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Con el tiempo fui creciendo y mis gustos fuero cambiando junto con mis nuevos
juguetes, esta vez no fue un carro de control sino mi primera computadora, la cual
había esperado por bastante tiempo. Aprendí a usarla por mi cuenta, solo sabía lo
básico sabía que mientras crecía seguiría aprendiendo. Un día se me ocurrió la
idea de desarmarla, le pregunté a mis padres si lo podía hacer y me dijeron que no
a lo que hice caso omiso y escudriñando en una esquina de mi cuarto empecé a
quitarle parte por parte, fue sencillo porque era de una referencia algo vieja, y solo
tuve que usar un destornillador. Aunque algunas partes se dañaron yo me sentía
todo un inventor desarmando, desconectando y volviendo a conectar cosas de las
cuales no tenía ni la más mínima idea de cómo o que función tenían. Mi madre se
dio cuenta de lo que había hecho y enojada llevo a que me arreglaran la
computadora, alegando que ahora seria para ella porque yo no la supe utilizar.
Inconforme y con las expectativas aun por llenar busque concejo en algunos
familiares los cuales me recomendaron alimentar mi curiosidad estudiando una
carrera en la cual yo pudiera descubrir e indagar más a fondo el cómo funcionaban
las cosas. Y así fue como elegí la ingeniería electrónica como la carrera en la que
me voy a desempeñar, al principio estaba bastante indeciso porque la ingeniería
de sistemas me llamaba la atención también, pero al final me decidí por la
electrónica porque siento que tiene un campo laboral más amplio.
Ahora me encuentro cursando primer semestre con las expectativas por el cielo y
con la curiosidad en su máximo esplendor atento a intentar resolver cada una de
mis dudas y a entender un poco más cómo funcionan las cosas, enamorándome
poco a poco de esta carrera y de la ingeniería como tal
Bibliografía.
Núñez, D. R. (2011). El rompecabezas de la ingeniería