Está en la página 1de 4

SCIO. Revista de Filosofía, n.

º 10, Noviembre de 2014, 173-176, ISSN: 1887-9853

Ortega y Gasset, J. (1983). Ideas y Creencias. En Obras Comple-


tas. Madrid: Alianza, vol. 5.

Conrado Herraiz Sousaa

La justificación de la filosofía desde ne sentido? ¿No ha sido ya resueltamente


el raciovitalismo orteguiano es aplicable superada por la ciencia? ¿No ha quedado
y explicable a cualquier sujeto, pues va a reducida a una “historia” más, a un reper-
la esencia misma de lo que es el filosofar torio de antiguallas y restos de museo?
en acto. Se saca a la luz la concerniente y Si bien es cierto que el saber no ocupa
atemporal pregunta de la fundamentación lugar, ocupa tiempo, y el tiempo se está
de la propia filosofía, no tomando esta convirtiendo en un artículo de lujo, de
solo en cuanto historia de la filosofía sino modo que ¿debería perderse en inútiles
ya en cuanto filosofar en sí mismo. ¿Tiene rememoraciones de un pasado definitiva-
este sentido? Es una pregunta que se repi- mente muerto?
te a lo largo de la historia del pensamiento Para Ortega el hombre tiene que ha-
humano, y sin embargo la respuesta de cer filosofía –en sentido amplio, sin duda,
Ortega y Gasset es sencilla y (¿no sería pero radical– porque esa es la única ma-
mejor decir?) evidente; propone que pen- nera de vivir desde sí mismo. El hombre
samos porque no tenemos más remedio. –piensa Ortega– quiera o no se halla en
En efecto, ¿acaso no es tiempo perdi- alguna creencia respecto a las cosas que
do, un esfuerzo en vano? Además, ¿puedo rodean su existencia; sabemos o al menos
comprender lo que en verdad pensaban creemos saber lo que las cosas son, y qué
los filósofos de otro tiempo? Y si llegamos podemos y debemos hacer respecto a ellas.
a entenderlos, ¿qué podrían ofrecernos? Así, el repertorio de estas convicciones
Pero es más: la propia filosofía, ¿acaso tie- es una parte consustancial de nuestra vida.

a
Correspondencia: Universidad de Málaga, Facultad de Filosofía y Letras, Departamento de Filosofía. Cam-
pus de Teatinos, s/n. 29071 Málaga. España.
174 Crítica de libros

Nuestras convicciones son la interpreta- nuestro salvavidas para entender la reali-


ción que damos a las cosas y a las posibili- dad cuando nuestra creencia anterior no
dades que nos abren o nos cierran. Natu- encaja con aquella. Por esto mismo, el
ralmente, esas convicciones, las más de las hombre busca los fundamentos de aque-
veces no las hemos formado nosotros: son llo en lo que cree, ya sea con mayor o con
creencias recibidas de otros, creencias que menor profundidad y sofisticación. En
todos tenemos y compartimos con los de- caso de que este sea exigente consigo mis-
más. El estrato más profundo de nuestra mo, esta dedicación es mayor y por tanto
vida mental está formado por las creen- abarca aspectos introspectivos, históricos,
cias. Son nuestra “tierra firme”. científicos... todo eso que podemos englo-
Pero hay ocasiones en la vida en que bar como la búsqueda de la verdad, y que
en ese repertorio de convicciones, en esas pasa necesariamente por el estudio de los
creencias en las que estamos, se abren fi- anteriores pensadores.
suras, grietas, y nuestro “suelo”, nuestra Una verdad, pues, que sirve para en-
“tierra firme”, se resquebraja: Ortega dice tender el presente y ayudarnos a configu-
que justamente esta expresión, “tierra fir- rar nuestro futuro. Son estos, presente y
me”, alude a una de esas creencias, la más futuro, dos aspectos de la vida del hombre
radical de todas, que la tierra es firme bajo que solo tienen sentido mirando al pasa-
nuestros pies. “Fuera –dice– un excelente do, y por tanto este es parte fundamental
ejercicio de introducción al pensamiento de la búsqueda de la verdad que llama al
histórico, plantearse la cuestión de en qué hombre en apuros, al hombre perdido en
estado se hallaría el hombre, si tuviera que un mar de dudas, el de la creencia que-
justificarla”. Algo muy parecido ocurre brada.
con la rotura de nuestras creencias: “de Sobre lo que acabamos de decir hay
pronto sentimos que bajo nuestras plantas que apuntar que es ese horror vacui del
falla la firmeza terrestre y nos parece caer, pensamiento por el que el hombre se pone
estar en el vacío, sin poder valernos, sin a pensar. De aquí podemos derivar que
poder hacer nada para afirmarnos”. todo hombre filosofa o debería filosofar.
Hemos abandonado la “tierra firme” y Pensar es una exigencia de la naturaleza
vivimos en un “mar de dudas”, en la inse- humana.
guridad de no saber a qué atenernos. Por Vamos a reparar sobre un punto que
todas partes sentimos en nosotros y en los tiene interés a nuestro juicio. Partiremos
demás esta falta de seguridades, de certeza. de la relación entre Ortega y el pragmatis-
La filosofía es inevitable ante el ho- mo estadounidense. Si bien los orteguia-
rror vacui del pensamiento, cuando es- nos reniegan de esta influencia, cosa que
tamos en el “mar de dudas” y queremos no vamos a discutir aquí, los paralelismos
aferrarnos a un “salvavidas”, siguiendo la son demasiado importantes como para ser
metáfora orteguiana. El pensamiento es ignorados.

