida se encuentra
allí donde estamos enfocados y que Dios está en control de tu
vida.
Aprenderás que, cuando tu espíritu gobierna sobre tus emo-

ciones, permaneces estable ante los problemas y las circuns-
tancias ya no determinan tu estado de ánimo.
-7-
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Te desafío a aplicar estos principios para cancelar las maldi-
ciones de tu pasado y que lo malo no se una a tu vida. Puedes
hacer la prueba, utilizando solo algunos de estos principios, y
verás que podrás levantarte rápidamente ante cualquier caí-
da.
Dedico esta obra a todas aquellas personas que me han pre-
guntado, y aún se preguntan: “¿Cómo puedo sanar mis emo-
ciones y ser libre para alcanzar mi propósito?”. A ellos intento
responderles con las revelaciones que Dios me ha dado para
que, al aplicarlas, puedan sanar toda herida emocional.
Recuerda que todo lo bueno viene de Dios y no debes aislarte

de Él y que la vida y tus sueños son un paseo para ser disfruta-
do. ¡Adelante!
Pastor Bernardo Stamateas
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Capítulo 1
INSEGURIDAD INTERIOR
No sé qué hacer
Dios afirmará tu espíritu para
resolver problemas
Se llamaba Nabal y pertenecía a la familia de Caleb. Su

esposa, Abigail, era una mujer bella e inteligente. Nabal, por
el contrario, era insolente y de mala conducta.
(1 Samuel 25: 3)
La inseguridad emocional
Cuando una persona es insegura, puede deberse a varios fac-

tores:
Por tener mucha imaginación. Por ejemplo, alguien inse-

guro escucha un ruido y dice: “¡Es una bomba!”; no piensa: “Es
solamente un ruido”. Esto es así porque siempre va más allá de
la realidad con la imaginación. Al utilizar nuestra imaginación
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Emociones L astimadas
para pensar que lo malo va a ocurrir nos volvemos en personas

inseguras.
Por crecer en una familia insegura. La inseguridad se

contagia. Cuando estamos cerca de personas inseguras, su in-
seguridad se nos pega. Si una persona nos dice repetidamente:
“¡Ten cuidado!”, aunque luchemos contra ella, terminaremos
con nuestras defensas bajas y la inseguridad se nos contagia-
rá. Entonces, todo se convierte en un peligro y debemos tener
cuidado permanentemente. De esta forma, alimentamos la
inseguridad en nuestras vidas.
Por haber sido descalificado. Algunas personas son inse-

guras porque han sido descalificadas por sus familias todo el
tiempo. La siguiente situación es un ejemplo de humillación:
—Mamá, me saqué un diez.
—Bueno, pero la letra no es lo suficientemente clara.
Al día siguiente:
—Mamá, mira qué linda letra hice.
—Sí, pero no me trajiste un diez.
Siempre “falta la moneda para el peso”. Otro ejemplo es cuan-
do los padres llaman a sus hijos “tonto” o “inútil”. O cuando los
hijos toman decisiones y los adultos las ponen en tela de juicio,
impartiéndoles dudas e inseguridad. En consecuencia, estas
actitudes hacen que las personas crezcan físicamente pero
que, en su interior, se conviertan en niños inseguros.
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Por haber sido herido. Si una persona tuvo una pareja que
le prometió amor para toda la vida, pero luego la dejó y se fue
con alguien más, sin duda experimentará inseguridad. Pen-
sará que “todos los hombres, o todas las mujeres, son iguales”.
Cuando uno es decepcionado en el área de los afectos, se activa
la inseguridad.
Por legalismo. El legalismo enseña que nunca podemos

ser del todo “santos” para Dios. Siempre nos falta algo, somos
“casi” una buena mamá, “casi” un buen papá, “casi” un buen
cristiano, “casi” un buen líder. “Casi” Dios nos va a bendecir,
“casi” podemos soñar, “casi” podemos ser campeones. Y, de
esta manera, nunca llegamos a la meta dado que el legalismo
nos transmite inseguridad.
La inseguridad bloquea el potencial

Observamos en Las Escrituras la historia de Nabal y Abigail (1
Samuel 25:3-42). Nabal quiere decir “insensato” y representa
a la gente insegura. Era del linaje de Caleb, quien era su tata-
ra-tatara abuelo quien conquistó un monte a los ochenta años.
Es por eso que Nabal tenía sangre de conquistador. Había una
herencia espiritual poderosa en él pero, al mismo tiempo, su
sangre de campeón estaba bloqueada debido a su inseguridad.
De igual manera, dentro de nosotros existe un campeón (un

millonario, una mujer sabia, un líder, etc.) esperando para sa-
lir. Pero, si caminamos en inseguridad, nunca vamos a liberar
el potencial con el que Dios nos creó.
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Una persona insegura siempre bloquea todo lo bueno del Se-

ñor. Por ese motivo, cuando Dios afirma tu seguridad, lo hace
por medio de tu linaje de campeón. Debemos recordar que por
nuestras venas no solamente corre sangre humana sino, ade-
más, la sangre de Jesucristo. Él es el Campeón de los campeo-
nes, nuestro hermano mayor, nuestro amigo. Y Él está siempre
con nosotros.
La gente insegura es cerrada

Nabal era un hombre de mucho dinero que se había casado
con una mujer hermosa. Él era una persona muy cerrada, muy
insegura. Un día vinieron hombres del ejército de David a su
casa y le pidieron hospitalidad y comida. Ante esa solicitud,
Nabal les contestó: “Pero, ¿quién se cree David que es?”. David
era un caballero, pero no era conveniente provocarlo. Cuando
él se enteró del rechazo de Nabal, tomó su espada y quiso de-
capitar a todos.
Este relato nos enseña que existen personas que tienen sabi-
duría en un área, pero son torpes en otras. Nabal sabía hacer
dinero, pero no sabía tratar a la gente. Cuando una persona
es insegura, maltrata a los demás, especialmente a quienes lo
aman. Por el contrario, ¡trata bien al que no lo ama! Es cerrada
de carácter, pobre en sus relaciones interpersonales y agresi-
va, por lo que lastima al hablar.
Pero cuando caminas con seguridad, no necesitas agredir ni
convencer a nadie, ya que sabes quién está contigo y te acom-
paña y quién te envía.
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La inseguridad no nos permite aprender

Nabal no escuchaba consejos y no se dejaba enseñar. Esto de-
muestra que la persona insegura cree que lo sabe todo. Es por
eso que, cuando damos un consejo, nos damos cuenta si el que
lo recibe es sabio o necio. El sabio nos agradece porque ama
todo lo que colabore para su crecimiento. En cambio, el necio
vive todo como si fuese violencia o agresividad contra él. Pre-
cisamente por esa razón es necio.
La seguridad emocional
La gente segura resuelve problemas

Abigail era la esposa de Nabal y representa a la gente que tiene
seguridad. Luego de que David decidiera decapitar a todos,
Abigail se enteró de ello a través de una persona chismosa que
le contó: “¡Viene David, muy enojado, con cuatrocientos hom-
bres y espadas y van a decapitar a todos!”.
¿Qué hizo Abigail? Como ella era una mujer segura, preparó
comida para recibir a David. Cuando llegó, ella se tiró a sus
pies y le dijo: “David, mi rey, Dios está contigo. No te rebajes,
no escuches a Nabal. Si derramas sangre, cuando Dios te le-
vante, mirarás hacia atrás y te arrepentirás de este error. Acá
te traje comida” (pero fue inteligente y no le dijo que Nabal
era su marido). Entonces él la miró y le dijo: “Mujer, gracias
porque has frenado una matanza, te respeto”. Con este gesto,
Abigail nos enseña que, cuando estamos seguros, Dios siem-
pre nos mostrará caminos más cortos para llegar a destino.
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Por el contrario, Nabal se emborrachó. Esto nos demuestra

que la gente segura se dirige al rey para resolver sus problemas
en el nombre del Señor. El inseguro siempre sufre, pero aquel
que posee un espíritu de seguridad tiene entendimiento para
resolver problemas.
Dios va a afirmar tu espíritu de tal manera que irás al lugar

de tu problema, lo resolverás en el nombre del Señor y saldrás
en victoria. Dios te hará firme, con una seguridad tan grande,
que los reyes de la tierra te dirán: “Me quito el sombrero ante
ti, te respeto”. Dios está dentro de ti, es por eso que existe una
palabra divina en tu interior que resuelve problemas, trae paz
en medio de la tormenta y resuelve las cosas más difíciles.
La gente segura se cuida a sí misma

Abigail era una hermosa mujer que cuidaba de su belleza. Las
personas seguras se arreglan y buscan lo mejor para ellas.
Esto es debido a que la seguridad hace que uno se respete y
se ame equilibradamente. Además, Abigail nunca fue a pedir
permiso para hablar con David. Esta es otra actitud que nos
deja una enseñanza: nunca les cuentes a los necios los planes
grandes que Dios puso en tu interior porque te van a emboscar
y a castigar.
Lo más importante es saber que Dios nos llevará de gloria en
gloria y nos levantará como personas seguras de sí mismas
que saben quiénes son, quién está con ellos y lo que deben ha-
cer. Cuídate y ámate porque la seguridad se verá reflejada en
tu cuerpo y en tu arreglo personal.
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La gente segura es proactiva

Abigail no esperó que David la invitara, fue sola. Eso es tener
una actitud proactiva. Esto nos deja otra enseñanza: la gente
pasiva no acciona; la gente reactiva es la que reacciona sola-
mente si hay un estímulo; pero la gente proactiva acciona por
iniciativa propia.
Cuando se enciende el motor del Espíritu Santo en nuestro
corazón, hace que tomemos la iniciativa para buscar al Señor
y adorarlo, para evangelizar, para congregarnos. No necesita-
mos que nadie más nos motive, nos basta con el fuego de Dios.
La Palabra es seguridad
La Palabra de Dios es infalible y siempre se va a cumplir en

nuestras vidas. Jesús dijo: “Los cielos y la Tierra pasarán, pero
esta palabra es tan segura, que siempre se cumple y siempre te
guiará a bendición”.
Dios, La Palabra y el Espíritu Santo

Observemos la siguiente explicación: Dios es el Padre de Je-
sús. Jesús es el Hijo de Dios y Dios hecho Hombre. Por lo tanto,
Jesús es Dios. Entonces, si Dios es el Padre de Jesús y Jesús es
Dios, ¿Dios es el Padre de Dios?
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Vayamos por parte…
Dios es Padre
La palabra para “padre” en hebreo es abba y en griego es pater.
Padre quiere decir “la fuente, el que sostiene”. Por otro lado,
“fuente” significa “todo lo que sale de Dios”. Es decir, Dios se
transforma en Padre de todo lo que sale de Él mismo. En Géne-
sis leemos que el Señor dio de Él. Dijo: “Sea la luz” y creó la luz.
Dijo: “Sea la Tierra” y creó la Tierra. De esta forma, se trans-
formó en el Padre del universo. Es por ello que Dios es la fuente
del universo y el que lo sostiene con la diestra de su mano. En
otras palabras, Dios es Padre porque la Tierra salió de Él.
Lo primero que salió de Dios fue La Palabra

¿Qué fue lo primero que salió de Dios? No fue la Tierra ni el cie-
lo, sino La Palabra. Porque antes de que la Tierra se formara,
Dios lo “dijo”. Él habló y lo primero que salió fue La Palabra.
Es decir que La Palabra estaba dentro de Dios: En el principio,
era la Palabra; y la Palabra era con Dios, y la Palabra era
Dios.
¿Qué es una palabra?

Una palabra es la expresión de un pensamiento.
¿Quién es La Palabra?
En el Antiguo Testamento se menciona como “la Palabra” o “la
Sabiduría”. En el Nuevo Testamento se la llama “Jesús”. Por
ejemplo, en Génesis 3, mientras Dios creaba, “La Palabra” es-
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taba con Él. La voz de Dios que caminaba con Adán y Eva en el
huerto era “La Palabra”. Otro ejemplo: todos los profetas del
Antiguo Testamento decían: “Y vino la Palabra de Dios sobre
mí”. ¡No llamaban “Jesús” a “La Palabra” porque todavía no lo
conocían! Así pues, “La Palabra” un día se hizo carne, se envol-
vió en un cuerpo y habitó entre nosotros.
En resumen, Dios es Padre porque Él es la fuente de La Pala-

bra. A su vez, La Palabra estuvo con Dios y es igual a Dios, pero
manifestado como Palabra. Entonces tenemos al Dios Padre
y al Dios Palabra.
¿Qué es el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo es el Espíritu del Padre. Es delicado y elegan-
te como una mujer y gentil como un caballero, pero cuando
actúa es poder de Dios.
¿Qué hace el Espíritu Santo?

Actúa bajo poder. Leemos en Génesis 1:1: Dios, en el princi-
pio, creó los cielos y la tierra. La tierra era un caos total, las
tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios iba y venía
sobre la superficie de las aguas. Esto significa que, donde hay
desorden y problemas, allí está el Espíritu Santo. En otras pa-
labras, el Espíritu Santo es Dios manifestado en Espíritu de
poder para resolver problemas.
Además, el pasaje mencionado dice que el Espíritu revolotea-

ba y que todo estaba desordenado y vacío. Pero, ¿por qué el
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Espíritu Santo no hacía algo? Porque estaba esperando que el

Padre diera La Palabra para que ella le dijera al Espíritu Santo
que actuara. En consecuencia, Dios junto con La Palabra (que
estaba con Él en la creación) dijo: “Sea la luz” y el Espíritu San-
to hizo la luz. Así, pues, el Espíritu Santo está para cumplir La
Palabra con el poder de Dios.
Por consiguiente, El Espíritu Santo está obligado a actuar

porque su función es cumplir toda palabra de Dios. De modo
que a Dios no lo mueve nuestra lástima. A Dios lo mueve una
persona que declara La Palabra. Cada vez que yo confieso una
palabra (lo que Dios habla), el Espíritu Santo mira al Padre, el
Padre dice: “Yo lo dije”. Entonces, La Palabra dice: “Yo lo dije”.
¡Y el Espíritu Santo viene a mi vida, me levanta, me sostiene y
me ayuda a resolver cuestiones!
El Espíritu Santo va a ordenar tu vida y se colocará sobre tus

problemas cuando tú declares lo que Dios y el Hijo han dicho.
Tenemos La Palabra más poderosa que mueve al Espíritu San-
to a nuestro favor: Jesucristo.
Seguridad espiritual
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni
ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo
por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
(Romanos 8:38-39)
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Si esta palabra se revela en tu espíritu, mañana cuando te le-

vantes dirás: “Vendrán problemas, pero estoy seguro de que
no me separarán del amor de Dios”. Recuerda que la gente pue-
de maltratarte y odiarte, pero ni el odio más profundo ni Sa-
tanás en persona podrán separarte del amor de Dios. Cuando
esa verdad se haga carne en ti, el Padre caminará a tu lado cada
minuto de tu vida.
Pablo escribió: “Yo estoy seguro de que la muerte no me separa

de Dios; y estoy seguro de que, cada vez que lo busco, Él me
recibe”. Esto nos demuestra que, sencillamente, nos podemos
acercar a Dios y decirle: “Padre mío”. Y Él nos responderá: “Te
estaba esperando, eres bienvenido”. La seguridad espiritual
nos brinda la certeza de que podemos ir a Dios con confianza
ya que Él siempre nos recibe, cualquier día, a cualquier hora y
en cualquier momento. El Señor tiene que ser una experiencia
íntima.
Volviendo a la historia de Abigail mencionada anteriormente,

cuando ella se postró delante del rey, Nabal estaba ebrio feste-
jando. Pero ella estaba contenta porque el gozo es la herencia
de la gente segura en Dios.
Además, ¡la historia de Abigail termina con su casamiento con

David! Aquí hay un símbolo espiritual: cuando una persona
es segura, vive un casamiento espiritual que es la unión
con el poder del Señor. Como resultado, todo lo necio que la
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perseguía y no la dejaba avanzar muere. ¡Y todo lo que viene de

Dios es su herencia!
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Capítulo 2
QUEBRANDO EL FACTOR LIMITANTE

No puedo
A Dios le interesa más nuestro carácter que
nuestras bendiciones
David y todos los israelitas marcharon contra Jebús (que

es Jerusalén), la cual estaba habitada por los jebuseos.
Éstos le dijeron a David: “¡No entrarás aquí!”. Pero David se
apoderó de la fortaleza de Sion, que también se conoce como
la Ciudad de David. Y es que había prometido: “Al primero
que mate a un jebuseo lo nombraré comandante en jefe”.
El primero en matar a un jebuseo fue Joab hijo de Sarvia,
por lo cual fue nombrado jefe.
(1 Crónicas 11:4-6)
David respondió: “Hijos de Sarvia, esto no es asunto de

ustedes, sino mío. Están actuando como si fueran mis
adversarios. ¿Cómo va a morir hoy alguien del pueblo,
cuando precisamente en este día vuelvo a ser rey de Israel?”.
(2 Samuel 19:22)
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Es cierto que Dios trabaja en nuestras vidas y hace todo lo posi-

ble para bendecirnos, ya que Él es un Dios de bendición. Pero,
paralelamente, Él va a trabajar en nuestro carácter porque a
Dios le interesa más quién eres que todo lo que tienes y logras.
En consecuencia, Dios trabaja en nuestra manera de ser.
Cuando vienes a Cristo, Él te recibe tal como eres. Pero des-

pués Dios te dice: “Ahora quiero que crezcas y desarrolles tu
carácter”. Dios está interesado en que seas inteligente, sabio
en conocerte y superarte a ti mismo. Dios formará tu carácter
porque está interesado en quién eres en verdad.
Por ejemplo, Moisés perdió cuarenta años de su vida por un

error de carácter. Cuando su enojo se diluyó, Dios le anunció:
“Ahora voy a formarte”. Otro ejemplo en Las Escrituras es
cuando Dios llamó a Pablo. No fue enviado directamente a las
misiones, sino que estuvo doce años en Arabia entrenándose
y formando su carácter. Por otro lado, a David, antes de tener
la tercera unción (la cual tuvo antes de ser rey), el Señor lo
confrontó con Saúl. Es decir que lo enfrentó con un gigante, le
puso obstáculos en el camino. ¿Por qué? Porque David tenía
que ser formado en su carácter.
El factor limitante
Por lo que se refiere al “factor limitante”, debemos compren-

der que siempre existe una bendición para nuestras vidas que
todavía no capturamos porque hay algo de nuestro carácter
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que lo impide. En otras palabras, ¡existe algo en nuestra forma

de ser que está impidiendo tomar algo que Dios ya nos dio! Es
por eso que, hasta que dicho factor limitante de tu carácter
no sea quebrado, no podrás recibir esa bendición. Es más, si
ya recibiste bendición en tu vida, aun así existe otro factor en
tu carácter que te está limitando para que seas mucho más
bendecido.
El principal impedimento
Así pues, nosotros somos el principal impedimento que de-

termina la rapidez con la que llegaremos a nuestras metas. El
80% de las restricciones que vemos en nuestras vidas se en-
cuentran dentro de nosotros. Si eres sabio, mirarás hacia tu
interior todos los días, en lugar de mirar a los demás, y te pre-
guntarás: “¿Cuál es el rasgo de mi carácter que está limitando
mi bendición?”.
En algunas personas, el factor limitante ha sido la “pasividad”.
La única manera de quebrar esta limitación es conociendo a
Jesús. Luego de nuestra conversión, Dios nos hace activos y así
logramos prosperar en todas las áreas de nuestra vida. Logra-
mos cosas que siempre estuvieron a nuestro alcance pero que
eran limitadas por nuestro carácter, el cual impedía que nos
acercáramos a nuestra bendición.
Hay gente que expresa: “no puedo estudiar”; “no puedo aho-
rrar”; “no puedo progresar”; “no puedo liderar”; “no puedo ser-
vir”, sin darse cuenta de que esa no es una buena frase. Ellos
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deberían descubrir cuál es el factor de su carácter que está po-

niendo un freno a su potencial. En otras palabras, deberían
quebrar lo que los frena y así lograr su primera meta.
Así como nuestra manera de ser nos trae las bendiciones de
Dios o nos mantiene alejados de ellas, también nos acercará o
nos alejará de la gente y nos cerrará o nos abrirá puertas.
Mi carácter es cómo soy cuando nadie me ve
Quebrar el factor limitante no es fácil porque ha sido formado

desde nuestra infancia. Esta es la razón por la que el problema
está dentro de nuestro corazón. Nuestro carácter se ha forma-
do sobre la base de muchas experiencias que tuvimos en la in-
fancia. Muchos creen que para cambiar el carácter tienen que
superar sus debilidades. Esto es solo una parte del proceso de
sanidad. No basta con superar el mal carácter, debemos que-
brarlo para nunca más volver a este. Para ello, tenemos que de-
clarar qué es lo que debe morir hoy en nuestras vidas para que
la gente y las bendiciones se acerquen y las puertas se abran.
Josué, quien era un conquistador, al pelear en Hai y ser derro-

tado, se arrojó al piso para llorar. Entonces Dios le dijo: ¡Le-
vántate! (Josué 7). Hasta ese momento, él nunca había sufrido
una derrota, es por ello que nunca había surgido ese factor
limitante (el llanto) en su vida. Así que Dios aprovechó su fra-
caso en Hai para formar su carácter. Le mostró: “Acá es donde
tenemos que trabajar”.
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Necesitas quebrar el factor negativo de tu carácter

para poder construir un futuro de bendición
Como muestra de lo mencionado tenemos la historia de Da-

vid y Joab. Cuenta La Biblia que David quería tomar el mon-
te de Jebús, donde había un castillo, para bautizarlo como el
monte de Sion. Para ello, necesitaba que alguien conquistara
el monte. Entonces Joab, uno de los sobrinos de David, se ofre-
ció para realizar el trabajo. Es así que él peleó y conquistó el
monte porque dijo: “Yo pelearé por mi rey. Conquistaré ese
monte porque amo a mi rey. Arriesgaré mi vida porque amo a
mi rey”. Sin embargo, cuenta la historia que, al tiempo, Joab y
sus hermanos mataron a una persona a la cual David no quería
matar. En consecuencia, David les dijo: “¿Hasta cuándo me
seréis adversarios?”.
Tener el corazón del Rey
A Dios le interesa quién eres. Por esa razón, Él tiene que iden-
tificar las características de tu carácter que deben morir para
que tu corazón sea como el suyo. Tu primera meta debe ser
tener el corazón de Jesús y tener intimidad con Él. Al hacerlo,
serás formado tal como Él es.
Pablo expresó: Yo tengo en mi cuerpo las marcas. La palabra

“marca” significa “carácter”. Es decir: “Yo tengo las marcas,
no del dolor, sino de Cristo. Y una cosa hago: olvidando lo que
queda atrás, me extiendo hacia delante para ver si logro to-
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marlo”. El apóstol dejó en claro que el Señor lo había tomado

primero, por lo cual ahora deseaba fervientemente tomarlo a
Él”. Cuando el factor limitante muera de verdad, algo de Dios
se acercará a tu vida porque La Biblia declara que ya estás ben-
decido con toda bendición. Es tu carácter el que te acerca o
aleja las bendiciones. Por ese motivo Jesús dijo: “Si quieres ser
uno de mis discípulos, cada día toma la cruz”. ¡Necesitamos
llevar a la cruz lo que está frenando tu bendición!
Para tener el corazón del Rey, debo pasar tiempo con Él. Dicho
de otro modo, cuando una persona sabe estar a solas con Dios,
siempre va a tener su corazón ya que nos convertimos en aque-
llo que adoramos. Cuando adoramos al Señor, nos volvemos
como Él y su gloria se mezcla con nuestro espíritu. Dios hace
la obra, nuestro carácter cambia, y lo que nos frenaba nos trae
bendición.
Donde sea que estés, dale gloria al Señor. Dile: “Anhelo cono-
cer tu corazón y ser como tú. Hoy deseo que muera lo malo que
está frenando la bendición que hay a mi alcance”.
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Capítulo 3
SALIENDO DEL ENGAÑO

Me estafaron, ¿y ahora qué hago?
¡No le creas a todo el mundo,
créele solamente a Dios!
Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los

demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover
ni un dedo para levantarlas.
(Mateo 23:4)
En primer lugar, es importante considerar que, cuando habla-

mos de “engaño”, no estamos hablando de “error”. Todos po-
demos equivocarnos por distintas causas: porque nos dan una
información falsa o errónea, por un malentendido, por falta de
comunicación, etc. Pero el engaño es distinto, es la intención
deliberada de dañar a alguien. Una cosa es que alguien se equi-
voque y otra muy distinta es que la persona tenga la intención,
la premeditación, de engañarte para dañarte.
Culturalmente está bien visto engañar. Si alguien engañó a

cinco personas, es un “experto” del engaño. Sin embargo, no
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debemos olvidarnos de que el enemigo ha engañado a todo el

mundo, así que él es el mayor experto en estafa y engaño. Ese
es su único objetivo. Como Satanás es rutinario y para nada
creativo, siempre usa dos grandes técnicas para engañar. Es
por eso que el apóstol Pablo dijo que tenemos que conocer sus
artimañas. Conocer las dos grandes herramientas del enemi-
go y la manera en que las utiliza hará que no seamos estafados
y engañados nunca más.
Autoritarismo y Seducción
Satanás es revelado en La Biblia de dos formas: como un león

rugiente y como una serpiente engañosa. Cuando se presenta
como un león que ruge, aparece disfrazado de “autoritarismo”.
Por otro lado, cuando surge como una serpiente engañosa, se
manifiesta como “seducción”. Como podemos leer en Mateo
23:3-5, 13-15, en la época de Jesús había estafadores tales
como los legalistas, los fariseos. Jesús explicó cómo es el mé-
todo de control a través del autoritarismo para demostrar que
son armas de control mental.
El autoritarismo
La necesidad de ser grande

En la antigüedad, los fariseos decían que ellos eran “de la cá-
tedra de Moisés”. En la actualidad, cuando vas a una univer-
sidad y presentan a un profesor que habla excátedra, quiere
decir que es un hombre que sabe porque estudió mucho. Los
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fariseos, los estafadores, querían mostrar que ellos sabían

cómo hacer dinero, cómo hacer un buen negocio, cómo tener
una pareja feliz, cómo criar a los hijos. Como necesitaban ser
grandes, contaban muchas historias que atrapaban, seducían
y encandilaban a la gente. De igual forma, la gente autoritaria
te va a contar sus historias: cómo hicieron dinero, cómo logra-
ron vencer las pruebas, cómo lograron una pareja feliz, etc.
Esto es debido a que son personas que necesitan sobresalir,
demostrar que son grandes, que no son como el común de la
gente y que tienen una sabiduría especial que les permite darte
consejos para que te vaya bien en la vida.
Doble vida
Las personas autoritarias dicen una cosa, pero hacen otra. Se
muestran como personas cuya moral es intachable, pero en su
casa ejercen violencia y golpean a su familia. Entonces, fuera
de sus hogares, son amables, elegantes, atractivos; mientras
que, puertas adentro, gritan, rompen, maltratan. Además, los
autoritarios se presentan como grandes personas que han he-
cho mucho dinero porque supieron realizar grandes negocios.
Pero cuando vas a su casa, ¡no tienen ni aun lo necesario! Esto
es debido a que tienen una doble vida.
En otras palabras, las personas autoritarias se muestran como
personas sabias pero, en lo privado, son todo lo contrario. Pa-
recen grandes religiosos, grandes curas, grandes pastores,
gente de bien, gente honesta e íntegra, pero eso es solamente
una fachada para ocultar su doble vida.
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Cargas pesadas
La gente autoritaria te infunde miedo. Cuando terminas de
hablar con ellos, no sientes paz, sino temor. Generalmente te
dicen: “Si no haces lo que yo te digo, ¡atenete a las consecuen-
cias!”. O: “¡Si te vas de aquí, te va a ir muy mal!”. O: “¡Si no
sigues mi consejo, vas a perder tu fortuna!”. O: “Si dejas mi
amistad, ¡Dios te va a mandar un fuego consumidor!”. Actúan
así porque son personas que ponen cargas sobre otros.
Para los autoritarios, la apariencia es lo más importante. En-

tonces cuidan mucho su imagen. Es por eso que, cuando son
descubiertos, se van. Los estafadores saben que, en algún
momento, van a ser descubiertos. De manera que tienen que
aprovechar ese tiempo para robar, estafar, tener relaciones
sexuales, manipular y destruir a otros. En definitiva, ese es el
objetivo del enemigo.
Aislamiento
Las personas que son autoritarias aíslan a las personas cerca-
nas de aquellos que desean bendecirlos. Entonces dicen cosas
tales como: “no te juntes con ese/a”; “no vayas tan seguido a la
reunión”; “no ingreses en ese grupo”. Pretenden aislar al otro
porque saben que, si habla de las propuestas que ellos le ha-
cen, van a ser descubiertos. Así que intentan mantenerlo en
secreto, en privado. De igual forma, eso era lo que hacían los
fariseos: se metían en las casas de las viudas y las devoraban.
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Es importante destacar que las mujeres que están solas son

candidatas para la estafa. Generalmente, ellas están en sus
casas rumiando su soledad pensando en el hecho de que nadie
las quiere, que nadie las llama… Entonces aparecen los enga-
ñadores autoritarios, ya que ellos saben cómo ellas se deben
sentir y se acercan disfrazados de ovejas… ¡pero son lobos ra-
paces! Lo único que quieren es su dinero, su ser físico y espiri-
tual para destruir su autoestima.
Envidia
¿Sabes por qué esa persona te estafó? Por envidia. Todo esta-
fador que se acerca a tu vida es movido por la envidia. Por lo
tanto, hay algo que quiere destruir. Tal vez envidia a tu familia
(por eso intentó causar división), tu situación económica, tu
paz, tu alegría, que vayas a la iglesia y sirvas al Señor. Simple-
mente, los autoritarios son gente que envidia al otro porque no
soporta que le vaya bien.
Jesús les dijo a los fariseos: “Ustedes eran unos estafadores

porque no hacen seguidores de Dios, hacen prosélitos”. ¿Cuál
es la diferencia? Yo puedo hacer gente que me siga a mí (que
sean seguidores de Bernardo); pero eso es una estafa. Por el
contrario, yo tengo que hacer que la gente siga a Dios, que de-
penda de Dios, que ame a Dios, que confíe en Dios. Pero los
estafadores no te hacen confiar en el Señor sino que te dicen:
“Te fue bien por mí”. O: “Dios te prosperó porque escuchaste
mi palabra profética”. O: “Te fue bien porque me trataste bien
a mí”.
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Las personas autoritarias crean prosélitos para que, cuando

sean descubiertos, tengan a alguien que los defienda. De esta
forma, ellos arman su equipo. Un ejemplo es Absalón, uno de
los hijos de David, que quería realizarle un golpe de estado al
propio padre.
¿Sabes qué hacía Absalón? Cuando la gente venía a él y se que-

jaba diciendo: “El rey no me atiende, me trata mal, me tortura”,
les respondía: “Entiendo lo que te pasa, yo me sentiría tan mal
como ti”. Entonces, les prestaba plata y los ayudaba porque él
sabía que, cuando llevara a cabo el golpe de estado contra su
padre David, necesitaría gente vendada, manipulada y enga-
ñada que lo defendiese.
Falta de futuro
Si investigas bien la vida de una persona autoritaria, te vas a
preguntar: “¿Cómo me va a explicar cómo ganar plata, si no
tiene un peso?”. O: “¿Cómo me va a enseñar cómo ser feliz en
la vida, si está solo, no lo quiere nadie?”. O: “¿Cómo me va a
enseñar a conectarme con Dios, si no tiene vida espiritual?”.
Sin embargo, tiene historias que te encandilan, así como anéc-
dotas y aventuras que hacen que lo admires. Los autoritarios
siempre acomodan las cosas para su propio beneficio.
El autoritarismo es una forma de control mental a través del
miedo. No existe el mito de “ojear” a alguien. Lo que sí existe es
la gente que lentamente atemoriza a sus víctimas.
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La Seducción
La segunda manera que tiene Satanás de engañarnos es a

través de “la seducción”. Un ejemplo claro de esto es cuando
el enemigo se introdujo en la serpiente. No lo hizo como un
león (por medio del autoritarismo) porque Eva se habría dado
cuenta. Lo hizo como una serpiente y le empezó a hablar. En-
tonces la mujer habló, él empezó a seducirla y, como ella era
más sugestionable que él, miró el árbol y dijo: “Es lindo para
la sabiduría y codiciable para comer”. Luego miró un fruto y
se imaginó qué delicioso sería. ¡Construyó toda una película
en su mente! Mil veces había mirado el fruto y nunca le había
visto nada especial pero, cuando el enemigo le dijo: “¡Ay! No
sabes qué rica es esa manzana…”, Eva no pudo resistir caer en
su seducción.
Víctimas
Los autoritarios se muestran como víctimas y expresan frases
como: “nadie me entiende”; “me maltrataron en todos lados”;
“yo tenía una novia, la quería amar y ser feliz con ella, pero ella
me engañó y se fue con otro”. ¡Mentira! Fue él quien la engañó
con otras mujeres. En suma, las personas que se creen vícti-
mas les echan la culpa a los demás y son, al mismo tiempo,
manipuladoras.
La gente protectora
Una persona protectora ejerce seducción. Se presenta como
alguien bueno que quiere amarte, darte, ayudarte… pero con
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el tiempo pareciera que anotó el favor que te hizo o aquello

que te dio en su agenda futura: “Pasar a cobrar en cualquier
momento”. Porque el manipulador siempre te da para después
venir a pedirte algo a cambio.
La mentira
Las personas autoritarias son gente que esconde mentira. Son
tan mentirosos que vienen, se quejan y te cuentan sus menti-
ras. Cada vez que observes a alguien mintiendo, ya sabes que
son personas que te prometen pasión y aventura, que te ofrece
“el oro y el moro”, que te hace mil promesas. Pero todo es una
gran farsa.
Estudian las áreas débiles de sus víctimas

Los manipuladores te estudian y te engañan porque descubren
tu área de vulnerabilidad, de debilidad. Por ejemplo, existen
personas que le tienen miedo a discutir. Entonces el manipu-
lador les pide dinero, pues sabe que nunca le van a decir que no,
o nunca se lo van a reclamar. Y si lo hacen, se enojan y dicen:
“¿Pero qué clase de cristiano eres tú? ¿No crees en Dios?”. De
esta forma, hacen sentir culpable al otro que termina diciendo:
“Discúlpame por venir a pedirte lo que es mío”. ¡Porque tiene
miedo de discutir y reclamar lo que le pertenece!
Esto significa que, cuando el enemigo te roba algo, además de

eso, espera que le pidas perdón a él. Pero si tú tomas tu lugar y
le reclamas lo que es tuyo en el nombre de Jesús, no le queda
más remedio que devolverte lo que te quitó.
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Características de la persona estafada
La codependencia
La gente que es estafada quiere salvar a todo el mundo. Si viene
alguien y les dice: “Estoy mal, me echaron de todos lados”, se
activa en ellos la codependencia y responden: “¡Pobrecito! Na-
die te entiende, yo te voy a ayudar y a restaurar”. El estafador se
presenta con el “mismo argumento” de la injusticia, de que es
víctima, de que nadie lo quiere... Y hay personas que siempre
se relacionan con personas problemáticas y tóxicas. Esto es
así porque creen que “con su amor los pueden cambiar”. Ahora
bien, si no los puede cambiar el amor de Dios, mucho menos lo
hará el amor de alguien. Necesitamos entender que nosotros
no podemos cambiar a nadie, que solamente Dios es capaz de
cambiar a aquellos que se lo permiten.
La credulidad
La gente que es estafada le cree a cualquiera. Si viene alguien
y te dice: “Eres empresario y quiero proponerte un negocio,
pero tú tienes que poner el dinero que ahorraste durante toda
tu vida y yo pongo mi sabiduría y sapiencia”, ¡no le creas! Es un
gran simulador.
¿Qué tenemos que hacer con los estafadores?
No debo juntarme con gente malvada

Pablo escribió en Tito 3:10: Al que cause divisiones, después de
una y otra amonestación, deséchalo. La palabra “desechar”
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quiere decir “tirar a la basura”. Con esto, el apóstol está di-

ciendo que tenemos que evitar a la gente estafadora, mani-
puladora, engañadora que sistemáticamente viene a nuestra
vida. En otras palabras, no estemos cerca, no les hablemos,
no les contestemos sus llamados o mensajes. Pero tampoco
discutamos con ellos porque les encantan las peleas, con el
fin de amargarle la vida al otro. Si alguien así te contacta, no
respondas y bloquéalo, porque solamente busca envenenarte
la vida. Y recuerda que:
Tienes que ser justo, no más que bueno. ¡No intentes ser más
bueno que Dios! Por supuesto, hay que perdonar al que nos
lastima. Sin embargo, una persona que viene con regularidad
a engañar y manipular tiene que estar lejos de tu vida.
Tienes que aprender la lección de Nehemías. Él estaba hacien-

do una ciudad, cuando vinieron tres estafadores y le dijeron
que tenían que hablarle. Entonces Nehemías les contestó: “No
tengo tiempo, estoy haciendo una obra grande para Dios”.
Tienes que decirle a este tipo de personas: “No tengo tiempo

para perder con gente malvada, estoy haciendo una obra gran-
de para el Dios que amo y sirvo, y esa obra soy yo”.
No debo prestar ni pedir dinero a nadie

No prestes plata porque quizás no te lo devuelvan. No pidas di-
nero prestado, a menos que sea para un emprendimiento im-
portante, como por ejemplo tu propio negocio. Porque el que
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pide prestado es esclavo, en el mundo espiritual, de su deudor.

La Biblia dice que los hijos de Dios no pediremos prestado; al
contrario, ¡prestaremos! Dios nos va a levantar tanto que ya no
seremos esclavos de las deudas. Nunca te endeudes por cosas
que no son prioritarias, como las vacaciones o una fiesta. Si lo
haces, serás esclavo de quien te prestó.
Libera el poder de Dios y dile al enemigo: “Me vas a devolver
lo que me robaste, voy a cancelar todas mis deudas y viviré en
abundancia y libertad”.
No voy a ser garante de nadie

Muchos salieron de garante y terminaron pagando la deuda.
En Proverbios podemos encontrar pasajes que nos aconsejan
no ser garante de nadie. La razón fundamental es que, si esa
persona a la que hoy le sales de garante mañana decide no pa-
gar más, ¡terminarás pagando tú! Debemos administrar lo
que tenemos y cuidarlo correctamente.
Todos los negocios que llevemos a cabo deben ser con pape-
les firmados por ambas partes. Cuando alguien haga un trato
contigo todo debe ser con papeles firmados. No es por descon-
fianza sino por precaución.
¡No permitas que nadie nos manipule!
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Debo perdonar y soltar de mi vida a todos los que me

lastimaron
Perdonar es algo que haces por ti, no por el otro. Además, per-
donar no es olvidar y decir: “No pasó nada, ya fue, está todo
bien”. Perdonar es decir: “Me lastimaste, tengo derecho a ven-
garme pero no lo voy a hacer porque Dios es mi venganza”. Al
perdonar, nos desatamos verdaderamente de la persona que
nos lastimó. Si no perdonas, llevas a esa persona (en el mundo
espiritual) sobre tu espalda todo el tiempo.
Cuando perdonas, te liberas porque renunciaste al derecho de

venganza. La Biblia declara: Mía es la venganza, dice el Señor.
Es por eso que debemos entregar nuestros enemigos a Dios y
decirle: “No es mi pelea, es tu pelea”. También dice La Biblia
que el que toca a sus hijos toca a la niña de sus ojos. “Dios tiene
escrito nuestro nombre en la palma de su mano, porque somos
su especial tesoro”. Cuando alguien traiga injusticia a tu vida,
no le tengas odio ni rencor sino lástima porque la justicia de
Dios caerá sobre esa persona. ¡Más vale que no estés en ese
lugar cuando suceda! Y verás que luego Él te restituirá lo que
el enemigo te quitó.
¿Qué es lo que el estafador quiere robarte?
El estafador viene porque te envidia y fue enviado para robar

lo que te pertenece. Existe en este tipo de persona una sabidu-
ría tóxica especial que hace que sea muy sabia para lo malo.
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Hay gente que es tan malvada que sospecha de todo y de todos.

