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Chicha
Chicha
granada.
Sebastián Palacios.
Los indígenas tenían una cosmogonía ancestral y con ella, rituales precisos para
cada suceso habitual de la vida del individuo, todas estas satanizadas por la
iglesia. Y aunque dejaron atrás el rito sobre la llegada de la vida por el bautizo, y
acogieron el matrimonio; la chicha, bebida especial para ceremonias y actos
religiosos nunca pudo ser reemplazado ni por el aguardiente.
1
Carta de colon al escribano de ración.
noble bebida ceremonial con cuyas abundantes libaciones los muiscas se
embriagaban, pero sólo en ocasiones tan especiales como bodas, sepelios,
carreras y celebraciones de victorias, y jamás de manera rutinaria y habitual como
luego lo harían sus descendientes.2
La chicha y la sociedad.
Las chicherías desde mediados del siglo XVII se empiezan a tener noticias de
estos establecimientos, en momentos en que las autoridades se mostraban ya
alarmadas ante la necesidad de implantar medidas para contener su auge. 3
Asimismo, muchas de las pulperías, que solían ofrecer toda suerte de víveres,
terminaron siendo expendios de chicha como otras más de sus opciones. En
ciertos momentos, se hizo difícil diferenciar entre uno y otro establecimiento. 4 Si
hay un lugar en la Nueva Granada de fines del siglo XVIII que condense todo un
universo de reprobación y condena en términos de salud pública y moral, aunque
también de economía y gobierno, es sin duda la chichería.
En razón social la chicha también ayudó al mestizaje. Fue así como las chicherías
se convirtieron en sitios de socialización a los cuales confluían indistintamente
indios, mestizos, y blancos, abriéndose mucho más al abanico de posibilidades
para el contacto y la miscegenación, en donde era factible despojarse con
desparpajo de las normas que propendían por la segregación étnica. 7 Lo anterior
adquiere sentido lógico, si se tiene en consideración que algunos de estos
espacios sirvieron como posadas temporales para aquellos que no tenían donde
pernoctar, o para quienes simplemente pasaban allí la noche imbuidos en los
efectos excitantes he dicho compuesto líquido.
8
Finestrad, Joaquín de ‘’ÉL Vasallo Instruido En El Estado De Nuevo Reino De Granda Y En Sus Respectivas
Obligaciones’’, Bogotá, universidad nacional de Colombia, 2000, pág. 136-137
9
Archivo General de Indias –en adelante AGI-, Santafé, 772, f. 2r.
del venado pelón”, y a falta de ésta, con “el cuero de lagarto tostado y hecho
polvos”.10
La chicha y el tiempo
Para comienzos del siglo XX, las chicherías eran los sitios de esparcimiento popular que
más proliferaban en Bogotá. Pronto la chicha se convirtió en un elemento indispensable
para las fiestas tanto laicas como religiosas y de carnaval: Las reservas de chicha
llegaron a ser mayores que las del agua. Con la llegada masiva de desplazados, que
luego se hacían obreros y artesanos, las chicherías de Bogotá en los años 20 se tornaron
en lugares de hospedaje y sociabilidad, de identidad popular y aun en sitios de
conspiración política. Estos escenarios aportaron una de las pocas condiciones de
expansión de un pueblo sojuzgado en muchos órdenes. Sin embargo, la chicha, que ya
entraba en franca competencia con la cerveza, nuevamente fue puesta en la picota por
los higienistas. Justamente, después del Bogotazo, la Ley 34 de 1948 suprimió la
fabricación de chicha, se había erradicado un vicio secular. En 1950, el ministro de
Higiene, Jorge Bejarano, dio parte de victoria proclamando la derrota de este vicio, pero la
victoria contra la competencia la había obtenido Bavaria.11
La chicha, tan vieja como la misma nación, es uno de los pocos reflejos tangibles que aún
nos queda de ese pasado ancestral de lo que alguna vez fuimos. Y aunque quizá la
preparación, la idea principal y hasta los expendios cambiaron toda su morfología, lo
cierto es que la chicha fue, es y seguirá siendo el mecanismo de resistencia contra la
corona.
10
Santiago Díaz Piedrahita y Luis Carlos Mantilla (editores), La terapéutica en el Nuevo Reino de Granada: un
recetario franciscano del siglo XVIII, Bogotá, Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales,
2002, p. 107.
11
Alape, Arturo ’’la chicha’’, Articulo revista Semana, 2006