SCIO. Revista de Filosofía, n.º 10, Noviembre de 2014, 173-176, ISSN: 1887-9853
J. Ortega y Gasset: Ideas y Creencias 175

Lo que tienen en común ambos bandos albedrío del hombre decida colmar sus
es la concepción del pensamiento como dudas con reflexiones y con el estudio de
herramienta o recurso vital del hombre la historia de las ideas.
cuando las creencias de este se desbaratan. De modo que esa “vuelta al flujo” del
En el caso del pragmatista estadouniden- pragmatismo estadounidense, o ese “sal-
se Peirce, por ejemplo, encontramos que vavidas” orteguiano, implica una rotura
pensamos cuando nuestros hábitos de ac- irreparable de la creencia. La filosofía no
ción no funcionan, esto es, cuando nues- es una herramienta que usemos para repa-
tro flujo (de acciones) es interrumpido. rar una pieza del vehículo para, ipso facto,
Pensar es pararse a pensar, porque seguir seguir en la conducción anterior. El pri-
con la vida requiere un redireccionamiento mordial saber-que-se-ignora y el dudar de
para volver al estado de flujo. las creencias constituirán una forma radi-
Ahora bien, ¿es suficiente esta expli- calmente nueva de how-to-live que dejará
cación? Nos gustaría aportar una peque- entrever no solo las grietas de lo que fue la
ña matización, un detalle sobre el que, antigua creencia (en el caso de Ortega) o
a nuestro juicio, no inciden lo suficiente hipótesis (en el de Peirce), sino también la
Peirce ni Ortega, y que se localiza en ese prematuridad, ingenuidad e inseguridad
momento en el que “bajo nuestras plan- de las nuevas creencias o hipótesis para
tas falla la firmeza terrestre y nos parece entender la realidad, tanto propias como
caer, estar en el vacío”. Vamos a intentar ajenas.
defender que tras la primera dubitación Todo lo cual no quiere decir que la
radical hay una creencia que desaparece y filosofía sea mala. No se trata de una es-
nunca se vuelve a restaurar por completo pecie de círculo vicioso de dudas e inse-
sino que hemos de conformarnos con una guridades: el pensar es el salvavidas al que
ortopedia que es el pensar. Y pensar no en recurrimos precisamente para no caer en
cualquier cosa, sino en el pragmata, en el un nihilismo improductivo tras la rotura
vivir, en cómo vivir. de la creencia. La filosofía abre un cami-
Desde nuestro punto de vista, se abre no que es necesario para la plenitud del
un nuevo modo de pensar con la duda hombre, de su existencia. Es la búsqueda
radical sobre nuestras creencias, un modo de la razón vital, diríamos con Ortega, y
de pensar sobre el vivir que será difícil ig- si la primera grieta “duele”, lo que abre
norar por mucho que no se mencione en es sin embargo una oportunidad hacia la
la sociedad actual: el filosofar. Reivindica- búsqueda de la verdad.
mos aquí la existencia de una apelación El objetivo de esta matización no es
que hace la mente, en ese momento, a otro que el de dar cuenta de la esencia fi-
nuestro ser filosófico, una suerte de pre- losófica ineludible del ser humano, y del
gunta que implica al hombre todo y que condicionamiento que aquella hace de la
solo se saciará en la medida en que el libre vida de este, componiendo así una res-

SCIO. Revista de Filosofía, n.º 10, Noviembre de 2014, 173-176, ISSN: 1887-9853
176 Crítica de libros

puesta a la pregunta por la necesariedad de Aquí adquiriría consistencia nuestra


una historia de la filosofía, así como por aseveración sobre que todos podemos ha-
la de la propia filosofía, de las que se hace cer filosofía, pues cada sujeto podría, sin
eco el autor del texto aquí estudiado. embargo la filosofía en sí perdería objeti-
Desde el perspectivismo orteguiano, vidad, pues no sería más que una herra-
la radicalidad y plenitud de la pregunta mienta a la cual cada uno da forma. Sin
filosófica, del advenimiento del conoci- embargo es la forma de esa herramienta lo
miento-de-que-no-se-conoce, supone una que cambia, mientras que el contenido (la
pregunta que parece de mayor objetividad historia de las ideas) es objetivo. Y es que
que su posible respuesta: si esta (el pensar) la pregunta que hace que se quiebre la tie-
no es más que una mera funcionalidad rra firme bajo nuestros pies es ya bastante
que se adecua a cada sujeto y que sirve personal e intransferible. Es quizás por
para él, la filosofía, como respuesta a la esto que cada uno ha de pensar la filosofía
duda fundamental, se relegaría entonces por sí mismo, pues en caso contrario se
al ámbito de lo subjetivo. convierte en mera ideología.

SCIO. Revista de Filosofía, n.º 10, Noviembre de 2014, 173-176, ISSN: 1887-9853

También podría gustarte