Leemos en La Escritura: Para el impuro, todo es impuro; y
para el puro, todo es puro. El enemigo solo quiere robarte la
paz.
¡Hay gente tan desconfiada que vive con paranoia! Nosotros

no podemos, ni debemos, vivir así. Tenemos que vivir con fe
y con los ojos abiertos, sabiendo que Dios nos dará discerni-
miento. Además, necesitamos obtener consejos de gente un-
gida y sabia.
En Estados Unidos se obtuvo una estadística preguntándole a

miles de personas qué es lo más valioso en la Tierra para ellos.
El 97 % de los encuestados dijo que era la PAZ. Eso se debe a
que podemos tener muchas posesiones pero, si no tenemos
paz, nunca las vamos a disfrutar. La Biblia dice: Mejor es la co-
mida de legumbres donde hay amor; que la de buey engorda-
do donde hay odio. Hay gente muy rica que tiene abundancia
de todo, pero no tiene paz. Hay gente muy pobre que no tiene
nada en absoluto, pero tiene paz. Hay gente rica y pobre que
tiene paz. Las riquezas que tengamos no garantizan la existen-
cia de paz en nuestras vidas.
¿Y cómo hacemos para experimentar paz? Cuando te unís a

Dios y tenés una nueva relación con Él, experimentás paz. La
herencia más linda que recibimos, cuando recibimos a Jesús,
fue la PAZ. Dios es un Dios de paz. La palabra “paz” quiere de-
cir “juntar lo que se rompió”.
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Tener paz no significa no tener problemas sino tener, en medio

de las dificultades, el espíritu en armonía con Dios. Existen
dos cosas que me han bendecido mucho y me han dado paz en
el corazón en momentos difíciles. Quiero compartirlas contigo
y que las grabes en tu corazón:
Dios tiene mi vida en control y Él es mi proveedor
Esto significa que no necesitas depender de nadie, solo de

Dios. Cuando vuelves a confiar en Él, a apoyarte en Él, a tomar
su mano y saber que Él está en control de tu vida y la de tu fa-
milia porque siempre va a proveer, caminas con paz.
Si observamos a Eva y Adán, vemos que existe una diferencia

entre ellos: Eva fue engañada; mientras que Adán fue desobe-
diente. Adán sabía que lo que estaba haciendo estaba mal. Pero
Eva, no. Además, ella fue la primera en la historia en reco-
nocer la naturaleza del diablo. Cuando Dios vino, ella le dijo:
“La serpiente me engañó”. Reconoció la naturaleza del diablo
que es engañador. Y cuando ella expresó eso, Dios la miró y le
contestó: “De tu simiente, de tu semilla de mujer, vendrá un
Salvador que aplastará al enemigo”. Esto significa que las mu-
jeres tienen la simiente divina de conquista. Las mujeres son
las que más rápido disciernen al diablo. ¡De la mujer vendrá la
victoria sobre todo lo malo!
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Mujer, te invito a declarar lo siguiente en el mundo

espiritual:
Soy una mujer valiente que, a pesar de haber sido engañada,
hoy puedo reconocer al enemigo y saber que es un engaña-
dor. Hoy te anuncio que lo que Dios me prometió como mujer
será cumplido y, por mano de mujer, serás vencido. Te re-
clamo lo que es mío y sé que me lo devolverás multiplicado
porque soy una hija del Rey y Dios está conmigo. Hoy declaro
que, a pesar de que me engañaste, no pudiste quitarme la paz
porque ella viene de mi comunión con Dios, y eso nunca me lo
robarás. Lo decreto en el nombre de Jesús. Amén.
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Capítulo 4
CONSTRUYENDO MI SUEÑO
¿Para qué vivo?
Seis principios divinos para construir
un lugar grande de abundancia para
mí y toda mi familia
Vayamos ahora al Jordán, tomemos cada uno una

viga y hagamos allí un lugar donde habitar.
(2 Reyes 6:2)
La Biblia relata en 2 Reyes 6:1-7 que, en una oportunidad, los

hijos de los profetas liderados por Eliseo se sentían mal, estre-
chos, con poco espacio. Entonces dijeron: “Vamos a construir
un lugar mucho más grande”. Enseñanza: cuando estoy mal,
se debe a que estoy a punto de construir algo glorioso para mi
vida.
Cuando una persona está con dolor o atravesando una situa-

ción crítica, siempre será impulsada a ver su sueño cumplido
si camina de la mano del Espíritu Santo. Recordemos que el
mal lo único que hará en nuestra vida es sacarnos de la zona
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de confort para hacernos saber que existe un lugar espacioso y

tierra de abundancia que nos está esperando. Nunca debemos
olvidar que Dios hará nacer lo mejor en nuestras vidas.
1º principio: Debo visualizar mi sueño en mi espíritu
Tienes que aprender a desatar este principio poderoso: la vi-

sualización. Es decir, la visión de fe. Visualiza tu sueño cum-
plido en tu corazón. La frecuencia con que la visión esté en
tu espíritu determinará la firmeza del sueño que está en tu
corazón.
En La Biblia, todas las personas que lograron sus sueños te-

nían en común una característica: el entusiasmo. Esto signi-
fica que vas a alcanzar tu sueño si tienes un deseo intenso de
verlo cumplido. Si Dios te dio el sueño, es porque lo verás cum-
plido antes de irte de este mundo. ¡Si puedes soñarlo, puedes
lograrlo!
2º principio: Debo afirmar mi autoestima
La estima y la fe van juntas. De acuerdo a nuestro nivel de fe,

será nuestro nivel de estima. La fe es una herramienta que
Dios coloca en tu espíritu para que tu estima se fortalezca. Es
por eso que debes empezar a verte como Dios te ve, a hablar
como Dios habla y a creer lo que Dios cree de ti.
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Jesús dijo: La gloria que me diste les he dado. Isaías escribió:

Levántate y resplandece porque ha venido tu luz y la gloria
de Jehová ha nacido sobre ti. Esto significa que Dios te llenará
de su gloria y esta se manifestará en tu autoestima.
3º principio: Debo declarar públicamente mis sueños
Como hemos visto, los profetas liderados por Eliseo anuncia-

ron: “Vamos a construir”. Es decir, confesaron públicamente.
Existe mucho poder en la confesión pública. Jesús muchas ve-
ces oró en voz alta delante de multitudes. Esto es así porque el
enemigo no sabe cuánta fe tienes hasta que te escucha. Cuando
él escucha que declaras que vas a lograr tu sueño, sabe que
tiene que dar marcha atrás porque hay una persona que está
confesando bendición. Además, la fe mueve la mano de Dios.
En consecuencia, tenemos que aprender a declarar que Dios
nos va a bendecir.
4º principio: Hablaré, caminaré y me moveré como si fue-

se Jesús
Los hijos de los profetas actuaron como Eliseo, tomaron su

modelo. Pero tú tienes que aprender a hablar como si fueras
Jesús, a caminar como si fueras Jesús, a responder como Él
respondería, a tomar las decisiones que Él tomaría. Tienes que
aprender a sentir como si fueras Jesús. Cuando comienzas a
actuar de este modo, a tener cierta conducta, eso que estás
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haciendo se introduce en tu corazón. La Palabra declara que el

que se une al Espíritu de Dios un espíritu es con Él.
5º principio: Debo rodearme de gente de fe
Los hijos de los profetas no convocaron a gente indiferente e

indecisa para construir. Esto nos enseña que debemos juntar-
nos con aquellos que también quieran construir su sueño, que
quieran avanzar, que quieran prosperar. Además, es preciso
entender que la ley de la asociación es un principio divino.
6º principio: El mejoramiento continuo
El Espíritu Santo te fue dado para que mejores. Los dones te

fueron dados para que mejores. Tienes que adquirir el sentido
de mejora. Para ello, debes reflexionar sobre lo siguiente:
¿Cómo puedo ser mejor persona?
¿Cómo puedo superarme?
¿Qué material debería leer?
¿En qué debería invertir para crecer?
Si haces esto, Dios te honrará.
En otras palabras, cuando somos el mejor en el lugar donde

nos encontramos, estamos calificados para pasar a nuestro
próximo nivel, para ser promovidos, hasta que lleguemos a las
puertas de Faraón y él nos pida que seamos su mano derecha.
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Siempre que anhelemos ir por nuestros sueños, el Espíritu

Santo nos dará su aprobación. Es decir, cada vez que le hables
de tus sueños a Dios, Él te respaldará. Así, debemos recordar
que el Espíritu del Señor estará caminando con nosotros en
nuestros planes. Caminará paso a paso con nosotros, mante-
niendo todo bajo control.
Luego de decidirse a construir, los hijos de los profetas fueron

al Jordán (símbolo de la presencia de Dios) y tomaron vigas.
Esto significa que el Espíritu Santo nos proveerá todos los re-
cursos para alcanzar nuestros sueños. ¡Todos los recursos que
necesitas para ver tu sueño plasmado te los da el Espíritu San-
to!
Cuando uno de los hijos de Eliseo fue a cortar un árbol, se le

cayó el hacha. Corrió hasta Eliseo (símbolo del Espíritu Santo)
y le contó: “Perdí el hacha y no era mía, era prestada”. Esto sig-
nifica que todos los dones y todos los recursos que Dios nos ha
dado no son nuestros, nos fueron prestados para la edificación
del Reino del Señor. Todo lo que tú tienes te ha sido prestado:
tu salud, tus finanzas, tus hijos, tu esposa/o, tus nietos, etc.
Por otra parte, siempre que construyes un sueño, pierdes co-
sas, surgen imprevistos. Al escuchar la queja de su hijo, Eliseo
le preguntó: “¿Dónde fue?”. Luego el profeta arrojó un palo al
agua y el hacha flotó. Esto nos deja una enseñanza: Dios te
devolverá todo lo que perdiste en medio del camino de las ma-
neras más insólitas, porque todo viene de parte de Él para ti.
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Todo lo que pierda en medio de mi camino me será devuelto

por Él de manera milagrosa. Lo tomaré y terminaré
mi sueño. Disfrutaré mi lugar de abundancia. Estoy
determinado a visualizar mis sueños, a afirmar mi
autoestima, a declarar mi fe públicamente, a moverme
como Jesús, a rodearme de gente de fe y a mejorar siempre.
El dolor y el mal no me encerrarán, sino que me empujarán
a la abundancia y a la bendición. Lo declaro en el nombre de
Jesús. Amén.
¡Estamos viviendo los mejores momentos de la historia! ¡Es-

tamos atravesando tiempos clave de parte de Dios donde vere-
mos nuestros sueños hechos realidad!
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Capítulo 5
PERMISO PARA SER FELIZ

No sé si me lo merezco
Cómo permitirnos recibir
las bendiciones de Dios
Eliseo regresó a Gilgal y se encontró con que en esos días

había mucha hambre en el país. Por tanto, se reunió con la
comunidad de profetas y le ordenó a su criado: “Pon esa olla
grande en el fogón y prepara un guisado para los profetas”.
(2 Reyes 4:38)
Existen dos tipos de permisos: uno exterior y otro interior.

Las personas legalistas (religiosos, familiares, esposos, hijos,
padres) son quienes están a cargo del permiso exterior y no
te permiten ser feliz. Pero el permiso interior depende de no-
sotros mismos. Es por eso que debemos darnos permiso para
recibir todas las bendiciones de Dios. ¡Démonos permiso para
ser felices!
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En Estados Unidos se hizo una investigación acerca del lega-

lismo en los cristianos y se obtuvieron las siguientes afirma-
ciones que son falsas:
• “La vida cristiana se resume en mi duro esfuerzo por hacer lo

que Dios manda”
A pesar de que el 60% de los cristianos contestaron que esta

afirmación es verdadera, es falsa. La Biblia se divide en dos
testamentos: Antiguo y Nuevo, los cuales simbolizan el Anti-
guo y el Nuevo Pacto.
En el Antiguo Pacto, que se llama el “Pacto de la Ley”, decían:

“Si lo haces, te bendeciré; si no lo haces, te maldeciré”. Ade-
más, este fue un acuerdo que el pueblo le pidió a Dios (la Ley) y
se estableció de parte de Él. Esta es la razón por la cual ocurren
tantos castigos de parte del Señor en el Antiguo Testamento.
En consecuencia, el legalista es el que cree que la vida cristia-
na se cumple con esfuerzo. Expresa: “Tengo que esforzarme
para orar, para cambiar, para adorar”. Sin embargo, cuando
entramos en el camino de la gracia, del Nuevo Pacto, una de
las cosas que cambia es el hecho de que no tenemos que esfor-
zarnos más. Solamente tenemos que permitir que el Espíritu
Santo haga la obra y nos transforme.
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• “No cumplo con las expectativas que Dios tiene de mí”
El 60 % de los cristianos encuestados dijeron que “sienten que

no cumplen con lo que Dios les pide”. El 70 % de los cristianos
comparte que “desde que recibieron a Jesús y están en la igle-
sia, tienen más baja estima que antes de conocer al Señor”.
Porque la iglesia legalista te hace creer que “casi” soy un buen
cristiano, “casi” soy un buen hijo, “casi” soy santo, “casi”… pero
aún te falta. En cambio, cuando caminas en la gracia, no tienes
que hacer nada para que Dios te acepte. Dios ya te ha aceptado
y te bendice en Cristo Jesús tal como eres. El camino de la gra-
cia es el camino de la libertad.
Según las leyes del Antiguo Testamento, el mandato era:

“Cumple y te bendeciré”. Pero a partir del Nuevo Pacto, es:
“Porque me has bendecido, quiero cumplir”. Recordemos que
Dios es bueno y para siempre es su misericordia. ¡Él siempre
nos bendice!
• “Las reglas y estándares rígidos son una parte importante de

la iglesia”
La ley pone el foco en las normas. A diferencia de la gracia que

se enfoca en la gente. No importa la forma, lo importante es
que seas bendecido, restaurado, bautizado, ungido, prospera-
do. La iglesia que no es legalista no busca cumplir la ley, sino
que Dios te bendiga, te use y te unja para su gloria.
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•“Siento culpa por los pecados de mi pasado”
La ley dice: “Dios te perdonó, pero yo no”. La gracia dice: “No

condenamos el pecado, la sangre de Cristo te limpia de todo
pecado”. La ley dice: “Por esto que hiciste debes ser senten-
ciado a cadena perpetua”. La gracia dice: “Si te arrepientes de
todo corazón y cambias tu manera de pensar, Dios te perdona,
te bendice y te ve como si nunca hubieras pecado”. Cuando
Dios perdona, limpia para siempre toda transgresión.
Dios me da permiso para ser bendecido y feliz
Dios te da permiso para que camines en libertad. Ahora tie-

nes que permitírtelo tú. Mucha gente no se da permiso interno
porque carga con culpas, con trabas. Entonces, experimenta
el síntoma de la autoprivación. Posee cosas materiales que
nunca utiliza, y las que utiliza están rotas porque las buenas
las guarda para ocasiones especiales. Vive privándose de todo.
Piensa que todo lo bueno es para los demás.
¿Qué le sucede a quien se autopriva? Primero desea algo y le da

culpa desearlo, entonces se justifica. Queda frustrado porque
no se lo permite. La persona que no se da permiso para recibir
bendición queda con su espíritu vacío. ¡Aprende a ser lleno
de todo lo bueno de Dios! Cuando nos permitimos ser felices,
somos como un imán humano que atrae todas las bendiciones
del Señor.
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En la Biblia hay tres promesas de bendiciones que vienen

de parte de Dios:
1. Iremos de poder en poder

Cuando leemos 2 Reyes 4:38-44, vemos que Eliseo llegó a Gil-
gal, un lugar donde había hambre. Gilgal representa “el lugar
de tu problema” y Dios nunca te hace huir de este porque la fe
te capacita para que vayas a tu Gilgal, lo enfrentes y lo resuel-
vas. Dios no te impulsa a huir de la dificultad, ya que “todo lo
puedes en Cristo que te fortalece”.
Que Dios te envíe a tu Gilgal significa que cuentas con el poder

para resolver y para bendecir, porque dice la Biblia que: “Ire-
mos de poder en poder”. Cuando Eliseo llegó a Gilgal, todos
estaban tristes y con hambre, pero él dijo: “¡Vamos a hacer una
fiesta!”.
Tenemos la capacidad, el poder, para celebrar en medio de las

dificultades. No andamos por vista sino por fe y, si La Biblia
dice que “todo lo que hagas te saldrá bien”, aunque las circuns-
tancias estén mal, puedes festejar. No celebrarás las circuns-
tancias sino las promesas de Dios que dicen que todo te saldrá
bien.
2. Iremos de gloria en gloria

La gloria es la presencia más pesada de Dios. Es cuando expe-
rimentas en tu espíritu su presencia. La gente que no es llena
del Señor y que, por ejemplo, en la adoración no experimenta la
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gloria no se da permiso. Debemos permitirnos caminar vien-

do al invisible como visible y experimentando lo más profundo
de Dios en nuestros corazones. ¡Porque somos la Iglesia que se
permite festejar para experimentar la gloria del Señor!
Volviendo a la historia de Eliseo, vemos que, cuando estaban

preparando el guiso, él pidió que le trajeran unas verduras.
Entonces le trajeron una parra montés. Este era un yuyo ve-
nenoso que descomponía a la persona hasta la muerte. Pero
el profeta le echó harina, con la que se hace el pan (símbolo de
Jesucristo, el Pan de vida). La enseñanza en esta historia es
que, cada vez que quieras caminar de poder en poder y te des
permiso, el diablo mandará a alguien que envenene tu olla,
pues decidiste hacer una fiesta, pensar en grande y resolver
tu problema. Si el diablo tira veneno en tu olla, rocíala con la
gloria de Dios y, donde hay muerte, habrá vida; donde hay des-
trucción, habrá construcción.
La gloria se acumula, se va sumando. Cuando empiezas a be-

ber de la gloria de Dios, siempre quieres más. Le pedimos: “Se-
ñor, dame más, muéstrame más, te doy permiso para que te
reveles en mi vida”. Él nunca te va a forzar, debes abrir tu cora-
zón y decirle: “Señor, quiero, te doy permiso, llena mi corazón”.
3. Dios nos lleva de triunfo en triunfo

Más tarde, Eliseo trajo panes de cebada y le dijo al sirviente:
“Repártelos” y el sirviente incrédulo le dijo: “No alcanza”. Eli-
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seo le respondió: “No cuentes, suma, yo multiplico. Da, come-

rán y sobrará”.
Quizás no entiendas mucho por qué estás atravesando este

momento, esta circunstancia difícil. Sin embargo, recuerda
que todo lo que hoy te está ocurriendo y no comprendes se
debe a que Dios te está preparando para tu mañana. Así pues,
cuando tu mañana venga, te encontrará formado y lleno de
fe. Habrás aprendido a no mirar la tormenta sino a mirar al
Señor que viene caminando sobre las aguas y te dice: “Vamos
a caminar juntos, hay promesa y palabra profética en tu vida y
todo te saldrá bien”.
¡Date permiso para ser feliz porque Dios nos llevará de gloria
en gloria, de poder en poder y de triunfo en triunfo!
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Capítulo 6
TRIUNFANDO SOBRE LAS PRESIONES

¡No soporto más!
Las crisis hacen que
nos funcione la fe
Cuando se acabó el agua del odre, puso al niño debajo de

un arbusto y fue a sentarse sola a cierta distancia, pues
pensaba: “No quiero ver morir al niño”. En cuanto ella se
sentó, comenzó a llorar desconsoladamente.
(Génesis 21:15-16)
Las presiones son crisis que todos hemos experimentado al-

guna vez. Existen muchos tipos de presiones o crisis, pero nos
concentraremos en las siguientes:
• Crisis evolutivas
Estos tipos de crisis son normales, las cuales nos suceden a to-
dos. Entre ellas encontramos: casarse, tener un hijo, mudarse,
egresar de la escuela primaria, entrar en la universidad, etc.
Son crisis que tarde o temprano casi todos atravesamos.
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• Crisis inesperadas o accidentales

Puede ser una muerte que no esperabas, la pérdida de un tra-
bajo, un cambio rotundo en tu vida, etc.
• Crisis estructurales
Este tipo de crisis aparecen porque tenemos conflictos inter-
nos no resueltos. Este es el caso de una persona que padece
una adicción y que no puede establecerse en ningún trabajo
(las crisis son creadas por sus propios conflictos), o el hombre
maltratador que no puede disfrutar de su familia porque tiene
una violencia incontenible.
Veamos la historia de Agar en Génesis 21…

Ella había tenido un hijo con Abraham pero, cuando él logró
tener un hijo con su primera esposa Sara, le dio un odre con
agua y comida y la despidió. Agar entró en una crisis tan gran-
de que abandonó al muchacho y se quedó mirándolo de lejos,
pues lo único que le esperaba era la muerte.
Las crisis nos hacen sentir que Dios nos dejó y que es
injusto
Imaginemos la situación de Agar. Ella habrá pensado: “¿Por
qué Dios está con Abraham y no está conmigo? ¿Por qué Dios
respalda a Abraham que tiene su casa y su familia, tiene todo,
y yo que no hice nada ahora estoy esperando ver morir a mi
hijo?”. Cuando sufres una crisis, cualquiera que sea, te sientes
víctima de una injusticia. Te preguntas: “¿Por qué Dios bendi-
ce a los demás y a mí no?”.
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Las crisis nos hacen sentir envidia de los demás

Las crisis nos hacen ver que no hay posibilidades. Cuando uno
está presionado en medio de una crisis, no ve alternativas.
Lo único que queda es deprimirse, abandonarse. Pasaron los
años en lo físico pero, en lo espiritual, tal vez quedaste dete-
nido y usas frases como: “Bueno, es lo que me tocó en la vida,
llevaré mi cruz”. “Tengo que perder para ganar”. “Bueno, perdí
muchas cosas, pero también gané otras”. “Nací para sufrir”.
Las crisis nos pueden enfermar

Dicen los que se dedican a estudiar el cuerpo humano que cada
órgano puede albergar una emoción reprimida. Es decir que,
cuando una emoción se reprime, puede introducirse en cual-
quier órgano del cuerpo y enfermarlo. Dicho de otra manera:
cuando hay presión, la crisis se aloja en el cuerpo.
Cómo triunfar sobre las presiones y las crisis de la vida
El elemento más importante para triunfar sobre las presiones

y las crisis es la revelación. A través de ella, Dios nos enseña
cómo hacer funcionar la fe. Si combinamos nuestra fe con las
acciones que se describen a continuación, seremos capaces de
superar cualquier crisis que se nos presente:
Levantar la autoestima
Volviendo a la historia de Agar, recordemos que lo primero que
le dijo el ángel del Señor fue: “¡Levántate!”. Esto significa que
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debes aprender a levantar tu estima. Para ello, necesitas ver la

realidad no a través de tus pensamientos, sino con tu espíritu.
Pensemos que todo lo que vemos es relativo, ya que es la inter-
pretación de la información que entra por los ojos y las imá-
genes que genera nuestro cerebro. Es por ello que solamente
Dios es la Verdad y esta se revela en el espíritu.
En resumen, debemos aprender a trascender la mirada de
nuestros ojos. No te muevas por la imagen que se reproduce en
tu cerebro sino por la verdad de Dios desatada en tu espíritu.
Solo la verdad divina es “la” verdad y ella siempre te hace libre.
Despertar el espíritu para movernos

Si tu espíritu está dormido, tu estima estará quebrada. Pero, si
tu espíritu está despierto, no te moverás por lo que ves sino por
fe. Tu estima no puede depender de lo que tu cerebro ve sino
de lo que Dios depositó en tu espíritu. Cuando tu espíritu des-
pierta, lo hace a la verdad del Señor. Recuerda: Dios siempre
viene a despertarte: ¡Eres un hijo del Rey! ¡Todo lo puedes en
Cristo! Dios te dice: “¡Levántate!”. Despierta a la realidad de lo
que el Señor habla sobre tu vida.
Jesús entendía esta revelación. Cuentan Las Escrituras que,

en una ocasión, Él tomó panes y peces para multiplicarlos y,
al realizar el milagro, alzó sus ojos al cielo. Esto nos deja una
enseñanza: nunca deberías orar mirando la realidad de lo que
hoy tienes porque en el cielo hay abundancia. Solo mirando al
cielo es cómo puedes declarar por fe que habrá multiplicación.
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Aprender a levantar a los demás

Continuando con la historia de Agar, La Biblia relata que un
ángel le habló a Agar cuando estaba con el muchacho tirado y le
dijo: “Tómalo y levántalo”. Esto significa que, en situaciones de
crisis, tienes que aprender a levantar a otra persona, en lugar
de esperar que te levanten a ti. En primer lugar, Dios levanta
tu espíritu y luego ya estás listo para levantar a otros. Cuando
levantas a alguien, las fuerzas de Dios se activan en tu corazón.
Alimentar la fe con pensamientos positivos

Cuando Agar levantó al muchacho, el ángel le dijo: “Haré de
ti una gran nación”. ¡Es maravilloso! Un minuto atrás, Agar
estaba deprimida pero, al minuto siguiente, había una prome-
sa grande de parte del Señor para su vida. Recuerda que tu fe
puede contaminarse. Si la alimentas negativamente, se mue-
re. Alimenta tu fe y tu motivación con pensamientos positivos.
Todas las soluciones a nuestros problemas están en nuestros
pensamientos positivos. En otras palabras: para salir de los
problemas, debo moverme hacia lo positivo. Esto significa:
-Hablar positivamente
-Motivarme positivamente
-Pensar positivamente.
Debemos aprender a cuidar y alimentar nuestra fe. El princi-

pio siempre es pequeño en comparación con el final; pero tam-
bién es siempre positivo, ya que siempre te llevará a grandes
resultados. Por eso, Jesús dijo: Si tuvieres fe como la semilla
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de mostaza, que es la más pequeña pero luego, cuando crece,

es el árbol más grande. Lo pequeño positivo siempre es lo más
grande. Entonces, cuando tengas una presión, no esperes que
Dios descienda milagrosamente. Más bien, comienza a hacer
algo positivo y pequeño: un llamado, un mensaje, un saludo,
una oración positiva por alguien. Esto es moverse en positivo.
Siempre hay algo al alcance de la mano que se puede

usar positivamente
En Éxodo, Dios le preguntó a Moisés: “¿Qué tienes?”. Y Moisés
le respondió: “Una vara”. Entonces el Señor le dijo: “Úsala”. Por
otro lado, ¿qué tenía Agar? Un odre. Dios le dijo: “Úsalo”. Estos
ejemplos significan que aquello que tengamos debemos usarlo
positivamente, nunca negativamente. Por eso jamás debes re-
nunciar. ¡Nunca te rindas! Siempre habrá presiones en tu vida
para que renuncies, pero no permitas que te hagan desistir.
Ser protagonista, no “periodista”

En el Reino hay muchos “periodistas” cristianos. Periodista
es el que cuenta una historia, pero protagonista es el que la
vive. Hay cristianos que solo son periodistas porque viven
contando lo que les sucedió a los demás, viven del conoci-
miento de ayer, pero no conocen a Dios hoy. El Señor quiere
que seamos protagonistas.
“Conocimiento” no es lo mismo que “conocer”

Conocimiento es todo lo que tienes dentro de ti desde el mo-
mento presente hacia atrás. Conocer es todo lo que experimen-
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tas hoy. Dios nunca se mueve en tu conocimiento, porque ya

pasó. Dios se mueve en tu conocer. Por eso, La Biblia declara:
Conóceme y conocerás la verdad.
Nunca esperes nada de nadie, declara la libertad

emocional
Nunca esperes que otra persona te dé felicidad porque la voz
vendrá del cielo y Dios te dará fuerzas para levantar lo que se
estaba muriendo delante de tus ojos. Sé libre emocionalmente.
No necesitas a nadie para serlo, pues el gozo está en tu espíritu.
Despierta tu espíritu para que tu estima sepa quién eres en
Dios.
Nadie debe ocupar jamás el altar de tu corazón

Tu vida es para el Señor. Nunca estés eternamente agradecido
a una persona. Al único que le agradecemos todos los días, por
siempre, es al Señor. Nunca abras tu corazón, porque solo es
para Él, y así nadie te lastimará jamás.
Nadie puede quitarte nada porque todo lo que tienes

vino de Él
Nadie puede robarte nada, ya que tú tienes el control de tu
vida. A menos que le hayas cedido la autoridad a otra persona.
En otras palabras, Dios le dijo a Agar: “Abraham no puede ro-
barte nada. Tampoco la presión va a robarte nada, sino que va
a revelar quién está dentro de tu corazón”. En resumen, cuan-
do lo buscamos, el Señor nos revela las cosas más íntimas.
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Capítulo 7
CRISTIANOS NEURÓTICOS
Sí... no... bueno, sí
La vida y tus sueños son un paseo
que tienes que disfrutar
Jonás se fue, pero en dirección a Tarsis, para huir del Señor.

Bajó a Jope, donde encontró un barco que zarpaba rumbo
a Tarsis. Pagó su pasaje y se embarcó con los que iban a esa
ciudad, huyendo así del Señor.
(Jonás 1:3)
Existe gente con problemas y gente problemática. Este último

grupo lo conforman las personas que sufren de “neurosis”. El
neurótico encuentra conflictos donde no los hay y presenta las
siguientes características:
• Complica lo simple
Las personas con rasgos neuróticos exageran nimiedades o
situaciones sin importancia. Si algo les molestó, ¡arman la ter-
cera guerra mundial! Además, se complican la vida y hacen de
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lo sencillo algo complicado. Suelen hacer de la fe algo compli-

cado.
• Vive con angustia

Una persona con rasgos neuróticos quiere comprarse algo y se
angustia. Lo compra y se angustia. No lo compra y se angustia.
Quiere ir al cine y se angustia. Va al cine y se angustia. Haga lo
que haga, vive angustiado.
• Vive con miedos

Por otra parte, vive con miedo y cada cosa que le sucede la aso-
cia con algo espiritual: “Mi hijo se lastimó… porque no fui fiel
al Señor”. O: “Mi marido perdió el trabajo… porque no estuve
ayunando por él”. Como “se mira su propio ombligo”, cree que
todo lo que le ocurre tiene que ver con él o ella. En consecuen-
cia, vive con temores y todo le preocupa.
• Donde va, lleva conflictos

Lleva problemas a donde vaya. Va a una iglesia y lleva pro-
blemas; va al trabajo y lleva problemas; en la familia, genera
problemas.
• Nada le viene bien

Otra característica de una persona con rasgos neuróticos es
que se enoja por cualquier cosa y es egoísta. Cree que los demás
fueron puestos en la Tierra para satisfacer sus caprichos.
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• Busca reconocimiento
Además, quiere que lo nombren, que lo reconozcan, que lo fe-
liciten. Necesita ser visto. No puede estar en un lugar y pasar
desapercibido. Un ejemplo claro es la típica persona que viene
de otras iglesias con el currículum bajo el brazo esperando que
le den un título o lo nombren en algún cargo.
En suma, la persona que sufre de neurosis vive angustiada,

se preocupa por todo, es posesiva y controladora. Además, no
sabe priorizar, se compara y compara a otros y es celosa. Como
no sabe amar, lo que busca es poseer.
Cómo salir de la neurosis
En el libro de Jonás 1:1-17 vemos cómo Dios le indica cuál es su

propósito de vida. Le anuncia: “Jonás, naciste para ser profeta
y tienes que cumplir el sueño que yo te di”. Pero Jonás, en vez
de perseguir este sueño, huye y desobedece al Señor.
Este relato nos demuestra que no podemos huir del sueño que
Dios nos dio. No podemos abandonar el propósito, más bien
debemos abrazarlo porque es el motivo por el cual nacimos.
Por otra parte, si huimos del sueño que Él nos dio, el enemigo
nos enviará los recursos justos y la gente justa y organizará
nuestra agenda de modo que escapemos. Nos hará pensar que
el camino tomado está organizado por Dios para vender la
verdadera agenda que Él organizó con el fin de lograr nuestro
sueño.
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Existe una diferencia entre un sueño, una visión y un propó-

sito. El sueño es el motivo por el que vivo (para qué vivo), la
visión es ver en mi espíritu el sueño terminado y el propósito
es “para qué nací”. La visión te hace ver más allá de las circuns-
tancias porque Dios hará todo lo posible para que tu sueño se
cumpla y se haga realidad.
Lo primero que Dios hace, cuando conoces a Cristo, es res-

taurar tu capacidad de soñar. Podemos recuperar esta capa-
cidad gracias a que nuestro espíritu nunca envejece. La forma
de reconocer cuál es nuestro sueño es identificando nuestras
pasiones y deseos profundos. Dios encapsuló el sueño en tu
pasión, en tu anhelo, en tu corazón y, si recuperas tu sueño, te
conviertes en la persona más maravillosa caminando por la
Tierra. Sin embargo, también debemos saber que el enemigo
no se quedará tranquilo y buscará inquietarnos, poco a poco,
para alejarnos de nuestro sueño y propósito. El hecho es que,
cuando nos alejamos de la presencia del Señor, nunca volve-
mos a las mejores circunstancias y lugares de donde salimos,
sino a los peores lugares. Aun así, si hemos hecho un pacto con
Dios, el enemigo sabe que no le pertenecemos, sabe que somos
de Dios y que Él irá a buscarnos hasta lo más bajo para traer-
nos nuevamente al camino.
Es por eso que debemos recordar que no importa cuán lejos
vayamos, ni cuán bajo caigamos, Dios nos irá a buscar porque
hay un pacto con Él y nada nos podrá separar del amor de Je-
sucristo. Los que siguen a ídolos vanos abandonan el amor de
Dios (Jonás 2:8).
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El don predominante para alcanzar mi sueño
El don predominante es aquel don que Dios te dio y el cual

representa tu excelencia, aquello que haces mejor. Pero no so-
lamente es lo que haces mejor sino, además, eso que podrías
estar haciendo durante días y disfrutándolo. Los expertos en
“liderazgo de excelencia” del mundo afirman que es mejor ser
experto en una única cosa que ser un mediocre en todo. En
otras palabras, el don es una dádiva que viene cargada con un
potencial divino y lleva a cabo dos acciones:
-Nos abre camino.

-Nos lleva delante de los grandes.
No necesitas que alguien te abra camino porque con aquello en

lo cual eres excelente es suficiente. Por otra parte, las puertas
se abren con el don que Dios te dio porque hay alguien que ne-
cesita eso que tú tienes y va a pagar por lo que sabes hacer bien.
Las coincidencias divinas
La historia de José es un gran ejemplo de coincidencias divi-

nas. Cuando él estaba en la cárcel, ¿qué sabía hacer? Inter-
pretar sueños. ¡Y qué casualidad! Dos presos tuvieron sueños
proféticos y José se los interpretó. A uno le dijo que le cortarían
la cabeza y al otro, que saldría de la cárcel. A este último, le
pidió que, cuando saliera de allí, no se olvidara de él. Tiempo
después, ¡qué casualidad!, lo liberaron. Cuando ese hombre
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salió de la cárcel, ¡qué casualidad!, comenzó a trabajar para

Faraón. ¡Y qué casualidad! Faraón también tuvo un sueño que
le contó al ex-preso compañero de José. Este le dijo que José le
había interpretado su sueño en la cárcel. Entonces, Faraón lo
mandó llamar. ¡Y qué casualidad!, José le interpretó el sueño.
Finalmente, Faraón lo nombró como segunda autoridad en la
tierra más potente del mundo.
Dios hará que estés en el lugar correcto, a la hora correcta, con

la persona correcta para que seas bendecido. Él te abrirá puer-
tas delante de los grandes.
Nuestro Dios es un Dios de amor para ser disfrutado.
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Capítulo 8
DEPENDENCIA EMOCIONAL
Sin tu amor no viviré
Sé libre porque tu fuente no es la gente,
¡tu Fuente es Dios!
Ahora bien, Eliseo le había dicho a la mujer a cuyo hijo él

había revivido: “Anda, vete con tu familia a vivir donde
puedas, porque el Señor ha ordenado que haya una gran
hambre en el país, y que ésta dure siete años”.
(2 Reyes 8:1)
Nuestra existencia no depende de las carencias afectivas que

poseamos. Es por ello que dichas carencias nos son nuestro
destino. El lugar de mi destino y el tuyo es el de la abundancia.
Dicho de otro modo, Dios siempre hará todo lo posible para
mudarte del lugar de la carencia y llevarte al lugar donde las
cosas suceden, tan solo con una palabra. Sin embargo, el Señor
no puede obrar en nuestras vidas si no le permitimos que lo
haga. Esta es la razón por la cual la libertad mental es lo más
importante que poseemos, ya que nada cambia hasta que no
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cambia la mente. Entonces, nunca serás libre si tu mente y tu

espíritu no son liberados de carencias afectivas.
Las carencias emocionales
El abandono emocional siempre trae carencia afec-

tiva
Cuando nos abandonan afectivamente, en la mayoría de los
casos, también recibimos violencia física. Esta violencia se
repite en nuestro comportamiento y se convierte en un sínto-
ma que indica que nuestros padres no nos brindaron el afec-
to que necesitábamos. Es decir, estas carencias son todas las
cosas que tus padres deberían haber hecho por ti o todos los
momentos en los cuales deberían haber estado junto a vos,
pero no lo hicieron. El abandono emocional consiste en una
serie de comportamientos, tales como: ignorarte, no valorar
tu opinión, avergonzarse de tu existencia, insultarte, no darte
un beso o un abrazo, no brindarte el reconocimiento que es-
perabas.
Toda persona abandonada emocionalmente se ape-

gará a la gente
La codependencia nace del abandono emocional y da origen
al apego hacia otras personas. Alguien codependiente dirá:
“Tú me harás feliz… tú llenarás mi vacío”. Buscará sustitutos
en el presente que puedan suplirle el afecto que no recibió de
sus padres.
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Es por eso que es verdaderamente un alivio saber que Dios

quiere sanarnos y que romperá con toda codependencia que
tengamos. Él tiene que sanar tu vacío y te dará, en el mundo
de los afectos, lo que tus padres no te dieron. David sabía esto
y escribió: “Aunque mi padre y mi madre me dejen, el Señor
me dará todo lo que yo necesito”. En otras palabras: “Puedo
llenar el vacío de mi corazón con el amor del Señor y caminar
en libertad, desatado de la gente. De esta forma, podré amarla
y bendecirla de verdad”.
La envidia
La envidia es una energía destructora que afecta los huesos.
Dice Salomón que “pudre los huesos”. La envidia es un fuego
que literalmente te va quemando los huesos y ha provocado
enfermedades en mucha gente. Cuando envidiamos, senti-
mos que esta emoción secreta nos aprisiona, nos va minando
la salud. Lo más serio del caso es que la envidia hace que te
concentres en lo que otros lograron, frenando y bloqueando el
potencial que Dios te dio para que alcances tus sueños.
Necesitamos entender que nunca debemos envidiar a nadie,
ya que el Señor nos llamó a hacer algo que nadie hará en nues-
tro lugar.
El resentimiento
Resentir significa “volver a sentir, a pensar, a evocar cuando
me lastimaron”. El resentimiento tiene origen en una ofen-
sa que sufrió tu yo, la cual te produjo dolor. De esta forma, la
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persona resentida recuerda constantemente cómo alguien la

ofendió y la maltrató.
No debemos confundir culpa con resentimiento. La culpa es:

“Yo no alcanzo a ser lo que debería ser”; mientras que el resen-
timiento es: “El otro no es lo que debería ser. Debería haber
hecho algo que no hizo, entonces me ofendió”.
La palabra ofensa en el Nuevo Testamento significa “escán-

dalo” o “trampa”. Es decir, que ¡una ofensa es una trampa!
Por consiguiente, cuando te ofendiste, caíste en una trampa
tendida por el enemigo. La trampa del diablo es que caigas,
te resientas y empieces a caminar amargamente. La persona
ofendida se resiente y clasifica a todo el mundo por moldes.
Además, es alguien que busca venganza. En cambio, las perso-
nas maduras siempre buscan su libertad interior, seguir sien-
do como son.
Dios quiere abrir tu cabeza y tu corazón para que

seas libre
Dios te llevará a enfrentar tus errores para que seas sanado.
Él tiene que liberarte de la envidia, del abandono emocional y
del resentimiento, tengas o no razón; porque, ¿de qué te ser-
viría ganar el mundo si tu mente se pierde y tu espíritu se con-
tamina? En otras palabras, cuando Dios te da una palabra es
para sacarte del lugar de la carencia, del hambre emocional, y
llevarte al lugar donde las cosas suceden.
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Si Dios obró en mi pasado, también lo hará en mi

presente
Cuentan Las Escrituras en 2 Reyes 8 que, en una oportunidad,

Eliseo le dijo a la mujer cuyo hijo él había hecho volver a la vida:
“¿Por qué lo recuerdas en el pasado?”. De la misma forma, Dios
te está diciendo: “Si empecé algo ayer, lo terminaré en tu pre-
sente. Completaré la obra que empecé en tu pasado”. Dios nos
cuida siempre. Nos cuidó en el pasado, lo sigue haciendo en
el presente y lo hará en el futuro. Por eso, debemos caminar
recordando las bendiciones de ayer.
Las bendiciones de mi ayer son las garantías de que

Dios obrará en mi presente
Cada bendición que Dios realizó en tu vida, ya sea de sanidad
o milagros, es la garantía de tu bendición actual. Recuerda las
cosas buenas que Él hizo en tu vida y, cuando lo hagas, declara:
“Si Dios me sanó hace cinco años, me va a sanar hoy también;
si Dios me acompañó en el valle de la sombra de la muerte del
ayer, me acompañará en el valle de la sombra de la muerte de
hoy, porque el que me cuidó ayer también me cuidará hoy. Él
es el Gran Yo Soy; no el Gran Yo Fui, ni el Gran Yo Seré. Él es el
Gran Hoy sobre mi vida”.
Dios ha transformado mi ayer doloroso en una for-

taleza
Volviendo a la historia de Eliseo, cuando este le decía a la mu-
jer: “Dios sanó a tu hijo, lo resucitó en tu ayer”, en realidad le
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estaba diciendo: “Viviste momentos difíciles, viste la muerte

y la pobreza de cerca, pero Dios ha cambiado en fortaleza todo
lo malo de tu pasado”.
Si eras miedoso, ahora que estás en Cristo, Dios revertirá tu

miedo en fe. El miedo es la fe en la desgracia, fe en que lo malo
va a suceder. El miedo es fe al fin, pero Él lo transformará para
siempre.
La prueba que hoy enfrentas no te puede destruir porque las

pruebas del ayer, donde lloraste y sufriste dolor, han sido cam-
biadas en el poder de Dios para tu presente. Todo lo que sufris-
te en tu pasado hoy es fuerza de Dios en tu presente. Nunca
mires tu ayer con debilidad porque hoy estás vivo. Todo lo que
te ha querido destruir ahora es transformado en fuerzas del
Señor.
Hay un plan divino para salir de la crisis
Hay un plan divino que Dios estableció, el cual tienes que des-
cubrir. El profeta Eliseo le dijo a la mujer: “Sal, porque viene
hambre”. No le dio otras indicaciones, simplemente le ordenó:
“Sal, el plan está cerca, ¡descúbrelo!”. Debes descubrir el plan,
saber cuál es la estrategia a seguir y adónde ir. Dios tiene una
estrategia que debes conocer. Hay un plan divino para cada
situación, pero hay que pagar el precio y descubrirlo, meterse
en la aventura de la fe, y decir: “Señor, yo sé que hay un plan
y me lo revelarás porque tu Palabra dice que: “No harás nada
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sin revelarle tus secretos a tus profetas”, y yo soy un profeta”.

