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Realizado por: Santiago Marín López

TEXTO 1:

Sujeto observado: compañera de ecuaciones diferenciales.

Actividad que realizaba: asistir a clase de ecuaciones diferenciales.

Tipo de narrador: agente en primera persona.


La clase de la perdición

El reloj apremiaba, la clase había comenzado y yo apenas estaba viniendo del maldito
examen de la materia de las 8; para completar mi mala suerte, abro la puerta del salón y
de repente se apodera de mí un ataque de tos, haciendo que todas las cabezas dejaran
de fijarse en el pizarrón y se voltearán a ver mi penoso desfile desde la puerta hasta la
silla, y para dejarlo claro, digo penoso desfile por mi cara de aburrimiento y todas las
cosas que debo cargar.

No todo tenía que salir tan mal, por lo menos un compañero tuvo la dignidad de
guardarme un puesto en el centro de la segunda fila de sillas, lo cual me parece bien,
pues siempre he creído que entre más cerca se esté al tablero mucho mejor. No pude
esconder mi cara de abatimiento, cansancio y rabia por lo difícil que había estado el
examen de las dos horas anteriores, como consuelo, le conté mis penas al compañero
que tenía al lado, pero el troglodita ese comenzó a burlarse en voz baja de mí con la
complicidad de la niña que tenía al lado, que para colmo de males, me conocía y había
escuchado mi confesión.

Luego de soportar las risas de mis queridos detractores, decidí prestarle atención al
profesor que tenía al frente, así que tomé mi pose característica de poner atención:
codos apoyados en la mesa, manos en la cara, mirada seria y la espalda ligeramente
inclinada con respecto a los muslos. A medida que avanzaba su explicación, mi postura
iba tomando variaciones como por ejemplo adoptar una cara de asombro y comenzar a
mover mis pies de manera ansiosa, variaciones que se debían principalmente a que no
entendía un comino de todos los caracteres que iban apareciendo como por arte de
magia en el tablero y como si fuera poco, estaba quedándome atrasada, pues por
intentar entender esos jeroglíficos estaba dejando de copiar.

Cuando pensaba que ya todo estaba en mi contra, vi que me equivocaba, pues aún
faltaba algo por pegarme su puñalada, si, el bendito estómago. Aquella hambre tan
inoportuna no daba espera, saqué a manera de ninja profesional un sándwich de mi
bolso y fui comiéndolo de poco cada vez que el profesor me daba la espalda, hasta que
gracias al Señor, pude terminarlo. Tener la barriga llena, no fue el remedio suficiente
para olvidar todo lo que había pasado, y decidí ponerme a discutir con mi compañero,
ya que éste, tenía planeado hacer algo que desde mi punto de vista era una completa
ridiculez: bailar disfrazado, ¿a qué clase de tontos se les ocurre eso?

Por fin se hizo justicia y la suerte se puso de mi lado, el reloj marcó las 11:15 y la clase
terminó. ¡Si, me escucharon bien, se acabó a las 11:15!, recogí todo como ameritaba el
asunto, me despedí toscamente como de costumbre, y salí a buscar aires nuevos.
TEXTO 2:

Sujeto observado: compañero estudiando en una mesa del Bloque 4.

Actividad que realizaba: estudiar alguna materia.

Tipo de narrador: observador en tercera persona.


Un peligroso criminal

Este tipo se suponía que era un terrible asesino; lo que él no sabía es que gracias a un
retrato hablado que había llegado a manos del FBI, estaba siendo observado
sigilosamente por uno de sus agentes, quien a su vez se mantenía en constante
contacto con sus superiores. El sospechoso había sido detectado en el cuarto bloque
de una universidad que estaba ubicada en una de las esquinas de América, y siendo aún
inocente de su privacidad violada siguió tranquilo con sus cosas.

El tipejo se sentó en una de las mesas que había por allí, colocó su mochila a un lado, y
sacó de ella un cuaderno, un libro y una cartuchera; inmediatamente el agente reportó
lo siguiente:

- El sospechoso está sacando planos e implementos de escritura, probablemente


está planeando su siguiente ataque. Seguramente será algo masivo, pues está sacando
información de un libro que habla sobre edificios.

Ajeno a su suerte, aquel hombre continuó leyendo y escribiendo durante un rato, sólo
siendo interrumpido por el sonido de su celular, el cual sacó rápidamente de su bolsillo
y colocó en su oreja para comenzar a hablar sigilosamente con quién se encontraba en
el otro lado de la línea; acción que ameritó por parte del agente el siguiente reporte:

- Atención, nuestro amigo está hablando con alguien por celular, posiblemente es
su cómplice pues está hablando en voz baja, traten de interceptar la línea.

Lamentablemente para nuestros queridos policías, su presa colgó el teléfono al


instante, evitando ser interceptado y al mismo tiempo, conservando su imperturbable
tranquilidad, se permitió seguir con lo que estaba haciendo anteriormente: leer y
escribir. Unos instantes más tarde, el homicida hizo que el agente se sobresaltara
terriblemente, pues este puso un gesto de felicidad en su rostro, acompañándolo con
el siguiente comentario:

- ¡Bien!, por fin me dio.

A lo cual el agente reportó inmediatamente:

- ¡Señores!, el ataque es inminente, me veo obligado a realizar una acción


cautelar.

Entonces el agente vio cómo su trofeo se levantaba y comenzaba a irse, por lo cual
desenfundó su arma de dotación y salió de su escondite para atraparlo. Justo cuando el
sospechoso estaba a punto de tiro y él agente empezaba a jalar el gatillo, escuchó lo
siguiente por su intercomunicador: “¡Aborte la misión!, el verdadero sospechoso ha
sido capturado”.

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