Profeta es alguien que ama hablar y escuchar al Señor. Si amas
eso, calificas para que Dios te revele el plan para tu vida.
La forma en que el plan de Dios para tu vida se revela es a tra-
vés de la oración. Es por eso que nuestra oración debe ser: “Se-
ñor, te estoy hablando, muéstrame el plan”. No importa cuán
complejo sea el sueño de tu corazón, hay un plan de Dios y, si le
obedeces, nunca va a fallar.
Dios activará las coincidencias divinas

Cuenta la historia de Eliseo que la mujer se fue siete años con
los filisteos, pasó hambre y volvió a reclamar lo que era suyo,
pues le habían usurpado todo. Y cuando llegó, el rey estaba ha-
blando con Giezi, el discípulo y mano derecha de Eliseo. Giezi
le contaba la historia de cómo Eliseo había resucitado a un
niño justo en el momento en que apareció la mujer con su hijo.
Recuerda: sé obediente porque Dios traerá conexiones divi-
nas, coincidencias divinas, para que estés en el lugar correcto,
a la hora correcta, con la gente correcta, y te sea devuelto todo
lo que el diablo te quitó.
La mujer le empezó a dar testimonio y el rey quedó tan impac-

tado que dijo: “Devuélvanle la casa y la tierra; y todo lo que
ganó durante los siete años le será devuelto también”.
Hay un poder milagroso en tu testimonio. Tu testimonio es

una llave divina. Hay un poder milagroso en contar lo que Dios
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hizo en tu vida, en decirles a los demás lo que Él hizo en tu co-

razón.
El rey le devolvió todo a la mujer porque se dijo: “Si Dios resu-

citó al hijo de esta mujer, Él también tiene poder para matar al
que vive. Así que más vale que le dé todo lo que le pertenece. ¡A
ver si ella clama a Dios y Él me quita la vida a mí!”.
La gente tendrá temor porque verá que el Dios Todopoderoso

está de tu lado. ¡Dios sanará la envidia, el resentimiento y el
abandono y te llevará al lugar de la bendición!
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Capítulo 9
EL AISLAMIENTO
Déjenme solo
Todo lo bueno viene de Dios, es por ello
que no debes aislarte de Él
Una tarde, al levantarse David de la cama, comenzó a

pasearse por la azotea del palacio, y desde allí
vio a una mujer que se estaba bañando.
La mujer era sumamente hermosa.
(2 Samuel 11:2)
La soledad tiene lugar cuando uno, literalmente, está solo. Es

decir, sin gente. A veces es bueno estar solo para pensar, orar,
reflexionar. Pero el aislamiento siempre es negativo. Este es
una barrera que no te permite relacionarte con los demás. El
enemigo siempre buscará levantar una barrera para que te cie-
rres. Tratará de aislarte.
Dice la ley de entropía que “todo lo que se cierra termina de-

teriorándose”. Cuando una persona se cierra, sus emociones
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comienzan a deteriorarse. Y el enemigo siempre intentará le-

vantar un muro para dividirte, separarte, y que no puedas re-
lacionarte con otros.
a. El enemigo tratará de aislarte de la gente de fe

El objetivo del enemigo es sacarte de la iglesia, alejarte de la fe.
Porque él sabe que tú y tus hermanos son la iglesia. Procurará
que estés presente, pero aislado.
Las personas que no pueden conectarse con los demás presen-

tan algunas de las siguientes características:
• Son tímidas. Les cuesta hablar, tienen miedo a hacer el ridí-

culo, se ruborizan, les transpiran las manos, se ponen nervio-
sas y sienten vergüenza.
• Son más que tímidas. Personas que observan, pero no parti-

cipan. Tienen una represión de las emociones y de los pensa-
mientos tan grande que, quieren hablar y no pueden, quieren
opinar y no pueden.
• No logró conectarse. Vienen a la iglesia porque acompañan

a su familia o porque la traen. Adoran, cantan al Señor pero,
en el espíritu, no comprendieron. Es la persona que, al pri-
mer problema que surge, desaparece. Parece que había echado
raíces pero, en el fondo, no logró conectarse, siempre estuvo
aislada.
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• Han sido lastimadas. Por esa razón, repiten siempre el mis-

mo ciclo: “Confío, me lastiman, por ende, me aíslo”. Expresan:
“Yo no tengo ningún problema con Dios, pero no creo en la
iglesia ni en los pastores ni en nada. Desde mi casa, tengo mi
comunión y creo en Dios a mi manera”.
Esta gente ha sido dividida del cuerpo de Cristo. Es por ello que
necesitamos aprender a estar dentro del cuerpo. ¡Tenemos que
congregarnos! Solo así aprendemos el valor de ser parte de la
iglesia.
Hay una unción corporal que Dios levantará en este

tiempo
Ninguno de nosotros individualmente supera la unción que se
forma cuando trabajamos en equipo. ¡Es tan poderoso cuando
la iglesia se reúne que las bendiciones y la gloria se multipli-
can! La bendición que Dios derrama en el cuerpo cae sobre la
vida de cada persona para siempre.
Es importante entender que el hecho de congregarnos es para

nuestro bien. Dentro de la iglesia hay personas designadas por
Dios que te darán una palabra que te sanará y te restaurará.
Cada vez que te maldigan, solo di: “No lo recibo, te lo llevas
contigo”. Por el contrario, abraza todo lo bueno, todo lo justo,
todo lo honesto.
El enemigo tratará de sacarte de la iglesia ya que sabe que,
cuando vienes y te conectas con gente de bendición, hay una
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unción, una conexión divina con la que sintonizamos y cae so-

bre nuestras vidas.
b. El enemigo tratará de aislarte de la presencia de

Dios
El diablo te hace creer que Dios envió la muerte que vino a tu
casa o la enfermedad que sufres ahora. Te hace creer que esa
persona se murió porque no tuviste fe…
Y para empeorar las cosas, siempre viene un legalista a decir-
te: “Te pasó eso porque no leíste La Biblia”. Te comparte la idea
de un Dios “papparazzi” que transita con una cámara oculta
para pescarte “in fraganti” y que pasará la película en la tele-
visión divina del cielo. El diablo te inventa un Dios malvado,
impredecible, que te manda situaciones negativas.
Todo lo bueno viene de Dios. Es por ello que no debes aislarte

de Él. Nada malo viene del Señor porque de una fuente no pue-
de salir agua de bendición y de maldición a la vez. Si conside-
ramos que Él es fuente de todo bien, que sus pensamientos son
de paz, que la muerte es enemiga de Dios y un día será echada
al infierno con Satanás y el pecado, nunca más dudaremos de
la bondad proveniente de nuestro Padre. Por otro lado, la re-
ligión te hace creer que le debes tu vida a Dios. ¡Pero no le de-
bemos nada! Dios canceló todas nuestras deudas a través del
perdón. El perdón es algo que se da a quien no lo merece. Por
ese motivo, cuando entiendas que Dios te perdonó, servirás
motivado por amor hasta el último respiro de tu vida. Cuan-
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do entiendas el amor del Señor, lo amarás por siempre y para

siempre.
La Biblia explica que nuestro pecado era tan grande que nos
trajo una deuda imposible de pagar. No había manera de acer-
carse a Dios por medio de la religión, la filosofía, los buenos
ritos, las caminatas, las peregrinaciones, el encendido de ve-
las. No había forma de saldar nuestra deuda. Pero Dios nos
perdonó por completo. ¡No le debemos nada!
Recuerda: todos tus pecados, pasados, presentes y futuros,
fueron perdonados delante de la cruz porque Dios no quiere
tener un hijo deudor, sino un hijo libre, sin culpa, sin pecado y
sin deuda.
c. El enemigo tratará de aislarte de tu sueño

Veamos la historia de David en 2 Samuel 11:1-5. Él era un soña-
dor, un conquistador, que debía estar en todas las batallas ya
que había nacido para eso. Sin embargo, un día se quedó y se
metió en problemas. Esto significa que, cada vez que te quedes
en el lugar equivocado, que no salgas a pelear por tu sueño, que
no uses la unción que Dios te dio, te quedarás solo y tomarás
las peores decisiones de tu vida. Es por eso que el enemigo in-
tentará separarte de tu sueño, de aislarte, para que te quedes
en el lugar incorrecto y tomes decisiones equivocadas.
Estando en el campo de batalla, conquistando y usando la un-

ción que Dios te dio para tu sueño, toda tentación te parecerá
como nada comparada con lo que Él te prometió en victoria.
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Todo lo que te ofrezcan para tentarte lo rechazarás si estás uni-

do de todo corazón al propósito y al sueño que debes cumplir.
d. El enemigo tratará de aislarte de ti mismo

Hay gente que está aislada de sí misma, dividida. Entonces
funciona de una manera en un lugar y de otra manera en otro.
Cuando estás dividido, te vuelves contradictorio: quieres ser-
vir a Dios, pero “borras con el codo lo que escribiste con la
mano”. Frenas a los demás, porque te han frenado a ti antes.
Por otra parte, también tienes conflictos con tu identidad. Por
ejemplo, quieres agradar a todo el mundo. Así pues, es impor-
tante comprender que es más fácil agradar a uno que agradar
a muchos. Agrada a Dios y Él te respaldará. Con eso alcanza.
Si estás fraccionado, Dios te hará íntegro.
La palabra integridad significa “de una sola pieza”. Como eres
en la iglesia, debes ser afuera; como eres a la mañana, debes
ser a la noche. Tienes que caminar con la convicción de que
eres una persona sanada por el Señor. Cuando conocemos
a Dios, Él nos dice: “Voy a trabajar en tu vida, me voy a me-
ter en tu pasado, te enfrentaré a los conflictos que tuviste y
te mostraré quién no se brindó a ti. Sufrirás el dolor nueva-
mente pero, esta vez, voy a suplirte todo lo que no recibiste”.
David comprendió la importancia de la obra de Dios en su
vida. Por eso dijo: “Aunque mi padre y mi madre me abando-
nen, el Señor con todo me volverá a tomar”. En otras palabras,
el Señor intervendrá allí donde más te duele, irá a tu pasado,
te restaurará y te hará de una sola pieza. Entonces caminarás
libre para siempre.
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Si alguno está en Cristo, nueva criatura es.

Las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas.
Aquel que comenzó la obra la completará en Cristo Jesús. En

consecuencia, Dios te hará de una sola pieza. Todo ha sido sal-
dado, ¡somos libres en Jesús!
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Capítulo 10
¡ES CUESTIÓN DE ACTITUD!

¡No quiero!
Cuando uno cambia de actitud, obtiene su milagro.
En seguida la mujer dejó a Eliseo y se fue.

Luego se encerró con sus hijos y empezó a llenar
las vasijas que ellos le pasaban.
(2 Reyes 4:5)
El libro de 2 Reyes 4:1-7 cuenta la historia de una mujer cuyo

marido murió dejándole una gran deuda. Era un hombre de
Dios, discípulo del profeta Eliseo quien había realizado dieci-
séis milagros (todos de multiplicación y prosperidad). Al falle-
cer, le dejó una gran deuda a su esposa (era un gran hombre de
Dios, pero un pésimo administrador). La deuda era tan grande
pero tan grande que el acreedor fue a ver a la viuda para tomar
a sus hijos como esclavos y así saldarla.
Lo que nos llama la atención de esta historia es que un hombre
que caminaba al lado de quien hacía milagros financieros mu-
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rió pobre. Es decir que este señor caminó con su líder, pero no
bebió del espíritu de este. De la misma forma, uno puede ir a la
iglesia toda la vida y adorar al Señor, pero nunca ver un mila-
gro en su vida. Pero detengámonos en la mujer de la historia:
cuando vino el profeta, ella tuvo una actitud negativa porque
le anunció: “Tu siervo, mi marido, el que te seguía, el que traba-
jaba contigo ha muerto”. En otras palabras, le estaba diciendo:
“Tú tienes la culpa de que me haya dejado esta deuda. Le en-
señaste muchas cosas, pero mira lo que me dejó y, para colmo,
mis hijos terminarán siendo esclavos”.
Esta mujer pasó a minimizar la muerte de su marido y a priori-

zar la esclavitud debido a sus sentimientos encontrados. Esta-
ba parada entre la bronca y la frustración porque sus hijos iban
a ser arrancados de su vida para ser llevados como esclavos.
Esta actitud la llevó a culpar al profeta. Entonces, al principio,
su postura fue negativa. Pero luego cambió de actitud y saldó la
deuda porque aplicó el siguiente principio en su vida:
Cuando uno cambia de actitud, obtiene su milagro.
Por otro lado, a través de esta historia aprendemos que todo

en la vida es cuestión de actitud. La actitud es lo más poderoso
que tenemos. Ella nos bendice o nos destruye. Entonces, ¿cuál
es la diferencia entre un problema y una oportunidad? ¡La ac-
titud!
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Mi actitud es “cómo reacciono a las cosas que me suceden”.

Es un sentimiento interior que se manifiesta en mi cuerpo, en
mi rostro y en mi conducta. Rockefeller dijo al respecto: “Yo
pagaría más por su actitud y capacidad de llevarse bien con los
demás, que por cualquier otra habilidad que pueda tener”. Al-
guien más dijo: “La vida de una persona es un 10% de las cosas
que le ocurren y un 90% de cómo reacciona a lo que le ocurre”.
Ese 90% es la actitud. Por otra parte, la actitud es algo que lle-
vo a todos lados y que todos ven. ¡Todos ven tu actitud porque
la demuestras permanentemente! Además, la actitud puede
ser negativa o positiva. Por ejemplo, una mala actitud puede
hacer que pierdas tu trabajo. El Instituto de Investigaciones de
Stanford dice que el 12,5 % de tu conocimiento es el que trae el
dinero que posees; el 87 % de tu dinero restante es producido
por tu habilidad para tratar con la gente. Si tienes o no una
buena actitud será lo que determine tu pobreza o tu bendición.
Para que haya abundancia material en mi vida,

primero debo experimentar abundancia interior.
En una oportunidad, Jesús le dijo a una prostituta: “De tu inte-

rior correrán ríos de agua de vida”. Es decir: “No te preocupes
por tu prosperidad económica, primero llénate de mi prospe-
ridad, de mi presencia, pues tengo que cambiar tus malas acti-
tudes para que, cuando alcances abundancia de mi presencia,
sueltes buenas actitudes logrando así cancelar la deuda en to-
das las áreas de tu vida”. Lo primero que Dios va a cambiar es
tu actitud negativa por una actitud de fe y de bendición.
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Volviendo a la historia de la viuda, podemos ver que esta mujer

tenía actitudes positivas que la bendijeron grandemente:
• Actitud de aprender. Esta actitud hace que digamos:

“Nunca dejaré de aprender, será la meta de toda mi vida;
cada día buscaré aprender más del Señor y ser lleno de Él”.
Entonces, si tengo actitud de crecimiento, si busco de Dios,
mi bendición está asegurada.
• Actitud de vivir. Esta actitud nos enseña a ver el “ahora”

y a usar lo que tenemos. Eliseo le dijo a la mujer: “No ha-
bles del muerto, ni de la deuda, ni de nada. Vamos a ver,
¿qué es lo que tienes ahora?”. Esto significa que no pue-
des permitir que los recuerdos negativos y tristes invadan
tu mente permanentemente. Porque, cuando aprendes a
administrar el álbum de tus recuerdos y ves solo los posi-
tivos, estás preparado para administrar la abundancia de
Dios. Aprende a administrar tu mente con los recuerdos
buenos del Señor.
Por otra parte, el profeta le preguntó a la mujer: “¿Qué tienes?”

Ella contestó: “Una vasija”. “Con eso alcanza, lo vamos a usar
para traer bendición porque a Dios no le importa lo que tengas
sino tu actitud”, le anunció. Debemos aprender a usar lo que
tenemos.
Siempre habrá una palabra profética que traerá

bendición a tu vida
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Al enterarse de la deuda, la mujer se quejó: “¿Cómo voy a hacer

para pagarla?” y el profeta le dijo: “Me hablas de tu deuda, pero
yo tengo una palabra divina profética que te traerá la solución”.
Dios te habla de una manera y a mí, de otra; pero Él nos habla a
todos por igual. Si estás con tu oído atento, tomarás tu palabra
rhema, la usarás y Dios traerá multiplicación. Esto es debido
a que La Palabra de Dios es poderosa en el nombre del Señor.
Sin embargo, cuando Dios te da una palabra, al comienzo te
parece extraña. El profeta le dijo a la mujer: “Métete en la casa
y junta todas las vasijas vacías”. ¡Imagínate! La mujer expresó:
“Soy pobre, se quieren llevar a mis hijos como esclavos, ¡y enci-
ma viene un desconocido que me dice que me encierre con va-
sijas vacías!”. Lo mismo podemos sentir nosotros cuando Dios
nos habla pero, cuando empezamos a echar el aceite, vemos
que funciona… entonces echamos otra vez… y otra vez… y otra
vez. Cuando captamos La Palabra, la entrenamos, la hacemos
parte de nuestro ser y la abundancia viene a nuestra vida.
En todo problema, hay una palabra profética para mí. Esto sig-
nifica que Dios no me dará la solución correcta, sino una idea
de oro. Siempre que surge un problema, buscamos la solución
correcta. Pero Dios no nos da la solución correcta sino una idea
de oro. Ahora, una idea de oro no siempre es lo que creemos
correcto. Lo correcto en este caso no era juntar vasijas vacías y
echar aceite de la única vasija llena que tenía. Eso era algo loco.
Esto es así porque cuando Dios te habla, te da una idea de oro
con la cual puedes estar de acuerdo, o no. Pero, si la obedeces,
siempre te traerá bendición. Entonces, juntaron todas las va-
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sijas y tomando la vasija con aceite, la mujer echó en la primera

y se llenó… echó y se llenó… echó y se llenó. Cuando todas las
vasijas se llenaron, cesó el aceite. Al venir el profeta, la mujer
cambió su actitud. El profeta le explicó: “Vende el aceite, paga
la deuda y, de lo que quede, vivan tú y tus hijos”.
Tienes que aspirar a que Dios te dé tanta abundancia, que ni tú

ni tus hijos tengan que trabajar nunca más por la superabun-
dancia que Él te quiere dar. Así, dejarás herencia de abundan-
cia a los tuyos.
El único que puede detenerte por completo eres tú mismo. ¡El

único límite que Dios conoce es el que tú te pones! El problema
de límites no es de Dios, es tuyo y mío, cuando decimos: “Has-
ta acá llegué”. La voluntad del Señor para nuestras vidas es la
superabundancia.
Mi debilidad de hoy será mi fortaleza mañana
¿Cuál era la debilidad de la mujer? La deuda. ¿Cuál fue su for-

taleza? El dinero. Todo lo que hoy te debilita mañana será for-
talecido. De donde Dios te saca, allí te envía. ¡Pero te envía
restaurado y bendecido!
¿Sabes qué simbolizan las vasijas? La gente. El profeta le dijo:

“Pide vasijas a tus vecinos”. Cada persona es una vasija. La
gente está vacía pero tú tienes una vasija con aceite (el Espíritu
Santo), de la cual la vas a llenar. Muchos están vacíos porque
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viven sin Cristo. Pero tu vasija puede llenar todas las vasijas
que consigas. Entonces, todos aquellos que se acerquen a ti
tendrán de tu aceite y serán libres en el nombre del Señor. ¡Lle-
na las vidas que están vacías del Espíritu Santo y Él te traerá
los recursos que te hacen falta! Busca las vasijas, llénalas del
Espíritu Santo y Dios te traerá bendición y actuará a tu favor.
Todas esas personas que bendijiste te traerán abundancia.
Es tiempo de tener una buena actitud y de buscar vasijas va-

cías. Es tiempo de dar la unción que tienes. Es tiempo de cami-
nar en fe, de hablar bendición. Piensa que los seres humanos
somos como los peces. Cuando pescamos un pez, el pescado
sale del agua salada pero, cuando lo pruebas, no tiene gusto a
sal. De la misma forma, no debemos permitir que las tormen-
tas exteriores entren en nuestro espíritu. Esa es la verdadera
actitud: ¡la naturaleza vencedora de Cristo!
Tu actitud consiste en rodear tu vida del perfume del Señor.
Mira con los ojos de la fe. Toma La Palabra que Dios te da. Con-
fiesa fe. Rompe tu vida delante de Él.
¡Tu vida necesita ser vaciada para que otras vidas sean llenas y
para que luego la tuya sea aún más llena!
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Capítulo 11
SANANDO EL DUELO Y EL APEGO

Me duele
Cómo transformar el dolor en tu fortaleza
Cuando llegaron a Betsaida, algunas personas le llevaron

un ciego a Jesús y le rogaron que lo tocara.
(Marcos 8:22)
En una oportunidad, Jesús se encontró con una persona que

sufría de ceguera. Era una persona que había experimentado
una pérdida: su visión. Todos en la vida atravesamos alguna
pérdida: de salud, de seres queridos, de trabajo, de amistades,
de sueños. Y cada vez que eso ocurre, siempre aparece lo que
los psicólogos llaman “duelo”. La palabra duelo significa “com-
bate entre dos”. Es decir que la persona tiene una lucha entre
dos partes: una que acepta la pérdida y otra que no la acepta y
siente ira. Todos necesitamos procesar un duelo. Es algo nor-
mal, pues es el proceso de recuperación de esa pérdida.
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Existen tres tipos de duelos enfermos o negativos:
1. Anulación del duelo. Es cuando una persona, frente a

una pérdida, no expresa la emoción que esta le provocó. En
general, les sucede a los varones que suelen reprimir lo que
sienten. Ellos creen que tienen que ser fuertes y no llorar, no
expresar sus sentimientos. Entonces racionalizan la situación.
En toda familia, cuando hay una pérdida, siempre aparece al-
guien que dice: “Tengo que ser fuerte, porque si no, esto se cae”.
La persona que soporta vive la expresión de la emoción como
una señal de debilidad.
2. Duelo intensificado. Aquí la persona no reprime su

emoción, sino que la suelta por completo: llora, grita, etc. El
tiempo no cura el dolor y quien actúa así puede decaer en una
posible depresión. Conserva los objetos del familiar que par-
tió e, incluso, mantiene su habitación tal como estaba. Todo
lo asocia con el fallecido o con la pérdida. Entonces empieza a
tener mucha culpa: “Yo le deseé la muerte”. O: “Mi mamá me
decía que la iba a matar de un infarto, y así murió”. Hay gente
que tiene mucha ira reprimida porque la abandonaron y esta
hace que el duelo no se acabe nunca.
3. Duelo ambiguo. Ocurre cuando no se sabe si una persona

se murió o no, o cuando un marido o una esposa se fue y nunca
más volvió, o cuando un padre se fue de la casa y el hijo no sabe
dónde vive. Este tipo de duelo también se llama “congelado”.
Quien lo atraviesa siente expectativa y, al mismo tiempo, do-
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lor. Siente dolor y esperanza simultáneamente porque dice:

“El tiempo avanza, la gente avanza, todo avanza, pero yo me
quedé detenido”. Nadie nunca va a experimentar tu dolor. Por
eso, no esperes que alguien entienda lo que sientes. Tampoco
le digas a alguien: “Yo te entiendo”, porque no podemos com-
prender al que sufre, aunque hayamos tenido una pérdida si-
milar. El dolor siempre es personal.
El dolor tiene que salir hasta agotarse

Debes hablar y llorar cuanto quieras porque el dolor tiene que
agotarse. Entonces llegará un momento en que ya no estará
más. ¡Nunca juzgues a una persona porque llora en la reunión
de la iglesia! Sin duda está siendo tratada por Dios porque Él
la está restaurando.
Debemos aprender a administrar los recuerdos
Cuando David peleó contra Goliat, recordó que había matado

al león y al oso. Entonces se dijo: “De igual manera, voy a matar
a Goliat”. No recordó situaciones negativas; recordó experien-
cias exitosas. Esto nos demuestra que tenemos que ponerle un
alto a la mente y expresar nuestro dolor sin recordar la pérdida
durante todo el día. Porque cuando aprendes a administrar tus
recuerdos, estás listo para encontrar la bendición del Señor.
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El apego afectivo
El apego afectivo se produce cuando tenemos pérdi-

das
La persona ciega del pasaje bíblico, si bien tenía casa, la dejó
y se fue a una aldea. En esa aldea vivían otros ciegos. Es decir,
ese era su lugar conocido en el que él sabía por dónde debía ca-
minar. Cada vez que hay una pérdida, siempre habrá un apego
afectivo.
El temor hace que te apegues a algo o a alguien, que te aferres

emocionalmente. Las personas que se apegan a otras expre-
san: “Yo te necesito para ser feliz”. Necesitan la aprobación de
los demás y buscan relaciones exclusivas. Entonces, cuando
se rompe un vínculo afectivo en sus vidas, sufren un trauma y
caen en una depresión muy grande.
La gente celosa también sufre de apego afectivo. Preguntan:

“¿Dónde fuiste? ¿Con quién estuviste hablando? ¿De qué ha-
blaste?”. Cualquier dato nuevo que otra persona les aporte
hace que nuevamente duden, como si les mintieran, y vuelvan
a indagar. Los celosos, incluso, empiezan a buscar en las pro-
fundidades del pasado para ver qué pueden encontrar.
Las personas que tienen relaciones amistosas obsesivas, que

son “amigotes”, también sufren de apego afectivo. Se sientan
juntos, van a comer juntos, oran juntos… hasta que se pelean
y viene el duelo.
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La gente que se apega a lo material también sufre. Conocen a

alguien y están pensando qué pueden obtener de esa persona.
Todo lo ven en términos económicos porque se han apegado a
lo material.
Por otro lado, la gente enfocada en los ritos religiosos también

sufre un apego afectivo. Dicen: “Me gustan mucho las reunio-
nes, pero no me gusta cómo celebran la cena del Señor”. La
gente es bendecida, Dios cancela deudas y sana, pero siempre
hay alguien que se queda detenido en los ritos y no puede apre-
ciar toda la bendición que los rodea.
No importa cuánto dolor tenga y cuán bajo haya caí-

do, Él vendrá por mí nuevamente
Dios no espera que subas donde Él está. Por el contrario, Él
bajará hasta donde tú estás. No importa cuán bajo caíste, no
importa la pérdida que sufriste, Él vendrá a buscarte en me-
dio de tu dolor para tomarte de la mano, sacarte de la aldea y
llevarte donde está la bendición. ¡El Señor vendrá a buscarte
nuevamente!
Las personas legalistas dicen que uno tiene que subir donde
Dios está para que lo acepte. Pero la iglesia que camina en la
gracia declara: “Dios bajará a nuestro lugar”. Jesús nunca es-
peró que la gente subiera donde Él estaba, sino que se dirigía
siempre hacia donde ellos se hallaban.
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No importa cuán mal estés, hoy hay alguien viniendo hacia tu

vida. Se llama Jesús de Nazaret y viene a tomarte de la mano
para levantarte, sanarte y bendecirte.
Ahora voy donde Él quiere

El ciego iba donde quería, se movía en la aldea; pero, cuando
Jesús llegó a su vida, le dijo: “No vas a ir donde ibas antes,
ahora irás a tu casa”. El Señor le mostró cuál sería su camino.
Antes de venir a Cristo, todos hacíamos lo que queríamos, por
eso nuestra vida estaba desordenada. El desorden trae caos,
confusión y nos hace perder tiempo. Cada vez que decides de
acuerdo a lo que te parece, te desordenas. “Robé porque no
tuve otra opción… mentí porque no me atreví a decir la ver-
dad”. Ya no puedes moverte como quieres. Ahora el que te in-
dica el camino se llama Jesucristo. Te invito a declarar: “Ya no
decido más lo que siento; ahora decido lo que la verdad de La
Palabra de Dios me dice. Con La Verdad, voy a decidir lo mejor
para mi vida. Me podrá ir mal al comienzo, pero seré como la
luz de la aurora que va en aumento hasta que la bendición es
perfecta”. Tomar decisiones equivocadas siempre trae desor-
den.
No debo decidir en base a mis emociones sino en base

a la verdad de Dios
-Si la verdad de Dios es no mentir, no mientas.
-Si la verdad de Dios es no robar, no robes.
-Si la verdad de Dios es no adulterar, no adulteres.
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Entonces comenzarás a decidir conforme a la verdad de Dios,

y tu vida se ordenará. Cuando ordenaste tus pasos, tus pensa-
mientos, llega el orden. Y con este, siempre viene la bendición.
Decide en base a lo que el Señor te dice en Su Palabra.
Todo lo que era una debilidad ahora será mi fortaleza

La debilidad del ciego era su ceguera. La fortaleza del ciego
fue que, luego del milagro, podía ver. Por otro lado, La Biblia
habla de una viuda que no tenía nada y le iban a llevar a sus hi-
jos como esclavos. Un profeta le dio una palabra, multiplicó el
aceite que ella vendió… ¡y se hizo millonaria! Como resultado,
nunca más tuvo que trabajar, ni ella ni sus hijos. Su debilidad
era la pobreza pero, en Dios, lo que es debilidad es cambiado
en fortaleza. Era pobre pero, en Dios, se hizo rica.
Tuviste pérdida; ahora tendrás ganancia.

Fuiste depresivo; ahora serás victorioso.
Fuiste perdedor; ahora serás un conquistador.
El tamaño de mi problema es el tamaño de mi victo-

ria
Si tu problema es grande, dale gloria a Dios porque estás pron-
to a ser ascendido a un nuevo nivel de victoria. El nivel de tu
problema es el nivel de tu victoria. Tu problema no es un muro
sino una puerta que será abierta en un momento. Y entrarás
a un nuevo nivel de victoria. Cuando David peleó contra Go-
liat, la gente decía que era muy grande para derribarlo, pero él
respondía: “Es muy grande para errarle”. Entonces le arrojó
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la piedra con la honda, lo derribó y después lo decapitó. David

venció a Goliat y se hizo rey. Esta historia nos enseña que el
tamaño de tu gigante será el tamaño de tu victoria.
¡Él abrirá los ojos de mi espíritu y reconoceré la gran-

deza!
Cuando Jesús escupió en los ojos del ciego, él vio en lo natural.
Si bien recuperó la vista, el milagro más grande que recibió es
que reconoció a Jesús como Rey. Es decir, vio en lo sobrenatu-
ral también.
Otro ejemplo claro es cuando Jesús se encontró con los fari-

seos. Ellos estaban al lado del hijo de Dios, pero no podían ver
su grandeza. No veían en lo sobrenatural. También Saúl es un
ejemplo. Él caminaba al lado de David, pero nunca vio su un-
ción. Por el contrario, Eliseo caminó doce años con Elías y vio
su grandeza en plenitud.
Dios te abrirá los ojos para que sepas reconocer su

gloria
Algunos cristianos le piden a Dios lo que desean. Mientras que
otros cristianos ven lo que Él hace (porque el Señor siempre
está haciendo algo). Estos últimos disciernen dónde está la
nube y cómo se está moviendo el Espíritu Santo. Hay gente
que en la adoración sabe lo que Dios está haciendo. Y hay gente
que camina por la calle y sabe cuándo la gloria desciende, o
que está en el trabajo y se le abren los ojos para ver la grandeza
divina.
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¡Tenemos que aprender a caminar viendo lo que Dios está

capturando para nuestra bendición!
Lo que Él empezó en mi vida lo terminará

Cuando Jesús hace algo, lo hace de cualquier manera… Cuenta
la historia que el Señor escupió en los ojos del ciego. Esto nos
dice que Dios va a hacer lo que menos esperamos para restau-
rarnos de una pérdida, sanarnos y liberarnos del apego. Las
Escrituras cuentan que lo tocó y le preguntó: “¿Qué ves?”. El
ciego respondió: “Veo la gente como árboles”. Es decir que veía
borroso. Entonces Jesús volvió a colocarle la mano y declaró
sanidad. Le dijo: “¿Qué ves?”. El ciego dijo que veía claramen-
te, de lejos y a todos. Esto nos enseña que hay dos toques de
parte de Dios.
Por otro lado, el número dos en la Biblia es profético. Cada vez

que Dios hace algo dos veces, es porque viene un cambio gran-
de en tu vida. Por ejemplo, Jesús lo llamó a Saulo diciéndole:
“Saulo, Saulo” (lo nombró dos veces.) Además, David escribió:
“Una vez Dios habló, dos veces escuché su voz”.
Cada vez que el Señor te da el segundo toque, es porque ven-

drá un cambio grande y poderoso. En otras palabras, hoy ves
borroso en tus finanzas, en tu salud, en tu vida afectiva; pero
vendrá el segundo toque y llegará un cambio grande de parte
de Dios a tu vida. ¡No desesperes!
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¿Estás viendo borroso? Tranquilo. Sigue cerca de Jesús. Por-

que el que comenzó la obra la va a terminar. ¡Viene un segundo
toque a tu vida!
Dios me dará una herencia nueva e iré a casa

El ciego vivía en la aldea. La aldea representa lo conocido, el
apego, la vieja mentalidad, los ritos religiosos, los pecados, tu
vida cuando hacías lo que querías, aun cuando no lastimabas
a nadie. Es decir, tu vieja manera de vivir.
Cuando Jesús lo sanó, le dijo: “Nunca más vas a ir a la aldea,

ahora vas a ir a tu casa”. Tu casa es tu vida junto con el Señor.
Tu casa es tu vida adornada donde el Señor habita, donde vives
con Él. Nunca más vuelvas a la aldea. Tu hogar con el Señor es
tu herencia. Tu herencia no es tu vieja manera de pensar. Tu
herencia es caminar con los príncipes y sentarte con el Rey.
Esto es así porque Dios nos trasladó del reino de las tinieblas
al Reino de su amado hijo. ¡Ahora vivimos con Él!
“¡Cuán amables son tus moradas! Las anhela ardientemente

mi corazón”, decía David. Las frases que más repite el salmista
son “quiero”, “anhelo”, “te busco”. David era muy ciclotímico,
pero tenía algo en claro: sabía que quería recibir de Dios.
Tu vida debe ser un templo para el Señor. Sal de tu aldea y entra

en la presencia del Señor. Él vino por ti, rompe tu frasco, reco-
noce su grandeza. Además, cuando tocas fondo, ya no puedes
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caer más bajo. Entonces tu fondo será el punto de apoyo para

que vuelvas a levantarte.
El que te salvó te dice: “Por acá quiero que camines”. Es el que

te ama y te pide: “Sal de la aldea (del apego, del dolor, de la vie-
ja mentalidad, de los pecados, de la crítica) y vuelve al hogar
porque yo estaré allí. Te bendeciré, te honraré y te levantaré”.
Lo que fue tu dolor está a punto de transformarse en tu forta-

leza. Lo que te quiso destruir ahora es un arma de Dios para
ganarle la batalla al enemigo.
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Capítulo 12
MENTALIDAD ANTIDEPRESIVA
No tengo ganas de nada
Para no tener depresión,
tengo que tener pasión
Téraj salió de Ur de los caldeos rumbo a Canaán. Se fue

con su hijo Abram, su nieto Lot y su nuera Saray, la esposa
de Abram. Sin embargo, al llegar a la ciudad de Jarán, se
quedaron a vivir en aquel lugar, y allí mismo murió Téraj a
los doscientos años de edad.
(Génesis 11:31-32)
La depresión no distingue edad, religión, cultura, clase social,

estado civil, etc. Esta es una enfermedad. Por eso, debemos
distinguir la diferencia que existe entre “bajón” y “depresión”.
Cuando uno se levanta y está triste o cansado por algo, eso es
normal; es un “bajón” que dura unas horas, tal vez un día. Pero
en la depresión como enfermedad, el ánimo baja y afecta todas
las áreas.
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Hay gente que se acerca a una persona deprimida y le dice:

“Vamos, no es nada, arriba el ánimo; yo también tengo pro-
blemas”. Sin embargo, no es bueno para una persona con sín-
tomas de depresión escuchar eso, ya que, en su mente, desea
salir de ese estado. Pero cuando intenta hacerlo, se siente inhi-
bido y sin fuerzas.
Aunque todas las depresiones tienen síntomas similares, hay

varios tipos. A saber:
• Depresión reactiva. Esta es la más frecuente y es la

reacción a una pérdida. La persona que sufre la pérdida
de un familiar, de un trabajo, etc., no logra recuperarse.
Cada vez se va hundiendo más, haciendo que el dolor y
la tristeza se acreciente. Entonces aparece la depresión
como un duelo mal elaborado.
• Depresión maníaco-depresiva o bipolar. Aquí la

persona, por lo general, experimenta un estado de eufo-
ria, de manía, de alegría y, de pronto (semanas o meses
después), sobreviene la depresión. No quiere salir ni ha-
cer nada y, al momento siguiente, vuelve a hacer de todo.
Las personas maníaco-depresivas pueden vivir con una
euforia tan grande que llegan a romper todo o a realizar
apuestas millonarias para luego perder todo. En algu-
nos casos no pueden controlar el estado de euforia y, de
repente, caen en depresión y así se van alternando sus
estados cíclicamente.
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• Depresión por estrés. Hay gente cuyos pensamien-

tos no se detienen y todo el día están pensando, anali-
zando. Así terminan agotándose. Todo es presión hasta
que su vida estalla y caen en depresión por agotamiento
o presión.
• Depresión por pecados no confesados. Algunas

personas han cometido pleitos, mentiras, engaños, etc.
Entonces, en lo profundo de su ser, sienten que esos pe-
cados nunca fueron perdonados. Y el dolor de esas accio-
nes les produce tristeza y depresión.
La depresión tiene un circuito: el depresivo se aísla y

tiene pensamientos negativos
El depresivo se aísla, se encierra, su mente se hace rígida, ob-
serva hacia adentro y comienza a tener pensamientos erró-
neos que lo van aislando más. Cuanto más se aísla, más pen-
samientos negativos aparecen en su mente. Y cuantos más
pensamientos negativos tiene, más se aísla. En consecuencia,
entra en un círculo vicioso del que no puede salir.
¿Cuáles son los pensamientos negativos?
1. Pensamiento negativo: “todo o nada”

La persona con rasgos depresivos suele pensar en términos
extremos: “nadie me quiere”; “todo me sale mal”; “todos us-
tedes me odian”; “nadie me entiende”. Es todo o nada, no hay
grises. O es blanco o negro: “O me amas o me odias”.
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2. Pensamiento negativo: “centralización de lo nega-

tivo”
A una persona depresiva, le sucedieron varias cosas buenas
pero, le sucede una única cosa mala, y se queda unida a esta.
Por ejemplo:
—¡Qué bueno! ¡Conseguiste el dinero que necesitabas, Dios te
canceló las deudas y nació tu nieto!
—Sí, pero mi amiga no me saludó para mi cumpleaños.
Entonces, un hecho negativo empaña los otros positivas que
ocurrieron.
3. Pensamiento negativo: “pensando lo peor”

Por ejemplo:
—¡Está creciendo la iglesia!
—Hmmm... hay que ver cuánto dura.
—¡El domingo estaba lleno!
—Espero que no se descomponga nadie por el calor.
4. Pensamiento negativo: “razonamiento emocio-

nal”
Este tipo de razonamiento dice así: “Lo que siento es la ver-
dad”. De esta forma, la persona depresiva cree que lo que siente
es su realidad. Por ejemplo: “Me siento culpable” (=soy culpa-
ble). O: “Me siento solo” (=estoy solo).
5. Pensamiento negativo: “lectura de pensamiento”

La persona depresiva adivina lo que piensa el otro, entonces
expresa frases tales como: “Te estoy aburriendo, ¿no?”. O: “No
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tienes ganas de salir, ¿no?”. De esta forma, parece que aquel

que sufre de depresión tuviera un pequeño adivino en su inte-
rior y viviera adivinando lo que los demás piensan.
¿Cómo tener mentalidad antidepresiva?
En primer lugar, debemos aprender que:
Los errores son parte de mi crecimiento

En Génesis 11:31-32/12:1-3, Dios le dijo a Abraham: Vete de
tu tierra a la tierra que te mostraré. Abraham se detuvo a
mitad de camino y su padre se murió. En esta historia hay un
simbolismo espiritual: Teraj (o Taré) representa el error; Dios
nunca le dijo a Abraham que trajera a su papá. Él tenía que ir
solo al sueño que el Señor le había dado. El sueño es individual.
Así, el patriarca cometió un error. Por otro lado, esta historia
también nos enseña que los errores son parte de la vida. Que
debemos permitir un margen para la equivocación. Es más, el
error indica que estás haciendo algo.
Dios usa a la gente imperfecta, que se equivoca
Jesús vino para los pecadores, para los que nos equivocamos y
decimos: “Aún me falta… pero la gracia de Dios me cubre y me
bendice”. El que no se equivoca es porque no acciona. El que no
hace nada, nunca debe decirle algo al que está accionando. No
permitas que una persona pasiva venga a corregirte, porque
es mejor que salgas del barco y Jesús te tome de la mano, como
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a Pedro, que seguir en el barco. Es mejor que lo intentes y te

equivoques, que verte encerrado sin atreverte a hacer nada.
Si te has equivocado en la vida,

calificas para que Dios te use
A nadie le gusta equivocarse. Tenemos que aspirar a no equi-

vocarnos, pero todos lo hacemos. Es por eso que necesitamos
aprender a usar una técnica que se denomina revisión correc-
tiva.
1. La revisión correctiva
Cuando me equivoco, tengo que revisar en mi mente toda la
situación que viví para determinar dónde cometí un error.
Entonces, vuelvo a revisar en mi mente haciendo las cosas
bien. Así aprendo de los errores. El problema no es equivo-
carnos, sino que, por lo general, no nos tomamos tiempo para
aprender de una equivocación. Entonces volvemos a tropezar.
El error es una fuente de crecimiento. Nunca te sientas mal
por equivocarte, sácale provecho. Imagínate corrigiéndolo y,
para la próxima vez, ya habrás aprendido. Siempre he tenido
un lema que funciona: Aprendo la lección, olvido los detalles
y sigo adelante.
2. Debo aprender a hablar en positivo

Cuando ores, hazlo en positivo; cuando hables, hazlo en po-
sitivo. No digas: “Tengo una deuda”, sino declara en positivo:
“Dios me dará el dinero para pagar la deuda”. Cuando hablas
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en negativo, te bloqueas porque tienes un “no” por delante.

Cuando aprendas a hablar en positivo, te podrás divertir. Así
pues, tu vida tiene que ser una diversión. Diviértete en la ado-
ración, con tu familia, sirviendo a Dios, en tu trabajo. Porque
cuando aprendes a divertirte, el tiempo no existe. Pero para
ello, tienes que hablar en positivo.
Dios le dijo a Abraham: “Abraham, te equivocaste; pero yo uso

a la gente que se equivoca. Te bendeciré y serás bendición”.
Confesar en positivo activará tu capacidad de divertirte, pues
una persona positiva recuerda hechos positivos. ¿Tienes re-
cuerdos negativos a lo largo del día? Vienen y vienen y uno se
pregunta: “¿Por qué vienen a mi mente?”. Entonces, nos es-
forzamos para no pensar, pero eso no es lo mejor. Te invito a
declarar: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece; Dios está
conmigo. Todo lo que haga, me saldrá bien.
3. Debo tener una mente abierta

Cuando surge una crisis, una persona rígida se quiebra porque
siempre considera pocas opciones. Cree que ya sabe todo. Vive
aferrado a los triunfos del pasado debido a que está cerrado a
lo nuevo. Cuando escucha una nueva revelación de Dios, dice:
“No es así porque nunca me lo enseñaron”. Cree que, porque
nunca lo aprendió, eso no existe.
Dios controla tu vida cuando se la entregas a Cristo. Pero Él no

controla a quienes no se dejan controlar. Si no fuera así, ¿dón-
de estaría el libre albedrío?
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Una mente cerrada tiene una normalidad equivoca-

da
Aquello que piensas que es normal debe ser triturado por Dios.
Esto es así porque tu vida siempre irá hacia lo que tu mente
considera normal. Si naciste y te criaste en un ambiente donde
nunca había suficiente dinero, tu mente incorporó eso como
una normalidad: “ser pobre”. Dios te prospera y te provee todo
lo que necesitas, pero tu mente siempre te atraerá a la pobreza
porque la normalidad nos atrae. Si te abres al Espíritu, verás
que Dios te sana y te bendice; pero si te descuidas, terminarás
volviendo a tu vieja mentalidad.
Es por ello que Dios tiene que triturar tu normalidad para que
adquieras la normalidad divina en tu mente.
La normalidad de Dios es que seas prosperado en todas

las cosas, que estés bendecido y que todo lo que hagas
te salga bien
Dios le anunció a Abraham: Te bendeciré y serás bendición. Es

decir: “Ese será tu patrón de normalidad”. Y agregó: … y en ti
serán benditas todas las familias de la tierra. Mi normalidad
es la normalidad de Dios, que me bendecirá y seré bendición a
todas las familias que están cerca de mí.
¡Recibe lo nuevo de Dios! ¡Abre tu mente y tu espíritu! Y aun-

que no entiendas la experiencia, anhela todo lo que es de Él.
Dice Mike Murdock al respecto: “Israel fue libertado pero no
fue libre. Salió de Egipto y fue libertado de la esclavitud, pero
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no fue libre, porque para ser libre tu mente debe abrirse. Is-
rael siempre volvía a la normalidad de 200 años de esclavitud.
Cada vez que había un problema, quería volver atrás, porque
su normalidad no había sido disuelta”.
Dios tiene que abrir tu mente y poner en ella su normalidad; de
lo contrario, estás en peligro de volver a la antigua vida. Si la
normalidad de Dios entró en tu corazón, la normalidad de Él
será tu abundancia.
La pasión activa la energía espiritual. Te hace más fuerte, más

flexible, y trabajas mejor. Además, te brinda el impulso extra
que necesitas ya que te hace persistente y te ayuda a recuperar-
te más rápido de los problemas y obstáculos.
Muchas depresiones provienen de problemas personales. No

puedes llevarte bien con todo el mundo, pero tienes que apren-
der a hacerlo. Para ello, necesitas tener en cuenta varias con-
ductas. Principalmente, ser respetuoso. Si deseas que Dios te
dé más autoridad divina, trata mejor a los que están debajo de
ti. Si tratas bien al que está a tu cargo, Dios dirá: “Esta persona
sabe administrar mi poder, la voy a poner en alto”. Pero si no
sabes respetar a los que están debajo de ti, Dios nunca te dará
poder sobre multitudes porque está cansado de los que abusan
de su poder. El que es fiel en poca autoridad, será puesto en
mucha autoridad.
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Declara:
-No trataré de cambiar a nadie.
-Debo lograr que los demás se sientan bien conmigo.
Dios usa a personas como Abraham que acepten el llamado de

Él: “Sal de tu tierra, de tu vieja mentalidad, a la tierra que yo
te mostraré”. El patriarca se embarcó en la aventura de la fe.
¡Abraza el sueño de Dios y la depresión nunca golpeará tu vida!
Tendrás bajones y luchas, como todo el mundo, pero contarás
con la fuerza del Señor.
La vida no consiste en la abundancia de bienes que el hombre

posee sino en el sueño de Dios. La vida es:
• salir a los sueños de Dios;
• extender tus huellas antes de irte para que
otros las puedan seguir;
• ser una torre que otros puedan disfrutar;
• sanar los corazones;
• dejar un camino trazado para que los que vie-
nen detrás dupliquen lo que tú hiciste.
Llénate del sueño de Dios. Camina hacia la tierra de la aventu-

ra de la fe, y todo lo que hagas te saldrá bien. Dios te dice: “Alza
tus ojos y mira porque todo lo que ves te lo daré”.
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Capítulo 13
ROMPIENDO EL CÍRCULO DEL MIEDO

Es muy peligroso
Cómo aprender a reconocer
los miedos y combatirlos
El sacerdote respondió: “Aquí tengo la espada del filisteo

Goliat, a quien mataste en el valle de Elá. Está detrás del
efod, envuelta en un paño. Puedes llevártela, si quieres.
Otras armas no tengo”. “Dámela”, dijo David. “¡Es la mejor
que podrías ofrecerme!”.
(1 Samuel 21:9)
Existen todo tipo de miedos. Algunos son menos comunes que

otros, pero son miedos al fin. Nombremos algunos:
Ablutofobia= miedo a bañarse.

Mirmecofobia= miedo a las hormigas.
Nomatofobia= miedo a los hombres.
Eisotropofobia= miedo a los espejos.
Eriosiofobia= miedo a cometer un pecado imperdonable.
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Ergofobia= miedo al trabajo.

Insectofobia= miedo a los insectos.
Peladofobia= miedo a la gente calva.
Caliguinefobia= miedo a las mujeres hermosas.
Mteorofobia= miedo a los meteoritos.
Monofobia= miedo a la soledad.
Hasta el más valiente tiene miedo
David es un ejemplo muy claro de un hombre que, a pesar del

miedo, pudo enfrentar y vencer a Goliat. David fue un valiente
convertido en rey. Pero, cuando se enteró de que Saúl lo perse-
guía, sintió temor y huyó.
Todos hemos experimentado miedo alguna vez. Es una emo-

ción normal. Es una señal buena y positiva de protección. Sin
embargo, cuando no tiene fundamento y se transforma en algo
irracional y persistente, en algo que nos ata, se torna en una
emoción dañina. Cada temor que no hayas vencido puede ser
una atadura de por vida. Trece años estuvo David huyendo de
Saúl. Enfrentó a Goliat sin temor, pero nunca pudo enfrentar
a Saúl porque siempre le tuvo miedo. Fue tanto el temor que
sintió, que huyó de él y se fue a la ciudad del rey Aquis quien
era, nada más y nada menos que, ¡el rey del gigante Goliat!
El miedo siempre te hace huir al lugar equivocado
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Cuando David llegó a Aquis, la gente lo reconoció. ¡Fue a la

misma ciudad donde había vencido a Goliat! Esta historia nos
demuestra que, cuando uno tiene miedo, comete errores.
Hay un círculo vicioso en el miedo...

porque el miedo se alimenta de sí mismo
El miedo sigue un ciclo, una manera de funcionar en etapas

que se repiten. Veamos:
Fase 1: Gran imaginación

Todo empieza con una gran imaginación. ¿Cómo se activa el
circuito del miedo frente a cualquier situación? Por una ima-
ginación exagerada. Nos imaginamos que va a suceder lo peor.
Por ejemplo, en una persona que nunca habló en público, por
el solo hecho de pensar que tendrá que enfrentar a la gente, se
activa inmediatamente una gran imaginación: “Se van a reír
de mí... me voy a quedar sin voz... ¿qué pasa si me olvido lo
que tengo que decir?”. ¡Gran imaginación! Por lo general, no
se cumple ese pensamiento catastrófico. Pero en la mente, el
pensamiento de que va a suceder lo peor es muy grande. Cuan-
do estás frente a una situación y exageradamente imaginas lo
peor, entraste en el circuito del miedo.
Fase 2: Miedo
La gran imaginación activa el miedo. Este comienza a moverse
y esto exagera más la imaginación. Entonces no solamente
piensas (“Quiero armar un proyecto... pero no sé si me lo
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aprobarán”); también exacerbas la percepción mediante el

pensamiento y, como resultado, la realidad se distorsiona. El
miedo activa la imaginación y genera una respuesta corporal.
Enseguida empiezas a sentir algo a nivel físico y, por ejemplo,
tu voz se aflauta, o transpiras, o tu corazón se acelera. Todas
estas respuestas corporales harán que, efectivamente, se
cumpla lo que imaginaste al principio.
Fase 3: El miedo frena o acelera

¿Qué quiere decir que el miedo nos frena? Una persona que
teme hablar en público empieza a imaginar lo peor. Esto es así
porque la emoción la toma, alimenta la catástrofe y bloquea
su cuerpo. Entonces, cuando va a dar la charla, se queda sin
voz. El miedo la paraliza. ¿Qué quiere decir que el miedo nos
acelera? Hace que te muevas en una dirección opuesta y hagas
cosas sin sentido. ¿Qué hizo David? Él no quedó frenado fren-
te a Saúl que lo perseguía; sino que huyó al lugar equivocado,
porque el miedo nos hace correr en la dirección opuesta.
La Biblia dice que Satanás anda como león rugiente buscan-

do a quién devorar. El león ruge para generar dos reacciones
en la víctima: frenarla y paralizarla. El miedo la paraliza y el
león ataca. O simplemente puede hacerla huir en la dirección
equivocada.
Los estudiosos de la conducta animal explican que los leones

machos no devoran sino que rugen para que la víctima corra en
la dirección errada. Y allí están las leonas... esperando. ¿Qué
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hace el diablo muchas veces? Nos asusta y trae imaginaciones

catastróficas para que nos paralicemos y no crezcamos, para
que no nos congreguemos, para que no busquemos de Dios. O,
todo lo contrario: hace que corramos hacia el lugar equivocado
y cometamos decisiones poco inteligentes.
Fase 4: El primer recuerdo

La gran imaginación trae miedo; el miedo paraliza o acelera y
eso queda grabado en la mente. Cuando enfrentes una situa-
ción similar, el primer recuerdo que vendrá a ti será ese que te
sirvió de freno o de aceleración. Por eso, reza el dicho: “El que
se quema con leche ve una vaca y llora”. El freno o la acelera-
ción harán que ese sea tu primer recuerdo. Si tu miedo se debió
a haber hecho un mal negocio, tu primer recuerdo será: “A mí
me engañaron y me fue muy mal. ¡Hay que tener cuidado con
los negocios!”.
¿Cómo podemos romper ese círculo del miedo?
Reconociendo que tengo miedo

Primero, debemos reconocer que tenemos miedo. Luego, de-
bemos declarar que no le tenemos miedo al miedo. Para ello,
es necesario entender que esta emoción indica que estamos
avanzando, que estamos saliendo de la comodidad, y aceptan-
do un desafío nuevo para nuestra vida.
Si sientes miedo, dale gracias a Dios. No te sientas mal por

experimentar miedo. Porque los conquistadores, como tú y
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yo, sabemos que los temores siempre nos acompañarán, ¡pero

en Cristo somos más que vencedores! El miedo aparecerá en
cada desafío, porque cada desafío es un paso más grande que
nos saca del paso anterior, para introducirnos en un lugar que
nunca pisamos, para hablar lo que nunca hablamos y para ha-
cer lo que nunca hicimos.
Con miedo, el Señor me usará igual porque todos los

hombres que fueron usados por Dios tuvieron miedo
Si tienes miedo, calificas para que Dios te use. Él no usa a gente
perfecta sino a gente obediente. Él llama a gente que sabe que
se equivoca, pero que dice: “El que comenzó la buena obra en
mí la irá perfeccionando hasta que Cristo venga”.
Cuando confieso a qué le temo, deja de ser peligroso

Declara: “Yo tengo miedo”. Tienes que confesarlo. En el Sal-
mo 56 David dijo: “Estoy muerto de miedo pero, el día que
temo, en Ti confío”. Necesitamos aprender a reconocer nues-
tros miedos, a ponerlos en palabras, y a mirarlos de frente sin
taparlos. Practiquemos decir: “Señor, temo pero lo confieso;
temo pero confío en Ti. Sé que me ayudarás a vencer”.
Si huyes de tu miedo, este te acompañará toda tu vida. No es
posible huir del miedo. Si lo intentas, el león que ruge, el ene-
migo, el espíritu de miedo, te perseguirá toda la vida. Pero si
aprendes a mirarlo a la cara, este comenzará a empequeñecer-
se hasta desaparecer.
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Pensamientos de acción
Concéntrate en lo que puedes hacer. Haz una lista de tus mie-
dos. Por ejemplo, pregúntate: “Si hago este negocio, ¿qué sería
lo peor que podría suceder? Lo peor sería que me quede sin
plata y me echen de casa”. Así realizas un inventario de lo peor
que te podría pasar. Luego, al lado, escoge pensamientos de
provisión: “Si me quedo sin plata, podría…”. Antes de encarar
un desafío, hay que pensar cómo lo resolveríamos. Esto se lla-
ma pensamientos de acción, de fe y de provisión. Es decir, “si
me ocurre esto, puedo hacer esto otro”.
Orisson Marren dijo con respecto a este tema: “Para tener éxi-
to en la vida hay que hacer dos cosas: poner manos a la obra
y seguir con las manos en la obra”. Dile: “Señor, tengo miedo
a esto. Lo peor sería que me sucediera esto, esto y esto. Dame
pensamientos de provisión y solución.” Dios va a liberarte de
tus temores.
Confesión de fe
Confiesa no lo que tu imaginación te dice, sino lo que Dios te
ha prometido. David escribió en el Salmo 56: Todo el día me
atacan mis opresores. Cuando uno tiene miedo, por lo gene-
ral, exagera. Pero el salmo termina con David dándose cuenta
de que el temor está basado en una mentira. En realidad, todo
temor está basado en una mentira de nuestra mente, pero toda
libertad está basada en una verdad de Dios. No tienes que con-
fesar lo que tu mente te dice sino la verdad de Dios que dice:
“Yo sé que Dios pelea por mí... en Dios alabaré Su Palabra... en
Dios he confiado, no temeré... sobre mí, están sus pactos”.
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Es necesario aprender La Palabra para confesarla. Hay que

hablar La Palabra porque lo que uno confiesa tiene autoridad
espiritual. Job dijo: “Lo que temí me vino”. ¿Sabes por qué Job
perdió todo? Por lo que confesó, por la autoridad que les dio a
sus palabras temerosas que terminaron cumpliéndose. Pero
cuando empezamos a declarar palabras de fe y le damos auto-
ridad a la verdad divina, ella siempre nos hace libres. Aprende
a confesar La Palabra.
Recuerda:
Jehová es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
Él está en medio de mí y es guerrero victorioso.
Él no me ha dado espíritu de miedo, sino de poder, de amor y
de dominio propio.
Ahora necesitas cargar tu espíritu de la verdad de Dios: “Si

Dios es conmigo, ¿quién contra mí? Nada me separará del
amor del Señor. Cuando leas La Biblia, hazlo en voz alta. Cuan-
do ores, di: “Padre, declaro tu Palabra, te hablo a ti y le hablo
a mi espíritu. Señor, nada me puede separar de tu amor. Soy
más que vencedor, tú estás conmigo como poderoso gigante.
Caerán miles y diez miles, pero a mí no me tocarán. Estoy ha-
blando la verdad y confieso la verdad. Me baso en la verdad del
León de Judá”.
Entrega total
Detrás de todo gran miedo, existe miedo al abandono. Si tú
logras que esta verdad de Dios que dice que nada te separará
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de su amor sea revelada a tu espíritu, vas a desterrar a todos

tus miedos. Porque, en última instancia, tememos perder el
amor. Pero recuerda que el amor de Dios echa fuera el temor.
En el perfecto amor, no hay temor. ¡Tienes que abrazar el amor
de Dios! ¡Tienes que descubrir el amor de Dios! ¡Tienes que
conocer el lenguaje de Dios! ¡Tienes que experimentar el amor
de Dios!
El amor es un lenguaje. Cuando aprendes el lenguaje de Dios,

conoces cómo Dios habla y empiezas a caminar bajo la miseri-
cordia de Él. Cuanto más te sea revelado el amor divino y más
te entregues a él, más perderás el temor.
Dios es soberano
Dios es soberano, es decir, que es dueño de todo. Pero Él no
controla todo lo que sucede. Dios te controla a ti. Él es sobe-
rano de tu vida porque controla a quienes le rinden su vida.
Nosotros entregamos nuestra vida a Jesús porque, hasta ese
momento, estábamos bajo la potestad del príncipe de las ti-
nieblas. Satanás no es soberano, pero está en control. Dios es
soberano, pero no está en control.
Para los que recibimos a Cristo, Dios es soberano y está en
control. Esto se denomina: el señorío de Cristo. Si le entregas
todo al Señor, Él dirigirá tu vida.
En una oportunidad leí la historia de un hombre que vio un

diamante hermoso y quiso comprarlo:
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—¿Cuánto cuesta?
—Este diamante vale TODO. TODO lo que usted tenga es el
costo de este diamante.
El hombre sin pensarlo dijo:
—Lo quiero. Sacó el dinero que tenía encima y se lo dio al ven-
dedor. Cuando iba a tomar el diamante, este le gritó:
—¡No! ¡Un momento! ¡Le dije todo!
—Bueno, ¡le di todo! —protestó.
—No, no. ¿No tiene usted una cuenta en el banco?
—Ah, sí.
—Esa cuenta es mía también.
—Ok, tómela. Deme el diamante.
—No, un momento, señor. Yo le dije TODO. ¿Usted no está ca-
sado?
—Sí.
—Su esposa es mía también.
—¿Cómo le voy a dar a mi esposa? ¡Usted está loco!
—¡TODO! ¿Usted tiene tres niños, verdad? Son míos también.
—Pero, ¿cómo le voy a dar a mis hijos?
—Usted hizo un pacto conmigo. TODO es TODO. ¿Ese coche
que está afuera mal estacionado, es suyo? ¡Démelo!
—Pero, señor, le di mi cuenta, mi dinero, mis hijos, mi familia.
—Ajá. ¿Tiene casa? ¡También es mía!
—Pero, ¡ya le di todo!
—No, ahora sigue su ropa. ¡Desvístase!
—¿Cómo me voy a desvestir?
—Sáquese la ropa. TODO.
Entonces, el hombre otra vez reclamó:
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—¡Deme el diamante!
—¿Usted también tiene un trabajo? El trabajo también.
TODO, TODO.
Cuando el hombre le había dado todo, el vendedor continuó:
—¿Usted se tiene a usted mismo? Su vida es mía también. Su
vida me pertenece.
El hombre le dio la vida. Es que el vendedor pedía TODO de
él…
Entonces el vendedor tomó todo lo que había recibido, le agre-
gó varias cosas más y expresó:
—Muy bien, ahora se lo devuelvo. ¡Adminístremelo! Sea un
buen administrador. Recuerde que no es dueño de nada, ni
aun de su propia vida. Su vida es mía. TODO lo que usted
tiene y es me pertenece. Pero como Yo soy un Dios de amor, le
voy a devolver TODO esto y le voy a dar muchas más cosas
nuevas. Quiero que las cuide y no olvide que su vida me per-
tenece.
Cuando Dios te da todo, te entrega una perla que se llama JE-

SUCRISTO. Y mientras caminas por la vida, el diablo viene a
decirte: “Te voy a sacar a tus nietos, voy a robarte tu dinero, y
nadie te va a querer”. Pero tú le respondes: “Diablo, ¿qué nie-
tos? No tengo nietos. ¿Qué dinero? Ese dinero no es mío, se lo
di a Él. ¿Qué enfermedad? Mi vida está escondida en mi Señor.
No tengo nada y, si quieres tomar algo de eso, habla con el Due-
ño que es Jesús de Nazaret”.
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El diablo nada puede quitarte porque estás escondido en las

manos del Rey. Nuestra vida es de Él. Todo es de Él. “Te perte-
nezco, Dios”. Eso es Señorío. Recién ahí estás bajo el control
divino y Él te controla. El guía tus pasos. ¡Tu vida es suya!
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Capítulo 14
LIBERANDO EL ENOJO
¡Ya no te tolero!
Cómo evitar que el resentimiento
nos quite años de nuestra vida.
Y el Señor le dijo a Moisés: “Toma la vara y reúne a la

asamblea. En presencia de ésta, tú y tu hermano le
ordenarán a la roca que dé agua. Así harán que de ella brote
agua, y darán de beber a la asamblea y a su ganado”.
(Números 20:7-8)
Todos nos enojamos. El enojo es una emoción universal, nor-

mal. No es ni buena ni mala. Todo depende de cómo la usemos,
de qué hagamos con dicha emoción. Eso determinará si esa ira
será positiva o no. El apóstol Pablo escribió: Airaos, pero no
pequéis. Es decir: “Pueden enojarse, pero tengan cuidado por-
que, si el enojo no es bien resuelto, puede llevarlos al pecado”.
Hay gente que, cuando está enojada, reprime esa ira. La tra-
ga, la soporta. Son personas que creen que enojarse es malo
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o peligroso. Les sucede algo malo, o alguien les dice algo que
les molesta, y automáticamente reprimen ese enojo y comien-
zan a vivir con dos rostros. Uno es el rostro que muestran a
los demás; y otro es el rostro que llevan por dentro: la furia,
el resentimiento. En quienes reprimen sus “broncas”, dichas
emociones quedan encapsuladas en su interior. El enojo libera
adrenalina pero, si esta no es descargada positivamente, se
convierte en veneno para el cuerpo y el corazón.
Algunas personas presentan características pasivas hostiles:

nunca se enojan, nunca reaccionan. Sin embargo, envían “iro-
nías” en forma de críticas sarcásticas. Son los que viven criti-
cando o los que se descargan con la gente que tienen cerca. En
general, ellos reprimen su emoción.
Otras personas explotan: maldicen, insultan, no se controlan,

necesitan inmediatamente liberar o descargar su bronca. Es
la manera que tienen de sentirse vivos. En el fondo, se sienten
sin vida y necesitan del riesgo para que la adrenalina corra en
sus venas, y así sentirse vivos. Cuanto más insegura sea una
persona, más estallará. Es su manera de demostrar que domi-
na las situaciones o a las personas. Son personas que no saben
poner en palabras su enojo y precisa actuarlo.
El enojo es una situación normal; mientras que la violencia
como conducta es enfermiza. Todos nos enojamos alguna vez,
pero jamás el enojo debería conducirnos a la violencia. Las
personas que estallan emocionalmente, por lo general, están
aisladas en su interior. No pueden relacionarse saludablemen-
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te con el otro; no saben hablar ni compartir. Se expresan con

furia y, cuando esta sale, llevan consigo todo lo que encuentran
en el camino.
El enojo nace de la frustración
Cuando no puedo conseguir lo que quiero, el enojo es mi res-

puesta a ese obstáculo. Se trata de una emoción que nos aparta
los ojos de la meta y nos concentra en la dificultad. Nos ence-
guece a la hora de resolver un problema.
Si tú piensas: “¿Cómo puedo resolver este problema?”, utiliza-
rás tu enojo de manera positiva. Pero si tu enojo se centra en el
obstáculo que tienes por delante, no lo resolverás y, además, te
envenenarás aún más. Esta es la razón por la cual las personas
con rasgos paranoicos viven creyendo que todos les pusieron
obstáculos en el camino a propósito. Entonces viven perma-
nentemente enojados y expresan frases tales como: “Esto me
lo hicieron a propósito… no me devuelve la plata a propósito…
no me deja salir a propósito… me lo hizo con mala intención”.
Todo problema que haya en mi camino, puesto a pro-

pósito o no, Dios lo cambiará en bendición
A José lo tiraron al pozo a propósito, pero él no se concentró en
el obstáculo sino en la meta. Pensó: “Tengo un sueño, ¿cómo
voy a alcanzarlo?”. Y aunque José pasó del pozo a la cárcel y de
la cárcel al maltrato, llegó a ser el número dos de Egipto. Cuan-
do sus hermanos fueron a verlo años después, él les dijo: “Uste-
des pensaron mal para mí, pero Dios lo cambió en bendición”.
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Todo obstáculo tiene, para los hijos de Dios, la semilla de la

bendición para sus vidas. Cuando tengas un obstáculo, no lo
veas como un muro. ¡Es una puerta! Cuando tengas sabiduría
para resolverlo, te llevará a un nuevo nivel de bendición. El
problema es una oportunidad que se nos presenta para libe-
rar la unción creativa y el poder de Dios y aumentar nuestra
fe. Porque cuando resolvamos el obstáculo, entraremos en la
tierra de bendición.
Liberando el enojo en forma constructiva
Debemos descargar el enojo porque, en primer lugar, es una

reacción biológica y, en segundo lugar, es una reacción emo-
cional. Pero hay que hacerlo de forma positiva, es decir, con
sabiduría.
Nunca tomes una decisión cuando estés enojado

Cuando alguien está enojado... ¡huye! Nunca hables con una
persona enojada porque hay gente que, cuando siente ira, no
desea encontrar una solución sino solo sacar su emoción y
aplicar el ojo por ojo. Cuando sientas enojo, di: “Estoy enojado,
o molesto”. No digas: “No fue nada, ya pasó”. Dios te da permi-
so para enojarte, pero la ira nunca debería llevarte a actuar
impulsivamente. La Biblia dice que el que fácilmente se enoja
hará locuras, por eso, mejor es el que tarda en airarse que el
fuerte. El necio da rienda suelta a su ira.
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Cuando estés enojado, no reacciones ni decidas. Revisa cómo

te sientes, cuenta hasta cien y piensa si tu enojo es justificable.
Está bien que te enojes, pero tómate un tiempo para pensar y
tranquilizarte, ya que la ira del hombre no obra la justicia de
Dios. Necesitas tomarte tiempo y preguntarte: “¿Por qué estoy
enojado? ¿Cuán enojado estoy? ¿Es justificable que esté eno-
jado por esto? ¿Está bien que esté enojado así? ¿Tendré algo
que ver?”.
Tómate tiempo para averiguar cómo tienes que expresarte

y, luego, pon el enojo en palabras. No lastimes ni enjuicies al
otro. Expresa tu enojo: “Me siento mal… a mí me lastimó tal
cosa”. Necesitamos aprender a expresarnos porque hay gracia
en las palabras de sabiduría. Pero hay que hablar siempre con
la persona que nos lastimó cuando uno está tranquilo y a solas.
Si le dedicaste tiempo a revisar y pensar en lo que vas a decir,
busca a la otra parte sin temor para hablar: “Mira, a mí me do-
lió esto, pero quiero que lo resolvamos para el futuro”. Eso te
ayudará. Además, le estarás demostrando al otro que tu enojo
es correcto, que eres capaz de expresarlo porque no es contra
el obstáculo sino para resolverlo.
Piensa en soluciones
El inmaduro impone; el maduro propone. Nunca le tengas
miedo a los violentos que amenazan. Lo hacen porque, en el
fondo, son personas inseguras. Por el contrario, teme a Dios,
guarda su Palabra, y todo lo que hagas te saldrá bien. La dife-
rencia entre enojarse y pelear es que el inmaduro se impone,
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mientras que el maduro propone. Podemos enojarnos, pero no

necesitamos pelear.
El apóstol Pablo, un hombre sabio, iba en su viaje misionero

junto a Juan Marcos. Este último sintió miedo y quiso volver.
Pablo se enojó mucho. Cuando volvió le preguntaron por qué
no viajaba de vuelta con Juan Marcos y él respondió: “¡Nunca
más!”. Pablo se peleó con Juan Marcos. Aquí hay una ense-
ñanza. El apóstol cometió un error: nunca tienes que romper
relaciones, especialmente con alguien valioso que te puede
bendecir. Pasaron unos años y Pablo le escribió a Timoteo:
“Mándame a Juan Marcos, que es un hombre valioso”. Reca-
pacitó y dijo: “Puedo enojarme, pero no voy a ser tan inmaduro
como para romper esta relación”.
Voy a explicitar qué espero de los demás y qué es lo

que los demás esperan de mí
Esto es muy importante porque muchos problemas surgen
porque no explicitamos, no somos claros. Explicita, di lo qué
quieres, y que la otra persona te diga qué es lo que ella espera
de ti. Es por esta razón, que solemos tener muchos problemas.
Pretendemos que los demás adivinen lo que queremos, que
nos interpreten.
No voy a hacer vínculos del alma

Las siguientes son sugerencias para no establecer relaciones
almáticas:
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-No idealices a nadie.

-No le des autoridad sobre ti a nadie (“me clavó un puñal”; “me
lastimó”).
-No esperes que los demás te hagan feliz.
-Aléjate de la gente que presiona tu botón sensible y afecta tu
paz. Hay personas que saben accionar tu área de vulnerabili-
dad y debes mantenerte lejos hasta que Dios te sane.
-No juegues el “papel de la víctima”. Hay gente que se ofende
por todo.
-Ignora a quienes maltratan y son indiferentes. ¡Aléjate de
ellos!
disfruta la vida (Es un mandato de Dios)
Disfruta tu presente, disfruta al Señor, disfruta la adoración.

Camina en gozo, en alegría, no naciste para vivir anclado en el
enojo. Esta emoción no es fruto del Espíritu Santo. Tienes que
aprender a disfrutar tu liderazgo, tu servicio, a tus hijos, lo que
tengas para comer y todo lo demás. DISFRUTA TU HOY. No
hay nada más lindo que disfrutar bajo la aprobación de Dios.
La sangre de Cristo nos cubrió para disfrutar. El gozo de Dios
es nuestra fortaleza. Camina disfrutando tu hoy y sabiendo
que tu mañana será mejor.
Cuando Jesús vino, hubo cielos nuevos y tierra nueva. Los cie-
los de la ley, de los mandatos, de la vergüenza, de las culpas,
se cerraron. Y Jesús inauguró cielos nuevos y tierras nuevas
al decir: Los violentos arrebatan este reino. Vamos a ser vio-
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lentos contra el pecado, contra la indiferencia, contra la culpa,

contra lo que nos lastima, y vamos a capturar el Reino de Dios.
¡Estás vivo!
No permitas que el resentimiento te siga robando años de tu

vida. Hay luchas pero, aun en medio de estas, hay que disfru-
tar. Hay que caminar en victoria. Hay que reconocer que Él es
bueno y para siempre es su misericordia.
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Capítulo 15
SALIENDO DE LA VERGÜENZA
¡Ay, no sé!
La vergüenza es negativa porque
frena nuestro potencial
Pero como no tiene raíz, dura poco tiempo. Cuando surgen

problemas o persecución a causa de la palabra,
en seguida se aparta de ella.
(Mateo 13:21)
Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra;

y al que llama, se le abre.
(Lucas 11:10)
La vergüenza es la creencia dolorosa en una deficiencia de uno

mismo. Cuando alguien hace algo malo, se siente culpable. En-
tonces, aquel que tiene vergüenza dice: “No hice algo malo, soy
malo. Así que soy culpable”. Eso es la vergüenza. La vergüenza
no es hacer algo, sino sentir que somos inadecuados. Es pensar
que somos defectuosos y que los demás nos van a abandonar
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por ello. Por eso, cuando sientes vergüenza, inmediatamente

la ocultas. A nadie le gusta pasar vergüenza; uno quiere que
nadie se dé cuenta.
En la antigüedad, nuestros abuelos o padres usaban la ver-
güenza como método de disciplina. En el pasado era muy co-
mún humillar en público porque se creía que era un método
de disciplina. Pero lo único que lograba era traumatizar a la
persona.
La vergüenza es negativa porque frena nuestro poten-

cial
Tal vez quisiste hacer algo y, porque alguien se burló, lo aban-

donaste. Hay gente que empezó una tarea o una carrera o un
negocio pero, como alguien la humilló, inmediatamente pos-
puso la tarea y frenó ese proyecto.
La persona que tiene vergüenza y frena su potencial dice: “Me

quedé quieto, no pude hacer nada”. Tiene muchos deseos pero,
por vergüenzas sufridas, no los puede retomar; entonces, se
aísla y siente ganas de escapar.
Por ejemplo, ¿te da vergüenza hablar en público? Si tu respues-
ta es sí, seguramente en ese momento quieres huir, hacerte
pequeñito, pequeñita. Los demás se vuelven grandes y la mi-
rada del otro parece que te traspasa. Cuando tienes vergüenza,
sientes dolor en todo tu ser, sientes humillación, sientes que tu
estima se desintegró por completo. La vergüenza siempre es
negativa.
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¿Por qué hay gente que avergüenza? ¿Por qué hay gente que
tiene la necesidad, ocasional o permanente, de humillar en
público, de burlarse? Tal vez de nuestra fe, de nuestro color,
de nuestro peso, de nuestra forma de cantar, vestir o pensar.
Porque quienes avergüenzan a los demás necesitan diferen-
ciarse. Cuando una persona se burla de otra, está diciendo:
“Esto te pasó a ti, no me pasó a mí; yo soy mejor que tú”. En el
fondo, es alguien inseguro que precisa humillar, descalificar
al otro para sentirse mejor. Por eso, cuando una persona tiene
la autoestima sana y ha desarrollado seguridad interior, nunca
va a recurrir a humillar o a avergonzar a nadie. Aquel que aver-
güenza a otros es tan inseguro que necesita exagerar el error
ajeno para sentirse bien consigo mismo.
El Salmo 6:10 dice: Todos mis enemigos quedarán avergon-

zados y confundidos; ¡su repentina vergüenza los hará retro-
ceder! El Salmo 25:3 expresa: Quien en ti pone su esperanza
jamás será avergonzado; pero quedarán en vergüenza los
que traicionan sin razón. Y leemos en el Salmo 40:14: Sean
confundidos y avergonzados todos los que tratan de matar-
me; huyan derrotados todos los que procuran mi mal.
¿Cómo salir de la vergüenza?
Para que nadie pueda avergonzarte, tienes que deshacer la voz

interior que te avergüenza. La vergüenza es una voz interior
que se activará inmediatamente cuando alguien se ría y quiera
burlarse de ti. Dicha voz interna puede ser callada, si tienes la
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actitud bíblica correcta frente a los errores. En otras palabras,

cuando aprendas a tratar tus errores de manera sana, es decir
por revelación, la voz que te avergüenza será deshecha.
Cometer un error no me hace ser un error

¿Cuántos nos hemos tropezado caminando? ¿Y qué dijimos?
“¡Qué tonto que soy! ¡Soy un inútil!”. De esta manera, estamos
confundiendo “cometer” un error con “ser” un error. Por eso,
nunca te automaldigas.
Todos nos equivocamos, pero el error no es tu identidad. Tú
eres un hijo del Rey, un príncipe de Dios. ¡No eres un error!
Eres hijo poderoso del Señor que dejará herencia en la Tierra.
Tus padres, o quién te humilló, te dijeron palabras hirientes,
pero tú no eres ninguno de esos conceptos.
Voy a reírme de mis errores

Aprende a reírte de tus errores porque La Biblia dice: El gozo
del Señor es tu fortaleza. El gozo de Dios es una fuerza divina
que hace retroceder al enemigo y este nunca podrá atacarte si
te encuentra gozoso.
Tengo que reconocer mis errores

Simplemente di: “Sí, me equivoqué” pero no te humilles ni te
castigues. Cuando te equivoques, recuerda que eres uno más
del mundo. Todos tenemos aspectos que no están bien desa-
rrollados. Habla bendición, aunque cometas errores, porque
no debes burlarte de ti mismo. Hay gente que es muy cruel
consigo misma, que se equivoca e inmediatamente se lastima.
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Reconocer que te tropezaste no quiere decir que seas un fraca-

sado, sino que estás mejorando, que estás aprendiendo de tus
errores, para luego utilizar lo aprendido y así crecer.
Nunca deberías enfocarte solo en el error y estar todo el día
lamentándote y hablando de lo mismo. Hay gente que recuer-
da, durante años, errores del pasado. Por eso, debes matar la
voz que te avergüenza y activar la voz de la enseñanza para que
puedas aprender de cada error. Declara: “Voy a aprender de
cada error y voy a dejar de dar examen”. Muchos viven dando
examen porque se ubicaron en el rol de alumnos; entonces, no
pueden disfrutar de lo que Dios les da, de las cosas buenas de
la vida. Porque colocan a otros en una posición de autoridad y
se someten a su evaluación continua.
Dile a Dios: “Gracias te doy por los grandes errores que co-
metí”. ¿Sabes qué hizo el grave error que cometiste? Pul-
verizó tu orgullo e hizo nacer la compasión divina. Antes
eras de los que condenan a otros, pero después que pasas-
te por el error, nació en ti la compasión por los demás. Dale
gracias al Señor por lo malo que te pasó porque algo bueno
de eso nació: la misericordia que hoy sientes por la gente.
Muchos viven de las apariencias, de la imagen, y lo único que
pretenden es quedar bien delante de los demás. Dios no te creó
para agradar a la gente sino para agradarlo a Él, porque a Él le
vas a dar cuenta de todas tus acciones y, si solo lo agradas a Él,
caminarás feliz por toda la Tierra.
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El perfeccionista sufre vergüenza. No necesitas cuidar tu

imagen cristiana, solo tienes que ser quién eres y caminar sin
máscaras, en la libertad del Señor, mostrando la gracia que
está en tu corazón. Aun cuando cometas errores. Pablo dijo:
“Esfuérzate en la gracia”. No en el poder humano, ni en la téc-
nica humana, sino en la fuerza de Dios que te hace avanzar y
llegar a la victoria.
Por otra parte, La Biblia condena la vergüenza. Filipenses
1:20 dice: Mi ardiente anhelo y esperanza es que en nada seré
avergonzado, sino que, con toda libertad, ya sea que yo viva o
muera, ahora como siempre, Cristo será exaltado en mi cuer-
po. Pablo caminaba con autoridad, no cuidaba la imagen. Sa-
bía que tenía errores, como todos, pero estaba seguro de que,
si agradaba al Señor, no sería avergonzado.
Declara 1 Pedro 4:16: Pero si alguien sufre por ser cristiano,
que no se avergüence. Si alguien se ríe cuando lo evangelizas,
no te avergüences jamás. Porque el que hoy se ríe de ti, cuando
esté en crisis, se acercará en busca de oración y consejo, listo
para recibir a Cristo.
Pablo decía: No me avergüenzo del evangelio. No te avergüen-

ces de compartir que eres cristiano. No eres evangélico sino
miembro del Reino de Dios. Una persona que ama al Señor y
camina con Él, lo cual es la cosa más maravillosa que podemos
experimentar. Cuando se burlen de ti, no lo tengas en cuenta,
porque La Biblia dice: “No me avergüenzo, porque el evangelio
en el que creo no es un sistema humano; es el poder de Dios que
cambia las vidas”.
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Los discípulos se acercaron a Jesús y le pidieron: “Señor, en-

séñanos a orar”. Querían una fórmula. Jesús les respondió:
Oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado
sea tu nombre... Esta es una oración poderosa de guerra.
Jesús expresa: Venga tu reino. Eso quiere decir: “Todo reino,
todo gobierno humano, que no tenga tu gobierno, que se caiga”.
Es una oración de golpe de estado espiritual: “Todo gobierno
que no sea tu gobierno que se caiga”.
Después menciona: El pan nuestro de cada día. Es decir: “El

pan de cada día de mi vida, dámelo hoy; así, no te tengo que
pedir más pan”. Cuando Jesús termina esta oración, les anun-
cia: “Les voy a enseñar el espíritu de esta oración: es como un
hombre que recibe a alguien en su casa a medianoche y no tie-
ne nada para darle de comer; entonces va a la casa de su amigo
a pedirle pan”. En la antigüedad la gente dormía en el piso. El
padre dormía contra la pared; al lado de él, la esposa y a conti-
nuación, los hijos. Y recién después estaba la puerta. De noche,
para abrir la puerta, el padre tenía que pasar por encima de los
cuerpos de cada miembro de su familia. Por eso, nadie iba de
noche a las casas. En este relato de Lucas 11:5-10 leemos que
el hombre le grita: “¡Es de noche! ¿Cómo vienes ahora que ya
estamos acostados y mis hijos conmigo?”. Y el visitante dice:
“Soy tu amigo, dame tres panes”. Y viendo su importunidad
(en el original es: viendo que era un sinvergüenza), le dio el
pan. La enseñanza de esta historia es que tienes que ser per-
severante.
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El hombre dijo: “De acá no me voy, hasta que no me des lo que

vine a buscar. Voy a ser tu mosca””. A Dios le encanta la gente
perseverante. Él ama a los que han recibido una promesa y la
declaran sin cesar.
Jesús les dice: “Sé que van a terminar haciendo una fórmula,
pero les voy a dar el espíritu de la oración: es el de la gente que
pide y recibe, que llama y se le abre, que golpea y recibe”. Es la
persona desvergonzada que ha abrazado una promesa y dice:
“Yo voy a perseverar, me voy a mantener firme, no me voy a
mover de mi lugar. Voy a estar sobre la palabra porque Dios me
lo dijo y todo lo que se perdió volverá a mi vida”.
Te bendigo e imparto bendición para conquistar las cosas

prometidas. La Palabra dice que, cuando la semilla sale,
siempre trae fruto y bendición. Declaro que el enemigo ha
puesto límites, se ha burlado, ha avergonzado; pero nos
levantamos desvergonzadamente y nos paramos sobre
la promesa. Todo lo que se nos dijo proféticamente viene a
nuestra vida. Cuando golpeemos, se nos abre. Y si no se nos
abre, seguiremos golpeando, golpeando y golpeando, hasta
que todos seamos prosperados y bendecidos.
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Capítulo 16
DEL PERFECCIONISMO A LA EXCELENCIA

Lo podría haber hecho mejor
La excelencia es el camino que Dios
quiere para nuestra vida
Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración.

(Mateo 21:22)
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en

ustedes, lo que quieran pedir se les concederá.
(Juan 15:7)
El perfeccionismo nunca lleva a la excelencia
La exigencia nunca nos conduce a la excelencia. Por un lado,

la excelencia es el camino que Dios quiere para nuestra vida,
el cual nos brinda satisfacciones y felicidad. Es por ello que
la persona perfeccionista, o exigida, siempre está insatisfe-
cha con lo que hace. Siempre siente que, aunque hizo las cosas
bien, podría haberlas hecho mucho mejor. Necesita revisar
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muchas veces lo que hace y siempre siente que falta un poco

para que esté perfecto. Asocian su autoestima con sus logros:
si logran algo, se sienten bien; y si no lo alcanzan, se sienten
mal. De este modo, su autoestima está asociada a la capacidad
de accionar.
Por lo general, el perfeccionista tiene metas ilógicas. Además,
se fija plazos de tiempo que son imposibles de alcanzar, y se
frustra por ello.
El fruto del espíritu
En Juan 15, Jesús relata una historia, y dice: Yo soy la vid,

y vosotros los pámpanos; si permanecen en mí y mis pala-
bras en ustedes van a tener FRUTO. Y al que tiene fruto, mi
padre lo va a podar para que tenga más fruto. Y al que tiene
más fruto, lo va a podar para que tenga mucho fruto. Como
vemos, el Señor señala que vamos a tener: al principio, fruto;
luego, más fruto; y después, mucho fruto. ¿Qué es el fruto? El
fruto significa dos cosas.
En primer lugar, el carácter armonioso que es el “fruto del

espíritu”. Dios va a trabajar en tu vida para que tengas un ca-
rácter armonioso, maduro. Carácter, más carácter y mucho
carácter. Para ello, trabajará en la “ley de la progresión” para
que tu madurez aumente cada día un poco más.
¿Por qué es tan importante esto? ¿Por qué Jesús expresó: “Ne-
cesito que tengan carácter, más carácter y mucho carácter”?
Porque muchas de las cosas que hemos perdido se debió a
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problemas en nuestro carácter. Entonces, quizás perdiste tu

trabajo, pero antes perdiste la puntualidad. O perdiste a tu
esposa o a tu esposo, pero antes perdiste la comunicación con
ella o él. O perdiste tus clientes, pero antes perdiste el buen
trato para con ellos.
De modo que, antes de pedirle a Dios que te restituya lo que
perdiste, ve a la raíz de tu problema de carácter que es lo pri-
mero que perdiste. Por eso, Jesús dice: “Para que mantengas la
bendición, necesito que tengas carácter, más carácter y mucho
carácter”. Dicho de otro modo, la raíz de muchas pérdidas es la
pérdida de mi carácter.
Jesús dice que Él vino a buscar y a salvar lo que se había perdi-

do. ¿Qué es lo que se había perdido? Tu carácter maduro. Dios
va a trabajar en tu vida para que tengas madurez, más ma-
durez y mucha madurez. Dios te promete un carácter maduro,
lleno de armonía.
El carácter es importante
El carácter es importante porque determina muchas circuns-

tancias de nuestra vida.
Lo semejante atrae lo semejante

Si eres negativo, atraes lo negativo; si criticas, atraes la crítica.
Si alguna vez conoces a una persona que se hizo millonaria con
los principios de Dios, nunca la critiques. Porque cuando cri-
ticas la bendición material de alguien, estás cerrándote a que
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esa bendición venga a tu vida. Recuerda: Lo semejante atrae

lo semejante. Cuando tienes pensamientos de chisme, atraes
a los chismosos. Cuando piensas en lo malo, atraes lo malo.
Porque lo semejante atrae lo semejante.
Jesús dice: “Si te doy fruto, el fruto va a traer más fruto; y más
fruto va a traer mucho fruto”. Porque lo semejante atrae lo se-
mejante. Entonces, cuando bendices al otro, atraes bendición.
Por eso, el Señor declara también: “Todo lo que quieras que ha-
gan contigo, hazlo con los demás”. Porque lo que haces con los
demás es lo que vas a atraer. ¡Lo semejante atrae lo semejante!
Salomón tenía claro este principio al escribir Proverbios 11:24:

Unos dan a manos llenas, y reciben más de lo que dan. ¿Cómo
puede ser que repartiendo te hagas más rico? Porque el que da
atrae a los que dan.
Algunas personas se quejan: “A mí nunca nadie me dio nada”.

Eso se debe a que no das… Quien reparte atrae a los que repar-
ten. Además, el mismo versículo dice que otros ni sus deudas
pagan, y acaban en la miseria. ¿Cómo puede ser que el que
robe tenga pobreza, si el que roba tiene más? Porque el que
roba atrae a los que roban. Si tienes dinero que robaste, este
será de corta duración porque atrajiste a otros que roban. Si
estás lleno de fruto, tendrás más fruto y mucho fruto. Si tienes
bendición, tendrás más bendición. Si tienes ganas de buscar
al Señor, lo atraerás.
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Tener resultados
Dios no solamente quiere que tu carácter crezca y sea maduro,
armonioso, para atraer cosas buenas. Él también quiere que
tengas resultados en todas las áreas. Jesús dice: “La semilla
cae y trae al 30, al 60 y al 100 por ciento”. La buena tierra pro-
duce al 30, al 60 y al 100 por ciento: 30= fruto; 60= más fruto;
100= mucho fruto. El que produce 30, como el que produce
100, es buena tierra. Nunca te sientas mal si estás produciendo
al treinta, ¡eres buena tierra! Porque la buena tierra produce al
30, al 60 y al 100 por ciento.
No pienses que eres mala tierra porque estás en el nivel fruto.
Como lo semejante atrae lo semejante, Dios te va a llevar a mu-
cho fruto. Por ejemplo, fruto es tener la casa; más fruto es com-
prar los mejores muebles; y mucho fruto es tener muchas ca-
sas. Dios te llevará a tener resultados cada vez mayores debido
a que está interesado en que los tengas. Ahora, ¿cómo puedo
lograr el fruto? ¿Cómo puedo lograr un carácter de armonía,
de bendición, de madurez, que atraiga lo bueno? ¿Cómo pue-
do tener resultados al 30, al 60 y luego al 100 por uno? Jesús
lo enseña: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen
en ustedes, pidan todo lo que quieran y les será hecho”. Por lo
tanto, permanece aprendiendo los principios de Dios.
Estás recibiendo la mejor semilla, que son los principios de

Dios para tu vida. Si eres buena tierra, darás el treinta, el
sesenta y el ciento por uno en todo lo que emprendas.
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¿Por qué La Biblia dice que una palabra no vuelve a Dios vacía?
Porque cuando alguien recibe una semilla, una revelación de
Dios, esa palabra va a liberar algo escondido de esa persona,
un potencial que no había sacado. Y lo va a llevar delante de
Dios donde Él dirá: “Esa palabra no vino a mí vacía pues sacó
algo nuevo de esta persona, sacó su fruto, sacó bendición”.
Si eres buena tierra, La Palabra sacará algo que nunca pen-
sabas que estaba dentro de ti. Ella liberará lo que hay en ti y
traerá fruto, más fruto y ¡mucho fruto! Eres buena tierra. En
consecuencia, si Dios te enseña algo, obedécele. Permanece
en Su Palabra. Si el Señor te dice que no robes, que no mientas,
que te congregues, ¡es momento de seguir Su Palabra!
Dice Jesús que, cuando la semilla cae, hay una tierra que la re-
cibe con gozo. Sin embargo, Jesús nos advierte: “Perseguirán
la palabra para robártela”. Esto es así porque el diablo sabe
que buena semilla en buena tierra trae al 30, al 60 y al 100 por
uno. Así pues, declara que vas a permanecer en su Palabra.
Di: “Esto es lo que creo, lo que digo y lo que obedezco, le gus-
te a quien le guste”. Determínate a permanecer aprendiendo,
leyendo, escuchando, porque La Escritura declara que, si Él
permanece en nosotros, recibiremos todo lo que anhelamos.
Muchos dicen: “No veo resultados, no tengo fruto, tengo mal

carácter y las cosas me van mal”. Esto sucede porque no estás
permaneciendo. Jesús dice: “Si permanecéis en mí, tendréis
mucho fruto”. Entonces, aunque todo ande mal, si eres cons-
tante (hablas, estudias y confiesas La Palabra), todo lo que
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quieras Dios te lo dará. Permanece en La Palabra. Sé constante

en tu vida espiritual, aunque estés atravesando por situacio-
nes adversas.
Dios te dice que te trajo la semilla del cielo y, cuando esta cae
en buena tierra y la tierra la abraza, produce el 30. Hoy estás al
30 por ciento pero, ¡tranquilo, tranquila! Lo semejante atrae a
lo semejante; si estás con fruto, vas a atraer más y luego mucho
más. Pero, ¿cuánto es mucho? Lo que es mucho para mí puede
no serlo para otro. Mucho es más que más. Fruto, más fruto,
mucho fruto. Quizás dices: “Perdí el trabajo y estoy mal, soy un
fracasado”. Sin embargo, nunca digas frente a una pérdida que
eres un fracasado porque lo que viene es mejor, pues vamos de
gloria en gloria.
Todo lo que pidas creyendo, lo recibirás
Si usamos nuestra fe, Dios nos dará todo lo que pidamos. Cuen-
tan Las Escrituras que hacía ya tiempo que no llovía y Elías le
dijo a su criado: “Sube al monte Carmelo y fíjate si viene la
lluvia”. El criado subió al monte, miró y no había nada. Volvió
donde estaba Elías y le dijo: “No veo nada”. Elías le pidió: “Sube
de nuevo”. De igual forma, lo mandó subir siete veces.
En este relato, el criado es símbolo de la fe. Esto significa que
la fe es tu sirviente. Debes usar tu fe todas las veces que sean
necesarias hasta que veas la lluvia venir a tu vida.
La séptima vez que el criado subió al monte, vio una nube del
tamaño de la palma de la mano, bajó y le contó a Elías: “Elías,
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vi una nube como la palma de la mano”. Y Elías respondió: “Ya

está, con esa pequeña señal alcanza. Dios va a mandar bendi-
ción”.
Usa tu fe porque es tu sirviente. Ora con fe una vez y otra vez

y, aunque parezca que no nada ocurre, que estás peor, escu-
charás decir: “Por la fe te han sido dada las peticiones de tu
corazón”. Dios dice: “Lo que pediste te será dado porque todo
lo que pidieres creyendo, lo recibirás”. En otras palabras, la fe
va a traer una nube pequeñita que es el 30 por uno y, porque lo
semejante atrae lo semejante, Dios te da el 60. Y si te da el 60 es
porque te dará el 100 por uno.
Además, si viste a alguien usar la fe y le funcionó, ¡usa tu fe de

la misma manera! Pablo le escribió a Timoteo y le dijo: “La fe
que habitó en tu abuela Eloida, y en tu madre Eunice, está en
ti”. Literalmente el pasaje dice: “La fe que tenía tu abuela, es la
misma que tienes tú”. Es decir, la abuela le pasó la fe a su nie-
to. Esto significa que la satisfacción más grande en el mundo
espiritual es que nuestros hijos sirvan al Señor. ¡Qué bueno
cuando los padres crecemos en la fe, porque nuestros hijos
terminarán sirviendo en las cosas de Dios! Por otra parte, si
usamos la fe, nuestros hijos no se preocuparán por las cosas
que nos preocupamos nosotros. Isaac no se preocupó por las
cosas que se preocupó Abraham. Tus hijos no van a discutir ni
van a pelear por las cosas que peleamos tú y yo. Les dejaremos
una herencia de madurez. ¡Usa tu fe siempre!
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Sé constante, deja herencia. Permanece abrazando la semilla:

ama y oye La Palabra, congrégate todo lo que puedas. En bue-
na tierra, una buena semilla produce al 30, al 60 y al 100 por
uno. Sé perseverante, usa la fe, haz lo que tienes que hacer y
todo lo bueno de Dios será tu herencia.
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Capítulo 17
LAS CRISIS
¿Por qué a mí?
A través de las crisis,
Dios forma tu carácter
Se dijeron unos a otros: “Ahí viene ese soñador. Ahora sí que

le llegó la hora. Vamos a matarlo y echarlo en una de estas
cisternas, y diremos que lo devoró un animal salvaje. ¡Y a
ver en qué terminan sus sueños!”.
(Génesis 37:19-20)
Jesús dice que la fe es como un grano de mostaza que cae en la

tierra, crece y se convierte en un árbol. Es tan grande el árbol,
que vienen pájaros y gente a buscar sombra debajo de él.
Tres niveles de Fe
1º nivel: fe como un grano de mostaza

Es la fe que todavía es una semilla. Esta es la primera fe que
Dios nos da. Cuando recibimos a Jesús, Dios nos da la fe como
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un grano de mostaza. Es una fe pequeñita que te enseña a ado-

rar, a orar, a dar, a servir, a pedir por la ropa y la comida. Es la fe
de los primeros pasos. En esta primera etapa, cuando recibes
a Jesús, Dios empieza a entrenarte en una nueva manera de
pensar que es “su” manera de pensar. Es por ello que el primer
nivel es para las cuestiones cotidianas. Más adelante, cuando
aprendes a pensar como Cristo piensa, pasas a la segunda eta-
pa donde la semilla se hace planta.
2° nivel: planta de fe
La semilla crece y se transforma en planta. Cuando Jesús dice:
“Tu fe es como un grano de mostaza”, quiere decir que, cuando
el grano es plantado, crece y llega al segundo nivel. Este ni-
vel es la fe para las crisis: cuando enfrentas pruebas, ataques,
luchas, dificultades, tu fe crece, se fortalece, porque ya no es
semilla. Ahora es planta para las pruebas, las presiones y las
luchas. De esta manera, Dios forma tu carácter. Mientras que
en el primer nivel Dios cambia tu manera de pensar, en el se-
gundo forma tu carácter. Y para esto, hacen falta pruebas y lu-
chas. El sueño de Dios te diferencia del sistema. Por esa razón,
tienes que saber que hay gente que te va a amar, gente que te va
a querer y gente que te va a querer… ¡matar! Pero no importa,
ya que el Señor está formando tu carácter.
Por ejemplo, veamos la historia de José en Génesis 41:38-40
en el nivel uno. José tenía diecisiete años y un sueño, que es el
lenguaje de Dios. Luego, empezó a pensar como Dios piensa
hasta que soñó que iba a ser el número dos en el imperio mun-
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dial llamado Egipto. En este nivel es cuando Dios levanta tu

autoestima, te da sueños, te cambia tu manera de pensar.
José ya no era un muchacho adolescente, era un hombre que
tenía los pensamientos de Dios. Cuando alcanzó el sueño de
Dios, levantó su autoestima y comenzó a pensar como Él pien-
sa. Entonces el Señor le dijo: “Muy bien, José, la etapa uno está
terminada. Vamos a la etapa dos: la de las pruebas”.
Cuando Dios te da un sueño, pasas a la etapa dos: la

crisis
Dios no nos envía las crisis, estas son parte de la vida. Para ello,
necesitas estar preparado porque:
• Una persona sin fe, cuando enfrenta una crisis, se an-

gustia.
• Una persona con fe, enfrenta la crisis con fe y forma su
carácter.
Dios le anunció a José: “José, yo te di un sueño grande, pero

antes de entregártelo, tengo que hacer que tu fe sea un árbol”.
Entonces, a José le sucedieron varias cosas. Al principio, lo
rechazó su propia familia. José les contó el sueño a sus herma-
nos y ellos eran tan malvados que se enojaron, lo interpretaron
mal y lo arrojaron a un pozo. Es decir, lo rechazaron.
Los hermanos de José representan el sistema mundo que odia

que tengas un sueño de Dios. No tolera que hables en el nom-
bre de Él, te detesta y te echará al pozo porque estás hablando
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y pensando como el Señor. Ahora lees La Biblia, vienes a la

iglesia y el enemigo se burla porque no soporta que tengas un
sueño. Por otra parte, el “pozo” significa la soledad completa,
romper los vínculos de dependencia. Representa que los que
te iban a ayudar ya no te ayudan. El pozo es la experiencia en la
cual Dios te va a formar un carácter que solamente dependa de
Él. Aunque muchas veces lo parezca, el segundo nivel no es el
fin de Dios. Por el contrario, en este nivel Él desea que tu fe sea
planta, que crezca y que pueda llevarte al tercer nivel. Cuando
te lastimaron, el Señor te dejó solo en el pozo para que apren-
dieras a confiar en Él y se forme tu carácter. Este es el camino
que nos lleva al nivel de la conquista.
Tienes que pasar por injusticias

Cuando José salió del pozo y lo vendieron como esclavo, em-
pezó a moverse, a trabajar, y terminó siendo un sirviente en la
casa de Potifar. La esposa de Potifar vino a tentarlo y apareció
el camino fácil. Era muy fácil para José intimar con la esposa
de Potifar y engañar al marido. Pero él dijo que “no” porque
entendió que el camino fácil no es el camino de la fe. Entonces
le dijo a la mujer que lo tentaba cada día: “Yo no voy a pecar
contra Dios”. Así fue que lo encarcelaron y comenzó otra etapa
del entrenamiento en la prueba: encarcelamiento injusto.
Es claro que Dios no nos envía las injusticias, pero Él hará que
estas formen nuestro carácter. Antes, cuando alguien nos ha-
cía algo, salíamos a pelear, a insultar; pero ahora el Señor nos
va a enseñar cómo tener carácter en medio de la injusticia. De
esta forma, nos va a enseñar que Él es nuestra justicia.
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¿Qué son las crisis exactamente?
Las crisis son escalas técnicas para cargar fe. Tienes que de-
tenerte y cargar fe porque la crisis no es para que te quedes a
vivir ahí sino para llevarte al tercer nivel, al de la conquista.
En una oportunidad, Pedro había estado pescando toda la

noche y no había sacado nada. Jesús se le apareció y le dijo:
“Pedro, boga mar adentro y echa las redes”. Pedro le preguntó:
“¿Cuántas redes, Señor?”. El Señor le contestó: “No te voy a
decir el número, el número depende de ti”.
Este pasaje nos indica que la cantidad de fe que cargaremos

en nuestra vida depende de nosotros. Si echamos cinco redes,
pescaremos por cinco; si echamos diez, pescaremos por diez.
En las crisis debes detenerte a cargar tus redes con fe.
El éxito no es un milagro sino una recompensa a tu fe. Juega
para ganar, párate en medio de tu prueba (familiar, personal,
económica, espiritual o la que sea) y háblale a tu crisis. Dile:
“Estoy pescando fe, llenándome de fe, porque voy a ganar, voy
a vencerte y voy a entrar en el nivel tres de la bendición. No me
voy a quedar en el pozo, ni en la cárcel, voy a entrar en el nivel
de gobierno”.
Las crisis sacarán misericordia

Antes de la crisis tal vez eras orgulloso y lo juzgabas todo. ¿Re-
cuerdas cuando no tenías hijos y mirabas a los hijos de los de-
más y opinabas que debían ponerles límites porque eran mal-
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criados? Hasta que nació tu hijo y dijiste: “¿Por qué no arman

un taller para padres?” La crisis hace nacer tu compasión. En
otras palabras, deja de juzgar, de evaluar, de poner puntaje a
nivel espiritual. Porque en las crisis saldrá de ti la misericor-
dia.
No importa mi contexto, sino que Dios esté conmigo

No importa si estás en el pozo o en la cárcel, si te abandona-
ron, si te abusaron; lo que te llevará al nivel tres ES QUE DIOS
ESTÉ CONTIGO. A José lo abandonaron, lo tiraron al pozo,
fueron injustos con él, le ofrecieron el camino fácil; pero nadie
pudo robarle la presencia del Señor.
David decía: “Señor, ¿a dónde huiré de tu presencia?”. Pues
había descubierto que, donde él estaba, allí estaba la presencia
de Dios. Es por ello que tienes que aprender a oír la voz del Se-
ñor que dice: “Vencerás en tus crisis, entrarás en el nivel tres y
conquistarás tu sueño. Asegúrate de que Dios esté contigo y Él
te asegurará que entrarás en el nivel de la conquista”.
A pesar de la crisis, nunca perderé la nobleza de mi

carácter
Nunca pierdas la integridad. No pierdas la santidad. No im-
porta el atajo que el diablo te ofrezca. No pierdas tu nobleza, tu
transparencia. El carácter se adquiere y se mantiene en medio
de la prueba.
Nadie te puede impartir carácter. Dite a ti mismo: “No voy a

pecar, no voy a hacer lo que hacía antes, voy a mantener mi in-
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tegridad con el Señor. Soy mala tierra para lo malo. La semilla

de maldad en mi tierra no crece porque ahora soy solo buena
tierra para lo bueno”. Dicho de otro modo, no se trata de si te
servirá mentir, robar, engañar. Lo importante es mantener tu
integridad porque, si conservas tu carácter formado en el Se-
ñor, Él te asegura la entrada en el nivel de la conquista.
Aun en los peores momentos usaré mis dones

José tenía el don profético y, por culpa de este, fue a la cárcel.
De la misma forma, muchos cristianos pueden decir: “Des-
de que me impartieron el don, todo empeoró, no voy más a
esa iglesia”. Sin embargo, tu problema no significa que te vaya
peor, sino que entraste en el nivel dos de fe y lo que te sacará de
allí es el uso del mismo don que te encarceló. El próximo paso
es que sirvas al Señor. Lo que sacó a José de la cárcel fue usar
su don. Esto significa que tu don te liberará de la crisis.
Para poder servir con él, descubre cuál es el fruto que vas a
producir en abundancia. Sigue sirviendo a Dios, aunque ten-
gas depresiones, aunque estés enfermo, aunque no tengas di-
nero. Sigue sirviendo porque lo que te sacará de la cárcel es el
uso de tu don.
Cuando José le interpretó el sueño a Faraón, este le dijo: “No

hay otro hombre como tú en la tierra, Dios está contigo. Sola-
mente yo seré mayor que tú y, por tu palabra, gobernarás toda
la nación”. ¿Qué lo sacó de la cárcel a José? Servir a Dios. Usa
tus dones, trabaja para Dios. Tarde o temprano, tu servicio
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abrirá la puerta de la cárcel y te llevará al nivel de la abundan-

cia.
Además, en la crisis nunca debes que ver qué no tienes sino

qué tienes. Por ejemplo, cuando Jesús le dio de comer a una
multitud, Felipe le trajo cinco panes y Jesús levantó los ojos al
cielo, dio gracias y pidió que los repartieran. Esto nos enseña
que tenemos que usar lo que tenemos, ya que es suficiente para
que salgamos de la crisis.
La fe antes de ser confiada será probada

Antes que Dios te confíe fe para la conquista, probará tu fe
porque necesita formar tu carácter. Cuando José pasó todos
los exámenes, Dios le dijo: “¡Listo!”. Entonces, después de que
salió de la cárcel, él entró en el nivel de “árbol de la fe”. ¡José era
un poderoso en la fe! Es por ello que ganó una nación completa.
Las crisis son la plataforma para llevarnos al nivel tres por-
que allí no hay crisis ni ataques ni presión. En el nivel tres hay
gobierno, bendición, sueños capturados, prosperidad, aviva-
miento, gloria y victoria.
3° nivel: Fe para conquistar cosas grandes

La Biblia es un libro completo de historias de personas que
empezaron con una semilla de mostaza como fe. Pero Dios tra-
bajó en sus vidas hasta que llegaron a ser grandes conquista-
dores. Entonces, ¿cuál es el objetivo del Señor y de las historias
que están en su Palabra? Mostrarnos el ejemplo de la gente que
pasó de la “semilla de fe” a la “planta de fe”, para entrar en el
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nivel de ser un “árbol de fe” y convertirse en un gran conquista-

dor. En otras palabras, pasaste por el nivel uno y el dos, pasaste
de ser un consumidor (alguien que soporta la prueba) a ser un
conquistador de sueños y cosas grandes.
El objetivo de Dios es llevarnos al tercer nivel de fe.
Para lograr esto, debemos pasar por el segundo nivel, desa-

rrollar nuestro carácter y luego entrar en el tercer nivel donde
somos conquistadores. Si no seguimos este camino, corremos
el riesgo de perder lo que conquistemos por problemas de ca-
rácter.
En el nivel tres, Dios no te hará subir despacio. Dios te hará

subir de golpe. Pero cuando Dios te ascienda, tu carácter esta-
rá formado. Habrás sido formado con el carácter del Señor. El
conquistador no pide a Dios. Cuando tengas madurez, no le
pedirás, sino que le entregarás a Dios. Le dirás: “Señor, aquí te
entrego lo que conquisté: Buenos Aires para ti, porque mi fe ha
crecido”. ¡Ganarás cosas grandes para Dios!
El tercer nivel siempre es para compartir

José conquistó, vinieron sus hermanos y él compartió con
ellos. Cuando Dios te hace un conquistador, te lleva a compar-
tir, incluso con aquellos que te calumniaron. Porque los que
te lastimaron vendrán a pedirte pan. José les podría haber
dicho: “¡Ah! ¿Ahora vienen? ¡Van a ir a la cárcel!”. Pero él les
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dijo: “Ustedes pensaron mal de mí, pero Dios me lo cambió

para bien”.
Cuando el nivel tres llega, lo hace con todo su poder. Tu carác-
ter será formado y tu sueño, capturado por completo. Les da-
rás de comer a naciones completas. Dios te dice: “No importa
las circunstancias en las que te encuentras, Yo estoy contigo”.
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Capítulo 18
EL FRACASO NO EXISTE (1º PARTE)

Ya es tarde para mí
¿Por qué para Dios el fracaso no existe?
Porque nunca es tarde para Él.
Así que los últimos serán primeros,

y los primeros, últimos.
(Mateo 20:16)
Todo el mundo ha fracasado alguna vez, ya sea en el área eco-

nómica, en el área de los afectos, etc. Pero, ¿por qué fracasa-
mos?
Por ignorancia
Fracasamos porque no sabíamos, no investigamos, no estu-
diamos. Por ejemplo, pensabas abrir un quiosco pero no in-
vestigaste si ya había otros en la cuadra (¡donde ya habían cua-
tro!); o armaste un proyecto de pareja pero, como no conocías
bien a la otra persona, entonces la relación no prosperó.
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Por desobediencia
Sabías la verdad, ya te lo habían dicho pero, aun así, hiciste lo
que te habías propuesto llevar a cabo y te fue mal. Por ejemplo,
te aconsejaron: “No prestes dinero”. ¿Qué hiciste? ¡Prestaste
dinero!
Por accidente
Un imprevisto, algo que nunca pensaste que te sucedería y, de
pronto, sucedió. Por ejemplo, un aspecto en tu pareja que nun-
ca habías considerado, o la adicción a las drogas que está lasti-
mando a un ser querido, o el accidente que incendió tu negocio.
¿Cuál es la reacción típica ante el fracaso? Siempre la misma:
sentir vergüenza.
Hace tiempo conocí a una joven que se casó y organizó una

fiesta despampanante, a la cual invitó a todo el mundo. En la
luna de miel, el flamante esposo le confesó que nunca la había
amado, que se había casado bajo presión. Ahí mismo, la chica
se puso a llorar y le preguntó: “¡¿Por qué?!”. El muchacho le
contestó que no sabía y quería divorciarse. Cuando regresa-
ron, ella sentía que se moría de vergüenza frente a los familia-
res que la fueron a recibir y no quería que nadie la viera.
Hoy vas a aprender algo maravilloso de parte de Dios y es que:
El fracaso no existe
En Mateo 20:1-16 leemos que un hombre salió a contratar gen-

te para su viña. Salió a las seis de la mañana y contrató a algu-
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nos; volvió a salir a las nueve de la mañana y contrató a otros;

volvió a salir a las doce del mediodía y contrató a otros. Pero un
grupo quedó ahí, hasta la cinco de la tarde.
¿Sabes qué representan las seis de la mañana y las nueve de la
mañana? Representan tus mejores años, los tiempos buenos,
las grandes oportunidades. La gente que no había sido contra-
tada hasta la cinco de la tarde se sentía fracasada, desilusiona-
da. Pero a las cinco de la tarde, nos enteramos que el propieta-
rio de la viña, que representa a Dios, fue a contratarlos.
Enseñanza: Nunca digas que es tarde. Dios vendrá en tu últi-

ma hora a contratarte y a darte una nueva oportunidad. Por-
que en el Señor siempre hay nuevas oportunidades para volver
a levantarte.
Con el Señor siempre tendrás una nueva oportunidad
No digas: “Fracasé, me fue mal”. En cambio, di: “Aunque me

fue mal, Dios vendrá a buscarme para darme una opor-
tunidad”.
Imaginemos que alguien va a contratar gente para trabajar.

Seguramente contratará a los mejores. Pero, según el pasa-
je que leímos, ¿quiénes quedaron atrás? Los peores: los que
nadie quiere, los abandonados, los que no estudiaron, los que
sienten que no tienen capacidad. Esas son las personas que el
Señor viene a buscar, para tomarlos de la mano y decirle: “Para
el mundo, eres un fracaso, pero para mí, no eres un fracaso. Te
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voy a entregar trabajo, sueños, nuevas oportunidades. Porque

el justo cae... pero vuelve a levantarse”. Piensa en ellos... eran
las cinco de la tarde y no querían volver a sus casas. ¿Qué iban
a hacer esos hombres en sus casas? Tirarse en la cama y depri-
mirse. Ellos aún estaban en la plaza, pero a la última hora, en
la undécima hora...
Quiero recordarte que llegará tu undécima hora. Es el mo-
mento justo después de tu fracaso, el peor momento. Tal vez
los mejores momentos de tu vida se fueron, las mejores opor-
tunidades ya pasaron, tus mejores años se escaparon. Pero,
aún en el atardecer, Dios te dará una nueva oportunidad. Él
restaurará los años perdidos y te pondrá grandes oportunida-
des durante este año y los años por venir.
Dios restaurará el control en tu vida
Cuando el Señor te contrate para que trabajes para Él, restau-

rará el control en tu vida. Tienes el control de tus emociones.
Quizás digas: “Él me hace enojar, ella me hace sentir mal”. ¡No
es así! Tú y solo tú tienes el control de tus emociones.
Nadie puede hacerte sentir menos porque el control de tu esti-
ma está en tus manos. Nadie puede volverte negativo, excepto
tú mismo. El control de tus pensamientos está en tus manos y
debes recuperarlo.
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Podrán bloquearte, pero en tus manos está el potencial

de Dios
El fracaso no existe porque lo único que este hará en tu vida

será liberar el potencial que Dios escondió en tu espíritu. El
hecho de que fracases hará que sueltes una fuerza que ni tú
mismo sabías que tienes: una energía divina guardada en tu
corazón. Por eso, ningún fracaso te hundirá, sino que solo li-
berará al varón y a la mujer valiente que el Señor creó para este
tiempo.
El fracaso viene a despertarte, a decirte que hay un potencial

que no estás utilizando. Hay ideas creativas que están en tu
mente, pero nunca salieron de allí. El fracaso lo único que hará
es romper tus límites, porque fuiste creado para caminar en lo
ilimitado de Dios.
Cuando viajas en barco, no puedes ver el motor pero, aun así,

el motor allí está. Aunque no lo veas, está impulsando el bar-
co. El motor es tu FE. Aunque no la veas, está funcionando en
tu espíritu. En este momento, aunque tu mente te diga que
fracasaste y no servís, esta palabra está activando tu espíritu
(porque no me estoy dirigiendo a tu cabeza sino a tu espíritu).
Y esa palabra llamada fe te llevará a destino. Hay una energía
divina que activará toda tu vida hasta que alcances todos los
sueños que Dios puso en tu corazón.
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El fracaso no solamente activará tu potencial, sino que

romperá tu status quo: la zona de acomodamiento
Tal vez, estabas tranquilo, tranquila. Todo era normal, igual

que siempre... hasta que llegó la crisis y, con ella, el fracaso en
algún área. Entonces dejaste de dormir y empezaste a pensar.
Frente a ello, Dios te dice: “Voy a activar toda tu energía, vas
a hacer cosas en este tiempo que nunca pensaste hacer; vas a
escribir ideas que nunca pensaste escribir; vas a liderar gen-
te que nunca pensaste liderar; vas a tener nuevos emprendi-
mientos.” ¡No te conformes! Porque Dios activará su energía
divina. El fracaso no solo te activa la energía sino que, además,
te conecta con la sabiduría divina.
La sabiduría de Dios se activa en medio de un problema
Dale gracias a Dios por los problemas. Saúl estaba endemonia-

do: tenía un problema. Mandaron a llamar a David para que
tocara el arpa para el rey. ¿Qué hizo que David pasara de un
rebaño de ovejas al palacio real? Un problema.
Nunca le tengas miedo al problema, pues lo único que hará
será llevarte al palacio del rey. ¡Te ascenderán! Estás hecho
para resolver dificultades porque hay sabiduría divina en tu
corazón, que viene por gracia regalada de parte de Dios.
La sabiduría hará que te alejes de tu pasado. No hay nada en

tu pasado que te sirva hoy. Cada vez que quieras lograr un
éxito espiritual hoy, tu pasado vendrá a buscarte. El diablo
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activará algo de tu ayer. Tienes que ser sabio y recordar que no

tienes nada que hacer con nadie del pasado. Cuando tengas
una duda, nunca le preguntes al que está corriendo detrás de
ti. Mejor elige preguntarle a quien está corriendo delante de
ti, pues ha logrado más, ha avanzado más. Ese debería ser tu
mentor. No hay nada en tu pasado que te sirva para tu hoy.
La sabiduría hará que abras tu Mente. ¡No te cierres!
El fracaso te da sabiduría para abrir tu corazón y cambiar tu

sistema de creencias. Porque el ser humano tiende a encerrar-
se. Y cada vez que te metas en la cueva, el Señor no entrará a
buscarte. Él se parará afuera y te gritará: “¡Sal de tu cueva, yo
no me voy a meter adentro, he venido a sacarte!”. Porque en
Dios siempre hay nuevas oportunidades. Nunca es tarde para
volver a empezar con Él.
Hay sabiduría de Dios en tu corazón. Dios camina contigo,

eres hijo/hija del Rey y Él te ha contratado para su viña. El fra-
caso te proveerá sabiduría para alejarte de lo malo y abrazar
lo nuevo. El fracaso no existe porque los últimos, en Dios, son
los primeros. Dios te convertirá número uno en algo. Él te hará
sobresalir en algo. Dice La Biblia que el Señor escogió a lo vil, a
lo menospreciado, a la samaritana. Dios elige lo que no es para
avergonzar a los que creen ser algo. Él hará a las personas de la
última hora ser primeras en algo.
Cuando Dios te contrate, hará que entiendas que ya no tienes
que ganarte su amor. No te premiará por tu esfuerzo, lo hará
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porque Él es bueno. Por eso, te llamó a última hora y te pagó

bien. Porque no es por tu esfuerzo sino por su gracia, por su
amor.
Comprende que tienes un Papá bueno, amoroso, que no te en-

vió el fracaso ni la crisis. Él está a tu lado para levantarte y te
dice: Trabaja para mí, Yo te voy a pagar bien. Pero no trates
de ganar mi amor, porque mi amor no es un premio que doy
al final del día, sino algo que Yo te doy hagas lo que hagas.
Siempre te trataré bien.
La obediencia es silenciosa
Volviendo al pasaje de Mateo 20:1-1, el dueño de la viña les

dijo: “Vengan a trabajar.” Los hombres de las cinco de la tarde
obedecieron. Ellos no dijeron: “Pero, Señor, es tarde ya, ¿no
quieres que empecemos mañana?”. Simplemente obedecieron
y nadie se enteró. La obediencia es silenciosa pero la victoria
es ruidosa porque, cuando recibieron el pago, todo el mundo
se enteró.
Tal vez estés pasando desapercibido porque te encuentras en
la etapa de la obediencia. Pero llegará un momento en el que
Dios te recompensará y se enterarán todos los tuyos. La gracia
y el amor de Dios son para tu vida.
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Los problemas no te hunden ni te levantan, solo reve-

lan lo que hay dentro de ti
Los problemas te harán crecer porque has sido contratado por

un Dios que nunca ha perdido una batalla. Estás trabajando
para el Campeón.
Dios trae un contrato y te dice: “Aquí está, Yo pago bien porque
no pago conforme a tu esfuerzo sino conforme a mi gracia. Soy
el mejor jefe que puedas tener. Trabajarás para mí: invitarás
a las personas y las discipularás, acomodarás las sillas, lim-
piarás los baños, ayudarás al pobre, acompañarás al que está
enfermo, orarás por alguien. ¡Ese es tu trabajo! Y nunca más te
sentirás vacío”. Trabajar para Dios es lo único que puede llenar
tu espíritu.
La palabra cristiano quiere decir “Ungido”
Cuando expresas: “Soy cristiano”, en realidad, estás diciendo:

“Estoy ungido”. Estás ungido para resolver tus problemas. Tus
problemas te ayudarán a graduarte. Estos liberarán energía,
potencial y bendición. Cuantos más problemas tengas, más
Dios elevará tu nivel de unción. La unción no te ha sido dada
para que huyas del problema, sino para que lo resuelvas. No es
la dificultad lo que importa, sino que levantes tu fe y declares
La Palabra: “No hay fracaso en Dios”.
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En el momento después del fracaso, donde nadie puede ayu-

darte, Él viene a tomarte de la mano y te dice: Hijito, traigo un
contrato y quiero que lo firmes. Quiero que me sigas, que te
congregues, que trabajes, que discipules. No importa que te
vaya mal, Yo te voy a pagar bien. Pero no por tu esfuerzo sino
porque Yo soy bueno. Y te daré la unción para resolver tu pro-
blema. Te elevaré y te llevaré a lugares que nunca pensaste.
No porque lo merezcas sino porque te he contratado. Yo cuido
a los míos y tú eres mío. Te bendigo porque todo lo mío es tuyo
también”.
Cuando Dios te contrate, Él te colocará al lado de gente que te

cuide y te bendiga.
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Capítulo 19
EL FRACASO NO EXISTE (2º PARTE)

No intento más
Cómo permanecer estable en
medio de los problemas
Por eso cuando llegaron los que fueron contratados

primero, esperaban que recibirían más. Pero cada uno
de ellos recibió también la paga de un día.
(Mateo 20:10)
En el principio, Dios.
(Génesis 1:1)
Todos hemos fracasado en algún área de nuestra vida. Todos

podemos compartir historias tristes en lo sentimental, lo afec-
tivo, lo espiritual, lo personal. Todos hemos cometido grandes
errores. Cuando una persona fracasa, vienen sensaciones ta-
les como:
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• Sentirse un tonto.
• Preguntarse: “¿Cómo me pudo haber pasado eso?”.
• Reprocharse: “¿Cómo no me di cuenta?”.
• Reprocharse constantemente: “Soy un inútil, no sirvo
para nada”.
Después de un fracaso, solemos decir: “Ya está. No vuelvo a

intentarlo porque me va a suceder lo mismo. Me lastimaron y
voy a volver a sufrir”. Sin embargo, siempre hay tiempo de vol-
ver a empezar, ya que nunca es tarde en Dios. Nuestro tiempo
natural puede decirnos que ya es tarde, pero el tiempo divino
nos dice: “Voy a darte una nueva posibilidad, trabajarás con-
migo, estarás en mi viña, serás mi socio y todo lo que hagas te
saldrá bien”.
El que te contrata es el Rey de reyes, el Cristo resucitado, el

Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, el que está sentado a la
diestra del Padre y viene por nosotros.
En Dios siempre hay nuevos comienzos
Cada vez que comiences algo, en tu principio estará Dios. Cada

día nuevo que arranques, allí estará Dios. Cada trabajo nuevo
que emprendas, allí estará Dios. Porque La Biblia dice que, en
cada principio, está Dios. Por eso, todo lo que iniciemos debe-
mos hacerlo con fe, ya que en el principio está Él.
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Cada día que amanecemos es un nuevo comienzo.

Cada persona nueva que discipulamos es un nuevo
comienzo.
Cada tarea nueva que iniciamos es un nuevo comienzo.
Recuerda:
• Cuando te pongas de novio, en el principio: Dios.

• Cuando te cases, en el principio de tu matrimonio: Dios.
• Cuando discipules a alguien, en el principio: Dios.
• Cuando compres una casa, en el principio: Dios
Dios le encomendó a Moisés que escribiera el Génesis, el libro

de los principios. Allí, Moisés escribió: En el principio, Dios.
Dios creó los cielos y la tierra, pero la tierra estaba desorde-
nada y vacía, en tinieblas.
Este pasaje significa que existen proyectos en la Tierra que es-
tán desordenados, vacíos y en tinieblas (lo que estaba desorde-
nado era la Tierra, no los cielos) Cuando tienes una experien-
cia negativa al comienzo, eso nuevo puede estar desordenado,
vacío o en tinieblas. Como resultado, te produce ansiedad,
miedo o duda y te preguntas: “¿Cómo me irá?”. Pero recuerda
que Dios existía antes de tu principio. Él estará en tu principio
y vivirá después de tu principio.
Enseñanza: tu mundo natural puede estar desordenado, pero

tu mundo espiritual permanece ordenado. No importa cuán-
to desorden tengas en tu tierra, el trono de Dios permanece
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ordenado y firme. Y si su trono está ordenado y firme, esa es la

garantía para que, desde los cielos, ordenes tu desorden.
La vida cristiana es una experiencia con Dios, no un estudio de

Dios. Esto no significa que no haya que estudiar, pero podemos
tener la salvación y nunca experimentarla. Podemos saber qué
es el gozo y nunca experimentarlo. Podemos conocer a Dios a
través de revelación que nos transmiten, pero debemos viven-
ciarlo. En otras palabras, el problema de muchos cristianos es
que no tienen experiencia con Dios. No han experimentado el
amor del Padre, el poder del Espíritu Santo y la compañía de
Jesucristo. Para entrar en tu Tierra Prometida, no debes mirar
lo que necesitas sino la presencia de Dios. Cuando ores, dile:
“Señor, necesito dinero, bendición familiar, mi Tierra Prome-
tida; pero no estoy mirando eso, estoy mirando Tu presencia”.
Porque cuando te unes a los cielos, desde allí, se ordena tu des-
orden en la Tierra.
Hoy Dios te habla y te dice: No quiero que mires lo que estás

anhelando, quiero que mires mi presencia, que me abraces y
tengas una experiencia conmigo.
Cuando te conectes con tu fuente de energía, que es experi-

mentar la presencia del Señor, todas las otras corrientes no
te servirán. Esa corriente es gratuita y alcanza para todo el
mundo. Aquel que coloca su espíritu en el Espíritu de Dios ha
tenido una experiencia. Te garantizo que, si en tu principio
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está Dios, todo lo desordenado volverá a ordenarse, porque en

el Señor nunca es tarde.
El rechazo
Los hombres de la parábola en Mateo 20:1-16 estuvieron en la

plaza hasta la cinco de la tarde. Cuando llegaron las doce del
mediodía, podrían haber dicho: “Vamos a casa, estamos can-
sados”. Pero no lo hicieron. Ellos se quedaron allí porque algo
en su espíritu hizo que se quedaran hasta la undécima hora,
hasta el horario menos pensado para contratar a alguien.
Si Dios puso algo en tu corazón, nunca aceptes el rechazo como

algo definitivo. Estos hombres experimentaron el rechazo a
las seis, a las nueve, a las doce… pero persistieron. Entonces,
si estás buscando trabajo y te rechazaron varias veces, piensa:
antes de comenzar a buscar trabajo, no tenías nada; y después
de ser rechazado, tampoco. Es decir, no perdiste nada. Esto
significa que el rechazo no te hace perder nada, estás igual que
antes.
Tu lema tiene que ser: “La próxima vez”. Sigue adelante por-
que, si Dios te dio una promesa, no importa cuántas veces te
digan que no. Alguien te dirá que sí. Rechaza el rechazo. Al-
guien, en algún momento, te dirá: “Sí”. Para rechazar el re-
chazo, deja de poner excusas. Por ejemplo: vivo lejos, no tengo
plata, soy paranoica, soy obsesivo, me siento víctima, quiero
convencer a los demás…
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La gente de Dios mata las excusas porque declara: “Todo lo

puedo en Cristo que me fortalece y rechazo el no”. Entonces
frente a ese sueño que el Señor te dio, que todo el mundo te dijo
que no ibas a lograr, irás con el espíritu de fe y dirás: “Si Dios
me lo prometió, me lo va a dar”. Un solo sí alcanza para ver tu
sueño concretado.
Nunca tires a la basura los proyectos que Dios te ha

dado
Nunca inicies tu principio buscando en tu pasado. Dios no

hace tu presente con los retazos del ayer. Nadie coloca vino
nuevo en odres viejos porque el vino fermenta, el odre se rom-
pe y se pierde la unción. Además, no hay nada en tu pasado que
hoy te resulte útil. Levántate con lo nuevo de Dios.
Josué no se aferró al pasado. Vio a su mentor caer en pecado y
no entrar en la tierra por golpear la peña. Pero él dijo: “No im-
porta que Moisés caiga. Caiga quien se caiga, yo voy a caminar
hacia el propósito de Dios. Lo que fue bueno en mi pasado no
me servirá en mi presente”.
Los visionarios, los que no viven de antiguos títulos, los que
no viven de recuerdos, los que caminan en las novedades de
la vida, dicen: “Hay cosas nuevas de Dios para mi vida. Estoy
abierto, Señor, ¡derrama pan fresco para mí!”.
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Mirar al Señor con la mente en el premio
En Isaías 61:7, leemos: En lugar de vuestra doble confusión

y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo
cual en sus tierras poseerán doble honra.
Hay una doble victoria, una doble honra, para tu vida. El fraca-
so te trajo deshonra, pero hay doble promesa de victoria. Hay
doble recompensa: Dios viene a ti y te dará el doble. Concén-
trate en la recompensa, pues hay paga en el nombre del Señor.
Volviendo a la parábola de Mateo 20, vemos que, cuando la

gente fue contratada, trabajó una hora ¡pero recibió la paga
por todo el día! Esto significa que no importa cuánto hayas
trabajado, Dios te pagará bien porque en Él siempre hay buena
paga. A quienes trabajamos para el Señor, la recompensa nos
hace seguir adelante ya que nuestra recompensa es el aviva-
miento. Es ver la ciudad bajo las llamas de Jesús. El aviva-
miento es la experiencia más gloriosa que una persona puede
experimentar en la Tierra. No hay experiencia más poderosa,
porque no la podríamos soportar en nuestra carne mortal.
Además, el avivamiento es cuando la gloria de Dios irrumpe
sobre una ciudad sin pedir permiso, ilimitadamente. Entonces
en la iglesia todos somos sanados, todos somos prosperados.
Todas nuestras familias vienen a Cristo. Dicho de otro modo,
el avivamiento hace que toda la iglesia sea sanada y camine en
poder como un ejército que se levanta. Abraza la recompensa,
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afirma el sueño de ver un avivamiento en tu corazón, ¡y toda tu

familia estará en Cristo!
El fracaso no existe porque Dios es un Dios de gracia
En la parábola, a las seis de la tarde terminaba el día. Llegaron

los de la cinco de la tarde y recibieron la misma paga. El dueño
de la viña ordenó: “Páguenles primero a los de la última hora”.
A todos les pagó lo mismo porque los últimos serán los prime-
ros, y los primeros serán los últimos.
Tu servicio a Dios no se paga por la cantidad de horas, sino por-

que Él es bueno. Entiende que no es por esfuerzo que ganas el
amor de Dios, sino porque Dios es bueno y te lo da, aunque no
lo merezcas. Puedes tener un empleo, pero si no sirves a Dios,
estás desempleado. Porque la satisfacción más grande, más
poderosa, que puedes experimentar es ser contratado por Él,
trabajar con Él y en su servicio. Lo más glorioso que puedes
decidir en esta hora es trabajar para Jesucristo.
Si estás pasando momentos difíciles, te animo a perseverar
en la palabra de Juan 15 que dice: Si permaneces en mí, y mis
palabras permanecen en ti, TU GOZO será cumplido. Sé es-
table en las cosas de Dios y, si tu gozo no está completo, se va
a completar. En una oportunidad, un predicador expresó: “El
estado natural del espíritu es gozo porque Dios nos creó en
gozo; es decir, que estar infeliz es anormal para Dios. Tu estado
natural es gozo”.
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Uno no necesita intentar tener gozo, sino remover todo aquello

que está frenando el gozo que ya está en nosotros. Santiago
dice: En la prueba, estad gozosos. Tenemos que sacar todas las
cosas que han frenado nuestro gozo. Tenemos que rechazar el
rechazo y saber que en Dios nunca es tarde.
Bendigo a tu pueblo, Dios, en el nombre de Jesús. Estamos

impartiendo la fe de las grandes conquistas, moviéndonos en
la unción de tu Palabra.
Afirmo esta semilla que ha traído fruto al ciento por uno en
nuestros corazones.
Declaro que no habrá fracasos, prueba o dificultad que nos
dejen caídos; porque tu Palabra declara que “el justo se cae,
pero se vuelve a levantar”.
Salimos del desorden de nuestra tierra para unirnos al or-
den del cielo, para tener una experiencia contigo.
Traemos el gobierno del cielo a nuestra tierra.
Declaro que las mentes son ordenadas, los caminos son or-
denados, las decisiones son ordenadas.
Declaro que andaremos de gloria en gloria y de victoria en
victoria.
Impartimos la unción para rechazar el rechazo, para
abrazar tus promesas, para caminar con los corazones enfo-
cados en las recompensas. Para fijar nuestros ojos en ti.
Señor, bendecimos las naciones en tu nombre. ¡Te amamos y

te alabamos!
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Capítulo 20
DEJANDO LO QUE TE LASTIMA

Siempre me llevo la peor parte
Cancela las maldiciones de tu pasado para
que lo malo no se pegue a tu vida
Pero la esposa de Lot miró hacia atrás, y se quedó

convertida en estatua de sal.
(Génesis 19:26)
En Génesis 19:17 el ángel le dice cuatro cosas a Lot y a su fami-

lia: “Escapa por tu vida. No mires detrás de ti. No pares. Esca-
pa al monte”. Pero cuenta la historia que la mujer de Lot miró
hacia atrás para Sodoma y Gomorra. Esto significa que, cuan-
do una persona no se respeta ni se valora a sí misma, siempre
elegirá cosas que la lastimen. Es por ello que algunas personas
dicen:
-“¿Por qué a mí siempre me tocan los peores trabajos?”.
-“Tengo mala suerte, cada vez que tomo una decisión, siem-
pre me sale mal”.
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-“Cada vez que confío, me equivoco; confié en un montón de

personas y me traicionaron”.
Cuando una persona no se quiere a sí misma, siempre

elegirá lo peor para su vida
Cuando uno no se valora, vive frustrado y frustra a los demás.

La persona que no se valora a sí misma, se vuelve egoísta, críti-
ca. Entonces dice cosas tales como: “Sí, lo hiciste bien, pero...”.
Por el contrario, cuando te valoras, nunca te tratas mal a ti mis-
mo ni tratas mal a otros. Por otra parte, aquella persona que
no se valora se vuelve dependiente. En Génesis 19:15-26 vemos
que la mujer de Lot, de quien ni se conoce el nombre, siempre
fue dependiente. Cuando dependes de los demás, pierdes tu
identidad y pasas a ser: “la mujer de...”, “el hijo de...”, etc.
Escapa por tu vida
Como la esposa de Lot no amaba su vida, prefirió quedarse pe-

gada a su pasado: a Sodoma y Gomorra. Nunca iba a poder es-
capar de lo malo para aferrarse a lo bueno. Ella siguió apegada
a lo negativo. Esto nos demuestra que tenemos que aprender
a dejar lo malo ya que, si seguimos apegados a nuestro pasado
negativo, lo malo nos perseguirá. La persona que se desvalori-
za permanece atada a las cosas negativas del ayer, a las frases
que le dijeron: “no sirves”; “no puedes”; “ten cuidado”; “no llo-
res”; “no seas tonto/a”; “qué incapaz eres”; “eres culpable de lo
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que sucede”; “eres molesto/a”; “cállate la boca”. Si no cancelas

las palabras, los mandatos, las maldiciones, de tu pasado, todo
eso te alcanzará y hará que lo malo se pegue a tu vida.
No pares
El ángel le dijo a Lot: “No pares hasta llegar al lugar que Dios
te está indicando”. Esto significa que existe gente que utiliza
la ley del “mínimo esfuerzo”. Esto implica que no realizan un
esfuerzo positivo para alcanzar la bendición.
Cuenta la historia que llegaron varios ángeles a la casa de Lot,
y él los sirvió y hospedó. Estos ángeles soltaron una palabra y
les dijeron: “Deben irse porque Dios va a destruir esta ciudad”.
Lot y su familia se quedaron quietos. Tan poco esfuerzo hicie-
ron, que los ángeles los tomaron de la mano para empujarlos
(literalmente), arrastrarlos y sacarlos de lo malo.
Hay gente que vive situaciones negativas en su casa, o que no

tiene trabajo, pero no hace nada para salir de esa situación.
Son personas que no activan el esfuerzo divino para salir de lo
malo. El ángel los arrastró bien lejos y Lot “se puso a hablar”.
Porque la gente del mínimo esfuerzo tiene un “hablar” espe-
cial, justamente para no hacer nada. En otras palabras, ¡Dios
estaba por destruir todo y Lot se puso a hablar! Entonces el
ángel le dijo: “¡Basta de hablar! Sal de las cosas malas. Tienes
que enojarte y salir de tu Sodoma y Gomorra. Si todo está fra-
casando, activa el esfuerzo.”
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¿Sabes qué respondió Lot? Dijo: “En vez de ir al monte, ¿puedo

ir a un lugar más cerca?”. ¡Lot era perezoso hasta para salvar-
se! Le preguntó: “¿No puedo ir hasta Zoar?” (que quiere decir
“pequeño”). El que se esfuerza poco siempre busca lo pequeño
y lo que está cerca. En Zoar, Lot se metió en una cueva. Lot
representa a los que no se esfuerzan y solo hablan: “Bla, bla,
bla”. Siempre buscan lo pequeño para esconderse en su me-
diocridad.
Si no te cuidas, nadie lo hará por ti
Para salir de lo malo, debo amarme a mí mismo

Aprende a amarte, a cuidarte, a respetarte, a bendecirte, a
hablar bien de ti mismo/de ti misma, a confiar, a reírte de ti,
a tener una visión positiva de tu persona. Dios le anunció a
Abraham: Engrandeceré tu nombre, serás bendito y en ti, se-
rán benditas todas las familias de la tierra.
Cuando abraces el sueño de Dios, Él engrandecerá tu

nombre
El nombre significaba la vida, el destino, el presente, el futu-
ro. Cuando vienes a Cristo, Dios no quiebra tu estima, sino
que hace que te ames, te respetes, te cuides y te bendigas. Así
estarás listo para que todo lo malo quede en el pasado. Es por
eso que, aun en la crisis, hay gente que está mejor porque tomó
mejores decisiones. Ellos empezaron a amarse, a respetarse, a
cuidarse, a felicitarse y a reírse de sus propios errores.
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Dios no solo te engrandecerá. Jesús dijo: “La gloria que me

diste se las he dado”. Levántate y resplandece porque, aunque
el mundo ande de mal en peor, sobre ti será vista la gloria de
Dios. Dios te hará famoso. La Biblia dice que la fama de Jesús
se desparramaba por todas las ciudades. El Señor te hará fa-
moso y el infierno conocerá que hay gloria y poder divino en tu
vida. Él engrandecerá tu nombre, serás bendito y de bendición
para todo el mundo.
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Capítulo 21
ESTOY DESORIENTADO
No sé lo que quiero
Lo trascendente de la vida se encuentra
en donde estamos enfocados
Después de haber orado Job por sus amigos, el Señor

lo hizo prosperar de nuevo y le dio dos veces más
de lo que antes tenía.
(Job 42:10)
Y dijo Dios: “¡Que haya vegetación sobre la tierra; que ésta

produzca hierbas que den semilla, y árboles que den su fruto
con semilla, todos según su especie!”. Y así sucedió.
(Génesis 1:11)
Para cosechar lo que Dios tiene preparado, aprende a ejercer

autoridad. Solo cuando ejerces autoridad, puedes tomar lo
que fue separado para tu vida. Pero, para ser capaz de hacerlo,
necesitas desarrollar un carácter maduro.
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La persona inmadura necesita que la vigilen. Pero, cuando

madura y crece espiritualmente, ya no precisa que nadie de-
cida por ella, sino que decide por sí misma. Tampoco precisa
que la vigilen porque la ley está en su corazón. ¿Cómo madu-
ramos? Congregándonos y buscando La Palabra del Señor.
¿Qué cosas debemos hacer para cosechar el doble? Estar

enfocados
Estar enfocado significa tener una imagen clara de adónde

deseo llegar y a dónde Dios desea que llegue. El problema de
muchos cristianos es que se desenfocan. El Señor les dijo has-
ta dónde debían llegar, pero ellos se distrajeron y se desenfo-
caron. Empezaron a preocuparse por diferentes cuestiones
que los sacaron de foco.
Estar enfocado es hacer primero lo que es una prio-

ridad
Es decir, hacer primero lo que de verdad importa, lo que debes
lograr en la vida. ¿Si tuvieses seis meses de vida, a qué dedi-
carías el tiempo que te resta? ¿Dónde está el foco de tu vida?
Porque allí está lo importante, lo trascendente.
Pero cuando haces primero lo segundo, te desenfocas. Hay
cristianos que no saben para qué viven, para qué vienen a la
iglesia, para qué oran y adoran. Sus vidas son aburridas por-
que han perdido el rumbo. Recuerda: Si el diablo no logra ma-
tar tu sueño, tratará de desenfocarte.
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Dios te dará un plan económico

Cuando Jesús nació, no era pobre. Dios le dio un plan econó-
mico: vinieron los sabios y le abrieron sus tesoros y, con ellos,
Jesús mantuvo tres años y medio de ministerio. Además, Dios
levantó mujeres ricas para acompañar al Señor. Esto significa
que cuando Dios te da un sueño, te dará un plan económico
para que sepas que tendrás una cosecha. Si tienes un sueño,
no lo vendas, porque hay un plan económico divino para que
se sostenga, se cumpla y alcances las metas de tu corazón. No
importa quién lo pague. Alguien lo hará.
Enfocado en la cosecha
La cosecha es distinta para cada uno. Porque es lo que cada

uno anhela. No juzgues los deseos de otros porque el que da
todas las cosas es Dios y Él lo hace conforme a lo que uno deci-
de. La cosecha que determines para tu vida será la que recibas.
Cada uno establece su cosecha. No te sientas mal porque al-
guien es bendecido y prosperado abundantemente. Esa per-
sona sencillamente estableció una cosecha más grande que
la tuya. ¡Tienes que enfocarte en la cosecha grande que hay
disponible para ti!
Tener la mente y el corazón en la cosecha

Job era un hombre próspero en todo sentido, pero un día lo
perdió todo. Inmediatamente vinieron sus amigos y empe-
zaron a hablarle y a criticarlo. Esto significa que, cuando tu
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foco está en la cosecha, siempre vendrá gente que intentará

introducirte en el pensamiento de la masa.
Los amigos de Job (¡amigos como esos mejor perderlos!) se
acercaron a decirle: “Sufres porque has pecado. Tus hijos se
murieron porque Dios te castigó”. Empezaron a soltar pala-
bras sin sentido porque querían lograr que Job tuviera “pen-
samiento de grupo” para que quitara su meta de la cosecha de
Dios y la colocara en la mentalidad de la masa. Nunca pongas
tu corazón en el pensamiento de la mayoría. No importa lo
que la gente opine. Que a ti no te importe porque, si eres fiel,
Dios verá tu fidelidad.
Enfocado en el sueño
Haz foco en tu sueño

Para mantenerte enfocado en la cosecha, debes estar enfoca-
do en el sueño, en lo que Dios quiere que logres. Si te desenfo-
cas de tu sueño, de la meta importante, de las cosas grandes
que Él te prometió, te vas a desenfocar de tu cosecha.
Ten en claro tu sueño, nunca lo pierdas de vista

Tu sueño debe estar enfocado. La gente tratará de distraerte
con detalles, pero tú estarás enfocado en tu meta. Cada vez
que te desenfoques de ella, regresa al lugar del altar para en-
contrarte con Él, para unirte en espíritu con Él. Así podrás
recuperar y activar el sueño que Dios te dio.
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Concéntrate en dar
Tu cosecha está escondida en tu semilla. Dios te ha dado se-
milla. De modo que, si quieres cosechar, tienes que sembrar.
Siembra lo que necesites. Si necesitas finanzas, siembra fi-
nanzas. Si necesitas ropa nueva, siembra la que tienes en tu
placárd. El que pide prestado o roba nunca prospera. El deu-
dor es esclavo del acreedor. No pidas prestado porque, si no,
morirás esclavo. Mejor, aprende a sembrar, a dar, porque en
tu semilla está escondida la prosperidad.
En Génesis 1 leemos: “hierba verde”, que es la vida en su pri-
mera fase. Representa la salud (porque las hierbas se usaban
para curar); y “fruto de árbol”, que representa la prosperidad.
Es decir, que la tierra fue creada con tres semillas: vida, salud
y prosperidad. Cuando Dios nos creó, tomó polvo de la tierra y
sopló. Como en la tierra ya estaban las tres semillas, estas pa-
saron a estar en tu vida. Tú y yo tenemos semilla de vida. Por
eso, tenemos ganas de vivir y respiramos. Además, tenemos
una semilla de salud. Por eso, cuando aparece un virus, nues-
tro cuerpo se encarga de expulsarlo; cuando nos cortamos,
nuestro cuerpo se cura solo. Porque el Señor nos dio semi-
lla de salud. Y tenemos también una semilla de abundancia.
Por esa razón, buscamos prosperar, avanzar, no estancarnos.
Esto no es malo porque tenemos semilla de abundancia que
Dios nos proveyó y nos empuja a multiplicar a cada momento.
No dejes de sembrar
Tienes que DAR. ¿Quieres que te escuchen? Escucha. ¿Quie-
res que te traten bien? Trata bien. No esperes a que te pres-
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ten semillas porque “Dios da pan al que come y semilla al que

siembra”.
Cuando estás enfocado en sembrar, comienzas a preguntarte:

“¿A quién puedo bendecir? ¿A quién le puedo dar un abra-
zo? ¿A quién puedo saludar? ¿A quién puedo decirle que voy
a orar por él en la semana? ¿A quién puedo compartirle La
Palabra? ¿A qué hospital puedo ir a orar por un enfermo?”.
Cuando te enfocas en dar, dar y dar, te aseguro que al que tiene
se le dará. Porque mejor es dar que recibir; al que da, se le dará
abundantemente; y lo semejante atrae a lo semejante.
Jesús fue una semilla que murió y resucitó. Él fue plantado en
la cruz, se levantó y ha cosechado multitudes desde entonces.
Miles de millones en todo el mundo lo aman porque la semilla
cae, se muere y vuelve a tener vida.
Enfocado en la inteligencia espiritual
Necesitamos tener inteligencia espiritual para saber: cómo

sembrar, cuándo sembrar, dónde sembrar, de qué manera
sembrar, cómo activar la cosecha, cómo enfocarnos en el sue-
ño. Dicha inteligencia posee tres puntos a considerar:
a. Conocimiento. Es la revelación de Dios para saber cuál es

el problema.
Nunca podrás resolver un problema, si no sabes cuál es. Si te
llevas mal con tu pareja o con tus hijos, pide conocimiento.
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Cuando tengas conocimiento, estarás listo para pedir el se-

gundo elemento que es:
b. Sabiduría. Es una solución de parte de Dios.

Cuando tienes conocimiento, necesitas sabiduría para resol-
ver el problema. La Palabra dice que, si uno necesita solucio-
nes para resolver los problemas, debe pedir sabiduría. Es la
llave divina que nos trae las respuestas para solucionar las
dificultades.
Un día le trajeron a Salomón un bebé y dos mujeres se lo dis-

putaban. Ambas decían que eran la madre de esa criatura.
Salomón no sabía qué hacer. Entonces pidió que le trajeran
al bebé y una espada para partirlo. Así le daría la mitad a cada
una. Entonces la verdadera madre dijo que se lo diera a la otra,
que no lo matara. Y el rey exclamó: “Esta es la madre porque
prefiere perderlo, antes que verlo muerto”.
Enseñanza: la espada es La Palabra. Cuando la levantas, ella

siempre te traerá luz sobre los grandes problemas que no sa-
bes cómo resolver. Su Palabra, que es Cristo, te dará sabidu-
ría. Tienes que llenarte de La Palabra y hablar La Palabra. Por-
que necesitas sabiduría para resolver todas tus dificultades.
c. Entendimiento. Es saber usar lo que aprendiste en el pasa-

do.
Por ejemplo, tuviste un problema y lo resolviste. Pasaron tres
años y apareció el mismo problema. Ahora no tienes que pedir
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oración, necesitas entendimiento que consiste en usar lo que

usaste antes y te sirvió. Tenemos que aprender de lo que nos
pasó antes. No podemos volver a cometer los mismos errores.
Cuando David enfrentó a Goliat, tuvo entendimiento porque
dijo: “Así como vencí al oso, voy a vencer a Goliat también”.
Cuando Dios llamó a Abraham, si bien era próspero, no tenía

hijos. Y el Señor le anunció: “Te haré padre de multitudes, el
padre de la fe”. En consecuencia, Abraham fue el primero en
su generación de los hombres de fe. Tu cosecha es para que
seas el primero de tu generación en algo que Dios te da. ¡De-
termínate a ser primero en algo!
Dios desea que superes a tus padres y que tus hijos te superen
a ti. Él te hará el primero en tu generación.
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Capítulo 22
¡NO ME PREOCUPO MÁS!

Si no lo hago yo, ¿quién lo va a hacer?
Dios está en control de tu vida
“No tengas miedo”, respondió Eliseo. “Los que están con

nosotros son más que ellos”.
(2 Reyes 6:16)
El enemigo tratará, por todas las maneras y caminos, de ro-

barte la paz. Porque el diablo sabe que la paz es lo más valio-
so que un cristiano puede tener. Puedes ganar muchas cosas
pero, si no tienes paz, no te sirve de nada. Eclesiastés 4:6 dice:
Más vale poco con tranquilidad que mucho con fatiga.
Cuando el enemigo te robe la paz, te robará lo más importante.
Si no tienes paz, te llevarás mal con todo el mundo.
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La Paz es una cobertura que Dios pone en tu corazón
Tu corazón tiene que estar rodeado de paz, porque de tu co-

razón mana la vida. Tu vida sigue a tu corazón y, si este está
rodeado de paz, tu vida seguirá el camino de paz. Si el enemigo
quita la cobertura de tu corazón, la paz, este entrará en aflic-
ción. Tu espíritu se afligirá y tu mente y tu cuerpo seguirán el
camino de tu corazón. Por eso, la paz es lo más importante.
Paz para Dios no es ausencia de problemas, sino tener, en

medio de las dificultades, una cobertura espiritual. Él no te
promete que no tendrás problemas, porque Jesús dijo: En el
mundo tendrán aflicciones, pero tranquilos; yo he vencido al
mundo. Mi paz les dejo, mi paz les doy”. Jesús está diciendo:
“Tendrás problemas pero yo voy a rodear tu corazón de una
cobertura de paz. Y, cuando tu espíritu esté rodeado de paz,
toda tu vida tendrá paz”.
La paz para los hijos de Dios significa que Él está en control.
No importa el problema que tengas, el Señor está en control. Y
cuando Él está en control y esa verdad rodea tu corazón, todo
lo que haces te sale bien.
Algunas personas creen que, si se preocupan, son res-

ponsables
¿A cuántos de nosotros nos dijeron alguna vez de niños: “¡Va-

mos, preocúpate! ¡No seas irresponsable!”? Y crecimos con
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ese concepto. Dicho de otro modo, Dios no nos llamó a preocu-

pación sino a paz.
Cuando el enemigo remueve la cobertura, tus ojos dejan de
ver lo que Dios está haciendo en tu vida para pasar a ver lo que
el diablo está haciendo. Por otro lado, el diablo sabe que, si te
concentras en su accionar, el Señor no completará su obra en
tu vida. Es por ello que La Biblia expresa: Puestos los ojos en
Jesús, no en el diablo. Para que Dios acabe su obra.
¿Cómo puedo mantener la paz, la cobertura en medio de

los problemas?
No me preocupo más porque estoy siendo guiado, no

dirigido
Dios no te dirige, te guía. Dios te dice cuál es el camino, dónde
queda, y te acompaña cada día de tu vida. Si esta verdad se re-
vela en tu espíritu, no te preocuparás más. Porque no caminas
dirigido, sino que caminas cada día con el Espíritu de Dios.
Dice Romanos: Porque si sois guiados por el Espíritu, no es-

táis bajo la ley. El Salmo 23 declara: Me guiarás por sendas de
justicia por amor de tu nombre. Por esa razón, no te preocu-
pes porque no tienes un Dios que no solamente te dice dónde
queda lo bueno, sino que, además, camina contigo.
Dios jamás se perdió, nunca perdió una batalla, nunca se equi-

vocó de dirección. Él te llevará. Jesús expresa: Mis ovejas oyen
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mi voz y me siguen, porque YO a las ovejas no las dejo solas,

YO camino con ellas.
No importa el problema que tengas, Dios te está guiando y te

guiará a bendición.
No me preocupo más porque no oculto mis fallas

En la historia de David, cuando Samuel fue a buscar al nuevo
rey, se encontró con Eliab y exclamó: “Este es el rey”. Pero Dios
le dijo: “No mires su apariencia.” Porque Eliab olía a perfume,
era fuerte, sabía pararse, tenía oratoria; pero era un cobarde
delante de Goliat. Sin embargo, cuando vino David, que era
el último de los hermanos, olía mal, tenía la ropa rota porque
mataba osos y leones. Es decir, que no calificaba a los ojos del
profeta. David estaba mal vestido en su exterior, pero vestido
de valor en su interior.
Deja de cuidar tu apariencia, de guardar tus problemas y de

mostrar un rostro de súper espiritual. Muéstrate tal cual eres,
sé tal como eres. Dios levantará gente que no solo cuida su
apariencia, sino que sabe pararse delante de Goliat. Y, aunque
para los demás no califiques, para el Señor estás vestido de
valor y listo para la batalla.
Dice La Biblia que “somos tesoros en vasos de barro”. Cuanto

más vea la gente tu barro y mi barro, más valorará el tesoro
que tenemos. El problema es que llevamos el Evangelio (el
tesoro), pero no mostramos el vaso. Queremos mostrar que
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el vaso es de oro, cuando no lo es. ¡Porque es de barro! Tienes

que atreverte a decir: “Yo soy de barro, me equivoco, tengo
problemas… pero no lo oculto”.
Si atraviesas problemas, no los ocultes. Si tienes problemas
personales, familiares o económicos, ¡bienvenido al planeta
Tierra! Si tienes dificultades porque tu fe decae, ¡bienvenido al
planeta Tierra! Si volviste a caer en la misma adicción, no im-
porta. Si volviste a caer en el mismo vicio, no importa. Mués-
trate como eres, vuelve a ponerte de pie, porque Dios usará a la
gente que, aunque por fuera no aparenta mucho, en su interior
es gente que vale para Él.
Dios no usará gente súper espiritual sino gente que dice:

“Caí, pero siete veces cae el justo y vuelve a levantarse”.
No me preocupo más porque estoy esperando algo

glorioso
Jesús les dijo a los apóstoles: “Quiero que se junten porque
dentro de no muchos días vendrá el Espíritu Santo”. ¡Imagí-
nate a los ciento veinte ahí esperando impacientes! Pasaban
los días, seguían orando, y nada sucedía. Pero allí estaban, un
día, dos días, diez días, veinte días, treinta días, cuarenta días,
cincuenta días... cuando, de pronto, vino el Espíritu Santo.
Enseñanza: No importa cuántos días hayan pasado en tu vida,
tienes que esperar algo glorioso que dentro de poco vendrá.
Hay una gloria que caerá sobre tu problema. No te muevas de
la promesa que Dios te dio. Si Él te dio una promesa, no impor-
ta que pase una semana, dos semanas o tres semanas. Porque
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Aquel que prometió derramará su gloria. Algo está por explo-

tar en tu vida, algo grande va a venir. No te preocupes porque
estás esperando una gloria que nunca viviste. No te preocupes
porque hoy tu problema está, Dios te dio una promesa y, aun-
que no sientas nada, aunque vivas lejos de la iglesia, aunque no
te traten bien, aunque no entiendas La Biblia, puedes aferrarte
a Su promesa.
no te muevas de lo que él te prometió
Hoy no ves nada, hoy no sientes nada, pero… de repente, de

pronto, de golpe, de un minuto para el otro, el lugar empezó
a temblar y el Espíritu Santo llegó; lenguas de fuego fueron
repartidas y esas ciento veinte personas impactaron a las na-
ciones del mundo.
No importa lo que hoy te está sucediendo, mantente

firme en la promesa
En 2 Reyes 6, Eliseo estaba con su criado, carros de soldados

los habían rodeado y Giezi estaba asustado. Eliseo oró a Dios
para que le abriera los ojos a Giezi. Cuando este abrió los ojos
del espíritu, ¡vio ángeles de a caballo y con carros de fuego! Vio
que eran más los que estaban con ellos que los que estaban en
contra de ellos.
Lo que hoy estás viendo no es verdad. Cuando se abran los ojos

de tu corazón, verás el mundo espiritual y Dios te rodeará de
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bendición, de salud, de prosperidad. Hay millones rodeándo-

te, hay ángeles rodeándote, hay prosperidad rodeándote. ¡No
te preocupes más!
No me preocupo más porque en mi boca hay un milagro
Eliseo primero declaró La Palabra y luego oró. Nada sucede

hasta que no lo declares. Tu milagro está en tu boca. Lo que
quieres que suceda, primero tienes que declararlo con tu boca.
Cuida muy bien lo que hablas, porque hay un milagro en tu
boca. Si el milagro no está viniendo, es porque no lo declaraste.
Nada sucederá hasta que no lo declares

Declárate sano, próspero. Declara a tus hijos en Cristo. Aun-
que tengas problemas en tu matrimonio, declara que habrá
restauración y bendición. Porque no me muevo por lo que veo,
sino por fe. Lo que Dios dijo sobre mi vida es la única verdad.
Leemos en Isaías: Tu guardarás en completa paz a aquél cu-
yos pensamientos perseveren en ti. Si anhelas disfrutar de
paz en tu mente, tus pensamientos deben estar enfocados en
la verdad de Dios. No puedes quejarte porque, cuando lo ha-
ces, estás atrayendo maldición a tu vida. Di: “Estoy en victoria
y cada día mejorando”. Y no estás mintiendo, sino que estás
declarando tu milagro.
En tu boca está el milagro

¡No ores en silencio, aprende a declarar bendición en voz alta!
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El diablo fue echado de su trono porque Dios dijo: “Voy a crear

al hombre, corona de la creación y ustedes lo van a servir.” El
ángel Lucero se enojó y arrastró a la tercera parte de los án-
geles con él. Esto significa que la tercera parte de los ángeles
te odian y me odian, porque el Señor los expulsó. Lucero se
quedó sin trono, y ahora anda de aquí para allá, de allá para
aquí, buscando lugar en la vida de la gente. Él no tiene un lugar,
pero tú y yo tenemos un lugar en el mundo espiritual: estamos
sentados juntamente con Cristo reinando con Él.
No cedas tu lugar de autoridad. Confiesa que tienes autoridad.

Pon límites a lo malo, saca los límites a lo bueno, declara un
milagro, habla fe y no te juntes con chismosos, quejosos, nega-
tivos y personas que hablan en pequeño. Comienza a confesar
porque estás cerca de que Dios te abra los ojos del espíritu y
veas toda la bendición que estabas necesitando.
David conquistó una ciudad con tres hombres inteligentes que

declaraban palabra de fe. Porque Dios no se mueve por canti-
dad sino con gente de sabiduría que aprende a declarar. Todo
lo que confieses con tu boca, con fe, lo recibirás. Si lo confiesas
y lo crees.
No me preocupo más porque hay una unción nueva

para mí
Elías tenía un manto que era de lana. Llegó donde estaba Eli-
seo y se lo arrojó. Eliseo vio algo, vio la gloria. Cuando busques
la gloria, no te va a atraer la gente que tiene gloria, sino la glo-
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ria que está en esa gente. Entonces Eliseo le dijo: “Señor, deja
que despida a mis padres”. ¿Por qué le dijo eso? Porque hasta
que no despidas tu vieja paternidad, nunca recibirás la nueva
paternidad. Eliseo no será tu padre espiritual hasta que no
despidas a tu viejo padre; no recibirás un manto nuevo hasta
que no dejes tu manto viejo; no abrazarás lo nuevo hasta que
no vayas y despidas todo lo viejo. Eliseo tenía dinero y bueyes,
pero dejó todo porque empezó a depender de su nuevo Padre
que era el Señor.
Hay una nueva unción esperándote. Declara: “Señor, deja que
despida mi pasado porque no hay nada allí comparado con la
unción nueva”.
No me preocupo más porque hay un tanque dentro

de mí
El tanque es la ADORACIÓN. Porque cuando empiezas a ala-
bar, a adorar, el agua del tanque empieza a brotar. Los salmos
eran cánticos. Cada vez que David tenía un problema, cantaba.
Él sabía que un canto de adoración libera el potencial.
No olvides que hay un tanque dentro de ti y, cuando levantas
tus manos y adoras a Dios, se suelta poder en tu vida. Hay ener-
gía dentro de ti y, cuando adoras a Dios, hay fuerzas nuevas.
Dios te dice que, de pronto, va a hacer lo que estás esperando.

Y eso sucederá de repente. Él no te revela el día, pero te dice:
Dentro de no muchos días. No te da el día ni la hora porque
está enseñándote a que estés sentado sobre Su Palabra: “Sé
que, de un momento a otro, mis ojos se abrirán”.
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Capítulo 23
CUANDO UN PADRE RECONOCE A SU HIJA

Mi papá nunca me presta atención
El poder de la validación
“¡Está bien, iré contigo!”, dijo Débora. “Pero, por la manera

en que vas a encarar este asunto, la gloria no será tuya,
ya que el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer”.
(Jueces 4:9)
El diccionario define validar como “dar fuerza y firmeza a una

cosa o a una persona”. También significa “gozar de la confianza
y el respaldo de un gobernador o de un jefe”.
A medida que Dios iba creando el mundo, exclamaba: “¡Es

bueno!”. ¿Por qué Dios decía que era bueno, a medida que
creaba? Porque estaba validando, dando fuerza y firmeza, a
lo que había creado. Pero cuando el Señor creó al varón y a la
mujer, no dijo: “¡Es bueno!”, sino: “¡Es muy bueno!”. Les estaba
diciendo: “Ustedes son lo máximo, son unos campeones, son
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maravillosos, son mis hijos. Los amo y son lo mejor de lo que

hice hasta ahora”. Esa validación que Dios hizo, al varón y a la
mujer, es sinónimo de la afirmación de Él sobre ellos. La nece-
sidad número uno de cualquier ser humano es ser validado
por sus padres.
Validar es reconocer
Hoy sabemos que el gran conflicto que hay en muchas perso-

nas es la falta de validación de un padre. Por eso, la ausencia
de un papá que las valide, les dé fuerzas y firmeza y reconozca
a sus hijas, hace que hoy muchas mujeres sufran por ello.
En La Biblia hay muchísimas historias muy tristes y otras muy
buenas sobre este tema. Por ejemplo, Labán tenía dos hijas.
Una se llamaba Lea y la otra, Raquel. Raquel era hermosa,
pero Lea no lo era (aunque La Escritura la describe como una
persona “de ojos delicados”). Lea nunca fue validada por su
padre. Al contrario, fue descalificada. Un hombre llamado
Jacob se enamoró de la hermana de Lea y fue a hablar con La-
bán para decirle que se quería casar con la más linda. Esta fue
su respuesta: “De acuerdo, pero tienes que trabajar siete años
para mí”. Entonces el hombre habló con Lea y le explicó que,
cuando Jacob acabara de trabajar los siete años, se la daría a
ella por esposa. Cuando la entregó, Lea estaba con un velo.
Jacob se dio cuenta del engaño y fue a reclamarle a Labán.
Este le dijo que era la costumbre del lugar, así que Jacob debió
trabajar otros siete años por Raquel.
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Cuando no eres validada por papá tendemos a elegir una pare-

ja equivocada. Una mujer que no es validada por su padre tiene
su estima destruida y recurrirá, seguramente, al engaño para
tratar de sentirse amada por alguien.
Lea dijo: “Tengo que lograr que este hombre me ame, que se
enamore de mí”. Así que recurrió a la estrategia más común
del Antiguo Testamento que era darle hijos al marido. Le dio
cuatro hijos a Jacob.
Cuatro tipos de papás que no supieron, no pudieron o no

quisieron validar
1. El padre que rechaza: el caso de Labán

El rechazo no es igual al abandono. Este último es: “Me gus-
taría que estés conmigo, pero no tengo el amor suficiente para
darte. Por eso, te dejo”. Rechazo es: “Tengo el amor para darte,
pero no te lo quiero dar; tengo la capacidad de amarte, pero no
me interesa hacerlo, no quiero que estés conmigo”.
Cuando una mujer es rechazada siempre caminará con culpa,

y con una emoción que la llevará a decir: “Mi papá no me quiso
porque soy mujer”, le activará el ser buena. Son esas mujeres
buenas que expresan:
“Si soy buena, como Lea, me va a amar”.
“Mi marido, aunque me golpea, si soy buena, me va a amar”.
“Si le doy hijos, me va a amar”.
Ellas canjean bondad por un poco de amor; pero lo único que
logran es encontrarse con Jacob.
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La Biblia dice que algo le pasó a Lea y, cuando tuvo el cuarto

hijo, despertó y le puso por nombre Judá, que significa “alabar
al Señor”. Es decir, que se dio cuenta de que no tenía que ga-
narse el amor de su esposo, sino que tenía que experimentar el
amor de Dios. Si puedes entender que el Padre del cielo te ama,
y recibir su amor, hoy tu vida comenzará a ser una verdadera
alabanza y adoración.
2. El padre pasivo
Es el que no asume su rol. Es el papá a quien la hija le pierde el
respeto porque, aunque está presente a nivel físico, no lo está a
nivel espiritual y emocional. Son los hombres depresivos que
solo logran contar la historia de su familia y llorar. Tal vez de-
sean tener un rol activo, pero nunca lo logran. Como sus hijas
nunca fueron validadas por ellos, ellas recurrirán, por lo ge-
neral, a la seducción. En su mente, inconscientemente, dicen:
“Como nunca fui deseada por papá, ahora voy a hacer que los
hombres me deseen”. Son seductoras por naturaleza, ya sea en
su conducta o en su forma de hablar, porque en el fondo tuvie-
ron un padre pasivo que nunca las validó. Entonces, conside-
ran que, si un varón las desea, sentirán que han recuperado lo
que su padre nunca les dio.
3. El padre dominante
Son aquellos padres que insultan, maltratan y buscan ser ve-
nerados y adorados. Más que padres son carceleros y, más que
pedir, demandan. De este modo, destruyen lentamente la esti-
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ma de sus hijas que terminarán siendo sumisas porque su esti-

ma fue destruida por ese hombre que siempre las maltrataba.
Muchas mujeres fueron violadas repetidas veces por su padre
biológico. Nunca fueron abrazadas o acariciadas con amor,
sino que las tocaban solo para destruirlas. Se han vuelto sumi-
sas y repetirán la historia buscando a alguien que las maltrate;
o, por el contrario, se transformarán en mujeres dominantes
que se han propuesto que nadie más les destruya la vida. Ellas
caminan por la vida diciendo: “No necesito nada de nadie, a mí
nadie me va a volver a pisotear”.
4. El padre idealizador
Son los padres que hicieron de su hija la preferida o la favorita.
Parece que validaron pero nunca lo hicieron. Solo transmi-
tieron la imagen de: “Hija, nadie es como yo, yo soy el mejor
papá”. Entonces, la niña, en vez de ser hija, se transforma en
esposa. Esas mujeres hablan muy bien de su papá y cuentan
que es maravilloso y nunca habrá nadie como él. Pero, cuando
van al trabajo, buscan sentirse poderosas. Se dirigen a lugares
de poder porque, como tuvieron un lugar especial en el cora-
zón de papá, no pueden pasar desapercibidas.
Cuando falta validación, tu búsqueda interpersonal siempre

se quiebra y terminarás eligiendo equivocadamente, como
Lea. Tu autoestima se rompe y tu sensación de seguridad inte-
rior se deshace.
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Ebook adquirido por
Débora, en La Biblia, representa a la mujer que fue validada.

Ella fue jueza y profeta. Un día fue a buscar a un hombre lla-
mado Barac, el jefe de un ejército, para darle un mensaje de
autoridad. Esto significa que Dios levantará a mujeres “Débo-
ra”, que tendrán capacidad de liderazgo, que no temerán ir a
motivar a otros, que inspirarán a otros para ir a la guerra y les
dirán: “Donde estás no es el lugar que Dios tiene para tu vida;
tu destino es el lugar de tu victoria”.
Cuando Barac recibió la palabra de ir a la guerra, respondió

que iría a la guerra, pero si Débora iba con él. Estaba todo el
ejército listo y él le preguntó a ella qué decía el Señor. Así dice
el Señor: “Ve adelante”. Cuenta la historia que Débora profeti-
zaba debajo del árbol. El árbol representa la comodidad. Pero
ella salió de debajo del árbol, se paró al frente de la batalla y
dijo lo mismo que había dicho al pie del árbol.
Enseñanza: Dios levantará a mujeres que serán guerreras,

que no dirán determinadas palabras en los momentos de ben-
dición y otra en los tiempos de dificultad. Mujeres con espíritu
firme que expresarán: “Lo que dije en bendición lo digo en me-
dio de mi conflicto: Dios está conmigo”.
Dios pondrá el espíritu de Débora en estas mujeres y serán
motivadoras. Hablarán La Palabra de fe en las buenas y en las
malas.
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Mujeres seguras de sí mismas
Viene el tiempo en el cual las mujeres dejarán de seguir a otros

para decir: “Síganme a mí, porque Dios está conmigo”. Débora
nunca necesitó a un hombre. Ella dijo: “Si Dios está conmigo, y
me dio un sueño y una palabra, con eso me alcanza”.
El Señor levantará una generación de mujeres llenas de Dios.

Los hombres serán conducidos por mujeres que habrán es-
cuchado con claridad la voz poderosa del Señor. Las mujeres
libertarán naciones enteras. La gloria de las próximas batallas
será dada por Dios en la mano de mujeres que declaren: “Dios
está conmigo”. Dios levantará a mujeres con capacidad de go-
bierno, que libertarán naciones porque sabrán lo qué están
haciendo.
No importa, mujer, que tu papá te haya rechazado. Hay un Pa-

dre más grande que puede validarte y darte lo que nunca él te
dio. Dios es el Papá grande que está en tu corazón y, cada vez
que te mira, dice: “Eres lo mejor, eres lo máximo, Jesucristo
murió por ti y lo volvería a hacer todas las veces que sean nece-
sarias. Te amo, donde vayas estaré contigo; cuando te acues-
tes, estaré a tu lado; cuando te despiertes, ahí estaré; y aun
cuando te equivoques, te seguiré amando”.
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Mujer, te invito a pensar en tu papá biológico:
-Tal vez fue como el papá de Lea, un hombre que te rechazó y

sistemáticamente te alejaba de él.
-Un papá que directamente te dijo: “No te quiero”.
-Quizás tu papá no te fue a ver al nacer, por haber sido mujer.
-Quizás tu papá nunca pensó en un nombre para darte, porque
el único nombre que había pensado era para un varón.
-Tal vez tu papá te lastimaba con crueldad, te pegaba, te mal-
trataba. Fue un hombre que nunca te abrazó ni te dijo: “Te
amo”. Incluso puede haber tocado tu cuerpo y haberte abusa-
do, pero nunca dijiste nada porque sentiste vergüenza que se
mezcló con temor, indignación y culpa.
-Tal vez tuviste un papá que llegaba borracho, o con otras mu-
jeres, y al que no le interesaba amarte y validarte.
-Quizás tu papá es pasivo, depresivo, y los pocos recuerdos de
él que tienes son: verlo tirado en la cama, llorando, en silen-
cio. Cuando hablaba una palabra, sentías algo especial porque
nunca hablaba. A este hombre no le interesaba nada. Era tan
pasivo, que tu mamá tenía que hacer todo.
-Tal vez viviste con un papá que fue idealizado, que te trató
como la favorita y te hizo sentir muy especial. Y hoy la culpa
está en tu vida por ese lugar que nunca quisiste, aunque te haya
gustado.
-O puede ser que no hayas tenido un papá de ningún tipo…
Por eso ahora, como padre espiritual, me coloco en el lugar de

tu papá biológico y te digo:
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Hija, te pido perdón por no haber estado al lado tuyo. Te pido

perdón por no haber participado de tus alegrías. Te pido per-
dón por no haber estado cerca cuando más lo necesitabas. Te
pido perdón por no haberte ayudado en tus errores. Te pido
perdón por no haberte dado el dinero que necesitabas. Te pido
perdón por haber desaparecido, por haber sido tan duro, por
no haberte entendido. Te pido perdón por las veces que me
quisiste contar eso tan importante para ti que yo consideré
insignificante. Te pido perdón por haberte criticado y desca-
lificado. Te pido perdón por no haber estado en tu casamiento
y cuando nació tu hijo, en esos momentos tan lindos. Te pido
perdón por haberte exigido cosas tan tontas. Te pido perdón
por haberte abandonado. Te pido perdón porque te violé y te
abusé. Te pido perdón por no haber estado en tu cumpleaños.
Te pido perdón por haberme muerto. Te pido perdón porque,
cuando me separé de tu madre, desaparecí y formé otra fa-
milia que siempre quise más. Hoy te pido perdón, hija mía, y
te valido, te reconozco. Quiero decirte que te quiero.
Yo me paro como padre espiritual en el lugar de ese hombre

que no cumplió su rol y te digo: “Hija, te bendigo, te amo, eres lo
más grande, eres lo mejor”. En este momento, el Dios Padre, el
Padre de la luz, el verdadero Papá, el Gran Padre, te dice: “Hi-
jita, Yo soy tu Creador. Yo te formé en el vientre de tu madre.
Yo te cuidé. Cuando naciste, allí estaba Yo, alegrándome de tu
nacimiento. Cuando fuiste al colegio, allí estaba Yo, acompa-
ñándote. Cuando corrías y te divertías, hijita, allí estaba Yo.
Cuando lloraste y sufriste y pensaste que nunca terminaría ese
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dolor, allí estaba Yo. Cuando tuviste preguntas que nadie con-
testó, allí estaba Yo. Como el Padre todopoderoso del cielo, te
bendigo. Bendigo tu entrada y tu salida; bendigo tu trabajo y el
fruto de tus manos; bendigo a tus hijos y a los hijos de tus hijos;
bendigo a tu familia; bendigo a tu pareja. Y, sobre todo, te ben-
digo a ti. Te amo, eres la niña de mis ojos, mi hijita preferida. Te
amo como si nadie más existiese en este mundo. Mi hijo Jesús
dio la vida para que estemos juntos en este momento”.
Tenemos a un Dios que puede suplir todo lo que nuestros pa-

dres no nos dieron. Tenemos a un Dios que viene en el mo-
mento del cuarto hijo, donde Lea reacciona y dice: “No voy a
tener más hijos para que me den amor; ahora adoraré”. Lea
se conectó en adoración. La adoración consiste en conectarse
con Papá. Y, cuando logres entender qué es ser un adorador, el
corazón del Padre se te revelará. Cuando el Padre se te revela,
todo es satisfecho, porque Él da todo más abundantemente de
lo que entendemos.
Tendré doble profesión: seré profeta y juez
Débora era profeta. Quiere decir que oía la voz de Dios. En

los próximos años, la voz que saldrá de tu boca será la voz del
cielo. Y cuando Dios hable contigo y te dé su Palabra, todo lo
que hagas te saldrá bien. Caminarás con la seguridad de que
lo que hables no es tu mente, sino la voz de Dios que está en tu
corazón.
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La Biblia dice que, además, Débora era jueza, que quiere decir
“gobernadora”. Esto representa el hecho de que Dios nos va a
restaurar a varones y mujeres para que gobernemos esta Tie-
rra, para que no estemos abajo sino arriba, para que la Tierra
reconozca los pies que la están pisando y están llenos de Cristo.
Pablo estaba en la cárcel, esposado, escribiendo Filipenses.

Allí leemos: “Gozaos, y otra vez digo: Gozaos”. Porque el gozo
es una decisión que no depende de tus circunstancias, sino de
tu comunión con Dios. Pablo escribió: “Lo que me está suce-
diendo es para que el Evangelio avance”.
La palabra avanzar es una palabra militar que quiere decir que
había un grupo de avance, soldados que entraban en los bos-
ques y sacaban las malezas. Ellos solamente cortaban y detrás
venía el ejército a atacar. Esto significa que todo lo malo que te
pasó lo único que ha logrado es correr las malezas. Porque tú
vienes detrás para tomar todo lo que el Señor te prometió. El
dolor que sufriste Dios lo usará para tu avance.
Dios levantará una iglesia formada por hombres y mujeres

lastimados en su pasado, pero sanados en su presente. Por-
que un día abrazaron a Jesucristo y al que está en Cristo, todo
se le hace nuevo. Habrá hombres y mujeres que caminarán
y dirán: “Yo estuve donde tú estás, ahora quiero que estés
donde yo estoy”. Hay un Dios agradable que trabajará codo
a codo contigo, hasta que levantes el muro de tu bendición y
tu sueño sea realidad.
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Capítulo 24
CUANDO UN PADRE RECONOCE A SU HIJO

Para mi papá soy un inútil
El poder de la validación
Ya crecido el niño, se lo llevó a la hija del faraón, y ella lo

adoptó como hijo suyo; además, le puso por nombre Moisés,
pues dijo: “¡Yo lo saqué del río!”.
(Éxodo 2:10)
Cuentan Las Escrituras en Éxodo 2 que hubo un levita quien

tomó por esposa a una mujer de su propia tribu. La mujer que-
dó embarazada y tuvo un hijo. Al verlo tan hermoso, lo escon-
dió durante tres meses. Cuando ya no pudo seguir ocultán-
dolo, preparó una cesta de papiro y, poniendo en ella al niño,
fue a dejarla entre los juncos que había a la orilla del Nilo. Pero
la hermana del bebé se quedó a cierta distancia para ver qué
pasaría con él. Mientras tanto, la hija de Faraón, que estaba
bañándose en el río, vio la cesta entre los juncos y ordenó a una
de sus esclavas que fuera por ella.
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Cuando abrió la cesta y vio que un niño lloraba, le tuvo compa-

sión, pero aclaró que se trataba de un niño hebreo. La hermana
del niño, preguntó entonces a la hija de Faraón: “¿Quiere usted
que vaya y llame a una nodriza hebrea para que críe al niño por
usted?”. La hija de Faraón respondió: “Ve a llamarla”. La mu-
chacha fue y trajo a la madre del niño, a quien la hija de Faraón
dijo: “Llévate al niño y críalo, yo te pagaré por hacerlo”.
Fue así como la madre del niño se lo llevó y lo crió. Tiempo

después, cuando el niño ya había crecido, se lo llevó a la hija de
Faraón quien lo adoptó como hijo suyo y le puso por nombre
Moisés. Un día, cuando Moisés ya era mayor de edad, fue a
ver a sus hermanos hebreos y pudo observar sus penurias. De
pronto, vio que un egipcio golpeaba a uno de ellos y en un rapto
de furia mató al egipcio, escondiéndolo en la arena. Faraón se
enteró de lo sucedido y causó temor en Moisés, pues trató de
matarlo. Por esto, Moisés huyó de Faraón y se fue a la tierra de
Madián donde se quedó a vivir junto a un pozo.
El sacerdote de Madián tenía siete hijas, las cuales solían ir a
sacar agua para llevar y darle de beber a las ovejas de su padre.
Pero los pastores, cuando ellas llegaban, las echaban. En una
ocasión, Moisés intervino a favor de ellas, las puso a salvo de
los pastores y dio de beber a sus ovejas. Cuando las muchachas
llegaron a la casa de Jetro, su padre, las jóvenes le contaron
cómo un egipcio las había defendido. “Invítenlo a comer”, dijo
el padre. Moisés convino quedarse a vivir en la casa de aquel
hombre quien le dio por esposa a su hija Séfora, con la que tuvo
un hijo que llamó Gerson.
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Luego de haber leído esta historia, me gustaría que en este mo-

mento corramos el telón y nos introduzcamos en la intimidad
de un hombre que tuvo tres padres, pero ninguno alcanzó a
funcionar como uno verdadero. Observemos el corazón de un
hombre y lo que sucede en este cuando su padre no lo reconoce
ni lo valida. Investiguemos cómo Dios intervino en la vida de
este gran hombre llamado Moisés y lo convirtió en uno de los
mejores líderes que la historia ha tenido en esta Tierra.
Validar
Validar quiere decir “dar fuerza o firmeza” a una cosa o per-

sona. El diccionario dice que una persona validada es aquella
que goza de la confianza y el respaldo de un superior.
Cuando leemos Génesis, vemos que Dios va creando las cosas:

la luz, la tierra, el sol, etc. Y a medida que lo va haciendo, ex-
clama: “Es bueno”. Al día siguiente, crea otras cosas y vuelve a
decir: “Es bueno”. Pero en el día sexto, cuando crea al varón y
a la mujer, exclama: “¡Esto es muy bueno!”. Dios decía al crear
cada cosa que era buena porque estaba validando, dando fuer-
za y firmeza, a lo que Él había creado. La validación afirma
que lo validado le pertenece al que valida. Entonces, cuando
Dios expresa: “Esto es muy bueno”, al crear a Adán y a Eva,
está diciendo: “Ustedes son muy buenos, son maravillosos,
son unos genios, son hermosos”.
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Todos los varones necesitamos que nuestro papá

nos valide, nos reconozca
Vemos en la historia de Moisés algo muy interesante:
Primer papá
El capítulo 2 de Éxodo cuenta que Moisés tuvo un padre bio-
lógico que no tuvo la oportunidad de reconocerlo, afirmarlo y
validarlo.
Abandono no es lo mismo que rechazo. Rechazo es “no quiero

que estés conmigo, no te soporto”. En cambio, abandono es
“me gustaría estar contigo, me gustaría que estés conmigo,
pero no tengo el amor suficiente para que podamos estar jun-
tos. Por eso, te dejo”. Siempre detrás del abandono hay una
carencia de amor. Cuando una persona es abandonada, tiene
un hueco en su personalidad y buscará, en la mayoría de los
casos, ese amor por la vida, en distintas personas, lugares o
situaciones. Son personas que fueron abandonadas y cami-
nan errante por la vida, buscando y buscando suplir ese amor
como fuese posible.
En la época de Moisés, Faraón sacó un edicto para matar a

todos los niños varones. Entonces, la mamá del niño lo colocó
en una cesta y lo dejó a la orilla del río. En otras palabras, no
solamente lo abandonó el padre a Moisés, sino que además
hubo una sentencia de muerte sobre su vida. Cuando la hija
del Faraón vio eso, tuvo compasión y terminó pagándole a la
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madre biológica para que lo criara. De esta forma, Moisés no

solamente no fue muerto, sino que además su madre recibió
dinero para criarlo.
Enseñanza: tal vez tu papá o tu mamá no te validaron y te

abandonaron. Pero Dios puso gente para que te criara. Él te
proveyó de personas que sí te amaron, que prepararon una
cesta y te estuvieron cuidando a la orilla del río.
Es verdad que:
• Hay gente que te abandonó; pero hay gente que se
quedó cerca de ti.
• Hay gente que te lastimó; pero Dios puso gente que
te sanó.
• Hay gente que nunca te quiso; pero Dios siempre tra-
jo a alguien amoroso. Porque cuando la gente te lasti-
ma, Él siempre levanta gente que te ama, te bendice y
te restaura.
Un ejemplo de lo que significa el abandono es cuando Jesús se

paró delante de la tumba de Lázaro y gritó: “¡Lázaro! ¡Ven fue-
ra!”. Lázaro salió vendado y empezó a saltar y el Señor pidió:
“¡Desatadle y dejadle ir!”. Esto significa que existe gente que te
vendó y te metió en la tumba; pero hay uno más grande que va
a gritarte para sacarte de la tumba. Él te dirá: “La gente puso
sentencia de muerte sobre ti, pero yo hablaré vida sobre tu ho-
gar, tus asuntos y tu futuro”. ¡Hay gente que te vendó, pero Dios
proveerá gente que te quitará las vendas y te sanará!
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Volviendo a la historia de Moisés, leíamos que, cuando la

mamá lo vio, dijo que era “bello”. Pero en el original dice que
“vio que su hijo tenía un sueño, un propósito”. En otras pala-
bras, no importa lo que te ha sucedido, hay un sueño de Dios
y, aunque te dejen a la orilla del río, aunque el enemigo haya
soltado una sentencia de muerte, Dios acercará gente para que
crezcas en el sueño de Él y alcances todo lo que Él puso en tu
corazón. Aunque tu pasado fue doloroso, el Señor nunca con-
sulta tu pasado para determinar tu futuro. Tu presente será
abierto delante de tus ojos, porque para el que cree todo es
posible.
Había una sentencia de muerte sobre tu vida. Satanás había

decretado matarte, pero alguien antes del tiempo llegó. Su
nombre es Jesús de Nazaret. Él te liberó, canceló la sentencia
de muerte, y te vuelve a levantar para que la grandeza de Dios
brille en tu vida. No solamente alcanzarás tu sueño, sino que
el mismo Faraón que te quiso destruir terminará pagándo-
te y trayendo los recursos para que alguien amoroso pueda
cuidarte, amarte y bendecirte. El mismo que soltó maldición
sobre tu vida traerá a su gente y la pondrá a tu disposición.
Segundo papá
Moisés vivió cuarenta años en Egipto y Faraón fue su segundo
padre: su papá adoptivo. Lo vio crecer, pero siempre tuvo am-
bivalencia con respecto a él. Lo amaba y, por eso, no lo mató;
pero lo detestaba porque era hebreo.
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Hay gente que tuvo padres como Faraón. Un papá que te que-
ría, pero a la noche te pegaba. Un día te amaba y otro día sa-
caba el cinturón y te castigaba. Por un lado, te decía cosas que
te demostraban su amor, pero por otro lado hacía otras cosas
que te demostraban su odio. Así creciste en medio de una am-
bigüedad: “Sé que me quiere, ¿pero por qué me pega? Sé que
compartió cosas conmigo, ¿pero por qué me descalifica?”.
De esta forma, Moisés creció con odio en su corazón. Todos los
hombres que tienen poca tolerancia, que se enojan por com-
pleto, que rompen, golpean, insultan, gritan, y dicen: “Yo soy
así”, son hombres que, en la mayoría de los casos, fueron aban-
donados. Su problema es que tuvieron un papá ambivalente:
que los amaba y los odiaba; que estaba y no estaba. Entonces
su hombría quedó insegura. Por eso, los hombres no validados
por sus padres se arman de una coraza, porque no quieren
que nadie entre en su corazón. Cuando tienes un papá ambiva-
lente, siempre tendrás en la vida sentimientos ambivalentes:
borras con el codo lo que escribes con la mano. Porque la am-
bivalencia predomina.
Tercer papá
Cuando Moisés mató al egipcio, Faraón se enteró y él esca-
pó, perdiendo de esta manera a su segundo padre. Entonces,
se fue a las montañas durante cuarenta años. Se metió en un
pozo y empezó a trabajar allí. De pronto, vio a siete jóvenes
hermosas, que estaban buscando agua para sus animales y a
unos pastores que las querían echar del pozo. Entonces Moisés
las defendió. Las chicas le contaron al padre, Jetro, quien les
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dijo que lo invitaran a comer. Moisés llegó a la casa y Jetro le

entregó a una de sus hijas para que se casara y trabajara con él.
El tercer padre que tuvo Moisés fue un padre bueno, que le dio
trabajo y una novia, y lo crió. Se llevaron bien, pero nada más.
Este padre representa a los padres que estuvieron, que no fue-
ron malas personas, pero nada más. Representa a la gente que
trabajaba, que siempre se esforzó para traer la moneda a su
casa, pero nada más. Representa a ese papá que te ayudó, que
puso todas las cosas materiales a tu alcance, pero nada más.
Cuarenta años más tarde, Moisés iba caminando y se encon-

tró con un arbusto encendido que empezó a hablarle: “Moisés,
tengo una tarea muy, pero muy grande”, le dijo Dios. “Te ofrez-
co la oportunidad de tu vida, te propongo dejar las ovejas, con-
tratarte para que seas mi libertador. Te voy a dar mis dones, mi
poder, y vas a ir en mi nombre y a hacer milagros. No naciste
para criar ovejas sino para sacar a dos millones de personas de
la esclavitud”. Es decir, ¡se le presentó la gran oportunidad de
su vida! Pero Moisés dijo que no porque, cuando un hombre no
fue validado por su papá, dejará pasar delante de sus ojos las
mejores oportunidades de su vida. A un hombre que no tuvo el
reconocimiento, la fuerza o la firmeza, que no gozó de la con-
fianza de un jefe, o padre, que no fue validado en su espíritu
por su papá, Dios le podrá mostrar las mejores oportunidades
y las rechazará. Después se dará cuenta y dirá: “¡Cuántas cosas
se me fueron de las manos! ¡Cuántos negocios perdí en los que
pude ganar mucho dinero! ¡Cuántas cosas se me escaparon y
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no entendía por qué!”. Eso le sucedió a Moisés, hasta que Dios

lo validó como Papá.
El problema de Moisés era que nunca un padre le había dicho:

“Hijo, ¡eres un número diez!”. Así que Dios irrumpió en su vida
y le dijo: “Moisés, en este primer seminario de la vida, antes
de que entres en el liderazgo y hagas cosas grandes, necesito
hacerte sanidad interior. Es preciso tocar las fibras más pro-
fundas de tu corazón, y decirle a lo íntimo de tu espíritu que
eres lo más grande que hay”.
Cuando Moisés fue confirmado por Dios, como todo hombre

cuando recibe la fuerza del padre, fue sellado y afirmado por
Él. Dios le da lo que su padre humano no le dio. Y ese hombre,
sin lugar a dudas, será el próximo Moisés: un conquistador, un
libertador, que no temerá enfrentarse a Faraón, ni abrir el Mar
Rojo, ni meterse en medio del desierto. Ese varón será alguien
que conozca el poder de su Dios.
Jesús no fue validado por su papá. Nació del Espíritu Santo

que vino sobre la virgen María cuando era solo una jovencita
y le dijo: “Concebirás un hijo que salvará a su pueblo”. María
corrió donde estaba su novio José y le anunció: “El Espíritu
Santo me embarazó”. Pero José no le creyó. Entonces Dios le
habló a él (se le apareció en sueños) y le dijo que lo que María
había dicho era verdad.
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Durante la infancia de Jesús, no supimos nada de José. Ape-

nas una o dos cosas. Pero, cuando cumplió treinta años, fue al
Jordán a bautizarse (nunca José lo había validado) y, mientras
estaba en el agua, el cielo se abrió. Entonces Dios, luego de
cuatrocientos años de silencio, abrió su boca audiblemente y
dijo: “Este es mi Hijo Amado en quien Yo tengo complacencia”.
La palabra complacencia quiere decir: “Este es un genio”. Dios
volverá a abrir los cielos delante de tu cabeza, varón, y te dirá:
“Eres un genio, hijo mío. Tu papá tal vez te abandonó, tal vez
tuvo ambivalencia, tal vez solamente te dio cosas materiales.
Los años pasaron y creciste con un hueco en tu carácter, con
conductas que nunca entendiste. Pero hoy yo te valido”.
Otro ejemplo es Timoteo, quien era un hombre de Dios criado
por la mamá y la abuelita, cuyo padre era una persona incrédu-
la que nunca lo validó. Pablo tomó el lugar del papá. Y cuando
les escribió a los corintios, les dijo: “Ese es mi hijo, y yo soy su
padre”. Porque:
Padre no es el que te dio vida, sino el que te validó.
Un dato importante: Jesús les dijo a los discípulos que a nadie

en la Tierra llamaran padre, ni rabí, ni maestro. ¿Qué les quiso
decir con eso? Que tu papá no es el que tiene el título sino el que
te validó.
Padre, maestro o rabí es el que vino a tu vida y se hizo el menor
para servirte.
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Capítulo 25
SER HUMILLADO
¿Por qué todo el mundo se ríe de mí?
Dios aprovecha la humillación para formarte
Haré de ti una nación grande, y te bendeciré; haré famoso tu

nombre, y serás una bendición.
(Génesis 12:2)
¿Quién no fue maltratado, humillado, por una pareja, por un

amigo, por un compañero de trabajo? La humillación es una
de las experiencias universales que hasta el mismo Jesús ex-
perimentó. La definición de humillar es “rebajar, someter, ul-
trajar”. Es por eso que humillar a alguien tiene el objetivo de
destruir a una persona y se sustenta sobre el anhelo de lasti-
mar su corazón, su vida, su sueño.
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Cuatro formas de humillación
1. El menosprecio. Menospreciar es descalificar a otro.

Cuando alguien te descalifica con el fin de destruirte, te está
humillando. Puede descalificar tu manera de vestir, tu forma
de hablar, tu familia, tu educación (o falta de esta), el lugar
donde trabajas o tu fe.
2. La difamación. Difamar es ofender el honor de alguien.

Cuando se inventa una calumnia, un chisme o un rumor, la
persona que difama busca destruir al otro por medio de infor-
mación falsa.
3. La vergüenza. Hay gente que se avergüenza de otros. Por

ejemplo, personas que se avergüenzan de sus parejas por su
peso o aspecto físico. Es importante saber que vergüenza no
es lo mismo que culpa. La culpa es sentir que hice algo malo;
mientras que la vergüenza es pensar que alguien, o uno mis-
mo, es malo.
4. El control. Muchos buscan controlar a otros. La perso-

na controladora quiere saber adónde vas, con quién hablas, a
qué hora vuelves. Desea controlar tu vida económica y, con esa
actitud, te está humillando. Al controlar tus salidas, te están
humillando; cuando te dice con quién te puedes relacionar, te
está humillando.
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¿Cómo reacciona una persona humillada?
Cuando una persona fue humillada:
• Siente vergüenza y quiere desaparecer, empequeñecer-

se, esconderse, para que nadie la vea.
• Se vuelve hipersensible. Cuando escucha que alguien

se ríe, piensa que se está burlando de ella. O cuando al-
guien hace un chiste, no puede verlo como tal, entonces
lo toma como maltrato. Exagera todo, magnifica todos
los estímulos.
• Se siente que no es útil, destruye su estima y posee un

espíritu de mendicidad. Tiene la sensación de que es in-
útil, de que no va a lograr los sueños que tiene, que no
será capaz de alcanzar lo que Dios le prometió.
• Se vuelve una persona con rasgos masoquistas. Hará

algo que le dé placer y, paralelamente, algo que le pro-
duzca dolor.
• Pierde su libertad, no puede ser como es, y recurrirá a

la hipocresía, al legalismo, a las máscaras, para intentar
ocultar la humillación que sufrió.
Nunca te sientas triste por quien te deja, por aquel que te mal-
trata y te abandona. Saluda y despide a los que te lastimaron
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porque, cuando se alejen totalmente de tu vida, la gente desig-

nada por Dios para bendecirte se acercará rápidamente.
Rut estaba casada con Quelión, que significa “enfermo”, y que-

dó viuda. Pero, años más tarde, se casó con Booz, nombre que
significa “potente”. Es decir, cuando los “enfermos” te abando-
nan, los “potentes” llegan a tu vida. Alguien con fuerza vendrá
a bendecirte. Cuando Judas te traiciona, tranquilo/a, porque
hay un Matías que ocupará su lugar. Cada vez que un maltrata-
dor sale de nuestra vida es una señal de que alguien viene para
bendecirnos. A Pablo lo abandonaron todos, hasta Demas que
era su amigo íntimo. Entonces él decidió llamar a Marcos que
le era útil. Esto significa que, cuando un Demas sale de tu vida,
un Marcos viene en camino. Demas quiere decir “popular” y
Marcos, “guerrero”. ¡Hay guerreros de Dios que están listos
para bendecirte!
Te bendeciré, serás de bendición y engrandeceré tu

nombre
Cuando Dios llamó a Abraham, le dio un antídoto para nun-

ca ser humillado. Le anunció grandes verdades: Te bendeciré,
serás de bendición y engrandeceré tu nombre. Veamos qué
significa engrandecer:
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• Engrandecer significa que tu sanidad y bendición

vendrán en tiempo récord.
Cuando el Señor active la velocidad de crecimiento, crecerás
rápidamente. Esto quiere decir que Él te dará su velocidad en
todo lo que hagas y lo que tardabas diez años en lograr, lo ha-
rás en un año; lo que tardabas un año en alcanzar, lo harás en
un día; lo que tardabas un mes en conseguir, lo harás en una
hora. Porque Dios te introducirá en el tiempo y la velocidad del
Espíritu Santo ya que, cuando Él te engrandece, no lo hace de
a poco, sino que lo hace de un minuto para el otro.
Así pues, si abundó el pecado en tu vida, sobreabundará la

gracia divina. Si creció lo malo en tu vida, lo bueno se multi-
plicará. Pablo dice al respecto que, si lo malo crece, lo bueno se
multiplica ya que el diablo hace crecer lo malo, pero Dios mul-
tiplica lo bueno. Él cumple sus promesas y engrandece todas
las cosas en su tiempo y con rapidez.
Amós dice: “El que siembra alcanzará al que cosecha”. ¡Esto es

antinatural! Porque la siembra y la cosecha son dos etapas dis-
tintas. Pero Dios juntará las dos etapas y todo lo que tardó en
llegar a tu vida vendrá pronto. El Señor no actuará en nuestro
tiempo natural, sino en su tiempo divino.
• Engrandecer también quiere decir que seremos in-

novadores.
Dios te va a mantener joven en su último mover. Él te hará
partícipe de lo último que Él está haciendo y tu mente cambia-
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rá rápidamente. Entonces serás un innovador. Como le dijo

a Abraham: “Sal de tu tierra”, el Señor va a sacudir nuestra
tierra. Movilizará todo aquello a lo que nos hemos acostum-
brado. Esto es debido a que, cuando Dios te introduce en su
tiempo, comienzas a funcionar en su mover. Entrar en el tiem-
po de Dios es funcionar “como un loco”. Estar en el mover de
Dios es estar adelantado y hacer cosas que nunca nadie hizo
antes. Él nos va a enloquecer y seremos innovadores. Lo peor
que nos puede suceder es quedarnos desactualizados en el
mover divino.
¡Tienes que subirte al ritmo de Dios! No te pierdas esta opor-

tunidad. Dile: “Señor, yo quiero ser de vanguardia, estar en el
último mover. Quiero salir de la rutina, de hacer lo que siem-
pre hice, de leer los manuales que siempre leí, de hablar como
siempre hablé, de pensar como siempre pensé”. Mike Murdock
explica al respecto: “Lo que creo determina lo que hago, y lo
que hago determina mi cosecha”. Lo más importante es que
Dios cambie tu mentalidad porque, si tus pensamientos no
cambian, tu cosecha nunca se modificará.
Dios engrandecerá nuestro nombre
Asimismo, Dios nos promete engrandecer nuestro nombre, el

cual posee diferentes significados:
• El nombre es “tu sueño”. Cuando en la antigüedad se

escogía un nombre, este era profético. Es decir, signifi-
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caba lo que la persona lograría en su vida, el sueño que

Dios colocaba en su espíritu y lo que él o ella alcanzaría
durante su existencia. Tu sueño es eso que escribirán en
tu lápida el día que mueras.
• El nombre es “tu honor”. El nombre es el honor de la

persona. Dios va a ensanchar tu honor. Todos los que te
humillaron verán tu honor levantado por el Señor por-
que La Biblia declara que Él pondrá una mesa delante
de tus angustiadores, que tú y tu casa lo servirán y que
el bien y la misericordia te seguirán todos los días de tu
vida. ¡Que se preparen quienes te humillaron! Dios le-
vantará tu honor, engrandecerá tu nombre y te devolverá
multiplicado todo lo que te quitó aquel que te humilló.
Dicho de otra manera, las personas que te humillaron se-
rán humilladas por Dios, aquellos que te maldigan serán
malditos y los que te bendigan serán benditos. ¡Quédate
tranquilo/a! No ejerzas venganza porque Él engrandece-
rá y restaurará tu honor y tu nombre.
• El nombre es “tu espíritu”. El espíritu es la actitud. Es

más que tu personalidad. Tu nombre define tu espíritu,
el cual es imbatible porque ha sido entrenado en medio
de la batalla de la humillación. No saldrás de la humilla-
ción en derrota; más bien, tu espíritu será fortalecido en
lo más profundo de tu ser. Entonces, Dios no solamente
va a ensanchar tu sueño, tu honor, sino que además va a
ensanchar tu espíritu, ya que nadie puede destruir a una
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persona con espíritu de guerra. El Señor ensanchará tu

espíritu y nadie volverá a hacerte frente.
Dios estuvo entrenándote en medio de las crisis, aprovechó

la humillación para formarte. No hay nada que pueda vencer
a un ser humano con un espíritu imbatible. Esto es debido a
que, cuando Dios te quiere enseñar algo, te envía a la escuela
de la vida (no te envía a tomar un seminario). En esa escuela,
Él te enseña las cosas más profundas. Las enseñanzas divinas
no se aprenden leyendo un libro, aunque esta sea una práctica
noble; se aprenden caminando por la ciudad, en las batallas
duras, en las pruebas que la vida tiene en su camino. En la
vida, seremos enseñados y entrenados para que, cuando venga
nuestro mañana, estemos en victoria y podamos decir: “He
sido formado en la escuela de Dios”. La escuela de la vida es
remar en medio de las tormentas.
En una oportunidad, Pedro iba caminando y se encontró con

un mendigo. Lo miró y le dijo: “Levántate”. No le dio una mo-
neda, le dio fe. Esto significa que hay mendigos que se acer-
carán a ti y el Señor te va a entrenar, pero no para que des
monedas sino para que de tu boca salgan las palabras: “Le-
vántate en el nombre de Jesús”. Así levantarás gente caída
por el poder de la fe que te ha sido dada en medio de tu prueba.
En efecto, tu prueba es el examen final aprobado que demues-
tra que Dios ha estado contigo. Cuando salgas de ella, podrás
pararte delante de los caídos y anunciarles: “No he venido a
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darte una moneda para que sigas siendo un mendigo. Vengo

a ordenarte que te levantes porque soy una persona de fe”.
No alimentarás la mendicidad, de tu boca saldrá la voz de

Dios. Sabrás que Su Palabra te fue dada cuando remabas en
medio de las olas. Sabrás lo que es la fe porque habrás pasa-
do por la materia de las olas gigantes. Dirás: “A mí, no me lo
enseñaron; yo lo viví y, por eso, tengo autoridad para darte lo
que tengo de parte del Señor”.
Dios va a engrandecer tu visión y tu sueño será grande

porque él es grande
Dios engrandecerá tu sueño y será tan, pero tan grande, que el

que te lastimó será como una gota de agua en un océano, una
piedra en medio de una montaña. Cuando Dios ensancha tu
sueño, lo malo es nada comparado con ese propósito inmenso
que Él deposita en tu corazón.
Aunque parezca simple entender que Dios tiene un sueño

grande para nuestra vida, la mayoría de los cristianos con-
funde metas con sueños. Una meta es lo que queremos lograr
a corto alcance. Por ejemplo: “Quiero ganar cinco mil pesos
más”. Un sueño es un propósito mucho más grande, es el mo-
tivo por el cual estás viviendo. ¿Y cómo descubro el propósito?
Es muy sencillo. Lo descubres porque es tu pasión. Es aquello
que te hace abrir los ojos y levantarte cada mañana. Es lo que
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te hace declarar: “Este es el día que hizo el Señor, me alegraré

y me gozaré en él”.
Dios te dice: “Verás tu sueño cumplido”
Dios levantará gente con sueños engrandecidos quienes,

cuando lleguen a distintos lugares, dirán: “Yo estoy acá porque
tengo un sueño de Dios; no estoy acá para ganar dinero nada
más, sino porque la gloria saldrá de mi vida y un sueño grande
se cumplirá antes de partir”. Ahora bien, puedes ser prospe-
rado y nunca vincular tu prosperidad con el sueño. Esa es la
diferencia que existe entre ser prosperado y ser engrandecido
en su nombre.
Para terminar, Jesús realizó tres milagros de resurrección:
1. En una niña que recién había muerto. Jesús le dijo: “Niña,

levántate”.
2. En un joven a quien iban a enterrar. Jesús detuvo a las per-

sonas que llevaban el féretro y le dijo al joven: “Levántate”.
3. En un adulto llamado Lázaro. Jesús le gritó: “¡Levántate!”.
¡Prepárate! Dios va a empezar a ordenarte que te levantes. A

aquellos que están recién muertos, Dios les hablará; a quienes
murieron hace un tiempo, les “parará el carro”; y a los que hace
años que están muertos, les gritará. Si estuviste muerto por
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años, oirás el grito de Dios que te dice: “¡Sal de la tumba! ¡Sal

de la tumba porque largo camino te resta! ¡Sal fuera y vuelve
a levantarte!”. Porque el justo se cae, pero vuelve a levantarse.
Dios te va a bendecir. En otras palabras, todo lo bueno vendrá

a tu vida. Pero primero tienes que verlo en fe, para recibirlo.
No importa quién te humilló. El Señor te dará lo que necesitas
por medio de gente que traerá finanzas, conexiones y tiempo
de oro a tu vida.
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Capítulo 26
TRIUNFANDO SOBRE LA FRUSTRACIÓN

Y bueno, si esta es la cruz que tengo que llevar...
Cómo tener alta tolerancia

a la frustración
—Señor —respondió—, no tengo a nadie que me meta en

el estanque mientras se agita el agua y, cuando trato de
hacerlo, otro se mete antes.
—Levántate, recoge tu camilla y anda —le contestó Jesús.
Al instante aquel hombre quedó sano, así que tomó su
camilla y echó a andar. Pero ese día era sábado.
(Juan 5:7-9)
Todos alguna vez tuvimos una frustración. Es decir, algo que

queríamos alcanzar y no pudimos. Esto es debido a que Dios
nos hizo de tal manera que todos queremos alcanzar metas. El
deseo de alcanzar sueños está en nuestra naturaleza humana.
Es por esto que, cuando no logras una meta, te frustras. Cuan-
do una persona tiene poca tolerancia a la frustración, inme-
diatamente tiene dos reacciones:
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ENOJO. La expresión de enojo y violencia es consecuencia de

una frustración. El enojo te hace gritar, golpear, insultar. Por
otro lado, la ira es también con uno mismo. Entonces nos deci-
mos: “¡Qué tonto/a que fui!”.
TRISTEZA. Es el sentimiento opuesto al enojo. Una persona

triste se vuelve melancólica, se resigna y expresa: “Bueno, es
lo que me tocó a mí. ¡Qué va a ser!”. Entonces, su vida gira alre-
dedor del aislamiento y la introversión.
¿Por qué aparecen estas reacciones cuando hay una

frustración?
Hay gente que no alcanza algo y enseguida se enoja porque no

tolera nada. En general, son personas que fueron sobrepro-
tegidas en la infancia. Lloraban y enseguida les daban todo
lo que querían. Entonces crecieron sin frustración. Luego, de
grandes, reaccionan igual. Cuando la vida no les da todo lo que
desean, protestan y se vuelven caprichosos. Al haber recibido
todo lo que querían siempre, no pueden tolerar la frustración.
Otras personas no soportan la frustración porque en su infan-
cia “todo era no”. Tuvieron muchas carencias. Frente a todo
lo que querían, recibían siempre la misma respuesta: “¡No!”.
No recibían nada, todo era pérdida. Así, al llegar a la adultez,
no toleran la frustración porque les recuerda su infancia. Son
personas que, a la mínima cosa negativa, reaccionan de mala
manera. Entonces, piensan que la gente que los rodea está en
la vida para que ellos no se frustren. Dicen: “Si me tratas bien,
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yo no te pego”. Creen que los demás están cerca para darles lo

que ellos quieren, y cualquier demora u obstáculo es difícil de
tolerar. Guardan tanto dolor que necesitan adormecer su alma
para no sentirlo.
La frustración es parte de la vida. No todo lo que queremos

es lo que en realidad necesitamos; y no todo lo que necesita-
mos es alcanzado en el momento que esperamos.
¿Cómo logramos tener alta tolerancia a la frustra-

ción?
No esperes nada de nadie. De este modo, serás libre de la gente

para poder servirla. Al entregarte en bendición a otros, Dios
hará contigo tal como lo hiciste tú.
Si no espero nada de nadie, nadie estará

en mi corazón
Tu corazón es el centro de control de todas las puertas de tu

vida. Si la persona equivocada entra en dicho centro, ella abri-
rá las puertas que deben estar cerradas y cerrará las que hay
que abrir. En el centro de tu corazón solo tiene que estar el
Señor. Él abrirá la puerta correcta y cerrará la que venga en tu
contra para que tu vida sea de bendición.
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¿Por qué no alcanzo las metas?
Hay metas y no hay obstáculos, pero igualmente me

frustro
Existen casos en los que tenemos una meta, y no existen obs-
táculos para lograrla, ¡pero igual no la alcanzamos! De esta
forma, vemos gente que puede estudiar, tener una familia es-
table, prosperar y no tener grandes problemas en su vida y,
sin embargo, se frustra. Esto es debido, en muchos casos, a la
culpa que por algún motivo sienten. Es decir, aquí consciente
o inconscientemente, nos autoboicoteamos porque sentimos
que no merecemos alcanzar metas y disfrutarlas.
En caso de que seas una persona que se frustra y no alcanza

sus metas, aun cuando no haya obstáculos, piensa que ser-
vimos a un Dios abundante, maravilloso, perfecto, amoroso,
que quiere darnos lo mejor. También, siempre pídele al Señor
lo mejor de lo mejor. Pero, por otro lado, dale lo mejor de lo
mejor de tu parte. Muchos no le dan lo mejor a Dios (lo mejor
de su vida, lo mejor de su tiempo) porque en el fondo no creen
que Él le vaya a dar lo mejor. Es por eso que, cuando se te revele
esta verdad (que el Señor te dará lo mejor), tú le entregarás a Él
lo mejor de tu parte.
Hay metas, lo intento y lo intento, pero no llego…

Algunas personas no llegan porque siempre realizan la misma
acción. Si siempre hacemos lo que no nos funciona, siempre
obtendremos los mismos resultados erróneos. Entonces, si lo
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que probaste dos o tres veces no te resulta, ¡haz otra cosa! Para
saber qué tenemos que hacer de manera diferente, debemos
escuchar las revelaciones de Dios. Una REVELACIÓN es una
idea divina estratégica para que alcances tu meta. Es una ver-
dad de Él que alumbra tu espíritu y te hace probar acciones que
nunca probaste. No es fácil caminar en revelación porque ella
nos saca del mundo de las opiniones, de los intentos humanos,
y nos introduce en el mundo de las ideas de Dios. Cuando en-
tramos en revelación, comenzamos a caminar en ideas inspi-
radas de parte de Él.
Ahora, si tienes una meta y no sabes qué hacer, necesitas

aprender de la gente que ya alcanzó las suyas. Precisas un
mentor espiritual. Una vez que lo tengas, capta el espíritu, el
corazón de esa persona que logró cosas grandes para el Señor.
Cuando tengas tu corazón latiendo como el de tu mentor, reci-
birás la doble unción.
La Biblia cuenta en Juan 5:1-9 que había un lisiado que estaba
en el estanque de Betesda. Jesús le dijo: ¿Quieres ser sano?
Entonces, Levántate. Este pasaje nos indica que el Señor sale a
nuestro encuentro para decirnos: “Estoy aquí, si oyes Mi voz…
¡levántate! ¡He venido a buscarte! Dios tiene un milagro que
no está en tu agenda. Alcanzarás tus sueños, lograrás tus pro-
pósitos. Mi voz te fortalecerá. ¡Levántate!”.
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No importa cuánto tiempo estuviste en el piso. Alguien

ha venido a tu vida: El Señor
Yo iré donde tú estás. Escucha mi voz. Levántate. Toma el

lecho que tenías y llévalo de carta de testimonio. Muéstra-
lo. Correrás y no te cansarás. Caminarás y no te fatigarás.
Y luego levantarás alas como las águilas. Yo cumpliré los
sueños de tu corazón. Sígueme, ámame, adórame. Yo soy tu
Rey. Ponme en el centro de comando de tu vida. Espera lo
mejor de mí. Abraza a los míos. Toma mi revelación.
Disfruta de la vida.
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Capítulo 27
MENTE DE ESCLAVO
Todo tiempo pasado fue mejor
El desafío más grande en la vida

es cambiarse a uno mismo
En sus murmuraciones contra Moisés y Aarón, la

comunidad decía:
“¡Cómo quisiéramos haber muerto en Egipto!
¡Más nos valdría morir en este desierto!”.
(Números 14:2)
Todos tenemos determinadas maneras de pensar que se ex-

presan en nuestras acciones y formas de relacionarnos con los
demás. Una de ellas es la esclavitud. Este tipo de mentalidad
produce actos que pueden traducirse en mediocridad. Veamos
entonces cómo es la mente de esclavo y cómo es posible cam-
biarla…
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¿Cuál es el logro más importante que puede tener un

ser humano en la vida?
La meta más grande que una persona pueda alcanzar no es
formar una hermosa familia, ni mejorar sus finanzas, ni dis-
frutar de buena salud. Porque hoy tienes una familia, pero ma-
ñana puede ocurrir que te divorcies; hoy tienes dinero, pero
mañana podrías perderlo todo; hoy estás sano, pero mañana
puede suceder que te enfermes.
La meta más grande es cambiarse a sí mismo, es decir,

cambiar su manera de pensar
Un estadounidense llamado Lawrence Harrison escribió un

libro que se titula El subdesarrollo está en la mente. Allí él
realiza un análisis de por qué Australia, que tiene los mismos
recursos naturales que Argentina, es un país del primer mun-
do; mientras que nuestro país no lo es. Argentina era, muchos
años atrás, una de las potencias del mundo y Australia, no.
Pero actualmente Australia es una potencia mundial y Argen-
tina, no. Este autor llegó a la siguiente conclusión: “La cultura,
o determinado nivel de pensamiento, es lo que hace que un
pueblo prospere o no”.
Maneras de pensar de la mentalidad de esclavo
No soy de aquí, ni soy de allá

Los argentinos tenemos un profundo sentido de desarraigo.
Nuestros abuelos y bisabuelos vinieron de otros países y siem-
- 250 -
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pre añoraron regresar a su patria. Buenos Aires fue construida

por arquitectos que vinieron de Francia. Es por ello que París
es muy similar a nuestra capital, a la cual se la conoce como “la
París de Latinoamérica”. El problema es que, cuando uno va a
París, la gente no sabe dónde queda Argentina. Es decir, que no
somos de acá ni somos de allá…
Nuestros antepasados se criaron sin raíces, con un sentido de
desprotección muy grande. Y nosotros hemos heredado ese
sentimiento que nos hace pensar: “Hoy estoy aquí; mañana,
vaya a saber dónde”. Somos nostálgicos y creemos que el pa-
sado fue mejor.
Lo de afuera es lo mejor
Pensamos que, si algo o alguien es extranjero, tiene que ser de
buena calidad. Pero no miramos a nuestro alrededor para des-
cubrir que también aquí hay cosas y personas muy valiosas.
Los “opinadores” profesionales

Los argentinos somos “opinadores” profesionales. No permi-
timos que nos enseñen. Por eso, cuando nos encontramos con
alguien que sabe más, en lugar de escuchar, preguntar y apren-
der, ¡pretendemos enseñarle! Siempre tenemos una opinión a
flor de piel.
Hablar en pequeño
No solo hablamos en pequeño, sino que, además, pensamos en
pequeño. Nuestro pensamiento debe ser en grande porque, de
acuerdo a lo que pensamos, así somos.
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“Lo atamos con alambre”

Los argentinos somos (no todos) “conversadores, teatrales,
impuntuales”. Se rompe algo y lo arreglamos como podemos.
Por ejemplo, cuando se rompe un vidrio, lo arreglamos con
un cartón o un papel de diario. Cuando se rompe la taza en la
que tomamos el desayuno, la seguimos usando con la rajadura
para no comprar otra… hasta que ya no la podemos usar más
porque se parte en dos.
Somos víctimas de todo

“¡No me dejan! ¡Llueve! ¡Vivo lejos!”, nos excusamos. “Hace-
mos pucherito” como los bebés y decimos: “No me gustó lo
que dijo el pastor, me lastimó”. Mucha gente genera intriga.
Se muestran como alguien enigmático que posee información
oculta. Y, en realidad, ¡no tienen ningún dato!
Alguien con pensamientos de esclavitud siempre ve proble-
mas en todos lados. Toma un problema y lo piensa, lo habla,
lo sueña y lloran por él sin descanso. En cambio, alguien con
mente de destino es un conquistador que siempre ve una solu-
ción. Esta persona expresa: “Veo una solución y enseguida la
pongo en práctica”.
Es tu decisión con cuál de las dos mentalidades vas a funcionar

en la vida. Si te reconoces como un esclavo, y te determinas a
cambiarlo, considera cuáles son los hábitos mentales que es-
tán rondándote todo el día. Y simplemente dite a ti mismo: “Me
convertiré en lo que piense la mayor parte del día. De modo
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que voy a pensar, todo el tiempo, que estoy hecho para resolver
cualquier problema. ¡Soy un conquistador!”.
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Capítulo 28
VICTORIA SOBRE EL FRACASO Y LA TRISTEZA
Es muy difícil
Fracasar no es que te vaya
mal, sino no tener fe
... Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.

Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra fe.
(1 Juan 5:4)
Dios creó las emociones para ser sentidas, no para que guíen
nuestras vidas. Una emoción es una agitación o reacción del
ánimo producida por una idea, un recuerdo o una conmoción
del cuerpo. Es importante saber que sentimos, pero también
que no debemos permitir que nuestras emociones nos contro-
len. Las emociones suelen tener tres orígenes:
• Un recuerdo. Es una imagen que hace que recorde-

mos algo. Si lo que recordamos es positivo, nos sentire-
mos bien; pero si es negativo, nos sentiremos mal.
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• Una idea. Mientras que un recuerdo pertenece al pa-

sado, una idea pertenece al presente. Una idea positiva
nos entusiasma, pero una idea negativa nos deprime.
• Una conmoción orgánica. Esto significa un con-

tacto físico. Por ejemplo, si alguien nos acaricia o nos
abraza, sentiremos algo.
A lo largo de nuestras vidas, sentimos innumerables emocio-

nes y sentimientos que dependerán de cada uno de nosotros,
así como también de las experiencias que atravesemos. Sin
embargo, existen dos emociones que comúnmente todos ex-
perimentamos en algún momento:
1. El Fracaso
Nuestra victoria o nuestro fracaso están directamente rela-
cionados con nuestra fe. La Biblia declara: Esta es la victoria
que ha vencido al mundo, nuestra fe. Es decir, que la fe es la
victoria. Entonces, si yo tengo fe, tendré victoria; porque la
victoria es la fe en Dios. No importa cuántos problemas tengas
o las veces que te hayas equivocado. Si tienes fe, tienes victo-
ria. Caminas en victoria porque la victoria es tu fe y la fe vence
al mundo. Entonces, si alguien te pregunta: “¿Cómo estás?”,
deberías responder: “¡En victoria!”. Muchas veces nos deses-
peramos porque necesitamos muchas cosas pero, en realidad,
lo único que precisamos es fe. Porque nuestra victoria no es
el dinero, ni un trabajo, ni una familia, sino nuestra fe. Y esta
victoria nos trae todo lo demás que estamos necesitando.
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Tu mente debe ser renovada día a día
Para no experimentar el sentimiento de fracaso, nuestra men-

te debe ser renovada día tras día. Debemos dejar de lado há-
bitos pesimistas que alojamos en nuestra forma de pensar y
renovar nuestra mente. Hay pensamientos negativos que, su-
mados a otros, nos convierten en personas negativas. Veamos
algunos ejemplos:
“No tengo tiempo”

Si entiendes que la fe te da la victoria, entonces para las cosas
de Dios siempre debes tener tiempo. Fortalecer tu fe te ense-
ñará a priorizar correctamente las actividades y los compro-
misos que enfrentas cada día de tu vida.
“Sí, ya sé”
Para tener pensamientos positivos como hábito, necesitas
abrir tu mente y aprender cosas nuevas. Si sabes el 99% de un
tema, entonces necesitas aprender el 1% restante; y si ya sabes
todo sobre ese tema, debes aprender acerca de otros temas, y
así sucesivamente. Se requiere de actitud para aprender.
“¡Es muy difícil!”

Nunca digas: “Esto que me propones es interesante, pero es
muy difícil”. Así solo te estarás fijando un límite sin siquie-
ra haberlo intentado. Es tiempo de erradicar esta frase de tu
mente y recuerda que ¡todo lo puedes en Cristo que te fortale-
ce!
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“Es bueno... pero no es para mí”

Nunca te niegues a aceptar cosas buenas, no le pongas límite a
lo bueno. Si viene algo positivo a tu vida, tómalo; y si no viene
nada, sal a buscarlo. Esa es la actitud que necesitamos para
avanzar.
“No hay nadie que lo haga”

Este es un pensamiento común y, para darle un sentido po-
sitivo, podríamos formularnos una pregunta: “¿Quién podrá
hacer esto?”. Una pregunta siempre nos obliga a buscar alter-
nativas y aumenta las posibilidades de que surjan ideas.
“Tengo muchos problemas, ahora no”

Todos, alguna vez, inventamos problemas y damos excusas
para no soltar la fe. Lo que no debemos permitirnos es conti-
nuar haciendo esto, ya que sin fe no hay victoria. La fe te ele-
vará sobre los obstáculos. El fracaso solo tiene lugar cuando
dejas de usar la fe.
Nunca cambies tu manera positiva de pensar. Mantente po-

sitivo en todo momento, aun en el momento donde te sientas
fracasar. La fe es lo único que necesitas.
2. La Tristeza
Ahora que ya sabes cómo deshacerte de los sentimientos de
fracaso, ¿cómo puedes combatir la tristeza que viene a tu vida?
Frente a una emoción negativa, tienes que sembrar una acción
de fe.
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Sembrar una acción de fe

Porque la fe sin acción está muerta. Necesitas accionar. Por
ejemplo, cantar es una acción de fe. Cuando estás mal y abra-
zas a alguien, o das una palabra de aliento, con esa actitud,
estás realizando una acción de fe y contrarrestando las emo-
ciones negativas.
Una acción positiva, destruye una emoción negativa

Por eso, debes convertirte en un sembrador de acciones de fe.
Por ejemplo, ¿te ha sucedido que estabas de mal humor, pero
entraste en un lugar donde te recibieron con una sonrisa y tu
ánimo cambió? ¡Seguramente sí!
Soy dueño de mis emociones

Nadie tiene autoridad sobre lo que sientes, sino solo tú mismo.
Nadie puede quitarte el gozo, tú mismo posees el poder de en-
tregarlo. Nadie puede hacerte feliz, si tú no deseas serlo.
Las cosas materiales no traen gozo

Las cosas materiales no traen gozo, pero el gozo siempre trae
cosas materiales. El gozo atrae lo bueno porque uno se con-
vierte en un imán positivo. Dicho de otro modo, si mantienes
el gozo en tu vida, te transformarás en un imán positivo. Y si
conservas el gozo en medio de las pruebas, los problemas pa-
sarán y terminarás en victoria.
¡Alimenta tu fe a cada momento y aprende a gozarte!
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Capítulo 29
VIVIENDO SIN CULPAS

Tendría que haberlo hecho
¡Todos tus pecados han sido
perdonados en la cruz!
María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que

era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de
Jesús, secándoselos luego con sus cabellos. Y la casa se llenó
de la fragancia del perfume.
(Juan 12:3)
La culpa es uno de los sentimientos más negativos que puede

experimentar el ser humano y una de las mejores maneras de
manipular a alguien. Todo lo que te haga sentir culpable o te
contagie miedo es manipulación. La culpa, explican los psicó-
logos, es la diferencia entre lo que hice y lo que debería haber
hecho, entre lo que quiero y lo que debería hacer. Es por ello
que esta emoción es la venganza contra uno mismo (ira contra
uno mismo). Casi todas las depresiones comienzan con culpa y
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esa sensación de desear vengarse. Ahora, si ese enojo no se re-

suelve, termina en enfermedad. Cuando una persona vive con
culpa, bloquea su potencial y no se permite ser libre porque
vivir con culpa es vivir con una cadena perpetua. ¿Qué sucede
cuando una persona experimenta sentimientos de culpa?
Sufrirá privaciones
Por ejemplo, dirá: “No tengo tiempo para mí”. O: “Me gusta
esto, pero no vale la pena”. O: “No lo puedo lograr”. Estas frases
revelan culpa. Cuando tienes un deseo y te creas un obstáculo,
diciendo: “No tengo capacidad o plata o tiempo, estás sintien-
do culpa. Porque esta siempre te frenará para que no alcances
una bendición.
Autorreproches
“¿Por qué hice lo que hice?”. “¿Por qué no lo llevé al médico?”.
“¿Por qué dije lo que dije?”. “¿Por qué me callé?”. Esta clase de
autorreproches son todas señales de la ira que la persona sien-
te por creer que se ha equivocado.
Pensamientos rígidos
Cuando una persona establece pensamientos rígidos, trata de
vivir de acuerdo a ellos. Y, cuando no lo logra, entonces siente
culpa.
Ejemplos de casos que generaron culpa:
“Mis padres me repitieron durante años que por haberme te-
nido no pudieron estudiar”.
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“No dejes la comida en el plato, piensa que hay niños en África

que se mueren de hambre”.
“Tuve culpa por ser abusada sexualmente”.
“Me siento culpable por la separación de mis padres”.
“Me remarcaban los errores que cometía y, por esa razón, me
sentía culpable todo el tiempo”.
“Tuve un padre ausente toda mi vida, pero cuando todo se ve-
nía abajo y nuestra mamá se iba de casa, él me sentaba largas
horas para tener charlas familiares de padre a hija. Me decía
que mamá se iba por mi culpa y que mis hermanos eran un
caos por culpa de mi ejemplo. Como consecuencia de esto, me
sentí siempre culpable de la ruina de los demás, de no poder
salvarlos y de todo lo que hacían”.
Maneras sutiles de trasmitir culpa

La culpa nace por desgracias que suceden
Cada vez que a alguien le pasa sucede malo, algunas personas
sienten culpa. Por ejemplo, hay quienes cuentan: “Me sentí
culpable cuando mis papás se separaron”. Tal vez tú no hiciste
nada malo, pero cuando tus padres discutían te sentías culpa-
ble; o cuando tu papá murió, te sentiste culpable.
La culpa viene por el mensaje

“Está bien lo que hiciste, pero no me alcanza”. Hay gente que
transmite el mensaje que dice que “las cosas están bien, pero
podrían estar mucho mejor”. “Está bien que viniste, pero po-
drías haber llamado”. Uno hace algo, pero nunca es suficiente
y, por eso, siente culpa.
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“Mi dolor es más grande que el tuyo”

A veces, tenemos un dolor, se lo compartimos a alguien y esa
persona… ¡sufre más que nosotros! Por ejemplo: “Mamá, me
voy a separar”. “¿Cómo que te vas a separar? ¡Ayyy, me mue-
ro!”. Esa persona tiene que ocuparse de su dolor y del dolor de
su madre manipuladora que se está por infartar (según ella,
por culpa de los problemas de la hija). Cuando el otro mani-
fiesta más dolor que tú, te está manipulando porque te está
diciendo: “Concéntrate en mi dolor que es más grande que el
tuyo”. En lugar de escucharte y contenerte.
“Eres responsable por lo que hice”

Algunos te atribuyen la culpa de lo que otros decidieron o sien-
ten: “Porque tú me trataste así, estoy con depresión”. En este
caso, la respuesta debería ser: “No es así, tú estás con depre-
sión porque decidiste estarlo”. La gente que echa la culpa de
sus propias decisiones expresa: “Es por ti que estoy así, por lo
que me dijiste que hiciera. ¿Cómo no voy a reaccionar así des-
pués de lo que me aconsejaste?”.
Cómo caminar en libertad

Si te equivocas, confiesas tus pecados y eres libre para siem-
pre.
Si la culpa es real por un error que cometimos, entonces pida-
mos perdón. Saber pedir perdón al Señor es un acto de grande-
za y la manera de liberarte de las culpas es sabiendo confesar
los pecados que cometemos. Muchas veces, además de confe-
sar nuestros errores a Dios, necesitamos repararlos también.
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La reparación es un elemento muy importante. Es decir, si ro-

baste plata a alguien, confiésalo a Dios y, cuando lo devuelvas,
hazlo con intereses. Si puedes reparar el daño, no dudes en
hacerlo porque eso te traerá mucha más paz.
Otro ejemplo de reparación: si trataste mal a alguien, pídele
perdón a Dios y, cuando vuelvas a ver a esa persona, bendícela,
felicítala, aliéntala. Haz lo contrario de lo que hiciste. Todos
necesitamos reparación.
Todo lo que tienes en tus manos es para

disfrutarlo con el Señor
Jesús estaba en la casa de Lázaro. Todo el mundo se reunió

porque querían ver a Lázaro resucitado. María tomó un frasco
de perfume, lo rompió y lo derramó a los pies del Señor. Esta
mujer entendió que, si ella tenía ese frasco, era para disfrutar-
lo con Él. Pero ahí estaba Judas (que era el tesorero de los dis-
cípulos y ladrón) y él empezó a llenar de culpa: “¡Cuánta plata
gastada! Podrían haberlo vendido y haberles dado dinero a
los pobres”. ¡Sus comentarios no estaban relacionados con el
amor a los pobres! Esto significa que no todos los que te di-
cen algo manifiestan su verdadera motivación. Es por ello que
tienes que disfrutar sin culpa. Todos los “perfumes” que han
llegado a tu mano te los ha dado Dios para que los disfrutes.
No eres responsable de las decisiones de nadie

Cada uno decide lo que quiere. No permitas que los demás te
reprochen que es por ti que ellos reaccionaron así, porque el
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cordón umbilical está roto y ya no dependes de nadie ni nadie

depende de ti.
Aléjate de quienes te recuerden tu pasado

Vendrán los “Judas” a acusarte de que lo que estás haciendo
está mal para hacerte sentir culpa porque estás gastando, por-
que estás adorando mal, porque no sabes ordenar tus priori-
dades, etc. Nunca permitas que nadie te recuerde tus pecados
pasados, porque ya han sido perdonados en la cruz. Y si el que
murió en la cruz no te los recuerda, ¿quién tiene autoridad
para hacerlo?
María entró con el perfume y fue directo a los pies del Señor
a derramarlo. Esa debería ser tu actitud: “Permiso, permiso,
no vine a verte a ti, ni a ti. Yo vine a ver al Señor”. Además, sabe
que el perfume no simboliza la adoración, ya que esta es el
resultado del perfume derramado. El perfume es el amor que
está en el frasco de tu corazón. En otras palabras, cuando tu
amor es derramado delante de Dios, ahí comienza la adora-
ción. Lo más valioso que posees es tu capacidad de derramar
tu amor delante del Señor.
Cuando vivas sin culpas

Ungirás su presencia
Cuando camines sin culpas, tendrás una revelación especial
de la presencia de Dios y serás el tema de conversación del Se-
ñor. El tema de esta historia no fue Judas, ni Lázaro, ni Marta
limpiando, sino María la adoradora. Serás el centro del tema
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que Dios hablará porque Él solo se refiere a los que lo adoran y

lo buscan sinceramente. ¡Estarás en la boca de Jesús!
Llenarás las casas del perfume divino

La Biblia cuenta que, cuando ella rompió el perfume, la atmós-
fera de la casa se llenó del perfume. Donde vayas, impondrás la
atmósfera del cielo. La atmósfera no es determinada por Judas
sino por los adoradores.
Tendrás una herencia memorable

El pasaje paralelo dice que de esta mujer se hablará toda la
vida. De Judas no se suele hablar, pero de esta mujer adorado-
ra se sigue predicando. Los que te condenaron pasarán como
una estrella fugaz, pero se seguirá hablando de ti, de tus hijos
y de los hijos de tus hijos, porque has impuesto atmósfera de
adoración al Rey.
Vuelve a la sencillez
Solamente levanta tu mano y derrama tu amor. Deja de mirar
lo que dice Judas, o cómo limpia Marta, o a Lázaro resucitado.
Dirígete adonde está Él, no desvíes tu mirada, y simplemente
adórale. ¡Destapa el amor que Él vertió en tu corazón!
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Capítulo 30
POSPONER
Hoy no, mejor mañana
Cómo no aplazar
lo importante
¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos

convivan en armonía!
(Salmos 133:1)
Muchas veces evitamos o postergamos situaciones y obliga-

ciones bajo la excusa de hacerlo otro día. Pero siempre termi-
namos no haciéndolo…
Las exigencias laborales y personales constituyen la ocupa-

ción de la mayoría de las horas de nuestro día. Es así que, a
veces, queremos cumplir con todas nuestras obligaciones,
pero terminamos sin terminar ninguna de ellas. El motivo es
la indeterminación y el no saber priorizar lo esencial que se da
a nivel inconsciente.
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Hoy en día se la considera como una enfermedad contemporá-

nea que los psicólogos han bautizado “procrastinación”. Dicha
palabra es adjudicada a esta forma de comportarse, la cual nos
puede llevar a la inmovilidad y el miedo a decidir.
Aprendiendo a elegir
Lo primero que debemos hacer es dividir nuestras actividades

en las siguientes categorías:
1. Lo urgente e importante
Aquí el tiempo es lo primordial. Por ejemplo, una urgencia mé-
dica, un trabajo con fecha de entrega, etc.
2. Lo no urgente e importante
En esta área se planifica a largo plazo y obtenemos calidad
de vida. Es necesario analizar el tiempo en que se reparten
las ocupaciones. Podemos preguntarnos: “Si hago esto, ¿qué
consigo? ¿Qué cosas le dan sentido a mi vida?”. Por ejemplo,
planificar, cuidar las relaciones, cuidarse uno mismo.
3. Lo urgente no importante
Son las interrupciones.
4. Lo que no es urgente ni importante
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Ordenar las cosas pendientes
• Anotar en una lista las acciones que se deben realizar,

pero nunca se realizan: ordenar la casa, hacer refaccio-
nes, etc.
• Establecer un compromiso personal a ser cumplido. Fi-
jarse metas realistas.
• Escribir la fecha exacta en que se van a llevar a cabo
esas tareas.
• No esperar que llegue la inspiración para pasar a la ac-
ción.
• Hacer las cosas según el orden de importancia y resol-
verlas de la forma más inmediata posible.
• Dejar de pensar… ¡y hacerlo!
• Cuidarse y dedicarse a uno mismo el tiempo que nece-
sitemos.
• Ser valiente. Vencer la pereza y afrontar las cuestiones
pendientes. El esfuerzo vale la pena por la satisfacción y
la paz que se experimentan tras realizarlo.
No pierdas tiempo
El tiempo no es oro, ¡el tiempo es vida!

Una de las peores cosas que nos puede suceder es perder tiem-
po. Dios nos da 86.400 segundos por día, para que los usemos
como queramos. Todo el mundo tiene 24 horas por día: los
buenos, los malos, los ricos, los pobres. El sol sale para todos
por igual. Además, el tiempo no es como el dinero, ya que este
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último va y viene; pero el tiempo solo va. Podemos guardar

plata debajo del colchón, pero no podemos guardar tiempo.
¡Sabías que tu vida consiste en tu tiempo? Estás vivo porque
tienes tiempo; y tienes tiempo porque estás vivo. Por eso,
tu tiempo actual se llama presente, porque es un regalo que
Dios te da. Él te regala 24 horas por día para que hagas lo que
quieras con tu tiempo. Entonces, no hay nada peor que perder
tiempo, porque perder tiempo es perder vida.
Cosas que nos hacen perder tiempo
La gente difícil
¡No pierdas tiempo con gente complicada! Lo primero que ne-
cesitas aprender es a no perder tiempo con las personas que se
burlan, que lastiman, que son violentas.
¿Qué hacer con la gente que te trata mal?
Comprenderla
Sencillamente es meterse en los zapatos del otro. Tratar de en-
tender por qué esa persona está enojada o tiene ese problema.
Nos cuesta tanto caminar en los zapatos de otros y pensar en
por qué alguien piensa lo que piensa, por qué alguien vive lo
que vive, por qué alguien siente lo que siente. Esta actitud se
conoce como empatía.
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No reaccionar
Hay gente que lo que busca es que te enojes. Vienen a pelearte
porque quieren que reacciones y pierdas la paz. Si comienzas a
funcionar bajo ira, terminas haciendo lo que el otro pretende.
Entonces, esa persona esperará a que te defiendas para que
pueda presionarte aún más.
Solo escuchar
A algunos solo tienes que escucharlos e irte. No deberías decir
nada. Hay gente que insulta, que dice todo lo que le viene a la
cabeza, y después termina llorando, pidiendo perdón y solici-
tando ayuda. A ellos, solamente dedícate a escucharlos.
Mostrarle que lo que siente es su decisión

Algunos tienen la intención de hacer sentir culpables a los
demás y expresan: “Tú me haces enojar”. Hay gente que vive
echando culpas a los demás. ¿Cuántas personas dicen: “Me
siento solo/a porque nunca me hablas”? A ellos, debemos res-
ponderles: “Te sientes así porque tú elegiste sentirte de ese
modo”.
Cuando alguien te diga que algo es “por tu culpa”, dile que cada
uno es responsable de sus sentimientos. Nadie hace sentir
nada a nadie; cada uno decide sentir lo que desea sentir. Lo
que decides sentir es responsabilidad ciento por ciento tuya.
No idealizar al que lastima

La persona violenta tiene baja estima, por eso es infantil, in-
madura, y tiene reacciones impulsivas. Cuando una persona
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ejerce maltrato, quiere demostrar que tiene más poder que el

otro. En el fondo, busca ser idealizada y hacer sentir temor a
los demás. Por eso, muchos confiesan: “Me da miedo cuando
se enoja”.
Aprender a decir “no”

Debemos decirlo con autoridad y sin agresividad. La técnica
del disco rayado consiste en repetir siempre lo mismo (“No,
no, no, no, no”), hasta que el otro se da por vencido.
Nunca defender a nadie

Muchas personas desarrollan el hábito de hablar de los demás.
No tomes parte en las peleas de otros; no te involucres en los
problemas familiares ajenos. ¡Deja que lo resuelvan ellos!
El tiempo avanza, la vida pasa, y tú tienes que invertir tus años

en alcanzar sueños grandes. No perdamos más tiempo en pe-
queñeces. Planifiquemos realizar proezas. Una “proeza” es
algo que nunca se hizo y se lleva a cabo por primera vez. Aquel
que la realiza es considerado “punta de lanza”.
Soltemos el “cuervo de la autocrítica”. Muchos viven criticán-

dose, descalificándose. Mujeres que tuvieron padres híper
exigentes hoy no pueden expresar sus emociones. Varones que
viven con un espíritu de autocrítica siempre se postergan y no
son capaces de expresar sus emociones. Necesitamos apren-
der a soltar todos esos cuervos, porque estamos perdiendo
tiempo. Hay gente que se autocritica tanto que termina criti-
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cando a todo el mundo. Hay gente que no puede vivir sin cri-
ticar.
No hay nada más maravilloso que invertir nuestra vida en

metas y proyectos. No hay nada más satisfactorio que darnos
cuenta de que no perdimos tiempo, sino que lo invertimos en
sueños grandes y llegamos a verlos todos cumplidos.
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Emociones Lastimadas Digital BS 2020

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Archivo Digital: descarga

1. Espiritualidad. 2. Autoayuda. I. Título.

Edición: Silvana Freddi

No se permite la reproducción parcial o total de este libro, en cualquier

Ebook adquirido por

Capítulo uno: Inseguridad interior 9

Capítulo dos: Quebrando el factor limitante 21

Capítulo tres: Saliendo del engaño 27

Capítulo cuatro: Construyendo mi sueño 43

Capítulo cinco: Permiso para ser feliz 49

Capítulo seis: Triunfando sobre las presiones 57

Capítulo siete: Cristianos neuróticos 65

Capítulo ocho: Dependencia emocional 71

Capítulo diez: ¡Es cuestión de actitud! 87

Capítulo once: Sanando el duelo y el apego 95

Capítulo doce: Mentalidad antidepresiva 107

Capítulo trece: Rompiendo el círculo del miedo 117

Capítulo catorce: Liberando el enojo 129

Capítulo quince: Saliendo de la vergüenza 137

Capítulo dieciséis: Del perfeccionismo a la

Capítulo diecisiete: Las crisis 155

Capítulo dieciocho: El fracaso no existe (1º Parte) 165

Capítulo veinte: Dejando lo que te lastima 185

Capítulo veintiuno: Estoy desorientado 191

Capítulo veintidós: ¡No me preocupo más! 199

Capítulo veintitrés: Cuando un padre reconoce

Capítulo veinticuatro: Cuando un padre reconoce

Capítulo veinticinco: Ser humillado 231

Capítulo veintiséis: Triunfando sobre

Capítulo veintisiete: Mente de esclavo 249

Capítulo veintinueve: Viviendo sin culpa 261

Capítulo treinta: Posponer 269

Creo firmemente que a Dios le interesa más tu carácter que

• Para afirmar tu espíritu con el propósito de resolver pro-

Emociones Lastimadas llevará un mensaje de Dios a tu vida.

Al recorrer estas páginas descubrirás que las crisis nos ha-

Aprenderás que, cuando tu espíritu gobierna sobre tus emo-

Recuerda que todo lo bueno viene de Dios y no debes aislarte

Pastor Bernardo Stamateas

Se llamaba Nabal y pertenecía a la familia de Caleb. Su

Cuando una persona es insegura, puede deberse a varios fac-

Por tener mucha imaginación. Por ejemplo, alguien inse-

para pensar que lo malo va a ocurrir nos volvemos en personas

Por crecer en una familia insegura. La inseguridad se

Por haber sido descalificado. Algunas personas son inse-

Por legalismo. El legalismo enseña que nunca podemos

La inseguridad bloquea el potencial

De igual manera, dentro de nosotros existe un campeón (un

Una persona insegura siempre bloquea todo lo bueno del Se-

La gente insegura es cerrada

La inseguridad no nos permite aprender

La gente segura resuelve problemas

Por el contrario, Nabal se emborrachó. Esto nos demuestra

Dios va a afirmar tu espíritu de tal manera que irás al lugar

La gente segura se cuida a sí misma

La gente segura es proactiva

La Palabra de Dios es infalible y siempre se va a cumplir en

Dios, La Palabra y el Espíritu Santo

Vayamos por parte…

Lo primero que salió de Dios fue La Palabra

¿Qué es una palabra?